COMUNIDAD HUMANO-DIVINA

UNAS PALABRAS DE INTRODUCCION

En las páginas que siguen, Odo Casel nos hablará de las Nupcias que preparó el Eterno Dios a su Hijo y en las cuales tenemos parte todos nosotros en calidad de Esposa —pero no lo hará con exposiciones sistemáticas ni con un lenguaje abstracto y conceptual, sino en aquel estilo suyo cíclico y con aquel len-guaje lleno de imágenes que tenía en común con la Biblia, con la Liturgia y con los escritos de los Padres. Odo Casel tenía sus preferencias por aquella mentalidad primitiva 1, a la cual —en el sentido del lenguaje escolar en uso— le puede faltar quizá claridad de conceptos y precisión lógica, pero que es de una gran fuerza intuitiva, inmediata y viva. En nuestros días se está revalorizando más y más esta forma de pensar a base de símbolos y "junto al logos de la ciencia" se le reconoce como una forma plenamente legítima de comprender lo que es, como "una categoría que se da en la Revelación y que, consiguiente-mente, es una categoría teológica legítima" 2. Sí, se está imponiendo la idea de que la Revelación no se puede desligar, "sin

1 Sobre esto véase: A. H. Maltha, Die neue Theologie, Munich, '1960, p. 150: "Casel deseaba un cambio de ruta en Teología : pasar del método discursivo racional, que busca la precisión de los conceptos, al pensamiento primitivo que se mantiene en contacto con la Liturgia y con los Padres."

2 H. Fries, "Mito y Revelación", en: Panorama de la Teología actual (ed. por J. Feiner, J. Trütsch y Fr. BSckle), Ed. Guadarrama, Madrid, 1961, pp. 19-59.

desfigurarla o aun falsearla" 3, de la mentalidad en que se realizó, y de que la cuestión no puede ser otra que la de "dominar nuevamente este lenguaje y dejar que nos hable" 4. O como gustan decir ahora : Tenemos que volvernos "hombres bíblicos" para entender la Biblia; tenemos que aprender nuevamente el "len-guaje humano de Dios" 5.

Precisamente la Escritura y los Padres no hablan de la Iglesia en una forma abstracta y conceptual, sino en imágenes. Ello, ciertamente, no es obra del azar. Al lenguaje figurado "se adapta singularmente no ya el conquistar y dominar, sino el ser agasajado y recibir" 6; ¡en qué lenguaje podría el hombre hablar mejor de la "Esposa del Cordero", que está constantemente recibiendo el ser y en todo momenuo está viviendo por puro amor, que en el lenguaje de las imágenes y de los símbolos !

En esta colección que hemos reunido de la herencia de Odo Casel —y lo mismo vale para todos sus escritos— no se da una progresión de un conocimiento a otro en una línea precisa de desarrollo lógico, sino que siempre se mantiene en círculos con-céntricos en torno a una única gran realidad, "para tener en cuenta ora una cara, ora otra, sin separar por ello el detalle del conjunto" 7. Eso es, en efecto, lo característico del lenguaje simbólico : contemplar en cada imagen la misma idéntica realidad en su "totalidad eterna" 8 Ahora bien, la totalidad que nos mostrarán las páginas que siguen es el Misterio del Esposo y de la Esposa, el

3 W. ,Hillmann, Die Kirche in der neutestamentlichen Glaubensverkündigung, en: "Liturgie und MSnchtum". 17 (1955), 18.
4 H. Fries, loc. cit., p. 20.
5 Véase
Das Wort Gottes und die Liturgie, Maguncia, 1960, pp. 118, 149.
6 H. Fries, loc. cit., p. 19.
7 De un prólogo, que no llegó a publicarse, a Das christliche Festmysterium, Paderborn, 1941. Advertimos que todos los escritos de O. Casel los citamos sin mencionar el nombre del autor. Cuando citamos el "Jahrbuch für Liturgiewissenschaft" y el "Archiv für Liturgiewissenschaft", sólo damos las siglas JLw y ALw, respectivamente.
8 W. Hillmann,
op. cit., p. 26.

Misterio de Cristo-Ekklesía o, como se puede expresar también, el Misterio del Agape, el Misterio de aquel Amor divino que desde la eternidad anhela las Nupcias con su pareja humana y no descansa hasta que ,no se haya celebrado y aún hoy sigue sin darse reposo. Efectivamente, todavía hoy sigue Dios cortejando a la humanidad para tomarla por esposa, y seguirá haciéndolo hasta que el Redentor y los redimidos no sean ,más que UN SOLO Cristo.

La esencia de Cristo consiste en ser, por siempre, uno y dos. Sólo tiene un nombre, porque es un solo hombre, una sola persona 9, y tiene dos nombres, porque son dos en El. En cuanto que es UNO se llama CRISTO, pero en cuanto que es DOS se llama Cristo y Ekklesía. Es uno, porque la humanidad del Se-ñor, glorificada e hipostáticamente unida al Logos, "no es otro cuerpo de Cristo por separado, distinto de la Ekklesía, que es su cuerpo" 10. Y a pesar de ello son también dos. "El dos se refiere a la distancia de la majestad", dice San Agustín 11. Son uno sin mezcla, y dos sin separación. Participatio, consortium, participación llaman los Padres a esta unidad .de dos. Es un estar el uno en el otro, un estar el uno con el otro, pero vitalmente, el que da y el que recibe, en el ser del que da ; es un contacto muy íntimo del que da con el que recibe; es hacerse los dos

9 La expresión "una misma persona", refiriéndose a la unión mística de Cristo con la Ekklesía, no tiene la misma fuerza que la unidad de una persona física individual; la independencia personal de Cristo y de la Ekklesía queda enteramente a salvo. Santo Tomás sigue valiéndose de la palabra "persona" para expresar la unión mística (la documentación se encuentra en E. Mersch, Le Corps mystique du Christ, París-Bruselas, 1936, vol. 1, pp. 161 ss., 406; vol. II, pp. 87, 92, 98, 103, 108, 405) ; la expresión fue menos usada en las épocas posteriores, pero desde que Pío XII llamó la atención sobre ella en la Mystici corporis (AAS 35 [1943], 226), la Teología la va revalorizando más y más, como lo prueban, sobre todo, los escritos de E. Mersch. Casel la emplea también con más frecuencia.
10 Orígenes, hl Matth., 14, 17.
11 San Agustín,
1n Ps. 142, 5.

una misma cosa. Pero, a la vez, es distancia : el que recibe no se hace absolutamente una misma cosa con el que da ; recibe de él, vive con él y en él, pero sigue siendo lo que era; queda con-figurado según él, se convierte en viva imagen suya, pero no deja de ser imagen, siempre dependiente de él, siempre en estado de receptividad.

¿Por qué llamamos "Misterio" a esta alianza nupcial de amor que une a Dios con la humanidad, como esposo y esposa, en un único hombre? ¿Por qué hablamos de la Iglesia como de un Misterio? ¿Qué es Misterio?

No es posible, dentro de los límites de esta introducción, dar cumplida respuesta a estas preguntas, porque todavía hoy quedan muchas cosas por aclarar al respecto. Tampoco es nuestra intención exponer la Doctrina del Misterio de Odo Casel. Lo que nosotros nos proponemos es mucho más sencillo. Quisiéramos, únicamente, descubrir el contenido de la palabra "Misterio", precisamente a aquellos lectores que todavía no están muy familia-rizados con la doctrina de Odo Casel, para que la lectura de este libro les resulte tanto más provechosa. Este libro quiere servir para la vida y mostrar que cada cual es "Iglesia" y es deber suyo hacer Iglesia. Es natural que en esto queramos mantenernos enteramente fieles a la doctrina de Odo Casel. Con todo, de buen grado hemos echado también mano de autores más recientes para situar de esta manera el conjunto en la actualidad viva de nuestros días.

La primera vez que el propio Odo Casel captó de un modo vivo la realidad que comprende la palabra "Misterio" fue en la celebración de una Misa solemne, cuando vivía aún en Maria Laach, siendo un joven monje. Así lo expresó en cierta ocasión en una carta : "Tengo que añadir todavía una cosa..., la primera intuición acerca de la doctrina del Misterio me vino en la Liturgia, durante la celebración de una Misa solemne. Es que la vida sólo puede brotar de la vida. Es cierto que luego este cono-cimiento se vio fortalecido por el estudio de San Justino Mártir" 12. A partir de aquella Misa la palabra "Misterio" no abandonó jamás a Odo Casel, porque ya nunca más dejó la realidad expresada por aquella palabra.

La Sagrada Escritura, la Liturgia y los Santos Padres emplean la palabra "Misterio" en distintos sentidos ; "pero siempre está latente la idea fundamental de que en el Misterio se dan cita lo invisible y lo visible, lo celeste y lo terrestre, lo divino y lo humano, la virtud interior espiritual y la imagen exterior material" 13. La palabra "Misterio", donde dos realidades separadas se unen en una sola, comporta ya, pues, una idea de nupcias, sea cual fuere el significado de la palabra en cada caso concreto.

De entre la abundancia de matices que la palabra puede tener en los escritos de Odo Casel destacan claramente dos significados fundamentales : "Misterio" en sentido de Historia de Salvación o, como dice el mismo Odo Casel, en sentido pneumático-teológico, y "Misterio" en sentido cultual 14. Para decirlo de un modo más concreto : en la lectura de este libro conviene distinguir entre Misterio de Cristo y Misterio de culto, para verlos luego nuevamente unidos en sus relaciones mutuas. Por eso la finalidad de esta introducción debe ser mostrar, por una parte, la diferencia que existe entre ellos y, por otra, su correlación. Queremos hacerle recorrer al lector todo el camino de la Historia de la Salvación, que tantas veces hizo recorrer Odo Casel a las monjas de la abadía de la Santa Cruz, hasta que su vida encontró junto al altar su consumación 15. De este modo confiamos poder publicar, del

12 La carta prosigue: "Y sin dejar mis estudios patrísticos, comencé en Bonn a dedicarme a los misterios antiguos, como un medio para entender mejor los Misterios cristianos... La `fuente sagrada' propiamente dicha era la celebración misma de la Liturgia... La fuente última de toda Gnosis verdadera no es el simple estudio, sino la experiencia viva con Cristo in mysterio" (cit. en Herbstbrief der Abtei v. Hl. Kreuz, 1948); conceptos parecidos en ALw 1 (1950), 135.
13
JLw 6 (1926), 142.
14
Véase JLw 15 (1941), 171; JLw 8 (1928), 232; "Theol. Revue", 24 (1925) col.
41-47.
15 Sobre esto, véase
Herbstbrief der Abtei v. Hl. Kreuz, 1948.

legado de Odo Casel, nuevos textos que hacen referencia a nuestro tema y que ilustren mejor muchas cosas de la recopilación que sigue, colocándolas en un contexto más amplio. Odo Casel tenía siempre delante de sus ojos la totalidad, la realidad escatológica, tal como empieza a perfilarse desde el principio en las cosas de la creación y estuvo prefigurada de múltiples maneras en el Antiguo Testamento, y que desde la Muerte de cruz del Hijo de Dios humanado está en medio de nosotros, aunque de un modo oculto todavía.


