Autor: Germán Sánchez
Griese
Técnica del Coloquio en la dirección espiritual
Sea cual fuere la interpretación que se le dé a la dirección espiritual, ésta siempre se realiza a través de un medio humano: la palabra. Director y dirigido se pondrán en contacto a través de la palabra.
Objetivo del
presente estudio.
Que la dirección espiritual tenga una importancia
capital en la vida de las mujeres consagradas, está fuera de duda. Cómo,
cuándo y de qué forma llevar a cabo esta dirección espiritual aparece ya no en
forma tan clara. Muchos han sido los esfuerzos que en este sentido se han
llevado a cabo en la época de la renovación de la vida consagrada, después del
Concilio. Esfuerzos que de alguna manera han sido influenciados por el avance
de las ciencias humanas, sin olvidar tampoco los proyectos y las iniciativas
que el feminismo ha aportado a la dirección espiritual de mujeres consagradas.
De esta forma nos encontramos con una dirección espiritual para mujeres
consagradas enriquecida por la psicología, la sociología y los aportes del
feminismo. Siendo la dirección espiritual un medio en donde dos personas se
ponen en diálogo, o mejor dicho, se ponen en camino para conocer la voluntad
de Dios, siemp re será interesante y necesario ayudarse de dichas ciencias y
aportes para mejorar la ayuda que el director o la directora espiritual pueden
prestar a la persona dirigida. La psicología del desarrollo evolutivo, las
técnicas de escucha, la diagnosis, conocimiento y tratamiento de las
principales enfermedades mentales, algunas dinámicas de grupos, las nuevas
posibilidades de desarrollo que ofrece el mundo moderno a la mujer, son sólo
algunos de los muchos tópicos en los que conviene estar bien informado para
promover una mejor dirección espiritual.
Pero en este enriquecimiento también se encuentran,
como en toda realidad humana, la parte de las sombras. Algunos han querido
hacer girar la dirección espiritual únicamente en base a las aportaciones de
estas ciencias, reduciendo la dirección espiritual, en algunos casos, a un
ejercicio de la psicología. O, basándose en una psicología no fundamentada en
una correcta visión antropológica del hombre, cerrada al trascendente, ignor
ante de la acción de la gracia en las almas y alejada del cultivo de las
virtudes humanas, pueden haber caído en algunas interpretaciones de la
dirección espiritual no del todo adecuadas para un católico o una persona
consagrada. Podemos decir, que han caído en una visión meramente
horizontalista de la dirección espiritual.
Conscientes del espacio con el que contamos, nuestro
pequeño estudio tiene como objetivo el proponer una ayuda psicológica, la
técnica del coloquio, en la dirección espiritual. Sea cual fuere la
interpretación que se le dé a la dirección espiritual, ésta siempre se realiza
a través de un medio humano: la palabra. Director y dirigido se pondrán en
contacto a través de la palabra. Pero, tomando la acepción de Mondin y de
Gusdorf , la palabra revela el interior del hombre. No es tan sólo una
comunicación de ideas la que se da en la dirección espiritual, ni intercambio
de experiencias, sino una verdadera revelación del interior de la persona.
Interior que s erá la materia que deberá irse transformando, espiritualizando
y, en el caso de las mujeres consagradas, deberá irse haciendo más parecido a
Cristo . Será por tanto de capital importancia, la forma en que se desarrolle
este diálogo, conscientes de que se juega en él la finalidad de la dirección
espiritual: ayudar a que la persona dirigida encuentre su plenitud vocacional.
Por lo tanto, estudiaremos cuáles podrían ser las formas más adecuadas de
llevar esta conversación dentro de la dirección espiritual.
Cabe hacer la aclaración que no queremos reducir la
dirección espiritual sólo al medio psicológico del coloquio, pues ello
significaría reducir un instrumento de crecimiento humano y espiritual, como
es la dirección espiritual, a un mero instrumento psicológico, el coloquio.
Con ello no queremos decir que el director no deba despreciar los aportes que
la psicología puedan darle en este campo, sino que no debe estar más
preocupado por cumplir con el elemento psicológico, que por el elemento
espiritual. Cuando el director espiritual está realmente preocupado por hacer
que el alma de su dirigido descubra la voluntad de Dios, será esta
preocupación, este amor, el que lo lleve a cumplir adecuadamente con el fin de
la dirección espiritual, apoyándose en los diversos medios psicológicos .
Hemos hablado en esta introducción de los fines de la
dirección espiritual, y sin embargo no hemos definido la dirección espiritual.
