LA INICIACIÓN CRISTIANA

REFLEXIONES Y ORIENTACIONES

Madrid, 27 de Noviembre de 1998

LXX ASAMBLEA PLENARIA DE LA
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA


TERCERA PARTE

LA RENOVACIÓN DE LA PASTORAL DE LA INICIACIÓN CRISTIANA

1. ESPERANZAS Y RETOS EN LA HORA PRESENTE
2. INICIACIÓN CRISTIANA DE NIÑOS, ADOLESCENTES Y JÓVENES
3. INICIACIÓN CRISTIANA DE ADULTOS
4. LA INICIACIÓN CRISTIANA DE NIÑOS Y ADOLESCENTES NO BAUTIZADOS

CONCLUSIÓN


TERCERA PARTE

LA RENOVACIÓN DE LA PASTORAL DE LA INICIACIÓN CRISTIANA

Reflexión preliminar

61 Se ha dicho desde el principio que la Iniciación cristiana lleva consigo un verdadero itinerario estructurado en etapas y dotado de acciones propias que ayuden al catequizando a profesar la fe y a celebrar los sacramentos de la Iglesia. Ahora bien, la diversidad de situaciones y de necesidades en las Iglesias particulares, aconsejan que este itinerario sea concretado en cada una de ellas bajo la responsabilidad del Obispo.163 A él le corresponde sancionar los directorios u otros instrumentos pastorales respecto a esta materia164 con vistas a ofrecer no sólo un proceso de Iniciación cristiana, unitario y coherente para niños, adolescentes y jóvenes, sino también, eventualmente, el catecumenado de adultos propiamente dicho, y un itinerario de catequesis para los adultos que necesitan fundamentar su fe o completar su Iniciación cristiana, tal como propone el Directorio General para la Catequesis.165

Diversas diócesis han publicado ya directorios y orientaciones para alguno de los sacramentos de iniciación o para todo el conjunto de dicha iniciación. Es preciso recoger esta rica experiencia eclesial nacida de una preocupación pastoral que urge a todos. En esta tercera parte se hacen sugerencias acerca de la renovación de la pastoral de la iniciación cristiana, tomando en consideración estas realizaciones diocesanas. Nos urgen, sobre todo, la obediencia al mandato misionero del Resucitado y la fidelidad a la condición maternal de la Iglesia.

Ningún pastor puede quedar indiferente ante la petición del bautismo por parte de padres o de adultos, o ante jóvenes que piden ser confirmados. "La función de los pastores no se reduce a cuidar a cada uno de los fieles individualmente. Se extiende propiamente también a formar una auténtica comunidad cristiana... La comunidad local no debe favorecer sólo el cuidado de sus fieles, sino que, llena de amor misionero, debe preparar a todos los hombres el camino hacia Cristo. Tiene, sin embargo, especialmente encomendados los catecúmenos y neófitos, a los que hay que educar gradualmente en el conocimiento y práctica de la vida cristiana"’.166

1. ESPERANZAS Y RETOS EN LA HORA PRESENTE

Objetivos de la Conferencia Episcopal Española para la nueva evangelización

62 En el programa pastoral de la Conferencia Episcopal Española del trienio 1994-1997, decíamos que "leyendo con reposo los discursos del Santo Padre durante su última visita a España no queda duda de que la idea que los preside y unifica es animarnos a proseguir y, si es preciso, fortalecer más todavía un esfuerzo de evangelización, centrado en el intento de consolidar religiosamente la fe de los que creen y llamar a una verdadera conversión a los que no creen".167

Nuestras Iglesias siguen engendrando y educando nuevos hijos de Dios, cumpliéndose el mandato del Señor: "Bautizadlos y enseñadles". Pero esta función maternal de la Iglesia se realiza con frecuencia con muchas limitaciones, provenientes en parte de la falta de vigor en el sentido eclesial, fraternal y misionero a la vez, de las propias comunidades cristianas, y también del ámbito de las familias, que acusan los efectos de la ruptura entre la fe y la vida, del debilitamiento del compromiso cristiano y de la práctica sacramental, y de la crisis vocacional al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada

Dificultades en una sociedad secularizada

63 Hoy, la Iglesia en España "se ve llamada a desplegar una acción pastoral de evangelización frente al fenómeno generalizado del debilitamiento de la fe y de la difusión de la increencia entre nosotros"168. Ya no basta crear un cierto clima religioso durante la infancia. Al mismo tiempo la formación cristiana de muchos fieles es muy superficial, sin apenas incidencia en su manera de pensar y en sus costumbres. No pocos católicos, que recibieron los tres sacramentos de la Iniciación y a los que se les impartió enseñanzas cristianas en la catequesis y en la escuela, apenas se identifican hoy con Jesucristo y con su Iglesia. Al hablar de la renovación pastoral de la Iniciación cristiana se debe tener en cuenta que la Iglesia está viviendo hoy un cierto modo de neopaganismo que se manifiesta en la existencia de un número creciente de no bautizados, y especialmente en un comportamiento, tanto privado como público, de un buen número de bautizados que deja al descubierto una vida cristiana a todas luces insuficiente.

64 Esta situación de fe de las comunidades cristianas en general, y de los niños, adolescentes y jóvenes en particular, nos obliga a asumir con mayor realismo y cuidado las tareas propias de la Iniciación cristiana promoviendo con nuevo impulso y renovada orientación "la tarea maravillosa y esforzada que espera a todos los fieles laicos, a todos los cristianos, sin pausa alguna: conocer cada vez más las riquezas de la fe y del Bautismo y vivirlas en creciente plenitud. El apóstol Pedro hablando del nacimiento y crecimiento como de dos etapas de la vida cristiana, nos exhorta: ‘Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la salvación’ (1 Pe 2,2)".169

Una realidad esperanzadora

65 No obstante todo lo anterior, las familias españolas desean, mayoritariamente, el Bautismo para sus hijos, y que se preparen y participen en la Primera Eucaristía. Son asimismo muchos los adolescentes y jóvenes españoles que reciben también el sacramento de la Confirmación. A todos ellos se les sigue ofreciendo catequesis y enseñanza religiosa escolar, con la generosa entrega y cada día más cualificada preparación de catequistas y profesores. Quizá nunca como en nuestros días se han desplegando tantos esfuerzos en la atención pastoral de la adolescencia y de la juventud. Los movimientos eclesiales de niños y de jóvenes forman hoy el grupo asociativo más numeroso dentro de estas edades, fuera del deporte, en una sociedad como la española, tan reacia al asociacionismo170. Miles de agentes de pastoral y cientos de grupos, están dispuestos a acoger y a educar en la fe a los niños, adolescentes y jóvenes españoles bautizados, a pesar del avance del secularismo y del paganismo en nuestra sociedad171. La esperanza que tenemos puesta en el Señor no nos defrauda, pero nos impulsa a mejorar nuestro ineludible servicio de iniciar en la fe a los nuevos cristianos.

Tarea de toda la Iglesia

66 La Iniciación cristiana es una tarea de todos los fieles. En este sentido, "el que ha sido evangelizado, evangeliza a su vez. He aquí la prueba de la verdad, la prueba de toque de la evangelización"172. Ahora bien, esta tarea reclama una conversión de nuestras comunidades y de cada uno de sus miembros, pues nadie puede evangelizar y ayudar en la Iniciación cristiana si antes no purifica la propia fe y esperanza en la salvación de Dios, haciéndolas más profundamente teologales y más comprometidas en la transformación de la vida de los creyentes y de su presencia en la sociedad173. Es necesario también fomentar la comunión eclesial interna, pues de ello depende la credibilidad y eficacia de la misión. En efecto, la comunión eclesial es la primera forma de misión. Esto supone reconocer y valorar el carisma de cada uno, puesto de manifiesto en la comunión eclesial.174

67 Para evangelizar, es preciso hacerse solidario con los hombres que se alegran, sufren, buscan... y reconocer la llamada que Dios hace a través de la vida de cada persona y de las distintas situaciones sociales, especialmente de los más pobres y necesitados.175 ‘’En la evangelización, además de los sujetos y de los medios humanos, intervienen principalmente la fuerza de la Palabra y del Espíritu de Dios. Por eso, desde la experiencia personal y comunitaria de la salvación de Dios, que comunica paz, serenidad y gozo profundo, en confluencia con el dolor y el peso del vivir humano, es como podremos convertirnos en comunicadores de la Buena Nueva a los hombres y mujeres con los que la vida nos hace encontradizos...El hecho de la evangelización no es un mero proceso mecánico de dar y recibir: la evangelización brota allí donde se establece el encuentro entre personas, con una relación positiva y con una comunicación interpersonal. Cuando hay caridad y amor se abre la puerta a la Buena Nueva que viene de Dios’’176

Anuncio misionero y catequesis de iniciación, elementos de un proyecto unitario de evangelización

68 "La situación actual de la evangelización postula que las dos acciones, el anuncio misionero y la catequesis de iniciación, se conciban coordinadamente y se ofrezcan, en la Iglesia particular, mediante un proyecto evangelizador misionero y catecumenal unitario. Hoy la catequesis debe ser vista, ante todo, como la consecuencia de un anuncio misionero eficaz. La referencia del decreto Ad Gentes, que sitúa al catecumenado en el contexto de la acción misionera de la Iglesia, es criterio de referencia muy válido para toda la catequesis".177

2. INICIACIÓN CRISTIANA DE NIÑOS, ADOLESCENTES Y JÓVENES

A. El Bautismo de los párvulos

Fundamento de todo el itinerario de la iniciación

69 La celebración del Bautismo señala el comienzo de la Iniciación cristiana de los niños y el principal punto de referencia para todo el itinerario que ha de venir después. En toda celebración del Bautismo la Iglesia confiesa que la participación en la vida divina178 es un don del amor universal, precedente y gratuito del Padre179. Esto es aún más manifiesto en el Bautismo de los párvulos, practicado por la Iglesia desde la antigüedad, ante la petición de unos padres creyentes o favorables a la fe, y abiertos, al menos, a la futura educación cristiana de estos niños. Es, más todavía, signo del amor divino, si cabe, cuando se trata del bautismo de aquellos párvulos que están en peligro inmediato de muerte, o de aquellos que padecen graves deficiencias mentales180. Este acontecimiento fundamental en la vida de cada niño tendrá que ser recordado, profundizado y gozosamente vivido por él más adelante, pero también deberá ser tenido en cuenta por los que le rodean y educan, desde los primeros años.

