Primer Congreso Internacional de la Divina Misericordia

Se ha celebrado en Roma, los días 2 al 6 de Abril de 2008, el Primer Congreso Internacional de la Divina Misericordia. La fecha de inicio ha coincidido con la celebración del tercer aniversario de la muerte de Juan Pablo II, el Papa que puso como eje de su pontificado la Misericordia de Dios.

Dios es siempre Padre Misericordioso, y así lo descubrimos en la Revelación contenida en la Sagrada Escritura. Dios es Amor, y todo lo que ha hecho, y hace, es por pura misericordia con nosotros, que somos sus criaturas predilectas. Pero a veces nuestros miedos y errores han presentado al mundo la imagen falsa de un Dios de la fría justicia y la incomprensible venganza y castigo. Pero Jesucristo nos habló de Dios como Padre. Por eso de vez en cuando el Señor se manifiesta al mundo para corregir nuestras desviaciones. De este modo reveló en su momento la profundidad de su Divino Corazón a Santa Margarita María. Y en pleno Siglo XX, a través de la religiosa polaca Santa Faustina, nos recuerda la grandeza de su Misericordia, a la que tenemos que acudir con la confianza de hijos amados por Dios. Y el Señor le encarga a esta religiosa que difunda la devoción a la Divina Misericordia por todo el mundo. Que haga pintar un cuadro tal y como El se le ha manifestado: en cuerpo glorioso, con las señales de la crucifixión, bendiciendo al mundo, y con dos rayos que salen de su corazón traspasado: uno blanco que simboliza el agua del Bautismo y de la Gracia, y otro rojo que representa el Sacrificio Redentor de Cristo continuamente renovado en la Santa Misa.

Será el Papa Juan Pablo II, que conoció de primera mano en su Polonia natal estas revelaciones de Cristo a Sor Faustina, quien difunda por todo el mundo el Amor de Dios, la Divina Misericordia. Canonizó a Santa Faustina, bendijo el primer Santuario de la Divina Misericordia en Polonia, y él mismo murió en la fiesta de la Divina Misericordia, ha hecho ahora tres años.

Con este motivo nos hemos reunido en Roma miles de cristianos venidos de todo el mundo para orar con Benedicto XVI junto a los restos mortales de Juan Pablo II, y recibir de él la fuerza necesaria para ser Apóstoles de la Divina Misericordia.

Se inició el Congreso con una solemne y multitudinaria Misa en la Plaza de San Pedro oficiada por el Papa Benedicto XVI. Unas sesenta mil personas nos congregamos en el histórico lugar. Se notaba la presencia destacada de polacos y gente joven.




Inicio del Congreso

Las sesiones del Congreso tuvieron lugar en la esplendorosa Basílica de San Juan de Letrán, la catedral de la Diócesis de Roma.






Se inició con unas palabras del Vicario del Papa para la Diócesis de Roma Cardenal Ruini. Posteriormente nos dirigió la palabra el Cardenal Schomborn, de Viena, que era el Presidente del Congreso. Hizo una presentación de los temas del Congreso y de las personalidades que iban a intervenir. Se ganó el afecto del público asistente por su cordialidad y semejanza con Juan Pablo II.





Los temas del Congreso

Estaban agrupados en tres grandes bloques:

A) EL MISTERIO DE LA MISERICORDIA: TESORO DE LA IGLESIA
B) LA MISERICORDIA PARA LA COMUNIÓN DE LA IGLESIA
C) LA MISERICORDIA COMO MISIÓN PARA LA IGLESIA.

Fueron ponentes: El Cardenal Backiz, de Lituania. El Cardenal Barbaris, de Francia. El Cardenal Arince, de Nigeria. La Madre Elvira, de Bosnia. El Sr. Mgr. Ranjith, Sirio. Inmaculada Ilibagiza, de Ruanda. Y el Cardenal Dziwinz, de Polonia.
Este último Cardenal, que fue secretario particular de Juan Pablo II desde que era Obispo en Cracovia hasta su muerte, fue presentado por el Cardenal Presidente como la reliquia que nos ha dejado Juan Pablo II. Fue muy ovacionado y acosado por los asistentes, que pedían su bendición. Su sonrisa y su bondad nos recuerdas al Gran Apóstol de la Divina Misericordia, como fue el Papa Juan Pablo II.





Actividades complementarias

Las sesiones de la tarde estuvieron dedicadas a la oración, adoración al Santísimo, encuentros por grupos de idiomas, evangelización popular por las calles de Roma, y actuaciones festivas y testimoniales en el gran escenario montado al efecto en la popular Piazza Navona de Roma. El ambiente era muy fraternal y alegre. Las noches de la Piazza famosa de los pintores y bohemios, se encendieron con la luz de la Verdad evangélica y la presencia familiar de miles de creyentes con sus pastores, compartiendo ratos de gozo contagioso. Los chicos y chicas de la Comunidad del Cenáculo pusieron la nota artística y alegre con sus actuaciones magistrales. La Madre Elvira, su Fundadora, rebosaba alegría y entusiasmo apostólico.






Final del Congreso

El Congreso tuvo como broche de oro la Santa Misa presidida por el Cardenal Schomborn, y concelebrada por muchos Cardenales y Obispos y cientos de sacerdotes de todo el mundo. Cantó el coro polifónico de la Diócesis de Roma, que contribuyó a solemnizar notablemente la celebración en aquel marco incomparable de San Pedro del Vaticano.

Al finalizar la Santa Misa fuimos a la Plaza de San Pedro a escuchar al Santo Padre en el rezo del Regína Caeli, y las palabras que nos dirigió a todos los congresistas, con su bendición final. Todos acabamos con la sensación de haber disfrutado abundantemente de la Misericordia de Dios.

Juan García Inza (Sacerdote)
Santuario de la Divina Misericordia en Murcia-España