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EL AMOR DE DIOS SE HA HECHO HOMBRE

 


LECTURA CONTINUADA

Puesta en común sobre 1 Jn 4,7-5,21

Con la sección que hemos leído para el encuentro de hoy (1 Jn 4,7-5,21) finaliza la primera carta de Juan. En estos capítulos se presenta la estrecha relación que existe entre la fe en Dios y el amor a Él y al hermano, hasta el punto de que si no hay frutos concretos de amor en la vida de cada día, la fe de esa persona o de esa comunidad cojea o incluso es falsa. Sólo amando al hermano el cristiano puede decir que conoce a Dios, que le ama, que ha nacido de Él y que permanece en Él. Porque Dios es amor. Ésta fue la gran revelación de Jesús, el Hijo de Dios. Hoy queremos detenernos un poco más en este doble aspecto de la fe cristiana: amor a Dios, amor al hermano. Por eso para preparar este encuentro nos propusimos leer esta última parte de la carta buscando tres versículos en los que, a tu modo de ver, se diga con claridad que la fe en Dios y el amor al hermano son inseparables.

Compartimos con los demás miembros del grupo lo que cada uno de nosotros ha descubierto en la lectura personal que ha hecho.


GUÍA DE LECTURA

"Quien no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor"


Antes de comenzar buscamos 1 Jn 4,7-21


> Ambientación

La comunidad del discípulo amado nos ha abierto las puertas de su experiencia de fe y nos ha mostrado el amor entrañable del Padre manifestado en Jesús, el Hijo. De la mano de Juan y con nuestros hermanos y hermanas de grupo, nos hemos familiarizado con personajes como Nicodemo, la Samaritana, María Magdalena; con imágenes como el pan, la luz, la vida. Los testigos de los primeros tiempos nos han mostrado lo que ellos han visto, han oído y de lo que dan testimonio, para que su experiencia ayude a la nuestra y también nosotros veamos y seamos testigos.

Hoy esa comunidad nos presenta, a modo de resumen, el pilar sobre el que se debe construir toda vida cristiana que quiera llamarse auténtica.

>Miramos nuestra vida

Nuestro mundo está falto de amor, aunque nunca se ha usado tanto esta palabra. Dicen que hay amor de consumo, amor telefónico, amor de eslogan, amor de usar y tirar... Todos ellos son amores suaves, amores vacíos, amores que no comprometen. Pero sabemos por experiencia que un amor que exige poco y que puede eliminarse a la primera dificultad no sirve. Afortunadamente también conocemos amores diferentes, amores que llenan y que deberían escribirse con mayúscula. Vamos a hablar de todo esto:

- ¿Piensas que todos queremos decir lo mismo cuando utilizamos la palabra "amor"?

- Según tu opinión, ¿cómo debería ser un amor verdadero?


> Escuchamos la Palabra de Dios

Jesús también propuso un ideal de amor, el único amor que merece llamarse así. Ideal exigente, pero no imposible. En el pasaje que vamos a meditar hoy Juan nos recuerda de dónde brota ese amor y cuál ha de ser nuestra respuesta como cristianos.

- Antes de escuchar la Palabra de Dios preparamos nuestro interior para recibirla, guardando un momento de silencio.

- Proclamación de 1 Jn 4,7-21.

- Reflexionamos en silencio: leemos de nuevo el pasaje personalmente y consultamos las notas de la Biblia.

- Respondemos entre todos a estas preguntas:

 

> Volvemos sobre nuestra vida

La Palabra de Dios acaba de mostrarnos que amar es asomarse al misterio de Dios, es haberse dejado encontrar por un amor verdadero. Recordando lo que comentábamos al principio de la guía de lectura, podemos decir que hoy nuestro mundo necesita con urgencia testigos de un amor así.


> Oramos

Vamos a recoger ahora, en forma de oración, lo que nos ha sugerido la lectura y meditación de este pasaje. Es un buen momento para rezar por las personas que queremos, por las que deberíamos querer más, y por nosotros mismos, para que el amor de Dios sea en nuestro interior como un torrente de agua viva que apague la sed a nuestro alrededor.

