YO NO SOY SOBERBIO, ¿QUIÉN DIJO ESO?
Enviado el Tuesday, 16 November
I. Introducción
Hablamos de soberbia y nos referimos a una actitud de arrogancia, y los
soberbios se autocalifican en sus hechos de grandiosos, magníficos, o
estupendos, y disfrutan placenteramente en la contemplación de sus cualidades
propias, con menosprecio a los demás.
II. Definiciones
Soberbia es uno de los siete pecados capitales. Consiste en una estima de sí
mismo, o amor propio indebido, que busca la atención y el honor, y se pone uno
en antagonismo con Dios (CIC 1866)
La soberbia es el amor excesivo de la propia excelencia. Santo Tomás, sin
embargo, confirmando la opinión de san Gregorio, lo considera el rey de todos
los vicios, y pone en su lugar la vanagloria como uno de los pecados capitales.
Al darle esta preeminencia lo toma en su significado más formal y completo.
Entiende que es esa estructura mental en la que un hombre, a través del amor a
la propia valía, aspira a alejarse de la sujeción a Dios Todopoderoso y no hace
caso de las órdenes de los superiores.
III. Yo no soy soberbio, ¿Quién dijo eso?
Un profesor, les cuenta el testimonio de su vida de estudiante a sus alumnos.
Según él para servir de ejemplo. Entonces les narró cómo él fue un estudiante
responsable, como él era más puntual que nadie para llegar a clase. Lo más
importante que les hizo saber fue que él había obtenido estupendas
calificaciones y sin estudiar mucho, sólo cultivando su natural inteligencia.
Agregando finalmente, que gracias a Dios, él no necesitó ayuda de los demás, que
su personalidad era triunfadora, de mucho éxito y se sentía bien consigo mismo
además de que se felicitaba por ser mejor que los demás.
Luego se sienta sobre su pupitre, mira a sus alumnos y dice: Bien, ya les he
hablado de una parte de mi vida, entonces vamos ahora a hablar de ustedes, por
favor participen todos. Para empezar, comenten ustedes ¿Qué les ha parecido mi
vida de estudiante?
Dice san Agustín; “La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está
hinchado parece grande pero no está sano”.
El cuento del profesor, creado para ilustrar el tema de la soberbia, nos
recuerda un personaje presuntuoso y engreído. Deseoso de mostrar las propias
cualidades, mismas que le sean reconocidas y alabadas. Simple vanidad.
En todo caso la soberbia es mucho más de lo que refleja la actitud del profesor.
Pero hay que estar atentos, porque por lo general, la soberbia no muestra la
cara, siempre está bajo una mascara. Es decir, la soberbia está al acecho,
observando a escondidas y con cuidado para no ser descubierta.
IV. Las máscaras de la soberbia
La soberbia finge cualidades, ideas o sentimientos contrarios a los que
verdaderamente tiene. Descubramos esta fiesta de máscaras que utiliza la
soberbia para contaminar la vida de los hombres. Estas son presentadas como un
ideal principal, carácter íntimo o esencia de algo.
Falso espíritu de servicio: es una persona abnegada y muy generosa que nunca
piensa en sí misma, sin embargo, manifiesta con gran pena “si no fuera por mí,
nada se haría, soy la única que hace algo”
Falso espíritu de justicia: Es una persona muy preocupada de que se haga
justicia, pero no logra disimular el resentimiento o la indignación producida
por el desengaño o por las ofensas, no conoce el perdón ni es capaz de calmar el
disgusto o pena causados por algo que considera una falta de afecto o una
desconsideración
Falso espíritu de verdad. Es una persona que defiende la verdad a toda costa y
no es capaz de medir su vehemencia. Actúa y se comporta sin tener en cuenta los
derechos de los demás. Tiene un deseo irresistible de imponerse o dominar con
mucha diferencia. Se cree siempre poseedor de la verdad y cae en el mal de
llevar la contraria a todo.
Falso espíritu de la sabiduría: es una persona intelectual, su severidad
excesiva y escrupulosa, sólo él sabe cómo se interpreta todo, exige exactitud y
rigidez en el cumplimiento de una ley, una norma o una regla, su actitud es
orgullosa y generalmente despectiva con los demás
Falso espíritu de la enseñanza: es una persona de mucho empeño e interés por
enseñar, sus consejos son de lo mejor, ellas son ejemplo de los que enseñan. Es
una persona que dice las cosas por el bien de los demás. Son paternalistas y
hacen sentir al aconsejado su superioridad y suficiencia.
