Joel.

 

Introducción. 1. La Justicia de Yahve. 2. Exhortación a la Penitencia. 3 (4). Juicio punitivo sobre las naciones gentiles.
 

 

Introducción.

 

La persona del Profeta y época de su ministerio.

La Biblia no nos da de Joel (en hebreo Yo'el: "Yahvé es Dios") más datos que el nombre de su padre, Petuel 1. Nada dice sobre la época ni sobre las circunstancias históricas de sus oráculos, como suele ocurrir en los encabezamientos de los escritos de otros profetas. Como sus oráculos hacen frecuentes alusiones a Judá y a Jerusalén, se supone que el profeta es oriundo del reino del sur. Por otra parte, se refleja en ellos el interés por el templo de Jerusalén, por el ritual del culto y por los sacerdotes 2. De ahí que muchos autores infieran que pertenecía a la clase sacerdotal. Otros, en cambio, por el modo de dirigirse a los sacerdotes, creen que no era de la casta sacerdotal, sino que más bien pertenecía al movimiento nebiista o profetice, especie de institución laica que se ocupaba especialmente de todo lo que se relacionaba con lo religioso.

Respecto de la época en que desarrolló su ministerio, los autores no están concordes, pues mientras unos suponen que vivió en el siglo IX (en ese caso sería el primer profeta escritor), bajo el rey Joás de Judá (836-797), otros más bien creen que es abiertamente postexílico. Los que sostienen la primera opinión se fundan en el hecho de que en sus oráculos aparecen como enemigos del pueblo hebreo fenicios, filisteos3, egipcios y edomitas4, y no los clásicos enemigos — asirios, sirios, babilonios — que durante el siglo VI y VII aparecen en los escritos de Amos, Isaías y Jeremías.

Por otra parte, no aparecen como enemigos de Judá los amonitas y sarnaritanos, que después del destierro babilónico hostigaron a los repatriados judíos que pacientemente trabajaban en la reconstrucción de su patria y de la ciudad de Jerusalén. Además, en el siglo IX, bajo Joram de Judá, los edomitas sacudieron el yugo de Judá y se convirtieron en enemigos de sus antiguos opresores 5. Por aquel tiempo, los filisteos y árabes saquearon Jerusalén 6.

Además, los sostenedores de esta hipótesis creen encontrar confirmación de ella en el hecho de que parece que Amos conoce la predicación de Joel, cuando exclama: "Yahvé ruge desde Sión y da su voz desde Jerusalén"7, y cuando, al hablar de los tiempos mesiánicos, dice Amos que "los montes destilarán mosto."8 Y explican él hecho de que en el libro de Joel no aparece el rey suponiendo que el profeta ejerce su ministerio cuando el rey Joás era aún un niño y estaba bajo la tutela del sumo sacerdote Joyada; así se explica que el profeta se dirija a los sacerdotes.

Algunos autores, aun suponiendo que Joel es preexílico, rebajan su época al siglo VIII 9. Pero la opinión moderna más en boga es que el libro de Joel ha sido compuesto en la época persa o griega, desde luego después del destierro 10, entre el 500 y el 300 a.C. Creen los autores de esta opinión que sólo así se pueden entender las alusiones a la dispersión de los judíos n y al hecho de que los judíos fueran vendidos a los griegos 12. Por otra parte, la ausencia del rey en los escritos, la suposición de que el reino de Israel está unificado y el hecho de que el profeta se dirija a los sacerdotes, parecen suponer la época de reconstrucción nacional de los tiempos de Esdras o inmediata posterior.

Los mantenedores de esta opinión creen que la coincidencia de citas entre Amos y Joel antes indicada se explica suponiendo que éste haya copiado a aquél, y no viceversa.

De este modo se explica el carácter escatológico del libro de Joel, ya que la literatura escatológica parece fruto de los últimos tiempos del judaismo. Todos estos hechos, en efecto, parecen indicar que el libro de Joel es claramente postexílico, sin que esto merme en nada su carácter profético sobre las futuras bendiciones mesiánicas y sobre el juicio y la efusión del Espíritu de Dios.

 

División y estructura del libro.

Los oráculos del libro de Joel pueden dividirse claramente en dos partes 13:

A) Invitaciones a la penitencia: 1:1-2:17.

a) Descripción de una plaga de langostas: 1:2-12.

Amonestación con invitación a la penitencia: 1:13-18.

Oración del profeta: 1:195.

b) Oráculo con motivo de otra plaga de langostas que se presenta como inminente: 2:1-17.

El "día de Yahvé": 2:1-11. Exhortación a la penitencia: 2:12-17.

B) Vaticinios de salvación: 2:18-4(3).21.

a) Promesa de la felicidad futura: 2:18-27.

b) Los bienes mesiánicos: 3:1(2:28)-4(3):21.

Efusión del Espíritu de Yahvé: 3:18(2:285).

El "día de Yahvé" sobre todos los vivientes: 3:3; 2:30-4(3):16.

Día de salvación para el pueblo de Dios: 4(3):16d-21.

 

Carácter apocalíptico del libro.

De estas dos partes, la primera se presenta como un hecho histórico que sirve de introducción a las exposiciones apocalípticas de la segunda parte, que tiene un carácter marcadamente escatológico. Los autores discuten sobre el sentido real de la descripción de la invasión de langostas, que por su realismo parece ser eco de un hecho real, aunque puede ser una creación imaginaria a base de un hecho fácilmente constatable por los destinatarios de los oráculos, ya que la invasión de las langostas es un fenómeno que se repite cada poco tiempo, por ser Palestina fronteriza con el desierto, de donde vienen las famosas plagas de langostas. En todo caso, para el compilador de los oráculos del libro de Joel, las calamidades que son inherentes a la devastación de la langosta son un anticipo de las calamidades escatológicas del día de Yahvé.

El profeta ve en este castigo una manifestación de la justicia vengadora de Yahvé, y por eso hace una llamada desesperada a la penitencia, como único medio de conjurar los castigos del día de Yahvé. La invasión de las langostas simboliza bien a los ejércitos invasores, que se habían paseado por Palestina, arrasando todo lo que encontraban a su paso.

La conversión del pueblo judío hará que las amenazas se conviertan en bendiciones, y por eso aquéllas descargarán exclusivamente sobre los enemigos del pueblo de Dios. Como consecuencia de estas bendiciones de Yahvé se seguirá una fertilidad edénica, que compensará las devastaciones anteriores simbolizadas en la plaga de langostas 14; y esas bendiciones terrenales serán símbolo de bendiciones de índole espiritual15.

Los pueblos que han hecho sufrir a Judá serán juzgados solemnemente en el valle de Josafat, símbolo del triunfo de Yahvé sobre los pueblos que se oponen en la historia a la implantación de la teocracia mesiánica en Israel. La mente del profeta, pues, se traslada mentalmente a un juicio discriminador sobre los pueblos, que está dramatizado en el valle de Josafat, lugar ideal creado por la imaginación del profeta en función del acto que en él había de tener lugar (Josafat: "Dios juzga" o "juicio de Dios"). Es un nombre simbólico en consonancia con escenas de tipo imaginario apocalíptico.

