Libro de los Salmos (100-150)

 

Salmo 100 (Vg 99): Invitación a la Acción de Gracias al Señor. Salmo 101 (Vg 100): Normas de Vida de un Principe Ideal. Salmo 102 (Vg 101): Suplica de Restauración de Sion. Salmo 103 (Vg 102): Alabanza de la Misericordia Divina. Salmo 104 (Vg 103): La Gloria de Dios en la Creación. Salmo 105 (Vg 104): Fidelidad de Dios a la Alianza. Salmo 106 (Vg 105): Confesión de las Rebeldías de Israel. Libro Quinto. Salmo 107 (Vg 106): Benignidad de la Providencia Divina. Salmo 108 (Vg 107): Petición de Auxilio Divino Contra los Enemigos. Salmo 109 (Vg 108): Oración Imprecativa Contra los Impíos. Salmo 110 (Vg 109): El Mesías, Rey y Sacerdote. Carácter Mesiánico del Salmo. Salmo 111 (Vg 110): Grandeza de las Obras de Dios. Salmo 112 (Vg 111): Bienandanza del Justo. Salmo 113 (Vg 112): Benignidad De Dios con los Humildes. Salmos 114-115 (Vg 113): Las Maravillas del Éxodo. Salmo 116 (Vg 114-115): Acción de Gracias. Salmo 117 (Vg 116): El Aleluya de Todos los Pueblos. Salmo 118 (Vg 117): Himno Triunfal. Salmo 119 (Vg 118): Excelencias de la Ley Divina. Salmo 120 (Vg 119): Los Enemigos de la Paz. Salmo 121 (Vg 120): Seguridad del Protegido de Dios. Salmo 122 (Vg 121): Salutación a Jerusalén. Salmo 123 (Vg 122): Ferviente Petición de Auxilio Divino. Salmo 124 (Vg 123): Acción de Gracias por el Auxilio Recibido. Salmo 125 (Vg 124): La Seguridad de los que Confian en Yahvé. Salmo 126 (Vg 125): Petición de la Plena Restauración de la Nación. Salmo 127 (Vg 126): El Abandono a la Divina Providencia. Salmo 128 (Vg 127): Felicidad del Justo. Salmo 129 (Vg 128): Imprecaciones Contra los Enemigos de Israel. Salmo 130 (Vg 129): Imploración de la Divina Misericordia. Salmo 131 (Vg 130): Confesión de Humildad. Salmo 132 (Vg 131): La Promesa de Bendición Sobre la Dinastía Davídica. Salmo 133 (Vg 132): Deleitosa Comunión de los Santos. Salmo 134 (Vg 133): El Adiós y Bendición Final de los Peregrinos. Salmo 135 (Vg 134): Canto de Acción de Gracias. Salmo 136 (Vg 135): Canto de Acción de Gracias. Salmo 137 (Vg 136): El Amor Nostálgico de los Cautivos por Sion. Salmo 138 (Vg 137): Canto de Acción de Gracias. Salmo 139 (Vg 138): La Omnisciencia y Omnipotencia Divinas. Salmo 140 (Vg 139): Oración de un Calumniado y Perseguido. Salmo 141 (Vg 140): Oración del Justo en Peligro. Salmo 142 (Vg 141): Oración del Justo en Medio de Peligro. Salmo 143 (Vg 142): Humilde Suplica del Auxilio Divino. Salmo 144 (Vg 143): Acción de Gracias por la Victoria. Salmo 145 (Vg 144): Majestad y Bondad de Dios. Salmo 146 (Vg 145): La Providencia de Yahvé. Salmo 147 (Vg 146-147): Las Maravillas de la Divina Providencia. Salmo 148 (Vg 147): Alabanza Cósmica A Yahvé. Salmo 149: Grito de Guerra Santa. Salmo 150: Sinfonía Final.

 

Salmo 101 (Vg 100): Normas de Vida de un Principe Ideal.

Este salmo ha sido saludado como el "espejo del príncipe y de los magistrados." En él se traza el programa de un gobierno equitativo y honesto, refrenando los desmanes de los impíos y promoviendo el bien a base de seleccionar buenos y fieles consejeros, evitando el fraude y ejerciendo la justicia de modo severo contra los obradores de iniquidad. En el salmo podemos distinguir dos partes: a) normas de conducta en la vida privada (1-4); b) en las relaciones de la vida pública (5-8).

El título atribuye el salmo a David, y en ese supuesto se insinúa la circunstancia del traslado del arca de la alianza a Jerusalén con ocasión de su composición; pero nada en el salmo garantiza esta suposición. Los críticos modernos prefieren una fecha de composición más tardía, sin que exista unanimidad de apreciaciones al concretarla, y, así, las opiniones se escalonan desde los tiempos de Ezequías hasta los Macabeos.

Normas de conducta en la vida privada (1-4).

1 Salmo de David. Quiero cantar tu piedad y justicia; a ti, ¡oh Yahvé! voy a entonar salmos. 2 Quiero entender el camino de los íntegros. ¿Cuándo vendrás a mí? Andaré yo en integridad de corazón en mi casa. 3 No pondré ante mis ojos cosa vil *; aborrezco el proceder de los apóstatas, no se me pegará. 4 Lejos de mí estará el corazón perverso; no conozco al malvado.

Las características de la conducta divina son la piedad hacia los que le son fieles y la justicia para con los rebeldes a su ley. El salmista inicia su poema declarando estos atributos divinos, para después amoldarse a sus exigencias en la vida moral. Algunos autores han querido suponer que este primer verso es una adición litúrgica, pero puede entenderse como preludio general del salmo, conforme al estilo de otras composiciones del Salterio.

En su conducta privada quiere seguir el camino de la integridad moral, ansiando poder convivir en comunidad afectiva con Yahvé: ¿cuándo vendrás a mi? En su vida no prestará atención a nada vil o indigno de su calidad de fiel yahvista; por eso no puede aprobar el proceder de los apóstatas o ateos prácticos, que viven al margen de su ley y desprecian a Dios. En su deseo de mantenerse íntegro, vivirá alejado del malvado con un corazón recto y sumiso a los preceptos divinos.

Conducta en su vida pública (5-8).

5 Reduciré al silencio al que en secreto detrae a su prójimo; no toleraré al de altivos ojos y corazón soberbio. 6 Pondré mis ojos en los fieles de la tierra para hacerlos morar conmigo. Los que andan por el camino de la rectitud serán mis ministros. 7 No habitará en mi casa el que comete fraude; el que habla mentirosamente no permanecerá ante mí. 8 De mañana haré perecer a todos los impíos de la tierra, y exterminaré de la ciudad de Yahvé a todos los obradores de iniquidad.

Como gobernante, excluirá de su confianza a los calumniadores, orgullosos y fraudulentos, procurando rodearse sólo de los hombres probos o fieles de la tierra. Sólo los rectos tendrán.acceso a.él en el gobierno en calidad de ministros. Con energía procurará cada día hacer desaparecer de la sociedad a los impíos, que inficionan el ambiente con sus perversidades. En la ciudad de Yahvé — Jerusalén — no pueden habitar los inicuos, pues es la capital de la teocracia, donde mora el propio Dios de Israel 2.

1 Lit. "cosas de Belial." Cf. Dt 15:9; 13:14; Sam 1:16; 2:12. En la literatura apócrifa judía posterior, "Belial" es el nombre que se da al príncipe de los demonios. Cf. 2 Cor 6:5. — 2 Cf. Sal 46:5; 48:2.9; Is 1:26.

 

Salmo 102 (Vg 101): Suplica de Restauración de Sion.

Este poema se divide en tres partes: a) oración de penitencia de un afligido que está en peligro de muerte y que es objeto de hostilidad por parte de gentes impías (1-13); b) súplica de liberación de la cautividad y de restauración de Sión (14-23); c) continuación de la súplica del afligido pidiendo que no le deje morir a la mitad de sus días (24-29). De este contenido se deduce que la segunda sección ha sido insertada, dando un sentido colectivo a una oración que primeramente tenía una proyección puramente individual. El estilo de la sección individual y el de la colectiva son diferentes: el primero es melancólico y cansino, mientras que el segundo es elocuente y vivo. La parte relativa a la restauración de la nación refleja el estado de ánimo del que está todavía en el destierro y ansia la rehabilitación total de su nación. Esta parte del salmo, pues, está compuesta en los días aciagos del cautiverio babilónico. La primera y última sección parecen ser anteriores, aunque no se puede determinar con exactitud la fecha de su composición.

Queja confiada de un afligido (1-13).

1 Plegaria de un afligido que desfallece y se lamenta ante Yahvé. 2 Escucha, ¡oh Yahvé! mi oración y llegue a ti mi clamor. 3 No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina tus oídos a mí: cuando te invoco, apresúrate a oírme. 4 Pues se desvanecen como humo mis días y se tuestan mis huesos como en horno. 5 Marchitado como hierba se deseca mi corazón, pues me olvido de comer mi pan. 6 Por la voz de mi gemido se pegan mis huesos a la piel. 7 Me asemejo al pelícano del desierto; soy como buho entre las ruinas. 8 Me desvelo y sollozo como pájaro solitario sobre el tejado. 9 Todo el día se burlan de mí mis enemigos, se enfurecen contra mí y me execran. 10 Como el pan como si fuera ceniza, y mi bebida se mezcla con lágrimas. 11 Por tu indignación y tu ira, porque me cogiste y me lanzaste, 12 mis días son como sombra que se inclina, y me seco como hierba. 13 Pero tú, Yahvé, te sientas en tu trono por siempre, y tu memoria permanece por generaciones y generaciones.

El título del v.1 es único en su género en el Salterio. Es adición del compilador para facilitar su recitación entre los piadosos.

El poeta inicia su oración con frases estereotipadas en el género salmódico para atraerse la atención divina 1. Consciente de su debilidad, pide al Todopoderoso que preste oído a su situación angustiosa, pues es el único que puede liberarle de ella. Con bellas metáforas describe su vida triste, cuyos días se desvanecen como humo 2; consumido por la fiebre, sus huesos están como tostados al horno.

El centro de su vida — el corazón — va perdiendo fuerza y marchitándose como hierba 3. En su dolor se olvida de comer, y a fuerza de gritar se consume su vigor, pegándose sus huesos a la piel (v.6). Apartado de la vida social, se considera como un pelicano, que mora en zonas esteparias y desérticas, y al buho, que habita entre ruinas 4. Desvelado, pasa las noches gimiendo, como pajaro nocturno sobre el tejado. Su desolación aumenta al ser blanco de las burlas de sus enemigos, que le consideran abandonado de su Dios, en el que tanto confiaba 5. Su comida se condimenta con lagrimas y ceniza, símbolo del duelo 6.

Pero esta triste situación tiene por causa al mismo Dios, que se ha dejado llevar de su ira, que le ha cogido y lanzado lejos como un huracán (v.11). Su vida se desliza así triste, y se inclina como sombra al atardecer y pronta a desaparecer cuando el sol se sumerge en el horizonte7. Con un nuevo símil, se presenta como hierba marchitada y seca, que no sirve más que para el fuego 8. Pero, a pesar de esta postración y agotamiento, tiene conciencia de que el Todopoderoso sigue rigiendo el curso de la historia desde su trono celeste, y, por tanto, su huella y memoria permanecerá por siempre. El salmista, en medio de su postración, sabe que la omnipotencia divina puede salvarle, y, por eso, el pensamiento de su Dios le reanima, pues sabe que no le puede abandonar.

Súplica de liberación de la cautividad (14-23).

14 Tú te alzarás y tendrás misericordia de Sión, porque tiempo es ya de que le seas propicio, pues ha llegado el plazo. 15 Porque aman tus siervos sus piedras y se compadecen de sus ruinas. 16 Entonces temerán las gentes el nombre de Yahvé, y todos los reyes de la tierra tu gloria, 17 Cuando reedifique Yahvé a Sión, cuando aparezca en su gloria 18 y, volviéndose a la oración de los despojados, no desprecie su plegaria, 19 esto se escribirá para la generación posterior, y un pueblo nuevo alabará a Yahvé. 20 Pues se ha inclinado desde su excelsa santa morada, mirando Yahvé desde los cielos a la tierra 21 para escuchar el gemido de los cautivos y librar a los destinados a la muerte 9, 22para que sea anunciado en Sión el nombre de Yahvé y sus alabanzas en Jerusalén, 23 cuando se congreguen juntos los pueblos y los reinos para servir a Yahvé.

El v.13 puede considerarse como adición redaccional para empalmar la plegaria individual anterior con la súplica colectiva por la nación que sigue.

La perícopa de los v. 14-23 refleja otra situación del salmista, pues éste aparece preocupado, no de sus problemas angustiosos personales — peligro de vida y objeto de la persecución de sus enemigos — sino de la triste suerte reservada a la comunidad israelita que está en la cautividad, mientras la ciudad santa de Yahvé, Sión, está en ruinas.

Consciente de la omnipotencia divina y de la fidelidad de Yahvé a sus promesas, el salmista acude a su Dios para que se alce como supremo Juez a hacer justicia a su pueblo humillado. Ha llegado el tiempo propicio para dar cumplimiento a las promesas hechas a su pueblo a través de sus profetas 10. Y, por otra parte, el plazo del exilio se ha cumplido, conforme a los antiguos vaticinios 11. Otra razón de índole sentimental que debe mover a Dios a intervenir en favor de Israel es que sus siervos — los judíos — sienten veneración por las piedras de la ciudad santa, donde en otro tiempo moraba Yahvé, y se acuerdan compasivamente de sus ruinas, que ansiosamente desean restaurar (v.15). Por otra parte, la restauración de Jerusalén señalará el momento de la conversión de los pueblos gentiles. La manifestación poderosa de Yahvé en favor de su pueblo les abrirá los ojos, y le reconocerán entonces como Dios único. Es éste un pensamiento que aparece reiteradamente en la segunda parte del libro de Isaías 12.

La reedificación de Sión señalará una nueva era en la vida de Israel y de las naciones. Esta restauración de la ciudad santa será la manifestación de la gloria o poder de su Dios, que ha aceptado la plegaria de los despojados, o israelitas humillados y desterrados de su tierra. Este nuevo portento será recordado a las generaciones futuras y dará lugar a la formación o creación de un nuevo pueblo (el texto hebreo dice literalmente: "y un pueblo creado alabará...") que estará vinculado permanentemente a su Dios, al que sin cesar alabara. Es la perspectiva de "los cielos nuevos y la tierra nueva" de que se habla en Is 65:17. El nuevo orden de cosas traerá una transformación de la naturaleza y délos corazones13. La perspectiva, en el fondo, es mesiánica, ya que el salmista alude a la conversión de los pueblos paganos, que acudirán en masa a Jerusalén, conforme a los antiguos vaticinios 14. La restauración de Sión — precedida de la liberación de los cautivos — señalará la hora de la atracción de los gentiles para ser incorporados a la nueva teocracia 15.

Nueva plegaria del afligido (24-29).

24 En el camino quebrantó mis fuerzas, abrevió mis días. 25 Yo digo: "Dios mío, no me lleves en la mitad de mis días, tú cuyos años son generaciones y generaciones. 26 En tiempos antiguos fundaste la tierra, y obra de tus manos son los cielos; 27 pero éstos perecerán y tú permanecerás, mientras todos se gastan como un vestido. Los mudas como un vestido, y se cambian. 28 Pero tú siempre eres el mismo, y tus años no tienen fin. 29 Habitarán los hijos de tus siervos allí y permanecerá ante ti su posteridad.

El salmista vuelve a su situación personal — lo que indica que el fragmento anterior es una incrustación redaccional — y se queja a su Dios de que su vida se acorte, cuando aún podía esperar largos días. Confiado en el poder taumatúrgico de su Dios, suplica que le permita continuar normalmente su vida. Esta, en comparación con la existencia de los cielos y de la tierra, resulta ridicula; pero la permanencia de éstos frente a la eternidad de Dios resulta también efímera. Yahvé, en su omnipotencia, cambia los cielos y la tierra con la facilidad con que se muda un vestido. Los cielos y la tierra se gastan como una prenda de vestir; en cambio, Dios permanece para siempre: es siempre el mismo 16. Los años no dejan huella en su existencia.

El v.29 parece desplazado, y encuentra su lugar apropiado después del v.21, donde se habla de la restauración de Jerusalén, con la consecuente repatriación de los cautivos. En la ciudad santa encontrarán los siervos de Yahvé su morada propia y permanente, y su descendencia gozará de la protección divina, sin miedo a ser expulsados de su sagrado recinto.

1 Cf. Sal 39:13; 69:18. — 2 Cf. Sal 37:21; Sant 4:14. — 3 Cf. Sal 22:16; Jer 20:10. — 4 Cf. Is 34:11; Sofá,14. — 5 Cf. Sal 42:11; 44:14. — 6 Cf. Sal 43:4; 80:6; Job 2:8; Lam 3:16; Ez 27:30. — 7 Cf. Jer 6:4. — 8 Cf. Is 40,7; Sant 1:11. — 9 Lit. "hijos de la muerte." — 10 Cf. Lam 5:19; Is 30:18; 49:13; Jer 30:18; 31:20; Zac 1:12. — 11 Cf. Jer 29:10; Is 40,2; Hab 2:3. — 12 Cf. Is 0.40-48; 59:19; 60:3. — 13 Cf. Jer 30:2; Is 43:21; Sal 22:32. — 14 Cf. Is 2:2-24; Miq 4:1s. — 15 Cf. Is 42:7; 61:1; Sal 79:12. — 16 Cf. Dt 32:39; Is 41:4; 43:10.13; 46:8; 47:12.

 

Salmo 103 (Vg 102): Alabanza de la Misericordia Divina.

En este bellísimo salmo se canta la benevolencia de Yahvé, que se muestra indulgente y comprensivo con el pecador. Las exigencias de su misericordia se sobreponen a las de su justicia, y el corazón arrepentido encuentra siempre el perdón de parte del Dios que conoce la fragilidad de la naturaleza humana. No es un Juez acusador, sino un Padre benévolo con sus hijos.

Fundamentalmente es un himno de acción de gracias y de alabanza; por su elevación de ideas y por su elegancia literaria, este salmo es considerado como una de las obras maestras del Salterio. El espíritu del salmista se refleja en toda su transparencia, muy cerca ya de las perspectivas cristianas: el Dios paternal y providente se sobrepone al Dios justiciero del Sinaí.

También se atribuye esta composición a David. No obstante, los comentaristas modernos insisten en los arameísmos y en las posibles reminiscencias de otros textos bíblicos posteriores a los tiempos davídicos 1. Por estas razones se supone que la redacción de este bellísimo salmo es de los tiempos postexílicos,

Yahvé, misericordioso y clemente (1-10).

1 De David. ¡Bendice, alma mía, a Yahvé, y bendiga todo mi ser su santo nombre!2 2 ¡Bendice, alma mía, a Yahvé y no olvides ninguno de sus favores 3El perdona todas tus faltas y sana todas tus dolencias; 4 El rescata tu vida del sepulcro y te corona de piedad y de misericordia; 5 El sacia de bienes tus deseos 3, renueva tu juventud como la del águila. 6 Hace Yahvé justicia, y juicio a todos los oprimidos. 7 Dio a conocer a Moisés sus caminos, y sus proezas a los hijos de Israel. 8 Es Yahvé misericordioso y benigno, tardo a la ira y muy benevolente. 9 No está siempre acusando ni guarda rencor eternamente. 10 No nos trata a la medida de nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras iniquidades.

Consciente de los múltiples favores que debe al Señor, el salmista invita a toda su personalidad — espiritual y corporal — a reconocerlos y a bendecir su benevolencia, que se muestra en el perdón de las faltas y en la curación de sus dolencias físicas 4. En los momentos de perder la vida es también El quien la rescata de las fauces amenazadoras de la fosa o sepulcro 5. El poeta juega con la metáfora de la fiera que ataca y está a punto de engullir la presa. El salmista tiene experiencia de haber sido milagrosamente liberado de la muerte inminente, y por eso lo declara abiertamente en reconocimiento de protección salvadora. Pero su benevolencia no se limita a salvarlo del peligro, sino que después le colma de bienes conforme a sus deseos; bajo este aspecto puede decir que su juventud se renueva constantemente como la del águila, que cambia de plumaje cada año (ν.5). Quizá haya una alusión a la leyenda antigua del águila, que, volando hacia el sol, cae después en el mar para salir renovada de sus aguas, o a la fábula del ave fénix, que renace de sus cenizas.

Yahvé, en su proceder con los hombres y los pueblos, se amolda a las exigencias de su justicia y equidad, y por eso despliega su protección sobre los oprimidos 6. Su misericordia se manifestó especialmente en la azarosa historia de Israel cuando se formaba como colectividad teocrática. Llevado de su amor al pueblo elegido, mostró los caminos de su Ley a Moisés, y exhibió su poder en no pocas proezas deslumbradoras para protegerlo y auxiliarlo en momentos críticos 7. En todas sus actuaciones se mostró tardo a la ira, perdonando las transgresiones del pueblo rebelde y de dura cerviz y mostrándose siempre benevolente (v.8) 8. No es un fiscal que está siempre acusando y procurando litigios con los seres humanos, y menos con los fieles de su pueblo; y si se irrita contra él, depone pronto su cólera, sin guardar rencor alguno permanente. En realidad, Dios castiga siempre menos de lo que los seres humanos merecen por sus pecados 9.

La compasión paternal de Dios (11-18).

11 Sino que cuanto sobre la tierra se alzan los cielos, tanto prevalece su piedad sobre los que le temen; 12 cuan lejos está el oriente del occidente, tanto aleja de nosotros nuestras culpas; 13 cuan benigno es un padre para sus hijos, tan compasivo es Dios para con los que le temen; 14 pues El conoce de qué hemos sido hechos, se acuerda de que no somos más que polvo. 15 Los días del hombre son como la hierba; como flor del campo así florece, 16 pero sopla sobre ella el viento, y ya no es más; ni se sabe siquiera su lugar. 17 Pero la piedad de Yahvé es eterna para los que le temen, y su justicia para los hijos de los hijos, 18 para los que guardan su alianza y recuerdan sus mandamientos para ponerlos por obra.

La protección divina sobre los fieles a la Ley se manifiesta de modo inconmensurable, parecida a la distancia de los cielos a la tierra 10; pero esta actitud divina se muestra también en la facilidad de perdonar las culpas de sus protegidos 11. Es la conducta del padre para con sus hijos 12. En realidad, nadie mejor que Dios conoce la fragilidad humana 13, pues sabe que el hombre ha sido formado del polvo 14. Justamente por ello, su vida es efímera como la de la hierba y la flor, que se agostan con los primeros vientos solanos 15. En contraste con el carácter transitorio y fugaz de la vida humana está la piedad divina, que se extiende a los que le temen durante generaciones, y su justicia protege a los suyos de padres a hijos (v.17). Pero esto está condicionado a la observancia de su alianza, concretada en los mandamientos 16.

Doxología final (19-22).

19 Ha establecido Yahvé en los cielos su trono, y su reino domina todo (el universo). 20 Bendecid a Yahvé vosotros, sus ángeles, que sois poderosos y cumplís sus órdenes, prontos a la voz de su palabra. 21 Bendecid a Yahvé vosotros, todas sus milicias, que le servís haciendo su voluntad. 22 Bendecid a Yahvé todas sus obras en cualquier lugar de su imperio. ¡Bendice, alma mía, a Yahvé!

El salmista ha ido escalonando sus ideas: primero se invita a sí mismo a reconocer la benevolencia divina, después invita a sus compatriotas, recordando los beneficios de Yahvé en su historia, y, finalmente, se dirige a los seres angélicos, a los astros y a todas las criaturas para que se asocien a la alabanza del Creador. El poema, pues, ha ido ensanchando su panorama, siempre "in crescendo," para terminar a toda orquesta con una gran "finale," digna de la maravillosa composición. Dios mora en los cielos, y junto a su trono están los ángeles; por eso les invita en primer lugar a reconocer los atributos divinos, pues ellos — poderosos y a sus órdenes inmediatas — han sido los privilegiados entre todos los seres de la creación. Son por ello los más obligados a reconocer la grandeza del Creador 17. A su homenaje deben asociarse las milicias del cielo, la constelación de astros que ciegamente se mueven como un ejército cumpliendo la voluntad divina. Finalmente, todas las obras de Dios, que como tales llevan el sello del Creador, deben bendecirle, pues en ellas se ha mostrado su magnanimidad y riqueza infinitas. El cántico de los niños en el horno de Babilonia desarrolla esta idea del salmista, pasando revista a todas las obras de la creación 18.

1 Cf. v.16b y Job 7:10; v.1ss e Is 40,63. — 2 Lit. "todo mi interior." — 3 Deseos: así siguiendo a los LXX. Targ.: "los días de tu anciaidad"; Sir.: "tu cuerpo" — 4 Cf. Sal 33:22; 105:4; 106:48; 145:22. — 5 Cf. Sal 16:11. — 6:8; Jue 5:11. — 7 Cf. Ex 33:13; 34:6. — 8 Cf. Jl 2:13; Neh 9:17; Sal 86:16; 145:9. — 9 Cf. Esd 9:13. — 10 Cf. Sal 36:6; 57:11; Is 55:9. — 11 Cf. Is 38:17; Miq 7:19. — 12 Cf. Sal 27:11; Is 49:15; Le 15:20. — 13 Cf. Sal 78:39; 89:47. — 14 Cf. Gen 2:7. — 15 Cf. Sal 90:5-6; Is 51:12; Job 14:2. — 16 Cf. Ex 20:1s. — 17 Cf. Sal 29:2; 148:3. — 18 Cf. Dan 3:245.

 

Salmo 104 (Vg 103): La Gloria de Dios en la Creación.

Este maravilloso poema, de profunda sensibilidad lírica y religiosa, es, en realidad, un himno a Dios, creador y conservador del universo y de todo lo que en él hay: la naturaleza muda, el reino vegetal, el animal y el nombre, es decir, todas las maravillas y esplendores de la creación, en su diversa y rica manifestación. Es una lección maravillosa de alta teodicea, en la que se descubre la profunda teología de los seres bajo la providencia divina. Es un comentario poético del primer capítulo del Génesis: el mundo inanimado al servicio del mundo viviente, éste al servicio del ser humano, y éste, rey de la creación, al servicio de Dios. En su maravillosa obra se transparenta su grandeza deslumbradora, su magnificencia, su bondad y su poder. Todo es maravilloso — las fuerzas de la naturaleza y los seres vivientes —, porque todo es reflejo de la sabiduría divina. Después de haber creado el universo dio la vida, y ésta se renueva incesantemente por su soplo conservador. Todo lleva el sello de una finalidad concreta, lo que supone orden, belleza, bondad y armonía. Es la confirmación del "vidit quod esset borium" del relato de la creación. Sólo el pecado — rebeldía contra Dios — introduce el desorden en el cosmos; por eso el salmista termina su magnífico himno deseando que desaparezcan los pecadores e impíos, que con sus acciones torpes desentonan en la gran orquesta de la creación.

En la literatura egipcia encontramos el "Himno a Aton," dios solar venerado especialmente por el rey Amenofis IV Ejnaton (s.XIV a.C.), en el que se expresan algunas ideas similares: "Cuando te ocultas (el disco solar), la tierra está en tinieblas como la muerte... El león abandona su guarida... La tierra se ilumina cuando tú apareces en el horizonte... Los hombres se despiertan..., la tierra entera se dedica a sus trabajos..."1 Pero las semejanzas son tangenciales y fortuitas, ya que el espectáculo de la naturaleza, que parece dormirse de noche y despertarse con los rayos solares, es un fenómeno al alcance de todos los poetas de todos los pueblos y generaciones. No se puede, pues, afirmar dependencia literaria del salmo hebreo respecto del fragmento egipcio. El poema del Salterio es un simple comentario poético del relato bíblico de la creación: lo que el autor sacerdotal dice escuetamente sobre la aparición progresiva de las obras de la creación, el salmista lo embellece con maravillosos recursos líricos. Para él, la creación es la revelación de la incomparable majestad de Dios; su omnipotencia se refleja en la manifestación de las fuerzas de la naturaleza: los mares son confinados a sus límites; la lluvia fertiliza la tierra; la luna y el sol señalan las estaciones; los animales viven de la fertilidad de la tierra. En todo se refleja la mano poderosa y providente del Creador.

Como este salmo empieza y termina con las mismas palabras de invitación a bendecir al Señor, no pocos autores creen que es obra del mismo autor del 103, que acabamos de estudiar. No obstante, el enfoque es diverso, pues en el anterior el salmista se fijaba, sobre todo, en el poder liberador de Dios en la historia respecto de sus fieles y del pueblo israelita, mientras que en el 104 se canta el poder y providencia de Dios en la obra de la creación en general y sus relaciones con el hombre como rey de la creación, sin aludir a la elección del pueblo hebreo. Es un enamorado de la naturaleza que sabe leer lo invisible divino a través de lo visible creado 2.

El poder de Dios, manifestado en la creación (1-9).

1 ¡Bendice, alma mía, a Yahvé! Yahvé, Dios mío! tú eres grande; estás revestido de majestad y esplendor, 2 envuelto de luz como de un manto; despliegas los cielos como una tienda; 3 edificas sobre las aguas tus moradas superiores. Haces de las nubes tu carro, avanzando sobre las alas del viento. 4 Tienes por mensajeros a los vientos 3, y por ministros llamas de fuego. 5Has establecido la tierra sobre sus bases, para que nunca después vacilara. 6La cubriste del océano abismal como de un vestido, y las aguas se detuvieron sobre los montes. 7A tu amenaza huyeron, al fragor de tu trueno huyeron asustados, 8y se alzaron los montes y se abajaron los valles hasta el lugar que les habías señalado. 9 Pu-sísteles un límite, que no traspasarán, no volverán a cubrir la tierra.

El poeta se extasía ante la grandeza del Creador; las maravillas de la naturaleza pregonan su majestad y sabiduría. Inaccesible a la mirada humana, aparece envuelto en un halo luminoso: la luz es el manto de su majestad imperial. En efecto, la primera obra de la creación es la luz, y es también la primera condición de vida, la fuente de la alegría y el símbolo de la pureza. Por eso el poeta concibe al Eterno en atuendo de majestad, revestido de luz y esplendor. San Pablo dirá de Dios que "habita en. una luz inaccesible"4; y San Juan: "Dios es luz y en El no hay tiniebla alguna."5

El salmista va concretando las obras de la creación — siguiendo el relato bíblico — y empieza por los cielos, que concibe como una tienda extendida sobre la tierra. Con su palabra extiende los inmensos cielos con la misma facilidad con que el nómada extiende su tienda; pero sobre ella y encima de las aguas superiores están las moradas de Yahvé, en el cielo empíreo. Según la concepción cosmogónica hebraica, sobre la masa sólida del firmamento se extendía el depósito de aguas que Dios reserva para los momentos diluviales 6. El poeta concibe a Dios morando en la cúspide del cielo, conforme a lo expresado por Am 9:6: "El edificó en los cielos su morada y la fundó sobre la bóveda de la tierra."

Siguiendo su maravillosa inspiración poética, el salmista presenta a Yahvé avanzando majestuoso como un rey en su carro — las nubes — tirado por la cuadriga de las alas del viento, siendo sus mensajeros precursores los mismos vientos, y sus ministros, o guardia de corps, los rayos o llamas de fuego (v.4). Dios se manifiesta en la tempestad en medio de truenos y rayos 7, que son un reflejo de su majestad aterradora.

Conforme a la narración del Génesis, el salmista habla ahora de la consolidación de la tierra y de la separación de las aguas 8. La tierra era concebida como un edificio que descansa en unas columnas que se sumergen en lo profundo del abismo. Y la gran maravilla de la omnipotencia divina consiste en que, a pesar de hacerla reposar sobre la masa líquida, no vacila ni se conmueve 9. En su estado primitivo aparecía cubierta por el océano abismal, como si fuera su vestido 10, siendo sumergidos hasta las cimas de los montes. Pero a una orden de Yahvé, manifestada en un trueno, las aguas se disiparon, huyendo hacia los lugares que de antemano les había señalado (v.8). Es la obra del tercer día de la creación: la separación de las aguas y la aparición de la tierra seca 11. En ese momento se obró la conformación actual de la masa terrestre: se alzaron los montes y se abajaron los valles. Las grandes conmociones cósmicas de los primeros períodos geológicos dieron por resultado la irregularidad del relieve de la corteza terrestre. El salmista lo atribuye todo directamente a las órdenes divinas, conforme a su esquema religioso de la naturaleza. Yahvé con su omnipotencia señaló los límites al mar, para que no anegara a la tierra, haciendo así posible en ella la vida 12.

Dios provee de medios de vida a los vivientes (10-18).

10 Tú haces brotar en los valles los manantiales, que corren luego entre los montes. 11Ellos abrevan a todos los animales del campo y en ellos matan su sed los onagros, 12Junto a ellos se posan las aves del cielo, que cantan en la fronda. 13De tus altas moradas riegas los montes, y del fruto de tus obras se sacia la tierra. 14Hace nacer la hierba para las bestias, y las plantas para el servicio del hombre, para sacar de la tierra el pan; 15 y el vino, que alegra el corazón del hombre, y el aceite, que hace lucir sus rostros, y el pan, que sustenta el corazón del hombre. 16Se sacian los árboles de Yahvé, los cedros del Líbano que plantó, 17 en los cuales anidan los pájaros; f y los cipreses, domicilio de las cigüeñas; 18 los altos montes para las gamuzas, los riscos para madriguera del damán.

A pesar de haber confinado las aguas a un lugar, Yahvé ha provisto a las necesidades de la vegetación y de los vivientes con manantiales en los valles. La descripción es bellísima: los onagros o asnos salvajes, moradores de la estepa, van ansiosos a apagar su sed 13; los pájaros pueblan los escasos árboles que nacen junto a los lugares húmedos. Y a donde no llegan los manantiales provee Yahvé con la lluvia del cielo: riega los montes. En Dt 11:11 se describe a Palestina como "un país de montañas y valles que recibe agua de la lluvia del cielo." De esa relativa humedad proviene la parca feracidad de la tierra. Con su trabajo, el hombre saca fruto para su manutención: trigo, vino y aceite, los productos característicos de Palestina, país mediterráneo 14. El salmista se complace en destacar la finalidad ornamental del aceite perfumado, que hace lucir los rostros, y la alegría que produce el vino en los corazones 15. En el apólogo de Jotán contesta la vid a los otros árboles que querían nombrarla reina: "¿Voy yo a renunciar a mi mosto, alegría de Dios y de los seres humanos, para ir a mecerme entre los árboles?"16

Hasta los árboles más corpulentos — los árboles de Yahvé —, como los cedros del Líbano, reciben el riego atmosférico enviado por Dios, que los plantó; los árboles que nacen espontáneamente en el monte son considerados como plantados por Dios, en contraposición a los frutales y demás plantas que son plantados por la mano del ser humano 17. En ellos y en los cipreses anidan las grandes aves, como las cigüeñas, como en los altos montes vive la gamuza, y en los riscos inaccesibles el damán, especie de conejo salvaje 18.

Variedad y sabiduría en las obras de la creación (19-26).

19 Tú has hecho la luna para medir los tiempos; el sol conoce (la hora de) su ocaso. 20 Tú extiendes las tinieblas, y es de noche, y en ella corretean todas las bestias del bosque. 21 Rugen los leoncillos por la presa, pidiendo a Dios así su alimento. 22 Sale el sol, y se retiran y se acurrucan en sus cuevas. 23 Sale el hombre a sus labores, a sus haciendas hasta la tarde. 24 ¡Cuántas son tus obras, oh Yahvé! ¡Todas las hiciste con sabiduría! Está llena la tierra de tu riqueza: 25 éste es el mar, grande, inmenso; allí reptiles sin número, animales pequeños y grandes, i 26 Allí las naves se pasean, y ese Leviatán que hiciste para juguete tuyo.

La sucesión de días y de noches es una de las maravillas de la naturaleza; en realidad, obedecen a las órdenes divinas, que ha puesto la luna para determinar los tiempos, meses y estaciones del año, según se dice en Gen 1:14. Por instinto comunicado por Dios, el sol sabe cuándo debe retirarse, pues conoce su ocaso, y debe dejar paso a las tinieblas nocturnas, también enviadas por Dios. Es el tiempo en que campean libremente, amparadas en la oscuridad, las fieras del bosque. También ellas fueron creadas por Dios, y tienen derecho a su sustento 19.

La salida del sol señala la hora de la aparición del hombre para ir a sus labores (v.23). Todo está maravillosamente ordenado por el Creador (v.24). Hasta el tenebroso y caótico océano abismal está bajo las órdenes del Omnipotente. En él pululan los grandes cetáceos, y los pequeños peces, todos obra de Yahvé, pero entre ellos sobresale la maravilla del Leviatán, monstruo marino que Dios domeña y utiliza como juguete en sus momentos de ocio 20. El antropomorfismo es audaz y refleja bien el alto concepto que del poder de Dios tenía el salmista.

El espíritu de Yahvé, conservador y renovador del universo (27-35).

27 Todos ellos esperan de ti que les des alimento a su tiempo. 28 Tú se lo das y ellos lo toman; abres tu mano y se sacian de bien. 29 Si tú escondes tu rostro, se conturban; si les quitas el espíritu, expiran y vuelven al polvo. 30 Si mandas tu espíritu, se recrían, y así renuevas la faz de la tierra. 31 Sea eterna la gloria de Yahvé y Yahvé gócese en sus obras. 32 Mira la tierra, y tiembla; toca los montes, y humean. 33 Yo cantaré a Yahvé mientras viva; entonaré salmos a mi Dios mientras subsista. 34 Séale grato mi hablar, y yo me gozaré en Yahvé. 35 ¡Desaparezcan de la tierra los pecadores y dejen de ser los impíos! Bendice, alma mía, a Yahvé. Aleluya.

Para todos los animales, Dios es el despensero general, y, por eso, todos están pendientes de su generosidad para poder satisfacer su apetito. Si les da el alimento, lo toman con avidez, mientras que, cuando escasea — escondes tu rostro —, al punto se quedan macilentos. El mismo hálito vital depende de Yahvé. Si lo retira, se convierten en polvo21] pero, si vuelve a otorgar el hálito vital, surgen de nuevo otros que se recrían, renovándose así, en ciclo constante, la superficie de la tierra con sus moradores (v.30).

El salmista concluye su maravilloso poema con un canto de alabanza al Dios que obra tales maravillas; sus criaturas son para su gloria, y por eso desea que el mismo Dios se goce en sus obras como en el momento de la creación, cuando veía que todas eran "buenas"22. De nuevo insiste en la majestad de Dios, que con su mirada hace temblar la tierra, y, al tocar con la punta de los pies los montes, éstos se derriten y humean (v.32). Las expresiones son semejantes a las de Am 9:5, y parecen calcarse en la descripción de la teofanía del Sinaí 23.

El salmo se cierra con el deseo de que desaparezcan los pecadores de la tierra, porque son los únicos que desentonan en la gran sinfonía de la creación (v.35).

1 Cf. Lagier, Le Pharaon du disque solaire: "Recherches des Se. Relig." (1913) p.297-341. — 2 Cf. Rom 1:20. — 3 Los LXX y Vg: "qui facit angelos suos spiritus." El autor de la Epístola a los Hebreos, basándose en esta traducción, deduce la inferioridad de los ángeles respecto de Cristo. — 4 1 Tim 6:16. — 5 1 Jn 1:5. — 6 Cf. Gen 1:7; Sal 29:4; 148:5. — 7 Cf. Sal 18:11; Is 19:1; Dan 7:13; Mt 24:30. — 8 Cf. Gen 1:10; Job 38:8-11. — 9 Cf. Job 38:6; Prov8:29. — 10 Cf. 1:3. — 11 Gen 1:9-13. — 12 Cf. Job 38:10; Prov 8:20, — 13 Cf. Job 39:7- — 14 Cf. Dt 12:17. — 15 Cf. Ecl 10,19. — 16 Jue 9:13. — 17 Cf. Núm24:6, — 18 Cf. Sam 24:2; Job 39:1. — 19 Cf, Sal 157:9. — 20 Cf. Job 40,20; 41:5. — 21 Cf. Job 34:14; Act 17:25; Col 1:17. — 22 Cf. Gen 1:7. — 23 Cf. Ex 19:18; Sal 144:5; 146:2.

 

Salmo 105 (Vg 104): Fidelidad de Dios a la Alianza.

En este salmo se trata de cantar la fidelidad de Dios al pacto contraído con Abraham relativo a la posesión de la tierra de Canaán por su descendencia l. El poeta señala las diversas vicisitudes del pueblo hebreo desde los tiempos patriarcales hasta la instalación en la tierra prometida, pasando por la dura esclavitud de Egipto y su maravillosa liberación bajo la égida de Moisés. Pero la posesión de la tierra de Ganaán no constituye más que las primicias de otro dominio más amplio sobre los pueblos por parte de la progenie de Abraham. Esta historia privilegiada exige por parte de los israelitas una fidelidad extrema a los preceptos de su Dios. El salmista no relata los castigos que a través de los siglos sufrió la comunidad hebrea, como aparece en otras composiciones del Salterio, sino que se limita a destacar la benevolencia y protección divina hacia el pueblo elegido. Así, pues, este salmo es fundamentalmente de acción de gracias y de instrucción para los israelitas. El salmo siguiente, en cambio, es de penitencia. Es como el reverso de éste, pues en él se describen las rebeldías contra Yahvé del pueblo a través de la historia, las infidelidades a su vocación excepcional. En el salmo 105 prevalece un acento didáctico-admonitorio, juntamente con un tono eucarístico.

Los 15 primeros versos aparecen en i Par 16:8-22, donde se habla de la organización del culto por David bajo la dirección de Asaf. Como salmo 96, también éste parece una inserción en dicho capítulo relativo al traslado del arca a Jerusalén. Generalmente se sostiene entre los comentaristas la fecha de composición postexílica para el salmo 106. Podemos dividirlo en cuatro secciones: a) invitación a los descendientes de Abraham a alabar a Yahvé por su fidelidad a la alianza (1-12); b) protección sobre los patriarcas, particularmente sobre Jacob en Egipto al encumbrar a José (13-24); c) castigo de los egipcios por oprimir a los israelitas: las plagas (25-36); d) protección de los israelitas en el desierto e instalación en Canaán (37-45).

Invitación a alabar a Yahvé por su fidelidad (1-11).

1 Alabad a Yahvé, invocad su nombre, dad a conocer entre los pueblos sus proezas. 2 Cantadle y entonadle salmos, referid todas sus maravillas, 3 Gloriaos en su santo nombre, alégrese el corazón de los que buscan a Yahvé. 4 Buscad a Yahvé y su poder, buscad siempre su rostro. 5 Recordad las maravillas que ha obrado, sus prodigios y las sentencias de su boca. 6 Vosotros, descendencia de Abraham, su siervo; hijos de Jacob, su elegido. 7 El es Yahvé, nuestro Dios, y sus juicios (prevalecen) en toda la tierra. 8 Se acordó siempre de su alianza y de la promesa decretada por mil generaciones; 9 el pacto hecho con Abraham, y su juramento a Isaac; 10 y confirmó a Jacob como ley firme, y a Israel como alianza eterna 11diciendo: "Yo te daré la tierra de Canaán como lote de vuestra heredad."

Los LXX colocan el aleluya del salmo anterior al principio de éste, exactamente como en el salmo 106. De este modo, ambos salmos empezarían y terminarían por la palabra aleluya, que significa "alabad a Yahvé." El v.1 está tomado de Is 12:4 y refleja el estado eufórico del poeta, que quiere recordar los portentos de Yahvé en favor de su pueblo. Insistentemente invita a sus compatriotas a alegrarse en el Señor y a vivir vinculados a El, pues forman la porción selecta entre todos los pueblos. Las sentencias de su boca son los decretos punitivos que ha decidido contra los enemigos de Israel a través de la historia. Esta conducta no es sino la confirmación de la alianza que había hecho con el gran antepasado Abraham, en la que iba implicada una promesa de protección y bendición a través de las generaciones (v.8). Pero, además, en el pacto con Abraham le prometió dar a sus descendientes la tierra de Canaán 2. Esta promesa fue confirmada a Isaac 3 y a Jacob al ir y volver de Padán Aram 4.

Protección a los patriarcas (12-24).

