"LA EUCARISTÍA,
ALIMENTO DEL PUEBLO PEREGRINO"

Instrucción pastoral de la Conferencia Episcopal Española
ante el Congreso Eucarístico Nacional
de Santiago de Compostela y el Gran Jubileo del 2000



III
PARA CELEBRAR EL GRAN JUBILEO EN CLAVE EUCARÍSTICA
"Un año intensamente eucarístico"
Insistencia en la revalorización del domingo
Catequesis sobre la Eucaristía
Iniciación de los niños y de los jóvenes
Condiciones para una buena celebración de la Eucaristía
El culto de la Eucaristía fuera de la Misa
Predicación y catequesis sobre la Penitencia
Condiciones para celebrar bien la reconciliación
Disponibilidad para el ejercicio del ministerio de la reconciliación
Gestos de reconciliación
Caridad y testimonio de vida
Compromiso en favor de la justicia social


CONCLUSIÓN:
"JESUCRISTO, EL MISMO AYER, HOY Y SIEMPRE"
Hacia el Gran Jubileo del 2000
El testimonio del Apóstol Santiago
Invitación a construir una nueva sociedad europea
A la escucha del Espíritu


 

III
PARA CELEBRAR EL GRAN JUBILEO EN CLAVE EUCARÍSTICA

"Un año intensamente eucarístico"

51. Al proponer la celebración del Gran Jubileo como "un año intensamente eucarístico", el Papa Juan Pablo II ha querido no solamente resaltar la continuidad histórica del acontecimiento de la encarnación en el misterio eucarístico90, sino también mostrar la íntima conexión entre el "año jubilar" y el "año litúrgico"91. Esto significa que toda programación jubilar ha de contar necesariamente con el despliegue del misterio de Jesucristo en el curso del año, tal como este misterio es evocado y celebrado por la Iglesia en los diferentes tiempos, solemnidades, fiestas y memorias. Junto a este sagrado recuerdo de la obra de salvación realizada por el Hijo de Dios hecho hombre, la Iglesia venera también la memoria de la Santísima Virgen María y de los Santos -en especial de los mártires- y otros acontecimientos de la vida de las Iglesias locales92.

52. Guía de todo este desarrollo es el propio calendario universal de la Iglesia con el que será necesario contar para toda programación pastoral orientada a la celebración del Gran Jubileo. Con este fin el "Calendario del Año Santo 2000" se ofrece como un instrumento modélico y pedagógico93. Ahora bien, el conjunto de celebraciones litúrgicas, jubilares y eclesiales, tanto de ámbito universal como de ámbito local, ha de tener como referencia básica, reclamada por la fidelidad a los fines queridos por el Papa, el Leccionario de la Palabra de Dios de la Misa, especialmente de los domingos y solemnidades. El Leccionario es expresión auténtica de los contenidos de salvación que la Iglesia quiere recordar y actualizar en cada momento, dada la íntima conexión y "la articulación de la fe cristiana en palabra y sacramento"94.

53. En esta "línea central" del itinerario cristológico-trinitario de la celebración jubilar destaca obviamente el Evangelio de cada día, en el que se proclaman "las palabras y las obras" de la actividad de Jesús que hacen del tiempo litúrgico, y por tanto jubilar, verdadero "año de gracia del Señor"95. Las celebraciones de los sacramentos y de los sacramentales y cualquier otra celebración, deberán estar impregnadas del sentido que les confieren los diferentes tiempos litúrgicos y tener su centro y cima en el misterio eucarístico.