Nuestra oración hoy puede ser también un canto de alabanza y gratitud a Dios por este camino que hemos hecho juntos, leyendo, reflexionando y orando el evangelio y la primera carta de Juan.

 

PARA PROFUNDIZAR

Dios es amor

En nuestra sociedad se utiliza a menudo la palabra amor. Se llama amor a un sentimiento que pasa sin comprometer en nada, a los sucesos que llenan las revistas del corazón, a la pasión que, en el fondo, esconde un deseo de posesión, al amor de amistad, a la relación entre personasque son parientes o vecinos, al afecto que predispone a hacer cualquier cosa por la persona querida o por unos valores elegidos. Los cristianos ponemos el origen del amor en Dios y decimos que es lo principal en nuestras vidas. La misma palabra tiene, por tanto, un abanico de significados y de implicaciones muy diferentes. Por eso en esta reflexión vamos a tratar de descubrir qué queremos decir los seguidores de Jesús con la palabra "amor", cuál es su fuente para que, cada día más conscientemente, imprima un estilo cristiano a nuestros pasos.

Dios nos ha manifestado su amor en una historia concreta

La primera página de la Escritura se abre con la creación del mundo y del ser humano. Todo, hasta la vida, se debe a la iniciativa gratuita del amor de Dios: "Vio entonces Dios todo lo que había hecho, y todo era muy bueno" (Gn 1,31). El autor del libro de la Sabiduría, reflexionando sobre la creación, dice: "Amas todo lo que existe, y no aborreces nada de lo que hiciste, pues, si odiaras algo, no lo habrías creado" (Sab 11,24). Dios lo ama todo, pero siente una predilección especial por el ser humano, con el que quiere entrar en diálogo de amor.

Para comenzar este diálogo de amor, elige un pueblo, Israel, y en medio de su realidad histórica, respetando su mentalidad y sus costumbres, empieza a descubrirle poco a poco quién es Él, su Dios. La gran prueba de amor y cercanía la tuvo Israel en la liberación de Egipto. Fue la piedra central de su construcción como pueblo de Dios. A partir de ahí Israel empezó a entender que había un Dios "clemente y compasivo, paciente, lleno de amor y fiel" (Dt 34,6) que lo prefería no porque fuera un pueblo grande y numeroso, sino, sencillamente, porque lo amaba (Dt 7,7-8).

Pero a Dios no le fue sencillo hacer entender este amor a su pueblo. Se presentó bajo la imagen de un gran rey que, según las costumbres de la época, quería establecer un contrato, una alianza, con sus súbditos. Yavé sería el Dios de Israel y éste su pueblo (Dt 26,17-19). Pero Israel rompía frecuentemente el pacto. Dios se presentó también bajo la imagen de un viñador que tenía una viña predilecta, plantada en un lugar fértil, a la que cuidaba con solicitud, por la que se desvivía. Pero en lugar de uvas, daba agrazones (Is 5,1-2). Y, a pesar de todo, Dios seguía gritando a su pueblo de muchas formas: "Con amor eterno te he amado" (Jr 31,3). Una y otra vez volvía a decirle lo mismo utilizando imágenes familiares: Dios era el esposo fiel que siempre perdonaba (Os 14,5); se mostraba como el padre-madre amoroso que con ternura enseña a andar a su hijo, lo lleva en brazos, lo besa (Os 11,1-4); Dios se hizo pastor para apacentar, buscar, cuidar y mimar a todas las ovejas, especialmente a las más necesitadas (Ez 34,11.16). Pero Israel continuaba sin entender. A los tiempos de fidelidad sucedían otros de alejamiento a pesar de que hombres justos, amigos del Señor, exhortaban al pueblo para que volviera a Dios, a su amor primero (Os 2,16-17).

A Dios no le fue sencillo. Aquel era un pueblo con la cabeza muy dura (Ex 32,9) y en su interior anidaba un corazón de piedra (Ez 36,26). Pero Dios lo amaba.

