CONGREGACION PARA EL CLERO

DIRECTORIO GENERAL PARA LA CATEQUESIS


QUINTA PARTE

Capítulo IV

La organización de la pastoral catequética en la Iglesia particular
Organización y ejercicio de las responsabilidades
El servicio diocesano de la catequesis
Servicios de colaboración interdiocesana
El servicio de la Conferencia Episcopal
El servicio de la Santa Sede
La coordinación de la catequesis
Importancia de una efectiva coordinación de la catequesis
Un Proyecto diocesano de catequesis articulado y coherente
La actividad catequética en el contexto de la nueva evangelización
La catequesis en la Pastoral educativa
Algunas tareas propias del servicio catequético
Análisis de la situación y de las necesidades
Programa de acción y orientaciones catequéticas
Elaboración de instrumentos y medios didácticos para el acto catequético
La elaboración de Catecismos locales: responsabilidad inmediata del ministerio episcopal

Conclusión


CAPITULO IV

La organización de la pastoral catequética en la Iglesia particular

Organización y ejercicio de las responsabilidades

El servicio diocesano de la catequesis

265. La organización de la pastoral catequética tiene como punto de referencia el obispo y la diócesis. El Secretariado diocesano de catequesis (Officium Catecheticum) es « un instrumento que emplea el obispo, cabeza de la comunidad y maestro de la doctrina, para dirigir y orientar todas las actividades catequéticas de la diócesis ». (201)

266. Las tareas principales del Secretariado diocesano de catequesis son las siguientes:

a) Hacer un análisis de la situación (202) diocesana a cerca de la educación de la fe. En él se deberán precisar, entre otras cosas, las necesidades reales de la diócesis en orden a la actividad catequética.

b) Elaborar un programa de acción (203) que señale objetivos claros, proponga orientaciones e indique acciones concretas.

c) Promover y formar a los catequistas. A este propósito se crearán los Centros que se juzguen más oportunos. (204)

d) Elaborar o, al menos, señalar a las parroquias y catequistas los instrumentos que sean necesarios para el trabajo catequético: catecismos, directorios, programas para las diversas edades, guías para catequistas, materiales para uso de los catequizandos, medios audiovisuales... (205)

e) Impulsar y promover las instituciones específicamente catequéticas de la diócesis (catecumenado bautismal, catequesis parroquial, equipo de responsables de catequesis...) que son como « las células fundamentales » (206) de la acción catequética.

f) Cuidar especialmente de la mejora de los recursos personales y materiales tanto en el nivel diocesano como en el nivel arciprestal o parroquial. (207)

g) Colaborar con el Secretariado para la Liturgia, considerando la especial relevancia de esta para la catequesis, en particular, en lo que concierne a la iniciación y al catecumenado.

267. Para realizar estas tareas el Secretariado de catequesis debe contar con « un grupo de personas dotadas de competencia específica. La amplitud y variedad de las cuestiones que tratar postulan la distribución de responsabilidades entre varias personas verdaderamente especialistas ». (208) Conviene que este servicio diocesano esté integrado, ordinariamente, por sacerdotes, religiosos y laicos.

La catequesis es una acción tan fundamental en la vida de una Iglesia particular que « ninguna diócesis puede carecer de Secretariado de catequesis propio ». (209)

Servicios de colaboración interdiocesana

268. En nuestro tiempo, esta colaboración es extraordinariamente fecunda. Razones no sólo de proximidad geográfica sino de homogeneidad cultural hacen aconsejable un trabajo catequético en común. « Conviene que varias diócesis unan su acción, aportando para el provecho común las experiencias y los proyectos, los servicios y los recursos, de modo que las diócesis mejor dotadas ayuden a las demás y aparezca un programa de acción común que llegue a toda la región ». (210)

El servicio de la Conferencia Episcopal

269. « En el seno de la Conferencia episcopal puede constituirse un Secretariado o Centro catequético (Officium Catecheticum), cuya tarea principal será la de ayudar a cada diócesis en materia de catequesis ». (211)

De hecho esta posibilidad que establece el Código de Derecho Canónico es una realidad en la mayor parte de las Conferencias episcopales. Este Secretariado o Centro Nacional de Catequesis de la Conferencia episcopal se propone una doble función: (212)

– Servir a las necesidades catequéticas que afectan a todas las diócesis del territorio. Le conciernen las publicaciones que tengan importancia nacional, los congresos nacionales, las relaciones con los « mass media » y, en general, todos aquellos trabajos y tareas que exceden las posibilidades de cada diócesis o región.

