CONGREGACION PARA EL CLERO

DIRECTORIO GENERAL PARA LA CATEQUESIS



SEGUNDA PARTE

Capítulo II

« Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia »
El Catecismo de la Iglesia Católica y el Directorio General para la Catequesis
El Catecismo de la iglesia católica
Finalidad y naturaleza del Catecismo de la Iglesia Católica
La articulación del Catecismo de la Iglesia Católica
La inspiración del Catecismo de la Iglesia Católica: el cristocentrismo trinitario y la sublimidad de la vocación de la persona humana
El género literario del Catecismo de la Iglesia Católica
El depósito de la fe y el Catecismo de la Iglesia Católica
La Sagrada Escritura, el Catecismo de la Iglesia Católica y la catequesis
La tradición catequética de los Santos Padres y el Catecismo de la Iglesia Católica
Los Catecismos en las iglesias locales
Los Catecismos locales: su necesidad
El género literario de un Catecismo local
Los aspectos de la adaptación en un Catecismo local
La creatividad de las Iglesias locales respecto a la elaboración de Catecismos
El Catecismo de la Iglesia Católica y los Catecismos locales: la « sinfonía » de la fe


CAPITULO II

« Esta es nuestra fe, ésta es la fe de la Iglesia »

« Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia; así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena » (2 Tm 3,16).

« Mantenéos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta » preparado para toda obra buena » (2 Ts 2,15).

119. Este capítulo reflexiona sobre el contenido de la catequesis tal como la Iglesia lo expone en las síntesis de fe que oficialmente elabora y propone en sus Catecismos. La Iglesia ha dispuesto siempre de formulaciones de la fe que, en forma breve, condensan lo esencial de lo que Ella cree y vive: textos neotestamentarios, símbolos o credos, fórmulas litúrgicas, plegarias eucarísticas. Más tarde ha considerado también conveniente explicitar de modo más amplio la fe, a manera de una síntesis orgánica, por medio de los Catecismos que, en numerosas Iglesias locales, se han ido elaborando en estos últimos siglos. En dos momentos históricos, con ocasión del concilio de Trento y en nuestros días, se ha considerado oportuno ofrecer una exposición orgánica de la fe mediante un Catecismo de carácter universal, como punto de referencia para la catequesis en toda la Iglesia. Así, en efecto, ha procedido Juan Pablo II, al promulgar el Catecismo de la Iglesia Católica el 11 de octubre de 1992.

El presente capítulo trata de situar estos instrumentos oficiales de la Iglesia, como son los Catecismos, en relación a la actividad o práctica catequética.

En primer lugar reflexionará sobre el Catecismo de la Iglesia Católica, procurando clarificar el papel que le corresponde desempeñar en el conjunto de la catequesis eclesial. Se analiza, después, la necesidad de los Catecismos locales, que tienen por objeto adaptar el contenido de la fe a las diferentes situaciones y culturas y se ofrecerán algunas orientaciones para facilitar su elaboración. La Iglesia, al contemplar la riqueza del contenido de la fe expuesta en estos instrumentos que los propios Obispos proponen al Pueblo de Dios y que, a modo de « sinfonía » (414) expresan lo que Ella cree, celebra, vive y proclama: « Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia ».

El Catecismo de la Iglesia Católica y el Directorio General para la Catequesis

120. El Catecismo de la Iglesia Católica y el Directorio General para la Catequesis son dos instrumentos distintos y complementarios, al servicio de la acción catequizadora de la Iglesia:

– El Catecismo de la Iglesia Católica es « una exposición de la fe de la Iglesia y de la doctrina católica, atestiguadas e iluminadas por la Sagrada Escritura, la Tradición apostólica y el Magisterio de la Iglesia ». (415)

– El Directorio General para la Catequesis es la proposición de « unos principios teológico-pastorales de carácter fundamental, tomados del Magisterio de la Iglesia y particularmente del Concilio Ecuménico Vaticano II, por los que pueda orientarse y regirse más adecuadamente » (416) la actividad catequética de la Iglesia. Ambos instrumentos, cada uno en su género y desde su específica autoridad, se complementan mutuamente:

– El Catecismo de la Iglesia Católica es un acto del Magisterio del Papa por el que, en nuestro tiempo, sintetiza normativamente, en virtud de la Autoridad apostólica, la totalidad de la fe católica y la ofrece, ante todo a las Iglesias particulares, como punto de referencia para la exposición auténtica del contenido de la fe.

– El Directorio General para la Catequesis, por su parte, tiene el valor que la Santa Sede ordinariamente otorga a estos instrumentos de orientación, al aprobarlos y confirmarlos. Es un instrumento oficial para la transmisión del mensaje evangélico y para el conjunto del acto de catequizar.

