Sentido de las exigencias morales y los Mandamientos

Para descubrir la cara positiva de los Mandamientos

Hace unos tres mil seiscientos años Moisés bajó del monté Sinaí con dos tablas que tenían escritos diez preceptos morales. Desde entonces los Diez Mandamientos han sido considerados como resumen fundamental de la ley moral.

En este artículo intentamos explicar todo lo brevemente que podamos, para qué sirven y qué sentido tienen estas reglas de la conducta humana.

Dos consideraciones previas

Vamos a considerar un aspecto de la moral cristiana. Por más importante que sea llevar una vida moralmente recta, quisiera prevenir a los lectores del riesgo de reducir el cristianismo a su dimensión moral: ser cristiano no consiste primariamente en seguir unas exigencias morales.

Ser cristiano es una gracia, que eleva al hombre por encima de sus capacidades naturales: lo hace hijo de Dios, partícipe de la naturaleza divina. Esta transformación lleva consigo una vida nueva, que consiste en el seguimiento de Cristo, tendiente a la identificación con El.

Precisamente por esto, la vida cristiana supone unos standards de moralidad altos: es exigente y no podría dejar de serlo sin renunciar a sí mismo. La vida divina en nosotros nos llama a la perfección: “sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48).

En un segundo momento quisiera advertir que la vida moral no se identifica con el cumplimiento de un  reglamento.

Si concibiéramos la vida cristiana como un reglamento a cumplir, concluiríamos que lo importante es evitar el pecado —faltar a la norma—, y así caeríamos en un reduccionismo, que nos haría perder lo más valioso del cristianismo, lo que da sentido a todo lo demás. Nos sucedería lo que a un automovilista que estuviera tan  pendiente de no cometer infracciones, que perdiera de vista la maravilla del auto que conduce y sobretodo adonde se dirige.

Lo importante es saber a donde voy, y dirigirme hacia allá lo mejor que pueda. En el caso de la vida cristiana, la santidad, la identificación con Cristo, que divinizará nuestra vida. Esto llegará a su plenitud en la vida eterna, y nos hará absoluta y definitivamente felices.

Seres falibles, que necesitan luchar

La maravilla de la vida cristiana, se da en seres falibles. Experimentamos que el pecado original dejó en nosotros un desorden —la concupiscencia— con una inclinación al mal, que hace que nuestro ascenso a la perfección no sea sencillo ni esté exento de dificultades, defectos y caídas.

Esto hace que la lucha en que consiste la vida cristiana, tenga dos dimensiones: una positiva de crecimiento en virtud y en el amor, de santificación de la vida; y otra negativa, de lucha para no cometer pecados y de purificación de los pecados cometidos. Y ambas igualmente importantes.

Nuestra mira no se reduce a evitar el pecado, sino que se orienta a crecer en la fe, en la esperanza y el amor; crecimiento que supone evitar lo que lo contraría. Crecimiento que obviamente requiere la eliminación de lo malo que hay en nosotros (aquí es donde aparece el papel central de la confesión en el “proceso” de santificación de las almas).

Para lograr la mejora personal, se hace necesario “descubrir” las exigencias positivas de la moral cristiana, que podemos encontrar escondidas detrás del breve enunciado de cada mandamiento, que en el fondo “regula” un ámbito de la vida de la persona.

¿Qué son los Mandamientos?

Los Mandamientos son reglas de moral. Como una regla escolar mide los centímetros de un papel, los mandamientos nos sirven para “medir” el bien y el mal de las acciones humanas. En diez sentencias, resumen el bien y el mal que el hombre puede realizar. Un resumen realmente admirable por su concreción, que judíos y cristianos consideramos como revelados por Dios.

Las “reglas” no son arbitrarias…

¿Qué significa que algo sea bueno o malo? ¿Qué relación tiene con la prohibición divina?

El motivo por el que algo está mal no es que Dios lo haya prohibido para probar nuestra obediencia.

Dios tiene un proyecto coherente. Crea al hombre con una naturaleza concreta, de manera que para alcanzar su plenitud y perfección tiene que obrar de una determinada manera, según esa naturaleza que tiene.

Si el hombre come veneno se muere, pero no porque Dios lo haya dispuesto así caprichosamente, como si la muerte fuera un castigo por desobedecer a su orden de no comer veneno. Se muere porque Dios creó al hombre de tal manera que hay algunos alimentos buenos para su organismo y otros malos: que le hacen daño. Esto depende de leyes químicas y biológicas de la digestión y nutrición que Dios puso en su organismo. Decimos puso en el sentido que es como funciona: está inscripto en su misma naturaleza corporal, tal como ha sido creado por Dios.

Lo mismo sucede con las leyes morales, que son las que lo conducen a la plenitud de la perfección y por tanto a la felicidad.

Los mandamientos y la protección de la persona

Si la vida cristiana es algo positivo, que se resume en el amor, ¿por qué la mayor parte de los mandamientos que tienen relación con el prójimo tienen un enunciado negativo, señalando lo que no debemos hacer?

Porque Dios quiso proteger los bienes más importantes con preceptos negativos: unos mandamientos que no admiten excepciones, precisamente porque protegen derechos y valores fundamentales de la persona.

¿Qué bienes protegen?

- La vida: “no matarás”… Dios les dice a los demás que no pueden matarme, ni ofenderme, ni hacerme daño… porque valgo mucho. No es un capricho que otros no me puedan matar… Es para defender la grandeza de la vida humana.