– Estar al servicio de las diócesis y regiones para difundir las informaciones y proyectos catequéticos, coordinar la acción y ayudar a las diócesis menos promocionadas en materia de catequesis.

Si el Episcopado correspondiente lo considera oportuno, compete además al Secretariado o Centro nacional la coordinación de su propia actividad con la de otros Secretariados nacionales del Episcopado y otras instituciones de catequesis; al mismo tiempo, la colaboración con las actividades catequéticas de ámbito internacional. Todo esto siempre como organismo de ayuda a los Obispos de la Conferencia episcopal.

El servicio de la Santa Sede

270. « El mandato de Cristo de anunciar el Evangelio a toda criatura se refiere ante todo e inmediatamente a los Obispos con Pedro y bajo la guía de Pedro ». (213) En este encargo colegial de Jesús, en orden a anunciar y transmitir el Evangelio, el ministerio del Sucesor de Pedro desempeña un papel fundamental. Este ministerio, en efecto, se debe ver « no sólo como un servicio global que alcanza a toda la Iglesia desde fuera, sino como perteneciente a la esencia de cada Iglesia particular desde dentro ». (214) El ministerio de Pedro en la catequesis lo ejerce el Papa de modo eminente a través de sus enseñanzas; él actúa en lo que concierne a la catequesis, de modo directo y particular por medio de la Congregación para el Clero, la cual « ayuda al Romano Pontífice en el ejercicio de su suprema misión pastoral ». (215)

271. « De acuerdo con sus funciones, la Congregación para el Clero:

– se ocupa de promover la formación religiosa de los fieles cristianos de toda edad y condición;

– da las normas oportunas para que la enseñanza de la catequesis se imparta de modo conveniente;

– vigila para que la formación catequética se realice correctamente;

– concede la aprobación de la Santa Sede prescrita para los Catecismos y los otros escritos relativos a la formación catequética, con el acuerdo de la Congregación para la Doctrina de la Fe; (216)

– asiste a los secretariados de catequesis y sigue las iniciativas referentes a la formación religiosa que tengan carácter internacional, coordina su actividad y les ofrece su ayuda, si fuere necesario ». (217)

La coordinación de la catequesis

Importancia de una efectiva coordinación de la catequesis

272. La coordinación de la catequesis es una tarea importante en una Iglesia particular. En esa coordinación se pueden considerar dos vertientes:

– una interior a la catequesis misma, entre las diversas formas de catequesis dirigidas a las diferentes edades y ambientes sociales;

– y otra referida a la vinculación de la catequesis con otras formas del ministerio de la Palabra y con otras acciones evangelizadoras. La coordinación de la catequesis no es un asunto meramente estratégico, en orden a una mayor eficacia de la acción evangelizadora, sino que tiene una dimensión teológica de fondo. La acción evangelizadora debe estar bien coordinada porque toda ella apunta a la unidad de la fe que sostiene todas las acciones de la Iglesia.

273. En este apartado se considera:

– la coordinación interna de la catequesis, con vistas a que la Iglesia particular ofrezca un servicio de catequesis unitario y coherente;

– la vinculación entre la acción misionera y la acción catecumenal, que se implican mutuamente, en el contexto de la « misión ad gentes » (218) o de una « nueva evangelización »; (219)

– la necesidad de una pastoral educativa bien coordinada, dada la multiplicidad de agentes educativos que inciden en unos mismos destinatarios, fundamentalmente niños y adolescentes. El propio Concilio Vaticano II ha recomendado vivamente la coordinación de toda la acción pastoral para que resplandezca mejor la unidad de la Iglesia particular. (220)

Un Proyecto diocesano de catequesis articulado y coherente

274. El Proyecto diocesano de catequesis es la oferta catequética global de una Iglesia particular que integra, de manera articulada, coherente y coordinada los diferentes procesos catequéticos ofrecidos por la diócesis a los destinatarios de las diferentes edades de la vida. (221)

En este sentido, toda Iglesia particular, en orden ante todo a la iniciación cristiana, debe ofrecer, al menos, un doble servicio:

a) Un proceso de iniciación cristiana, unitario y coherente, para niños, adolescentes y jóvenes, en íntima conexión con los sacramentos de la iniciación ya recibidos o por recibir y en relación con la pastoral educativa.

b) Un proceso catequesis para adultos, ofrecido a aquellos cristianos que necesiten fundamentar su fe, realizando o completando la iniciación cristiana inaugurada o a inaugurar con el Bautismo. En no pocas naciones, se presenta hoy la necesidad de un proceso de catequesis para ancianos, ofrecido a aquellos cristianos que, al abrirse a una tercera y definitiva fase de la vida humana, desean, acaso por primera vez, poner sólidos fundamentos a su fe.