– El carácter de complementariedad de ambos instrumentos justifica, como se indica en el Prefacio, que el presente Directorio General para la Catequesis no tenga que dedicar un capítulo a la exposición de los contenidos de la fe, como lo hacía el Directorio de 1971 bajo el título: « Principales elementos del mensaje cristiano ». (417) Por eso, en lo concerniente al contenido del mensaje, el Directorio General para la Catequesis remite al Catecismo de la Iglesia Católica, del cual quiere ser el instrumento metodológico para su aplicación concreta.

La presentación del Catecismo de la Iglesia Católica, que seguidamente se hace, no ha sido elaborada ni para resumir ni para justificar dicho instrumento del Magisterio, sino para procurar una mejor comprensión y recepción del Catecismo en la actividad catequética.

El Catecismo de la iglesia católica

Finalidad y naturaleza del Catecismo de la Iglesia Católica

121. El propio Catecismo de la Iglesia Católica indica, en su prólogo, el fin que persigue: «Este catecismo tiene por fin presentar una exposición orgánica y sintética de los contenidos esenciales y fundamentales de la doctrina católica, tanto sobre la fe como sobre la moral, a la luz del Concilio Vaticano II y del conjunto de la Tradición de la Iglesia ». (418) El Magisterio de la Iglesia con el Catecismo de la Iglesia Católica ha querido ofrecer un servicio eclesial para nuestro tiempo, reconociéndolo:

– « Instrumento válido y autorizado al servicio de la comunión eclesial ». (419) Desea fomentar el vínculo de unidad al facilitar en los discípulos de Jesucristo « la profesión de una misma fe recibida de los apóstoles ». (420)

– « Norma segura para la enseñanza de la fe ». (421) Ante el legítimo derecho de todo bautizado de conocer lo que la Iglesia ha recibido y cree, el Catecismo de la Iglesia Católica ofrece una respuesta clara. Es, por ello, referente fundamental para la catequesis y para las demás formas del ministerio de la Palabra.

– « Punto de referencia para los catecismos o compendios que se redacten en las diversas regiones ». (422) El Catecismo de la Iglesia Católica, en efecto, no está destinado a sustituir a los catecismos locales, (423) sino a « alentar y facilitar la redacción de nuevos catecismos locales que tengan en cuenta las diversas situaciones y culturas, pero que guarden cuidadosamente la unidad de la fe y la fidelidad a la doctrina católica ». (424) La naturaleza o carácter propio de este documento del Magisterio consiste en el hecho de que se presenta como síntesis orgánica de la fe de valor universal. En esto difiere de otros documentos del Magisterio, que no pretenden ofrecer dicha síntesis. Es diferente también de los Catecismos locales, los cuales, aunque elaborados en la comunión eclesial, se destinan, sin embargo, al servicio de una porción determinada del Pueblo de Dios.

La articulación del Catecismo de la Iglesia Católica

122. El Catecismo de la Iglesia Católica se articula en torno a cuatro dimensiones fundamentales de la vida cristiana: la profesión de fe, la celebración litúrgica, la moral evangélica y la oración. Las cuatro brotan de un mismo núcleo, el misterio cristiano, que:

– « es el objeto de la fe (primera parte);

– es celebrado y comunicado en las acciones litúrgicas (segunda parte);

– está presente para iluminar y sostener a los hijos de Dios en su obrar (tercera parte);

– es el fundamento de nuestra oración, cuya expresión privilegiada es el « Padre nuestro », y que constituye el objeto de nuestra petición, nuestra alabanza y nuestra intercesión (cuarta parte) ». (425)

Esta articulación cuatripartita desarrolla los aspectos esenciales de la fe:

– creer en Dios creador, Uno y Trino, y en su designio salvífico;

– ser santificado por El en la vida sacramental;

– amarle con todo el corazón y amar al prójimo como a sí mismo;

– orar esperando la venida de su Reino y el encuentro cara a cara con El. El Catecismo de la Iglesia Católica se refiere así a la fe creída, celebrada, vivida y hecha oración y constituye una llamada a una educación cristiana integral. La articulación del Catecismo de la Iglesia Católica remite a la unidad profunda de la vida cristiana. En él se hace explícita la interrelación entre « lex orandi », « lex credendi » y « lex vivendi ». « La Liturgia es, por sí misma, oración; la confesión de fe tiene su justo lugar en la celebración del culto. La gracia, fruto de los sacramentos, es la condición insustituible del obrar cristiano, igual que la participación en la liturgia requiere la fe. Si la fe no se concreta en obras permanece muerta y no puede dar frutos de vida eterna ». (426) Con esta articulación tradicional en torno a los cuatro pilares que sostienen la transmisión de la fe (símbolo, sacramentos, decálogo, Padre nuestro), (427) el Catecismo de la Iglesia Católica se ofrece como referente doctrinal en la educación de las cuatro tareas básicas de la catequesis (428) y para la elaboración de Catecismos locales, pero no pretende imponer ni a aquélla ni a éstos una configuración determinada. El modo más adecuado de ordenar los elementos del contenido de la catequesis debe responder a las respectivas circunstancias concretas y no se debe establecer a través del Catecismo común. (429) La exquisita fidelidad a la doctrina católica es compatible con una rica diversidad en el modo de presentarla.