Insistencia en la revalorización del domingo

54. La todavía reciente Carta Apostólica Dies Domini del Papa Juan Pablo II nos exhorta a los obispos a que nos preocupemos "de que el domingo sea reconocido por todos los fieles, santificado y celebrado como verdadero 'día del Señor', en el que la Iglesia se reúne para renovar el recuerdo de su misterio pascual con la escucha de la Palabra de Dios, la ofrenda del sacrificio del Señor, la santificación del día mediante la oración, las obras de caridad y la abstención del trabajo"96. Cuanto insistamos en estos aspectos será poco en comparación de los grandes bienes que se derivan del domingo para "el fortalecimiento de la fe y del testimonio de los cristianos", objetivo esencial de la celebración del Gran Jubileo97. El domingo es un itinerario de formación cristiana permanente, insustituible en las condiciones de la sociedad actual. Por esto, al tiempo que os recomendamos la lectura de la Carta Apostólica del Papa, os invitamos a tomar de nuevo en las manos nuestra Instrucción pastoral "Sentido evangelizador del domingo y de las fiestas" y a poner en práctica las sugerencias que allí se hacen, especialmente de cara a la asamblea eucarística dominical98.

Catequesis sobre la Eucaristía

55. Es imprescindible también ayudar a los fieles a vivir el misterio eucarístico mediante una oportuna catequesis "la cual debe iniciarse por los misterios del año litúrgico y por los ritos y oraciones de la celebración, para esclarecer el significado de los mismos, sobre todo el de la gran oración eucarística, y conducir (a los fieles) a la percepción íntima del misterio que tales ritos significan y realizan"99. Obviamente esta catequesis debe ser acomodada a la cultura y a la índole de los destinatarios, y ha de comprender los principales contenidos de la doctrina de la fe en torno a tan gran Sacramento100, e inducir no sólo a celebrar la Eucaristía sino también a extender a otros momentos del día, mediante la adoración eucarística, las actitudes que se han vivido en la Santa Misa. La celebración de congresos eucarísticos a nivel diocesano o de una vicaría o zona pastoral con ocasión del Congreso Eucarístico Internacional de Roma en el 2000, puede ser también un momento especialmente apto para realizar esta catequesis de manera más profunda y completa.

Iniciación de los niños y de los jóvenes

56. Mención particular merece la preparación de los niños a la primera participación eucarística. Esta preparación, que ha de ir precedida de la necesaria catequesis de la Iniciación cristiana, consiste en una verdadera introducción y en un cierto hábito de asistencia a la celebración eucarística sobre todo del domingo, como hemos recordado en nuestras "Reflexiones y Orientaciones" sobre la "Iniciación cristiana" aprobadas en nuestra Asamblea Plenaria de noviembre de 1998101. En efecto, "la catequesis sobre la Eucaristía, bien adaptada a la edad y a la capacidad de los niños, debe tender a que conozcan la significación de la Misa por medio de los ritos principales y por las oraciones, incluso en lo que atañe a la participación en la vida de la Iglesia"102.

57. Unida a la catequesis sobre la Eucaristía ha de estar presente también la explicación y la conveniente iniciación en el sacramento de la Penitencia, "ya que la experiencia espiritual de la misericordia del Padre forma parte de los elementos gozosos de la preparación de los niños a la primera comunión"103. Cuando se trata de adolescentes que van a recibir el sacramento de la Confirmación, "junto al interés por la adecuada formación catequética, es preciso cuidar también que estén incorporados a la vida de la comunidad cristiana, en primer lugar por la participación en la asamblea eucarística dominical de manera habitual"104. A todos los fieles en general se les debe recordar la íntima relación entre la Eucaristía y la Penitencia, que se ha expuesto más arriba, especialmente en lo referente a las disposiciones para acceder a la mesa eucarística105.

Condiciones para una buena celebración de la Eucaristía

58. Sin duda, la mejor "catequesis mistagógica" de la Eucaristía es siempre una buena celebración, en la que las palabras, los gestos y los signos lleven "de lo visible a lo invisible, del signo a lo significado, de los 'sacramentos' a los 'misterios'"106. Se trata, por tanto, de entrar en el misterio a través del rito eucarístico realizado de acuerdo con las condiciones que aseguran no sólo la celebración válida y lícita sino también la participación plena y fructuosa de todos los que asisten a ella. La celebración no es sólo acción, sino acción de vida, comunicación y expresión humana en la que se encarna el hacer de Dios por la virtud del Espíritu Santo, esto es, el acontecimiento de la Pascua redentora de Cristo.