Frente a la innumerable descripción de conceptos y acepciones que tiene el
término de dirección espiritual, y que en muchas ocasiones estas diversas
acepciones llevan de tras de sí connotaciones de peso teórico no
despreciables, en la primer parte trataremos de dar, no una definición, pero
sí una explicación de lo que debe entenderse por dirección espiritual. Siendo,
como es de suponerse, muy variada la gama de pensadores y corrientes de
pensamiento que se han dado sobre la dirección espiritual, partiremos de
aquello que el Magisteri o de la Iglesia, del Concilio Vaticano II hasta
nuestros días, ha trazado y considera necesario con respecto a la dirección
espiritual para las personas consagradas. De esta explicación tomaremos pie
para introducir, ahora sí, los conceptos y descubrimientos de la técnica del
coloquio.
Hemos procedido de esta forma con el fin de dar la
primacía a la dirección espiritual como un elemento de formación espiritual
para las personas consagradas. Sólo así es posible captar la ayuda que puede
aportar la técnica del coloquio a la dirección espiritual. No pretendemos
“encajonar” la técnica del coloquio a la dirección espiritual, sino apoyar la
dirección espiritual con la técnica del coloquio.
Explicación de la dirección espiritual
Pocos conceptos han sido tan comentados en el
post-Concilio, cómo el de la dirección espiritual. Comentarios e
interpretaciones que a veces ponen en duda lo que el mismo Magisterio de la
Iglesia quiso decir al respecto. Encontramos así definiciones tan
contrapuestas como aquellas que siguen a Carl Rogers , por una parte y otros
que van por la línea de Benito Goya y Mendizábal. Por ello, queremos
centrarnos en las fuentes directas del Magisterio de la Iglesia, conscientes
que ahí encontraremos las líneas directrices originarias. Seguiremos un
recorrido fundamentalmente histórico.
El primer documento de la época de la renovación que
habla de la dirección espiritual es el Decreto Perfectae Caritatis. En
él leemos lo siguiente: “Gobiernen a sus súbditos como a hijos de Dios y con
respeto a la persona humana. Por lo mismo, especialmente, déjenles la debida
libertad por lo que se refiere al sacramento de la penitencia y a la dirección
de conciencia.” Este número recoge de alguna manera la tradición que se venía
dando desde el Decreto Quemadmodum en donde deja a cada religioso la
libertad de manifestar su conciencia al propio superior: “Questo però non
impediste che i sottoposti n on possano aprire il loro animo spontaneamente e
liberamente ai superiori, per ottenere dalla loro prudenza consiglio e
direzione nei dubbi e nelle ansie al fine de acquistare virtù e progredire
nella perfezione.” Existe por tanto, la costumbre de la dirección espiritual
para las religiosas antes del Concilio. Lo único que hace el Decreto es dar
las directivas a los superiores sobre la forma en que esta dirección
espiritual deberá llevarse a cabo, es decir, dejando en plena libertad a los
súbditos de acudir con quien ellos prefieran. Esta libertad no se refiere a
frecuentar o no la dirección espiritual, sino sólo la libertad de escoger la
persona que hará las veces de director espiritual.
Con la puesta en marcha de todas las propuestas
sugeridas por el Vaticano II , los institutos religiosos y las congregaciones
se dieron a la tarea de poner al día sus constituciones, así como el de
revisar sus costumbres y formas de vida. El difícil proceso de renovación
llevó a ciertas i nterpretaciones no del todo acorde a lo que el Vaticano II
había propuesto, a pesar de la gran libertad que el mismo Concilio dejó para
que los Institutos religiosos y las Congregaciones llevaran a cabo la
renovación. Por ello, el papa Pablo VI en la exhortación apostólica
Evangelica Testificatio anotaba que en el momento en que las
congregaciones se estaban “poniendo al día” (aggiornando), no se estaba
dando un adecuado discernimiento al juzgar pasados de moda, o con demasiada
ligereza, ciertos elementos esenciales en la vida religiosa .
Fue el documento La dimensión contemplativa de la
vida religiosa, que en 1980 recoge y consigna el papel que deberá
desempeñar la dirección espiritual en la vida de las personas consagradas,
frente a las interpretaciones que se habían venido dando en años precedentes.
Interpretaciones que con un gran tono de caridad el documento menciona como
inventos psíquico-pedagógicos. “También la dirección espiritual en se
ntido estricto merece recobrar su propia función en el desarrollo espiritual y
contemplativo de las personas. De hecho, nunca podrá ser sustituida por
inventos psíquico-pedagógicos. Por eso aquella dirección de conciencia, para
la cual Perfectae caritatis reclama la debida libertad, habrá de ser
facilitada por la disponibilidad de personas competentes y calificadas. Tal
disponibilidad será ofrecida ante todo por los sacerdotes, pues ellos, por su
misión pastoral específica, promoverán su estima y participación fructuosa.
Pero también los otros superiores y formadores, consagrándose al cuidado de
cada una de las personas que les han sido confiadas, contribuirán, si bien de
otra manera, a guiarlas en el discernimiento y la fidelidad a su vocación y
misión.”
