Jueces.

 

Introducción. 1. Introducción Histórica (1:1-2:5). Parte 2. Historia Anecdótica. Campaña de Gedeón en Palestina (7:1; 8:4). Campaña de Gedeón en Transjordania (8:5-28). Corto Reinado de Abimeleg (c.9). Judicatura de Jefté (10:6; 12:7). Jueces menores. Historia de Sansón (c.13-16). 3. Apéndices. I. Origen del Santuario de Dan. 2. La Guerra contra Benjamín (c.19-21).

 

Introducción.

 

Título del Libro.

El libro lleva en hebreo el título de Shofetim, que los LXX han traducido por Kritai, jueces, de donde el título de la Vulgata: Líber iudicum: "Libro de los jueces." Pero el calificativo de "jueces" no corresponde propiamente a la misión primordial de estos héroes, que consistía en salvar a Israel o a una tribu de la opresión de sus enemigos y restablecer el orden político, más o menos comprometido. El título más apropiado a ellos es el de libertador, que corresponde a la significación primitiva del verbo shafat, establecer, restablecer. Es lógico que, una vez obtenida la victoria, con el prestigio que esto les daba, quedaran al frente de la tribu o de las tribus que les habían elegido por lider, ejerciendo su plena autoridad sobre las mismas. La condición social de estos hombres es muy distinta, pues mientras unos eran guerreros, como Aod, Barac y Gedeón, otros eran ricos propietarios, como Jair y Abdón, o aventureros, como Jefté, y héroes populares, como Sansón. Pero todos poseen un carisma o marca divina (valor, sabiduría, habilidad o fuerza), que les convierte en jefes o jueces salvadores de Israel1.

 

Lugar en el canon.

En las Biblias hebraicas va entre el libro de Josué y el primero de Samuel, ocupando el segundo lugar en la colección conocida por el nombre de profetas anteriores. En el canon alejandrino y en la Vulgata, el libro se coloca entre los libros históricos Josué y Rut. Los judíos consideraban el libro como profetice.

 

Texto.

Fue escrito originariamente en hebreo y se ha conservado en buen estado, excepto en el cántico de Débora. Burney, que lo ha investigado a fondo, lo cree superior al texto de los libros de Samuel y comparable con el de las partes narrativas de los libros de Josué y Reyes 2. Se encuentra en él cierta confusión y transposición de letras y palabras, ditografías y glosas. El texto griego de los LXX se ha conservado bajo distintas formas. Después de los estudios de Pretzl 3, se admiten comúnmente tres recensiones del mismo. El texto de la antigua koiné fue revisado por Orígenes, cuya recensión se conserva en sirohexaplar, cód. A y B, este último con terminología propia4. Luciano utilizó esta revisión con elementos propios, que difieren del texto masorético y que provienen de otro original griego. La recensión de Luciano se encuentra en Ka, en muchos minúsculos y en el códice Lugdunensis de la Vetus Latina. Hesiquio trató de ajustar la recensión de Orígenes al texto masorético, utilizando palabras que figuraban en la antigua koiné. Así, pues, según Pretzl, se dispone de dos fuentes para la crítica textual del texto masorético: las lecciones de la antigua koiné y la recensión de Luciano. La Vulgata sigue, en general, el texto hebreo, con adición de algunas glosas aclaratorias.

 

Argumento y División.

El libro de los Jueces trata de la historia del pueblo judío a partir de la muerte de Josué hasta la institución de la monarquía o, en el estado actual del mismo, hasta el advenimiento de Samuel. Sin embargo, esta historia se presenta en forma esquemática, fragmentaria e incompleta, recogiendo únicamente algunos hechos aislados que sirven al autor de base para el desarrollo y confirmación de su tesis filosófico-religiosa, expresada claramente en 2:11-19; 10:6-16. El carácter de la misma es pragmático, a cuatro tiempos: prevaricación, castigo; arrepentimiento, liberación. Israel es infiel a Yahvé y rinde culto a los ídolos; en castigo, Dios le entrega en manos de sus enemigos. Este revés le induce a penitencia, y Dios, misericordioso, le envía un libertador, muerto el cual, vuelve a las andadas. Esta verdad religiosa se ilustra con seis cuadros históricos que cuentan las hazañas de otros tantos jueces, a los cuales se añaden breves noticias referentes a personajes de menor relieve, que, por esto mismo, se ha convenido en llamar jueces menores.

En líneas generales, el libro se divide en tres partes bien definidas: 1) una doble introducción: política (1:1; 2:5) Y religiosa (2:6; 3:6); 2) cuerpo del libro (3:7; 16:31); 3) dos apéndices (17:1; 21:25).

 

Marco Histórico y Cronología.

El libro de los Jueces carece de sistema cronológico propiamente dicho y la mayor parte de las cifras que se dan en el libro son puramente convencionales. ¿A qué época de la historia universal corresponden los hechos narrados en el libro? ¿Cuál fue la duración aproximada de este período? Dos fechas de valor desigual permiten señalar los términos a quo y ad quera del período de los jueces.

Para determinar el término ad quem parten los autores de la fecha de la fundación del templo de Jerusalén en 968, año cuarto del reinado de Salomón. Este sucedió en el trono a su padre, David, en c.973, reinando cuarenta años sobre todo Israel. El reinado de David abarca desde c.1010 hasta C.970. No sabemos a punto fijo los años de la permanencia de Saúl en el trono, que, según Act 13:21, fueron cuarenta; pero los autores le atribuyeron una duración que oscila entre los veinte y treinta años. Se indica el año 1030 como fecha de la elevación de Saúl al trono, fecha que coincide más o menos con el término del período de los jueces.

Es más difícil determinar el término a quo, ya que depende de fecha de la salida de Israel de Egipto y de la duración de la campaña de Josué. Está en crisis la hipótesis que señala el éxodo hacia el año 1450. Una segunda opinión, apoyada por hechos históricos y ^queológicos de indiscutible valor, cree que el éxodo tuvo lugar durante el largo reinado de Ramsés II (1301-1235) o en tiempos de Mernefta (1225-1205).

No existe en el libro de los Jueces una cronología perfecta. Los números que allí figuran tienen un valor muy desigual, pues mientras algunos parecen bastante precisos, otros, en cambio, las cifras redondas, sobre todo 40, 80, 20, obedecen a un plan premeditado del redactor o redactores del libro. Los hechos narrados no se desarrollaron con la precisión cronológica que puede sugerir una lectura superficial del libro, sino más bien se trata de un conjunto de piezas fragmentarias de aquel período, que los redactores posteriores han reunido en un todo orgánico al servicio de una tesis religiosa. No existía unidad entre las tribus, y las guerras de unas no inquietaban la paz de otras, o, simultáneamente, los enemigos acosaban a los israelitas en diversos puntos de su territorio. Por lo mismo, algunos jueces ejercían sus funciones al mismo tiempo, y podían coincidir los períodos de opresión y de paz (Jue 10:7). La autoridad de los jueces se extendía a una o varias tribus, nunca a todo Israel.

 

Los pueblos enemigos.

Durante el lapso comprendido entre 1220-1040, las dos grandes potencias rivales, Egipto y Asiría, apenas intervienen en los asuntos de Palestina. Egipto se muestra cada vez menos activo, atento a solucionar los problemas de orden interno, y sólo interviene esporádicamente en acciones bélicas hacia el exterior para defender sus fronteras, amenazadas por los "pueblos del mar," como en 1192, bajo Ramsés III. Por parte de Asiría, sólo Teglatfalasar I (1 112-1074) emprendió una campaña hacia el oeste, reduciendo a tributo a las ciudades de Byblos, Sidón, Arward; pero no se atrevió a atacar a Tiro (Surra) ni a los reinos de Hamat, Damasco y Soba, ni a franquear las fronteras de Palestina. El imperio de los hititas sólo persistía como un recuerdo en Palestina, con insignificantes islotes dejados en el territorio en su retirada. Los enemigos principales contra los cuales tuvieron que luchar los israelitas para arrebatarles los territorios de TransJordania y Cisjordania y mantenerlos en sus manos fueron los cananeos, filisteos, amonitas, amalecitas, moabi-tas y madianitas. De los dos primeros nos ocuparemos brevemente.

 

Cananeos.

Pueblo abierto a las más dispares influencias, asimiló elementos de las diversas culturas. Como todos los otros pueblos, fueron politeístas, siendo Baal su dios principal, unido a las divinidades femeninas de Anat, Asnera, Astarté, Qadesh. El culto de la fecundidad y fertilidad era el centro de la religión cananea. Características del mismo son los sacrificios humanos (Jer 7:31; Ez 15:21; 1 Re 16:34) y la prostitución sagrada de hombres y mujeres. Todas las facultades productoras de vida eran santas y sagradas. El culto se ejercía en los altos (bamoth), donde se levantaban las masseboth y asheroth, que representaban, respectivamente, las divinidades masculina y femenina. Con este pueblo entró en contacto Israel y convivió con él en momentos en que su religión había caído en su nivel más bajo 5.

 

Filisteos.

De la avalancha de los "pueblos del mar" formaban parte los filisteos, procedentes de Licia y Caria, o de Caftor (Deut 2:23; Jer 47:4), que, a través del Asia Menor, pretendieron ganar las tierras fértiles de Egipto. A principios del siglo XII a. Q, Ramsés III resistió en Siria a los nuevos invasores no semitas (incircuncisos los llama la Biblia); pero los filisteos fueron descendiendo por la costa mediterránea, estableciéndose a fines del segundo milenio en la región marítima comprendida entre Gaza y Jaifa, con una profundidad hacia el interior que oscilaba entre los veinte y sesenta kilómetros. Agrupábanse en torno a cinco grandes centros, a los que se da el nombre de pentápolis filistea: Gaza, Ascalón, Azoto, Acarón y Gat. Las cinco ciudades tenían un régimen autónomo, aunque en casos extraordinarios se unían para salvar a la nación. Al frente de cada distrito había los llamados seranim (tiranos), con autoridad civil y militar, ocupando el mando supremo del ejército unido los sarim (1 Sam 18:30). Su organización era superior a la de los israelitas, lo mismo que su cultura, industria, agricultura, comercio, economía, etc. Los filisteos fueron un constante peligro para los israelitas, a quienes oprimían empujándoles hacia el macizo central6.

 

Características literarias del libro de los Jueces.

Lo primero que se echa de ver al recorrer sus páginas es la repetición de ciertas fórmulas estereotipadas, que indican el punto de vista filosófico-religioso del autor. Con estas fórmulas aparece claramente delineado el pragmatismo a cuatro tiempos de que hemos hablado. Este tema central se expone en las dos introducciones, histórica (1:1; 2:5) y cultual (2:6; 3:6; 6:8-10; 10:10-16). Estas fórmulas, convenientemente clasificadas por Tamisier (Introducción 138-139) Y Delorme, son las siguientes:

Prevaricación. (A): "Los hijos de Israel hicieron el mal a los ojos de Yahvé" (2:11; 3:7; 12; 4:1; 6:1; 13:1). (B): "Se apartaron de Yahvé y sirvieron a los Baales (2:11), "baales y aseras" (3:7), "a Baal y Astarté" (2:13; 10:7). Castigo — (C): "Encendióse la cólera de Yahvé contra Israel" (2:14-20; 3:8; 107). (D): (Yahvé) "los entregó en manos de salteadores" (2:14); "Se Cusan Risataím" (3:8), "en manos de Jabín" (4:2), a Madián"'(6:1), "en manos de los filisteos y en manos de los hijos de Amón" (10:7); o también, "Yahvé hizo fuerte a Eglón" (3:12). (E) Por consiguiente, "los hijos de Israel sirvieron a Cusan Risataím siete años" (3:8), a Eglón "dieciocho años" (3:14), a Jabín "veinte años" (4:3) a Madián "siete años" (6:1), a los filisteos y amonitas "dieciocho años" (10:8).

Arrepentimiento. (F): "Clamaron a Yahvé los hijos de Israel" (3:9; 15; 4:3; 6:6; 10:10).

Liberación. (G): "Suscitó Yahvé a los hijos de Israel un libertador" (3:9-15). H Quedó humillado (Moab, Jabín, Madián) bajo la mano de Israel" (3:30; 4:23; 8:28). (I): Los libertadores (Otoniel, Tola, Jefté, Abesán, Elón, Abdón, Sansón) "juzgaron a Israel diez años" (3:10; 10:2.3; 12:7; 9:11; 14; 15:20; 16:31). (J): "Estuvo en paz la tierra durante diez años" (3:11, 30; 5:32; 8:28).

En función a esta idea central se han escogido las narraciones que el autor o los autores han insertado en el libro. Entre aquéllas y las frases redaccionales se han revelado diferencias ideográficas y de estilo, que se explican por el hecho de que los autores no han elaborado los relatos históricos, sino que se han limitado a seleccionarlos y agruparlos de conformidad con las exigencias del tema central. Al autor no le interesa el hecho histórico por sí mismo, sino desde el punto de vista religioso. Por lo mismo, se cree autorizado a reproducir simplemente los fragmentos, yuxtaponerlos en un plan preconcebido, cercenarlos, resumirlos y amplificarlos, glosarlos y aun modificarlos ligeramente. De este modo, los hechos históricos incorporados en el libro ofrecen garantía de veracidad. La historia del libro de los Jueces es religiosa,

 

Composición del libro.

El libro es anónimo; de donde la diversidad de opiniones sobre su autor y tiempo de su composición. La tradición judía y muchos Padres lo atribuyen a Samuel o a un autor contemporáneo de David (Schulz). Algunos han pensado en Ezequías, y Ricardo Simón lo adjudica a Esdras. La mayoría de los críticos acatólicos extienden a este libro la composición a base de los conocidos documentos J y E, reunidos más tarde por uno o más redactores. Actualmente, católicos y acatólicos están acordes en admitir en el libro la presencia de documentos antiguos que utilizaron el autor o los autores. H. Gressmann7 prefiere que se hable de tradiciones más bien que de documentos. Desnoyers 8 admite una doble redacción; la primera efectuóse en el reino de Israel por escritores originarios de los medios profetices, levíticos y profetices. En esta primera redacción se narraba la historia de los jueces del Norte y contenía la lista de los jueces menores. Un redactor del reino de Judá completó aquella obra con documentos procedentes del sur en tiempos del rey Exequias. Según Desnoyers, el movimiento literario deuteroca-nónico pudo también haber dejado huellas en una reedición del libro de los Jueces. Cazelles y Tamisier exponen más concretamente esta hipótesis.

En nada se opone al dogma de la inspiración el hecho de que muchos autores concurrieran a la composición del libro de los Jueces. Muy probablemente, sólo el autor último que redactó el libro en la forma que hoy tiene el beneficio del carisma de la inspiración.

 

Enseñanza religiosa.

De misterioso se ha calificado al período de los jueces 9. Y lo es de verdad. Empezamos por no saber cuándo comenzó y cuándo acabó ni a qué período preciso de la historia universal pertenece. En el libro encontramos una cronología imprecisa, una historia fragmentaria, anecdótica, engarzada solamente por el pensamiento religioso dominante del autor. Pero del análisis del libro se deduce que nos hallamos en una época de transición en la historia de Israel. Las tribus habían atravesado el Jordán, y durante muchos años dedicábanse a la penosa tarea de conquistar paulatinamente la tierra prometida. En contacto con la religión y cultos cananeos, tan halagadores a los sentidos, fue enfriándose el entusiasmo de los israelitas por Yahvé, olvidándose de sus preceptos y abandonando el camino que "su Dios" les había trazado. Ante las tentativas de sincretismo religioso, no dejó Dios de darles un toque de atención, recordándoles que no había renunciado a los derechos de propiedad sobre su pueblo. En sus páginas se vislumbra también claramente que no quiere Dios la perdición de Israel, su desaparición de entre las gentes, sino que se convierta y viva.

A pesar de su moral rústica, los israelitas de este período, incluyendo a sus jefes, son admirables por su fe en Dios, a quien acuden en tiempos de prueba. Esta fe les llevará al triunfo de sus enemigos años más tarde.

 

1 De Vaux, Israel: "Dictionnaire de la Bible," Suppl. col.739; O. Grether, Die Bezeich-nung "Richten für die charismatischer Helden der Vorstaatlichen Zeit: "Zeitsch. f. Altt. Wis-senschaft," 57 (1939) 110-121.

2 C. F. Burney, The Book ofjudges (Londres 1920).

3 Septuaginta problem im Buch Richter: Β 7 (1926) 233-269; 353-383.

4 J. Schreiner, Septuagintü-Massora des Buches der Richter. Eine textkritische Studie (Roma 1957).

5 A. Βεα, Canaan e Cananei: "Enciclopedia Cat. Italiana," III col.480-486; B. Maisler, Canaan and the Canaanites: "Basor," 102 (1946) 7-12; G. Pavlovski, De religione Cananaeorum tempore occupationis israeliticae: "Verbum Domini," 27 (1949) 143-163.193-205.

6 Véase R. A. st. Macalister, The Philistines, their History and Civilisation (Londres 1911); G. Van Rad, Das Reich Israel una die Philister: "Palástinajahrbuch," 29 (1933) 30-42; O. Eis-Sfeldt, Philister und Phonizer (Leipzig 1936).

7 Die Anfange Israels (Góttingen 1922).

8 tiistoire: I. La période des Juges 404-406,

9 E. Robertson, The Period of the Judges. A Mistery Period in the History of Israel: "Bul-letin of the John Rylands Library," 30 (1946) 3-36,

 

 

1. Introducción Histórica (1:1-2:5).

 

Estado Político de Israel a la muerte de Josué.

El redactor último inspirado compuso esta introducción con el fin de encuadrar el libro de los Jueces en el marco general de la historia de Israel. Siguiendo el orden geográfico de sur a norte, señala cuál era a la muerte de Josué la situación de las tribus del mediodía (Judá y Simeón), del centro (Benjamín, Efraím y Manases) y de las tribus del norte de Palestina. Los puntos de contacto entre los datos que figuran en el primer capítulo y el libro de Josué se explican por el hecho de que ambos autores se inspiraron en las Cismas fuentes escritas y tradiciones orales, que cada uno utilizó de conformidad con el plan o tesis que intentó desarrollar. Los mismos hechos se narran en Jue 1:3= Jos 19:1-9; 1:10-11=Jos.

Al leer este primer capítulo del libro de los Jueces se obtiene la impresión de que la situación de las tribus en Palestina al iniciarse el período de los jueces era precaria y delicada. La conquista bajo Josué fue lenta y penosa. Entre las tribus no existía la solidaridad de otros tiempos. A menudo, una tribu, un clan, hacían la guerra aisladamente contra un enemigo, exterior o interior, que Josué no pudo dominar ni desalojar de sus posiciones. Los hijos de Israel dominaban en las regiones montañosas, mientras que su influencia en las llanuras era casi nula. ¿Cómo se explica esta inferioridad política de Israel en la tierra de promisión después de las repetidas promesas hechas por Yahvé a los patriarcas y a Moisés de combatir por Israel, destruir a los enemigos y entregarles aquella tierra que, en comparación con la estepa del desierto, manaba leche y miel? En el curso del libro trata el autor sagrado, a base de algunos hechos históricos aleccionadores, de dar respuesta adecuada a este enigma aparente.

 

Elección de Judá y su alianza con Simeón (1:1-3).

1Después de muerto Josué, consultaron los hijos de Israel a Yahvé, diciendo: "¿Quién de nosotros subirá antes contra el cananeo y le combatirá?" 2Y respondió Yahvé: "Judá subirá, pues he dado la tierra en sus manos." 3Y dijo Judá a Simeón, su hermano: "Sube conmigo a la parte que me ha tocado, a hacer la guerra al cananeo, y también iré luego yo contigo a la que te ha tocado a ti." Y fue con él Simeón.

 

Partiendo del supuesto de que los israelitas "hacían las guerras de Yahvé" (1 Sam 18:17), antes de emprender la campaña contra los cananeos, bajo cuya denominación se incluyen todos los pueblos enemigos de Palestina, consultaron a Yahvé (20:28; 1 Sam 14:17; 23:2; 28:6; 30:8; 2 Sam 5:19-23) por medio del efod, "órgano supremo de la manifestación de la voluntad de Dios a su pueblo." l No se dice quién utilizó el efod ni se indica el lugar en que fue consultado Yahvé. Es probable que se hiciera junto al arca de la alianza y por medio de los urim y tummim (Hummelauer). La respuesta del oráculo señaló a Judá, la tribu más numerosa (Núm 1:27; 26:22), para iniciar las operaciones contra el cananeo (20:18), asegurándole la protección de Yahvé. Para su empresa pide y obtiene la colaboración de la tribu de Simeón.

 

Derrota y muerte de Adonisedec (1:4-8).

4Subió, pues, Judá, y puso Yahvé en sus manos al cananeo y al fereceo, y derrotaron en Becez a diez mil hombres. 5Habiendo encontrado en Becez a Adonisedec, le atacaron y detrotaron a los cananeos y fereceos. 6 Huyó Adonisedec, y ellos le persiguieron, y, cogiéndole, le amputaron los pulgares de las manos y de los pies. 7Y dijo Adonisedec: "Setenta reyes con los pulgares de manos y pies amputados migajeaban debajo de mi mesa. Me devuelve Dios lo que yo les hice a ellos"; y le llevaron a Jerusalén y allí murió. 8Atacaron los hijos de Judá a Jerusalén; y habiéndola tomado, pasaron a los habitantes a filo de espada y pegaron fuego a la ciudad.

 

Entre los vencidos se menciona a los fereceos (Gen 13:7; 15:20), pueblo de origen no semita, establecido en las regiones de Betel, )iquem y Becez. Con el fin de acentuar la protección especial de Dios a Judá, dice el texto que derrotó en Becez, Ibzic, entre Naplusa y Betsán, a diez mil hombres, cifra redonda que equivale a decir que el número de los vencidos fue muy crecido. Adonisedec huyó, pero, habiéndolo capturado, le aplicaron la ley del talión. Se le amputaron los pulgares de las manos y de los pies con el fin de inutilizarle para el manejo de las armas, impedir su fuga y reducirlo a servidumbre. Con muchos reyezuelos de Palestina (setenta, dice el texto) había hecho lo mismo Adonisedec.

El v.8 se concilla difícilmente con otros datos ciertos de la historia de Israel (Jos 15:63; Jue 1:21; 19:11; 2 Sam 5:6-9). La dificultad ha hecho que se ensayaran diversas soluciones. Lagrange y Vincent consideran el versículo como una glosa. La hipótesis de los que distinguen entre la ciudad alta y la ciudad baja tiene pocas probabilidades. La solución debe buscarse en el carácter mismo de este capítulo. Su redactor muestra el máximo interés en realzar la actuación de la tribu de Judá y demostrar que Dios la antepone a las otras. Yahvé la elige para iniciar la campaña contra el cananeo y promete entregar "la tierra en sus manos" (1:1). Con su ayuda, Judá obtuvo una señalada victoria. Sin embargo, no siempre el éxito coronó sus empresas bélicas (1:18-19), pero el autor trata de atenuar su derrota con decir que aun entonces "Yahvé estuvo con Judá" (1:19). A pesar de sus fracasos, tiene a su favor el haber llevado a feliz término por obra de David, elemento destacadísimo de la tribu, la conquista de Jerusalén, la capital del reino teocrático. Con este anacronismo histórico, señala el autor o redactor los títulos que tiene Judá para ocupar un puesto preeminente entre las tribus de Israel.

 

Conquista de Hebrón y Dabir (1:9-15).

9Bajaron luego los hijos de Judá para combatir a los cananeos que habitaban en el monte, en el Negueb y en la Sefela. 10 Marchó Judá contra los cananeos que habitaban en Hebrón, antes llamado Cariat Arbe, y batió a Sesai, Ajimón y Tolmai. 11De allí marchó contra los habitantes de Dabir, que se llamó antes Quiriat Sefer. 12Caleb dijo: "Al que ataque y tome a Quiriat Sefer le daré por mujer mi hija Acsa." 13Otoniel, hijo de Quenaz, el hermano menor de Caleb, se apoderó de ella, y Caleb le dio su hija Acsa por mujer. 14Cuando era llevada a la casa de Otoniel, él la incitó a que pidiera a su padre un campo. Bajóse ella del asno, y Caleb le preguntó: "¿Qué tie. nes?" 15Ella dijo: "Hazme una gracia. Ya que me has dado tierra de secano, dame también regadíos." Y le dio Caleb el Gulat superior y el Gulat inferior.

 

El campo de batalla se desliza hacia el sur. Como en 1:1, bajo el nombre genérico de cananeos se incluyen los amorreos y los ena-quim, y acaso los descendientes de Jet. Salvo pequeñas diferencias, los v.10-15 concuerdan con Jos 15:15-19. Cariat Arbe, "villa de los cuatro" clanes que formaban el pueblo de los enaquim, tenía a Hebrón por metrópoli (Gen 23:2; 35:27; Jos 20:2). Dabir (Jos 15:15) se hallaba a unos veinte kilómetros al sudoeste de Hebrón (Jos 15:13-20).

 

Los gumitas y la toma de Sefat (1:16-17).

16Los hijos de Jobab el quineo, suegro de Moisés, subieron de la ciudad de las Palmeras con los hijos de Judá al desierto que está al mediodía de Judá, según se baja de Arad, y vinieron a habitar con los amalecitas. 17 Marchó después Judá con Simeón, su hermano, y batieron a los cananeos que habitaban en Sefat; la destruyeron totalmente, y se llamó la ciudad Jorma.

 

Los quinitas (Gen 4:1; Ex 3:1; c.1S; Núm 10:29; 24:22; Jue 4:11) habitaban en una región inhóspita al sur de Tell Arad. Subieron de Tamar, "ciudad de las Palmeras" (Deut 34:3), y se establecieron en la región de Arad, a treinta kilómetros al sur de Hebrón, cohabitando con los amalecitas (Núm 24:21-22; 1 Sam 15:6; Jue 3:13). Judá mantiene su promesa de ayudar a Simeón en la lucha por la liberación de su territorio de los pueblos enemigos. Las dos tribus unidas destruyeron totalmente a Sefat, que recibió por esto mismo el nombre de Jorma, "consagrada o entregada al anatema" (Núm 21:1-3; Jos 12:14; 15:30). ¿Debe identificarse este episodio con la destrucción de la ciudad de que se habla en Núm 21:37 "Según Dillmann, en el libro de los Números se habla de este acontecimiento por anticipación; es mejor decir, con Budde, Moore y Nowack, que la palabra Jorma allí es una interpolación" (Lagrange).

 

Reveses de Judá (1:18-20).

18Pero no se apoderó Judá de Gaza y de su territorio, ni de Ascalón y Acarón con los suyos. 19Fue Yahvé con Judá, y se apoderó Judá de la parte montañosa, pero no pudo expulsar a los habitantes del llano, que tenían carros de hierro. 20Atribuyóse Hebrón a Caleb, como lo había dicho Moisés, y aquél arrojó de allí a los tres hijos de Enac.

 

Victorioso en la montaña, no pudo Judá apoderarse de la región marítima de Gaza, Ascalón y Acarón. Con su armamento rústico y primitivo no podía enfrentarse con pueblos que disponían de carros de combate (Jos 17:16-18) recubiertos con láminas de hierro.

Es la primera vez que se hace mención de este metal en la Biblia. Fl texto griego: "Y no se apoderó," debe absolutamente preferirse la lección del texto masorético: "Y se apoderó." En Jos 13:3 se escribe que la región de los filisteos resistió al empuje de los israelitas, lo cual concuerda con 3:3 y la historia subsiguiente. Ya hemos inri'cado el interés del autor o redactor de este capítulo en encubrir los infortunios de Judá. La nota del v.20 sobre Galeb se refiere a hechos sucedidos anteriormente (Jos 14:12; 15:13)·

 

La tribu de Benjamín (1:21).

21Los hijos de Benjamín no expulsaron a los jebuseos que habitaban en Jerusalén, y los jebuseos han habitado hasta el día de hoy con los hijos de Benjamín.

 

La ciudad de Jerusalén se adjudicó a Benjamín (Jos 18:28). En Jos 15:63 se atribuye este fracaso "a los hijos de Judá." No se debe a un copista el hecho de que aquí se lea Benjamín en vez de Judá, sino al autor mismo. La segunda parte del versículo no debe entenderse en el sentido de que antes de la conquista de Jerusalén por David cohabitaran allí los benjaminitas con los jebuseos, sino en el sentido de que elementos jebuseos continuaron en Jerusalén aun después de la conquista de la ciudad por David (2 Sam 24:18). Puede interpretarse también en el sentido de que los benjaminitas vivían alrededor de la ciudad, ocupada por los jebuseos.

 

La casa de José y la toma de Betel (1:22-26).

22También la casa de José subió contra Betel, y Yahvé estuvo con ellos. 23La casa de José hizo una exploración cerca de Betel, que antes se llamó Luz, 24y los emboscados cogieron a un hombre que salía de la ciudad y le dijeron: "Enséñanos por dónde se entra en la ciudad, y te haremos gracia." 25El les enseñó por dónde podrían entrar en la ciudad, y ellos la pasaron a filo de espada, pero dejaron en libertad a aquel hombre y a toda su familia. 26 Este hombre se fue a tierra de jéteos y edificó allí una ciudad, a la que dio el nombre de Luz, y así se llama todavía hoy.

 

Gracias al favor divino pudo Judá dominar en la parte montañosa de su heredad y la casa de José asegurarse un gran éxito militar frente a la ciudad de Betel (Jos 16:2). La ciudad fue capturada durante la noche, siguiendo las indicaciones que dio un hombre de la misma. En premio de su traición le perdonaron la vida y se marchó con su familia al norte de Palestina, en los alrededores de Lais. Leer Lais en vez de Luz. Antiguamente Betel se llamaba Luz (Gen 28:19; 35:6; 48:3; Jos 18:22). Se encuentra su emplazamiento en la actual Betin, a dieciséis kilómetros al norte de Jerusalén.

 

Manases y Efraím (1:27-29).

27Manases no expulsó a los habitantes de Betsán y de las ciudades de ella dependientes, ni a los de Tanac, Dor, Jeblam, Mageddo y las ciudades dependientes de ellas, y los cananeos se arriesgaron a permanecer en esta tierra. 28Cuando Israel fue suficientemente fuerte, los hicieron tributarios, pero no los arrojaron. 29 Efraím no expulsó a los cananeos que habita-ban Gazer, y los cananeos siguieron habitando en medio de Efraím.

 

No pudo subyugar Manases las ciudades cananeas que cerraban el acceso a las fértiles llanuras de Betsán, junto al Jordán; Cisón, entre el Tabor y el Carmelo, y las planicies marítimas junto a Dor. Sólo más tarde, en tiempos de David y Salomón, los habitantes de estas ciudades se vieron obligados a prestar al rey sus servicios personales (1 Re 9:15). También fracasó Efraím en el intento de apoderarse de Gazer (Jos 16:10), plaza fuerte que dominaba la llanura filistea y que además cortaba la comunicación entre las tribus del centro y las del mediodía. Un faraón entregó esta ciudad a Salomón como dote de su hija (1 Re 9:16).

 

Tribus del Norte (1:30-36).

30Zabulón no expulsó a los habitantes de Quetrom ni a los de Nalol, y los cananeos siguieron habitando en medio de Zabulón, pero fueron hechos tributarios. 31Aser no expulsó a los habitantes de Acó, ni a los de Sidón, ni a los de Majaleb, de Aczib, de Jelba, de Afee y de Rejob; 32y los hijos de Aser habitan en la tierra en medio de los cananeos, porque no los expulsaron. 33Neftalí no expulsó a los habitantes de Bet Se-mes ni a los de Bet Anat, y habitó en medio de los cananeos, habitantes de aquella tierra; pero los habitantes de Bet Semes y de Bet Anat fueron sometidos a tributo. 34 Los amorreos rechazaron a los hijos de Dan hacia los montes y no los dejaban bajar al llano; 35arriesgáronse los amorreos a quedarse en el Har Jeres, en Ayalón y en Selebim; pero la mano de la casa de José pesó mucho sobre ellos y fueron sometidos a tributo. 36El territorio de los idumeos se extendía desde la subida de Acrabim y desde Sela para arriba.

 

A grandes rasgos describe el autor la precaria situación de las tribus norteñas. Zabulón no pudo con los cananeos, que sólo más tarde fueron hechos tributarios. Ninguna ciudad importante del territorio a ella asignado pasó a poder de Aser. Peor suerte corrió la tribu de Dan, la cual, aprisionada entre los filisteos que habitaban en la costa y los amorreos de la montaña, acabó por emigrar al extremo septentrional de Palestina (c. 17-18).