275. Estos diversos procesos de catequesis cada uno con posibles variantes socio-culturales, no deben organizarse por separado, como si fueran « comportamientos estancos e incomunicados entre sí ». (222) Es necesario que la oferta catequética de la Iglesia particular esté bien coordinada. Entre estas diversas formas de catequesis « es menester propiciar su perfecta complementariedad ». (223)

Como ya ha quedado indicado, el principio organizador, que da coherencia a los distintos procesos de catequesis que ofrece una Iglesia particular, es la atención a la catequesis de adultos. Ella es el eje en torno al cual gira y se inspira la catequesis de las primeras edades y la de la tercera edad.(224)

El hecho de ofrecer los diferentes procesos de catequesis en un único Proyecto diocesano de catequesis no quiere decir que el mismo destinatario haya de recorrerlos uno tras otro. Si un joven llega al umbral de la edad adulta con una fe bien fundamentada, en rigor no necesita una catequesis de iniciación de adultos, sino otros alimentos más sólidos que le ayuden en su permanente maduración en la fe. En el mismo caso se encuentran los que acceden a la tercera edad con una fe bien enraizada. (225)

Junto a esta oferta, absolutamente imprescindible, de procesos de iniciación, la Iglesia particular debe ofrecer también procesos diferenciados de catequesis permanente para cristianos adultos.

La actividad catequética en el contexto de la nueva evangelización

276. Al definir la catequesis como momento del proceso total de la evangelización, se plantea necesariamente el problema de la coordinación de la acción catequética con la acción misionera que la precede, y con la acción pastoral que la continúa. Hay, en efecto, elementos « que preparan a la catequesis o emanan de ella ». (226)

En este sentido, la vinculación entre el anuncio misionero, que trata de suscitar la fe, y la catequesis de iniciación, que busca fundamentarla, es decisiva en la evangelización. De algún modo, esta coordinación es más clara en la situación de la « misión ad gentes ». (227) Los adultos convertidos por el primer anuncio ingresan en el catecumenado, donde son catequizados.

En la situación que requiere una « nueva evangelización », la coordinación se hace más compleja, puesto que, a veces, se pretende impartir una catequesis ordinaria a jóvenes y adultos que necesitan, antes, un tiempo de anuncio en orden a despertar su adhesión a Jesucristo. Problemas similares se presentan en relación a la catequesis de los niños y a la formación de sus padres. (228) Otras veces se ofrecen formas de catequesis permanente a adultos que necesitan, más bien, un verdadera catequesis de iniciación.

277. La situación actual de la evangelización postula que las dos acciones, el anuncio misionero y la catequesis de iniciación, se conciban coordinadamente y se ofrezcan, en la Iglesia particular, mediante un proyecto evangelizador misionero y catecumenal unitario.

Hoy la catequesis debe ser vista, ante todo, como la consecuencia de un anuncio misionero eficaz. La referencia del decreto Ad Gentes, que sitúa al catecumenado en el contexto de la acción misionera de la Iglesia, es un criterio de referencia muy válido para toda la catequesis. (229)

La catequesis en la Pastoral educativa

278. La pastoral educativa en la Iglesia particular debe establecer la necesaria coordinación entre los diferentes « lugares » donde se realiza la educación en la fe. Es muy conveniente que todos estos canales catequéticos « converjan realmente hacia una misma confesión de fe, hacia una misma pertenencia a la Iglesia y hacia unos compromisos en la sociedad vividos en el mismo espíritu evangélico ». (230)

La coordinación educativa se plantea, fundamentalmente, en relación con los niños, adolescentes y jóvenes. Conviene que la Iglesia particular integre en un único proyecto de pastoral educativa los diversos cauces y medios que tienen a su cargo la educación cristiana de la juventud. Todos estos cauces se complementan mutuamente, sin que ninguno de ellos, aisladamente, pueda realizar la totalidad de la educación cristiana.