Diez años después, la misma congregación para los
religiosos, en el documento La formación en los institutos religiosos,
explicará en qué consiste la dirección espiritual, queriendo fijar no sólo los
límites de es te medio, sino la responsabilidad de los formadores y
superiores: “Aunque los superiores sean designados justamente como maestros
espirituales, según el proyecto evangélico de su instituto, los religiosos
deben tener a su disposición para el fuero interno, incluso no sacramental, lo
que se ha convenido en llamar un director o consejero espiritual. Siguiendo la
tradición de los primeros padres del desierto y de todos los grandes
fundadores, los institutos religiosos tienen miembros particularmente
cualificados y designados para ayudar a sus hermanos en este campo. Su papel
varía según la etapa alcanzada por el religioso, pero su responsabilidad
esencial consiste en el discernimiento de la acción de Dios, la conducción del
religioso en las vías divinas y la alimentación de la vida con una doctrina
sólida y con la práctica de la oración. Especialmente en las primeras etapas,
será necesario evaluar el camino ya recorrido.”
Para efectos de nuestro estudio, vale la pena detener
nos y analizar este número por su riqueza de contenidos. En primer lugar
establece la importancia que tiene el director espiritual en la vida de la
persona consagrada. El crecimiento espiritual está aquí considerado como uno
de los elementos más importantes de la vida de la persona consagrada , por lo
que este crecimiento no es una parte opcional de la consagración, sino
inherente a ella misma. Por la misma consagración, la mujer consagrada está
obligada a dar una respuesta a quien la ha llamado. Esta llamada es una
llamada del Amor, que llama a una persona para que le responda en el amor. Por
lo tanto, todo lo que la persona consagrada haga o deje de hacer no se reduce
a una esfera material, individual o comunitaria, ésta sería sólo una visión
horizontalista y sociológica de la vida consagrada. Lo que hace o deje de
hacer una persona consagrada trasciende a la misma persona, porque su hacer
procede de su ser. Es consagrada, por lo tanto su actuar procede de esta
naturaleza -nueva co nsagración después de la consagración bautismal - que le
obliga a tender siempre a un amor más perfecto . Su respuesta por tanto deberá
crecer en el tiempo, so pena de marchitar el amor de la primera llamada. Esta
respuesta incluirá tópico tan importantes y variados como su respuesta a Dios,
su respuesta al carisma de la congregación en dónde Dios le ha llamado, su
respuesta a la vida fraterna en comunidad, a la vida de oración, al apostolado
específico, es decir, a todos aquellos elementos esenciales que componen la
vida consagrada y que la harán crecer en el amor.
Pero este crecimiento no está sometido únicamente al
juicio de cada persona, sino que debe ponerse en evidencia ante otra, y esto
como parte de la sabiduría bimilenaria de la Iglesia, así como de la misma
economía de la gracia, que ha querido servirse de medios humanos como canales
adecuados. “Quien a vosotros me escucha, a mí me escucha”. Por esta visión de
fe, el director espiritual no puede reducir su labor a la de un observador
pasivo. Sin duda alguna deberá respetar la libertad de la persona dirigida,
pero este respeto no se contrapone con el deber de iluminar la conciencia de
la persona consagrada, si en verdad se toma en serio lo que hemos mencionado
sobre el crecimiento espiritual. La persona consagrada por sí sola no puede
recorrer con seguridad los caminos que Dios le irá trazando y de ahí la
necesidad de contar con una ayuda que lo ilumine y le ayude a tomar
decisiones.
El director espiritual no hace las veces de padre, no
suplanta la voluntad de la persona dirigida. Su labor, como dice el texto del
número 63 del documento “Orientaciones sobre la formación en los Institutos
religiosos” será la de discernir la acción de Dios, la de conducir a la
religiosa en las vías divinas y la de alimentar su vida con una doctrina
sólida y con la práctica de la oración. En estas responsabilidades se centra
la esencia de la dirección espiritual. Discernir, conducir y alimentar son té
rminos que hablan de prudencia, de acción y de enriquecimiento. Acciones que a
su vez requieren un profundo conocimiento de la persona dirigida y de las
variadas posibilidades para lograr el crecimiento y el progreso espiritual y
humano.
Habiendo definido de esta forma la dirección
espiritual, podemos pasar a analizar y valorar la forma en que el director
espiritual puede enriquecerse del instrumento psicológico del coloquio.