En un rápido bosquejo, el autor de esta introducción histórica reúne datos interesantes sobre la conquista de Palestina. Destaca los esfuerzos de Judá y de la casa de José; la impotencia de Dan para asegurarse la posesión de la herencia que le fue asignada; la desídia de otras tribus, que prefirieron el pacto y la amigable convivencía con los cananeos a los riesgos de la guerra. En sus líneas generales el cuadro dibujado por el autor es sombrío. La rápida posesión del territorio, con la cual soñaban los israelitas procedentes de desierto, se convirtió en una empresa larga, ardua y sangrienta. •Sobre quiénes recae la responsabilidad de que las cosas no se hubieran desarrollado de acuerdo con las solemnes promesas que hizo Yahvé a su pueblo?

 

Causas de la precariedad de los israelitas en Canaán (2:1-5).

1Subió el ángel de Yahvé de Gálgala a Betel, y dijo: "Yo os he hecho subir de Egipto y os he traído a la tierra que juré a vuestros padres, y he dicho: No romperé mi pacto eterno con vosotros 2si vosotros no pactáis con los habitantes de esta tierra; habéis de destruir sus altares. Pero vosotros no me habéis obedecido; ¿por qué habéis obrado así? 3Pues yo también me he dicho: No los arrojaré de ante vosotros, y los tendréis por enemigos, y sus dioses serán para vosotros un lazo." 4Cuando el ángel de Yahvé hubo dicho estas palabras a todos los hijos de Israel, lloraron todos a voces. 5Llamaron a este lugar Boquim, y ofrecieron allí sacrificios a Yahvé.

 

Dios prometió mandar a su ángel delante de los israelitas para que les guiara en el camino y les hiciera llegar al lugar que les había dispuesto (Ex 23:20-23). De Gálgala, primer campamento de los israelitas a esta parte del Jordán (Jos 4:19; 5:10), subió el ángel de Yahvé a Betel. ¿Cuál era la condición de este personaje misterioso? ¿Era en realidad un ángel o un profeta? Estiman que se trata de un ángel Schulz y Lagrange, los cuales corroboran su opinión alegando que habla como si fuera Dios mismo, sin usar la fórmula profética: "Esto dice el Señor." La comparación de este pasaje con Gen 16:7 y Ex 23:20-23 parece confirmar esta hipótesis. Según Ex 33:2, Dios dijo a Moisés que iría delante del pueblo "un ángel, que arrojará al cananeo, al amor reo, al jeteo, al fereceo, al jeveo y al jebuseo." Yahvé en persona no quiere ir, porque se vería obligado a aniquilarlo a causa de su dura cerviz. Aquí se distingue claramente el ángel de Yahvé de Dios, que lo manda, pero no especifica si se trata de un verdadero ángel o de un profeta. Hummelauer, basándose en los LXX, cree que el ángel de este pasaje es un profeta. Según Vincent y Dhorme, el término ángel fue añadido desde muy antiguo al texto con el fin de evitar los antropomorfismos, como en Ex 3:2.

El público que escuchaba las palabras del enviado se componía de representantes calificados de todas las tribus y de muchos peregrinos que habían acudido a aquel santuario, muy venerado en la antigüedad. El pueblo oyó consternado las duras palabras del ángel y, arrepentido por sus culpas pasadas y temeroso de su porvenir, rompió a llorar (Gen 27:38; 29:11). Por este llanto, aquel lugar fue llamado Boquim (de baqa, llorar). He aquí la razón suprema que explica la posición precaria y difícil de los israelitas en Palestina En todo el discurso del ángel de Yahvé se vislumbra el estilo deuteronómico.

 

Introducción religiosa (2:6-23).

En esta segunda introducción, más antigua que la introducción histórica que precede, se enuncia el tema central que se desarrolla en el libro. Se ponen en parangón los tiempos de Josué con los tiempos que siguieron a su muerte, y se hace ver la diferencia que había entre ellos desde el punto de vista religioso. En aquel entonces el pueblo permanecía fiel a Yahvé (v.7), pero a la muerte del gran caudillo de Israel surgió una generación nueva que no conocía a Yahvé ni la obra que éste había hecho en favor de Israel (v. 10-12). Los hijos de Israel prevaricaron yendo tras los dioses extranjeros. Dios castigó su infidelidad entregándolos en poder de sus enemigos. Pero se apiadó de ellos y les suscitó jueces para que los libraran de los enemigos y les obligaran a volver al culto del Dios verdadero (v.14:15-18). El arrepentimiento fue pasajero, por cuanto, a la muerte de los jueces, "volvían a corromperse, más todavía que sus padres" (v.19). Tenemos aquí delineado el tema pragmático a cuatro tiempos que se desenvuelve en el curso del libro: pecado y castigo, conversión y misericordia, que se repite al principio y final de la historia de cada uno de los jueces (3:7; 12-15; 4:1; 6:1; 8:33; 10:6). Según se desprende de la tesis del autor, los males que aquejaban a Israel provienen de sus propias infidelidades.

¿Por qué Dios no ha arrojado a los pueblos indígenas de la Tierra Prometida? Hemos visto la respuesta del autor de la introducción histórica (2:3). La que señala el autor de esta segunda introducción es otra: por haber abandonado a Yahvé y haber desechado sus mandamientos. Esta misma pregunta se habían hecho otros pensadores en el curso de los años, y sus respuestas han sido consignadas en el libro. Uno decía: La razón de no haber arrojado Dios a los pueblos enemigos fue porque quiso adiestrar a su pueblo en el arte de la guerra con el fin de prepararle para la lucha futura (2:23a; 3:2ª; 5ª; 6). Otro creía que Dios permitió la permanencia de extranjeros en Palestina en tiempos de Josué para poner a prueba la fidelidad religiosa de Israel (2; 22; 23b; 3:3; 4) y, después de su muerte, para castigar al pueblo en caso de que rindiese culto a Baal y Astarté.

 

Muerte de Josué (2:6-10).

6Cuando Josué despidió al pueblo y se fueron los hijos de Israel cada uno a su heredad para posesionarse de la tierra, 7el pueblo sirvió a Yahvé durante toda la vida de Josué y la de los ancianos que le sobrevivieron y habían visto toda la grande obra que Yahvé había hecho en favor de Israel, 8Josué, hijo de Nun, siervo de Yahvé, murió a la edad de ciento diez años 9y fue sepultado en el territorio de su heredad, en Timnat Heres, en los montes de Efraím, al norte del monte Gas. 10Toda aquella generación fue a reunirse con sus padres, y surgió una nueva generación, que no conocía a Yahvé ni la obra que éste había hecho en favor de Israel.

 

El comienzo de este versículo se enlaza bastante bien con Jos 28. El v.7 corresponde a Jos 24:29-31. Las pequeñas discrepancias que se observan entre ambos relatos proceden de la diferente Concepción por parte de los hagiógrafos.

 

Infidelidad y castigo (2:11-15).

11Los hijos de Israel hicieron el mal a los ojos de Yahvé y sirvieron a los baales. 12Se apartaron de Yahvé, el Dios de sus padres, que los había sacado de Egipto, y se fueron tras íOtros dioses, de entre los dioses de los pueblos que los rodeaban, y se postraron ante ellos, irritando a Yahvé. 13 Apartándose de Yahvé, sirvieron a Baal y Astarté. 14Encendióse en cólera Yahvé contra Israel y los entregó en manos de salteadores, que los asaltaban y los vendían a los enemigos del contorno, y llegaron a no poder ya resistir a sus enemigos. 15En cualquier .salida que hacían pesaba sobre ellos para mal la mano de Yahvé, como El se lo había dicho, como se lo había jurado, y se vieron en muy gran aprieto.

 

La generación que siguió a Josué sucumbió al hechizo del culto de los baales y astartés. No es de creer que abandonara completamente a Yahvé o que perdiera su recuerdo; más bien trató de hacer compatibles ambos cultos. Reconocían que Yahvé era el Dios grande del Sinaí, dueño absoluto de aquellos parajes; pero su poder no se ejercía de igual modo en Palestina, en donde se le reservaba un puesto más o menos destacado en la jerarquía de los dioses. Obligados a vivir en Canaán, se creían en el deber de honrar a los dioses 'de la tierra con el fin de atraerse su favor y benevolencia (3:7; 10:6). Este sincretismo religioso desagradó a Yahvé, y en castigo los entregó en manos de los pueblos de la tierra. En el v.12 se halla resumida toda la filosofía religiosa del Deuteronomio: abandono del Dios de los antepasados, idolatría, ira de Yahvé, que se manifestará con el castigo pertinente (Deut 6:10-15).

 

Los jueces y su misión (2:16-19).

16Yahvé suscitó jueces, que los libraron de los salteadores; 17pero, desobedeciendo también a los jueces, se prostituyeron, yéndose detrás de dioses extraños, y los adoraron, apartándose bien pronto del camino que habían seguido sus padres, obedeciendo los preceptos de Yahvé; no hicieron ellos así. 18Cuando Yahvé les suscitaba un juez, estaba con él y los libraba de la Opresión de sus enemigos durante la vida del juez, porque se compadecía Yahvé de sus gemidos, a causa de los que los oprimían y los vejaban. 19En muriendo el juez, volvían a corromperse, más todavía que sus padres, yéndose tras de los dioses extraños para servirlos y adorarlos, sin dejar de cometer sus crímenes, y persistían en sus caminos.

 

La adversidad hizo reflexionar a los hijos de Israel, dándoles a entender que habían pecado gravemente al abandonar a Dios y desechar sus mandamientos. La historia del pasado les advertía que sus padres fueron fuertes cuando Dios estaba con ellos, y de que fracasaban en sus empresas cuando se volvían contra El. Además, en toda la historia de Israel se hallan pruebas de la bondad y benevolencia divinas, que perdonan al pecador arrepentido. Amparandose en esta misericordia divina, hicieron penitencia y clamaron al Señor. Dios les suscitó jueces, cuya misión era doble: libertarles del enemigo y enseñarles el cumplimiento de sus deberes religiosos. Pero a la muerte del juez, y aun en vida, volvieron a las andadas, prostituyéndose a los ídolos. Este último verbo fue muy usado por los profetas después de Oseas para estigmatizar a Israel (Os c.1 y 2; Is 1:21; Ez 16:16; Deut 31:16).

 

Permanencia de tos pueblos paganos en Palestina (2:20-23).

20Encendióse la cólera de Yahvé contra Israel, y dijo: "Pues que este pueblo ha roto el pacto que yo había establecido con sus padres y no me obedece, 21tampoco seguiré yo arrojando de ante ellos a ninguno de los pueblos que dejara Josué al morir, 22para por ellos poner a Israel a prueba, si seguiría o no los caminos de Yahvé, andando por ellos como sus padres." 23Y Yahvé dejó en paz, sin apresurarse a expulsarlos, a aquellos pueblos que no había entregado en manos de Josué.

 

Diversas razones se dan para explicar la permanencia de los pueblos indígenas en la tierra asignada por Dios a Israel. Una de ellas 25 porque los israelitas rompieron el pacto que hizo Dios con sus padres y no le obedecían (Deut 17:2); en castigo, no les ayudará m adelante para limpiar la tierra de los enemigos que dejara Josué. ¿Por qué razón Josué dejó subsistir estos pueblos? La respuesta se da en 3:1. Otra razón se da en los v.22-23, que, según Lagrange, con una glosa a modo de pequeño comentario surgido por la siguiente objeción: ¿Por qué Dios no arrojó a los cananeos en tiempo de Josué, ya que entonces el pueblo se mantenía fiel al pacto de la dianza?

 

Israel puesto a prueba por los pueblos paganos (3:1-6).

1He aquí los pueblos que dejó Yahvé para probar por ellos a Israel, a cuantos no conocieron las guerras de Canaán; 2sólo para probar a las generaciones de los hijos de Israel, acostumbrando a la guerra a los que no la habían hecho antes: 3cinco príncipes de los filisteos; todos los cananeos; los sidonios, y los jéteos que habitaban el monte Líbano, desde el monte Baal Hermón hasta la entrada de Jamat. 4Estos pueblos habían de servir para por ellos probar a Israel y saber si obedecería los mandatos que Yahvé había dado a sus padres por medio de Moisés. 5Los hijos de Israel habitaban en medio de los cananeos, de los jéteos, de los amorreos, de los fereceos, de los jeveos y de los jebuseos. 6Tomaron por mujeres a las hijas de éstos y dieron a los hijos de ellos las hijas propias y sirvieron a sus dioses.

 

Sin querer entrar en el carácter complejo de esta historia vemos que el autor trata de esclarecer o explicar la conducta de Dios con relación a su pueblo. La presencia de naciones extranjeras en el territorio tiene una doble finalidad: religiosa (v.4) y militar (v.1-2). Israel estaba rodeado de enemigos externos (v.3) e internos (v.5). En vez de luchar contra estos enemigos pactó con ellos (2:1-2) y se unió a los mismos por medio de matrimonios, lo que estaba severamente prohibido (Ex 34:15-16; Deut 7:2-4; Jos 23:12-13).

 

1 A. Van Hoonacker, Le sacerdoce,Jvitiqne dans la loi et daña l'histoire des Hébreux (Lovaina 1899) 376.

 

 

2. Historia Anecdótica.

 

El Primer Juez: Otoniel (3:7-11).

7Hicieron el mal los hijos de Israel a los ojos de Yahvé, y, olvidándose de Yahvé, su Dios, sirvieron a los baales y aseras. 8Encendióse la cólera de Yahvé contra Israel y los entregó a manos de Cusan Risataím, rey de Edom, y los hijos de Israel sirvieron a Cusan Risataím ocho años. 9 Clamaron a Yahvé los hijos de Israel, y suscitó Yahvé a los hijos de Israel un libertador, que los libertó: Otoniel, hijo de Quenaz, el hermano menor de Caleb. 10Vino sobre él el espíritu de Yahvé, y juzgó a Israel y salió a hacer la guerra. Puso Yahvé en sus manos a Cusan Risataím, rey de Edom, y pasó su mano sobre Cusan Risataím; 11y estuvo en paz la tierra durante cuarenta años, y murió Otoniel, hijo de Quenaz.

 

La tesis religiosa propuesta por el autor en la introducción que precede viene confirmada con la mención de algunos hechos históricos significativos, que afectaban o bien a un clan o a una o más tribus, raramente a toda la nación. Los hijos de Israel, más concretamente, las tribus de Judá y Simeón, se entregaron al culto de los baales y aseras, por lo cual se encendió la cólera de Yahvé, entregándolos al rey de Edom (no Aram, como dice el texto masorético, Por la confusión de d en r). Cree H. Hánsler que Cusan Risataím es el rey de Mitanni Fusratta.1.

Al clamor de los hijos de Israel, Dios les suscitó un libertador en la persona (o clan) de Otoniel (1:13; Jos 15:17), sobre el cual vino el espíritu de Yahvé. Con esta investidura divina salió a pelear contra Cusan Risataím ("doblemente malo") y le derrotó. Se ignora quién fuera este reyezuelo; se presume que su nombre primitivo fuera desfigurado intencionadamente por el autor o tradición popular (Jer 50:21; Mal 1:4). Era rey de Édom, población nómada emparentada con Abraham por Quetura (Gen 25:2-6) y que habitaba en el extremo meridional del mar Muerto. Por Habacuc 3:7 sabemos que estaba emparentado con Madián. El redactor deuteronomista conocía por la tradición o por documentos escritos el caso de Otoniel y lo puso en primer término, acaso por pertenecer a la tribu de Judá (Gen 15:19; Jos 14:6), por la cual siente una predilección particular (Vincent).

 

El benjaminíta Aod (3:12-15).

12Volvieron otra vez a hacer mal los hijos de Israel a los ojos de Yahvé. Y Yahvé hizo fuerte a Eglón, rey de Moab, contra los hijos de Israel, porque hacían el mal a los ojos de Yahvé. 13Eglón se unió con los hijos de Amón y con Amalee, y marchó contra Israel, le derrotó y conquistó la ciudad de Tamarín; 14y sirvieron los hijos de Israel a Eglón, rey de Moab, dieciocho años. 15Clamaron los hijos de Israel a Yahvé, y Yahvé les suscitó un libertador: Aod, hijo de Güera, benja-minita, zurdo. Los hijos de Israel enviaron por medio de él un presente a Eglón, rey de Moab.

 

A consecuencia de la victoria de Otoniel "estuvo en paz la tierra durante cuarenta años," fórmula estereotipada que se encuentra en 3:30; 5-31; 8:28; Jos 11:23; 14:15; También prevaricaron contra Dios los hijos de Benjamín. En castigo, Dios "hizo fuerte" o permitió a Eglón, rey de Moab, que atacara y conquistara lo que un tiempo fuera ciudad de Jericó. La ciudad no se reedificó hasta más tarde (1 Re 16:34), Pero los benjaminitas habitaban en el oasis de Jericó (2 Sam 10:5), desde donde dominaban toda la llanura hasta el Jordán y las estribaciones de los montes de Efraím. Moab, que habitaba enfrente, al otro lado del río, atisbaba aquel oasis y le asaltaba la tentación de rodear el Jordán y anexar aquella tierra privilegiada a sus dominios. Eglón sucumbió a esta tentación, y con la ayuda de los amonitas y tropas mercenarias de origen amalecita pasó el Jordán y se apoderó de la ciudad de Tamarín o "de las Palmeras." Según Vincent, existen dos versiones de este relato. En la primera se supone que Eglón residía al otro lado del Jordán, en territorio moabita (v.19 y 26), mientras que en la segunda versión se sitúa la escena al oeste del Jordán, probablemente en Jericó (v.28). Los benjaminitas estuvieron dieciocho años sujetos a Eglón, a quien pagaban tributo. Al hacer penitencia, Dios se apiadó de ellos y les suscitó un libertador en la persona de Aod, del cual se dice, como introducción a la narracion siguiente, que era zurdo (20:16).

 

Asesinato de Eglón (3:16-30).

16Habíase hecho Aod un puñal de dos filos de un palmo de largo, que se ciñó bajo sus vestidos, sobre el muslo derecho. 17Presentó los dones a Eglón, rey de Moab, que era un hombre muy gordo; 18y, hecha la presentación, despidió a los que habían traído el presente. 19Llegado a Happesilim, cerca de Caígala, se volvió y le dijo: "Tengo que decirte, ¡oh rey! una cosa en secreto." El dijo: "Salid"; y se salieron todos los que estaban con él. 20Entró donde estaba él tomando el fresco en el cenador alto, que era sólo para él, y le dijo: "Tengo que comunicarte una palabra de parte de Dios, ¡oh rey!" Eglón se levantó de su silla; 21y entonces Aod, tomando con su mano izquierda el puñal que sobre el muslo derecho llevaba, se lo clavó en el vientre, 22entrándole también el puño tras la hoja y cerrándosela gordura en derredor de la hoja, pues no sacó del vientre el puñal; y saltando por la ventana, 23salió Aod al pórtico, cerrando tras sí las puertas del cenador y echando el cerrojo. 24Una vez que hubo salido, vinieron los servidores y, viendo que las puertas del cenador tenían echado el cerrojo, se dijeron: "Seguramente está haciendo alguna necesidad en el cubículo de verano." 25Esperaron mucho tiempo, hasta perder la paciencia, y como las puertas del cenáculo alto no se abrían, cogieron la llave y abrieron, viendo que su amo yacía en tierra muerto. 26 Mientras estaban ellos perplejos, huyó velozmente Aod, pasó de Happesilim y se puso en salvo en Seirat. 27En cuanto llegó a la tierra de Israel, hizo tocar las trompetas en el monte de Efraím. Los hijos de Israel bajaron con él de la montaña, y él se puso al frente de ellos 28y les dijo: "Seguidme, que Yahvé ha entregado en vuestras manos a vuestros enemigos los moabitas." Bajaron tras él y se apoderaron de los vados del Jordán, frente a Moab, sin dejar pasar a nadie. 29Derrotaron entonces a Moab. De unos diez mil hombres, todos robustos y valientes, no escapó uno solo. 30Aquel día quedó Moab humillado bajo la mano de Israel; y la tierra quedó en paz durante ochenta años, mientras vivió Aod.

 

Aod presidía la embajada encargada de llevar el tributo anual a Eglón. Por el hecho de intervenir en esta acción varias personas puede suponerse que este tributo, consistente principalmente en ganado, era crecido. El autor sagrado consigna el relato brutal, pero pintoresco y realista, con que una antigua tradición diseñaba la hazaña de Aod. En todo este relato domina la despreocupación por el carácter moral de la empresa; el autor sagrado únicamente ve en la persona de Aod al instrumento de que se sirvió Yahvé para salvar a su pueblo. No le alaba ni tampoco lo vitupera, conducta que debemos seguir también nosotros. Los antiguos pueblos tenían respeto por los dioses de los pueblos vecinos (2 Re 1:2; 8:10).

Cometido su crimen, Aod hizo tocar las trompetas; ante el anuncio de la muerte del rey opresor, la gente de la montaña se abalanzó sobre la llanura y se apoderó de los tres vados del Jordán (Jos 2:7), frente a Jericó, cortando de este modo la retirada de los moabitas.

Con una cifra de tipo redaccional se quiere indicar que fueron rnuchos los moabitas que perdieron la vida en esta acción. La paz se aseguró por dos generaciones, es decir, ochenta años.

 

Sambar (3:31).

31Después de Aod, Samgar, hijo de Anat, derrotó a seis-cientos filisteos con una aijada de bueyes, libertando también él a Israel.

 

La inserción de Samgar en el ν.31 presenta algunas dificultades. En algunas versiones antiguas, esta noticia sobre Samgar se coloca despuιs de 16:31. Según 4:1, la historia de Débora sigue inmediatamente a la de Aod. La mención de los filisteos da a entender que la acción de Samgar tuvo lugar al final del período de los jueces. Es posible que el motivo de ocupar el sitio actual se deba al plan de seguir un orden geográfico o por razón de hablarse de un Samgar en 5:6, opresor de Israel. Lagrange identifica a Samgar con Sama, hijo de Ela, jaradita (2 Sam 23:11), que se enfrentó con los filisteos, en cuyo caso "nuestra historia, dice él, llevaría el sello de una de las tradiciones más antiguas del tiempo de David," que el redactor deuteronomista recogió para convertir en un juez a su héroe, como hizo con Otoniel. Desnoyers rechaza esta identificación. Debe también notarse que ninguno de los dos nombres (Samgar, Anat) son israelitas, figurando en la literatura babilónica y en los textos de Nuzi con la forma Simigari.

 

Débora y barag (c.4-5).

Su historia se ha conservado en dos tradiciones o documentos, uno en prosa (c.4) y otro en poesía (c.5), que un redactor yuxtapuso. El relato en prosa se caracteriza por su preocupación religiosa y por contener varios detalles circunstanciales, sobre todo de orden topográfico. El cántico de Débora se propone celebrar con preferencia la gloria de Yahvé y de sus soldados los israelitas e invitar al pueblo a combatir las batallas de Yahvé. Se considera a este poema como muy antiguo, probablemente contemporáneo de los hechos, y por lo mismo de gran valor histórico.

 

Escenario de la batalla.

Los cananeos mantenían sólidamente su dominio sobre la fértil planicie de Esdrelón, que defendían con sus carros de combate, ante los cuales se inutilizaban las armas rudimentarias de Israel. Una red de ciudades fortificadas defendían sus accesos. Por el sur, Tanac, Meguiddo, Yeblam y Yoqnam cerraban el paso a la tribu de Efraím; Betsán era un fuerte baluarte contra las tribus transjor-dánicas; Quetrom y Nalol la protegían de las incursiones del norte, y Acre Dor y Jaroset se oponían a un posible ataque por mar. Desde las montañas de Galilea, Zabulón y Neftalí contemplaban aquellas tierras de pan llevar, lo que hacía también Efraím desde la exlidad del macizo central. Aquellas tierras rompían la continuidad territorial entre las tribus del norte y del centro de Palestina. Ρor mucho tiempo, las tribus israelíticas que tenían derechos sobre la llanura se resignaron a mantener buenas relaciones con los habitantes de la misma. Los israelitas bajaban de las montañas y ofrecian sus servicios como agricultores; empleábanse como conductos de caravanas e iban a las ciudades cananeas a vender e intercambiar sus productos. Este contacto amigable con los paganos tuvo consecuencias desastrosas desde el punto de vista religioso y moral, debilitando en ellos el recuerdo de la alianza con Yahvé. En consecuencia, cuando los cananeos, alarmados por la pujanza de los israelitas en su territorio, determinaron reducirlos, Yahvé se desentendió de ellos, permitiendo que les oprimieran durante veinte años.

 

Los jefes enemigos (4:1-3).

1Muerto Aod, volvieron los hijos de Israe la hacer el mal a los ojos de Yahvé, 2y los entregó Yahvé en mano de Jabín, rey de Canaán, que reinaba en Jasor y tenía por jefe de su ejército a Sisara, que residía en Jaroset Goím. 3Clamaron los hijos de Israel a Yahvé, pues tenían aquéllos novecientos carros de hierro y desde hacía veinte años oprimían duramente a los hijos de Israel."

 

Se mencionan dos de estos personajes: Jabín y Sisara. Se habla en Jos 11:1-13 de un rey de nombre Jabín que fue muerto por Josué y su ciudad completamente destruida. No hay inconveniente alguno en admitir la existencia en el mismo reino de dos o más soberanos con el mismo nombre (Fernández, In losue 163 n.1). La dificultad radica en otras circunstancias: 1) Jabín era rey de Jasor, ciudad situada al norte del lago de Genesaret y al sur de Cades de Neftalí. 2) Se dice en el texto que "era rey de Canaán," lo cual contradice al hecho de que nunca hubo entre los indígenas de Palestina unidad política. 3) Durante el conflicto armado, Jabín permanece inactivo, mientras recae sobre Sisara el peso de la batalla. Sisara habitaba en Jaroset Goím, junto al torrente Cisón y a pocos kilómetros de la actual ciudad de Jaifa. A la primera dificultad no se ha presentado todavía solución definitiva alguna. Algunos autores sugieren la eliminación de Jasor, con lo cual figuraría Jabín como rey de Jaroset Goím (Lagrange). En cuanto a la segunda, no debe traducirse necesariamente la frase por "rey de Canaán," sino "rey en Canaán"; es decir, uno de tantos reyezuelos que existían entonas en Canaán. En cuanto a la aparente ausencia de Jabín del campo5 batalla, se explica porque en aquellos tiempos algunos reyes no lntervenían directamente en la dirección de las batallas, que confiaban a algunos generales de su confianza.

 

Débora y Barac (4:4-10).

4Juzgaba en aquel tiempo a Israel Débora, profetisa, mujer de Lapidot. 5Sentábase para juzgar debajo de la palmera de Débora, entre Rama y Betel, en el monte de Efraím; y los hijos de Israel iban a ella a pedir justicia. 6Mandó llamar Débora a Barac, hijo de Abinúam, de Cades, de Neftalí, y le dijo: "¿No te manda Yahvé, Dios de Israel? Ve a ocupar el monte Tabor y lleva contigo diez mil hombres de los hijos de Neftalí y de los de Zabulón. 7Yo te traeré allí, al torrente de Cisón, a Sisara, jefe del ejército de Jabín, y a sus carros y sus tropas, y los pondré en tus manos." 8Díjole Barac: "Si vienes tú conmigo, voy; si no vienes tú, no voy. Porque yo no sé en qué día el ángel de Yahvé me dará el éxito." 9Ella le contestó: "Iré, sí, iré contigo; porque ya no será gloria tuya la expedición que vas a emprender, porque a manos de una mujer entregará Yahvé a Sisara." Levantóse Débora y se fue con Barac a Cades. 10Convocó Barac a Zabulón y Neftalí y subió con diez mil hombres, subiendo también con él Débora.

 

Indica el texto que Débora era profetisa, como lo fueron otras mujeres en Israel (Ex 15:20; 2 Re 22:14). Sentada debajo de una palmera — que no debe confundirse con la encina bajo la cual fue sepultada otra Débora (Gen 35:8) —, al aire libre y junto a la puerta de su casa recibía las consultas y solucionaba los pleitos en Israel (2 Sam 15:255). Esta palmera convirtióse más tarde en lugar de culto idolátrico.

La situación de las tribus del norte conmovió a Débora, la cual se comprometió a remediarla. Considerando su condición de mujer, confió la dirección del ejército a Barac. Era éste natural de Cades de Neftalí (Jos 12:22; 19:37), no lejos de Jasor, y había tenido que sufrir de parte de los cananeos (5:12). Al ser llamado por Débora, púsose en camino, salvando los 130 kilómetros que hay en línea recta entre Cades de Neftalí y el lugar donde se encontraba Débora, situado entre Rama y Betel. Barac aceptó la misión con tal de que Débora le acompañara en esta empresa, con el fin de asegurarse la protección divina y poder contar con la colaboración activa de las tribus del centro. El plan militar ideado por Débora consistía en reunir tropas en el monte Tabor, mientras las tribus del centro atacarían al enemigo por el sur, tratando de atraerlo hacia el torrente Cisón. De este modo el cananeo se encontraría entre dos frentes. Débora y Barac marcharon hacia Cades y reunieron un ejército de diez mil hombres (cifra redonda) sobre el Tabor, lugar donde confluían los límites de las tribus de Neftalí, Zabulón e Isacar (Jos 19:12; 22; 34).

 

Jeber el quinita (4:11).

11Jeber el quíneo se había separado de los otros quíneos, hijos de Jobab, suegro de Moisés, y había plantado sus tiendas en el encinar de Besananim, cerca de Cades.

 

El clan de Jeber (Gen 15:19) se había separado del grueso de los alunitas que habitaban el mediodía de Palestina (1:16; 1 Sam 27:10) cohabitaban con los cananeos junto al encinar de Besananim (Tos 19:33)" cerca de Cades, no lejos de Megiddo. Aunque aparentemente vivía en paz con los cananeos, sin embargo se sentía unido a la suerte de los israelitas, con los cuales existían lazos familiares.

 

Derrota de Sisara (4:12-16)

12Hicieron saber a Sisara que Barac, hijo de Abinoam, subía al monte Tabor; 13y Sisara reunió todos sus carros, novecientos carros de hierro, y todo el ejército de que disponía, y salió de Jaroset Goím al torrente de Cisón. 14Dijo entonces Débora a Barac: "Anda, que hoy es el día en que Yahvé entrega a Sisara en tus manos. ¿No va él delante de ti?" 15Bajó Barac del monte Tabor con los diez mil hombres que llevaba, y puso Yahvé en fuga a Sisara, a todos sus carros y a todo su ejército ante Barac. Sisara se bajó de su carro y huyó a pie. 16Barac persiguió con su infantería a los carros y al ejército hasta Jaroset Goím, y todo el ejército de Sisara cayó a filo de espada, sin que quedara ni un solo hombre.

 

Según 5:14-15, fueron seis las tribus que respondieron al llamamiento de Débora: Zabulón, Neftalí e Isacar, del norte; Efraím, Benjamín y Maquir, clan importante de Manases, del centro. Al tener Sisara noticias de la concentración de tropas en el Tabor reunió un gran ejército y salió al encuentro de los israelitas. Con la seguridad de que Dios estaba con él, Barac desciende del Tabor, ataca al ejército de Sisara y lo desbarata a filo de espada, dice el texto masorético. Pero no fueron las espadas de los israelitas las que sembraron el pánico en el ejército enemigo, sino una lluvia torrencial (5:20) que desencadenó Dios providencialmente sobre la llanura y montes adyacentes, cuyos efectos fueron favorables a los israelitas y desastrosos para el ejército de Sisara. En efecto, con la lluvia caída en la llanura y sobre los montes aumentó considerablemente el caudal de los torrentes que desembocan en la planicie, con virtiendo la tierra en un barrizal impracticable. El Cisón, que recibió toda aquella agua, salió de madre, inundando todas sus inmediaciones. Bisara, que tenía puesta su confianza en los carros de combate, contempló aterrado cómo éstos se hundían en el barro y cómo la tierra cedía al peso de los caballos, inmovilizándolos. La expresión sin que quedara ni un solo hombre (v.16) es hiperbólica.

 

Alevosía de Jael (4:17-24).

