PONTIFICIO
CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS AGENTES SANITARIOS
LA
PASTORAL SANITARIA Y EL SACERDOCIO DE JUAN PABLO II*
La
"Pastoral Sanitaria" en el Pontificado de Juan Pablo II es uno de los
componentes característicos de su Magisterio de Pastor.
La
institución de la "Jornada Mundial del Enfermo"[1]
y la Exhortación Apostólica post-sinodal "Pastores dabo vobis"[2]
nos revelan que la Pastoral Sanitaria es una constante de su Sacerdocio.
A
la vista de todos está que Juan Pablo II, desde el primer instante de su
Pontificado, se ha presentado al mundo como el Supremo Pastor de la Iglesia que,
adhiriéndose fielmente al Concilio Vaticano II, ha iniciado - y está llevando
adelante - "una sabia conjunción de motivos cristológico, mariológico y
antropológico... Esta antropología "adecuada" centrada en Cristo, es
verdaderamente una constante del actual Magisterio pontificio: valorización del
hombre; ilustración de su dignidad psico-física como ser único, original y
individualmente irrepetible, puesto por Dios en el vértice de la creación;
defensa constante de esta dignidad en las más diversas ocasiones y en los
lugares más calificados"[3].
Es igualmente evidente la particular dedicación a la defensa del Hombre - visto
y creído "el primer y fundamental camino de la Iglesia"[4]
- en el momento de su máxima pobreza y fragilidad, cuando está privado del
bien de la salud. ¿Y quién es el primero y el que más ha de ser implicado,
sino el Sacerdote, en este proyecto suyo de evangelización que requieren los
tiempos? En el ejercicio de su servicio de Pastor Supremo, da y deja constantes
señales en tiempos y lugares diversos[5],
con la espontaneidad de quien vive a diario cuanto fraternalmente dona a quien
con El es responsable de la vida espiritual de los hombres.
Un
Credo profundo que le ha llevado a escribir el primer documento sobre el
sufrimiento, la Carta Apostólica Salvifici Doloris[6],
porque cree que "El sufrimiento parece pertenecer a la trascendencia del
hombre: es uno de aquellos puntos en los que el hombre es destinado, en cierto
sentido, a superarse a si mismo y es llamado a ello de un modo misterioso"
(SD, 2), momento histórico que hace "que el hombre se convierta de modo
especial en el camino de la Iglesia, cuando en su vida entra el sufrimiento...
sufrimiento (que) parece ser y es casi inseparable de la existencia terrena del
hombre"(ib).
Y
al año siguiente instituye el Pontificio Consejo de la Pastoral para los
Agentes Sanitarios, con la Carta Apostólica Motu proprio Dolentium Hominum[7]
con las atribuciones de "estimular y promover la operación de formación,
de estudio y de acción llevada a cabo por las diversas Organizaciones
Internacionales Católicas en el campo sanitario, además de los otros grupos,
asociaciones y fuerzas que, en diversos niveles y de diferentes modos, trabajan
en tal sector; -coordinar las actividades desenvueltas por los diversos
Dicasterios de la Curia Romana en relación con el mundo sanitario y sus
problemas; - difundir, extender y defender las enseñanzas de la Iglesia en
materia de sanidad, y favorecer su penetración en la práctica sanitaria; -
mantener contactos con las Iglesias locales y, en particular, con las Comisiones
Episcopales para el mundo de la sanidad; - seguir con atención y estudiar
orientaciones programáticas y iniciativas concretas de política sanitaria, a
nivel tanto internacional como nacional, a fin de percibir su importancia y las
implicaciones para la pastoral de la Iglesia " (DH n. 6).
El
Papa está convencido[8]
de que cuantos se dedican al mundo de la salud - los Agentes Sanitarios - entran
en la realidad más íntima del hombre, en su existencia, en la
"encarnación del Hombre", el Hombre como ser espiritual, en su
"quid" que lo hace ser tal, unido a la materia "carne" que
lo realiza de modo irrepetible en la historia[9].
Es una categoría especial que establece, normalmente, el contacto con la parte
espiritual del hombre[10].
Quien
está junto al Hombre en el momento de la suprema prueba del sufrimiento en la
carne, puede condicionar su vivir espiritual. En el momento más verdadero y
auténtico del confrontarse del Hombre consigo mismo es muy importante la
presencia de Agentes Sanitarios formados, "que sean guiados por una visión
integralmente humana de la enfermedad y sepan realizar, en consecuencia, un
acercamiento cumplidamente humano al enfermo que sufre. Para el cristiano, la
redención de Cristo y su gracia salvífica alcanzan a todo el hombre en su
condición humana y por lo tanto también en la enfermedad, el sufrimiento y la
muerte" (DH, 2).