Dios nos ha manifestado todo su amor en Jesús

Llegó entonces la "plenitud de los tiempos". Si en el AT Israel pudo entender que Dios más que amor era poder, ahora Dios mostraría que su poder era el amor. Si Dios se había manifestado parcialmente en su grandeza bajo los símbolos del fuego, la nube o el arca, ahora se revelaría plenamente como amor encarnado. Si entonces se malinterpretaron sus intervenciones en favor de su pueblo, ahora enviaría su Palabra hecha carne para que no quedara ninguna duda de que su deseo era amar a cada persona en su realidad histórica concreta. Y entonces, porque el amor no se reserva nada, "tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único..." (Jn 3,16).

Jesús, la Palabra hecha carne, nos dijo con su voz y con su vida cómo era Dios, su Padre: oferta incondicional de amor y perdón, invitación eterna a entrar en un nuevo modo de relación con Dios y entre nosotros al que llamósu Reino, un Reino que no se manifiesta con poder, sino con amor solidario. Él mismo nos mostró el camino.

Pero debe ser cierto aquello de que la historia se repite. Porque el pueblo continuó sin entender. Entonces quedó patente que Dios, por amor, puede llegar hasta la cruz, hasta la muerte (Jn 15,13). En el colmo del desamor eliminamos su forma humana y mortal y Él, muriendo por amor, acabó con la muerte, dejó vencidas en la cruz todas las posibilidades humanas de desamor.

Aún no se ha acabado todo. Dios sabe de nuestra cabeza dura y quiere cambiar nuestro corazón de piedra por otro de carne, mostrarnos su amor entrañable. Por eso, tras la Resurrección de Jesús, nos entrega su Espíritu y nos hace hijos (Rom 8,15-17), para que la relación con Él no se rompa jamás. Él, que es amor (1 Jn 4,8), sabe que la comunicación total que desea establecer con nosotros sólo puede realizarse en el amor y desde el amor. Introduciendo su Espíritu de amor en nuestros corazones nos hace partícipes de su misma vida: la vida de amor que se vive en el seno de la Trinidad, entre el Padre, el Hijo y el Espíritu.

Amor con amor se paga

Podemos afirmar que "hemos conocido el amor" (1 Jn 3,16), que estamos sumergidos en Él, que nos abraza por todos lados (Sal 139,5). Si nos estancáramos y nos mantuviésemos sentados, si dijésemos "¡Qué bien se está aquí!", no habríamos entendido nada. Jesús, que nos revela el amor de Dios, nos dice "Amaos" (Jn 15,12), y san Juan que exclama: "Dios es amor", pide también "amémonos los unos a los otros" (1 Jn 4,7). No es un chantaje de Dios, porque el amor no necesita obligar, tiene una fuerza que arrastra voluntariamente. El amor de Dios impulsa a la donación y a la entrega, porque "amor con amor se paga".

El amor cristiano, porque es espejo del amor de Dios, es un amor sin límites, sin lógicas humanas. Pablo en la primera carta a los Corintios señala algunas características de este amor en un pasaje que se ha llamado el "himno al amor": "El amor es paciente y bondadoso..., no es egoísta..., todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta" (1 Cor 13,4-7). Amar en cristiano forma parte de lo sencillo y cotidiano, todos podemos comprenderlo, pero mantener este amor como estilo de vida es tarea de héroes. A pesar de ello no nos desanimamos. Este amor, que tiene su manantial en Dios y que se dirige a la vez a Dios y a nuestros hermanos, podemos vivirlo porque "al darnos el Espíritu, Dios ha derramado su amor en nuestros corazones" (Rom 5,5).

Proclamar que "Dios es amor" nos implica en la dura pero hermosa tarea de hacer presente a ese Dios amor en nuestro mundo, nos lanza a amar a los demás, lo que Dios más ama. Proclamar que Dios es amor absoluto que ama y perdona sin condiciones, que ese amor lo han visto nuestros ojos y palpado nuestras manos es labor de toda una vida de oración, de servicio, de entrega hasta el extremo, porque no hay mayor amor que dar la vida por los demás (Jn 15,13).