Situación de la pastoral del bautismo

70 La aparición en el año 1970 de la edición española del Ritual del Bautismo de los Niños, versión de la edición típica promulgada por el Papa Pablo VI y preparada según las directrices del Concilio Vaticano II181, puso en marcha una importante renovación de la pastoral relacionada con el Bautismo de los párvulos. Entre los frutos más sobresalientes en nuestra Iglesia se pueden señalar la existencia de una mayor conciencia de la identidad del Bautismo como sacramento de la fe, de su incidencia e importancia para la vida personal, de la exigencia del compromiso educador de la familia y especialmente de la Iglesia local, de la conveniencia de esta práctica pastoral, -actualmente casi del todo adquirida-, de la necesidad de preparación de los padres y padrinos, del carácter comunitario -con asistencia y participación activa de los fieles-182 que debe revestir cualquier celebración bautismal, aunque se trate de un solo sujeto.

71 Junto a estos bienes, favorecidos por la utilización del ritual, han ido apareciendo o se han intensificado durante estos años diversas dificultades que merecen ser tenidas en cuenta en estos momentos, sobre todo a causa de las motivaciones y repercusiones de índole doctrinal que algunas de ellas llevan consigo. Así, al constatar el hecho de que cada vez es más escasa la realización del despertar religioso en el seno de las famílias, más difícil la educación en la fe de los niños y la perseverancia de los jóvenes en la vida cristiana, no pocos párrocos se preguntan si no deberían ser más exigentes a la hora de bautizar a los párvulos, especialmente cuando los padres no dan señales claras de fe o de aceptar los postulados de la futura educación cristiana de sus hijos; o si no sería preferible diferir el Bautismo para cuando sea posible iniciar un catecumenado o asumir un compromiso personal; no faltando también quienes han sugerido que el Bautismo sólo se confiera en la edad adulta.

72 A estas dificultades se añade la práctica, muy generalizada, de la dilación de la administración del Bautismo, sin más justificación que las conveniencias familiares o sociales. Hay que recordar que las dilaciones poco motivadas por parte de los pastores crean una cierta confusión en los fieles; y que la práctica de esta dilación a fin de reunir a toda costa a varios niños en una misma celebración, da lugar, a veces, a celebraciones más colectivas que verdaderamente comunitarias.

Necesidad de mayor atención a los fundamentos doctrinales

73 De todo esto lo más preocupante es que se llega a un debilitamiento de la conciencia acerca de la necesidad y del significado salvífico del Bautismo, del que con frecuencia se silencia su finalidad de remisión de los pecados. Se trata de un problema que afecta a todos los ámbitos de la pastoral, y repercute especialmente en la conciencia de la necesidad de la Iglesia; en el reconocimiento de cuál es la verdadera dimensión del diálogo interreligioso, y en del carácter único y universal de la salvación de Jesucristo. La Iglesia confiesa ‘que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados’; por esto procura no descuidar "la misión que ha recibido del Señor de hacer renacer del agua y del Espíritu a todos los que pueden ser bautizados"183 y no deja de afirmar la urgencia de que los niños reciban cuanto antes la adopción de hijos de Dios.184

74 Es cierto que los avances de la medicina y de la sanidad han eliminado prácticamente la mortalidad infantil. Pero no debe olvidarse la obligación de los padres de "hacer que los hijos sean bautizados en las primeras semanas"185. Para ello deben acudir "cuanto antes" al párroco para pedir el sacramento, después del nacimiento o incluso antes de él, y prepararse debidamente186. En definitiva se hace necesario insitir, tanto en la catequesis como en la práctica pastoral, en la vigencia de los principios doctrinales, en virtud de los cuales la Iglesia, desde los orígenes, ha bautizado a los párvulos. Éstos son personas y, aunque no sean capaces de manifestarlo mediante actos conscientes y libres, son ciertamente capaces de recibir el don de ser hechos verdaderos hijos de Dios por el bautismo, de manera que su conciencia y su libertad podrán, después, disponer de las energías infundidas en su alma por la gracia bautismal.

75 El hecho de que los párvulos no puedan aún profesar su fe no impide que se les confiera el sacramento, porque en realidad "son bautizados en la fe de la Iglesia", no precisamente en la fe personal que los padres puedan tener, cosa, evidentemente deseable. Hace siglos que san Agustín explicaba que es la Iglesia madre, más que los padres, la que lleva en sus brazos a los párvulos hacia la regeneración cristiana. No obstante, aunque la Iglesia es "consciente de la eficacia de su fe que actúa en el bautismo de los niños y de la validez del sacramento que ella les confiere, reconoce límites a su praxis, ya que, exceptuando el caso de peligro de muerte, ella no acepta dar el sacramento sin el consentimiento de los padres y la garantía seria de que el niño bautizado recibirá la educación católica".187

La preparación de padres y padrinos

76 No se trata aquí de repetir lo que ya dice el Ritual del Bautismo de Niños en orden a la preparación y celebración del mismo188, pero sí de señalar que en la catequesis y en la celebración hay que subrayar la gratuidad de la acción de la gracia de Dios, así como la maternidad de la Iglesia, que no excluye a nadie; y finalmente el compromiso que adquieren los padres y padrinos de ayudar al nuevo cristiano a proseguir el itinerario que tiene su punto de partida en el Bautismo.189

La preparación de los padres y padrinos del niño que va a ser bautizado puede considerarse como un factor de la Iniciación cristiana de éste. Esta preparación constituye hoy una de las mayores y más graves preocupaciones de los pastores ante la carencia de signos de vida cristiana que se observan en un buen número de padres, apenas evangelizados, y que mantienen actitudes de indiferencia y de alejamiento de la comunidad eclesial y de la práctica religiosa. Esto hace muy difícil que puedan ser efectivamente los primeros educadores en la fe de sus hijos. Por este motivo la acogida de los padres y padrinos reviste una gran importancia, y no debería reducirse habitualmente a una simple preparación ceremonial de la celebración del Bautismo de sus hijos.

77 La acogida ha de tener todas las características de un acto de apertura personal, de ofrecimiento evangelizador, y de auténtica catequesis mistagógica para los que van a participar en la acción litúrgica, de manera que la celebración del sacramento pueda ir precedida realmente de unos pasos de aproximación a la acción de Jesucristo. Los contactos o encuentros con los padres y padrinos deberían incluir como contenidos, la importancia de la fe en Jesucristo y la novedad que supone el Bautismo en la vida de su hijo, la grandeza de la filiación divina adoptiva, el compromiso en orden a la futura educación cristiana y algunas indicaciones pedagógicas de cómo ejercer esta función. Para que esta preparación de los padres y padrinos sea más fructífera, se debe procurar no limitar los contactos al tiempo anterior a la celebración, sino que prosigan, una vez celebrado el Bautismo, con la colaboración de los miembros de la comunidad cristiana capaces de dar testimonio de su fe y de cercanía fraterna.

78 La ayuda que necesita hoy la familia aconseja que existan en la comunidad colaboradores efectivos de los padres y, en ocasiones, verdaderos sustitutos de éstos en la educación cristiana de los hijos. En algunos casos, son hoy los abuelos los que realmente hacen esta función. Con este fin se ha de exhortar a los padres y a las familias a que elijan bien a los padrinos, de acuerdo con las condiciones exigidas por la Iglesia en el Código de Derecho Canónico190. Su misión primordial consistirá en que los apadrinados recorran con fidelidad el proceso de la Iniciación cristiana, y en ayudar o suplir a los padres, en cuanto sea necesario, en la tarea de la educación en la fe de los niños que han sido bautizados.

Atención a situaciones especiales

79 Por otra parte, cada día son más frecuentes los casos de padres que se encuentran en situación eclesialmente irregular -divorciados casados de nuevo, padres cristianos no casados o casados civilmente, madres solteras...- y que, no obstante, solicitan el Bautismo para sus hijos. Hay que partir del principio de que la situación moral o legal de los padres no incide, de por sí, en la cuestión del bautismo de su hijo. Ciertamente, la situación irregular puede ser un motivo para interrogarse sobre la educación cristiana, que tales padres puedan dar a sus hijos, aunque no siempre ni necesariamente. El sacerdote deberá prestarles una atención especial, en un diálogo sincero y respetuoso según las circunstancias. El Bautismo de los hijos puede ser la ocasión para invitarles a una regularización de su situación, poniendo en práctica los principios y pautas pastorales que el Papa Juan Pablo II indica en la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio.191

80 En el caso de hijos de matrimonios mixtos, o de padres de diferente religión, musulmanes por ejemplo, lo cual no es infrecuente entre nosotros, se presentan dificultades especiales, y requiere un tratamiento doctrinal y pastoralmente lúcido. En estos casos y en todos aquellos en los que los padres se muestran indiferentes al Bautismo de su hijo y, sin embargo, no se oponen a él, para proceder a la celebración del sacramento habrá que contar con algunas garantías de que al niño le será dada una educación católica, exigida por el sacramento, e impartida por algún miembro de la familia o por el padrino o la madrina, o por algún miembro de la comunidad parroquial. En este sentido debe estimarse que ante una promesa, que ofrezca una esperanza fundada de educación cristiana, ésta ha de ser considerada como suficiente.192

81 Sólo cuando las garantías son insuficientes, será prudente retrasar el Bautismo. Pero los pastores deberán mantenerse en contacto con los padres, de manera que pueda llegarse, si es posible, a las condiciones requeridas para la celebración del Bautismo. Si tampoco se lograra esta solución, se podrá proponer como último recurso la inscripción del niño con miras a un catecumenado en su época escolar; dicha inscripción, sin embargo, no debe ir acompañada por un rito creado al efecto, que sería fácilmente tomado como equivalente al mismo sacramento. Debe quedar bien claro, además, que la eventual demora que pudiera ser necesaria en ausencia absoluta de garantías suficientes no es un medio de presión, sino la ocasión de un diálogo más intenso con la familia193. La Iglesia no renuncia a cumplir el mandato misionero de Cristo.