59. Ningún elemento carece de significado, ni está meramente yuxtapuesto. Todo tiene una admirable unidad y deja entrever la "mistagogia" de la Madre Iglesia, aludida antes, en la que encuentran adecuado equilibrio la actuación de los ministros y las intervenciones del pueblo, las lecturas y el canto, la oración común y el silencio107. La celebración, especialmente el domingo, ha de ser gozosa y atrayente. Por ello se debe favorecer, entre otros elementos, la calidad de los cantos, "tanto por lo que se refiere a los textos como a la melodía, para que lo que se propone hoy como nuevo y creativo sea conforme con las disposiciones litúrgicas y digno de la tradición eclesial que tiene, en materia de música sacra, un patrimonio de valor inestimable"108.

El culto de la Eucaristía fuera de la Misa

60. La Eucaristía no se agota en la celebración de la Misa. Es sacramento permanente siempre dispuesto para los enfermos y sobre todo para los moribundos. A partir de la práctica antiquísima de conservar la Eucaristía, la fe de la Iglesia y la devoción de los fieles y de los pastores han desarrollado diversas formas de culto eucarístico fuera de la Misa que todos están llamados a cultivar y a vivir: la adoración pública y la oración personal silenciosa, la exposición prolongada o breve, las procesiones eucarísticas especialmente la que está ligada a la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo y los congresos eucarísticos109.

61. "La piedad que impulsa a los fieles a acercarse a la sagrada comunión los lleva a participar más plenamente en el misterio pascual... Permaneciendo ante Cristo, el Señor, disfrutan de su trato íntimo, le abren su corazón pidiendo por sí mismos y por todos los suyos y ruegan por la paz y la salvación del mundo. Ofreciendo con Cristo toda su vida al Padre en el Espíritu Santo, sacan de este trato admirable un aumento de su fe, esperanza y caridad"110. Es preciso fomentar este culto en todas las comunidades observando cuidadosamente tanto las orientaciones para la participación de los fieles, como lecturas, cantos y silencio, como los signos de adoración y respeto al Sacramento: los gestos corporales, entre los que sobresalen la genuflexión y el permanecer de rodillas cuando así lo establece la liturgia, el incienso, el velo humeral, etc.111. En la adoración eucarística coinciden por completo realidad interna y forma externa, de manera que la actitud de reconocimiento de la presencia del Señor, verdadera alma de todo acto de culto, debe proyectarse también sobre cualquier celebración litúrgica.

Predicación y catequesis sobre la Penitencia

62. Si queremos que este año dedicado al Padre de las misericordias sea verdaderamente un año de conversión y de retorno a la casa paterna, es absolutamente necesario hacer en todas las comunidades eclesiales un amplio y generoso esfuerzo de predicación y de catequesis sobre el misterio de la reconciliación y el sacramento de la Penitencia. Es cierto que el problema de la desafección actual hacia este sacramento tiene raíces más profundas, ya que tiene mucho que ver con la pérdida del sentido del pecado en su dimensión religiosa, y con las dificultades que entraña hoy la formación de la conciencia en una sociedad secularizada y dominada por el relativismo y el subjetivismo moral y que parece haber abandonado la idea de una verdad fundamental sobre el bien accesible a la razón humana112.

63. Sin embargo esta predicación y catequesis, reclamadas una y otra vez después del Sínodo de los Obispos de 1983 como condición indispensable para una renovación pastoral de la práctica penitencial en la Iglesia, siguen siendo necesarias y han de destacar, entre otros aspectos, "la iniciativa y el don de Dios, su juicio y su misericordia" y que "la reconciliación entre Dios y los hombres es una acción realizada en el marco de la historia de la salvación del amor de Dios, irrevocablemente dado en su Hijo por su Espíritu; que Cristo, en su misterio pascual, es ese centro y lugar irrevocable de la reconciliación; que ésta se actualiza en y por la Iglesia en cada celebración y mediante una acción institucional, que se concreta en el ministerio del sacramento"113.

