NUESTRO TESTIMONIO SOBRE EL PADRE ES CONFORME AL EVANGELIO DE JESÚS
LECTURA CONTINUADA
Puesta en común sobre 1 Jn 1,1-4,6
Para la reunión de hoy nos habíamos propuesto leer 1 Jn 1,1-4,6. Esta sección está dividida en dos partes. La primera (1 Jn 1,5-2,27) es una invitación a caminar en la luz, porque Dios es luz. En la segunda (1 Jn 2,28-4,6) se nos pide vivir como hijos de Dios; de este modo, dice el autor, conoceremos a Dios y participaremos en plenitud de su vida. Además, esta sección, en su desarrollo, va señalando aspectos claves para un seguidor de Jesús. En esto nos hemos fijado en la lectura personal. Recuerda que la pregunta que nos hicimos era: ¿Qué actitudes propias del cristiano aparecen en estos capítulos?
Vamos a comentar en el grupo lo que cada uno ha descubierto en su lectura personal.
GUÍA DE LECTURA
"Lo que hemos oído y visto eso os anunciamos"
Antes de comenzar buscamos 1 Jn 1,1-4
> Ambientación
Después de haber leído todo el evangelio de Juan y haberlo meditado en nuestras reuniones anteriores, será fácil conectar con el lenguaje y la temática que presenta esta carta. Tiene el mismo estilo, se dirige a la misma comunidad y presenta la misma teología que el evangelio. Ahora, en esta carta, el autor resume a su comunidad los puntos fundamentales en los que tienen que fijarse. Y les insiste desde el principio que la predicación que han recibido no son teorías, sino experiencias de vida.
Nosotros, en esta reunión, vamos a leer el prólogo de la carta. Queremos fijarnos en la insistencia de esos cuatro versículos sobre la comunicación de experiencias.
> Miramos nuestra vida
Todos sabemos que no es lo mismo contar una cosa que has oído de otros, que contar lo que has vivido personalmente. No es igual narrar a otros un accidente que has visto al circular por la carretera, que narrar el que has tenido tú mismo. No es igual hablar del cariño de las madres hacia los hijos, que hablar del cariño que tú le tienes a tu propio hijo.
¿Recuerdas alguna experiencia personal que haya marcado tu vida?
¿Qué diferencia hay entre hablar de cosas que te han contado o de experiencias que has vivido?
> Escuchamos la Palabra de Dios
Vamos a proclamar ahora el prólogo de la primera carta de Juan. Aquí el autor deja bien claro que lo que les ha transmitido en la evangelización es lo que oyó, vio y palpó viviendo con Jesús desde el principio.
- Hagamos un momento de silencio antes de escuchar la lectura.
- Una persona del grupo proclama 1 Jn 1,1-4.
- Reflexionamos en silencio: leemos de nuevo estos versículos personalmente y consultamos las notas de nuestra Biblia. Después compartimos nuestra reflexión:
El autor de 1 Jn ha tenido una gran experiencia en su vida: ¿Con quién se ha encontrado? ¿Cómo se refiere a Él en este pasaje? Fíjate en los verbos: ¿cómo ha sido esta experiencia? ¿Para qué quiere comunicarla?
¿Es
> Volvemos sobre nuestra vida
Cuando alguien habla desde la propia experiencia su testimonio tiene una fuerza especial, se nota implicado en aquello que está contando, y su palabra convence. Hemos visto que Juan y los primeros testigos anunciaban a Jesús resucitado con quien habían vivido. Vamos a intentar descubrir entre todos el mensaje que estos versículos pueden traer a nuestra vida.
¿Sigues a Jesús por la experiencia personal que has tenido o por lo que te han contado de Él?
¿Cuando hablas de Jesús, cuentas experiencias vividas o frases aprendidas?
> Oramos
Conocemos a Jesús. Todos tenemos experiencia de su persona, de su cercanía. En comunidad vamos a colocarnos ante Él. Con las palabras de la primera carta de Juan o con las nuestras propias, vamos a hablarle. Podemos darle gracias, alabarle, pedirle... sabiendo que Él es el Dios cercano que siempre escucha.
Volvemos a leer de nuevo el pasaje de 1 Jn 1,1-4.
Oración personal y comunitaria.
Concluimos nuestra reunión cantando: "Soy yo, Señor, quien contigo quiere hablar", u otro canto conocido que refleje nuestra relación personal con Jesús.
PARA PROFUNDIZAR
Las cartas de Juan
En la primera sesión de este libro presentamos el evangelio de Juan con una imagen. Comparábamos la composición de ese evangelio con la construcción de una casa: hay un proyecto, un solar, unos materiales... Decíamos que Jesús era el arquitecto, Juan el aparejador, la comunidad los obreros... Entonces os invitamos a entrar en la casa, conocerla, admirarla, respirar su ambiente, beber del agua de su pozo...