12 Aunque eran pocos en número, casi como nada, y extranjeros en ella, 13 pasaron de una a otra nación y de un reino a otro pueblo. 14 No dejó que nadie los oprimiera, y castigó por ellos a reyes: 15 "No toquéis a mis ungidos, no hagáis mal a mis profetas." 16 Llamó al hambre sobre aquella tierra, hizo que faltara todo mantenimiento 5 17 y mandó delante de ellos a un varón, a José, vendido como esclavo. 18 Fueron puestos en el cepo sus pies, y fue encadenado con hierros; 19 hasta que se realizó su presagio y le acreditó la palabra de Yahvé. 20 Mandó el rey que lo soltasen; el dominador de pueblos le dejó en libertad; 21 y le hizo señor de su casa y soberano de todas sus posesiones, 22para instruir a su agrado a los príncipes y enseñar sabiduría a los ancianos. 23Y vino Israel a Egipto, habitó Jacob en la tierra de Cam; 24 y multiplicó grandemente su pueblo e hizo que fuesen más fuertes que sus opresoras.

El salmista recalca cómo el pequeño clan de los abrahámidas se fue multiplicando en una vida trashumante de nación en nación, siempre en calidad de extranjeros y despreciados de las poblaciones sedentarias por donde atravesaban. Con todo, no permitió Dios que los oprimieran, castigando incluso a los reyes que se atrevieron a usurpar la esposa de Abraham 6. Ellos eran sus ungidos — consagrados a El con un pacto solemne — y sus profetas, pues eran sus íntimos, a los que comunicaba sus secretos. Abraham es llamado por ello profeta por el mismo Dios en el sueño de Abimelec7.

Después el salmista recuerda la historia de José en Egipto y las circunstancias que movieron a los hijos de Jacob para establecerse en la tierra de los faraones. La narración sigue, en todo, el relato bíblico conocido: José providencialmente vendido, encarcelado y encumbrado en Egipto para ser después protector de su familia 8.

Las plagas de Egipto (25-36).

25 Cambió su corazón para que odiaran a su pueblo y para vejar dolosamente a sus siervos. 26 Mandó a Moisés, su siervo, y a Aarón, su elegido. 27 E hizo por medio de ellos sus prodigios y sus portentos en la tierra de Cam. 28 Mandó a las tinieblas, y se hizo oscuro; pero se rebelaban contra sus órdenes; 29 convirtió en sangre sus aguas, y mató sus peces. 30 Hormigueó de ranas su tierra, hasta en las cámaras de sus reyes. 31 Mandó, y vinieron los tábanos y los mosquitos a todas sus regiones. 32 Les dio granizo en vez de lluvia, y llamas de fuego sobre su tierra. 33 Y abatió sus viñas y sus higuerales, destrozando los árboles de su territorio. 34 Mandó, y vino la langosta y el pulgón en gran número, 35 que royeron toda la hierba de su país y devoraron los frutos del campo. 36 E hirió a todos los primogénitos en su tierra, las primicias de su vigor viril.

Conforme a la mentalidad semita, atribuye el salmista directamente a Dios la persecución de los hebreos, pues cambió su corazón para que odiaran a su pueblo. Los hagiógrafos prescinden de lo que nosotros llamamos causas segundas, y, sin distinguir entre voluntad permisiva y positiva, atribuyen todo a Dios, pues sin su beneplácito nada tiene lugar en este mundo. Después narra el salmista la historia de las intervenciones milagrosas de Moisés y de Aarón en favor de su pueblo y lo relativo a las plagas de Egipto según el relato del Éxodo 9. La plaga de las tinieblas ocupa en el relato del Éxodo el noveno lugar, mientras que aquí se pone la primera. No se mencionan la quinta (enfermedad sobre los animales) y la sexta (pústulas eruptivas sobre animales y hombres). También se invierte el orden de la tercera y la cuarta. El poeta, pues, con cierta libertad, va describiendo los portentos, sin sujetarse literalmente a la narración del Éxodo, pero insistiendo en su carácter punitivo sobre los enemigos del pueblo elegido.

Protección de los israelitas en el desierto e instalación en Canaán (37-45).

37 Y sacólos con plata y oro, y no había entre sus tribus ningún rezagado. 38 Alegróse Egipto de su partida, porque se había apoderado de ellos su terror. 39 Les tendió como cubierta una nube, y un fuego para alumbrarlos en la noche. 40 A su petición hizo venir las codornices, y los sació de pan del cielo. 41 Hendió la roca y brotaron las aguas, que corrieron como un río por el desierto. 42 Porque se acordó de su santa promesa y de Abraham, su siervo. 43 Así sacó a su pueblo en alegría y a sus elegidos llenos de gozo. 44 Y les asignó las tierras de las gentes, y se posesionaron de las haciendas de los pueblos, 45 para que guardaran sus preceptos y observaran sus leyes. Aleluya.

Sigue la narración de los portentos del Éxodo, también conforme al relato bíblico conocido: la salida de los israelitas cargados con riquezas de los egipcios 10. Ya en marcha por la inhóspita estepa, Yahvé los siguió protegiendo, acompañándolos en forma de nube de día, y de fuego por la noche n. Los milagros se sucedieron constantemente: las codornices 12, el maná 13, el agua de la piedra 14; y todo ello lo hizo Yahvé para cumplir la promesa que había hecho a Abraham 15. Por fin, los asentó en la tierra de Ganaán que les tenía destinada 16. Pero todo esto estaba condicionado al cumplimiento de sus preceptos. Sólo en el supuesto de que fueran fieles a sus leyes les enviaría bendiciones y los protegería 17.

1 Cf. Gen 15.ts. — 2 Cf. Gen I7:2s; 15:18; 12:7; 13:145. — 3 Cf. Gen 26:3. — 4 Cf. Gen 28:135; 35:95. — 5 Lit. el TM: "Rompió todo sostén de pan" — 6 Amonestó al faraón (Gen 12:10s) y a Abimelec (Gen 20,15; 26:15). — 7 Cf. Gen 20:7. — 8 Cf. Gen 44:1-45:7. — 9 Cf. Ex 0.7-11. — 10 Cf. Ex 12:35-36. — 11 Cf. Ex 13:21-22; 14:19-20. — 12 Cf. Ex ió:1s; Sal 78:183. — 13 Cf. Ex 16:143; Sal 78:24-25; Neh 9:15. — 14 Cf. Ex 17:1; Núm 2O,8s. — 15 Cf. Ex 2:24- — 16 Cf. Dt 6:10-11. — 17 Cf. Dt 4:1-40; 26:17-18; Sal 78:7.

 

Salmo 106 (Vg 105): Confesión de las Rebeldías de Israel.

Este salmo es el reverso del anterior y tiene los visos de proceder de la misma pluma: en el anterior se cantaban los favores de Yahvé para con Israel a través de su historia; aquí se narran las rebeldías reiteradas y las infidelidades del pueblo elegido hacia su Dios: a la fidelidad de Yahvé a sus promesas hechas a los patriarcas correspondió el pueblo con ingratitudes y rebeldías, que le acarrearon los pertinentes castigos divinos a través de los siglos. Pueblo de dura cerviz, no supo plegarse a las exigencias religiosas y morales de su Dios, celoso y adusto, y reiteradamente se inclinó hacia los cultos paganos, que encontraba más condescendientes con su sensualidad. Sin embargo, Dios está siempre pronto a perdonar, supuesto el arrepentimiento y el cambio de conducta. La intercesión de Moisés fue de gran valor para la reconciliación de Yahvé con su pueblo en la dura etapa del desierto.

En el texto hebreo, este salmo comienza y termina por el aleluya; es, pues, el primero de los salmos "aleluyáticos." 1 Literariamente se caracteriza por el tono de "confesión," mientras que el anterior tenía un aire de himno de alabanza. La confusión está incluida entre dos secciones líricas, el preludio (1-5) y la conclusión (47-48), que comprende una plegaria y una doxología para cerrar el cuarto libro del Salterio.

Algunos de los versos del salmo aparecen en 1 Par 96:1-62, y, por otra parte, algunos versos alucien a hechos del destierro y aun posteriores 3. Por ello, comúnmente se sostiene entre los exegetas su origen postexílico.

Preludio: invitación a alabar a Yahvé (1-5).

1 ¡Aleluya! Alabad a Yahvé porque es bueno, porque es eterna su piedad. 2 ¿Quién podrá contar las gestas de Yahvé y pregonar todos sus loores? 3 Bienaventurados los que observan el derecho, los que obran justicia en todo tiempo. 4 Acuérdate de mí, ¡oh Yahvé! en tu benevolencia hacia tu pueblo; visítame con tu auxilio 5 para que vea la dicha de tus elegidos, y me alegre en el gozo de tu gente, y me gloríe con tu heredad.

Con una forma litúrgica estereotipada, comienza el salmista su composición cantando la piedad de Yahvé para con su pueblo, como va a demostrar en el transcurso del salmo. En el anterior se destacaba su "fidelidad" a las promesas; aquí, su misericordia y espíritu de indulgencia ante los desvarios de su pueblo4. Y, al considerar las gestas de Yahvé en la historia de Israel, se siente impotente para relatarlas dignamente. Sólo los que se acomodan a sus leyes, observando el derecho y la justicia, son dignos de participar de sus beneficios.

El salmista se siente vinculado a los destinos de su pueblo, y por eso intercala una súplica personal, pidiendo el divino auxilio para ser digno de la benevolencia divina y testigo de la dicha de sus elegidos, rescatados de la cautividad (v.48), como miembros de una nación restaurada en sus plenos derechos históricos.

Las prevaricaciones de Israel en el desierto (6-33).

6 Hemos pecado como nuestros padres; hemos sido malos y perversos. 7 Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas, no recordaron tus muchos favores y se rebelaron contra el Altísimo en el mar Rojo 5. 8 Pero los salvó por mor de su nombre, para hacer muestra de su poder. 9 Increpó al mar Rojo, y quedó seco, y los hizo andar por los abismos como por el desierto; 10 los salvó de las manos del que los aborrecía, y los redimió del poder del enemigo. 11 Y las aguas sumergieron a sus opresores, no escapando ni uno solo. 12 Entonces dieron fe a sus palabras y cantaron sus alabanzas. 13 Pero bien pronto se olvidaron de sus obras, no confiaron en sus designios. 14 Dejáronse llevar de su concupiscencia en el desierto y tentaron a Dios en la soledad. 15 Y les dio lo que pedían, pero mandó la consunción a sus almas6. 16Envidiaron a Moisés en el campamento y a Aarón, el santo de Yahvé. 17 Y se abrió la tierra y se tragó a Datan, y cubrió a los secuaces de Abirón. 18 Y el fuego devoró a su banda; las llamas consumieron a los impíos. 19Se hicieron un becerro en Horeb y adoraron a un simulacro fundido, 20y trocaron su gloria por la imagen de un buey que come hierba. 21 Se olvidaron de Dios, su Salvador, que tan grandes cosas había hecho en Egipto, 22 maravillas en la tierra de Cam, cosas terribles junto al mar Rojo. 23 Y ya hubiera decretado exterminarlos si Moisés, su elegido, rio se hubiese puesto en la brecha ante El para desviar su indignación del exterminio. 24 Despreciaron una tierra deleitosa, no tuvieron confianza en sus palabras. 25 Y murmuraron en sus tiendas y no escucharon la voz de Yahvé. 26 Por eso alzó su mano contra ellos, para postra ríos en el desierto 27 y dispersar a su descendencia entre las gentes 7 y diseminarlos por la tierra. 28 Y se adhirieron a Baal-fegor y comieron los sacrificios de los muertos. 29 Y le provocaron a ira con sus obras; y se difundió entre ellos una mortandad. 30 Levantóse Finés e hizo justicia, y la plaga cesó. 31 Y le fue contado esto a justicia, de generación en generación para siempre. 32 Le irritaron también a propósito de las aguas de Meribá, y le sobrevino mal a Moisés por culpa de ellos, 33 porque exacerbaron su espíritu y habló temerariamente con sus labios.

Con palabras de la oración de Salomón el día de la dedicación del templo, expresa el poeta el profundo arrepentimiento que le embarga, y habla en nombre de la nación8. A continuación enumera las rebeldías de Israel en los primeros años de su existencia como nación. Olvidados de los portentos obrados en Egipto, los israelitas empezaron a murmurar contra su Dios por haberlos llevado a un lugar sin salida, con peligro de ser muertos por los soldados del faraón 9; al punto se desplegó la omnipotencia divina, y el mar Rojo se abrió en dos mitades, pudiendo pasar el pueblo a pie enjuto 10 y quedando sumergido el ejército perseguidor 11. Entonces reconocieron el poder de Yahvé, y le alabaron 12; pero pronto se olvidaron, sin pensar en los designios divinos sobre ellos en el desierto — darles una conciencia religiosa nueva vinculada a Yahvé como Dios único —, y pronto empezaron a murmurar por falta de agua 13 y de comida 14; y tentaron a su Dios dudando de su poder taumatúrgico 15; les sació, pero esto significó para ellos la muerte, pues por su glotonería excesiva Dios les envió una plaga 16.

Los levitas Datan y Abirón tuvieron celos de los privilegios de Moisés y de Aarón, y se sublevaron contra él; pero Dios abrió la tierra, que se los tragó con sus secuaces 17. Al sumo sacerdote Aarón se le llama santo de Yahvé por estar especialmente consagrado a su servicio. Los insurrectos se alzaron contra las prerrogativas de éste, alegando que toda la comunidad israelita era santa, por ser elegida de Dios entre todos los pueblos.

Otro pecado gravísimo — el mayor de todos — fue la adoración del becerro de oro junto al monte Horeb. Es el nombre que en el Deuteronomio se da al Sinaí 18. Con toda ironía el salmista dice que los israelitas cambiaron a Yahvé — su gloria 19 — por un buey que come hierba 20. En Jer 2:11 se dice: "Mi pueblo ha cambiado su gloria por lo que nada vale." A pesar de los portentos de que habían sido testigos, se olvidaron pronto de Yahvé, que les resultaba una divinidad muy poco condescendiente con sus debilidades. Gracias a la intercesión de Moisés se libraron de la exterminación total. La expresión se puso en la brecha ante él juega con el símil del que se pone a apuntalar un muro en el que se ha abierto una brecha por la que entran los enemigos asediadores de la ciudad. Aquí el atacante con ánimos de exterminio es Yahvé. Moisés le salió al paso para conjurar el peligro que se cernía sobre su pueblo 21.

Una nueva falta de los israelitas fue la desconfianza y cobardía de los espías enviados por Josué, los cuales despreciaron una tierra deleitosa, la de Canaán 22. Según la expresión de los propios exploradores, que traían sus mejores frutos — "racimos de uvas que traían dos en un palo, granadas e higos" —, la tierra de los cananeos "manaba leche y miel" 23; pero, acobardados ante la corpulencia de sus habitantes, aconsejaron no atacar el territorio. La reacción del pueblo fue la de protestar contra Dios por haberlos puesto en aquella coyuntura: murmuraron en sus tiendas (ν.55). Es la conducta habitual de la generación del desierto 24. Por ello Dios alzó su mano en señal de juramento contra ellos 25, y los condenó a morir en el desierto: "Por mi vida, dice Yahvé, que lo que a mis oídos habéis susurrado, eso haré con vosotros: en este desierto yacerán vuestros cuerpos. De todos vosotros..., ninguno entrará en la tierra que con juramento os prometí por habitación... Vuestros hijos errarán por el desierto cuarenta años, llevando sobre sí vuestras rebeldías, hasta que vuestros cuerpos se consuman en el desierto." 26

El v.27 está tomado de Ez 20:23, y alude a las amenazas de Lev 26:33 y Dt 28:64, donde se anuncia la dispersión de los israelitas entre las gentes, caso de que sean infieles a su Dios.

La serie de transgresiones se continuó: en Baal-fegor tomaron parte en el culto de los moabitas 27. La expresión comieron los sacrificios de los muertos puede significar que participaron en banquetes en honor de los muertos o, simplemente, en los cultos de las divinidades moabitas, que son consideradas por el hagiógrafo como muertos, sin vida, en contraposición a Yahvé, que es el Dios viviente por excelencia 28. Dios envió en castigo una peste, y Fines traspasó a la espada a los culpables 29. Este acto le fue computado en justicia, y Dios, por ello, le confirmó en el sumo sacerdocio por siempre 30. El incidente de Meribá tuvo lugar antes del hecho últimamente narrado, y se le pone al final como remate de todas las infidelidades, pues en su desconfianza envolvieron hasta al propio Moisés, que parece dudó de la omnipotencia y misericordia divina 31. Meriba significa "contienda," y se puso este nombre al lugar donde Moisés realizó el milagro del agua sacada de la roca, porque allí "contendieron" o se quejaron los israelitas contra Yahvé 32. Moisés fue castigado a no entrar en Canaán por la desconfianza mostrada en aquella ocasión 33. Las palabras del caudillo hebreo en aquella ocasión fueron: "¡Oíd, rebeldes! ¿Podremos nosotros hacer brotar agua de esta roca?" Yahvé respondió con el milagro, pero al mismo tiempo, por haber dudado Moisés, le dijo a éste: "Porque no habéis creído en mí, santificándome a los ojos de los hijos de Israel, no introduciréis vosotros a este pueblo en la tierra que yo les he dado."34 Por eso dice el salmista: habló temerariamente con sus labios (v.33).

Transgresiones en Canaán (34-46).

34 No exterminaron a los pueblos, como se lo había mandado Yahvé; 35 antes se mezclaron con las gentes y adoptaron sus costumbres. 36 Y sirvieron a sus ídolos, que fueron para ellos un lazo. 37 Sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios; 38 derramaron sangre inocente: la sangre de sus hijos y de sus hijas, sacrificándolos a los ídolos de Canaán, y quedó la tierra contaminada por su sangre. 39 Se contaminaron por sus obras y se prostituyeron con sus acciones. 40 Y se encendió la ira de Yahvé contra su pueblo, y abominó de su heredad. 41 Y los entregó en manos de las gentes, quedando sometidos a los que los odiaban. 42 Y fueron vejados por sus enemigos y doblegados bajo su mano. 43 Muchas veces los libraba, pero ellos le exasperaban con sus veleidades, y eran humillados por sus iniquidades. 44 Mas él vio sus tribulaciones y oyó sus lamentos. 45 Y se acordó de su alianza con ellos, y por su mucha bondad se apiadó de ellos. 46 Y les hizo objeto de sus misericordias en presencia de cuantos los tenían en cautiverio.

El espíritu de desobediencia siguió en los israelitas después que se instalaron en la tierra prometida. En primer lugar, no exterminaron a los cananeos, como les había ordenado 35. La comunicación con ellos era peligrosa, pues por tener los hebreos una cultura inferior corrían el riesgo de ser absorbidos por la población cananea. En efeqto, los israelitas al punto se dejaron seducir por sus cultos sensuales, estableciendo relaciones matrimoniales 36. Los cultos idolátricos fueron para ellos un lazo, en cuanto que los alejaba del culto a Yahvé. Sus desvarios llegaron hasta imitar a los cananeos en los sacrificios humanos a Moloc 37, ofreciendo sus propios hijos, lo que constituía la mayor abominación para la sensibilidad religiosa del yahvismo 38. Por eso la tierra de Canaán quedó contaminada con estas aberraciones en honor de los demonios, o espíritus malignos que movían a los adoradores cananeos.

Los israelitas, al adoptar los cultos cananeos, renegaron de Dios, y en este sentido se prostituyeron, faltando a la fidelidad debida a su Dios. Las relaciones históricas entre Yahvé y su pueblo son frecuentemente representadas con el símil del matrimonio40, y así la infidelidad es considerada como un adulterio41. Por ello, Dios abandonó a lo que consideraba su heredad42, y dejó que cayeran en manos de las gentes (v.41). El salmista parece aludir aquí a los calamitosos tiempos de los jueces, en que los hebreos fueron atacados por los madianitas y filisteos43. Temporalmente humillados y vejados, fueron reiteradamente salvados por las intervenciones milagrosas de Yahvé44. Nunca los abandonó totalmente, porque se acordó de la alianza que con su pueblo había hecho, primero con Abraham, el gran antecesor 45, y después en el Sinaí, con Moisés 46. Esta fue la razón de que los salvara del cautiverio (v.46). El salmista parece aludir a los días tristes del exilio babilónico.

Súplica final y doxología (47-48).

47 ¡Sálvame, Yahvé, Dios nuestro, y reúnenos de entre las gentes, para celebrar tu santo nombre y gloriarnos en tus alabanzas! 48 Bendito sea Yahvé, Dios de Israel, de eternidades en eternidades, y diga todo el pueblo: ¡Amén! ¡Aleluya!

Terminada su confesión nacional, que inició en el v.6, el salmista pide el auxilio divino para que el pueblo elegido sea de nuevo reunido en la tierra santa, donde en el templo de Jerusalén podrán todos celebrar dignamente su nombre. Supone, pues, esta súplica final que Israel está disperso entre las naciones. Esto nos lleva a los tiempos de la cautividad babilónica o a los posteriores de la diáspora.

El v.48 es una adición del compilador para cerrar el libro cuarto del Salterio, como lo había hecho con los otros tres anteriores. Por otra parte, la adición del aleluya final indica que formaba parte de la adaptación litúrgica del salmo, lo que se comprende bien con la cláusula coral: diga todo el pueblo: ¡Amén!

1 Son los salmos 106; 111-112; 113-118; 135; 136; 146-150. — 2 Cf. los v. i.47.48. — 3 Véanselos v.4-5.27.41.42.44-47. — 4 Cf. Sal 107:1; 118:1; 136:1; Esd 3:10-11; 1 Mac 4:24. — 5 Altísimo: corrección verosímil, leyendo Elyon en vez de alyam (mar). — 6 Así según el TM. Los LXX: "saciedad." Cf. Núrn 11:20. — 7 Dispersar: corrección, leyendo lehdphís en lugar de lehappü del TM ("hacer caer"). — 8 Cf. 1 Re 8:47. — 9 Cf. Ex 14:1-12. — 10 Cf. Ex 14:22 — 11 Cf. Ex 14:28. — 12 Cf. Ex 14:31. — 13 Cf. Ex 15:243; 16:2s; 17:23. — 14 Cf. Núm 11:6. — 15 Cf. Núm i6:1s; Sal 78:19. — 16 Cf. Núm 11:6. — 17 Cf. Núm i6:1s; Dt n,6. — 18 Excepto en Dt 33:2. En Ex 3:2 se le llama "monte de Dios," donde Yahvé se reveló (Dt 4,ios). — 19 Cf. Dt 4:6-8; 10,21. — 20 Cf. Ex 20,4. Yahvé es la "gloria" de Israel (Dt 4:6-8). — 21 Cf. Ez 22:30; Jer 18:20. — 22 Cf. Núm 14:31; tierra deleitosa (cf. Jer 3:19; Zac 7:14). — 23 14:28. — 24 Cf. Dt 1:27. — 25 Cf. Ex 6:8; Dt 32:40; Ez 20,23. — 26 Núm 14:28-32. — 27 Núm 25:23. — 28 Cf. Sal irs,4s; Jer 10:11; Sab 15:10; 15:17; 1 Cor 12:2. — 30 Cf. Núm 25:12-13 — 31 Cf. Núm 20,24. — 29 Cf. Núm 25:7. — 32 Cf. Núm 20,13. — 33 Cf. Dt 1:37; 3:26. — 34 Cf. Núm 20,10.12. — 35 Cf. Ex 23:32-33; 34:12s; Dt 7:2s; Jue 1:21.27.295; 2:1s. — 36 Cf. Esd 9:2; Jue 3:5-6. — 37 Cf. Dt 12:31; 18:9-10. — 38 Cf. Ez 16:20-21:31. — 40 Cf. Ose.1-3. — 41 Cf. Ex 34:15; Dt 31:16. — 42 Cf. 1 Re 8:51; Jer 12 — 43 Cf. Jue 2:16-17. — 44 Cf. Jue c.4-5 — 45 Cf. Gen 12:3; 15:1s. — 46 Cf. Ex 24.

 

Libro Quinto.

Salmo 107 (Vg 106): Benignidad de la Providencia Divina.

Este salmo se compone de dos cánticos diversos: a) Himno eucarístico en el que se canta la providencia de Dios sobre los hombres que se hallan en circunstancias adversas: extraviados en el desierto (4-9), cautivos (10-16), enfermos (17-22) y navegantes (23-32). Todo ello va precedido de una invitación a alabar a Yahvé (1-3). b) Es un himno de alabanza al poder y providencia divinas (33-43) En esta segunda parte desaparecen los estribillos y se describe la vida en Palestina con reflexiones sobre las diversas vicisitudes. Yahvé transforma un país rico en estéril en castigo de los impíos, y, al contrario, cambia la esterilidad en feracidad en beneficio de los menesterosos (33-38). Defiende a los oprimidos y castiga a los opresores (39-42). Todo ello es una prueba de la providencia bondadosa de Dios (v.43).

El estilo de la segunda es de tipo sapiencial. Esto indica que nos hallamos ante dos fragmentos de origen diverso que han sido reunidos por el compilador por razones convencionales litúrgicas: "se concibe que se haya querido añadir posteriormente a un cántico de circunstancias un suplemento con una doctrina de valor permanente y universal." 1

Aunque no es posible concretar la fecha de composición de ambos fragmentos, las alusiones en el v.3 a la dispersión de los judíos y las dependencias de la segunda sección respecto de la segunda parte de Isaías y del libro de Job nos hacen pensar que han sido redactados después del exilio. Por su contenido, este salmo parece formar trilogía con los dos anteriores: "El salmo 105 celebra la bondad de Dios al elegir a Israel y liberarlo de Egipto; el salmo 106 es una confesión de la obstinada rebelión de Israel contra Dios; el salmo 107 es una invitación a dar gracias por su restauración después del exilio. Se refieren, pues, a los tres períodos sucesivos de la historia nacional." 2

Preludio: invitación a alabar a Yahvé (1-3).

1 ¡Alabad a Yahvé, porque es bueno, porque es eterna su piedad! 2 Digan así los rescatados de Yahvé, los que El redimió de manos del opresor 3 y los que reunió de entre las tierras: del oriente y del occidente, del aquilón y del austro 3.

El salmo empieza, como el 106, con la regular doxología estereotipada. Aquí se pone en boca de los rescatados o liberados de la cautividad, de los redimidos de Yahvé, los cuales deben reconocer la maravillosa liberación del estado de postración en que se hallaban en el exilio. Conforme a las antiguas profecías4, han sido reunidos de los cuatro puntos cardinales; y esto debe dar pie para una solemne acción de gracias. A continuación el poeta describe la liberación de los israelitas cautivos que se hallaban en una situación penosa bajo cuatro alegorías diferentes: la del viajero perdido en el desierto, la del cautivo retenido en la prisión oscura, la del enfermo que está próximo a la muerte y la del náufrago que está a merced de las olas. Estas cuatro situaciones reflejan bien el estado de ansiedad de los exilados judíos fuera de su hogar patrio.

Providencia sobre los extraviados en el desierto (4-9).

4 Andaban errantes por el desierto solitario, sin hallar camino para ciudad habitada. 5 Hambrientos y sedientos, desfallecían en ellos sus almas. 6 Y clamaron a Yahvé en su angustia, y los libró de sus apreturas. 7 Y los llevó por camino derecho, para que llegaran a la ciudad habitada. 8 ¡Alaben a Dios por su piedad, por las maravillas hechas en favor de los hijos de los hombres! 9 Porque sació al famélico, y al hambriento le llenó de sus bienes.

El primer ejemplo de la protección divina es la salvación de los caminantes que en el desierto han perdido su ruta y no dan con el camino que lleva a las ciudades habitadas 5. Hambrientos y sedientos, invocan a Dios, y, por fin, logran llegar al sitio deseado habitado por los seres humanos . Es un motivo de especial agradecimiento al Todopoderoso, que ha satisfecho las necesidades de los hambrientos6.

Solicitud divina por los cautivos (10-16).

10 Estaban sentados en tinieblas y sombras de muerte, cautivos en la miseria y en los hierros, 11 porque se habían rebelado contra los mandamientos de Dios, despreciando los consejos del Altísimo. 12 Su corazón estaba abatido por el infortunio, y sucumbían sin tener quien los socorriese; 13 y clamaron a Yahvé en su angustia, y los salvó de sus apreturas. 14 Y los sacó de las tinieblas y de las sombras de muerte, rompiendo sus cadenas. 15 Rindan homenaje a Yahvé por su piedad y por los maravillosos favores que hizo a los hijos de los hombres: 16 por haber roto puertas de bronce y haber desmenuzado barras de hierro.

El segundo caso desesperado es el del prisionero encerrado en sombrías mazmorras7 sin esperanza de liberación, sumido en la mayor miseria de toda índole, física y moral 8. En realidad, para el salmista esto estaba bien merecido por haber abandonado los preceptos divinos. Sin duda que piensa en las infidelidades de sus compatriotas, merecedores, con sus transgresiones, de la cautividad 9. Pero Dios no desampara al que le pide auxilio arrepentido de sus pecados. Así, en el caso presente oyó la súplica de los encarcelados y los salva de su penosa situación. Por ello deben dar las más encendidas gracias a Yahvé, que tiene tal providencia sobre los seres humanos. A su omnipotencia ceden las puertas de bronce y los cerrojos de hierro.

Liberación del enfermo desesperado (17-22).

17 Dolientes por su conducta pecaminosa y enfermos por sus maldades 10, 18 toda comida les producía náuseas, estando ya a las puertas de la muerte. 19 Y clamaron a Yahvé en su angustia, y los libró de sus apreturas. 20 Mandó su palabra, y los sanó y los sacó de la perdición 11. 21 Den gracias a Dios por su piedad y por los maravillosos favores que hace a los hijos de los hombres. 22 Y ofrézcanle sacrificios de alabanza y, llenos de júbilo, publiquen sus obras.

Otra situación comprometida es la del enfermo grave, próximo a la muerte. Conforme a la antigua mentalidad hebrea, el salmista atribuye la enfermedad a los pecados del enfermo 12, y en este caso presenta al enfermo en una situación desesperada, próximo a la muerte. La intervención divina le salva de ella: mandó su palabra; el poeta personifica la orden divina como si fuera un ángel enviado por Yahvé3. En la literatura rabínica posterior, esta personificación se urgirá más con las nociones de Memra y Dibbura, que se interpone entre Dios y los hombres para salvar la trascendencia divina.

La salvación de los náufragos (23-32).

23 Los que surcan el mar en las naves para hacer su negocio en la inmensidad de las aguas, 24 también éstos vieron las obras de Yahvé y sus maravillas en el piélago. 25 El mandó surgir un viento huracanado, y levantó las olas. 26 Subían hasta los cielos y bajaban hasta los abismos. El alma de ellos se derretía por el mal. 27 Rodaban y vacilaban como ebrios, y toda su pericia se desvanecía. 28 Y clamaron a Yahvé en su angustia, y los libró de sus apreturas. 29 Tornó el huracán en céfiro, y las olas se calmaron. 30 Alegráronse porque se habían encalmado, y los guió al deseado puerto. 31 Den gracias a Dios por su piedad y por los maravillosos favores que hace a los hijos de los hombres. 32 Y ensálcenle en la asamblea del pueblo y glorifíquenlo en el consejo de los ancianos.

Un cuarto ejemplo de la bondad de Dios es la intervención en la salvación de los náufragos. La vida del mar es azarosa y siempre en peligro. El salmista menciona a los que se van a lejanas tierras por razones comerciales. Los fenicios eran los grandes mercaderes y marineros de la antigüedad. En sus largos viajes eran testigos de las maravillosas intervenciones de Dios en favor de los hijos de los seres humanos, pues cuando por orden suya se encrespan las olas, azotadas por el huracán, y cuando la pericia de los marineros no puede hacer riada, está la intervención divina respondiendo a sus angustiadas oraciones. Al punto el huracán se trueca en céfiro, que hinche las velas y lleva la nave al puerto ansiado 14. Es el comentario al refrán marinero: "El que no sepa orar, que se ponga a navegar."

El v.32 señala el final del salmo en su primera redacción: todos deben reconocer públicamente las maravillas y favores que Yahvé hace en favor de los seres humanos.

Epílogo: la justicia divina (33-43).

33 El torna en desierto los ríos; las fuentes de aguas, en tierra árida; 34hace de la tierra fértil un salobral por la maldad de sus habitantes" 35Torna el páramo en laguna, y la tierra seca en manantiales de aguas. 36Hace habitar allí a los hambrientos y funda allí ciudad de morada; 37 siembran campos y plantan viñas, que dan frutos abundantes. 38 Los bendice y se multiplican sobremanera, y sus ganados no disminuyen. 39 Y si vienen a ser pocos y oprimidos por el golpe del infortunio y de las fatigas, 40El, que puede arrojar el oprobio sobre los príncipes y los hace errar por el desierto sin camino15, 41levanta al pobre de la miseria y multiplica como rebaños sus familias. 42Lo ven los rectos y se regocijan, y todos los malvados tienen que cerrar la boca16. 43¿Quién es sabio y guarde estas cosas y comprenda los favores de Yahvé?

En esta sección, el estilo es totalmente diferente, y aun el tema, pues aunque en ambos se trate de la providencia divina sobre los necesitados, en esta segunda parte las consideraciones son más generales, de tipo sapiencial. Desaparecen los estribillos que se repetían en cada estrofa anterior, y se relata la solicitud de Yahvé, no sobre las diversas clases de hombres necesitados, sino, en general, sobre los países y pueblos.

La omnipotencia divina se muestra en la conversión de lo árido en fértil, y lo feraz en salobre y mísero, como ocurrió en el caso de la desaparición de Sodoma y Gomorra 17. Según la conducta de los habitantes de cada país, Dios los bendice o maldice. Es el cumplimiento de las amenazas de Lev 26:20 contra los que le son infieles a su Ley. Con la misma facilidad con que reduce a la miseria a los malvados, levanta a los desvalidos para hacerlos prosperar en sus haciendas (v.37). Abate a los poderosos y príncipes, haciéndoles perder todo lo que tienen y obligándoles a andar errantes 18; pero ensalza al pobre.

Todo esto alegra a los rectos de corazón, pues ven confirmadas sus esperanzas sobre la justicia retributiva divina, castigando a los soberbios y protegiendo a los humildes. Ante la manifestación de la Providencia divina, los malvados tienen que callar 19, pues han sido confundidos en sus puntos de vista al margen de la ley divina. El salmista termina diciendo que la verdadera sabiduría consiste en discernir los caminos secretos de la Providencia y en saber apreciar sus gracias y favores 20.

1 J. Calés, o.c., IIp.3i6. — 2 A. F. Kirkpatrick, o.c., p.658. — 3 Austro. El TM: "el mar," que es occidente. Leyendo úmiyyamtn en lugar de ümiyyám, tenemos "a la derecha," que, según la orientación de los antiguos, es el sur. No obstante, en Is 49:12 se lee: "del norte y del mar." — 4 Cf. Jer 32:37; Ez 20,34. — 5 Cf. Job 6:18-20. — 6 El lenguaje es similar a Jer 31:25; Is 29:8; 58:10; Le 1:53. — 7 Sombras de muerte equivale a oscuridad mortal; simbolizan la miseria (cf. Is 9:2; 42:7; 49:9; Miq 7:8). — 8 Cf. Job 36:8; Sal 105:18. — 9 Cf. Sal 106:7.33.43; Prov 1:30; Is 4:24; 2 Par 36:16. — 10 El texto masorético es oscuro. La Bib. de Jer.: "Delirando por los caminos del pecado, miserables a causa de sus faltas." — 11 Lit. en el TM: "de sus pérdidas." Con una ligera corrección se lee: "de la fosa arrancó la vida." Así la Bib. de Jer. — 12 Cf. Job 33:1-26; Sal 38:6. — 13 Cf. Is 55:11; 9:8; Sal 33:7- — 14 Virgilio en la Eneida (III 564) describe de modo similar la tempestad: "Tollimur in caelum cúrvalo gurgito, et ídem Subducta ad Manís irnos desedimus unda." Y Ovidio describe la inutilidad de los marineros cuando llegan a estos casos extremos: "Me miserum, quanti montes volvuntur aquaruml lam iam tacturus sidera summa putes. Quantae diducto subsidunt aequore valles! Iam iam tacturas Tártara nigra putes. Rector in incerto est, nec quid gugiatve petatve Invenit. Ambiguis ars stupet ipsa malis" — (citado por Kirkpatrick, o.c., 643). — 15 Desierto: en el hebreo tohü (indistinto.confuso, caótico). — 16 Lit. "toda iniquidad cierra su boca". — 17 Cf. Dt 29:23; Jer 17:6, — 18 Cf. Job 12:21.24. — 19 Cf. Sal 115:2; Job 22:19; 5:16. — 20 Cf. Os 14:9.

 

Salmo 108 (Vg 107): Petición de Auxilio Divino.

Este salmo es una combinación de dos fragmentos diversos tomados de los salmos 57:8-12 y 60:7-14. La primera parte es de acción de gracias, y la segunda es una súplica de victoria sobre los enemigos vecinos de Israel: Siquem, Filistea, Galaad, Edom. No sabemos en qué tiempo fueron unidos estos dos fragmentos tan dispares. Quizá, con motivo de los ataques de los edomitas en los tiempos postexílieos, los directores del culto litúrgico decidieron juntar estas dos piezas, pidiendo auxilio contra ellos y utilizando el fragmento del salmo 60:4-14. Ambos salmos se atribuyen a David como autor. Esta yuxtaposición fortuita de dos salmos diferentes nos da luces sobre la suerte accidentada de las composiciones del Salterio antes de entrar en el canon judaico de modo definitivo.

1 Cántico. Salmo de David. 2Pronto está rni corazón, ¡oh Dios! Quiero cantar y entonar salmos. 3Despierta, gloria mía; despertad, salterio y cítara, y despertaré a la aurora. 4Quiero alabarte entre los pueblos, ¡oh Yahvé! y cantarte salmos entre las naciones. 5Pues es más grande que los cielos tu misericordia y (llega) hasta las nubes tu fidelidad. 6Álzate sobre los cielos, ¡oh Dios! y resplandezca en toda la tierra tu gloria, 7para que sean libertados tus amados. Danos el auxilio de tu diestra y óyenos. 8Habló Dios por su santidad: "Yo triunfaré, dividiré a Siquem y mediré el valle de Sucot. 9Mío es Galaad, mío Manases; Efraím es el yelmo de mi cabeza, Judá mi cetro. 10Moab la bacía para lavarme; sobre Edom pondré mi calzado, por la Filistea daré gritos de triunfo." 11¿Quién me guiará a la ciudad fortificada, quién me llevará hasta la Idumea? 12 ¿No eres por ventura tú, ¡oh Dios! que nos has rechazado, y no sales ya, ¡oh Dios! con nuestros ejércitos? 13 Danos tu auxilio contra el enemigo, porque vana es la salud que viene del hombre. 14 Con Dios haremos proezas; El quebrantará a nuestros enemigos.

Véase el comentario al salmo en los respectivos fragmentos de los salmos 57:8-12 y 60:7-14.

 

Salmo 109 (Vg 108): Oración Imprecativa Contra los Impíos.

El salmista se presenta como perseguido por un enemigo que tiene un cargo público. Después de pedir el auxilio divino para que le saque de la apurada situación en que se halla (1-5), se desahoga en imprecaciones contra él y su familia (6-20); solicitando de nuevo la protección divina (21-29), termina con una promesa de acción de gracias (30-31). El argumento es similar al de los salmos 35, 55, 69 y 70, aunque las imprecaciones son más vehementes y cargadas de tremenda acritud. Para nuestra sensibilidad cristiana resultan intolerables, pero han de entenderse a la luz de la inferior sensibilidad moral de las gentes del A.T. El ideal del amor fraterno y del perdón a los enemigos, predicado en los Evangelios, es característico de una etapa de revelación que supera y corrige las perspectivas del A.T.

El título atribuye la composición a David, pero nada en el salmo insinúa que el salmista sea de posición alta con autoridad, sino, al contrario, más bien da la impresión de pertenecer a la clase de los humildes y despreciados, cuyos derechos son sistemáticamente preteridos. Parece que hay dependencias literarias del libro de Job, lo que nos lleva a una época tardía de composición, ciertamente después del exilio. Discuten los autores sobre el sentido del salmo; así, para unos el salmista es símbolo de la clase oprimida y piadosa; en cambio, para otros el salmo aludiría a la situación de Israel, perseguido y oprimido por otros pueblos; pero nada en la composición sugiere este sentido colectivo. Hay muchas analogías conceptuales de este salmo con el 25 y el 69.

Súplica del auxilio divino (1-5).

1 Al maestro del coro. Salmo de David 1. Dios, alabanza mía, no calles, 2porque la boca del impío y del doloso se abre contra mí. Me hablan con lengua engañosa. 3Rodéanme de palabras de odio y me combaten sin causa2 4En pago de mi amor me acusaban, y yo no hago más que orar2. 5Me vuelven mal por bien, y odio por amor.

El salmista, asediado por múltiples enemigos, acude al único que puede aliviarle de la situación, y así, con toda confianza, le dice que no permanezca mudo ante tantos atropellos, sino que intervenga con sus juicios punitivos para defender su causa, que es la de la justicia 3. Dios es el objeto permanente de su alabanza, y, por tanto, no le puede ahora desamparar. Es el blanco de las calumnias y engaños que amenazan su reputación social4. En su conciencia nada le reprocha, pues siempre ha procurado hacerles bien, y en pago le devuelven una hostilidad sañuda y sistemática 5.

Imprecaciones contra los agresores (6-20).

6 Suscita contra él al malvado y esté a su diestra el acusador6. 7Cuando se le juzgue, salga condenado, y por pecado sea tenida su plegaria. 8Sean pocos sus días y otro ocupe su empleo. 9Sean huérfanos sus hijos, y su mujer viuda. 10Vaguen errantes sus hijos y mendiguen, sean arrojados de sus (casas) arruinadas7. 11Enrede el acreedor cuanto tiene y róbenle extraños (el fruto de) su trabajo. 12No tenga nadie que le favorezca ni quien tenga compasión de sus huérfanos; 13sea dada su posteridad al exterminio, bórrese su nombre en una generación. 14¡Venga en memoria ante Yahvé la culpa de sus padres y no sea borrado el pecado de su madre 15 Estén siempre presentes a Yahvé, y extirpe de la tierra la memoria de ellos. 16Porque no se acordó de hacer misericordia, sino que persiguió al mísero y al desvalido, y al de atribulado corazón para llevarle a la muerte. 17Amó la maldición, venga sobre él; no quiso la bendición, aléjese de él. 18Vista la maldición cual un vestido, penetre como agua en sus entrañas y como aceite en sus huesos. 19Sea para él como vestido que le envuelva y como cinto que siempre le ciña. 20Tal sea la recompensa de Yahvé para los que me acusan y para los que hablan malamente contra mi alma.

Llevado de un arranque de despecho por tan injustas persecuciones, el poeta desea los mayores males a sus enemigos. Las imprecaciones son extremosas y han de medirse conforme al módulo de la hipérbole oriental: que sus enemigos sean llevados al tribunal y allí encuentren un duro acusador, de modo que sean hallados culpables (v.7); que el fin de su vida sea prematura 8, y que les sucedan pronto en su empleo o cargo de autoridad, desde el que persigue a los desvalidos 9; que sea víctima de un usurero despiadado (v.11), y pierda así toda se hacienda10. Las imprecaciones se siguen de modo impresionante, llegando a desear que Dios no les perdone los pecados (v.15). La razón de esto estriba en sus injusticias y atropellos sobre los desvalidos; por ellos se atrajo la maldición divina, y ya es hora de que reciba su merecido. Deliberadamente buscó su perdición, y ahora debe sobrevenir la recompensa a sus obras (v.20). Nuestra sensibilidad cristiana se rebela contra estos desahogos extremosos y apasionados del poeta hebreo, pero no dehemos perder de vista que ante sus ojos no existía aún la esperanza de la retribución en ultratumba, y, por otra parte, las luces evangélicas de la caridad fraterna estaban todavía muy lejos de los espíritus más selectos del A.T.

Nueva súplica del auxilio divino (21-29).

21 Pero tú, Yahvé, mi Señor, obra en mi favor por tu nombre, líbrame según la bondad de tu misericordia; 22 pues yo soy un mísero desvalido, y mi corazón está herido en mi interior. 23Me voy como sombra que declina, soy sacudido como la langosta. 24 Mis rodillas se debilitan por el ayuno, y mi carne, enflaquecida, desfallece11. 25 Soy el oprobio de ellos; me miran y mueven la cabeza. 26¡Ven en mi socorro, Yahvé, Dios mío; sálvame en tu piedad! 27Conozcan que en esto está tu mano, que eres tú, Yahvé, quien lo ha hecho. 28 Maldicen ellos, pero tú bendices; ellos se yerguen, pero serán confundidos, y tu siervo se alegrará. 29Se vestirán de ignominia los que me acusan y se cubrirán de vergüenza como con un manto.