Si
para los laicos dedicados al cuidado y a la defensa de la vida, el Santo Padre
tiene tan alta consideración[11] y cuya presencia junto a
los pastores de almas dedicados a esta pastoral la considera no sólo útil,
sino necesaria y de gran importancia[12],
para los sacerdotes - y particularmente para los jóvenes llamados al Sacerdocio
- propone como "modelo" a Maria, la Sierva del Señor, a la que
"el Espíritu Santo había inspirado una disposición de servicio, la que
se expresa en las palabras que pronunciamos en el Ángelus: "He aquí la
esclava del Señor" (Lc 1, 38) "[13].
Una
disposición de ánimo que debe darse en todo Sacerdote, y no sólo en los que
se dedican al propio ministerio pastoral entre los enfermos, sino en todos,
porque "Este servicio al Señor se ha prolongado inmediatamente en el
servicio al prójimo, como lo demuestra el viaje emprendido para estar cerca de
Isabel "[14].
Desde
el primer instante de la concepción del Hijo de Dios hasta el último momento,
cuando asiste al divino doliente y recoge su último suspiro al pie de la Cruz,
María es exaltada por Juan Pablo II como modelo peculiar de este ineludible
servicio pastoral junto al sufrimiento del Hombre. Y no sólo esto. Sino que es
precisamente en ese instante en que se consuma el vértice del amor-sufrimiento
del Hombre-Dios, cuando "Habiendo sido proclamada por Jesús madre de un
sacerdote - (Juan) - y siendo, sobre todo, madre de Jesús sumo Sacerdote,
María se convierte de modo especialísimo en Madre de los Sacerdotes (...)
"Tomar a Maria consigo": he aquí el deber y el privilegio de todo
sacerdote "[15].
Es
evidente que en el camino cotidiano del Sacerdocio de Juan Pablo II, la Virgen
María marca su formación permanente a la pastoral del sufrimiento y muestra su
subida, que es en continua elevación.
Viene
de lejos
Uno
se pregunta espontáneamente dónde nace esta peculiar sensibilidad pastoral por
el Hombre que sufre.
Sorprendió
a todos su ida al Policlínico Gemelli, de Roma, para visitar al entonces
Arzobispo María Deskur, hoy Cardenal, pocas horas después de su elección. Era
la tarde del 18 de octubre de 1978. No se conocía este ánimo suyo de Pastor
consagrado totalmente al servicio del Hombre y especialmente del Hombre que
sufre.
Nos
dimos cuenta en seguida de que cada acto y cada gesto que hacía para con un
enfermo, pequeño o grande que sea, procede de una gran fe en que "en el
misterio de la Iglesia como cuerpo suyo, Cristo ha abierto en cierto sentido el
propio sufrimiento redentor a todo sufrimiento del hombre. En cuanto que el
hombre se hace partícipe de los sufrimientos de Cristo - en cualquier lugar del
mundo, en cualquier tiempo de la historia - en tanto el hombre completa a su
modo aquel sufrimiento, mediante el cual Cristo ha realizado la redención del
mundo " (SD, 24).
Por
esta fe, el Pontífice, aquel día, recordando cuanto había dicho a los
Cardenales por la mañana, dijo querer "apoyar mi ministerio papal sobre
todo en cuantos sufren, y que al sufrimiento, a la pasión, a los dolores, unen
la oración... queridísimos hermanos y hermanas, quisiera confiarme a vuestras
oraciones... (porque vosotros sois) muy poderosos, así como es poderoso
Jesucristo Crucificado"[16].
Durante
estos años se ha abierto camino la convicción de que esa elección venía de
lejos. La confirmación nos la ha dado el mismo Pontífice el pasado año (1991)
durante la visita a un Hospital en su país: "desde el comienzo de mi
servicio pastoral me he ligado al ambiente médico y a todo el ambiente del
servicio a la sanidad. Entre los presentes veo a las personas que conocí al
principio de mi trabajo pastoral"[17].
Una
vocación en la vocación. Y creemos que las raíces ahondan en los primeros
años de su vida, por "los lutos que han marcado su infancia y su
adolescencia"[18].
Del pequeño Karol Woityla es el mismo Papa quien ha confiado: "Aún no
tenía la edad de la primera comunión cuando he perdido a mi madre, que así no
ha tenido la alegría de ver aquel día esperado por ella como un gran
día" (ib). Frossard comenta que "ha visto a su madre sólo
enferma".