Las “labores” del director espiritual
La triple labor del director espiritual de discernir,
conducir y alimentar, no se realiza en una forma impositiva. El ser humano no
es una computadora al cuál se le pueden almacenar indiscriminadamente unos
datos, en espera de que con una adecuada programación se obtengan los
resultados esperados. El hombre posee una libertad, un libre albedrío y una
inteligencia. Mediante estas facultades debe formarse un criterio y esto lo
hace conociendo las ideas, relacionándolas entre ellas , comparándolas hasta
ser capaz de emitir un juicio . Deberá comparar ideas, ser capaz de
confrontarlas, de ponderar su valor. El director espiritual le podrá ayudar a
conocer las ideas, a ponderarlas, pero no podrá nunca suplantarlo en la
función de razonamiento que la persona dirigida deberá realizar. Si la persona
dirigida no sabe razonar o el director espiritual no la deja o no la enseña a
razonar, se corre el riesgo de que las decisiones sean tomadas en base al
sentimiento o a la presión. Son decisiones no sostenidas por un razonamiento,
que la persona dirigida no ha hecho propias y que tarde o temprano estarán
destinadas a vacilar y a caer. Por el contrario, cuando las decisiones vienen
tomadas por la persona dirigida después de que ha existido un fuerte, ordenado
y claro razonamiento, existe una cierta seguridad de que esas ideas podrán
permanecer a lo largo del tiempo y servirán de trampolín para las acciones del
futuro.
Tomar decisiones significa también hacer uso de la
libertad, del libre albedrío. Para ello la persona dirigida debe ejercitar la
facultad de la voluntad. No basta conocer las cosas para ponerlas por obra. Se
requiere la facultad de la voluntad para hacer realidad lo que se ha visto con
el intelecto. Faltando esta facultad, se corre el riesgo de la manipulación .
Conocer y querer son facultades que en la dirección
espiritual revisten una importancia particularísima. Estas facultades se
podrán ejercitar o enseñar a ejercitar a través de la técnica del coloquio. El
director espiritual ilustra el pensamiento de la dirigida y a su vez conoce el
pensamiento de la dirigida a través de la palabra. No es el coloquio en la
dirección espiritual un simple intercambio de ideas, sino una “relación óptica
el interno de la cuál se construye un proceso de conversación guiada,
caracterizada de la activa interacción de los participantes durante la cual
dos personas intercambian opiniones, informaciones, emociones para alcanzar
unos ob jetivos concordados o por concordar.” De ahí que el director
espiritual pueda avocarse a conocer las técnicas del coloquio para ayudarse
mejor a cumplir con las labores antes mencionadas.
Señalaremos algunas categorías mediante la cual la
técnica del coloquio puede utilizarse en la dirección espiritual: como medio
para interactuar con la persona dirigida, como un medio para conocer mejor a
la persona, como un medio para ayudar a las personas a reflexionar, a elaborar
un pensamiento propio. El director espiritual podrá utilizar algunos aspectos
externos de la técnica del coloquio para facilitar la interacción con la
persona dirigida y así ofrecer una mejor ayuda.
Interacción con la persona dirigida.
“El instrumento prevalentemente usado en el coloquio
es la comunicación verbal, pero desde los años sesenta la comunicación no
verbal ha recibido una atención creciente y numerosas investigaciones en
ámbito psicológico han mostrado que, en el coloquio, el proceso de
comunicación tiene que ver con la entonación de la voz, la mímica, la postura
y algunos otros aspectos del cuerpo del que maneja el coloquio, en grado de
transmitir información a quien es guiado en el coloquio.”
El director espiritual deberá tomar en cuenta que no
sólo con sus palabras transmite información a la persona dirigida, sino
incluso con sus silencios, con una sonrisa, con la curvatura del labio o el
alzar de las cejas. Mencionaremos brevemente algunos aspectos que deberá tomar
en cuenta en el momento de impartir la dirección espiritual, siendo
conscientes que la comunicación se realiza siempre a través de un códice y que
en esta caso el códice llega a ser tanto el lenguaje verbal como el lenguaje
no verbal..
a) Movimientos y características estáticas del cuerpo.
El director espiritual deberá darse cuenta que las
expresiones faciales dicen más que las palabras, especialmente a las mujeres,
ya que por su psicología tienden a dar interpretaciones personales y
subjetivas a los signos externos. Así, una leve mueca o guiño podrá
interpretarse de diversa manera. Esto no quiere decir que el director
espiritual deberá fingir delante de la mujer consagrada, sino que deberá ser
muy natural, procurando que sus expresiones reflejen claramente su simpatía,
deseo de ayuda y caridad hacia la persona consagrada. Jesucristo ya se había
adelantado a este principio del coloquio, cuando señaló que “de la abundancia
del corazón habla la boca.
b) Dimensión paralingüística.
Se refiere a todas aquellas modulaciones guturales que
inciden en las palabras, y que pueden cambiar el sentido de las mismas. Una
expresión dicha con suavidad causará un impacto diferente que aquella dicha
entre dientes o de aquella pronunciada en forma pausada. Señalaremos como
algunas de estas manifestaciones guturales el tono de la voz, la vocalización,
el ritmo del discurso, las pausas del silencio. Muchas de estas modulaciones
deber án ser utilizadas por el director espiritual para dar énfasis en su
discurso, para hacer que penetre una idea o para ayudar a la persona dirigida
a que reflexione y sepa tomar adecuadas decisiones.
c) Proximidad .