En contraposición a la suerte que les espera a los impíos y opresores, el salmista espera para él la protección divina 12, pues está seguro de su benevolencia, ya que Yahvé tiene predilección por los oprimidos y míseros 13: se siente desfallecer como sombra que se alarga hasta que se oculta el sol en el horizonte 14. Oprimido por el dolor y el sufrimiento moral, se siente desfallecer, sin apetito (v.24). Todos mueven la cabeza con gesto despectivo e irónico, como considerándole maldito de Dios 15. Su esperanza está ahora en el auxilio divino: es la hora de manifestar su predilección por él, mostrando que su mano está a su favor y que es Yahvé el que ha obrado su salvación. En ese caso las maldiciones de sus enemigos quedan compensadas con las bendiciones de Dios, y, a pesar de su altanería e insolencia, serán confundidos y avergonzados cuando les llegue el castigo divino. Será entonces la hora del triunfo de su siervo, que se alegrará al verse rehabilitado y vindicada la justicia divina 16.

Promesa de acción de gracias (30-31).

30 Yo alabaré grandemente a Yahvé con mi boca y le loaré en medio de la muchedumbre; 31 porque se pone a la derecha del pobre, para salvarle de los que le juzgan su alma.

Como es ley en estos salmos deprecativos, el poeta termina su composición prometiendo una solemne acción de gracias, porque con su experiencia ha comprobado que Yahvé no abandona al desvalido cuando se halla ante los tribunales que buscan perder su alma o vida. Dios es su abogado en los momentos difíciles y le salva de los que conspiran contra su vida. El impío, en cambio, se encontrará desamparado ante los tribunales y atacado por un implacable acusador, y así será inexorablemente declarado culpable.

1 En el discurso de San Pedro, relatado en Act 1:16-20, se atribuye este salmo a David, conforme a la creencia prevalente entonces entre los judíos, sin que esto prejuzgue el problema de su autenticidad crítica. — 2 Lit. "yo soy una oración." — 3 Cf. Sai 35:2j; 39.13; 50:41 83:2. — 4 Sal 35:8.19-20; 69:5; Prov 1:11. — 5 Cf. Sal 35:13; 38:21; Jer 18:20. — 6 Acusador: en hebreo satán, que en Job 1:6 aparece como el ñscal que tiene Dios para acusar y probar la virtud de los hombres. Más tarde designó al demonio. — 7 Que se les arroje: así los LXX. El TM: "que busquen." — 8 Cf. Sal 37:36-37; 55:23. — 9 Cf. Is 22:193. — 10 Cf. 2 Re 4:1s; Neh 5:1-7. — 11.Lit. el TM: "Mi carne está debilitada por falta de aceite." Así traduce la Bib. de Jér. "Aceite" sería en ese caso sinónimo de grasa, de fuerza. — 12 Cf. Sal 119:126; Jer 14,? — 13 Cf. 40,18; 55:5- — 14 Cf. Sal 102:11. — 15 Cf. Sal 22:8; 59:12-13; Lam 2:15; Job 16:4. — 16 Cf. Sal 71:14; 35:27.

 

Salmo 110 (Vg 109): El Mesías, Rey y Sacerdote.

Este breve salmo es quizá el más importante de todo el Salterio; al menos en ninguno se concreta tan bien la personalidad del Mesías. En el salmo 2 se habla del Mesías como lugarteniente de Yahvé; aquí se le presenta además como Sacerdote, reuniendo así las dos potestades: la civil y la religiosa, que tradicionalmente estaban disociadas, pues el rey debía proceder de la tribu de Judá, mientras que el sumo sacerdote debía provenir de la de Leví. En los tiempos mesiánicos, ambas dignidades se juntarán en una persona, representante de Yahvé. San Agustín caracteriza así el presente salmo: "brevis numero verborum, magnus pondere sententiarum."

El salmista habla en estilo oracular profético, como si hubiese recibido una revelación particular sobre la persona del Mesías, al que llama su "Señor." El lugarteniente de Dios domeñará a sus enemigos, estableciendo su centro de gobierno en Sión. Al mismo tiempo se le conferirá la potestad sacerdotal "al modo de Melqui-sedec," y con la ayuda de Yahvé mantendrá su dominio sobre las gentes. Parece que el salmo incluye dos oráculos profetices: uno relativo al Mesías vencedor, y otro al Mesías como sacerdote y juez universal. El estilo es conciso, enérgico, lleno de majestad y no exento de brevedad misteriosa. Los símiles guerreros son vigorosos e impresionantes, pero han de entenderse teniendo en cuenta la hipérbole oriental y la propensión al radicalismo de expresión.

Según el título, también este salmo es de David. Jesucristo hizo uso de él en la argumentación contra los fariseos, y da por supuesto que es de David 2, aunque no trata de dilucidar el problema crítico del origen davídico del salmo, sino que, haciéndose eco de la tradición y de la opinión corriente de entonces, teje su argumento a base de considerar al Mesías como superior al propio David, pues le llama "Señor," lo que implica que le reconoce una cualidad superior. Se sostiene la paternidad davídica del salmo en fuerza de la argumentación de Jesús y por las citas del N.T. 3

Los críticos no convienen al asignar la fecha de composición, pues mientras unos rebajan la fecha hasta el tiempo de los Macabeos4, otros mantienen su paternidad davídica, o, al menos, su origen antiguo en los tiempos mejores de la monarquía israelita, antes del destierro babilónico5. Los patrocinadores de la primera opinión creen ver el nombre de Simeón Macabeo en un supuesto acróstico formado a base de las iniciales de algunos versos del salmo. Como éste tuvo las dos potestades — real y religiosa en calidad de sumo sacerdote —, se explicarían bien los oráculos del salmo; pero hoy día se rechaza ese supuesto acróstico. Por otra parte, el carácter guerrero del Mesías puede explicarse bien en los tiempos de David, y es más inteligible antes de los vaticinios isaianos sobre el Príncipe de la paz.

El Mesías, lugarteniente de Yahvé (1-3).

1 Salmo de David. Oráculo de Yahvé a mi Señor: "Siéntate a mi diestra en tanto que pongo a tus enemigos por escabel de tus pies." 2 Extenderá Yahvé desde Sión tu poderoso cetro6: "Domina en medio de tus enemigos." 3Tu pueblo (se ofrecerá) espontáneamente en el día de tu poder; sobre los montes sagrados será para ti como rocío del seno de la aurora tu juventud." 7

El salmista habla con la autoridad de un profeta que es consciente de haber recibido un mensaje directamente de Dios; por eso emplea la palabra característica del oráculo profetice, ne'urn, que alude a una comunicación divina en el lenguaje profetice 8. En el Salterio sólo aparece en Sal 36:2. Aquí alude a la comunicación misteriosa (como un "susurro," traducción aproximada del término ne'um) recibida de Dios. El contenido de este oráculo se refiere al establecimiento del Señor del salmista a la diestra de Yahvé 9, lo que implica su entronización como representante suyo en la tierra, tal como se declara a continuación. En el rito de entronización de los antiguos reyes, solían éstos sentarse a la derecha de la estatua del dios de la nación, para indicar que era su representante ante el pueblo. El salmista, pues, juega con este sentido folklórico, y presenta a su Señor participando de la soberanía de Dios sobre su pueblo y sobre las naciones en general10.

Esta soberanía y realeza quedan explicitadas en el hecho de someter a sus enemigos, poniéndolos como escabel de sus pies. En la antigüedad, los reyes vencedores ponían materialmente sus pies sobre las espaldas del vencido para indicar la sujeción total de éste.

Después de la batalla de Betoron, Josué mandó que llevaran ante él a los reyes vencidos (entre ellos el de Jerusalén y el de Hebrón), y ordenó a sus jefes: "Poned vuestro pie sobre el cuello. Ellos se acercaron y pusieron su pie sobre su cuello." Después mandó matarlos, colgándolos de los árboles n. En el bajorrelieve de Behistum, Darío aparece con el pie sobre el vencido rey Gaumata, y en las cartas de Tell Amarna, un vasallo cananeo dice al faraón: "Yo soy el escabel de tus pies."12 En la Biblia, la tierra, el templo, el arca, son considerados como el "escabel de los pies" de Yahvé. Aquí, pues, el oráculo profético comunicado al salmista presenta a su Señor con dominio total sobre sus enemigos.

Y el dominio procederá de Sión, como centro de la nueva teocracia. Desde allí, el Lugarteniente de Yahvé extenderá su poderoso cetrosímbolo de autoridad — con dominio pleno sobre los enemigos que se opongan a la implantación de su reinado. Será ese día de su entronización como representante de Yahvé el momento de su plena manifestación militar: el pueblo se le ofrecerá espontáneamente a su servicio para luchar por El, y su juventud acudirá misteriosa y abundantemente, como misterioso y abundante es el rocío nacido del seno de la aurora. El misterioso rocío que cubre la tierra sin haber llovido es para los poetas bíblicos considerado como hijo de la aurora y símbolo de lo desconocido e inesperado. Este parece ser el sentido si aceptamos la lección del texto hebreo 13.

Siguiendo a la versión de los LXX ("Contigo el principado en el día de tu poder, en esplendores de santos, del seno, antes de la aurora, te he engendrado"), se destaca el origen misterioso del Lugarteniente de Yahvé, al que se presenta engendrado antes del lucero de la mañana. Sería esta declaración un eco de la afirmación del salmo 2: "Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy." Ya hemos visto, comentando este salmo, las diversas interpretaciones dadas a esta declaración divina, y nos inclinábamos por unas relaciones de filiación moral entre el Mesías y Yahvé 14.

El sacerdocio eterno (4-7).

4 Ha jurado Yahvé y no se arrepentirá: "Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec." 5 El Señor estará a tu diestra, quebrantando reyes el día de su ira. 6Juzgará a las gentes, llenando (la región) de cadáveres; aplastará la cabeza sobre la vasta tierra. 7En el camino beberá del torrente, y por eso erguirá la cabeza 15.

Completando el oráculo anterior, se anuncia ahora una nueva dignidad para el Lugarteniente de Yahvé: sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. Esta nueva prerrogativa es conferida con solemne juramento por parte de Dios: Ha jurado Yahvé y no se arrepentirá. La fórmula implica juramento y fidelidad 16. Pero su sacerdocio no estará vinculado a la línea de Aarón, como era de ley en la tradición bíblica, sino que empalmará con el antiguo de los tiempos patriarcales: al modo de Melquisedec, que fue rey de Salem (Jerusalén?) y sacerdote de Elyón (Altísimo?) 17. Ante él se postró el gran patriarca Abraham y le ofreció los diezmos del botín tomado a los reyes que atacaron a la Pentápolis del mar Muerto. Con su doble dignidad — real y sacerdotal — es tipo del nuevo sacerdocio del Lugarteniente de Yahvé en los tiempos mesiánicos. El autor de la Epístola a los Hebreos (7:3) hace una exégesis rabí nica aprovechando el detalle de que en la Biblia no se mencionan los padres de Melquisedec, y, así, argumenta que Cristo tiene un sacerdocio superior, distinto del hereditario levítico.

De nuevo vuelve el salmista a insistir en las prerrogativas del Lugarteniente de Yahvé, pues tendrá siempre a Dios a su diestra, ayudándole y sosteniéndole en la lucha contra los que se opongan a su dominio universal. Conforme a la mentalidad viejotestamen-taria, los presenta como a un guerrero implacable que somete y vence en la batalla a sus enemigos.

El v.7 resulta extraño. Varias son las interpretaciones en el supuesto de que la lección que nos dan el TM y los LXX sea correcta: el salmista juega con el símil del caminante que avanza extenuado por la sed, pero inesperadamente, al encontrar un torrente de agua, se refrigera y sigue su camino con la cabeza erguida. Otra interpretación más verosímil es la de suponer que el salmista alude al hecho de los guerreros de Gedeón, que, tomando un poco de agua en el arroyo, avanzaron animosos contra los madianitas 18. Así, el Mesías, guerrero implacable, prosigue su lucha exterminador a, persiguiendo a los enemigos, deteniéndose apenas en el arroyo para aplacar la sed y seguir adelante en el combate. No faltan quienes vean en estas palabras del salmo una alusión al hecho de Adonías, primogénito de David, que intentó ser proclamado rey junto a la fuente de Gihón, en Jerusalén 19. David mandó que Salomón fuese ungido allí rey por el sumo sacerdote Sadoc y el profeta Natán 20. En este supuesto, también el Mesías sería ungido junto a la fuente de Ein Rogue. Pero estas hipótesis, aunque ingeniosas, son muy problemáticas y poco probables 21.

Quizá la suposición más verosímil es la que supone una corrección del texto ("pondrá en tu mano la heredad; por ello podrás levantar la cabeza"), que se adapta bien al contexto 22. En ese supuesto, se reitera la colación del dominio delegado sobre todos los pueblos. La "heredad" es en primer término el reino de Israel, que es considerado en la Biblia como propiedad de Yahvé 23, y en torno a él todos los pueblos de la tierra.

 

Carácter Mesiánico del Salmo.

La tradición judeo-cristiana ha admitido siempre la proyección mesiánica de esta vigorosa pieza del Salterio. Los apóstoles y el mismo Jesús apelan al sentido mesiánico del salmo 24, y los Santos Padres siguen la misma línea 25; no obstante, los autores modernos católicos no convienen en matizar el mesianismo del salmo, ya que, mientras unos lo toman en sentido directo y literal, otros, en cambio, lo entienden en sentido típico indirecto: el salmista, con motivo de la entronización de un rey, le ensalzaría, viendo en él el eslabón que lleva al Rey por excelencia de la dinastía davídica, el Mesías 26. El salmista, llevado de un sentido profético, piensa en la culminación de la dinastía y en la inauguración de los tiempos mesiánicos, y presenta al futuro Mesías dominando sobre sus enemigos después de haberlos vencido en la batalla. La perspectiva, pues, está dentro de los moldes primarios de la teología viejotesta-mentaria. La panorámica del salmista difiere mucho de la del autor de los fragmentos del "Siervo de Yahvé," en los que se nos presentan las facetas de un Mesías doliente triunfando con la mansedumbre y la ofrenda de su propia vida 27.

1 San Agustín: PL 37:1445. — 2 Cf. Mt 22:43-45; Mc 12:353; Lc 20,415. — 3 Cf. Act 2:34; Enchir. Bib. 344. — 4 Es la opinión de Duhm, Budde, Baethgen, Kautzsch. — 5 Hipótesis de A. F. Kirkpatrick, Causse, Kittel, Barnes, Mowinckel, Gunkel, Kónig, Selling. — 6 Lit. "el báculo de tu fortaleza." — 7 Así según el TM, con alguna corrección (leyendo montes-haré en vez de hadaré: "atuendos"). El texto de los LXX, seguido por la Vg, es totalmente diferente: "Contigo el principado en el día de su poder, en esplendores de los santos: desde el seno antes del lucero de la aurora te engendré." Es la versión aceptada por el NP. La Bib. de Jér.: "A ti el principado en el día de tu nacimiento, sobre los montes sagrados, desde el seno, desde la aurora de tu juventud." Calés: "Contigo es la dignidad de príncipe en el día de tu nacimiento. En los esplendores de la santidad. Antes de la aurora, como un rocío, yo te he engendrado." La Peshitta: "Tu pueblo es digno de elogio, en el día de la fuerza, en los esplendores de la santidad." Ceuppens: "Tu pueblo espontáneamente (se ofrece) en el día de tu poder en ornamentos sagrados; desde el seno de la aurora (será) para ti el rocío de tu juventud." Es más o menos la versión de Kirkaptrick, ambas basadas en el TM. Todo depende de la vocalización de las palabras. Así, los LXX leen: cimmeka nedibdh ("contigo el principado") en lugar de cammeka neddbóht del TM ("tu pueblo espontáneamente"") y al final los LXX leen: yelidtíkd ("te he engendrado") en lugar de yalduthe (i) kd ("tu juventud") del TM. La versión de los LXX encuentra su paralelo en la expresión del salmo 2: "Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy." — 8 Cf. Núm 4:3; Sam 2:30; 2 Sam 23:1; Is 1:24; 56:8; Zac 12:1. — 9 Cf. Sal 15:10; 1 Re 2:19. — 10 Véase L. Durr, Psal. no im Lichte der neueren altor. Forschung (1929) p.13- — 11 Véase Jos 10:24; 1 Re 5:3; 1 Cor 15:25. — 12 Cf. Jean, Milieu Biblique II p.172. — 13 Así opinan: M. J. Lagrange: RB 14 (1905) 47-48; A. Vaccari, / libri poetici p.iSo; F. Zorell, Psalterium ex hebraeo latinum p.3; N. Peters, Das Buch der Psalmen (1930) p.283; E. Kónig, Messianische Weissagungen p.i4Q. — 14 Contra esta interpretación está la mención de la palabra hebrea rejem, que significa "útero," que es incomprensible aplicada a Dios en la mentalidad del A.T. — 15 Según una ingeniosa reconstrucción de Charrue, seguida por Ceuppens, este extraño verso habría que traducirlo así: "Pondrá la heredad en tu mano; por eso podrá levantar la cabeza." Véase Ceuppens, o.c., p.15. — 16 Cf. J. Coppenss, Notes philologiques sur el texte hebrea de I'Anden Testament. Le Psau-me CLX (CX): "Le Muséon," 44 (1932) 180. — 17 Cf. Gen 14:18. — 18 Cf. Jue 7:4-6. — 19 Cf. 1 Re 1:9. — 20 Cf. 1 Re 1:385. — 21 Hipótesis de Dürr, Schmidt. — 22 Opinión de Charrue, Herkenne, Desnoyers, Coppens y Ceuppens. — 23 Cf. 1 Re 8:51; Jer 12:8. — 24 Cf. Me 12:35-37; Mt 22:41-46; Le 20,41-44; Act 2:34; Rom 8:34; 1 Cor 15:25; Ef 1:20-22; Col 3:1; Heb 1:3; 5:6; 7:17.21', 8:1; 10,12-13; 1 Pe 3.22. — 25 San Crisóstomo, In Psalmos: PG 55:276; san jerónimo, Epist. 65: PL 22:626. En los textos bíblicos del N.T. nunca se cita la frase "ex útero ante luciferum genui te"; (según los LXX y Vg) para probar la filiación divina del Mesías. Los judíos, a causa de las disputas con los cristianos, negaron el carácter mesiánico del salmo en los siglos i-in, pero después lo volvieron a reconocer. — 26 Así opinan Landersdorfer, Dürr, Peters. — 27 Sobre la interpretación del salmo véanse los trabajos siguientes: M. J. Lagrange: RB 14 (1905) 47ss; A. Vaccari, De Libris Didacticis (1929) 113-117; N. Peters, Die Entstehung des M.T. Von Psalm. 110,3: "Teol. Quartalschrift" (1898) 6155; S. Minochi, / Salmi messianici. Sal no: RB 12 (1903) 206-211; J. Theiss, Psaím CX: Dixit Dominus Domino meo: "Pastor Bonus" (1917) 1935; 2415; E. Konig, Die messianische Weissagungen (1923) 149-150; L. dürr, Psalm noim Lichte der neueren Altorientalischen Forschung (Münster 1929); H. ron-gy, Le Psaume CIX: "Rev. Eccl. de Liége," 19 (1927) 363-365; L. dennefeld, Messianisme: DThC 10 (1929) 1423-1425; H. Herkenne, Psalm no m neuer textkritischer Beleuchtung: Bíblica 11 (1930) 450-457; J. Coppens: a) Notes d'exégése: Le Psaume CIX (CX),v.7. "Ephem. Theol. Lov.," 7 (1930) 292-293; A. Charue, Le Sacerdoce du Christ-Roi dans le Psaume CX: Goliat. Namurc.," 26 (1932) 229; E. Podechard, Le Psautier II (1954) 168-183.

 

Salmo 111 (Vg 110): Grandeza de las Obras de Dios.

En esta composición acróstica se entona un himno de alabanza a Dios por sus grandes beneficios en favor de su pueblo. Por su estructura y contenido, este salmo se asemeja al siguiente. Ambos constan de 22 esticos, conforme a las letras del alfabeto hebreo, cada uno de ellos comenzando con una letra distinta, siguiendo el orden del mismo. En el salmo ni se canta el poder, bondad y justicia de Dios, mientras que en el siguiente se declara la felicidad y provecho del que se acoge temeroso a la ley de su Dios. En este sentido, ambos salmos se complementan. En el salmo ni se canta la protección dispensada por Yahvé a su pueblo a través de la historia, rescatándolo de la opresión, que puede ser la egipcia o la babilónica. El título aleluya indica el destino litúrgico de la composición. El lirismo del salmo está agarrotado por las exigencias de la distribución alfabética de los esticos. Comúnmente se sostiene que este salmo es de composición postexílica: "El color sapiencial del poema y quizá también su alfabetismo rígido inclinan a suponer un origen relativamente reciente"!

La fidelidad y la justicia divinas.

1 ¡Aleluya! Alef Quiero alabar a Yahvé de todo corazón Bet en compañía de los rectos y en la asamblea. 2 Guímel Grandes son las obras de Yahvé, Dalet dignas de investigarse para los que en ellas se deleitan. 3 He Su obra es esplendor y magnificencia, Wau y su justicia permanece para siempre. 4 Zain Hizo memorables sus maravillas; Jet Yahvé es clemente y compasivo. 5 Tet Dio de comer a los que le temen, Yod acordándose siempre de su alianza. 6 Kaf Mostró a su pueblo el poderío de sus obras, Lamed dándoles la heredad de las gentes. 7 Mem Verdad y justicia son las obras de sus manos; Nun son verídicos todos sus preceptos; 8 Sdmec establecidos para siempre, eternamente, Ayin instituidos en verdad y rectitud. 9 Pe Envió la redención a su pueblo, Sade ratificó eternamente su alianza. Qof Su nombre es santo y terrible. 10 Res El principio de la sabiduría es el temor de Yahvé. Sin Son de buen juicio los que (la) practican. Tan Su alabanza permanece por siempre.

El aleluya inicial probablemente no pertenece a la composición original, sino que debe de ser adición litúrgica de carácter doxológico, que se repetía al principio como una especie de antífona.

El salmista se siente eufórico y quiere manifestar sus alabanzas a Yahvé no sólo con los labios, sino de todo corazón y en compañía de los rectos, principalmente en los momentos solemnes de la asamblea litúrgica del templo. Su himno de alabanza se inicia con la declaración de las obras grandiosas de Dios, que se manifiestan en la naturaleza y en la historia del pueblo elegido, y aun en la vida privada de sus adeptos. Ellas proporcionan un motivo de meditación, y son dignas de investigarse en toda su profundidad y consecuencias para la vida religiosa del hombre. En las obras de la naturaleza se destacan el esplendor y la magnificencia de Dios, pues son el reflejo de sus atributos de sabiduría, bondad y poder, y en sus providencias hacia el ser humano se pone de relieve su justicia, que, lejos de atenuarse con el tiempo, se muestra inmutable para siempre.

Particularmente, su providencia se ha manifestado en la historia de Israel; en ella hizo memorables sus maravillas, liberando a su pueblo de la esclavitud faraónica y protegiéndole contra sus enemigos. Literalmente habría que traducir: "hizo un memorial de sus maravillas"; y, en ese supuesto, parece que se alude a la institución de la Pascua en conmemoración de la liberación de los israelitas del ángel exterminador antes de emprender la huida hacia las estepas del Sinaí 2. En las maravillas del Éxodo, Yahvé se mostró realmente clemente y compasivo con su pueblo, acompañándole y obrando prodigios en su favor. Este modo de proceder brilla en toda la historia de Israel 3. Fiel a su alianza, proveyó de mantenimiento a los israelitas cuando andaban hambrientos por las estepas del Sinaí4. Esta protección se manifestó también en la ocupación de la tierra de Canaán, pues, a pesar de ser Israel un pueblo menos numeroso que el que habitaba en ella, Yahvé les dio la heredad de las gentes, expulsando a los cananeos.

Así mostró el poderío de sus obras. Y todo ello en virtud de las exigencias de la alianza que había hecho con Abraham, en la que le había prometido entregar a su descendencia la tierra en la que entonces se sentía extranjero 5. La liberación de Egipto fue la prueba de la fidelidad de Dios a sus promesas hechas a los patriarcas 6. Todas las obras de Dios se caracterizan por su verdad y justicia (v.7), pues son la manifestación de sus atributos esenciales7; por eso, sus preceptos son verídicos, pues están como sellados, sin que puedan engañar a nadie ni ser ellos mismos defectibles. El salmista pasa insensiblemente de los portentos hechos por Dios en favor de Israel en el Éxodo a la legislación del Sinaí, que es la base de las relaciones entre Yahvé y los componentes de su pueblo 8. Como expresión de la verdad y rectitud divinas, permanecen para siempre. Esta providencia protectora de Yahvé se manifestó últimamente de un modo excepcional en la redención de su pueblo de la cautividad babilónica (V.9). Con ello confirmó de nuevo y de modo solemne su antigua alianza, que le obligaba a salir por los intereses del pueblo israelita. Los profetas hablaban de una nueva alianza en sustitución de la antigua 9. La repatriación de los cautivos confirmó las antiguas esperanzas de rehabilitación nacional. Con ello se manifestó el nombre de Yahvé como santo y terrible, pues se ha revelado en todo su poder como en los antiguos tiempos del Éxodo 10. Las victorias de su pueblo redundaban en la gloria del nombre temible de Yahvé, cuyas gestas antiguas sembraban de consternación a las naciones vecinas a Israel.

El salmo se cierra con unas consideraciones sapienciales: el verdadero sabio es el que sabe conducirse conforme a las exigencias del temor de Dios, que implica acatamiento de sus leyes y docilidad a sus preceptos 11. Yahvé se manifiesta poderoso en sus obras de la naturaleza y en sus relaciones con el pueblo de Israel. Esto exige reconocimiento de su voluntad, manifestada en la Ley, pues es inútil y necio oponerse a sus caminos. Sólo El es digno de alabanza, que se muestra a través de todas las generaciones.

1 J. Cales, o.c., II 359. — 2 Cf. Ex 12:14. — 3 Cf. Neh 9:17.31- — 4 Cf. Sal 34:9-10. — 5 Cf. Gen 12:1s; 1s.1s; 17:1s. — 6 Cf. Ex 2:24; 6:5. — 7 Cf. Dt 32:4. — 8 Este v.7 es una reminiscencia de Sal 19:8-10; cf. 103:18. — 9 Cf. Jer 33:20s; Is 49:14. — 10 Cf. Dt 28:58; Sal 99:4; Ex 15:11; Is 29:23; 8:13. Cf. Prov 9:10; 1:7; Job 28:28; Eclo 1:20.

 

Salmo 112 (Vg 111): Bienandanza del Justo.

Recogiendo la última idea del salmo anterior, el poeta desarrolla ahora las ventajas que al justo reporta la virtud: todo en su vida prosperará. En este sentido puede considerarse como la segunda parte del salmo anterior. En el salmo 111 se cantaba el poder y fidelidad de Yahvé a sus promesas, con todo lo que ellas implican de protección a los rectos de corazón; en éste se explicitan las bienandanzas del que corresponde a los beneficios divinos. Es, pues, este salmo como el desarrollo del principio expresado en el v.10 del salmo anterior: "el temor de Dios es el principio de la sabiduría." El varón justo debe tener relaciones de piedad reverencial y espíritu de docilidad a Dios (1-4), y como consecuencia de su vida religiosa están sus virtudes de justicia para con el prójimo (5-10).

Podemos, pues, calificar estos dos salmos como "gemelos" por su contenido doctrinal y su estructura, ya que también en el 112 encontramos la distribución alfabética del anterior con el mismo número de esticos, en correspondencia con las 22 letras del alefato hebreo. El salmo 112 es esencialmente un poema "sapiencial," pero en él se repiten epítetos y expresiones del salmo anterior. Por ello podemos conjeturar que uno mismo es el autor de las dos composiciones, y con toda verosimilitud podemos suponer que su composición es posterior al exilio.

La virtud del justo, reconocida y premiada.

1 ¡Aleluya! Alef Bienaventurado el varón que teme a Yahvé Bet y se deleita en gran manera en sus mandamientos 2 Guímel Su descendencia será poderosa sobre la tierra, Dalet y la generación de los justos será bendecida. 3 He Habrá en su casa hacienda y riquezas, Wau y su justicia permanecerá por siempre. 4 Zain En las tinieblas resplandece como luz para los rectos; Jet es clemente, compasivo y justo. 5 Tet Le va bien al varón que tiene piedad y presta, Yod y lleva sus negocios conforme a derecho. 6 Kaf Pues nunca titubeará; Lamed el justo será para eterna memoria. 7 Mem No temerá la mala nueva; Nun su corazón estará firme, confiado en Yahvé. 8 Samec Constante será su corazón impávido, Ayin en tanto que verá a sus enemigos (vencidos). 9 Pe Es generoso y distribuye a los pobres; Sade su justicia permanece para siempre. Qp/Su poder se exaltará gloriosamente. 10 Res Verá (esto) el impío y se irritará; Sin rechinará sus dientes y se consumirá. Tau Los deseos del impío se frustrarán.

Conforme a lo expresado en el salmo anterior — "el temor de Dios es el principio de la sabiduría" —, el poeta prosigue ahora exponiendo las ventajas del que se entrega de todo corazón a Dios, cumpliendo con fidelidad sus mandamientos. En primer lugar, verá bendecido con una vigorosa descendencia, que será poderosa en el país, pues prosperará en sus haciendas 2. Dios no desampara a la generación de los justos, sino que la bendecirá con todo género de prosperidades, conforme a las antiguas promesas. Dada la falta de luces sobre la retribución en ultratumba en este estadio de revelación, el salmista — conformándose con la mentalidad tradicional sobre el problema — piensa que las bendiciones de Dios han de ser terrenales; por eso se habla de riquezas, de numerosa prole y de memoria permanente en la sociedad de su nombre y del de sus hijos 3. La prosperidad permanente es un signo de aprobación divina, según los escritos del A.T. 4 En medio de las tinieblas de una sociedad corrompida, la confianza en Dios es como una luz para los rectos 5. Dios se muestra siempre compasivo y clemente, dando a cada uno según sus obras, pues es justo en su providencia con los hombres.

Expuestas las ventajas de vivir vinculados a Dios y plegándose a sus preceptos, el salmista pasa a hablar de las relaciones del justo con el prójimo. Dios premia al que es compasivo con el necesitado, prestándole — sin interés — de sus bienes para aliviar las necesidades del prójimo y llevando la marcha de sus negocios según las exigencias de la ley divina (ν.5). Α la sombra del Omnipotente, y con la conciencia de hacer el bien, nunca titubeara, sino que se afirmará y prosperará en sus bienes6. Su memoria permanece en la sociedad, sin que se extinga su descendencia. Seguro de la protección divina, no temerá la mala nueva, pues los reveses de fortuna serán pasajeros, y, sobre todo, no sentirá sobresaltos, como el impío, ante el posible castigo divino7. Su serenidad ante los acontecimientos contrastará con la triste suerte que espera a sus enemigos, que han vivido fuera de la ley divina 8.

Bendecido con toda clase de bienes y nadando en la opulencia, sabrá distribuirlos con generosidad a los necesitados 9, sabiendo que tiene obligación de asistirlos conforme a sus posibilidades. Y, lejos de disminuir sus bienes, su poder se acrecentará, y será glorificado ante la sociedad, ya que todos verán que su fortuna es un premio a su virtud (v.6). La reacción del impío será de despecho y amargor, pero será impotente para impedir la prosperidad del justo. No le quedará sino rechinar los dientes ante su impotencia, pues sus planes y deseos contra el justo se frustrarán (v.10). El final del salmo es semejante al del salmo i, como son similares los comienzos de ambos. El carácter convencional de la composición no es difícil de descubrir. Con todo, la doctrina práctica está conforme al esquema conocido de la literatura sapiencial.

l Su poder: en hebreo lit. "su cuerno," símbolo del poder. — 2 Cf. Sal 25:14; 37:10-11. — 3 Cf. Prov3:16; 8:18. — 4 Cf. Is 65:23. — 5 Cf. Sal 97:11; Mal 4:2. — 6 Cf. Sal 15:6; 55:23; Prov 10:30. — 7 Cf. Sal 111:8; Is 26:3; Job 15:203; Prov 10,24. — 8 Cf. Prov 11:24.

 

Salmo 113 (Vg 112): Benignidad De Dios con los Humildes.

En este himno de alabanza se declara la especial providencia que tiene Yahvé sobre los humildes a pesar de su excelsa majestad. Este salmo es el primero de la serie (113-118) que constituye el "gran Hallel," por empezar con la exclamación litúrgica "aleluya" ("Alabad a Yahvé"). Estos seis salmos se cantaban en las grandes fiestas del año — Pascua, Pentecostés, Tabernáculos y Dedicación del templo — y en los novilunios, o principios de mes, excepto el primero de año.

Este salmo constituye como "el punto de unión entre el cántico de Ana l y el Magníficat de la Virgen" 2. Se divide en tres estrofas. El estilo es sencillo, pero muy fluido y elegante. No se puede determinar con fijeza la época de su composición, aunque los modernos comentaristas se inclinan por una fecha postexílica.

La Providencia divina sobre los desvalidos.

1 ¡Aleluya! Alabad, siervos de Yahvé, alabad el nombre de Yahvé. 2 Sea bendito el nombre de Yahvé desde ahora y por siempre. 3 Desde el levante del sol hasta su ocaso sea ensalzado el nombre de Yahvé. 4 Excelso sobre todas las gentes es Yahvé; su gloria es más alta que los cielos. 5 ¿Quién semejante a nuestro Dios, que tan alto se sienta 6 y se abaja para mirar en el cielo y en la tierra; 7 que levanta del polvo al desvalido y alza del estiércol al pobre 8 para hacerle sentar entre los príncipes, entre los nobles de su pueblo; 9 que hace habitar en casa a la estéril (como) madre gozosa de (numerosos) hijos? ¡Aleluya!

El salmista invita a los piadosos — sierros de Yahvé en cuanto que viven conscientes la vocación de entrega a Dios como miembros de un pueblo elegido entre todos los de la tierra para servirle de un modo especial 3 — a entonar himnos de alabanza al Dios providente y excelso. El nombre de Yahvé simboliza su esencia y sus atributos, y bajo este aspecto es digno de admiración y loas. Pero este reconocimiento laudatorio del nombre del Dios de Israel no debe limitarse a las funciones litúrgicas del templo, sino a todas las manifestaciones de la vida: ahora y siempre. Todos los pueblos — de oriente a occidente — deben asociarse a estas alabanzas que ahora resuenan en el tabernáculo de Sión4, porque, aunque Yahvé sea el Dios del pueblo israelita, es también el Señor de todos los pueblos. La fraseología está tomada de otras composiciones del Salterio 5.

La morada de Yahvé está en lo más alto de los cielos, y desde allí contempla la marcha de la historia. Con bello antropomorfismo, el poeta presenta a Yahvé tan elevado en la cúspide de los cielos, que tiene que abajarse para contemplar al detalle lo que pasa por la tierra6.

Su solicitud se extiende principalmente a los necesitados y humildes. Plásticamente presenta el salmista al pobre, expulsado de la sociedad, sentado en el mazbale, o montón de inmundicias — ceniza, estiércol, residuos de todo —, que se encuentra a las afueras de las aldeas orientales, donde pululan los míseros y enfermos leprosos, que no tienen derecho a frecuentar las vías públicas 7. La expresión está tomada del cántico de Ana8, como la siguiente sobre la elevación del pobre a la más alta dignidad de los principes de la ciudad 9. También la alusión a la mujer estéril, bendecida milagrosamente con numerosa prole, está tomada del cántico de Ana 10. El salmista, pues, trabaja con la tradición literaria para expresar su gratitud hacia Yahvé, que se preocupa de redimir a los desvalidos y despreciados de la sociedad.

1 Cf. Sam 2:1-10. — 2 Perowne, citado por Kirkpatrick, o.c., 677. — 3 Cf. Sal 69:36; Is 54:17; 41:8-9; Sal 136:22. — 4 Cf. Mal 1:11;Sof 3:9. — 5 Cf. Sal 99:2; 57:5.11; 8:1; Ex 15:11; Dt 8:34. — 6 Cf. Sal 138:6; Is 57:15. — 7 Cf. Job 2:8. — 8 Cf. Sam 2:8. — 9 Cf. Job 36:7; 2 Sam 9:7. — 10 Cf. Sam 2:8; Is 54:11 66:8.

 

Salmos 114-115 (Vg 113): Las Maravillas del Éxodo.

Los salmos 114 y 115 del hebreo son totalmente diversos por su contenido y estilo, pero han sido agrupados en un solo salmo en las versiones de los LXX y Vg. El primero canta las maravillas del éxodo, y puede considerarse como un himno pascual. De estilo vigoroso y fresco, el salmo 114 tiene todos los visos de ser arcaico y anterior al exilio babilónico. Al menos nada en él insinúa una época tardía de composición. Los portentos de Yahvé en la liberación de Israel de la esclavitud faraónica son tema de la épica popular hebrea desde los primeros tiempos de su vida nacional. Probablemente el salmo actual es sólo un fragmento de un himno más largo en el que se cantaban las providencias de Yahvé en favor de su pueblo en los momentos de nacer, como pueblo organizado, entre las naciones.

El salmo 115 es de índole totalmente diversa, pues se suplica el auxilio divino para que sea glorificado Yahvé entre los pueblos, ya que, si deja abandonado a su pueblo, los gentiles creerán que el Dios de Israel no existe. La pieza se divide en tres partes: a) profesión de fe en Yahvé, con desprecio de los ídolos de los otros pueblos (1-8); b) confianza de Israel en su Dios (9-11); c) súplica de ayuda y bendición (12-18). Esto parece indicar que el salmista escribe en tiempos en que la nación se hallaba en una situación crítica como consecuencia de un poderío extranjero. Los gentiles parecen burlarse del pueblo elegido, que se halla desamparado de su Dios. La situación parece reflejar las duras condiciones de vida de los repatriados de la cautividad, cuando, en medio de la hostilidad de los pueblos vecinos, tuvieron que reconstruir el patrimonio nacional 1.

Desde el punto de vista literario, el salmo 115 es una composición litúrgica en la que se mezclan la plegaria, la elegía, las consideraciones sapienciales y la exhortación. La unión de este salmo al anterior debió de obedecer a razones de acoplamiento práctico litúrgico. Esta conexión de ambos salmos, de contenido y estilo tan diferentes, debió de tener lugar en tiempos anteriores al siglo II, ya que aparece en la versión de los LXX; y a ésta la siguen el Targum, la versión siríaca, la etiópica, la Vg y la de San Jerónimo.

Las maravillas del éxodo (1-8).

l Al salir Israel de Egipto, la casa de José de un pueblo bárbaro, 2 hizo de Judá su santuario, y de Israel su imperio. 3 Viole el mar, y huyó; el Jordán se echó para atrás; 4 dieron saltos los montes como carneros, y los collados como corderos. 5 ¿Qué tienes, ¡oh mar! que huyes; tú, Jordán, que te echas atrás? 6 Vosotros, montes, que retozáis como carneros, y vosotros, collados, como corderos. 7 Ante la faz del Señor tiembla, ¡oh tierra! ante la faz del Dios de Jacob; 8 que cambia la roca en lago de aguas, y del sílex saca fuentes de aguas.

Israel como nación y como teocracia vinculada a Yahvé surgió al ser liberado de Egipto, su opresor. En virtud detesta prodigiosa liberación, el pueblo hebreo se convirtió en propiedad exclusiva de Yahvé, para el que Israel es el "primogénito" entre los pueblos 2. En virtud de esta elección, Judá — símbolo de todas las tribus por surgir de ella el rey David, en cuya dinastía se canalizaron las promesas mesiánicas — se convirtió en santuario de Yahvé. Allí, en su capital de Jerusalén, en su templo, estableció Yahvé su morada permanente en la tierra.

Después el salmista alude a los portentos de Yahvé en favor de su pueblo, y en primer lugar al paso milagroso del mar Rojo: el mar, al ver a Yahvé dirigiendo a su pueblo, huyó despavorido, dejando paso a los israelitas 3, y el mismo Jordán se echo atrás, secándose su cauce para que pasaran los protegidos de Yahvé 4. Las personificaciones del poeta son bellísimas. Así, presenta a los montes dando saltos de júbilo o de estremecimiento ante la presencia de la majestad divina, y a los collados retozando como corderos. El símil parece aludir a las conmociones cósmicas que acompañaron a la promulgación de la Ley en el Sinaí5. En el salmo 29:7 se presenta al Líbano saltando como un ternero al sentir la presencia majestuosa de Yahvé, que se manifiesta en la tempestad. El poeta pregunta ahora — supuestas las admirables y audaces prosopopeyas empleadas — por qué los montes, que son el símbolo de la estabilidad e inmovilidad, se vieron obligados a obrar contra su modo de ser natural, conmoviéndose y estremeciéndose en loca agitación; y al Jordán le interroga por su curso antinatural, al volverse atrás (v.5). Estas bellas interpelaciones resaltan más el poder omnímodo de Yahvé, que cambia las leyes naturales a su voluntad en beneficio del pueblo elegido.

La explicación de estas anomalías radica en la proximidad de la majestad divina, ante la cual la tierra debe temblar sobrecogida de tanta grandeza y poderío. El salmista apostrofa por ello a la tierra para que con sus sacudidas y temblores siga manifestando su adoración y reverencia ante el Omnipotente, como en otro tiempo temblaron las cimas del Sinaí6. Pero el Ser todopoderoso no es sólo el Señor de las fuerzas de la naturaleza, sino que es el Dios de Jacob, pues se ha vinculado históricamente con un pacto y unas promesas con el patriarca y su descendencia 7. Por ello ha obrado milagros en favor de su pueblo cuando éste estaba sediento en las estepas de Rafidim 8 y en los secarrales de Cades 9. Los portentos de los tiempos del desierto quedaron en la épica popular hebrea como los mejores exponentes de la predilección de Yahvé por su pueblo 10.

Profesión de estricto monoteísmo (Sal 115, Vg. 113).

1 No a nosotros, Yahvé, no a nosotros, sino a tu nombre has de dar gloria, por tu piedad y tu fidelidad. 2 ¿Por qué han de decir las gentes: "Dónde está su Dios"? 3Está nuestro Dios en los cielos, y puede hacer cuanto quiere. 4 Sus ídolos son plata y oro, obra de la mano de los hombres; 5 tienen boca, y no hablan; ojos, y no ven; 6 orejas, y no oyen; narices, y no huelen; 7 sus manos no palpan, sus pies no andan; no sale de su garganta un murmullo. 8 Semejantes a ellos serán los que los hacen y todos los que en ellos confían.

El contexto conceptual es totalmente diferente del fragmento anterior, pues no se cantan los prodigios de Yahvé en favor de su pueblo, sino que se le pide la pronta y decisiva asistencia para salir de una situación comprometida de postración nacional. En la humillación de su pueblo está comprometida la honra del nombre de Yahvé, pues a los ojos de los gentiles resulta impotente para ayudarlo y salvarlo de la enconada hostilidad de sus enemigos. Por eso, el salmista insiste en que por la gloria de su nombre intervenga con urgencia, y también atendiendo a su tradicional piedad y fidelidad para con Israel, tantas veces demostrada al salvarlo de las situaciones de peligro 1. La elección de Israel como pueblo predilecto entre todos los del orbe está en la base de la alianza sinaítica 2. Yahvé, pues, no puede faltar a su palabra y a sus promesas de auxilio.

El salmista es consciente del poder soberano de Yahvé, que habita en los cielos y desde allí es el arbitro supremo sobre todo lo creado, sin que nadie pueda resistir a su voluntad. Si Israel ahora está postrado, no es porque le falte poder para levantarlo, sino porque en sus misteriosos designios así lo ha dispuesto 3. Frente a El nada pueden los ídolos de los otros pueblos, que son meros simulacros de plata y oro, obra de los mismos hombres, y, como tales, no pueden asistir a sus fieles, pues no tienen vida. La descripción es sarcástica y tiene sus antecedentes literarios en la literatura profética 4. Los que adoran estos simulacros son, por ello, semejantes a ellos en estupidez e ignorancia. Les espera la ruina, pues se confían en lo que no tiene vida ni consistencia5.

Yahvé, protector de Israel (9-11).

