CONGREGACION PARA EL CLERO

DIRECTORIO GENERAL PARA LA CATEQUESIS



CUARTA PARTE

Capítulo V

Catequesis según el contexto socio-cultural
Catequesis y cultura contemporánea
Tareas de la catequesis respecto a la inculturación de la fe
Proceso metodológico
Necesidad y criterios de valoración
Responsables del proceso de inculturación
Formas y vías privilegiadas
El lenguaje
Los medios de comunicación
Ámbitos antropológicos y tendencias culturales
Actuación ante las situaciones concretas
Tareas de las Iglesias locales
Iniciativas bajo la guía de los pastores


CAPITULO V

Catequesis según el contexto socio-cultural(24)

Catequesis y cultura contemporánea(25)

202. « De la catequesis, como de la evangelización en general, podemos decir que está llamada a llevar la fuerza del Evangelio al corazón de la cultura y de las culturas ».(26) Con anterioridad han sido expuestos los criterios referidos a la adaptación e inculturación catequética.(27) Baste ahora afirmar de nuevo que la catequesis tiene como guía necesaria y eminente la « regla de la fe », ilustrada por el Magisterio y profundizada por la teología. Por otra parte, no hay que olvidar que la historia de la catequesis, especialmente en el tiempo de los Santos Padres es, en muchos aspectos, historia de la inculturación de la fe y como tal merece ser estudiada y meditada; historia, además, que nunca se para y que exige períodos amplios de continua asimilación del Evangelio.

En este capítulo se presentan algunas indicaciones metodológicas en relación con una tarea que es tan necesaria como exigente, en modo alguno fácil y expuesta a los riesgos de sincretismo y de otros malos entendidos. Se puede decir que sobre este tema, hoy tan importante, se hace necesaria una mayor reflexión programada y universal para bien de la catequesis.

Tareas de la catequesis respecto a la inculturación de la fe(28)

203. Forman un conjunto orgánico y son en síntesis los siguientes:

– conocer en profundidad la cultura de las personas y el grado de penetración en su vida;

– reconocer la presencia de la dimensión cultural en el mismo Evangelio; afirmando por una parte que éste no es fruto de ningún humus cultural humano, pero admitiendo, por otra parte, que el Evangelio no puede aislarse de las culturas en las que se inscribió al principio y en las que después se ha expresado a lo largo de los siglos;

– anunciar el cambio profundo, la conversión, que el Evangelio, como fuerza « transformadora y regeneradora »,(29) opera en las culturas;

– dar testimonio de que el Evangelio transciende toda cultura y no se agota en ella y, a la vez, discernir las semillas del Evangelio que pueden estar presentes en cada una de las culturas;

– promover al interior de cada una de las culturas a evangelizar una nueva expresión del Evangelio, procurando un lenguaje de la fe que sea patrimonio común de los fieles, y por tanto factor fundamental de comunión.

– mantener íntegros los contenidos de la fe de la Iglesia; y procurar que la explicación y la clarificación de las fórmulas doctrinales de la Tradición sean presentadas teniendo en cuenta las situaciones culturales e históricas de los destinatarios y evitando, en todo caso, mutilar o falsificar los contenidos.

Proceso metodológico

204. La catequesis, a la vez que debe evitar todo tipo de manipulación de una cultura, no puede limitarse a la simple yuxtaposición del Evangelio a ésta y « como con un barniz superficial », sino que debe proponer el Evangelio« de manera vital, en profundidad y hasta las mismas raíces de la cultura y de las culturas ».(30)

Esto determina un proceso dinámico integrado por diversos momentos, relacionados entre sí: esforzarse por escuchar, en la cultura de los hombres, el eco (presagio, invocación, señal...) de la Palabra de Dios; discernir cuanto hay de valor evangélico o al menos abierto a él; purificar lo que está bajo el signo del pecado (pasiones, estructuras del mal...) o de la fragilidad humana; suscitar en los catequizandos actitudes de conversión radical a Dios, de diálogo con los demás y de paciente maduración interior.