Falso espíritu de coherencia. Es una persona que busca la conexión, relación o
unión en todo, pero ella ajusta los criterios a su conveniencia e impone
cambiarle el principio a las personas, para que su forma de pensar parezca
buena.
Falso espíritu de generosidad. Es una persona generosa, lo regala todo, sus
obsequios son magníficos, aparatosos, lujosos. Todo lo que da lo hace para que
los demás vean su generosidad, humillando muchas veces al que recibe.
V. Descubriendo la soberbia
Pareciera que la soberbia está en todo y no nos salvamos de ella. Pero además
descubrimos que todos tenemos manifestaciones de soberbia. No nos sintamos
ofendidos por esta última afirmación. Revisemos ese aire de dignidad y esa
susceptibilidad. Hagamos sí, un esfuerzo para descubrirla y dominarla o
mitigarla.
Francisco de Quevedo y Villegas, escribe: “Más fácil es escribir contra la
soberbia que vencerla”.
El soberbio es autosuficiente, porque él cree que se basta a sí mismo, que no
necesita a nadie, ni de Dios, ni de los demás. Además goza de gran
autocomplacencia al sentirse muy satisfecho, se vanagloria de sí mismo y se
autoalaba.
El soberbio es orgulloso, se cree superior, por lo que trata de forma despectiva
y desconsiderada a los demás, es decir es altanero, con actitud despreciativa
hacia los demás en palabras, gestos y miradas. Además es vanidoso, aparenta lo
que no es, todo lo que hace es una actuación para quedar bien, a costa de todo
incluso de la verdad.
El soberbio no trepida y no tiene vergüenza para hacerse dueño de los méritos
que no le corresponden, se apropia del éxito ajeno, y acomoda, adapta las cosas
para sacar provecho de las iniciativas que no le pertenecen. Además pone todo su
esfuerzo para vanagloriarse y presumir llamando la atención y arrogarse ventajas
y beneficios, incluso derechos especiales que no goza todo el mundo.
El soberbio es aquel que desea imponer su propio juicio y gusto personal. Pero
aún más, él quiere a toda costa que todos aprueben, acepten y apoyen sus
opiniones, sus gustos e iniciativas, pero sin aceptar la de los demás. Además
impone su orgullo, con cierta rebeldía, para que todo se haga como él quiere, se
molesta y muestra enojo si le contradicen.
El soberbio mira con malos ojos cualidades y éxitos de otros, entonces es
envidioso y busca desanimar al que va bien, manifiesta su deseo de fracaso a
otro que no es él. Pero además es egoísta, y busca ser el punto central,
interesado sólo por sí mismo, sus bienes y cosas.
El soberbio es desconfiado, sospecha de todo, complica todo lo que puede, enreda
las expresiones de los demás, es burlón e irónico, lastima y ridiculiza a otros.
También su juicio es duro, terco, juzga despreciativamente al que puede e
interpreta siempre mal los actos de las personas. Además vive cavilando, le da
vuelta una y otra vez a las cosas complicándolas mucho más de lo que es.
El soberbio es ambicioso, se empeña a toda costa en triunfar, pasa por encima de
cualquiera que se oponga a su éxito, busca todas las formas para sentirse bien
consigo mismo. Es poderoso y mejor que los demás. Es calculador y para tener
beneficios, reflexiona con cuidado y atención si va a tener perjuicios. Todo lo
hace por conveniencia.
El soberbio es desconfiado, está siempre preocupado de que no le vayan a
engañar. Está siempre manifestando abiertamente cómo los demás se equivocan,
está pendiente de los errores ajenos, critica los defectos de los demás. Su
intención siempre es dejar mal a la otra persona ante los otros. Es el tipo de
persona capaz de emitir juicios temerarios y negativos sobre otros, sin importar
si se tiene fundamento en la verdad.
Tal vez se puede decir que éste es un crudo análisis del soberbio, o quizás
cruel, áspero, despiadado porque intenta mostrar con realismo lo que puede
resultar desagradable o afectar a la sensibilidad de quien lo lee.
Pero la verdad que aún hay más, porque es soberbio el que se desanima ante los
propios errores y fracasos, como el que hace suya una actitud de desaliento, de
pesimismo y de reproche. En efecto, la falta de aceptación personal, es decir,
no estar conforme consigo mismo y por eso auto reprocharse y reprocharle a Dios
por ser como se es, también es soberbia.
Un saludo fraternal