La
experiencia del sufrimiento vivida tan precozmente dentro de su esfera
existencial, ha incidido profundamente en su ánimo. Recuerda aún hoy: "Mi
hermano Edmundo murió de una epidemia virulenta de escarlatina en el hospital
donde estaba iniciando su profesión de médico. Hoy, los antibióticos lo
habrían salvado. Yo tenía doce años. La muerte de mi madre se me ha grabado
profundamente en la memoria y tal vez aún más la de mi hermano, por las
dramáticas circunstancias en que ocurrió y porque yo era más maduro. Así, me
he convertido relativamente pronto en huérfano e hijo único" (ib).
No
queremos hablar de condicionamientos. Pero sí, ciertamente, de orientaciones
bien decididas si contemplamos el desarrollo que ha seguido su vida.
El
nivel de vida espiritual respirado en su casa en esos dramáticos momentos -
incluída la muerte del padre cuando "yo no tenía veintiún años"[19]
- ha hecho que "Una muerte serena plenamente humana y consciente no provoca
miedo, sino que hace la vida de quienes son testigos de esa muerte más seria y
les incita a reflexiones más profundas"[20].
Es
opinión común que el desarrollo de la personalidad sucede durante la infancia
y la juventud. Ya San Agustín escribía que la razón y la inteligencia están
como adormecidas en el niño, y que creciendo en edad se despertarán y
desarrollarán[21].
Entonces
podemos hipotizar verosímilmente que en el ánimo del adolescente y, después,
del joven Karol, se ha abierto camino y ha crecido con los años la decisión de
consagrarse a ser pastor de este sufrimiento. El sublime ejemplo de cómo sus
seres queridos, con la asistencia espiritual de dignos Pastores de almas, los
habían llevado a sublimar el dolor, ha grabado y orientado la opción del
Sacerdocio fundado en la pastoral sanitaria.
Si
se quiere determinar una fecha histórica, se la puede indicar en el momento de
su presencia en la Universidad de Cracovia donde, nuevo sacerdote, es asistente
de los jóvenes universitarios de la Facultad de Medicina[22].
Un
lazo intenso y duradero en el tiempo, como da fe un testimonio suyo directo:
"Hablo de este lazo con particular emoción y conmoción, porque en esa
Universidad he crecido como estudiante (verdaderamente permanecí poco tiempo),
como sacerdote y profesor, como Obispo y, en fin, como Metropolita de Cracovia.
Inicialmente he desarrollado tales lazos; después los he reforzado y defendido
con vigor, cuando desde fuera se intentaba romperlos"[23].
Todavía
hoy vive y está en plena actividad una de las iniciativas que el entonces
Arzobispo de Cracovia promovió, organizó y defendió en pro de los Agentes
Sanitarios. Los encuentros espirituales en el Santuario Mariano de Czestochowa
dedicados a los Profesionales de la salud, en los que nuestro Dicasterio ha
intervenido diversas veces, y hemos quedado impresionados por la numerosa y
devota participación de miles de personas, aun cuando no se contaba con la
libertad[24].
En
su infatigable servicio de Supremo Pastor de la Iglesia, Juan Pablo II ha
escrito ya - y sigue escribiéndola a diario - una teología del sufrimiento,
orgánica y sistemática[25].
Fundada en la Cruz de Cristo, está toda como encerrada en el misterio pascual
(vid. SD,
21).
Consciente
de que la parábola evangélica del Buen Samaritano "se ha convertido en
uno de los componentes esenciales de la cultura moral y de la civilidad
universalmente humana" (SD,
29) y, cierto de que "Cristo al mismo tiempo ha enseñado al hombre a hacer
bien con el sufrimiento y a hacer el bien a quien sufre. En este doble aspecto
ha desvelado hasta el fondo el sentido del sufrimiento" (SD,
30). Palabra de Dios que el Papa, Buen Pastor, transforma en su Sacerdocio.
Quien
va a la búsqueda de un modelo para aplicar las indicaciones que nos llegan de
estos dos últimos Documentos de Juan Pablo II, lo encuentra vivo y envolvente
en su Sacerdocio de Supremo Pastor de la Iglesia.
P.
FELICE RUFFINI, M.I.
