Βaruc.

 

Introducción. 1. Colecta por el Templo de Jerusalen. Confesión. 2. Enumeración de las Calamidades Sufridas (1-10). 3. Nueva Oración y Confesión de los Pecados (1-8). 4. Elogio de la Ley. Rehabilitación de Israel. 5. Invitación a Jerusalén a Alegrarse por la llegada de Sus Hijos (1-9). 6. Epístola de Jeremías Sobre los Ídolos.
 

 

Introducción.

 

Personalidad del autor.

Baruc (en heb. Baruj: "Bendito"), el inseparable compañero y secretario de Jeremías 1, parece que pertenecía a la nobleza de Jerusalén 2. Hacia el 604 a.C. aparece ya como secretario del profeta 3, y más tarde coopera con éste en la compra del campo de Anatot4. Después de la caída de Jerusalén (586) y de la muerte del gobernador Godolías, fue conducido con su maestro Jeremías a Egipto5. Hacia el 582 aparece en Babilonia con un mensaje de esperanza a los exilados, sin duda enviado por el propio Jeremías6. En 581 aparece de nuevo en Jerusalén para traer parte de los vasos sagrados y llevar una colecta de dinero a los judíos que habían quedado en Palestina; y les leyó su libro en la fiesta de los Tabernáculos.

 

Contenido y estructura del libro.

Según la Vg, el llamado libro de Baruc tiene dos partes: los c.1-5, del propio Baruc, y el c.6, que contiene una epístola de Jeremías. Ambas partes aparecen claramente separadas en los LXX. El libro propiamente atribuido a Baruc suele ser dividido en cuatro partes:

 

       

    1. Introducción histórica (1:3-14): Lectura del libro ante los exilados. Colecta de dinero y transmisión de ésta a los habitantes de Jerusalén.

       

       

    2. Confesión y plegaria de los judíos exilados (1:15-3:8).

       

       

    3. Panegírico de la sabiduría (3:9-4:4).

       

       

    4. Triple exhortación (4:5-5:9): a la fidelidad a la Ley, a la paciencia y a la esperanza.

       

 

Lengua y lugar en el canon.

Sólo poseemos el texto griego del libro de Baruc, y por ello ha sido considerado como deuterocanónico. Las versiones Vetus latina (actual de la Vg, pues San Jerónimo no hizo traducción especial) 7 y las siríacas Peshitta y hexaplar están hechas sobre el texto griego. No obstante, es común entre los autores el suponer la existencia de un texto hebraico primitivo del que se deriva la traducción de los LXX 8, pues se encuentran muchos hebraísmos e incluso confusión de palabras parecidas hebreas por el traductor 9. Recientemente se ha discutido el origen hebraico del fragmento 3:9-5:9 y del c.6 10, porque reflejan un griego sumamente clasicista.

 

Autenticidad.

La opinión tradicional es que este libro es de Baruc, secretario de Jeremías, como reza el título del mismo: "Palabras que escribió Baruc, hijo de Nerías., en el año quinto. después que los caldeos tomaron Jerusalén y la incendiaron." 11 Dadas las múltiples alusiones al libro de Jeremías, el libro de Baruc y la Epístola de Jeremías se citaban con el nombre de Jeremías en los primeros siglos 12, y ésta es la razón de que Baruc falte en la enumeración de muchos catálogos canónicos.

Sin embargo, los comentaristas modernos difícilmente reconocen la paternidad literaria del secretario de Jeremías a este opúsculo que lleva el nombre de Baruc. Las razones son, sobre todo, de índole histórica: la introducción histórica (1:1-14) parece totalmente artificial y llena de inexactitudes históricas difícilmente comprensibles en un autor que viviera en Babilonia en los primeros años del exilio. Así, no es fácil que el rey Jeconías — encarcelado — asistiera a la lectura del libro de Baruc 13. También parece extraño lo que se dice del retorno de los vasos sagrados llevados por Nabu-codonosor 14, y el ruego a los judíos que están en Palestina para que oren por Nabucodonosor 15 y por su hijo Baltasar (que fue hijo de Nabónides, último rey de Babilonia). Además, se dice que el sumo sacerdote de Jerusalén era Joaquim, cuando sabemos por 1 Par 6:15 (5:41) que el sumo sacerdote era Josedec, que estaba en Babilonia y no en Palestina.

Es rara también la suposición de que sobre las ruinas humeantes del templo continuaran los sacrificios normalmente, cuando sabemos que el altar de los sacrificios fue reedificado después de la repatriación 16. Por otra parte, se sugiere que Bar 1:15-2:18 depende de Dan 9:4-19, que es de la época macabea (166-165 a.C.).

A esta argumentación contestan los mantenedores de la tesis tradicional que se puede suponer que el rey Jeconías gozara de una libertad relativa, y así es concebible que escuchara la lectura de Baruc. Por otra parte, el sacerdote Joaquim puede considerarse como un representante de Josedec en Palestina. Respecto de los sacrificios en las ruinas del templo, sabemos por Jer 41:5 que se continuaban ofreciendo sacrificios en el lugar del templo después de su destrucción. En cuanto a la mención de Baltasar como hijo de Nabucodonosor, dicen estos autores que bien pudiera ser un hijo desconocido de éste, aparte de su heredero Evil-Marduk. Respecto de la supuesta dependencia de Bar 1:15-2:18 de Dan 9:4-19, pueden invertirse los términos, ya que en Daniel el fragmento parece desplazado del contexto, de forma que probablemente es una adición posterior. La semejanza de Bar 5:5-9 y el salmo de Salomón 11:2-7 puede mejor explicarse suponiendo que éste depende de aquél. Por otra parte, Bar 1:15-3:8 y 3:9-5:9 tienen gran afinidad con textos del libro de Jeremías17, si bien Bar 4:36-5:9 tiene analogías con el Deutero-Isaías.

Los que niegan a Baruc, secretario de Jeremías, la paternidad literaria de este libro, suelen proponer como época de composición del mismo la de la dominación persa seléucida, y así explican la ausencia de este escrito en el canon judaico. Algunos autores más radicales dan como fecha de composición la que sigue a la destrucción de Jerusalén por Tito (70 a.C.), porque, fuera de la catástrofe del 586, no ha habido otra destrucción del templo de Jerusalén hasta la definitiva por las tropas romanas. Entre los católicos no faltan quienes sostengan que parte del libro de Baruc es posterior al contemporáneo de Jeremías. Así, P. Heinisch supone que Bar 3:9-4:4 es posterior al exilio, mientras que 4:5-5:9 sería de fines del destierro 18. A. M. Dubarle coloca la composición de 3:9-4:4 en la mitad del siglo IV a.C. 19.

 

Canonicidad.

El libro de Baruc no figura en el canon judaico; sin embargo, hay indicios de que formó parte de él por algún tiempo, pues además de haberlo traducido los LXX, Teodoción — que sólo tradujo los libros canónicos judaicos — lo vertió al griego. Por otra parte, Baruc aparece en las antiguas listas judaicas con el título de "Jeremías con Baruc, Lamentaciones y la Epístola." 20 Además, sabemos por ciertos testimonios cristianos primitivos que Baruc era leído en las sinagogas 21. En la tradición cristiana es común la aceptación de Baruc como canónico e inspirado 22. Sólo en el siglo IV hay dudas transitorias sobre su canonicidad, debidas a la posición de San Jerónimo. A pesar de la opinión adversa de éste, la Iglesia lo recibió en el canon entre los deuterocanónicos.

 

1 Cf. Jer 36:26. — 2 Su hermano Serayas tenía un alto cargo en la corte del rey Sedéelas (cf. Jer 51:59). — 3 Cf. Jer 46:4. — 4 Cf. Jer 32:12s. — 5 Cf. Jer 43:6s. — 6 Según Fl. Josefo, Nabucodonosor llevó a Jeremías y a Baruc a Babilonia después de tomar Egipto (cf. Antiq. 10,9.7). — 7 Así dice en el prólogo al Com. a Jer.: "Libellum autem Baruch qui vulgo editioni Sep-tuaginta copulatur, nec habetur apud hebraeos, et pseudoepigrafon Epístola leremiae nequáquam censui disserendam" (PL 24:680 706). — 8 Prueba de la existencia del texto hebraico primitivo es que Orígenes en el texto de Bar pone asteriscos y obelos, como en los demás libros. En la versión siro-hexaplar se dice a propósito de 1:17 y 2:3: "esto no está en el hebreo." Además, en esta versión a veces se ponen las variantes de Teodoción, el cual sólo tradujo libros del hebreo o arameo. Admiten un original hebraico para todo el libro de Bar, entre otros, Kónig, Condamin, Harwell, Goets-berger, Whitehouse, Charles. — 9 Así, en 1:10 se confunde man (maná) con minjah (oblación); en 1:22, el verbo 'abad se traduce por "obrar" en vez de "servir" a dioses extranjeros; en 2:25 se vocaliza dabar (palabra) en vez de deber (peste). Véase H. Hopfl-Miller-Metzinger, Introd. spec. in V.T. p.457 (Roma 1945). — 10 Dudan de la autenticidad de este fragmento E. Schürer, The Jewish People 2.3.191. 195; Y J· T. Marshall (Hasting, Dict. ofthe Bible II 578). — 11 Bar 1:1. — 12 San Agustín: "Hoc testimonium (Bar 3:36-38) quídam non leremiae, sed scribae eius attribuerunt, qui vocatur Baruch, sed leremiae celebratius habetur." — 13 Bar 1:3. 15 Bar 1:11. i" Bar i,8s. 16 Cf. Esd 3:2. — 17 Cf. Kalt, Zur Echtheitsfrage von Baruch I-III 8. Citado por L. Dennefeld, o.c., ρ·437· — 18 Cf. P. Heinisch, Zur Entstehung des Buches Baruch: "Theologie und Glaube," 20 (1928) 696-710. — 19 Cf. A. M. Dubarle, Les Sages d'Israel p.i32. — 20 Swete, Intr. 203-10. Citado por Saydon, o.c., p.548. — 21 Asi lo afirman las Constitutiones Apostolorum 5:20: PG 1:896. — 22 Cf. Orígenes, In Ex. hom.7:2: PG 12:342; San Atanasio, Ep. fest. 39: PG 26:1177. San Cirilo De Jerusalén, Catech. 4:35: PG 33:5po: "leremiae cum Baruch, Lamentationi; bus et Epístola unus líber"; Conc. Laodicenum, hacia el 360 p. C. (cf. EB 9); Atenág., Legat. pro christ. 9: PG 6:908.