El profeta alude también a transformaciones cósmicas que acompañarán a la manifestación judiciaria de Yahvé. Es la imaginación desbordada apocalíptica, cuyas descripciones, naturalmente, no han de ser tomadas a la letra, sino como expresión del juicio discriminador de Dios sobre los pueblos que en la historia se han opuesto al pueblo elegido. En este sentido, el mejor comentario al libro apocalíptico de Joel son las "visiones apocalípticas" del libro de Daniel, en las que se habla de suplantación de los imperios históricos por el reino de los santos. En el c.y de Daniel se dice que las bestias fueron matadas y que el reino fue heredado por el Hijo del hombre (símbolo de la comunidad judaica en la era mesiánica). El pueblo judío, pues, recibe del "antiguo de días" el "señorío, la gloria y el imperio" 16, después que ha sido matada la "cuarta bestia," encarnación de la rabiosa oposición a la inauguración del reino de los santos, la era mesiánica. Ambos libros son apocalípticos, y, por tanto, en sus dramatizaciones ideales hay que conservar sólo la idea sustancial de triunfo de Dios sobre el mal, encarnado en los imperios históricos o naciones enemigas del "pueblo de Dios," que en los planes providenciales está históricamente lanzado hacia una era definitiva, en la que Yahvé reinará plenamente sobre sus elegidos. En todos los fragmentos apocalípticos hay que descartar lo hiperbólico para retener el mensaje espiritualista.

 

Unicidad de autor y autenticidad.

Conceptualmente existe un orden lógico en las dos partes del libro de Joel. Lo que parece indicar que es uno mismo el autor de ambas secciones. Sin embargo, hay diferencias estilísticas notables, pues la primera parte está escrita en poesía llena de claridad y lirismo, mientras que la segunda está redactada en prosa, en estilo más bien embarazoso y desaliñado, y, desde luego, sin la claridad que caracteriza la exposición de la primera parte.

Por estas razones, muchos críticos hablan de dos autores, es decir, suponen que un redactor posterior añadió a la primera parte poética de Joel una parte en prosa para comentar apocalípticamente el sentido de la primera parte. En este caso, la segunda parte sería una versión escatológica de la predicación sencilla de la primera, en la que, a propósito de una invasión devastadora de langostas, Joel habría predicado la penitencia para impetrar bendiciones a Dios. Entonces el fragmento 2:18-27, relativo al día de Yahvé, sería la pericopa de unión de ambas composiciones.

En este supuesto, el libro de Joel sería de un doble autor: la primera parte de Joel, que podría ser del siglo v, mientras que la segunda parte sería de un autor posterior, comentarista apocalíptico de Joel, que podría vivir en el siglo ni o n a.C. 17

 

Mensaje doctrinal.

El contenido teológico del libro de Joel es ante todo un llamamiento a la penitencia como medio de conjurar los estragos que se avecinan enviados por la justicia vengadora de Yahvé. En esto se halla en la línea general de los profetas. Pero el mensaje específico es el anuncio de la "efusión del espíritu" sobre "toda carne"18. En la tradición israelita, el "espíritu de Dios," o energía carismática divina, se había manifestado esporádicamente en algunos insignes personajes, objeto de la elección divina. Pero en la nueva teocracia, el profeta anuncia una efusión general del espíritu, en tal forma que todos los miembros de las clases sociales se verán beneficiados con este carisma: "profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, y vuestros ancianos tendrán sueños, y vuestros mozos verán visiones." Es el anuncio de la posesión de Dios de los corazones de los ciudadanos de la nueva teocracia. San Pedro, el día de Pentecostés, vio cumplida esta profecía en el don de lenguas 19. Por ello, Joel ha quedado como el "profeta de Pentecostés," el vaticinador de la plena efusión del espíritu multiforme de Yahvé, que tendrá múltiples manifestaciones carismáticas en los que tengan la dicha de asistir a la inauguración de los tiempos mesiánicos.

 

1 Jl 1:1. — 2 Cf. Jl 1:9.13-16; 2:15-17- — 3 Jl 4(3),4 — 4 Jl 4(3):I9· — 5 Cf. 2 Re 8:20s. — 6 Cf. 2 Crón 21:16s; 22:1. — 7 Am 1:2 y Jl 4:16. — 8 Cf. Am 9:13 y Jl 4:18. Mantienen esta opinión Kaulcn-Hcberg, Vigouroux, Fillon, Theis, Baudissin. — 9 Así opinan Cornely-Hagen, Kutal, Kónig, Goetsberger. — 10 Es la opinión de Van Hoonacker, Cornill, Holscher, Tobac, Chaine, Rinaldi. Esta opinión es juzgada por H. Hópfl-Miller-Metzinger del modo siguiente: "haec sententia reapse maiore gaudet probabilitate" (Introd. Spec. in V. T. Roma 1946 p.502). — 11 Jl 4:2. — 12 Jl4.6. — 13 El libro de Joel en el TM está dividido en cuatro capítulos, mientras que en la Vul-gata está destribuido en tres capítulos. Por eso, en las citas damos ambas numeraciones. El esquema divisorio del libro está tomado de H. Hopfl-Miller-Metzinger, o.c., p.503. — 14 J12.21S. — 15 Jl 3:1(2:285). — 16 Dan 7:14. — 17 Niegan la unidad de autor Rothstein, Duhm, Bewer. Cf. Micah. Joel, del International Critical Commentary (Edimburgo 1948) p.49. — 18 Jl 3:1(2:285). La efusión abundante del espíritu en los tiempos mesiánicos aparece en Is 32:15; 44:3; 59:21; Ez 36:27; 39:29; Zac 12:10. — 19 Afct 2:105.

 

 

1. La Justicia de Yahve.

 

Devastación general del país (1-4).

1 Palabra de Yahvé dirigida a Joel, hijo de Petuel: 2Oíd esto, ¡oh ancianos! Prestad oído todos los habitantes del país. ¿Sucedió esto en vuestros días o en los días de vuestros padres? 3Contádselo a vuestros hijos, y vuestros hijos a los suyos, y sus hijos a la generación venidera. 4Lo que dejó el "gazam," lo devoró el "arbé"; lo que dejó el "arbé," lo devoró el "yeleq"; lo que dejó el "yeleq," lo devoró el "jasil."

 

El profeta, con tono enfático, llama la atención sobre el carácter extraordinario de lo que va a comunicar. La desolación del país es de tales proporciones, que nadie entre los nacidos ha podido ser testigo de semejante catástrofe. Parece que alude a una plaga de langostas que ha caído sobre el país, arrasándolo todo. Enumera cuatro clases de insectos de la familia de las langostas, cuya traducción no es fácil concretar, pues los nombres aparecen sólo aquí.