La inspiración del Catecismo de la Iglesia Católica: el cristocentrismo trinitario y la sublimidad de la vocación de la persona humana

123. El eje central de la articulación del Catecismo de la Iglesia Católica es Jesucristo, « camino, verdad y vida » (Jn 14,6).

El Catecismo de la Iglesia Católica, centrado en Jesucristo, se abre en dos direcciones: hacia Dios y hacia la persona humana.

– El misterio de Dios, Uno y Trino, y su economía salvífica, inspira y jerarquiza desde dentro al Catecismo de la Iglesia Católica en su conjunto, así como a cada una de sus partes. La profesión de fe, la liturgia, la moral evangélica y la oración tienen, en el Catecismo de la Iglesia Católica, una inspiración trinitaria, que atraviesa toda la obra como hilo conductor. (430) Este elemento central inspirador contribuye a dar al texto un profundo carácter religioso.

– El misterio de la persona humana es presentado por el Catecismo de la Iglesia Católica a lo largo de sus páginas y, sobre todo, en algunos capítulos especialmente significativos: « El hombre es capaz de Dios », « La creación del hombre », « El Hijo de Dios se hizo hombre », « La vocación del hombre: la vida en el Espíritu »... y otros más. (431) Esta doctrina, contemplada a la luz de la naturaleza humana de Jesús, hombre perfecto, muestra la altísima vocación y el ideal de perfección a la que toda persona humana es llamada. En verdad, toda la doctrina del Catecismo de la Iglesia Católica queda sintetizada en este pensamiento conciliar: « Jesucristo, en la misma revelación del Padre y de su amor, manifiesta plenamente lo que es el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación ». (432)

El género literario del Catecismo de la Iglesia Católica

124. Es importante descubrir el género literario del Catecismo de la Iglesia Católica para respetar la función que la autoridad de la Iglesia le atribuye en el ejercicio y renovación de la actividad catequética en nuestro tiempo.

Los rasgos principales que definen el género literario del Catecismo de la Iglesia Católica son:

– El Catecismo de la Iglesia Católica es, ante todo, un catecismo; es decir, un texto oficial del Magisterio de la Iglesia que, con autoridad, recoge de forma precisa, a modo de síntesis orgánica, los acontecimientos y verdades salvíficas fundamentales, que expresan la fe común del pueblo de Dios, y que constituyen la referencia básica e indispensable para la catequesis.

– Por ser un catecismo, el Catecismo de la Iglesia Católica recoge lo que es básico y común en la vida cristiana, sin proponer como doctrina de fe interpretaciones particulares, que no son sino opiniones privadas o pareceres de alguna escuela teológica. (433)

– El Catecismo de la Iglesia Católica es, por otra parte, un catecismo de carácter universal, ofrecido a toda la Iglesia. En él se presenta una síntesis actualizada de la fe, que incorpora la doctrina del Concilio Vaticano II y los interrogantes religiosos y morales de nuestra época. Pero, « por su misma finalidad, este catecismo no se propone dar una respuesta adaptada, tanto en el contenido como en el método, a las exigencias que dimanan de las diferentes culturas, de las edades, de la vida espiritual y de situaciones sociales y eclesiales de aquellos a quienes se dirige la catequesis. Estas indispensables adaptaciones corresponden a catecismos propios de cada lugar, y más aún a aquellos que toman a su cargo instruir a los fieles ». (434)

El depósito de la fe y el Catecismo de la Iglesia Católica

125. El Concilio Vaticano II se propuso como tarea principal la de custodiar y explicar mejor el depósito precioso de la doctrina cristiana, con el fin de hacerlo más accesible a los fieles de Cristo y a todos los hombres de buena voluntad.

El contenido de este depósito es la Palabra de Dios, custodiada en la Iglesia. El Magisterio de la Iglesia, habiéndose propuesto elaborar un texto de referencia para la enseñanza de la fe, ha elegido de este precioso tesoro las cosas nuevas y antiguas que ha considerado más convenientes para el fin pretendido. El Catecismo de la Iglesia Católica se presenta así como un servicio fundamental: ayudar a que el anuncio del Evangelio y la enseñanza de la fe, que toman su mensaje del depóstio de la Tradición y de la Sagrada Escritura confiado a la Iglesia se realicen con total autenticidad. El Catecismo de la Iglesia Católica no es la única fuente de la catequesis, ya que, como acto del Magisterio, no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio. Pero es un acto, especialmente relevante, de interpretación auténtica de esa Palabra, con el propósito de ayudar a que el Evangelio sea anunciado y transmitido en toda su verdad y pureza.