Se refiere a la distancia que existe en la
conversación, el uso del espacio personal y el modo de disponer de los objetos
en la oficina o el lugar en donde se imparte la dirección espiritual. No es lo
mismo que entre el director espiritual y la persona dirigida exista, por
ejemplo el teléfono, la lámpara de estudio y la computadora. De alguna forma
la gestión que hace el director espiritual del espacio es también una
manifestación del interés que demuestra por la persona dirigida.
d) Ambiente en general.
Cuidar el recinto en donde se imparte la dirección
espiritual es un deber de caridad para con la persona dirigida. Además ayudará
a que la persona dirigida pueda explayarse. Quien encuentra un lugar cómodo,
sencillo puede explicar mejor sus s entimientos, su interior espiritual. Por
ello el director espiritual cuidará el orden, la limpieza, la armonía del
lugar en donde se imparte la dirección espiritual.
e) Dimensión temporal.
El tiempo es una dimensión que dice mucho más de lo
que podemos imaginarnos. Por ejemplo, un atraso injustificado del director
espiritual puede interpretarse de diversas formas, no del todo positivas por
la mujer consagrada. La dimensión temporal se refiere al adecuado uso del
tiempo en la dirección espiritual. No basta sólo con llegar a tiempo a la
cita. Es necesario también manejar el tiempo durante la dirección espiritual,
de forma que la persona dirigida se sienta acogida y atendida eficientemente,
sin largos circunloquios, pero sin brusquedades.
Conocimiento de la persona.
Si hemos dicho que la dirección espiritual tiene como
tareas el discernimiento, la conducción y la nutrición de las almas dirigidas,
es lógico que el director espiritual, dentro d e los límites propios de la
naturaleza humana, pueda y deba conocer a la persona dirigida para prestarle
una mejor ayuda. Este conocimiento de la persona se realiza siempre a través
de la palabra. En muchas ocasiones el director espiritual no tiene la
oportunidad de conocer a la dirigida en el medio ambiente en el que se
desarrolla, siendo éste, uno de los medios privilegiados para conocer a la
persona.
Si no posee este contacto con la persona, bien sea en
su hábitat natural o en su puesto de trabajo, el director espiritual deberá
fiarse de lo que la persona dirigida le dice de sí misma. Sin duda alguna que
el director podrá conocerla a través de sus reacciones, de sus emociones, pero
el vehículo privilegiado para llegar a este conocimiento es la palabra.
Mediante la palabra la persona dirigida establece una puerta de entrada que le
permite al director espiritual un conocimiento exacto y adecuado de la
persona.
La Psicología de consultación del Prof. Antonino Ta
mburello establece diversas puertas de entrada para conocer alas persona. Una
de ellas es la palabra con la adecuada gestión del coloquio. En la dirección
espiritual la persona habla y el director espiritual estará muy atento no sólo
a las palabras, sino al significado que le da a las palabras. Deberá aclarar
cuál es el significado que le da a las palabras más importantes del discurso,
pues cada significado revela de alguna forma, el interior de las personas. El
director espiritual, con suma prudencia y discreción preguntará a la persona
dirigida qué es lo que entiende por tal o cuál palabra, cuál es el significado
que le da. No deberá pasar por alto la utilización por parte de la persona
dirigida de metáforas, imágenes, símbolos. Y esto no para hacer
interpretaciones personales, sino para conocer el significado que la persona
da a esos símbolos, imágenes o metáforas. De esta forma podrá conocer más a la
persona y ayudará a la persona a comprenderse más a sí misma. Si por ejemplo
una consagrad dice que siente aridez en la oración, es muy conveniente que el
director espiritual le pida una explicación sobre esa aridez. ¿Qué entiende
por aridez? ¿Cómo experimenta la aridez? Sin hacer interpretaciones personales
sobre la palabra aridez, el director espiritual estará atento a la
respuesta de la persona dirigida. No pensará que la aridez se deba a que Dios
la quiere llevar por caminos más altos. Ni tampoco podrá interpretar la aridez
como fruto de una vida pecaminosa o descuidad. Antes de elaborar un juicio,
deberá escuchar atentamente el significado que la persona le ha dado a la
palabra aridez. Después de que se ha cerciorado del verdadero significado que
le da la persona a esta palabra, entonces sí, estará en grado de emitir un
juicio, pero siempre basado en la interpretación que le ha dado la persona
dirigida. De lo contrario, se corre el riesgo de caer en prejuicios sobre la
persona o en juicios que o corresponden a la realidad. Sin conocer el
significado que la persona dirigida da a sus propias palabras, el director
espiritual no estará en grado de tener un buen conocimiento de la persona
dirigida.