 

 

1. Colecta por el Templo de Jerusalen. Confesión.

 

Título y lectura del libro (1-4).

1 Discurso del libro escrito por Baruc, hijo de Nerías, hijo de Maasías, hijo de Sedecías, hijo de Asadlas, hijo de Helcías, en Babilonia. 2 El año quinto, el día séptimo del mes quinto, al tiempo en que los caldeos tomaron Jerusalén y la incendiaron, 3 leyó Baruc los discursos de este libro a Jeconías, hijo de Joaquim, rey de Judá, y a todo el pueblo que venía a oír la lectura del libro, 4 y a los magnates, y a los hijos de los reyes, y a los ancianos, y, en fin, a todo el pueblo, desde el pequeño hasta el grande, a todos los que habitaban en Babilonia a orillas del río Sud.

 

En la presentación de Baruc se nos da la misma genealogía que hemos encontrado en Jer 32:12, con la adición de Sedecías, Asadlas y Helcías. No se da a Baruc el título de profeta, como tampoco en el libro de Jeremías. La lectura de este escrito de Baruc tuvo lugar en el año quinto, día séptimo del mes quinto (v.2). Pero no da el punto de partida para computar esta fecha. Muchos creen que ese año quinto es a partir de la toma de Jerusalén en 586, de modo que la lectura habría tenido lugar en el año 581-580 a.C. Es lo más probable. Entonces la frase al tiempo en que los caldeos tomaron Jerusalén (v.2) habría que entenderla en el sentido de después que los caldeos tomaron Jerusalén l. El libro es leído a los deportados de Babilonia, entre los que está el rey Jeconías, hijo de Joaquim, que después de tres meses de reinado fue llevado cautivo en la primera deportación del 598, sucediéndole en el trono su tío Sedecías 2. Conocemos hoy día, por las inscripciones cuneiformes, el trato que se le daba en la corte de Nabucodonosor 3. Fue puesto en libertad vigilada por el sucesor de Nabucodonosor, Evil-Marduk4.

 

Colecta por el templo (5-14).

5 Lloraron y ayunaron ante el Señor, 6 y recogiendo dinero según las posibilidades de cada uno, 7 lo enviaron a Jerusalén, a Joaquim, hijo de Helcías, hijo de Safan, sacerdote, y a los demás sacerdotes y a todo el pueblo que se hallaba con ellos en Jerusalén 8 cuando tomó los utensilios de la casa del Señor, que habían sido robados del templo, para volverlos al país de Judá, el día diez de Siván; los vasos de plata que había hecho Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, 9 después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, trasladó a Jerusalén a Jeconías y a los príncipes, y a los prisioneros, y a los magnates, y al pueblo de la tierra, y los llevó de Jerusalén a Babilonia, 10 y dijeron: Ahí os enviamos dinero para que con él compréis holocaustos y víctimas por el pecado, e incienso para que hagáis las oblaciones y las ofrezcáis en el altar del Señor, nuestro Dios, u y oréis por la vida de Nabucodonosor, rey de Babilonia; y por la vida de Baltasar, su hijo, para que sean sus días sobre la tierra como los días del cielo, 12 y nos dé el Señor fortaleza e ilumine nuestros ojos, y vivamos bajo la sombra de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y bajo la sombra de Baltasar, su hijo, y les sirvamos por muchos días y hallemos gracia en su presencia. 13 Orad por nosotros al Señor, nuestro Dios, porque hemos pecado contra el Señor, nuestro Dios, y la cólera del Señor y su furor no se apartó de nosotros hasta el presente. 14 Leeréis este libro que os enviamos para que lo deis a conocer en la casa del Señor en el día de fiesta y en los días oportunos.

 

La reacción de los oyentes ante la lectura de los discursos de Baruc fue un completo éxito desde el punto de vista religioso: un sentimiento de compunción y de expiación fue la característica de aquella reunión de desterrados de Babilonia, que se concretó en una colecta pecuniaria en favor del templo de Jerusalén. No conocemos al sacerdote Joaquim, pero debe de ser el que circunstancial -mente estaba al frente del templo de Jerusalén. El texto no dice que fuera sumo sacerdote. Según i Par 6:15, el sumo sacerdote estaba en el exilio. En Jdt 15:8 aparece un sumo sacerdote Joaquim, sin especificar más su genealogía 5. La frase cuando tomó los utensilios del templo, parece tener por sujeto a Baruc, que debió de transportar algunos de los vasos sagrados robados por las tropas de Nabucodonosor 6. El mes de Sivan corresponde a nuestro mayo-junio. Los deportados debieron de entregar a Baruc también una carta en la que explicaban el destino que debían dar a la colecta.

Podemos suponer que los judíos que quedaron en Jerusalén después de su destrucción tratarían de reorganizar el culto en un altar provisional sobre las ruinas del antiguo templo, que permanecía como lugar sagrado para todos. Así, en la carta se habla de holocaustos y ofrendas en el altar del Señor (v.10). La petición de oraciones por Nabucodonosor, rey de Babilonia (v.11) parece responder a la recomendación de Jer 29:7 en su carta a los exilados: "Laborad por el bien de la ciudad a que os he desterrado y rogad por ella a Yahvé, pues su bien será vuestro bien." Los exilados, después de la prueba, reconocían a Yahvé como causante principal de la catástrofe, y Nabucodonosor su instrumento. Todo ha sucedido por sus pecados. Y ahora lo mejor era mantener buenas relaciones con la autoridad suprema babilónica si habían de aspirar algún día a conseguir la plena rehabilitación nacional.

No es fácil explicar la asociación de Baltasar a Nabucodonosor como hijo. No sabemos que Nabucodonosor haya tenido un hijo llamado Baltasar, y, por otra parte, el Baltasar que conocemos como último rey de Babilonia no es hijo de Nabucodonosor, sino de Nabónides. En el libro de Daniel7 se dice también que era hijo de Nabucodonosor. No faltan autores que supongan que la mención aquí de Baltasar hijo de Nabucodonosor sea una adición posterior, basada en el libro de Daniel 8. Los exilados reconocen, por otra parte, sus pecados, y suplican a los de Jerusalén que oren por ellos en el templo de Yahvé (v.13). Y piden que lean este libro, es decir, 1:15-3:8, como confesión pública de los pecados de ellos. No se especifica la fiesta en que debe leerse, pero quizá sea la de los Tabernáculos, en septiembre-octubre, que era la fiesta por excelencia 9. Los días oportunos parecen ser los días de asamblea o congregación del pueblo.

 

Confesión de los pecados (15-22).

15 Diréis: Del Señor, Dios nuestro, es la justicia; nuestra la confusión y el sonrojo, corno se muestra hoy en todo varón de Judá y en los moradores de Jerusalén, 16y en nuestros reyes y en nuestros príncipes, en nuestros sacerdotes y en nuestros profetas y en nuestros padres, 17porque pecamos en presencia del Señor 18y no le obedecimos ni escuchamos la voz del Señor, nuestro Dios, ni caminamos por los preceptos del Señor, que dio en nuestra presencia. 19Desde el día en que sacó a nuestros padres de la tierra de Egipto hasta hoy, hemos sido rebeldes al Señor, nuestro Dios, y nada hicimos por oír su voz. 20Y así se apegó a nosotros el infortunio y la maldición que el Señor intimó por Moisés, su siervo, al tiempo que sacó a nuestros padres de Egipto para darnos la tierra que mana leche y miel, como aparece en este día. 21No escuchamos la voz del Señor, nuestro Dios, conforme a todas las palabras de los profetas que nos envió, 22y nos fuimos cada uno según el pensamiento de su mal corazón, sirviendo a los dioses extraños y cometiendo maldades a los ojos del Señor, Dios nuestro.

 

Las semejanzas entre esta oración y la de Daniel10 son sorprendentes. Parece que hay dependencia casi literal entre ambas. Y también tiene muchas afinidades con Dan 9:4-9. El esquema de la oración es trivial y sin originalidad alguna. Se afirma la justicia de Dios, manifestada en el castigo enviado sobre ellos, merecido por sus muchos pecados. Toda la sociedad judía es responsable ante Dios por la catástrofe, ya que todos pecaron: reyes, príncipes, sacerdotes, profetas y varones en general. El pecado principal consiste en la desobediencia al Señor, haciendo caso omiso de las amenazas intimadas por medio de Moisés en Dt 28:155 11.

 

1 Otros autores prefieren leer, en vez de año quinto, "mes quinto" del mismo año en que fue tomada Jerusalén. — 2 Cf. 2 Re 24:8; Jer 22:24-30. — 3 Cf. A. Βεα, Konig Jojachin in Keilschrifttexten: Bi 23 (1942) 78-82. — 4 Cf. 2 Re 25:27-30; Jer 52:31-34. — 5 Cuando la destrucción de Jerusalén, el sumo sacerdote era Serayas (Jer 52:24). — 6 Cf. 2 Re 24:13; 25:13-1? — 7 Cf. Dan 5:2; 11:13; 18:22. — 8 Cf. W. Stoderl, Zur Echtheitsfrage von Bar. 1:3-8 (Münster 1922) 21s. Citado por. Saydon en Verbum Dei II 550. — 9 Cf. 1 Re 8:2; 12:32. — 10 Cf. Dan 9:11-17. — 11 Cf. Lev 26:14-39; Jer 11:2s.