El profeta quiere recalcar que la devastación ha sido total: lo que dejó una langosta lo comieron los otros insectos, de forma que en el campo no queda nada para los hombres y las bestias. Las frases son absolutas, y el estilo de las afirmaciones es pomposo e hiperbólico. En Palestina no son raras las invasiones de langostas, que provienen del desierto siroarábigo, traídas por el viento solano o jamshim. En ocasiones bastaron unas horas para que los campos quedaran totalmente asolados. Es lo que debió de ocurrir en tiempos de Joel, pero en proporciones desorbitadas, de forma que ni los más viejos podían recordar semejante catástrofe.

 

Lamentación general en todas las clases sociales. (5-12)

5 ¡Despertaos, borrachos, y llorad! Gemid, bebedores todos de vino por el mosto, pues se os ha quitado el vino de la boca. 6 Ha invadido mi tierra un pueblo fuerte e innumerable. Sus dientes son dientes de león; sus mandíbulas, de leona. 7 Ha devastado mi viña, ha hendido mis higueras, las descortezó y derribó, dejando blancos sus sarmientos. 8 Laméntate como virgen ceñida de saco por el prometido de su juventud. 9 Han cesado la ofrenda y la libación en la casa de Yahvé. Los sacerdotes, los ministros de Yahvé, están en duelo. 10 Los campos, devastados; la tierra, en luto, porque el trigo ha sido destruido, el mosto se ha secado, se ha agotado el aceite. 11 Confundios, labradores; lamentaos, viñadores, por el trigo y la cebada, pues se ha perdido la cosecha del campo. 12 La viña se ha secado, la higuera está enferma; el granado, como la palmera y el manzano y todos los árboles del campo, están secos. La alegría (ha huido), avergonzada, de entre los hombres.

 

El duelo por la devastación debe ser general. En primer término deben lamentarse los borrachos, que, somnolientos por el efecto del vino, no se han dado cuenta de la pérdida que para ellos supone la pérdida del mosto en las viñas (v.5).

La plaga de langostas es comparada a un ejército invasor (pueblo fuerte, v.2), que todo lo arrasa l. Algunos autores creen que aquí se alude no a una invasión de langostas, sino a un ejército enemigo invasor al que no se nombra; pero la generalidad de los comentaristas se inclina por la opinión de que el profeta piensa en una invasión de langostas.

La devastación afecta a todo el reino vegetal: las viñas, higueras. (ν.7). Las langostas han descortezado los árboles, dejando blancos sus sarmientos o ramas. Ante tal ruina, el profeta invita solemnemente al duelo a todo el pueblo para que se lamente como virgen ceñida de saco por el prometido de su juventud. La comunidad israelita es presentada a veces en los escritos proféticos como la hija de mi pueblo 2 o la hija de Juda 3. El lamento de la doncella por su prometido da idea de la gran amargura del pueblo por la catástrofe. La consternación es general, y hasta los mismos sacerdotes están en duelo, porque con la escasez reinante han cesado la ofrenda y la libación en el templo (v.9). Los labradores están avergonzados, decepcionados en sus esperanzas, porque no han conseguido nada de lo que prometían sus sudores de la siembra y del laboreo del campo (v.11). Todo es desolación y ruina, y por eso la alegría se ha retirado avergonzada, como sintiéndose fuera de lugar entre los hombres, donde todo es duelo y consternación (v.12).

 

Exhortación al ayuno (13-20).

13 ¡Ceñios y lamentaos, sacerdotes; llorad, ministros del altar! ¡Venid, pasad la noche cubiertos de saco, ministros de mi Dios! Porque las ofrendas y libaciones han desaparecido de la casa de vuestro Dios. 14 Promulgad ayuno santo, pregonad asamblea, congregad a los ancianos y a todos los habitantes del país en la casa de Yahvé, vuestro Dios, y clamad a Yahvé. 15 ¡Ay aquel día, pues el día de Yahvé está próximo! Vendrá como asolación del Todopoderoso. 16 ¿No ha desaparecido de nuestros ojos el mantenimiento, y de la casa de nuestro Dios la alegría y el júbilo? 17 La simiente se pudre debajo de los terrones 4; los graneros están devastados;los alfolíes, destruidos, porque ha faltado el trigo. 18 ¡Cómo mugen las bestias! Los hatos de reses vacunas andan errantes por no tener pastos, perecen los rebaños. 19 ¡Oh Yahvé! a ti clamo, porque el fuego ha devorado los pastizales del desierto y las llamas han abrasado todos los árboles del campo. 20 Las fieras del campo se vuelven a ti también ávidas, porque se han secado las corrientes de aguas, y el fuego ha devorado los prados del desierto.

 

El profeta invita a los sacerdotes a proclamar el ayuno y la penitencia para que Yahvé se aplaque y ponga término a tanta desolación (v.15). Todo el pueblo, ancianos y gentes humildes, deben estar presentes en el duelo general. Va a llegar el día de Yahvé, el tiempo de su manifestación airada para con su pueblo. La invasión de las langostas, con la consiguiente desolación del país, no es sino el anuncio de la asolación del Todopoderoso. Si tales son los signos precursores, ¡qué rio será el día de la ira divina! No hay más solución que la penitencia para que Yahvé se aplaque en su enojo.

Después de esta invitación a la penitencia, el profeta vuelve a describir la desolación presente: los graneros, devastados; las bestias andan mugiendo sin pastos, pues hasta los pequeños oasis o pastizales del desierto o estepa han sido abrasados por el fuego. Hasta las mismas fieras del campo buscan a Yahvé, porque no encuentran alimento.

 

1 En Prov 30,253 se llama pueblo también a las agrupaciones de insectos. — 2 Cf. Jer I4,i7. — 3 Cf. Lam 1:15. — 4 Esta primera parte del verso es oscura en el original. Los LXX traducen: "Las terneras patalean en los establos." La Vulgata: "Computruerunt iumenta in stercore suo." La cío. de Jér.: "Los granos se han endurecido bajo sus terrones."

 

 

2. Exhortación a la Penitencia.

 

El día de Yahvé está cerca (1-11).