126. A la luz de esta relación del Catecismo de la Iglesia Católica respecto al depósito de la fe conviene esclarecer dos cuestiones de vital importancia para la catequesis:

– la relación de la Sagrada Escritura y el Catecismo de la Iglesia Católica como puntos de referencia para el contenido de la catequesis;

– la relación entre la tradición catequética de los Padres de la Iglesia, con su riqueza de contenidos y comprensión del proceso catequético, y el Catecismo de la Iglesia Católica.

La Sagrada Escritura, el Catecismo de la Iglesia Católica y la catequesis

127. La Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II, subraya la importancia fundamental de la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia. La Sagrada Escritura es presentada, juntamente con la Sagrada Tradición, « como regla suprema de la fe », ya que transmite « inmutablemente la palabra del mismo Dios y, en las palabras de los Apóstoles y los Profetas, hace resonar la voz del Espíritu Santo ». (435) Por eso la Iglesia quiere que, en todo el ministerio de la Palabra, la Sagrada Escritura tenga un puesto preeminente. La catequesis, en concreto, debe ser « una auténtica introducción a la ‘lectio divina’, es decir, a la lectura de la Sagrada Escritura, hecha según el Espíritu que habita en la Iglesia ». (436)

En este sentido, « hablar de la Tradición y de la Escritura como fuentes de la catequesis es subrayar que ésta ha de estar totalmente impregnada por el pensamiento, el espíritu y las actitudes bíblicas y evangélicas, a través de un contacto asiduo con los mismos textos; y es también recordar que la catequesis será tanto más rica y eficaz cuanto más lea los textos con la inteligencia y el corazón de la Iglesia ». (437) En esta lectura eclesial de la Escritura, hecha a la luz de la Tradición, el Catecismo de la Iglesia Católica desempeña un papel muy importante.

128. La Sagrada Escritura y el Catecismo de la Iglesia Católica se presentan como dos puntos de referencia para inspirar toda la acción catequizadora de la Iglesia en nuestro tiempo:

– En efecto, la Sagrada Escritura, como « Palabra de Dios escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo » (438) y el Catecismo de la Iglesia Católica, como expresión relevante actual de la Tradición viva de la Iglesia y norma segura para la enseñanza de la fe, están llamados, cada uno a su modo y según su específica autoridad, a fecundar la catequesis en la Iglesia contemporánea.

– La catequesis transmite el contenido de la Palabra de Dios según las dos modalidades con que la Iglesia lo posee, lo interioriza y lo vive: como narración de la Historia de la Salvación y como explicitación del Símbolo de la fe. La Sagrada Escritura y el Catecismo de la Iglesia Católica han de inspirar tanto la catequesis bíblica como la catequesis doctrinal, que canalizan ese contenido de la Palabra de Dios.

– Es importante que, en el desarrollo ordinario de la catequesis, los catecúmenos y catequizandos puedan apoyarse tanto en la Sagrada Escritura como en el Catecismo local. La catequesis, en definitiva, no es otra cosa que la transmisión, vital y significativa, de estos documentos de la fe. (439)

La tradición catequética de los Santos Padres y el Catecismo de la Iglesia Católica

129. En el « depósito de la fe », junto con la Escritura, está contenida toda la Tradición de la Iglesia. « Los dichos de los Santos Padres atestiguan la presencia vivificante de esta Tradición, cuyas riquezas se infunden en la práctica y la vida de la Iglesia creyente y orante ». (440)

En referencia a tanta riqueza doctrinal y pastoral, algunos aspectos merecen destacarse:

– La importancia decisiva que los Padres atribuyen al Catecumenado bautismal en la configuración de las Iglesias particulares.

– La concepción gradual y progresiva de la formación cristiana, estructurada en etapas. (441) Los Padres configuran el catecumenado inspirándose en la pedagogía divina. En el proceso catecumenal, el catecúmeno, como el pueblo de Israel, recorre un camino para llegar a la tierra de la promesa: la identificación bautismal con Cristo. (442)

– La estructuración del contenido de la catequesis según las etapas de ese proceso. En la catequesis patrística, la « narración » de la historia de la salvación era lo primero. Después, avanzada la Cuaresma, se hacían las entregas del Símbolo y del Padre nuestro y se procedía a su « explicación », con todas sus implicaciones morales. La catequesis mistagógica, una vez celebrados los sacramentos de la iniciación, ayudaba a interiorizarlos y gustarlos.

130. El Catecismo de la Iglesia Católica, por su parte, aporta a la catequesis la gran tradición de los catecismos. (443) De la gran riqueza de esta tradición, también aquí algunos aspectos merecen destacarse:

– La dimensión cognoscitiva o veritativa de la fe. Esta no es sólo adhesión vital a Dios sino también asentimiento intelectual y de la voluntad a la verdad revelada. Los catecismos recuerdan constantemente a la Iglesia la necesidad de que los fieles, aunque sea de modo sencillo, tengan un conocimiento orgánico de la fe.