Reflexión para elaborar un pensamiento propio.
Nos damos cuenta que en muchas ocasiones la televisión
y la cibernética, niegan las posibilidades de formación. Los medios
audiovisuales anulan la posibilidad de hacer abstracción de los conceptos
aprehendidos y de configurar nuevas ideas, postulados y proyectos. Anulan la
capacidad de reflexión del ser humano. La cultura, por tanto, se vuelve
superficial, con abundancia de imágenes pero escaso contenido. La sociedad,
por tanto queda en manos del poder audiovisual. Y así contemplamos personas
cuyo criterio se basa en lo último que oyen en las canciones, ven en las
películas o admiran en las pantallas del Internet. “Mientras la realidad se
complica (…) las mentes se simplifican y nosotros estamos cuidando a un
video-niño que no crece, un adulto que se configura para toda la vida como un
niño recurrente (…) Nos encontramos ante un demos debilitado, no solo en su
capacidad de tener una opinión autónoma sino también en clave de pérdida de
comunidad.”
El homo sapiens, un ser caracterizado por la
reflexión, por su capacidad para generar abstracciones, se está convirtiendo
en un homo videns, una criatura que mira pero que no piensa, que ve pero que
no entiende. El proceso comienza desde la infancia. La televisión es la
primera escuela del niño, en donde se educa con base en imágenes que le
enseñan que lo que ve es lo único que cuenta. Así, la función simbólica de la
palabra queda relegada frente a la representación visual. El niño aprende de
la televisión antes que de los libros: se forma viendo y ya no lee. Dicha
formación va atrofiando su capacidad para comprender, pues su mente crece
ajena al concepto -que se forma y desarrolla mediante la cultura escrita y el
lenguaje verbal-. De esta manera los estímulos ante los cuales responde cuan
do es adulto son casi exclusivamente audiovisuales.
El director espiritual de las mujeres consagradas del
siglo XXI no puede perder de vista esta nueva dimensión y aprovechará la
técnica del coloquio para formarlas en la adquisición de la capacidad de
reflexión para elaborar un pensamiento propio.
Para ello el director espiritual durante la dirección
espiritual podrá apoyarse en la técnica de la conversación reflexiva . Ayudará
a que las personas dirigidas puedan elaborar un pensamiento propio en base a
la reflexión y no se dejen guiar sólo por aquellas impresiones que les vienen
de los medios de comunicación o de cualquier otro medio, pero que no han
pasado por el tamiz de su pensamiento.
En la conversación ayudará a la persona dirigida a
reflexionar sobre los acontecimientos que más puedan influirle en su vida.
Estos acontecimientos o impresiones deberán ser analizados para conocer cuáles
son las causas que los han provocado y los efectos que han o casionado. Hay
que hacer énfasis que aquí se encuentra el meollo de la reflexión ala cuál
muchas veces no estaos acostumbrados. Pensamos que las cosas suceden porque
“así tienen que suceder” y no nos detenemos a pensar un poco en sus causas y
sus consecuencias.
De esta primera reflexión habrá que mostrar a la
persona dirigida cuál ha sido la lección que ha aprendido, lo que ha sacado de
positivo o negativo y ayudarla a que haga una aplicación práctica para su vida
de todo este proceso anterior. De esta manera estará mejor preparada a no
dejarse llevar por las modas, los slogans, las soluciones para una vida fácil
que no requieren esfuerzo y que excluyen todo pensamiento creativo.
Bibliografía
Battista Mondin, Antropoloia Filosofica, Edizioni
Studio Domenica, Bologna, pp. 169 – 188.
G. Gusdorf, Filosofia del linguaggio, Roma, 1970, p.
10.
Pablo VI, Exhortación apostólica Evangelio
Testificatio, 29.6.1971, n. 38. Si impone, di conseguen za, la necessità,
tanto per le comunità quanto per le persone che le costituiscono, di passare
dallo stato "psichico" a uno stato che sia veramente " spirituale ". " L’uomo
nuovo ", di cui parla san Paolo, non è forse come la pienezza ecclesiale del
Cristo ed insieme la partecipazione di ciascun cristiano a questa pienezza?
Vale la pena recordar una máxima latina que engloba
este concepto: Scientia sine pietate inflat; pietas sine scientia errat;
scientia cum pietate aedificat”
Carl Rogers, americano del Midwest, nació en 1902.