Condiciones para celebrar bien la reconciliación 

64. Junto a esta predicación y catequesis, insistente y gradual, orientada a niños, a jóvenes y a adultos, es preciso fomentar las condiciones que permitan ante todo la recuperación práctica de la importancia y del valor del sacramento de la Penitencia en la conciencia de todos los fieles. La celebración mejorará con la utilización inteligente del Ritual de la Penitencia y con ayuda de subsidios que faciliten especialmente el desarrollo del Rito de la reconciliación de un solo penitente. Esta forma ordinaria, en la que ha de consistir la oferta permanente de la reconciliación en todas las comunidades, debe articularse convenientemente con la Reconciliación de varios penitentes con confesión y absolución individual con ocasión de los tiempos litúrgicos y en la preparación de acontecimientos especiales de la vida de una comunidad como, por ejemplo, la celebración de la Confirmación, la Visita pastoral, etc. Una vez más recordamos que "en el conjunto del territorio de la Conferencia Episcopal Española, no existen casos generales y previsibles en los que se den los elementos que constituyen la situación de necesidad grave en la que se puede recurrir a la absolución general (c. 961, § 1 2º)"114.

65. La celebración sacramental de la Penitencia no debe ser un hecho aislado u ocasional en la vida de los cristianos, sino que ha de constituir el momento más significativo de una actitud permanente de conversión y de búsqueda de una conducta moral cada día más coherente con las exigencias del Bautismo, fundamento de toda la existencia cristiana. Con este espíritu se deben vivir los tiempos penitenciales, es decir los viernes de cada semana y especialmente la Cuaresma y se debe realizar el acto penitencial del comienzo de la Misa. "La penitencia cristiana ha de presentarse en su dimensión de 'sacrificio espiritual', esto es, en su dimensión de adoración a Dios y de 'confesión de fe' en su misericordia. En este sentido, el mismo sacramento de la reconciliación habrá de aparecer... como un acto de culto... La confesión ('exomologesis') significa tanto reconocer la fragilidad y miseria propias como proclamar doxológicamente la santidad y la misericordia de Dios"115.

Disponibilidad para el ejercicio del ministerio de la reconciliación

66. Pero todas estas indicaciones servirán de muy poco si nosotros, los ministros del sacramento de la Penitencia, no asumimos cordial y generosamente las actitudes de Cristo ante los pecadores y le imitamos en la búsqueda y en la acogida que debemos dispensarles. Si queremos que el sacramento de la Penitencia sea vivido por los fieles como un encuentro de reconciliación y de gracia con el Padre de las misericordias que sale a su encuentro, es preciso que nosotros mismos tratemos de encarnar a través de nuestras cualidades humanas y sobre todo en la caridad pastoral el abrazo paterno del perdón y de incorporación a la comunión de la Iglesia o a una más profunda y rica renovación de dicha comunión. Por ello invitamos a nuestros hermanos presbíteros a leer y a meditar cualquiera de las numerosas exhortaciones del Papa Juan Pablo II a ejercer este ministerio como signos vivos de la presencia del Señor y a dedicarle el tiempo y las energías necesarias116. Con el mismo interés por el ministerio y las personas de nuestros presbíteros les exhortamos a tener una experiencia viva, ejemplar y frecuente del sacramento de la Penitencia117.

Gestos de reconciliación

67. Con actitudes y sentimientos de conversión al Padre y de reconciliación fraterna queremos que nuestras Iglesias se preparen a vivir el Gran Jubileo del Nacimiento del Señor asumiendo también "con una conciencia más viva el pecado de sus hijos recordando todas las circunstancias en las que, a lo largo de la historia, se han alejado del espíritu de Cristo y de su Evangelio"118. En el "Plan de acción pastoral de la Conferencia Episcopal Española para el cuatrienio 1997-2000" hemos realizado una "mirada agradecida y crítica a nuestro tiempo" en el ámbito de la Iglesia en España119. Sería conveniente que en las comunidades locales, con ocasión de algunos tiempos litúrgicos o en la preparación de una peregrinación, se organizasen celebraciones penitenciales no sacramentales para escuchar la Palabra de Dios y purificar bajo su luz la memoria de los aspectos más oscuros de la vida y del testimonio de las Iglesias y de los pecados de los cristianos.