Necesidad y criterios de valoración

205. Cuando llega el momento de evaluar, tarea tanto más necesaria cuanto más se está en fase inicial o experimental, se ha de procurar verificar si en el proceso de la catequesis se han infiltrado elementos de sincretismo. En tal caso las iniciativas de inculturación serían peligrosas y erróneas y deben ser rectificadas.

Sin embargo, ha de ser considerada como correcta aquella catequesis que no sólo logra la asimilación intelectual del contenido de la fe, sino que alcanza al corazón y transforma la conducta. Si es así, la catequesis genera un modo de vida dinámico y unificado por la fe, establece la unión entre la fe y la vida, entre el mensaje cristiano y el contexto cultural, y produce frutos de santidad.

Responsables del proceso de inculturación

206. « La inculturación debe implicar a todo el pueblo de Dios, no sólo a algunos expertos, ya que se sabe que el pueblo reflexiona sobre el genuino sentido de la fe que nunca conviene perder de vista. Esta inculturación debe ser dirigida y estimulada, pero no forzada, para no suscitar reacciones negativas en los cristianos: debe ser expresión de la vida comunitaria, es decir, debe madurar en el seno de la comunidad y no ser fruto exclusivo de investigaciones eruditas ».(31) Ese esfuerzo por la encarnación del Evangelio, tarea específica de la inculturación exige la participación en la catequesis de todos aquéllos que viven en el mismo contexto cultural: pastores, catequistas y laicos.

Formas y vías privilegiadas

207. La catequesis de jóvenes y la de adultos, por las posibilidades que tiene de interrelacionar de manera más incisiva la fe y la vida, es una de las formas más aptas para la inculturación; sin embargo, no puede desatenderse la inculturación de la fe en la iniciación cristiana de los niños, precisamente por el notable influjo de orden cultural que este proceso lleva consigo: la adquisición de nuevas motivaciones para la vida, la educación de la conciencia, el aprendizaje del lenguaje bíblico y sacramental, así como el conocimiento de la dimensión histórica del cristianismo.

Una vía privilegiada es la catequesis litúrgica, por la riqueza de signos con que se expresa el mensaje y porque a ella tiene acceso una gran parte del pueblo de Dios; también hay que revalorizar los contenidos de los Leccionarios, la estructura del Año litúrgico, la homilía dominical y otras actividades catequéticas de carácter ocasional particularmente significativas (matrimonios, funerales, visitas a enfermos, fiestas patronales, etc.); sigue siendo central el cuidado a la familia, agente primario de una transmisión inculturada de la fe; peculiar interés tiene la catequesis en situaciones pluriétnicas y pluriculturales, ya que ayuda a descubrir y a tomar en consideración, con mayor atención aún, las riquezas de los diversos grupos en la acogida y en la expresión renovada de la fe.

El lenguaje(32)

208. La inculturación de la fe es, en ciertos aspectos, obra de lenguaje. Esto conlleva que la catequesis respete y valore el lenguaje propio del mensaje, sobre todo el bíblico, pero también el histórico-tradicional de la Iglesia (Símbolo, liturgia), y el así llamado lenguaje doctrinal (fórmulas dogmáticas); es preciso, además, que la catequesis entre en comunicación con formas y términos propios de la cultura de las personas a las que se dirige; hace falta, finalmente, que la catequesis fomente nuevas expresiones del Evangelio en la cultura en la que se implanta.