Siendo la misma y única persona del niño o del joven la que recibe estas diversas acciones educativas, es importante que las diferentes influencias tengan la misma inspiración de fondo. Cualquier contradicción en esas acciones es nociva, dado que cada una de ellas tiene su propia especificidad e importancia.

En este sentido, es de suma importancia para una Iglesia particular contar con un proyecto de iniciación cristiana que integre las diversas tareas educativas y tenga en cuenta las exigencias de la nueva evangelización.

Algunas tareas propias del servicio catequético

Análisis de la situación y de las necesidades

279. La Iglesia particular, al tratar de organizar la acción catequética, debe partir de un análisis de la situación. « El objeto de esta investigación es múltiple, pues abarca el examen de la acción pastoral y el análisis de la situación religiosa, así como de las condiciones sociológicas, culturales y económicas, en tanto que estos datos de la vida colectiva pueden tener una gran influencia en el proceso de la evangelización ». (231) Se trata de una toma de conciencia de la realidad, en relación a la catequesis y a sus necesidades.

Más en concreto:

– Se debe tener clara conciencia, dentro del examen de la acción pastoral, del estado de la catequesis: cómo está ubicada, de hecho, en el proceso evangelizador; el equilibrio y la articulación entre los diferentes sectores catequéticos (niños, adolescentes, jóvenes, adultos...); la coordinación de la catequesis con la educación cristiana familiar, con la educación escolar, con la enseñanza religiosa escolar, y con las otras formas de educación de la fe; la calidad interna; los contenidos que se están impartiendo y la metodología que se utiliza; las características de los catequistas y su formación.

– El análisis de la situación religiosa está referido, sobre todo, a tres niveles muy relacionados entre sí: el sentido de lo sagrado, es decir, aquellas experiencias humanas que, por su hondura, tienden a abrir al misterio; el sentido religioso, o sea, las maneras concretas de concebir y de relacionarse con Dios en un pueblo determinado; y las situaciones de fe, con la diversa tipología de creyentes. Y en conexión con estos niveles, la situación moral que se vive, con los valores que emergen y las sombras o contravalores más extendidos.

– El análisis socio-cultural de que se ha hablado a propósito de las ciencias humanas en la formación de los catequistas (232) es, igualmente, necesario. Hay que preparar a los catecúmenos y catequizandos para una presencia cristiana en la sociedad.

280. El análisis de la situación, en todos estos niveles, « debe convencer a quienes ejercen el ministerio de la Palabra, de que las situaciones humanas son ambiguas en lo que respecta a la acción pastoral. Es necesario, por tanto, que los operarios del Evangelio aprendan a descubrir las posibilidades abiertas a su acción en una situación nueva y diversa... Siempre es posible un proceso de transformación que permita abrir un camino a la fe ». (233)

Este análisis de la situación es un primer instrumento de trabajo, de carácter referencial, que el servicio catequético ofrece a pastores y catequistas.

Programa de acción y orientaciones catequéticas

281. Una vez examinada cuidadosamente la situación, es necesario proceder a la elaboración de un programa de acción. Este programa determina los objetivos, los medios de la pastoral catequética y las normas que la orientan, de suerte que respondan perfectamente a las necesidades locales, y estén en plena armonía con los objetivos y normas de la Iglesia universal.

El programa o plan de acción debe ser operativo, ya que se propone orientar la acción catequética diocesana o interdiocesana. Por su propia naturaleza se suele concebir para un período de tiempo determinado, al cabo del cual se renueva con nuevos acentos, nuevos objetivos y nuevos medios.

La experiencia indica que el programa de acción es de una gran utilidad para la catequesis, ya que, al marcar unos objetivos comunes, colabora a unir esfuerzos y a trabajar en una perspectiva de conjunto. Para ello, su primera condición debe ser el realismo, la sencillez, la concisión y claridad.

282. Junto al programa de acción, más centrado en las opciones operativas, diversos Episcopados elaboran, a nivel nacional, instrumentos de carácter más reflexivo y orientador, que proporcionan los criterios para una idónea y adecuada catequesis. Son llamados de varias maneras: Directorio catequético, Orientaciones catequéticas, Documento de base, Texto de referencia... Destinados preferentemente a dirigentes y catequistas, tratan de clarificar en qué consiste la catequesis: su naturaleza, finalidad, tareas, contenidos, destinatarios, método. Estos Directorios, o textos de orientaciones generales establecidos por las Conferencias episcopales o emanados bajos su autoridad, han de seguir el mismo proceso de elaboración y de aprobación previstos para los Catecismos. Antes de ser promulgados deben ser sometidos a la aprobación de la Santa Sede. (234)

Estas directrices u orientaciones catequéticas suelen ser un elemento realmente inspirador de la catequesis en las Iglesias locales y su elaboración es recomendada y conveniente porque, entre otras cosas, constituye un punto de referencia importante para la formación de los catequistas. Este tipo de instrumento se vincula, íntima y directamente a la responsabilidad episcopal.