 

 

2. Enumeración de las Calamidades Sufridas (1-10).

1Cumplió Yahvé la palabra que había dado contra nosotros y contra nuestros gobernantes que regían a Israel, contra nuestros reyes, contra nuestros príncipes y contra todo varón de Israel y de Judá, 2de traer sobre ellos grandes males I cuales no los había hecho debajo de todo el cielo, como fueron hechos en Jerusalén, según lo que está escrito en la Ley de Moisés, 3que comeríamos las carnes de nuestros hijos y de nuestras hijas 4y los entregaría a poder de todos los reinos nuestros vecinos para escarnio y espanto de todos los pueblos en derredor,entre los cuales los dispersó el Señor. 5Fuimos abatidos, en vez de ser ensalzados, por haber pecado contra el Señor, nuestro Dios, desoyendo su voz. 6Del Señor nuestro es la justicia, nuestra y de nuestros padres la confusión y el sonrojo, como se ve al presente. 7Los males que el Señor anunció contra nosotros, todos nos han sobrevenido. 8Y no aplacamos el rostro del Señor convirtiéndonos de los pensamientos de nuestro corazón perverso. 9Veló el Señor sobre el castigo y lo trajo sobre nosotros, porque el Señor es justo en todas las obras que nos ordenó. 10 Pero nosotros no oímos su voz, caminando en los preceptos del Señor, que puso delante de nosotros.

 

El hagiógrafo enumera algunas de las mayores calamidades que les han sobrevenido, entre las que destacan las escenas de antropofagia habidas en el asedio de Jerusalén (ν.3), segϊn había sido predicho 1.

Otro castigo máximo ha sido la sujeción a pueblos extranjeros, siendo así el escarnio y el baldón ante todos los pueblos. Como pueblo elegido por Dios, tenían un puesto privilegiado entre las demás naciones, pero han sido abatidos en vez de ensalzados (v.5).

 

Plegaria (11-18).

11 Y ahora, Señor, Dios de Israel, que sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto con mano fuerte, con señales y prodigios, con poder grande y brazo tendido, y te adquiriste un nombre, como se ve al presente, 12hemos pecado, hemos cometido impiedades e injusticias, Señor, Dios nuestro, contra todos tus justos preceptos. 13 Apártese tu ira de nosotros, pues hemos quedado reducidos a poco en medio de las naciones en que nos dispersaste. 14Escucha, Señor, nuestra oración y nuestra plegaria, líbranos por amor de ti y danos gracia en presencia de los que nos deportaron, 15 para que toda la tierra conozca que tú eres el Señor, Dios nuestro, que tu nombre es invocado sobre Israel y sobre su linaje. 16Señor, mira desde tu santa casa y piensa en nosotros; inclina, Señor, tu oído y escucha. 17Abre tus ojos y mira que no proclaman la gloria y la justicia del Señor los muertos que están en el hades, cuyo espíritu abandonó sus entrañas. 18Mas sólo el alma entristecida por la grandeza de los males que padece, que camina encorvada y débil, apagados los ojos y el alma hambrienta, pueden, Señor, pregonar tu gloria y tu justicia.

 

Reconociendo sus transgresiones, piden a Dios que les cambie su suerte, ya que está comprometido el mismo honor de Yahvé (v.15). La liberación de la cautividad debe ser un timbre de gloria para Yahvé entre los pueblos. En otro tiempo, el maravilloso éxodo de Egipto fue la prueba de su omnipotencia ante la nación perseguidora, Egipto. Los ojos de los exilados miran confiados en Yahvé, que habita en su casa santa, la morada celeste 2 desde donde contempla el desarrollo de todos los hechos de la historia. Por otra parte, Yahvé debe considerar, por su propio interés, que, si desaparece su pueblo, nadie se preocupará de darle gloria, ya que los muertos que están en el hades no proclaman la gloria y la justicia del Señor (v.17). El hades aquí es la traducción griega del seol hebreo, morada lúgubre de los muertos, donde éstos no llevan una subsistencia completa, sino debilitada y como en sombra 3. El hagiógrafo, pues, aún no tiene la luz sobre la retribución en el más allá y sobre la vida en Dios, como aparece en la época de los Macabeos 4.

 

Las amenazas de Yahvé, cumplidas (19-26).

19 Que no apoyados en la justicia de nuestros padres y de nuestros reyes, derramamos nuestros ruegos delante de tu rostro, Señor, Dios nuestro, 20 porque tú has derramado tu ira y tu cólera sobre nosotros, según tenías anunciado por tus siervos los profetas. 21 Así dijo el Señor: Inclinad vuestros hombros para servir al rey de Babilonia, y seguiréis habitando en la tierra que yo di a vuestros padres;22 Pero, si no escucháis la voz del Señor, sirviendo al rey de Babilonia, 23 haré cesar en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén la voz del gozo y la voz de la alegría, la voz del esposo y la voz de la esposa, y toda la tierra se convertirá en un desierto sin moradores. 24 Y nosotros no escuchamos tu voz, sirviendo al rey de Babilonia, y tú cumpliste las palabras i que habías dado por tus siervos los profetas de que serían sacados fuera de sus sepulcros los huesos de nuestros reyes y de nuestros padres. 25 Y, en efecto, han sido arrojados al calor del día y al hielo de la noche. Han muerto en medio de atroces males, de hambre, de espada y de peste. 2<s Y la casa en que era invocado tu nombre la has puesto como hoy se hallapor la maldad de la casa de Israel y de la casa de Judá.

 

El hagiógrafo es consciente de la falta de méritos de sus antepasados para hacer fuerza ante Dios en orden a liberarlos de la cautividad (v.19). Todo lo que ha sucedido ha estado anunciado por los profetas, y cita un pasaje de Jer 27:11-13. La cita es libre. Jeremías había aconsejado la sumisión a Babilonia como mal menor (v.21). La resistencia no traería más que la devastación y la ruina 5. La alusión a los huesos profanados de los reyes, sacándolos de sus sepulcros, no la encontramos confirmada en ningún texto de la Biblia, pero esta práctica era bastante corriente entre los asiro-babilónicos. Jeremías, al anunciar esto, lo hace irónicamente, ya que los huesos de los reyes puestos a la intemperie podrán así continuar su adoración a los astros como en vida. La destrucción ha sido total, y, entre todo lo perdido, lo que obsesiona a los israelitas es la desaparición del templo de Yahvé en la Ciudad Santa (v.26). Pero todo ha sido por la maldad de la casa de Israel y de la casa de Judá.

 

Benevolencia de Yahvé para con su pueblo (27-35).

27Has obrado, Señor, con nosotros según tu bondad y según toda tu gran misericordia, 28conforme hablaste por boca de Moisés, tu siervo, al tiempo en que le ordenaste escribir tu Ley en presencia de los hijos de Israel, diciendo: 29Si no escuchareis mi voz, estad seguros que esta grande y numerosa muchedumbre se volverá pequeña en medio de las naciones entre las cuales os dispersaré, 30pues yo sé que no me oiréis, porque este pueblo es de dura cerviz. Pero volverán en sí en el país de su destierro, 31y conocerán que yo soy el Señor, su Dios, y les daré un corazón que entienda, y unos oídos que escuchen, 32 y me alabarán en la tierra de su cautiverio, y se acordarán de mi nombre, 33 y ablandarán su dura cerviz, y dejarán sus máximas perversas, acordándose del camino de sus padres, que pecaron contra el Señor, 34y yo los volveré a la tierra que juré dar en posesión a sus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob, para que la poseyesen, y los multiplicaré y no serán disminuidos, 35 y estableceré con ellos mi alianza eterna, de ser su Dios y de ser ellos mi pueblo, y no moveré más a mi pueblo de Israel de la tierra que le he dado.

 

El hagiógrafo canta las misericordias que Yahvé ha tenido con Israel a través de la historia. Precisamente por esta especial benevolencia divina con el pueblo elegido se ha salvado éste de su destrucción total6. Por amor a Israel, Yahvé había anunciado de antemano el castigo futuro si no amoldaba su conducta a los preceptos divinos7. Pero también había anunciado su rehabilitación como pueblo, caso de ser reducido a un pequeño número8. Y, sobre todo, vendrá un tiempo en que Israel, restaurado, vivirá vinculado con un nuevo corazón a Yahvé como centro de su vida social y nacional 9. Es la era mesiánica, en que se restablecerá una nueva alianza eterna 10 para que Israel sea siempre el pueblo de Yahvé.

 

1 Cf. Lev 26:29; Dt 28,53; Jer 19:9; Lam 2:40; 4:10. — 2 Cf. Sal 33:13-14; 80,15; 1 Re 8:30. — 3 Cf. Sal 104:29; 146:4; 6:6; 88:11; 115:17. — 4 Cf. 2Mac6,18; Sab 5.16s. — 5 Cf. Jer 36:7; Ez 7:8; 14:10; 20:8; Jer 27:6-11.12-15. — 6 Cf. Lam 3:22; Jer 4:27; 5:10. — 7 Cf. Lev 26:14-39; Dt 28,62. — 8 Cf. Lev 26:40-45; Dt 30:1-10, — 9 Cf. Jer 32:39; Ez 11:19; 36:26. — 10 Cf. Jer 31,31ss; 32:40.