EL MISTERIO DE DIOS

Esta realidad redentora divina es la que San Pablo describe con una palabra: "Misterio de Cristo" (Col., 4, 3); por eso el sentido de Historia de Salvación que tiene la palabra "Misterio", Odo Casel lo descubrió, sobre todo, en las epístolas paulinas 16 Fue allí donde se encontró con el "Misterio" como palabra de Dios acerca de Dios, acerca de aquel Dios que se reveló en Cristo y comunicó al hombre su vida eterna más íntima. A la pregunta : ¿Qué es Misterio?, Odo Casel podía responder : "Por Misterio entendemos nosotros lo mismo que entiende Pablo en la carta a los Colosenses y a los Efesios, es decir : la magnífica frase :

¡Cristo en nosotros, la esperanza de la gloria!' Gracias a la Encarnación del Hijo de Dios y a su Muerte de cruz, así como también gracias a la glorificación y exaltación del Hijo de Dios, fruto de aquella Muerte, la Iglesia se ha convertido en Cuerpo de Cristo que tiene una misma vida con el Hombre Dios" 17.

"El Misterio de Dios es, por consiguiente, Cristo, el Logos de Dios que se hizo visible a causa de los hombres y fue crucificado por la humanidad" 18. "Pero Cristo no es sólo la Persona humano-divina del Señor, sino el Cristo prolongado, el Cristo

16 Véase: Zur Kultsprache des hl. Pardos, en: ALw 1 (1950), 1-64.
17 Das christliche Kultmysterium, Regensburg 1960), pp. 133 s.
18
De las conferencias sobre la
Epístola a los Romanos (1939).

total, es decir, el Cristo pneumático, Cristo junto con su Iglesia". Digámoslo de otra manera : este Misterio es la Comunión de todos los redimidos en Cristo Jesús. Es la realidad que, antes de la constitución del mundo, existía únicamente en el seno del Dios Uno y Trino, y que el Hijo nos trajo a los hombres a la tierra. Esta realidad sigue todavía oculta a nuestros ojos de carne y tiene que seguir de esa manera, pues aún está por colmarse la medida de los padecimientos de Cristo 19 y todavía tiene que incorporarse al Cuerpo pneumático de Cristo el último miembro. Sólo cuando el último elegido se haya hecho un solo cuerpo con el Señor glorificado, es decir, cuando se haya hecho Iglesia, el Misterio velado se convertirá para nosotros en Misterio revelado, el ser "en Cristo" se trocará en "ser con Cristo" en la gloria del Padre.

Así pues, "la Iglesia entera y cada uno de los cristianos, según la doctrina de San .Pablo, está formalmente incorporado a Cristo. Dios nos ve y nos bendice en Aquel que es nuestra Cabeza : pues Dios no nos ve por nuestra propia existencia separada de Cristo, sino solamente `en Cristo' cuyo cuerpo somos. Por eso dice San Cirilo de Alejandría: `La urna que contiene el maná y se guarda en el Arca de la Alianza es imagen de Cristo. El nos contiene a nosotros, y cuando se acerca al Padre, nos presenta consigo al Padre."

En San Pablo ve, pues, Odo Casel al gran "heraldo del Misterio de Cristo, es decir, al heraldo del Acontecimiento redentor : que los hombres hemos sido llamados a ser un solo Cuerpo con Cristo". En torno a esta realidad "giran la oración, el pensamiento y las enseñanzas todas del Apóstol. Detrás de cada una de sus palabras late esta realidad céntrica", y esta realidad, como lo decíamos más arriba, viene del seno oculto. del Dios eterno.

En efecto, "el Misterio que San Pablo llama el Misterio del Evangelio (Eph., 6, 19), es el plan eterno de Dios que se revela al manifestarse Dios visiblemente en la carne. Consiste en que Dios quiere salvar a todos los hombres y llenarlos de su vida

19 Sobre esto véase: "Una sola Pasión", más adelante, pp. 186 ss. 3

eterna por la unión con su Hijo en la unidad del Cuerpo Místico", en. la unidad de la única Iglesia amada como Esposa. "El Misterio es, por consiguiente, el plan de Dios, el plan redentor que forjó Dios mismo desde toda la eternidad, que en Dios es realidad y que atrae a los hombres a Dios después que Dios lo ha realizado en su Hijo Jesucristo." Este plan incomprensible de redención del amor divino culmina "en la unidad de Cristo y de la humanidad redimida —en la plenitud del Cuerpo pneumático de Cristo" 20.

Para Odo Casel, el Misterio supremo y último es fundamen- - to y corona, fuente y ejemplar de todos los Misterios, "la revelación de Dios en el Logos encarnado" : "La Epifanía de Jesucristo en que se encontraron y se unieron lo divino y lo humano, el cielo y la tierra, el espíritu y la materia y que fue la causa de que el Pneuma descendiera a santificar el mundo —esta acción redentora de Dios es, para el cristiano, el Misterio propia-mente dicho" 21 y donde quiera que un hombre se une al Hombre-Dios Jesucristo, y se matiene unido a El, y vive su vida, por muy pobre que sea, en comunión con el Señor, como miembro del gran Cuerpo de Cristo, allí hay Misterio.

"Misterio hay allí", decía Odo Casel en los ejercicios del año 1930, "donde Dios y el hombre se encuentran, conviven, colaboran, forman una unidad; allí donde al hombre que cree y ama Dios muestra sus obras, su amor, su gracia. Misterio es comercio santo, Comunión humano-divina. Dios transfigura, ilumina, beatifica —el hombre se entrega en una entrega de gratitud y amor, y esto constituye el gozo de Dios, cuya esencia es amar y hacer que otros seres participen de su felicidad.

El Misterio brota, pues, de la esencia de Dios y es el tér-

20 Toda la cita está tomada de las conferencias sobre el Corpus Christi (1942).-Las últimas palabras son de San Cirilo de Alejandría, De adoratione in spiritu et verítate X; PG 68, 672.
21
Antike und christliche Mysterien,
en : "Bayer. BI. f. d. Gymnasialschulwesen", 63 (1927), 336. Cfr. Das christliche Kultmysterium (19604), pp. 83 ss.

mino del amor divino. Dios lo ha creado todo a causa del Misterio, es decir, por Sí mismo, por ser todo en todos. Los hombres han de ser adeptos e iniciados de este Amor y, como dice San Pedro 22, partícipes de la naturaleza divina. Por su interior debe correr la vida divina; su corazón tiene que palpitar al mismo ritmo que el corazón de Dios; su alma debe estar llena de El; su espíritu tiene que encenderse en El. "In mysterii salutaris transire consortium pasar a compartir el Misterio de salvación 23- tal es el fin del hombre".


LAS NUPCIAS
DE LA CRUZ

¡Dónde fue más profundo que en la Cruz el comercio entre Dios y el hombre! ¡Tremendamente profundo! Allí fue donde el Hijo de Dios se convirtió en un Esposo que se redime y se consagra en la sangre de su propio Sacrificio y santifica a la humanidad y la toma como esposa 24, tal como lo había expresado en la oración con que se entregó a la muerte ante su Padre : "Me santifico por ellos, para que también ellos sean santificados en la realidad" (Jo., 17, 19).

Bien es verdad que Cristo poseyó la plenitud de la santidad divina, como Logos que era, desde el primer momento de su En-carnación. Sin embargo, tenía que santificarse por nuestra causa; tenía que recibir una consagración por nosotros; por causa nuestra necesitaba, también como hombre, la plena divinización y glorificación según la carne, por cuanto que había formado su cuerpo de la carne de pecado de Adán y en esa carne llevaba los pecados de la humanidad. Hasta que no haya borrado nuestros pecados, que ha hecho suyos; hasta que no se haya separado totalmente de este

22 Cfr. 2 Petr., 1, 4.
23 Postcomunión del sábado de Témporas de Adviento y del Domingo I de Cuaresma.
24 Véase H. Junker, Der Blutbrjutigam. "Alttestamentliche Studien". Friburgo, 1950, pp. 120 ss.

mundo, aun como hombre, y no sea, por su admisión en Dios, el Hijo eternamente consagrado 25, la vida pura y sin mancilla de Dios no podrá atravesar su cuerpo inmolado y derramarse sobre la humanidad redimida. Hasta que no sea el Glorificado, no es el Esposo capaz de contraer nupcias con la Esposa, porque sólo entonces puede hacerla partícipe de su vida gloriosa.

Todo ello tiene lugar en un intercambio incomprensible entre el Hijo de Dios inocente y la humanidad pecadora: ésta carga sobre El su culpa y su maldición; El le hace a ella donación de su gracia y hace caer sobre ella su bendición ; ella le traspasa su angustiosa enemistad con Dios y le trasfiere el odio abismal del infierno; El la introduce en su amistad beatífica con Dios y en el abismo insondable del Amor eterno; ella le traspasa su muerte ; El le inspira el hálito de su vida inmortal. Desde ese momento los dos —el Hijo de Dios y la humanidad redimida en su sangre— son Esposo y Esposa, son dos en una sola carne, en un mismo amor y en una misma vida 26.

Las Nupcias de la cruz son, en verdad, un sagrado comercio, la comunión humano-divina más estremecedora, un Misterio realmente "escalofriante", la revelación más profunda del amor divino; la Ekklesía, la humanidad redimida que el Señor se ha adquirido como Esposa, cuyo corazón, junto con el corazón de su divino Esposo, desde el momento de las Nupcias de la cruz, palpita al ritmo de las pulsaciones del corazón del Padre es, gracias a Cristo, el gran "Misterio de Dios en este mundo" 27. Tal es, en efecto, la esencia de la Ekklesía : representa en este mundo el plan amoroso de Dios con los hombres y, simplemente con existir, hace visible el Agape que desde la eternidad ansía, con anhelos divinos, las nupcias con su pareja humana.