La celebración del Bautismo

82 El notable esfuerzo pastoral que se ha venido haciendo desde la entrada en vigor del Ritual del Bautismo de Niños en el año 1970 debe incluir también la atención a la misma celebración. Ésta ha de tener siempre carácter verdaderamente participativo, religioso y familiar en la que el canto, las respuestas y el oportuno silencio suelen ser decisivos194. En la preparación de la celebración, además del carácter mistagógico que le corresponde, habrá que buscar la colaboración en la selección de las lecturas bíblicas, de las cuales una por lo menos tiene que referirse explícitamente al bautismo. Igualmente conviene explicar que la renuncia y la profesión de fe que se hace en el bautismo de los párvulos es, en el Ritual actual, una renovación de las promesas bautismales de los padres y padrinos, y no una suplencia de lo que son incapaces de hacer los que son bautizados.

83 Todos los momentos de la celebración han de llenarse de su sentido y manifestar con la autenticidad de su realización, más que con explicaciones verbales, que tras lo visible actúa la gracia invisible. Cuídese de no omitir ningún rito que privaría a los fieles de la oportuna mistagogia que en él puede apoyarse: la recepción y señal de la cruz, el anuncio de la Palabra de Dios, con la homilía adecuada, el canto del salmo, los exorcismos y la unción de los catecúmenos, la bendición del agua bautismal (o la acción de gracias por el agua ya bendecida, en tiempo pascual), los ritos esenciales, la unción con el Crisma, la imposición de la vestidura blanca, la entrega del cirio, la oración dominical que anuncia la participación eucarística y la bendición solemne. La tradicional salutación a la Virgen Madre de Dios es una forma sencilla y popular de evocar la maternidad de Maria sobre los hijos de Dios.

84 El lugar propio de la celebración del Bautismo, fuera del caso de necesidad, es el templo u oratorio, en primer lugar la iglesia catedral, y la iglesia parroquial, que siempre ha de tener pila bautismal. Como norma general, el niño debe ser bautizado en la iglesia parroquial de sus padres, a no ser que una causa justa aconseje otra cosa195. Téngase en cuenta lo que se ha dicho más arriba acerca de la parroquia como el "lugar" habitual de la Iniciación cristiana y sobre el significado de la pila bautismal196. En cuanto al tiempo de la celebración del Bautismo, es aconsejable que, de ordinario, se administre el domingo o, si es posible, en la Vigilia pascual197. Dado el carácter de la Cuaresma como tiempo de preparación al Bautismo de los catecúmenos y de renovación de la conciencia bautismal de los fieles, puede ser oportuno, según las circunstancias a determinar en cada diócesis y el respeto a las situaciones de necesidad de algunas familias, la determinación de que durante la cuaresma no se celebre el sacramento, para que la Vigilia pascual y el día de la Resurrección aparezcan como el "día bautismal por excelencia".198

B. El Sacramento de la Confirmación

Valoración de la pastoral de la Confirmacion

85 La Confirmación en otros tiempos era administrada habitualmente cuando el Obispo llegaba a una parroquia con motivo de la visita pastoral, lo mismo a niños muy pequeños que a jóvenes o a adultos. En la actualidad, la normativa canónica universal señala la administración de la Confirmación "en torno a la edad de la discreción, a no ser que la Conferencia Episcopal determine otra edad"199. Tampoco debe olvidarse que los católicos que no hayan recibido el sacramento de la Confirmación, deben recibirla antes de ser admitidos al Matrimonio, con el fin de completar la Iniciación cristiana, siempre que pueda hacerse sin dificultad grave200. En España la Conferencia Episcopal Española, por Decreto de 25 de Noviembre de 1983, fijó "como edad para recibir el sacramento de la Confirmación la situada en torno a los catorce años, salvo el derecho del Obispo diocesano a seguir la edad de la discreción a que hace referencia el c. 891".201

86 Entre los frutos de la renovación conciliar la pastoral del sacramento de la Confirmación ocupa un lugar destacado. La celebración de este sacramento se ha convertido en uno de los momentos más importantes de la acción pastoral con las nuevas generaciones, mediante la asistencia de adolescentes y jóvenes a las catequesis que los preparan, durante un tiempo prolongado. La celebración de este sacramento ha mejorado notablemente también en muchos aspectos. Es justo reconocerlo, de manera que esta pastoral sigue ofreciendo muchos motivos para la esperanza, aunque no debería sustituir la pastoral juvenil propiamente dicha202.

Motivos de reflexión

87 Sin embargo, tras estos años de experiencia se constata una cierta insatisfacción, de manera que, especialmente en las diócesis más urbanas,donde el número de candidatos está descendiendo, es acuciante la pregunta: "¿Cuáles son los verdaderos resultados positivos de esta práctica actual? La creatividad en las propuestas e iniciativas pastorales para después de la Confirmación es variada y rica, pero sólo un pequeño porcentaje de confirmados continúa su proceso de formación cristiana hasta la edad adulta. ¿Más o menos que si se hubiesen confirmado en la edad del "uso de razón"? Es una pregunta que por ahora no tiene respuesta firme y cierta, pues en el tiempo en el que se ha desarrollado esta experiencia, ha cambiado tanto la situación cultural en la que se desenvuelven el adolescente y el joven que no es posible una comparación seria y rigurosa.

La práctica actual de la Iglesia católica ha tenido también consecuencias en el ámbito del diálogo ecuménico, sobre todo porque esta práctica ha sido interpretada como la alteración del orden tradicional de los sacramentos de la Iniciación cristiana, incluso dentro de la propia tradición litúrgica occidental. El diálogo ecuménico ha permitido clarificar la cuestión, ya que los elementos sacramentales persisten y se mantienen en su propia identidad, por lo que las relaciones necesarias entre los tres sacramentos no se ven, en principio y necesariamente, afectadas.

No obstante un motivo relativamente nuevo que invita a la reflexión sobre la práctica actual es también, por una parte, el cambio en los planes educativos que ha creado situaciones nuevas, al obligar a los niños a desplazarse de sus lugares de residencia familiar y, por tanto, de sus parroquias, para seguir la enseñanza secundaria; y por otra parte el hecho de que la insistencia casi exclusiva en los años de la preparación crea no pocas dificultades para la perseverancia.

Aspectos doctrinales de la catequesis de Confirmación

88 Para los pastores de la Iglesia es motivo de preocupación la existencia y la utilización de materiales catequéticos que, sin marginar completamente los contenidos propios de la catequesis relativa al sacramento de la confirmación, parecen estar más preocupados por dar respuesta a la problemática humana y psicológica de la adolescencia, o que no cuentan con la debida aprobación eclesiástica. Este es un punto que requiere especialmente la vigilancia de los responsables diocesanos. Por otra parte, al haberse prescindido prácticamente de la posibilidad de celebrar la Confirmación al llegar la edad de la discreción, se puede dar la impresión de que carece de sentido el celebrar este sacramento cuando el sujeto no es consciente, como puede ser el caso de los discapacitados, o de los niños en peligro de muerte, o incluso de personas ancianas. Otra confusión que puede producirse a la larga es el avalar la práctica actual únicamente en motivos de oportunidad pastoral, aunque se mantengan las razones teológicas en favor del orden de los sacramentos de la Iniciación. En realidad deben sopesarse las razones teológicas como elemento importante de la práctica pastoral.203

89 La Comisión para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española, publicó hace unos años, con la aprobación de la Asamblea Plenaria, una Nota sobre algunos aspectos doctrinales del sacramento de la Confirmación204 que se deben tener en cuenta tanto en la preparación catequética como en la celebración del sacramento de la Confirmación, "a fin de salvaguardar, en todo momento, la verdadera naturaleza de este sacramento y el lugar propio que le corresponde en la vida de la Iglesia y de los creyentes. Los avances pastorales podrían perderse si el aspecto estrictamente sacramental de la Confirmación pasase a un segundo plano en beneficio de otros aspectos que, aunque importantes, no tienen de suyo la primacía".205

90 En síntesis, estos aspectos son:

1. El sacramento de la Confirmación es uno de los tres sacramentos de la Iniciación cristiana; en consecuencia, "todos los bautizados deberían ser convocados a recibir este sacramento que no puede entenderse como un sacramento de élites o sólo para grupos de selectos".206

2. El sacramento de la Confirmación ha de entenderse como un don gratuito de Dios, sin reducirlo a una pura y simple ratificación personal del Bautismo recibido y de la fe y compromisos bautismales; por tanto, "el esfuerzo de la preparación no deberá oscurecer nunca sino realzar la primacía del don que Dios otorga con el sacramento. La Confirmación, aunque implica necesariamente la libre respuesta del creyente que tiene uso de razón es, ante todo, un don gratuito de la iniciativa salvadora de Dios".207

3. La Confirmación no significa minusvaloración del Bautismo de los párvulos. No se puede, pues, partir de cero "como si nada le hubiese ocurrido al candidato en su Bautismo y en su primera catequesis... Sin embargo éstos pueden encontrarse a veces en tal situación que requiere un proceso previo de evangelización, en el sentido estricto de esta palabra, para que pueda aflorar en ellos el don de Dios que recibieron en el Bautismo y en los otros sacramentos".208

4. "La Pastoral de la Confirmación tiene como meta, muy en primer término, llevar al confirmando a participar plena y activamente en el banquete eucarístico, ya que, como consideran la Tradición y la liturgia, la Confirmación está específica y directamente ordenada a la Eucaristía"209. "La Confirmación se tiene ordinariamente dentro de la Misa, para que se manifieste más claramente la conexión de este sacramento con toda la Iniciación cristiana, que alcanza su culmen en la Comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Por esta razón los confirmados participan de la Eucaristía, que completa su Iniciación cristiana".210

5. La confirmación es prolongación del acontecimiento de Pentecostés, por eso acentúa la dimensión eclesial y misionera de la vocación bautismal, en íntima conexión con el acontecimiento pascual, con el que forma una unidad inescindible. Esta dimensión eclesial presupone que la catequesis preparatoria transmite "la fe íntegra de la Iglesia, sin los silencios ni omisiones" de algunas partes de la confesión de la fe y de la moral evangélica. Por la dimensión misionera se transmite la fe recibida implicándose en ello a la persona del misionero, del enviado, en sintonía con el que envía, el Señor. Por eso, la catequesis de este sacramento, habrá de iniciar "a la oración, como dimensión fundamental de la existencia cristiana..., deberá transmitir la enseñanza moral de la Iglesia... y la necesidad de la conversión a lo largo de toda la vida..., [y] descubrir a qué vocación y servicio determinados Dios llama a cada uno en la Iglesia".211