68 La plegaria común podría ir acompañada de algún gesto de los que la Iglesia propone para expresar las actitudes de conversión y de reconciliación120. En esta misma perspectiva se pueden llevar a cabo algunos gestos de carácter social que expresen la caridad que brota del misterio eucarístico. También se podrían organizar encuentros de oración ecuménica con las Iglesias y comunidades eclesiales no católicas, siguiendo la indicación del Papa: "Hay que proseguir en el diálogo doctrinal, pero sobre todo esforzarse más en la 'oración ecuménica'"121.

Caridad y testimonio de vida

69. Celebrar la Penitencia y partir el Pan de la vida conduce a hacer realidad una serie de compromisos prácticos de conducta, personales y comunitarios, comenzando por el servicio a los pobres y el testimonio de la caridad fraterna, la promoción y la defensa de la vida humana, el cuidado de los enfermos y de los ancianos, la acogida de los marginados y de los inmigrantes; la cercanía hacia las víctimas de la violencia, el rechazo de toda forma de malos tratos contra las personas y de atentados contra los bienes de uso social; el respeto de los derechos humanos122, la creación de empleo, la promoción de una vivienda digna, el trabajo por la justicia y la búsqueda de la paz. Estos compromisos son inseparables de la exigencia misionera y apostólica que surge también de la comunión eucarística: ayudar a quien no conoce a Jesucristo a encontrarse con Él y a abrirse al don de la fe, e invitar a quien se ha alejado de la comunidad cristiana a redescubrir de nuevo la alegría de compartir los bienes de la fe y del amor fraterno.

Compromiso en favor de la justicia social

70. El Gran Jubileo tiene como una de sus dimensiones más importantes la de ser un tiempo de "restablecimiento de la justicia social. Así pues, en la tradición del año jubilar encuentra una de sus raíces la doctrina social de la Iglesia, que ha tenido siempre un lugar en la enseñanza eclesial y se ha desarrollado particularmente en el último siglo, sobre todo a partir de la encíclica "Rerum novarum"123. En este sentido es necesario también que en nuestras Iglesias se realicen gestos concretos y palpables de compromiso por la justicia social y por la paz, de acuerdo con las circunstancias de cada comunidad, ya en este año dedicado al Padre y a la virtud de la caridad124.

71. En efecto, recordando que Jesús vino a "evangelizar a los pobres" (Mt 11,5; Lc 7,22), invitamos a nuestras comunidades a prestar una atención mayor a los más necesitados espiritual y materialmente y a trabajar en favor de los pobres para que esta línea de acción pastoral signifique cada vez más un encuentro con Cristo presente en ellos (cf. Mt 25,35-45). Por este motivo nos unimos a la petición del Papa y últimamente del Sínodo de América en favor de una notable reducción o, si fuera posible, de la condonación total de la deuda internacional que grava sobre el destino de muchas naciones125.

CONCLUSIÓN
"JESUCRISTO, EL MISMO AYER, HOY Y SIEMPRE"

Hacia el Gran Jubileo del 2000

72. La celebración del Congreso Eucarístico en el marco del Año Jubilar Compostelano, ha de ser un acontecimiento de gracia que nos disponga para hacer del Gran Jubileo "una gran plegaria de alabanza y de acción de gracias sobre todo por el don de la Encarnación del Hijo de Dios y de la Redención realizada por Él"126. "Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo" (1 Jn 1,3). Al enviar esta Instrucción pastoral a todo el pueblo de Dios, centrada en la Eucaristía "alimento del pueblo peregrino", los obispos de la Conferencia Episcopal Española queremos estrechar los vínculos de la comunión de todas nuestras Iglesias entre sí y con la Iglesia Santa y Católica presidida en la fe y en la caridad por el Papa Juan Pablo II, "para que el mundo crea" (Jn 17,21) y para que Jesucristo, "el mismo ayer, hoy y siempre" (Hb 13,8), sea reconocido y aclamado por todos los pueblos como el Hijo de Dios, el Salvador y el Señor de la historia127.