25 Cfr. Hebr., 7, 28.
26 Cfr. San Agustín, Sermo in die 1. S. Paschae, 5.
27 Didaché, 11, 3; la palabra y su interpretación las tornamos de una plática litúrgica (1945).


LAS NUPCIAS PRIMITIVAS DEL PARAISO

No fue, sin embargo, en la Cruz donde Dios se creó su pa-reja humana; fue en la aurora misma de la creación. El Misterio de las Nupcias de la cruz no es otra cosa que la "renovación del Misterio universal primero" 28; es la anakephalaiosis, la instauratio, la restauración y consumación de la primitiva Alianza de amor. Es que Dios, cuya esencia es un amor que se da y se derrama, "fundó el Misterio en el mismo principio. Lo que El crea es `muy bueno', es decir : está unido a El, por quien son buenas todas las cosas".

Dios, pues, se prepara ya en la creación la pareja en quien poder inyectar su savia y a quien poder transfigurar con su gloria; desde aquel tiempo remoto toda la creación es "frente a Dios, como esposa que anhela amar y someterse" 29. Con todo, la verdadera compañera, la que puede recibir su amor y corresponder, no es la creación, ya que "la esposa tiene que ser semejante al esposo, igual en esencia", porque de otro modo no puede compartir con él su vida. "Por esta razón Dios creó al hombre a imagen y semejanza de su ser." A él puede decirle con toda verdad : "¡Mi semejante ! ", y el hombre le responde en la misma forma; "devuelve al Padre la imagen con el resplandor luminoso de la alegría y de la gratitud". Ama al Esposo con aquel amor divino que recibió de El y que empezó por hacerla Esposa.

En este primer hombre que descansaba como una esposa en el corazón de Dios, Dios nos llamó a cada uno de nosotros como a pareja suya y nos consagró como cálices de su vida. Todos nos-otros estábamos ya en Adán cuando éste paseaba en el Paraíso como esposa luminosa del divino Esposo de la luz, "vestido con las vestiduras blancas de las primeras luces divinas" y Dios era ya nuestro Esposo como creador nuestro que era. Porque "esposo

28 De los Ejercicios del año 1930. Mientras no se diga lo contrario, la exposición que sigue está tomada de estos Ejercicios y de los del año 1937.
29
De la quinta plática de Ejercicios del año 1935.

es aquel que hace suyo otro ser, lo penetra de su fuerza y lo eleva hasta sí en amor".

Casi año tras año, cuando la Iglesia en los Maitines empieza nuevamente la lectura del Génesis, Odo Casel volvía en sus conferencias a estos comienzos esplendorosos. Estaba convencido de que el Misterio del Agape se puede descubrir con toda claridad precisamente en el comienzo de las cosas. "Dios, en el Paraíso, es todo en todos", dijo en cierta ocasión. "Lo crea todo, lo penetra con su Logos, lo embellece con su Pneuma. Crea al hombre a su imagen y semejanza, le infunde su vida y su Pneuma, le instruye, le regala una mujer. Pasea con él como pasea un padre con su hijo, un amigo con su amigo", como el esposo con su esposa.

El mandamiento que Dios da al hombre, es para "elevarlo a una unión con Dios mayor todavía, porque la alianza con Dios tenía que orientarse desde el Paraíso hacia una unión perfecta con Dios, allí donde el Misterio se realiza" y se consuma eternamente.

"El Paraíso era un místico jardín, lleno de aroma y resplandeciente con las luces del Misterio divino. Rebosaba de paz y armonía, y estaba lleno de una profunda intuición de Dios; el primer hombre, la humanidad de entonces, era allí hombre perfecto y se entregaba a Dios Padre", al Esposo celeste, `como oblación purísima' 30. El cielo y la tierra eran una misma cosa en Dios; la tierra era al mismo tiempo cielo, porque Dios moraba en ella : La vida eterna de Dios residía también en esta tierra."

Verdaderamente, el primer hombre representa aquella admirable unidad de lo invisible y lo visible, de lo celeste y de lo terreno, en que Odo Casel —siguiendo a San Pablo— cifra la esencia del Misterio : Adán "no vive por sí mismo, sino que respira la misma vida de Dios. Lleva dentro de sí el ser eterno del Padre, la visión del Logos, el hálito y la sabiduría del Pneu-

30 San Agustín, De civitate Dei, XX, 26, I.

ma... Su mirada penetra profundamente en las obras de Dios, y aun en la esencia misma de Dios Creador y Padre... El primer Adán fue, pues, realmente un Misterio, por cuanto que la esencia insondable de Dios se reflejaba plenamente en su esencia, en su estructura, en su gloria y en su libertad" 31. La misma alianza de amor que unía en un solo hombre a Adán y a su mujer, era "ya un Misterio", pues en la alianza de amor del Paraíso empieza ya a revelarse veladamente el Misterio de Cristo 32.

Sin embargo, "a este edificio maravilloso del Misterio de Dios... se le aplica desde fuera la tea incendiaria". Satanás se-para a la criatura del Creador, a la Esposa del Esposo. "Pero Dios llama: `¿Dónde estás tú?' ¡Mi compañera, la que yo me di a Mí mismo por amor, ya no te encuentro! La compañera ha desaparecido, sólo ha quedado un ser miserable, desnudo, que quiere huir de la presencia de Dios."

"El Misterio quedó deshecho ; la ofrenda santa destinada a Dios yacía en el lodo. La unión con Dios en el amor se había quebrado" y con ella también "la admirable unión de ellos mismos en la alianza matrimonial, reflejo de aquella unión con Dios". El hombre había dejado de ser Misterio, pues era todo él sólo tierra.

31 Misterio de la Cruz (Cristianismo y Hombre Actual, 22), Madrid, Ediciones Guadarrama, 1961, pp. 218-219.
32
De la quinta plática de Ejercicios del año 1927.


LA ALIANZA DE NOE

Frente a la infidelidad de la Esposa está la fidelidad incomprensible del Esposo. A la que coqueteaba con el Maligno, Dios le descubre abiertamente el amor de su corazón : ¡Mira, yo vendré con todo lo que soy a ser como un brote tuyo, para des-posarme contigo en tu propia carne! ¡El Misterio de mi amor de Creador yo lo transformo en el Misterio aún más grande de mi amor de Redentor !

Por entre tinieblas, Adán, y con él la humanidad entera, va caminando hacia la luz en la esperanza del "Salvador del Cuerpo" (Eph., 5, 23) que ha de venir. Es un camino largo, a través de miles y miles de años; lo sabemos hoy. "A la Esposa que una vez se separó de él, el Esposo tiene que acompañarla a una mayor oscuridad todavía, a fin de rescatarla de toda adherencia de tinieblas" 33. Pero en medio de esta prolongada noche Dios hace brillar de cuando en cuando una estrella luminosa; la primera vez, como lo sabemos por el Génesis, a continuación del Diluvio en cuyas aguas quedó anegado el pecado como en un bautismo y surgieron una tierra nueva y una nueva humanidad purificadas, cuya ofrenda sube hasta Dios en olor de suavidad 34.

En este "bautismo" ve Odo Casel otra vez el Misterio, igual que los Santos Padres. "Es admirable", decía él, "cómo del horrible Diluvio con la podredumbre de sus cadáveres brota el Misterio de Dios. Apenas queda borrada la maldad, resplandece ya nuevamente el amor y la gloria de Dios en el Misterio sagrado... Dios mira complacido a la tierra y acuerda con ella una nueva alianza : `Ved aquí la señal del pacto que establezco entre Mí y vosotros... Pongo mi arco en las nubes, para señal de mi pacto con la tierra' (Gén., 9, 12 s.). El arco iris hecho de agua y luz, que sube de la tierra al cielo para volver nuevamente a la tierra, es un hermoso símbolo de la unión de Dios y del hombre en el Misterio del amor eterno".

Es verdad que la unión de Dios y del hombre se ha restablecido en una alianza cuyas promesas consisten únicamente en salvación terrena y vida pasajera. Sin embargo, gracias a esta Alianza, "los muros del pecado y del castigo han sufrido una resquebrajadura por la que puede penetrar la salvación. Así es como la Alianza resulta una prueba del amor. Nos revela algo nuevo acerca de Dios" : en los signos cósmicos del Diluvio y del arco se nos anuncian por vez primera el camino y la meta del amor redentor de Dios y por eso son, en verdad, el "comienzo de una

33 De la sexta plática de Ejercicios del año 1937. Lo que sigue pertenece a los Ejercicios del año 1930.
34 Cfr.
Gén., 8, 1-9, 17

nueva creación, un nuevo comienzo de la vida, el primer paso hacia la restauración definitiva" 35

Como en un bosquejo impreciso y oscuro, en la Alianza de Noé está ya la obra redentora que San Pablo llama "Misterio". En Noé se anuncia ya Cristo, quien sobre el "débil madero" de la cruz "pilotará" a la humanidad a través del "diluvio de su sangre". En el Sacramento de la alianza de Noé, en el arco iris, resplandece el Misterio de la Nueva Alianza de amor, el Misterio de Cristo-Ekklesía, donde brilla con mil colores la luz divina ligeramente tamizada 36


LA ALIANZA DE ABRAHAN

Nuevamente pasan miles de años después de la Alianza que Dios estableció por medio de Noé con toda la humanidad, y aun con toda la creación, antes de que llegue aquella gran encrucijada de la historia que introduce históricamente la Redención de la culpa y del pecado. Es decir, Dios concierta con Abrahán una Nueva Alianza para cumplir la promesa incluida veladamente en la Alianza de Noé, en los signos del Diluvio y del arco 37. Pero empieza algo nuevo jamás oído. De las latitudes de la religión cósmica llama Dios a un solo hombre, lo introduce en los límites estrechos de la Historia de la Salvación y lo inicia, en el umbral de la revelación definitiva, "antes que a nadie, en el Misterio de sus planes, le hace confidente de sus caminos, llenos de amor" 38, para llevar a los hombres a la comunión con Dios, a la participación en la vida trinitaria. Abrahán puede vislumbrar desde lejos el Misterio del Esposo y de la Esposa, el Misterio de Cristo-Ekklesía ; es más, ese Misterio está ya en

35 J. Daniélou, Die heiligen Heiden des Alten Testamentes, Stuttgart, 1958, pp. 85, 86, 87.
36 Cfr. Sap., 10, 4.
37 Véase más adelante "Abrahán" p. 382.
38 J. Daniélou,
Das Geheimnis vom Kommen des Herrn, Frankfurt a. M. Trad. española en Trilogía de la salvación, Ed. Guadarrama, 1964.