17Sisara huyó a pie a la tienda de Jael, la mujer de Jeber el quineo, pues había paz entre Jabín, rey de Jasor, y la casa de Jeber el quineo. 18Salió Jael al encuentro de Sisara y le dijo: "Entra, señor mío; entra en mi casa y no temas." Entró él en la tienda, y ella le tapó con una alfombra. 19Díjole él: "Dame, por favor, un poco de agua, que tengo sed." Y sacando ella el odre de la leche, le dio a beber y volvió a cubrirle. 20Díjole él: "Estáte a la puerta de la tienda, y si viene alguno preguntando si hay aquí algún hombre, dile que no." 21Cogió Jael, mujer de Jeber, un clavo de los de fijar la tienda, y, tomando en su mano un martillo, se acercó a él calladamente y le clavó en la sien el clavo, que penetró en la tierra; y él, que estaba profundamente dormido, desfalleció y murió. 22Llegó entonces Barac, que iba persiguiendo a Sisara. Jael salió a su encuentro y le dijo: "Ven que te enseñe al hombre a quien vienes buscando." Entró y halló a Sisara en tierra muerto, clavado el clavo en la sien. 23Aquel día humilló Yahvé a Jabín, rey de Canaán, ante los hijos de Israel, 24y la mano de los hijos de Israel pesó cada vez más sobre Jabín, rey de Canaán, hasta que le destruyeron.

 

En su huida, Sisara buscó la salvación en la tienda de Jael, la mujer de Jeber el quineo (Núm 24:22ss). Ya hemos indicado que Jeber vivía en Cades, en la falda del Carmelo y frente a Jaroset Goím. No se debe confundir con Cades de Neftalí, patria de Barac, al norte del lago Hule. Es posible que Sisara se dirigiera directamente a la tienda de Jael; toda esposa tenía su tienda particular (Gen 31:33). Por las palabras de Jael se deduce que Sisara se mostraba receloso del lugar y que no tenía intención de parar allí. Al pedirle un poco de agua, escondido, le alargó Jael el odre de la leche (Jos 9:4.13), o leben, leche agria, tan común aún hoy día entre los beduinos de Palestina y TransJordania, y le tapó de nuevo. Sisara se creía ya a salvo, calculando que los enemigos no se atreverían a penetrar en la tienda de una mujer y que ésta no violaría los sagrados deberes de la hospitalidad. Pero se engañó en sus cálculos. Unos traducen el v.21: "Se acercó a él en secreto, le hundió el clavo en la sien, precipitándose en el suelo" (Tamisier, Desnoyers). Otros prefieren la lección del códice A de los LXX, según la cual el cuerpo de Sisara se agitó convulsivamente sobre sus rodillas, cayó sin fuerzas y murió (Lagrange, Vincent).

Es difícil justificar moralmente la acción de Jael, que presenta todas las características de una traición y una transgresión inaudita de los deberes de la hospitalidad. El autor del relato no juzga de la moralidad del acto; se limita a exponer los efectos buenos que se siguieron de la acción. Hallamos en la acción de Jael un exponente de la moral rudimentaria de aquellos remotos tiempos, la cual, a juzgar por la conducta que se observa en las guerras de nuestros días, no ha hecho grandes progresos.

 

Cántico Triunfal de Débora (5:1-32).

El llamado cántico de Débora, por su ímpetu lírico y atractivo oético, por su antigüedad y energía de lenguaje, por haber sido compuesto bajo la impresión inmediata de los acontecimientos, tiene un valor histórico y literario de primer orden. Dícese en el texto que lo cantaron conjuntamente Débora y Barac. Es muy probable que ni uno ni otro compusieron este cántico, que se debe a un poeta desconocido, que lo compuso para celebrar la hazaña gloriosa de la profetisa (Lagrange, Notscher). El texto se ha conservado en muy mal estado debido a la circunstancia de haber sido retransmitido oralmente durante mucho tiempo antes de fijarse por escrito. La lengua conserva algunos matices dialectales del norte, lo que puede explicarse por los retoques y cambios introducidos en época tardía al texto primitivo. Modernamente lo ha estudiado, teniendo en cuenta las leyes de la métrica hebraica, Otto Grether1. En cuanto a los datos que figuran en esta pieza poética, deben interpretarse a la luz de los que se refieren en el relato en prosa (c.4), teniendo además en cuenta el género literario poético 2.

 

Primera estrofa: Yahvé vuela hacia el campo de batalla (5:1-5).

1Aquel día cantaron Débora y Barac, hijo de Abinoam, este canto: 2"Los príncipes de Israel al frente, ofrecióse el pueblo al peligro. Bendecid a Yahvé. 3Oíd, reyes; dadme oído, príncipes. Yo, yo cantaré a Yahvé. Yo cantaré a Yahvé, Dios de Israel. 4Cuando tú, ¡oh Yahvé! salías de Seír, cuando subías desde los campos de Edom, tembló ante ti la tierra, destilaron los cielos y las nubes se deshicieron en agua. 5Derritiéronse los montes a la presencia de Yahvé, a la presencia de Yahvé, Dios de Israel.

 

Las dos primeras palabras del cántico se interpretan diversamente. Unos la derivan de para, "dejar crecer la cabellera" (Núm 5:18; 6:5; Ez 44:20), y entonces el autor haría alusión al voto de los guerreros de dejar crecer su cabellera hasta el día de la victoria (Lods, 353). Una cabellera larga mecida por el viento indicaba prosperidad y libertad (Deut 32:42; 2 Sam 14:26) o duelo (Jer 41:5) 3.

Débora habla de reyes en plural. No habiendo todavía rey en Israel (1:1), se presume que alude a los reyes extranjeros. Se describe cómo Yahvé viene de Seír (Deut 2:455) en ayuda de Israel, conforme a la antigua creencia de que Yahvé habitaba especialmente en el Sinaí (Deut 33:2-6; Sal 68:8-9), desde donde dominaba sobre toda la tierra. Seír designa la región de Edom (Gen 32:4; 36:8; 1 Re c.19; Hab 3:3; Sal 68:8-9). La tempestad y conmoción de los elementos denota la presencia de Yahvé (Ex 19:15-18; Jue 4:14; 2 Sam 22:8-16; 1 Re 19:11).

 

Segunda estrofa: la opresión (5:6-8).

6En los días de Samgar, hijo de Anat; en los días de Jael, estaban desiertos los caminos; los que antes andaban por caminos trillados, íbanse por senderos desviados; 7 desiertos estaban los lugares indefensos, desiertos en Israel, hasta que me levanté yo, hasta que me levanté yo, madre en Israel. 8A las puertas estaba la guerra; y no se veía ni un escudo ni una lanza entre los cuarenta mil de Israel.

 

La situación de las tribus del norte era desesperada en los días que precedieron al levantamiento de Débora. El comercio y el tráfico estaban paralizados por la inseguridad en las vías de comunicación. Los que se aventuraban a salir lo hacían por senderos desviados, huyendo del camino trillado en donde les acechaba el robo y la muerte (Lam 1:4; Sof 3:6). Los cananeos poseían los puestos claves para el desenvolvimiento económico de Israel.

Samgar, hijo de Anat, es el gran juez de que se habla en 3:31; otros no admiten esta identificación, viendo en él un enemigo de los israelitas. La mención de Jael en el v.6 debe considerarse como una glosa. Jael sólo alcanzó fama después de la victoria. A Débora se la llama "madre en Israel," como a otros personajes famosos se les llamó "padres" (Gen 48:8; Is 22:21; Job 29:16) por su dignidad y operosidad en favor del pueblo. Según el texto masorético, las causas de este estado lastimoso deben achacarse a la idolatría del pueblo, a la penuria de armas y a la cobardía e impericia guerrera del mismo.

 

Tercera estrofa: alzamiento (5:9-12).

9Se va mi corazón tras los príncipes de Israel. Los que del pueblo os ofrecisteis al peligro, bendecid a Yahvé. 10Los que montáis blancas asnas, los que os sentáis sobre tapices, los que ya vais por los caminos, cantad El que fue lugar de rapiña, es ya lugar de regocijo. 11Cantad en él las justicias de Yahvé, las justicias que ha hecho Yahvé, a los lugares indefensos de Israel. Entonces pudo ya el pueblo de Yahvé bajar a sus puertas. 12Despierta, despierta, Débora. Despierta, despierta, entona un canto. Levántate, Barac; apresa a los que te aprisionaban, hijo de Abinoam.

 

Débora levanta los ánimos de la multitud. A su grito acuden millares de hombres del pueblo (LXX). Las gentes obligadas a permanecer en casa salían a las encrucijadas de los caminos o se juntaban cabe a una fuente para aclamar a los guerreros que marchaban al combate. Todos sin excepción: los nobles ("que montan blancas asnas," Gen 49:11; Núm 22:21), los magistrados ("se sientan sobre tapices") y el pueblo humilde ("los que van por los caminos"), comparten el mismo entusiasmo. Muchos ponen el v.12 entre el 8 y el 9.

 

Cuarta estrofa: los valientes (5:13-16a).

13Entonces vencieron los pequeños a los grandes; prevaleció el pueblo de Yahvé contra los fuertes. 14Los de Efraím los exterminaron en el valle. Detrás de ti (Débora) iba Benjamín con tu ejército. De Maquir bajaron los jefes, de Zabulón los capitanes; 15los príncipes de Isacar están con Débora. Barac se precipitó con los infantes en el valle. En las filas de Rubén hay grandes ansiedades de corazón. 16Y ¿por qué te quedaste en tus apriscos, oyendo las nautas de tus pastores?

 

Los cananeos con sus carros de combate son humillados y arrollados por el entusiasmo del pueblo de Yahvé desprovisto de armas. Efraím, Benjamín y el clan de Maquir, atacando por el sur, e Isacar, Zabulón y Neftalí por el norte, quitaron el oprobio de Israel, exterminando a los cananeos en el valle de Cisón. Las tribus del sur, Judá y Simeón, no participaron en la refriega por hallarse muy lejos del teatro de guerra. En un principio Benjamín formaba parte de la "casa de José" (2 Sam 19:20), aliándose a la de Judá en tiempos de la monarquía. Los capitanes ("los que llevan el bastón de mando," Gen 49:9; Am 1:5-8) de Zabulón iban al mando de soldados de su misma tribu. Maquir, hijo primogénito de Manases (Jos 17:1-2), designa la fracción de Manases establecida en Palestina, en oposición a la otra mitad, que habitaba en TransJordania.

 

Quinta estrofa: los cobardes (5:16b-18).

16En las filas de Rubén hay grandes ansiedades de corazón. 17Galaad descansaba al otro lado del Jordán. Y Dan, ¿por qué se quedó junto a sus naves? Aser, a orillas del mar, descansaba en sus puertos; 18pero Zabulón es un pueblo que ofrece su vida a la muerte. Lo mismo es también Neftalí desde lo alto de los campos.

 

Las tribus transjordánicas permanecieron al margen de la contienda; la tribu de Dan, que ya por aquel entonces había emigrado hacia el norte, en las fuentes del Jordán Que c. 17-18), prestaba sus servicios en las naves de Tiro y Sidón, lo mismo que la tribu de Aser. Ningún reproche a la tribu de Leví ni a la de Judá y Simeón, quizá porque estas últimas vivían al mediodía de Palestina o porque estaban ocupadas en rechazar al cananeo de sus territorios. Sin embargo, Rubén no estaba más cerca del campo de operaciones. La conducta de las tribus que se negaron a intervenir es tanto más deplorable en cuanto que habían perdido el sentido de la solidaridad, prefiriendo sus negocios particulares al bien general de la nación.

 

Sexta estrofa: el combate (5:19-22).

19Vinieron los reyes, combatieron; lucharon entonces los reyes de Canaán en Tanac, junto a las aguas de Megiddo. No cogieron plata por botín. 20Desde los cíalos combatieron las estrellas; desde sus órbitas combatieron las estrellas contra Sisara. 21El torrente de Cisón los arrastró, el torrente de Cisón pisa los cadáveres de los fuertes. 22Entonces resonaron los cascos de los caballos en la veloz huida de los guerreros. Maldecid a Meroc, dijo el ángel de Yahvé.

 

El centro de gravedad de la batalla fue Tanac, junto a las aguas de Megiddo, es decir, el wadi Ledjun, tributario del Cisón, que en el relato de la victoria de Tutmosis III en 1479 se llama wadi Qyn. No fueron ni los jefes de las tribus ni los soldados los artífices de la victoria, sino Yahvé, que puso en acción a todo el ejército de los cielos. Las estrellas combatieron desde lo alto de los cielos (2 Sam 5:22-24; 22:8-11; 1 Re 19:11), mandando un diluvio de agua sobre la llanura.

 

Séptima estrofa: Jael mata a Sisara (5:23-27).

23Maldecid, maldecid a sus habitantes, porque no cooperaron a la victoria de Yahvé, a la ayuda de Yahvé a sus valientes. 24Bendita entre las mujeres Jael, mujer de Jeber el quineo; bendita entre las mujeres de su tienda. 25Le pidió agua, y ella le dio leche; en el vaso de honor le sirvió leche; 26cogió el clavo con la izquierda, con la derecha el pesado martillo, rompiéndole la cabeza. Rompióle la cabeza, le atravesó la sien. 27El se retorció, cayó, yació, a sus pies se retorció, cayó donde se retorció, allí mismo quedó exánime.

 

Se justifica algo la pasividad de los habitantes de Meroz por hallarse la ciudad situada a poca distancia de Cades de Neftalí, no lejos de Jasor, o en el camino que siguió Sisara en su fuga. La palabra ángel (v.22) puede ser una glosa para evitar una expresión antropomórfica. Se ha querido ver en Jael una figura de la Iglesia, que destruye el reino del pecado por la fe en Jesucristo. Ya hemos dicho que su acción no puede justificarse moralmente.

 

Octava estrofa: angustia en casa de Sisara (5:28-32).

28Mira por la ventana la madre de Sisara, por entre las celosías, y grita: ¿Por qué tarda en venir su carro? ¿Por qué tardan en oírse los pasos de su cuadriga? 29La más avisada de sus mujeres le contesta, y ella repite las mismas palabras: 30Seguramente está repartiendo los despojos, una joven, dos jóvenes para cada uno, un vestido, dos vestidos de varios colores para Sisara, un vestido, dos vestidos bordados a su cuello. 31 Perezcan así todos los enemigos, ¡oh Yahvé! fuerza." y sean los que te aman como el sol cuando nace con toda su 32La tierra estuvo en paz durante cuarenta años.

 

Las palabras de Débora rezuman desprecio e ironía. La madre de Sisara se impacienta por la tardanza de su hijo. Por entre las celosías oteaba el horizonte para distinguir la silueta de su hijo aureolado con la corona de la victoria. Otras mujeres, esposas acaso de los reyes relacionados o de los jefes del ejército, hallábanse en su compañía, la consolaban, alegando que era necesario largo tiempo para repartir el abundante botín de mujeres, vestidos y otros objetos.

Como se ha notado anteriormente, no figura el nombre de Jabin en todo el capítulo y sí el de Sisara, que aparece como el enemigo inmediato y único contra el cual luchan los israelitas. Después de la victoria, descansó Israel cuarenta años, es decir, el tiempo correspondiente a una generación (Sal 95:10; Ez 29:11-13).

 

Gedeón y Abimelec (c.6-9).

La historia de Gedeón y Abimelec se narra en los capítulos 6-9, con las siguientes divisiones: 1) pecado y penitencia de Israel, que sirve de introducción (6:1-10); 2) aparición del ángel de Yahvé a Gedeón y origen del santuario Yahvé-Salom (6:11-24); 3) segunda vocación de Gedeón y santuario de Jerobaal (6:25-32); 4) campaña de liberación (6:33; 8:3); 5) Gedeón, vengador de sangre (8:4-21); 6) últimos días de Gedeón (8:22-35), Y 7) Abimelec (c.6).

La composición literaria de esta historia es bastante compleja, y en ella distinguen los críticos, católicos y acatólicos, vestigios de dos o tres documentos yuxtapuestos y elaborados por un compilador. La vocación de Gedeón se narra dos veces (6:11-24 y 6:25-32); emprende dos campañas (7:1-8:3; 8:4-21); las tribus se convocan dos veces (6:35ss y 7:23ss). ¿Cómo explicar este fenómeno literario? Muchas son las hipótesis propuestas por autores acatólicos y católicos (Lagrange, Desnoyers, Cazelles, Tamisier). Cazelles1 distingue tres piezas independientes (6:6-10; 12-24; 25-32) intercaladas en la leyenda o saga de Gedeón (6:2-5; 6:33-8:3; 8:24-35), Y un relato histórico de la campaña de Gedeón contra Zebaj y Salmana y del corto reinado de Abimelec (8:4-21 y c.6). Desnoyers distingue dos narraciones principales: a) Historia de Jerobaal, conservada en parte en los fragmentos 6:25-32; 6:36; 7:1; 7:227; 7:23; 8:3; 8:29. b) Historia de Gedeón, con adiciones y retoques, 6:11-24; 6:34-35; 7:2; 21; 8:4-28. c) Complementos redaccionales, 6:1-6; 7-10; 8:27-35. Según Vincent, la historia de Gedeón se basa sobre dos o tres documentos originales del reino del Norte, que ha utilizado un redactor deuteronomista.

El ambiente histórico revela que en este tiempo los israelitas habían pasado del estado nómada a la vida sedentaria, entregados a los trabajos de agricultura. En cuanto a la situación religiosa, se percibe una apostasía casi general del yahvismo y una tendencia muy acentuada hacia los baales, los dioses que aseguran la fertilidad de los campos y la fecundidad de sus rebaños. Una minoría sigue fiel a Yahvé.

 

Los madianitasy enemigos de Israel (6:1-6).

1Los hijos de Israel hicieron mal a los ojos de Yahvé, y Yahvé los entregó en manos de Madián durante siete años. 2La mano de Madián pesó fuertemente sobre Israel. Por miedo de Madián se hicieron los hijos de Israel los antros que hay en los montes, las cavernas y las alturas fortificadas. 3Cuando Israel había sembrado, subía Madián con Amalee y con los Bene Quedem y marchaban contra ellos; 4acampaban en medio de Israel y devastaban los campos hasta cerca de Gaza, no dejando subsistencia alguna en Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos, 5pues subían con sus ganados y sus tiendas como una nube de langostas. Ellos y sus camellos eran innumerables y venían a la tierra para devastarla. 6Israel vino a ser muy pobre a causa de Madián, y los hijos de Israel clamaron a Yahvé."

 

Los descendientes de Madián (Gen 25:2-6) formaban un pueblo nómada (Gen 37:28-36; Is 60:6), que merodeaba con sus cuellos en la península del Sinaí (Ex 2:15-22), en donde fueron de-rotados por los israelitas (Núm c.31). En sus excursiones o razzias sobre Palestina se alió con Amalee (3:13) y con los Bene Quedem, o hijos de Oriente, bajo cuya denominación entraban las tribus semitas del desierto al este del río Jordán (Gen 29:1; Jue 7:12; 8:10; Ez 26:10; Job 1.3). Más que la conquista de territorios buscaban víveres y pastos para sus ganados.

A causa de sus pecados, los israelitas fueron entregados por Dios en manos de estos salteadores, sufriendo sus impertinencias durante siete años. Al acercarse el tiempo de la siega vadeaban el Jordán, acampaban en medio de Israel, penetrando profundamente en su territorio (hasta Gaza, dice con manifiesta exageración el texto hebraico). Para proteger sus bienes, los israelitas excavaron cavernas en los montes, aprovecharon los antros naturales de las rocas y las alturas fortificadas para asegurar su cosecha y su ajuar. Como consecuencia, Israel se empobreció rápidamente, y el hambre les hizo recordar que sólo Yahvé podía salvarles.

 

Un profeta expone las causas de este castigo (6:7-10).

7Cuando los hijos de Israel clamaron a Yahvé contra Madián, 8 Yahvé les envió un profeta, que les dijo: "Así habla Yahvé, Dios de Israel: Yo os hice subir de Egipto y os saqué de la servidumbre; 9yo os libré de la mano de los egipcios y de la mano de todos vuestros opresores; yo los arrojé ante vosotros y os di su tierra. 10 Entonces os dije: Yo soy Yahvé, vuestro Dios; no temáis a los dioses de los amorreos, en cuya tierra habitáis. Pero vosotros no habéis escuchado mi voz."

 

La fórmula empleada por el profeta es frecuente en la Escritura (1 Sam 2:27; 10:18; Jue 2:1; 6:13; Ex 20:2). Hace ver cómo Dios ha cumplido fielmente el compromiso de la alianza; pero el pueblo ha hecho traición a su palabra de no tener otro Dios que a Yahvé, al temer y rendir culto a los dioses de la tierra. Falta en el texto la conclusión de este discurso, que se saca fácilmente de las premisas puestas (2:3; 10:13). Algunos autores (Lagrange, Cazelles, Taíisier) hacen notar que la perícopa contiene expresiones deutero-nómicas (amorreos, para designar la población de Canaán; casa de servidumbre; Deut 5:6; 6:12; 8:14).

 

Aparición del ángel de Yahvé a Gedeón (6:11-24).

11Vino el ángel de Yahvé y se sentó bajo el terebinto de Ofra, que era propiedad de Joás, abiezerita, cuando Gedeón, su hijo, estaba batiendo el trigo en el lagar para esconderlo de Madián. 12Apareciósele el ángel de Yahvé y le dijo: "Yahvé contigo, valiente héroe." 13Gedeón le dijo: "Por favor, mi señor; si Yahvé está con nosotros, ¿por qué nos sucede todo esto? ¿Dónde están todos los prodigios que nos contaron nuestros padres, diciendo: Yahvé nos hizo subir de Egipto? Y ahora Yahvé nos ha abandonado y nos ha puesto en las manos de Madián." 14El ángel de Yahvé se volvió a él y le dijo: "Ve y, con esa fuerza que tú tienes, libra a Israel de las manos de Madián; ¿no soy yo quien te envía?" 15Gedeón le dijo: "De gracia, señor, ¿con qué voy a libertar yo a Israel? Mi familia es la más débil de las de Manases, y yo soy el más pequeño de la casa de mi padre." 16El ángel de Yahvé le dijo: "Yo estaré contigo y derrotarás a Madián como si fuera un solo hombre." 17Gedeón le dijo: "Si he hallado gracia a tus ojos, dame una señal de que eres tú quien me habla, 18y no te vayas de aquí hasta que vuelva yo con una ofrenda y te la presente." Y él le dijo: "Aquí me estaré hasta que tú vuelvas." 19Entróse Gedeón y preparó un cabrito, y con un "efá" de harina hizo panes ácimos; y poniendo la carne en un cestillo y el caldo en una olla, los llevó debajo del terebinto y se los presentó. 20El ángel de Yahvé le dijo: "Coge la carne y los ácimos, ponlos encima de aquella piedra y vierte sobre ellos el caldo." Hízolo así Gedeón; y el ángel de Yahvé, 21alzando el báculo que tenía en la mano, tocó con la punta la carne y los panes. Surgió en seguida fuego de la piedra, que consumió la carne y los panes, y el ángel de Yahvé desapareció de su vista. 22 Viendo Gedeón que era el ángel de Yahvé, dijo: "¡Ay, Señor, Yahvé! ¿Entonces he visto cara a cara al ángel de Yahvé?" 23 Díjole Yahvé: "La paz sea contigo; no temas, no morirás." 24 Gedeón alzó allí un altar a Yahvé y le llamó Yahvé-Salom, que todavía existe en Ofra de Abiezer.

 

Parece que el ángel debe identificarse con Yahvé mismo. De hecho, en los v. 14; 16; 23 se habla solamente de Yahvé. Es muy probable que el vocablo ángel (v. 11; 12; 20; 21; 22) se agregara posteriormente para evitar una expresión antropomórfica. La aparición fue en Ofra, lugar que debe buscarse entre el Tabor y Betsán (1:27) o en las cercanías de Siquem (Noetscher), pero no en Ofra de Benjamín (Jos 18:23; 1 Sam 13:17)· Joás era de la estirpe de Abiezer, descendiente de Manases (Núm 26:30; Jos 17:2; 1 Crón 7:18). Gedeón batía el trigo a mano o con un bastón, no en la era pública, por temor a los madianitas, sino en el lagar. El saludo del ángel es un deseo, no una afirmación. Gedeón, en vez de examinar su propia conducta y la de su pueblo, culpa a Dios del estado de las cosas. En un principio creía Gedeón que hablaba con un profeta, y como a tal le ofrece lo que se daba a un huésped de honor; pero pronto duda de la naturaleza de aquel personaje. Para salir de dudas le pide una señal (Ex 4:1-9; 2 Re 20:8; Is 7:11). La ofrenda consistía en un cabrito cocido (13:15) y un efá (cerca de treinta y seis litros) de harina para hacer panes ácimos (Gen 19:3), que se cocían debajo de la ceniza o sobre piedras o planchas metálicas bien calientes. Lo que en un principio iba a ser una refección, se cambió, por obra del ángel de Yahvé, en un sacrificio de holocausto, El ángel tocó con la punta de su báculo (Núm 17:16-25) la carne y los panes surgiendo de la piedra un fuego que los consumió. El fuego es manifestación de Yahvé (Deut 4:33-36). Tenemos aquí la consagración de un santuario por el fuego divino (Lev 9:24; 1 Re 18:38; 2 Re 1, 10) y una prueba del origen divino del mensaje y promesa de que Dios les asistirá. Gedeón temía morir por haber visto a Yahvé o su ángel (Gen 32:31; Ex 33:20; Deut 5:24; Jue 13.22), temor que se fundaba en el sentimiento de la indignidad humana frente a la omnipotencia y santidad divinas. El altar erigido por Gedeón se llamó Yahvé-Salom, Dios de paz (Gen 33:20; Ex 17:15; Jos 22.34).

 

Gedeón destruye el altar de Baal (6:25-32).

25Aquella misma noche le dijo Yahvé a Gedeón: "Coge el toro gordo de tu padre, el toro de siete años; derriba el altar de Baal que tiene tu padre y corta la asera que hay cerca, 26y construye con la leña un altar a Yahvé, tu Dios, en lo alto de este fuerte; y tomando el toro segundo, lo ofreces en holocausto sobre la leña de la asera que cortarás." 27Tomó, pues, Gedeón diez hombres de entre sus criados e hizo como le había mandado Yahvé; pero, como no se atreviese a hacerlo de día, por temor de la casa de su padre y de las gentes de la ciudad, lo hizo de noche. 28Cuando, al levantarse a la mañana siguiente, las gentes de la ciudad vieron que el altar de Baal había sido destruido, cortada la asera que había cerca y el toro segundo ofrecido en holocausto sobre el altar construido, 29se preguntaban unos a otros: "¿Quién ha hecho esto?" Inquirieron, buscaron, y alguien dijo: "Gedeón, el hijo de Joás, ha hecho esto." Entonces dijeron a Joás las gentes de la ciudad: 30"Saca a tu hijo para que muera, pues ha derribado el altar de Baal y ha cortado la asera que estaba cerca." 31Joás respondió a todos los que estaban delante de él: "¿Os toca a vosotros defender a Baal? ¿Sois vosotros los que le habéis de salvar a él? Quien tome partido por Baal será muerto hoy mismo. Si Baal es dios, que se deñenda a sí mismo, ya que le han derribado su altar." 32Aquel día dieron a Gedeón el nombre de Jerobaal, diciendo: "Que sea Baal quien se vengue de él, pues que ha derribado su altar."

 

Este relato es considerado por algunos como repetición, con circunstancias diferentes y autor distinto, del hecho consignado anteriormente (v. 11-24). El v.25 del texto masorético no ofrece un sentido satisfactorio. Por de pronto, atendiendo al contexto (v.26 V 28) parece que debe suprimirse (en contra Vaccari Y Noetscher) la alusión a un segundo toro (toma el toro joven que tiene tu padre, y el segundo toro, siete años), y la mención de sus años. Según esto, tendríamos la traducción: "Toma el toro gordo (texto de los LXX) de tu padre; derriba." Fundándose en una corrección del texto hecha por Kittel, traduce Tamisier: "Toma diez de tus criados y un toro de siete años." Según la Ley, la víctima para el sacrificio no podía tener más de tres años. El toro que debía inmolarse tenía siete años, los que duró la opresión (v.1).

El altar de Baal no era propiedad privada del padre de Gedeón, sino más bien el altar de las gentes del pueblo edificado en terrenos propios, y del cual era él el guardián. Asera, o el tronco sagrado que representaba a Astarté (Ex 34:13; Deut 7:5; 16:21). Por orden de Yahvé, Gedeón derribó el altar y ofreció el toro gordo sobre el nuevo que había edificado. Por sus palabras se deduce que el entusiasmo que sentía Joás por Baal no llegaba hasta el límite de sacrificar a su hijo. Jerobaal significa, según la etimología popular, "defienda Baal."

 

Reclutamiento entre las tribus (6:33-35).

33Todo Madián, Amalee y los Bene Quedem se juntaron y pasaron el Jordán; vinieron a acampar en el valle de Jezrael. 34 El espíritu de Yahvé revistió a Gedeón, que tocó la trompeta, y los abiezeritas le siguieron" 35Envió mensajeros a todo Manases, que se reunió también para seguirle. Mandólos también a Aser, a Zabulón y a Neftalí, que subieron a su encuentro.

 

Los madianitas y sus aliados pasaron el Jordán y penetraron con sus camellos en la planicie de Esdrelón (Jos 17:16). El espíritu de Yahvé revistió a Gedeón o "le envolvió como un vestido" (1 Crón 12:19; 2 Grón 24:20), lo cual equivalía a escogerlo para cumplir la misión de liberar a los israelitas del yugo extranjero. Tocó la trompeta Gedeón, y las gentes de su clan le siguieron. No se dice que acudiera Isacar, acaso por haber sido invadido su territorio por los madianitas.

 

La prueba del vellón (6:36-40).

36Dijo Gedeón a Dios: "Si en verdad quieres salvar a Israel por mi mano, como me has dicho, 37voy a poner un vellón de lana al sereno; si sólo el vellón se cubre de rocío, quedando todo el suelo seco, conoceré que libertarás a Israel por mi mano, como me lo has dicho." Así sucedió. 38A la mañana siguiente levantóse muy temprano, y, exprimiendo el vellón, sacó de él el rocío, una cazuela llena de agua. 39Gedeón dijo a Dios: "Que no se encienda tu cólera contra mí si hablo todavía otra vez; quisiera hacer otra prueba con el vellón: que sea el vellón el que se quede seco y caiga el rocío sobre todo el suelo." 40Así lo hizo Dios aquella noche: sólo el vellón quedó seco, y todo el suelo estaba cubierto de rocío.

 

Exigió Gedeón este segundo milagro, no para fortificar su fe, que era mucha (Hebr 11:32), sino para hacer comprender a los aliados que Dios le había escogido para llevar a término aquella misión. El hecho de que en esta perícopa no aparezca el nombre de Yahvé, sino el de Elohim (v.36; 39; 40), hace sospechar su procedencia de otra tradición o documento. Esta prueba del vellón ha sido interpretada por los Santos Padres en sentido espiritual. Una explicación muy antigua que se encuentra en Orígenes compara el rocío a la gracia divina. El vellón representa el pueblo judío, que en un tiempo gozó él solo de la predilección de Dios. El rocío cubrirá después toda la tierra, una vez el pueblo judío se haya hecho indigno de la gracia. También se aplica por acomodación a la Virgen Santísima, la única criatura que se vio libre del pecado original.

 

 

Campaña de Gedeón en Palestina (7:1; 8:4).

 

Reducción del número de combatientes (7:1-8).

1A la mañana siguiente, Jerobaal, que es Gedeón, fue a acampar, con toda la gente que estaba con él, por encima de la fuente de Jarod. El campamento de Madián estaba debajo del de Gedeón, al norte de las colinas de Moré, en el valle. 2 Y dijo Yahvé a Gedeón: "Es demasiada la gente que tienes contigo para que yo entregue en sus manos a Madián y se gloríe luego Israel contra mí, diciendo: "Ha sido mi mano la que me ha librado." 3Haz llegar esto a oídos de la gente: "El que tema y tenga miedo, que se vuelva y se retire." Veintidós mil hombres se volvieron, y quedaron sólo diez mil. 4 Yahvé dijo a Gedeón: "Todavía es demasiada la gente. Hazlos bajar al agua y allí te los seleccionaré; y aquel de quien yo te diga: Ese irá contigo, vaya; y todos aquellos de quienes te diga: Esos no irán contigo, que no vayan." 5Hizo bajar al agua Gedeón a la gente, y dijo Yahvé a Gedeón: "Todos los que en su mano laman el agua con la lengua, como la lamen los perros, ponlos aparte de los que para beber doblen su rodilla." 6Trescientos fueron los que al beber lamieron el agua en su mano, llevándola a la boca; todos los demás se arrodillaron para beber. 7Y dijo Yahvé a Gedeón: "Con esos trescientos hombres que han lamido el agua os libertaré y entregaré a Madián en tus manos. Todos los demás, que se vaya cada uno a su casa." 8 Se proveyeron de cántaros y cogieron las trompetas, y a todos los otros israelitas los mandó a cada uno a su tienda, quedándose con los trescientos hombres. El campamento de Madián estaba abajo, en el valle.

