Urbanidad de la piedad

Autoría: Dr. E. Volpacchio y R. Reynaud

 

En la vida social hay unas formas, unas "reglas" de buena educación y hasta un protocolo. Una persona se muestra a sí misma, también a través de ellas. También hay unos modos de tratar a Dios y de estar en una iglesia. Se la podría llamar la urbanidad de la piedad. 

Hay una distancia infinita entre Dios y el hombre: el amor y la confianza que proceden de la filiación divina no conllevan una falta de respeto o igualdad de situación delante de nuestro Creador. Es por esto que debemos cuidad las posturas y los gestos. Todo pretende ser expresión de respeto y amor a Dios. Por eso hemos de cuidar una serie de detalles como:

Amar a Dios con todo nuestro ser y nuestra vida. Obviamente incluye nuestros gestos. El amor se nota. Y si no se nota... es que es demasiado débil.

Hemos de estar atentos para que la confianza no degenere en falta de respeto. No es verdad que la espontaneidad sea de por sí buena. Depende de qué espontaneidad: la hay buena y la hay salvaje.

El amor tiene una línea de mínima que es el respeto y la veneración. No puedo amar lo que no respeto. Tampoco lo que no venero.

Así como el cumplimiento de los modales y normas de buena educación muestran la "calidad humana" de una persona. La urbanidad de la piedad muestra nuestra fe, esperanza y amor. Es respeto y elegancia, aplicado a las cosas de Dios.


Nota sobre la vestimenta de las mujeres:

Los hombres no miran ni funcionan igual que las mujeres: por algo casi no existe la pornografía para mujeres.

Las mujeres deben darse cuenta que con la vestimenta ajustada, ligera y que descubre demasiado (más que vestimenta es desvestimenta), pueden provocar que un hombre peque mortalmente al desearlas o tener pensamientos impuros o peque venialmente con una mirada…

No es pecado el vestirse provocativamente sino el buscar a propósito ese efecto en los hombres, sabiendo que la desvestimenta de una puede ser ocasión de pecado.

¿No es triste que sea imposible reconocer por la vestimenta la diferencia entre muchas mujeres “normales” y prostitutas posmodernas?

¿No vale la pena vestirse elegantemente y así evitar el terrible dolor que todo pecado provoca atemporalmente a Cristo en su Pasión?

Lo triste no es que muchas casas de moda sean cada vez más ordinarias y de mal gusto, sino que algunas mujeres no se den cuenta de ello.

Si no está de acuerdo, fíjese en lo que dice San Pablo: recomienda no comer carne sacrificada a los ídolos, no porque sea malo en sí para el Cristiano, sino porque eso podía provocar escándalo y pecado. Todo lo que es lícito no necesariamente es conveniente… a la mujer no le afecta lo que se pone o despone pero sí debiera mostrar su caridad al pensar en los hombres, que funcionan distinto en ese tema. Si poco le importan los hombres al menos hágalo por amor a Dios que tanto sufre por cada pecado.

1 Corintios 8

4              Ahora bien, respecto del comer lo sacrificado a los ídolos, sabemos que el ídolo no es nada en el mundo y no hay más que un único Dios.

7              Mas no todos tienen este conocimiento. Pues algunos, acostumbrados hasta ahora al ídolo, comen la carne como sacrificada a los ídolos, y su conciencia, que es débil, se mancha.

8              No es ciertamente la comida lo que nos acercará a Dios. Ni somos menos porque no comamos, ni somos más porque comamos.

9              Pero tened cuidado que esa vuestra libertad no sirva de tropiezo a los débiles.

10           En efecto, si alguien te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un templo de ídolos, ¿no se creerá autorizado por su conciencia, que es débil, a comer de lo sacrificado a los ídolos?