él, aunque sólo sea en un comienzo de sombras. Pero estas sombras son mucho más claras que las de la Alianza de Noé. En Abrahán empiezan los cortejos sangrientos del Logos divino. Cristo como Esposo se adelanta en Abrahán, en Isaac y en todos los que más tarde recibirán en Israel el "sacramento de la circuncisión" 39, mucho antes de nacer personalmente de la semilla de Abrahán en figura de hombre pecador.

Abrahán y todos los Patriarcas viven ya a la sombra del Misterio de Cristo. Por eso, decía Odo Casel, nos pueden conducir todavía hoy a Cristo y a su Misterio 40. Sus obras ya pasaron en realidad, pero el Misterio que se esbozaba en sus vidas, es eterno e imperecedero. Ellos esperaban, porque creían y amaban, y quien cree en el amor es esposa. Cuando apareció Cristo y el Misterio se hizo manifiesto en El, los "Padres de nuestra fe" salieron también de las sombras del Antiguo Testamento a la luz de la revelación dei Nuevo Testamento, pues también ellos fueron allegados del Padre en la sangre del divino Esposo, de cuyo amor habían vivido, como una esposa, en el crepúsculo de la promesa; son también, junto con nosotros, miembros del único cuerpo de Cristo; son, con nosotros, una misma Esposa, iniciada en el Misterio del amor divino. En la revelación del último día, ¿no podría ser su hermosura aún más grande que la nuestra, porque su fe fue también mayor? 41


LA ALIANZA DE DIOS CON ISRAEL

Una vez más, Dios pacta una Alianza, la última antes del cumplimiento del Nuevo Testamento. No se trata de algo entera-mente nuevo, como la Alianza de Abrahán ; es más bien una

39 Véase más adelante, p. 58.
40 En los Ejercicios del año 1930 en que habló prolijamente de los Patriarcas.
41 Así habló en una plática a principiantes en la vida monástica (alrededor del año 1938).

ampliación de aquélla. Dios llama ahora a los descendientes de los Patriarcas, para hacer de ellos un pueblo único que El escoge de entre todos los demás, porque quiere desposarse con él. Después de la gran noche de Pascua en Egipto, en que los que eran muchos quedaron congregados en la unidad gracias al Cordero, Moisés, como si fuera un paraninfo, conduce al pueblo a través del Mar Rojo a la otra orilla, a las nupcias con Dios. Cuando se acercó el día de las nupcias, fue Moisés "al campamento de los Israelitas y los despertó de su sueño : `Levantaos de vuestro sueño, viene ya el Esposo y reclama la Esposa para llevarla a la cámara nupcial' y les esperó para darles la Tora. Vino el para-ninfo Moisés y acompañó a la Esposa fuera, como un hombre que cumple los deberes de paraninfo con otro". Y Yavé "vino a tomar a Israel, como esposo que sale al encuentro de la esposa" . La Alianza nupcial del Sinaí quedó sellada con sacrificios, con sangre de animales sacrificados. Moisés roció el altar con la mitad de la sangre y con la otra mitad aspergeó al pueblo. "Mediante esta aspersión con la sangre de las mismas víctimas, se establece misteriosamente una comunidad de sangre entre Dios a quien se ofrece parte de la sangre, y el pueblo que es rociado con la otra" ". Eran muchos y divididos; ahora forman un solo pueblo, que —así como la esposa recibe el nombre del esposo—se llama con el nombre de su Dios

Estas son las "nupcias de sangre" de la Antigua Alianza, con las que Yavé se convierte en "Esposo" de la "Virgen Israel" " Ya entonces El actuó "con toda la grandeza y amor de su divinidad"; pero Israel, la humanidad escogida de entonces, no fue capaz todavía de comprender toda la plenitud del amor de su Esposo, porque tenía aún el corazón demasiado lleno de peca-dos 48. A pesar de ello, Dios encontró nuevamente en Israel su consorte, tiene relaciones con él, habita con él en tienda sagrada y trata con él. "Guía a su pueblo con imágenes misteriosas y revelaciones parciales como una nube de humo y de luz" ", le sustenta, le protege y le está siempre cerca dialogando con él ". Israel aprende así otra vez - y con Israel la humanidad— a vivir del amor de su Dios como en los comienzos paradisíacos, pero esta vez no ya solamente de su amor de Creador, sino mucho más de su amor indulgente y compasivo, único amor con el que el hombre pecador puede ser y mantenerse Esposa de su Dios. "Toda la historia del pueblo escogido no es otra cosa que la narración de la bondad de Dios y de su misericordia, que perdona una y otra vez, extirpa la muerte y regala la vida" ". En Israel, la Comunión de Dios con el hombre, vuelve a modo de prenda y como una promesa. El pueblo de Dios del Antiguo Testamento es, una vez más, una "manifestación de Dios en este mundo" `°, como al principio en Adán; es, otra vez, la iniciada en el Misterio del amor eterno, la confidente "del Misterio de Cristo..., aunque todavía sólo sea en una forma confusa, que encubre la realidad, pero, a pesar de todo, muy real" ". Porque, "en el Antiguo Testamento, campean ya la cámara nupcial de Cristo, la Cruz de Cristo, la Muerte de Cristo, pero también la Gloria de Cristo" 52. "El Antiguo Testamento es como una madre fecunda que lleva en su interior a su hijo" ", y la suerte de la "madre" está indisolublemente unida a la suerte del hijo que, oculto en su seno, va creciendo hasta salir a la luz. Así como al acuñar un objeto la forma del sello entra en la materia y le imprime su fi-gura, así también Cristo entró en la Antigua Alianza y en todos sus acontecimientos e instituciones y la formó a su imagen. Está ya presente en ella y está obrando la salvación del antiguo pueblo de Dios en muchos "enigmas".

Juntamente con Cristo, a través del Antiguo Testamento ca-mina ya, escondida, la Ekklesía. Aparece ya simbólicamente entregada a Cristo en multitud de figuras : en el pueblo de Dios en el Monte Sinaí ; en Séfora, que encuentra a Moisés junto a la fuente; en la moabita Rut sobre la cual extiende Boot su manto, para tomarla por esposa; en Betsabé por quien David se encendió en amor; en la reina de Saba que abrió enteramente su corazón a Salomón y a quien éste mostró sus riquezas ; en la viuda de Sarepta que esperaba la muerte y encontró la vida por medio del profeta Elías .

El Antiguo Testamento está, pues, lleno del único Cristo, del Esposo y de la Esposa, de la Cabeza y del Cuerpo, del hombre y de la mujer, porque "Cabeza y Cuerpo..., Cristo y la Ekklesía : he ahí el Misterio de todas las Escrituras" " y la vocación de Israel consistió en preparar el camino a este Misterio, en ser su "madre". La misericordia incomprensible de Dios convierte su historia — ¡ ah ! , aquella historia tan vergonzosa y maldita—en prehistoria de Cristo y, como tal, a pesar de toda su pobreza y de todas sus limitaciones, forma parte, tipológica y veladamente, del Misterio radical, esto es, de la Encarnación del Logos que culmina en su Muerte y Resurrección, y se completará al fin de los tiempos en la Parusía. "A causa de la relación simbólica que guardan con este Acontecimiento de Cristo (a él están ordenadas las figuras del Antiguo Testamento y en él encuentran su realidad)", a todos los acontecimientos e instituciones de Israel "los Padres llaman muchas veces `Misterios', y así Mysterium es la expresión adecuada del typus del Antiguo Testamento y de su realización en el Nuevo... El significado verdadero del Misterio no está en el acontecimiento externo ligado al tiempo y al espacio, sino en la realidad divina de aquello que sucede"

Israel, "una humanidad ruda y elemental que se entregaba a la idolatría, se fue acostumbrando poco a poco... a alcanzar un nivel más elevado, a comprender y a presentir cómo serían las realidades que habría de traer Cristo, a fin de que, al llegar el Señor, la humanidad fuera capaz de comprenderle. ¡Cómo podría de otra manera ser capaz de comprender los Misterios!" ".


EL MISTERIO Y LAS RELIGIONES CÓSMICAS

En nuestro caminar por la Historia de la Salvación hemos vuelto al punto de partida : a Cristo, cumplimiento de todas las promesas de Dios. Sin embargo, con ello no hemos respondido todavía a nuestra pregunta: ¿Por qué se llama "Misterio" a la Alianza de amor de Dios con los hombres? Lo único que hemos explicado es que la expresión está tomada de la Escritura, una palabra que pertenece a la revelación y que su contenido es Cristo. Así pues, la pregunta se nos plantea nuevamente, esta vez un tanto modificada : ¿Por qué llama San Pablo "Misterio de Dios" a Cristo y a su obra redentora?

Eminentes exegetas concuerdan hoy con Odo Casel en que San Pablo tomó esta expresión del mundo pagano del helenismo, para anunciarle en su propio lenguaje la realidad de Cristo ". Podía hacerlo el Apóstol, por cuanto que, con palabras de Hugo Rahner, "un sentido querido por Dios preside el desarrollo histórico-religioso de la humanidad, especialmente de los pueblos de la tardía antigüedad y también ella es "Pedagogía que lleva a Cristo" ".

Toparnos aquí con religiones que apelan a una .reveláción cósmica; a los hombres de estas religiones Dios no dejó absoluta-mente privados de testimonios acerca de su Cristo. "Esbozó" inmediatamente su figura en los datos primordiales de la creación, como dice Anastasio el Sinaíta, pues todo ha sido "configurado y modelado" según la imagen del Hombre-Dios; El es el modelo de todas las cosas, el primogénito, lo mismo en "la creación que en la Redención", como "imagen del Dios invisible" y como "Hombre-Dios que triunfa en la Cruz" 61, y "por eso se extiende sobre todo el cosmos, abarca su anchura y su largura, su altura y su profundidad" y desde el principio se hizo carne en sus criaturas, "fue crucificado ya en ellas" "". El mismo Logos Creador, pues fue El quien llamó todas las cosas al ser, presentó en imágenes vivas de su creación lo que había de ocurrir en realidad en la "plenitud de los tiempos" "Praelusit suae incarnationi — representó ya de antemano su Encarnación como en una representación teatral", dice Cornelio a Lápide s'.