– La educación de la fe, enraizada en todas las fuentes de las que brota, abarca diferentes dimensiones: una fe profesada, celebrada, vivida y hecha oración. La riqueza de la tradición patrística y la de los catecismos confluye en la catequesis actual de la Iglesia, enriqueciéndola tanto en su misma concepción como en sus contenidos. Recuerdan a la catequesis los siete elementos básicos que la configuran: las tres etapas de la narración de la Historia de la salvación: el Antiguo Testamento, la vida de Jesucristo y la historia de la Iglesia; y los cuatro pilares de la exposición: el Símbolo, los Sacramentos, el Decálogo y el Padre nuestro. Con estas siete piezas maestras, base tanto del proceso de la catequesis de iniciación como del proceso permanente de maduración cristiana, pueden construirse edificios de diversa arquitectura o articulación, según los destinatarios o las diferentes situaciones culturales.

Los Catecismos en las iglesias locales

Los Catecismos locales: su necesidad (444)

131. El Catecismo de la Iglesia Católica se ofrece a todos los fieles y a todo hombre que quiera conocer lo que la Iglesia cree; (445) y, de modo muy particular, « se destina a alentar y facilitar la redacción de nuevos catecismos locales que tengan en cuenta las diversas situaciones y culturas, pero que guarden cuidadosamente la unidad de la fe y la fidelidad a la doctrina católica ». (446)

Los Catecismos locales, en efecto, elaborados o aprobados por Obispos diocesanos o por Conferencias Episcopales, (447) son instrumentos inapreciables para la catequesis, « llamada a llevar la fuerza del Evangelio al corazón de la cultura y de las culturas ». (448) Por esta razón, Juan Pablo II ha dirigido un cálido llamamiento a las Conferencias episcopales de todo el mundo, diciéndoles:

« Emprendan, con paciencia, pero también con firme resolución, el imponente trabajo a realizar de acuerdo con la Sede Apostólica, para lograr catecismos fieles a los contenidos esenciales de la Revelación, y puestos al día en lo que se refiere al método, capaces de educar en una fe robusta a las generaciones cristianas de los tiempos nuevos ». (449) Por medio de los Catecismos locales, la Iglesia actualiza la « pedagogía divina » (450) que Dios utilizó en la Revelación, al adaptar su lenguaje a nuestra naturaleza con su providencia solícita. (451) En los Catecismos locales, la Iglesia comunica el Evangelio de una manera muy accesible a la persona humana, para que ésta pueda realmente percibirlo como buena noticia de salvación. Los Catecismos locales se convierten, así, en expresión palpable de la admirable « condescendencia » (452) de Dios y de su « amor inefable » (453) al mundo.

El género literario de un Catecismo local

132. Tres rasgos principales caracterizan a todo catecismo, asumido como propio de una Iglesia local: su carácter oficial, la síntesis orgánica y básica de la fe que ofrece y el hecho de ser ofrecido, junto a la Sagrada Escritura, como punto de referencia para la catequesis.

– El Catecismo local, en efecto, es texto oficial de la Iglesia. De alguna forma visibiliza la « entrega del Símbolo » y la « entrega del Padre nuestro » a los catecúmenos y a los que van a ser bautizados. Es la expresión, por tanto, de un acto de tradición. El carácter oficial del Catecismo local establece una distinción cualitativa respecto a los demás instrumentos de trabajo, útiles en la pedagogía catequética (textos didácticos, catecismos no oficiales, guías del catequista...).

– Todo catecismo es, además, un texto de base y de carácter sintético, en el que se presentan, de manera orgánica y atendiendo a la « jerarquía de verdades », los acontecimientos y verdades fundamentales del misterio cristiano. – El Catecismo local presenta, en su organicidad, un compendio de los « documentos de la Revelación y de la tradición cristiana », (454) que son ofrecidos en la rica diversidad de « lenguajes » en que se expresa la Palabra de Dios.

El Catecismo local se ofrece, finalmente, como punto de referencia inspirador de la catequesis. La Sagrada Escritura y el Catecismo son los dos documentos doctrinales de base en el proceso de catequización, para tener siempre a mano. Siendo uno y otro los instrumentos primordiales, no son los únicos: se requieren otros instrumentos de trabajo más inmediatos. (455) Por tanto, es legítimo preguntarse si un Catecismo oficial debe incluir elementos pedagógicos o, por el contrario, debe limitarse a ser una síntesis doctrinal, ofreciendo sólo las fuentes.