Estas notas, de carácter doctrinal, piden atención sobre algunas prácticas catequéticas y litúrgicas, independientemente del momento y de la edad en la que se celebre el sacramento.212

La Confirmación en la adolescencia y juventud

91 Situar la celebración del Sacramento de la Confirmación en torno a los 14 años, como determina el Decreto de la Conferencia Episcopal Española, posibilita que la educación cristiana de las nuevas generaciones no se cierre con la Primera Comunión y se pueda abrir a un planteamiento catecumenal consciente y libremente asumido. En este contexto la Confirmación aparece también como "sacramento de la fe" del sujeto que desea incorporarse de manera más plena a la vida de la Iglesia. Los adolescentes y los jóvenes son sensibles a la experiencia religiosa que significa el "don del Espíritu", aun con las contradicciones a veces de la edad juvenil. El proceso catequético de los adolescentes y de los jóvenes se ve también fortalecido por la presencia de los elementos litúrgicos de la preparación de la celebración de la Confirmación, con lo que la catequesis y la liturgia se ayudan mutuamente. Por otra parte, en el conjunto de la pastoral de la Iniciación cristiana, la atención a los adolescentes y a los jóvenes desplaza hacia ellos esta atención pastoral que, en el momento del Bautismo y en alguna medida en el de la Primera Eucaristía, está más orientada a los padres.

92 La Confirmación tiene un cierto poder de convocatoria, y al hacerlo en otra etapa de la vida del bautizado, le ofrece de hecho una nueva y actualizada propuesta de formación cristiana. También se considera positivo celebrar la Confirmación en la adolescencia para poder resaltar la decisión personal en el seguimiento de Cristo y en la vocación al testimonio cristiano, así como la incorporación a tareas apostólicas en la Iglesia y en la sociedad, como fruto de un renovado Pentecostés. Esta propuesta es inherente a la naturaleza de este sacramento, se adapta bien al momento psicológico del adolescente que quiere afirmar su personalidad, y hacer suya la "herencia recibida", así como orientar su vida en una vocación y profesión. Con esta experiencia se han cosechado en algunas Iglesias buenos frutos apostólicos en unos tiempos muy difíciles para convocar y reunir adolescentes y jóvenes en torno al misterio de Cristo en la Iglesia

93 Habrá que evitar con cuidado, sin embargo, al subrayar los aspectos positivos señalados antes, que la Confirmación sea considerada como una ratificación personal que convalida el Bautismo213, o como una opción personal que son capaces de asumir sólo unos pocos, y no como el "don" gratuito del Espíritu Santo derramado sobre la Iglesia, que todo bautizado está llamado a recibir. Junto al interés por la adecuada formación catequética, es preciso cuidar también que los adolescentes estén incorporados a la vida de la comunidad cristiana, en primer lugar por la participación en la asamblea eucarística dominical de manera habitual.214

La Confirmación antes de la primera Eucaristía

94 En el Decreto de la Conferencia Episcopal Española antes aludido se mantiene plenamente el derecho del Obispo diocesano a seguir la edad de la discreción a que hace referencia el canon 891 del Código de Derecho Canónico. Es preciso tomar en cuenta que el Catecismo de la Iglesia Católica, subraya la unidad y la relación de la Confirmación con los otros dos sacramentos de iniciación215; coloca siempre la Confirmación entre el Bautismo y la Eucaristía, incluso al referirse a la práctica occidental216 y, al hablar de la edad de la confirmación, situada en la edad del "uso de razón", silencia la costumbre más extendida de celebrarla en la edad de la adolescencia217. Además, recuerda expresamente que la "Eucaristía culmina la Iniciación cristiana".218

95 La celebración de la Confirmación en torno a la edad de la discreción, como señala el canon 891, supone seguir el itinerario sacramental del bautizado y situar el sacramento del Espíritu dentro de la dinámica de la preparación a la Primera Eucaristía. Puede pensarse que esta opción, coherente también con el Decreto de la Conferencia Episcopal Española, pone más fácilmente de relieve el sentido mismo de los sacramentos de la iniciación en relación con la Eucaristía hacia la que se orientan y en la que alcanzan su culminación. De este modo el bautizado y confirmado, se incorpora de manera progresiva y más clara al misterio de Cristo y de la Iglesia, aspecto especialmente significado y realizado en la celebración eucarística.

96 El sacramento de la Confirmación aparece así más definido en su relación con el Bautismo y con la Eucaristía, tal como se mantiene en la tradición común a Oriente y a Occidente, especialmente en la Iniciación cristiana de los adultos. Es decir, aparece más claro el nexo que une Pentecostés a la Pascua, y la Confirmación al Bautismo, así como queda más evidenciado el carácter de asamblea del pueblo "sellado por el Espíritu"219 propio de la asamblea eucarística. Por otra parte, el conferir la Confirmación en una edad más temprana, es un acto de confianza en la capacidad real de los niños de percibir la gratuidad del "don del Espíritu" otorgado a los bautizados, para perfeccionar la gracia de la filiación divina adoptiva y ayudarlos en el proceso de su crecimiento en la fe.

Algunas advertencias

97 Ahora bien, aparte las dificultades que pueda entrañar en una diócesis un cambio de práctica, desde el punto de vista de las determinaciones pastorales y de los programas de catequesis y de iniciación litúrgica en las comunidades locales, es evidente que habría de evitarse que la Iniciación cristiana quedara reducida a la etapa de la infancia y de la preadolescencia. Pues de la misma manera que la primera participación de los niños en la Eucaristía no puede significar como principio la conclusión de la catequesis, así también se debería asegurar la permanencia de los confirmados en el proceso de su formación en la fe y en los restantes aspectos de la vida cristiana, emprendiendo las iniciativas que sean necesarias en favor de la pastoral de adolescencia y juventud. Habrá que evitar en cualquier caso, tanto en una u otra opción, que la Confirmación quede afectada por la instrumentalización social de que es objeto actualmente la celebración de la Primera Eucaristía.

98 Asímismo, en la hipótesis de la celebración de la Confirmación antes de la Primera Comunión, para recoger los aspectos positivos que la experiencia hoy habitual ha tenido, se puede proponer que, al término de las etapas catecumenales de la adolescencia y de la juventud, se haga una celebración con la renuncia y profesión de fe bautismales, de forma destacada, en medio de la comunidad y a una con ella, en la noche pascual o en la solemnidad de Pentecostés, clausurando así el tiempo de Pascua.

La celebración de la Confirmación

99 La celebración del sacramento de la Confirmación en Occidente ha subrayado con la presidencia del Obispo la vinculación de la Iniciación cristiana a la Iglesia particular y universal.

La celebración del sacramento de la Confirmación reviste un significado especial en todas nuestras comunidades, pues es de suyo presidida por el Obispo, ministro originario y ordinario del sacramento220. Aunque, por razones graves el Obispo puede conceder a presbíteros la facultad de confirmar, "es conveniente, por el sentido mismo del sacramento, que lo confiera él mismo, sin olvidar que por esta razón la celebración de la Confirmación fue separada del Bautismo. Los obispos son los sucesores de los apóstoles y han recibido la plenitud del sacramento del Orden. La administración de este sacramento por ellos mismos pone de relieve que la Confirmación tiene como efecto unir a los que la reciben más estrechamente a la Iglesia, a sus orígenes apostólicos y a su misión de dar testimonio de Cristo"221. No obstante, pueden presentarse circunstancias especiales, fuera del proceso normal de iniciación, que reclamen celebrar este sacramento antes de la "edad de la discreción" o después de recibida la Eucaristía, en "peligro de muerte o, a juicio del ministro, una causa grave..."222 Tales excepciones tienen como fin la administración de la celebración de la Confirmación a todos los bautizados.

100 La Confirmación se realiza con el santo Crisma, consagrado el Jueves Santo por el Obispo, el cual invoca una especial presencia del Espíritu Santo con una referencia expresa a los que van a ser ungidos. De ahí la importancia de la "consagración del Crisma", como rito que de alguna manera precede a la Confirmación223. En el rito de la Confirmación se han de destacar la "renovación de las promesas del Bautismo", que expresa el lazo entre estos dos sacramentos; la "imposición de manos" general con la oración que la acompaña, verdadera epíclesis sobre todos los confirmandos; el gesto esencial del sacramento, con la unción del Crisma y las palabras que la acompañan; el beso de paz como signo de comunión eclesial, y la comunión bajo las dos especies, especialmente significativa en la Misa de la Confirmación. A la dignidad con que siempre se han de celebrar las acciones litúrgicas y a la expresividad que han de cobrar en el proceso de la Iniciación cristiana se une aquí, de ordinario, el carácter ejemplar que han de tener las celebraciones presididas por los obispos.224

C. El Sacramento de la Eucaristía

La preparación para la Primera Comunión

101 "La Eucaristía es el compendio y la suma de nuestra fe: ‘nuestra manera de pensar armoniza con la Eucaristía, y a su vez la Eucaristía confirma nuestra manera de pensar’ (S. Ireneo)"225. Desde las decisiones de San Pío X, se señala la "edad del discernimiento" y "uso de razón" para participar en la Eucaristía por primera vez. En esos años en los que el niño inicia su infancia adulta, los pedagogos proponen programas amplios de educación conocedores de la gran capacidad de asimilación y de aprendizaje de los niños en esta edad. Los padres y catequistas coinciden en reconocer al niño de esa edad una conducta equilibrada, que se adapta progresivamente a las enseñanzas que recibe, y crece en su vida de fe a través de la inserción en la comunidad, de la oración y de la participación litúrgica.