Elaboración de instrumentos y medios didácticos para el acto catequético

283. Junto a los instrumentos dedicados a orientar y planificar el conjunto de la acción catequética (análisis de situación, programa de acción y Directorio catequético) están los instrumentos de trabajo de uso inmediato, que se utilizan dentro del mismo acto catequético. En primer lugar están los textos didácticos (235) que se ponen directamente en manos de los catecúmenos y catequizandos. Y junto a ellos están también las guías para los catequistas y, tratándose de catequesis de niños, para los padres. (236) Asimismo son importantes los medios audiovisuales que se utilizan en catequesis y sobre los que se debe ejercer el oportuno discernimiento. (237)

El criterio inspirador de estos instrumentos de trabajo ha de ser el de la doble fidelidad a Dios y a la persona humana, que es una ley fundamental para toda la vida de la Iglesia. Se trata, en efecto, de saber conjugar una exquisita fidelidad doctrinal con una profunda adaptación al hombre, teniendo en cuenta la psicología de la edad y el contexto socio-cultural en que vive.

Brevemente, hay que decir que estos instrumentos catequéticos han de ser tales:

– « que conecten con la vida concreta de la generación a la que se dirigen, teniendo bien presentes sus inquietudes y sus interrogantes, sus luchas y sus esperanzas »; (238)

– « que encuentren el lenguaje comprensible a esta generación ». (239)

– « que tiendan realmente a producir en sus usuarios un conocimiento mayor de los misterios de Cristo, en orden a una verdadera conversión y a una vida más conforme con el querer de Dios ». (240)

La elaboración de Catecismos locales: responsabilidad inmediata del ministerio episcopal

284. Dentro del conjunto de instrumentos para la catequesis sobresalen los Catecismos. (241) Su importancia deriva del hecho de que el mensaje que transmiten es reconocido como auténtico y propio por los pastores de la Iglesia.

Si el conjunto de la acción catequética ha de estar siempre vinculada al Obispo, la publicación de los Catecismos es una responsabilidad que atañe muy directamente al ministerio episcopal. Los Catecismos nacionales, regionales o diocesanos, elaborados con la participación de los agentes de la catequesis, son responsabilidad última de los obispos, catequistas por excelencia en las Iglesias particulares.

En la redacción de un catecismo conviene tener en cuenta, sobre todo estos dos criterios:

– La perfecta sintonía con el Catecismo de la Iglesia Católica, « texto de referencia seguro y auténtico... para la composición de los catecismo locales ». (242)

– La atenta consideración de las normas y criterios para la presentación del mensaje evangélico que ofrece el Directorio General para la Catequesis, y que es también « norma de referencia » (243) para la catequesis.

285. La « previa aprobación de la Sede Apostólica » (244) —que se requiere para los Catecismos emanados de las Conferencias episcopales— se entiende, puesto que son documentos mediante los cuales la Iglesia universal, en los diferentes espacios socio-culturales a los que es enviada, anuncia y transmite el Evangelio y da a luz a las Iglesias particulares, expresándose en ellas. (245) La aprobación de un Catecismo es el reconocimiento del hecho de que es un texto de la Iglesia universal para una situación y una cultura determinadas.

CONCLUSION

286. En la formulación de las presentes orientaciones y directrices no se ha ahorrado esfuerzo a fin de que toda la reflexión se origine y fundamente en las enseñanzas del Concilio Vaticano II y de las posteriores y principales intervenciones magisteriales de la Iglesia. Asimismo se ha prestado especial atención a las experiencias de vida eclesial de los diversos pueblos habidas en este período. A la luz de la fidelidad al Espíritu de Dios se ha realizado el necesario discernimiento, siempre en orden a la renovación de la Iglesia y al mejor servicio de la evangelización.