En cualquier caso, al ser el catecismo un instrumento para el acto catequético, que es acto de comunicación, responde siempre a una clara inspiración pedagógica, y siempre debe transparentar, dentro de su género, la pedagogía divina. Las cuestiones más claramente metodológicas son, ordinariamente, más propias de otros instrumentos.

Los aspectos de la adaptación en un Catecismo local(456)

133. El Catecismo de la Iglesia Católica indica cuáles son los aspectos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de adaptar o contextualizar la síntesis orgánica de la fe que todo Catecismo local debe ofrecer. Esta síntesis de fe debe responder a las exigencias que dimanan de « las diferentes culturas, de las edades, de la vida espiritual, de las situaciones sociales y eclesiales de aquellos a quienes se dirige la catequesis ». (457) También el Concilio Vaticano II afirma con énfasis la necesidad de adaptar el mensaje evangélico: « Esta predicación acomodada de la palabra revelada debe mantenerse como ley de toda evangelización ». (458) Según esto:

– Un Catecismo local ha de presentar la síntesis de fe en referencia a la cultura concreta en que viven inmersos los catecúmenos y catequizandos. Incorporará, por tanto, todas aquellas « expresiones originales de vida, de celebración y de pensamiento cristianos », (459) surgidas de la propia tradición cultural y que son fruto del trabajo y de la inculturación de la Iglesia local.

– Un Catecismo local, « fiel al mensaje y fiel a la persona humana », (460) presenta el misterio cristiano de modo significativo y cercano a la psicología y mentalidad de la edad del destinatario concreto y, en consecuencia, en clara referencia a las experiencias nucleares de su vida. (461)

– También se debe cuidar, de manera muy especial, la forma concreta de vivir el hecho religioso en una sociedad determinada. No es lo mismo ofrecer un Catecismo en un ambiente de marcada indiferencia religiosa que en un contexto de honda religiosidad. (462) El tratamiento, en concreto, de la relación « fe-ciencia » ha de estar muy cuidado en todo catecismo.

– La problemática social circundante, al menos en sus elementos estructurantes más profundos (económicos, políticos, familiares...), es un factor importante para contextualizar el Catecismo. Inspirándose en la doctrina social de la Iglesia, el Catecismo sabrá ofrecer criterios, motivaciones y pautas de acción que iluminen la presencia cristiana en medio de esa problemática. (463)

– Finalmente, la situación eclesial concreta que vive la Iglesia particular es, sobre todo, el contexto obligado al que referir el Catecismo. Obviamente, no las situaciones coyunturales, a las que se atiende mediante otros escritos magisteriales, sino la situación más permanente que reclama una evangelización con acentos más específicos y determinados. (464)

La creatividad de las Iglesias locales respecto a la elaboración de Catecismos

134. Las Iglesias locales, en la tarea de adaptar, contextualizar e inculturar el mensaje evangélico a las diferentes edades, situaciones y culturas, por medio de los Catecismos, necesitan una certera y madura creatividad. Del depositum fidei, confiado a la Iglesia, las Iglesias locales han de seleccionar, estructurar y expresar, bajo la guía del Espíritu Santo, Maestro interior, todos aquellos elementos con los que transmitir, en una situación determinada, el Evangelio en toda su autenticidad.

En esta difícil tarea, el Catecismo de la Iglesia Católica es « punto de referencia » para garantizar la unidad de la fe. El presente Directorio General para la Catequesis, por su parte, ofrece los criterios básicos que deben orientar la presentación del mensaje cristiano.

135. En la elaboración de los Catecismos locales conviene recordar lo siguiente:

– Se trata, ante todo, de elaborar verdaderos Catecismos adaptados e inculturados. En este sentido conviene distinguir entre lo que es un Catecismo, que actualiza el mensaje cristiano a las distintas edades, situaciones y culturas, y lo que es una mera síntesis del Catecismo de la Iglesia Católica, como instrumento de introducción al estudio del mismo. Son dos géneros diferentes. (465)

– Los Catecismos locales pueden tener un carácter diocesano, regional o nacional. (466)

– Atendiendo a la estructuración de los contenidos, los diferentes Episcopados publican, de hecho, Catecismos con diversas articulaciones o configuraciones. Como ya se ha indicado, el Catecismo de la Iglesia Católica es propuesto como referente doctrinal, pero no quiere imponerse con él, para toda la Iglesia, una configuración determinada de catecismo. Hay, así, Catecismos con una configuración trinitaria, otros se estructuran según las etapas de la historia de la salvación, otros siguiendo un tema bíblico o teológico de gran densidad (Alianza, Reino de Dios, etc.), otros lo hacen según las dimensiones de la fe, otros siguiendo el año litúrgico.