9 Casa de Israel, confía en Yahvé 6: El es su ayuda y su escudo. 10 Casa de Aarón, confía en Yahvé; El es su ayuda y su escudo. 11 Los temerosos de Yahvé confiad en Yahvé; El es su ayuda y su escudo.

En contraposición a la inanidad de los ídolos está el poder salvador de Yahvé. Todos los componentes del pueblo elegido — los de la clase laical y los de la sacerdotal — no deben tener otra confianza que la puesta en su Dios. Parece que aquí hay una distribución coral: un levita invita a la casa de Israel — el pueblo israelita en general — a confiar en Yahvé. El coro responde con el estribillo complementario: porque sólo El es la ayuda y el escudo de Israel. De nuevo un levita invita a la casa de Aarón — los representantes de la clase sacerdotal — a poner confianza ciega en Yahvé. El coro responde del mismo modo. Por fin, se invita a los piadosos — temerosos de Yahvé — a asociarse a este acto de confianza hacia el Dios de Israel, y el coro responde afirmando que es el único defensor de su pueblo. Algunos comentaristas interpretan la expresión de temerosos de Yahvé en el sentido de "prosélitos" asimilados al pueblo de Israel7. Pero en Sal 22:24 la expresión es equivalente a "descendencia de Jacob," que aparece en el estico siguiente; por tanto, más bien hemos de suponer que se trata de los israelitas cumplidores de la Ley y, como tales, con más sensibilidad religiosa que el común del pueblo.

Súplica de ayuda y asistencia (12-18).

12 Acuérdate, Yahvé, de nosotros y bendícenos: bendice a la casa de Israel, bendice a la casa de Aarón; 13 bendice a los que temen a Yahvé, a los pequeños y a los grandes. 14 Acrézcaos Yahvé a vosotros, a vosotros y a vuestros hijos, 15 Benditos seáis de Yahvé, que hizo el cielo y la tierra. 16 Los cielos son cielos para Yahvé; la tierra se la dio a los hijos de los hombres. 17 No son los muertos los que alabarán a Yahvé, ni cuantos bajaron a (la región del) silencio. 18 pero nosotros alabaremos a Yahvé desde ahora y para siempre. ¡Aleluya!

Siguiendo la distribución coral anterior, podemos suponer que la voz de un levita hace la súplica final en consonancia con la fe de estricto monoteísmo antes pronunciada: si Yahvé es el único Dios de Israel, debe acordarse de la triste situación en que se halla ahora su pueblo. Es hora de que derrame sus bendiciones sobre los componentes del pueblo elegido en general — casa de Israel —, y en particular sobre la clase sacerdotal — casa de Aarón — y sobre sus fieles más adictos: los que temen a Yahvé. A todos sin distinción, a grandes y pequeños, pues todos los israelitas, en sus diferentes capas sociales, constituyen la "heredad" de Yahvé 8.

El salmista recoge las súplicas del levita director del coro, y desea los mejores augurios a todos sus compatriotas. Todo es posible a Yahvé, porque es el que hizo el cielo y la tierra 9. La afirmación ha de medirse en contraposición a lo dicho anteriormente sobre la inanidad de los ídolos 10. En realidad, Dios se ha reservado los cielos para El, para su morada permanente 11, mientras que a los hombres les ha entregado la tierra como morada propia (v.16). Según los antiguos hebreos, Yahvé habitaba permanentemente en el cielo de los cielos, es decir, en la cúspide de la bóveda celeste que aparece a nuestra vista. Desde allí contempla y dirige la historia de los seres humanos y de los pueblos.

El salmista cierra su poema con una alusión a la triste situación de los muertos en el seol, la región de los muertos, a la que poéticamente se la llama lugar del silencio, porque de ella están ausentes las alegrías de la vida 12. Los moradores de esa región tenebrosa no pueden alabar a Yahvé 13, sino sólo los que viven sobre la tierra. Es una insinuación de que Dios sale perdiendo si deja morir a los suyos, pues no pueden continuar alabándole después de la muerte en la región subterránea de los difuntos. Por eso, el salmista se siente dichoso al poder disfrutar de la vida, pues en ella puede continuar alabando a su Dios (v.18) 14.

1 Cf. Esd 3:5; Neh 4:1-5- — 2 Cf. Ex 19:3-6; Dt 4:20; 7:6s; 22:95; 1 Re 8:51; Os 13:4; Am 3:1-2; Jer 2:2-3; Ex 6:7. — 3 Cf. Ex 13:17s; Sal?7,i6; Hab 3:10. — 4 Jos 3:1s. — 5 Cf. Ex 19:18; Jue 5:4; Sal 68:9 — 6 Cf. Ex 19:18s. — 7 Cf. Gen 12:1s; 15:1s; 17:1s; 28:135. — 8 Cf. Ex 17:6. — 9 Cf. Núm 20:115. — 10 Cf. Is 41:18; Sal 107:35. — 1 Cf. Ex 34:6; Dt 7:7-8; Sal 77:8-9. — 2 Cf. Sal 79:10; 42:3.10; Ex 32:12; Núm 14:135; Jl 2:17; Miq 7:10. — 3 Cf. Is 53:10; 58:11; Sab 12:18. — 4 Cf. Is 44:9-20; Jer 10:1-16; Dt 4:28; Is 2:20; Hab 2:8-19; Sab 15:15. — 5 Cf. Hab 2:19; Is 1:20; Sal 113:6; 6:8; Gen 8:21. — 6 Casa: así según los LXX. Falta en el TM, pero es exigida por el paralelismo. — 7 Cf. 1 Re 8:41; Is 56:6; Act 13:16.26; 16:14; 18:7; 17:17. — 8 Cf. 1 Re 8:9. — 9 Cf. Sal 121:2; 124:8; 134:3; 146:6. — 10 Cf. Jer 10:11; Is 44:9-20. — 11 Cf. Sal 2:5. — 12 Cf. Sal 6:6; 30:10; 88:5-6.10-12; Is 38:11.18; Job 7:9; 10,21s; 14:15. — 13 En Sal 94 17 se llama al seol también la morada del silencio. — I14 Cf. Sal 118:18; Is 38:183.

 

Salmo 116 (Vg 114-115): Acción de Gracias.

Este salmo eucarístico tiene dos partes bien definidas: a) liberación de un inminente peligro de muerte como consecuencia de una enfermedad (1-9); b) himno de acción de gracias por el beneficio obtenido (10-19). Las versiones de los LXX y la de la Vg han tomado ambas partes como dos salmos diferentes, pero podemos sorprender en el salmo una unidad ideológica fundamental, que se continúa en ambas secciones. En las expresiones abundan los arameísmos y las citas implícitas de otros salmos, todo lo cual hace suponer que la composición del salmo no es anterior al exilio babilónico.

El salmista, liberado de un peligro de muerte (1-9).

1 Le amo, porque oye Yahvé la voz de mis súplicas, 2 porque inclinó a mí sus oídos en el día en que le invoqué. 3 Prendido me habían los lazos de la muerte, me habían sorprendido las ansiedades del "seol"; yo había encontrado la angustia y la tristeza 4 E invoqué el nombre de Yahvé: "¡Libra, oh Yahvé, a mi alma!" 5 Yahvé es compasivo y justo, y nuestro Dios es misericordioso. 6 Guarda, Yahvé, a los sencillos; estaba yo debilitado y me salvó. 7 Vuelve, alma mía, a tu quietud, porque Yahvé te ha retribuido. 8 Pues libró mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mis pies de la vacilación. 9 Andaré en presencia de Yahvé en la tierra de los vivientes.

Reconocido a los beneficios recibidos, el salmista declara su amor para con Yahvé, que nunca ha desoído sus plegarias *; pero ahora esto tiene un particular sentido, ya que Yahvé le ha dispensado una gracia excepcional al salvarlo de un peligro grave de muerte a causa de una enfermedad que no especifica. En el momento crítico de su vida, Yahvé inclino sus oídos hacia él desde el cielo para recibir y despachar su ansiosa súplica. En efecto, se hallaba en angustia mortal, pues habían hecho presa de él los lazos de la muerte, que en el lenguaje bíblico significan las enfermedades. El salmista se hace eco de la opinión popular — tomada de los babilonios — de que las enfermedades son emisarios de la región de los muertos para poblarla con nuevos inquilinos. Poéticamente, el salmista presenta a la muerte y al Seol como dos cazadores al acecho de vidas humanas, poniendo lazos — enfermedades — para que éstos caigan en ellos 2.

Pero bastó la invocación confiada a Yahvé para verse libre de su crítica situación, pues el Dios de Israel tiene predilección por los sencillos y humildes que confían en El 3. El salmista ha sentido la mano bienhechora de su Dios, y de nuevo quiere volver a la quietud para darle gracias sin ansiedades ni sobresaltos. Recuperada la salud y alejado el peligro de ir a la tierra de los muertos, el salmista tiene el firme propósito de conformar su vida a la ley divina — andaré en presencia de Yahvé — en su existencia terrena: en la tierra de los vivos, que son los únicos que pueden cantar las alabanzas a Dios y reconocer sus beneficios4.

Promesas de acción de gracias (10-19).

10 Lleno estaba de confianza, aun cuando decía: "Estoy en demasía afligido." 11Habíame dicho en mi abatimiento: "Todos los hombres son engañosos." 12 ¿Qué podré yo dar a Yahvé por todos los beneficios que me ha hecho? 13 Levantaré el cáliz de la salvación e invocaré el nombre de Yahvé; 14 cumpliré los votos que he hecho a Yahvé en la presencia de todo su pueblo. 15 Es cosa preciosa a los ojos de Yahvé la muerte de sus piadosos. 16Oh Yahvé! Siervo tuyo soy, siervo tuyo e hijo de una esclava tuya. Tú rompiste mis cadenas. 17Te ofreceré sacrificio de alabanza e invocaré el nombre de Yahvé. 18 Cumpliré mis votos hechos a Yahvé, en la presencia de todo su pueblo, 19 en los atrios de la casa de Yahvé, en medio de ti, Jerusalén. ¡Aleluya!

El tono plañidero de la primera parte se cambia en esta segunda en eucarístico. Recapitulando sobre su situación angustiosa pasada, el salmista declara que nunca perdió su confianza en medio de su mayor postración física y moral. Reflexionando en el lecho del dolor, había llegado a la conclusión de que es vano buscar consuelos y ayudas humanas, pues todos los hombres son engañosos, y que sólo Yahvé merece la esperanza confiada del afligido5.

Una vez recuperada la salud, el salmista ansia hacer manifestaciones de gratitud a su Dios por el beneficio obtenido, y quiere corresponder con un sacrificio de alabanza, es decir, el sacrificio llamado "pacífico" (v-17)· Los sacrificios iban acompañados de libaciones 6. El salmista aquí habla del cáliz de la salvación (lit. "salvaciones") que sustituirá a la libación ritual. Ha sido salvado de la muerte por Yahvé, y, por tanto, en sus labios no habrá más cáliz que el de la alabanza, en el que se recuerde su salvación milagrosa.

El v.14 es igual al v.18 y ha sido insertado aquí sin duda por un "lapsus oculorum" del copista.

Insistiendo sobre su liberación milagrosa, el salmista declara que la muerte de sus fieles no les es indiferente: Es cosa preciosa a los ojos de Yahvé la muerte de sus piadosos (v.15). Los justos son objeto de una providencia especial de Dios, y por eso no permite su muerte sin grandes motivos. En la perspectiva del salmista no hay retribución en el más allá, y por eso cree que Dios protege especialmente la vida de los que le son adictos para premiarles su virtud con una prolongada y próspera vida7. En la panorámica cristiana, la muerte es la auténtica liberación del espíritu, pues el alma del justo va a gozar de la presencia divina. En este sentido es empleado el verso en la liturgia eclesiástica.

El salmista se declara siervo de su Dios, pero no adventicio o comprado, sino nacido en su casa, como hijo de su esclava 8. Yahvé ha reconocido su vinculación familiar, pues le ha liberado de la muerte rompiendo sus cadenas, las enfermedades, instrumento de la muerte y del seol — poéticamente personificados como cazadores en busca de su presa — para arrebatar las víctimas 9. Agradecido a su liberación, promete el salmista cumplir los fotos pronunciados durante su situación angustiosa 10 y ofrecer un sacrificio de acción de gracias n. Es el sacrificio de alabanza que ofrecerá públicamente delante de todo su pueblo en el templo de Jerusalén.

1 Cf. Sal 28:2.6; 31:22; 130:2; 140:6. — 2 Véase com. a Sal 18:6; Lam 1:3. — 3 Cf. Sal 19:8; 119:130; Mt 11:25. — 4 Cf. Sal 56:13; Is38:3.11. — 5 San Pablo, utilizando la versión de los LXX, aplica el v.10 ("credidi propter quod locutus sum") para justificar su celo por el Evangelio, basado en su fe en él. — 6 Cf. Núm 15:1-15. — 7 Cf. Sal 72:14 — 8 Cf. Sal 86:16; Gen 14:14; Ef 2:19 — 9 Cf. Sal 107:10-14. — 10 Cf. Lev 7:1 1s. — 11 Cf. Sal 22:25; 66:13.

 

Salmo 117 (Vg 116): El Aleluya de Todos los Pueblos.

Esta brevísima pieza poética tiene el aire de una doxología que se repetiría al principio y al fin de las funciones litúrgicas. El salmista, en nombre del pueblo, invita a todas las naciones a asociarse a las alabanzas a Yahvé por haber mostrado su piedad y fidelidad hacia su pueblo. La proyección es netamente mesiánica, pues se da acceso a todas las gentes a participar en el culto al Dios de Israel. El poeta considera las voces de todos los pueblos como un gigantesco orfeón que entona el aleluya en honor del Dios único, especialmente vinculado a los destinos de Israel como centro de la historia. La piedad y la fidelidad de Yahvé para con su pueblo son una prenda de benevolencia para todas las naciones, ya que Israel constituye como las primicias de todos los pueblos en los planes salvadores del Dios único.

Por el empleo de algún giro aramaico y por la invitación universalista coligen los modernos críticos que el salmo ha sido compuesto en época tardía.

1 Alabad a Yahvé las gentes todas, alabadle todos los pueblos; 2 por que poderosamente (se ha manifestado) sobre nosotros su piedad y la verdad de Yahvé (permanece) para siempre. ¡Aleluya!

Esta invitación a las naciones a asociarse a las alabanzas de Yahvé en torno a Israel prueba el carácter excepcional del pueblo elegido en orden a la salvación del mundo. He aquí cómo bellamente explica esta idea el cardenal Faulhaber: "El salmista quisiera reunir todos los pueblos de la tierra en un orfeón gigantesco, cuyos coros masivos cantaran al Señor de la revelación un aleluya de miles y miles de voces, una verdadera coral de Pentecostés. La primera mitad del salmo contiene la invitación a establecer el orfeón mundial y a cantar; la segunda mitad expone los motivos de la invitación... El objeto perpetuo y continuo del canto de los pueblos es Yahvé, el Dios de la revelación y de la redención... Las dos columnas sobre las que se funda la salvación de los pueblos, sobre las que también, por consiguiente, se basa la acción de gracias de los gentiles por la actividad salvífica de Dios, son la misericordia y la fidelidad de Dios. Su misericordia ha construido sólidamente, en la antigua alianza, los muros de los cimientos; su fidelidad garantiza que el edificio será llevado a buen término en la nueva alianza. Ante la mirada profética del salmista, el edificio está ya en pie, completamente acabado. La barrera entre Israel y las naciones ha sido echada a tierra i. Puesto que el Mesías es la piedra angular que debe unir en un edificio único el pueblo de Canaán con los otros pueblos, este salmo 117 recibe de su jefe una coloración mesiánica. Por el Mesías, el gran retoño de Israel, las bendiciones de la revelación, las verdades y las gracias, se derraman sobre todos los pueblos 2. El Mesías representa el unísono y el acorde de las voces en el aleluya de la humanidad rescatada. Israel estaba encargado de dirigir el canto, pero no de hacer de solista"3. Estas perspectivas universalistas aparecen en algunos salmos, y son un reflejo de los vaticinios mesiánicos de la segunda parte del libro de Isaías 4.

1 San Pablo, en Rom 15:11, cita este texto para hablar del reino universal de Dios. — 2 Cf. Gen 12:3. — 3 Faulhaber, Die Vesperpsalmen (1929) p.160. Citado por J. Gales, o.c., II 392-93 — 4 Sobre el universalismo de los salmos véanse Sal 67:13; 22:28; 86:9.

 

Salmo 118 (Vg 117): Himno Triunfal.

Con ocasión de una gran solemnidad pública, el salmista entona un himno de acción de gracias por una victoria recientemente obtenida contra los enemigos de Israel. La distribución estrófica tiene un aire procesional, y parece que intervienen todos los estamentos de la sociedad israelita: los sacerdotes, los laicos y aun los prosélitos o adheridos al culto del pueblo escogido. Desde el punto de vista literario se debe notar el aire antifonal del salmo: una voz recita un verso, y el coro responde con una letanía de frases rimadas en consonancia con la idea principal expuesta por el solista que dirige el coro.

Este salmo es el último del grupo aleluyático ("Gran Hallel") y rezuma un profundo sentido eucarístico. El salmista habla en nombre de la nación (v.10): Yahvé ha liberado milagrosamente al pueblo de un gran peligro nacional, y el poeta, recogiendo el sentir colectivo, expresa, durante una procesión al templo para ofrecer las víctimas eucarísticas, los sentimientos de gratitud hacia el Dios nacional. En el salmo se respira un "exuberante espíritu de independencia y de ardor marcial." 1

No pocos autores suponen que esta composición salmódica fue redactada con ocasión de la fiesta de los Tabernáculos del 444 a.C., celebrada después de la reconstrucción de los muros de Jerusalén 2. No obstante, por el contenido ideológico del salmo no podemos determinar con certeza la fecha de su composición. Algunos autores retrasan su datación hasta los tiempos de los Macabeos: la purificación del templo por Judas Macabeo en el 165 a.C. 3; en cambio, otros sugieren como ocasión del mismo la dedicación del segundo templo en tiempos de Zacarías4. Pero ciertamente el salmo es posterior al destierro babilónico.

Yahvé, Salvador de su pueblo (1-14).

1 Alabad a Yahvé, porque es bueno, porque es eterna su piedad. 2 Diga la casa de Israel: porque es eterna su piedad. 3 Diga la casa de Aarón 5: que es eterna su piedad. 4 Digan los temerosos de Yahvé: que es eterna su piedad. 5En la angustia invoqué a Yahvé, y me escuchó, poniéndome en salvo6. 6Está por mí Yahvé: ¿Qué puedo temer? ¿Qué podrá hacerme el hombre? 7 Está Yahvé por mí como socorro mío; contemplaré (despectivamente) a los que me odian. 8 Mejor es confiar en Yahvé que confiar en los hombres; 9 mejor acogerse a Yahvé que fiar en los príncipes. 10 Todas las gentes me cercaban, y en nombre de Yahvé las he descuartizado. 11 Me rodeaban, me cercaban, y en nombre de Yahvé las trituraba. 12 Me rodeaban como (enjambre de) abejas, quemaban como fuego las espinas, pero en nombre de Yahvé las trituraba. 13 Fui fuertemente empujado para que cayera, pero fue Yahvé mi auxilio. 14 Yahvé es mi fortaleza y a El le canto salmos; fue para, mí la salvación.

Organizada la procesión, un salmista invita a todos los componentes del pueblo elegido a cantar los beneficios de su Dios. El pueblo responde: porque es eterna su piedad. Después el director de coro se dirige a cada uno de los estamentos de la sociedad israelita: a la casa de Israel, es decir, la representación del elemento laico de la teocracia israelita. El pueblo contesta con el estribillo anterior. A continuación se dirige el salmista a la clase sacerdotal — la casa de Aarón —, y el coro general contesta con el mismo estribillo. Finalmente, el salmista se dirige a los temerosos de Yahvé — los espíritus religiosos más selectos o quizá los "prosélitos" adheridos al culto yahvista, aunque de procedencia gentílica —, y el coro sigue repitiendo el refrán que ensalza la piedad de su Dios 7.

A continuación el salmista declara cómo Yahvé ha mostrado su piedad con él — -habla en nombre de la colectividad nacional —, pues le ha librado de una situación angustiosa 8. En realidad, teniendo a su favor a Yahvé, nada puede temer de sus enemigos 9. Los auxilios humanos son insuficientes y aun falaces; por eso, sólo debe confiarse en Yahvé, que no engaña y es omnipotente 10. La situación de Israel atacado por sus enemigos fue desesperada, pues lo cercaban y punzaban como enjambre de abejas, o como espinas ardientes de fuego; pero Israel, confiado en su Dios, los trituraba y vencía. En los tiempos de Nehemías, los árabes, amonitas y demás pueblos circunvecinos hostilizaban despiadadamente a los repatriados israelitas 11. Ante tal confabulación de enemigos no quedaba sino invocar el nombre de Yahvé, cuyas resonancias en la historia de Israel implicaban una garantía de victoria. El v.14 está tomado del cántico de Moisés 12 y recuerda las grandes gestas del Éxodo, lo que es una garantía de liberación para el pueblo israelita, perseguido de todos los tiempos.

Manifestaciones de exultación y agradecimiento (15-29).

15 Voces de júbilo y de victoria (resuenan) en las tiendas de los justos; la diestra de Yahvé ha hecho proezas; 16la diestra de Yahvé ha sido ensalzada; la diestra de Yahvé ha hecho proezas. 17No moriré, sino que viviré para poder narrar las gestas de Yahvé. 18Castigóme rigurosamente Yahvé, pero no me entregó a la muerte. 19Abridme las puertas de la justicia, y entraré por ellas para alabar a Yahvé. 20 Esta es la puerta de Yahvé: entran por ella los justos. 21 Te alabo porque me oíste y fuiste para mí la salvación. 22La piedra que rechazaron los constructores ha sido puesta por cabecera angular. 23Obra de Yahvé es ésta, y es admirable a nuestros ojos. 24Este es el día que hizo Yahvé. ¡Alegrémonos y jubilemos en El! 25¡Oh Yahvé, sálvanos! ¡Oh Yahvé, haznos prosperar! 26 ¡Bendito quien viene en el nombre de Yahvé! Nosotros os bendecimos desde la casa de Yahvé. 27 Yahvé es Dios; El nos ilumina. Ordenad la procesión con frondas, (trayéndolas) hasta los cuernos del altar. 28 Tú eres mi Dios, yo te alabaré; mi Dios, yo te ensalzaré. 29 Alabad a Yahvé, porque es bueno, porque es eterna su piedad.

Después de la victoria sobre los obstinados enemigos, los israelitas, agradecidos, entonan himnos jubilosos de triunfo, pues se ha manifestado la diestra poderosa de Yahvé como en los tiempos antiguos. Quizá la expresión tiendas de los justos aluda a las chozas en que vivían los israelitas los días de la fiesta de los Tabernáculos, aunque puede ser — y esto es lo más probable — una frase poética para designar las moradas de los fieles yahvistas. La estructura procesional parece mantenerse en la repetición del estribillo, la diestra de Yahvé ha hecho proezas. El pueblo entra solemnemente en el templo de Jerusalén y canta las nuevas gestas de su Dios, no inferiores a las del Éxodo.

El salmista, recogiendo el sentimiento popular, declara los sentimientos de la nación. El pueblo elegido entra en una nueva fase y promete continuar narrando las proezas de Yahvé. Las humillaciones pasadas fueron un castigo enviado por El para corregirle y hacerle entrar por las vías de la Ley. Gracias a sus antiguas promesas no le ha entregado a la ruina total13. Los designios salvadores de Yahvé se mantienen a través de la historia, e Israel es objeto de su especial providencia.

Una vez llegados al umbral del recinto sagrado, una voz pide que se abran las puertas del templo, que representan la justicia; ellas guardan al Dios justo 14, y en su morada santa se muestra su espíritu de justicia para con su pueblo 15. Los guardianes del templo declaran que ésta es la puerta de Yahvé (v.20). Por eso, por ella deben entrar sólo los justos, que conforman su vida a las exigencias de la ley divina 16. De nuevo una voz declara el motivo de la actual exultación colectiva: el pueblo de Dios, minúsculo en apariencia, ha sido despreciado por los grandes imperios, pero ahora se ha convertido, según los planes divinos, en piedra cabecera angular del edificio de todas las naciones (v.22). Los constructores del edificio de la historia humana no habían reparado en una piedra despreciable por su tamaño, pero que en los designios de Dios ocupa el lugar central de la vida espiritual de los pueblos 17, ya que es la clave en el proceso del establecimiento del reino de Dios en la tierra.

Israel es, en efecto, la piedra angular en el edificio de la salvación de la humanidad, pues es el vehículo de transmisión de los designios salvadores de Dios en la historia. Jesucristo se aplicó este texto a sí mismo, pues las clases dirigentes de Israel no le han querido reconocer como Mesías, cuando es la piedra angular del mesianismo 18. En efecto, Cristo es el punto de conjunción del Israel de las promesas y el de las realizaciones mesiánicas universalistas. El salmista, entusiasmado ante los destinos de Israel, dice: obra de Yahvé es ésta; la actual victoria y liberación forma parte de un proceso providencialista de Dios, que es realmente admirable a nuestros ojos (v.23). La resurrección de Israel después del exilio babilónico prueba su elección entre todos los pueblos. Yahvé es fiel a sus antiguas promesas, y ello es prenda del glorioso futuro que espera al pueblo elegido.

Este día de la liberación de Israel es el día que hizo Yahvé. En Neh 8:17 se habla del gran día de fiesta en honor de Yahvé después de la reconstrucción de la ciudad. En una situación análoga debemos entender estas frases del salmista, invitando a la alegría general por el éxito logrado. Entusiasmado ante el espectáculo de júbilo, pide a Yahvé que continúe protegiendo a su pueblo (v.25). Al hacer su entrada en el templo el presidente del cortejo procesional, una voz proclama enfáticamente: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! 19 Las turbas de Jerusalén saludan con estas palabras del salmo a Jesús al entrar triunfante en la ciudad santa 20. El grito de "¡Hosanna!" está también tomado del v.25 de este salmo procesional 21, que debía de ser muy recitado por los peregrinos al entrar en la ciudad santa.

El jefe del coro declara que su bendición hacia el pueblo, que avanza con su jefe al frente, procede de la casa de Yahvé, que es el Dios que ha mostrado su poder ahora de modo esplendente, como en otro tiempo en la liberación de Egipto 22. Con sus intervenciones salvadoras ilumina a su pueblo, espantando las tinieblas de la noche de la calamidad y favoreciéndole constantemente. Durante la travesía del desierto, Yahvé iluminaba a su pueblo en una columna de fuego por la noche 23. En la bendición de Moisés sobre Aarón y sus hijos se dice: "que Yahvé haga resplandecer su faz sobre ti y te otorgue su gracia, que vuelva a ti su rostro y te dé la paz" 24. Él salmista — probablemente un levita — juega con todas estas reminiscencias bíblicas para declarar la protección salvadora y luminosa de Yahvé sobre su pueblo en este momento de triunfo y liberación. Quizá también se aluda a la costumbre de iluminar con antorchas el atrio de las mujeres, mientras se danzaba, en la noche de la fiesta de los Tabernáculos25.

Finalmente, se invita a todo el pueblo a desplegarse procesio-nalmente en el templo con los ramos o frondas en las manos. Según la Mishná, el día de los Tabernáculos se descendía a un valle vecino a Jerusalén a recoger ramos de sauce, que se llevaban, con ramos de mirto y palmas, al templo, dejándolas en el lado del altar 26. El salmista parece aludir a una costumbre similar, al invitar a poner los ramos en los ángulos o cuernos del altar (v.27) 27.

El salmo se cierra con la antífona inicial repetida por el pueblo: Alabad a Yahvé, porque es bueno. La distribución coral y procesional de las distintas partes del salmo parece necesaria para poder entender los cambios de personas y de ideas del mismo.

1 Gheyne, citado por A. F. Kirkpatrick, o.c., 694· — 2 Cf. Neh 8:13-18. — 3 Cf. 1 Mac 4:37-59; 2 Mac 10:1s. — 4 Cf. Esd 3:8; 6:15. — 5 Casa: falta en el TM, pero está en la versión de los LXX, y es exigida por el contexto. — 6 Lit.: "En la apretura invoqué... y me puso en lugar amplio." — 7 Cf. Sal 115:9-13. — 8 Cf. Sal 18:20; 31:9. — 9 Cf. Sal 56:10; Heb 13:6. — 10 Cf. Sal 146:3; 116:11; 62:13. — 11 Cf. Neh 4:73; Esd 4:7-23. — 12 Cf. Ex 15:2; Is 12:2. — 13 Cf. Jer 30,11; 46:28; Hab 1:12. — 14 Cf. Jer 31:23. — 15 Cf. Sal 65:6. — 16 Cf. Sal is,2s; 24:43; Is 26:2. — 17 Cf. Jer 51:26; Job 38:6; Is 28:16; Zac 4:7. — 18 Cf. Mt 21:42; Mc 12:10-11; Lc 20:17. Lo cita también San Pedro:Act 4,11; 1 Pe 2:7. — 19 Cf. Sal 129:8; Dt 21:5; 2 Sam 6:18. — 20 Cf. Mt 21:9. — 21 El Hóshí cah-nná ("Salva, por favor") del salmo se ha convertido en el hosanna de los Evangelios (pronunciación dialectal aramaica). La expresión El que viene se convirtió en título mesiánico (cf. Mt 11:3). — 22 Cf. Ex 15:2. — 23 Cf. Ex 13:21; Neh 9:12.19. — 24 Núm 6:25. — 25 Cf. Mishná, Sukka IV 2-4. — 26 ibíd., IV 5- — 27 Sobre los cuernos del altar véase Lev 4:7; 1 Re 1:50. Constituían la parte más sagrada del altar, y eran ungidos con la sangre de la víctima (cf. Lev 8:15). No pocos autores traducen el v.27b del siguiente modo: "Ligad con cuerdas la víctima festiva a los cuernos del altar." La palabra hebrea jag puede significar "peregrinación festiva" o "sacrificio festivo." De ahí la diversidad de interpretaciones. La Bib. de Jér.: "Cerrad vuestros cortejos, con los ramos en la mano, hasta los cuernos del altar." Así también Calés. NP: "Ordinate pompam cum frondibus densis, usque ad cornua altaris."

 

Salmo 119 (Vg 118): Excelencias de la Ley Divina.

En este salmo — el más extenso del Salterio — el poeta canta las alabanzas de la Ley de Dios, sin duda para responder a los escépticos de su tiempo, que procuraban olvidarla para vivir conforme a sus intereses y concupiscencias personales. Pero la Ley en sus labios "no tiene el sentido estricto de la legislación mosaica o del Pentateuco. La palabra hebrea Tórdh tiene una acepción más amplia; y aquí, como en los salmos i y 19, significa toda revelación divina como regla de vida... No es un código rígido de preceptos y de prohibiciones, sino un cuerpo de doctrina, cuya plena significación no puede ser comprendida sino gradualmente y con la ayuda de la instrucción divina" 1. Por eso la palabra Ley es sinónima en este salmo de "revelaciones divinas, promesas y enseñanzas proféticas, sobre todo la voluntad de Dios, su beneplácito."2 A través de la Ley se revela la misericordia divina, aun cuando corrige y castiga. El salmista se extasía ante las excelencias de la Ley, que refleja la voluntad divina para con los hombres. Por ello es el objeto constante de su meditación y a ella procura conformar totalmente su vida. Se siente débil y reconoce sus caídas, y, sobre todo, confiesa la necesidad de la gracia divina para mantener su fidelidad integral a la Ley. Por eso, constantemente afloran a sus labios los gritos de socorro y de súplica para no desviarse del verdadero sendero señalado por ella en la vida.

El cumplimiento de la Ley otorga ya una satisfacción íntima al alma piadosa: da ciencia, prudencia, sabiduría para conducirse en la vida, y, al mismo tiempo, procura consuelo, alegría íntima y conciencia tranquila. No obstante, el salmista se siente rodeado de gentes impías sin consideración alguna para sus valoraciones religiosas, lo que en su sensibilidad espiritual le causa profundo pesar. Algunas veces solicita verse libre de esta situación para poder vivir plenamente su vida espiritual. Cuando pide se le otorgue la vida, ha de entenderse en este sentido de "vivencia" plena de su personalidad espiritual: "No sólo pide ser librado de la muerte, sino de todo lo que, dentro o fuera, comprime y paraliza la vida y le impide hacer uso de ella y gozarla a placer; porque la "vida" incluye las ideas de luz, de alegría y de prosperidad. Encuentra su plena realización en la comunión con Dios" 3. No aparece la perspectiva luminosa de la vida en Dios en el más allá, pero su profundo espiritualismo lleva a las claridades de la panorámica evangélica. La revelación se ha ido perfilando y concretando gradualmente en las diversas etapas del A.T.; y son las almas selectas las que han sabido captar mejor el soplo íntimo del Espíritu, que inconscientemente las guiaba hacia las claridades de la plena eclosión neo-testamentaria. Así, la noción de "vida" en el salmo encontrará su completa significación en las revelaciones del evangelio de San Juan a la luz cegadora de la realidad del Verbo encarnado. Pero debemos respetar los estadios de la revelación en la historia y procurar captar el sentido gradual y relativo que en cada época tiene. "El salmo está penetrado de piedad filial, profunda y mística. Sus concepciones sobre el más allá son, sin duda, cortas y confusas. Pero su espíritu hace presentir el Evangelio. Es todo lo contrario del formalismo y del legalismo que caracteriza a los fariseos."4

El poeta se esfuerza por inculcar las excelencias de la Ley, a la que designa con ocho sinónimos: testimonio, precepto, juicio, mandato, oráculo, estatuto, palabra, camino. Es la expresión de la voluntad divina, pero sin formulismos farisaicos. Toda ella está penetrada del sentimiento interior, sin que la formulación de la misma signifique una interferencia entre Dios y el alma piadosa. "El salmo es un reconocimiento de la gracia de la revelación, de la fuerza que la Ley da a Israel en medio del paganismo circundante y al fiel israelita en presencia de una laxitud prevalente de fe y moral. En un tiempo en que la voz de la profecía era raramente oída, o quizá se había callado, se comienza a sacar fuerza de la meditación sobre la revelación hecha a las pasadas generaciones... Es digno de notarse que el salmo, que emana del período en que la ley ritual era codificada y el templo se había convertido en centro de la religión de Israel, no contenga alusión alguna al ceremonial o al sacrificio. Sin duda que el salmista había incluido la ley ceremonial como parte de los mandamientos de Dios, pero evidentemente no lo considera como la parte principal de los mismos. Todo el salmo está animado por una profunda interioridad y espiritualismo, muy lejos del literalismo supersticioso de los tiempos posteriores. No incluye una tendencia a sustituir la observancia mecánica de las reglas por la aplicación viva de los principios. Tal obediencia, aunque se queda corta respecto de la libertad del Evangelio, es al menos un paso hacia ella."5

La distribución estrófica es conforme a las 22 letras del alefato hebreo, comenzando cada una con una letra distinta. Cada estrofa tiene ocho versos. La ilación lógica entre los diversos versos no es siempre clara ni gradual, pues más bien cada verso tiene el aire de una jaculatoria con unidad propia. No obstante, cada estrofa tiene su idea central, que le da una cierta unidad. Se ha definido este salmo como "el alfabeto del amor divino." San Agustín difirió la exposición de este salmo hasta después de haber comentado todo el Salterio: "non tam propter eius notissimam longitudinem quam propter eius profunditatem paucis cognoscibilem... quanto enim videtur apertior, tanto mihi profundior videri solet."6

El salmista representa a la clase piadosa, y, por eso, muchas de sus expresiones trascienden sus problemas personales. Por el tono y el lenguaje parece que ha sido compuesto en los tiempos posteriores al destierro babilónico, y refleja la situación de la comunidad judía en los tiempos de Esdras o Malaquías (s.V a.C.) 7. Algunos autores suponen que el salmo es una especie de vademécum compuesto para las jóvenes generacionse, que surgían en un ambiente de laxitud moral y religiosa. La composición tiene una clara finalidad didáctica al estilo de los libros sapienciales.

Desde el punto de vista literario, la inspiración poética está sujeta a su finalidad didáctica y al encasillado forzoso alfabético. Las frases se repiten cansinamente, y las ideas siempre son las mismas. El paralelismo suele ser sintético, completándose el pensamiento en la segunda parte del dístico. El estilo es sencillo, sin metáforas pintorescas y sin mucha matización conceptual.

La dicha de los que guardan la Ley divina (1-8).

Alef 1 Bienaventurados los de conducta íntegra, los que caminan en la ley de Yahvé. 2 Bienaventurados los que guardan sus testimonios y con todo su corazón le buscan. 3 Los que no cometieron iniquidad alguna y marchan por sus caminos. 4 Tú has promulgado tus preceptos para que sean guardados con diligencia. 5 ¡Ojalá sean firmes mis caminos en la guarda de tus preceptos! 6 Entonces no seré confundido, cuando atienda a todos tus mandatos. 7 Te alabaré con rectitud de corazón, instruido en tus justos juicios. 8 Guardaré tus mandamientos; no me abandones del todo.

El poema acróstico se inicia, como en Sal i, declarando la dicha de los que procuran mantenerse íntegros en su proceder, conformándose con las exigencias de la Ley de Yahvé y cumpliendo sus prescripciones. Sólo la amistad con Dios puede atraer la felicidad al hombre, ya que éste depende en todo de su providencia. Dios sólo otorga su protección y beneficios al que es fiel a sus mandamientos, expresados en la Toráh, término que en este salmo aparece veinticinco veces. El deuteronomista declara enfáticamente: "¿Cuál es la gran nación que tenga leyes y mandamientos justos como esta Ley que yo os propongo hoy?" 8 La alianza del Sinaí y los preceptos de la Ley mosaica colocaban al pueblo hebreo en una situación privilegiada respecto de las otras naciones, pues era la expresión de la voluntad divina, y ningún pueblo podía gloriarse de tener un Dios tan cerca de él como lo estaba Yahvé de la nación israelita, su "heredad" particular entre todos los pueblos 9. Por ello, el autor del Deuteronomio pone en boca de Moisés estas palabras dirigidas a su pueblo: "Yo os he enseñado leyes y mandamientos, como Yahvé, mi Dios, me los ha enseñado a mí, para que los pongáis por obra... Guardadlos, pues en ello está vuestra sabiduría y vuestro entendimiento a los ojos de los pueblos, que, al conocer todas estas leyes, se dirán: Sabia e inteligente es en verdad esta gran nación." 10

El salmista se hace eco de estas intimaciones, si bien para él la palabra Ley tiene un sentido amplio: instrucción, cuerpo de doctrina, palabra de Yahvé n; es la "revelación como guía de vida, exhortación profética y aun como dirección sacerdotal; es la suma del deber del israelita." 12 Los preceptos de Yahvé son, en realidad, sus testimonios, en cuanto que son declaración oficial de su voluntad en el orden religioso y moral. En los textos del Pentateuco, la palabra "testimonio" es sinónimo del Decálogo 13; pero aquí tiene un sentido más amplio.

El conformarse con la Ley divina supone en primer lugar apartarse de toda iniquidad, pues el pecado no se compagina con los caminos que llevan a Dios 14; pero, además, supone una orientación positiva hacia todo lo que implique beneplácito divino: sólo los que le buscan con sinceridad de corazón podrán encontrar la íntima felicidad del alma.

La voluntad de Yahvé, expresada en sus preceptos, implica el deseo de que se cumplan y guarden con toda diligencia, conforme a la declaración de Dt 4:2: "Guardad los mandamientos de Yahvé, vuestro Dios, que yo os prescribo." Los israelitas, por el hecho de pertenecer al pueblo elegido, no son libres para desentenderse de los preceptos divinos. El salmista vive en un ambiente de abandono espiritual, y por eso recuerda la necesidad de observar la Ley divina como condición necesaria para agradar a Yahvé y ser objeto de su beneplácito.

Después de declarar la necesidad de adherirse a los preceptos divinos, el poeta piensa en su situación personal, ansiando mantenerse firme en sus propósitos de fidelidad a su Dios. Sólo así podrá sentirse seguro, pues al amparo de la omnipotencia divina nunca será defraudado en sus propósitos ni confundido ante sus adversarios, que se burlan de su confianza en Dios y de la fidelidad a sus preceptos. La guarda de los mandamientos divinos le preservará del abandono total de su Dios, que niega su protección a los impíos.

La fidelidad a Yahvé (9-16).

Bet 9 ¿Cómo mantendrá el joven la limpieza de su camino? Guardando tu palabra. 10 Yo te he buscado con todo mi corazón; no permitas que me aparte de tus preceptos. 11 He escondido en mi corazón tu oráculo para no pecar contra ti. 12 ¡Bendito seas, oh Yahvé! Enséñame tus preceptos. 13 Con mis labios he pregonado todos los decretos de tu boca. 14 Me he alegrado por el camino de tus testimonios más que por todas las riquezas. 15 Quiero meditar tus preceptos, prestar atención a tus sendas. 16Me deleitaré en tus estatutos, no olvidaré tu palabra.

El salmista se presenta ahora como un maestro experimentado que da sus consejos a la juventud desorientada. Nadie como el joven necesita de dirigir bien su vida por las sendas del Señor 15. Sólo guardando la palabra o ley de su Dios podrá mantenerse incólume en su conducta. El mismo maestro y experimentado en la virtud necesita el auxilio divino para no apartarse de sus preceptos (v.10). Esta desconfianza de sí mismo en el salmista contrasta con la autosuficiencia del fariseo, que se cree seguro con cumplir determinados preceptos formalísticos. No es, pues, este salmo un primer brote de legalismo farisaico, como algunos autores han insinuado. La Ley para el salmista es el cumplimiento de la voluntad divina en las insinuaciones más íntimas. Por otra parte, nadie puede gloriarse de estar seguro en el camino de la virtud. El salmista declara que procura guardar el oráculo divino — la Ley — como un preciado tesoro, para así evitar todo pecado.

El fiel a Yahvé se halla siempre en situación de aprendiz en el camino de la virtud, y, por ello, el salmista pide confiadamente a su Dios que le enseñe y haga penetrar los secretos de sus preceptos. En su vida ha procurado no sólo guardar los decretos de Yahvé, sino que los ha pregonado para hacer partícipes de su íntima dicha a sus conciudadanos. Los testimonios o mandamientos de Dios han constituido el centro de su corazón, y ha sentido más alegría en su cumplimiento que en el disfrute de las riquezas 16. Pero ansia penetrar más hondo en los preceptos que señalan los caminos que conducen a Dios. Con el conocimiento hondo de la voluntad divina sentirá un profundo deleite, de modo que nunca olvide su palabra o Ley.

La hostilidad de los impíos contra el justo (17-24).

Guímel.17 Concede a tu siervo vivir y que guarde tus preceptos. 18 Abre mis ojos para que contemple las maravillas de tu ley. 19 Soy peregrino en la tierra, no me encubras tus mandamientos. 20 Languidece mi alma, deseando en todo tiempo tus decisiones. 21 Tú increpas a los soberbios, y son malditos cuantos se desvían de tus mandamientos. 22 Aparta de mí el oprobio y el desprecio, pues he guardado tus testimonios. 23 Aunque se sienten príncipes hablando contra mí, tu siervo meditará tus estatutos. 24 Sí, tus testimonios son mis delicias, mis consejeros tus estatutos 17.

El salmista ansia continuar viviendo para mostrar su fidelidad a los preceptos divinos. En la región de los muertos, el difunto estaba desconectado de toda comunicación afectiva con Dios; por eso, los justos ansian que su vida se prolongue, pues aún no conocen el horizonte luminoso de la vida eterna. Esta idea aparece por primera vez claramente formulada en el libro de la Sabiduría 18, en el siglo ii. El salmista, ansioso de conocer las profundidades de la Ley, pide a su Dios que abra sus ojos, pues los mandatos divinos son un hontanar inagotable para las almas espirituales. Consciente de sus imperfecciones, se considera como un peregrino en tierra extraña, que debe ser adoctrinado en los caminos desconocidos, que en este caso son los mandamientos de Yahvé (v.19). El alma del justo se siente desfallecer por las ansias de conocer las decisiones de su Dios para no apartarse de ellas en nada.

Los soberbios y autosuficientes, que organizan su vida al margen de los mandamientos divinos, serán presa de la ira divina 19. En cambio, los que han guardado los testimonios de Yahvé se verán libres del oprobio y del desprecio, pues a la hora del juicio serán reconocidos en su virtud y premiados largamente por la justicia divina. El salmista se siente tan firme en sus principios de fidelidad a su Dios, que no cederá, aunque conspiren contra él los mismos príncipes y poderosos de la ciudad. Su mente continuará meditando sus estatutos, fuente de toda felicidad.