 

 

3. Nueva Oración y Confesión de los Pecados (1-8).

1 Señor todopoderoso, Dios de Israel, el alma angustiada y el espíritu abatido claman a ti. 2 Oye, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti, 3 porque tú te sientas en tu trono para siempre, pero nosotros perecemos sin retorno para siempre. 4 Señor todopoderoso, Dios de Israel, oye la oración de los muertos de Israel y de los hijos de los que pecaron contra ti, que no oyeron la voz de su Dios, y por eso la miseria se apegó a ellos. 5 No te acuerdes de las iniquidades de nuestros padres; acuérdate más bien, en esta hora, de tu diestra y de tu nombre, 6 porque tú eres el Señor, Dios nuestro, a quien alabaremos, Señor; 7que por eso has infundido tu temor en nuestros corazones, para que invoquemos tu nombre y te alabemos en nuestro destierro, porque hemos alejado de nuestro corazón toda la iniquidad de nuestros padres, que pecaron contra ti. 8 Henos aquí a nosotros hoy en nuestro destierro, donde nos has dispersado para oprobio, castigo y pena según la iniquidad de nuestros padres, que se apartaron del Señor, nuestro Dios.

 

En una súplica encendida se resumen todos los motivos que pueden ganar el favor divino, contraponiendo la bondad divina y los pecados del pueblo israelita. Se contrapone la suerte de Dios, habitando eternamente en su trono de gloria, y el triste destino de los hombres, que se mueren para no volver (v.3). Algunos entienden este verso en sentido interrogativo: "Tú estás sentado eternamente, y ¿nosotros estaremos perdidos para siempre?" ¿Cómo va a permitir, en su omnipotencia y bondad, que su pueblo se pierda para siempre ? Los desterrados, sin esperanzas, se consideran como muertos en presencia de su Dios: Oye la oración de los muertos de Israel y de los hijos que pecaron contra ti (v.4). Se sienten solidarios de los pecados de sus antepasados, y, en consecuencia, aceptan el castigo que ha venido sobre ellos; pero saben que Dios es omnipotente y puede, en su misericordia, borrar los pecados de todos. Por otra parte, está en juego el mismo prestigio divino entre las naciones: acuérdate más bien, en esta hora, de tu diestra y de tu nombre (v.5), Yahvé debe mostrar con su brazo omnipotente que es verdadero el nombre adquirido por sus prodigios en favor de su pueblo entre las naciones. Es una invitación a renovar las gestas pasadas en favor de Israel; por tanto, no debe acordarse de las iniquidades de sus padres. En la balanza divina debe pesar más su omnipotencia y el celo de su nombre entre las naciones que la justicia vengadora que busca el castigo de las ofensas hechas contra Dios. Reconocen sus pecados, y por eso han emprendido un retorno a su Dios: hemos alejado de nuestro corazón toda la iniquidad de nuestros padres (ν.7). Y terminan recordando la situaciσn oprobiosa en el destierro, como supremo grito de auxilio.

 

La transgresión de la Ley, fuente de calamidades (9.-14)

9 Oye, Israel, los preceptos de vida, aplicad los oídos para aprender la prudencia. 10¿Qué es esto, Israel? ¿Por qué estás en tierra enemiga, languideces en tierra extraña, te has contaminado con los muertos, n has sido contado con los que descienden al hades? 12¡Has abandonado la fuente de la sabiduría! 13 ¡Si hubieras caminado por la senda de Dios, habitarías en perpetua paz! 14Aprende dónde está la prudencia, dónde la fortaleza, dónde la inteligencia, para que a la vez conozcas dónde está la longevidad, dónde la luz de los ojos y la paz.

 

En esta sección encontramos un elogio de la Ley, fuente de sabiduría en la vida y de paz para con Dios. El fragmento es típico de la literatura sapiencial. Se destaca la trascendencia divina y las excelencias de la Ley, se invita a Israel a abrazar los preceptos de vida (v.9), es decir, que conducen a la vida, y, en este sentido, prudencia es sinónimo de sabiduría práctica, el arte de conducirse en la vida conforme a los mandamientos divinos en orden a conseguir la protección de Dios. Precisamente por haber abandonado esos preceptos de vida, plasmados en la Ley, Israel ha tenido que probar las amarguras del destierro (v.10), y allí, en tierra de enemigos, se ha hecho impuro como el que ha tocado un cadáver, se ha contaminado con los muertos. Los gentiles son como muertos ante Yahvé; e Israel, conviviendo con ellos, se ha alejado de su Dios. Por otra parte, Israel mismo ha perdido su vida como nación y lleva una vida lánguida como los que descienden al hades (v.11). El pueblo elegido en el destierro lleva una vida lánguida como las sombras del Seol Y todo ello por haber abandonado la fuente de la sabiduría (v.12). Si hubiese seguido los preceptos de vida, caminando por la senda de Dios (v.13), su premio sería la paz perpetua. La experiencia pasada, amarga, debe darle a conocer dónde se halla la prudencia., la inteligencia, que llevan a la longevidad, como consecuencia de la protección divina.

 

La sabiduría, fuera del alcance del hombre (15-31).

15 ¿Quién halló la inorada de la sabiduría, quién encontró sus tesoros? 16¿Dónde están los príncipes de las naciones y los domadores de las fieras de la tierra, 17 los que se divierten con las aves del cielo, los que amontonan la plata y el oro, en que confían los hombres, que no ponen fin a su adquisición? 18¿Dónde están los que funden con fatiga la plata con operaciones casi impenetrables? 19Han desaparecido, han bajado al hades, y otros surgieron en su lugar. 20Los jóvenes que vieron la luz y habitaron sobre la tierra, tampoco conocieron el camino de la ciencia 21 ni dieron con sus senderos. Sus hijos no lograron adueñarse de ella, están muy alejados de sus caminos. 22No supieron de ella en Canaán, ni en Teman fue vista. 23 Ni los hijos de Agar, que buscan la inteligencia sobre la tierra; los mercaderes de Madián y de Teman, los fabulistas y los que se afanan por adquirir inteligencia, no conocieron el camino de la sabiduría ni dieron con sus sendas. 24¡Oh Israel, cuan grande es la casa de Dios y cuan vasto su dominio! 25Es muy grande, y no tiene término, alto e inmenso, 26 Allí nacieron los gigantes, los famosos desde la antigüedad, de alta estatura, diestros en la guerra. 27Pero no eligió Dios a éstos ni les dio a conocer el camino de la sabiduría, 28y así perecieron por falta de prudencia, perecieron por su necedad. 29¿Quién subió al cielo y se apoderó de ella y la hizo descender de las nubes? 30 ¿Quién atravesó los mares y la descubrió y la trajo con preferencia al oro más puro? 31 No hay quien conozca sus caminos ni quien tenga noticia de sus senderos.

 

Supuesta la necesidad de la sabiduría como clave de felicidad, la dificultad está en encontrarla, en rastrear sus senderos, en cuya tarea han fracasado los más audaces y dotados: los príncipes de la tierra, con todos sus recursos, no pudieron dar con ella (v.16). Tampoco han logrado dar con ella los poderosos en artimañas, como los domadores de las fieras (v.16). La alusión parece ser a los príncipes, que en sus ocios pueden entretenerse en ejercicios cinegéticos tanto con las fieras como con las aves del cielo (v.4). Son los mismos que amontonan la plata y el oro (v.17). Tampoco los plateros, que con operaciones secretas impenetrables, hábiles en las fundiciones de metales, han logrado rastrear las huellas de la verdadera sabiduría (v.18). A pesar de sus magníficas habilidades artísticas, son ignorantes en lo principal, es decir, en buscar la clave de la verdadera felicidad en la vida. Todos han pasado, yendo a morar al hades, región subterránea de los muertos (v.19).

Nuevas generaciones se han sucedido, han empezado las mismas labores que sus antepasados, pero tampoco dieron con el verdadero camino de la ciencia (v.20). Ni siquiera en los lugares famosos, por ser asientos de la sabiduría tradicional, como Canaán y Teman, se han dado huellas de la verdadera sabiduría. Aquí Canaán debe de referirse a Fenicia en general, famosa por sus comerciantes y su alfabeto 2. En los textos ugaríticos de Ras Shamra (Siria) aparece un sabio famoso llamado Danel. Teman era una ciudad entre Edom y Arabia, generalmente identificada con esh-Shaubak 3. Los habitantes de ella pasaban por ser sabios 4. En el libro de Job, el interlocutor más sutil es Elifaz de Teman. Los hijos de Agar, o agarenos, son los ismaelitas; eran famosos comerciantes 5, como los de Madián, traficantes sobre todo de especias aromáticas, en contacto con mercaderes del Indico. Tampoco estos mercaderes, ávidos de novedades, encontraron la verdadera sabiduría. Ni los fabulistas, o creadores de proverbios, expresión de la sabiduría popular, dieron con la senda de la sabiduría.

Después de enumerar a todos éstos como ignorantes, a pesar de sus conocimientos, el hagiógrafo, en tono solemne, recuerda a Israel que la casa de Dios, o universo, es inmensa, como creada por el Señor de los mundos; pero tampoco concedió a este universo la sabiduría ni a sus generaciones antiguas. No sólo no encontraron la sabiduría los de Canaán, Teman, Agar y Madián, sino que en todo el orbe inmenso no ha habido nadie que encontrara la sabiduría.

Ni siquiera los famosos gigantes 6 la poseyeron. Según la tradición popular, en la antigüedad existieron hombres de desmesurada estatura, que dejaron sus huellas en los monumentos megalíticos. Se les atribuían maravillas como seres dotados de fuerzas superiores y diestros en la guerra (v.26). Pero tampoco a éstos eligió Dios, concediéndoles el secreto de la sabiduría (v.27). Al contrario, en su necedad, perecieron al creer que todo lo podían con su descomunal fuerza (v.28). Es que la sabiduría es inasequible a los hombres. Tiene que venir directamente por revelación divina, pues ¿quién subió al cielo y se apoderó de ella y la hizo descender de las nubes? (v.29). La fraseología está calcada en Dt 30:11-13, pero con sentido contrario. Aquí se destaca la trascendencia de la sabiduría por encima de toda búsqueda humana, ya sea en los cielos, ya en viajes por el mar (v.30). Sus senderos son desconocidos, y sólo Dios puede dar la pista de ellos, y la dio a conocer a Israel, como dice a continuación.