Desarrolló una técnica terapéutica no directiva, entrada sobre el cliente. Uno
de sus principales axiomas es el de no dar ninguna dirección es la terapia,
sino que el mismo cliente irá dando la dirección a seguir, siempre y cuando
venga bien acogido por el psicoterapeuta. Esta teoría lleva ínsita la
posibilidad de que el hombre por sí mismo alcance la felicidad, dado que posee
la bondad natural. Este concepto, llevado por algunos escritores al caso d e
la dirección espiritual, originarán posturas reservadas en cuanto a la acción
de dirigir. Según ellos, el director espiritual no puede dirigir, sino
simplemente acompañar a la persona, ya que es la persona por sí misma la que
podrá llegar a alcanzar la felicidad. El así dicho “director” espiritual, será
simplemente un administrador de los progresos individuales de la persona. Para
una amplia revisión sobre este tema, recomendamos la lectura de Paul Vitz,
Psicologia e culto di sé, Edizioni Dehoniane, Bologna, 1987.
Diversa es la postura de este autor, en donde
encontramos que según él, “La funzione primordiale della guida spirituale di
fronte alle persone consacrate consiste nel promuovere la piena realizzazione
di questo essere. Sarà necessario, a volte, scuotere il loro torpore e
stimolare a progredire ulteriormente verso la santità.” En Benito Goya, Luce e
guida nel cammino, Manuale di direzione spirituale, Edizioni Devoniane Bologna,
Bologna, 2004, p. 215.
Concilio Vat icano II, Decreto Perfectae caritatis,
28.10.1965, n. 14
ASS 23(1890), 505 – 508; CollPropFide2, 1745;
CICFontes 4, 2017.
Paolo VI, Motu proprio Ecclesiae sanctae, 6.8.1966,
Cap. II.
“Certamente, non pochi elementi esteriori,
raccomandati dai fondatori di ordini o di congregazioni religiose, si
dimostrano al presente sorpassati. Alcuni appesantimenti o irrigidimenti,
accumulati nel corso dei secoli, hanno bisogno di essere snelliti. Adattamenti
devono essere operati, ed anche forme nuove possono essere cercate ed
istituite con l’approvazione della chiesa. È appunto lo scopo al quale, ormai
da alcuni anni, si sta dedicando generosamente la maggior parte degli istituti
religiosi, sperimentando, talvolta troppo arditamente, tipi di costituzioni e
di regole. Ben lo sappiamo e seguiamo con attenzione questo sforzo di
rinnovamento, voluto dal concilio.
Nell’ambito stesso di questo processo dinamico, in cui
lo spirito del mondo rischia costantemente di mescolarsi all’azi one dello
Spirito santo, come aiutarvi ad operare con il necessario discernimento? Come
salvaguardare o raggiungere l’essenziale? Come beneficiare dell’esperienza del
passato e della riflessione presente, per rafforzare questa forma di vita
evangelica?.
Secondo la responsabilità singolare che il Signore ci
ha affidato nella sua chiesa - quella di " confermare i nostri fratelli " -,
noi vorremmo, da parte nostra, stimolarvi a procedere con maggior sicurezza e
con più lieta fiducia lungo la strada che avete prescelto. Nella " ricerca
della carità perfetta ", che guida la vostra esistenza, quale altro
atteggiamento vi sarebbe per voi, se non quello di una disponibilità.” Paulo
VI, Exhortación apostólica Evangelica Testificatio, 29.6.1971, nn. 5 y 6.
PLENARIA SCRIS - MARZO DE 1980, La dimensión
contemplativa de la vida religiosa, n. 11
Congregación para los Institutos de vida consagrada y
las sociedades de vida apostólica, Orientaciones sobre la formación en los
Institutos religiosos, 2.2.1990, n. 63.
“Puesto que la iniciativa en la consagración religiosa
está en la llamada de Dios, se sigue que Dios mismo, actuando por medio del
Espíritu Santo de Jesús, viene a ser el primer y principal agente de la
formación del religioso. El actúa a través de su palabra y de los sacramentos,
de la oración y la liturgia, del magisterio de la Iglesia y, en forma más
inmediata, a través de aquellos que han sido llamados por la obediencia a
secundar de modo especial la formación de sus hermanos y hermanas.
Respondiendo a la gracia y guía de Dios, el religioso acepta con amor la
responsabilidad de su formación personal y de su crecimiento, acogiendo las
consecuencias de esta respuesta, que son para cada persona únicas y siempre
imprevisibles”. Congregación para los Institutos de vida consagrada y las
sociedades de vida apostólica. Elementos esenciales de la doctrina de la
Iglesia sobre la vida religiosa, 31.5.1983, n. 47.
