SOY CATÓLICO MUY CREYENTE, PERO NO PRACTICANTE

     El Aula de la Biblia

Te equivocas. Tener fe significa no sólo creer en Dios y en lo que nos dicta el Credo, sino también responder con obras a lo que Dios nos ha revelado.

     Tu fe es pura teoría y te has creado lo que crees que es una buena excusa para quitarte de encima las responsabilidades que el ser cristiano implica. La fe no se limita a sentimientos ni a escoger algunas obras buenas según nuestro gusto. Creer implica obediencia a todo lo que Dios ha revelado.  

     Ni vale decir que porque no robas ni matas ni cometes adulterio ni eres un mentiroso ya está todo solucionado. ¿Qué haces además de no cometer tales pecados? ¿Los has aceptado en familiares u otras personas diciendo que cada uno es libre de hacer lo que te parezca?  ¿Has pensado en los pecados de omisión?

     "¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe podrá salvarlo?" (Santiago 2,14). "Pues lo mismo la fe: si no tiene obras, ella sola es un cadáver" (Santiago 2,17).

     Un ejemplo: Faltar por negligencia a la Santa Misa el domingo constituye una grave ruptura de nuestra alianza con Jesucristo. Es marginarlo, dejarlo a un lado, ignorarlo. Manifiesta infidelidad a la alianza que Él selló con su sangre.  El hecho de que muchos cristianos hayan sido seducidos por el mundo y no sean fieles al Señor no te justifica.

     Hablamos de faltar a la Santa Misa por negligencia. Todos sabemos muy bien que, en caso de una enfermedad que no permita salir de casa o por tener que atender a un enfermo o un imprevisto o urgencia importante, no estamos obligados a ir a Misa.

     Montarse una moralidad propia basada en lo que está de moda y todos hacen, y pensar que porque todos lo hacen tú también puedes hacerlo es una barbaridad y una traición a Quien te dio los Diez Mandamientos para cumplirlos y no para que los acomodes al gusto de quienes no creen en Él. 

     Cuando decimos que somos "practicantes" no estamos asumiendo que somos ya santos. Tan sólo significa que tenemos la firme intención de ser buenos cristianos, de ser leales a Cristo, poniendo en práctica todo lo que Él, por medio de su Iglesia, nos propone para alcanzar el fin para el que hemos sido creados. Ser "practicantes" está al alcance de toda persona de buena fe que tenga una básica instrucción religiosa y un sincero deseo de ser fiel a su bautismo.

     Jesús dijo: "Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras" (Juan 14,21). Amar a Dios es obedecerle de corazón. Quien dice que cree en Él pero no quiere poner en práctica su Palabra no le ama, no le es leal, no cumple.

     Por otro lado, tampoco podemos decir que guardamos la Palabra de Jesús si no practicamos lo que nos enseña la Iglesia que Él fundó precisamente para mantener la unidad de fe y la misma enseñanza moral a través de los siglos. En la Iglesia, y por voluntad de Cristo, tenemos la garantía de que la enseñanza es pura y la interpretación veraz.

     En la Iglesia Dios guía a su pueblo hacia la vida eterna como en el Antiguo Testamento guió a los Israelitas hacia la Tierra Prometida.  Si nos separamos de la Iglesia seríamos como un israelita que se hubiese separado de Israel para buscar a Dios en solitario por el desierto y sabemos muy bien adónde se llega en solitario por el desierto. Te separas de la Iglesia cuando dices que crees sin practicar.  

     Sé muy bien que en la Iglesia han habido, hay y habrá escándalos. El primero fue Judas. Jesús mismo nos advirtió que vendrían escándalos.

     Jesús dijo a sus discípulos: "Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen!" (Lucas 17,1).

     Sin embargo, apuesto a que ésa no es tu razón para no "practicar". Tal vez la verdadera razón habría que buscarla más adentro, en tu propia conciencia, al día en que decidiste anteponer tu comodidad o tu punto de vista a un Mandamiento, cualquiera que sea, que te resultaba "exagerado, pasado de moda y poco práctico" y así empezaste a decir que bastaba con creer sin practicar, aunque eso ni tú mismo te lo creías.

     El libro de los Hechos de los Apóstoles nos revela los elementos esenciales de la vida cristiana. Dice así:

     "Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunidad de vida, a la fracción del pan y a las oraciones" (Hechos 2,42).

     Éste era el programa de vida de los primeros cristianos y sigue siéndolo para nosotros después de 2000 años. Este programa se basa en cuatro puntos: los cristianos querían que se les enseñase para profundizar su fe; se ayudaban mutuamente practicando la caridad; tomaban parte en la Fracción del Pan, que era como se llamaba entonces a la Santa Misa, y, finalmente, vivían una vida de oración.

     Una fe que quita uno cualquiera de estos componentes de la vida cristiana es una fe falsa. Y en vista de nuestro destino de vida eterna para la que Dios nos ha creado, es una locura y una temeridad pensar que basta con llamarse "muy creyente" para conseguirla.