Proviene, pues, de una auténtica revelación el que los hombres del mundo antiguo, para quienes las cosas terrenas eran, mucho más que para nosotros, copias de un original celestial y divino, presintieran ya realmente muchas cosas de la realidad que había de llegarnos en Cristo. "También hubo en otros pueblos" —fuera de Israel—, así escribe San Agustín en su libro sobre la Ciudad de Dios, "hombres a quienes les fue revelado el Misterio de Cristo" °'. Tenían noticia de una vida que dimana de la muerte, de la muerte y resurrección de un Dios aparecido en la tierra, y aun de sus desposorios con los hombres : veían estas cosas en el sol que se pone y reaparece nuevamente; en el grano que muere y resucita a una vida más opulenta; en la lluvia que baja del cielo, de Dios, y que se desposa con la tierra y la fecunda; en la luna que recibe su luz del sol que muere. Y, sin embargo —obcecados por el Príncipe de este mundo—, olvidaron al Original de todas estas copias y, en lugar de adorar al Modelo celeste, veneraron como a dios a la imagen, crearon mitos e instituyeron un culto en que representaban estos mitos. A pesar de todo, bajo el lodo de la idolatría se transmitió, de generación en generación, un elemento sagrado primitivo, un primer anuncio que el hombre recibiera directamente de Dios. Tomando la expresión de una frase de Platón en su diálogo Philebos, se encontraban cerca de los orígenes, moraban, por decirlo así, en la misma tienda que la divinidad y participaban de su sabiduría

Abundando en el mismo sentido que Odo Casel, Josef Pie-per nos ha explicado esta magnífica frase de Platón de un modo aún más concreto. Los "Antiguos", así se expresa él, "recibieron una revelación de fuente divina" y lo que descendió a ellos como un "don de dioses", ellos lo transmitieron, y "es constantemente recibido y transmitido, para ser nuevamente recibido... Me parece a mí indiscutible que aun en los mitos, en las historias que se representan entre dioses y hombres de pueblos precristianos y acristianos existió y sigue existiendo una `santa tradición'... En todo el conjunto, polifacético y difícil de ser reducido a la unidad, de lo que se ha venido en llamar 'tradición mítica', junto a numerosos elementos de otro tipo, se dan también tradita (tradición) en sentido estricto... En la tradición mítica precristiana y acristiana .hay algo que no se puede comprender rectamente más que entendiéndolo como el eco de una palabra de Dios pronunciada al principio del tiempo, de una revelación en sentido estricto" ". El reconocimiento de este hecho movió a San Agustín a pronunciar aquella admirable frase : "Lo que ahora se llama religión cristiana existía ya en los antiguos; sí, nunca ha faltado al género humano desde el principio, hasta que apareció Cristo en la carne; desde ese momento, la verdadera religión, que ya existía antes, empezó a llamarse cristiana"

Como dice Joseph Bernhart, el mito tiene como finalidad "anunciar el comienzo de la luz, lumen ad revelationem gentium (luz para revelación de los paganos). Es como un presentimiento en la noche, como un sueño antes del amanecer, todavía oscuro e indeciso, como un acontecimiento anticipado de lo que la realización traerá como acontecimiento de la historia... Por eso el mito tiene también derecho a balbucear acerca de la revelación : Forma parte de la vox humana [voz de los hombres] en la cual el Verbum divinum [Voz de Dios] se manifiesta en la humildad. El Mito de arriba, que es el Logos eterno, desciende hasta el mito de aquí abajo, que sale a su encuentro"

Es verdad que la revelación que ha tenido lugar en Cristo es abolición del mito, pero no es sólo abolición, es también "redención, cumplimiento e integración del mito... Como recuerdo que es de la revelación primitiva, aunque recuerdo desfigurado por el pecado, y como expresión quebrada de la revelación natural", no queda arrumbado en la revelación de Dios en la carne, "sino que se ve cumplido y redimido... en Cristo, fin y realización del mito" "

Ya en el Antiguo Testamento ,Dios condesciende con los conceptos de los hombres a quienes se revela ; toma allí contacto con el lenguaje que les es familiar, para expresar de una manera comprensible e inteligible las cosas divinas, incomprensibles e ininteligibles. Ya en los escritos del Antiguo Testamento percibimos la "voz de los pueblos primitivos, que celebraban su liturgia con cantos". En Israel entraron en la revelación, como lo reconoce hoy cada vez más la exégesis antiguotestamentaria, muchos elementos de los cultos de los pueblos paganos vecinos. "Purificados de la idolatría, se llenaron de santidad" ; de imitación demoníaca se convirtieron en profecía, en palabra verdadera de Dios, que lleva dentro a Cristo y nos lo anuncia '°

No fue de otra manera en la "plenitud de los tiempos". Precisamente por aquella época, en los cultos en que representaban la muerte y la resurrección de un dios, los hombres iban buscando unirse con Dios, buscaban las nupcias con Dios, y llamaban a estos cultos "Misterios". Iniciarse en uno de estos cultos significaba para ellos : morir y resucitar con ese dios para participar de su vida divina.

Aquí encaja bien lo que Romano Guardini dice acerca de los mitos de los Salvadores: son "formas de anhelar al Salvador verdadero. De ahí su semejanza con Este; ... mientras el que cree en ellos permanezca en actitud de Adviento, presiente en ellos la redención verdadera. Después, cuando, en la Epifanía auténtica, llega Cristo, el indicio se convierte en claridad. Entonces se le dice al hombre : Lo que tú has anhelado, está ya aquí, más allá de todas las posibilidades del anhelo. Tanto es así, que aun tu mismo anhelo es redimido para evidencia de aquello que propiamente anhelaba. Porque anhelaba, y no sabía lo que anhelaba" ".

La nostalgia de toda la humanidad por una comunión de vida con Dios de que gozó en un principio, por unas nupcias paradisíacas con el Creador, por la participación en su vida imperecedera, se condensa en la sola palabra "Misterio" tal como la entendieron las religiones helenísticas. Pero es una nostalgia descaminada, una realización fingida por el demonio, antes de tiempo, de aquel anhelo que Dios puso en el corazón del hombre cuando lo creó a su imagen.

En efecto, la nostalgia de estos hombres por "las nupcias sagradas" proviene dei propio corazón de Dios; su clamor a Dios, que sube de tono en los Misterios, no es otra cosa que el eco débil de aquella voz primera de Dios: "¿Dónde estás, mi compañero? ¡iNo te encuentro ya!" Tras la palabra "Misterio" no se esconde solamente el anhelo del hombre por desposarse con Dios, sino el anhelo aún mayor de Dios por unirse en nupcias con el hombre; este anhelo de Dios aguarda, no sólo desde los comienzos del tiempo, sino desde la eternidad sin comienzo. En realidad, todo anhelo dei hombre por Dios es anhelo de Dios por el hombre, y ambos anhelos están implicados en la palabra "Misterio": el anhelo de Dios en el hombre y el anhelo de Dios por el hombre.

Esto lo atestigua la Sagrada Escritura. Ante todo, por medio de San Pablo, el Apóstol de los griegos, la palabra "es confirmada por Dios, aceptada, sancionada divinamente, pero en una forma pura, elevada y divina de verdad, que supera el pensamiento del hombre, pero precisamente por eso lo cumple sobreabundante-mente" ". Ahora es ya una palabra pronunciada por la boca de Dios, y toda palabra que sale de la boca de- Dios es santa y consagrada, y lleva dentro al Hijo, porque Dios la pronuncia en el Hijo.

"Lo que buscáis", grita San Pablo a los griegos, "lo encontráis realmente en Cristo." El verdadero Misterio, el "Misterio de Dios", no es el culto de vuestras potencias demoníacas, sino que es el Cristo crucificado ante la faz del mundo, el Rey de la gloria, ensalzado por Dios" ". El que muere con El, alcanza la vida perdurable.

Así es que para los pueblos de la tardía antigüedad, la novedad del Misterio de Cristo fue a la vez algo esperado y anhelado, sí, algo que desde siempre estaba ya en ellos, en multitud de imágenes y símbolos ; sólo que no supieron reconocer su verdadera figura; permanecieron encadenados al dominio cósmico, porque Dios no se había revelado aún en Cristo. A pesar de ello, estos hombres, sobre todo "los cristianos que venían de la religión griega de misterios... no pudieron creer que el mundo de donde venían y en el que vivían fuera puro ateísmo y tinieblas, y que el Dios vivo y verdadero se hubiera mantenido totalmente alejado de él. Estaban más bien convencidos de que los misterios, que se basaban en mitos y celebraban mitos, eran luz de la luz verdadera; que también en ellos moraba el Logos —y, por con-siguiente, Cristo— y que —lo mismo que la filosofía griega y el Antiguo Testamento : teste David cum Sibylla— también los mitos y los misterios guardan relación con Cristo y son una praeparatio evangelica (una preparación al Evangelio) y que, por lo tanto, presentan rasgos de Adviento" "°. Por lo mismo estos hombres no pueden traer consigo a la casa de su Esposo divino más que elementos auténticos y verdaderos, y los pueden introducir en el tesoro de la revelación y en la Liturgia de la Iglesia, porque han sido redimidos juntamente con ellos de la enemistad de Dios, y ahora son aptos para ponerse al servicio del Misterio de Cristo. "Todo cuanto tiene valor obtiene ahora su valor definitivo; vuelve lo primitivo, pero vuelve rejuvenecido, hermoseado"; purificadas de toda inmundicia demoníaca, las perlas auténticas son engarzadas en la diadema de la Ekklesía ".

Una palabra cultual pagana pasó de este modo al lenguaje humano de Dios, quien la pronunció por boca de su Apóstol San Pablo. Y, sin embargo, en las epístolas paulinas —y esto es lo extraño— esta palabra no significa de primera intención una acción cultual '°, sino la comunión de Dios y Hombre en Cristo Jesús, la comunidad de muerte y vida del cristiano, con el Señor crucificado y glorioso. Es cierto que San Pablo conoce la muerte y resurrección sacramental con Cristo ", pero ::o llama todavía "Misterio" a estas acciones cultuales. La palabra no se incorpora al lenguaje cultual de la Iglesia hasta la época postbíblica. Sólo a partir de ese momento se puede hablar del sentido cultual de dicha palabra.


