Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia
SIGLAS Y ABREVIATURAS
MENSAJE DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II
DECRETO
DE LA
CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS
Naturaleza y estructura (4)
Los destinatarios (5)
La terminología (6-10)
Algunos principios (11-13)
El lenguaje de la piedad popular (14-20)
Responsabilidad y competencia (21)
PARTE
PRIMERA: LÍNEAS EMERGENTES DE LA HISTORIA,
DEL MAGISTERIO, DE LA
TEOLOGÍA (22-92)
CAPÍTULO I. LITURGIA Y PIEDAD POPULAR A LA LUZ DE LA HISTORIA (22-59)
Liturgia y piedad popular en el curso de los siglos (22-46)
La Antigüedad cristiana (23-27)
La Edad Media (28-33)
La Época Moderna (34-43)
La Época Contemporánea (44-46)
Liturgia y piedad popular: problemática actual (47-59)
Indicaciones de la historia: causas del desequilibrio (48-49)
A la luz de la Constitución sobre Liturgia (50-58)
La importancia de la formación (59)
CAPÍTULO II. LITURGIA Y PIEDAD POPULAR EN EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA (60-75)
Los valores de la piedad popular (61-64)
Algunos peligros que pueden desviar la piedad popular (65-66)
El sujeto de la piedad popular (67-69)
Los ejercicios de piedad (70-72)
Liturgia y ejercicios de piedad (73-74)
Criterios generales para la renovación de los ejercicios de piedad (75)
CAPÍTULO
III. PRINCIPIOS TEOLÓGICOS PARA LA VALORACIÓN Y RENOVACIÓN
DE LA
PIEDAD POPULAR (76-92)
La vida cultual: comunión con el Padre, por Cristo, en el Espíritu (76-80)
La Iglesia, comunidad cultual (81-84)
Sacerdocio común y piedad popular (85-86)
Palabra de Dios y piedad popular (87-89)
Piedad popular y revelaciones privadas (90)
Enculturación y piedad popular (91-92)
PARTE
SEGUNDA: ORIENTACIONES PARA ARMONIZAR
LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA
(93-287)
CAPÍTULO IV. AÑO LITÚRGICO Y PIEDAD POPULAR (94-182)
El domingo (95)
En el tiempo de Adviento (96-105)
La Corona de Adviento (98)
Las Procesiones de Adviento (99)
Las "Témporas de invierno" (100)
La Virgen María en el Adviento (101-102)
La Novena de Navidad (103)
El "Nacimiento" (104)
La piedad popular y el espíritu del Adviento (105)
En el tiempo de Navidad (106-123)
La Noche de Navidad (109-111)
La fiesta de la Sagrada Familia (112)
La fiesta de los Santos Inocentes (113)
El 31 de Diciembre (114)
La solemnidad de santa María Madre de Dios (115-117)
La solemnidad de la Epifanía del Señor (118)
La fiesta del Bautismo del Señor (119)
La fiesta de la Presentación del Señor (120-123)
En el tiempo de Cuaresma (124-137)
La veneración de Cristo Crucificado (127-129)
La lectura de la Pasión del Señor (130)
El "Vía Crucis" (131-135)
El "Vía Matris" (136-137)
La Semana Santa (138-139)
Domingo de Ramos: Las palmas y los ramos de olivo o de otros árboles (139)
Triduo pascual (140-151)
Jueves Santo: La visita al lugar de la reserva (141)
Viernes Santo: La procesión del Viernes Santo (142-143)
Representación de la Pasión de Cristo (144)
El recuerdo de la Virgen de los Dolores (145)
Sábado Santo: (146-147)
La "Hora de la Madre" (147)
Domingo de Pascua: (148-151)
El encuentro del Resucitado con la Madre (149)
La bendición de la mesa familiar (150)
El saludo pascual a la Madre del Resucitado (151)
En el Tiempo Pascual (152-156)
La bendición anual de las familias en sus casas (152)
El "Vía Lucis" (153)
La devoción a la divina misericordia (154)
La novena de Pentecostés (155)