1 ¡Tocad la trompeta en Sión! ¡Dad en mi monte santo la voz de alarma! Tiemblen los habitantes todos de la tierra, que viene el día de Yahvé. 1 Ya está cerca. 2 Día de tinieblas y de oscuridad, día de nublados y de densa niebla. Se extiende sobre los montes como la aurora ! un pueblo numeroso y robusto; i semejante a él no ha existido desde los siglos, ni después de él volverá a existir por generaciones de generaciones. 3 Delante de él va el fuego consumiendo, y detrás la llama abrasa. Delante de él es la tierra como el paraíso de Edén, detrás queda convertida en desolado desierto; ante él no hay quien escape. 4 Parecen caballos, y corren cual jinetes. 5 Como ruido de carros sobre las cimas de los montes, como crepitar de las ardientes llamas que devoran la paja, como pueblo robusto en orden de batalla. 6 Ante él las gentes se llenan de zozobra, todos los rostros se demudan. 7Corren como valientes, asaltan los muros como hombres de guerra, marchan cada uno por su senda y no confunden sus caminos. 8Ni aprieta ninguno a su vecino; va cada uno por su calzada, y aun atravesando por entre las armas se precipitan sin romperse. 9Asaltan la ciudad, corren por las murallas, escalan las casas y entran por las ventanas como ladrones. 10Ante ellos tiembla la tierra, se conmueven los cielos, se oscurecen el sol y la luna, y las estrellas extinguen su brillo. 11Yahvé hace sonar su voz ante su ejército. Su campamento es inmenso, pues es fuerte el ejecutor de sus palabras. Grande es el día de Yahvé, sobremanera terrible; ¿quién podrá, pues, soportarlo?

 

En este fragmento la perspectiva es distinta, pues la invasión de las langostas es inminente, pero aún no ha llegado. La descripción es altamente poética, y unas veces se presenta la invasión como futura y otras se dan detalles de su realización pasada. Los profetas juegan en sus oráculos con varias perspectivas, la histórica pasada y la futura, y muchas veces los dos planos se superponen o confunden. El estilo es nervioso y entrecortado, para reflejar la inquietud del momento.

Con toda celeridad se manda dar la señal de alarma ante el peligro, pues se acerca, inminente, el día de Yahvé. El profeta aparece, según es tradición en la literatura profética, como el centinela de Israel, que vela por sus intereses y da a tiempo la voz de alarma. El día de Yahvé es descrito como un día de confusión y de tinieblas *. Las langostas son tantas, que parecen oscurecer el sol, hecho que el mismo Plinio comprueba: "tanto volant pennarum stridore ut aliae alites credantur solemque obumbrare, sollicitis su-spectantibus populis ne suas operiant térras."2

Esta invasión destructora de las langostas va acompañada del viento solano o jamshim, el terror de los beduinos, porque todo lo asóla y abrasa: delante de él (el ejército de langostas) va el fuego consumiendo (ν.3). Los lugares mαs fértiles y frondosos, semejantes al paraíso de Edén, quedan arrasados y convertidos en desolado desierto 3. Las langostas son descritas como caballos, que arrogantemente avanzan en escuadrones en orden de batalla (v.4). El ruido que hacen al volar es comparable al de carros de guerra que avanzan sobre las cimas de los montes (ν.6)4.

Ante su presencia devastadora, los habitantes de las ciudades se llenan de espanto (v.6), porque saben que no hay escondrijo donde guarecerse, porque como soldados de un ejército invasor asaltan los muros., escalan las casas y entran como ladrones por las ventanas (v.8). La descripción de Joel es literal, pues las langostas avanzan en escuadrones, siguiendo cada una su calzada. La alineación de la marcha es perfecta, sin que haya confusión ni desorden en el enjambre: marchan cada una por su senda, no confunden sus caminos, ni aprieta ninguna a su vecino. (ν.7). La frase hiperbσlica oscurecen el sol y la luna. (v.10) la encontramos en diversos profetas5, y llega a convertirse en una expresión estereotipada de la literatura apocalíptica, que tiene sus preferencias por las comparaciones cósmicas.

El profeta asocia aquí estas imágenes a la invasión de las langostas para destacar el carácter tenebroso del día de Yahvé, del que la invasión de éstas son el anuncio y su primera manifestación. El profeta ve en este castigo de la plaga de langostas un principio de otro castigo mayor que se desencadenará en el pleno día de Yahvé.

Por eso, el enjambre de langostas es considerado como el ejército de Yahvé y el ejecutor de sus palabras o sentencias de castigo sobre Israel (v.11). Y el ruido que hace el enjambre de langostas es la voz de Yahvé, porque ha utilizado a éstas como instrumento de su justicia vengadora. De ahí que nadie puede soportarle o hacer frente al destino señalado por Yahvé mismo.

 

Exhortación al arrepentimiento (12-17).

12 Por eso, pues, ahora dice aún Yahvé: Convertios a mí de todo corazón en ayuno, en llanto y en gemidos, 13 Rasgad vuestros corazones, no vuestras vestiduras, y convertios a Yahvé, vuestro Dios, que es clemente y misericordioso, tardo a la ira y rico en benignidad, y se arrepiente en castigar) 6. 14 ¿Quién sabe si se volverá y se apiadará, y dejará tras sí bendición, ofrenda y libación para Yahvé, vuestro Dios? 15 Tocad la trompeta en Sión, promulgad ayuno, convocad asamblea. 16 Reunid al pueblo, promulgad santa congregación, convocad a los ancianos, reunid a los niños, aun a los niños de pecho. Que deje el esposo su cámara, y su tálamo la esposa. 17 Entre el pórtico y el altar oren los sacerdotes, ministros de Yahvé, y digan: Perdona, ¡oh Yahvé! a tu pueblo y no des al oprobio tu heredad para que se enseñoreen de ella las gentes. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: "Dónde está su Dios"?

 

Bellísima invitación a la penitencia después de anunciar el castigo del día de Yahvé, iniciado con la invasión de las langostas. Todos los oráculos de Yahvé contra Israel suelen tener el carácter de conminatorios, porque siempre dejan la puerta abierta al arrepentimiento, a la misericordia y el perdón divinos. El profeta, pues, consciente de su misión de centinela de los intereses materiales y espirituales de su pueblo, le hace una última invitación al arrepentimiento y a la penitencia sincera: rasgad vuestros corazones y no vuestras vestiduras (v.13). Yahvé quiere ahora sentimientos verdaderos y no mera farsa externa. El es el único modo de conjurar la ruina que se cierne sobre Israel.

Dios es siempre clemente y misericordioso y está más dispuesto a perdonar que a castigar (v.13); por eso no deben desesperar los israelitas en su situación de penuria actual, ya que Yahvé puede apiadarse de ellos y dejar tras de sí bendición de bienes materiales, con los que puedan volver a presentar oblación y libación al altar (v. 14). Ante esta posible alternativái ,el profeta invita a la penitencia a todas las clases sociales como signo de arrepentimiento, sincero (v.16); ni siquiera los niños de pecho deben estar ausentes de esta manifestación colectiva de duelo nacional por haber pecado contra Yahvé. Y al frente de todos, los sacerdotes, como ministros de Yahvé, deben dirigir las manifestaciones litúrgicas de penitencia entre el pórtico y el altar (v.17), es decir, entre la parte anterior del edificio del templo que da al oriente y el altar de los holocaustos, 6 Lit. "se arrepiente de (hacer) mal." que se encontraba en el atrio interior, al que sólo tenían acceso los sacerdotes 7.