Súplica de protección divina (25-32).

Dálet 25 Pegada al polvo está mi alma: conserva mi vida según tu palabra. 26 Te expuse mis andanzas, y me escuchaste; ¡enséñame tus estatutos! 27Haz que entienda los caminos de tus mandamientos y pueda meditar sobre tus maravillas. 28 Se derrite mi alma de pesadumbre; levántame tú según tu palabra. 29 Aparta de mí el camino de la mentira y otórgame la gracia de tu ley. 30Elegí la senda de la verdad y no olvidé tus juicios20. 31Estoy adherido a tus testimonios; ¡oh Yahvé! no permitas que sea confundido. 32Correré por el camino de tus mandamientos, pues tú ensancharás mi corazón.

En un momento de postración y de prueba, el salmista declara sus sinceras intenciones de fidelidad, y pide a su Dios que le salve la vida, conforme a las promesas de protección al justo. Se siente próximo a la muerte — -su alma está pegada al polvo — ·, pero espera ser librado de ella, confiando en la palabra de Yahvé 21. Por experiencia sabe que Dios no le abandona, pues en lances semejantes expuso sus andanzas y peligros, y Yahvé le escuchó. Por eso, ahora mantiene la esperanza de alcanzar el auxilio salvador divino. Pero, aun en esa situación, no tiene otra obsesión que conocer los estatutos de Yahvé, que para él encierran maravillas, pues son los caminos que le llevan hacia la íntima felicidad: la vida de intimidad con su Dios.

De nuevo vuelve a reflejar su situación de pesadumbre ante un peligro de muerte; por eso suplica a Dios que le levante de su postración actual, conforme a sus promesas (v.28). En su sinceridad espiritual, declara que no quiere vivir según el camino de la mentira — todo lo que está fuera de la ley divina: deslealtad, avaricia —, sino conformarse en todo a su voluntad. Esta es la senda de la verdad, señalada por los juicios divinos. A pesar de hallarse en una situación de ansiedad, permanece adherido a sus testimonios, seguro de que no será confundido ante sus adversarios, que celebrarían su derrota como un triunfo propio al ver que Dios no se cuida de los suyos en los momentos de angustia y de peligro. La rehabilitación le dará más libertad para dedicarse con más fuerza y correr por el camino de los mandamientos divinos22. Será entonces el momento de ensanchar su corazón y de gozar de la paz plena de su espíritu.

La senda de los mandamientos (33-40).

He.33 Instruyeme, ¡oh Yahvé! en el camino de tus mandatos, para que los guarde hasta el fin. 34 Dame entendimiento para que guarde tu ley. y la guarde de todo corazón. 35 Haz que vaya por la senda de tus mandamientos, pues en ella me complazco. 36 Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia. 37 Haz que pasen sin ver la vanidad mis ojos, dame la vida con tu palabra 23. 38 Manten para con tu siervo tu oráculo, que (prometiste) a los que te temen. 39 Aparta de mí el oprobio que temo, pues tus juicios son para bien. 40 Mira que he anhelado tus preceptos; guarda mi vida en tu justicia.

Insistiendo en sus deseos anteriores, pide el salmista que le instruya en los secretos de sus mandatos, de forma que se amolde a ellos de todo corazón 24. El salmista teme desfallecer en sus buenos propósitos, dejándose llevar por la avaricia, en contra de los mandamientos divinos, que constituyen el testimonio de su voluntad. Los hagiógrafos están poseídos de la idea de que Dios lo domina todo, y, por tanto — sin distinguir causas segundas y primeras y voluntad positiva y permisiva —, creen que los puede inclinar al mal, como la avaricia. En el "Pater noster" leemos, traduciendo literalmente un arameísmo: "et ne nos inducas in tentationem," que la versión española traduce muy bien: "no nos dejes caer en la tentación." El salmista pide que se le evite dejarse llevar por lo pecaminoso y falso. Todas las cosas de esta vida son vanidad y engaño si se las desvincula de Dios, y, por eso, entregarse a ellas desmesuradamente es apartarse de los preceptos divinos 25.

Nuevamente vuelve a considerar su situación de postración, y por ello pide ansiosamente que Dios mantenga sus promesas a favor de los que le reconocen y temen, amoldándose a sus mandamientos. Si queda decepcionado en sus esperanzas de salvación, sus enemigos se burlarán de él, y esto constituirá para él un oprobio, ya que su virtud quedaría sin recompensa. Los mandamientos divinos no pueden decepcionar a los fieles, pues son para bien. La justicia divina tiene, pues, que corresponder a la fidelidad de los que le temen, otorgándoles continuar viviendo, para así mostrar a los impíos que no desampara a los suyos.

La piedad de Yahvé (41-48).

Wau. 41 Venga, pues, sobre mí tu piedad, ¡oh Yahvé! tu salvación según tu palabra, 42 para que pueda responder a los que me increpan que he esperado en tu palabra. 43 No quites jamás de mi boca las palabras de verdad, pues esperé en tus juicios. 44 Que guarde constantemente tu ley por siempre jamás. 45 Que marche con holgura, porque he buscado tus preceptos. 46 De tus testimonios hablaré ante los reyes, no me avergonzaré. 47Me deleitaré en tus mandamientos, que es lo que amo. 48 Alzaré mis manos a tus mandatos y meditaré en tus decretos.

Agobiado por las burlas de los adversarios, el salmista pide a su Dios que manifieste su piedad salvadora hacia él, como lo hizo en otras ocasiones. Sólo así podrá probarle que la palabra divina no defrauda a los que en El esperan. Recuperada su situación normal y su holgura, promete mantenerse fiel a sus mandamientos, pues la nueva situación próspera será fruto de esas ansias de vivir conforme a los preceptos divinos, ya que le han atraído la bendición divina. No se avergonzará de su fe, y está dispuesto a proclamarla ante los reyes y príncipes 26. Durante toda su vida meditará en los decretos salvadores de Yahvé.

La palabra de vida (49-56).

Zain.49 Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me hiciste esperar. 50 Este es mi consuelo en mi aflicción: que tu palabra me da la vida. 51 Los orgullosos mucho se han burlado de mí, pero no me he apartado de tu ley. 52Me acuerdo de tus juicios de tiempo antiguo, ¡oh Yahvé! y me consuelo. 53 Se apodera de mí la indignación porque los impíos abandonan tu ley. 54 Fueron mis cantos tus estatutos en la casa de mi peregrinación. 55 De noche me acuerdo de tu nombre, ¡oh Yahvé! y guardo tu ley. 56 Esta ha sido mi suerte 27: guardar tus preceptos.

En medio de las pruebas, la ley de Yahvé ha sido para el salmista fuente de consuelo, de alegría y de esperanza. La palabra divina ha constituido la base de sus esperanzas cuando se sentía hostilizado por doquier. Las promesas de Yahvé son fuente de vida, pues son una prenda de que no le olvidará ni le dejará desamparado. Su fidelidad no puede ser olvidada, ya que el Señor corresponde a ella con la fidelidad a sus promesas. Los desaprensivos y protervos le han zaherido maliciosamente, considerándole perdido sin remedio; pero el justo ha permanecido fiel a la ley divina 28. Los juicios divinos se han manifestado desde antiguo en favor de sus fieles, y esto da fuerzas y energías al salmista en los momentos difíciles (v.52).

En su dura peregrinación en esta vida, incomprendido y forastero en medio de una sociedad materializada, los estatutos de Yahvé han sido para el salmista como melodiosos cantos que alegran su corazón y tonifican su espíritu 29. En realidad ha sido un ser privilegiado al centrar su existencia en torno a la guarda de los preceptos de Yahvé.

Amigo de los temerosos de Dios (57-64).

Jet.57 Mi porción es Yahvé; he resuelto guardar tu palabra. 58De todo corazón te imploro que me seas propicio según tu práculo. 59He considerado mis caminos, y vuelvo mis pies a tus testimonios. 60Me apresuro y no me retraso en guardar tus mandamientos. 6* Las ligaduras de los impíos me estrecharon, pero yo no me olvidé de tu ley. 62Me levanto a medía noche para alabarte por tus justos juicios. 63 Compañero soy de cuantos te temen y guardan tus preceptos. 64 La tierra está llena, ¡oh Yahvé! de tu piedad; enséñame tus estatutos.

Yahvé es la porción o "heredad" del salmista, y por eso ha decidido observar escrupulosamente su palabra30. En correspondencia, suplica que le sea propicio, conforme a las promesas de su oráculo. Durante toda su vida ha procurado reconsiderar su propia conducta para rectificar y adaptarla lo más posible a los testimonios de Yahvé (v.59). Sus adversarios han procurado entorpecer sus pies poniéndole ligaduras para hacerle volver de su camino recto; pero no han tenido éxito en sus maniobras, pues nunca ha olvidado la ley divina. Al contrario, para meditar más en ella interrumpe su sueño a media noche, dando gracias a Dios por sus justos juicios. Para fortalecerse en su virtud, procura rodearse de los que guardan los divinos preceptos, viviendo así en una atmósfera de piedad y de fidelidad a la ley de Yahvé. Todas las cosas predican la piedad y bondad de su Dios, y por eso ansia conocer mejor sus estatutos 31.

Confesión de culpabilidad (65-72).

Tet.65 Obraste benignamente con tu siervo, ¡oh Yahvé! según tu palabra. 66 Enséñame el buen sentido y la ciencia, pues creo en tus mandamientos. 67 Antes de ser afligido andaba descarriado, pero ahora guardo tu oráculo. 68 Tú eres bueno y bienhechor: enséñame tus estatutos. 69 Traman engaños contra mí los soberbios, pero yo guardo con todo corazón tus preceptos. 70 Craso está como sebo su corazón, pero yo tengo en tu ley mis delicias. 71 Bien me ha estado ser humillado para aprender tus estatutos. 72 Mejor me es la ley de tu boca que miles (de monedas) de oro y de plata.

La bondad de Yahvé se ha manifestado siempre en la vida del salmista, tanto en los momentos de prosperidad como en los de aflicción, conforme lo había prometido 32. Con todo, pide que le enseñe siempre el buen sentido, para saber distinguir lo recto de lo malo, para no apartarse de su Dios; y en esto consiste la verdadera ciencia: conocer la mano de la Providencia en todo, para ordenar la vida conforme a las insinuaciones de su voluntad, manifestada en sus mandamientos. Justamente, la aflicción enviada por Yahvé ha servido para reconocer sus anteriores desvarios, pues en la prosperidad se preocupaba menos de su Dios 33. Una vez más se ha manifestado como bueno y bienhechor para con su siervo, pues el sufrimiento y las contrariedades han servido para considerar de nuevo sus caminos.

Su actual conducta de fidelidad exaspera a sus enemigos soberbios, que incesantemente conspiran contra él fraudulentamente para hacerle salir del camino de la virtud; pero su corazón permanece apegado a sus preceptos. En realidad, están obcecados, sin tener la más mínima sensibilidad espiritual. Su corazón está craso y materializado, y por ello es incapaz de captar las impresiones espirituales que se desprenden de la meditación de la ley, en la que el justo tiene todas sus delicias 34. La pasada humillación le ha servido para comprender más a fondo los estatutos de Yahvé. Esta lección es de valor inestimable para ordenar su vida, mucho más que las riquezas.

Ansia de la compañía de los justos (73-80).

Yod.73 Tus manos me hicieron y me formaron; dame entendimiento para aprender tus mandamientos. 74Los que te temen, me ven y se alegran porque he esperado en tu palabra. 75Conozco, ¡oh Yahvé! que son justos tus juicios, y que con razón me afligiste. 76Sírvame tu piedad de consuelo, según tu oráculo a tu siervo. 77Venga a mí tu misericordia y reviviré, porque tu ley es mi delicia. 78Confundidos sean los soberbios, que sin razón me afligen; pero yo meditaré en tus mandamientos. 79Vuelvan a mí los que te temen, y los que conocen tus testimonios. 80Sea íntegro mi corazón en tus estatutos para no ser confundido.

Puesto que Yahvé le ha modelado corporalmente35, debe completar su obra en el orden espiritual, perfeccionando su entendimiento para comprender mejor sus mandamientos. Su conducta de fidelidad completa a Yahvé ha servido para que los temerosos de Dios se alegren, pues han visto que su esperanza en la palabra divina no ha quedado defraudada. Sus mismas aflicciones han constituido una manifestación de los justos juicios de Dios, ya que por sus imperfecciones e infidelidades las había merecido 36. Pero necesita, en medio de la postración, ser reconfortado por la piedad divina para poder revivir con plenitud espiritual y material37. Está rodeado de gentes protervas, que injustamente le zahieren para apartarle del buen camino. Su consuelo está en la meditación de los mandamientos divinos y en la compañía de los que temen a Yahvé y aceptan sus testimonios, y por eso pide a Dios que le ayude a mantener su integridad espiritual, pues sólo así no será confundido ni avergonzado ante los que se burlan de su vida piadosa.

Ansias de justicia (81-88).

Kaf. 81 Desfallece mi alma (ansiosa) de tu salvación, confío en tu palabra* 82 Consúmense mis ojos por tu oráculo, diciendo: "¿Cuándo me consolarás?" 83 Porque estoy como odre puesto al humo, pero no olvido tus estatutos. 84 ¿Cuántos serán los días de tu siervo? ¿Cuándo harás justicia con los que me persiguen? 85 Cavaron los soberbios hoyas para mí, los que no son según tu ley. 86 Todos tus mandamientos son verdad, sin causa me persiguen. ¡Socórreme! 87Casi me han echado por tierra, pero yo no he abandonado tus preceptos. 8S Vivifícame según tu piedad para guardar el testimonio de tu boca.

El salmista parece estar en un momento de postración moral, y por ello ansia que pronto se manifieste la intervención salvadora de su Dios, conforme a las esperanzas puestas en su palabra. Está abandonado de todos en un ambiente de hostilidad e incomprensión, y sólo le resta esperar en el consuelo de lo alto 38. Se siente desfallecer y está desfigurado como odre puesto al humo 39; pero, con todo, sigue fiel a los estatutos de su Dios. Siente que su vida se gasta, y teme no poder asistir al castigo de los que injustamente le persiguen; por eso pregunta cuántos años le quedan de vida, pidiendo a Dios que acelere el momento de su intervención punitiva sobre sus enemigos (v.84). Estos, como sagaces cazadores, han cavado hoyas para hacer caer la presa 40, tratando de desviarle de los buenos caminos de la ley. En determinados momentos han estado a punto de echarle a tierra, consiguiendo sus malignos propósitos; pero se ha mantenido fiel a los preceptos divinos. El salmista, ante tanta hostilidad, pide socorro para que Dios le conforte y vivifique espiritualmente, no sea que al fin sucumba en contra de sus buenos propósitos.

La perennidad de la palabra divina (89-96).

Lamed. 89 Tu palabra, ¡oh Yahvé! es eterna, es estable como los cielos. 90 Es por generaciones y generaciones tu fidelidad; formaste la tierra, y perdura. 91 Por tu ordenación aún subsisten hasta hoy, pues todas las cosas están a tu servicio. 92 Si tu ley no fuera mi delicia, ya habría perecido en mi aflicción. 93 No me olvidaré jamás de tus preceptos, pues con ellos me has dado la vida. 94 Tuyo soy, ¡sálvame! pues busco tus preceptos. 95 Me acechan los impíos para perderme, pero yo pongo mi atención a tus testimonios. 96 A todo lo perfecto veo un límite, pero tus mandamientos son amplios sobremanera.

La grandeza y perennidad de la ley divina han servido de confortamiento al salmista en los momentos de postración y aflicción. La palabra de Yahvé está por encima de todo cambio y de todas las contingencias; permanece siempre la misma, como los cielos, y también su fidelidad a las promesas dadas a sus siervos41. La permanencia de la tierra es también una garantía de la estabilidad de las obras de Dios, entre las que están sus preceptos42. Los cielos y la tierra, con todo lo que tienen, obedecen, sumisos, a las ordenaciones divinas, y por ello permanecen en su puesto. La garantía de permanencia para el hombre está también en obedecer a la ley divina. El salmista ha podido salvar los momentos de su depresión moral precisamente meditando en la ley de Yahvé, que constituye toda su delicia. Ella le ha proporcionado vida espiritual en sus momentos difíciles 43. En realidad, es lo único que puede llenar la profundidad de su alma, ya que todas las cosas terrenas, por perfectas que sean, tienen un limite, mientras que los mandamientos de Yahvé son insondable e inagotables; y por ello llenan la capacidad de su alma, ansiosa de vida espiritual.

Las ventajas espirituales de la ley divina (97-104).

Mem. 97 ¡Cuánto amo tu ley! En ella medito todo el día. 98 Tus mandamientos me hacen más sabio que a mis enemigos, porque siempre están conmigo. 99 Me hacen más prudente que cuantos me enseñan, pues tus testimonios constituyen mi meditación. 100 Soy más entendido que los ancianos, porque guardo tus preceptos. 101 Retraje mis pies de todo mal camino para guardar tu palabra. 102 No me he apartado de tus juicios, porque me has instruido. 103 ¡Cuan dulces son a mi paladar tus oráculos 44, más que la miel para mi boca! 104 De tus preceptos saco inteligencia; por eso detesto toda falsa senda.

La ley es la fuente de la sabiduría para el salmista, que medita en ella día y noche. Ella es, como ha dicho antes, insondable, y, acomodándose a sus preceptos, se encuentra en una situación de superioridad frente a sus enemigos, que no saben ver la mano de Dios en esta vida. Cumpliendo sus preceptos es superior en sagacidad y experiencia a los mismos ancianos. Iluminado por ella, ha sabido desviarse de los malos caminos45. Pero, además, las promesas de los oráculos divinos resultan siempre dulces al que sabe cumplir los mandatos de Yahvé 46. Con la luz de los preceptos divinos puede el justo discernir las falsas sendas, escogiendo las que llevan a Dios.

Súplica en Medio del Peligro (105-112).

Nun. 105 Su palabra es para mis pies una lámpara, la luz de mi sendero. 106 He jurado, y quiero cumplirlo, guardar tus juicios justos. 107Estoy sobremanera afligido: joh Yahvé! vivifícame según tu palabra. 108 Acepta complacido, ¡oh Yahvé! las ofrendas voluntarias de mi boca y enséñame tus juicios. 109 Mi alma está en mis palmas; pero no he dado al olvido tu ley. 110 Me pusieron los impíos una trampa, pero no me desvié de tus preceptos. 111 Son mi heredad para siempre tus testimonios, pues constituyen el gozo de mi corazón. 112 Inclino mi corazón a cumplir tus estatutos por siempre jamás 47.

Siguiendo la idea expresada en la estrofa anterior, declara que la ley es en su vida una lampara que con su luz le descubre el sendero recto, guiándole de modo seguro en medio de los peligros de una sociedad materializada. Con toda decisión está resuelto a cumplir su juramento de ajustarse a los juicios divinos, que son siempre justos; pero ahora se halla sumido en la aflicción a causa de la hostilidad de sus enemigos, que conspiran contra él. Su vida está en peligro; la metáfora tener el alma en las palmas de las manos equivale a la nuestra "tener la vida en un hilo."48 Por eso ruega a Yahvé que acepte sus ofrendas voluntarias — sus votos y plegarias49 —, para así contrarrestar la labor de sus enemigos, que, como cazadores avezados, le ponen una trampa para hacerle caer en la fosa. Justamente se oponen a él porque se mantiene incólume en su fidelidad a la ley. Pero el salmista declara que no se desviará de su conducta, porque los testimonios de Yahvé constituyen su heredad, o porción selecta que le ha caído en suerte, y le proporcionan el mayor go^o a su corazón lacerado. Por eso siempre está dispuesto a cumplir sus exigencias y estatutos, ya que son la expresión de la voluntad divina.

Dios no se complace en los impíos (113-120).

Sámec. 113 Detesto la doblez de corazón y amo tu ley. l14 Tú eres mi defensa y mi broquel, y espero en tu palabra. 115Apartaos de mí los malvados, que quiero guardar los mandamientos de mi Dios. 116Sostenme según tu oráculo y viviré, y no me avergüences en mi esperanza. 117Susténtame para que sea salvo, y me deleitaré siempre en tus estatutos50. 118Tú desprecias a cuantos se apartan de tus preceptos, porque sus designios son engañosos. 119 Escorias son para ti todos los impíos de la tierra; por eso yo amo tus testimonios. 12° Se estremece mi carne por temor a ti, y temo tus juicios.

El salmista contrapone la sinceridad de su corazón a la doblez engañosa de los que viven fuera de la ley divina. Sus contemporáneos hacían gala de religiosidad, pero al mismo tiempo no se preocupaban de amoldar su conducta a las exigencias de la ley de Yahvé; y esto choca con la sensibilidad espiritual de las almas selectas, que procuran vivir de su fe51. Por eso quiere vivir apartado délos malvados, evitando toda atmósfera viciada que pueda comprometer la guarda de los mandamientos de Yahvé, que es para él su defensa y protector52. Pero para mantenerse incólume en el camino recto necesita la ayuda divina, prometida en sus oráculos. En ella tiene toda su esperanza, y ansia no quedar defraudado53. Confiado en su Dios, espera verse libre de las asechanzas de los impíos 54, en los que no se complace. Dios los desecha como escorias sin valor 55. Los juicios de Yahvé son severos, y, por ello, hasta el justo se estremece al parar mientes en ellos, pues sus infidelidades pueden acarrearle castigos.

Súplica del auxilio divino (121-128).

Ayin 121 Practico el juicio y la justicia; no me abandones a mis opresores. 122 Responde por tu siervo para bien; no me opriman los soberbios. 123 Consúmense mis ojos por tu salvación y por el edicto de tu justicia. 124 Haz con tu siervo según tu piedad, y enséñame tus estatutos. 125 Siervo tuyo soy; dame entendimiento para conocer tus testimonios. 126 Tiempo es de obrar por Yahvé, pues han violado tu ley. 127 Por eso yo amo tus mandamientos más que el oro, que el oro purísimo. 128 He procedido rectamente conforme a tus preceptos 56 y he odiado todo camino falso.

El salmista confiesa su rectitud en el obrar conforme a las exigencias de la justicia, y por eso suplica confiado a su Dios que le libre de sus opresores 57. Es hora de que corresponda a sus promesas para salvarle de los soberbios, que desprecian su vida piadosa. Sus ojos se debilitan en espera de la manifestación salvadora de Yahvé en su favor y de la acción justiciera sobre sus enemigos (v.123).

La ley es el centro de su vida, y por eso desea que se le descubran todos sus secretos, pues son el sostén de su vida en las pruebas que atraviesa 58. Se siente obligado a obrar en favor de su Dios, pues los impíos han violado su ley, y es necesario contrarrestar su mala conducta con la entrega plena a los mandamientos divinos, que son para él más apreciables que el oro más refinado 59.

La palabra de Yahvé es luz para el justo (129-136).

Pe 129 Son admirables tus testimonios; por eso los guarda mi alma. 13° La explicación de tus palabras ilumina y da inteligencia a los sencillos. 131 Abro mi boca y suspiro, pues anhelo tus mandamientos. 132 Vuélvete a mí y séme propicio, como haces con los que aman tu nombre. 133 Afirma mis pasos con tu oráculo y no dejes que me domine iniquidad alguna. 134 Rescátame de la opresión de los hombres para que pueda guardar tus preceptos. 135 Haz resplandecer tu faz sobie tu siervo y enséñame tus estatutos. 136 Arroyos de agua caen de mis ojos porque no guardan tu ley.

La ley de Yahvé es una lámpara que ilumina la vida del justo y conforta a los sencillos, que procuran amoldarse a sus testimonios 60.

La fidelidad de Dios a sus promesas de protección sobre el justo da confianza al salmista para implorar su auxilio en reciprocidad a su buena conducta. Se siente en medio de un ambiente hostil a los valores religiosos, y por ello suplica que se afirmen sus pasos por el camino recto emprendido. En medio de las tinieblas espirituales y morales ansia ver resplandecer la faz de Yahvé en su favor, es decir, desea que se manifieste su poder protector y benevolente hacia él, que se siente hostilizado por doquier61. Su sensibilidad religiosa no puede tolerar la atmósfera de impiedad que le rodea, y por eso sus ojos se llenan de lágrimas a causa de su celo por la ley.

El celo por la causa de Dios (137-144).

Sade 137 Justo eres, ¡oh Yahvé! y rectos tus juicios. 138 Has impuesto justamente tus testimonios y con suma fidelidad 139 Mi celo me consume, porque dan al olvido tus palabras mis enemigos. 140 Acendrado del todo es tu oráculo, y tu siervo lo ama. 141 Pequeño y despreciable soy, pero no olvido tus preceptos. 142 Tu justicia es eterna y tu ley es verdad. 143 La angustia y la opresión han hecho presa sobre míj pero tus mandamientos son mis delicias. 144 Justos son por la eternidad tus testimonios; haz que los entienda y viva.

Siguiendo la idea de la estrofa anterior, el salmista declara la solicitud que siente por los juicios divinos, manifestados en su ley. Yahvé no es un Ser que hace uso libre de su fuerza de modo incontrolado, sino que se atiene a los imperativos de su justicia y rectitud, que, juntamente con la misericordia, constituyen su escolta de honor. Sus testimonios o preceptos responden a la fidelidad a sus promesas de protección al justo62. Por eso, el salmista se consume al ver el olvido de la ley por parte de sus enemigos, los impíos63. El oráculo divino es como oro acrisolado de la mejor ley; por ello es el objeto de las complacencias de su alma. Por insignificante que sea, está adherido a los preceptos de Yahvé, que reflejan su justicia eterna e indefectible. Las calamidades y hostilidades de los impíos no han bastado para apartarle de su camino.

Los mandamientos de Yahvé son eternos (145-152).

Qpf 145 Clamo con todo mi corazón; escúchame, ¡oh Yahvé! quiero guardar tus estatutos. 146 Clamo a ti, sálvame para que guarde tus testimonios. 147 Me adelanto al alba para implorar auxilio y espero en tu palabra. 148 Se anticipan a las vigilias mis ojos para meditar tu oráculo. 149 Oye mi voz según tu piedad, ¡oh Yahvé! y haz que viva conforme a tus juicios. 150 Acercáronse los que malignamente (me) persiguen, los que se alejaron de tu ley. 151Pero cercano estás tú, ¡oh Yahvé! y todos tus mandamientos son verdad. 152Mucho ha que entendí que tus mandamientos los estableciste para la eternidad.

Toda la vida del salmista es una incesante plegaria para mantenerse fiel a la ley divina en medio de una sociedad incrédula. Antes de que despierte el alba, ya está implorando el auxilio divino para que le conceda la perseverancia en la guarda de los testimonios de Yahvé; y se compara a un centinela que está despierto antes de que le toque la vigilia de guardia. Los hebreos dividían la noche en tres vigilias 64, y probablemente el salmista es un levita que tiene el tiempo señalado para servir en el santuario en determinadas vigilias: antes del tiempo en que le corresponde prestar servicio, ya está despierto pensando en la ley de Yahvé.

La presencia de su Dios le proporciona seguridad; pues, por muy cerca que estén sus perseguidores para caer sobre él, más cerca está Yahvé para prestarle auxilio65. Los impíos consideran la ley de Dios como ya caduca y sin obligatoriedad presente, pero, en realidad, los mandamientos divinos tienen una validez eterna.

La palabra de Yahvé es la verdad (153-160).

Res 153 Ve mi aflicción y líbrame, pues que no he olvidado tu ley. 154 Defiende mi causa y protégeme; según tu oráculo, dame vida. 155 Lejos está de los impíos la salvación, porque no buscan tus estatutos. 156 Muchas son, ¡oh Yahvé! tus misericordias: haz que viva según tus juicios. 157 Muchos son mis perseguidores y adversarios, pero no me aparté de tus testimonios. 158 Veo a los traidores y me dan fastidio, porque no guardan tu palabra. 159 Mira que amo tus preceptos. ¡Oh Yahvé! dame vida según tu piedad. 160 La suma de tu palabra es la verdad, y eternos son todos tus equitativos juicios.

De nuevo insiste el salmista en su situación angustiada actual, rodeado de enemigos que conspiran contra su vida de piedad. Yahvé es su go’el, y, en consecuencia, está obligado a defender su causa en un momento en que se halla comprometida su reputación y su vida espiritual66. Para los impíos no hay salvación, porque no pueden esperar el auxilio divino. Justamente, la seguridad de tener a su lado al Omnipotente le ha dado fuerza para no ceder ante los perseguidores; pero la impiedad de éstos causa fastidio a su sensibilidad espiritual67. Por su parte, se afirma en su posición de fidelidad, pues todos los preceptos divinos se resumen en la verdad, y, por tanto, tienen validez permanente como expresión de los juicios equitativos de Yahvé.

La Alabanza Constante de Yahvé (161-168).

Sin 161 Persiguiéronme sin causa los príncipes, pero mi corazón temía tus palabras. 162 Tan contento estoy con tu oráculo como quien halla abundante botín. 163 Odio y abomino la falsedad y amo tu ley. 164 Siete veces te alabo en el día por tus justos juicios. 165 Mucha paz tienen los que aman tu ley; no hay para ellos tropiezo. 166 He esperado, Yahvé, en tu salvación y he cumplido tus mandamientos. 167 Ha guardado mi alma tus testimonios, y los amo sobremanera. 168 Guardo tus preceptos y tus testimonios, porque todos mis caminos están ante ti.

A pesar de la hostilidad de las clases más representativas de la sociedad, no se ha apartado el salmista de su conducta de entrega a los preceptos divinos. Según su conciencia religiosa, es preferible temer a Dios que a los príncipes. La satisfacción del cumplimiento del deber le es superior a la del guerrero que se apodera de copioso botín68. Tan consustancial es para él la ley divina, que siente odio instintivo para todo lo que signifique falsedad y doblez de corazón. Su alma está en tensión constante espiritual, alabando continuamente a su Dios. La expresión siete veces indica multiplicidad y plenitud.

Para los seguidores de la ley, el premio es la paz interior y la seguridad de que no han de caer por un tropiezo. Bajo la protección divina están al abrigo de los peligros mortales que acechan a los impíos. El salmista se siente dichoso cumpliendo los mandamientos divinos, que le aseguran su paz interior. Toda su conducta — sus caminos — está patente a su Dios, que puede juzgar de la sinceridad de sus afirmaciones.

Súplica final (169-176).

Tau 169 Acerqúese mi grito a tu presencia, ¡oh Yahvé! y, según tu palabra, dame inteligencia. 170 Llegue mi deprecación ante tu faz, y, conforme a tu oráculo, sálvame. 171 Mis labios musitarán alabanzas porque me enseñas tus estatutos. 172 Cantará mi lengua tu oráculo, porque justos son todos tus mandamientos. 173 Sea conmigo tu mano para ayudarme, pues he elegido tus preceptos. 174 Anhelo tu salvación, ¡oh Yahvé! pues tu ley es mi deleite. 175 Viva mi alma para alabarte, y denme ayuda tus juicios. 176 Si errare como oveja perdida, busca a tu siervo, pues no me he olvidado de tus mandamientos.

La conclusión resume los diversos temas del salmo: súplica para entender mejor la ley divina, ansias de salvación y acción de gracias por los beneficios inestimables recibidos. El salmista desea penetrar los secretos de los preceptos divinos para captar mejor su voluntad, y, al mismo tiempo, pide que se cumplan sus promesas de protección para verse libre de los muchos peligros de toda índole en que se halla. Su súplica y promesa de acción de gracias se termina con una demanda final de auxilio en caso de que por su debilidad se extravíe y aparte de los preceptos divinos. A pesar de sus reiteradas afirmaciones de fidelidad, está expuesto a claudicar, y entonces sólo la gracia divina puede hacerle volver al buen camino. Yahvé es el buen Pastor, que debe buscar a la oveja descarriada para volverla al redil. Estas afirmaciones del salmista están muy lejos de la autosuficiencia de los fariseos, que se creían seguros en su estado superior de perfección. El salmista "es un peregrino por el desierto del mundo; como una oveja que ha sido separada del rebaño, está expuesto a peligros constantes, y por eso pide a Dios que no le abandone solo en su peregrinación, sino, conforme a su promesa 69, le busque, para que en medio de estos peligros no olvide la ley de Dios."70

1 A. F. Kirkpatrick, o.c., 700. — 2 J. Calés, o.c., II 440. — 3 A. F. Klrkpatrick, O.C., 701. — 4 J. Calés, o.c., II 441. — 5 A. F. Kirkpatrick, o.c., 701. — 6 San Agustín, Expositio in Ps. 118 (119). — 7 Cf. Neh 0.5-6; Mal 3:13-15. — 8 Dt 4:8. — 9 Dt 4:7 — 10 Dt 4:2. — 11 Cf. Is 1:10; 2:3. — 12 A. F. Kirkpatrick, o.c., 704. — 13 Cf.Dt 4:45; 6:17. — 14 Cf. Ex 16:4; Le 1:6. — 15 Cf. Sal 34,i2s. — 16 Cf. Prov 2:4; 3:13s; 8:8.11.18; 16:16. — 17 Tus estatutos: falta en el TM, pero está en los LXX y es exigido por el contexto. — 18 Cf. Sal 3:1s. — 19 Cf. Sal 19:14; Dt 17:12-13; Mal 3:15; 4:1. — 20 No olvidé según los LXX. El TM: "puse" (¿ante mis ojos?). Sir.: "he deseado." — 21 Cf. Sal 44:26; 7:6; 22:16. — 22 Cf. Sal 25:17; Is 60,5. — 23 Tu palabra: corrección según algunos rnss. y el Targum. El TM: "tu camino." — 24 Cf. Sal 27:12; 86:12. — 25 Cf. Is 33:15; 1 Jn 2:15-17. — 26 Cf. Mt 10,18; Act 26:1-2. — 27 Lit. el TM: "Esto ha sido para mí." — 28 Cf. Prov 21:24; Sal 1:2. — 29 Cf. Gen 47:9; 1 Par 29:15; Job 35:10. — 30 Cf. Sal 16:6; 73:26; 142:5. — 31 Cf. Sal 33:6; I45:9- — 32 Cf. Dt 6:24; 10:13; 30:9-15. — 33 Cf. Sal 118:18; Job 5:17. — 34 Cf. Sal 17:11; 73:7; Is 6:10. — 35 Cf. Job 10,8; Dt32:6. — 36 Cf. Dt 8:2.3.16; 13:4- — 37 Cf. Jer 31:13; Is 513; 66:13. — 38 Cf. Sal 69:3; 84:2; Lam 4:17. — 39 Algunos autores creen que aquí se alude a la costumbre de los antiguos de poner el odre lleno de vino al humo para que mejore y tome sabor ("amphorae fumum bibere," Horacio, Odas III 8.11). En ese caso, el salmista declararía que está siendo probado como odre al humo para aquilatar su virtud en medio de los sufrimientos. — 40 Cf. Sal 57:7; Jer 18:20.22. — 41 Cf. Sal 89:2. — 42 Cf. Sal 78:69. — 43 Cf. Is 40:29-31. — 44 Oráculos: en pl. según los LXX. El TM lee en singular. — 45 Cf. Sal 86.li. — 46 Cf. Sal 19:11; Job 33:12; Jn 4:32.34. — 47 Lit.: "eternamente, hasta el fin." — 48 Cf. Jue 12:3; Sam 19:5; 28:21; Job 13:14 — 49 Cf. Heb 13:15; Sal 19:15. — 50 Me deleitaré: así según los LXX, San Jerónimo, Targum y sir. El TM: "miraré." — 51 Cf. 1 Re 18:21; Sant 1:8. — 52 Cf. Sal 32:8; 38:8. — 53 Cf. Sal 51:13; 3:6; 37:18. — 54 Cf. Sal 17:36; 20:3; 41:4; 94:18. — 55 Cf. Jer 6:28-30; Ez 32:18.19. — 56 Así siguiendo la versión de los LXX. — 57 Cf. Sal 33:6; 89:15. — 58 Cf. Sal 94.I3S. — 59 Cf. Sal 19 — 60 Cf. Sal 77:11:14. — 61 Cf. Sal 31:17. — 62 Cf. Dt 4:8:2 Tim 2:13. — 63 Cf. Sal 69:10. — 64 Cf. Lam 2:19; Jue 7:19; Sam u,u. — 65 Cf. Sal 69:18; 34:19; Dt 4:7. — 66 Cf, 35:2; 43:2; Is 51:22. — 67 Cf. Sal 139:21. — 68 Cf. Is 9:3. — 69 Cf. Ez34:11s. — 70 A. F. Kirkpatrick, o.c., 733.

 

Salmo 120 (Vg 119): Los Enemigos de la Paz.

Este salmo inicia la serie de los llamados "graduales" o de las "subidas," por pertenecer a la colección de los que eran cantados por los peregrinos cuando "subían" hacia Jerusalén o por las "gradas" que daban acceso al recinto sagrado. El salmista, en esta composición deprecativa, representa a la clase piadosa, despreciada y calumniada por gentes impías que no saben valorar su vida religiosa en su debida medida. Se siente como extranjero morando entre las tribus nómadas del desierto, desprovisto de toda ayuda y hostilizado por todas partes. Su espíritu sensible y pacífico es el blanco de las afirmaciones calumniosas de gentes desaprensivas que constantemente le hostigan.

Algunos autores han propuesto entender este salmo en sentido colectivo, es decir, el salmista hablaría en nombre de Israel en el exilio, o vuelto ya a la patria, pero hostilizado por samaritanos, edo-mitas y moabitas * para impedir su reconstrucción nacional. Pero nada en el contexto avala esta interpretación colectiva, pues el sello de las quejas es personal, y refleja más bien la situación de un alma angustiada e incomprendida por los representantes de una sociedad apartada de Dios. Bajo este aspecto, el salmista es tipo de la clase piadosa, que vive su vida religiosa en una atmósfera de incomprensión y de hostilidad.

Desde el punto de vista literario se ha relacionado este salmo con el 12 de la colección llamada "Salmos de Salomón" 2 del siglo II a.C., y que no ha sido incluida en el Salterio canónico. Tiene también analogías con el fragmento del Eclesiástico 51:1-12. Los parecidos se explican por situaciones psicológicas similares, sin que impliquen dependencia literaria.

Oración de un Piadoso Calumniado.

1 Cántico gradual 3. En la angustia clamé a Yahvé, y El me respondió. 2Libra, Yahvé, mi alma del labio mendaz, de la lengua fraudulenta. 3 ¿Qué se te dará y qué se te añadirá, oh lengua dolosa? 4 Saetas agudas de un fuerte con carbones de retama. 5 ¡Ay de mí, peregrino en Mesej, que habito en las tiendas de Cedar! 6 Mucho lleva morando mi alma con los que odian la paz. 7 Yo soy todo paz, pero, así que les hablo, se disponen a la guerra.

En momentos de angustia pasados, Yahvé estuvo siempre al lado de su fiel, accediendo a sus preces llenas de ansiedad. Esto le da ánimos para en la situación actual acudir a su Dios, pidiendo le libre de los enemigos que incesantemente le atacan con calumnias y mentiras.

Jugando con las fórmulas estereotipadas de juramento ("Que Dios me haga esto y añada esto...")4, el salmista anuncia a los calumniadores que, en efecto, recibirán lo que han proferido al lanzar sus calumnias. Dios les tomará al pie de la letra sus juramentos y les enviará un castigo inexorable, que será tan pernicioso y destructor como las saetas agudas de un fuerte o como los carbones de retama, que tardan en consumirse. Los impíos han lanzado calumnias, punzantes como flechas agudas; pero Dios, que es más fuerte, se las devolverá atravesándolos. Con sus falsas acusaciones han querido encender la contienda, pero la ira divina los consumirá como retama5. Otra interpretación posible: ¿Qué provecho sacáis los impíos con vuestras calumnias, que son como saetas encendidas o como fuego consumidor? (v.4). El estilo es conciso y vigoroso, pero oscuro, y se presta a múltiples interpretaciones.

La atmósfera en que se desarrolla la vida del salmista es tan materialista, que se siente como habitando ya entre los bárbaros de Mesej, moradores de las orillas del mar Negro 6 o entre tribus beduinas de Cedar, en TransJordania, famosas por su rapacidad. El hagiógrafo toma estos nombres de gentes exóticas, y que están al margen de la ley divina, como tipo de los que injustamente conspiran contra él. Su espíritu pacífico — yo soy todo paz — choca con el temperamento pendenciero y belicoso de sus enemigos, que con sus calumnias y fraudes procuran en todo momento sembrar la discordia (v.7). Por eso, su alma siente fastidio al tener que habitar con los que odian la paz (v.6).

1 Cf. Esd 4:1-6; Neh 2:10.19; 4:1:7s; 6:1s. a He aquí el texto: — 2 "Señor, libra mi alma de los hombres sin ley y malvados, de la lengua mala y maldiciente, que dice palabras falsas... Perezca la lengua maldiciente en el fuego ardiente... Que el Señor conserve al alma pacífica, enemiga de los malvadosá. — 3 Lit. "Cántico de las subidas" o ascensiones. La tradición judía — representada por Fl. Josefo y el Talmud — relaciona estos 15 salmos "graduales" con las 15 gradas que daban acceso al templo, siendo recitados a medida que subían en procesión los peregrinos hacia el recinto sagrado. — 4 Cf. Sam 3:17. — 5 Sobre la metáfora de las saetas para designar la calumnia véase Jer 9:3; Prov 26:18s; Jer 9:8; Sal 140:10. — 6 Cf. Gen 10:2. Es la región de los "Moschi" de Herodoto (III 94) y los "Muski" de los textos asirios. Cedar: cf. Gen 25:13; es el nombre del segundo hijo de Ismael; los componentes de esta tribu vivían en el desierto arábigo, "cuya mano está contra todo hombre" (Gen 16:12).

 

Salmo 121 (Vg 120): Seguridad del Protegido de Dios.

Esta composición refleja las ansias de los peregrinos al acercarse al santuario de Yahvé, del que emana la protección sobre los fieles israelitas. A la sombra protectora del Dios de Israel podían los peregrinos emprender la dura marcha, seguros de que nada desagradable les había de ocurrir, porque la solicitud del Todopoderoso velará por ellos. El salmista, pues, recoge los pensamientos y ansias de los peregrinos de Sión para inculcarles confianza al emprender la ruta hacia el lugar santificado por la presencia de Yahvé. En el salmo parecen oírse las exhortaciones mutuas de los peregrinos que se lanzan por el camino de la ciudad santa, esperando divisar pronto los "montes" sobre los que descansa el santuario del Dios de Israel, desde el que mantiene vigilancia sobre sus devotos para que nada nocivo les sobrevenga.

El valor literario de este salmo es encomiado por todos los comentaristas, destacándose la confianza infantil y total en la Providencia divina. "Parece que se oye la voz de los peregrinos, que se animan mutuamente por palabras de fe y de esperanza, mientras que se dirigían hacia Jerusalén para cumplir una vez más, en el centro de la vida y del culto nacional, la relación de Yahvé con Israel y con cada israelita individualmente, como su guardián a través de todas las vicisitudes de la vida."1

El desarrollo del salmo se comprende mejor suponiendo una alternancia de coros de peregrinos; así, la forma dialogada de la composición realza su contenido y sus contrastes ideológicos. Se percibe, además, un ritmo gradual, repitiéndose algunas palabras a medida que avanza el pensamiento del salmista.

No se puede concretar la fecha de composición del salmo, aunque por la placidez del poema podemos conjeturar que fue redactado en tiempos de una cierta paz social y política. Generalmente, los autores suponen que es de la época persa.

El guardián de Israel.

1 Cántico gradual 2. Alzo mis ojos a los montes, de donde me ha de venir mi socorro. 2 Mi protección (ha de venir) dé Yahvé, el Hacedor de los cielos y la tierra. 3 No consentirá que resbalen tus pies; no dormirá tu custodio. 4 He aquí que no dormirá, no dormitará el que guarda a Israel. 5Yahvé es tu custodio; Yahvé es tu sombra a tu mano derecha. 6 De día no te molestará el sol, ni de noche la luna. 7 Yahvé te guardará de todo mal; guardará tu alma; 8 guardará tus salidas y tus entradas desde ahora y por siempre.