 

Gedeón y su gente se levantaron de mañana y acamparon en la fuente de Harod (¿Ain Gialud? ¿Ain Tubaun?), mientras que los madianitas lo hicieron en la llanura al pie de la colina de Moré (Nebí Dahi de los árabes y Pequeño Hermán de los cristianos). Dios mandó a Gedeón que redujera los efectivos de su ejército. Quiere que el pueblo sepa que no tiene necesidad de él para ganar una batalla y deshacer un ejército, aunque los enemigos sean tan "numer'osos como langostas" y dispongan de innumerables camellos "como las arenas del mar" (v.12). "Nada le impide (a Yahvé) salvar con Cuchos o con pocos" (1 Sam 14:6; 1 Cor 1:25-29; Deut 8:11; 18; 9:4-5; Is 10:13-15; 59:16; 63:5; Am 6:13). Por lo mismo, le manda, ludiendo a Deut 20:8, que retire a todos los que teman y tengan miedo.

Gedeón "tomó de manos del pueblo" (según corrección de Kittel) sus cántaros y trompetas, que entregó a los trescientos hombres, mandando los restantes a sus casas, El número de voluntarios que se ofrecieron a Gedeón parece excesivo.

 

Presagio de victoria (7:9-15).

9Aquella noche le dijo Yahvé: "Levántate y baja al campamento, porque te los entrego en tus manos. 10Y si temes atacar, baja con Fura, tu escudero, al campamento, U y escucha lo que dicen, y se fortalecerán tus manos y atacarás el campamento." Bajó con Fura, su escudero, hasta el extremo del campamento donde estaban los hombres de armas. 12Madián, Amalee y los Bene Quedem se habían extendido por el valle, numerosos como langostas, y sus camellos eran innumerables, como las arenas del mar. 13Cuando llegó Gedeón, estaba un hombre contando a su compañero su sueño, diciéndole: "He tenido un sueño. Rodaba por el campamento de Madián un pan de cebada, que llegó hasta una tienda y chocó contra ella, la derribó y la hizo rodar por tierra, y la tienda quedó por tierra." 14El compañero le dijo: "Eso no es sino la espada de Gedeón, hijo de Joás, varón de Israel, de Jezrael. Dios ha puesto en sus manos a Madián y a todo el campamento." 15Como Gedeón oyó el sueño y la explicación, se prosternó; y volviéndose al campamento de Israel, les dijo: "Arriba, que Yahvé ha entregado en nuestras manos el campamento de Madián."

 

Gedeón quiso ver con sus propios ojos las posibilidades del enemigo antes de decidirse a atacarlo. En realidad temió al ver aquella muchedumbre y, por lo mismo, quiso antes explorar la situación. Para poder oír lo que los soldados madianitas hablaban entre sí, era necesario que se acercara mucho a sus tiendas. Para los antiguos, Dios manifestaba su voluntad o descubría el futuro por medio de los sueños (Gen 28:10-22; 1 Re 3:5ss). El sueño que había tenido un soldado madianita era significativo. La tienda era el símbolo de la vida nómada; el pan de cebada simbolizaba la vida pobre de los pueblos sedentarios, como eran los israelitas. El compañero a quien confió el sueño sacó la consecuencia de que los israelitas, pueblo sedentario, destruirían al pueblo nómada, los madianitas.

 

Ataque nocturno (7:16-22).

16Dividió en tres escuadras los trescientos hombres y les entregó a todos trompetas, cántaros vacíos, y en los cántaros, antorchas encendidas, 17diciéndoles: "Miradme a mí y haced como me veáis hacer. En cuanto llegue yo a los límites del campamento, hacéis lo que yo haga. 18Cuando toque yo la trompeta y la toquen los que van conmigo, la tocaréis también vosotros en derredor de todo el campamento, y gritaréis: "¡Por Yahvé y por Gedeón!" 19Gedeón y el centenar de hombres que le acompañaban llegaron a los límites del campamento al comienzo de la segunda vigilia, en cuanto acababan de relevarse los centinelas, y tocaron las trompetas y rompieron los cántaros que llevaban en la mano. 20Los tres cuerpos tocaron las trompetas, rompieron los cántaros, y cogiendo las teas con la mano izquierda y las trompetas con la derecha para tocarlas, gritaban: "¡Espada por Yahvé y por Gedeón!" 21Quedáronse cada uno en su puesto en derredor del campamento, y todo el campamento se puso a correr, a gritar y a huir. 22Mientras los trescientos hombres tocaban las trompetas, hizo Yahvé que volviesen todos su espada los unos contra los otros en todo el campamento, y huyó el campamento hasta Bet Hassita en la dirección de Sareda, hasta los límites del Abel Mejola, junto a Tabat.

 

El campamento de Madián estaba en el valle (v.8), dominado por el campamento israelita. Gedeón dividió a sus gentes en tres cuerpos (9:43; 1 Sam 11:11; 13:17) de cien hombres cada uno. Esta maniobra era tanto más necesaria cuanto que debía dar al enemigo impresión de un ejército numeroso y también para poder rodear al enemigo. Los combatientes llevaban en una mano el cántaro que tenía una antorcha encendida dentro, o con la antorcha en la otra mano, mientras que la trompeta colgaba del cinto. Una vez rotos los cántaros, tomaron la trompeta en una mano y la tea en otra. No crea dificultad el que ellos toquen la trompeta y griten, porque ambas acciones deben concebirse sucesivamente y no simultáneas.

Gedeón llegó a las cercanías del campamento enemigo al comienzo de la segunda vigilia. Los hebreos dividían la noche en tres vigilias de cuatro horas cada una: seis de la tarde a diez; diez a dos; dos a seis de la mañana. El grito de guerra de los israelitas era: "¡Por Yahvé y por Gedeón!" grito que refleja bien el carácter religioso de la empresa y la confianza de los soldados en ganar "las batallas de Yahvé" (Núm 21:14; 1 Sam 18:17; 25:28). El enemigo huyó por la llanura de Betsán a Bet Hassita, en el valle del Jordán, hacia Sartán (Jos 3:16; 1 Re 4:12). Abel Mejola se halla al sur de Bestán, en el valle del Jordán (1 Re 4:12; 19:16).

 

En persecución del enemigo (7:23; 8:1-3).

23Reuniéronse los hombres de Israel, de Neftalí, de Aser y de todo Manases, y persiguieron a los de Madián. 24Gedeón mandó mensajeros por todo el monte de Efraím para decirles: "Bajad al encuentro de Madián y tomad, antes que lleguen, los vados hasta Bet Bara, en el Jordán." Reuniéronse todos los hombres de Efraím y tomaron los vados hasta Bet Bara, en el Jordán. 25Se apoderaron de dos príncipes de Madián, Oreb y Zeb, y dieron muerte a Oreb en la roca de Oreb y a Zeb en el lagar de Zeb. Persiguieron a Madián y llevaron a Gedeón las cabezas de Oreb y Zeb del otro lado del Jordán. 8 1Dijéronle los hombres de Efraím: "¿Cómo has hecho con nosotros eso de no llamarnos cuando ibas a combatir con Madián?" Y se querellaron violentamente contra él. 2 El les dijo: "¿Qué es lo que he hecho yo para lo vuestro? ¿No ha sido mejor el rebusco de Efraím que la vendimia de Abiezer? 3En vuestras manos ha puesto Dios a los príncipes de Madián, Oreb y Zeb. ¿Qué he podido yo hacer comparable a lo vuestro?" Calmóse su cólera contra él cuando así les habló.

 

El texto supone que Gedeón no había licenciado definitivamente a los muchos voluntarios que se le habían ofrecido; únicamente prescindió de ellos en el ataque inicial, por habérselo ordenado Dios. Los mensajeros que mandó Gedeón tenían la misión de poner a estos reservistas en activo. La primera orden que les impartió fue la de ocupar los vados del Jordán (3:28; 12:5) para impedir que los madianitas rezagados lograran franquearlo. Dos príncipes madianitas, Oreb (cuervo) y Zeb (lobo), que se habían ocultado, fueron descubiertos y pasados por las armas, enviando su cabe/a a Gedeón, atareado en la persecución de los madianitas al otro lado del Jordán. El nombre de estos dos príncipes es recordado en Sal 83:12, después de Sisara y Jabín (4:255) y antes de Zebaj y Salmana (8:5).

Los efraimitas, siempre orgullosos (12:1-6) y con la pretensión de mantener una hegemonía sobre las otras tribus, no podían sufrir que un manasita (Gedeón) no hubiera contado con ellos desde la primera hora (6:35; 7:23). Gedeón, prudente, adula a los efraimitas para aplacarlos.

 

 

Campaña de Gedeón en Transjordania (8:5-28).

 

Gedeón al otro lado del Jordán (8:4-12).

4Llegó Gedeón al Jordán, lo pasó con los trescientos hombres que llevaba, cansados de la persecución, 5 y dijo a las gentes de Sucot: "Dad, os ruego, unos panes a la gente que me sigue, que están cansados y van en persecución de Zebaj y Salmana, reyes de Madián." 6 Respondiéronle los jefes de Sucot: "¿Acaso tienes ya en tus manos el puño de Zebaj y Salmana, para que demos pan a tu tropa?" 7 Y Gedeón les dijo: "Cuando Yahvé haya puesto en mis manos a Zebaj y Salmana, yo desgarraré vuestras carnes con espinas y cardos del desierto." 8Desde allí subió a Fanuel, e hizo a las gentes de Fanuel la misma petición, recibiendo la misma respuesta de los hijos de Sucot. 9Y dijo también a las gentes de Fanuel: "Cuando vuelva vencedor, arrasaré esta fortaleza." 10Zebaj y Salmana estaban en Carcor con su ejército, unos quince mil hombres, los que habían quedado de todo el ejército de los Bene Quedem, pues habían perecido ciento veinte mil hombres de armas. 11Gedeón subió por el camino de los que moran en tiendas, al oriente de Nobaj y de Jogbea, y atacó el campamento, que se creía a seguro. 12 Zebaj y Salmana huyeron. El los persiguió y se apoderó de los dos reyes de Madián, Zebaj y Salmana, y derrotó a todo su ejército.

 

En esta campaña aparece Gedeón como vengador de sangre. Toda la acción se desarrolla en TransJordania y se combate a dos jefes madianitas, distintos de los que aparecen en la primera (7:16; 8:1-4). Los trescientos hombres escogidos en las fuentes de Harod ' encuentran fatigados y hambrientos (LXX, códices A, L). Las gentes de Sucot (Gen 33:17; Jos 13:27) se negaron a entregarles anes, seguramente por temor a una represalia por parte de los ladianitas en caso de perder Gedeón la partida. Es exagerado el número de los muertos (135.000), cifra que utiliza el autor para poner de relieve la magnitud de la derrota de los madianitas y la victoria aplastante de Yahvé.

 

Castigo de Sucot y Fanuel (8:13-17).

13 Volvióse Gedeón, hijo de Joás, de la batalla por la subida de Jares; 14y habiendo cogido a un joven de los de Sucot, le interrogó, y éste le dio por escrito los nombres de los jefes y ancianos de Sucot, setenta y siete hombres. 15Entonces vino Gedeón a las gentes de Sucot y dijo: "Ved aquí a Zebaj y Salmana, con los que me zaheristeis diciendo: ¿Acaso tienes ya en tu poder el puño de Zebaj y Salmana, para que demos de comer a tus tropas fatigadas?" 16Cogió, pues, a los ancianos de la ciudad, y con espinas y cardos del desierto castigó a los de Sucot.17Arrasó la fortaleza de Fanuel y mató a los hombres de la ciudad.

 

Al regresar victorioso Gedeón, vengó la ofensa que le habían infligido los habitantes de Sucot y Fanuel. Un joven le entregó por escrito la lista con los nombres de los setenta y siete jefes y ancianos de Sucot. Este número tiene un sentido superlativo (Gen 4:24; Mt 8:22). Esta mención de la escritura da una prueba de la extensión del arte de escribir en aquellos remotos tiempos en Israel. Como se desprende de las recientes excavaciones en Palestina y Siria, estaba ya entonces en uso la escritura alfabética.

 

Venganza de sangre (8:18-21).

18Dijo a Zebaj y Salmana: "¿Cómo eran los hombres que matasteis en el Tabor?" Ellos respondieron: "Eran como tú. Cada uno de ellos parecía un hijo de rey."19El les dijo: "Eran hermanos míos, hijos de mi madre. Vive Yahvé, que no os mataría si no les hubierais dado muerte." 20Y dijo a Jeter, su primogénito: "Anda, mátalos." El joven no desenvainó la espada por tener miedo, pues era todavía muy niño; 21y Zebaj y Salmana dijeron: "Levántate y mátanos tú, porque eres un valiente." Levantóse Gedeón y los mató, y tomo las lunetas que llevaban al cuello sus camellos.

 

Estando Gedeón en Ofra, interrogó a los dos jefes prisioneros: "Cómo eran los hombres que matasteis en el Tabor?" Se desconoce la historia de esta batalla junto al Tabor. Ellos mataron allí a dos hermanos de Gedeón, no solamente por parte de su padre, sino también por parte de su madre; de lo cual se infiere que Joás, su padre, era polígamo. Esta circunstancia obligaba todavía más a Gedeeón a vengar, según la costumbre oriental, el delito de sangre (Ex.21:12; Núm 35:16-18; 2 Sam 3:27; 14:7; 21:1-14). Manda Gedeón a su hijo Jeter a que mate a los asesinos de sus tíos, para asociarle así a la venganza de familia. Jeter, todavía joven, no se atrevió, y los jefes, con arrogancia, invitan a Gedeón a que los mate él, porque su golpe hubiera sido decisivo, y por considerar ellos un honor el morir en manos de tan alto príncipe.

 

Gedeón proclamado rey (8:22-31).

22Las gentes de Israel dijeron a Gedeón: "Reina sobre nosotros tú, tu hijo y los hijos de tu hijo, pues nos has libertado de las manos de Madián." 23Respondióles Gedeón: "No reinaré yo sobre vosotros ni reinará tampoco mi hijo. Yahvé será vuestro rey"; 24y añadió: "Voy a pediros una cosa. Dadme cada uno de su botín los arillos de nariz que habéis tomado." Los enemigos, como ismaelitas, llevaban arillos de oro en la nariz. 25Ellos respondieron: "Con mucho gusto te los daremos"; y, extendiendo un manto, fueron echando en él cada uno los arillos del botín. 26Y fue el peso de los arillos de oro que había pedido Gedeón de tres mil setecientos siclos de oro, sin contar las lunetas y los pendientes, ni los vestidos de púrpura que llevaban los reyes de Madián, ni los collares que al cuello llevaban sus camellos. 27Con este oro hizo Gedeón un efod, que puso en su ciudad, en Ofra. Todo Israel iba a prostituirse ante este efod, que fue un lazo para Gedeón y para su casa. 28Madián quedó humillado ante los hijos de Israel y no volvió a levantar la cabeza, quedando la tierra en paz durante cuarenta años, los días de Gedeón. 29Jerobaal, hijo de Joás, se volvió a su casa; 30y tuvo Gedeón setenta hijos, todos nacidos de él, pues fueron muchas sus mujeres. 31Una concubina que tenía en Siquem le parió también un hijo, al que puso por nombre Abimelec.

 

Las tribus que habían tomado parte en la empresa piden a Gedeón que domine (mashal), reine (Gen 37:8; Jos 12:5) sobre ellas y que a su muerte asuman el poder su hijo y los hijos de éste, lo cual equivale a declararle rey con derecho de sucesión. Este es el primer ensayo para el establecimiento de la monarquía en Israel. A diferencia de los tiempos pasados, el pueblo confiere directamente la autoridad suprema. Gedeón rehusa el título, pero acepta la realidad del poder, que ejerció él y su hijo (c.9). Aunque renuncie al título, empieza a ejercer ciertos derechos inherentes a la realeza: organización de un santuario con efod (v.24-27) y el harén (v.28-31).

Del botín de guerra habían recogido los israelitas gran cantidad de objetos preciosos. Gedeón pide que cada uno le entregue un arillo de oro, prenda que solían usar las mujeres y aun los hombres, y que llevaban prendida en la pared central de la nariz o en una de las laterales. La cantidad recogida arrojó un peso de mil setecientos siclos de oro, que equivalía a veintiocho kilogramos de oro. El autor justifica esta abundancia de oro diciendo que los vencidos eran ismaelitas, cuyo término es tomado en sentido profesional, no étnico, para designar a los comerciantes caravaneros (Gen 37:25-28) que traficaban con objetos preciosos. Los ismaelitas, en un principio distintos de Madián (Gen 25:1-6), terminaron fundiéndose con ellos (Gen 28:9; 37:25-28; Ez 27:22). Era costumbre en Israel reservar del botín para Yahvé (Núm 31:28-30; 1 Sam 21:9; 2 Sam 8:11-12; 1 Re 1-10).

Con el oro que habia juntado construyo Gedeon un Etod, con el cual toma origen el Santuario de Ofra. El efod puede designar el vestido que se lleva a la presencia de Yahvé, y que pueden vestir aun los laicos ( 1 Sam 2:18; 22:18; 2 Sam 6:14); el vestido de ceremonia del sumo Sacerdote (Ex 28:4-6; 39:2-7); un símbolo divino que servía para consultar a Yahvé Jue 17:5; 18:14-17; 1 Sam 2:28; 14:3; 21:10); una como estatua, con apliques de oro, que se menciona con los terafim Que 18:17-18; 1 Sam 21:9; Os 3:4; Is 30:22). Esta última acepción conviene, según algunos, al efod de Gedeón (Lagrange, Vincent, Dhorme).

Un harén numeroso es, entre orientales, indicio de potencia y soberanía. Además de sus mujeres, tenía una esposa de segundo orden en Siquem, en donde gozaba de cierta preponderancia (9:1-8). Aunque ella habitara con su familia, los hijos pertenecían al clan del padre. No se deduce del texto si era cananea o israelita. Desde la época de los patriarcas se practicaba la poligamia en Israel. Como los patriarcas, tiene una concubina, de la que puede tener hijos (Gen 22:24; 25:6; 35:22).

 

Muerte de Gedeón (8:32-35).

32 Murió Gedeón, hijo de Joás, en buena ancianidad, y fue sepultado en la sepultura de Joás, su padre, en Ofra de Abiezer. 33 Muerto Gedeón, los hijos de Israel se prostituyeron de nuevo ante los baales y tomaron por su dios a Baal-Berit, 34 y no se acordaron más de Yahvé, su Dios, que los había librado de los enemigos que los rodeaban. 35 No se mostraron agradecidos a la casa de Jerobaal (Gedeón), según el mucho bien que éste había hecho por Israel.

 

Como prueba de benevolencia divina y por su fidelidad, murió Gedeón en edad avanzada (Gen 15:15; 25:8). A su muerte, los israelitas volvieron a prevaricar, entregándose al culto de los baales, con introducción de un nuevo dios, El-Berit o Baal-Berit (9:46), "Señor del pacto" o "de la alianza." ¿De dónde le venía este nombre? ¿Era acaso el dios del pacto hecho entre Israel y Siquem? (Gen 34). Entonces sería cierto que los israelitas contaminaron con idolatrías cananeas las antiguas tradiciones patriarcales, uniéndolas a un mismo recuerdo. Este nombre puede derivar de la misión del dios, que consistiría en sancionar los pactos entre particulares y entre familias.

 

 

Corto Reinado de Abimeleg (c.9).

 

Usurpación de poder (9:1-6).

1Abimelec, hijo de Jerobaal, se fue a Siquem y habló a los hermanos de su madre y a toda la familia de la casa del padre de su madre, diciéndoles: 2"Hablad al oído a todos los varones de Siquem: ¿Qué es mejor para vosotros: que os dominen setenta hombres, todos hijos de Jerobaal, o que os domine uno solo? Acordaos de que yo soy hueso vuestro y carne vuestra." 3Habiendo hablado de él los hermanos de su madre a todos los habitantes de la ciudad conforme a aquellas palabras, se inclinó su corazón hacia Abimelec, pues se dijeron: "Este es hermano nuestro"; 4y le dieron setenta siclos de plata de la casa de Baal-Berit, con los que asoldó a los hombres vagos y pervertidos que le siguieron. 5 Bajó con ellos a la casa de su padre, a Ofra, y mató a sus hermanos los hijos de Jerobaal, setenta hombres, a todos sobre una misma piedra. Sólo se salvó Jotán, el hijo menor de Jerobaal, que pudo esconderse. 6Reuniéronse entonces todos los habitantes de Siquem y todos los de Bet Milo, y, viniendo, proclamaron rey a Abimelec junto al terebinto de Mu-sab, que está en Siquem.

 

Hijo de la concubina de Gedeón (8:31), a la muerte de éste se dirigió Abimelec a Siquem y convenció a los siquemitas de que era mejor centrar el poder en un solo individuo que compartirlo con los otros setenta hijos de Gedeón. Aparte de las razones económicas, esta concentración del poder en su persona convenía por ser él de la misma tierra y pariente de los siquemitas por su madre (Gen 29:14; 2 Sam 5:1; 19:13). El razonamiento convenció a los notables (ba-alim) de la ciudad, quienes le entregaron setenta siclos de plata para formar una guardia personal, reclutada entre hombres aventureros Que 11:3; 1 Sam 22:2; 2 Sam 15:1). En Israel (2 Mac 3:101-3; 1 Re 15:18), como en Babilonia, los templos en parte eran bancos. El nombre de El-Berit o Baal-Berit dado al santuario demuestra el estado de sincretismo religioso practicado en Siquem. Con un método muy oriental, Abimelec se dirige a Ofra (8:32) y mata a sus rivales (2 Re 10:1-14; 11:1-20), escapando solamente uno (2 Re 11:2; 1 Sam 22:20; Job 1:13-20). Esta matanza fue pública y oficial. Bet Milo, terraplén (2 Sam 5:9; 1 Re 9:15-24; 11:27).

 

Apólogo de Jotán (9:7-21).

7 Súpolo Jotán y fue a ponerse en la cresta del monte Gari-zim; y, alzando su voz, les dijo a gritos desde allí: "Oídme, habitantes de Siquem, así os oiga Dios a vosotros." 8 Pusiéronse en camino los árboles para ungir un rey que reinase sobre ellos, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros. 9Contestóles el olivo: ¿Voy yo a renunciar a mi aceite, que es mi gloria ante Dios y ante los hombres, para ir a hamacarme sobre los árboles? 10Dijeron, pues, los árboles a la higuera: Ven tú y reina sobre nosotros. 11Y les respondió la higuera: ¿Voy a renunciar yo a mis dulces v ricos frutos para ir a mecerme sobre los árboles? 12Dijeron, pues, los árboles a la vid: Ven tú y reina sobre nosotros. 13Y les contestó la vid: ¿Voy yo a renunciar a mi mosto, alegría de Dios y de los hombres, para ir a mecerme sobre los árboles? 14Y dijeron todos los árboles a la zarza espinosa: Ven tú y reina sobre nosotros. 15Y dijo la zarza espinosa a los árboles: Si en verdad queréis ungirme por rey vuestro, venid y poneos a mi sombra, y si no, que salga fuego de la zarza espinosa y devore a los cedros del Líbano. 16 Ahora bien: si al elegir rey a Abimelec habéis obrado bien y justamente; si os habéis portado con Jerobaal y su casa como ella merecía 17 pues mi padre combatió por vosotros, y, exponiendo su vida, os libró del poder de Madián, 18levantándoos hoy contra la casa de mi padre y matando a sus hijos, setenta sobre una misma piedra, y haciendo rey de las gentes de Siquem a Abimelec, hijo de una esclava suya, porque es hermano vuestro; 19 si habéis obrado leal y justamente hoy con Jerobaal y su casa, que haga Abimelec vuestra felicidad y que hagáis vosotros la suya. 20Pero, si no, que salga de Abimelec un fuego que devore a los habitantes de Siquem y de Bet Milo, y salga de Siquem y de Bet Milo un fuego que devore a Abimelec. 21Retiróse Jotán y emprendió la huida, yéndose a Ber, donde habitó, por miedo de Abimelec, su hermano.

 

Es uno de los primeros ejemplos de poesía gnómica y una de las piezas más antiguas de la poesía hebraica. Jotán se sirvió de una fábula ya conocida para aplicarla a sus fines, que era demostrar la ilegitimidad de Abimelec y la ridiculez de los siquemitas en elegirle. El sentido, pues, del apólogo debe buscarse en el conjunto, no en las particularidades. No habló desde la cumbre, sino desde un lugar más cercano, desde donde pudiera ser visto y oído. Las plantas se reunieron para ungir un rey. La ceremonia de la unción real (1 Sam 10:1; 16:13) es un rito muy antiguo. El aceite se usaba en el culto, en la consagración de sacerdotes (Lev 8:12), profetas y reyes; como cosmético y para usos culinarios. El vino, que se usaba en las libaciones, era agradable a Dios y alegraba el corazón de los hombres (1 Sam 1:24; Os 9:4; Ecl 50:16; Sal 104:15). Al renunciar las plantas fructíferas al reino, acudieron a la zarza espinosa, la cual aceptó. Termina irónicamente diciendo que grandes males seguirán a esta elección. Habiendo terminado de hablar, escapó huyendo hacia Ber (El-Bire), al norte de Betsán y al este del monte Tabor (Abel, Géographie II 262; Ubach) o Ber=Be-wot, al norte de Jerusalén (Desnoyers).

 

Revuelta de los siquemitas contra Abimelec (9:22-33).

22 Tres años dominó Abimelec sobre Israel. 23 Mandó Dios un mal espíritu entre Abimelec y los habitantes de Siquem, e hicieron traición los habitantes de Siquem a Abimelec, 24 para que el asesinato de los setenta hijos de Jeroboal y la sangre de ellos cayese sobre Abimelec, su hermano, que los había matado, y sobre los habitantes de Siquem, que le habían prestado ayuda para matar a sus hermanos. 25 Pusieron los habitantes de Siquem en lo alto de los montes asechanzas, que despojaban a cuantos pasaban cerca de ellos por los caminos, y llego esto a conocimiento de Abimelec. 26 Vino a Siquem Gaal, hijo de Obed, con sus hermanos. Los de Siquem pusieron en él su confianza, 27 y salieron al campo, vendimiaron sus viñas, pisa, ron e hicieron gran fiesta; y entrando en la casa de su dios, comieron y bebieron, maldiciendo a Abimelec. "¿Quién es Abimelec y quién es Siquem — 28dijo Gaal, hijo de Obed — para que le sirvamos? ¿No sirvieron el hijo de Jerobaal y Zebul, su gobernador, a los hombres de Jamor, padre de Siquem? ¿Por qué, entonces, vamos a servirles a ellos nosotros? 29¿Quién me diera este pueblo en mis manos! Yo expulsaría a Abimelec. Le diría: Refuerza tu ejército y sal." 30Llegaron a oídos de Zebul, gobernador de la ciudad, las palabras de Gaal, hijo de Obed, y, montando en cólera, 31 mandó secretamente mensajeros a Abimelec a Aruma para decirle: "Mira que ha venido Gaal, hijo de Obed, a Siquem con sus hermanos, y está sublevando a la ciudad contra ti. 32Sal, pues, de noche tú y la gente que tienes contigo y ponte en el campo de emboscada. 33 Por la mañana, al salir del sol, levántate y cae sobre la ciudad; y cuando Gaal y los que le siguen salgan contra ti, haz contra ellos lo que puedas."

 

Tres años dominó Abimelec sobre el territorio comprendido entre Ber y Siquem. Permitió Dios que entre Siquem y Abimelec hubiera cierto roce y malestar (texto hebreo: "un espíritu malo:" 1 Sam 16:14; 1 Re 22:21-23), provocado por intereses materiales y por no pertenecer estrictamente a su pueblo. Un hombre que había sido asaltado en el camino, se ganó el ánimo de los siquemitas y se constituyó en jefe de la revuelta, que debía explotar al acabar los trabajos de la vendimia. Una vez juntado el vino, celebraron todos una gran fiesta, que terminó con un banquete sagrado en el templo de Baal-Berit, en el cual no escaseó el vino (Is 28:1-3). Aprovechó aquella coyuntura Gaal para incitar a la revuelta abierta. ¿Por qué, dice, nosotros, cananeos, hombres libres, debemos servir a un israelita, hijo de una esclava? ¿No sería más lógico que Abimelec y su lugarteniente Zebul sirvieran a los hombres de Jamor, padre de Siquem? Zebul, cuyo comportamiento es oscuro, mandó un mensaje a Abimelec a Aruma (actual El-Orma, a nueve kilómetros al sudeste de Siquem), notificándole la sublevación que existía contra él. Dhorme lee be-tormah, con engaño, traduciendo: "Mandó con engaño mensajeros a Abimelec."

 

Viciaría de Abimelec (9:34-41).

34Levantóse Abimelec y toda la gente que con él tenía, de noche, y se pusieron en emboscada cerca de Siquem, divididos en cuatro cuerpos. 35 Salió Gaal, hijo de Obed, a la puerta de la ciudad, y se alzó Abimelec y el cuerpo que con él estaba de la emboscada. 36Vio Gaal a la gente, y dijo a Zebul: cómo baja gente de las cumbres de los montes." Y le dijo Zebul: "Son las sombras de los montes, que se te hacen hombres." 37Volvió a mirar Gaal, y dijo: "Es gente que baja del interior de la tierra y otro cuerpo que viene por el camino de la encina de los adivinos." 38Díjole entonces Zebul: "¿Dónde está ahora tu boca, con que dijiste: Quién es Abimelec para que le sirvamos? ¿No es ésa la gente para ti despreciable? Sal, pues, a darle la batalla." 39Salió Gaal, y a la vista de los habitantes de Siquem combatió contra Abimelec, que le puso en fuga. 40 Gaal huyó de él, y cayeron muchos hasta la puerta de la ciudad. 41Abimelec volvió a Aruma mientras que Zebul impidió a Gaal y los suyos permanecer en la ciudad.

 

Abimelec ocupó las alturas que rodean a Siquem, sobre la cual se lanzó al amanecer. A Gaal le pareció que salían del interior de la tierra (literalmente: "ombligo de la tierra"; Ez 38:12). Otros venían "por el camino de la encina de los adivinos," árbol que debe identificarse con el de Moré (Gen 12:6), cuya palabra significa "el que da una instrucción divina" (2 Sam 5:24; 1 Re 19:11).

 

Destrucción de Siquem (9:42-49).

42Al día siguiente salió el pueblo al campo, y lo supo Abimelec, 43que, cogiendo su gente, la había dividido en tres cuerpos, los había puesto en el campo en emboscada, y, cuando vio que el pueblo salía de la ciudad, se levantó, arremetió contra ellos, 44y, avanzando Abimelec con el cuerpo que le seguía, se puso a la puerta de la ciudad, mientras que los otros dos cuerpos se extendían por el campo y destrozaban a cuantos en él había. 45Abimelec combatió a la ciudad durante todo aquel día y se apoderó de ella, dando muerte a cuantos allí había; la destruyó y la sembró de sal. 46Así que lo oyeron los que estaban en la fortaleza de Siquem, se fueron a la torre del templo de El-Berit. 47Supo Abimelec que se habían reunido todos los habitantes de la fortaleza de Siquem, 48y subió al monte Selmón con toda la gente que llevaba; y, tomando en su mano un hacha, cortó una rama de un árbol y se la puso al hombro, mandando a su gente que hiciera prestamente lo que le veía hacer a él. 49Cortó, pues, también toda la gente cada uno su rama; y siguiendo a Abimelec, las pusieron contra la fortaleza, y prendiéndoles fuego, la incendiaron, muriendo allí todos los habitantes de la fortaleza de Siquem, unos mil entre hombres y mujeres.