Pero hay que notar que la súplica de los sacerdotes ahora no es para que libre al pueblo de la invasión de las langostas y de la ruina del campo, sino para que los libre de caer entre las gentes, que es el oprobio de Israel, pues siendo la heredad de Dios, son objeto de irrisión entre los pueblos: ¿Dónde esta su Dios? (ν.17) 8.

 

El perdón de Yahvé (18-20).

18 Entonces Yahvé, encendido en celo por su tierra, perdonó a su pueblo, 19 y respondió a su pueblo, diciendo: Os mando el trigo, el mosto y el aceite, y os saciaréis de ello, y no os expondré ya más al oprobio de las gentes. 20 Y alejaré de vosotros al norteño y le echaré a tierra desierta y árida, poniendo sus vanguardias hacia el mar oriental, y su retaguardia hacia el mar occidental; y subirá su hedor y exhalará hediondez, pues ha hecho Yahvé grandes cosas.

 

Aunque el profeta no dice expresamente que el pueblo hizo las manifestaciones sinceras de penitencia que había pedido, se sobrentiende por el cambio de tono y de perspectiva. Yahvé está aplacado, y, encendido en el celo por su tierra, perdonó a su pueblo (v.18). Por ello, les otorga en abundancia las cosas que habían perdido con la plaga de langostas, y, además, promete que no volverán a ser el oprobio o ludibrio entre las gentes. No volverá a desamparar a su pueblo, de forma que Israel vuelva a ser presa de las naciones paganas.

Y, por fin, añade que el enemigo norteño será alejado definitivamente hacia una zona desértica con su vanguardia hacia el mar oriental 9, y su retaguardia hacia el mar occidental 10. En esa zona entre el mar Muerto (oriental) y el Mediterráneo (occidental) se supone que se corrompe el ejército de ese norteño.

Pero ¿quién es este supuesto enemigo? Algunos autores creen que es el viento que empujó la plaga de langostas desde el norte (la inVasión de langostas en Palestina suele venir del desierto oriental o de la estepa sinaítica), que iban a morir entre el mar Muerto y el Mediterráneo. San Jerónimo se inclina por esta interpretación, y dice que, en su tiempo, nubes de langostas morían empujadas hacia el Mediterráneo y eran devueltas por las olas hacia las costas palestinenses, con el consiguiente hedor en la región afectada. Pero es un hecho que este v.20 tiene, por su.contenido, muchas analogías con algunos textos de Ezequiel u, en los que se habla de un enemigo (Gog y Magog) que es desbaratado entre el mar Muerto y el Mediterráneo.

El norte era el lugar tradicional de las invasiones asirías, babilonias y escitas. De ahí que, en la literatura profética, el norte es sinónimo de región enemiga, de donde vienen los castigos de Yahvé sobre su pueblo 12. Aquí, pues, Joel parece aludir al castigo que sufrirá un supuesto enemigo del pueblo israelita procedente del norte. En Joel, el elemento escatológico tiene gran importancia, y, como veremos, el profeta supone que antes de la inauguración de la era mesiánica habrá un castigo ejemplar sobre los enemigos del pueblo elegido. En esta perspectiva tenemos que colocarnos para comprender este pasaje, que es, sin duda, paralelo al de Eze-quiel sobre la invasión y derrota de Gog entre el templo de la nueva teocracia y el mar Mediterráneo.

 

Anuncio de nueva prosperidad (21-27).

21 No ternas, suelo; alégrate y gózate, porque son muy grandes cosas las que Yahvé va a cumplir. 22 No temáis, animales del campo, que reverdecerán los pastizales del desierto, y darán fruto los árboles, y la higuera y la vid riqueza. 23 Alegraos y gózaos, hijos de Sión, en Yahvé, vuestro Dios, que os dará la lluvia a su tiempo y hará descender sobre vosotros la lluvia otoñal y primaveral como al principio. 24 Y rebosarán de trigo las eras, y de mosto y aceite los lagares. 25 Y os compensaré de los años en que lo comieron (todo) el "arbé," el "yéleq," el "jasil" y el "gazam," mi gran ejército, que mandé contra vosotros. 26 Y comeréis hasta la saciedad y alabaréis el nombre de Yahvé, vuestro Dios, que hizo con vosotros maravillas, y jamás será confundido mi pueblo. 27 Sabréis que en medio de Israal estoy yo y que yo soy Yahvé, vuestro Dios, y no hay otro; y jamás será mi pueblo confundido.

 

Ha pasado la hora de temor y de la desolación, y por eso, una vez reconciliados con Yahvé, deben alegrarse todos, porque va a cambiar totalmente el panorama: son muy grandes las cosas que Yahvé va a cumplir (v.21). Con la bendición divina reverdecerán los pastizales, no faltará la lluvia, y de nuevo las cosechas ubérrimas alegrarán a los agricultores (v.24).

 

La efusión del espíritu de Yahvé (28-32).

28(31) Después de esto derramaré mi espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, y vuestros ancianos tendrán sueños, y vuestros mozos verán visiones. 29/2 Aun sobre los siervos y las siervas ) derramaré mi espíritu en aquellos días, 30/3 y haré prodigios en el cielo, y en la tierra sangre y fuego y columnas de humo. 31/4 Y el sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y terrible de Yahvé. 32/5 Y todo el que invocare el nombre de Yahvé será salvo, porque en el monte de Sión y en Jerusa-lén estará el resto de los salvados, como lo ha dicho Yahvé, y lo mismo será de los escapados, llamados por Yahvé.

 

Después de anunciar la abundancia de bienes materiales en compensación por la penuria sufrida, el profeta anuncia también la sobreabundancia de bienes espirituales, simbolizados en la efusión pródiga del espíritu profético. Hasta ahora los hombres que eran favorecidos con visiones y oráculos eran una minoría privilegiada. En el futuro (después de esto tiene un sentido amplio de proyección mesiánica), Yahvé se comunicará a los ciudadanos de la nueva teocracia en unas proporciones no soñadas. Zacarías anuncia la efusión de "un espíritu de gracia y de plegaria" sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén 13. Joel concreta más, y anuncia que todos los representantes de las distintas clases sociales participarán de la efusión del espíritu de Yahvé.

San Pedro, en su discurso el día de Pentecostés, vio el cumplimiento de la profecía en la comunicación sobreabundante del Espíritu Santo a los reunidos en el cenáculo 14. Joel concibe la inauguración de la era mesiánica como la eclosión plena del espíritu de Dios, que se comunica sobreabundantemente a todos los que formen parte de la nueva teocracia. Jeremías habla de un nuevo pacto entre Dios y su pueblo, basado en la entrega de los corazones 15; Joel se mantiene en esta línea espiritualista, suponiendo que lo esencial de la era mesiánica será la íntima comunicación entre Yahvé y los miembros de su pueblo elegido. Su profecía se cumplió plenamente en la Iglesia fundada por Cristo, donde abundaron los carismas de todo género, sobre todo en la primitiva generación apostólica.