11           Y por tu conocimiento se pierde el débil: ¡el hermano por quien murió Cristo!

12           Y pecando así contra vuestros hermanos, hiriendo su conciencia, que es débil, pecáis contra Cristo.

13           Por tanto, si un alimento causa escándalo a mi hermano, nunca comeré carne para no dar escándalo a mi hermano.

1 Corintios 10

23           «Todo es lícito», mas no todo es conveniente. «Todo es lícito», mas no todo edifica.

24           Que nadie procure su propio interés, sino el de los demás.

25           Comed todo lo que se vende en el mercado sin plantearos cuestiones de conciencia;

26           pues del Señor es la tierra y todo cuanto contiene.

27           Si un infiel os invita y vosotros aceptáis, comed todo lo que os presente sin plantearos cuestiones de conciencia.

28           Mas si alguien os dice: «Esto ha sido ofrecido en sacrificio», no lo comáis, a causa del que lo advirtió y por motivos de conciencia.

29           No me refiero a tu conciencia, sino a la del otro; pues ¿cómo va a ser juzgada la libertad de mi conciencia por una conciencia ajena?

30           Si yo tomo algo dando gracias, ¿por qué voy a ser reprendido por aquello mismo que tomo dando gracias?

31           Por tanto, ya comáis, ya bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios.

32           No deis escándalo ni a judíos ni a griegos ni a la Iglesia de Dios;

33           lo mismo que yo, que me esfuerzo por agradar a todos en todo, sin procurar mi propio interés, sino el de la mayoría, para que se salven.

Si le parece algo “sin importancia”, entonces con más razón no le costará vestirse con más cuidado, no sea que en el Juicio personal tenga que rendir cuenta de horribles pecados que le causó a hombres y los sufrimientos que tuvo que pasar Cristo por ellos en su Pasión, por algo que Ud. misma considera “sin importancia”.

Otro tema relacionado: San Pablo recomienda a las mujeres que, si no se usa velo para orar, se use el cabello como velo. Esto significa soltarse el pelo sobre los hombros, ergo tenerlo largo y suelto, caso contrario usar velo/mantilla. Esto no es un tema de costumbres sino algo sobrenatural: para que no se avergüencen los ángeles.

Ya que estamos, San Pablo indica que los hombres deben tener la cabeza descubierta (sin gorras).

1 Corintios 11

4              Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta a su cabeza.

5              Y toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta a su cabeza; es como si estuviera rapada.

6              Por tanto, si una mujer no se cubre la cabeza, que se corte el pelo. Y si es afrentoso para una mujer cortarse el pelo o raparse, ¡que se cubra!

7              El hombre no debe cubrirse la cabeza, pues es imagen y reflejo de Dios; pero la mujer es reflejo del hombre.

8              En efecto, no procede el hombre de la mujer, sino la mujer del hombre.

9              Ni fue creado el hombre por razón de la mujer, sino la mujer por razón del hombre.

10           He ahí por qué debe llevar la mujer sobre la cabeza una señal de sujeción por razón de los ángeles.

11           Por lo demás, ni la mujer sin el hombre, ni el hombre sin la mujer, en el Señor.

12           Porque si la mujer procede del hombre, el hombre, a su vez, nace mediante la mujer. Y todo proviene de Dios.

13           Juzgad por vosotros mismos. ¿Está bien que la mujer ore a Dios con la cabeza descubierta?

14           ¿No os enseña la misma naturaleza que es una afrenta para el hombre la cabellera,

15           mientras es una gloria para la mujer la cabellera? En efecto, la cabellera le ha sido dada a modo de velo.

16           De todos modos, si alguien quiere discutir, no es ésa nuestra costumbre ni la de las Iglesias de Dios.

17           Y al dar estas disposiciones, no os alabo, porque vuestras reuniones son más para mal que para bien.

27           Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor.

28           Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa.

29           Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo.

30           Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y muchos débiles, y mueren no pocos.

31           Si nos juzgásemos a nosotros mismos, no seríamos castigados.

32           Mas, al ser castigados, somos corregidos por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.