El peregrino levanta sus ojos para contemplar en el horizonte las siluetas lejanas de los montes que rodean la ciudad santa. En una de ellas, la colina de Sión, descansa el trono de Yahvé 3. Justamente, desde el santuario de Jerusalén provendrá el socorro a los piadosos que se confían a su Dios, que es nada menos que el Hacedor de cielos y tierra. Esta explicitación del salmista tiene por objeto sembrar confianza en sus devotos, que pueden dudar antes de exponerse a los peligros de una dura peregrinación 4. El Creador, con su omnipotencia, les garantiza su protección.

Una segunda voz concreta más esta idea de protección: Yahvé será tan solícito de sus siervos y devotos, que no permitirá que resbalen sus pies. Yahvé no es un centinela que fácilmente se duerme en su puesto de vigilancia, sino que estará constantemente en su puesto de guardia velando por los intereses de sus devotos. El salmista repite con énfasis: no dormirá, no dormitará, para sembrar confianza entre los piadosos peregrinos que se acercan a la ciudad santa. La caravana de los peregrinos puede estar segura a la sombra del guardián de Israel, que es el que plasmó los cielos y la tierra.

Otra voz del coro insiste en la Providencia divina: Yahvé será como un dosel sobre la caravana que avanza hacia Jerusalén para que los peregrinos no sufran los efectos del sol y de la luna. Uno de los peligros de las grandes caminatas era la insolación5 y la oftalmía, atribuida por el vulgo al efecto de la luna llena. En realidad se debía al hecho de dormir al sereno, expuesto a los fuertes cambios de temperatura en las zonas semiesteparias de Palestina. La protección divina se extenderá no sólo a los días de la marcha hacia la ciudad santa, sino a todas las empresas — tus salidas y tus entradasde los que se confían a su providencia6.

1 A. F. Kirkpatrick, o.c., 736. — 2 Sobre el sentido del título véase Sal 120,1. — 3 Cf. Sal 78:68; 87:1; 125:1-2; 133:3; 3:4; 20,3; 134:3- — 4 Cf. Sal 115:15; 124:8; 134:3. — 5 Cf. 2 Re 4:19; Is 49:10. — 6 Cf. Dt 28:6.

 

Salmo 122 (Vg 121): Salutación a Jerusalén.

El salmista entona, en nombre de los peregrinos, un himno de alabanza-a la ciudad santa, adonde convergen todas las tribus de Israel. Es la ciudad de la paz y del juicio equitativo, porque es la sede de David. En ella reina la tranquilidad y la seguridad; pero su mayor timbre de gloria es la presencia de la casa de Yahvé. El autor parece ser un forastero que pisa por primera vez el sagrado suelo de Sión, y por eso su alma se esponja y prorrumpe en lirismos religiosos, idealizando la capital de la teocracia. Se siente dichoso por haber aceptado el participar en la caravana de los peregrinos hacia la ciudad de Yahvé. La vista de la capital del pueblo elegido le impresiona poderosamente, y así pondera la excelente construcción de la ciudad, sus muros y sus puertas. "El salmo puede entenderse mejor como si fuera una meditación de un peregrino que, después de volver a su hogar, repasa sus dichosas memorias de la peregrinación." 1

Por su estructura literaria puede compararse este salmo a los salmos 48 y 84. "No tiene el acento triunfal del primero ni la ternura exquisita del segundo. Pero, aunque más corto y popular, resume bien los sentimientos de alegría, de admiración y de buenos deseos que el fiel israelita sentía en sus peregrinaciones a la ciudad santa y al templo"2. Abundan las aliteraciones, jugando con la etimología popular de Jerusalén como ciudad de paz 3.

El TM y algunos códices del texto de los LXX 4 atribuyen esta bella composición a David. Generalmente se niega esta paternidad davídica, porque se menciona el templo de Yahvé y porque el salmista parece un extraño a la ciudad santa. La lengua lleva el sello de la época tardía. Todo ello hace pensar que el salmo es de os tiempos posteriores al destierro babilónico.

La alegría del peregrino ante la ciudad santa.

1 Cántico gradual. De David5. Alégreme cuando me dijeron: "Vamos a la casa de Yahvé." 2Estuvieron nuestros pies en tus puertas, ¡oh Jerusalén! 3 Jerusalén, edificada como ciudad, bien unida y compacta; 4 adonde suben las tribus, las tribus de Yahvé, según la norma (dada) a Israel para celebrar el nombre de Yahvé. 5Allí se alzan los tronos del juicio, los tronos de la casa de David. 6 ¡Rogad por la paz de Jerusalén! ¡Vivan en paz los que te aman! 7¡Reine la seguridad dentro de tus muros, la tranquilidad en tus torres 8Por mor de mis hermanos y compañeros diré: "¡La paz contigo!" 9 Por mor de la casa de Yahvé, nuestro Dios, te deseo todo bien.

El salmista peregrino, vuelto a su hogar, recapacita sobre su visita a la ciudad santa, y siente una profunda alegría por haber visitado la casa de Yahvé, el templo de Jerusalén, la-capital de la teocracia, símbolo de las promesas de Dios a su pueblo. El momento de poner los pies en las puertas de la ciudad, santificada con la presencia de Yahvé y llena de recuerdos del gran rey David, fue de particular emoción para su sensibilidad religiosa. Al entrar en la ciudad, el salmista se extasió ante la magnificencia de Jerusalén, perfectamente edificada y grandiosa con sus monumentos; los muros, los palacios, los torreones y el templo impresionaban particularmente a las gentes sencillas provincianas que por primera vez entraban en la ciudad de David. Era el punto de convergencia de todas las tribus, donde Israel como colectividad siente su conciencia de pertenencia a Yahvé, que los ha elegido como "heredad" particular entre todos los pueblos. El poeta idealiza la situación y pasa por alto la división del reino de David, para considerar sólo la capital de la teocracia hebrea. Existía una ley normativa que pedía que todos los componentes del pueblo elegido se reunieran periódicamente en el lugar donde Yahvé estableciera su morada6. El poeta recuerda este mandato y se siente gozoso al ver a los representantes de todas las tribus tomando parte en el culto del santuario nacional.

Pero, además, en Jerusalén está el tribunal de justicia y el gobierno de la nación según la antigua tradición de la gloriosa monarquía davídica7. Justamente, el fruto de una administración equitativa de la vida pública trae la paz entre los ciudadanos; y el salmista pide para la ciudad santa una tranquilidad y seguridad permanente dentro de los muros de la ciudad santa8. El poeta juega con la palabra hebrea que significa paz (shalóm) y el nombre de Jerusalén (Yerüshaláyim). La prosperidad de la ciudad de David será el símbolo de la prosperidad de toda la nación; por eso, los israelitas deben desear la paz para la capital de la teocracia, donde está la casa de Yahvé,

1 A. F. Kirkpatrick, o.c., 738-39. — 2 J. Calés, o.c., II 457-58 — 3 Así juega con los términos sha'alú shalóm (paz), Yerúshaldyitn (Jerusalén), etc. — 4 Son el códice Alef de los LXX y las versiones de Aquila y Símaco. — 5 Cf. Sal 120:1.

 

Salmo 123 (Vg 122): Ferviente Petición de Auxilio Divino.

En contraste con el optimismo nacional del salmo anterior está la angustiosa deprecación de éste, en que se refleja una situación de postración general de la nación a causa de las exacciones de enemigos exteriores o de la clase humilde y piadosa, oprimida por los prepotentes de la sociedad. Los tiempos posteriores a la repatriación fueron particularmente penosos, ya que los pueblos circunvecinos procuraban obstaculizar la reconstrucción de la nación 1; y, por otra parte, las clases pudientes de la sociedad judía se dejaban llevar por la usura, esquilmando a los pobres y desvalidos. El salmista refleja esta situación humillante y pide a Dios que haga valer su poder -para sacarlos de ella.

"Este minúsculo poema es emotivo por la sinceridad y vivacidad de los sentimientos que le animan: sentimientos de dependencia absoluta, pero filialmente confiada frente a Dios; sentimiento de pena por el desprecio y las injurias de los hombres, y deseo ardiente de ser al fin liberado." 2 Las metáforas son sencillas, pero muy expresivas: el poeta se siente frente a Dios como un esclavo sin defensa, esperándolo todo de su señor. Abundan los paralelismos sinónimos y aun cierta "concatenatio" de ideas, con repeticiones graduales que hacen avanzar el pensamiento. Por razones lexicográficas y por analogía con los salmos anteriores, los comentaristas suponen que el salmo es de la época posterior al exilio, quizá de los tiempos de Nehemías (s.V a. C.).

La humillación del pueblo de Dios.

1 Cántico gradual. A ti alzo yo mis ojos, a ti que habitas en los cielos. 2 Como (están atentos) los ojos del siervo a las manos de su señor, como los ojos de la esclava a la mano de su señora, así (se alzan) nuestros ojos a Yahvé, nuestro Dios, para que se compadezca de nosotros. 3 Senos propicio, Yahvé; senos propicio, porque estamos del todo hartos de menosprecios. 4 Muy harta está nuestra alma del escarnio de los pudientes y del desprecio de los soberbios.

Nada en el salmo indica que se trate de un canto compuesto para la peregrinación, como los anteriores; pero esto no impide que se le utilizara por los peregrinos en momentos de postración nacional. El salmista — desilusionado de todo auxilio humano — acude directamente al Dios que habita en los cielos para que intervenga con su poder en favor de los oprimidos. La expresión "Dios del cielo" es frecuente en los escritos de Esdras y Nehemías, y es de origen persa.

Como los esclavos dependen en todo de sus señores y están pendientes de sus órdenes e insinuaciones, esperando de ellos que subvengan a sus necesidades más elementales, así el piadoso lo espera todo de la justicia divina. La situación en que se halla ha llegado al colmo, pues por doquier son desprecios y escarnios de parte de las gentes pudientes, que con toda insolencia conculcan los derechos fundamentales de los pobres 3. Es lo que se expresa en Job 12:5: "Desprecio al desgraciado. Así piensa el dichoso."

1 A. F. Kirkpatrick, o.c., 738-39. — 2 J. Calés, o.c., II 457-58- — 3 Así juega con los términos sha'alú shalóm (paz), Yerúshaldyitn (Jerusalén), etc. — 4 Son el códice Alef de los LXX y las versiones de Aquila y Símaco. — 5 Cf. Sal 120,1. — 6 Cf. Ex 23:17; 34:23; Dt 16:16. — 7 Cf. Dt 17:185.. — 8 Cf. Jer 15:5- — 1 Cf. Neh 2:19; 4:1-4.73. — 2 J. Calés, o.c., II 462. — 3 Cf. Am 6:1; Zac 1:15

 

Salmo 124 (Vg 123): Acción de Gracias por el Auxilio Recibido.

Este salmo tiene un acento marcadamente colectivo: Israel ha sido preservado de una suerte trágica gracias a la intervención salvadora de Yahvé. El poeta concreta la circunstancia que dio para este canto de acción de gracias. Quizá aluda a la suerte trágica del pueblo elegido en la cautividad o a las situaciones críticas creadas como consecuencia de la hostilidad de los pueblos circunvecinos a los repatriados. Después de la reconstrucción de los muros de la ciudad santa y de la restauración de la vida nacional, el pueblo judío vivió unos años de optimismo nacional. Quizá el salmista refleje esta situación esperanzadora después de que se han salvado los momentos más difíciles de Israel como colectividad nacional.

El estilo es entrecortado y jadeante, abundando los cambios abruptos' de pensamientos. "Las imágenes se suceden rápidamente para expresar el peligro pasado y dichosamente esquivado; son todas muy vivas y expresivas, aunque sin gran cohesión entre sí."1

Así, tan pronto se presenta a los enemigos bajo el símil de fieras salvajes como bajo la metáfora de aguas desbordadas, que anegan todo lo que encuentran, o como cazadores que ponen lazos a los pájaros para capturarlos. En el texto hebreo abundan las asonancias y las repeticiones graduales.

El salvador de Israel.

1 Cántico gradual. De David 2. A no haber estado Yahvé por nosotros, diga Israel. 2 A no haber estado Yahvé por nosotros cuando se alzaron contra nosotros los hombres, 3 vivos nos habrían tragado entonces, cuando ardía su ira contra nosotros. 4Ya entonces nos habrían sumergido las aguas, hubiera pasado sobre nuestra alma un torrente; 5 ya habrían pasado sobre nosotros las impetuosas aguas, 6Bendito sea Yahvé, que no nos dio por presa de sus dientes. 7Escapó nuestra alma como avecilla del lazo del cazador; rompióse el lazo y fuimos librados. 8 Nuestro auxilio está en el nombre de Yahvé, que hizo los cielos y la tierra.

El salmista evoca la comprometida situación del pueblo israelita. Si no hubiera intervenido la ayuda divina, habría desaparecido ante el ataque de sus enemigos. El poeta juega con la metáfora de una caravana que ha acampado en un wady seco, pero que de súbito es anegada por un torrente impetuoso desencadenado de noche por inesperada tempestad 3. Después, el símil está tomado de las fieras, que inesperadamente caen sobre la presa con sus afilados dientes 4, o de las escenas de caza: Israel es como una tímida avecilla que milagrosamente ha sido librada del lazo de los cazadores 5. El poema se cierra con una declaración de confianza en Yahvé omnipotente, Creador de los cielos y la tierra.

1 J. Calés, o.c., II 465-66. — 2 Sobre el título véase com. a Sal 120,1 y 122:1. — 3 Cf. Jue 5:21; Sal 18:17; 69:2.15; Is 8:7-8; Lam 3:54. — 4 Cf. Sal 7:3 — 5 Cf. Sal 11:2.

 

Salmo 125 (Vg 124): La Seguridad de los que Confian en Yahvé.

La vista de la inexpugnable colina de Sión ha sugerido al poeta un canto a la protección divina sobre sus siervos y sobre la ciudad santa. Quizá fue compuesto con motivo de una peregrinación a la capital de la teocracia hebrea. Al llegar los peregrinos y dar vista a la ciudad maravillosa y amada, el salmista exhorta a la confianza en el que todo lo puede. La permanencia de la ciudad santa sobre las colinas es una prenda de estabilidad para los que son fieles a su ley. En efecto, Yahvé no permitirá que los impíos hagan presa sobre los justos, que particularmente le pertenecen.

Desde el punto de vista literario, este salmo es una mezcla de oráculo y de plegaria. Se percibe cierto ritmo gradual, reflejado en las repeticiones. Algunas expresiones recientes prueban el origen postexílico de la composición.

Confianza en Yahvé a pesar de las dificultades.

1 Cántico gradual. Los que confían en Yahvé son como el monte de Sión, que es inconmovible y está asentado para siempre. 2 Está Jerusalén rodeada de montes, y así circunda Yahvé a su pueblo desde ahora y por siempre. 3 De cierto no permanecerá el cetro de los impíos sobre el lote de los justos, para que no tiendan los justos sus manos a la iniquidad. 4Colma, ¡oh Yahvé! de bienes a los buenos, a los rectos de corazón. 5Mas a los que van por sendas tortuosas, remuévalos Yahvé juntamente con los impíos. ¡Paz sobre Israel!

Las montañas son en la literatura bíblica el símbolo de la estabilidad y de la eternidad 2. El salmista menciona aquí al monte de Sión porque está especialmente vinculado a las creencias religiosas de los israelitas, ya que los vaticinios proféticos hablaban de los fundamentos inconmovibles de Sión, puestos por Dios directamente: "Yo he puesto en Sión por fundamento una piedra, piedra probada, piedra angular, de precio, sólidamente asentada." 3 En el salmo se trata de destacar la firmeza de la confianza de Israel — firme como la roca de Sión — y no su prosperidad. La ciudad santa está rodeada de colinas, que la escoltan y dan más firmeza defensiva: por el este, el monte de los Olivos; por el sur, el monte del Mal Consejo, y por el oeste, las colinas que dominan el valle de Er-Rababy o gehenna. Este cinturón de colinas es un símbolo de la custodia que Yahvé ejerce sobre su ciudad santa: circunda Yahvé a su pueblo. En Zac 2:5 se dice que Yahvé será para Jerusalén un muro de fuego alrededor. Es la idea que quiere resaltar ahora el salmista para sembrar confianza en los peregrinos que se acercan a la ciudad santa.

Dios no permitirá que el cetro de los impíos — su poder opresor — se sobreponga al lote de los justos, la tierra santa de Canaán, que tocó en suerte a las tribus de Israel4. Aquí el pueblo elegido es llamado justo en contraposición a los pueblos paganos, que desconocen las vías santas del Señor. El salmista, pues, declara que Yahvé no permitirá que una nación pagana domine permanentemente sobre el pueblo de Dios, pues la prolongada opresión daría lugar a que los justos — los israelitas en general — desesperaran de su situación privilegiada de pueblo de Dios y se unieran a los gentiles, renegando de su Dios. La dominación extranjera, pues, no se ha de prolongar, so pena de un grave peligro de general apostasía del pueblo de Dios.

El salmo se termina con una oración para que Yahvé favorezca a los que le son fieles y castigue a los impíos, quitando así toda ocasión de apostasía de los buenos al ver que la virtud es retribuida y la maldad castigada. Así se mantendrá la paz sobre Israel. La palabra paz aquí resume "todas las esperanzas, plegarias y deseos, y se deseaba extendiendo las manos sobre Israel en la bendición sacerdotal. La paz significa el final de la tiranía, de la hostilidad, de la división, de la intranquilidad y de la alarma; la paz significa libertad y armonía, seguridad y bendición."5

1 Permane cera Lit. el TM: "descansará." — 2 Cf. Sal 11 3:2; Is 54:10. — 3 Is 28:16; 14:32. — 4 Cf. Jos 18:10-11. — 5 Delitzsch, citado por A. F. Kirkpatrick, o.c., 748.

 

Salmo 126 (Vg 125): Plena Restauración de la Nación.

Este bello poema refleja la situación moral de los repatriados de la cautividad babilónica, los cuales, de un lado, están gozosos al ver que se han cumplido los oráculos de Yahvé sobre el final del exilio, pero al mismo tiempo sufren grandes penalidades y ansían que la nación recupere su plenitud política y económica, como en los tiempos antiguos. Los oráculos proféticos hablaban de una reconstrucción gloriosa, pero la realidad es mucho más modesta; y, por ello, las almas justas que vivían de las promesas mesiánicas esperaban el cumplimiento de los deslumbradores vaticinios de los profetas.

En el salmo se percibe un ritmo elegiaco y por su contenido se asemeja al salmo 85. La composición es extremadamente bella y emotiva.

Canto de retorno y ansias de restauración.

1Cántico gradual. Cuando Yahvé hizo volver a los cautivos de Sión, estábamos como quien sueña. 2 Llenóse entonces de risa nuestra boca y de exultación nuestra lengua. Decían entonces las gentes: "¡Magníficamente ha obrado con éstos Yahvé!" 3Realmente ha estado con nosotros magnífico Yahvé, nos sentimos gozosos. 4Restaura, Yahvé, nuestra suerte, como a los torrentes del Negueb. 5 Los que con llanto siembran, en júbilo cosechan, 6 Van y andan llorando los que llevan y esparcen la semilla, pero vendrán alegres trayendo sus gavillas.

El retorno de la cautividad resultó tan insólito, que los que asistían al espectáculo no creían lo que veían, como si fuera un sueño 2. El júbilo popular fue grande al ver llegar las caravanas después del decreto de retorno firmado por Ciro, conquistador de Babilonia (538 a. C.). Los mismos paganos estaban admirados del cumplimiento de los antiguos oráculos sobre el retorno de los exilados. Yahvé había cumplido sus promesas. El salmista se suma a esta admiración por las magnificencias de su Dios (v.3); pero desea que se cumplan las antiguas promesas de restauración plena. Con bellas metáforas anuncia la futura transformación de la nación israelita: como los torrentes o waáys del Negueb están secos en verano y se llenan de agua en el otoño con las primeras lluvias impetuosas, así la nación israelita recuperará su plena vitalidad nacional; y como los que siembran lo hacen con no pocas penalidades, pero sus trabajos son compensados con la recolección de las ricas gavillas, así los israelitas ahora trabajan penosamente en la reconstrucción de la nación, pero al fin verán alegres coronada su obra 3 y sentirán la íntima satisfacción del agricultor que recoge su mies, que le compensa de los trabajos de siembra. La frase tiene un aire de proverbio, que refleja bien la situación psicológico-moral de los repatriados en los tiempos de Zacarías y aun después, en la época de Esdras y Nehemías. La hostilidad de los pueblos vecinos agravaba su penuria material, y sólo la esperanza de un futuro mejor podía reanimar a aquellas gentes depauperadas y desilusionadas.

1 La Bib. de Jér.: "Reúne, Yahvé, nuestros cautivos." Calés: "Cambia nuestro destino." — 2 Cf. Is 29:8. — 3 En Esd 3:12 se habla de las lágrimas derramadas con motivo de la fundación del segundo templo; en Esd 6:16-22 se menciona la alegría en el día en que terminaron las obras.

 

Salmo 127 (Vg 126): El Abandono a la Divina Providencia.

Este salmo tiene un aire marcadamente "sapiencial." El salmista quiere inculcar ante todo que los esfuerzos del hombre son inútiles si no llevan la bendición divina. Sólo Dios puede asegurar prosperidad y posteridad numerosa. Para los hebreos, una familia con muchos hijos era el mejor reflejo de la benevolencia divina. En el salmo se pueden distinguir bien dos partes: a) sólo Dios da el éxito en las empresas de la vida (1-2); b) los hijos son un don de Dios (3-5). Algunos comentaristas creen que son dos fragmentos procedentes de dos composiciones originariamente independientes. Pero puede ser la segunda parte una concreción de la idea expuesta en la primera, en cuanto que la familia numerosa proviene únicamente de la bendición divina.

A pesar del estilo didáctico sapiencial, no faltan las expresiones vigorosas y los ejemplos concretos con frases entrecortadas y concisas.

Todo éxito proviene de Dios.

1 Cántico gradual. De Salomón 1. Si Yahvé no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. Si no guarda Yahvé la ciudad, en vano vigilan sus centinelas. 2 Vano os será madrugar, acostaros tarde y que comáis el pan del dolor, pues lo da a sus amados aunque duerman. 3 Don de Yahvé son los hijos 2; es merced (suya) el fruto del vientre. 4 Lo que las saetas en la mano del guerrero, eso son los hijos de los años mozos. 5¡Dichoso el que llenó de ellos su aljaba! No serán confundidos cuando hayan de litigar en la puerta con sus adversarios.

En estilo proverbial, el salmista declara la inutilidad de los esfuerzos humanos al margen de la Providencia divina. Los edificadores pueden construir una casa, pero sin que puedan después habitarla 3; los centinelas de la ciudad pueden dar la voz de alarma ante el enemigo, pero no pueden estar seguros contra el incendio o el ataque de los enemigos. Con un nuevo símil declara que es inútil madrugar mucho y acostarse tarde, recogiendo el fruto del trabajo (pan del dolor) si Dios no le bendice. En realidad, el que se confía a El, aunque esté dormido, sentirá que su vida prospera, pues Dios le colma de beneficios. El salmista no quiere con estas palabras predicar la ociosidad, sino que invita a dejar la excesiva ansiedad por el trabajo, prescindiendo de la bendición divina. Es la doctrina de los libros sapienciales y del sermón de la montaña 4.

Todo viene de Dios, principalmente los hijos, los cuales no son un salario, sino un regalo de la Providencia, sobre todo los tenidos en plena juventud, porque son especialmente vigorosos y fuertes 5 y porque pueden prestar ayuda a su padre cuando en plena ancianidad se halle comprometido ante sus adversarios en litigio judicial. Los hijos fuertes serán su mejor escolta para defenderle contra las arbitrariedades de un mal juez cuando decida en la puerta de la ciudad, el lugar de reunión de los tribunales 6. Serán su defensa, como las saetas en la mano del guerrero. Por ello, el salmista llama dichoso al que tenga la suerte de llenar su aljaba — su hogar — de hijos.

1 De Salomón. Así según el TM, el códice R de la versión de los LXX, la versión de Aquila, Símaco, San Jerónimo y Targum. — 2 Donrlit. el TM: "heredad." — 3 Cf. Dt 28:30; Sof 1:13. — 4 Cf. Prov 21:31; 10:22; Sal 33:173; 60:11s; Mt 6:25-34; Pe 5:7· — 5 Cf. Gen 49:3; 37:3. — 6 Cf. Dt 21:19; Sal 69:12.

 

Salmo 128 (Vg 127): Felicidad del Justo.

Este breve poema tiene un fondo sapiencial, como el anterior, si bien resalta en él un carácter marcadamente idílico. Se declara bienaventurado al que sigue las normas de la justicia divina, disfrutando de su trabajo y viéndose rodeado de numerosa prole y aun lejana descendencia. La perspectiva del salmista no se extendía más allá del panorama de esta "áurea mediocridad" terrena. No tenía luces sobre la retribución en ultratumba, y, por eso, su ideal difiere mucho de la perspectiva evangélica. San Juan Crisóstomo destaca este diverso enfoque panorámico de los dos Testamentos: lo que en el A.T. se considera como único y esencial, en el N.T. es simplemente la "añadidura"; en primer término está el reino de Dios y su justicia 1. La mente del salmista no rebasa los límites trazados por las promesas de la ley mosaica.

La prosperidad doméstica del que teme a Dios.

1 Cántico gradual2. Bienaventurado todo el que teme a Yahvé y anda por sus caminos. 2 Porque comerás del trabajo de tus manos, serás feliz y bienaventurado. 3 Tu mujer será como fructífera parra en el interior de tu casa. Tus hijos, como renuevos de olivo en derredor de tu mesa. 4Así ciertamente será bendecido el varón que teme a Yahvé. 5Bendígate Yahvé desde Sión y veas próspera a Jerusalén todos los días de tu vida. 6Y veas los hijos de tus hijos: la paz sobre Israel.

El "temor de Yahvé es el principio de la sabiduría" 3, porque amoldando la conducta a las exigencias de la ley divina se consigue la bendición del Omnipotente. El salmista insiste en esta idea, tan recalcada en los escritos sapienciales. El ideal de la "áurea mediocridad," que preside la doctrina de la mayor parte de los libros sapienciales del A.T., proclama que debe disfrutarse de los bienes que Dios otorga de modo moderado, teniendo en cuenta que cualquier exceso es duramente castigado por la justicia divina.

La senda de la ley de Yahvé lleva a la felicidad4, pues el justo tiene asegurada larga vida bajo la protección del Omnipotente; el trabajo de sus manos no será usufructuado por sus enemigos, sino que, al contrario, el premio a su laboriosidad será el disfrute honesto del mismo 5; y así, su vida se desarrollará plácida y tranquila, rodeado de numerosa prole. Sus hijos serán como pimpollos de olivo que se enrollarán al tronco familiar, formando una escolta de honor en torno a la mesa del hogar. El olivo es símbolo de vitalidad y de vigor6.

Pero esta felicidad familiar debe tener una proyección social y aun nacional; por eso, el salmista piensa en la prosperidad de la ciudad santa, donde mora Yahvé. Todo israelita debe pensar siempre en la suerte de su nación, que está vinculada a su Dios por una alianza: la prosperidad familiar debe ser un reflejo de la prosperidad general de la colectividad nacional y de la propia capital de la teocracia 7. Por eso, la descendencia del israelita está vinculada a la suerte de la nación: la paz sobre Israel. Este pensamiento final colectivo sirve para que el salmo pueda ser cantado por los peregrinos que se acercan jubilosos a la ciudad santa. Por eso forma parte de la colección de los "graduales."

1 San Juan Crisóstomo: PG 55:369. — 2 Sobre el título véase com. a Sal 120:1. — 3 Prov 1:7. — 4 Cf. Prov 8:32; Job 28:28. — 5 Cf. Ag 1:11; 2:17; Is 65:21; Lev 26:16; Dt 28:305; Am 5:11; Miq 6:15; Job 31:8. — 6 Cf. Sal 52:9; Jer 11:16. — 7 Cf. Sal 134:3; 14:8; 20:3; Prov 17:6; Sal 109:13.

 

Salmo 129 (Vg 128): Imprecaciones Contra los Enemigos de Israel.

El tono del salmo es elegiaco, pero en su contenido ideológico sustancial es un canto de acción de gracias a Yahvé, que ha liberado al pueblo elegido de los impíos que conspiran contra él. El estilo es similar al del salmo 124. En ambos salmos habla Israel, personificado en un justo que sufre las embestidas de gentes desaprensivas. La situación de los tiempos de Esdras y de Nehemías (s.V) explica bien las quejas del salmista, que pide a Yahvé justicia contra los opresores de su pueblo. En la composición no se alude para nada a las infidelidades de Israel, sino que se insiste en su historia de perseguido por los pueblos paganos. La súplica de castigo para ellos es moderada y está muy lejos de las imprecisiones radicales de otras composiciones del Salterio. Sólo se pide que los enemigos sean confundidos y vueltos atrás para que no se lleven a cabo sus pérfidos proyectos de exterminio sobre el pueblo de Dios.

Desde el punto de vista literario, este salmo es "una elegía muy afín al pequeño cántico de acción de gracias del salmo 124. Es más calmoso, más dulce de tono y más melancólico. Muy discreto en su cólera y su queja."1 Las metáforas, tomadas de la agricultura, son bellas e insinuantes.

Las tribulaciones de Israel.

1 Cántico gradual. "Mucho me han atribulado desde mi juventud"; diga Israel: 2"Mucho me han atribulado desde mi adolescencia, pero no prevalecieron contra mí." 3Aradores araron sobre mis espaldas, trazando largos surcos. 4 Pero es justo Yahvé, y rompió las coyundas de los impíos. 5 Sean confundidos y vuélvanse atrás todos los que aborrecen a Sión. 6Sean como la hierba de los tejados, que se seca antes de granar; 7 de la que no llena su mano el segador, ni su regazo el que recoge las gavillas, 8 ni dicen de ella los transeúntes: "La bendición de Yahvé sobre vosotros; os bendecimos en el nombre de Yahvé."

El salmista pone en boca de Israel como colectividad nacional las quejas por su accidentada y atribulada historia. La vida de la nación comenzó en las estepas del Sinaí después de la liberación de Egipto 2. Numerosos son los enemigos que se han levantado contra el pueblo elegido: primero los egipcios, después los amalecitas, los edomitas, los moabitas y, finalmente, los cananeos. Una vez establecidos en la tierra de promisión, las luchas se sucedieron con los filisteos, los madianitas, los amonitas, los asirios, para sucumbir ante la avalancha del ejército de Nabucodonosor. La prueba de la cautividad fue particularmente dura, porque supuso la pérdida de la conciencia nacional. El salmista piensa en todas estas opresiones y calamidades que se cernieron sobre el pueblo de Dios a través de los siglos, pero parece aludir también a las hostilidades presentes, quizá de parte de los samaritanos y amonitas, que en los tiempos de la dominación persa hostigaron constantemente al pueblo judío en su obra de reconstrucción nacional y religiosa.

Desde la adolescencia — 'los tiempos de la estancia en el desierto y de la instalación en Canaán —, Israel fue sometido a una serie de pruebas: ha sido como un campo de labor en el que sus enemigos araron, trazando surcos profundos y tendidos3. Los conquistadores antiguos solían arar materialmente las ciudades de los vencidos para que no volvieran a levantarse. Así hicieron los romanos después de la toma de Jerusalén por Tito en el año 70 de la era cristiana. En el lenguaje del salmista, la palabra arar tiene un sentido metafórico, pues los surcos son trazados sobre las espaldas de Israel.

Pero las pruebas fueron transitorias, ya que Yahvé los libró de ellas, rompiendo las coyundas de los impíos opresores4. El salmista sigue la metáfora del que ara: una vez que ha roto las coyundas de los animales de labor, los opresores no pudieron continuar su trabajo. El símil puede aludir también a las coyundas impuestas por los pueblos invasores al pueblo israelita. Yahvé ha roto esta servidumbre ignominiosa, dando respiros temporales al pueblo elegido.

En la situación actual, el salmista desea que de nuevo intervenga el poder de Yahvé para frustrar los aviesos designios de los enemigos de Israel, que se aprestan a oprimirle de nuevo. Los compara a hierba de los tejados, que, por no echar raíces profundas, se seca sin que dé grano 5; por ello, los segadores no paran mientes en ella, ni merece la bendición de los transeúntes6, pues de nada sirve. Del mismo modo, los que intentan optimir de nuevo a Israel deben quedar frustrados en sus propósitos de exterminio.

1 J. Calés, o.c., II 490. — 2 Cf. Os 2:3.15; 11:1; Jera,2. — 3 Cf. Is 51:23 — 4 Cf. Sal 51:14; Is 45:21. — 5 Cf. Is 38:27; Mt 13:5.

 

Salmo 130 (Vg 129): Imploración de la Divina Misericordia.

Esta deprecación está transida de compunción y humildad. El salmista reconoce sus pecados, y, por tanto, su rehabilitación espiritual sólo depende de la misericordia infinita de su Dios. Confiado en su bondad, implora perdón y protección para él y para su pueblo. La oración de Nehemías implorando perdón por su pueblo 1 tiene muchas afinidades conceptuales y de expresión con este salmo, que tiene también una proyección nacional.

Algunas frases del salmo aparecen en la oración de Salomón según 2 Par 6:40-42. Por su contenido es comparable al salmo 86. Es uno de los siete "salmos penitenciales" de la liturgia.

Los sentimientos de profunda humildad contrastan con la ciega esperanza en la misericordia divina. Lejos de sentirse el salmista alejado de su Dios, toma fuerzas de su debilidad para acercarse confiadamente al que le puede rehabilitar en su vida espiritual. Los atributos y las promesas divinas le dan pie para fundar su esperanza.

"De Profanáis."

1 Cántico gradual 2. De lo profundo te invoco, ¡oh Yahvé! 3 2Oye, Señor, mi voz; estén atentos tus oídos a la voz 'de mi súplica. 3 Si guardas, Yahvé, los delitos, ¿quién, ¡oh Señor! podrá subsistir? 4 Pero eres indulgente4 para que seas temido. 5Yo espero en Yahvé, mi alma espera en su palabra. 6 (Ansia) mi alma al Señor más que los centinelas por la aurora. Más que los centinelas por la aurora 7 espera Israel a Yahvé, porque con Yahvé está la piedad y en El está abundante redención. 8El, pues, redimirá a Israel de todas sus iniquidades.

El salmista se siente anegado en un abismo de inquietudes y de pesares; por eso, desde lo profundo de su aflicción se dirige a su Dios para que le preste auxilio, rehabilitándolo en su vida de amistad con El. En realidad, su esperanza está en su misericordia y su prontitud al perdón, pues si no olvida los pecados y los guarda cuidadosamente en su memoria5, reteniendo la culpabilidad de los hombres, ¿quién podrá subsistir o mantenerse incólume ante su tribunal? Nadie puede hacer frente a las exigencias de la justicia divina 6. Pero la medida con que trata a sus siervos no es la de la justicia, sino la de la extrema indulgencia 7, invitándoles así a un temor reverencial basado en el agradecimiento del que ha sido perdonado 8.

Basado en esta indulgencia del Señor, el salmista espera en El con impaciencia y ansiedad más que los centinelas por la aparición de la aurora para ser relevados de su puesto de vigilancia. En esta espera ansiosa, el salmista representa a Israel como colectividad nacional, vejado por pueblos opresores y ansioso de redención. La longanimidad e indulgencia de Yahvé dan confianza al pueblo elegido para pedir su plena rehabilitación a pesar de sus numerosas iniquidades.

1 Cf. Neh 1:4-11. — 2 Sobre el sentido del título véase com. a Sal 120:1. — 3 Lit. "Desde las profundidades" o abismos. Cf. Rut 2:4. — 4 Lit. "Pues contigo está el perdón·). — 5 Cf. Sal 79:8; Job 10:14; Jer 3:5 — 6 Cf. Sal 1:6; 76:7; 143:2; Esd 9:15. — 7 Cf. Neh 9:17; Dan 9:9; Sal 86:6. — 8 Cf. Dt 5:29; 1 Pe 1:17.

 

Salmo 131 (Vg 130): Confesión de Humildad.

Este bellísimo poema expresa la profunda humildad del alma que se entrega sin pretensiones a los caminos secretos de la Providencia. Este espíritu de infancia espiritual refleja una exquisita sensibilidad religiosa en un tiempo en que aún no se tenían luces sobre la retribución en el más allá. Las cosas grandes y fascinadoras de esta vida no turban su serenidad profunda espiritual. Todas sus ambiciones están sujetas a los designios misteriosos de Yahvé sobre su vida.

El salmista simboliza en esta confesión a la clase selecta de piadosos que viven profundamente la religión de los padres en medio de un ambiente materializado. Como es de ley en esta colección de salmos "graduales," la composición termina con una alusión a la colectividad de Israel para que pueda servir para los peregrinos que se acercaban a la ciudad santa.

Desde el punto de vista literario, la pieza es exquisita: "es una perla en el Salterio, un brevísimo poema, que con unas sencillas palabras expresa lo que hay de más alto, lo que sobrepasa toda inteligencia y dice más que muchas palabras: la paz del alma en Dios."1 "En la escuela del sufrimiento, de la humillación, de los fracasos repetidos, el salmista ha aprendido la resignación tranquila, la humildad sincera, la renuncia a proyectos demasiado grandiosos y quizá a los deseos desbordantes de un patriotismo humano... Está sobre el seno de su Dios como el niño a los pechos de su madre..."2

El título lo atribuye a David 3, pero esto no es una prueba perentoria para asegurar su procedencia davídica, aunque nada en el salmo pruebe lo contrario. Con todo, los críticos modernos prefieren datar su composición en los tiempos postexílieos.

La paz del alma en anión con Dios.

1 Cántico gradual. De David. No se ensoberbece, ¡oh Yahvé! mi corazón, ni son altaneros mis ojos; no corro detrás de grandezas ni tras de cosas demasiado altas para mí. 2 Antes he reprimido y acallado mi alma como niño destetado de su madre, como niño destetado está mi alma. 3 Espera, Israel, en Yahvé desde ahora y por siempre.

La soberbia se manifiesta en la mirada altanera y despectiva. El salmista, en cambio, mantiene un continente mesurado, reflejo de la humildad de su corazón4. Poseído de su espíritu conformista y humilde, el salmista renuncia a toda empresa demasiado ardua y brillante, dando de lado a las ambiciones desmesuradas para no enorgullecerse y dar ocasión a apartarse de su Dios 5. Con todo cuidado ha disciplinado sus desordenados deseos para mantenerse ante Yahvé en la actitud del niño de pecho que se entrega totalmente a la solicitud de su madre 6. El salmista termina deseando a Israel que tenga este espíritu de confianza absoluta en su Dios, aceptando, sumiso, sus misteriosos designios históricos7. Este verso tiene el aire de un epifonema litúrgico, quizá de adición posterior.

1 Kittel, citado por J. Cales, o.c., II 500. — 2 J. Calés, ibid. — 3 Así aparece en el TM y en la mayor parte de los mss. de los LXX, la versión de Aquila, Símaco y Sir. Falta en algunos mss. de los LXX y Targum. — 4 Cf. Sal 18:27; 101:5; Prov 16:5. — 5 Cf. Jer 45:5; Dt 30:11. — 6 Cf. Is 38:25; Sal 62:1-6; Lam 3:26; 142:3. — 7 Cf. Sal 130:7.

 

Salmo 132 (Vg 131): Bendición Sobre la Dinastía

Davídica.

Este salmo se divide en dos partes netas: a) en forma de plegaria expone el salmista lo que David ha hecho en favor de Yahvé, jurando construir el templo (1b-5) y trasladando el arca santa a Jerusalén (6-10); b) lo que Yahvé ha hecho por David: juramento de perpetuar su dinastía (10-13), bendición de su morada y de los habitantes de Jerusalén y promesa del Mesías (14-18).

Los comentaristas no están de acuerdo al determinar quién habla en esta bella composición: ¿Salomón, Josías, Zorobabel? Probablemente se trata de un alma piadosa que medita en las promesas de Yahvé a su pueblo en el pasado y su proyección mesiánica hacia el futuro.

Como abundan las transiciones bruscas, no pocos autores suponen que el presente salmo está formado de fragmentos heterogéneos que tuvieron su vida literaria independiente antes de ser incorporados al poema actual. Pero podemos sorprender una unidad ideológica marcada, aunque el estilo es abrupto, en consonancia con su distribución dramática. El salmista quiere exhortar a los israelitas a confiar en Dios, que ha elegido a David y ha santificado con su presencia la ciudad de Jerusalén. La restauración después del destierro babilónico ha probado que Dios no ha abandonado a su pueblo, y es una prenda de destinos futuros gloriosos conforme a las antiguas promesas.

Algunos de los versos de este salmo aparecen reproducidos en la oración de Salomón recogida en 2 Par 6:40-42, con reminiscencias de Is 55:3. Parece que el salmo fue compuesto cuando las promesas hechas a David habían ya sido olvidadas por la mayor parte de los israelitas. Por su contenido se asemeja esta composición al salmo 89. El ritmo y el tono elegiaco de los anteriores salmos "graduales" desaparecen en este salmo, que, en cambio, toma una forma dramática y dialogada; así, unas veces habla Yahvé, y otras el salmista o un coro de peregrinos. Por lo que se dice en los v.6-10 se deduce que esta composición se cantaba en alguna procesión litúrgica en la que se conmemoraba el traslado del arca a Jerusalén.

Juramento de David a Yahvé (1-5).

1 Cántico gradual. Acuérdate, ¡oh Yahvé! de David y de todos sus afanes. 2 Cómo juró a Yahvé e hizo voto al Fuerte de Jacob: 3 "No entraré en la tienda de mi casa ni subiré al lecho de mi descanso; 4 no daré a mis ojos el sueño ni reposo a mis párpados 5 mientras no halle un lugar para Yahvé y una morada para el Poderoso de Jacob."

El salmista recuerda la solicitud de David por establecer una morada digna a Yahvé1. Los libros históricos de la Biblia no mencionan este juramento relativo a la erección del santuario de Yahvé. Quizá el salmista se hace eco de una tradición oral, o mejor, dramatiza poéticamente el deseo que David manifestó de edificar un templo digno a su Dios 2. A Yahvé se le designa con la expresión arcaizante Fuerte de Jacob, que recuerda el poder excepcional del Dios de Israel, manifestado en su protección al pueblo elegido 3.

La traslación del arca a Jerusalén (6-10).

6 He aquí lo que hemos oído en Efrata, lo que hemos hallado en los campos de Yaar: 7 "Vamos a su morada, prosternémonos ante el escabel de sus pies." 8 Levántate, Yahvé, y ven a tu morada, tú y el arca de tu majestad. 9 Vístanse tus sacerdotes de justicia y exulten tus piadosos. 10 Por amor de David, tu siervo, no rechaces la faz de tu ungido.

Con estilo dramático, el poeta describe el traslado del arca, y hace hablar a los portadores de la misma. El arca estaba en Gariatiarim 4, que se englobaba en la región de Efrata al noroeste de Jerusalén 5. Los campos de Yaar o del "bosque" parecen ser los alrededores de Gariatiarim. Así, el salmista se hace eco de la existencia del arca en esa región, y presenta a los que han de ser sus portadores, manifestando su prontitud para trasladarla al lugar indicado por David: Vamos a su morada... Después repite las palabras que se pronunciaban en el desierto cuando se ponía en marcha la comitiva sacerdotal con el arca: Levántate, Yahvé... 6 En la nueva morada, Yahvé ha de mostrar su majestad, irradiando su santidad sobre el arca7.

Los sacerdotes debían usar ornamentos blancos cuando cumplían sus ministerios sagrados en el santuario. El salmista ve en el color blanco el símbolo de la justicia; por eso invita a los sacerdotes a vestirse de justicia, pues representan la justicia de Dios8. Los piadosos deben manifestar su alegría al asistir a la entronización del arca de Yahvé escoltada por sus sacerdotes.

El salmista hace una súplica a Yahvé para que no abandone a su ungido o rey, retirando su protección y favor, conforme a la antigua promesa 9.

Promesa de la bendición divina a la dinastía de David y a la ciudad de Jerusalén (11-18).

11 Juró Yahvé a David una verdad que no retractará: "Del fruto de tus entrañas pondré sobre tu trono." 12Si guardan tus hijos mi alianza y mis preceptos que yo les enseñaré, también sus hijos por siempre se sentarán sobre tu trono. 13 Pues eligió Yahvé a Sión, le plugo para morada suya: 14"Esta será para siempre mi mansión; aquí habitaré porque me plugo, 15Bendeciré largamente sus provisiones y saciaré de pan a sus pobres. 16Revestiré de salvación a sus sacerdotes, y sus piadosos se alegrarán jubilosos. 17 Allí haré germinar un cuerno a David y prepararé una lámpara a mi ungido. 18 A sus enemigos los vestiré de ignominia, y brillará sobre él mi diadema."