Al lado del anuncio de la efusión universal del espíritu, el profeta proclama un juicio vindicativo sobre las naciones paganas para hacer justicia al pueblo elegido, por ellas perseguido. Será el día de Yahvé, en el que hasta la misma naturaleza se trastocará. Las frases que aquí se consignan sobre el oscurecimiento del sol y de la luna, que antes se aplicaron a la invasión de las langostas, no han de tomarse al pie de la letra, sino dentro del género literario del lenguaje apocalíptico, en el que siempre entran las convulsiones cósmicas como arte integrante del juicio de Dios sobre los hombres. El profeta intenta encarecer el terror y transformación universal que producirá la manifestación justiciera de Dios. En ese juicio terrorífico se salvará sólo el que invocare el nombre de Yahvé (v.32), es decir, los que pertenezcan a la comunidad teocrática hebrea, los invocadores y adoradores del nombre de Yahvé.

 

1 Cf. Am 5:18.20; Sof 1:15; Ez 30:3. — 2 Plinio, Hist. Nat. XI 29. — 3 Sobre la expresión paraíso de Edén véase Ez 36:35; Is 51:3; Gen 13:10; 2:8. — 4 Hoonacker cita el testimonio de Fpskal (Descr. animal. p.81) para corroborar esta observación: "transeúntes grylli super verticem nostrum, sonó magnae catarrhactae fervebant." — 5 Cf. Is 13:10; Ez 32:7. — 7 Cf. Flavio Josefo, Cont. Ap. II 9. — 8 Cf. Jer 24:9. — 9 Lit. "mar anterior" (supuesta la orientación en dirección al este). — 10 Lit. "Mar posterior" (colocado a la espalda del que se orienta hacia el este). — 11 Cf. Ez 26:7; 38,6.15; 39:2. — 12 Cf. Jer 1:13-15; 4:1.22; 10,22. — 13 Cf. Zac 12:10. — 14 Cf. Act 2:17; 10:445. — 15 Cf. Jer 31:31

 

 

3. Juicio punitivo sobre las naciones gentiles.

Este capítulo, que es el cuarto en el TM y el tercero en los LXX y la Vg, versa sobre el juicio terrible sobre las naciones paganas, del que,se habían dado los signos precursores en las transmutaciones cósmicas de la naturaleza. El estilo es vigoroso y escalofriante, conforme al radicalismo de expresión de la poesía oriental apocalíptica. Reiteradamente se habla en la literatura profética de un juicio discriminador de los pueblos antes de la inauguración de la era mesiánica, pero en ningún otro lugar la idea es representada con más dramatismo y exaltación. En la segunda parte (16-21) se anuncia la paz mesiánica total.

 

Juicio en el valle de Josafat (1-15).

1 Pues he aquí que en aquellos días, cuando haga yo volver la cautividad de Judá y de Jerusalén, 2 reuniré a todas las gentes y las haré bajar al valle de Josafat, y litigaré en juicio con ellos a propósito de mi pueblo y de mi heredad, que ellos dispersaron entre las naciones, repartiéndose mi porción, 3 echando suertes sobre mi pueblo, dando un mozo por una prostituta, y una doncella por vino que se bebían. 4 Y vosotros también, ¿qué sois para mí, Tiro y Sidón, y todos los términos de la Filistea? ¿Es que queréis vengaros de mí? Si vosotros queréis vengaros de mí, al punto haréis retornar sobre vuestras cabezas vuestra venganza. 5 Vosotros, que os apropiasteis mi plata y mi oro y metisteis mis preciosidades en vuestros palacios; 6 que vendisteis los hijos de Judá y los de Jerusalén a los hijos de los griegos para que los llevasen lejos de sus territorios; 7 he aquí que yo los alzaré del lugar para donde los vendisteis, y haré recaer vuestra acción sobre vuestras cabezas, 8 y venderé vuestros hijos y vuestras hijas a los hijos de Judá, para que ellos los vendan a los sábeos, nación apartada, oráculo de Yahvé. 9 ¡Pregonad esto entre las gentes, proclamad la guerra santa, despertad a los valientes, acerqúense y suban todos los hombres de guerra! 10 ¡Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces! Diga el flaco: ¡Yo soy valiente! 11 Precipitaos y venid todas las gentes de en derredor y congregaos. Haz bajar allá, ¡oh Yahvé! a tus valientes. 12 Que se alcen y suban las gentes al valle de Josafat, porque allí me sentaré yo a juzgar a todas las gentes de en derredor. 13 Meted la hoz, que está ya madura la mies. Venid, pisad, que está lleno el lagar y se desbordan las cubas,porque es mucha su maldad. 14 Muchedumbres, muchedumbres en el valle del juicio, porque se acerca el día de Yahvé en el valle del juicio. 15 El sol y la luna se oscurecen y las estrellas pierden su brillo.

 

Después de anunciar que los israelitas participarán del nuevo estado venturoso de cosas como consecuencia de la reconciliación con su Dios, el profeta va a vaticinar la suerte que correrán las naciones paganas que se han aprovechado de la desgracia de Judá. La escena apocalíptica que va a describir está situada después de la restauración de Israel, pasada ya la cautividad (v.1). Para los profetas, la repatriación de los exilados es la primera fase en la preparación de la manifestación gloriosa mesiánica.

El triunfo de los judíos va a ser espectacular, de forma que todas las naciones paganas, tradicionalmente enemigas, tendrán que reconocer su derrota definitiva a manos del Dios de Israel. Todas las gentes serán convocadas en el valle de Josafat (v.2), nombre simbólico escogido para expresar el juicio condenatorio que van a sufrir las naciones paganas. Algunos autores creen que Josafat aquí alude al rey de este nombre que, según 2 Crón 5:12, derrotó estrepitosamente a los ejércitos coligados de Moab, Amón y Edom, los enemigos tradicionales de Judá. Joel, pues, en ese caso, habría escogido el nombre del victorioso rey Josafat (870-849) como símbolo de la otra victoria que Yahvé habría de obtener sobre todos los enemigos del pueblo elegido.

Sin embargo, el nombre hebreo Josafat ("Yahvé juzga" o "juicio de Yahvé") se presta a un juego de palabras, y en este sentido bien pudo haber sido elegido para designar el juicio de Dios sobre las naciones paganas. De ahí que no falten comentaristas que traduzcan el pasaje de Joel: "reuniré. en el valle del juicio de Yahvé." No se debe, pues, insistir sobre la localización de ese famoso valle, que no es sino un nombre literario simbólico-apocalíptico. La tradición judía dio el nombre del valle de Josafat a la depresión formada por el torrente Cedrón, al este de Jerusalén. Los Santos Padres trasladaron la perspectiva de Joel al fin de los tiempos, y han supuesto que el juicio final tendría lugar en ese famoso valle de Josafat. Pero el profeta no habla del juicio al fin de los tiempos, sino del que debe preceder a la inauguración mesiánica; en ese juicio sólo son juzgados y condenados los pueblos gentiles, mientras que los israelitas son reservados para formar parte de la nueva teocracia hebrea.