En la sesión de hoy os hemos animado a fijar la atención en la continuación de la obra de Juan. Antes de terminar la construcción de "La Casa de los Testigos", murió el aparejador. Los obreros siguieron trabajando con entusiasmo, pero malinterpretaron los planos del Arquitecto. Esto hizo que aquella casa ya no creciera con armonía. Entonces, un personaje ilustre en la comunidad, que en la segunda y tercera carta de Juan se llama "el presbítero", alguien que había visto crecer la obra desde los cimientos, que había colaborado con "el discípulo amado" desde el principio y que conocía bien los planos, invitó a volver sobre ellos y examinarlos. Señaló unos cuantos errores y pidió la colaboración de todos para corregirlos. Quienes no estuvieran de acuerdo en seguir construyendo y viviendo en esa casa según los planos originales del Arquitecto, tendrían que abandonarla.
Errores de construcción
Aquella comunidad había recibido el mensaje de Jesús tal como lo recoge el cuarto evangelio. Con el correr del tiempo, en aquella casa empiezan a surgir problemas de fondo. Las discusiones debieron ser bastante acaloradas. Nos dejaron escritas algunas expresiones muy duras para un cristiano. Se llamaron mentirosos, seductores, anticristos, mundanos... Incluso llegaron a negarse el saludo.
El autor pide fidelidad al proyecto original porque sóloasí podrá haber armonía y paz en la casa. No quiere acusar ni ofender a nadie. Lo que deseaba para todos lo dejó escrito en el cuadro de la entrada: llegar a la comunión y el gozo completo (1 Jn 1,3-4).
¿Cuál era el problema? La raíz del mal estaba en que algunos interpretaron el evangelio personalmente, a su manera, sacando conclusiones inaceptables. Vamos a fijarnos en los dos pilares que más se desviaban de los planos originales. Uno se refiere al mismo Arquitecto, a Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios; y el otro al amor, a la vida dentro de esa casa.
El pilar de la
Por aquellos años una forma de pensar alejada del cristianismo se había infiltrado en las comunidades joánicas dividiéndolas. Los cristianos que aceptaron esas ideas fueron separándose de la confesión de fe del resto de la comunidad. Decían que creían en Dios, pero que Dios, inalcanzable e invisible, no se había manifestado en una persona histórica concreta, que el Hijo de Dios ni se encarnó ni murió por nosotros. Además, según su pensamiento, no necesitamos a Jesús porque por nosotros mismos logramos la unión con Dios, con nuestras fuerzas podemos llegar a conocerle.
Ante esta manera de pensar, el autor de la carta acude al origen. Retorna la elevada figura de Jesús que viene en el evangelio de Juan y la presenta de nuevo, remarcando con fuerza las líneas que señalan la auténtica doctrina, la correcta lectura de los planos. El amor de Dios se nos ha manifestado en una persona histórica concreta: Jesús de Nazareth; Jesús ha nacido, vivido, muerto y resucitado por nosotros; a la vida eterna, la unión con Dios, sólo se llega por un camino: Jesús, el Camino (Jn 14,6).
El pilar del amor al hermano
La columna de la fe en Jesús-Mesías-Hijo de Dios era y es fundamental para mantener en pie el edificio de la comunidad joánica. En esa casa a la que nos estamos refiriendo, había otro pilar que estaba perdiendo plomada y fuerza: el amor fraterno.
Jesús, el Arquitecto, había dejado una indicación clara para leer los planos del proyecto de Dios sobre el mundo: "Como yo os he amado, así también amaos los unos a los otros" (Jn 13,34), pero las divisiones y las ideas erróneas dentro de la comunidad estaban disminuyendo la seriedad de este "mandamiento nuevo". El autor de la primera carta de Juan les recuerda el encargo de Jesús: "El mensaje que habéis oído desde el principio es que debemos amarnos los unos a los otros" (1 Jn 3,11). La fuente y fundamento de este amor mutuo es que Dios es amor (1 Jn 4,8) y nos ha amado primero.
Con esta vuelta a los orígenes, a "lo que habéis oído desde el principio", el autor muestra a la comunidad la falsa enseñanza de algunos de sus miembros, los une entre ellos para que puedan hacer frente a las divisiones que les acechan y les enseña el camino de un cristianismo dinámico que no se compromete sólo con la boca, sino con hechos y de verdad (1 Jn 3,18). Sólo así "La Casa de los Testigos" continuará creciendo con armonía hasta hacer de nuestro mundo una gran casa.
PARA PREPARAR EL PRÓXIMO ENCUENTRO
Para preparar el próximo encuentro vamos a terminar de leer la Primera Carta de Juan. Mientras lees 1 Jn 4,7-5,21, señala tres versículos en los que, a tu modo de ver, se diga con claridad que la fe en Dios y el amor al hermano son inseparables.