 

La sabiduría procede de Dios (32-38).

32 Pero el que sabe todas las cosas, la conoce, y con su inteligencia la descubre. El que cimentó la tierra para siempre y la pobló de vivientes cuadrúpedos; 33 el que manda a la luz, que luego se pone en marcha; la llama, y ella le obedece temblando, 34 Los astros brillan en sus atalayas y se complacen. 35Los llama y contestan: "Henos aquí." Lucen alegremente en honor del que los hizo. 36 Este es nuestro Dios; ninguno otro cuenta a su lado para nada. 37El conoce todos los caminos de la sabiduría, y se la comunicó a Jacob, su siervo, y a Israel, su amado. 38Y después de esto se hizo ver en la tierra y conversó con los hombres.

 

Sólo Dios, trascendente, omnisciente y omnipotente, tiene el verdadero conocimiento de la sabiduría y, por tanto, sólo El puede comunicarla7. Toda la creación está a su servicio, como Creador de ella, y la luz y los astros están a sus órdenes (v.35); y, llevado de su misericordia, ha tenido relaciones amistosas con su siervo Jacob, comunicándole los secretos de su sabiduría y dándole la Ley, que es la verdadera sabiduría, los preceptos de vida. Israel, como pueblo, ha sido privilegiado, ya que se le ha dado un plan de vida superior al de los otros pueblos. En el conocimiento y cumplimiento de la Ley, dada por Dios, está la verdadera felicidad y sabiduría. Dios ha entrado en relaciones particulares con su pueblo, y su sabiduría, plasmada en la Ley, se hizo ver en la tierra y conversó con los hombres (v.38). Aquí la Sabiduría-Ley aparece personificada en relaciones habituales con la humanidad, como en Eclo 24:12-16. Los Padres griegos y latinos vieron en esta frase una alusión a la encarnación del Verbo, ya desde los tiempos de Atenágoras 8; pero parece mejor con el contexto suponer que nos hallamos ante una simple personificación poética de la Sabiduría. Algunos autores incluso han insinuado que sería una glosa cristiana, con alusión a la encarnación, siguiendo el prólogo del evangelio de San Juan 9.

 

1 Esta última parte del verso es oscura y muy diversamente traducida: ¿Sin que al fin quede rastro de sus obras? (Cantera). "Cuyas obras son insondables* (Dennefeld). — 2 Cf. Ez 28:4-5; Zac 9:2. — 3 Cf. Coment. a Jer 49,7. — 4 Cf. Abd 8; Is 29:14; Jer 49,7. — 5 Cf. Gen 37:25; 25:2. — 6 Cf. Gen 6:4; Sab 14:6; Eclo 16:8. — 7 Cf. Job 28:23. — 8 Cf. Atenágoras, Legatio ad Christianos: PG 6:908. — 9 Así Whitehouse y Goettsberger.

 

 

4. Elogio de la Ley. Rehabilitación de Israel.

 

Exhortación al cumplimiento de la Ley (1-4).

1Es el libro de los mandamientos de Dios y la Ley perdurable para siempre. Los que la guardan alcanzarán la vida; los que la abandonan caerán en la muerte. 2Vuélvete a ella, Jacob, y abrázala, camina al resplandor de su luz. 3No des a otros tu gloria, ni tu dignidad a una nación extraña. 4Somos bienaventurados, Israel, porque conocemos lo que a Dios place.

 

El autor concreta explícitamente en qué consiste la sabiduría, que no es otra cosa que el cumplimiento de los mandamientos de Dios. El seguirla asegura una vida bajo la protección del Señor, mientras que los que se separen de ella caerán en la muerte (v.1). La perspectiva no es de ultratumba. No se alude a la idea de retribución al más allá, sino a la doctrina pragmática del Deuteronomio, según la cual Dios bendice con larga vida y bienes materiales a los que cumplen su Ley l. Por eso se exhorta a Jacob a abrazar la Ley, caminando a su luz (v.2). La Ley dada por Dios es como una luz que ilumina el camino de Israel. Por otra parte, la Ley constituía la máxima gloria del pueblo elegido (v.3), por la precedencia que le daba sobre los otros pueblos y por lo que suponía de ventaja en la dirección de la vida. Por consiguiente, debe ser celoso de su posesión y no debe comunicarla a una nación extraña. Parece aludir a la posibilidad de que, si no es digna de tal privilegio, Dios se la puede quitar y transferirla a otra nación no judía. Y el hagiógrafo canta exultante: Somos bienaventurados porque conocemos lo que a Dios place (v.4). Israel se halla en una situación privilegiada al conocer expresamente la voluntad de Dios, y, por tanto, amoldándose a ella, sabe que camina seguro, disfrutando de las bendiciones divinas prometidas.

 

El pueblo, castigado por sus pecados (5-9).

5 Cobra aliento, pueblo mío, monumento de Israel2. 6 Fuisteis vendidos a las naciones, mas no para ruina. Porque habéis irritado a Dios, fuisteis entregados a los enemigos. 7 Habéis irritado al que os hizo, sacrificando a demonios, no a Dios, 8 Os olvidasteis de quien os engendró, el Dios eterno; trajisteis la tristeza sobre la que os crió, Jerusalén, 9 porque vio venir sobre vosotros la cólera de Dios, y dijo: Oíd, naciones vecinas de Sión, Dios ha echado sobre mí un gran duelo.

 

El profeta anima a los exilados, a los que, a pesar de estar postrados, les llama pueblo mío y monumento de Israel, es decir, que recuerdan aún a Israel como pueblo glorioso y con gestas pasadas dignas del gran antepasado Jacob-Israel. Les ha llegado la hora de la tragedia al ser vendidos a las naciones como esclavos; pero esto no ha sido para ruina o total destrucción. La causa de la catástrofe está en las rebeldías continuas contra Yahvé, sobre todo la idolatría (sacrificando a los demonios, ν.7) o divinidades paganas. Asν se olvidaron del que los engendró, escogiéndolos como pueblo "santo y raza sacerdotal," y, olvidándose del Dios eterno, atrajeron sobre ellos las calamidades que causaron la tristeza sobre Jerusalén, que los crió. Las frases tienen un acento de ternura, similares a Is 40:1. Dios es como una nodriza que alimenta a su pueblo a través de la historia 3, y Jerusalén es como una madre de sus habitantes4. En su dolor materno es presentada manifestando su duelo sobre la suerte de sus hijos: Oíd, naciones vecinas, Dios ha echado sobre mí un gran duelo (v.9). La mano de Yahvé ha pesado sobre ella con insistencia trágica, y no puede menos de llorar por sus hijos, cuidados con tanto esmero.

 

Lamentaciones de Jerusalén (10-16).

10 Vi el cautiverio de mis hijos y de mis hijas, que el Eterno trajo sobre ellos. 11Con alegría los había criado, y los despedí con llanto y duelo, 12 Nadie se alegre de verme viuda y abandonada de muchos. Quedé en soledad por los pecados de mis hijos, porque se apartaron de la Ley de Dios 13 y no han conocido sus mandamientos, y no han andado por los caminos de Dios ni siguieron las sendas de la educación en su justicia. 14 Venid, pueblos vecinos de Sión, y acordaos del cautiverio de mis hijos y de mis hijas, que trajo sobre ellos el Eterno. 15 Pues hizo venir contra ellos una nación lejana, una nación insolente de lengua extraña, que no respetó al ancianoni se compadeció del niño, 16 y se llevó a los (hijos) amados de la viuda, dejándola desolada sin sus hijas.

 

Habla Jerusalén, personificada en una dama que ha tenido hijos con alegría, pero que los ha visto partir al cautiverio con llanto y duelo. Pide a las naciones vecinas que no sientan una satisfacción maligna por su inmensa desgracia, apelando a los sentimientos naturales de la maternidad (v.12). Ahora es una pobre madre que ha quedado sin hijos, y, por tanto, digna de compasión. Reconoce la culpabilidad de ellos, por la que Dios envió el castigo (v.15). De nuevo les suplica comprensión y compasión para su trágica situación: acordaos del cautiverio de mis hijos. (v.14). Todo ha venido por designio del Eterno. En el v.16, con reminiscencias de otros pasajes bíblicos 5, describe a la nación enemiga que fue el instrumento de la ira divina. Parece un versículo redaccional, pues, aparte de ser muy similar a otros de la Biblia, tiene un aire bastante convencional 6. La nación invasora no ha tenido los elementales sentimientos de piedad, ya que ha dejado a Jerusalén desolada sin hijas.

 

Jerusalén conforta a sus hijos exilados (17-29).

17 ¿Pues qué socorro podía yo daros? 18 Sea el que trajo este.infortunio sobre vosotros quien os libre del poder de vuestros enemigos. 19 Id, hijos míos, id, que yo me quedo sola, abandonada, 20 despojada de la túnica de la paz, vestida del saco de la plegaria. Siempre, mientras me dure la vida, estaré clamando al Eterno. 21 Y vosotros, hijos míos, valor; clamad también al Señor, y él os librará de la dominación de los enemigos. 22 Yo esperaré del Eterno vuestra redención; del Santo vendrá la alegría, por la misericordia del Eterno, nuestro Salvador, que vendrá sobre vosotros. 23 Con llanto y con duelo os despedí, mas con alegría y gozo eterno os devolverá a mí. 24Pues como ahora vieron los pueblos vecinos de Sión vuestro cautiverio, así os verán pronto redimidos por Dios, con redención espléndida y gloriosa del Eterno. 25Soportad, hijos míos, con paciencia la cólera que sobre vosotros viene de parte de Dios. El enemigo te ha perseguido, pero pronto verás su perdición, y pondrás tu pie sobre su cuello. 26Fueron mis delicados (hijos) caminando por caminos ásperos, fueron arrastrados como rebaño robado por los enemigos. 27Tened ánimo, hijos, y clamad a Dios, que ya se acordará de vosotros el que os hizo ir. 28Pues como os inclinasteis a apartaros de Dios, así, convertidos, le buscaréis diez veces más, 29pues el que traio sobre vosotros el castigo, os traerá, con la redención, la eterna alegría.