Pentecostés: El domingo de Pentecostés (156)
En el Tiempo ordinario (157-182)
La solemnidad de la santísima Trinidad (157-159)
La solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor (160-163)
La adoración eucarística (164-165)
El sagrado Corazón de Jesús (166-173)
El Corazón inmaculado de María (174)
La preciosísima Sangre de Cristo (175-179)
La Asunción de Santa María Virgen (180-181)
Semana de oración por la unidad de los cristianos (182)
CAPÍTULO V. LA VENERACIÓN A LA SANTA MADRE DEL SEÑOR (183-207)
Algunos principios (183-186)
Los tiempos de los ejercicios de piedad marianos (187-191)
La celebración de la fiesta (187)
El sábado (188)
Triduos, septenarios, novenas marianas (189)
Los "meses de María" (190-191)
Algunos ejercicios de piedad, recomendados por el Magisterio (192-207)
Escucha orante de la Palabra de Dios (193-194)
El "Ángelus Domini" (195)
El "Regina caeli" (196)
El Rosario (197-202)
Las Letanías de la Virgen (203)
La consagración – entrega a María (204)
El escapulario del Carmen y otros escapularios (205)
Las medallas marianas (206)
El himno "Akathistos" (207)
CAPÍTULO VI. LA VENERACIÓN A LOS SANTOS Y BEATOS (208-247)
Algunos principios (208-212)
Los santos Ángeles (213-217)
San José (218-223)
San Juan Bautista (224-225)
El culto tributado a Santos y Beatos (226-247)
La celebración de los Santos (227-229)
El día de la fiesta (230-233)
En la celebración de la Eucaristía (234)
En las Letanías de los Santos (235)
Las reliquias de los Santos (236-237)
Las imágenes sagradas (238-244)
Las procesiones (245-247)
CAPÍTULO VII. LOS SUFRAGIOS POR LOS DIFUNTOS (248-260)
La fe en la resurrección de los muertos (248-250)
Sentido de los sufragios (251)
Las exequias cristianas (252-254)
Otros sufragios (255)
La memoria de los difuntos en la piedad popular (256-260)
CAPÍTULO VIII. SANTUARIOS Y PEREGRINACIONES (261-287)
El santuario (262-279)
Algunos principios (262-263)
Reconocimiento canónico (264)
El santuario como lugar de celebraciones cultuales (265-273)
Valor ejemplar (266)
La celebración de la Penitencia (267)
La celebración de la Eucaristía (268)
La celebración de la Unción de los enfermos (269)
La celebración de otros sacramentos (270)
La celebración de la Liturgia de las Horas (271)
La celebración de sacramentales (272-273)
El santuario como lugar de evangelización (274)
El santuario como lugar de la caridad (275)
El santuario como lugar de cultura (276)
El santuario como lugar de tareas ecuménicas (277-278)
La peregrinación (279-287)
Peregrinaciones bíblicas (280)
La peregrinación cristiana (281-285)
Espiritualidad de la peregrinación (286)
Desarrollo de la peregrinación (287)
AAS
Acta Apostolicae Sedis
CCE
Catechismus Catholicae Ecclesiae
CCL
Corpus Christianorum (Series Latina)
CIC
Codex Iuris Canonici
CSEL
Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum
DS
H. DENZINGER - A. SCHÖNMETZER, Enchiridion Symbolorum definitionum et
declarationum de rebus fidei et morum
EI Enchiridion Indulgentiarum. Normae et concessiones (1999)
LG
CONCILIO VATICANO II, Constitución Lumen gentium
PG
Patrologia graeca (I.P. MIGNE)
PL
Patrologia latina (I.P. MIGNE)
SC
CONCILIO VATICANO II, Constitución Sacrosanctum Concilium
SCh
Sources chrétiennes
Del "MENSAJE" de Su Santidad JUAN PABLO II
a la Asamblea Plenaria de la
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos
(21 de septiembre del 2001)
2.