102 Por todo ello la Iglesia, especialmente desde los tiempos del Papa S. Pío X, ha privilegiado esos años para introducir a sus hijos más pequeños en la Comunión eucarística. Para ello requiere "que tengan suficiente conocimiento y hayan recibido una preparación cuidadosa, de manera que entiendan el misterio de Cristo en la medida de su capacidad, y puedan recibir el Cuerpo del Señor con fe y devoción"226. Por eso, no les exige una preparación superior o unos conocimientos completos de la doctrina cristiana, al considerar que se encuentran y se mantendrán en la etapa básica de formación catequética y de iniciación en todos los aspectos de la vida cristiana. En modo alguno la primera participación eucarística clausura la catequesis, sino que debe ser contemplada como una verdadera iniciación sacramental en el Misterio eucarístico para quienes, hechos ya hijos de Dios por el Bautismo, pueden comenzar a percibir ya las realidades de la salvación, según su capacidad y bajo la acción del Espíritu Santo.

Un deber importante

103 Por este motivo, "los padres en primer lugar y quienes hacen sus veces, así como también el párroco, tienen obligación de procurar que los niños que han llegado al uso de razón se preparen convenientemente y se nutran cuanto antes, previa confesión sacramental, con este alimento divino"227. De este modo la Iglesia ejerce su maternidad, iniciada en el Bautismo, preparando a estos pequeños por la Penitencia según su propia capacidad y conduciéndolos hacia la mesa del Señor, para alimentarlos con la Palabra divina y con el Cuerpo de Cristo en la comunidad de los hermanos.228

En muchos casos la Iglesia tiene que atender, incluso el despertar a la fe, que no se ha dado en el seno de la familia; pero en todo caso, al disponer lo necesario para esta primera participación eucarística, lo hace convencida de que los rasgos que definen la vida cristiana, deben estar ya de algún modo presentes desde la edad infantil. Por eso ofrece a los pequeños una esmerada preparación, a la que ha de seguir un tiempo de catequesis para después de la primera comunión a fin de que los niños puedan ser introducidos en una primera síntesis de la fe. Cuanto se ha dicho más arriba acerca de la dimensión mistagógica de la catequesis, tiene especial aplicación en este momento. En este sentido es muy importante entender que la preparación para la Primera Eucaristía ha de comprender también la iniciación litúrgica y un cierto hábito de asistencia a la Misa dominical.229

La celebración de la primera Eucaristía

104 La Iglesia celebra con gozo, en las familias y en las parroquias, la plena incorporación de nuevos hijos a la celebración y participación en la Eucaristía, que significa y realiza la comunión de vida con Dios y la unidad del Pueblo de Dios por las que la Iglesia es ella misma230. Sin embargo, el peso social que rodea hoy la celebración de la Primera Comunión es un factor que oculta en no pequeña medida tanto el valor de la Iniciación cristiana como el de su sentido eclesial. A pesar de los generosos y positivos esfuerzos de muchas comunidades, no siempre se consigue salvar estas dificultades.

En toda celebración de la Primera Comunión, que ritualmente no se distingue de cualquier otra celebración eucarística, se ha de poner todo el énfasis en destacar, mediante los mismos signos de la liturgia, la conexión íntima entre los tres sacramentos de la iniciación, así como con la ulterior vida cristiana. No obstante hay que recomendar que la primera participación en la Eucaristía se produzca después de una conveniente iniciación en la celebración eucarística según las indicaciones del Directorio para las Misas con Niños de la Congregación para el Culto Divino, del 1 de Noviembre de 1993. En dicho Directorio se pueden encontrar sugerencias para la Misa en la que tienen lugar las primeras comuniones, sobre todo en relación con el canto, el desarrollo de algunos ritos y el uso de las plegarias eucarísticas..

105 La riqueza que lleva consigo la primera participación eucarística puede, sin embargo frustrarse en gran medida, si es considerada como un acto independiente de todo el proceso de la Iniciación cristiana. Vaya o no precedida de la Confirmación, es evidente que no significa en modo alguno el final del crecimiento y de la maduración progresiva en la fe y en los restantes aspectos del ser cristiano. Una vez celebrada la "Primera Comunión" la participación del niño, del adolescente y del joven en la Eucaristía especialmente la dominical, es parte sustantiva de su proceso de Iniciación cristiana. En la Eucaristía es el mismo Jesucristo resucitado quien le incorpora a su vida y misión, introduciéndolo como piedra viva en la construcción de la Iglesia.

Fuente y cima de la Eucaristía

106 Por eso no puede realizarse un proceso de Iniciación cristiana de niños, adolescentes y jóvenes, si no tiene en la Eucaristía su fuente y su cima. En los directorios diocesanos habrá que subrayar -como de hecho ya se hace en los existentes- la importancia de la celebración eucarística y de la participación frecuente en ella de los niños que en la "postcomunión" se educan para alcanzar una primera síntesis de la fe, así como en la preparación catequética al sacramento de la Confirmación, si se hace alrededor de los catorce años, y en la educación en la fe de adolescentes y jóvenes.

En efecto, la Iniciación cristiana se completa no sólo cuando se reciben los tres sacramentos de la iniciación, sino también cuando el que ha recibido en el Bautismo el don de la fe junto con los otros dones divinos, conoce esa fe en la catequesis y está capacitado para confesarla y dar testimonio de ella delante de los hombres231. La formación básica de la fe, recibida durante los años de la Iniciación cristiana, se abre y se prolonga en la educación permanente de esa misma fe en el seno de la comunidad cristiana.232

D. El sacramento de la Penitencia

107 La preparación y la celebración de la "primera confesión" de los niños bautizados hay que enmarcarla no sólo como requisito previo a la confirmación y a la "primera comunión" sino como parte integrante de la Iniciación cristiana. Para ello se debe establecer en la catequesis preparatoria una firme conexión entre el sacramento del Bautismo y este "segundo bautismo" en el que Jesús nos trae el perdón de Dios Padre y la Iglesia nos perdona en nombre de Jesús233. En un itinerario de carácter catecumenal, la preparación y celebración de este sacramento debe inspirarse del "segundo grado" de la Iniciación cristiana o tiempo de purificación e iluminación, destinado a la preparación del espíritu y del corazón, realidades que están al alcance de los niños, con la ayuda de Dios.

108 Sin penitencia, las fases postbautismales del proceso de iniciación se desarrollan defectuosamente, porque a la vez permanecen en el bautizado la realidad del pecado y de la gracia, que siempre acompañan al fiel en este mundo y que hacen, por lo tanto, que siempre el fiel cristiano necesite de la penitencia, para que la gracia venza y se desarrolle expedita. Por la penitencia, el niño, el adolescente y el joven se van educando para la continua lucha contra el pecado y contra el Maligno, prolongación de las renuncias bautismales, porque siempre "a la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar"234. Esto no es ceder a una concepción pesimista de la vida, sino caer en la cuenta de que el ser humano se diluye, carece de sentido, desligado de Dios y su gracia pero en Cristo se restaura internamente todo el hombre hasta la redención del cuerpo.

La celebración de la Penitencia

109 Atendiendo a la condición de estos bautizados, niños, adolescentes, jóvenes o adultos, ha de procurarse que la celebración del perdón y de la reconciliación sea verdaderamente expresiva y eclesial desde el punto de vista litúrgico. La celebración puede tener carácter iniciático, sobre todo en el caso de los niños. El modo más apropiado para realizar esta iniciación son las celebraciones penitenciales no sacramentales, que pueden dar paso a la "Reconciliación de varios penitentes con confesión y absolución individual", tal como se describe en el Ritual de la Penitencia. Pero sin descartar la "Reconciliación de un solo penitente", que deberá ser ofrecida y facilitada oportunamente. Es muy conveniente que, antes de acceder a la participación eucarística, los niños hayan celebrado más de una vez el sacramento de la Penitencia. Este sacramento, por otra parte, cuya celebración viene requerida no sólo por motivos personales sino también por el espíritu de los diferentes tiempos litúrgicos, debe estar presente de manera periódica en el proceso catequético de los adolescentes y de los jóvenes.

110 En la catequesis y en la práctica de este sacramento se ha de seguir el Ritual, teniendo muy presente el valor que en el mismo se otorga a la Palabra de Dios que llama a conversión; a la manifestación concreta de los pecados, a la contrición y a la aceptación de la penitencia, todo ello en el diálogo de la confesión, que tendrá lugar sin coacciones ni prisas; seguidamente, con "la oración del penitente", con la imposición de manos y absolución; finalmente, a la acción de gracias y despedida del penitente. Los actos de penitencia han de "acomodarse a cada penitente, para que cada uno repare así el orden que destruyó y sea curado con una medicina opuesta a la enfermedad que le afligió".235

3. INICIACIÓN CRISTIANA DE ADULTOS

111 En el primer capítulo de estas orientaciones subrayábamos la necesidad de llevar a cabo en nuestras Iglesias particulares una renovación de la pastoral de la Iniciación cristiana abarcando todas las edades, como respuesta a una situación, en la que, junto a un pequeño número de personas no bautizadas que piden el bautismo, se constata la existencia de numerosos adultos bautizados que necesitan fundamentar su fe y, en algunos casos, completar la Iniciación cristiana con la recepción de los sacramentos de la Confirmación y de la Eucaristía. Estos datos nos conducen a plantear en estas orientaciones pastorales dos propuestas de Iniciación cristiana de adultos: la primera dirigida a los no bautizados, basada en el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, adaptado a España; y la segunda que debe ofrecerse a los ya bautizados pero que necesitan completar la Iniciación cristiana. De este modo se ayuda a las Iglesias particulares en la elaboración del itinerario de Iniciación cristiana de adultos que recomienda el Directorio General para la Catequesis.236

A. La Iniciación cristiana de adultos no bautizados

Adaptación del RICA a nuestra peculiares circunstancias237

112 El Código de Derecho Canónico trata de la Iniciación cristiana de adultos no bautizados en el título dedicado a la actividad misional de la Iglesia.238 En ese contexto encarga a las Conferencias Episcopales "publicar unos estatutos por los que se regule el catecumenado, determinando qué obligaciones deben cumplir los catecúmenos y qué prerrogativas se les reconocen".239

En otro lugar determina que "el adulto que desee recibir el bautismo ha de ser admitido al catecumenado y, en la medida de lo posible, ser llevado por pasos sucesivos a la iniciación sacramental, según el ritual de iniciación adaptado por la Conferencia Episcopal y atendiendo a las normas peculiares dictadas por la misma".240

113 Las competencias del Obispo en la Iniciación cristiana de los adultos están descritas en el RICA.241 En todo caso téngase en cuenta que se ha de reservar al Obispo el bautismo de adultos, "por lo menos el de aquellos que han cumplido catorce años, para que lo administre él mismo, si lo considera conveniente".242

La Conferencia Episcopal Española todavía no ha elaborado el estatuto del catecúmeno, pero la traducción, publicación y estudio del Ritual de Iniciación cristiana de Adultos ha posibilitado hasta ahora atender a los adultos no bautizados que han pedido su incorporación al Misterio de Cristo en la Iglesia. Dicho Ritual en la actualidad está en curso de revisión y de adaptación.