 

Jerusalén es presentada como una madre que ve partir a sus hijos al exilio con pena por no poder prestarles alguna ayuda. Son días de luto para ella, despojada de las túnicas de la paz y vestida de saco (v.20). Su vida será una continua plegaria al Eterno por la suerte de sus desterrados, con la esperanza de ver su redención (v.21) del cautiverio. Tiene confianza en que un día, con alegría y gozo eterno, los volverá a ver. Mientras tanto, deben soportar con paciencia la prueba enviada por Dios, pues llegará el momento en que Dios castigará al perseguidor (v.25).

 

Mensaje de consuelo (30-37).

30 Ten ánimo, Jerusalén; el que te dio su nombre te consolará. 31 ¡Desdichados los que te maltrataron y se alegraron de tu caída! 32 ¡Desgraciadas las ciudades en que tus hijos estuvieron esclavizados, desdichada la que os tuvo cautivos! 33Pues así como se alegró en tu ruina y se regocijó en tu caída, así habrá de entristecerse de su propia soledad. 34Yo la privaré de la alegría de sus muchedumbres, y su orgullo se convertirá en duelo, 35pues el Eterno mandará sobre ella el fuego por largos días, y por mucho tiempo será habitación de demonios. 36Mira hacia el oriente, Jerusalén, y contempía la alegría que te viene de tu Dios. 37Mira que llegan tus hijos, aquellos de quienes tuviste que despedirte. Llegan congregados desde el oriente y el occidente por la palabra del Santo, llenos de alegría por la gloria de Dios.

 

El profeta, exultante, anima a Jerusalén a sentirse alegre ante la nueva· perspectiva de inmediata liberación. Sión ha recibido un nombre directamente de Yahvé, que a su vez está vinculado al nombre de ella/por ser el lugar de su morada: El que te dio su nombre (ν.30) 7. Jerusalén pertenece de un modo especial a Dios, por ser el escabel de sus pies, y su nombre va siempre unido al de la Ciudad Santa, Por eso, esto es una prenda de su liberación: te consolara. Ha llegado la hora de la nación enemiga que la ha maltratado y ha llevado cautivos a sus hijos. Yahvé enviará sobre ella el fuego, símbolo de destrucción, como en Sodoma y Gomorra8. Pero no debemos tomar la frase al pie de la letra, como si Babilonia hubiera de ser realmente destruida por el fuego. Como otras veces hemos hecho notar, el profeta trabaja con moldes de expresión estereotipados, y entre ellos está el de la destrucción de las ciudades por el fuego (v.35). Babilonia se convertirá en lugar de ruinas, habitación de demonios, o sátiros, que, según la mentalidad popular, moraban en regiones deshabitadas y en ruinas 9.

El profeta anuncia ya la llegada del cortejo triunfal de repatriados: Mira que llegan tus hijos. desde el oriente y el occidente :(v.37). El texto es muy similar a los conocidos pasajes del libro de Isaías 10. Y el que guía la caravana de retorno es el Santo, designación isaiana aplicada a Yahvé, Dios de Israel, cuya característica es la trascendencia, intangibilidad, segregación, incontaminación, pues santidad en el A.T. es esa atmósfera especial que rodea a Dios para aislarlo de las criaturas y purificar todo lo que en torno quiere acercarse a El.

 

1 Cf. Dt II.2255. — 2 Cf. Ex 3:15; Job 18:17; Prov 10:7. — 3 Cf. Os n,3s; Dt 1:31; 32:10; Is 63:10. — 4 Cf. Is 51:18. — 5 Cf. Dt 28:49; Jer 5:15s6 Cf. Is 28:11; 33:19; Jer 5:15; Ez 3:5-6; Dan 8:23; Lam 5:12-13 — 7 Cf. Is 43:1; 45:4; Dan 1:7. — 8 Cf. Jer 50:40. — 9 Cf. Is 13:21-22; Jer 51:37- — 10 Cf. Is 49:18; 60:4.

 

 

5. Invitación a Jerusalén a Alegrarse por la llegada de Sus Hijos (1-9).

1 Despójate, Jerusalén, de tu saco de duelo y de aflicción, vístete para siempre los ornamentos de la gloria que te viene de Dios, 2 envuélvete en el manto de justicia que Dios te envía, ponte en la cabeza la mitra de la gloria del Eterno, 3 que Dios hará ver tu gloria a toda nación debajo del cielo. 4Te llamará por siempre "Paz de justicia y gloria de piedad." 5Levántate, Jerusalén; sube a lo alto, mira hacia oriente y contempla a tus hijos, reunidos desde el ocaso del sol hasta su orto por la palabra del Santo, regocijados por haberse acordado Dios de ellos. 6De ti partieron a pie, arrastrados por los enemigos; pero Dios te los devuelve traídos con honor, como en trono real. 7 Porque dispuso humillar todo monte alto y todo collado eterno para que caminase Israel con seguridad al esplendor de la gloria de Dios, 8 Los bosques y todo árbol aromático darán sombra a Israel por disposición divina. 9 Porque Dios mismo traerá a Israel lleno de alegría, con el resplandor de su gloria, con la misericordia y justicia que de El vienen.

 

Ha pasado la hora del duelo y de la tristeza, y por ello Jerusalén debe adornarse con sus mejores ornamentos de la gloria. Es la hora de la glorificación de sus hijos, de su retorno triunfal. Es la misma perspectiva de Is 52:1. Jerusalén en adelante va a ser como una reina majestuosa, aureolada por la gloria de Dios. Debe revestirse del manto de justicia como consecuencia de la liberación de sus hijos, a los que se ha hecho justicia 1. Gloria del eterno es sinónimo de justicia. Jerusalén, como majestuosa reina entre los pueblos, debe ponerse la mitra o aureola consiguiente a ese estado de gloria o justicia concedida por el Eterno. Su gloria será objeto de admiración de parte de todos los pueblos (v.3), y se le dará un nombre nuevo: Paz de justicia y gloria de piedad (v.4). En ella habitará permanentemente la paz como fruto de la equidad o de la justicia, y, al mismo tiempo, la piedad o temor de Dios, lo que constituye el mayor cúmulo de gloria. Los profetas, en su idealización de los tiempos mesiánicos, inventaron nombres para designar a Jerusalén en su plena manifestación gloriosa. En Is 1:26 se la llama ciudad de justicia, ciudad fiel 2. La justicia es la característica de la nueva teocracia mesiánica; por eso el Mesías se ceñirá con el "cinturón de la justicia" 3. Y esa justicia de los tiempos mesiánicos es fruto del conocimiento de Dios, que suscribirá una nueva alianza escrita en los corazones.

El v.5 es casi una repetición de 5:47. Se invita a Jerusalén a salir gozosa a recibir sus hijos, que vienen de todas partes 4, y se idealizan los detalles del cortejo triunfal de retorno: antes fueron a pie camino del exilio, ahora vienen con honor, como en trono real. En Is 66:20 se dice que vuelven en "carros, dromedarios, literas." Todos los medios honorables de transporte están a servicio de ellos. Vuelven como reyes, en un baldaquino o trono real. La expresión es gráfica para designar el honor que rodeará a los repatriados en su marcha hacia la patria.

Para facilitar más el paso de la comitiva, la misma geografía se transformará, ya que Dios abrirá una amplia avenida, allanando los montes y collados eternos (ν.7)5, y la ruta real estará bordeada de árboles, que darán sombra a la caravana (v.8). En medio del desierto surgirán bosques para refrescar la marcha de los exilados que vuelven a la patria, como en otro tiempo la columna de humo o de fuego acompañó a los israelitas por la estepa del Sinaí6, y los árboles olorosos perfumarán el ambiente. Nos hallamos en el mundo de las metáforas. En realidad, sabemos cuan penoso fue el retorno de los repatriados bajo la égida de Zorobabel; pero, en la perspectiva poética, el retorno del exilio aparece aureolado por una especialísima protección divina, y, por otra parte, en su mente se superponen dos planos, uno el del retorno del exilio y otro el de la entrada de los israelitas en la era mesiánica, de la que aquél era el principio. Y todo lo que se relaciona con los tiempos mesiánicos lleva el sello de lo maravilloso.

 

1 Cf. Is 61:10. — 2 En Is 62:4 se la llama "Mi complacencia en ella," "Desposada"; Jer 33:16: "Yahvé, nuestra justicia"; Ez 48:35: "Yahvé allí." — 3 Cf. Is 9,7-8. — 4 Cf. Is 51:17; 49:22; 60:4.9; 66:20; 52:12; 58:8. — 5 Cf. Is 42:16-17; Ex 13:21. — 6 Cf. Ex 13:21-22.

 

 

6. Epístola de Jeremías Sobre los Ídolos.

 

Autenticidad y contenido.

Se ha destacado el carácter de esta epístola, similar a la glosa del Targum a Jer 10:11. Por la forma literaria, el texto se parece a la epístola escrita a los cautivos por Jeremías, recogida en Jer 29:15. Se trata de prevenir a los exilados contra la posibilidad de ser deslumbrados por el esplendor del culto de los ídolos babilónicos. No es verosímil que Jeremías haya sido el autor de esta epístola, pues en ella se refleja un conocimiento muy perfecto de la idolatría babilónica. Por otra parte, el estilo no es apasionado ni elegiaco como el de Jeremías; no se concibe fácilmente que el compilador de los escritos de Jeremías no la haya insertado entre ellos. Muchos autores creen que ha sido escrita originariamente en griego, pero no faltan lexicólogos que hacen hincapié en multitud de hebraísmos que en ella aparecen. Así podemos suponer que la epístola es obra de un escritor anónimo del siglo VI que vivía en el exilio, escrita para prevenir a sus compatriotas contra las seducciones de la idolatría caldea, exuberante en manifestaciones cultuales externas. En cuanto a la canonicidad siguió las vicisitudes que hemos visto para el libro de Baruc.