- El sexo, la familia, el amor: “no cometerás adulterio”, “no desearás la mujer de tu prójimo”. Dios quiere proteger el amor, los hijos, evitar que la persona sea usada, defender la armonía y la estabilidad de la familia…

- La convivencia y los bienes personales: “no robarás”, “no codiciarás los bienes ajenos”. Fundamental para la seguridad, la armonía entre las personas, tranquilidad, defender la propiedad privada y establecer la justicia entre los hombres.

- La confianza, la verdad: “no levantar falsos testimonio ni mentir”. Es básico para la comunicación entre los hombres, para que pueda existir confianza, para que podamos convivir.

Es decir, que cada “no” de los mandamientos, es en realidad un gran “sí” a la vida, el amor, la verdad, etc.

 

El sentido positivo de los preceptos negativos

Como vemos los preceptos negativos en realidad son realmente positivos, en cuanto protegen los bienes fundamentales de la persona y la sociedad.

Qué la mayor parte de los preceptos morales tenga un enunciado negativo no supone una moral negativa o represiva (que sólo sabe prohibir, de cosas que no se pueden hacer).

Los preceptos son universales, válidos para todos. A la hora de establecer preceptos no es posible determinar modos obligatorios concretos de realizar el bien, ni obligaciones que afecten a todos. Así por ejemplo, quien careciera de todo no estaría en condiciones de dar limosna. Y es imposible determinar cuánta limosna debe dar cada uno, ya que la cantidad depende de muchos factores personales. Debido a la enorme variedad de situaciones humanas, las posibilidades reales de realizar el bien no pueden concretarse para todos, de manera universal.

Hay cosas buenas que –a pesar de mi buena voluntad- en ocasiones no puedo hacer, y esto sin culpa propia. También podría darse que otros me impidieran realizar acciones positivas, sin culpa propia (porque me quitaran la libertad).

En cambio siempre es posible establecer unos mínimos: lo que es incompatible con el amor, acciones que siempre son malas y que el hombre no debe hacer

Podríamos decir que la moral, señala un camino a la plenitud personal, que es un camino de perfección. Para hacerlo, por un lado marca una línea de mínimo, debajo de la cual no es posible el amor (acciones que se señalan como malas). Y por otro, indica un horizonte de plenitud al cual dirigirse, cuyas exigencias positivas dependerán de las posibilidades concretas, aptitudes, talentos, situaciones, etc. de la persona. Lo hace a través de las virtudes y descubriendo las exigencias positivas de los mandamientos que tienen un enunciado negativo.

Formación moral

Como seres inteligentes que somos, necesitamos entender el por qué de la licitud o ilicitud moral de un comportamiento, para poder adherirnos de corazón al bien y rechazar desde lo más íntimo de nosotros el mal. Es entonces cuando somos íntegramente buenos.

Necesitamos también aclararnos las dudas: una de las formas más corrientes de formación, es a través de preguntas a personas más formadas. Si ante cada duda, buscamos respuesta, cada vez serán más las respuestas y menos las dudas que tengamos.

Por otro lado, Dios nos ha encomendado la evangelización del ambiente en que vivimos y nos movemos: es la parcela que nos ha encargado trabajar para que se viva allí un ambiente cristiano. De ahí, que tengamos que ser capaces de explicar a los demás qué vivimos y por qué lo vivimos así. Es lo que San Pedro llamaba “dar razón de nuestra esperanza” (1 Pe 3,15).

Por eso no nos contentamos con saber qué está bien y que está mal, sino que procuramos saber por qué algo es bueno o es malo. Adquirimos esta formación asistiendo a clases y charlas; leyendo, estudiando; y también preguntando en la dirección espiritual. El cumplimiento de este deber –la necesidad de formación- nos hará capaces de crecer moralmente y contribuir al crecimiento moral de los demás.

Enunciado de los Diez Mandamientos

Amor a Dios

1. Amar a Dios sobre todas las cosas.
2. No tomar el nombre de Dios en vano.
3. Santificar las fiestas.

Amor al prójimo

4. Honrar padre y madre.
5. No matar.
6. No cometer actos impuros.
7. No robar.
8. No dar falso testimonio, ni mentir.
9. No consentir pensamientos ni deseos impuros.
10. No codiciar los bienes ajenos

¿Serías capaz de repetirlos todos?

Es muy importante “saber” de memoria los Mandamientos:

-  porque quien no es capaz de decirlos de memoria, en fondo no los sabe…

-  porque quien los sabe puede, a partir de ellos, estructurar tanto las exigencias morales positivas (lo que tenemos que hacer) como las negativas (lo que hemos de evitar).

-  porque quien los sabe puede hacer más fácilmente examen de conciencia (tiene una guía para pensar)

 

Los mandamientos en versión positiva

Resulta muy interesante dar vuelta los mandamientos, escribiéndolos en positivo, así se entiende mejor lo que cada uno pide. Una traducción en positivo podría ser así:

1. Amar a Dios sobre todas las cosas
2. Respetar a Dios y todo lo relacionado con El
3. Rendir a Dios el culto debido
4. Honrar padre y madre
5. Respetar la vida y la salud de todos
6. Amar con un amor limpio y generoso
7. Vivir la justicia y la generosidad en las relaciones con los demás
8. Amar y vivir la verdad
9. Conservar puros la mirada, los pensamientos y los deseos
10. Vivir desprendido de los bienes de la tierra

Contenido de los 10 Mandamientos

Hemos dicho que los Mandamientos son una síntesis de toda la moral natural. Una buena labor es analizar qué se incluye en cada uno de ellos.

Sin pretender agotar el tema (cosa imposible, ya que toda la moral se podría estructurar en base a los mandamientos), en la versión en Word que podés bajar al comienzo de este artículo, encontrarás a modo de ejemplo, las principales implicaciones morales de cada mandamiento.


 

Eduardo Volpacchio