Nada en el contexto favorece una interpretación del juicio de los individuos de toda la humanidad en el día del juicio universal al fin de los tiempos; no obstante, este juicio anunciado por Joel puede ser tipo del universal.

Las naciones paganas serán juzgadas por los atropellos que han cometido con el pueblo elegido: litigaré con ellos a propósito de mi pueblo y de mi heredad, que dispersaron entre las naciones, repartiéndose mi porción (v.2), o territorio palestino. Evidentemente, el profeta alude aquí a las incursiones de los moabitas, amonitas y edomitas, que hicieron en el antiguo territorio de Israel después que sus habitantes fueron deportados a Mesopotamia a raíz de la toma de Jerusalén por las tropas de Nabucodonosor. Los vencedores y sus aliados trataron de modo indigno a la población vencida, dando un mozo por una prostituta (v.3), e.d., disponiendo de la suerte de los jóvenes de Judá como si fuesen un salario barato destinado a las cortesanas. Y los mismos dispusieron de las doncellas como si fueran el precio bajo que se da por vino que se bebían. Las dos comparaciones sirven para resaltar el desprecio con que los enemigos de Judá trataron a la población vencida.

Yahvé alcanzará en su juicio condenatorio a todas las naciones paganas1, incluso las omnipotentes Tiro y Sidón, que parecen alejadas ahora del escenario de la guerra. Es inútil que quieran librarse del castigo, y sobre todo no podrán hacer nada contra Yahvé, que se dispone a castigar a los pueblos enemigos de Judá, porque, si lo intentan, recibirán el merecido: Si queréis vengaros de mí (Yahvé), al punto haré retornar sobre vuestras cabezas vuestra venganza (contra Yahvé) (v.4). Es un modo de decir que también los filisteos y los fenicios caerán dentro de la sentencia dictada por Yahvé contra los enemigos de Judá, las naciones circunvecinas, Edom, Amón y Moab. Yahvé les echa en cara que, como mercaderes sin escrúpulos, se han aprovechado de la situación de derrota de Judá para cometer expoliaciones sacrilegas (os apropiasteis mi oro y mi plata, v.5), vendiendo a los hijos de Judá a los hijos de los griegos (v.6). Se sabe por los autores clásicos que los esclavos sirios eran muy buscados por los griegos 1. Los fenicios tenían especiales relaciones comerciales con las costas griegas; por eso, el tráfico de esclavos se dirigía especialmente a esta zona mediterránea. Yahvé les amenaza con pagarles en la misma medida, pues hará que los judíos vendan los hijos de los fenicios a los sábeos, nación apartada, al sudoeste de la península arábiga, con los que tenían tráfico comercial a través de las rutas caravaneras de TransJordania 2.

Enfáticamente se desafía a todos los pueblos enemigos de Judá para que vengan a luchar con el pueblo de Dios. Antes había anunciado Yahvé que iba a reunir a las gentes en el valle de Josafat; ahora los invita irónicamente a presentarse. Deben proclamar la guerra santa (v.9) para luchar contra Yahvé, el Dios de los judíos. La frase es irónica y desafiante. La guerra santa es aquí equivalente a guerra total; por eso les invita a cambiar sus instrumentos agrícolas de paz en instrumentos de guerra: ¡Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces! (v.10). La idea que late en la expresión irónica es que todo será poco para luchar con Yahvé y no bastarán los depósitos normales de espadas para la gran batalla. Todos los componentes de las naciones, no sólo los guerreros de oficio, deben aprestarse al combate: diga el flaco: ¡Yo soy valiente! La victoria de Yahvé debe ser total, y por eso no debe faltar ninguno a la cita del combate, para que resplandezca la fuerza del Dios de los judíos. Yahvé aparece nervioso porque no acaban de concentrarse en el lugar de la batalla, y los excita al encuentro: Precipitaos y venid. (v.11).

Una vez que el ejército enemigo está concentrado para medir sus armas con Yahvé, el profeta pide a Yahvé que descienda al campo de batalla con su ejército celestial, sus ángeles, que han de luchar por su causa: Haz bajar, ¡oh Yahvé! a tus valientes (v.11). Yahvé responde diciendo que antes deben reunirse todos los enemigos: que se alcen y suban las gentes al valle de Josafat (v.12). La dramatización llega a su punto culminante. Yahvé va a dar el juicio condenatorio sobre todas las gentes, e invita a sus cohortes celestiales a iniciar el estrago: Meted la hoz, que está madura la mies. Pisad, que está lleno el lagar y se desbordan las cubas. Las naciones, por su maldad, están maduras para la siega trágica del juicio de Yahvé, y han acumulado tantos pecados, que se desbordan las cubas. El mejor comentario a esta escena terrorífica es el texto de Is 63:1-6: "¿Quién es aquel que avanza enrojecido, con vestidos más rojos que los de un lagarero., avanzando en toda la grandeza de su poder? ¿Cómo está, pues, rojo tu vestido, y tus ropas como las de los que pisan en el lagar? He pisado en el lagar yo solo, y no había nadie enemigo de las gentes. He pisado con furor, he hollado con ira, y su sangre salpicó mis vestiduras y manchó mis ropas. Porque estaba en mi corazón el día de la venganza. y aplasté a los pueblos en mi ira y los pisoteé en mi furor, derramando en la tierra su sangre." Tanto en Isaías como en Joel, los pueblos pecadores son exprimidos como en un lagar. Las imágenes son radicales e hiperbólicas, conforme al ardor de una imaginación oriental sobreexcitada. Por otra parte, el carácter apocalíptico del pasaje exige tonos descriptivos subidos e impresionantes.

Joel cierra el fragmento reflejando el rumor de los pueblos reunidos en el valle del juicio 3: muchedumbres, muchedumbres en el valle del juicio, porque se acerca el día de Yahvé en el valle del juicio. El día de Yahvé, al principio, se anunciaba como el día del castigo de los pecadores de Judá. La invasión de las langostas fue el signo precursor del castigo. Pero la penitencia sincera del pueblo hizo que Yahvé perdonara a su pueblo y el castigo se tornara sobre los pueblos enemigos de Judá. La primera perspectiva cambia, y el profeta, para animar a sus compatriotas a sufrir los duros días de prueba posteriores a la repatriación, les anuncia que habrá un juicio definitivo sobre todas las naciones que han contribuido a la ruina del pueblo elegido. Después del juicio vendrá la era mesiánica, como anuncia a continuación.