La Sagrada Liturgia que la Constitución Sacrosanctum Concilium califica como la
cumbre de la vida eclesial, jamás puede reducirse a una simple realidad estética,
ni puede ser considerada como un instrumento con fines meramente pedagógicos o
ecuménicos. La celebración de los santos misterios es, sobre todo, acción de
alabanza a la soberana majestad de Dios, Uno y Trino, y expresión querida por
Dios mismo. Con ella el hombre, personal y comunitariamente, se presenta ante Él
para darle gracias, consciente de que su mismo ser no puede alcanzar su plenitud
sin alabarlo y cumplir su voluntad, en la constante búsqueda del Reino que está
ya presente, pero que vendrá definitivamente el día de la Parusía del Señor
Jesús. La Liturgia y la vida son realidades inseparables. Una Liturgia que no
tuviera un reflejo en la vida, se tornaría vacía y, ciertamente, no sería
agradable a Dios.
3. La celebración litúrgica es un acto de la virtud de la religión que,
coherentemente con su naturaleza, debe caracterizarse por un profundo sentido de
lo sagrado. En ella, el hombre y la comunidad han de ser conscientes de
encontrarse, en forma especial, ante Aquel que es tres veces santo y
trascendente. Por eso, la actitud apropiada no puede ser otra que una actitud
impregnada de reverencia y sentido de estupor, que brota del saberse en la
presencia de la majestad de Dios. ¿No era esto, acaso, lo que Dios quería
expresar cuando ordenó a Moisés que se quitase las sandalias delante de la
zarza ardiente? ¿No nacía, acaso, de esta conciencia, la actitud de Moisés y
de Elías, que no osaron mirar a Dios cara a cara?
El Pueblo de Dios necesita ver, en los sacerdotes y en los diáconos, un
comportamiento lleno de reverencia y de dignidad, que sea capaz de ayudarle a
penetrar las cosas invisibles, incluso sin tantas palabras y explicaciones. En
el Misal Romano, denominado de San Pío V, como en diversas Liturgias
orientales, se encuentran oraciones muy hermosas, con las cuales el sacerdote
expresa el más profundo sentimiento de humildad y de reverencia delante de los
santos misterios: ellas, revelan la sustancia misma de cualquier Liturgia.
La celebración litúrgica presidida por el sacerdote es una asamblea orante,
reunida en la fe y atenta a la Palabra de Dios. Ella tiene como finalidad
primera presentar a la Majestad divina el Sacrificio vivo, puro y santo,
ofrecido sobre el Calvario, una vez para siempre, por el Señor Jesús, que se
hace presenta cada vez que la Iglesia celebra la Santa Misa, para expresar el
culto debido a Dios, en espíritu y en verdad.
Conozco el esfuerzo realizado por la Congregación para promover, junto con los
Obispos, el fortalecimiento de la vida litúrgica en la Iglesia. Al expresarles
mi aprecio, deseo que tan preciosa obra contribuya a que las celebraciones sean,
cada vez, más dignas y fructuosas.
4. Vuestra Plenaria ha escogido como tema central la religiosidad, para preparar
un Directorio sobre esta materia. La religiosidad popular constituye una expresión
de la fe, que se vale de los elementos culturales de un determinado ambiente,
interpretando e interpelando la sensibilidad de los participantes, de manera
viva y eficaz.
La religiosidad popular, que se expresa de formas diversas y diferenciadas,
tiene como fuente, cuando es genuina, la fe y debe ser, por lo tanto, apreciada
y favorecida. En sus manifestaciones más auténticas, no se contrapone a la
centralidad de la Sagrada Liturgia, sino que, favoreciendo la fe del pueblo, que
la considera como propia y natural expresión religiosa, predispone a la
celebración de los Sagrados misterios.
5. La correcta relación entre estas dos expresiones de fe, debe tener presente
algunos puntos firmes y, entre ellos, ante todo, que la Liturgia es el centro de
la vida de la Iglesia y ninguna otra expresión religiosa puede sustituirla o
ser considerada a su nivel.