En contraposición al juramento de David en favor de su Dios está el de Yahvé en favor de su dinastía y de su pueblo. Es la respuesta a la súplica expresada en el v.1. Tampoco en el relato de 2 Sam 7:1s se menciona un juramento de Yahvé, sino una simple promesa de protección sobre su descendencia. Por tanto, las expresiones del poeta se han de tomar como una dramatización literaria para establecer un lenguaje dialogado y oracular que impresione más al lector 10. Es un modo de destacar la solemnidad e inmutabilidad de las promesas divinas.

Pero esta promesa solemne de bendición sobre la descendencia davídica está condicionada al cumplimiento de los mandatos divinos 11. En Sal 89:303 se dice que la infidelidad del hombre no puede frustrar los designios divinos. La razón está en la elección de Sión como lugar de morada del propio Dios en la tierra (v.1s). Aquí como en Sal 78:675, la elección de Sión es considerada como anterior a la elección de David y como algo más fundamental. En efecto, la dinastía davídica tiene una misión mesiánica en función de los destinos excepcionales históricos de Israel como "sacerdocio real y nación santa" 12. Este pensamiento era particularmente consolador para los repatriados judíos, que habían visto la reconstrucción del templo de Yahvé, lo que era prenda de una restauración de la dinastía davídica según, las antiguas promesas divinas. La presencia de Yahvé en medio de su pueblo — en el templo de Jerusalén, su mansión — era fuente de bendiciones de toda índole, y en primer término de una gran prosperidad material: al pueblo humilde se le asegura el sustento cotidiano (v.15) 13. Los pertenecientes a la clase sacerdotal — representantes de Yahvé ante el pueblo — participarán de un modo especial de la bendición salvadora divina. En el V.9 se decía que serían revestidos de "justicia"; aquí se completa el pensamiento diciendo que participarán de la salvación enviada por Yahvé (v.16) 14. Y todo el pueblo piadoso se alegrará de esta situación esplendente de la clase sacerdotal. Estas afirmaciones sobre el papel preponderante de los miembros de la clase sacerdotal hacen pensar que el salmo es obra de un poeta que vivía cuando los sacerdotes eran los arbitros de los destinos nacionales después del exilio.

Pero juntamente con la elevación de la clase sacerdotal triunfará de nuevo la dinastía de David. La metáfora germinará un cuerno a David alude a esta preponderancia de la descendencia davídica 15. La palabra germinará puede tener una relación con los vaticinios proféticos en los que se habla de un germen de justicia que será objeto de las bendiciones divinas 16. A David se le llama ungido (mahiaj: Mesías) y se le promete una lámpara que permanezca luciendo a través de las edades, como la lámpara del santuario 17. Es el anuncio de la preservación de su dinastía. Indudablemente que en la perspectiva del salmista hay en este contexto una alusión al advenimiento del Mesías, procedente de la dinastía davídica conforme a las antiguas promesas y vaticinios proféticos (desde Natán hasta Zacarías). En efecto, sobre ese cuerno que germina de la ascendencia davídica, Dios colocará su diadema, que puede implicar la potestad regia y la sacerdotal 18. Esto supondrá la derrota total de sus enemigos, que conspiran contra sus privilegias a través de la historia, pero principalmente en el momento de la manifestación mesiánica.

1 Cf. 1 Par 22:14. — 2 Cf. 2 Sam 7:2. — 3 Cf. Is 49:26; 6o, 16; 1:24. — 4 Cf. Sam 7:1; 2 Sam 6:3. — 5 Según i Par 2:19.50, Cariatarim es nieto de Efrata. — 6 Cf. Núm 10,33-35. — 7 Cf. Sam 5:7; 6:193. — 8 Cf. Is 26:2; Job 29:14. — 9 Cf. 2Sam7:1s;Sal 61:8; 1 Re 2:16; 2 Re 18:24; Sal 84:9. — 10 Cf. Sal 89:3.35.49; 110:4; — 11 Cf. Sam 7:14; 1 Re 8:25. — 12 Ex 19:6. — 13 Cf. Ag 1:6s.45:23-. — 14 Cf. Ts 61:10; Sal 67:3. — 15 Cf. Sal 89:17.24; Ez 29:21. — 16 Cf. Jer 23:5; 33, 15; Zac 3:8; 6:12. — 17 Cf. Sal 18:28; 1 Re 11:36; 15:4; 2 Sam 21:17 — 18 Cf. Ex 29:6; Jer 30,21; Zac 6:11s.

 

Salmo 133 (Vg 132): Deleitosa Comunión de los Santos.

En esta composición de tipo "sapiencial" se cantan las delicias de la convivencia fraterna dentro de un hogar y la de los piadosos unidos por el sentido de solidaridad religiosa. Las metáforas son bellísimas y expresivas. La reunión de los peregrinos israelitas en los grandes días festivos daba pie para estrechar los lazos de la conciencia religiosa por pertenecer al pueblo escogido por Yahvé. El salmista invita a dejar las diferencias y pequeñas animosidades, para ensalzar lo que les une y el fruto deleitoso de esta unión de corazones. Reunidos en torno a la casa de Yahvé, su Dios y Padre, los israelitas tenían conciencia de formar una familia.

Por razones lexicográficas, los comentaristas modernos suponen que la composición es de época posterior al exilio, como ocurre con los otros salmos de esta colección.

La concordia fraterna (1-3).

1 Cántico gradual. De David l. Ved cuan bueno y deleitoso es convivir juntos los hermanos. 2 Es cual exquisito ungüento sobre la cabeza que desciende hasta la barba, la barba cíe Aarón, y baja hasta la orla de sus vestidos. 3 Como el rocío del Hermón, que desciende sobre los montes de Sión, pues allí envía Yahvé la bendición, la vida eterna.

Los peregrinos convivían durante los días de fiesta en Jerusalén, y el fervor religioso hacía desaparecer las diferencias de las diversas tribus. El salmista canta entonces las excelencias de la convivencia fraterna bajo el mismo hogar de Yahvé. La convivencia y concordia entre los hermanos dentro del hogar paterno es una de las cosas más bellas de la sociedad familiar. Este ambiente de compenetración debe extenderse a los miembros de un mismo pueblo que tiene unos excepcionales destinos y un origen privilegiado por ser la "heredad" de Yahvé entre las naciones.

El salmista compara esta concordia fraterna al ungüento que se derramaba sobre el sumo sacerdote el día de su consagración 2. Debía fluir abundante sobre la cabeza y el pecho, en el que llevaba los nombres de las doce tribus, simbolizadas en doce piedras preciosas 3. La fragancia del ungüento, compuesto a base de las más exquisitas especias, debía expandirse para indicar la influencia religiosa sobre la sociedad israelita. Los sacerdotes no debían cortarse la barba4 — que entre los orientales es signo de honorabilidad —; por ello, la de Aarón, primer sumo sacerdote, debía de ser proverbial en la historia de Israel. El salmista utiliza esta creencia y ve en el ungüento derramado sobre el sumo sacerdote el símbolo de la compenetración religiosa de los miembros de las diversas tribus de

Israel.

Con un segundo símil explica la fraternidad que debe reinar entre los israelitas: el rodo del Hermán. Las regiones secas de Palestina durante la mayor parte del año no reciben más humedad que la del rocío nocturno, particularmente abundante en la zona más fría del Hermán, en los confines con Siria. Desde allí provenía el aire fresco que tenía beneficiosa influencia en gran parte de Palestina. El rocío es para el salmista el símbolo de nueva vida: la unión fraternal vigoriza a la nación como el rocío a las plantas. Los israelitas deben sentirse todos unidos para reavivar la conciencia nacional, como el rocío del Hermán reaviva la vegetación de los montes de Sión. El salmista no sabía que el rocío proviene del cambio de temperatura durante la noche, y cree que es una corriente de aire fresco que procede de las cumbres nevadas del majestuoso Hermón, en las estribaciones del Antilíbano. En Jerusalén, por ser residencia de Yahvé, se palpa la bendición divina 5, que garantiza una existencia nacional sin límite de días al pueblo elegido. Aquí la expresión vida eterna equivale a vida larga, conforme a aquello del Eclo 37:25: "Los días de Israel son innumerables." La palabra vida en los salmos tiene un sentido de comunicación íntima con Dios, particularmente en la vida litúrgica del templo 6.

1 El nombre de David falta en el códice A de la versión de los LXX y en el Targum. San Jerónimo lo señala con un obelo. — 2 Cf. Ex 29:7; Lev 8:12; 21:10; Ex 30:235. — 3 Cf. Ex 28:9-12.17-21. — 4 Cf. Lev 21:5- — 5 Cf. Sal 132:17. — 6 Cf. Sal 36:9.

 

Salmo 134 (Vg 133): Bendición de los Peregrinos.

Este salmo consta de una invitación y una respuesta. El salmista — en nombre de los peregrinos — invita a los sacerdotes a cumplir sus deberes de alabanza a Dios durante la noche. A esta invitación responde la bendición sacerdotal deseando que Yahvé, que mora en Sión, los colme de beneficios. Este salmo cierra la serie de los "graduales" o de peregrinación.

1 Cántico gradual. ¡Ea! Bendecid a Yahvé vosotros todos los siervos de Yahvé, los que de noche permanecéis en la casa de Yahvé. 2 Alzad vuestras manos al santuario y bendecid a Yahvé. 3 Desde Sión bendígate Yahvé, Hacedor de cielos y tierra.

El salmista — recogiendo los sentimientos nostálgicos de los peregrinos que se disponen a abandonar el santuario de Yahvé — parece que siente envidia de los que tienen la suerte de poder continuar en las vigilias nocturnas las alabanzas del Señor, y así invita a los sacerdotes y levitas a ser solícitos en el canto de sus grandezas 1. Como representantes espirituales del pueblo, deben tener sus manos alzadas, en continuo gesto de súplica 2.

A la invitación del salmista responde una voz sacerdotal anunciando la bendición de parte de Yahvé, que habita en Sión, pero que además es el Creador, y, por tanto, su poder es sin límites. La expresión bendígate Yahvé está tomada de la bendición sacerdotal de Núm 6:24. Así se cierra la serie de los salmos llamados "graduales" o de las ascensiones, que eran cantados por los peregrinos cuando subían al santuario de Yahvé.

1 Cf. 1 Par 9:33. — 2 Cf. Sal 28:3; 1 Tim 2:8.

 

Salmo 135 (Vg 134): Acción de Gracias.

Esta composición es esencialmente heterogénea, hecha a base de reminiscencias de otros pasajes bíblicos, tomados principalmente del Salterio 1. En el v.7 parece que se cita el texto de Jer 10:13. Desde el punto de vista literario, podemos considerar este salmo como un himno litúrgico en el que se cantan las grandezas de Yahvé, manifestadas en la creación, en los fenómenos de la naturaleza y en los portentos obrados en favor de su pueblo: en Egipto, en las estepas del Sinaí y, finalmente, en la conquista de Canaán. La actividad protectora de Yahvé se contrapone a la inanidad de los ídolos de los otros pueblos, que ni siquiera tienen vida. A pesar de ser el salmo un mosaico de frases tomadas de diversos pasajes bíblicos, tiene vigor de expresión y aun de ritmo. Es como una explicitación de la invitación del salmo anterior a alabar a Yahvé, enumerando sus beneficios en favor de su pueblo, y tiene alguna analogía con las bendiciones de los levitas de Neh 9:45.

La grandeza de Yahvé manifestada en la creación (1-7).

1 Aleluya! Alabad el nombre de Yahvé, alabadlo, siervos de Yahvé; 2 los que estáis en la casa de Yahvé, en los atrios de la casa de nuestro Dios. 3 Alabad a Yahvé, porque es bueno; cantad salmos a su nombre, porque es complaciente. 4 Porque eligió para sí Yahvé a Jacob, a Israel por posesión suya. 5 Ciertamente sé que Yahvé es grande, que nuestro Señor está por encima de todos los dioses. 6 Yahvé hace cuanto quiere en los cielos y en la tierra, en el mar y en todos los abismos. 7 Hace subir las nubes desde los confines de la tierra, hace los relámpagos para la lluvia, saca al viento de sus escondrijos.

Como en el salmo anterior, se invita especialmente a los levitas y sacerdotes a celebrar el nombre glorioso de Yahvé, porque se manifiesta bueno y complaciente en sus obras 2, entre las cuales está la elección de Israel como "heredad" o posesión suya entre todas las naciones 3. Su grandeza sobrepasa a la de los supuestos dioses de otros pueblos, de los que dirá después que no tienen vida. En primer lugar, es el Hacedor de cielos y tierra, y su poder creador se extiende hasta los abismos misteriosos sobre los que flota la tierra, asentada en cuatro columnas4. También los fenómenos atmosféricos son promovidos por su mano todopoderosa: las nubes, los relámpagos y el viento, al que se concibe encerrado en grandes depósitos o escondrijos, de los que le hace salir para enviar la tempestad huracanada5. Este v.7 está literalmente tomado de Jer 10:13 Y 51:16, donde se contrapone el poder de Yahvé a la inanidad de los ídolos.

Los beneficios otorgados a Israel (8-14).

8 E hirió a los primogénitos de Egipto, lo mismo hombres que ganados. 9 Mandó portentos y señales en medio de ti, Egipto; sobre el faraón y todos sus subditos. 10 El hirió a numerosas gentes y mató a poderosos reyes. 11 Α Seσn, rey de los amorreos, y a Og, rey de Basan, y a todos los reyes de Canaán 6; 12 y dio sus tierras en heredad, en heredad a Israel, su siervo. 13¡Oh Yahvé! Tu nombre es eterno. Yahvé, tu recuerdo es de generación en generación. 14 Porque hace justicia Yahvé a su pueblo y se muestra propicio a sus siervos.

El poder omnímodo de Yahvé se muestra no sólo en las manifestaciones grandiosas atmosféricas, sino en la historia de Israel, particularmente durante sus primeros años de vida nacional. Las plagas de Egipto — particularmente la muerte de los primogénitos — mostraban su protección al pueblo elegido 7. Y, al entrar en la tierra prometida, la mano poderosa de Yahvé se mostró en la victoria sobre los reyes de Transjordania y de Canaán 8. Sólo así los israelitas pudieron entrar en posesión de la tierra de Canaán, que les estaba destinada como "heredad" en los planes divinos. Así se cumplían las antiguas promesas hechas a los patriarcas 9 y se iniciaba la historia de Israel con vida propia nacional. El nombre de Yahvé queda, pues, indefectiblemente unido a la historia de su pueblo, al que protege en los momentos críticos de su existencia como colectividad teocrática.

La inanidad de los ídolos (15-21).

15 Los simulacros de las gentes son oro y plata, obra de las manos de los hombres. l6 Tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven. 17 Tienen orejas, y no oyen; no hay aliento en su boca. 18 Semejantes a ellos sean los que los hacen y cuantos en ellos confían. 19 Casa de Israel, bendecid a Yahvé; casa de Aarón, bendecid a Yahvé. 20 Casa de Levi, bendecid a Yahvé; los que teméis a Yahvé, bendecid a Yahvé. 21 Bendito sea Yahvé desde Sión, el que habita en Jerusalén. Aleluya!

Los v.15-18 son idénticos a Sal 115:4-8. La inanidad de los ídolos contrasta con la omnipotencia divina antes proclamada.

El salmista termina invitando a todo Israel, particularmente a los pertenecientes a la clase sacerdotal y a la tribu de Leví, a reconocer y agradecer los beneficios de Yahvé con cantos de alabanza en su santuario 10. En Sión tiene su morada, y desde allí envía bendiciones continuamente a su pueblo.

1Cf. v.1-2 y Sal 113:1-2; 134:1; v.3 y Sal 142:1; v.4 y Dt 7:6; Ex 19:5; v.6 y Sal 115:3; Ex 20:4; v.7 y Jer 10:13; 51:6; Sal 33:7; № 38:22; v.8 y Sal 136:10; v.10-12 y Sal 136:17-22; Sal 105:44; 111.6; v.14 y Dt 32:36; Sal 90,13; v.1s-18 y Sal 115:4-8; v.19-2o y Sal 115:9-13; 118:2-4. — 2 cf. Sal 147:1. — 3 Cf. Dt 7:6; Ex 19:5. — 4 Cf. sal 24:1: — 5 Cf. Sal 33:8; Job 38:22; 1 Re 18:44. — 6 Lit. en el TM: "reinos." Reyes: exigido por paralelismo. — 7 Cf. Ex 11:1s. — 8 Cf. Núm 21:215.335; Dt 2:305; 31:1s; Am 2:0; Dt3:21; Jos 12:7-24. — 9 Cf. Dt 4:38. — 10 Cf. Sal 134.

 

Salmo 136 (Vg 135): Canto de Acción de Gracias.

Este salmo también tiene un aire litúrgico y se asemeja mucho al anterior por su contenido, aunque literariamente se distingue por la inserción de un estribillo en la segunda parte de cada versículo, lo que indica su carácter responsorial, cantado con alternanza de coros. Sabemos por Esd 3:11 y 2 Par 7:3-6 que en la organización del culto cantaban alternativamente los coros, declarando la bondad y longanimidad de Yahvé. Algunas veces intervenía todo el pueblo con la contestación Amén, Aleluya! Entre los judíos, este salmo era llamado "Gran Hallel," en contraposición al simple "Hallel," que comprendía los salmos 113-118; pero aquella denominación pasó a designar también el conjunto integrado por los salmos 135-136 y 120-136.

Podemos distinguir en este himno tres partes: a) Yahvé, Creador del universo (1-9); b) libertador del pueblo escogido (10-24); c) providencia sobre toda criatura (25-26). Como el salmo anterior, éste abunda en reminiscencias de otros salmos y pasajes bíblicos. Parece que en él se inspiró el autor de Eclo 51:1-15 para componer su cántico. Algunos autores consideran el salmo 136 como una explicitación o adaptación coral del contenido del salmo 135.

Yahvé, creador de todas las cosas (1-9).

1 Alabad a Yahvé, porque es bueno, porque eterna es su piedad. 2 Alabad al Dios de los dioses, porque eterna es su piedad. 3 Alabad al Señor de los señores, porque eterna es su piedad. 4 Al que es único en hacer portentos, porque eterna es su piedad. 5 Al que hizo sabiamente los cielos, porque eterna es su piedad. 6 Al que afirmó la tierra sobre las aguas, porque eterna es su piedad. 7 Al que hizo los grandes luminares, porque eterna es su piedad; 8 el sol para dominar de día, porque eterna es su piedad; 9 la luna y las estrellas, para dominar de noche, porque es eterna su piedad.

El salmista inicia su himno responsorial invitando a reconocer la bondad divina y su soberanía sobre todo, incluso sobre los supuestos dioses de los otros pueblos, que para él no tienen vida propia. Su poder es omnímodo, y se manifestó en la obra de la creación. El canto sigue el relato de Gen 1: la formación de los cielos y de la tierra sobre las aguas; después destaca el mundo sideral: el son, la luna y las estrellas, que, lejos de ser divinidades, como creían los pueblos gentílicos, son unos instrumentos al servicio del hombre. Cada uno de ellos tiene su momento fijado para aparecer: el sol de día, la luna y las estrellas de noche. Y todo conforme a un plan divino previamente fijado conforme a su sabiduría.

Protección divina sobre Israel (10-24).

10 Al que hirió a los primogénitos de Egipto, porque es eterna su piedad. n Y sacó a Israel de en medio de ellos, porque es eterna su piedad. 12 Con mano fuerte y brazo tendido, porque eterna es su piedad. 13 Al que dividió en partes el mar Rojo, porque es eterna su piedad. 14 E hizo atravesar a Israel por medio de él, porque es eterna su piedad. 15 Y sumergió al faraón y a su ejército en el mar Rojo, porque eterna es su piedad. 16 Al que condujo a su pueblo por el desierto, porque eterna es su piedad. 17 Que hirió a grandes reyes, porque eterna es su piedad. 1S Y mató a reyes poderosos, porque eterna es su piedad: 19 a Seón, rey de los amorreos, porque es eterna su piedad; 20 y a Og, rey de Basan, porque es eterna su piedad; 21 cuyas tierras dio en heredad, porque es eterna su piedad, 22 en heredad a Israel, porque es eterna su piedad; 23 que en nuestra humillación se acordó de nosotros, porque es eterna su piedad; 24 y nos libró de nuestros opresores, porque es eterna su piedad.

Esta segunda sección del salmo está calcada sobre la segunda del salmo anterior, de la que es una simple adaptación litánica para ser cantado alternativamente con el pueblo.

La Providencia divina (25-26).

25 Que da pan a toda carne, porque eterna es su piedad. 26 Alabad al Dios del cielo, porque es eterna su piedad.

El v.25 parece fuera de lugar, pues la mención de la Providencia sobre todos los seres interrumpe bruscamente el himno, que canta la protección divina sobre Israel como pueblo 2. Parece que forma parte de una sección perdida en la que se cantaría la solicitud providente de Yahvé sobre todos los animales y sobre el hombre, al estilo del salmo 104. La composición termina invitando a alabar al Dios del cielo, expresión que sólo aparece aquí en el Salterio y en los libros de la época persa 3. Es una traducción de un título similar aplicado a los dioses de Persia.

1 Cf. Sal 106:48. — 2 Cf. 104:273; 145:15; 147:9. — 3 Cf. Esd 1:2; Neh 1:4; 2:4; 2 Par 36:23; Jon 1:9; Dan 2:18.

Salmo 137 (Vg 136): El Amor de los Cautivos por Sion.

Para los judíos, la tierra patria era la única tierra sagrada del orbe, porque en ella tenía su morada el Dios de Israel. Todos los otros territorios resultaban profanos para su cerrada concepción religiosa nacionalista. Por eso, la ausencia de la tierra santa producía una nostalgia irreprimible entre los fieles israelitas. El salmista se considera morando en las tierras del opresor babilónico, y, por eso, su lengua enmudece en espera de poder reanudar las alabanzas de Yahvé en la tierra sagrada de sus antepasados. Esperando en los antiguos vaticinios profetices, esperaba que un día la tierra de Yahvé se convertiría en centro religioso de todos los pueblos! En un arranque de cólera desea para los enemigos tradicionales de su pueblo el castigo devastador y la exterminación de su población. Estas imprecaciones han de medirse conforme al estadio imperfecto de revelación del A.T., en el que la doctrina del perdón y del amor al enemigo no había adquirido las claridades evangélicas.

Desde el punto de vista literario, este salmo es considerado como una de las perlas del Salterio. En general, predomina el tono elegiaco, aunque al final se impone el acento imprecatorio.

En la versión griega, el salmo es atribuido a David. Los autores antiguos más bien lo relacionaban con Jeremías, comparándolo con sus trenos. Parece que el autor es un levita recién llegado de la cautividad, que tiene fresco el recuerdo de los tristes años del exilio y se expresa como si aún morase a orillas del Eufrates. En su composición se refleja el alma lacerada de los exilados en Babilonia, que aún sufren lejos de la patria.

Los Tristes Recuerdos del Exilio.

1 Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos y llorábamos acordándonos de Sión. 2 De los sauces que hay en medio de ella, colgábamos nuestras cítaras. 3 Allí los que nos tenían cautivos nos pedían canciones; los que nos habían llevado atados, alegría: "Cantadnos algunos de los cantos de Sión." 4 ¿Cómo habíamos de cantar las canciones de Yahvé en tierra extranjera? 5 Si yo me olvidara de ti, Jerusalén, olvidada sea mi diestra 2. 6 Pegúese mi lengua al paladar si no me acordara de ti, i si no pusiera a Jerusalén por encima de mi alegría. 7 Recuerda, ¡oh Yahvé! a los hijos de Edom el día de Jerusalén, los que decían: "¡Arrasad, arrasad hasta los cimientos!" 8 Hija de Babel, la devastadora, dichoso el que te diere el pago que a nosotros nos diste. 9 ¡Bienaventurado quien agarrare y estrellare contra la roca a tus pequeñuelos!

El salmista se traslada mentalmente a su antigua estancia junto a los r/os o canales del Eufrates, en cuya orilla se asentaba la odiada Babilonia. Para un israelita procedente del territorio calcinado, seco y lleno de colinas de Palestina, lo que más le impresionaba era la llanura feraz de Babilonia, con sus múltiples canales de regadío. A la sombra de los sauces se reunían los deportados judíos, recordando, tristes y melancólicos, a su tierra nativa y los trágicos sucesos que los habían llevado a aquellas lejanas tierras. En los árboles colgaban sus instrumentos músicos para meditar sobre el triste pasado. Los soldados que los vigilaban les invitaban a entonar sus canciones patrias y sus himnos cantados en las solemnidades litúrgicas del templo. La petición resulta sarcástica en labios de sus opresores. La reacción de los deportados es el silencio sistemático: no podían entonar sus cánticos sagrados en tierra extraña y profana (v.4). Hubiera sido traicionar a sus amores patrios y a su religión.

Con frases vigorosas, el salmista lanza imprecaciones contra él mismo, caso de que acceda a tan sacrilega invitación 3. Estos juramentos han de ser entendidos dentro del radicalismo de expresión tan frecuente en los escritos bíblicos, obra de autores, orientales de imaginación ardiente y de temperamento fogoso. Llevado de un espíritu de revancha, pide a Yahvé que haga uso de su jttsticia contra los edomitas, que se alegraron de la ruina de Jerusalén4. Y, finalmente, lanza una imprecación feroz contra Babilonia, la devastadora del pueblo elegido: ¡que sus hijos sean estrellados contra las rocas! Esta afirmación, que hiere nuestra sensibilidad humanitaria y cristiana, ha de entenderse teniendo en cuenta el módulo literario de la composición- — propensión a la exageración y a la hipérbole, a las frases radicales y extremosas — y a la imperfección del ideal ético del A.T. El salmista, en un desahogo psicológico, ansia acabar con la progenie de la nación opresora, para que sea tratada como ella trató a Jerusalén 5.

1 Cf. Is 2:4. — 2 Olvidada. No pocos autores modernos corrigen: <<deséquese" (leyendo íishkaj en vez de tijjash). — 3 Cf. Job 31:21-22; 29:10. — 4 Cf. Am 1:11; Abd ios; Jl 3:19; Jer 49:7s; Lam 4:21s; Ez 25:12s; 35:25; Is 34:1s; 63:13. — 5 Cf. Is 13:16; Os 10:14; 13:16; Nah 3:10; 2 Re 8:12; Romero, Jliada XXII 63.

 

Salmo 138 (Vg 137): Acción de Gracias.

El salmista parece hacerse eco de los sentimientos de gratitud del pueblo al ser liberado de la opresión babilónica. Así, alaba a Yahvé por el cumplimiento de sus antiguas promesas, lo que servirá para que todos los reyes de la tierra reconozcan su señorío y poder. Esta esperanza de conversión de las naciones aparece en Sal 102:155 y en la segunda parte del libro de Isaías (c.40-66).

Yahvé, libertador y protector.

lDavid1. Quiero alabarte (¡oh Yahvé!) con todo mi corazón (porque escuchaste las palabras de mi boca) 2. Te cantaré salmos ante los dioses3. 2Me prosternaré ante tu santo templo y cantaré tu nombre por tu piedad y tu verdad, pues has magnificado sobre todas las cosas tu nombre y tu palabra. 3 Cuando te invoqué, me oíste, y dilataste la fuerza en mi alma, 4 Te alabarán, ¡oh Yahvé! todos los reyes de la tierra cuando oigan las palabras de tu boca. 5 Cantarán en los caminos de Yahvé: "¡Grande es ciertamente la gloria de Yahvé" 6 Porque excelso es Yahvé y atiende al humilde, pero al altivo le conoce desde lejos. 7 Cuando camino en medio de la angustia, me vivificas, extiendes tu mano contra la ira de mis enemigos, y tu diestra me salva. 8 Perfeccione Yahvé en mi favor (su obra). Eterna es, ¡oh Yahvé! tu piedad. ¡No abandones la obra de tus manos!

El poeta quiere declarar las alabanzas de su Dios ante los supuestos dioses de las otras naciones. Esto no quiere decir que reconozca las divinidades de los pueblos gentílicos, sino que se dispone a cantar las alabanzas de Yahvé en medio de un ambiente idolátrico, declarando su superioridad sobre todo lo que es objeto de adoración por parte de los gentiles. La liberación del pueblo israelita es una prueba del poder de su nombre. Por ella reconocerán su soberanía tocios los reyes de la tierra; al ver el cumplimiento de las antiguas promesas, le reconocerán como Dios único y salvador 4.

En efecto, por excelso y encumbrado que esté Yahvé en los cielos de los cielos, no se desentiende de los humildes, a los que dispensa su protección5, mientras que al altivo le conoce (le tiene ante sus ojos escrutadores), pero de lejos, pues no le dispensa su protección.

La distancia no impide que esté al tanto de sus inicuas acciones; pero su mirada, lejos de ser protectora, es justiciera y punitiva. El salmista tiene experiencia personal de la protección divina, que le salva de la angustia y, al mismo tiempo, castiga inexorablemente a sus enemigos 6. Seguro del auxilio divino, pide a Yahvé que continúe favoreciéndole, cumpliendo así sus promesas7. Israel es la obra de sus manos, y, en consecuencia, no debe dejarla incompleta, sino protegerla hasta que alcance la plenitud prevista en sus augustos designios.

1 Algunos mss. de los LXX añaden: "de Ageo y Zacarías." — 2 Falta en el TM, pero está en los LXX. — 3 Dioses. Así según el TM. Los LXX: "ángeles"; Targum: "jueces"; Sir.: "reyes." — 4 Cf. Sal 68:30s; 102:15-16. — 5 Cf. Ex 3:7; Is 57:15; 66:2; Sal 113:5s. — 6 Cf. Sal 94:75; Job 32:125; 1:7. — 7 La frase extender la mano tiene un sentido amenazador (cf. Sal 144:7; Ex 3:20; 915).

 

Salmo 139 (Vg 138): La Omnisciencia y Omnipotencia Divinas.

Este salmo tiene el aire de una meditación teológica sobre los atributos de la sabiduría y omnipresencia de Yahvé, sobre los misterios de los designios divinos y sobre el problema del mal. Dios conoce a fondo las interioridades del hombre: sus designios, sus intenciones, sus pensamientos más secretos, porque le envuelve y penetra en todo su ser. Pero, al mismo tiempo, tiene especialísima solicitud de él. El salmista, ante este panorama, no comprende la actitud y conducta de los pecadores, que hacen caso omiso de su Dios. Identificado con el sentir divino, llega a odiar a los enemigos de su Señor.

Aunque el título atribuye esta composición a David, los críticos modernos, en razón de los no pocos arameísmos que encuentran en ella, se inclinan por una fecha tardía de redacción, desde luego posterior al exilio babilónico. La reflexión teológica nos lleva a los círculos de "sabios" de los tiempos más recientes del A.T. Muchas ideas son muy similares a las expuestas en el libro de Job, y aun el lenguaje se asemeja a este libro didáctico, en el que se plantea el problema de la permisión del mal en los planes divinos 1. El salmo es una meditación sobre la Providencia divina en estilo poético: "Los atributos divinos no son considerados en sí mismos, ni en su relación a la esencia divina, ni aun en sus relaciones con la humanidad en general, sino, como es natural, en la plegaria meditada, en sus relaciones con la persona individual" 2. "El desarrollo de los pensamientos se hace, no de una manera abstracta, sino por imágenes muy realistas, algunas veces demasiado brillantes. No se le lee, se le ve." 3 Es uno de los salmos más bellos del Salterio.

Podemos distinguir cuatro estrofas: a) Yahvé conoce los secretos del ser humano (1-6); b) está presente en todas partes, y, por tanto, es inútil querer escapar a sus dominios (7-12); c) este conocimiento íntimo del ser humano se basa en el hecho de que lo ha formado (13-18); d) ¿Por qué Yahvé tolera al pecador? (19-24).

La omnisciencia divina (1-6).

1 Al maestro del coro. Salmo de David. ¡Oh Yahvé! tú me has examinado y me conoces, 2 tú conoces cuándo me siento y cuándo me levanto, y de lejos entiendes mi pensamiento. 3 Disciernes cuándo camino y cuándo descanso, te son familiares todas mis sendas. 4 Pues aún no está la palabra en mi lengua, y ya tú, Yahvé, lo sabes todo. 5Me envuelves por detrás y por delante y pones sobre mí tu mano. 6 Sobremanera admirable es para mí esta ciencia, demasiado sublime para poder (comprenderla).

El conocimiento divino sobre el hombre se extiende a todas sus más íntimas manifestaciones. Nada se escapa a su admirable percepción: cuando se sienta, cuando se levanta, cuando camina, cuando descansa, se halla siempre bajo la mirada escrutadora de Yahvé 4. Sus mismas palabras están ya medidas antes de que tomen expresión articulada. La razón de esta ciencia radica en el hecho de que Dios todo lo penetra con su Ser misterioso (v.5). El salmista, sin acudir a las formulaciones escolásticas — Dios está en todas partes "por esencia, presencia y potencia" —, sabe que lo llena todo, y particularmente envuelve al hombre en todo su ser corporal y racional. Esto es un misterio que excede a la humana inteligencia, y el salmista, como el Apóstol de las gentes, declara que es incomprensible 5.

La omnipresencia divina (7-12).

7 ¿Dónde podría alejarme de tu espíritu? ¿Adonde huir de tu faz? 8 Si subiere a los cielos, allí estás tú; si bajare al "seol," allí estás presente. 9 Si tomara las alas de la aurora y quisiera habitar al extremo del mar, 10 también allí me cogería tu mano y me tendría tu diestra. 11 Si dijere: "Ciertamente las tinieblas me envuelven y sea la noche luz en torno mío," 12 tampoco las tinieblas son oscuras para ti, y la noche luciría como el día, pues las tinieblas son como la luz (para ti).

Aunque el hombre tratara de salirse de la órbita de Dios, no encontraría lugar alguno en que no le envolvería su presencia. El espíritu de Yahvé — su energía y fuerza vivificante — lo domina todo, y su faz — manifestación de la presencia divina a los hombres — tiene una visión panorámica sobre todo lo creado. Es inútil, pues, huir de su presencia escrutadora6. Yahvé está en la cima de los cielos, pero hasta el seol, o región de los muertos, se extiende su mirada inquisidora 7. Y en la tierra domina todos los puntos cardinales. Inútil, pues, trasladarse al otro extremo del mar — el occidente mediterráneo —, pues también allí campea la presencia divina 8.

Ni siquiera las tinieblas pueden encubrirle, pues a la mirada divina son lúcidas y transparentes como el día 9, y, por otra parte, Yahvé, como Creador, que ha modelado al hombre en el seno materno, conoce sus interioridades y reconditeces10. Todo esto es misterioso, pero no por ello menos admirable; y el salmista proclama con énfasis la omnisciencia divina.

El hombre, modelado por Dios (13-18).

13 Porque tú formaste mis entrañas, tú me tejiste en el seno de mi madre, 14 Te alabaré por el maravilloso modo en que me hiciste. ¡Admirables son tus obras! Del todo conoces mi alma. 15 Mis huesos no te eran ocultos cuando fui modelado en secreto y bordado en las profundidades de la tierra. 16 Ya vieron tus ojos mis obras, siendo escritas todas en tu libro. Estaban mis días determinados cuando aún no existía ninguno de ellos. 17 ¡Cuan difíciles son (de entender) tus pensamientos, oh Dios! ¡Qué ingente el número de ellos! 18 Si quisiera contarlos, son más que las arenas; si llegara al fin, aún sería contigo.

La razón de que Yahvé conozca los secretos más íntimos del hombre está en que lo ha modelado misteriosamente en el seno materno, tejiéndolo cuidadosamente en todos sus detalles n. Yahvé ha combinado maravillosamente, como en un bordado, sus diferentes partes, contando sus huesos, y todo en secreto — en el seno materno —, como si fuera en las mismas profundidades de la tierra.

Pero, además, de antemano preveía todos los actos y obras del ser humano que están consignados por escrito en un misterioso libro en el que Dios lleva la registracion de sus acciones. Los días estaban ya fijos cuando aún no había comenzado el primero de ellos 12. Todo esto es inexplicable para el hombre, pues los pensamientos divinos son inescrutables 13 y es inútil intentar enumerarlos, pues cuando se cree que ha llegado al fin, no ha comenzado aún, porque se encuentra con la inmensidad del misterio de Dios: aún sería contigo.

¿Por qué Dios tolera al pecador? (19-24).

19 ¡Oh Dios! si exterminaras a los impíos, si alejaras de mí a los hombres sanguinarios, 20 que insidiosamente se rebelan contra mí, y pérfidamente se engríen tus adversarios. 21 ¿Cómo no odiar, ¡oh Yahvé! a los que te odian? ¿Cómo no aborrecer a los que se levantan contra ti? 22 Los detesto con odio implacable y los tengo por enemigos míos. 23 Escudríñame y conoce mis inquietudes, 24 y mira si mi camino es torcido, y condúceme por las sendas de la eternidad.

Pero hay otra cosa más inexplicable para la sensibilidad religiosa del salmista: si Yahvé es tan poderoso y lo sabe todo, ¿por qué estan tolerante con los que infringen su ley? El problema de la existencia del mal le deja perplejo como al autor del libro de Job 14. En sus ansias de entrega a Dios, desearía que desaparecieran todos los que viven fuera de su ley. Para el salmista, el mal no es una idea abstracta, sino una realidad viviente en los pecadores que oprimen a los justos y derraman sangre inocente 15. Atacar a los justos es hacer frente a la voluntad divina; por eso siente odio contra los que se rebelan contra ella. Las expresiones de indignación son fuertes, en consonancia con la mentalidad del A.T., y reflejan su identificación con lo que cree son los intereses de Yahvé. No considera que, si Dios permite a los pecadores, es por su misericordia y para aquilatar la virtud de los justos.

Deseando no apartarse de las sendas rectas, pide a su Dios que le examine a fondo para que le muestre sus fallos, de forma que no se aparte de ellas, pues conducen a El, y en ese sentido son sendas de eternidad. El cumplimiento de los preceptos divinos lleva a la vida 16 y a la paz 17, mientras que los caminos del vicio conducen a la ruina y a la muerte 18. No parece que la perspectiva del salmista se extienda a la vida en Dios después de la muerte, como se enseña en el libro de la Sabiduría 19.

1 Compárese v. 13-16 y Job 10:95. — 2 Faulhaber, citado por J. Calés, o.c., II 556. — 3 J. calés, ibíd. — 4 Cf. Jer 17:10; Sal 127:2; Dt 6:7. — 5 Cf. Rom 11:33; Is 2:11.17; 12:4. — 6 Cf. Ex 33:14-15; Jon 1:3.10; Is 63:9-10; Sab 1:73. — 7 Cf. Am 9:2s; Jer 23:24. — 8 Cf. Sal 18:11; Mal4:2. — 9 Cf. Job 24:13-17. — 10 Cf. Job 10:8-11. — 11 Cf. Job 10:8-11. — 12 Cf. Job 3:1. — 13 Cf. Job 26:14; Sal 36:8; 92:5.

 

Salmo 140 (Vg 139): Oración de un Calumniado y Perseguido.

Los salmos 140-143 constituyen un grupo de características afines. Los cuatro llevan por encabezamiento el nombre de David. Las ideas y el lenguaje son similares, lo que parece indicar que tienen un mismo autor. Abundan las reminiscencias de otras composiciones salmódicas, y no se distinguen por su originalidad. El salmista se siente hostilizado por gentes desaprensivas que no saben valorar lo religioso. Por eso, se dirige a Dios para que le libre de sus pérfidas asechanzas. Se mezcla el tono deprecativo con las imprecaciones, como suele ser usual en estos salmos que reflejan un alma angustiada. Bajo este aspecto, son grandes las semejanzas con las composiciones de las dos colecciones atribuidas a David l.

Las insidias de los impíos.

1 Al maestro del coro. Salmo de David 2. 2 Líbrame, ¡oh Yahvé! del hombre malo, presérvame de los hombres violentos, 3 de los que maquinan el mal en el corazón y todo el día excitan contiendas. 4 Afilan su lengua como serpientes, tienen bajo sus labios el veneno del áspid. Seldh. 5 Guárdame, Yahvé, de las manos del impío; protégeme de los hombres violentos, que maquinan tropiezos a mis pasos. 6 Los soberbios, que me ponen ocultos lazos, tienden las ledes a la vera del camino y ponen cepos para mí. Seldh. 7 Pero yo digo a Yahvé: "Tú eres mi Dios." Escucha, ¡oh Yahvé! la voz de mis súplicas. 8 Yahvé, Señor, mi fuerza salvadora, tú cubres mi cabeza en el día del combate. 9 No accedas, Yahvé, a las ansias del impío; no permitas que se logren sus dolosos designios. 10 Alzan su cabeza los que me cercan, la malicia de sus labios los aplaste. 11 Lluevan sobre ellos brasas encendidas, caigan en el abismo para no levantarse jamás. 12 El hombre lenguaraz no permanecerá sobre la tierra; el hombre violento será presa del infortunio, que le derribará. 13 Pero yo sé que Yahvé saldrá en defensa del desvalido, a la defensa del pobre. 14 Ciertamente los justos alabarán tu nombre, y los rectos habitarán en tu presencia.

El justo se halla aislado en una atmósfera de incomprensión y hostilidad por parte de gentes desalmadas que no vacilan en violentarlo hasta la efusión de sangre. Constantemente traman ardides contra los que siguen la ley divina, y con sus lenguas lanzan calumnias que son más perniciosas que el veneno del áspid 3. Como diestros cazadores, esconden lazos para hacer caer la ansiada presa 4. Frente a una hostilidad sistemática, no le queda al devoto sino confiar en su Dios, implorando su poderoso auxilio. En los momentos difíciles, Yahvé siempre ha sido su fuerza salvadora 5, cubriendo su cabeza con un yelmo protector en el fragor del combate 6. Por eso, ahora espera que sus enemigos triunfen en sus aviesos designios. Cuando se manifieste la justicia punitiva de Yahvé, sufrirán la suerte de las ciudades malditas de Sodoma y Gomorra, sobre las que llovieron brasas encendidas para ser anegadas en el abismo de fuego y azufre, y no volver a aparecer de nuevo7.

Siguiendo la opinión en el A.T., los impíos tendrán que recibir su merecido en esta vida, y su prosperidad en la tierra no puede ser permanente. Cuando menos lo espere, será presa del infortunio, porque Yahvé vela por la suerte de los justos, particularmente los desvalidos y pobres8. Por eso, los justos terminarán por triunfar, permaneciendo en presencia de Yahvé para manifestar sus alabanzas. Frente a la inseguridad del malvado está la paz y prosperidad del recto de corazón 9.

1 Compárese v. 13-16 y Job 10:95. — 2 Faulhaber, citado por J. Calés, o.c., II 556. — 3 J. Calés, ibíd. — 4 Cf. Jer 17:10; Sal 127:2; Dt 6:7. — 5 Cf. Rom 11:33; Is 2:11.17; 12:4. — 6 Cf. Ex 33:14-15; Jon 1:3.10; Is 63:9-10; Sab 1:73. — 7 Cf. Am 9:2s; Jer 23:24. — 8 Cf. Sal 18:11; Mal4:2. — 9 Cf. Job 24:13-17. — 10 Cf. Job 10:8-11. — 11 Cf. Job 10:8-11. — 12 Cf. Job 3:1. — 13 Cf. Job 26:14; Sal 36:8; 92:5. — 14 Cf. Job21:7S. — 15 Sal 104:35. — 16 Cf. Sal 16:12; Prov 12:28. — 17 Cf. Is59:8. — 18 Cf. Sal 1:7; 25:4-5; Jer 21:8. — 19 Cf. Sab3:1s.

 

Salmo 141 (Vg 140): Oración del Justo en Peligro.

El salmista pide sea aceptada su plegaria vespertina — quizá con ocasión del sacrificio de la tarde — para no desfallecer en el camino de la virtud. Desea que los rectos de corazón le reprendan para no ir tras de las sendas de la impiedad. Parece que alude el salmista a dos clases de peligros que le acechan: de índole corporal (miedo a perder la vida) y de índole moral (peligro de abandonar el camino de la virtud). Sobre todo le preocupan los peligros espirituales: pecados de pensamiento, palabras y acciones, que provienen de la mala inclinación del corazón y del ejemplo perverso. Por ello quiere evitar la compañía de los malvados y permanecer en estado de perpetua vigilancia con sus oraciones. Sobre todo quiere evitar los halagos de los malvados que tratan de atraerle al mal camino. Como en el salmo anterior, encontramos mezclados el acento deprecativo y el de las imprecaciones. El texto es muy incorrecto; por eso es uno de los más difíciles de traducir. Particularmente los v.6-7 son muy enigmáticos y parecen interrumpir el texto deprecativo. Por ello pueden considerarse como una inserción poco afortunada, tomada de un cántico épico en que se alude a hechos bélicos para nosotros desconocidos.