Para medir el alcance de las predicciones de Joel no debemos perder de vista el carácter apocalíptico del pasaje, y, dejando de lado las hipérboles y frases radicales, buscar la medula teológica del mensaje: Dios salvará a su pueblo arrepentido y castigará a los pecadores. Toda la dramatización de las escenas del valle de Josafat debemos considerarla como puro artificio literario. De hecho sabemos que esa aparatosa concentración de las naciones no se dio antes de la inauguración mesiánica. Aquí tenemos que acudir al modo de presentar los profetas el reino mesiánico. Conforme a la expectación del ambiente, presentaban al Mesías como un Rey triunfador que había de aplastar a los enemigos (como el "alfarero a sus vasos")4, y a Israel organizado en esplendoroso reino bajo la ley dé la justicia divina. En este supuesto conciben también un juicio previo sobre las naciones para vengar los ultrajes cometidos contra el pueblo elegido.

La realización histórica fue muy otra. El Mesías fue "humilde y manso de corazón" 5, y su reino no era de este mundo. El mismo Bautista, precursor inmediato del Mesías, no captaba los modos suaves de Jesucristo, y predicaba una penitencia brusca y deshumanizada, conforme a los cánones del más rabioso ascetismo oriental. Anunciaba también un juicio selectivo sobre los mismos judíos; Dios tenía en la mano el arnero para limpiar su era.

Cristo dice que El no vino a juzgar6, sino que cada uno se juzga a sí mismo en la actitud que tome — de aceptación o repulsa — frente a su persona y doctrina. He ahí de hecho en qué terminó el juicio discriminativo anunciado por los profetas. Una vez más tenemos que repetir que los profetas, a pesar de ser iluminados con revelaciones especiales directas de Dios, eran mentalidades del A.T., y, si bien conocían el hecho de la venida del Mesías y de la inauguración del reinado de justicia, no conocían el modo de esta nueva teocracia puramente espiritual, el reino de los cielos predicado por Jesucristo. La única profecía que llegó a captar más el modo de la realización histórica del mesianismo inaugurado por Cristo fue la de los cánticos del Siervo de Yahvé, en los que se da de lado a todas las concepciones tradicionales sobre un Mesías glorioso y Rey terrenal y se presenta una figura del Mesías que parece tomada de los evangelios.

 

Seguridad y prosperidad del pueblo elegido (16-21).

16 Ruge Yahvé desde Sión y hace oír su voz desde Jerusa-lén; los cielos y la tierra se conmueven, pero Yahvé será un refugio para su pueblo y una fortaleza para los hijos de Israel" 17 Y sabréis que yo soy Yahvé, vuestro Dios, moradores de mi monte santo, y santa será Jerusalén y no pasarán por ella los extraños. 18 Y sucederá en aquel día que los montes destilarán mosto, y leche los collados; correrán las aguas por todas las torrenteras de Judá y brotará de la casa de Yahvé una fuente que regará el valle de Sitim. 19 Egipto se trocará en desolación, y Edom se convertirá en asolado desierto, por el cruel trato a los hijos de Judá, derramando en su tierra sangre inocente. 2° Pero Judá será por siempre habitado, y Jerusalén por generaciones y generaciones. 21 Yo vengaré su sangre, no la dejaré impune, y Yahvé morará en Sión.

 

Después del juicio punitivo sobre las naciones, se inaugura solemnemente la era mesiánica, como consecuencia del poder omnímodo de Yahvé, que ha vencido a los enemigos. de Judá: Ruge Yahvé desde Sión..(v.16) 7. Todos los pueblos, y hasta los cielos, se conmueven ante el rugido de la voz de Dios, que lanza su veredicto de condenación sobre las naciones. Pero este.rugido de condenación para los gentiles es al mismo tiempo el clarinazo solemne que anuncia la salvación de los judíos, cuyo refugio es Yahvé. Es la inauguración solemne de la era venturosa mesiánica soñada y anhelada por las generaciones pasadas. Jerusalén será entonces una cosa santa, de suerte que no volverá a ser hollada y contaminada por los extranjeros: no pasaran por ella los extraños (ν.17)8.

Y con la seguridad que dará la protección divina, vendrá la abundancia como consecuencia de las bendiciones de Yahvé: en aquellos días destilarán mosto los montes. (v.18) 9. Si en otro tiempo sufrieron la sequía y la penuria, ahora la perspectiva es muy otra, pues los wadys o torrenteras, antes secos, se llenarán de copiosas aguas. Pero, además, una fuente brotará de la casa de Yahvé que regará el valle de Sitim (v.18). Es la misma concepción de Ezequiel y de Zacarías. En el nuevo orden de cosas, la misma naturaleza se transformará, y el centro de todas las bendiciones sobre el país será el templo, la casa de Dios. Ezequiel anuncia que ese torrente que procede del templo vivificará el mar Muerto, dotándole de una prodigiosa fecundidad 10. Según Zacarías, las aguas irán al oriente y al occidente n. Aquí Joel anuncia que una nueva feracidad exorbitante surgirá por doquier como consecuencia de la abundancia de aguas. El valle de Sitim aparece en la Biblia al este del Jordán 12, ya en territorio moabita. Algunos comentaristas prefieren traducir valle de las acacias, y buscan su localización en la zona esteparia del Araba, en la depresión que desciende desde el mar Muerto al golfo elanítico.

En contrapartida a las bendiciones de que gozará Judá, sus enemigos tradicionales, como Egipto y Edom, sufrirán los rigores de la ira divina, pues sus tierras se convertirán en desolado desierto (v.19). Y la razón de este castigo especial para estas dos naciones estriba en que se han ensañado con los judíos, derramando sangre inocente, después de la catástrofe del 586 a.C. Yahvé no puede dejar impune tales crímenes (v.21). Es el Dios de la justicia, y, como tal, castiga al culpable y salva al inocente.

 

1 El tráfico de esclavos es reprochado reiteradamente a Tiro en los profetas (cf. Am 1:9; Ez 27:13; 1 Mac 3:41; 2 Mac 8.11). — 2 Cf. 1 Re 10,2.10; Jer 6:20. — 3 La valle de palabra hebrea jarus, que hemos traducido por juicio o decisión (los LXX: "en el vane ,αο la victoria”), es traducida por algunos: "del machucamiento." Pues jarus en Is 27:27; Am 1:3, significa el instrumento que utiliza el agricultor para batir el trigo. — 4 Cf. Sal 2:9. — 5 Mt 11:29. — 6 Jn 3:17; 12:47; 3,18. — 7 La expresión "Yahvé ruge desde Sión" aparece literalmente en Am 1:2. — 8 Cf. ZacQ.8; Is 51:23. — 9 En Am 9:13 encontramos, más o menos, las mismas expresiones sobre la abundancia edénica de los tiempos mesiánicos. — 10 Cf. Ez 47:1. — 11 Zac 14:8. — 12 Cf. Núm 25:1; Jos 2:1; Diq 6:5; Núm 33:49.