 

Abimelec se ensaña contra Siquem, destruyéndola y sembrándola de sal. Es la única vez que se habla en la Biblia de semejante gesto. Las tierras saladas son estériles (Deut 28:22; Jer 17:6; Sof 2:9; Sal 107:24). Los nobles de la ciudad se refugiaron en la sala baja del templo de Baal-Berit. Abimelec no quiso violar el lugar sagrado, pero hacinó gran cantidad de leña cortada en la montaña de Selmón, "montaña sombría," a causa del espeso bosque, en la Puerta del santuario, en cuyo interior perecieron carbonizados unos mil entre hombres y mujeres. Monte de Selmón es, según Dus-saud, Ubach, un contrafuerte del monte Hebal, cerca de Siquem-Balata.

 

Sitio de Tebes y muerte de Abimelec (9:50-57).

50Fue luego Abimelec a Tebes, que sitió y tomó. 51Pero había en Tebes, en medio de la ciudad, una fuerte torre, en la que se refugiaron todos los habitantes de la ciudad, hombres y mujeres, y, cerrando tras sí, se subieron a lo alto de la torre. 52Abimelec llegó a la torre, la atacó y se aproximó para pegar fuego a la puerta, 53 y entonces una mujer le lanzó contra la cabeza un pedazo de rueda de molino y le rompió el cráneo. 54Llamó él en seguida a su escudero, y le dijo: "Saca tu espada y mátame, para que no pueda decirse que me mató una mujer." El joven le traspasó, y murió Abimelec. 55Viendo los hijos de Israel que había muerto Abimelec, fuéronse cada uno a su casa. 56Así hizo caer Dios sobre la cabeza de Abimelec el mal que había hecho a su padre, asesinando a sus setenta hermanos; 57y sobre las gentes de Siquem, todo el mal que habían hecho, cumpliéndose en ellos la maldición de Jotán, hijo de Jerobaal.

 

Abimelec marchó contra Tebes (Tubas, a quince kilómetros al nordeste de Siquem) y la tomó. En el centro de la ciudad había una torre fortificada, en donde se refugió la gente de la ciudad. Al aproximarse a ella Abimelec para prender fuego a su puerta, una mujer dejó caer sobre su cabeza la piedra superior de un molino a mano (Deut 24:6; 2 Sam 11:20-24), rompiéndole el cráneo. Para evitar la ignominia de ser matado por una mujer (5:24-27), llamó a su escudero para que le atravesara con su lanza y le matara. A su muerte, sus adeptos se dispersaron, fracasando con ello el primer ensayo monárquico en Israel. El hagiógrafo saca la lección práctica que sé desprende de esta historia, en la cual triunfan la providencia y justicia divinas. Abimelec representaba el partido de Israel, y Gaal el de los siquemitas y cananeos. Pero Dios no podía bendecir la empresa de Abimelec, que empezó con la matanza de setenta hermanos suyos. La justicia divina clamaba venganza contra Abimelec.

 

Los jueces Tola y Jair (10:1-5).

1Después de Abimelec surgió para librar a Israel Tola, hijo de Fuá, hijo de Dodó, hombre de Isacar. Habitó en Samir, en los montes de Efraím. 2Juzgó a Israel durante veintitrés años y murió, siendo sepultado en Samir. 3Después de él surgió Jair, de Galaad, que juzgó a Israel por veintidós años. 4Tuvo treinta hijos, que montaban treinta asnos y eran dueños de treinta ciudades, llamadas todavía Javot Jair, en la tierra de Galaad. 5 Murió Jair y fue sepultado en Camón.

 

Por la escasez de datos que sobre ellos da el hagiógrafo, estos dos jueces vienen clasificados entre los que llamamos "jueces menores "Tola ("el gusano que da el color rojo") era hijo de Fuá ("el color rojo"), hijo de Dodó (los LXX y Vulgata: "hijo de su tío," es decir del manasita Abimelec), hombre de Isacar (frase que se omite en LXX Vulgata). Tola era de la tribu de Isacar, con residencia en Efraím, lo cual crea cierta sospecha por su condición de jete, que habitaba en Samir, ciudad que se hallaba dentro de los límites de Efraím, diferente, por consiguiente, de la homónima de Judá (Jos 15:48) y próxima a la llanura de Esdrelón. Dodó, nombre que aparece en las cartas de Tell-el-Amarna y Estela de Mesa, es también aquí nombre propio (2 Sam 23:9).

Jair, nombre de un clan de Manases en Galaad (Núm 32:41; Deut 3:14; 1 Re 4:13 1 Crón 2:21-23). Sus treinta hijos montaban treinta 'asnos, cada uno el suyo, distintivo de riqueza y dignidad (5:10; 12:14; Zac 9:9), y poseían además treinta ciudades, llamadas todavía Javot Jair, en Galaad. Entre nuestro texto y los otros lugares bíblicos anteriormente citados, en que se habla también de estas ciudades, hay sensibles diferencias en cuanto a su número y lugar de emplazamiento. Fue sepultado Jair en Camón, a unos doce kilómetros al oeste de Irbid.

 

 

Judicatura de Jefté (10:6; 12:7).

Se antepone a la historia de Jefté una larga introducción (10:6-16), que repite los temas generales ya expuestos en 2:7-21 y formulados por un profeta. Esta introducción es considerada por algunos expositores como introducción general a la segunda parte del libro de los Jueces, incluyendo Samuel (1 Sam 1-12). Los dos grandes enemigos de Israel son Amón y los filisteos, contra los cuales lucharon Jefté y Sansón, y que fueron derrotados finalmente por Samuel y Saúl. Los críticos encuentran en esta historia falta de unidad y, por lo mismo, son de parecer que hay versiones diferentes en el origen de este relato, que un redactor más reciente ha amplificado y unificado.

 

Causas de la opresión de Israel (10:6-16)

6Volvieron los hijos de Israel a hacer mal a los ojos de Yahvé, y sirvieron a los baales y astartés, a los dioses de Sidón, a los de Moab, a los de los hijos de Amón, a los de los filisteos, y se apartaron de Yahvé, no sirviéndole más. 7 Encendióse la ira de Yahvé contra Israel y los entregó en manos de los filisteos y en manos de los hijos de Amón, 8 que durante dieciocho años oprimieron y afligieron con gran violencia a los hijos de Israel, a todos los hijos de Israel que habitaban al otro lado del Jordán, en la tierra de los amorreos, en Galaad. 9Los hijos de Amón pasaron el Jordán para combatir a Judá, a Benjamín y a la casa de Efraím, viéndose Israel muy apretado. 10Clamaron a Yahvé los hijos de Israel, diciendo: "Hemos pecado contra ti, porque hemos dejado a nuestro Dios y hemos servido a los baales." 11 Yahvé dijo a los hijos de Israel: "¿No os he hecho yo subir de Egipto? ¿Y los amorreos, y los hijos de Amón, y los filisteos, 12y los de Sidón y Amalee os oprimieron, y clamasteis a mí y os salvé yo de sus manos? 13 Pero vosotros me habéis dejado a mí para servir a dioses extraños. Por eso no os liberaré ya más. 14Id e invocad a los dioses que os habéis dado; que os libren ellos al tiempo de vuestra angustia." 15Los hijos de Israel dijeron a Yahvé: "Hemos pecado; castíganos como quieras, pero líbranos ahora." 16 Quitaron de en medio de ellos los dioses extraños y sirvieron a Yahvé, que no pudo soportar la aflicción de Israel.

 

Dios permitió que las naciones vecinas oprimieran y afligieran a Israel a causa de haberse entregado a la idolatría. Adoraron a los baales y astartés de los cananeos, de Sidón, de Moab, de Aram (que tal vez puede considerarse como una glosa introducida en el texto por influencia de 3:8-10), de Amón y de los filisteos. Por este texto no puede afirmarse que la invasión amonita y la filistea fueran contemporáneas. Los israelitas clamaron al Señor, quien les responde irónicamente diciendo que busquen ayuda en los dioses que adoraron (Deut 32:37; Jer 2:28). Bajo esta ironía se oculta, sin embargo, la bondad y misericordia divinas, que simula no querer atender sus ruegos para obligarles a un arrepentimiento más eficaz. Cuando los israelitas quitaron de en medio los dioses extranjeros, Yahvé se mostró impaciente por poner fin a sus sufrimientos. Para indicar la gran misericordia de Dios para con el pecador arrepentido, usa el texto la expresión de que el alma de Yahvé no pudo soportar la aflicción de Israel. Literalmente: "el alma del cual el soplo fue corto," como se dice de la impaciencia (16:16; Núm 21:4).

 

En busca de un jefe (10:17-18).

17Reuniéronse los hijos de Amón y acamparon en Galaad; y se reunieron también los hijos de Israel, acampando en Masfa. 18 El pueblo, los jefes de Galaad, se dijeron unos a otros: "¿Quién será el que comenzará a combatir a los hijos de Amón? Que sea él quien mande a todos los habitantes de Galaad."

 

Los amonitas se congregaron en Galaad con ánimo de atacar a los israelitas y arrojarlos de la meseta transjordánica. Los israelitas, por su parte, se congregaron en Masfa para oponerles resistencia. No se han identificado todavía estas dos localidades, que quizá no formen más que una: la ciudad fortificada que ocupaban los israelitas y los alrededores de la misma en donde acamparon los amonitas. Se cree que esta localidad corresponde a Yirbet Djelead, un poco al sur del Yaboc, entre éste y Nebí Osa. Los israelitas, ante aquel numeroso ejército, comprendieron la necesidad que tenían de un jefe único y supremo que dirigiera las operaciones. Barajando nombres, convinieron en que, dadas aquellas circunstancias, debían ofrecer el mando a Jefté, a pesar de su origen oscuro y vida equívoca.

 

¿Quién era Jefté? (11:1-5).

1Era Jefté, el galadita, un fuerte guerrero, hijo de una meretriz, y tuvo por padre a Galaad. 2 La mujer de Galaad dio a éste otros hijos, que, cuando fueron grandes, arrojaron de casa a Jefté, diciendo: "No vas tú a heredar en la casa de nuestro padre, pues eres hijo de otra mujer." 3 Jefté huyó de sus hermanos y habitó en tierra de Tob. Uniéronse con él gentes perdidas, que salían con él. 4 Al cabo de días hicieron guerra los hijos de Amón contra Israel, 5y fueron entonces los ancianos de Galaad a la tierra de Tob en busca de Jefté.

 

Los expositores encuentran oscuros los datos que da el texto sobre el origen de Jefté. De una parte, Jefté el galadita, es decir, del país de Galaad, es hijo de una meretriz y, por consiguiente, de padre desconocido; por otra, cierto Galaad engendró a Jefté de una primera mujer o concubina reconocida. Esta oscuridad del texto proviene de una yuxtaposición imperfecta de los documentos antiguos, y cuyas divergencias el autor sagrado no ha querido aclarar. Galaad tuvo otros hijos de su mujer legítima, los cuales, siendo mayores, arrojaron de casa a Jefté "por ser hijo de otra mujer" (Gen 21:10; 29:19). Jefté se marchó y fuese a vivir en tierra de Tob, la actual Et-Taiyibé, a quince kilómetros de Dera, en el Galaad septentrional. Allí reunió una tropa con gente aventurera (9:9; 1 Sam 22:1-2; 2 Sam 25:13) y se entregó a hacer algaras contra las tribus del desierto, con lo que se hizo famoso.

 

Pacto de Jefté con los galaditas (11:6-11).

6Y le dijeron: "Ven; serás nuestro jefe en la guerra contra los hijos de Amón." 7 Respondió Jefté a los ancianos de Galaad, diciéndoles: "¿No sois vosotros los que me aborrecéis y me arrojasteis de la casa de mi padre? ¿A qué venís a mí ahora, cuando os veis en aprieto ?" 8Los ancianos de Galaad respondieron: "Por eso venimos a ti ahora, para que vengas a combatir con nosotros a los hijos de Amón y seas nuestro jefe y de todos los habitantes de Galaad." 9Contestóles Jefté: "Si me lleváis con vosotros a combatir contra los hijos de Amón, en el caso de que Yahvé me los entregue, seré vuestro jefe." 10Dijéronle los ancianos a Galaad: "Sea Yahvé testigo entre nosotros si no hiciéremos lo que dices," 11Partió Jefté con los ancianos de Galaad y le hicieron su jefe y caudillo, y repitió Jefté sus palabras en presencia de Yahvé, en Masfa.

 

Los enviados rogaron a Jefté que aceptara la jefatura del ejército israelita. Sabiendo que tenían necesidad de él, se hizo rogar, y trató de sacar todas las ventajas que le ofrecía esta coyuntura. No queriendo ellos remover historias pasadas, le prometen nombrarle jefe no sólo del ejército, sino otorgarle la jefatura Poder supremo sobre todo Galaad. A ello se obligan con juramento. Pero Jefté quiere que aquel juramento se haga en presencia de Yahvé en el santuario de Masfa.

 

Negociaciones con los amonitas (11:12-28).

12Mandó Jefté mensajeros al rey de los hijos de Arnón que le dijeran: "¿Qué hay entre ti y mí para que hayas venido contra mí a combatir la tierra?" 13 El rey de los hijos de Arnón respondió a los mensajeros de Jefté: "Cuando subió Israel de Egipto, se apoderó de mi tierra desde el Arnón hasta el Jaboc y hasta el Jordán. Devuélvemela, pues, ahora pacíficamente." 14Jefté mandó nuevos mensajeros al rey de los hijos de Amón 15que le dijeran: "He aquí lo que dice Jefté: Israel no se apoderó de la tierra de Moab ni de la tierra de los hijos de Amón. 16Cuando Israel subió de Egipto, marchó por el desierto hasta el mar Rojo y llegó a Cades. 17Entonces envió Israel mensajeros al rey de Edom para que le dijeran: Te ruego me dejes pasar por tu tierra; pero el rey de Edom no se lo consintió; también se los envió al rey de Moab, que rehusó; e Israel se quedó en Cades. 18Después, marchando por el desierto, rodeó la tierra de Edom y la tierra de Moab, y llegó al oriente de la tierra de Moab y acampó del lado de allá del Arnón, sin entrar en tierra de Moab, pues el Arnón es el límite de Moab. 19 Israel envió mensajeros a Seón, rey de los amorreos, rey de Hesebón, para decirle: Te ruego que nos dejes pasar por tu tierra hasta nuestro lugar. 20Pero Seón no se fió de Israel, dejándole pasar por su tierra, y reuniendo a toda su gente, acampó en Jahsa y luchó contra Israel. 21Yahvé, Dios de Israel, puso a Seón con todo su pueblo en las manos de Israel, que los derrotó y se apoderó de la tierra de los amorreos, que habitaban en aquella región. 22Se apoderó de toda la tierra de los amorreos desde el Arnón hasta el Jaboc y desde el desierto hasta el Jordán. 23 Ahora, pues, que Yahvé, Dios de Israel, desposeyó a los amorreos ante su pueblo Israel, ¿pretendes tú apoderarte de su tierra ? 24Eso que Gamos, tu dios, te ha dado en posesión, ¿no lo posees tú? ¿Y no vamos a poseer nosotros lo que Yahvé, nuestro Dios, nos ha dado en posesión? 25¿Querrás tú ser mejor que Balac, hijo de Sefor, rey de Moab? ¿Acaso ha disputado éste a Israel su tierra? ¿Le ha hecho acaso la guerra? 26 Hace trescientos años que habita Israel en Hesebón y en Jazer y en las ciudades que de ellas dependen, lo mismo que en todas las que están a orillas del Jordán. ¿Por qué no las habéis tomado durante todo ese tiempo? 27 Yo no te he hecho mal alguno; pero tú obras mal conmigo haciéndome la guerra. Que Yahvé, el juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón." 28 El rey de los hijos de Amón desoyó lo que Jefté le mandó a decir.

 

Amón justifica su agresión diciendo que, al subir los israelitas de Egipto, se apoderaron de su país. Jefté rebate estas razones apoyándose en los datos que se refieren en Núm 20:14; 21:21-30; Deut 2:27-37· Cuando Israel subió de Egipto, no atacó a Edom ni a Moab (Núm 20:14-21; 21:11). Pidió a Seón, rey de los amorreos, rey de Hesebón, que le autorizara el tránsito por su territorio, pero el rey respondió con las armas. Entonces Israel repelió la agresión, y con el auxilio de Yahvé se apoderó de todo su territorio, es decir, del Arnón al Jaboc, desde el río Jordán al desierto (Núm 21:30; Deut 2 27-37). Luego el territorio fue arrebatado a los amorreos, no a los amonitas. El derecho, concluye Jefté, está en favor de los israeelitas; con todo, si Amón quiere la guerra, debe aceptarla con todas sus consecuencias. Yahvé será el arbitro, el cual no solamente combatirá por su pueblo, sino que con la victoria decidirá quién de los dos tiene razón.

En el curso de su argumentación dice Jefté que Gamos es el dios de los amonitas, cuando en realidad era Milcom (1 Re 11:5-7; Re 23:13; Jer 49:1-3-4-6; Camós, dios de los moabitas, Núm 21:29,·Jer 48:46, Estela de Mesa). La presencia de Camós en el texto se explica por el error de algún copista. Jefté se acomoda al lenguaje común del antiguo Oriente, pero sabía que Yahvé extendía su poder aun a las naciones extranjeras (Ex 7:17; Rut 1:13-18). Es probable que Jefté quisiera solucionar pacíficamente este conflicto con los amonitas; pero cabe la sospecha de que iniciara estas conversaciones con el fin de ganar tiempo para reunir un número regular de combatientes (v.29).

 

Voto de Jefté y victoria sobre los amonitas (11:29-40).

29El espíritu de Yahvé fue sobre Jefté, y, pasando por Ga-laad y Manases, llegó hasta Masfa de Galaad, y de Masfa de Galaad pasó a retaguardia de los hijos de Amón. 30 Jefté hizo voto a Yahvé, diciendo: "Si pones en mis manos a los hijos de Amón, 31 el que a mi vuelta, cuando venga yo en paz de vencerlos, salga de la puerta de mi casa a mi encuentro, será de Yahvé y se lo ofreceré en holocausto." 32Avanzó Jefté contra los hijos de Amón y se los dio Yahvé en sus manos, 33batiéndolos desde Aroer hasta según se va a Menit, veinte ciudades, y hasta Abel Queramim. Fue una gran derrota, y los hijos de Amón quedaron humillados ante los hijos de Israel. 34Al volver Jefté a Masfa, salió a recibirle su hija con tímpanos y danzas. Era su hija única; no tenía más hijos ni hijas. 35 Al verla rasgó él sus vestiduras y dijo: "¡Ah, hija mía, me has abatido del todo, y tú misma te has abatido al mismo tiempo! He abierto mi boca a Yahvé sobre ti y no puedo volverme atrás." 36 Ella le dijo: "Padre mío, si has abierto tu boca a Yahvé, haz conmigo lo que de tu boca salió, pues te ha vengado Yahvé de tus enemigos, los hijos de Amón." 37Y añadió: "Hazme esta gracia: déjame que por dos meses vaya con mis compañeras por les montes, llorando mi virginidad." 38"Ve," le contestó él, y ella se fue por los montes con sus compañeras y lloró por dos meses su virginidad. 39Pasados los dos meses, volvió a su casa y él cumplió en ella el voto que había hecho. No había conocido varón. 40De ahí viene la costumbre en Israel de que cada año se reúnan las hijas de Israel para llorar a la hija de Jefté, galadita, por cuatro días.

 

Aunque el pueblo y los ancianos eligieran a Jefté por jefe (10:18; 11:11), para ejercer su misión de juez tenía necesidad de la Infusión del espíritu de Yahvé" (3:10; 6:34), que acrecentara su fuerza y energía. Mientras duraban las conversaciones, recorrió Jefté el país reclutando tropas entre las tribus vecinas de Manases y Efraím (12:1-2) con el fin de reforzar el ejército estacionado en Masfa (10:17).

Antes de la batalla hizo Jefté su famoso voto (neder) a Yahvé, diciendo: "Si pones a los hijos de Amón en mis manos, el que a mi vuelta saliere de las puertas de mi casa a mi encuentro al regresar en paz (besalom) de los hijos de Amón, será de Yahvé, y se lo ofreceré en holocausto" (ha alitihu olah). Al regresar Jefté a Masfa, le salió al encuentro su hija única al frente de un grupo de mozas con tímpanos y danzas (Ex 15:20). Al verla, Jefté rasgó sus vestiduras en señal de dolor y contrariedad (Jos 7:6) al pensar que, en fuerza de su voto, tenía que inmolar a su única hija (Gen 22:2ss). Esta consternación de Jefté se explica por el hecho de que al hacer su voto no pensaba en inmolar a su hija. Quiso sacrificar una víctima humana pensando que con ello agradaba a Dios; pero dejó a Yahvé, arbitro de los acontecimientos, que la eligiera. ¿Pensaba acaso en algunos de los que en otro tiempo le habían arrojado de la casa de su padre? (11:2). Aunque el texto no lo especifique claramente, el pensamiento de Jefté era sacrificar sólo la primera persona que saliera de su casa. La hija intuyó lo trágico de la escena, pero comprendió que, una vez su padre se había comprometido con un voto a Yahvé, no podía volver atrás. Pidió, sin embargo, a su padre que difiriera el cumplimiento del voto, dejándole un plazo de dos meses, durante los cuales erraría por los montes y lloraría con sus amigas la fatalidad de tener que morir sin haber dejado descendencia. Conforme al voto, la hija de Jefté fue inmolada en holocausto. La impresión que causó este sacrificio prueba que el pueblo de Israel no estaba acostumbrado a semejantes sacrificios. En toda la antigüedad se consideraba como una desgracia y deshonor el que una mujer no dejara descendencia (Gen 16:1-5; 30:23; 1 Sam 1:10; Is 47:8; 49:21; Lc 1:25). Con el Evangelio aparece la virginidad voluntaria (Lc 1:34; Mt 19:12).

 

Nota Sobre el voto de Jefté.

Mucho se ha escrito sobre la naturaleza del voto de Jefté. Los términos empleados en el texto hebraico no dejan lugar a dudas de que se trata de un sacrificio cruento. Así lo entendieron la mayoría de los Santos Padres (Hummelauer). "lephte filiam, quae patri occurrit, occidit," dice San Agustín1. La tradición judía y cristiana hasta el siglo XI ha admitido la inmolación, y aunque el texto sagrado, por los términos generales que emplea, parece querer echar un velo sobre esta escena sangrienta, es difícil, sin embargo, explicarla en el sentido de una simple consagración a Dios 2. Hay quienes interpretan las palabras de Jefté en sentido condicional y disyuntivo. Pero esta interpretación es imposible, porque, aunque en hebreo la frase puede tener el sentido de "Lo que saliere i vuelta," sin embargo, los LXX lo entienden en sentido masculino: o ekporeuómenos (el que saliere, Vulg.: quicumque primas rit egressus). Únicamente las personas salen al encuentro de algien y aunque entre los animales lo haga también el perro, la Τ ν le excluνa terminantemente de los sacrificios. Es, además, imposible esta interpretación, por las siguientes razones: 1) El sentido disyuntivo del waw (y, et) al final del versículo 31 es gramaticalmente imposible. 2) La expresión "ofrecer en holocausto" no puede tomarse en sentido metafórico. 3) En esta hipótesis es inexplicable el gran sentimiento que demuestra Jefté. 4) No se explica el plazo de dos meses para llorar su desgracia. 5) Si la hija de Jefté debía continuar viviendo, consagrada a Dios como virgen, no se comprenden las lamentaciones anuales de sus amigas 3. Luego Jefté pensaba en ofrecer en holocausto a Yahvé una persona humana.

No se puede negar el aspecto cruento del voto de Jefté recurriendo al testimonio de algunos autores sagrados que alaban a Jefté (Eccli 46:13-15; Hebr 11:32-33), lo cual no hubieran hecho si realmente su voto hubiera sido de sacrificar una persona humana. Pero en estos textos, o bien se habla de Jefté sin pronunciarse por la moralidad de sus actos o se le alaba únicamente por su fe. Que la ley mosaica prohibiera terminantemente los sacrificios humanos (Deut 12:31), es innegable; pero también es cierto que, a pesar de esta prohibición, los israelitas, por influencia de los pueblos circunvecinos, los practicaron (Deut 18:9-10; 1 Re 16:34; 2 Re 23:10), clamando contra ellos los profetas (Jer 32:35)4. Es cierto que los sacrificios humanos se oponen a los sentimientos naturales y que la ley mosaica los prohibía, pero debemos tener en cuenta que Jefté era un hombre de costumbres rudas, ignorante, aventurero y jefe de una banda de salteadores y malandrines. Por esto mismo es excusable en él la ignorancia de la ley mosaica (Deut 12:31), que prohibía tales sacrificios. Al hacer su voto, Jefté procedió con buena fe. Creyó que la inmolación de una víctima humana sería agradable a Dios. A pesar de su vida azarosa, Jefté se muestra hombre religioso, que reconoce la supremacía de Yahvé sobre todos los otros dioses. Una vez hecho el voto, estaba completamente convencido de que tenía que cumplirlo. La idea de que una promesa hecha a Dios obligaba sin distinción de circunstancias era muy extendida en la antigüedad. El voto, como la bendición y la maldición, una vez pronunciado, existe independientemente de la persona que lo emitió (Núm 32:24; Sal 66:13-14; Jer 44:17). De donde 1 recomendación de prudencia en hacer el voto (Pro ν 20:25; Vincent). Todas estas circunstancias disculpan o atenúan considerablemente la gravedad de la falta de Jefté (Condamin). El hagiógrafo sólo refiere el hecho, que no aprueba ni condena. Aún más: es su fe en Yahvé que padre e hija dan un admirable ejemplo de profundo sentimiento religioso y de entrega completa al cumplimiento del deber, sacrificando ella su vida y él el único fruto de sus entrañas.

Es erróneo decir que Yahvé inspirara a Jefté a hacer semejante voto, porque la frase "el espíritu de Yahvé fue con él" se refiere exclusivamente al carisma que recibió para cumplir su misión de liberar a su pueblo de la opresión amonita. El mismo espíritu recibieron otros personajes bíblicos (Sansón, Saúl), de los cuales se reprueban algunos de sus actos. Jefté hizo el voto bajo su responsabilidad personal. Dios le castigó por haber procedido precipitadamente y sin reflexión al emitirlo. "Fue insensato Jefté al formular este voto por haberlo hecho sin la debida reflexión, e impío al ponerlo en práctica."5

Algunos racionalistas consideran el relato de la muerte de la hija de Jefté como una leyenda de origen mítico, encaminada a explicar las fiestas de la Naturaleza que se celebraban en Galaad. Las lamentaciones periódicas sobre la joven víctima son análogas a las que se encuentran en otros pueblos y que tienen por objeto llorar la muerte o la desaparición de una divinidad, ordinariamente divinidad de la vegetación. Así, por ejemplo, se habla del llanto por Adonis-Tammuz, Coré, Linos, Hyacinthe, Hylas, que muchas veces iba acompañado con sacrificios humanos6. De hecho se conoce el voto de Idomene, que durante una tempestad prometió a Poseidón inmolar la primera persona que fuera a su encuentro en la playa (Servius, 3:121; 11:264). Agamenón sacrificó a su propia hija Ifigenia, nombre primitivo de la diosa Artemis-Tauropolos, a la cual se honró con sacrificios humanos (Sófocles, Elect. 559). Luego, afirma Lods, la perícopa bíblica es la transformación en leyenda heroica, israelita y yahvista, del mito de una antigua divinidad indígena de Galaad. Y es tanto más probable, añade, esta dependencia en cuanto que el período de duelo ritual para los muertos era en Israel de tres y siete días, nunca de cuatro. En tiempos de Ezequiel, las mujeres sentadas junto a la puerta norte del templo de Jerusalén lloraban al dios Tammuz (Ez 8:14).

Pero las fiestas de la Naturaleza, que acaso se celebraban en Galaad, habrían servido, a lo más, como modelo para la nueva fiesta instituida para recuerdo de la hija de Jefté. La dependencia, si existe, se reduce a una simple copia ritual. Existe en la Biblia otro ejemplo de lamentaciones conmemorativas, como la que se instituyó como recuerdo de la muerte de Josías (2 Crón 35:25). Otra diferencia que existe entre las lamentaciones paganas y el relato bíblico se halla en que aquí no se llora la muerte de una diosa, sino la suerte de una virgen condenada a morir sin dejar descendencia. Muy probablemente no existe ninguna dependencia entre los ritos paganos y las circunstancias que rodearon la muerte de la hija de Jefté. Tanto la personalidad de este jefe israelita como la inmolación de su hija son hechos históricos atestiguados unánimemente por la tradición judío-cristiana. El mismo Lods afirma que "no es imposible que en el episodio del voto haya elementos históricos y que el recuerdo de este sacrificio trágico fuese combinado con alguna antigua ceremonia religiosa local." (Loos, 404).

En fin, Jefté sacrificó a su hija en holocausto a Yahvé bajo su omnímoda responsabilidad. Sobre esto toda atenuación es imposible; toda controversia, ociosa (Lagrange). El texto está claro; la tradición, unánime. Al elucidar la naturaleza de este voto, se trata de saber lo que ha dicho el hagiógrafo, y no lo que Jefté podía o no podía hacer lícitamente según la ley natural y la mosaica7.

 

Guerra civil entre efraimitas y galaditas (12:1-7).

lLos hijos de Efraím se reunieron, y, pasando a Safón, dijeron a Jefté: "¿Por qué fuiste a combatir a los hijos de Amón sin habernos llamado a combatir contigo? Vamos a pegar fuego a tu casa." 2Jefté les respondió: "Estaba yo y estaba mi pueblo en gran contienda con los hijos de Amón. Entonces os llamé yo, pero no me habéis librado vosotros de sus manos. 3Viendo que no había quien me librase, puse mi vida en mis manos, marché contra los hijos de Amón, y Yahvé me los entrego. ¿Por qué, pues, venís hoy a hacerme la guerra?" 4Reunió Jefté a todas las gentes de Galaad y libró batalla contra Efraím. Y los hombres de Galaad derrotaron a los de Efraím, que decían de ellos: "Vosotros, galaditas, sois huidos de Efraím; ni sois de Efraím ni de Manases."5 Los galaditas se apoderaron de los vados del Jordán, enfrente de Efraím; y cuando llegaba alguno de los fugitivos de Efraím, diciendo: "Dejadme pasar," le preguntaban: "¿Eres efraimita?" Respondía: "No." 6Entonces ellos le decían: "A ver, di: shibbolet," y él decía sibbolet, pues no podían pronunciar así. Los hombres de Galaad le cogían y le degollaban junto a los vados del Jordán. Murieron entonces cuarenta y dos mil hombres de Efraím. 7 Juzgó a Israel Jefté, galadita, durante seis años, y murió, siendo sepultado en una de las ciudades de Galaad.

 

Da a entender el texto que Efraím no respondió al llamamiento de Jefté, acaso por no habérsele confiado un puesto de honor o por no contar con el triunfo de Jefté sobre los amonitas. Los efraimitas se reunieron, sin que se indique el espacio de tiempo entre esta acción y la anterior, y, pasando el Jordán a la altura de Safón (Jos 13:27), increparon a Jefté con su habitual altivez. Jefté, que les llamó cuando él y su pueblo eran oprimidos por los amonitas, les trató con dureza. Encontraron los efraimitas en él a un hombre menos diplomático que Gedeón (8:1-3), y a sus impertinencias respondió con la movilización de un ejército. La primera providencia Que tomó Jefté fue la de mandar hombres que ocuparan los vados del Jordán (3:28; 7:24), con el fin de cortar la retirada de los efraimitas. A cada hombre que intentaba pasar le sujetaban a la prueba de pronunciar la palabra shibbolet (espiga, corriente de un río), que los efraimitas deformaban en sibbolet. El motivo principal de los efraimitas al promover aquella cuestión fue la de impedir que las tribus transjordánicas, que antiguamente pertenecían a la casa de José (Núm 26:29), se independizaran. En cuanto al número de efraimitas muertos, debemos tener en cuenta el uso hiperbólico en las cifras.

Este pasaje demuestra que la lengua hebraica, a pesar de su unidad, revestía ciertas formas dialectales en las diversas regiones de Palestina. La lengua hebraica del sector norte se diferenciaba sensiblemente de la de Judá sobre todo en la pronunciación. Estas diferencias facilitan la individualización de las diversas fuentes literarias de la Biblia.