114 Teniendo en cuenta que los bautismos de adultos son ordinariamente pocos, hasta ahora, en nuestras Iglesias diocesanas, realizándose su iniciación catecumenal y la celebración de los sacramentos de manera individualizada, la nueva edición del RICA ofrecerá, en primer término, no el modelo-tipo de iniciación cristiana de adultos "distribuido en sus grados o etapas", según se recoge en el capítulo primero de la edición típica latina, sino la Forma simplificada de la iniciación de un adulto en tres etapas (capítulo segundo de la edición típica)243. El discernimiento pastoral ha hecho aconsejable utilizar ya este modelo cuando una persona adulta ha pedido el Bautismo para contraer matrimonio canónico con un cónyuge católico, o por haberse incorporado a una comunidad cristiana o a un movimiento apostólico. En estas y en otras circunstancias parecidas, es conveniente abreviar las etapas preparatorias y pedir al que va a recibir los sacramentos de la iniciación una continuidad en su formación cristiana dentro de la comunidad o movimiento al que pertenece, o en relación con su cónyuge con el que, por el sacramento del matrimonio, va a formar como una "iglesia doméstica".

115 En las presentes Orientaciones señalamos el itinerario de Iniciación cristiana de los adultos no bautizados, teniendo presente las circunstancias más comunes entre nosotros. En primer lugar exponemos la "forma simplificada" y, después, el itinerario "por etapas o grados" según el modelo típico que se propone cuando existe un número suficiente de catecúmenos. Como base para ambos itinerarios remitimos a la Primera Parte de estas Orientaciones en la que se presentó el Ritual de Iniciación cristiana de Adultos como modelo de referencia para todo itinerario244. Ahora nos limitamos a subrayar algunos aspectos.

1) Itinerario según la forma simplificada en tres etapas

116 La forma simplificada de la iniciación de un adulto en tres etapas comprende:

a) El "rito de admisión a la catequesis", al comienzo de las sesiones catequéticas, con el cual se entra en la primera etapa o tiempo del catecumenado, una vez que se ha dialogado con la persona que pide el Bautismo y se le ha señalado un garante.

b) Después de un tiempo de catequesis, llega el momento en que el catecúmeno, instruido en la fe cristiana, puede ya prepararse para la celebración de los sacramentos. Es el momento de la segunda etapa o tiempo de purificación o iluminación, etapa en la que se realizan "los ritos de la elección y de preparación para los sacramentos". Se pueden, además, añadir en esta etapa reuniones de oración y la participación del catecúmeno en la liturgia penitencial de la comunidad, así como los ritos del tiempo de la iluminación o purificación: escrutinios y entregas del "Símbolo de la fe" y de la "oración dominical".

c) Finalmente, en la tercera etapa, se celebran los sacramentos, en la Vigilia pascual o en un domingo, y se entra en la mystagogia, en cuanto esto resulte posible.245

117 La forma simplificada debe aplicarse de manera que no se prive al candidato al bautismo de los beneficios de una preparación más larga246. La aplicación, pues, de este itinerario simplificado a un catecúmeno o a un grupo de catecúmenos debe plantearse con los mismos objetivos en cada una de las fases que se señalan en el itinerario por etapas o grados.

2) Itinerario por etapas y grados

118 Este itinerario, más amplio y de acuerdo con el modelo típico, puede ser muy apto para los que proceden de otras religiones no cristianas o extranjeros, que no hayan conocido ningún ámbito cristiano. En todo caso contiene las referencias más importantes que deben tenerse en cuenta aun cuando se utilice la forma simplificada que acabamos de describir.

El anuncio misionero y el precatecumenado

119 La predicación evangélica se da en la Iglesia de distintas formas y a través del testimonio y de la palabra de todos los cristianos: la predicación, las intervenciones eclesiales a través de los distintos medios de comunicación, la difusión del magisterio de la Iglesia, la lectura bíblica en toda ocasión, la publicación de libros religiosos... No es de extrañar, pues, que la petición del bautismo por parte de un adulto se produzca entre nosotros vinculada a una persona concreta (novio, cónyuge, amigo...) o en referencia a una situación eclesial determinada. Esta constatación nos anima a definir entre nosotros el tiempo de "pre-catecumenado" como "un tiempo de búsqueda y de verificación"247 del testimonio y de la palabra que el adulto ha meditado en su llamada a la conversión. Introducirse en este tiempo es "ya fruto de la gracia". "El Espíritu Santo, maestro interior, suscita, sostiene y alimenta esa pequeña llama por la que el hombre busca al Dios vivo".248

120 El mediador humano principal en el anuncio misionero (cónyuge, amigo...) está llamado a ser el "fiador" del que habla el RICA y su misión será acompañarlo en su relación con la comunidad cristiana. "La admisión (al "precatecumenado") se hará en una reunión de la comunidad local, con tiempo suficiente para que brote la amistad y el diálogo"249. Al no haber tiempo determinado ni programas de contenidos en esta etapa "espérese hasta que los candidatos, según su disposición y condición, tengan el tiempo necesario para concebir la fe inicial y para dar los primeros indicios de su conversión"250. Se trata de una "fe inicial" y de una conversión "inicial", es decir de una acogida cordial a la acción divina en sus vidas, y el deseo moral del cambio de vida. El acompañante del precatecúmeno determinará con él el momento en que éste pueda ser presentado al párroco o a la comunidad para iniciar la etapa del catecumenado.

El catecumenado

121 El tiempo del catecumenado, propiamente dicho, comprende cuatro "caminos"251 que se pueden concretar de este modo en nuestra Iglesias diocesanas:

1. Catequesis apropiada, básica e integral, cuyo objetivo es conducir al catecúmeno al íntimo conocimiento del misterio de la salvación. Los contenidos deben ser los propuestos por la Conferencia Episcopal Española en su Catecismo de Adultos, que deberá ser estudiado por el catecúmeno ayudado por el catequista, y a ser posible en contacto con algún grupo o comunidad de catequesis de adultos con los que pueda saborear el conocimiento de los Misterios de la salvación. Si no es posible esta participación del catecúmeno en un grupo de catequesis, el catequista deberá ayudarle con su propia comunicación testimonial, a que el catecúmeno también estudie y conozca la fe con sabiduría.

2. Ejercicio de la práctica de la vida cristiana, en un "tránsito que lleva consigo un cambio progresivo de sentimientos y costumbres, y debe manifestarse con sus consecuencias sociales y desarrollarse paulatinamente durante el catecumenado"252. Los "exorcismos" y las "bendiciones" que el Ritual incorpora para este tiempo del catecumenado253 se harán durante "celebraciones de la Palabra".

3. Participación en la liturgia y oración de la Iglesia. Durante este tiempo el catecúmeno, junto a su catequista y acompañantes, asistirá a la liturgia de la Palabra de las celebraciones eucarísticas dominicales, y a las celebraciones comunitarias de la Penitencia, así como a alguna celebración del sacramento del Bautismo, y a ser posible de la Confirmación.

4. Cooperación en la misión. El catecúmeno deberá adquirir en este período la experiencia de cooperación en alguna de las tareas misioneras o asistenciales que tenga establecidas la comunidad cristiana (actividad en su movimiento apostólico o comunidad; o participación en alguna actividad de Caritas, grupos juveniles y otros).

El tiempo de la purificación y de la iluminación

122 De ordinario, tiene lugar durante el tiempo de cuaresma del segundo año de la Iniciación cristiana del catecúmeno. En el primer domingo de la cuaresma se celebrará el rito de la elección con el que concluye el catecumenado y por el que la Iglesia le elige para recibir sus sacramentos. El rito de la elección se celebrará, según lo indicado en el RICA254, presidido por el Obispo o, con delegación expresa, por el párroco. Durante la cuaresma, se pueden celebrar los escrutrinios y las entregas según se indica en el Ritual255; a los cuales sigue la celebración de los ritos para la preparación inmediata.256

La celebración de los sacramentos y la mistagogia

123 La celebración tendrá lugar en la Vigilia pascual, en la Catedral o en la parroquia, presidiendo el Obispo o un delegado, y se seguirá el Ritual "distribuido en sus grados"257. Si no fuere posible la presidencia del Obispo o su delegado en la Vigilia Pascual, los sacramentos de la Iniciación cristiana se celebrarán en un domingo del tiempo pascual. La cincuentena pascual es considerada como "un gran domingo", y cada eucaristía dominical es la gran celebración del "día en que actúo el Señor".

Después viene el tiempo de la mistagogia258, para la profundización en los misterios celebrados, que ocupará el tiempo pascual y concluirá en la celebración solemne de Pentecostés.

B. La Iniciación cristiana de adultos ya bautizados

124 Se trata de la plena incorporación a la Iglesia de aquellos adultos bautizados de párvulos, que no han recibido la debida catequesis y no están confirmados ni han participado en la Eucaristía, y viven alejados de la fe y de la comunidad cristiana. El Ritual de la Iniciación cristiana de Adultos, en su capítulo IV, hace unas sugerencias pastorales en orden a la preparación para la Confirmación y la Eucaristía de estos adultos259. El Ritual equipara estos casos al del adulto que ha sido bautizado en peligro de muerte y advierte "aunque tales adultos nunca hayan oído hablar del misterio de Cristo, sin embargo, su condición difiere de la condición de los catecúmenos, puesto que aquéllos ya han sido introducidos en la Iglesia y hechos hijos de Dios por el Bautismo. Por tanto, su conversión se funda en el Bautismo ya recibido, cuya virtud deben desarrollar después"260. Los tiempos de preparación de estos adultos para los sacramentos de la Confirmación y la Eucaristía deberán ser considerados de forma individualizada.