– Atendiendo a la manera de expresar el mensaje evangélico, la creatividad de un Catecismo incide, también, en la misma formulación del contenido. (467) Evidentemente, un catecismo debe ser fiel al depósito de la fe en el modo de expresar la sustancia doctrinal del mensaje cristiano: « Las Iglesias particulares profundamente compenetradas no sólo con las personas, sino con las aspiraciones, las riquezas y límites, las maneras de orar, de amar, de considerar la vida y el mundo que distinguen a tal o cual conjunto humano, tienen la función de asimilar lo esencial del mensaje evangélico, de traducirlo, sin la menor traición a su verdad esencial, al lenguaje que esos hombres comprenden y de anunciarlo después en ese mismo lenguaje ». (468)

El principio a seguir en esta delicada tarea es el indicado por el Concilio Vaticano II: « buscar siempre el modo más apropiado de comunicar la doctrina a los hombres de nuestra época, porque una cosa es el depósito mismo de la fe, o sea sus verdades, y otra cosa es el modo de formularlas, conservando el mismo sentido y el mismo significado ». (469)

El Catecismo de la Iglesia Católica y los Catecismos locales: la « sinfonía » de la fe

136. El Catecismo de la Iglesia Católica y los Catecismos locales, naturalmente con la específica autoridad de cada uno, forman una unidad. Son la expresión concreta de la « unidad en la misma fe apostólica » (470) y, al mismo tiempo, de la rica diversidad de la formulación de esa misma fe.

El Catecismo de la Iglesia Católica y los Catecismos locales juntos, al contemplar su armonía, muestran la sinfonía de la fe: una sinfonía, ante todo, interna al mismo Catecismo de la Iglesia Católica, elaborado con la colaboración de todo el Episcopado de la Iglesia católica; y una sinfonía derivada de él y manifestada en los Catecismos locales. Esta « sinfonía », este « coro de voces de la Iglesia universal », (471) manifestada en los Catecismos locales, fieles al Catecismo de la Iglesia Católica, tiene un significado teológico importante:

– Expresa, ante todo, la catolicidad de la Iglesia. Las riquezas culturales de los pueblos se incorporan a la expresión de la fe de la única Iglesia.

– El Catecismo de la Iglesia Católica y los Catecismos locales manifiestan también la comunión eclesial de la que la « profesión de una sóla fe » (472) es uno de sus vínculos visibles. Las Iglesias particulares, « en las cuales y partir de las cuales existe la Iglesia católica, una y única », (473) forman con el todo, con la Iglesia universal, « una peculiar relación de mutua interioridad ». (474) La unidad entre el Catecismo de la Iglesia Católica y los Catecismos locales visibiliza esa comunión.

– El Catecismo de la Iglesia Católica y los Catecismos locales expresan, igualmente, de forma palpable, la realidad de la colegialidad episcopal. Los obispos, cada uno en su diócesis, y juntos como colegio, en comunión con el sucesor de Pedro, tienen la máxima responsabilidad de la catequesis en la Iglesia. (475)

El Catecismo de la Iglesia Católica y los Catecismos locales, por su unidad profunda y su rica diversidad, están llamados a ser fermento renovador de la catequesis en la Iglesia. Al contemplarlos con una mirada católica y universal, la Iglesia, es decir, la entera comunidad de discípulos de Cristo puede decir en verdad: « ¡Esta es nuestra fe, ésta es la fe de la Iglesia! ».


(414) Cf FD 2d.

(415) FD 4a.

(416) DCG (1971) Introducción.

(417) DCG (1971), Tercera parte, cap. 2.

(418) CEC 11.

(419) FD 4c; FD 4b.

(420) CEC 815.

(421) FD 4a; cf FD 4c.

(422) FD 1f; cf FD 4c.

(423) FD 4d.

(424) Ibidem.

(425) FD 3d.

(426) FD 3e.

(427) Cf CEC 13.

(428) Cf Primera parte, cap. 3 del presente Directorio.

(429) Cf Card. J. Ratzinger, Introducción al Catecismo de la Iglesia Católica, en J. Ratzinger y C. Schönborn, Introducción al Catecismo de la Iglesia Católica, Madrid 1994, pp. 29-30.

(430) Cf CEC 189-190; 1077-1109; 1693-1695; 2564; etc.

(431) Cf CEC 27-49; 355-379; 456-478; 1699-1756; etc.

(432) GS 22a.

(433) DCG (1971) 119.

(434) CEC 24.

(435) DV 21.

(436) MPD, 9c; cf Pontificia Comisión bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, IV, C,3.

(437) CT 27; cf Sínodo 1985, II,B,a,1.

(438) DV 9.

(439) Cf MPD 9.

(440) DV 8c.

(441) Cuando el Concilio Vaticano II solicitó la restauración del catecumenado de adultos subrayó su necesaria gradualidad: « Restáurese el catecumenado de adultos, dividido en distintas etapas » (SC 64).

