Semiticidad de los (Ketuvim Netsarim) Escritos Nazarenos

Que los Escritos Nazarenos (mal llamados Nuevo Testamento) al igual que el Tanakh (mal llamado Antiguo Testamento) fueron originalmente escritos en hebreo y arameo queda verificado además por la historia de los creyentes primitivos en Yahoshúa como el Mesías. Los primeros creyentes en Yahoshúa fueron una secta judía conocida como los «Nazarenos» (Hch. 11:19; 24:5). Algún tiempo después aparecieron los primeros creyentes gentiles en Yahoshúa ha Mashíaj llamados «cristianos» (Hch. 11:26).

Aquella primera congregación de cristianos gentiles se formó en Antioquia, la capital de Siria, donde algunas personas hablaban griego y casi todos hablaban arameo, también llamado «siríaco.» Luego en el año 70 E.C., hubo un éxodo en masa de los Nazarenos de su centro en Jerusalem hacia Pela. (Eusebio; Hist. Eccl. 3:5) con el tiempo establecieron comunidades en Berea, Decápolis, Bashanitis y Petra (Epifanio; Panarion 29:7:7-8). Estos Nazarenos usaban Escrituras hebreas (Jerónimo; De Hombres Ilustres 3) y en el siglo cuarto Jerónimo viajó a Berea para copiar su Mateo Hebreo (Jerónimo; De Hombres Ilustres 3).

Como conclusión final, sabemos que al menos el libro de Mateo fue primeramente escrito en hebreo, y que muy temprano se hicieron necesarios libros escritos en arameo y griego.


 

Aspectos históricos a considerar

El Idioma del Israel del Primer Siglo

El Medio Oriente, aún a través de todo su tumulto político, ha sido de hecho dominado por una sola familia de lenguas semíticas desde las más antigua épocas hasta el día presente. La lengua semítica ha dominado al Medio Oriente desde los tiempos antiguos hasta el moderno día de hoy.

El arameo dominó a los tres grandes imperios: asirio, babilonio, y persa. Perduró hasta el siglo siete, cuando bajo la nación islámica fue desplazado por un idioma semítico pariente, el árabe. Aún, hoy en día, unos pocos sirios, asirios, y caldeos hablan arameo como su lengua nativa, incluyendo a tres ciudades del norte de Damasco (Siria). (The New Covenant Aramaic Peshitta Text with Hebrew Translation; Sociedad Bíblica de Jerusalem; 1986; p. iii)

El pueblo judío, a través de todas sus persecuciones, sufrimientos y peregrinaciones nunca ha perdido de vista su herencia semítica, ni su lengua semítica. El hebreo, una lengua semítica estrechamente relacionada con el arameo, sirvió como su idioma hasta la gran dispersión, cuando un idioma pariente, el arameo, comenzó a reemplazarlo. El hebreo, sin embargo, continuó existiendo para la literatura religiosa y es, hoy en día, el idioma hablado en Israel.

 

El Exilio Babilónico

Algunos eruditos han propuesto que los judíos perdieron su idioma hebreo, reemplazándolo con el arameo durante el cautiverio babilónico. El error de esa posición se hace obvio. El pueblo judío pasó 400 años de cautiverio en Egipto (Ex. 12:40-41; Hch. 7:6) y sin embargo no dejaron de hablar hebreo para comenzar a hablar egipcio.

Entonces ¿por qué habrían de cambiar el hebreo por el arameo después de sólo 70 años (Jer. 5:11-12; 29:10; Zac. 7:5; Dn. 9:2) en el cautiverio babilónico?

Al regresar del cautiverio babilónico se dieron cuenta de que una pequeña minoría no sabía hablar «el idioma de Judáh» (Neh. 13:23-24) un eufemismo para hebreo como opuesto al arameo (véase 2 R. 18:26); así que se tomaron medidas drásticas para abolir aquellos matrimonios y mantener la pureza del idioma del pueblo judío (Neh. 13:23-31; Esd. 10:3-19).