125 Junto a estos adultos se encuentra otro grupo de cristianos que recibieron los tres sacramentos de la Iniciación cristiana en su infancia y adolescencia, pero que se desvincularon de la Iglesia durante un largo tiempo. En importantes documentos de la Iglesia se ha subrayado la necesidad de evangelizar de nuevo a los bautizados de las viejas Iglesias de Europa261. También entre nosotros se ha insistido, en los programas pastorales de la Conferencia Episcopal y de algunos de sus organismos, en la necesidad de un anuncio misionero que introduzca a estos alejados en un proceso de "reiniciación" cristiana. Para atender convenientemente esta doble urgencia misionera es necesario plantear un "itinerario de Iniciación cristiana de adultos bautizados" o, si se prefiere, un itinerario de neocatecumenado.

Iniciativas eclesiales existentes

126 Para orientar los procesos catequéticos de los adultos nuestra Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis publicó en el año 1991 unas orientaciones pastorales tituladas Catequesis de adultos.

En España hay numerosas iniciativas que responden a esta necesidad indicada antes, cuidando aquellos elementos que componen una Iniciación cristiana de carácter catecumenal. Todas merecen reconocimiento dado su carácter eclesial. Sin embargo no todas las catequesis, ni los programas de educación en la fe de adultos, pueden llamarse de Iniciación cristiana en sentido propio. Para que los carismas en su genuinidad sean recibidos por la Iglesia, deben ser discernidos, y en ocasiones ayudados en su maduración y en el despliegue de sus virtualidades.

Entre las iniciativas más notables y difundidas sobresalen el "camino neocatecumenal" y los procesos de formación cristiana que tienen algunos movimientos apostólicos y comunidades eclesiales. Confiamos en que las presentes Orientaciones serán útiles para los mismos, a fin de completar o perfeccionar sus programas y ponerlos en práctica, con la aprobación de los obispos.

Nuevas exigencias pastorales

127 Ciertamente toda catequesis de la Iglesia, y también la de adultos, es una exigencia interna de los sacramentos de iniciación... y pretende... "hacer captar y vivir las inmensas riquezas del Bautismo ya recibido"262, de ahí que muchos de los programas catequéticos de adultos en nuestras Iglesias tengan un carácter catecumenal, y como se indica en las citadas Orientaciones pastorales Catequesis de adultos hay algunas dimensiones de fondo que son comunes al "catecumenado bautismal" y a la "catequesis de adultos", tales como la dimensión teologal o vinculación del hombre a Dios; la dimensión pascual o la vida nueva en Cristo; la dimensión eclesial, por la que el catecúmeno recibe la fe de la Iglesia; y la dimensión antropológica, por la que el hombre es acogido en su persona y en su historia. Por todo esto, aunque el itinerario que proponemos tenga destinatarios y objetivos específicos distintos que los de la "catequesis de adultos" creemos que puede desarrollarse dentro de un grupo de catequesis de adultos, cuando no sea posible hacerlo con un grupo específico de "bautizados no catequizados".

Catequesis para adultos bautizados no catequizados

128 "El desarrollo ordinario de la catequesis (para bautizados no catequizados) generalmente corresponderá al orden propuesto a los catecúmenos; pero al proponerla el sacerdote, el diácono o el catequista tenga presente la peculiar condición de estos adultos que ya han recibido el Bautismo"263. En el itinerario para "bautizados no catequizados" nos ajustaremos al modelo del itinerario amplio "por etapas o grados" ya que en este caso no se produce la situación excepcional de tener que administrar, sin dilación, el sacramento del Bautismo.

a) Anuncio misionero y nueva evangelización

129 El anuncio misionero a bautizados increyentes o indiferentes presenta de alguna manera más dificultades que el que se hace a no bautizados. En este caso la "novedad" del Evangelio ha de ser presentada con toda fuerza como novedad regeneradora de la vida, gracias al acontecimiento único de la Redención de Jesucristo, sobre la base de un testimonio de vida y de una invitación que ofrezca gratuitamente esperanza para el hombre cautivo por su pecado y miseria. Sólo cuando se desciende a la auténtica realidad del hombre, a su verdad, éste puede acoger el "Kerigma".

¿Cuando se produce esa acogida? Cuando, en el tiempo escogido por el Señor, la Buena Noticia encontrada como gracia, desvela y comunica su origen. En este momento, el evangelizador pasa a ser "fiador" ante la comunidad cristiana, ante la Iglesia, que acoge en su seno a un cristiano bautizado que quiere iniciarse en el conocimiento y la vida de Cristo en su Iglesia. No hay tiempo determinado para todo este proceso ni línea divisoria entre lo que es tarea del evangelizador y respuesta de conversión.

La celebración del sacramento de la misericordia del Padre que acoge al hijo pródigo, convocando a una fiesta a toda la familia, será el hito más importante de esta etapa. Se debe invitar, pues, al inicialmente convertido a que se alegre por la misericordia de Dios y que reconozca su miseria, su verdad, participando en una celebración de la Penitencia, para la que el "fiador" y el sacerdote previamente le hayan preparado.

b) La catequesis

130 "Las verdades que se profundizan en la catequesis son las mismas que hicieron mella en el corazón del hombre al escucharlas por primera vez. El hecho de conocerlas mejor, lejos de embotarlas y agostarlas, debe hacerlas aún más estimulantes y decisivas para la vida"264. En este tiempo, pues, debe mantenerse con todo rigor y "novedad" el Evangelio, si bien lo propio de esta etapa será su presentación sistemática y orgánica.265 Para conseguir la novedad, la fuerza, la organicidad y la sistematización, el "catequizado" debe seguir esta etapa como miembro de un grupo o comunidad. No basta ya el testimonio de un amigo, del "fiador"; se requiere ahora ya que la fe la manifieste eclesialmente. El grupo, la comunidad es el ámbito en que la Palabra de Dios resuena y actúa con poder. El Catecismo de adultos, en preparación por la Conferencia Episcopal Española, será un instrumento garante de la integridad de la fe de la Iglesia, que el "bautizado no catequizado" ha de conocer, celebrar, vivir y orar.266

Los ritos catecumenales han de hacer patente deben dejar muy clara la condición de bautizado del que sigue este itinerario. Las celebraciones de la Palabra, las celebraciones penitenciales, los exorcismos y bendiciones, así como la Eucaristía dominical, son hitos importantes de su crecimiento en la fe. Las concreciones sobre la duración de este itinerario corresponden sobre todo a los directorios diocesanos.

c) Celebración de los sacramentos y mistagogia

132 La última etapa de este itinerario de iniciación convendrá también situarla en torno a la celebración del Misterio Pascual: "Procesos catequéticos diversos, de jóvenes y adultos, podrán con toda razón concluirse o expresarse en la Vigilia pascual de la comunidades cristianas con la profesión de fe y la renovación de los compromisos bautismales"267. Es un momento que corresponde al tiempo de purificación e iluminación, y, en este caso, también a la mistagogia. "Se trata de un tiempo más breve, en el que los adultos, ya catequizados propiamente en la segunda etapa, recapitulan y gustan lo vivido en ella y asumen públicamente los compromisos de los sacramentos de la Iniciación cristiana, que ellos ya recibieron"268, o que van a recibir por vez primera en la Vigilia Pascual, sea la Confirmación o la Eucaristía.

133 Para quienes van a recibir los Sacramentos de la Confirmación y de la Eucaristía, se tendrán durante la cuaresma las catequesis presacramentales y se pueden celebrar los ritos de "entregas" del Símbolo de la fe y de la Oración dominical, adaptados a su condición de bautizados. En la solemnidad de Pentecostés los miembros del grupo de catequesis con toda la comunidad pueden celebrar una fiesta final del itinerario recorrido, posiblemente con los otros grupos de la diócesis en torno al obispo.269

4. LA INICIACIÓN CRISTIANA DE NIÑOS Y ADOLESCENTES NO BAUTIZADOS

El Ritual de la iniciación de niños en edad catequética

134 Es necesario referirse también a una situación cada día más frecuente. Se trata de la petición del Bautismo para niños, y en ocasiones adolescentes, que, por diversas causas, no fueron bautizados de párvulos. En la mayoría de los casos se trata de niños que han empezado a asistir con sus compañeros bautizados a la catequesis parroquial, con vistas a hacer la Primera Comunión. Sin entrar ahora en el análisis de las causas por las que esos niños o adolescentes no recibieron el Bautismo en los primeros meses de su vida, es necesario exponer algunos criterios básicos para orientación de los responsables de la pastoral catequética y litúrgica.270

135 El Ritual de la iniciación cristiana de adultos, en su capítulo quinto, desarrolla un Ritual de la iniciación de niños en edad catequética (aproximadamente entre los seis y los dieciseis años), "destinado a los niños que no habiendo sido bautizados en la infancia, y llegados a la edad de la discreción y de la catequesis, vienen para la Iniciación cristiana, ya traídos por sus padres o tutores, ya espontáneamente, pero con su permiso"271. Esto quiere decir, en primer lugar, que no se puede usar en estos casos el Ritual del Bautismo de párvulos, como si fueran unos recién nacidos, y en segundo lugar que la solución pastoral ha de ser también necesariamente distinta de la que se adopta para la iniciación sacramental de los niños ya bautizados. Conviene recordar también que tanto los niños no bautizados llegados al uso de la razón como los adolescentes no bautizados, son equiparados por el Código a los adultos a efectos de la pastoral de la Iniciación cristiana.272

136 Se ha de procurar, por tanto, que la Iniciación de estos niños y adolescentes se haga por etapas, jalonándolas con diversos ritos. En el caso de los niños, es conveniente que su iniciación se apoye en el grupo de los demás niños de su edad que van siguiendo la catequesis de la comunidad273, y que los ritos que señala el Ritual se celebren al mismo tiempo que se desarrolla el itinerario de sus compañeros. La catequesis ha de ser introducción no sólo en la doctrina de la fe, sino también en la conversión y en la experiencia de la vida de la comunidad cristiana. Se trata, por tanto, de ofrecer a esos niños no bautizados un verdadero y propio catecumenado orientado a la progresiva comprensión de la Palabra de Dios, de la oración eclesial y de la celebración litúrgica, y a un compromiso de fidelidad al Evangelio y de amor al prójimo.