Es importante subrayar, además, que la religiosidad popular tiene su natural
culminación en la celebración litúrgica, hacia la cual, aunque no confluya
habitualmente, debe idealmente orientarse, y ello se debe enseñar con una
adecuada catequesis.
Las expresiones de la religiosidad popular aparecen, a veces, contaminadas por
elementos no coherentes con la doctrina católica. En esos casos, dichas
manifestaciones han de ser purificadas con prudencia y paciencia, por medio de
contactos con los responsables y una catequesis atenta y respetuosa, a no ser
que incongruencias radicales hagan necesarias medidas claras e inmediatas.
Evaluar esto, compete en primer lugar al Obispo diocesano, o a los Obispos de
los territorios en que se dan dichas formas de religiosidad. En este caso, es
oportuno que los Pastores confronten sus experiencias, para ofrecer
orientaciones pastorales comunes, evitando contradicciones dañinas para el
pueblo cristiano. Sin embargo, a menos que existan claros motivos contrarios,
los Obispos deben tener una actitud positiva y alentadora hacia la religiosidad
popular.
CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS
Prot. N. 1532/00/L
DECRETO
Al afirmar el primado de la liturgia, "la cumbre a la cual tiende la
actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su
fuerza" (Sacrosanctum Concilium 10), el Concilio Ecuménico Vaticano II
recuerda, todavía, que "la participación en la Sagrada liturgia no abarca
toda la vida espiritual" (ibidem 12). Como alimento de la vida espiritual
de los fieles existen, de hecho, también "los ejercicios piadosos del
pueblo cristiano", especialmente aquellos recomendados por la Sede Apostólica
y practicados en las Iglesias particulares por mandato o con la aprobación del
Obispo. Al recordar la importancia de que tales expresiones cultuales sean
conformes a las leyes y a las normas de la Iglesia, los Padres conciliares han
trazado el ámbito de su comprensión teológica y pastoral: "los
ejercicios piadosos se organicen de modo que vayan de acuerdo con la sagrada
liturgia, en cierto modo deriven de ella y a ella conduzcan al pueblo, ya que la
liturgia, por su naturaleza, está muy por encima de ellos" (ibidem 13).
A la luz de tan autorizada enseñanza y de otras intervenciones del Magisterio
de la Iglesia sobre las prácticas de piedad del pueblo cristiano, y recogiendo
las iniciativas pastorales que han surgido en estos años, la Plenaria de la
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, que tuvo
lugar en los días 26-28 de septiembre del 2001, ha aprobado el presente
Directorio. En él se consideran, de forma orgánica, los nexos existentes entre
Liturgia y piedad popular, recordando los principios que guían tal relación y
dando orientaciones para conseguir efectos fructíferos en las Iglesias
particulares, según las peculiares tradiciones de cada una de ellas. Por lo
tanto y a título especial, es competencia del Obispo valorar la piedad popular,
cuyos frutos han sido y son de gran valor para que se conserve la fe en el
pueblo cristiano, cultivando una actitud pastoral positiva y estimulante, hacia
ella.
Recibida la aprobación del Sumo Pontífice JUAN PABLO II, para que este
Dicasterio publique el "Directorio sobre la piedad popular y la Liturgia.
Principios y orientaciones" (Comunicación de la Secretaría de Estado, del
14 diciembre del 2001, Prot. N. 497.514), la Congregación para el Culto Divino
y la Disciplina de los Sacramentos se alegra de hacerlo público, deseando que
con este instrumento, Pastores y fieles, puedan encontrar mejores condiciones
para crecer en Cristo, por él y con él, en el Espíritu Santo, para alabanza
del Padre que está en los cielos.
Sin que obstante nada en contra.
En la sede de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, el 17 de diciembre del 2001.
Jorge A. Card. Medina Estévez
Prefecto
Francesco Pio Tamburrino
Arzobispo Secretario