El testimonio del Apóstol Santiago

73. Deseamos así mismo que este Año Jubilar Compostelano sea ocasión no sólo de celebrar la gloriosa memoria del Apóstol Santiago, sino sobre todo de imitar su testimonio de fe y de obediencia a Dios antes que a los hombres (cf. Hch 5,29-32). Él supo cumplir valientemente la palabra dada al Señor junto con su hermano Juan, el Evangelista, en aquel diálogo sobre los primeros puestos en el Reino, siguiendo a Cristo en la vocación de servicio y de entrega de la propia vida (cf. Mt 20,20-28). Este testimonio de fe y de obediencia a Dios es lo que han buscado y siguen buscando con su actitud humilde y penitente los millares de peregrinos que llegan a Santiago de Compostela.

Invitación a construir una nueva sociedad europea

74. A todos los que peregrinen a Santiago de Compostela les invitamos con el Papa Juan Pablo II a construir una nueva sociedad europea fundamentada en la verdad, sobre la base de las raíces cristianas y de los valores espirituales y morales "que hicieron gloriosa la historia de Europa y benéfica su presencia en los demás continentes"128. Confiamos este mensaje especialmente a los jóvenes que vendrán en los próximos meses y con ocasión de la Peregrinación y Encuentro Europeo que culminarán en Compostela del 4 al 8 de agosto de 1999, les decimos que confiamos en ellos y en su generosidad y capacidad para construir la nueva civilización del amor. El lema "En tu palabra... podemos" (Mt 20,22), será el exponente de esa actitud.

A la escucha del Espíritu

75. Así pues, con ánimo de conversión sincera y con la esperanza puesta en la bondad y en la misericordia del Padre, continuamente ofrecida por su Hijo Jesucristo en el Espíritu Santo, exhortamos a nuestros hermanos presbíteros y diáconos, a los demás ministros, a los religiosos y religiosas y a los fieles laicos, hombres y mujeres, a ponerse con nosotros a la escucha atenta y humilde de lo que el Espíritu Santo quiera decir a las Iglesias (cf. Ap 1,7) en la hora actual, a pocos meses ya de la apertura de la puerta santa que dará paso a un nuevo milenio de la misión de la Iglesia. Animados por el ejemplo de los "hombres y mujeres de tantas lenguas y razas que han seguido a Cristo en las distintas formas de la vocación cristiana", llegando incluso al martirio para dar testimonio de la verdad del Evangelio129, invocamos sobre todo el pueblo de Dios que nos ha sido confiado la bendición del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, encomendándolo a la intercesión de la Santísima Virgen María y a la del Apóstol Santiago, Patrono de España y "Amigo del Señor".

Madrid, 4 de marzo de 1999


90. Cf. TMA 55.

91. Cf. TMA 10; 14; 15; 16.

92. Cf. SC 102-105 y 107-110; Pablo VI, Motu proprio "Mysterii Paschalis", de 14-II-1969, en el Misal Romano; CCE 1168-1173.

93. Comité Central para el Gran Jubileo, Calendario del Año Santo 2000, de 21-V-1998: "Ecclesia" 2898 (1988), 941-946.

94. TMA 31.

95. Cf. TMA 11-12; 14; 32; etc.

96. Cf. Juan Pablo II, Carta Apostólica "Dies Domini", cit., 48.

97. Cf. TMA 42.

98. Cf. Conferencia Episcopal Española, "Sentido evangelizador del domingo y de las fiestas", cit., 32-38. Véase también nuestra Nota: "Domingo y Sociedad", de 28-IV-1995: "Ecclesia" 2735 (1995), 650-653.

99. Congregación de Ritos, Instrucción "Eucharistium Mysterium", cit., 15.

100. Cf. ib., 5-15; Juan Pablo II, Carta Apostolica "Dominicae Coenae", cit., 8-12.

101. Cf. Conferencia Episcopal Española, La Iniciación cristiana. Reflexiones y orienta- ciones, Madrid 1999, 58; cf. 101-105.