“En la tradición de la Iglesia la prof esión religiosa
es considerada como una singular y fecunda profundización de la consagración
bautismal en cuanto que, por su medio, la íntima unión con Cristo, ya
inaugurada con el Bautismo, se desarrolla en el don de una configuración más
plenamente expresada y realizada, mediante la profesión de los consejos
evangélicos. Esta posterior consagración tiene, sin embargo, una peculiaridad
propia respecto a la primera, de la que no es una consecuencia necesaria. En
realidad, todo renacido en Cristo está llamado a vivir, con la fuerza
proveniente del don del Espíritu, la castidad correspondiente a su propio
estado de vida, la obediencia a Dios y a la Iglesia, y un desapego razonable
de los bienes materiales, porque todos son llamados a la santidad, que
consiste en la perfección de la caridad. Pero el Bautismo no implica por sí
mismo la llamada al celibato o a la virginidad, la renuncia a la posesión de
bienes y la obediencia a un superior, en la forma propia de los consejos
evangélicos. Por tanto, su profesión supone un don particular de Dios no
concedido a todos, como Jesús mismo señala en el caso del celibato voluntario
(cf. Mt 19, 10-12). A esta llamada corresponde, por otra parte, un don
específico del Espíritu Santo, de modo que la persona consagrada pueda
responder a su vocación y a su misión. Por eso, como se refleja en las
liturgias de Oriente y Occidente, en el rito de la profesión monástica o
religiosa y en la consagración de las vírgenes, la Iglesia invoca sobre las
personas elegidas el don del Espíritu Santo y asocia su oblación al sacrificio
de Cristo.” Juan Pablo II, Exhortación apostólica post-sinodal Vita consecrata,
25.3.1996, n. 30.
“… la prosecución de la caridad perfecta por la
práctica de los consejos evangélicos tiene su origen en la doctrina y en los
ejemplos del Divino Maestro y que ellas se presenta como preclaro signo del
Reino de los cielos.” Concilio Vaticano II, Decreto Perfectae caritatis,
28.10.1965, n.1.
“Los cambios históri cos y culturales traen consigo
una evolución en la vida real, pero el modo y el rumbo de esa evolución son
determinados por los elementos esenciales, sin los cuales, la vida religiosa
pierde su identidad.” Y estos elementos esenciales, de cuyo progreso
espiritual deberá responder la mujer consagrada, son los siguientes: los votos
públicos, la comunión en comunidad, la misión evangélica, la oración, el
ascetismo, el testimonio público, las relaciones con la Iglesia, la formación
y el gobierno. Congregación para los Institutos de vida consagrada y las
sociedades de vida apostólica. Elementos esenciales de la doctrina de la
Iglesia sobre la vida religiosa, 31.5.1983, n. 4 y parte II.
Para aquellos estudios que deseen profundizar en el
proceso del razonamiento humano, les recomendamos el capítulo III, El
conocimiento humano en Ramón Lucas Lucas, L’uomo, spirito incarnato. Compendio
di filosofia dell’uomo, Edizioni Paoline, 1993, Milano, pp. 77 – 143.
No debemos olvidar lo dicho por el Concilio Vaticano
II a los seminaristas sobre la adquisición de la madurez, que bien puede
extenderse no sólo alas personas consagradas, sino a todas las personas en
general. Sin una adecuada madurez, la persona corre el riesgo de ser pasto de
ideologías, o presa de sus sentimientos. “Obsérvense exactamente las normas de
la educación cristiana, y complétense convenientemente con los últimos
hallazgos de la sana psicología y de la pedagogía. por medio de una educación
sabiamente ordenada hay que cultivar también en los alumnos la necesaria
madurez humana, la cual se comprueba, sobre todo, en cierta estabilidad de
ánimo, en la facultad de tomar decisiones ponderadas y en el recto modo de
juzgar sobre los acontecimientos y los hombres.” Concilio Vaticano II, Decreto
Optatam Totius, 28.10.1965, n. 11.
Silvestre Paluzzi, Manuale di Psicologia, Urbaniana
University Press, Città del Vaticano, 1999, p. 283.
Ibidem, p. 284
“Comunicar significa transmitir, hacer partícip e,
entrar en contacto con los otros, llevar a cabo una de las tareas vitales del
individuo. Comunicando se transmiten informaciones por medio de mensajes,
utilizando un códice.” Maria Cristina Strocchi, Psicologia della comunicazione,
Ed. San Paolo, Milano, 2004, p. 103.
El Diccionario de la Real Academia española en su 22ª
edición no contempla la palabra proxémica que es la utilizada por muchos
estudios psicológicos para definir esta categoría. Utilizamos la palabra
proximidad como un vocablo más apropiado y que se acerca a una definición de
esta categoría.
El Prof. Antonino Tamburello, fundador del Istituto
Skinner de Roma y Nápoles, ha establecido un método para llegar al
conocimiento de la persona. Todo este inciso hacer referencia a su teoría.
Giovanni Sartori, Homo videns. La sociedad
teledirigida, Taurus, Madrid, 1998.
Arthur L. Costa e Robert J. Garmston, Coaching
Cognitivo, Corso di base, rivisione de Jane Ellison e Carolee Hayes, Edizioni
del Teresianum, Roma, 2003, pp. 57 – 61.