Subsecretario del Pontificio Consejo de
la Pastoral para los Agentes Sanitarios
*
"Dolentium Hominum - Iglesia y Salud en el Mundo",
revista del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios, n. 20
- 1992 (n. 2), pp. 73ss
[1]"Carta del Santo Padre JUAN PABLO II al Cardenal FIORENZO ANGELINI, Presidente del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Agentes Sanitarios -13 de mayo de 1992" en L'Osservatore Romano del 14 de mayo de 1992, pp. 1 y 5.
[2] "Dado en Roma el 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor, del año 1992, décimocuarto de mi Pontificado. Juan Pablo P.P. II ".
[3] Poupard Card. Paúl, "Il senso di un Pontificato" en L'Osservatore Romano del 2.I.1992, p. 4
[4] JUAN PABLO II, Encíclica Redemptor Hominis, n. 14.
[5] JUAN PABLO II, Cari Sacerdoti Ediz. Paoline 1990: Rio de Janeiro, 2.VII.1980, p. 236 - Orvieto 22.XI.1981, p. 241 - Manchester, 31.V.1982, p.l59-Jueves Santo de 1983, p.57 -Togo, 9.VIII.1985, p. 271 -Augsburg, 4.V.1987, pp. 313314-J.P. Il, Enciclica Redemptoris Missio, 7.X11.1990, n. 78.
[6] "Dado en Roma, en San Pedro en la memoria litúrgica de la Santisima Virgen de Lourdes, el 11 de febrero del ano 1984, sexto de Pontificado" (SD).
[7] "Dado en Roma, en San Pedro, el 11 de febrero del año 1985, séptimo de Pontificado" (DH).
[8] Las reflexiones que siguen fueron hechas en la Audiencia concedida al Emo. Cardenal Presidente, al Secretario y al Subsecretario de este Dicasterio el 30 de enero de 1988.
[9] Dolentium Hominum, n. 2: "Enfermedad y sufrimiento son fenómenos que, si se les escruta a fondo, proponen siempre interrogantes que van más allá de la misma medicina, para tocar la esencia de la condición humana en este mundo " (cf G.S. 10).
[10] ibidem: "De hecho, la enfermedad y el sufrimiento, no son experiencias que se refieren sólo al substrato fisico del hombre, sino al hombre en su integridad y en su unidad somáticoespiritual. Por lo demás, es sabido cómo a veces la enfermedad que se manifiesta en el cuerpo tiene su origen y su verdadera causa en el secreto de la psique humana ".
[11] vid. J.P. II, Exhortación Apostólica post-sinodal Christifideles Laici, 30.X11.1988, n. 38.
[12]
cf Dolentium Hominum, n. 2.
[13] Castel Gandolfo 5.VIII.1920, palabras al Ange/us, en L'Osservatore Romano, 6-7.VIII.1990, pp. 1, 5.
[14] ibidem.
[15] Palabras al Ange/us, Il.II.1990, L'OsservatoreRomano, 12-13.II.1990, p. 1.
[16] "Juan Pablo II entre los enfermos del Policlinico A. Gemelli", en L'Osservatore Romano, 19.X.1978, pp. 1-2.
[17] Discurso pronunciado en el hospital pediátrico de Prokocim, Cracovia, martes 13.VIII.1991, en L'Osservatore Romano del 14.VIII.1991, p. 5.
[18] FROSSARD A., Non abbiate paura!, Rusconi, IV edici6n julio 1983, p. 12.
[19] ibidem, p. 13.
[20] POLTAWSKA W., "El papel de la familia en el desarrollo de la personalidad", en Dolentium Hominum, revista..., n. 16 (1-1991), p. 86-vid. también ibidem Ederman G.M. "Mente y cerebro: centro vital de la existencia humana", pp. 22-24. -Grant J.P., "Los ninos y la existencia", pp. 211-214.
[21] cf S. Agustin, La ciudad de Dios, 22, 24.
[22] Testimonio directo de la Profesora Wanda Poltawska recogido por el autor (23.XI.I991).
[23] Discurso pronunciado el 15.VIII.1991 en Czestochowa durante la ceremonia de la bendición del nuevo Seminario. En el texto el Papa hace explicita referencia a la "Universidad Jaguelónica con su Facultad Teológica". En L'Osservatore Romano del 16.VIII.1991, p. 10.
[24] vid. Dolentium Hominum, revista..., n. 2 (2-1986) p. 70, n. 5 (2-1987) p. 79, n. 8 (2-1988)p. 75.
[25] cf Angelini Card. Fiorenzo, Quel soffio sulla creta, "La teologia della sofferenza nel pensiero di Giovanni Paolo II", Pontificio Consejo de la Pastoral para los Agentes Sanitarios, Roma 1990, pp.