287. El nuevo Directorio General para la Catequesis es propuesto a todos los pastores de la Iglesia, a sus colaboradores y catequistas, con la esperanza de que sea un aliento en el servicio que la Iglesia y el Espíritu les encomienda: favorecer el crecimiento de la fe en aquellos que han creído.

Las orientaciones aquí presentes no solamente quieren indicar y aclarar la naturaleza de la catequesis y las normas y criterios que rigen este ministerio evangelizador de la Iglesia, sino que también pretenden alimentar la esperanza, con la fuerza de la Palabra y el trabajo interior del Espíritu, en quienes se esfuerzan en este campo privilegiado de la actividad eclesial.

288. La eficacia de la catequesis es y será siempre un don de Dios, mediante la obra del Espíritu del Padre y del Hijo.

Esta total dependencia de la catequesis respecto de la intervención de Dios la enseña el Apóstol Pablo a los corintos cuando les recuerda: « Yo planté, Apolo regó; mas fue Dios quien dio el crecimiento. De modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que hace crecer » (1 Co 3, 6-7).

No hay catequesis posible, como no hay evangelización, sin la acción de Dios por medio de su Espíritu. (246) En la práctica catequética, ni las técnicas pedagógicas más avanzadas, ni siquiera un catequista con la personalidad humana más atrayente, pueden reemplazar la acción silenciosa y discreta del Espíritu Santo. (247) « El es, en verdad, el protagonista de toda la misión eclesial »; (248) El es el principal catequista; El es el « maestro interior » de los que crecen hacia el Señor. (249) En efecto, El es el « principio inspirador de toda obra catequética y de los que la realizan ». (250)

289. Por ello, en la entraña misma de la espiritualidad del catequista están la paciencia y la confianza en que es Dios mismo quien hace que la semilla de la Palabra de Dios que ha sido sembrada en tierra buena y labrada con amor, nazca, crezca y de fruto. El evangelista Marcos es el único en recoger una parábola en la que Jesús muestra, una tras otra, las etapas del desarrollo gradual y constante de la semilla sembrada: « El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra: duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz porque ha llegado la siega » (Mc 4, 26-29).

290. La Iglesia, que tiene la responsabilidad de catequizar a los que creen, invoca al Espíritu del Padre y del Hijo, suplicándole que haga fructificar y fortalezca interiormente tantos trabajos que, por todas partes, se llevan a cabo en favor del crecimiento de la fe y del seguimiento de Jesucristo Salvador.

291. A la Virgen María, que vio a su Hijo Jesús « crecer en sabiduría, edad y gracia » (Lc 2,52) acuden también hoy, confiando en su intercesión, los operarios de la catequesis. En María encuentran éstos el modelo espiritual para impulsar o consolidar la renovación de la catequesis contemporánea desde la fe, la esperanza y la caridad. Que por intercesión de la « Virgen de Pentecostés », (251) brote en la Iglesia una fuerza nueva para engendrar hijos e hijas en la fe y educarlos hacia la plenitud en Cristo.

Su Santidad el Papa Juan Pablo II, el 25 de agosto de 1997, ha aprobado el presente Directorio General para la Catequesis y ha autorizado la publicación.

+ Darío Castrillón Hoyos
Arzobispo emérito de Bucaramanga
Pro-Prefecto

+ Crescenzio Sepe
Arzobispo tit. de Grado
Secretario


(201) DCG (1971) 126. El Secretariado diocesano de catequesis (officium catecheticum) fue mandado instituir en todas las diócesis por el decreto Provido Sane: cf Sagrada Congregación del Concilio, Decreto Provido sane (12 enero 1935): AAS 27 (1935) p. 151; ver también CIC 775,1.

(202) Cf DCG (1971) 100. Ver las pistas sugeridas en la Exposición Introductoria y Quinta Parte, cap. 9: « Análisis de la situación y de las necesidades ».

(203) Cf DGC (1971) 103. Ver en este capítulo el epígrafe titulado: « Programa de acción y orientaciones catequéticas ».

(204) Cf DCG (1971) 108-109. Ver en esta Quinta Parte, cap. 2: «La pastoral de catequistas en la Iglesia particular» y «Escuelas de catequistas y Centros Superiores para peritos en catequesis».

(205) Cf DCG (1971) 116-124.

(206) DCG (1971) 126.

(207) Cf CT 63. El propio Juan Pablo II recomienda dotar a la catequesis de « una organización adecuada y eficaz, haciendo uso de las personas, de los medios e instrumentos, así como de los recursos económicos necesarios ».