LAS ACCIONES SAGRADAS DE LOS PUEBLOS PRECRISTIANOS

Hemos pasado a hablar del culto de un modo espontáneo ; decíamos que los griegos llamaban "misterios" a las celebraciones en que representaban la suerte terrena de un dios. Lo que éste padeció en otro tiempo —en un tiempo remotísimoellos lo imitaban en ritos simbólicos, con el fin de sacar del pasado aquel acontecimiento primordial y ponerlo en el plano de la actualidad ; sacarlo del "ayer" al "hoy" y al "aquí".

Según lo demuestra hoy contundentemente la historia de las religiones, todos los pueblos conocen un retorno periódico al tiempo mítico primitivo por medio de la celebración ritual de los acontecimientos primitivos. Bien se trate de una acción creadora o redentora de Dios, o bien de la renovación y conservación de la vida del cosmos y del pueblo, o bien de la comunidad de suerte con el dios que muere y resucita, es común a todas las acciones sagradas la reactualización cultual de un acontecimiento de tiempos primitivos. Para estos hombres el tiempo primitivo es tiempo sagrado y por lo mismo prototipo de todos los tiempos. "En aquel tiempo" vivían los dioses en la tierra ; "en aquel tiempo" todo estaba transido de eternidad, "lo celeste moraba en lo terreno, había todavía unidad sin divisiones". Ahora bien, es la acción cultual la que debe devolvernos el tiempo primitivo, preñado de bendiciones de Dios, y tiene que instalarlo "en el presente movedizo". Por esta razón se imita ritualmente lo que ocurrió "en aquel tiempo", para abolir ritualmente el tiempo profano, e introducirse en el tiempo primitivo repleto de eternidad. En el "hoy" del culto, no solamente "se anuncia" el acontecimiento primordial, "sino que es evocado" y hecho presente '°

Estos hombres que remedan en una representación dramática sacra los acontecimientos primitivos —sin saberlo— representan dramáticamente al Creador, quien en la cíclica rotación del año cósmico renueva los comienzos primaverales de la creación. Lo que le ven realizar en el cosmos, ellos io realizan en el drama mímico. Sus "acciones cultuales son imitaciones eficaces del acontecimiento cósmico". Su representación ritual es una réplica de aquella Liturgia que el eterno Creador instituyo' en su creación a la medida de otra Liturgia más elevada y como una promesa de aquélla. Por eso puede Dios valerse, a su debido tiempo, de los elementos auténticos, de sus propias imágenes y modelos que están ocultos bajo las desfiguraciones, para crear la verdadera Liturgia, nuestra Liturgia, cuyo Sumo Sacerdote es Cristo; en El encontró el universo su Cabeza y por El y para El fue creado. "Porque El es la `cabeza' por la cual, el cuerpo entero (es decir la edificación del universo, con la Iglesia como su cima y su núcleo más íntimo)... crece por crecimiento divino" (Col., 2, 19).


CULTO SAGRADO DE ISRAEL

Ya en Israel, el Dios vivo tomó en sus manos formas y ritos preexistentes, y los entregó transformados a su pueblo, cuando los asoció a su palabra salvadora. Su pueblo tenía que correr de boda en boda hasta que El no se le apareciera ya como "se le apareció en el Sinaí" hasta que "no fuera ya para El semejante a un rey que se desposara con una mujer y le prometiera sólo exiguos regalos" hasta que viniera a desposarse con él en nupcias eternas y a entregarle todo " . De este modo Israel se va preparando de fiesta en fiesta para el encuentro con su Dios, y sus Profetas le exhortan como lo hiciera en el Sinaí el primero de sus Profetas, Moisés : "Apréstate a comparecer ante tu Dios, Israel" (Am., 4, 12).

Aun sin ser especialista en Antiguo Testamento, Odo Casel aprovechó las oportunidades que se le presentaron para llamar la atención sobre este acontecimiento que sólo se puede comprender con la fe. Ya en la Antigua Alianza, decía él, hubo un "rito por el que se conservó a través de los siglos una acción sagrada de Dios", y fue Dios mismo el que lo instituyó; El mismo creó para su pueblo una Liturgia que evoca el pasado en Israel e introduce a todas las generaciones venideras, y a cada israelita en particular, en el acontecimiento primor-dial, en las nupcias primeras del Sinaí. Yavé dio a su pueblo los "sacramentos de la Antigua Alianza", la Ley y la circuncisión, le dio el culto del templo con las fiestas que recurren todos los años "'.

Pero la Ley, palabra sagrada de Yavé, posee, en la proclamación cultual, una eficacia sacramental, pues el que pronuncia la palabra de Yavé en la celebración cultual es también boca de Yavé. Dios pone en su boca la misma palabra que obra la salvación y funda la Alianza, la misma que puso en otro tiempo en labios de Moisés, mediador de la Alianza en el monte Sinaí. Por eso la palabra es "palabra enteramente cultual", realmente "palabra de Dios", que siempre crea lo que significa

Así pues, gracias a la proclamación cultual de las palabras de Dios, el pasado histórico se convierte en actualidad litúrgica. En cierta ocasión, a unos principiantes en la vida litúrgico-monástica Odo Casel llamó la atención sobre el "hoy" que recorre todo el libro del Deuteronomio sin que se pueda pasar por alto, hasta el punto de que este libro "respira entera-mente aquella apasionante actualización de los acontecimientos de la Historia de la Salvación que sólo se verifica en el culto" ". ¡Hoy habéis entrado ante la faz del Señor, vuestro Dios! ¡Hoy concierta la Alianza contigo tu Señor, tu Dios! ¡Hoy te doy la Ley! No fueron sólo tus padres a ver el monte ardiendo y a oír la voz de Dios. No, "desde el cielo te hago percibir su voz...,sobre la tierra te hago contemplar su fuego avasallae!or y desde el fuego oyes tú su palabra". "Son frases espléndidas", pensaba Odo Casel. Con ellas Dios mismo da testimonio en favor del realismo del "hoy" del culto ".

Ahora bien, este "hoy" está indicando que la historia sagrada de Israel, que se lee como perícopa en los días de fiesta, "no significaba sólo el recuerdo de una vida y de un acontecimiento que ya pasaron, antes una vida y un acontecimiento que se hacen presentes cada vez" ". En las celebraciones de culto se le anuncia al pueblo que trae su origen de la Historia de la Salvación y la palabra sagrada lo introduce en este su origen y en este mismo momento y en este mismo lugar entra el pueblo en Alianza con Dios. Vive el pasado como una realidad presente.

Odo Casel fue aún más adelante. Mostró cómo, gracias a la palabra cultual, en el Antiguo Testamento no solamente se con-vertía en "hoy" el pasado, sino también el futuro que aún estaba por venir, con lo cual la salvación futura escatológica empezaba a despuntar ya en la proclamación. Se apoyaba para ello en aquel pasaje de Isaías : "¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz..., diciendo a Sión: ¡Tu Dios es Rey! " (Is., 52, 7). "Este pasaje de Isaías", así lo interpretaba él, "manifiesta el sentido y la eficacia de la proclamación cultual del mensaje inspirado por Dios : el mensajero de la paz no anuncia para el futuro el tiempo de la salvación mesiánica en el nuevo Aión del Reino de Dios —también esto, claro está—, sino que con la palabra anunciada empieza ya el tiempo nuevo. La palabra que pone Dios en boca del mensajero realiza la salvación. La salvación se hace presente al anunciarse la palabra" y esta salvación consiste : ¡"Yavé es Rey", y tú eres su esposa real! Es verdad que todo ello sólo como un comienzo, como promesa preñada de salvación, pero de todos modos con toda verdad ".

Israel ya conoce, pues, el "sacramento de la Palabra". Por eso, encima del Arca de la Alianza, los dos querubines guardan "bajo sus alas las santas revelaciones de Dios, que han sido transcritas en la Ley, para que nadie toque estas palabras divinas con manos profanas" ".

A la palabra hay que agregar, como ya dijimos, la acción sagrada. Está, en primer lugar, la circuncisión. Era un rito antiguo que no estaba en uso solamente entre los israelitas, sino también en otros pueblos. "Dios hizo suya esta costumbre y adoptó la circuncisión como signo de su Alianza, que con ello adquirió carácter sacramental, es decir, que la realización de este rito ex-terno efectuaba la incorporación interior al pueblo escogido... Al que era circuncidado, se le consideraba como perteneciente a Dios y hombre puro", era miembro del pueblo de Dios, por-que también con él había establecido Dios la Alianza nupcial .

Pero "el recuerdo de la Alianza con Dios" era, sobre todo, la celebración anual de la Pascua. Los especialistas del Antiguo Testamento nos dicen que la celebración de la Pascua es una antigua fiesta de primavera que Dios adoptó para dársela a su pueblo como una fiesta nueva. "Desde la noche del Exodo", dice Martín Buber, de fiesta cósmica se convierte en "'fiesta histórica", en una fiesta de la Historia de la Salvación, en una fiesta "de la presencia del acontecimiento pasado que recurre cada año. Todas las generaciones que la celebran se unen a la generación primera y a todas las demás generaciones" °°. A este "Memorial de la salvación" Odo ,Casel le llama "Memorial concretísimo", Anamnesis, una commiemoratio, "es decir, la celebración y actualización ritual" °' de aquella acción de Dios que en otro tiempo hizo de Israel pueblo y esposa de Dios.

En el rito se imitaba con todo detalle lo que en otro tiempo acaeció históricamente. "Se representaba la emigración", se representaba mímicamente. Se contaba la historia de la liberación de Egipto, para que todas las generaciones se convencieran de que las generaciones que celebran la Pascua están presentes en la huida del país de la esclavitud. "En todas las épocas", de-cía el rabino Gamaliel, maestro de San Pablo, "cada cual debe pensar que ha sido él mismo el que salió de Egipto. Por eso nos incumbe a todos la obligación de agradecer, cantar, alabar, enaltecer, ensalzar, celebrar, bendecir, glorificar, reverenciar y honrar a Aquel que hizo todas estas maravillas en 'favor de nuestros padres y en favor nuestro. Nos sacó de la esclavitud a la libertad, de la aflicción a la alegría, del duelo a la fiesta, de las tinieblas a la luz y del cautiverio a la libertad" °".