 

1 De civ. Dei c.21.

2 Vigouroux, La Bible et les découvertes modernes (1896) III 169,

3 Condamin, Dict. Apol, Jefté. 1270-1271. 4 Véase Desnoyers, Histoire I 244 y 342.

5 Santo Tomás, 2.2 q.88 a.2 ad 2.

6 Lods, Israel. Des Origines au milieu du VIIIe siécle (París 1949) 402.

7 Entre la inmensa literatura sobre el voto de Jefté, señalamos tan sólo los siguientes estu-dios: A. Fernández, Voíum lephte: "Verbum Domini," 1 (1921) 104-108; 299-304; E. Ma-Der, Die der alten Hebraer und der benachbarten Volker: "Biblische Studien," 5-6(1909) 153-162; Basilio Da Montecchio, II sacrificio della figlia di lefte: "Palestra del Clero" l8 (I939) I93-195; A. Van Hoonacker, Le voeu de Jephté: "Muséon," 11 (1892) 448-469; Cf. Buttignoni, íí sacrificio di lefte: "Palestra del Clero," 18 (1939) 49-51.

 

 

Jueces menores.

 

Los Jueces Abesán, Elón y Abdón (12:8-15).

8Después de él fue juez en Israel Abesán, de Belén. 9 Tuvo treinta hijos y treinta hijas. Casó a éstas con gente de fuera y trajo de fuera mujeres para sus hijos.10 Juzgó a Israel siete años, murió y fue sepultado en Belén. 11 Después de él juzgó a Israel Elón, de Zabulón, durante diez años; 12murió Elón, de Zabulón, y fue sepultado en Ayalón, en tierra de Zabulón. 13 Después de él juzgó a Israel Abdón, hijo de Hilel, de Faratón. 14Tuvo cuarenta hijos y treinta nietos, que montaban sobre setenta asnos. Juzgó a Israel durante ocho años, 15murió y fue sepultado en Faratón, en el monte de Efraím, en tierra de Salim.

 

Las noticias sobre estos tres jueces, que llamamos menores, se deben a un redactor deuteronómico o de la escuela sacerdotal.

Abesán. Jefe de un clan y natural de Belén de Zabulón (Jos 19:15), a doce kilómetros al oeste de Nazaret, era un hombre notable y poderoso, como demuestra el número crecido de sus hijos (10:3-5). En contra de la costumbre antigua, que imponía el matrimonio entre los del mismo clan o tribu, trajo de fuera mujeres para sus hijos, casando asimismo a sus hijas con jóvenes de fuera. Estas uniones entre clanes diferentes contribuían a fusionar las tribus, a romper las barreras que imponía la antigua sociedad nómada y a formar una nación hebraica más homogénea.

Elón. De la tribu de Zabulón (Gen 46:14; Núm 26:26), después de juzgar diez años, fue sepultado en Ayalón (que así se llamaba también el juez, según LXX (B) y Vulg.).

Abdón. Natural de Faratón, hoy Farata, a doce kilómetros al sudoeste de Siquem (2 Sam 23:30; 1 Mac 9:50), tuvo una descendencia conciderable. Fue sepultado en la montaña de Efraím, en tierra de Salim (1 Sam 9:4), cerca de Faratón. Según el texto hebraico: fue enterrado en el territorio de Efraím, en la montaña del Amalecita" lección que, por razones de crítica textual interna, debe retenerse.

 

 

Historia de Sansón (c.13-16).

A pesar de la extensión que ocupa la historia de las hazañas de Sansón, es probable que el autor sagrado se haya limitado a consignar sólo una parte de las tradiciones populares que circulaban en torno a las proezas del héroe. Los críticos convienen en general en apreciar la unidad de la narración, aun en el caso de distinguir más de una etapa en su redacción, como deja suponer la conclusión del c.15:20. En cuanto a la persona de Sansón, no cabe duda de que se trata de un personaje histórico, de la tribu de Dan. El autor sagrado le presenta como un juez (13:1; 15:20; 16:31) que luchó, defendió y vengó a su pueblo de sus enemigos. Pero Sansón no tiene las mismas características que los otros jueces; es un personaje aparte y singular, un héroe de la resistencia, que antepone sus propios negocios a los intereses de la nación. No tiene talla suficiente ni para administrar justicia ni para reclutar y ponerse al frente de un ejército disciplinado. Sus genialidades divertían y le granjeaban la estima del pueblo, que admiraba su fuerza, ponderaba y exageraba su habilidad y arrojo y sonreía ante sus excentricidades, aventuras amorosas y las tretas que jugaba a sus enemigos. Por todo ello, Sansón se convirtió en el héroe popular por excelencia, cuyas gestas, con cierto colorido humorístico, circulaban de boca en boca. De ahí que la historia de Sansón narrada por el autor sagrado tenga un matiz popular y folklórico.

En todos los tiempos y en todas las latitudes conserva la tradición popular memoria de personajes al estilo de Sansón. Por eso y otras razones, debe rechazarse la interpretación mítica que ve en Sansón (por razón de su cabellera) a un héroe solar (Loüs) o una copia del griego Hércules, del tiriano Melqart o del héroe babilónico Gilgamesch. Su fuerza hercúlea es de origen divino, debida a la irrupción sobre él del espíritu de Yahvé (13:25; 14:6-9; 15:14; 16:28) o tal vez a su condición de nazir o consagrado a Dios. Durante toda su vida, y en vista de los combates que debía sostener, debía conservar intacta su cabellera, no tocar nada inmundo y abstenerse de toda bebida fermentada, porque la embriaguez es una impureza que impide distinguir entre puro e impuro (Lev 10:8).

A esta consagración externa correspondió Dios con un carisma que le otorgaba una fuerza extraordinaria. Su larga cabellera era solamente un signo externo de su consagración a Dios; los dos términos, fuerza y cabellera, no son estrictamente concomitantes, y aun menos se hallan en relación de causa y efecto (Tamisier).

A pesar de su conducta nada recomendable, no deja de ser Sansón un testimonio viviente que tenía Yahvé en defender a los suyos mientras permanecieran fieles a sus mandamientos. Como instrumentos suyos puede elegir a personas poco recomendables por sus costumbres; pero cuanto más defectuoso sea el instrumento, tanto más resplandece la omnipotencia divina. La acción del héroe no fue del todo eficaz ni tuvo grandes resonancias nacionales, pero preanunciaba el golpe decisivo que más tarde debían sufrir los filisteos en tiempos de Samuel y David.

 

Opresión de Israel y primer anuncio de un Libertador(13:1-7).

1Volvieron los hijos de Israel a hacer el mal a los ojos de Yahvé, y Yahvé los dio en manos de los filisteos durante cuarenta años. 2Había un hombre de Sora, de la familia de Dan, de nombre Manué. Su mujer era estéril y no le había dado hijos. 3 El ángel de Yahvé se apareció a la mujer y le dijo: "Eres estéril y sin hijos, pero vas a concebir y parirás un hijo. 4 Mira, pues, que no bebas vino ni licor alguno inebriante ni comas nada inmundo, 5 pues vas a concebir y a parir un hijo a cuya cabeza no ha de tocar la navaja, porque será nazareo de Dios el niño desde el vientre de su madre y será el que primero librará a Israel de la mano de los filisteos." 6Fue la mujer y dijo a su marido: "Ha venido a mí un hombre de Dios. Tenía el aspecto de un ángel de Dios muy temible. Yo no le pregunté de dónde venía ni me dio a conocer su nombre, 7pero me dijo: Vas a concebir y parir un hijo. No bebas, pues, vino ni otro licor inebriante y no comas nada inmundo, porque el niño será nazareo de Dios desde el vientre de su madre hasta el día de su muerte."

 

Por sus pecados Israel fue entregado por Dios en manos de los filisteos. Dios promete a la mujer de Manué un hijo que "empezará a salvar a Israel de la mano de los filisteos" (v.5). Manué (1 Crón 2:54) era danita y natural de Sora, no lejos de la antigua Betsemes (Jos 15:33; 19:41; Neh 11:29). La mujer de Manué era estéril (Gen 18:10-15; 1 Sam 1:11-19; Lc 1:7; 13; 24), con lo cual se quiere indicar que el hijo es un don de Dios. A ella se le aparece el ángel de Yahvé (2:1; 6:11) y le anuncia el nacimiento del hijo, que será consagrado (nazir) al Señor por el nazareato (Núm 6:2-8). Porque el niño es predestinado ya desde el seno de su madre, deberá abstenerse de todo aquello que se prohíbe a los obligados a la ley del nazareato. La frase "la navaja no subirá sobre su cabeza" se aplica preferentemente al niño consagrado a Dios (1 Sam 1:11). En Núm 6:1-21 se mencionan las condiciones del nazareato, siendo de las principales la prohibición de cortarse los cabellos, afeitarse la cabeza.

 

Segunda Aparición del Ángel (13:8-23).

8Entonces Manué oró a Yahvé, diciendo: "De gracia, Señor: que el hombre de Dios que enviaste venga otra vez a nosotros para que nos enseñe lo que hemos de hacer con el niño que ha de nacer." 9Oyó Dios la oración de Manué y volvió el ángel de Dios a la mujer de Manué cuando estaba ésta sentada en el campo y no estaba con ella su marido. 10 Corrió ella en seguida a anunciárselo a su marido, diciéndole: "El hombre que vino a mí el otro día acaba de aparecérseme." 11Levantóse Manué y, siguiendo a su mujer, fue hacia el hombre y le dijo: "¿Eres tú el que has hablado a esta mujer?" El respondió: "Yo soy." 12Repuso Manué: "Cuando tu palabra se cumpla, ¿qué hay que guardar y qué habremos de hacerle?" 13 El ángel de Yahvé dijo a Manué: "La mujer, que se abstenga de cuanto la he dicho: 14 que no tome nada de cuanto procede de la vid, no beba vino ni otro licor inebriante y no coma nada inmundo; cuanto le mandé ha de observarlo." 15 Manué dijo al ángel de Yahvé: "Te ruego que permitas que te retengamos mientras te traemos preparado un cabrito." l6 El ángel de Yahvé dijo a Manué: "Aunque me retengas, no comería tus manjares; pero, si quieres preparar un holocausto, ofréceselo a Yahvé." Manué, que no sabía que era el ángel de Yahvé, 17le dijo: "¿Cuál es tu nombre, para que te honremos cuando tu palabra se cumpla?" 18 El ángel de Yahvé le respondió: "¿Para qué me preguntas mi nombre, que es Admirable?" 19Manué tomó el cabrito y la oblación para ofrecerlo a Yahvé en holocausto sobre la roca, y sucedió un prodigio a la vista de Manué y su mujer. 20Cuando subía la llama de sobre el altar hacia el cielo, el ángel de Yahvé se puso sobre la llama del altar. Al verlo Manué y su mujer, cayeron rostro a tierra, 21y ya no vieron más al ángel de Yahvé, 22y dijo a su mujer: "Vamos a morir, porque hemos visto a Dios." 23La mujer le contestó: "Si Yahvé quisiera hacernos morir, no habría recibido de nuestras manos el holocausto y la oblación ni nos hubiera hecho ver todo esto ni oír hoy todas estas cosas."

 

Dios escuchó la plegaria de Manué, mandando de nuevo a su ángel. Por sus palabras se deduce que Manué no estaba al corriente de las reglas que imponía el nazareato oficial (Núm c.6). Manué sospecha que el personaje que le habla es un ser divino y no un simple viajero. Por lo mismo, le ofrece hospitalidad, empleando al mismo tiempo un término equívoco (hasah, ofrecer, presentar), que se usa para los sacrificios. Como recurso supremo para saber quién era, Manué le pide cuál sea su nombre, alegando el pretexto de recompensar sus servicios una vez la predicción se cumpla (1 Sam 9:6); Pero el ángel desvía la cuestión. Manué no insiste y se decide a ofrecer el sacrificio a Yahvé. Toma el cabrito y la oblación de harina aceite que debía acompañar necesariamente al holocausto y sacrificio de comunión (Lev 7:11-14; Núm 15:28-29; Jos 22:23), Y lo ofrece sobre la roca a Yahvé, "que obra cosas misteriosas." El lugar del sacrificio fue más tarde conocido por el nombre de "Yahvé de los milagros." La última parte del v.19 debe traducirse: "Que obra cosas misteriosas," suprimiendo la frase "a la vista de Manué y su mujer" (Lagrange, Tamisier, Vincent, Nótscher, Ubach, etc.). El ángel desapareció en la llama del holocausto (Ex 3:2-6), cayendo ellos entonces en la cuenta de que el personaje misterioso era Yahvé o su ángel. Manué temía morir por haber visto a Dios (Gen 16:13; 32:30; Ex 20:19, etc.), pero su mujer le tranquiliza con unas palabras que indican su buen sentido. El nombre del lugar Mahaneh-Dan no corresponde a ningún poblado, sino a un lugar entre Sora (Jos 15:33) y Estaol (a unos tres kilómetros al sudeste de Sora). Como sucedió con otros jueces (3:10; 6:34; 11:29), también el espíritu de Yahvé se apoderó de Sansón, incitándolo a obrar.

 

Nacimiento y primeros años de Sansón (13:24-25).

24Parió la mujer un hijo y le dio el nombre de Sansón. Creció el niño, y Yahvé le bendijo, 25y comenzó a mostrarse en él el espíritu de Yahvé en el campo de Dan, entre Sora y Estaol.

 

Al año dio a luz la mujer de Manué a un niño, al cual puso por nombre Sansón. Hubo un largo tiempo en Israel en que la madre tenía el derecho de elegir el nombre que debía darse a sus hijos (Lods, 217-219). La palabra Sansón deriva probablemente de Shemesh, sol, nombre muy común en la antigüedad oriental aun fuera de Palestina, y que le fue sugerido a la madre por el nombre del vecino pueblo de Betsemes (Jos 15:10; 18:17; I9:4I etc.), casa del sol, a tres kilómetros al sur de Sora (Jos 15:33; 19:41). Por lo mismo, no debe considerarse a Sansón, por su nombre y por sus gestas, como un héroe astral o un personaje legendario, sino como una personalidad histórica bien definida1.

 

Sansón se Enamora (14:1-4).

1Bajó Sansón a Timna y vio allí una mujer de entre las hijas de los filisteos; 2 y cuando volvió a subir, dijo a su padre y a su madre: "He visto en Timna una mujer de las hijas de los filisteos; id a tomármela por mujer." 3 Dijéronle su padre y su madre: "¿Acaso no hay mujeres entre las hijas de tus hermanos y entre todo tu pueblo para que vayas tú a tomar mujer de los filisteos, incircuncisos?" Repuso Sansón y dijo a su padre: "Tómame ésa, pues me gusta." 4Su padre y su madre no sabían que aquello venía de Yahvé, que buscaba una ocasión de parte de los filisteos, que eran los que entonces oprimían a Israel.

 

Descendió Sansón a la localidad de Timna (Jos 19:43) tres veces (v. 1-4; 5-7; 18-19). Allí vio a una mujer, viuda probablemente y de vida dudosa, teniendo relacion sexual con ella. La propuesta del hijo escandalizó a sus padres, quienes le recordaron que el matrimonio de los hebreos con los incircuncisos repugnaba a los sentimientos nacionales Gén 24:2-4; 27:46; 28:1-2; Ex 34:16; Deut 7:2-4; Jos 23:12-13), maxime con los filisteos, sus enemigos e incircuncisos por excelencia (15:18; l Sam I4:6). Además, no era el hijo quien debía elegir la futura esposa, sino el padre (Gen 24:2-8; 34:3-6; 38:6). El fogoso Sansón no atendió a las razones de sus padres y mantuvo sus exigencias. El autor sagrado comenta esta escena familiar diciendo que Dios disponía las cosas providencialmente al servirse de aquel capricho de Sansón para que éste empezara la obra a la que le tenía destinado, que era la de luchar contra los filisteos.

 

Encuentro con un león (14:5-9).

5Bajó Sansón a Timna, cuando al llegar a los olivares de Timna le salió al encuentro un joven león rugiendo. 6 Apoderóse de Sansón el espíritu de Yahvé, y, sin tener nada a mano, destrozó al león como se destroza un cabrito. No dijo nada a su padre ni a su madre de lo que había hecho. 7 Bajó y habló a la mujer que le había gustado. 8 Tiempo después, bajando para desposarse con ella, se desvió para ver el cadáver del león, y vio que había un enjambre de abejas con miel en la osamenta del león. 9 Cogióla con sus manos y siguió andando y comiendo; y cuando llegó a su padre y a su madre, les dio de ella, sin decirles que la había tomado de la osamenta del león, y ellos la comieron.

 

De nuevo fue Sansón a visitar a la mujer de Timna; sucedió que en el viaje le salió al encuentro un cachorro de león rugiendo y con ánimo de abalanzarse contra él. No teniendo ninguna arma defensiva, le agarró por la cabeza y desgarró sus fauces como si fuera un cabrito. Análogos actos de bravura realizaron David (1 Sam 17:34) y Benaya (2 Sam 23.20). En la antigüedad había leones en Palestina, como atestiguan algunos textos bíblicos (Am 1:2; 3:4-8) y como se desprende de una narración egipcíaca, según la cual Ramsés III, en la lucha contra los filisteos, alternaba sus hechos de guerra con la caza del león.

Al cabo de un tiempo bajó de nuevo a Timna, y vio que las abejas salvajes habían fabricado en su osamenta un panal de miel. El sol de Palestina, los animales carnívoros y las aves de rapiña resecaron pronto las carnes del cadáver. Sansón, aunque consagrado a Dios por el voto del nazareato, no tenía muchos escrúpulos de comer un manjar impuro, que estuvo al contacto con un cadáver.

 

La boda y el enigma (14:10-20).

10Bajó, pues, Sansón a casa de la mujer, y Sansón dio allí un banquete, según la costumbre de los mozos. 11Y porque le temían, invitaron a treinta mozos para acompañarle. 12Sansón les dijo: "Quisiera que me permitierais proponeros un enigma.Si dentro de los siete días del convite me lo descifráis acertada" mente, yo tendré que daros treinta camisas y treinta túnicas; 13pero, si no podéis descifrármelo, seréis vosotros los que habréis de darme a mí treinta camisas y treinta túnicas." Ellos le dije" ron: "Propon tu enigma, que lo oigamos." 14El les dijo: "Del que come salió lo que se come, y del fuerte, la dulzura." Tres días pasaron sin que pudieran descifrar el enigma. 15Llegó el día séptimo. A la mujer de Sansón le habían dicho: "Persuade a tu marido a que te dé la solución del enigma; si no, te quemaremos a ti y la casa de tu padre. ¿Nos habéis invitado para robarnos?" 16Ella lloraba y le decía: "Me aborreces; has propuesto un enigma a los hijos de mi pueblo y no quieres explicármelo a mí." El le respondió: "No se lo he explicado ni a mi padre ni a mi madre, ¿y voy a explicártelo a ti?" 17 así le había estado llorando durante los siete días del convite; pero el séptimo día tanto lo importunó, que él dio la explicación, y ella se la comunicó a los hijos de su pueblo. 18 Los de la ciudad dijeron a Sansón el día séptimo antes de la puesta del sol: "¿Qué más dulce que la miel? ¿Qué más fuerte que el león?" El les contestó: "Si no hubierais arado con mi novilla, no hubierais descifrado mi enigma." 19Apoderóse de él el espíritu de Yahvé, y, bajando a Ascalón, mató allí a treinta hombres, los despojó y dio las túnicas a los que habían descifrado el enigma. Muy enfurecido, se subió a casa de sus padres. 20La mujer de Sansón fue entregada a uno de los mozos que le habían servido de compañeros.

 

Sansón fue a desposarse con la mujer de Tirnna solo, sin que le acompañaran sus padres. El texto masorético dice que fue el padre el que bajó a Timna, lo cual se opone al contexto. Por razones críticas se propone la corrección del texto. Causa extrañeza que sea Sansón el que dé (v.10) el banquete, cuando, según la costumbre judía, debían ser los jóvenes o paraninfos de la mujer. Quizás fueron los padres de la mujer y los jóvenes filisteos invitados como amigos del esposo (Cant 3:7; 1 Mac 9:39) los que prepararon una gran fiesta que duró siete días (LXX y Syr.). Ningún amigo israelita de Sansón le acompañó en este acto, ya que este matrimonio con una extranjera hería los sentimientos nacionales. Tampoco sus padres estuvieron presentes en la fiesta (en contra de la lección del texto masorético).

Sansón quiso humillar a aquellos jóvenes valientes proponiéndoles un enigma que debían resolver en el plazo de los siete días que duraba la fiesta. Estas adivinanzas constituían un juego muy de moda en Siria y Palestina (1 Re 10:1; Pro v 1:6). Crea cierta dificultad la enumeración de los días v.14; 15; 17), que tal vez puede solucionarse suponiendo una corrupción en el texto o por la "carencia de la precisión matemática por parte de los hebreos" (Lagrange).

Sansón resistió siete días a las lágrimas y halagos de su mujer, le pedía le manifestara el enigma; pero al fin cede, y en el séptimo 6 antes de ponerse el sol (o antes de entrar en la cámara nupcial, segun muchos autores, después de Stade), los jóvenes le dieron la unción, que el texto reproduce en forma literaria rimada. Del mismo modo les responde Sansón diciéndoles que se han servido de que le pertenece para hacer su propio trabajo (Vincent), Según Lagrange aunque la respuesta sea dura, no contiene necesariamente nada obsceno. Sin embargo, el doble sentido es transparente, y la metáfora es conocida entre griegos y romanos.

 

Tentativas de Reconciliación con la Mujer (15:1-3).

1Al cabo de días, al tiempo de la siega, fue Sansón a visitar a su mujer, llevando un cabrito, y dijo: "Quiero entrar a mi mujer en su cámara." 2Pero el padre le negó la entrada, diciendo: "Yo creí que la habías aborrecido enteramente y se la he entregado a tu compañero. Su hermana menor es más hermosa todavía que ella. Tómala por mujer en lugar suyo." 3Sansón le dijo: "Ahora, ya sin culpa de mi parte contra los filisteos, podré hacerles daño."

 

Al cabo de un tiempo, Sansón visitó a su mujer con ánimo de reconciliarse con ella, llevándole un cabrito como obsequio. Su indignación fue grande al manifestarle su suegro que la había entregado a otro por creer que él la había repudiado definitivamente (14:16). El hombre quiso reparar buenamente la ofensa, o quiso aprovecharse del incidente para colocar a otra hija menor, más hermosa, dice, que la mujer que había escogido (Gen 29:1655).

 

El Ardid de los Chacales (15:4-8).

4Se fue, y cogiendo trescientas zorras y teas, ató a las zorras dos a dos, cola con cola, y puso entre ambas colas una tea. 5 Encendió luego las teas y soltó a las zorras en las mieses de los filisteos, abrasando los montones de gavillas, los trigos todavía en pie y hasta los olivares. 6Los filisteos se preguntaban: "¿Quién ha hecho esto?" Y se les dijo: "Ha sido Sansón, el yerno del timneo, porque éste le ha quitado su mujer y se la ha dado a un compañero suyo." Los filisteos subieron y la quemaron a ella y a la casa de su padre. 7 Sansón les dijo: "¿Eso habéis hecho? Pues yo no pararé hasta vengarme de vosotros." 8 Y les tundió ancas y muslos, haciendo en ellos gran destrozo, y se bajó luego a la caverna del roquedo de Etam.

 

El texto hebreo habla de zorras (shuhal), pero el término se emplea también para designar a los chacales (Sal 63:11). Y es tanto más recomendable esta última significación aquí, por cuanto existían y existen aún hoy en Palestina gran cantidad de chacales. El numero de trescientos parece excesivo. Trescientos es múltiplo de treinta (14:11). No indica el texto el tiempo que empleó Sansón en capturar tan gran número de animales, ni si realizó solo esta hazaña o fue ayudado por otros. Al atar a los chacales dos a dos y cola con cola, con una antorcha encendida entre ambas, se proponía moderar el paso de estos animales para que su acción en los trigales fuera más efectiva. Sansón los soltó durante la noche para evitar el ser sorprendido en su maniobra y para que la devastación fuera más completa, por la ausencia de personal que apagara el fuego. Aquellos campos de trigo, segados ya en parte, y otros todavía en pie, fueron pronto pasto de las llamas. Esta acción de prender fuego a las mieses por motivos de venganza (2 Sam 14:30) o como acción bélica (Judit 2:27) estaba muy en uso entre los romanos y los árabes.

 

Intento de Arresto (15:9-13).

9Subieron entonces los filisteos y acamparon en Judá, extendiéndose por Leji. 10 Los de Judá les preguntaron: "¿Por qué habéis subido contra nosotros?" Ellos respondieron: "Hemos venido a atar a Sansón para tratarle como él nos ha tratado a nosotros." 11Bajaron, pues, tres mil hombres de Judá a la caverna del roquedo de Etam, y dijeron a Sansón: "¿No sabes que los filisteos nos dominan? ¿Por qué nos has hecho eso?" El les respondió: "He hecho con ellos como ellos han hecho conmigo." 12Ellos repusieron: "Hemos bajado para atarte y entregarte atado en manos de los filisteos." Sansón respondió: "Jurad que no vais a matarme." 13Ellos le dijeron: "No; solamente a atarte, para entregarte a los filisteos; pero no te mataremos." Y, atándole con dos cuerdas nuevas, le hicieron subir al roquedo.

 

Humillados por los malos tratos que les había infligido Sansón, los filisteos tomaron represalias con una incursión en Leji (2 Sam 23:11), lugar todavía no identificado y perteneciente a la tribu de Judá. Los de Judá, acaso por no sentirse solidarizados con los danitas, a cuya tribu pertenecía Sansón, o por deseos de vivir en paz, se comprometieron con los filisteos a entregárselo. Sansón se dejó atar por sus con nacionales después de haber arrancado de ellos la promesa de que no le matarían, porque confiaba que con ello tendría una nueva ocasión para castigar a sus enemigos los filisteos.

 

Sansón Derrota a Mil Filisteos (15:14-20).

14 Llegados a Leji, los filisteos les salieron al encuentro lanzando gritos de júbilo. Apoderóse entonces de él el espíritu de Yahvé, y las cuerdas que a los brazos tenía fueron corno hilos de lino quemados por el fuego; las ligaduras cayeron de sus manos, 15 y, viendo cerca una quijada de asno fresca, la tomo y derroto con ella a mil hombres. 16 Dijo Sansón: "Con una quijada de asno los he aporreado bien; con una quijada de asno he matado a mil hombres." 17 Y dicho esto, tiró la quijada y llamó a aquel lugar Ramat Leji. 18 Devorado por la sed, clamó a Yahvé, diciendo: "Eres tú el que por la mano de tu siervo has hecho esta gran liberación; ¿voy a caer ahora, muerto de sed, en la mano de los incircuncisos?" 19Y abrió Yahvé el pilón que hay en Leji y brotó de él agua. Bebió, se recobró y vivió, y la llamó por eso la fuente de En Hacore, que es la que hay todavía en Leji. 20Sansón juzgó a Israel, en tiempo de los filisteos, durante veinte años.

 

Al ver los filisteos a Sansón atado con cuerdas, prorrumpieron en gritos de júbilo, por creer definitivamente en sus manos a su enemigo. Pero Sansón pone en juego su fuerza extraordinaria, y, a un esfuerzo suyo, las cuerdas con que estaba maniatado se rompieron como si fueran hilos de lino quemados por el fuego. A falta de otra arma, tomo una quijada de asno todavía fresca, pesada y sólida, y arremetió contra aquella multitud de filisteos. La acción debió de ser rápida y eficaz, y anuló todo intento de resistencia.

Sansón celebró su triunfo con un cántico rítmico en el que hay un juego de palabras 1 y no poca ironía. Ramat-Leji, "altura de la quijada," llamada así por su configuración, que se asemeja a una quijada de asno. Trátase de una explicación popular acerca del origen del nombre de esta ciudad. Recoge también el autor la tradición local sobre el origen de la fuente de Leji al decir que, al final de su proeza, sintióse el vencedor devorado por la sed. En memoria de la plegaria de Sansón, aquella fuente lleva el nombre de En Hacore, "fuente del suplicante," o de la perdiz (1 Sam 26:20; Jer 17:11). Sansón juzgó a Israel, es decir, "hizo justicia de los opresores de su pueblo" (Lods, 386), por espacio de veinte años, frase que, según algunos expositores, indica o bien una doble redacción de la historia de Sansón o la intención del autor de señalar los años que duró la misión de Sansón antes de entrar en el relato de sus fracasos.

 

Sansón en Gaza (16:1-3).

1Fue Sansón a Gaza, donde había una meretriz, a la cual entró. 2 Se les dijo a las gentes de Gaza: "Ha venido aquí Sansón." Y le cercaron y estuvieron toda la noche en acecho cerca de la puerta de la ciudad. Se estuvieron tranquilos durante la noche, diciéndose: "Al alba le mataremos." 3Sansón estuvo acostado hasta media noche. A media noche se levantó, y, tomando las dos hojas de la puerta de la ciudad con las jambas y el cerrojo, se las echó al hombro y las llevó a la cima del monte que mira hacia Hebrón.

 

Sansón tenía buena musculatura, pero el corazón débil. Desde Leji (texto de los LXX) marchó a Gaza (Jos 13:3). La fama que aureolaba a Sansón hizo que se esparciera la voz de su presencia en la ciudad. Inmediatamente las autoridades tomaron las medidas oportunas para apresarlo. Durante todo el día (no "toda la noche," como se lee en TM) se pusieron guardias a la puerta de a ciudad para impedir su salida, mientras algunas patrullas volantes recorrían sus calles para localizarle. Sucedió que Sansón, al terminar sus quehaceres, entró en casa de una meretriz (11:1; Jos 2:11). Había ya anochecido cuando supieron su paradero, por lo cual las autoridades no juzgaron oportuno proceder inmediatamente a su detención, porque, entre los antiguos, el sueño era considerado como algo sagrado, no pudiéndose matar a nadie durante el mismo (Ex 14:20; 1 Sam 19:11). Durante la noche se cerraban las puertas de la ciudad, y, juzgando que Sansón no podría escapar, los guardias se retiraron a descansar, conviniendo en matar a Sansón al rayar el alba del día siguiente. Pero Sansón se levantó de noche, arrancó las puertas de la ciudad con jambas y el cerrojo, se las echó al hombro y las llevó a una colina vecina, al este de la ciudad, desde donde se divisaban los montes de Hebrón. De Gaza a Hebrón hay más de setenta kilómetros. Por lo mismo, no puede admitirse la interpretación de los que hacen andar a Sansón todo este recorrido con las puertas a la espalda.

 

Dalila traiciona a Sansón (16:4-14).

4Después amó a una mujer del valle de Sorec, de nombre Dalila. 5Los príncipes de los filisteos subieron a ella y la dijeron: "Sedúcele para saber en qué está su gran fuerza y cómo podríamos apoderarnos de él, para atarle y castigarle. Si lo haces, te daremos cada uno mil cien siclos de plata." Dijo, pues, 6 Dalila a Sansón: "Dime, te ruego, en qué está tu gran fuerza y con qué habrías de ser atado para sujetarte." 7 Sansón respondió: "Si me atasen con siete cuerdas húmedas, que no se hubieran secado todavía, me quedaría sin fuerzas y sería como otro hombre cualquiera." 8Subiéronle los príncipes de los filisteos las siete cuerdas húmedas, sin secar todavía, y ella le ató con ellas. 9Como tenía en su cuarto gentes en acecho, le gritó: "¡Sansón, los filisteos sobre ti!" El rompió las cuerdas como se rompe un cordón de estopa cuando se le pega fuego, y quedó desconocido el secreto de su fuerza. 10Dalila dijo a Sansón: "Te has burlado de mí y me has engañado. Dime, pues, ahora con qué hay que atarte." 11 El le dijo: "Si me atan con cuerdas nuevas que no hayan sido empleadas para ningún otro uso, me quedaré sin fuerzas y seré como otro cualquiera." 12 Dalila cogió cuerdas nuevas y le ató con ellas. Después le gritó: "¡Sansón, los filisteos sobre ti!" pues tenía en el cuarto gentes en acecho. El rompió como un hilo las cuerdas que tenía en los brazos. 13 Dalila dijo a Sansón: "Hasta ahora te has burlado de mí y no me has dicho más que mentiras. Dime de una vez con qué hay que atarte." El le dijo: "Si entretejes con un lizo las siete trenzas de mi cabeza y las fijas con una clavija de tejedor, me quedaré sin fuerzas y seré como otro hombre cualquiera." 14 Dalila le adormeció y entretejió con un lizo las siete trenzas, las fijó con la clavija de tejedor y le gritó: "¡Sansón, los filisteos sobre ti!" Y despertando de su sueño, arrancó la clavija y el entretejido, y quedó desconocido el secreto de su fuerza."