137 La entrada en el "segundo grado" de la Iniciación cristiana de estos niños (escrutinios o ritos penitenciales) se tendrá en una celebración conjunta con los niños bautizados que vayan a celebrar su "primera confesión", durante la cuaresma274. La celebración de los sacramentos de la iniciación se hará en la noche de Pascua o en domingo. En todo caso, el Bautismo habrá de celebrarse en la Misa en la que participan por primera vez los "neófitos". En esta misma celebración se confiere la Confirmación por el Obispo o por el presbítero que administra el Bautismo275. El presbítero que, por razón de su oficio o por mandato del Obispo diocesano, bautiza a quien ha sobrepasado la infancia, goza ipso iure de la facultad de confirmar276. No obstante, ofrézcase al Obispo el bautismo de aquellos niños que han cumplido catorce años, para que lo administre él mismo, si lo considera conveniente.277

Repercusiones en la pastoral del bautismo

138 La presencia de estos grupos de niños que reciben todos los sacramentos de la iniciación en edad catequética, plantea a veces un interrogante sobre la práctica del bautismo de párvulos: algunas personas, en efecto, prefieren que sean los mismos niños los que profesen la fe de la Iglesia antes de recibir el bautismo. Habrá que tomar en cuenta esta tendencia para no magnificar pastoralmente estas situaciones, poniendo, de algún modo, en entredicho la legitimidad del Bautismo de párvulos, pero no por este motivo habrá que bautizar casi en secreto a estos niños e independientemente de la recepción de la Primera Comunión, pues una práctica de este tipo repercutiría no menos gravemente en una desvalorización del sentido del Bauitismo.

CONCLUSIÓN

139 "Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la salvación, si es que habéis gustado que el Señor es bueno. Acercándoos a El, piedra viva, desechada por los hombres pero elegida, preciosa ante Dios, también vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo... Vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz".278

Estas palabras de la primera carta del Apóstol Pedro, en un tono de homilía bautismal, sintetizan las reflexiones y orientaciones que hemos propuesto como ayuda a las Iglesias particulares en su cometido de determinar un proyecto propio de Iniciación cristiana bajo la autoridad del Obispo, que respondan a las circunstancias específicas de cada lugar y constituyan una verdadera renovación tanto de la catequesis como de la celebración de los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y de la Eucaristía.

140 Con este motivo ejercemos nuestro deber pastoral y manifestamos juntamente nuestro aliento y nuestra confianza en los presbíteros, diáconos y catequistas, y en todas las personas que con su entrega generosa cumplen con el mandato misionero del Señor a su Iglesia, en los diversos ámbitos de la educación en la fe y de la pastoral litúrgica, desde la familia y la parroquia a los movimientos eclesiales, pasando por la escuela y la enseñanza religiosa escolar.

De manera particular queremos animar a los fieles laicos a que asuman esperanzadamente su vocación y su misión en este campo específico de la transmisión de la fe y de su crecimiento y desarrollo en la vida de la Iglesia. "Cristo realiza su función profética no sólo a través de la jerarquía, sino también por medio de los laicos. El los hace sus testigos y les da el sentido de la fe y la gracia de la palabra".279


163 Cf supra, nn. 6; 15; 32 y 63.

164 Cf Ceremonial de los Obispos, nn. 7, 9, 404, etc.

165 DGC 274; cf supra n. 14.

166 PO 6.

167 CEE, Plan Pastoral 1994-1997. Para que el mundo crea, pag. 11.

168 CEE, Plan Pastoral 1994-1997. Para que el mundo crea, pág. 17.

169 ChL 58.

170 Cf Fundación S.M., Los valores de los niños españoles, 1992, p. 49; Los jóvenes españoles, 94, p. 207.

171 Cf J.M. Estepa. Discurso de clausura en las XXV Jornadas Nacionales de Catequesis: "Es más, mucho más, lo positivo que lo negativo. Y en este sentido tenemos que tener siempre conciencia lúcida de que la línea honda de los acontecimientos en la Iglesia es más positiva siempre que negativa. El Espíritu de Dios ha fecundado el camino, ha fecundado a su Iglesia. Es más, mucho más, por tanto, lo que ha fecundado el Espíritu de Dios que los obstáculos que nosotros hemos puesto" en El sacerdote y la catequesis, Madrid 1992, p.162.

172 EN 24.

173 Cf TDV 26.

174 Cf TDV 38.

175 Cf TDV 54-56.

176 Concilio Provincial Tarraconense, resolución 1,d.

177 DGC 277.

178 Cf 2 Pe 1,4.

179 Cf 1Tm 2,3-4; 1 Jn 4,10.

180 Para la situaciones más difíciles ver Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción sobre El Bautismo de los Niños (20-X-1980), en AAS 72 (1980) 1137-1156.

181 Cf SC 67.

182 Cf SC 27.

183 CCE 1257.

184Cf CCE 1250-1252; 1257; 1263-1264.

185 CIC c. 867, 1.

186 Cf Ibidem.

187 Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción sobre el Bautismo de los Niños, de 20-X-1980, n. 15.

188 Cf Ritual del Bautismo de niños, 1970 nn. 1-108, especialmente: 10-32; 54-60 y 87-103; supra 51.

189 Cf CIC cc. 872-874.

190 Cf CIC C.874

191 Cf FC 81.84.

192 Cf Congregación para la Doctrina de la fe, Instrucción sobre el Bautismo de los Niños, n. 31.

193 Cf Ibidem n. 30.

194 Cf Ritual del Bautismo de Niños, nn. 15-20.

195 Cf CIC c. 857.

196 Cf supra nn. 32-33.

197 Cf CIC c. 856.

198 Ritual del Bautismo de los niños, n. 47.

199 CIC c. 891.

200 Cf CIC c. 1065, 1; Ritual del matrimonio, n. 18.

201 Decreto (25-XI-1983), art. 10, en Boletín Oficial de la Conferencia Episcopal Española, 3 (1984) 102.

202 Cf DGC 184-185.278; Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, Sobre algunos aspectos doctrinales del sacramento de la Confirmación, 1.

203 Cf Concilio de Trento, DS 1628.

204 Boletín Oficial de la Conferencia Episcopal Española, 32 (1991) 159-160.

205 Ibidem, 1.

206 Ibidem, 2.

207 Ibidem, 3.

208 Ibidem, 4.

209 Ibidem, 5.

210 Ritual de la Confirmación, Obser. previas 13.

211 Ibidem.

212 Cf Alocución de Juan Pablo II a un grupo de Obispos del Sur de Francia en la visita "ad limina" (27 de Marzo de 1987), en L’ Osservatore Romano, Año XIX 40 (1987) 705-706.

213 Cf Concilio de Trento, DS 1628.

214 Cf DD 36.

215 Cf CCE 1306 ss.

216 Cf CCE 1306; ver también 1212;1233; 1275.

217 Cf CCE 1307.

218 CCE 1322.

219 Cf Ef l,13.

220 Cf CCE 1312-1313.

221 CCE 1313; cf 1318.

222 CIC c. 891.

223 Cf CCE 1297; Ceremonial de los Obispos 274-276.

224 Cf Ceremonial de los Obispos 12.

225 CCE 1327.

226 CIC c. 913, 1.

227 Ibidem c. 914.

228 Véase la Declaración de la Congregación para la Disciplina de los Sacramentos, La Penitencia antes de la Primera Comunión, de 24-V-1974, en AAS 65 (1973), 410; y Congregación para el Culto Divino, Directorio para las Misas con Niños, de 1-XI-1973, n. 12, en AAS 66 (1974) 30-46.

229 Cf DD 36.

230 Cf Sagrada Congregación de Ritos y Consilium, Instr. Eucharisticum mysterium 6, en AAS 59 (1967) 539-573.

231 Cf Mt 10,32; Rm 10,9.

232 Cf DGC 69-72.

233 Cf supra n. 56.

234 Gn 4,7b.

235 Ritual de la Penitencia, Praenotanda, n. 6.

236 Cf DGC 274.

237 Las posibles adaptaciones del RICA que pueden hacer las Conferencias Episcopales se especi-- fican en el nº 30 de las Observaciones generales y en los nn. 12 y 65 de las Observaciones previas.

238 Cf CIC cc. 781-792.

239 CIC c. 788,3.

240 CIC c. 851, 1.

241 Cf RICA 44; 66; 240.

242 CIC c. 863.

243 Cf RICA 240-277.

244 Cf supra nn. 25-31.

245 Cf RICA 277.

246 RICA 274-277.

247 Cf RICA, 6 y 7; se habla en latín de "tempus investigationis".

248 CA 204.

249 RICA, Obser. previas 12.

250 RICA 50.

251 Cf RICA, Obser. previas 19.

252 RICA, Ibidem.

253 RICA 98-132.

254 RICA 133-151.

255 Cf RICA 152-191; Obser. previas 52.

256 Cf RICA 193-207.

257 Cf RICA 208-234.

258 Cf RICA 235-239.

259 Cf RICA 295-305.

260 RICA 295.

261 EN; CT; Sínodo extraordinario 1985; ChL; etc.

262 ChL 61.

263 RICA 297.

264 CT 25.

265 Cf CT 21.

266 En estos momentos, el Catecismo Esta es nuestra fe puede cumplir con esta finalidad, de modo sumario, pero suficiente para los niveles básicos de catequesis de adultos. Según el nivel cultural del catequizando le será asimismo accesible directamente el Catecismo de la Iglesia Católica.

267 CC 96.

268 CA 217.

269 El bautizado no catequizado que se inicia con este itinerario pasa gradualmente de la condición de catequizando a la de miembro activo de la comunidad cristiana. Cf Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis, Orientaciones pastorales. Catequesis de adultos, especialmente los nn. 86-105 (características de la catequesis de adultos) y nn. 198-222 (estructura gradual de la catequesis de adultos).

270 Cf Comisión Episcopal de Liturgia, La Iniciación cristiana de los niños no bautizados en edad escolar, en Boletín Oficial de la Conferencia Episcopal Española, 36 (1992) 231-235.

271 RICA 306.

272 Cf CIC c. 852, 1.

273 Cf RICA 306-313.

274 Cf RICA 332.

275 Cf RICA 344 y 362.

276 Cf CIC c. 883, 2.

277 Cf CIC c. 863.

278 1P 2,2-5.9.

279 LG 35; cf CCE 904-907.