Plegaria contra las seducciones malignas.

1 Salmo de David. ¡Oh Yahvé! a ti clamo, apresúrate a socorrerme, oye la voz del que te invoca. 2 Séate mi oración como incienso en tu presencia, y el alzar a ti mis manos como oblación verpertina. 3 Pon, Yahvé, guardia a mi boca, centinelas a la puerta de mis labios, 4 No dejes que se incline al mal mi corazón, a hacer impías maldades; con los hombres que cometen iniquidad no tenga yo parte en sus suntuosos banquetes. 5 Que me castigue el justo es un favor; que me reprenda es óleo sobre mi cabeza, que mi cabeza no rechaza *. Incesantemente oraré por sus calamidades 2. 6 Fueron precipitados sus jueces desde el borde de la roca, y oyeron mis palabras, que eran blandas. 7 Como se hiende y ara la tierra, están esparcidos nuestros huesos a la boca del "seol." 8 Pero mis ojos (se vuelven) a ti, Yahvé; a ti me acojo, no me rechaces. 9 Guárdame del lazo que me tienden, de los armadijos de los malhechores. 10 Caerán los impíos en sus mismas redes, mientras que yo paso (incólume).

El salmista se siente acechado por dos graves peligros: el de sus malas inclinaciones y el de las solicitaciones malignas de los enemigos de la ley de Dios, que le ponen tropiezos para caer y no seguir el camino de la virtud. Por eso suplica que su oración sea agradable a Yahvé como el incienso del sacrificio vespertino 3, y su elevación de manos (signo deprecativo) le sea acepta como la oblación de la tarde 4. Tiene miedo a prevaricar de palabra, y por eso suplica que guarde sus labios cuidadosamente como solícito centinela5. No quiere adoptar el lenguaje de los impíos, que no saben valorar las exigencias,de la ley divina. Por otra parte, desconfía de sus propias inclinaciones, que se dejan llevar por lo más fácil, por la pendiente del camino que conduce al mal 6. De ningún modo quiere tomar parte en las francachelas de los impíos, en las que "comen el pan de la maldad y beben el vino de la violencia"7. La vida licenciosa de los impíos es algo que repugna a la sensibilidad religiosa de las almas selectas.

Prefiere ser fustigado por el justo, cuya palabra de corrección es para él agradable como óleo perfumado sobre su cabeza (v.8). Lejos de molestarse por sus reprimendas, las agradecerá, y orará por ellos cuando se hallen envueltos en calamidades. Prefiere la voz acusadora de los justos a los halagos y atractivos de la vida placentera de los malvados, que le invitan a participar en sus banquetes y desmesuradas alegrías. Es lo que dice el sabio en Prov 27:6: "Leales son las heridas hechas por el amigo, pero los besos del enemigo son engañosos."

Los v.6-7 son extremadamente enigmáticos, y parecen estar fuera de contexto. Quizá aluda el salmista a alguna catástrofe en la que perecieron afrentosamente los jueces o jefes de la nación, que toleraban la vida disoluta a pesar de haber oído las palabras consoladoras y blandas del justo 8. El v.7 parece aludir a la situación angustiosa del justo, cuyos huesos están quebrantados y dislocados como la semilla que se echa al arar la tierra, pues ha estado al borde del sepulcro — a las puertas del seol, la región tenebrosa de los muertos —, sintiendo las angustias de la muerte. O quizá otra explicación posible de la frase sea que el cuerpo dolorido del justo está maltratado como la tierra que despiadadamente se hiende con el rejón del arado 9.

Pero, en medio de las angustias mortales, la mente del salmista se eleva lleno de esperanza hacia Yahvé, del que únicamente puede provenir el debido auxilio. Sus enemigos conspiran contra él con las artimañas del cazador, que pone lazos para coger la presa 10; pero gracias a la intervención divina serán burlados, cayendo en las mismas redes que tendieron a su paso.

1 Este verso es oscuro y muy diversamente traducido: "Que el justo me hiera, es un favor, que me castigue; pero que el aceite del impío no adorne jamás mi cabeza" (Bib. de Jér.). — 2 Bib. de Jér.: "Yo opongo incesantemente mi oración a su malicia." — 3 Cf. Ex 30:7-8; Lev 2:2; Sal 16:16. — 4 Cf. Lev 2:1-2; Sal 38:3; 63:5; 1 Tim 2:8; Sal 25.2. — 5 Cf. Sal 34:14; 39:2; Prov 13:3; 21:23. — 6 Cf. Sal 119:10.133. — 7 Prov 4:17; Sal 34:1-2. — 8 Jueces en sentido de jefes (cf. Miq 5:1; Dan 9:12). — 9 Algunos mss. del texto griego y la versión siríaca leen: "sus huesos." En ese caso se aludiría al castigo de los jefes disolutos. — 10 Cf. Sal 140:11; 7:16; 9:17.

 

Salmo 142 (Vg 141): Oración del Justo en Medio de Peligro.

Siguiendo el tono deprecativo de los dos salmos anteriores, el poeta describe la situación angustiada en que se halla en medio de una obstinada persecución de parte de las gentes impías. Como es ley en estos salmos deprecativos, atribuidos a David, la oración se divide en las siguientes partes: a) invocación (2-4); b) queja (405); c) apto de confianza en Dios (6-7b); d) petición acompañada de acción de gracias (70-8).

El tono deprecativo va mezclado con el elegiaco, abundando los paralelismos sintéticos.

Plegaria de un perseguido.

1 Maskil. De David cuando estaba en la caverna. Plegaría1. 2 Clamo con mi voz a Yahvé, a Yahvé imploro piedad con mi voz. 3 Derramo ante El mi querella, expongo ante El mi angustia. 4Mientras en mí languidece mi espíritu, tú conoces mis sendas y que en el camino por donde voy me han escondido una trampa. 5 Si miro a la derecha, veo que no hay quien me conozca. No hay para mí escape, no hay quien se preocupe de mi alma. 6 A ti clamo, ¡oh Yahvé! Digo: Tú eres mi refugio, mi porción en la tierra de los vivientes. 7 Atiende a mi clamor, porque estoy abatido sobremanera. Líbrame de los que me persiguen, pues prevalecen sobre mí. 8 Saca mi alma de la cárcel para que pueda alabar tu nombre. Me rodearán los justos en corona cuando te hayas mostrado propicio a mí.

En situación extremadamente angustiada, el justo implora a Yahvé con todas sus fuerzas, pues sólo El puede liberarle de tal situación. En realidad, Dios conoce bien su estado abatido, pues toda su conducta está ante sus ojos, y los peligros que le acechan no se escapan a su providencia. Se siente abandonado, sin ayuda alguna humana; por eso, acude al que es su refugio y su porción entre los vivientes, el Dios de Israel, que constituye como la "heredad" o lote particular de las almas selectas 2. En conformidad con esta pertenencia, pide el salmista que le libre de sus perseguidores 3, pues su alma se halla como en la cárcel, privada de toda libertad de acción. Su liberación servirá para que los justos reconozcan su solicitud salvadora sobre los que le son fieles. El salmista piensa en el momento solemne de dar gracias a Yahvé en el templo, rodeado de todos los devotos, que formarán como una corona de honor, felicitándose de su salvación4.

1 Sobre el sentido del título véase com. a Sal 74:1; Sam 24:4; 22:1. — 2 Cf. Sal 16:6; 73:26; 119:57; Larn 3:24. — 3 Cf. Sal 17:2; 79:8; 7:2; 31:16; 18:18. En estos salmos abundan las expresiones tomadas de otras partes del Salterio. — 4 Cf. Sal 22:23.

 

Salmo 143 (Vg 142): Humilde Suplica del Auxilio Divino.

Como los anteriores salmos deprecativos, comprende tres partes: a) invocación (1-2); b) motivos de su aflicción (3-6); c) súplica de ayuda y de liberación (7-12). Esta tiene un aire de penitencia; por eso en la liturgia forma parte de la colección de los siete "penitenciales."

En la composición se entreveran las exclamaciones deprecativas y los desahogos imprecatorios contra los enemigos del justo. Aunque reconoce sus pecados, sabe que Dios es longánime y que es fiel a sus promesas de protección a los que son fieles a su ley. La composición está dividida en dos partes netas (1-6 y 7-12) separadas por la palabra Selah. En la primera predominan los paralelismos sinónimos, mientras que en la segunda abundan los sintéticos. El salmo está lleno de frases tomadas de otras partes del Salterio, como hemos visto en los tres anteriores deprecativos. Todos ellos tienen poca originalidad literaria y parecen ser de época tardía, aunque se adscriban a David como autor.

Oración penitencial.

1 Salmo. De David. Oye, Yahvé, mi oración y presta oído a mi súplica según tu fidelidad, óyeme en tu justicia. 2 No entres en juicio con tu siervo, pues ante ti no se justifica ningún viviente. 3 Pues persigue el enemigo a mi alma; ya ha postrado en tierra mi vida, me ha hecho habitar en las tinieblas como a los muertos de mucho ha. 4 Languidece en mí el espíritu, y mi corazón se estremece dentro de mí. 5 Me acuerdo de los tiempos antiguos; medito en todas tus obras; reflexiono en la obra de tus manos. 6 Extiendo a ti mis manos, y mi alma está como tierra sedienta de ti. Selah. 7 Apresúrate a oírme, ¡oh Yahvé! que desfallece mi espíritu. No me ocultes tu rostro, pues sería semejante a los caídos en la fosa. 8 De mañana hazme sentir tu favor, pues en ti confío. Dame a conocer el camino por donde ir, porque a ti alzo mi alma. 9 Líbrame de mis enemigos, ¡oh Yahvé! pues a ti recurro. 10 Enséñame a hacer tu voluntad, [pues eres mi Dios. Tu espíritu es bueno: lléveme por tierra recta. 11 Por tu nombre, ¡oh Yahvé! preserva mi vida en tu justicia, saca de la angustia mi alma, 12 y por tu piedad extermina a mis enemigos, haz perecer a todos los que afligen mi alma, pues yo soy tu siervo.

Seguro de la protección divina, el salmista implora la intervención divina, pues su fidelidad a las promesas no ha de faltar. La justicia divina implica la conformidad con las exigencias morales de su ser; por eso ha de salir en favor de los que le son fieles. A pesar de las deficiencias de éstos, sabrá tratarlos conforme a su longanimidad, ya que nadie puede justificarse ante la santidad divina1; por eso el salmista suplica que no entre en juicio, llevándolo a su tribunal, sino que le aplique su benevolencia conforme a las antiguas promesas.

El v.3 coincide verbalmente con lo expresado en Lam 3:6. El justo perseguido se siente en situación casi desesperada, al borde del sepulcro, considerado ya como un morador de la región de las tinieblas, donde están los muertos desde antiguo 2. El recuerdo de antiguas intervenciones — medito todas tus obras — le da fuerza y confianza para pedir su intercesión. Su alma está sedienta de Dios, como la tierra lo está de agua (v.6) 3. La presencia divina obrará el milagro de refrescar y revivir moralmente su espíritu abatido. Pero es de suma urgencia la intervención divina, pues está a punto de sucumbir como los caídos en la fosa 4. Por eso ya de mañana debe manifestar su favor al angustiado corazón, iluminando la mente para evitar los peligros que se oponen al camino de la virtud 5.

Dios es bondad, y, en consecuencia, tiene que trasfundirla, haciendo caminar por una tierra recta o llana, sin peligro a sucumbir 6. Es lo que dice el profeta: "El sendero del justo es llano; derecho el camino que tú abres al justo"7. Pero antes es necesario que le libere del peligro de muerte, guardando su ν ida y sacándolo de su situación angustiada. Esta liberación está unida al castigo de los que injustamente le atacan. Por eso, conforme a la mentalidad viejo-testamentaria, el salmista termina lanzando imprecaciones rudas contra sus enemigos. Estos son también los adversarios de Yahvé, y por eso cree que es un bien para la sociedad de los fieles que desaparezcan de la tierra.

1 Cf. Sal 130,3; Job 9:32; 14:3; Is 3:14. — 2 Cf. Jer 51:39; Ecl 12:5. — 3 Cf. Sal 40:2. — 4 Cf. Sal 69:17; 102:2; 27.10; 84:2; 28:2. — 5 Cf. Sal 25:5-6; 40:9. — 6 Cf. Dt 4:43; Sal 26:13. — 7 Is 26:7.

 

Salmo 144 (Vg 143): Acción de Gracias por la Victoria.

El salmo consta de dos partes diferentes por su argumento y su ritmo: a) súplica de un rey que se halla en situación angustiosa como consecuencia de los ataques de pueblos enemigos que violaron la paz de Israel (1-11); b) exaltación de la prosperidad de Israel por su fidelidad a Yahvé (12-15). Esta segunda sección forma parte de otro salmo perdido, que ha sido incrustada a la sección anterior por razones de acoplamiento litúrgico, que a nosotros nos son desconocidas. En la formación de la primera parte intervienen textos de los salmos 18:8-39, 104:33. La segunda parte tiene el aire de un poema "sapiencial" en el que se enseña que la fidelidad a la religión fomenta la prosperidad. En cambio, la primera parece una compilación del salmo 18 1 Por ello se atribuye a David.

La solicitud divina por el hombre (1-11).

1 De David. Bendito sea Yahvé, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la batalla. 2 Es mi fuerza y mi ciudadela 2, mi fortaleza y mi libertador, mi escudo; en El confío. El me somete los pueblos. 3 ¡Oh Yahvé! ¿Qué es el hombre para que de él te cuides? ¿Qué el -hijo del hombre para que pienses en él? 4 Es el hombre semejante a un soplo; sus días son como sombra que pasa. 5 ¡Oh Yahvél Abaja tus cielos y desciende; toca los montes y humearán. 6 Haz brillar tus rayos y dispérsalos; lanza tus saetas y contúrbalos. 7 Tiende tus manos desde lo alto y líbrame de la muchedumbre de las aguas, de mano de los alienígenas, 8 cuya boca habla dolosamente y cuya diestra es diestra de perfidia. 9 Quiero, ¡oh Dios! cantarte un cántico nuevo, entonarte un salmo con el arpa de diez cuerdas. 10 A ti que das la victoria a los reyes, que libraste a David, tu siervo. 11 De la espada maligna líbrame, y sálvame de la mano de los alienígenas, cuya boca habla dolosamente y cuya diestra es diestra de perfidia.

Los v.1-2 ensalzan a Yahvé como protector del rey en sus empresas bélicas. La fraseología es similar a la de Sal 18:35.

En los v.3-4 se trata de la providencia divina en general sobre el hombre, que en su pequenez es digno de la atención de Yahvé. También las expresiones están tomadas de otras composiciones salmódicas 3.

A continuación, el salmista describe la manifestación de su Dios en las tormentas, fulgurando rayos y relámpagos como en Sal 18:9 y 104:32. Apela al poder divino para que le libre de sus enemigos exteriores — alienígenas —, que caen en tromba sobre él como muchedumbre de aguas diluviales. El símil está también tomado de Sal 18:17.46. Sus enemigos traman engañosamente perderle, haciendo juramentos falsos4. El v.8 está tomado de Sal 33:3-4.

Yahvé siempre se ha mostrado propicio a su pueblo, defendiendo a sus reyes, como lo hizo con su siervo David, el rey ideal de Israel 5.

Deseos de prosperidad (12-15).

12 Que sean nuestros hijos como plantas, que crecen en su juventud, y nuestras hijas como pilares, esculpidos como los de un templo. 13 Estén llenos nuestros graneros, rebosantes de frutos a granel; sean nuestras ovejas mil veces fecundas, multiplicadas a millares sobre nuestros campos. 14 Vengan cargados (de mieses) nuestros bueyes. No haya brecha en las murallas, ni destierro, ni clamores en nuestras plazas. 15¡Bienaventurado el pueblo que tiene esto! ¡Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Yahvé!

Esta sección parece estar calcada en las promesas de Dt 28:25 y 30:9. La prosperidad de Israel depende de su fidelidad a Yahvé. La desconexión conceptual con lo que antecede obliga a pensar que nos hallamos ante un fragmento errático de una composición sapiencial6.

El poeta ansia la propagación de la progenie de Israel, que ha de crecer vigorosa como las plantas bien regadas 7. Las hijas serán elegantes y esbeltas, como las columnas adornadas del templo 8. Los graneros, rebosantes; los rebaños, multiplicados, y las mieses, desbordándose sobre los carros arrastrados por los bueyes. Y todo ello en un ambiente de segundad y de paz, sin miedo a enemigos que puedan irrumpir en las murallas de la ciudad, haciendo brechas, y sin peligro de ser llevados al destierro 9. Todo ello es señal de estar bajo la especial protección divina; por eso, el salmista se congratula con el pueblo de Israel, que puede contar con el auxilio de Yahvé, su Dios.

1 En la versión de los LXX se lee en el título "Contra Goliat." — 2 Mi fuerza: corrección. El TM: "mi bondad." — 4 Cf. Sal 106:26; 12:3; 41:7. — 5 Cf. Ez 34:23. — 6 Según la versión cíe los LXX y la Vg se lee "sus hijos," en lugar de "nuestros hijos" del TM. Y entonces se aplican a aquéllos las bendiciones que se relatan en el texto. — 7 Cf. Sal 128:3; Job 14:9. — 8 Cf. 2 Sam 1:24. Nada en el texto insinúa la comparación de las hijas a las "cariátides," o columnas en forma humana femenina empleadas en la arquitectura helenística, pero desconocidas en las construcciones sirias y fenicias. — 9 Cf. Neh 6:1; Jer 14:2; 46:12.

 

Salmo 145 (Vg 144): Majestad y Bondad de Dios.

Este salmo acróstico es un grandioso himno a los atributos divinos, manifestados en las obras portentosas en favor de los hombres en general, sin concretarlas — como en otras composiciones del Salterio — a sus relaciones con el pueblo elegido. La mano pródiga de Dios está siempre abierta a las necesidades de los hombres, amparando particularmente a los humildes y desvalidos. La distribución alfabética sacrifica algunas veces la ilación lógica del pensamiento; y así, las formulaciones tienen el aire de jaculatorias, exhortaciones o sentencias más o menos inconexas, a modo de una larga doxología, que encabeza los "salmos de alabanza," que cierran la colección general del Salterio. El salmista habla en nombre de la nación, dando de lado a sus preocupaciones personales. Esta colección final del Salterio (Sal 145-150) ha sido compuesta con una marcada finalidad litúrgica.

Este salmo es el único que lleva en su cabecera el título de tehillah, o "alabanza," que dará nombre a toda la colección del Salterio, llamado por los judíos séfer tehillim ("libro de las alabanzas"). Cada versículo empieza con una letra diferente del alefato (falta el verso correspondiente a la letra nun)1. Por su contenido puede compararse este poema alfabético al salmo ni. Abundan las reminiscencias de otras composiciones del Salterio 2. Como el salmo ni, es éste un epítome de alta teodicea, en el que se cantan los atributos divinos: bondad, justicia, misericordia, longanimidad, fidelidad a sus promesas, piedad para con los débiles, providencia paternal sobre todo los vivientes.

Aunque el título lo atribuye a David, comúnmente los críticos mantienen su fecha tardía de composición, por el vocabulario y por las múltiples dependencias de otros salmos.

La grandeza de Yahvé.

1 Alabanza. De David. Alef: Quiero ensalzarte, Dios mío, Rey, y bendecir tu nombre por los siglos. 2 Bet: Quiero bendecirte todo el día y alabar tu nombre por siempre jamás. 3 Guímel: Es grande Yahvé y digno de toda alabanza; su grandeza es inescrutable. 4 Dalet: Una generación pondera a otra tus gestas y anuncia tu poder. 5 He: Hablan de la magnificencia de la gloria de tu majestad y predican tus maravillas 3. 6 Wau: Cuentan el poder de tus prodigios y narran tus grandezas. 7 Zain: Hacen memoria de tus inmensas bondades y exultan por tu justicia. 8Tet: Clemente y misericordioso es Yahvé, tardo a la ira y de gran piedad. 9 Tet: Es benigno Yahvé para con todos; y su misericordia sobre todas obras. 10 Yod: Alábente, Yahvé, todas tus obras y bendígante tus devotos. 11 Kaf: Proclamen la gloria de tu reino y declaren tu poder. 12 Lamed: Para dar a conocer a los hombres tus gestas y la gloria magnifícente de tu reino. 13 Mem: Tu reino es reino de todos los siglos, y tu señorío de generación en generación. 14 (Nun: Es fiel Yahvé en todas sus palabras, y piadoso en todas sus obras.) 14 Samec: Sostiene Yahvé a los que caen, levanta a todos los encorvados. 15 Ayin: Todos los ojos se dirigen expectantes a ti, y tú les das su alimento a su tiempo. 16 Pe: Abres tu mano y sacias a todo viviente a placer. 17 Sade: Es justo Yahvé en todos sus caminos y piadoso en todas sus obras. 18 Qof: Está Yahvé cerca de cuantos le invocan, de todos los que le invocan de veras. 19 Res: Satisface los deseos de los que le temen, oye sus clamores y los salva. 20 Sin: Guarda Yahvé a cuantos le aman y extermina a los impíos. 21 Tau: Proclame mi boca las alabanzas de Yahvé, y bendiga toda carne su santo nombre por los siglos para siempre.

El salmista declara su deseo de expresar sus alabanzas a su Dios, que es Rey de todo lo creado. Nadie es digno de alabanza más que él. En sus ansias de perpetuar estas alabanzas, apela a las generaciones para que ellas se encarguen, a través de los siglos, de anunciar las grandezas de Yahvé. Sus atributos como Rey se resumen en el esplendor, la majestad y la gloria 4. Además, en sus relaciones con los hombres se ha mostrado siempre indulgente y misericordioso 5, tardo a la ira 6, pero condescendiente y compasivo con el pecador 7. Sus obras pregonan su bondad; y son los devotos los que saben apreciar las grandes gestas en favor de los hombres. El salmista no alude, como en otras composiciones del Salterio, a hechos de la historia de Israel, sino que se mantiene en el plan general de la Providencia divina sobre todas las criaturas. En realidad, su reino atraviesa todas las edades y es anterior al nacimiento de Israel como colectividad nacional 8. Pero su reinado se basa en la justicia y la fidelidad para con los suyos, particularmente con los necesitados 9.

Todas las criaturas dependen de la providencia de Dios, y por eso están anhelantes esperando que les envíe sus bienes para subsistir 10. Particularmente, con los hombres piadosos se muestra generoso y complaciente, respondiendo a sus invocaciones en los momentos de necesidad n. En cambio, a los impíos les envía el castigo merecido por vivir al margen de la ley divina 12. El salmo se termina con la misma idea con que se inició: el deseo de alabar en todo momento a Dios, Señor de toda carne. Nadie, pues, está exento de la obligación de proclamar las alabanzas del Dios providente.

1 Aparece en el texto griego de los LXX. — 2 Cf. v.2a y Sal 48:23; v.8 y Ex 34:6; v:1s-16 y Sal 104:27-28; v.13 y Dan 3:33 (Vg 100); 4:31. — 3 El TM lee en primera persona. — 4 Cf. Sal 21:6; 104:2; 96:7. — 5 Cf. Sal 31:20; ís 63:7; 51:5. — 6 Cf. Ex 34:6; Sal 103:8; Jl 2:13; Jon 4:2; Neh 9:17.31. — 7 Cf. Sal 86:15. — 8 Cf. Dan 4:3. — 9 Cf. Dt 4:7; Sal 34:19- — 10 Cf. Sal 104:27; Mt 6:26. — 11 Cf. Jer 3:12; Is 10:20; Jn 4:23-24. — 12 Cf. Sal 143:12.

 

Salmo 146 (Vg 145): La Providencia de Yahvé.

En esta bella composición poética se contrapone la suerte del que confía en el hombre y la del que confía en Dios. Es el primero de los cinco salmos "aleluyáticos" que cierran el Salterio. La versión de los LXX los atribuye "a Ageo y a Zacarías" como el salmo 138. Abundan las reminiscencias de otros salmos y textos bíblicos 1; por eso el salmo no se destaca por su originalidad. Abundan los paralelismos sinónimos. Los arameísmos prueban que ha sido redactado en época postexílica.

Sólo Dios merece la confianza del hombre.

1 ¡Aleluya! Alaba, alma mía, a Yahvé. 2 Alabe yo a a Yahvé en mi vida, cante salmos a mi Dios mientras exista. 3 No confiéis en los príncipes, en los hijos del hombre, que no salvan. 4 Sale su espíritu y torna a la tierra 2, y en ese día perecen todos sus designios. 5 Bienaventurado aquel cuyo auxilio es el Dios de Jacob, cuya esperanza es Yahvé, su Dios. ó Hacedor de cielos y tierra, del mar y cuanto en ellos hay, que guarda fidelidad eternamente. 7 Hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. Yahvé libra a los presos. 8 Yahvé abre los ojos a los ciegos; Yahvé yergue a los encorvados; Yahvé ama a los justos. 9 Yahvé guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda, pero trastorna las sendas de los impíos. 10 Reina Yahvé por la eternidad, tu Dios, ¡oh Sión! de generación en generación. ¡Aleluya!

Con frases estereotipadas, el salmista inicia su poema exhortándose a sí mismo a alabar a Yahvé 3. La idea central del salmo es la confianza en Dios, de quien únicamente puede venir el auxilio seguro al ser humano. En consecuencia, es inútil confiar en poderes humanos, por muy altos que sean, pues los mismos principes dejan de existir y después de la muerte no pueden prestar ayuda a nadie4. Sólo el Dios de Jacob puede inspirar verdadera confianza, pues es el mismo que ha formado los cielos y la tierra, y, por otra parte, es fiel a sus promesas do protección a sus devotos5. Especialmente muestra su solicitud y favor con los necesitados: los oprimidos, los hambrientos, los ciegos, los contrahechos, los peregrinos, los huérfanos y las viudas6. Ese Dios providente y justo tiene su morada en Sión y desde ella mantiene su dominio por la eternidad. El salmista no menciona las promesas de engrandecimiento hechas a la ciudad santa, pero, conforme a los vaticinios proféticos, exalta la situación privilegiada de Jerusalén, centro de la teocracia hebrea

1 Cf. v.1 y Sal 103:1; 104:1; v.2 y Sal 104:3; v.3 y Sal 118:8-9; v.4 y Sal 3:19; 1 Mac 2:635; v.5 y Sal 144:15; v.7a y Sal 103:6; v.8b y Sal 145:140. — 2 Tierra: en hebreo 'adamáh (arcilla, o tierra rojiza). — 3 Cf. Sal 104:35 — 4 Cf. Sal 33:17; 40:12; 118:12; 104:29; Is 2:22. — 5 Cf. Sal 131:2; 124:8; Neh 9:6; Act 4:24. — 6 Cf. Is 42:7; 61:1; 39:18; Dt 28:29.

 

Salmo 147 (Vg 146-147): Las Maravillas de la Divina Providencia.

Este himno eucarístico consta de tres partes: a) alabanza de Yahvé por haber restaurado a Sión, mostrando a la vez su omnipotencia como Creador y Gobernador del mundo (1-6); b) proclamación de las magnificencias de la Providencia en las criaturas (7-11); c) acción de gracias por la paz y la prosperidad, y, sobre todo, por haber dado la Ley a Israel, por la que se distingue de todas las naciones (12-20). Aunque no son pocas las dependencias literarias de otras composiciones bíblicas 1, el salmo tiene una gran fuerza expresiva. El optimismo con que está redactado parece reflejar una situación de paz después de la repatriación. Algunos autores suponen que fue compuesto con motivo de la dedicación de las murallas de Jerusalén en tiempos de Nehemías 2. Pero nada en el salmo garantiza plenamente esta hipótesis.

En la versión de los LXX, el salmo está dividido en dos: 1-11 (Sal 146) y 12-20 (Sal 147), llevando ambos el título de Aleluya; de Ageo y Zacarías. La última parte se refiere a Jerusalén, mientras que en la sección primera se habla de la Providencia en general. Por ello, algunos comentaristas suponen que primitivamente eran dos composiciones independientes, que fueron acopladas posteriormente por exigencias del canto litúrgico.

Alabanza de la omnipotencia divina (1-6).

1 Alabad a Yahvé, porque es bueno; cantad salmos a nuestro Dios, porque es complaciente, es digno de alabanza. 2 Reedifica Yahvé a Jerusalén y reúne a los dispersos de Israel. 3 El sana a los de quebrantado corazón y venda sus heridas. 4 El cuenta el número de las estrellas y llama a cada una por su nombre. 5 Grande es nuestro Señor y poderoso, y su inteligencia es inenarrable. 6 Sostiene Yahvé a los afligidos y humilla a los impíos hasta tierra.

La bondad de Yahvé se ha manifestado en primer lugar en la restauración de las murallas de la ciudad santa y en la repatriación de sus habitantes3. Con ello se ha mostrado como solícito médico, curando las heridas de su pueblo, castigado duramente en el exilio 4.

Pero este Dios de Israel es también el Soberano del universo, que, como tal, tiene contadas las estrellas, que para el ser humano resultan innumerables5. Con ello muestra su omnipotencia y omnisciencia, pues las conoce por separado, poniéndoles su propio nombre, para organizarías en compacto ejército, según expresión del profeta: "Alzad a los cielos vuestros ojos y mirad: ¿Quién los creó? El que hace marchar su bien contado ejército, y a cada uno llama por su nombre, y ninguno falta."6 En ello muestra su grandeza y sabiduría soberana7. Pero, a pesar de su excelsitud, vela solícito sobre los afligidos, confundiendo a los soberbios y protervos impíos.

Dios provee a las necesidades de los vivientes (7-11).

7Cantad a Yahvé y alabadle, entonad salmos a nuestro Dios con la cítara. 8El es el que cubre el cielo de nubes, el que prepara la lluvia para la tierra, el que hace que broten hierba los montes (y heno para el servicio de los hombres)8, 9el que da al ganado su pasto, y a los polluelos del cuervo que claman. 10 No se agrada de la fortaleza del caballo, no se complace en las piernas de los hombres. 11Se complace Yahvé en los que le temen, en los que a su piedad se confían.

Continuando la enumeración de la múltiple solicitud de Yahvé, el poeta habla de las providencias de la naturaleza, ordenada por El: la lluvia a su tiempo 9, la hierba de los montes y del campo, la comida a los pajarillos 10, son prueba de su solicitud paternal sobre todos los vivientes.

Para Dios no tiene valor la fuerza física, sino la entrega sincera del corazón contrito y confiado a su providencia salvadora11.

La predilección divina por Israel (12-20).

12 Glorifica, Jerusalén, a Yahvé; alaba, Sión, a tu Dios. 13 Por haber reforzado las cerraduras de tus puertas y haber bendecido en tu interior a tus hijos. 14 El asentó la paz en tus fronteras, te sació de la flor del trigo. 15El envía sus órdenes a la tierra, y su palabra corre velozmente. 16 El da la nieve como lana y esparce como ceniza la escarcha. 17 Lanza su hielo como mendrugos, ante su frío se congelan las aguas. 18 Manda su palabra y las derrite, hace soplar viento y manan aguas, 19 El promulgó su ley a Jacob, sus estatutos y decretos a Israel. 20 No hizo tal a gente alguna ni manifestó sus juicios. ¡Aleluya!

Los israelitas tienen una obligación especial de entonar alabanzas a Yahvé por haber fortalecido las murallas de la ciudad — reforzando las cerraduras de sus puertas — y difundiendo sus bendiciones sobre sus habitantes 12. Conforme a las antiguas promesas, Yahvé ha dado paz a su pueblo, asegurando sus fronteras y proporcionándole trigo de la mejor calidad 13.

Los v.15-18 están descolocados, y parece que su lugar apropiado es después del v.8, donde se habla de la solicitud de Dios sobre los vivientes. Los fenómenos atmosféricos se ordenan a una fructificación de la tierra, al servicio del hombre: la nieve, la escarcha, el hielo, tienen un origen misterioso para el hagiógrafo, y su formación obedece a órdenes concretas y directas del mismo Dios, según la concepción religiosa de la naturaleza y de la vida.

Finalmente, el salmista pondera el mayor beneficio recibido por el pueblo elegido: la Ley, en la que se manifiesta concretamente y de modo minucioso la voluntad divina. El mismo Dios, que dirige el curso de la naturaleza, se ha dignado escoger a Israel como "heredad" suya particular, entregándole sus estatutos para su mejor gobierno y para asegurar el camino de la virtud, que merece las bendiciones del Omnipotente. Ningún pueblo puede gloriarse de haber sido objeto de tal predilección por parte del Creador 14.

1 Cf. Sal 33 y 104; Is 40; Job c.37-30. — 2 Cf. Neh 12:27-43. — 3 Cf. Dt 30:1-4; Is 56:8; 11:12; Neh 1:9. — 4 Cf. Is 61:1; Os 6:7; Sal 137:13. — 5 Cf. Gen 15:5. — 6 Is 40 26. — 7 Cf Is 40:26.28.8 Así según los LXX. Falta en el TM. — 9 Cf. Sal 104:13-14. — 10 Cf- Sal 145:15; Job 38:41; Lc 12:24. — 11 Cf. Sal 33:17-19; 20:8; 18:34; Am 2:14-15. — 12 Cf. Neh 3:3-6.13-15. — 13 Cf. Sal 81:16; Dt 32:14. — 14 Cf. Dt 4:7-8.

 

Salmo 148 (Vg 147): Alabanza Cósmica a Yahvé.

En este himno lírico se cantan las grandezas de Yahvé, proclamadas por todos los componentes del cosmos: la naturaleza inanimada y los vivientes. El mundo orgánico e inorgánico, el irracional y el racional, juntamente con el espiritual angélico, son invitados a entonar un cántico de alabanza al Creador. El salmista asocia a su pueblo jubiloso — Israel — toda la naturaleza para glorificar al Todopoderoso, que ha otorgado a su "heredad" los más grandes favores de la historia. El ser humano es la obra cumbre de la creación, e Israel el pueblo elegido al servicio de la humanidad, en cuanto que ha sido escogido como "sacerdocio real y nación santa"1 para transmitir los designios salvadores de Dios en la historia. Bajo este aspecto, Israel se halla, en el plan divino, en el mismo centro de la revelación y del acontecer histórico de la humanidad. El salmista, consciente de los destinos excepcionales de su pueblo, presenta a Israel dentro del círculo de intereses del mundo y del cosmos 2.

 

Toda la creación debe aclamar a Dios.

1 ¡Aleluya! Alabad a Yahvé desde los cielos, alabadle en las alturas. 2Alabadle vosotros sus ángeles todos, alabadle vosotros todos sus ejércitos. 3 Alabadle, sol y luna; alabadle, todas las lucientes estrellas. 4 Alabadle, cielos de los cielos, y las aguas de sobre los cielos. 5 Alaben el nombre de Yahvé, porque a su orden fueron creados, 6 e hizo que perduren por los siglos; pusoles estatutos que no traspasarán. 7 Alabad a Yahvé desde la tierra los cetáceos y todos los abismos; 8 el fuego, el granizo, la nieve, la niebla, el viento tempestuoso, que ejecuta sus mandatos; 9 los montes y todos los collados; los árboles frutales y los cedros todos; 10 las fieras y todos los ganados; los reptiles y las aladas aves; 11 los reyes de la tierra y los pueblos todos, los príncipes y todos los jueces de la tierra, 12 los mancebos y las doncellas, los ancianos y los niños, 13 alaben el nombre de Yahvé, porque sólo su nombre es sublime; su magnificencia sobrepasa a los cielos y la tierra. 14 El ha elevado el poder de su pueblo 3. Alábenle todos sus devotos 4, los hijos de Israel, el pueblo que está allegado a El. ¡Aleluya!

Los ojos del salmista se alzan primero hacia los cielos e invita a los seres angélicos a entonar un himno de alabanza al Creador; ellos constituyen el ejército de guardia del Altísimo5, su escolta de honor. Después se dirige al mundo sideral, estrechamente unido, según la mentalidad popular antigua, a las esferas donde mora la divinidad y sus mensajeros los ángeles. Siguiendo el relato del Génesis, el hagiógrafo menciona primero a las dos lumbreras mayores — sol y luna — y después las estrellas. En la cúspide del techo del firmamento están los cielos de los cielos, los cielos por excelencia, donde mora la divinidad como en su palacio propio 6. Sobre el firmamento están los grandes depósitos de aguas que Dios reserva para las catástrofes diluviales 7. También ellas deben manifestar las alabanzas al Soberano del cosmos. Todas las criaturas tienen sus leyes, y todas subsisten por su voluntad 8. Los mundos siderales perduran misteriosamente merced a las leyes de gravedad y de atracción, en un equilibrio maravilloso que refleja el poder y la sabiduría divina 9.

Desde los cielos pasa el salmista a las profundidades del mar, donde están los monstruos marinos 10; después enumera los fenómenos atmosféricos, para terminar invitando a los animales y a los hombres todos a tomar parte en esta maravillosa orquestación del universo. Especialmente Israel, como nación predilecta de Yahvé, debe manifestar su agradecimiento por haberlo encumbrado en el poder sobre todas las naciones. Particularmente sus devotos o piadosos deben ser conscientes de la elección divina de la "heredad" de Yahvé. Israel es el pueblo allegado a su Dios n, por ser un "reino sacerdotal y una nación santa"12. Estas relaciones de intimidad con Yahvé, aunque parece fueron interrumpidas durante el exilio, han vuelto a intensificarse después de la restauración de la nación 13.

1 Ex 19:6. — 2 Véase la segunda parte del libro de Isaías (c.40-66); Rom 8:193. Este salmo parece una ampliación del Sal 145:10. El v.14 se asemeja a Sal 149:5.9. — 3 Lit.: "el cuerno de su pueblo." — 4 Lit.: "alabanza para todos sus piadosos, para el pueblo de Israel." — 5 Ejércitos o milicias celestes pueden ser los seres angélicos o los astros (cf. Job 38:7; Sal 103:21; 1 Re 22:19; Neh 9:6). — 6 Cf. Sal 68:33; Dt 10:14; 1 Re 8:27; 2 Par 2:6; Neh 9:6; Eclo 16:18. — 7 Cf. Gen 1:6-7; Sal 104:3. — 8 Cf. Eclo 43:26; Gol 1:17. — 9 Cf. Jer 31:35-36; 33:25. — 10 Cf. Gen 1:21. — 11 Cf. Dt 4:7; Sal 145:18. — 12 Cf. Ex 19:6. — 13 Cf. Sal 65:4; Jer 30:2.1; Núm 16:5. Este verso aparece citado literalmente en Eclo

 

Salmo 149: Grito de Guerra Santa.

Este salmo respira un' marcado mesianismo nacionalista, conforme a las perspectivas del A.T. Israel ha sido restablecido en sus derechos como nación, y este triunfo colectivo excita la imaginación del salmista, que piensa en el triunfo definitivo sobre las naciones. Los críticos modernos suponen que este poema ha sido compuesto después de la victoria de los Macabeos contra los sirios l. En realidad, este himno bélico parece una imitación del salmo 136. Israel, después de haber sido probado y purificado por Yahvé en el exilio, recobra su plenitud nacional, y el futuro se abre a las más espléndidas perspectivas mesiánicas. Por eso, el final del salmo se cierra con una profecía escatológica: se acerca el día del juicio sobre las naciones.

El triunfo del pueblo de Yahvé.

1 Aleluya! Cantad a Yahvé un cántico nuevo, alabadle en la asamblea de los piadosos. 2 Alégrese Israel en su Hacedor, exulten por su rey los hijos de Sión. 3 Alaben su nombre con danzas, entonen salmos con tímpanos y cítaras. 4 Porque se complace Yahvé en su pueblo, y de salvación adorna a los humildes. 5 Regocíjense los piadosos por su gloria, exulten jubilosos en sus lechos. 6 con vítores a Dios en sus gargantas y en sus manos la espada de dos filos 7 para tomar venganza de las gentes y castigar a los pueblos, 8 para aprisionar con grillos a sus reyes y encadenar con hierros a sus príncipes, 9 ejecutando en ellos el juicio escrito. Gloria es ésta para todos sus devotos. ¡Aleluya!

En reconocimiento del nuevo favor otorgado al pueblo elegido, el salmista invita a cantar un cántico nuevo, en conformidad con la nueva situación victoriosa 2. Yahvé es el Hacedor de cielos y tierra, pero es también el Rey de Israel, que lo ha formado como nación 3; por ello, los hijos de Sión deben confesar alborozados sus gestas en la asamblea de los piadosos. Todos deben manifestar exteriormente el gozo nacional con danzas4 y músicas. La liberación obtenida es una prueba de la complacencia de Yahvé en su pueblo 5. Israel ha sido humillado, pero ahora la salvación le sirve de corona y de adorno ante los demás pueblos que asisten a su recuperación nacional 6. La situación actual es de tranquilidad total; por eso, los piadosos pueden exultar gozosos en sus lechos, sin temor a incursiones enemigas durante la noche. Al mismo tiempo deben estar preparados para caer sobre los enemigos, pues llega la hora de la vindicta y del juicio definitivo sobre las gentes que han oprimido al pueblo de Dios. Por ello no deben abandonar la espada, para estar dispuestos al ataque. Es el momento del cumplimiento de los antiguos vaticinios, del juicio escrito o decretado por Yahvé. Los profetas hablaban del juicio punitivo sobre las naciones enemigas de Israel antes de la plena manifestación de los tiempos mesiánicos. El salmista se hace eco de estos vaticinios y anuncia a su pueblo la proximidad del juicio purificador de Yahvé. El Bautista hablará de un juicio discriminador sobre los pecadores, y Jesús — en una panorámica puramente espiritual y universalista — dirá que la actitud que tome cada uno frente a su persona y mensaje será el juicio definitivo del mismo. No debemos olvidar la perspectiva mesiánico-nacionalista de los hagiógrafos del A.T. para calibrar y apreciar sus valoraciones, que están todavía muy lejos del ideal espiritualista del Evangelio.

1 Cf. 2 Mac 15:25-29. — 2 Cf. Sal 33:4; 96:1. — 3 Cf. Sal 95:6; 100:3; Is 44:2; 51:13. — 4 Cf. Ex 15:20; Jue 11:34; 2 Sam 7:14; Jer 314 — 5 Cf. Sal 147:11; Is 54:7-8; 60:10. — 6 Cf. Is 55:5; 60:7;9;13

 

Salmo 150: Sinfonía Final.

El compilador cierra la colección lírica del Salterio con esta do-xología, llena de énfasis, que pretende resumir las alabanzas de los diversos poetas que han cantado las glorias de Yahvé. Quizá sea una composición aleluyática que tuvo vida litúrgica independiente, pero que ha sido colocada al fin del libro de los Salmos como gran "finale" que resume los sentimientos entusiastas del pueblo israelita para con su Dios. La pieza es armoniosa y digna de las composiciones salmódicas anteriores.

1 ¡Aleluya! Alabad a Dios en su santuario, alabadle en su majestuoso firmamento. 2 Alabadle por sus hazañas, alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza. 3 Alabadle al son de las trompetas, alabadle con el salterio y la cítara. 4 Alabadle con tímpanos y danzas, alabadle con las cuerdas y la flauta. 5 Alabadle con címbalos sonoros, alabadle con címbalos resonantes. 6 Todo cuanto respira alabe a Yahvé. ¡Aleluya!

Como en el salmo anterior, el poeta invita a los seres angélicos a alabar a Dios, que habita en su santuario celeste, en el majestuoso firmamento 1. Los hombres deben sumarse jubilosos a esta proclamación de su grandeza, manifestando su alegría con los instrumentos músicos en reconocimiento de sus hazañas o portentos 2. El salmista no concreta si estas hazañas han de tomarse históricamente en favor de su pueblo o en el orden de la naturaleza. La perspectiva es muy amplia: todos los seres — cuanto respira — deben formar un coro de alabanza al Creador 3. El universo es el templo de Yahvé, y todos sus habitantes deben ser sus adoradores 4. Todos los seres deben hacer oír el solemne aleluya en honor del Creador.

1 Cf. Sal 148:13; 20:7. — 2 Cf. Sal 106:2; 145:4. — 3 Cf. Dt 20,16; Jos 10:40. — 4 A. F. Kirkpatrick, o.c., II 834.