 

Enamoróse Sansón de una mujer de Sorec (la actual Surte, en el valle Serar, a cuatro kilómetros de Sora), llamada así por sus famosos viñedos (Is 5:2; Jer 2:21). No dice el texto si esta mujer era filistea o hebrea, pero se presume que era israelita. Dalila es de significación incierta en hebreo; en árabe significa la indicadora, por lo cual puede dudarse si era éste su nombre primitivo o un sobrenombre que le dio la tradición popular por razón de su comportamiento con Sansón. Los príncipes (sarnim, Jos 13:9) de los filisteos entran en trato con Dalila para apoderarse de Sansón y le ofrecen por sus servicios una cantidad, que, traducida en números, repreresenta una suma considerable, que Hummelauer, a últimos del siglo pasado, valoraba en 250.000 francos. Sin embargo, la mayoría de los expositores estima que se trata de una suma convencional que equivale a decir que le entregarían mil siclos y que estaban dispuestos a elevar aún esta cantidad. Para no impresionar a Dalila, los príncipes no hablan de dar muerte a Sansón, sino solamente de apoderarse de él y castigarle. Estaban interesados en que Dalila arrancara de Sansón el secreto de su fuerza, o, en otras palabras, "de dónde provenía el que su fuerza fuese tan grande." Para los primitivos, el origen de este vigor extraordinario no puede ser más que un mana, que está sujeto a fuerzas mágicas; por esto mismo, Sansón señala de hecho recetas mágicas para destruir esta fuerza. En el v.17 indica Sansón el origen sobrenatural de su fuerza. El número siete, que emplea Sansón, es un número sagrado, y aquí, según Lagrange, "tiene valor de encanto mágico."

 

Sansón Cede a los Halagos de la Mujer (16:15-20).

15 Ella le dijo: "¿Cómo puedes decir que me quieres, cuando tu corazón no está conmigo? Por tres veces te has burlado de mí y no me has descubierto en qué está tu gran fuerza." 16Y le importunaba incesantemente, siempre insistiendo en su demanda, hasta llegar a producirle un tedio de muerte. 17Y le abrió de par en par su corazón, diciendo: "Nunca ha tocado la navaja mi cabeza, pues soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si me rapasen, perdería mi fuerza, quedaría débil y sería como todos los otros hombres," 18Dalila vio que en verdad le había abierto de par en par su corazón; y mandó llamar a los príncipes de los filisteos, diciéndoles: "Subid, que esta vez ya me ha abierto de par en par su corazón." Subieron, llevando el dinero en sus manos. 19Le durmió ella sobre sus rodillas, y, llamando un hombre, hizo que raparan las siete trenzas de la cabellera de Sansón, que comenzó a debilitarse. Había perdido su fuerza, 20y ella le dijo entonces: "¡Sansón, los filisteos sobre ti!" El se despertó, diciendo: "Saldré como tantas otras veces y me sacudiré," pues no sabía que Yahvé se había apartado de él.

 

Dalila puso en juego toda su astucia femenina para ablandar el corazón del héroe, presionándole hasta causarle angustias de muerte. Por fin, Sansón sucumbió. Rapada su larga cabellera por un hombre llamado al efecto, quedaba violado el voto del nazareato y, como consecuencia, le retiraba Dios el carisma de la fuerza que le habla otorgado en vistas a su misión, quedando reducido a la condición de un hombre cualquiera. Durante toda su vida se mostró Sansón infiel a su condición de nazir: banqueteaba como los otros ingiriendo bebidas alcohólicas, que le estaban prohibidas; diversas veces había tenido contacto con cadáveres, y, por fin, no supo conservar intacta su larga cabellera, que era el signo externo más característico de su total consagración a Yahvé. La historia de Sansón nos enseña a qué grado de inconsciencia puede llegar un hombre que da rienda suelta a la sensualidad.

 

Venganza y Muerte de Sansón (16:21-31).

21 Los filisteos lo tomaron prisionero, le sacaron los ojos y, llevándole a Gaza, le encadenaron con doble cadena de bronce, y en la cárcel le pusieron a hacer dar vueltas a la muela. 22Entretanto, volvieron a crecerle los pelos de la cabeza, después de haber sido rapada. 23 Los príncipes de los filisteos se congregaron para ofrecer un gran sacrificio a Dagón, su dios, y, para regocijarse, decían: "Nuestro dios ha puesto en nuestras manos a Sansón, nuestro enemigo." 24El pueblo, al verle, alababa a su dios, diciendo: "Nuestro dios ha puesto en nuestras manos a nuestro enemigo, al que asolaba nuestra tierra y mató a tanta gente." 25Cuando su corazón se alegró, dijeron: "Que traigan a Sansón para que nos divierta." 26 Sansón fue sacado de la cárcel y tuvo que bailar ante ellos. Habíanle puesto entre las columnas, y Sansón dijo al mozo que le hacía de lazarillo: "Déjame tocar las columnas que sostienen la casa, para apoyarme." 27Estaba la casa llena de hombres y mujeres. Allí estaban los príncipes de los filisteos, y había sobre el techo más de tres mil personas, hombres y mujeres, viendo bailar a Sansón. 28Entonces invocó Sansón a Yahvé, diciendo: "Señor, Yahvé, acuérdate de mí; devuélveme la fuerza sólo por esta vez, para que ahora me vengue de los filisteos por mis dos ojos." 29Sansón se agarró a las dos columnas centrales que sostenían la casa, y, haciendo fuerza sobre ellas, sobre la una con la mano derecha, sobre la otra con la mano izquierda, 30dijo: "¡Muera yo con los filisteos!" Tan fuertemente sacudió las columnas, que la casa se hundió sobre los príncipes de los filisteos y sobre todo el pueblo que allí estaba, siendo los muertos que hizo al morir más que los que había hecho en vida. 31Sus hermanos y toda la casa de su padre bajaron y se lo llevaron, y le sepultaron entre Sora y Estaol, en la sepultura de Manué, su padre. Juzgó a Israel durante veinte años.

 

Los filisteos se apoderaron fácilmente de su enemigo, al cual le arrancaron los ojos, suplicio muy frecuente entre los orientales (1 Sam 11:2; 2 Re 25:7; Jer 52:11; texto de los LXX), y, atado de manos y pies con una doble cadena de bronce, lo condujeron a Gaza, condenándole a dar vueltas a la muela, trabajo propio de mujeres y esclavos (Ex 11:5; Is 47:2). Su cabeza volvió a poblarse, pero no por ello debía renacer su fuerza extraordinaria de antes. Tratado como un esclavo y blanco de las burlas de los filisteos, reflexionó Sansón sobre su conducta e infidelidad a la misión para la cual Dios le había escogido. Su oración debió de ser ferviente; su arrepentimiento, verdadero, por lo cual Dios le concedió de nuevo el carisma de la fuerza que le había retirado. Dagón era una divinidad semita, protectora del trigo (dagan), muy venerada en todo el Oriente Medio desde Babilonia al Mediterráneo. Los filisteos adoptaron a este dios, rindiéndole un culto especial en Azoto (1 Sam 5:2; 1 Mac 10:84; 11:4) y Gaza. Más tarde esta divinidad fue identificada falsamente con una divinidad con cuerpo de pez (dag). Junto al dios se veneraba a Atargates (2 Mac 12:26).

Los príncipes y todo el pueblo aclamaban a su dios por haberles librado de Sansón, su enemigo. Cuando su corazón se alegró por el mucho vino, reclamaron su presencia para que les divirtiera. Obligado a bailar al son de instrumentos y zarandeado de una parte a otra, fue el hazmerreír de toda aquella gente ebria de vino y de triunfo. Ya agotado, se le concedió un leve descanso a la sombra de una terraza sostenida por columnas. Sansón pidió a su lazarillo que le permitiera apoyarse en una de las columnas de la casa, o de la sala cabe al templo, donde estaban reunidos los filisteos para consumir el resto de las víctimas ofrecidas en sacrificio (9:46; 1 Sam 1:9; 9:22). Entonces Sansón invocó a Dios, pidiéndole le devolviera la fuerza de otro tiempo. Al tener conciencia de que Dios había oído su oración, se agarró a las dos columnas centrales, sobre las cuales se apoyaba el edificio, y las sacudió con tanta fuerza que la casa se hundió, quedando él mismo sepultado, junto a un gran número de filisteos, entre los escombros.

No cabe hablar de suicidio directo y voluntario en este caso de Sansón, ya que él quiso directamente la muerte de sus enemigos, los filisteos, y sólo indirectamente atentó contra su vida propia. A pesar de sus debilidades, Sansón pasó a la historia con la fama de un juez que hizo justicia a los enemigos de su pueblo, gracias a un carisma que le otorgó Dios gratuitamente. San Pablo alaba su fe y confianza en Dios (Hebr 11:32). El autor sagrado recogió de la tradición popular esta historia, conservando toda su ingenuidad y los rasgos humorísticos e hiperbólicos con que la había revestido la imaginación de un pueblo que admiraba la bravura de los héroes de la independencia nacional. La historia de Sansón confirma la tesis que el autor sagrado ha desarrollado en todo el libro a base de hechos históricos anecdóticos.

 

1 P. Humbert, Les métamorphoses de Samson en Vempreinte israélite sur la légende de Sam-son: "Revue d'Histoire des Religions," 80 (1919) 154-170; A. Lods, Quelques remarques sur l'histoire de Samson: "Actes du Gongrés International d'Histoire des Religions" (París 1923) 504-516: E. Kalt, Samson, (Freiburg 1912).

1 Levesque: RB 7 (1900) 5955.

 

 

3. Apéndices.

 

I. Origen del Santuario de Dan.

Existe en general en este relato unidad literaria, y no convencen del todo los argumentos aducidos en contra por Moore, Burney, Kittel, etc. Toda la narración está dispuesta en orden a ilustrar el origen del santuario de Dan, que subsistió en Israel hasta el siglo VIII a. de C. No se indica el tiempo en que se desarrollaron los hechos aquí consignados, pero algunos expositores (Desnoyers Tamisier, Fernández, Vincent, etc.), basándose principalmente en 18:1 y 18:30, juzgan que tuvieron lugar a principios de la época de los jueces. Según Dhorme, los relatos que aquí se refieren no pertenecen propiamente a la historia de los jueces. Se han colocado aquí porque el que los narra sabía que en este tiempo no había aún rey en Israel (17:6; 18:1). Pero aun en el supuesto que se efectuara en este tiempo la emigración de los danitas hacia el norte de Palestina, sin embargo, no debe suponerse que emigraran en masa, sino que una gran parte se mantuvo firme en el territorio que se les había señalado, resistiendo a filisteos y amorreos. Entre los danitas que permanecieron en el territorio, cabe mencionar al clan danita de Sansón, que habitaba en Sora. Se ha hecho notar el parentesco existente entre la narración del origen del santuario de Dan y la historia de Sansón. Las analogías sugieren que el relato sobre el origen del santuario de Dan y la historia de Sansón proceden de Judá, y probablemente de los medios imbuidos de influencias levíticas. Directamente no condena el hagiógrafo los hechos que refiere, pero incluye en la narración cortas reflexiones que dan a entender que aquella degradación del culto yahvista sólo era posible en tiempos de anarquía, "en que no había rey en Israel, y hacía cada uno lo que bien le parecía" (17:6; 18:1-31). La existencia de estos abominables abusos se explica, además, porque "era entonces rara la palabra de Yahvé y no era frecuente la visión" (1 Sam 3:1). En todo el relato late cierta animosidad hacia el reino del norte y simpatía por la monarquía davídica, considerada como el único medio para cortar abusos y asegurar la fidelidad a Yahvé 1.

 

El Santuario Privado de Mica (17:1-6).

l Había un hombre de los montes de Efraím, Mica de nombre. 2Dijo éste a su madre: "Los mil cien siclos de plata que habías puesto aparte, por los que te oí lamentarte a veces, yo los tengo, yo te los quité." 3Díjole su madre: "Bendito de Yahvé seas, hijo mío." Devolvió, pues, los mil cien siclos de plata a su madre, que dijo: "Quiero consagrar a Yahvé este dinero y que de mi mano pase a mi hijo, para que se haga una imagen tallada y chapeada. Ahí, pues, te lo entrego." 4Habiendo, pues, devuelto él a su madre el dinero, tomó su madre doscientos siclos y se los dio a un orífice, y éste hizo una imagen tallada y chapeada, que quedó en la casa de Mica; 5y así un hombre como Mica vino a tener una casa de Dios. Hízose también un efod y unos "terafim," y llenó la mano de uno de sus hijos para que hiciera de sacerdote. 6 No había entonces rey en Israel, y hacía cada uno lo que bien le parecía.

 

No se especifica la población en que vivía Mica, pero, por lo que se dice en 18:14.22, parece que habitaba en un villorrio o serio. Los v.1-5, tal como aparecen en el texto masorético, crean Jgunas dificultades, que cada expositor explica a su manera. Para Jgunos racionalistas se vislumbra en ellos la existencia de dos narraciones paralelas, independientes entre sí, que se designan con las letras A y B. Los v.1:5 (A) son paralelos a 2.4 (B).

El orden de estos versículos, propuesto por Moore y adoptado por Lagrange, Vincent, Tamisier y, en parte, por Notscher, es el siguiente: "Los mil cien siclos de plata que te han robado — y a propósito de los cuales has proferido una maldición, añadiendo, como oí yo mismo: "Yo consagro solemnemente este dinero a Yahvé, por mis propias manos, para hacer una imagen tallada (y un ídolo de metal fundido)," helo aquí, pues fui yo quien lo substrajo, y ahora te lo devuelvo." Su madre respondió: "Que mi hijo sea bendito de Yahvé." Mica le devolvió los mil cien siclos de plata." En este orden, el sentido de la perícopa está claro. Mica substrajo la cantidad de mil cien siclos a su madre. Esta, ignorando quién había sido el ladrón, consagró a Dios aquel dinero, que, por lo mismo y desde el mismo instante, no podía emplearse en cosas profanas sin incurrir en su maldición. Mica, que oyó las palabras de la consagración de aquel dinero, comprendió que le era imposible utilizarlo sin exponerse a la maldición divina, por lo cual decidió devolverlo. Al ver ésta que el ladrón era su propio hijo, se apresuró a bendecirlo para neutralizar en lo posible los efectos de la maldición proferida (Ex 12:32; Deut 29:19; 1 Sam 23:21; 2 Sam 21:3; 1 Re 2:33; 44-45). Se creía que no era posible, o al menos muy difícil, suspender los efectos de una maldición una vez proferida (Zac 5:3; Lev 5:1; Prov 29:24).

La madre tomó el dinero que le devolvió su hijo, y entregó doscientos siclos a un orífice para que le hiciera una imagen tallada (y, según el texto hebraico actual, un ídolo de metal fundido, massefeahj), que colocó en la casa de Mica. Y así, un hombre como Mica vino a tener una casa de Dios. Después fabricó un efod y terafim y consagró (literalmente: "llenó las manos") a uno de sus hijos para que le hiciera de sacerdote. El rito esencial de la consagración sacerdotal entre los hebreos consistía en colocar en las manos del sacerdote visceras de la víctima para que las ofreciera a Dios (Ex 29:9; 40:12-15; Lev 8:27).

El autor sagrado ha referido escuetamente el origen del santuario de Mica, sin hacer ningún comentario. Al final, sin embargo, añade esta reflexión, rica de contenido: "No había entonces rey en Israel, y cada uno hacía lo que bien le parecía"; lo que equivale a decir: Con la monarquía davídica no hubieran ocurrido tales abominaciones. Aquel santuario es reprobable y no tiene ningún valor, porque su origen es humano; la fabricación del ídolo, impía; el sacerdote escogido, indigno.

 

El levita de Belén (17:7-13).

7 Un joven de Belén de Judá, de nombre Jonatán, levita, que habitaba allí, 8 saliendo de la ciudad de Belén de Judá, se puso a recorrer la tierra para buscar dónde vivir, y, pasando por los montes de Efraím, llegó en su camino a la casa de Mica, 9 Preguntóle Mica: "¿De dónde vienes?" y el levita le contestó: "Soy de Belén de Judá y ando a ver si encuentro dónde vivir." 10 El jóle Mica: "Quédate conmigo y me servirás de padre y de sacerdote. Te daré diez siclos de plata al año, vestidos y comida." Y pasó allí el levita la noche 11 y consintió en quedarse con Mica, para quien fue el joven como otro hijo. 12 Llenó, pues, Mica la mano del levita, y el joven hizo con él de sacerdote, quedándose en casa de Mica. 13 Dijo Mica: "Ahora sí que de cierto me favorecerá Yahvé, pues tengo por sacerdote a un levita." No había por aquel entonces rey en Israel.

 

En el texto masorético se dice que había un joven en Belén de Judá, del clan de Judá, que era levita y que habitaba allí como guer (Deut 18:6). Más adelante (18:30) se dice que este joven levita se llamaba Jonatán. No teniendo la tribu de Leví territorio propio (Yahvé era su nahalah, su herencia: Deut 10:9; 18:2; Jos 13:14.33), sus miembros buscaban domicilio en otras tribus (Núm 18:20), en medio de las cuales vivían en calidad de guer. El guer, dice Lods, era un hombre que por nacimiento pertenecía a otro clan, pero que, para protestar contra una injusticia de la cual se creía víctima, o a consecuencia de un crimen, había huido o había sido expulsado por los suyos. De esta manera, el hombre que se encontraba fuera de su clan imploraba la protección de algún miembro de otro clan capaz de defenderlo, y se hacía su cliente (guer). Su vida estaba entonces segura, pero quedaba en una posición subordinada, a menudo muy miserable (Lods, 229-230). Esta situación general del guer no regía para los levitas, porque habitaban en medio de otras tribus y eran considerados como representantes del yahvismo mosaico, defensores celosos de la tradición yahvista y depositarios natos de la religión más pura. Mica tenía la convicción de que su santuario, servido por levitas, se convertiría pronto en lugar de copiosas bendiciones (Desnoyers, I 301-306).

 

Los Exploradores en Casa de Mica (18:1-6).

1En aquellos días, la tribu de Dan andaba buscando dónde establecerse, pues no le había tocado hasta entonces heredad en medio de las otras tribus de Israel. 2 Mandaron, pues, los hijos de Dan de entre los suyos a cinco exploradores, hombres fuertes; los mandaron de Sora y de Estaol para que recorriesen la tierra y la explorasen, diciéndoles: "Id a reconocer la tierra." Llegaron los cinco hombres, por los montes de Efraím, hasta la casa de Mica, y pasaron allí la noche. 3 Estando cerca de la casa de Mica, conocieron por la voz al joven levita, y, acercándose a él, le preguntaron: "¿Quién te ha traído a ti aquí? ¿Qué haces aquí y qué tienes aquí?" 4El les contestó: "Mica ha hecho por mí esto y lo otro, y me he ajustado con él y le sirvo de sacerdote." 5Ellos le dijeron: "Entonces consulta a Dios para que sepamos si prosperará el viaje que hemos emprendido." 6Y les dijo el sacerdote: "Id tranquilos; está ante Yahvé el camino que seguís."

 

Acosados los danitas por el exterior y reducidos a un espacio vital totalmente insuficiente, fueron constreñidos a emigrar. Con estos acontecimientos se tienen ya los elementos de juicio para entender la expresión ambigua (Jos 19:40-48) de que "no le había tocado hasta entonces heredad en medio de las otras tribus de Israel." Cinco hombres del clan de Sora y Estaol (13:2-25; 16:31) fueron escogidos y enviados a explorar la tierra en busca de un territorio donde poder colocar cierto número de danitas. En su viaje hacia el norte pasaron por los montes de Efraím y llegaron a un villorrio donde estaba la casa de Mica (17:8), y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, ya en trance de proseguir su viaje, reconocieron la voz del joven levita, o porque le habían tratado personalmente en su región, o porque fueron sorprendidos al oír la voz de un hombre que hablaba con el mismo acento que ellos. Entraron en conversación con él, que les informó de los buenos tratos que le daba Mica, a quien servía como sacerdote. Porque los levitas eran expertos en el arte de la consultación, le pidieron consultara a Yahvé acerca del éxito de su viaje. El levita lo hizo — no se dice qué rito empleó —, dándoles una respuesta ambigua, que ellos interpretaron como de buen augurio. Debe descartarse la opinión de Hummelauer, según la cual el levita consultó al diablo, de quien fue la respuesta.

 

Los Cinco Exploradores llegan a Lais (18:7).

7Reemprendieron su camino los cinco hombres y llegaron a Lais. Vieron que la gente de ella vivía en seguridad, a modo de los sidonios, pacífica y tranquilamente, sin que nadie dañase a nadie, y que eran ricos y estaban alejados de los sidonios y no tenían relación con la Siria.

 

Los cinco exploradores continuaron su viaje en dirección al norte hasta llegar a Lais (Jos 19:47), ciudad situada en las fuentes del Jordán, a cinco kilómetros de Banías (Cesárea de Filipo), en el Actual Tell-el-Qadi. Allí nace el manantial que da origen al río Jordán, Nahr-el-Leddán, que conserva el nombre que se dio más tarde a la ciudad, Dan, en memoria de su conquista por los danitas. La ciudad, situada en una llanura y con abundancia de agua, era rica, no faltando nada de cuanto produce la tierra. Sus habitantes vivían en paz y seguridad, a la manera de los sidonios, es decir, habitantes de Fenicia (3:3), tranquilos y confiados. Tal vez la ciudad fuera colonia de Sidón (v.28), pero en caso de ataque p0r sorpresa no era fácil a la metrópoli prestarle ayuda, por hallarse a una distancia de cincuenta kilómetros y por mediar entre ambas ciudades la depresión de Nahr-el-Litani. Con respecto a los Estados árameos del este, Lais no mantenía ninguna relación con ellos. Los cinco exploradores comprendieron las ventajas que ofrecía el terreno para la emigración.

 

Emigración de los danitas (18:8-13).

8 Volviéronse, pues, a sus hermanos, a Sora y Estaol, que les preguntaron: "¿Qué traéis?" Ellos contestaron: 9 "Hemos ido y recorrido el país hasta Lais y hemos visto un pueblo que mora tranquilo según las costumbres de los sidonios, alejado de éstos y sin comunicación con la Siria. Subamos luego contra ellos. Hemos visto la tierra y es muy buena. ¿Os estáis quietos? No dilatéis la ida, para apoderarnos de esa tierra. 10 Daréis con un pueblo que vive seguro. La tierra es amplia, y Dios la ha puesto en vuestras manos. Es una tierra que produce de todo." 11 Salieron, pues, de Sora y Estaol seiscientos hombres de las familias de Dan, armados en guerra, 12 y subiendo, acamparon en Quiriat-Jearim, de Judá, por lo cual se llamó hasta hoy este lugar Majane Dan, al occidente de Quiriat-Jearim. 13Pasaron de allí a los montes de Efraím y llegaron hasta la casa de Mica.

 

A las preguntas de sus compatriotas, a su regreso, respondieron los exploradores que el territorio era rico y fácil de conquistar. El laconismo de la respuesta, según el texto hebraico, contrasta con la larga descripción que hacen los LXX, cód. A. L., de las condiciones de vida que han observado en Lais. Según Núm 1:39; 26:43, la tribu de Dan contaba con más de sesenta mil hombres aptos para las armas. Esto indica que no todos los danitas emigraron a Lais, sino únicamente parte del clan residente en Sora y Estaol. La primera etapa fue Quiriat-Jearim (Jos 9:17; 1 Sam 6:21; 7:1; 2 Sam 6:2), a quince kilómetros al noroeste de Jerusalén, actualmente Abu-Gosch. Mahaneh-Dan significa campamento de Dan (13:25); su emplazamiento no puede determinarse de manera exacta.

 

Robo en el santuario de Mica (18:14-26).

14 Los cinco hombres que habían ido a explorar la tierra de Lais dijeron a sus hermanos: "¿Sabéis que en esta casa hay un efod, y "terafim," y una imagen tallada y chapeada? Ved vosotros lo que se ha de hacer." 15Pasaron adelante; y entrando en la casa del joven levita, la casa de Mica, le preguntaron por su salud. 16 Los seiscientos hombres de los hijos de Dan, armados en guerra, se quedaron a la entrada de la puerta. 17Subieron los cinco exploradores y entraron para apoderarse del efod, de los terafim," y de la imagen chapeada, mientras estaba el sacerdote a la entrada de la puerta con los seiscientos hombres armados en guerra. 18 Después que entraron en la casa de Mica, se apoderaron del efod, de los "terafim," y de la imagen tallada y chapeada, les dijo el sacerdote: "¿Qué hacéis?" 19 Ellos le dijeron: "Cállate; ponte la mano en la boca; vente con nosotros y serás nuestro padre y nuestro sacerdote. ¿Qué te es mejor, ser sacerdote de la casa de un solo hombre o serlo de una tribu y de una familia de Israel"? 20Alégresele al sacerdote el corazón, y, tomando el efod, los "terafim," y la imagen tallada, se fue con aquella gente. 21Pusiéronse en marcha de nuevo, llevando por delante a los niños, a los animales y las cosas de precio; 22 y estaban ya lejos de la casa de Mica, cuando éste y los hombres que habitaban las casas vecinas de la de Mica se reunieron para salir en persecución de los hijos de Dan. 23Gritaron a los hijos de Dan; y éstos, volviendo la cara, dijeron a Mica: "¿Qué te ocurre, para que nos vengas dando voces?" 24 El contestó: "Mi dios, el que yo he hecho, me lo habéis quitado junto con el sacerdote, y os marcháis. ¿Qué me queda entonces? ¿Y todavía me preguntáis qué me ocurre?" 25Dijéronle los hijos de Dan: "No nos hagas oír más tu voz si no quieres que hombres irritados se arrojen sobre vosotros y pierdas tu vida y la de los de tu casa." 26 Prosiguieron los hijos de Dan su camino; y Mica, viendo que eran más fuertes que él, se volvió y tornó a su casa.

 

La composición de los v.16-18 es singular. El sentido de la perícopa parece ser el siguiente: Habitaba Mica en un villorrio o caserío en el que las casas, dispuestas en forma circular, dejaban un patio en el centro, con la casa de Mica en el fondo del mismo y frente a la única puerta de entrada (v. 16-17). Los seiscientos hombres se aglomeraron en la puerta del caserío, donde saludaron y conversaron largamente con el levita (v. 15-16). Entre tanto, los cinco exploradores aprovecharon la coyuntura de hallarse el levita enzarzado en la conversación con el grueso de la tropa para deslizarse hacia el interior del patio, con ánimo de desvalijar el santuario instalado en la casa de Mica (v.17). Viendo ellos que el levita seguía en la puerta del caserío (v.17c), se filtraron en la casa de Mica, llevándose la imagen tallada (pesel), el efod y los terafim y, acaso (véase v.2), el ídolo de metal (massekah; v.18). De regreso, obligados a salir por la única puerta de acceso a la ciudad, en donde se hallaba el levita, no pudieron evitar que éste se diera cuenta del robo y les increpara, diciendo: "¿Qué hacéis?" Ellos y el grueso de los danitas le impusieron silencio y le invitaron a seguirles para ser su padre espiritual (17:10) y sacerdote. Las propuestas que le hicieron le parecieron más lucrativas que las de Mica, por lo cual cargó él mismo con los objetos sagrados y, en medio de la tropa, como personaje distinguido, comenzo a recorrer el camino.

 

Toma de Lais (18:27-29).

27Lleváronse, pues, lo que había hecho Mica y el sacerdote que tenía, y marcharon contra Lais, contra el pueblo tranquilo y confiado, y los pasaron a filo de espada y prendieron fuego a la ciudad. 28 No hubo quien la librara, por lo lejos que estaba Sidón y por no tener relación con la Siria. Estaba en el valle que se extiende hacia Bet Rejobot. Los hijos de Dan reedificaron la ciudad y habitaron en ella, 29 y la llamaron Dan, del nombre de su padre, hijo de Israel, pues antes se llamaba Lais.

 

La ciudad fue consagrada al anatema (1:8-25; 4:15). En la antigüedad, la guerra era total, y sigue siéndolo después de tres milenios. Después de la primera fase de la conquista israelita, no se habla más de "consagrar" la población cananea, sino solamente de rechazarla o someterla a tributo 1.

El autor sagrado explica el éxito de la empresa debido al aislamiento de Lais, que se encontraba lejos de Sidón y sin ninguna relación con la Siria. Bet Rejobot (Núm 13:22; 2 Sam 10:8), probablemente sobre el sitio original de Banías, era el centro de un pequeño Estado arameo que se organizó durante el siglo XII a. de C. El lugar formaba parte del país de los árameos o sirios (2 Sam 10:8).

 

Fundación de Dan y de su santuario (18:30-31).

30Los hijos de Dan se erigieron la imagen tallada de Mica; Jonatán, hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos, fueron sacerdotes de la tribu de Dan hasta el tiempo de la emigración de Dan. 31 Permaneció entre ellos la imagen tallada de Mica, que él se había hecho, todo el tiempo que estuvo en Silo la casa de Dios.

 

Los danitas reedificaron la ciudad, a la cual dieron el nombre de su antepasado epónimo, Dan, uno de los hijos de Jacob. La traducción literal de los v.30-31 es la siguiente: "Los hijos de Dan se erigieron la imagen tallada (pesel). Jonatán, hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos fueron sacerdotes de la tribu de Dan hasta el tiempo de la cautividad de la tierra. Y se instalaron para ellos la imagen tallada que hizo Mica, por todo el tiempo que la casa de Yahvé estuvo en Silo." Estos dos versos han retenido la atención de exegetas e historiadores. Manipulados por los especialistas, los versos han sufrido mucho. Los críticos dudan de que uno y otro figurara en el texto primitivo; a veces suprimen los dos. Sin acudir a operaciones quirúrgicas tan enérgicas, algunos los amputan parcialmente. A pesar de las incertezas de la crítica literaria, los dos versos son importantes para la historia del sacerdocio israelita2. Hasta ahora el autor sagrado había callado el nombre de este levita; pero, en el trance de poner de relieve el origen ilustre del santuario, declara que se llamaba Jonatán, hijo de Gersón, hijo de Moisés (Ex 2:22; 18:3; 1 Crón 23:15). Pero este detalle de que un descendiente de Moisés se prestara a una desviación del yahvismo auténtico indica la anarquía religiosa existente en aquella época. Por esto mismo, para salvaguardar el honor del gran caudillo de Israel, los masoretas reemplazaron más tarde su nombre por el del impío Manases (2 Re c.21). Esta es la razón que en el texto masorético haya un nun suspendido entre la primera y segunda letra del nombre de Moisés (m(n)sh) 3.

Descendientes de Jonatán continuaron ejerciendo su sacerdocio, poco ortodoxo, en el santuario de Dan hasta que desapareció con Cautividad del reino del Norte en los años 733 ó 722. En tiempos de Jeroboam, la imagen tallada de plata fue reemplazada por un becerro de oro, lo que "indujo al pecado, pues iba el pueblo hasta Dan para adorar" (1 Re 12:30). Los profetas Amos y Oseas levantaron su voz contra estos sacerdotes.

En estos capítulos puede verse la mano de un autor del reino de Judá, que condena el santuario de Dan. Insiste en su carácter idolátrico (18:30a; 18:31a). El mismo redactor ha impreso su pensamiento en varias partes del relato. Respeta en general la vieja tradición danita; puede ser que haya añadido él los pasajes 17:6 18:1; 17:2-4. Él redactor es un ferviente y ah vista, un partidario del sacerdocio sadocita de Jerusalén 4.

 

1 Véase A. Fernández, El santuario de Dan. Estudio critico-exegético sobre Jud. I7-l8 "Bíblica," 15 (1934) 237-264; C. Hauret, Aux origines du sacerdoce danite: "Mélanges Ro-bert" (París s.a.) 105-113; Murtonen, A., Some Thoughts on Judges 1755: VT 1 (1951) 223-224.