En concreto, en el proceso de inculturación del Evangelio, la catequesis no ha de tener miedo a emplear fórmulas tradicionales y términos técnicos del lenguaje de la fe, si bien ha de ofrecer el significado que tienen y mostrar su relevancia existencial; por otra parte, la catequesis « tiene el deber imperioso de encontrar el lenguaje adaptado a los niños y a los jóvenes de nuestro tiempo en general, y a otras muchas categorías de personas: lenguaje de los estudiantes, de los intelectuales, de los hombres de ciencia; lenguaje de los analfabetos y de las personas de cultura elemental; lenguaje de los minusválidos, etc. ».(33)

Los medios de comunicación

209. Íntimamente vinculados al lenguaje están los distintos modos de comunicación, uno de los más eficaces y persuasivos es el de los « mass-media ». « La evangelización misma de la cultura moderna depende en gran parte de su influjo ».(34)

Teniendo en cuenta lo que se ha dicho de los medios de comunicación en otro lugar,(35) conviene recordar algunos indicadores relacionados con la inculturación: una mayor valoración de los medios de acuerdo con su específica capacidad comunicativa, sabiendo equilibrar bien el lenguaje de la imagen con el de la palabra; la salvaguardia del genuino sentido religioso en las formas más importantes de expresión; la promoción de la madurez crítica de los usuarios y el estímulo a la profundización personal de lo que reciben de esos medios; la elaboración de materiales catequéticos en relación con los « mass-media »; la colaboración provechosa entre los agentes pastorales.(36)

210. El catecismo es un instrumento primordial en el proceso de inculturación. Sobre todo lo es el Catecismo de la Iglesia Católica, del que es necesario saber « poner en evidencia la vasta gama de servicios... también para los objetivos de la inculturación, que, para ser eficaz, nunca puede dejar de ser verdadera ».(37) El Catecismo de la Iglesia Católica pide expresamente la redacción de catecismos locales apropiados, en los que se pueden realizar las adaptaciones debidas « a las exigencias que dimanan de las diferentes culturas, de edades, de la vida espiritual, de situaciones sociales y eclesiales de aquéllos a quienes se dirige la catequesis ».(38)

Ámbitos antropológicos y tendencias culturales

211. El Evangelio reclama una catequesis abierta, generosa y decidida a acercarse a las personas allá donde viven, en particular saliendo a su encuentro en aquellos lugares principales donde tienen lugar los cambios culturales elementales y fundamentales como la familia, la escuela, el ámbito del trabajo y el tiempo libre.

Así mismo es importante para la catequesis saber discernir y estar presente en aquellos ámbitos antropológicos en los que las tendencias culturales generan o difunden modelos de vida y pautas de comportamiento, como la cultura urbana, el turismo y las migraciones, el mundo juvenil y otros fenómenos de relieve social...

Finalmente hay « otros sectores que han de ser iluminados con la luz del Evangelio »,(39) como las llamadas áreas culturales « areópagos modernos », tales como el área de la comunicación; el área del compromiso por la paz, el desarrollo, la liberación de los pueblos y la salvaguardia de la creación; el área de la defensa de los derechos humanos, sobre todo los de las minorías, de la mujer y del niño; el área de la investigación científica y de las relaciones internacionales...

Actuación ante las situaciones concretas

212. El proceso de inculturación realizado por la catequesis está llamado a confrontarse continuamente con múltiples y diferentes situaciones concretas. Entre las más relevantes y frecuentes se pueden señalar:

– En primer lugar, hay que distinguir la inculturación en países en que la presencia cristiana es reciente y donde el primer anuncio misionero aún debe consolidarse, y la inculturación en países de larga tradición cristiana, necesitados de nueva evangelización.

– Se han de tener en cuenta también aquellas situaciones de tensión y de conflicto, ocasionadas por factores como el pluralismo étnico, el pluralismo religioso, las grandes diferencias de desarrollo, las condiciones de vida urbana y extraurbana, los modelos de referencia dominantes en unos países profundamente influidos por la secularización masiva y, en otros, por una fuerte religiosidad.

– Por fin, se deberá tener presente las tendencias culturalmente significativas del propio lugar, representadas por ciertos grupos sociales y profesionales, como los hombres de ciencia y de cultura, el mundo obrero, los jóvenes,los marginados, los extranjeros, los discapacitados...