102. Congregación de Ritos, Instrucción "Eucharisticum Mysterium", cit., 14.

103. Conferencia Episcopal Española, La Iniciación cristiana, cit., 60; cf. 107-110.

104. Ib., 93.

105. Cf. supra, nn. 41-46.

106. CCE 1075; cf. Conferencia Episcopal Española, La Iniciación cristiana, cit., 29-30; 49.

107. La mistagogia es ante todo el modo permanente y progresivo que tiene la Iglesia de alimentar la fe y la vida divina por medio de la liturgia en los bautizados. De ella hemos hablado en el documento sobre La Iniciación cristiana, cit., 29-30; 123; 132.

108. Juan Pablo II, Carta Apostólica "Dies Domini", cit., 50.

109. Cf. Congregación de Ritos, Instrucción "Eucharisticum Mysterium", cit., 49-67; Ritual de la Sagrada Comunión y del culto a la Eucaristía fuera de la Misa, cit.: Orientaciones generales y de cada capítulo; Código de Derecho Canónico, c. 944, &1.

110. Congregación de Ritos, Instrucción "Eucharisticum Mysterium", cit., 50.

111. Cf. CCE 1378; 2628.

112. Véase Conferencia Episcopal Española, Instrucción pastoral "La verdad os hará libres", de 20-XI-1990, 21-33; Juan Pablo II, Encíclica "Veritatis Splendor", de 6-VIII-1993, 84 ss.; Encíclica "Fides et Ratio", de 14-IX-1998, 98.

113. Conferencia Episcopal Española, Instrucción pastoral "Dejaos reconciliar con Dios", cit., 68; cf. Juan Pablo II, Exhortación postsinodal "Reconciliatio et Paenitentia", cit., 26.

114. Conferencia Episcopal Española, Criterios acordados para la absolución sacramen- tal colectiva a tenor del canon 961, 2, de 18-XI-1988; en Instrucción pastoral "Dejaos reconciliar con Dios", cit., pág. 111.

115. Conferencia Episcopal Española, Instrucción pastoral "Dejaos reconciliar con Dios", cit., 70. "Proclamar doxológicamente la santidad y la misericordia de Dios" quiere decir alabarle y ensalzarle por estas perfecciones.

116. Cf. Juan Pablo II, Carta a los sacerdotes para el Jueves Santo de 1983, de 27-III-1983, 3; Exhortación Apostólica "Reconciliatio et Paenitentia", cit., 31 [VI]; Carta a los sacerdotes para el Jueves Santo de 1986, de 16-III-1986, 7; Exhortación Apostólica "Pastores Dabo Vobis", de 25-III-1992, 26; etc.

117. Cf. Conferencia Episcopal Española, Instrucción pastoral "Dejaos reconciliar con Dios", cit., 82; véase también Congregación para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, de 31-I-1994, 51-54.

118. TMA 33; cf. 34-36.

119. Cf. Conferencia Episcopal Española, "Proclamar el año de gracia del Señor", cit., 32-104.

120. Por ejemplo, la aspersión con el agua recordando el Bautismo, la recitación de la confesión general profundamente inclinados, el intercambio de gesto de la paz, etc.

121. TMA 34; cf. el "Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el Ecumenismo" del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, de 25-III-1993, 108-115.

122. Cf. Comisión Episcopal de Pastoral Social, La Declaración universal de los Derechos Humanos, un signo del Espíritu en nuestro tiempo, de 26-XI-1998.

123. TMA 13.

124. Cf. ib. 51.

125. Cf. TMA 51; Juan Pablo II, Exhortación postsinodal "Ecclesia in America", de 22-I- 1999, nn. 22 y 59.

126. TMA 32.

127. Cf. TMA, 4 ss.; 36; 56; Juan Pablo II, Bula "Incarnationis Mysterium", cit., 1; 3.

128. Cf. Juan Pablo II, La renovación espiritual y humana de Europa. Discurso en el acto europeísta en la catedral de Santiago el 9-XI-1982, n. 4. Véase también La construcción de Europa, un quehacer de todos. Declaración de la LVII Asamblea Plenaria de la CEE, de 15/20-II-1993, Madrid 1993.

129. Cf. TMA 37.