 

Introducción (1-6).

Copia de la epístola que remitió Jeremías a los que habían sido llevados cautivos a Babilonia por Nabucodonosor, rey de los babilonios, a fin de comunicarles lo que Dios le había ordenado. 1Por los pecados que habéis cometido contra Dios, fuisteis llevados cautivos a Babilonia por Nabucodonosor, rey de los babilonios. 2Llegados, permaneceréis ahí muchos años, un tiempo largo, hasta siete generaciones, pasadas las cuales, os sacaré de ahí en paz. 3 Ahora bien, en Babilonia veréis dioses de plata, de oro y de madera, llevados a hombros, que infunden temor a los gentiles. 4 Cuanto a vosotros, guardaos de asemejaros a los extranjeros, y que el temor de tales dioses no se apodere de vosotros 5 al ver la multitud apiñada delante y detrás de ellos, adorándolos. Vosotros decid en vuestro corazón: A ti, Señor, se te ha de adorar. 6 Mi ángel está con vosotros y es quien os pedirá cuenta.

 

El profeta, en primer lugar, da por asentado que la cautividad es un castigo por los pecados de Israel. Por ello, los israelitas se verán obligados a permanecer en Babilonia siete generaciones (v.2). La expresión es genérica para indicar un largo lapso de tiempo. En otros textos de la Biblia se habla de "mil generaciones."1 Por consiguiente, no hay contradicción entre este texto y Jer 29:10 2, donde se habla de setenta años como término máximo de la cautividad babilónica. Después de dar a entender que el exilio será largo, el profeta previene a los exilados contra su posible deslumbramiento ante las ampulosas manifestaciones religiosas de los babilonios, los cuales se gloriaban de sus ídolos, hechos de material riquísimo 3. Sobre todo las procesiones de principios de año, con el desfile de todos los ídolos, era una manifestación religiosa imponente, que podía impresionar a las mentalidades provincianas de los israelitas.

La frase del v.6, mi ángel está con vosotros, está calcada en las narraciones del Éxodo4, donde muchas veces el Ángel de Yahvé designa al mismo Yahvé en cuanto manifestado a los hombres5.

La expresión Ángel en los textos del Pentateuco puede ser adición posterior, debido a manipulaciones teológicas posteriores para destacar la trascendencia divina. Aquí en la Epístola de Jeremías puede designar, pues, al mismo Yahvé en cuanto está vigilando la conducta de los exilados, protegiéndoles de un lado, pero también dispuesto a pedir cuenta de ella 6.

 

Impotencia de los ídolos (7-14).

7 Esos dioses los hace un artífice, los cubre de oro y de plata, pero son mentira, no pueden hablar. 8 Como para doncella, amiga de aderezarse, toman el oro, 9 y fabrican coronas, que colocan en la cabeza de sus dioses. Y tal vez acontece que los sacerdotes roban a los dioses el oro y la plata y la emplean para adornarse ellos, 10 y aun para regalársela a las meretrices que moran bajo su techo. Como a hombres visten a los dioses de plata sus vestidos, y a los dioses de oro y de madera, 11 pero no pueden evitar la herrumbre ni la carcoma, vestidos con sus trajes de púrpura. 12 Hay que limpiarles el rostro para quitarles el polvo que se levanta en su templo y en abundancia se deposita sobre ellos. 13 Tienen un cetro como el juez de un distrito, mas no pueden quitar la vida a quien los ofende.14 Tienen asimismo un puñal o un hacha en su diestra, pero no se defenderán del enemigo ni del ladrón. Por lo que se pone de manifiesto que no son dioses. No los temáis, pues.

 

La descripción de los ídolos no puede ser más sarcástica. El tema es corriente en la Biblia 7. Los profetas estaban poseídos de la idea monoteística como base de toda su teología. Yahvé para ellos era el único Dios, a pesar de haber sido derrotado su pueblo por enemigos, que no fueron sino instrumentos de la cólera del Dios de Israel. Los ídolos, en cambio, son algo vano e impotentes para defenderse a sí mismos. La acusación de que los sacerdotes robaban las riquezas de sus ídolos aparece de nuevo en Dan 14:12. La alusión a la prostitución sagrada (las meretrices que moran bajo el techo, v.10) está muy en consonancia con las costumbres religiosas de los babilonios. En los templos no faltaba la hieródula consagrada a los devotos de su dios, que con sus atractivos sensuales favorecía la concurrencia de parroquianos 8. La sátira es sangrienta y despiadada: los ídolos, vestidos por sus devotos, carcomidos por la polilla, tienen que ser limpiados, y, a pesar de llevar un cetro o arma en su mano, no pueden defenderse contra los ladrones. En efecto, el dios de la tempestad, Hadad, tenía en sus manos un "hacha." 9

 

Inutilidad de los ídolos (15-22).

15 Así como cualquier utensilio que un hombre tiene, si se quiebra, no es ya de utilidad, 16 así son sus dioses. Colocados en sus templos, los ojos se les llenan de polvo, levantado por los pies de los que allí entran. 17 y así como al criminal que ofendió al rey, o al condenado a muerte, se le cierran las puertas de la prisión, así los sacerdotes aseguran sus templos con puertas, con cerrojos y con palancas, para que no sean robados por los ladrones. 18 Encienden lámparas para ellos y en mayor número que para sí mismos, pero los dioses no pueden ver ninguna. 19 Son como las vigas del templo, de las cuales se dice que les carcomen el corazón los gusanos que nacen de la tierra, y devoran así sus vestidos sin que ellos lo adviertan. 20 Su rostro se ennegrece por el humo del templo. 21 Sobre su cuerpo y sobre su cabeza se arrojan las lechuzas, las golondrinas y las otras aves, y aun los gatos. 22 Por donde conoceréis que no son dioses. No los temáis.

 

Sigue el autor desplegando irónicamente una incisiva apologética popular para socavar toda posibilidad de culto a los ídolos. Su inanidad se muestra en mil aspectos: se cierran en sus templos como a prisioneros para que no los roben, no ven a la luz de las lámparas que les encienden, y son pasto de animales tan diminutos como la polilla, y en ellos anidan las lechuzas y demás aves. Todo ello es signo de impotencia.

 

Los ídolos no pueden valerse a sí mismos (23-28).

23 El oro que para su ornato les cubre, se empaña, y si no lo limpian, no brilla; ni aun cuando fueron fundidos sintieron nada. 24 Fueron comprados a este o el otro precio, y no hay en ellos ni un soplo de vida. 25 Aun teniendo pies, tienen que ser llevados en hombros, mostrando con esto a los hombres su ignorancia para confusión de los que los sirven. 26 Si alguna vez caen en tierra, no se levantan por sí mismos, y, una vez puestos en pie, no pueden enderezarse, y como a los muertos, así les ponen delante las ofrendas. 27 Los sacerdotes, viendo las víctimas sacrificadas, se aprovechan de ellas. Y, asimismo, sus mujeres ponen en sal una porción de ellas y no dan nada al pobre ni al débil. 28 Son manoseados por mujeres impuras por el parto o la menstruación. Conociendo, pues, por todo esto, que no son dioses, no debéis temerlos.

 

La argumentación del profeta es muy lógica. Si los ídolos muestran una total impotencia, de modo que no pueden valerse a sí mismos, ni para defenderse ni para trasladarse de un lugar a otro, los exilados israelitas no deben temerlos ni honrarlos. Para la mentalidad israelita, acostumbrada a la sencillez y grandiosidad de Yahvé, que habitaba en los cielos y sólo simbólicamente en el templo de Jerusalén, esa profusión de ídolos e imágenes sagradas era una abominación. Pero siempre quedaba la propensión de las gentes sencillas a dejarse deslumhrar por lo aparente y externo, como había ocurrido con los cultos cananeos. El profeta quiere mostrar que los cultos babilónicos son un sucio negocio: los sacerdotes toman parte de las ofrendas para ellos 10, y, por otra parte, las mujeres en estado de impureza se atrevían a acercarse a los ídolos y a participar en los banquetes sagrados, lo que estaba estrictamente prohibido en la legislación hebrea 11.

 

Culto irracional de los ídolos (29-39).

29 ¿Cómo, pues, llamarlos dioses? Pues hasta mujeres presentan sus ofrendas a semejantes dioses de plata, de oro y de madera, 30 y en sus templos los sacerdotes están sentados, rasgadas las túnicas, rapadas la cabeza y la barba y descubierta la cabeza, 31 y aullan y gritan delante de ellos como en una cena fúnebre. 32 De sus vestidos roban los sacerdotes para vestir a sus mujeres y a sus hijas. Hágaseles mal o hágaseles bien, ellos no pueden corresponder. 33 No pueden ni poner ni quitar, 34 ni pueden dar riqueza ni dinero, ni una pieza de cobre. Si alguno les hace un voto y no lo cumple, no reclaman. 35 Ni libran al hombre de la muerte ni arrancan al débil de las manos del fuerte. 36 No son capaces de dar vista al ciego ni de librar al hombre que se halla en necesidad. 37 No pueden compadecerse de la viuda ni hacer bien al huérfano. 38 Son semejantes a piedras sacadas del monte. Son dioses de madera, dorados y plateados, y serán confundidos los que los sirven. 39 ¿Cómo, pues, vamos a creer y decir que son dioses?