(208) DCG (1971) 126.

(209) Ibidem.

(210) DCG (1971) 127.

(211) CIC 775.3.

(212) Cf DCG (1971) 129.

(213) AG 38a; cf CIC 756.1-2.

(214) Juan Pablo II, Alocución A los Obispos de Estados Unidos de América (16 Septiembre 1987) 4:

Insegnamenti di Giovanni Paolo II, X, 3 (1987) 556. La expresión ha sido recogida por la Congregación para la Doctrina de la Fe, Communionis Notio 13: l.c. 846.

(215) Constitución apostólica Pastor Bonus, art. 1. Esta Constitución (28 junio 1988) trata de la reforma de la Curia Romana que fue pedida por el Concilio: cf CD 9. Una primera reforma fue promulgada con la Constitución apostólica de Pablo VI Regimini Ecclesiae universae (18 agosto 1967): AAS 59 (1967) pp. 885-928.

(216) Ver los nn. 282-285 del presente capítulo.

(217) PB 94.

(218) RM 33.

(219) Ibidem.

(220) CD 17a: «Las diversas formas de apostolado han de estar oportunamente coordinadas e íntima- mente unidas entre sí, bajo la dirección del Obispo, de modo que todas las iniciativas y actividades de carácter catequético, misionero, caritativo, social, familiar, escolar y de cualquier otro trabajo con fines pastorales, sean conducidas a una acción concorde por la que resplandezca más claramente la unidad de toda la diócesis ».

(221) Cf Cuarta Parte, cap. 2: « La catequesis por edades ».

(222) CT 45b.

(223) Ibidem.

(224) Cf DCG (1971) 20, donde se indica cómo las demás formas de catequesis « se ordenan » (ordinantur) a la catequesis de adultos.

(225) CT 18d.

(226) RM 33.

(227) Ibidem.

(228) CT 19. 42.

(229) Cf AG 11-15. El concepto de evangelización como un proceso estructurado en etapas ha sido analizado en la Primera Parte, cap. 1: « El proceso de la evangelización ».

(230) CT 67b.

(231) DCG (1971) 100.

(232) Cf Quinta Parte, cap. 5.

(233) DCG (1971) 102; cf Exposición introductoria 16.

(234) Cf DCG (1971) 117 y 134; PB 94.

(235) Acerca de este conjunto de libros catequéticos, Catechesi Tradendae dice: «Uno de los as-

pectos más interesantes del florecimiento actual de la catequesis consiste en la renovación y multiplicación de los libros catequéticos que en la Iglesia se ha verificado un poco por doquier. Han visto la luz obras numerosas y muy logradas, y constituyen una verdadera riqueza al servicio de la enseñanza catequética » (CT 49). DCG (1971) 120 define los « Textos didácticos » del siguiente modo: « Los textos didácticos son medios complementarios ofrecidos a la comunidad cristiana, a la cual incumbe la catequesis. Ningún texto puede sustituir la comunicación viva del mensaje cristiano. Sin embargo, los textos tienen gran importancia, porque sirven para una más amplia explicación de los documentos de la tradición cristiana y de los elementos, que favorecen la actividad catequética ».

(236) Respecto a las guías, DCG (1971) 121 indica lo que deben contener: « La explicación del mensaje de la salvación (con una constante referencia a las fuentes y con una clara distinción entre lo que pertenece a la fe y a la doctrina que se ha de creer, y lo que son meras opiniones de los teólogos); consejos psicológicos y pedagógicos y sugerencias relativas al método ».

(237) Cf Tercera Parte, cap. 2 La comunicación social; DCG (1971) 122.

(238) CT 49b.

(239) Ibidem.

(240) Ibidem.

(241) La cuestión de los Catecismos locales ha sido tratada en la Segunda Parte, cap. 2: « Los

Catecismos en las Iglesias locales ». Aquí se dan solamente algunos criterios para su elaboración. Con la denominación « Catecismos locales », el presente documento se refiere a los Catecismos propuestos por las Iglesias particulares o por las Conferencias episcopales.

(242) FD 4c.

(243) CT 50.

(244) DCG (1971) 119, 134; CIC 775, 2; PB 94.

(245) Cf Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta Communionis Notio 9: l.c. 843.

(246) Cf EN, 75a.

(247) Cf EN, 75d.

(248) RM, 21.

(249) Cf CT, 72.

(250) CT 72a.

(251) CT 73.