(442) Es significativo, a título de ejemplo, el testimonio de Orígenes: « Cuando abandonas las tinieblas de la idolatría y deseas llegar al conocimiento de la ley divina, entonces empiezas tu salida de Egipto. Cuando has sido agregado a la multitud de los catecúmenos y has comenzado a obedecer a los mandamientos de la Iglesia, entonces has atravesado el mar Rojo. En las paradas del desierto, cada día, te aplicas a escuchar la ley de Dios y a contemplar el rostro de Moisés que te descubre la gloria del Señor. Pero cuando llegues a la fuente bautismal, habiendo atravesado el Jordán, entrarás en la tierra de la promesa » (Origenes, Homiliae in Iesu Nave, IV, 1: SCR 71, 149).

(443) Cf CEC 13.

(444) El presente apartado se refiere exclusivamente a los Catecismos oficiales, es decir, a aquéllos que el Obispo diocesano (CIC 775, 1) o la Conferencia episcopal (CIC 775, 2) asumen como propios. Los catecismos no oficiales (CIC 827,1) y otros instrumentos de trabajo para la catequesis (DCG 1971, 116) serán considerados en la Quinta Parte, cap. 4.

(445) FD 4c.

(446) FD 4d.

(447) Cf CIC 775.

(448) CT 53a.

(449) CT 50.

(450) DV 15.

(451) Cf DV 13.

(452) DV 13.

(453) Cf DV 13. «Benignidad inefable», «providencia y cuidado», «condescendencia» son expresio- nes que definen la pedagogía divina en la Revelación. Muestran el deseo de Dios de « adaptarse » (synkatabasis) a los seres humanos. Este mismo espíritu es el que ha de guiar la elaboración de los Catecismos locales.

(454) DCG (1971) 119.

(455) En la catequesis, junto a los instrumentos, intervienen otros factores decisivos: la persona del catequista, el método de transmisión, la relación que se establece entre catequista y catequizando, el respeto al ritmo interior de recepción por parte del destinatario, el clima de amor y de fe en la comunicación, el compromiso activo de la comunidad cristiana, etc.

(456) Cf Cuarta Parte, cap. 1.

(457) CEC 24.

(458) GS 44.

(459) CT 53a.

(460) Cf CT 55c; MPD 7; DCG (1971) 34.

(461) Cf CT 36-45.

(462) En los Catecismos locales debe prestarse atención al tratamiento y orientación de la religiosidad popular (cf EN 48; CT 54 ; CEC 1674-1676), así como a lo concerniente al diálogo ecuménico (cf CT 32-34; CEC 817-822) y al diálogo interreligioso (cf EN 53; RM 55-57; CEC 839-845).

(463) LC 72 distingue entre « principios de reflexión », « criterios de juicio » y « directrices de acción », que la Iglesia ofrece en su doctrina social. Un Catecismo sabrá distinguir estos niveles.

(464) Se hace refiencia aquí, fundamentalmente a las « diferentes situaciones socio-religiosas » ante la evangelización. Se trata de ellas en la Primera Parte, cap. 1.

(465) Acerca de esta distinción entre Catecismos locales y obras de síntesis del CEC ver lo indicado en Congregación para la Doctrina de la Fe Congregación para el Clero, Carta a los Presidentes de las Conferencias Episcopales Orientaciones acerca de las « obras de síntesis » del Catecismo de la Iglesia Católica (Prot. n. 94004378 del 20 diciembre 1994), Permisas 1-5. Entre otras cosas dice: « Las obras de síntesis del CEC pueden, erróneamente, ser entendidas como sustitutivas de los Catecismos locales, al punto de desalentar de hecho la preparación de éstos, mientras carecen, por su parte, de las adaptaciones a las particulares situaciones de los destinatarios, que requiere la catequesis » (n. 4).

(466) Cf CIC 775, 1-2.

(467) La cuestión del lenguaje, tanto en los Catecismos locales como en el acto catequético, es de suma importanica. Cf CT 59.

(468) EN 63. En esta delicada tarea de « asimilar-traducir », indicada en este texto, es muy importante tener en cuenta la observación hecha por la Congregaciòn para la Doctrina de la Fe y la Congregación para el Clero en Orientaciones acerca de las ?obras de síntesis’ del Catecismo de la Iglesia Católica, Premisas 3: « La elaboración de Catecismos locales, que tengan al CEC como ?texto de referencia válido y auterizado’ (FD 4), permanece como objetivo importante para los Episcopados. Pero las previsibles dificultades que se encontrarán en tal empresa sólo podrán ser superadas si, mediante un adecuado y quizá incluso prolongado tiempo de asimilación del CEC, se prepara el terreno teológico, catequético y lingüístico para una real obra de inculturación de los contenidos del Catecismo ».

(469) GS 62b.

(470) FD 4b.

(471) RM 54b.

(472) CEC 815.

(473) LG 23a.

(474) Congregación para la Doctrina de la Fe, « Communionis notio », n. 9: l.c. 843.

(475) Cf CT 63b.