Los israelitas representan de este modo la salida de Egipto, año tras año, en el mes de la primavera, en el mes de Nisán, y gracias a esta representación "se hace presente de nuevo la maravillosa salvación obrada por Dios ; se hace realidad plena. El pueblo se pone nuevamente de pie delante de Dios como lo es-tuvo al salir de Egipto" ; come otra vez el cordero ofrecido a Dios, lo come de prisa, como dispuesto a partir, lo come en presencia de Yavé, a saber : lo come con El, lo cual equivale a concertar una Alianza con El. Es una comunidad sacral de mesa, una santa koinonia, communio; la comida del cordero inmolado une a los comensales con Dios y entre sí.

En la celebración de la Pascua se hacía, por consiguiente, presencia y realidad ritual, de generación en generación, la Alianza con que Yavé se desposó con Israel. Fiesta tras fiesta, Israel celebraba los desposorios con su Dios a quien sabía presente. De este modo, los anhelos expectantes de los paganos por una unión nupcial con la divinidad se vieron colmados en las celebraciones cultuales de Israel, aunque se trataba sólo de un cumplimiento inicial, anticipado, de promesa. Porque en los "sacramentos de la Antigua Alianza", aun cuando fueran más espirituales y más elevados que todas las acciones cultuales de los paganos, el hombre no llegó a renacer de la vida de Dios. Es cierto que Yavé estaba muy cerca de su pueblo dialogando con él amorosamente, pero no se daba todavía a Sí mismo. El culto de Israel era sólo "preparación para recibir la salvación futura" 99, no era todavía la salvación, sino signo de las nupcias definitivas de Dios con la humanidad redimida. Israel celebraba, en efecto, su liberación de la esclavitud terrena, festejaba la conclusión de aquella Alianza con Dios por la cual quedó ligado a El como un pueblo de horizontes terrenos. El más allá resultaba todavía inasequible para el hombre pecador, porque "Cristo no había franqueado aún con su Sangre el acceso al Santuario". Ninguna celebración cultual podía proporcionar a Israel aquella comunión humano-divina que San Pablo llama "Misterio"; porque "Misterio en sentido pleno es el Dios que se manifestó en la carne y realizó la Redención". Por esta razón los "sacramentos" israelíticos no son todavía Misterios en sentido propio y pleno; sirven al Misterio cristiano que se esboza veladamente en ellos, pero también participan de él.

Pertenece al plan amoroso de Dios el que Israel recibiera primeramente la salvación bajo el velo de bienes terrenos y que pudiera ser el colega ele Dios en un primer tiempo en forma de teocracia popular. Es cierto que "en un primer tiempo" significa, a la vez, que el don terreno dice referencia a otro don futuro, imperecedero, y que es tipo y, por consiguiente, lleva en sí a modo de prenda de salvación venidera ultraterrena —la comunidad de amor, sobrenatural y óntica con Dios. Por consiguiente, como tipos que son, tanto las acciones cultuales como todos los acontecimientos, son sombras histórico-sotéricas del Misterio venidero y "Cristo obra en ellas anticipadamente con la eficacia de su gracia. Cuando se prescinde, pues, de compararlos con la plenitud del Nuevo Testamento y se descubre cómo la Nueva Alianza estaba prefigurada y actuaba ya de antemano, se puede afirmar : `Ya entonces había también Pneuma' ", vida san-ta de Dios. "Sobre este punto los Padres adoptan dos actitudes distintas. Según unos, en el Antiguo Testamento no hubo Pneuma, porque Jesús no había sido aún glorificado (Jo., 7, 39); pero otros pasajes muestran que, a pesar de todo, el Pneuma estaba ya presente. Estaba allí como la sombra que proyecta la luz...

"Este Pneuma profético se manifestaba también en los actos cultuales de la religión judía; con el mismo título que los llamados sacramentos de los judíos y los acontecimientos de la Historia de la Salvación del Antiguo Testamento, son también tipos y dicen referencia a la futura Redención en Cristo. Sin embargo, eran sólo imagen, y no signo sacramental en sentido neotestamentario, aun cuando —a causa del Pneuma profético que se revelaba en ellas— poseían una eficacia mayor que los Misterios paganos" 99.

Es que el Misterio único "tiene un aspecto pasado, temporal, pasajero —el aspecto típico del rito del Antiguo Testamento— y un aspecto nuevo, eterno, imperecedero—, a saber : el Sacrificio de Cristo que encuentra su culminación en la Resurrección. El primer aspecto saca su esencia propia del segundo, porque también éste, y por cierto con pleno derecho, se llama "Misterio". Los Santos Padres llaman también "Misterios" a los ritos del Antiguo Testamento porque son símbolos del Misterio cristiano.

En esto consiste la grandeza y el carácter divino del culto de Israel; esto es lo que le eleva muy por encima de todos los cultos mistéricos del paganismo : el ser tipo, sombra histórica, del Misterio de Cristo escondido en Dios, hacer que el pueblo de Dios del Antiguo Testamento contemple y guste ya del Misterio en la efe y en la promesa. Sin embargo, su limitación consiste también en ser sólo tipo, sólo sombra, sólo signo profético, pues la sombra indica "la proximidad del cuerpo, ya que no puede subsistir sin su cuerpo; pero no trae la presencia del cuerpo que bosqueja, como ocurre con una imagen .

Israel recorre el camino de Dios llevado de la mano de su Dios. Dios conduce ya a su esposa del Antiguo Testamento por el camino del sacrificio que recorrerá la futura Esposa; pero aquélla se ve precisada a recorrer este camino en medio de las estrecheces de la Ley y teniendo la Ley como preceptor, hasta que pueda proporcionar al Esposo su carne para que El se pueda preparar su propio cuerpo. El morirá por ella en este cuerpo, a fin de sacarla de las estrecheces de la Ley a los espacios anchurosos de su gracia y a la libertad de su amor, al pleno Misterio de Dios.

La vida cultual de Israel es una vida en el umbral del Santo de los Santos del primer tabernáculo, que es "una imagen de la vida y morada terrena", hasta que se rasgue el velo y "los Santos que habían dormido" puedan traspasar el umbral en compañía del Señor resucitado y llegar al tabernáculo del más allá, para estar eternamente en presencia de Dios, que los escogió porque los amaba. La comunidad de mesa de Israel con Dios es un esperar ante la puerta cerrada que comunica con la cámara nupcial, hasta que el Esposo la abra con el asta de la 'Cruz y todos los que le aguardaban puedan entrar como "Esposa del Cordero" a las "Nupcias del Cordero" cuya sangre se derramó "proféticamente" en la aurora de la Ley y cuya carne comieron ellos "figurativamente" —sólo por la fe en la Palabra de Dios. Ahora bien, el que vive en la Palabra de Dios es esposa de Dios.


EL MISTERIO NUEVO DE LA NUEVA ALIANZA

La Esposa del Señor vive también, en el Nuevo Testamento, del "sacramento de la Palabra" y del "Memorial de la Salvación". Día tras día, en las lecturas de su Liturgia, se siente vinculada al pueblo de Dios del Antiguo Testamento y bendecida por la boca .de Dios con las mismas palabras que aquél. Pues "la Palabra de Dios no es de ayer, sino de hoy. Lo que ocurrió, sigue ocurriendo" pero no ya en promesa inicial como antaño, sino en cumplida realidad como en la Cruz.

Lo mismo hay que decir también del "Memorial de la Salvación". Quedó consagrado y transformado en memorial de nuevo cuño por la Sangre del Señor. Ya que entre ambos —entre el memorial litúrgico del Antiguo Testamento y el del Nuevo—media la Muerte del Dios que apareció corporalmente en la tierra.

En ningún otro lugar aparece más palpablemente la transformación y la novedad de nuestro memorial como en la Ultima Cena. " Haced esto en memoria mía ! " Así habló el Señor a sus Apóstoles en la noche que precedió a su Pasión y al darles este mandato enlaza con la celebración de la Pascua que les era conocida; lo hace de un modo muy concreto, celebrando esta Pascua por última vez con sus Apóstoles y realizando ante ellos un nuevo memorial. "En la misma mesa", dice San Juan Crisóstomo, "esboza la Pascua típica y añade la Pascua real" '°° Ahora bien, la Pascua real era su Sacrificio en la cruz.

En la Liturgia sagrada, que El mismo crea cuando sobre el pan y el vino pronuncia estas palabras : "Esto es mi cuerpo. Esto es mi sangre", el Señor anticipa ya en aquella hora su Muerte; sacerdote y cordero a la vez, se ofrece místicamente "con sus propias manos" '°5 y dice : "¡Haced esto en memoria mía ! " "¿Ves tú, dice nuevamente San Juan Crisóstomo, cómo deroga y arrincona los ritos judíos? El sentido es: Así como vosotros celebrasteis aquella Pascua en recuerdo de las maravillas de Egipto, esto lo haréis en memoria mía. Allí se derramó la sangre para la salvación de los primogénitos" '°°. ¡Aquí se derrama mi Sangre, como Sangre de la Alianza para perdón de los pecados ! ¡ Bebedlo ! "Sorbed con vuestra lengua corporal mi Sangre aún caliente" y quedaréis purificados de vuestra culpa, santos en cuerpo y alma, seréis consanguíneos míos. ¡De hoy en adelante celebrad un memorial nuevo! ¡Celebrad la inmolación del nuevo Cordero pascual con el mismo rito con que yo lo he celebrado! ¡Celebrad el memorial del derramamiento de mi Sangre! ¡Celebrad el memorial de mi Muerte !

Hasta ahora y en adelante, un memorial que de generación en generación transmite una acción divina haciéndola presente bajo símbolos. Hasta ahora y en adelante, un memorial de la salvación por medio de ritos y proclamando la narración de la institución. Hasta ahora y en adelante, un memorial sagrado que realiza nuevamente, cada vez, una Alianza de sangre entre Dios y los hombres, convirtiendo el pasado histórico en actualidad litúrgica. Sin embargo, desde aquel instante del cenáculo, el con-tenido del memorial es distinto. Las imágenes y las sombras han pasado ; la realidad está presente. De hoy en adelante, la Alianza que se celebra no es aquella Alianza antigua en la sangre de los animales sacrificados. De hoy en adelante, es la Alianza en la Sangre del sacrificio del Dios humanado para remisión de los pecados. De hoy en adelante, es la Alianza con que el Es-poso divino redime a la Esposa y la toma en nupcias para que su sangre circule por sus venas. De ahora en adelante, es el memorial de aquel intercambio humano-divino que tuvo lugar en la Cruz y que unió en matrimonio a Cristo y a la Ekklesía. De ahora en adelante, es el memorial de la Muerte del Hijo de Dios hecho hombre. Digámoslo sin rodeos, con la palabra que lo en-cierra todo : ¡De ahora en adelante, es el memorial del Misterio de Cristo!