 

Sigue la diatriba sarcástica contra los ídolos. Un indicio de lo indigno en los cultos idolátricos es que en ellos intervienen mujeres, cosa que para los israelitas parecía algo absurdo. En el culto babilónico, particularmente en el culto a Istar, tenían gran importancia las llamadas "sacerdotisas"12. Por otra parte, los sacerdotes se entregan en el templo a escenas de duelo, cosa también incomprensible para la mentalidad israelita, ya que a los sacerdotes en Israel se les prohibía hacer manifestaciones de duelo 13. Aparte de las anomalías en el culto, los ídolos no pueden influir en la vida de los hombres. Así, se les contrapone a Yahvé: no pueden corresponder a las buenas o malas acciones (v.32), mientras que el Dios de Israel es bueno y justo, premiando a los buenos y castigando a los malos 14; da riquezas 15 y exige el cumplimiento de los votos 16; da luz a los ciegos 17, ayuda en la necesidad 18, prestando particular auxilio a los huérfanos y a las viudas 19. Nada de esto pueden hacer los ídolos babilónicos, sacados con tanta pompa en procesión por las calles de Babilonia. No deben, pues, los israelitas mostrar ninguna inclinación ante semejantes simulacros, impotentes para todo, semejantes a piedras sacadas del monte (ν.3δ).

 

Prácticas licenciosas en el culto idolátrico (40-43).

40 Los mismos caldeos los deshonran. Cuando ven a un mudo que no puede hablar, lo conducen a Bel, pidiéndole que le dé el habla, siendo como es el dios incapaz de oírlos. 41 Y sabiendo esto, no piensan en dejarlos, porque no tienen conocimiento. 42 Y las mujeres, ceñidas de cordones, se sientan en los caminos quemando salvado, 43 y cuando alguna de ellas, solicitada, se la lleva un transeúnte y duerme con ella, injuria a las vecinas por no haber merecido ese honor de que rompieran el cordón.

 

El profeta echa en cara la falsedad de los sacerdotes, a los que llama caldeos 20. Saben por experiencia que sus ídolos no pueden ayudar a nadie en sus necesidades, y menos hacer milagros, pero siguen explotando la buena fe de las gentes sencillas 21. Bel es Marduk, el principal dios nacional de Babilonia. Después el hagiógrafo describe alguna de las prácticas licenciosas en honor de los ídolos babilónicos. Herodoto nos habla de la prostitución sagrada, corriente en los cultos mesopotámicos, y sus noticias han sido confirmadas por las nuevas investigaciones arqueológicas 22. Incluso Herodoto menciona esos cordones que ceñían a las mujeres, que por lo menos una vez en la vida debían entregarse a los extranjeros en los templos de Istar (Afrodita) 23. En el texto bíblico que comentamos se dice que estas meretrices sagradas quemaban salvado (v.42), quizá como rito sagrado afrodisíaco, para excitar el erotismo en sus parroquianos 24.

 

Los ídolos, obra de manos de los hombres (44-56a).

44 Todo lo que se hace con estos dioses es un embuste. ¿Cómo, pues, vamos a creer y decir que son dioses? 45 Han sido fabricados por artífices y orfebres, y no podrán ser sino lo que quieran los artífices. 46 Los mismos que los fabrican no viven largo tiempo, ¿cómo va a vivir lo que ellos fabricaron? 47 Han dejado para los venideros mentira y oprobio. 48 Cuando sobre ellos viene la guerra o la calamidad, deliberan entre sí los sacerdotes dónde podrán ocultarse con ellos. 49¿Cómo, pues, no comprenden que no son dioses los que ni a sí mismos se libran de la guerra ni de las calamidades? 50Luego se ve que, siendo de madera, dorados y plateados, son un embuste para todas las naciones y los reyes, y quedará manifiesto que no son dioses, sino obras humanas, y que no hay en ellas nada divino. 51¿Quién, pues, no conocerá que no son dioses? 52 No podrán jamás hacer un rey en la región ni dar a los hombres la lluvia. 53 Su propia causa no podrán defenderla ni protegerse contra la injusticia por su impotencia. 54 Son como las cornejas, que vuelan entre el cielo y la tierra. Y si alguna vez prende el fuego en los templos de estos dioses de madera dorada o plateada, sus sacerdotes se salvan con la huida, pero ellos se queman como vigas en medio de las llamas. 55 Ni a un rey ni a los enemigos resistirán. 56 ¿Cómo, pues, admitir o pensar que son dioses?

 

De nuevo se insiste sobre la inanidad de los ídolos, que son obra de hombres, y es absurdo que, muriendo éstos, puedan sobrevivir sus obras. Es más o menos una repetición de los conceptos ya expresados. El artista le da la forma que quiere sin consultar al ídolo 25. Por otra parte, en tiempos de persecución deben los sacerdotes o cuitarlos para que no sean robados. Total, que no pueden ser divinidades objetos que son impotentes.

 

Impotencia de los ídolos (56b-64).

56b Ni de ladrones ni de salteadores se salvan estos dioses de madera, plateados y dorados. 57 Cualquiera más fuerte les arrebatará el oro y la plata y el vestido de que están cubiertos, y se marcharán sin que los dioses puedan auxiliarse. 58 De suerte que mejor es un rey, que puede hacer ostentación de su poder, o un utensilio cualquiera en una casa, del cual se sirve su dueño, que estos dioses falsos. Y hasta la puerta de una casa protege las cosas que hay en ella mejor que esos falsos dioses, y una columna de madera en un palacio real vale más que ellos. 59 El sol, la luna y las estrellas obedecen con su resplandor para utilidad (de los hombres), 60 y asimismo el relámpago, cuando brilla, se hace ver bien, y el viento sopla en toda la tierra, 61 y las nubes, cuando Dios las ordena pasar por encima de ella, cumplen el mandato, 62 y el fuego, enviado de arriba para consumir los montes y las selvas, hace lo que les ha mandado. Sus dioses ni por la belleza ni por la potencia son a estas cosas comparables. 63 No debe, pues, creerse ni decirse que son dioses, no siendo capaces de hacer justicia ni de hacer bien a los hombres. 64 Conociendo, pues, que no son dioses, no los temáis.

 

La argumentación se continúa en los mismos términos. Los supuestos dioses, al mostrar su impotencia, son de menos valor que las puertas que guardan las casas y que los utensilios que pueden emplearse en algo provechoso. Y, desde luego, son inferiores a las fuerzas de la naturaleza, sobre todo a los astros, cuya utilidad y obediencia al Creador es proverbial para los hebreos 26. Los astros no son dioses, sino elementos sometidos a la voluntad de Dios.

 

Los ídolos son despreciables (65-72).

65 Son incapaces de maldecir o bendecir a los reyes. Ni pueden dar en el cielo señales a las naciones, ni pueden, como el sol, alumbrar, ni iluminar como la luna. 67 Las fieras mismas saben más que ellos, porque, huyendo a su madriguera, pueden salvarse a sí mismas. 68 No se ve, pues, por modo alguno que sean dioses; por tanto, no los temáis. 69 Así como en el melonar nada guarda el espantajo, así sus dioses de madera, dorados y plateados. 70 Más parecen espino plantado en huerto, sobre el cual todos los pájaros se posan. Son también estos dioses de madera, dorados y plateados, semejantes a un muerto arrojado al sepulcro tenebroso. 71 Por la púrpura y el lino que sobre ellos se envejece conoceréis que no son dioses. Y ellos mismos serán más tarde consumidos, viniendo a ser el oprobio de la tierra. 72 Mejor es, pues, el hombre justo, que no tiene ídolos, porque está muy lejos de tener que temer el oprobio.

 

El colmo de la impotencia de los ídolos es que no pueden defenderse, ni siquiera huir como las fieras, que pueden retirarse a sus madrigueras (v.67). Son un mero espantajo, que en realidad no guarda el melonar, sino el miedo que le tengan.

La argumentación se cierra con una frase de tipo gnómico en la que se exalta al justo, que por no servir a los ídolos se ve libre de todo reproche. La finalidad de la Epístola era prevenir a los exilados contra toda propensión a la idolatría como consecuencia de las manifestaciones ostentosas de los cultos religiosos babilónicos, que en definitiva son totalmente vacíos y sin sentido.

 

1 CF.Dt. 7.9 Cron.16:15 — 2 Cf. Jer.22:1 — 3.Cf.Herodoto. 1, 183 — 4.Cf. Ex.23:20-23 — 5.Cf. Lagrange.p.212-25 — 6.Cf. Jer.11,21 — 7.Cf.Is.40; 19s jer. 2:27s — 8.Cf. Herodoto,1; 181 — 9. Cf. H.Gressman, O.C. fig.314-33510 Cf. E. Dhorme, Les religions de Babylonie et d'Assyrie (París 1941) p.231s. — 11 Cf. Lev 12:4; 15:193. — 12 Cf. Código de Hammurabi 40.178-182; E. Dhorme, o.c., p.212; Furlani, Religione babilonese e assira II p.354-55- — 13 Cf. Lev 21:5. — 14 Cf. Dt 32:35; 1 Sam 26:23. — 15 Cf. 1 Sam 2:7. — 16 Cf. Dt 23:21. — 17 Cf. Sal 145:8. — 18 Cf. 1 Sam 2:6; Is 25:4- — 19 Cf. Dt 10:18; Sal 145:9; Is 1:17. — 20 Cf. Herodoto (I 181) dice que se llamaba "caldeos" a todos los sacerdotes de Bel. — 21 Cf. Is 44:18-20; Jer 10,8-14; Sab 13:1; 15:14. — 22 Cf. Dt 23:18; Os 4:14; G. Furlani, o.c., II p-355; Dhorme, o.c., ρ.177· — 23 Cf. Herodoto, I 199; Estrabón, XVI 1:20; Luciano, De Syria dea 6; Demóstenes, De corona 259. — 24 Cf. Demóstenes, De corona 259. — 25 Cf. Is 44:14-17; Jer 18:4; Sab 13,ns. — 26 Cf. Sal 19:2s; 104:235; Jer 33:20; Gen 1:14-18.