En términos más generales, « la formación de los cristianos tendrá en cuenta en grado máximo la cultura humana del lugar, que contribuye a la misma formación, y que ayudará a juzgar tanto el valor que se encierra en la cultura tradicional como aquel otro propuesto en la cultura moderna. Préstese también la debida atención a las diversas culturas que pueden coexistir en un mismo pueblo y en una misma nación ».(40)

Tareas de las Iglesias locales(41)

213. Las Iglesias particulares tienen una competencia propia en la inculturación, y se refiere a todos los ámbitos de la vida cristiana. La catequesis es un aspecto y sector en esta tarea. Precisamente por la propia naturaleza de la inculturación, que tiene lugar en situaciones concretas y específicas, la « legítima atención a las Iglesias particulares no puede menos de enriquecer a la Iglesia. Es indispensable y urgente ».(42)

A tal fin, de modo oportuno y un poco por todas partes, las distintas Conferencias Episcopales van elaborando Directorios de catequesis (e instrumentos análogos), catecismos, materiales catequéticos, y establecen centros de estudio y escuelas de formación. A la luz de cuanto se expone en el presente Directorio, es preciso hacer una revisión y una puesta al día de estas orientaciones y directrices locales, estimulando la colaboración de los centros de estudio, recogiendo las experiencia de los catequistas y favoreciendo la participación del pueblo de Dios.

Iniciativas bajo la guía de los pastores

214. La importancia de cuanto se ha dicho y la indispensable fase de investigación y experimentación exigen que los legítimos pastores tomen iniciativas a este efecto y las orienten. Estas iniciativas pueden consistir en:

– Promover una catequesis amplia y capilar que ayude a superar el grave obstáculo de toda inculturación que es la ignorancia o la desinformación. Así se hace posible el diálogo y la participación activa de las personas, que señalan mejor vías eficaces para el anuncio.

– Llevar a cabo experiencias-piloto de inculturación de la fe al interior de un programa establecido por la Iglesia. Un papel importante en particular, asume la práctica del catecumenado de adultos conforme a lo establecido en el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos.

– Disponer, si en el mismo territorio eclesial existieran diversos grupos étnico-lingüísticos, de guías y directorios traducidos a las diversas lenguas, promoviendo un servicio catequético homogéneo a todos los grupos a través de centros apropiados.

– Establecer relaciones de reciprocidad y comunión entre las Iglesias locales, y entre éstas y la Santa Sede. Eso permitirá valorar las experiencias, criterios, itinerarios e instrumentos de trabajo más valiosos y actualizados en orden a la inculturación.


(24) Cf Segunda Parte, cap. 1; DGC (1971) 8; EN 20. 63; CT 53; RM 52-54; Juan pablo II, Discurso a los miembros del Consejo Internacional para la Catequesis: « L’Osservatore Romano » del 27 septiembre 1992; Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Instrucción La liturgia romana y la inculturación, (25 enero 1995): AAS 87 (1995), pp. 288-319; Comisión Teológica Inernacional Documento Commissio Theologica sobre Fe e inculturación (3-8 octubre 1988); Juan Pablo II, Exhor. apos., Iglesia en África, l.c.; Alocuciones con ocasión de sus viajes pastorales.

(25) Cf EN 20. 63; CT 53; RM 52-54; CEC 172-175.

(26) CT 53.

(27) Cf Segunda Parte, cap. 1.

(28) Cf CT 53.

(29) CT 53.

(30) EN 20.

(31) RM 54.

(32) Cf CT 59.

(33) CT 59.

(34) RM 37.

(35) Cf Tercera Parte, cap. 2.

(36) Cf DGC (1971) 123.

(37) Juan Pablo II, Alocución a los miembros del Coincat, l.c.

(38) CEC 24; cf FD 4.

(39) RM 37.

(40) ChL 63.

(41) Cf Quinta Parte, cap. 4.

(42) EN 63.