Ya en la antigüedad cristiana, el memorial litúrgico de la Nueva Alianza recibe el nombre de "Memorial del Misterio", "Sacramento del Misterio" o sencillamente "Misterio", por el Misterio de Cristo, cuya celebración sacramental es. La obra redentora, que se revela en Cristo, aunque continúa siendo incomprensible, da su nombre "a la celebración litúrgica. Esta celebración es manifestación, realización y aplicación del Misterio de Cristo que tiene lugar todos los días en la Iglesia, es decir, en la asamblea de los fieles. No es de extrañar, pues, que la ex-presión Misterio..., aun en épocas en que ya no se empleaba tanto para designar el hecho mismo de la Redención, quedara adherida al rito cultual y en particular a la Eucaristía, que aún hoy se sigue llamando el Misterio"

Cuando en aquella augusta noche antes de su Pasión, el Se-ñor tomó pan y vino en sus manos humano-divinas y pronunció sobre ellos, como una oración consacratoria, las palabras : "Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre ! ", ocurrió algo inefable, algo que a los Querubines y Serafines obliga a cubrirse su ifaz temblando. En cierta ocasión el Venerable Beda intentó expresar con palabras lo que no es posible expresar : "El que se ofreció al Padre por nosotros como ofrenda y suave aroma, el Sacerdote eterno según el orden de Melquisedec vertió el Misterio de su Pasión en las criaturas del pan y del vino después de haber inmolado el cordero"

En aquella ocasión, por vez primera, sobre un altar de esta tierra, corrió Sangre que borra los pecados, Sangre de Dios sin mancilla, y desde entonces corre sin cesar, corre todos los días y a todas horas, y corre en todos los altares sobre los que la Ekklesía, por boca del sacerdote, pronuncia sobre el pan y el vino las mismas palabras consecratorias de su Señor. De este modo cada uno de nosotros puede unirse al Señor en la Sangre de su Sacrificio. Si alguno quiere preguntar todavía : ¿Cómo es posible esto? ¿Cómo puede correr todavía hoy la Sangre de Cristo derramada en la cruz una vez por todas?, Beda le ha dado ya la respuesta : porque Cristo, en su amor y misericordia, instituyó el Misterio de su muerte en las criaturas del pan y del vino, la Ekklesía, ella misma Misterio tremendo de Dios en éste mundo, puede llevar a través de los tiempos el Misterio aún más tremendo de la Pasión del Señor, hasta que la realidad de las Nupcias de la cruz se haya desarrollado en toda su plenitud divina.

Por eso, el Misterio de Cristo, o como prefería llamarlo ,Odo Casel, el Misterio primordial, hay que distinguirlo claramente del Misterio cultual, pero sin separar el uno del otro. "El Misterio de Cristo, según las epístolas paulinas, es el Hecho mismo de Cristo, es decir, la revelación de Dios en su Hijo, la revelación que culmina en la muerte-sacrificio y en la glorificación del Señor. Respecto de él, el Misterio cultual es la representación y la reactualización ritual del Misterio de Cristo, que nos permite entrar en el Misterio de Cristo. El Misterio del culto es, pues, un medio para que el cristiano viva el Misterio de Cristo" 1" El Misterio del culto cesará con la Parusía del Se-ñor; en cambio, el Misterio de Cristo permanece eternamente; es, por toda la eternidad, "las Nupcias del Cordero".


NUESTRA VIDA, UN MISTERIO

La Ekklesía celebra el memorial sacramental de la Muerte redentora de su Señor "hasta que El venga", a fin de que nos-otros, con ella, podamos correr de boda en boda y gustar día tras día el Misterio. "Que el haber gustado de tu Misterio nos restaure", pedimos con la Santa Iglesia en la Postcommunio del Viernes de Témporas de Adviento y el primer domingo de Cuaresma. "Que nos purifique de toda podredumbre y nos haga entrar en la comunión del Misterio de Salvación"

Cuando gustamos del Misterio —se trata aquí de la comida sacramental, pues la oración es una Postcommunio—, recobramos la juventud paradisíaca, pero a condición de gustar la muerte que va vinculada a esta comida. El pan está todavía caliente del horno en que acaba de cocerse en la celebración eucarística ; y por eso podemos gustar en verdad la Muerte de Cristo, podemos saborearla realmente, cuando comemos en el pan el Cuerpo inmolado del Señor. Pero la muerte pide muerte y la sangre pide sangre. El que "gusta" en Misterio la Muerte de Cristo, el que ha comido el Cuerpo del Señor inmolado, entra también en la "comunión del Misterio de salvación", en la participación de la Pasión y Muerte del Señor en la vida cotidiana. Toda su vida se transforma en vida nupcial, en una "vida a dos", en un orar y amar, en un sufrir y ofrecer, en un trabajar y descansar, en un sucumbir y triunfar, en un dormir y despertarse con el Señor, en una verdadera comunión humano-divina, en un comercio humano-divino continuo, en un verdadero Misterio hasta el último sueño que permite pasar con Cristo al Misterio manifiesto del Agape eterno.


LENGUAJE SACRO

Queremos también dar respuesta a una pregunta que se formula con frecuencia: ¿Cómo se puede traducir la palabra "Misterio"?

Odo Casel la dejaba sin traducir; tampoco nosotros nos atrevemos a traducirla al castellano, pues tememos que vaya a perder algo de la plenitud de su contenido. Max Picard dice : "En las lenguas antiguas había como un estremecimiento anticipa-do y un presentimiento de que Cristo vendría. Estas lenguas antiguas vibraron anticipadamente más de lo que vibran las lenguas modernas después de acaecido. Las lenguas modernas se exceden unas a otras para olvidar la aparición de Cristo en la Palabra". Sea lo que fuere, en definitiva, poco importa que traduzcamos la palabra o no; lo único que importa es que, por lo que oímos, nos sintamos en comunión con los antiguos, con los Apóstoles que contemplaron con sus propios ojos el Misterio y lo palparon con sus manos, y con los Padres que (fueron los primeros en recibir de ellos el anuncio. Quizá en las lenguas hay también una "tradición sagrada", como cree Josef Pieper'". En unión con la Esposa del Señor, la Santa Ekklesía, y al igual que esta Esposa, ¿no íbamos a amar esta palabra que nos des-cubre la medida sin medida del Agape divino, de aquel amor que busca en nosotros su objeto y nos encuentra vertiéndose en las profundidades más hondas de nuestra culpa y llenándolas con la Sangre del Hijo?


PERSPECTIVA

Desde el día que Odo Casel pronunció sus primeras palabras sobre el Misterio de Cristo-Ekklesía, la fe en esta realidad se ha abierto camino nuevamente y ha cobrado fuerza y vida en muchos corazones. Desde entonces se ha escrito mucho sobre este tema, sobre todo desde que el papa Pío XII, con su encíclica Mystici Corporis, llamó la atención de sacerdotes y fieles sobre la realidad de la Iglesia como Cuerpo de Cristo. Se ha visto patentemente con ocasión del Congreso Eucarístico Internacional de Munich, el año de gracia de 1960. Desde entonces sabemos de nuevo que todos nosotros, los que comemos del mismo Cuerpo eucarístico del Señor formamos el único Cuerpo pneumático de Cristo que es la Ekklesía. No obstante, con-fiamos poder presentar al lector como una novedad "la vieja verdad". Pues "el Misterio es siempre nuevo, porque es de Dios. El (hombre jamás podrá agotarlo. Es tan profundo como el mismo Dios de donde proviene. Está por encima del hombre y lo envuelve".


UNAS PALABRAS SOBRE LA DISPOSICION DEL LIBRO

No creemos necesario decir nada más sobre el particular. Lo hará el mismo Odo Casel. Nuestra recopilación presenta, junto a artículos completos, una serie de sentencias y meditaciones gráficas sueltas. Tenía que resultar así por fuerza. No contábamos con pláticas enteras sobre nuestro tema. Y, sin embargo, el Misterio de Cristo-Ekklesía constituía el gran centro en torno al cual giraban todas las conferencias y pláticas de Odo Casel 117. Ante la gran abundancia nos hemos atrevido a ofrecer al lector una selección. Hemos agrupado bajo cada uno de los títulos una serie de sentencias y meditaciones118. Debemos señalar también que, para mayor claridad, hemos querido distinguir, por una parte, las notas en que se indican los escritos de Odo Casel de donde están tomados los textos y, por otra, las notas de cualquier otro tipo 119

THEOPHORA SCHNEIDER

Benedictina de la Abadía de la Santa Cruz de Herstelle.

117 Entre los años 1941-1946, O. Casel habló expresamente sobre la Ekklesía como Cuerpo pneumático de Cristo, en parte con ocasión de la obra de E. Mersch, Le corps mystique du Christ. Etudes de Théologie historique, 2 vols., París, 1936.—Esta colección la hemos recopilado a base de artículos ya publicados y de pláticas y conferencias que Odo Casel pronunció en la Abadía de la Santa Cruz de Herstelle, entre los años 1925 y 1948. Algunos de los artículos ya publicados los presentarnos aquí en forma abreviada, suprimiendo partes que sólo interesan a los especialistas; lo hemos indicado cada vez, para que sirva de orientación. Las pláticas y las conferencias, las más de las veces, son transcripciones de apuntes taquigráficos, que en parte hemos podido confrontar con sus apuntes manuscritos.

118 Los títulos de cada una de las partes y de cada uno de los artículos los hemos tomado casi siempre al pie de la letra de los textos correspondientes.

119 Los números que se refieren a la procedencia de cada uno de los textos van entre paréntesis cuadrados, después de cada texto, en la misma línea. Las referencias se encuentran en el Apéndice.—,En las notas, la indicación "texto manuscrito" quiere decir que el texto cristiano antiguo se ha copiado de una traducción de Casel encontrada entre sus manuscritos.