1 W. F. Albright, De Γ age de la pierre a la chrιtienté (París 1951) 204-205.

2 Fiauret, l.c., 105-106,

3 Fernández, l.c., 253 11.2; Hauret, l.c., 107. Hauret, l.c., 112-113.

 

 

2. La Guerra contra Benjamín (c.19-21).

Los hechos de que se habla en los tres últimos capítulos del libro se desarrollaron también en los tiempos en que no había rey en Israel (v.1). Entre este apéndice y el anterior existen analogías evidentes. Los expositores han puesto de relieve que en el texto actual de este segundo apéndice se vislumbra la intervención de varias manos. Cómo y cuándo alcanzó su forma definitiva, no es posible determinarlo con certeza. Se habla de la yuxtaposición de dos narraciones antiguas; de un redactor posterior que combinó el relato más antiguo con otro sacerdotal completamente independiente o de un relato antiguo elaborado y dispuesto por un escritor perteneciente a los círculos sacerdotales 1.

En cuanto a los fines del autor, este apéndice entra en el plan teológico que se ha propuesto desarrollar. En primer lugar, el episodio deja entrever claramente el estado de anarquía reinante, en oposición a los tiempos de la monarquía davídica. Pero, a pesar de ello, Dios se interesa por su pueblo pecador y corre en su ayuda a la más leve señal de arrepentimiento (v.21-14). No son los pueblos extranjeros los que infligen un castigo a la tribu prevaricadora, sino la comunidad de Israel. Había crímenes que Israel no podía tolerar, tales como violar las costumbres sobre la hospitalidad, forzar una virgen, consentir perder la virginidad antes del matrimonio, apropiarse de las cosas consagradas a Yahvé por el herem (Desnoyers, I 297). Pero para que Israel lleve a feliz término las guerras de Yahvé contra los prevaricadores tiene necesidad de purificarse en la lucha y en el sufrimiento. Estas son las dos lecciones morales que se desprenden de este segundo apéndice· la noción de prueba (3:1-6) y la fidelidad de Yahvé.

 

El levita de Efraírn y su concubina (19:1-10).

1Sucedió por aquel tiempo, cuando no había rey en Israel, que un levita que peregrinaba en el límite septentrional de los montes de Efraím tomó por mujer a una concubina de Belén de Judá. 2Se disgustó con él la concubina y le dejó para irse a la casa de su padre, a Belén de Judá, donde se estuvo por espacio de cuatro meses. 3Su marido, llevando consigo un mozo y dos asnos, se encaminó donde ella estaba para hablarle al corazón y reducirla. Hízole entrar ella en la casa de su padre, que al verle salió muy contento a recibirle. 4 Instóle su suegro, el padre de la joven, y se quedó allí por tres días, comiendo, bebiendo y pasando la noche allí. 5Al cuarto día se levantó de mañana y se dispuso a marchar; pero el padre de la joven dijo a su yerno: "Toma antes un bocado de pan, para refocilarte, y luego partirás." 6Sentáronse ambos y comieron y bebieron; y el padre de la joven dijo al marido: "Anda, quédate hoy a pasar aquí la noche alegremente." 7Levantóse el marido para marcharse, pero le instó su suegro, y se quedó a pasar la noche allí. 8Levantóse de mañana el día quinto, para emprender la marcha; y le dijo el padre de la joven: "Anda, toma un refrigerio y diferid la marcha hasta el caer del día"; y se pusieron a comer juntos. 9Levantóse el marido para marcharse él, la concubina y el mozo; pero el suegro, el padre de la joven, le dijo: "Mira, comienza ya a caer la tarde; anda, pasad la noche aquí, que el día se acaba ya; pasa aquí la noche, que se te alegre el corazón, y mañana os levantáis bien temprano para volveros a tu casa," 10El marido rehusó pasar allí la noche, se levantó y partió. Llegó frente a Jebús, que es Jerusalén, con el par de asnos y la concubina.

 

Este levita habitaba como guer en la parte norte de Efraím (17:8; 18:2), lo que revela que el escritor escribía desde Judá. Tomó como concubina (8:31), o mujer de segundo orden (Gen 22:24), a una de Belén (17:7). No se sabe el porqué, pero lo cierto es que la mujer se enojo fuertemente contra él, lo abandonó y se marchó a casa de sus padres. Al cabo de cuatro meses, el buen levita, acompañado de un siervo y con dos asnos, se fue a Belén para reconciliarse con ella. La acogida fue cálida, tanto de parte de su mujer como de parte de su suegro (hoten). Después de muchas tentativas de éste para retenerle por más tiempo en su casa, el levita, con su mujer, emprendió el viaje de regreso a su casa.

 

Etapa en Gueba (19:11-21).

11Cuando estaba cerca de Jebús, el día había ya bajado mucho, y dijo el mozo a su amo: "Será mejor que nos desviemos hacia la ciudad de los jebuseos, para pasar allí la noche." 12El amo le respondió: "No, no torceremos hacia la ciudad extraña? en la que no hay hijos de Israel; 13lleguemos a Gueba"; y añadió: "Anda, vamos a acercarnos a uno de esos dos lugares, y pasaremos la noche en Gueba o en Rama." 14Prosiguiéronla marcha, y al ponerse el sol llegaron cerca de Gueba de Benjamín. 15Tomaron, pues, hacia allá, para pasar la noche en Gueba. Entraron y se sentaron en la plaza de la ciudad; y no hubo quien los admitiera en su casa, para pasar en ella la noche. 16Llegó en esto un anciano que venía de trabajar en el campo; era un hombre de los montes de Efraím, que se hallaba en Gueba; los habitantes del lugar eran benjaminitas. 17Cuando, al levantar los ojos, vio al viajero en la plaza de la ciudad, le dijo: "¿Adonde vas y de dónde vienes?" 18El le contestó: "Vamos de Belén de Judá al límite septentrional de los montes de Efraím, de donde soy yo. Había ido a Belén de Judá y voy a mi casa, pero nadie me admite en su casa. 19Sin embargo, tenemos paja y forraje para los asnos, y también pan y vino para mí, para tu sierva y para el mozo que acompaña a tus siervos; no necesitamos nada." 20El anciano le dijo: "Sea contigo la paz; de cuanto te es necesario te proveeré yo; no te quedes en la plaza." 21Hízolos entrar en su casa y dio forraje a los asnos. Laváronse los pies los viajeros y después comieron y bebieron.

 

A las dos horas de haber salido llegaron los viajeros a la vista de Jerusalén, que dejaron a la derecha, por encontrarse en poder de los jebuseos (Jos 15:8-68), y siguieron hacia adelante con el fin de hospedarse en una ciudad israelita al norte de Jerusalén. Esta se llamaba Urusalim, Jerusalén ya en el siglo XV a. de C., mucho antes de la ocupación israelita, y sólo más tarde llamóse Jebús (1 Crón 11:4-5). Llegaron los viajeros a Gueba de Benjamín (1 Sam 13:41; I5-34); actualmente Tell-el-Full, a seis kilómetros al norte de Jerusalén, y decidieron pernoctar allí. Según la costumbre, el grupo de viajeros sentóse en la plaza (Gen 19:2), esperando que alguien les ofreciera hospitalidad; pero nadie los invitó, a pesar de ser la hora en que las gentes regresaban de sus labores del campo. Al fin, un anciano efraimita, después de haberse cerciorado de dónde venían y adonde iban, les acogió benévolamente en su casa. Después de lavarles los pies (Gen 18:4; 19:2; 24:23), acto que se consideraba como necesario por razón de que se andaba con sandalias o con los pies desnudos, les sentó en su mesa.

 

Horrendo crimen de los guebaítas (19:22-30).

22Mientras estaban refocilándose, los hombres de la ciudad, gente perversa, aporrearon fuertemente la puerta, diciendo al anciano dueño de la casa: "Sácanos al hombre que ha entrado en tu casa, para que le conozcamos." 23El dueño de la casa salió a ellos y les dijo: "No, hermanos míos, no hagáis tal maldad, os lo pido; pues que este hombre ha entrado en mi casa, no cometáis semejante crimen. 24Aquí están mi hija, que es virgen, y la concubina de él; yo os las sacaré fuera para que abuséis de ellas y hagáis con ellas como bien os parezca; pero a este hombre no le hagáis semejante infamia." 25Aquellos hombres no quisieron escucharle, y entonces el levita cogió a su concubina y la sacó fuera. La conocieron y estuvieron abusando de ella toda la noche, hasta la mañana, dejándola al romper la aurora. 26 Al venir la mañana, cayó la mujer a la entrada de la casa donde estaba su señor, y allí quedó hasta que fue de día. 27 Su marido se levantó de mañana y abrió la puerta de la casa para salir y continuar su camino, y vio que la mujer, su concubina, estaba tendida a la entrada de la casa con las manos sobre el umbral. 28 El le dijo: "Levántate y vamos"; pero nadie respondió. Púsola entonces el marido sobre su asno y partió para su lugar. 29Llegado a su casa, cogió un cuchillo y la concubina y partió miembro por miembro, en doce trozos, que mandó por toda la tierra de Israel. 30 Y a los enviados encargó que dijeran a todos los israelitas: "¿Se ha visto jamás tal cosa desde que los hijos de Israel subieron de Egipto hasta el presente? Miradlo bien, deliberad y resolved." A su vista decían todos: "Jamás ha sucedido cosa parecida ni se ha visto tal desde que los hijos de Israel subieron de Egipto hasta hoy."

 

Estando ellos refocilándose en su mesa, he aquí que los hombres de la ciudad, hijos de Belial (Deut 13:13), se acercaron a la casa y, aporreando fuertemente la puerta, decían al anciano dueño de la misma: "Sácanos a la mujer (texto masorético: al hombre) que ha entrado en tu casa, para que le conozcamos" (Gen 19:1-8). La expresión hijos de Belial (1 Sam 1:16; 2:12; 10:27; Sal 18:5) equivale a decir hombre perverso, dañino, nefasto. El nombre indica una potencia infernal, el jefe de los demonios (2 Cor 6:15). Según el texto hebreo, se habla aquí de un crimen de sodomía, pecado muy extendido entre la gente nómada. Pero, por el contexto, aparece que los hombres de la ciudad reclamaban la mujer del levita. De hecho, en la declaración de éste (20:5) no alude al crimen de sodomía, y los hombres del pueblo mostráronse satisfechos una vez les entregó su joven mujer. Es posible que un escriba cambiara el texto, escribiendo ish en vez de isha, para hacer más horrendo el crimen de los guebaítas y acaso por influencia de la historia de Lot (Gen 19), con la cual presenta sorprendente analogía. El anciano, para cumplir con los deberes sagrados de la hospitalidad (Gen 19:6-8), prefiere entregarles su propia hija antes que a la mujer del levita. Aquella violación de las leyes de la hospitalidad era una villanía en Israel (Gen 34:7; Deut 22:21), que acarreaba necesariamente consigo un castigo ejemplar. El crimen de Gueba pasó a la historia de Israel como tipo de una perversidad extrema (Os 9:9; 10:9)·

A la mañana siguiente (Gen 19:15), el levita, al abrir las puertas de la casa para seguir su viaje, encontró a su concubina tendida a la entrada de la casa con las manos en el umbral. Al verla muerta, púso la sobre su asno y marchóse a su casa. Allí la partió en doce trozos, que mandó por toda la tierra de Israel. Acción análoga practicó Saúl (1 Sam 11:7). La finalidad del levita con esta partición macabra del cadáver de su mujer fue la de inspirar horror, encender la indignación del pueblo e incitarlo a la venganza. El número doce no está en relación con las doce tribus.

 

Deliberación de las tribus (20:1-11).

lSalieron, pues, los hijos de Israel desde Dan hasta Berseba y la región de Galaad y se reunieron como un solo hombre en Masfa, delante de Yahvé. 2 Los jefes de todo el pueblo y todas las tribus de Israel estuvieron presentes en la asamblea del pueblo de Dios: cuatrocientos mil hombres de a pie, armados. 3 Supieron los de Benjamín que los hijos de Israel habían subido a Masfa. Los hijos de Israel dijeron: "Sepamos cómo se ha cometido el crimen." 4Tomó entonces la palabra el levita marido de la mujer que había sido muerta, y dijo: "Yo había entrado en Gueba de Benjamín con mi concubina para pasar allí la noche. 5 Los habitantes de Gueba se levantaron contra mí y rodearon de noche la casa donde estaba, con intención de matarme. Hicieron fuerza a mi concubina, hasta dejarla muerta. 6La tome y la corté en trozos, que mandé por todo el territorio de la heredad de Israel, porque han cometido un crimen infame en Israel. 7Todos estáis aquí, hijos de Israel; deliberad y decidid aquí mismo." 8 Y poniéndose el pueblo todo en pie, como un solo hombre, dijeron: "No vuelva nadie a sus tiendas ni se vaya nadie a su casa. 9 Lo que hay que hacer con Gueba es ir contra ella a la suerte. 10Tómense de todas las tribus de Israel diez hombres por cada ciento, ciento por cada mil y mil por cada diez mil, que vayan en busca de víveres para la gente; y cuando estén de vuelta, que sea tratada Gueba de Benjamín conforme a la infamia que ha cometido en Israel." 11Quedáronse, pues, reunidos en torno a la ciudad todos los hijos de Israel, unidos como un solo hombre.

 

El levita logró el efecto que deseaba. La asamblea de la comunidad de Israel, representada por los notables de las tribus, ancianos y jefes militares (Jos 22:12), se reunieron en Masfa (1 Sam 7:5-14; 10:17; 2 Re 25:23-26), centro religioso y político, donde existía probablemente un santuario, como deja suponer la expresión "se reunieron. delante de Yahvé." Para expresar la presencia de representantes de todas las tribus (menos Benjamín), se emplea la frase clásica: de Dan, al norte, hasta Berseba, al mediodía (1 Sam 3:20; 2 Sam 17:11), y la región de Galaad, o sea, las tribus transjor-dánicas. La cifra de los allí reunidos, cuatrocientos mil de a pie, es una hipérbole manifiesta. En toda la narración se emplean cifras Y altas (v.17; 21; 25; 34:44-45).

 

Fracasan las negociaciones (20:12-13).

12Habían enviado las tribus de Israel mensajeros a todas las familias de Benjamín, que les dijeran: "¿Qué crimen es este que se ha cometido entre vosotros? 13Entregad luego a los perversos de Gueba para que les demos muerte y extirpemos el mal de en medio de Israel"; pero los benjaminitas no accedieron a la demanda de sus hermanos los hijos de Israel.

 

Antes de empeñarse en una acción bélica contra Gueba, la comunidad de Israel envió un mensaje a los representantes de Benjamín para que entregaran a los culpables para darles muerte, y borrar así el crimen que pesaba sobre Israel. Pero los benjaminitas se negaron a entregárselos. Aún hoy, entre los nómadas de TransJordania y Arabia, en caso de algún crimen, el cheikh no tiene derecho a matar al culpable que pertenezca a su clan, porque "es su propia sangre," y nada prevalece contra la sangre.

 

Primeros encuentros (20:14-28).

14Y saliendo de sus ciudades, se reunieron en Gueba para combatir contra los hijos de Israel. 15Los hijos de Benjamín que, salidos de sus ciudades, se reunieron entonces en Gueba fueron veintiséis mil hombres de guerra, sin contar los habitantes de Gueba. 16Había, de entre éstos, setecientos hombres escogidos, zurdos, todos capaces de lanzar con la honda una piedra contra un cabello sin errar el blanco.17 El número de los hijos de Israel reunidos, no contando a los de Benjamín, fue de cuatrocientos mil; todos hombres de guerra. 18Levantáronse, pues, los hijos de Israel y subieron a Betel, y, consultando a Dios, preguntaron: "¿Quién subirá primero a combatir a los hijos de Benjamín?" Respondió Yahvé: "Judá subirá el primero." 19Pusiéronse en marcha de mañana los hijos de Israel y acamparon contra Gueba. 20Avanzaron los hijos de Israel para combatir a los de Benjamín, y se pusieron en orden de batalla contra ellos delante de Gueba. 21Salieron los hijos de Benjamín de Gueba, y echaron por tierra en aquel día a veintidós mil hombres de Israel. 22Los hombres de Israel hiciéronse fuertes y presentaron nuevamente batalla en el mismo lugar donde se pusieron el primer día; 23habían subido antes a llorar ante Yahvé hasta la tarde, y habían consultado, diciendo: "¿Marchamos todavía a combatir a Benjamín, nuestro hermano?"; y Yahvé había respondido: "Marchad contra él." 24Acercáronse, pues, los hijos de Israel a los hijos de Benjamín el segundo día; 25y salieron a su encuentro en Gueba los hijos de Benjamín, y echaron por tierra esta vez a dieciocho mil hombres de los hijos de Israel, todos hombres de guerra. 26Subió todo el pueblo, todos los hijos de Israel, a Betel; y allí lloraron ante Yahvé, ayunaron aquel día hasta la tarde y ofrecieron holocaustos y hostias pacíficas ante Yahvé. Luego consultaron a Yahvé. 27Por entonces estaba allí el arca de la alianza de Dios; 28y Finés, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, servía ante ella. Preguntaron, pues: "¿Marcharé todavía otra vez para combatir a los hijos de Benjamín, mi hermano, o debo desistir?" Yahvé respondió: "Marcha, que mañana lo pondré en tu mano."

 

Al ejército israelita opusieron los benjaminitas otro de veintiséis mil (la cifra difiere según las versiones), entre los cuales se encontraban setecientos guerreros elegidos, zurdos (3:15), famosos en el manejo de la honda (1 Crón 12:2). Los dos primeros encuentros fueron desastrosos para las tribus reunidas, las cuales, a pesar de su superioridad numérica, fueron rechazadas con grandes pérdidas. Este desastre les indicaba que los medios materiales nada cuentan si Yahvé no combate con su pueblo. Las derrotas de Israel obedecían a que, por una causa que el autor sagrado no manifiesta, el ejército había contraído alguna impureza, de la cual debía purificarse (Jos c.7). La guerra es una empresa de Yahvé; de ahí que todos los que quieren participar en ella deben estar, por así decir, en estado de consagración. Puesto que Yahvé es el Señor de la guerra y que está en medio del campo de su pueblo, conviene que este campo se conserve santo (Vincent). Previamente purificados consultaron a Yahvé, quien prometió entregarles a Benjamín. El v.27 dice textualmente: "Y los hijos de Israel consultaron a Yahvé; por aquellos días el arca de la alianza se encontraba allí," es decir, en Betel, lección que debe retenerse. Es cierto que, según los 18:1; 1 Sam 1:1-3, el arca de la alianza se hallaba habitualmente en Silo, donde permaneció hasta los tiempos de Helí; pero, dado que el arca se hallaba en manos de Efraím, es muy posible que éste, que jugaba el primer papel en esta conflagración, la hubiera trasladado a Betel. Tenemos otros ejemplos del traslado circunstancial del arca (1 Sam 4:3ss). Los exegetas modernos consideran los v.27b-28a como una glosa introducida posteriormente en el texto original.

 

Primera derrota de Benjamín (20:29-35).

29Israel puso en torno a Gueba una emboscada; 30y al tercer día subieron los hijos de Israel contra los hijos de Benjamín, y se ordenaron en batalla ante Gueba, como las otras veces. 31Los hijos de Benjamín salieron al encuentro del pueblo, dejándose arrastrar lejos de la ciudad·Comenzaron a herir y matar gente en el campo, como las otras veces, en los dos caminos, de los cuales el uno sube a Betel y el otro a Gabaón, unos treinta hombres de Israel. 32 Los hijos de Benjamín se decían: "Derrotados ante nosotros como antes." Y los hijos de Israel dijeron: "Huyamos y atraigámoslos sobre estos caminos, lejos de la ciudad"; y abandonando todos sus posiciones, se pusieron en orden de batalla en Baal Tamar. 33 Los emboscados de Israel, al occidente de Gueba, se echaron fuera de su puesto, 34 y llegaron contra Gueba diez mil hombres escogidos de todo Israel. El combate fue duro, pues los hijos de Benjamín no se dieron cuenta del gran desastre que les amenazaba. 35 Yahvé batió a Benjamín ante Israel, y los hijos de Israel mataron aquel día veinticinco mil cien hombres de Benjamín, hombres de guerra.

 

Los israelitas usaron de una estratagema para apoderarse de Gueba, como antes hizo Josué para expugnar a Hai. Según muchos opositores, el autor sagrado describe la batalla utilizando dos ocurrientes. En el primero, v.29-36a, o, según otros, v.32-35, se fija la atención preferentemente en la acción del grueso del ejército; Centras que en el segundo, v.36b-41 ó 36-46, se describe el éxito de los emboscados. Los israelitas salieron victoriosos porque Yahvé combatía con ellos: "Yahvé batió a Benjamín ante Israel" (v.55). Puede ser que el v.35 sea una glosa anticipada de los v.44-46, lo mismo que 36a del v.41.

 

La Emboscada Contra Benjamín (20:36-41).

36Viéronse derrotados los hijos de Benjamín, y se dieron cuenta de que Israel había cedido terreno ante ellos porque confiaba en la emboscada que había puesto contra Gueba. 37Los emboscados se echaron rápidamente sobre la ciudad y, avanzando contra ella, la pasaron a filo de espada. 38Los hijos de Israel habían convenido con los de la emboscada en una señal, diciendo: "Haced subir de la ciudad una gran nube de humo." 39Al verla los hijos de Israel, simularon la fuga. Los de Benjamín habían ya matado unos treinta hombres y se decían: "Helos ahí abatidos ante nosotros, como en la primera batalla." 40Cuando la nube de humo comenzó a alzarse como una columna sobre la ciudad, volvieron los ojos atrás y vieron que toda la ciudad subía en fuego hacia el cielo. 41 Diéronles entonces la cara los hijos de Israel; y los de Benjamín, aterrados ante el desastre que se les venía encima.

 

La narración, interrumpida por los v.35-36a, se continúa en esta perícopa, en que se describe la acción de la emboscada. Una vez alejados los benjaminitas de Gueba, las gentes de la emboscada penetraron en la ciudad, la incendiaron y pasaron a sus habitantes a filo de espada. Gueba, por su crimen, fue entregada al anatema.

 

Exterminio de Benjamín (20:42-48).

42 …volvieron las espaldas ante los hijos de Israel y emprendieron la huida, camino del desierto; pero la batalla los apretaba, y los que venían de la ciudad los exterminaron. 43Cercaron a Benjamín, le persiguieron sin descanso, le aplastaron, hasta el oriente de Gueba. 44Dieciocho mil nombres cayeron de Benjamín, todos gente valiente. 45 De entre los que huían hacia el desierto, hacia la roca de Rimón, mataron los de Israel por las subidas cinco mil, y siguieron persiguiéndolos hasta acabar con ellos, y mataron otros mil. 46El número total de los de Benjamín que perecieron aquel día fue de veinticinco mil hombres de guerra, todos valientes. 47Seiscientos hombres de los que emprendieron la huida hacia el desierto y pudieron llegar a la roca de Rimón permanecieron allí durante cuatro meses. 48 Los hijos de Israel se volvieron sobre Benjamín y pasaron a filo de espada las ciudades, hombres y ganados y todo cuanto hallaron, e incendiaron cuantas ciudades encontraron.

 

En su huida al desierto, al este de Gueba, los benjaminitas fueron también atacados por los soldados de la ciudad, encontrándose entre dos fuegos. Algunos supervivientes, perseguidos constantemente por los israelitas, torcieron hacia el norte con ánimo de alcanzar la roca de Rimón, el pueblo actual de Rammun, a tres kilómetros de Taiyibé (Ofra), región poblada todavía hoy de numerosas grutas. Tan sólo unos seiscientos hombres pudieron lograr el objetivo y escapar de este modo de la espantosa matanza. Los israelitas se desparramaron por el territorio de Benjamín, pasando a fijo de espada a hombres, mujeres, niños y ganados, e incendiando las ciudades. Todo Benjamín fue consagrado al anatema, porque todo su territorio se había contaminado con el crimen de los de Gueba "hijos de Belial." Israel fue el instrumento de que se valió Dios para quitar de en medio aquella abominación.

 

Rehabilitación de Benjamín (21:1-8).

1Los hombres de Israel habían jurado en Masfa, diciendo: "Ninguno de nosotros dará por mujer su hija a uno de Benjamín." 2Vino el pueblo de Betel y estuvo allí ante Dios toda la tarde. Alzando su voz, lamentábase grandemente, diciendo: 3"¿Por qué, ¡oh Yahvé, Dios de Israel! ha sucedido que en Israel venga hoy a faltar una tribu?" 4Al día siguiente, levantándose de mañana, alzaron allí un altar, ofrecieron holocaustos y hostias pacíficas, 5 y se preguntaron: "¿Quién de entre las tribus de Israel no ha subido a la asamblea de Yahvé?" Porque habían jurado solemnemente contra quien no subiera ante Yahvé a Masfa, diciendo: "Será castigado con la muerte." 6Los hijos de Israel se compadecieron de Benjamín y su hermano, y se decían: "Hoy ha sido amputada de Israel una tribu. 7¿Qué haremos por ellos, para procurar mujeres a los que se quedan? Porque hemos jurado por Yahvé no darles por mujeres nuestras hijas." 8Dijéronse, pues: "¿Hay alguno entre las tribus de Israel que no haya subido ante Yahvé a Masfa?" Y ninguno de Jabes Galaad había venido al campo, a la asamblea.

 

Dios, que había castigado hasta el exterminio a los pecadores, se compadece de Benjamín e interviene para rehabilitarle. Al anatema contra Benjamín se unía el juramento de no dar a los benjaminitas las hijas de Israel por esposas, lo que equivalía a la total desaparición de aquella tribu de la comunidad de Israel. En el presente capítulo se indica la manera como los israelitas solucionaron el problema creado por su juramento. Piensan algunos expositores (Vincent, Fernández) que el redactor final recogió diversas tradiciones al escribir esta historia, en la cual se repiten diversas veces los mismos hechos (v.1:14; 3:6-15; 5:8; 7:16-18; 8-9). Según una de estas tradiciones, se pide a los de Galaad que den de buen grado sus hijas a los hombres de Benjamín, lo que ellos solos pueden hacer sin perjurio. Otra tradición dice que los jabesitas fueron asesinados por no haber acudido a la asamblea de Israel, salvándose tan sólo las jóvenes vírgenes, según Núm 31:17-18. En fin, una tercera tradición refiere que, en ocasión de una fiesta de Yahvé en Silo, los benjaminitas se apoderaron de cuantas jóvenes tenían ellos necesidad.

 

Las vírgenes de Jabes Galaad (21:9-18).

9Hicieron un recuento del pueblo, y no se halló ninguno de Jabes Galaad. 10Entonces envió contra ellos la asamblea doce mil hombres de los más valientes con esta orden: "Id y pasad a filo de espada a los habitantes de Jabes Galaad, con sus mujeres y niños, u Pero habéis de hacer así: Anatematizad a todo hombre y a toda mujer que haya conocido varón." 12Hallaron entre los habitantes de Jabes Galaad cuatrocientas jóvenes vírgenes que no habían conocido varón compartiendo su lecho y las llevaron al campo de Silo, en la tierra de Canaán. 13Mandó entonces toda la asamblea mensajeros que hablaran a los hijos de Benjamín que estaban en la roca de Rimón, y les ofrecieron la paz. 14Volvieron los de Benjamín entonces, y se les dieron por mujeres las que habían sobrevivido de las mujeres de Jabes Galaad, pero no hubo bastantes. 15El pueblo se compadecía de Benjamín, porque había abierto Yahvé una brecha en las tribus de Israel; 16y los ancianos de la asamblea se preguntaron: "¿Cómo haremos para procurar mujeres a los de Benjamín, puesto que sus mujeres han sido muertas?" 17Y decían: "Quede en Benjamín la heredad de los que han escapado, para que no desaparezca una de las tribus de Israel; 18pero nosotros no podemos darles por mujeres nuestras hijas, porque los hijos de Israel han jurado diciendo: Maldito quien dé a los de Benjamín su hija por mujer."

 

Los presentes en la asamblea no pueden entregar sus hijas a Benjamín; así lo juraron en Masfa (20:1). Pero, hechas las indagaciones pertinentes, comprobaron que Jabes Galaad no había tomado parte en la guerra contra Benjamín, por lo cual no estaban obligados por el juramento. Ningún vestigio se conserva en la Biblia del anatema contra Jabes Galaad; las relaciones posteriores entre Galaad y Benjamín fueron cordiales (1 Sam 11:1-10; 31:11-13; 2 Sam 2:4; 21:12). Por lo mismo, algunos expositores católicos consideran los v.5:10 (menos las primeras palabras), n y parte del 14 como una glosa inspirada en Núm 31:17 (Tamisier). Acaso sea también una glosa posterior la frase "Silo, en la tierra de Canaán," que se introdujo para dar apariencia legal a la operación. El campo de los israelitas se encontraba en Masfa o en Betel (v.2), pero no en Silo. El texto primitivo decía solamente: "Y las llevaron (a las vírgenes) al campo," sobrentendiéndose de Masfa o Betel. Emisarios de los israelitas fueron a Rimón, donde estaban los seiscientos supervivientes de Benjamín, y les ofrecieron la paz (Deut 20:10-13), que aceptaron. No hubo bastantes mujeres para todos, por lo que el pueblo se compadeció de Benjamín, preocupado en reparar la brecha que había abierto Yahvé en las tribus de Israel.

 

Rapto de las jóvenes de Silo (21:19-25).

19Y dijeron: "Cerca está la fiesta de Yahvé, que de año en año se celebra en Silo" — ciudad situada al norte de Betel, al oriente del camino que de Betel sube a Siquem y al mediodía de Lebona. 20Y dieron a los de Benjamín esta orden: 21"Id y poneos en emboscada en las viñas. Estad atentos, y, cuando veáis salir a las hijas de Silo para danzar en coro, salís vosotros de las viñas y os lleváis cada uno a una de ellas para mujer, y os volvéis a la tierra de Benjamín. 22Si los padres o los hermanos vienen a reclamárnoslas, les diremos: Dejadlos en paz, pues con las de Tabes Galaad tomadas en guerra no ha habido una para uno y no habéis sido vosotros los que se las habéis dado, que lo entonces seríais culpables," 23Hicieron así los hijos de Benjamín, y cogieron de entre las que danzaban una cada uno, llevándoselas y volviéndose a su heredad. Reedificaron las ciudades y habitaron en ellas. 24Fuéronse entonces los hijos de Israel cada uno a su tribu, a su familia, volviendo todos a su heredad. 25No había entonces rey en Israel, y hacía cada uno lo que bien le parecía.

 

La desgracia que diezmó la tribu de Benjamín es una manifestación clara de la justa cólera divina. Doscientos hombres habían quedado sin mujer por no hallar las suficientes en Galaad, y era necesario procurárselas para que "quede en Benjamín la heredad de los que han escapado" (v.17). El texto sagrado refiere el ardid que emplearon los israelitas para que cada benjaminita tuviera su mujer. A este episodio precede una introducción paralela al relato anterior (15 = 6; 16 = 7a; 18 = 1).

Era próxima una de las fiestas de Yahvé en Silo, sin duda una de las tres prescritas por la Ley (Ex 23:14; 34:23), sin que pueda precisarse cuál de ellas; durante la misma, las hijas de Israel danzaban en coro — alusión a las danzas acompañadas de gritos (Ex 32:1:-19). Los doscientos benjaminitas, por indicación de los ancianos de la asamblea, debían apostarse en emboscada en las viñas, espiando el momento en que ellas salían, para procurarse cada uno una mujer. Este consejo de los ancianos tropezaba con el inconveniente de la lógica protesta de los padres y hermanos de las jóvenes, que tenían derecho a reclamar, fuera del caso de guerra, el mohar o la dote de parte del que tomaba a su hija o hermana por esposa. Pero habían prevenido ya esta circunstancia y la respuesta que los raptores debían dar a los demandantes, Los benjaminitas siguieron al pie de la letra aquel consejo. Después de haber asegurado a los padres y hermanos que no tomaban aquellas vírgenes en calidad de botín de guerra, percibiendo, por lo mismo, ellos el mohar, marchóse cada uno a su heredad. También los hijos de Israel se marcharon cada uno a su tribu y a su clan.

Las abominaciones de que ha hablado el autor sagrado en estos dos apéndices reclamaban la institución de la monarquía davídica, que impusiera el orden y la justicia, que tanto se echaban de menos en Israel. Esta es la idea que quiere inculcar el hagiógrafo al repetir al final la consabida frase (17:6; 18:1; 19:1): "No había entonces rey en Israel, y hacía cada uno lo que bien le parecía."