Una evidencia final descansa en el hecho de que los libros posteriores al cautiverio (Zacarías, Hageo, Malaquías, Nehemías, Esdrás y Ester) están todos escritos en hebreo y no en arameo.

 

La Helenización

Algunos eruditos también han sugerido que, bajo el Imperio Heleno, los judíos perdieron su idioma semítico y, en su prisa por helenizarse, comenzaron a hablar griego.

Los libros de los Macabeos registran un intento de Antíoco Epífanes de helenizar por la fuerza al pueblo judío. (1 Mac. 1:10-15, 41-64; 2 Mac. 4:9-17; 6:1-11; Josefo, Antigüedades 12:5)

En respuesta a dicho intento, los judíos formaron un ejército dirigido por Judas Macabeo (1 Mac 2:19-9; 2 Mac. 8f; Josefo, Ant. 12:6). Este ejército derrotó a los griegos y erradicó el helenismo (1&2 Mac.; Josefo, Ant. 12:7). Esta victoria militar aún se celebra hoy día como Janukáh, la fiesta de la dedicación del Templo (1Mac. 4:52-59; 2 Mac. 10:5-8; Josefo, Ant. 12:7:6-7; b. Shabat 21b); como una festividad que aún Yahoshúa ha Mashíaj parece haber observado en el Templo de Jerusalem, en el primer siglo (Jn. 10:22).

Los que reclaman que los judíos fueron helenizados y comenzaron a hablar griego en ese tiempo parecen negar el hecho histórico del éxito de los Macabeos.

Durante el siglo primero, el hebreo permaneció como el idioma de los judíos que vivían en Judáh y en menor grado se extendió en Galilea. El arameo permaneció como un idioma secundario y era, principalmente, el idioma del comercio.

Lo cierto es que los judíos de ese tiempo no hablaban griego. De hecho, una tradición dice que es mejor alimentar a los hijos con carne de puerco que enseñarles el idioma griego. Era solamente con el permiso de las autoridades, que un joven oficial podía aprender griego, y únicamente con el propósito del discurso político a nivel nacional. El idioma griego era completamente inaccesible e indeseable para la inmensa mayoría de los judíos en Israel, en el siglo primero (véase abajo junto a nota 103b).

Ningún apego al idioma griego fuera de Israel, ni ninguna evidencia alejada por centenares de años del siglo primero, puede alterar el hecho de que los judíos de Israel en el siglo primero no conocían el griego.

 

El testimonio de Josefo

El historiador judío del siglo primero, Flavio Josefo (37-100 E.C.) testifica el hecho de que el hebreo era el idioma de los judíos del primer siglo. Además, él testifica que el hebreo, y no el griego, era el idioma del lugar y de su tiempo. Josefo nos proporciona el único relato de primera mano de la destrucción del Templo en el 70 E.C. Según Josefo, los romanos tuvieron que pedirle que tradujera a «su propio idioma» el llamamiento a los judíos para que se rindieran (Josefo; Guerras 5:9:2).


 

Josefo nos da una afirmación muy clara en cuanto al idioma de su pueblo durante su tiempo: «También me he tomado una gran molestia en obtener aprendizaje de los griegos, y entender los elementos del idioma griego aunque me he acostumbrado por tanto tiempo a hablar nuestro idioma, que no puedo pronunciar el griego con suficiente exactitud; porque nuestra nación no anima a los que aprenden los idiomas de muchas naciones.» (Josefo; Ant. 20:11:2)


 

Así Josefo deja claro que los judíos del primer siglo no podían tan siquiera hablar o entender el griego, sino que hablaban «su propio idioma».

 

La arqueología

Los arqueólogos han encontrado confirmación de los reclamos de Josefo. Las monedas de Bar Kokhba son un ejemplo. Esas monedas fueron acuñadas por los judíos durante la revuelta de Bar Kokhba (c. 132 E.C.)


 

Todas esas monedas llevan solamente inscripciones hebreas. Otras incontables inscripciones encontradas en el Monte del Templo, en Masada y en varias tumbas, han revelado inscripciones hebreas del primer siglo. (Understanding the Difficult Words of Jesus; David Bivin and Roy Blizzard Jr.; 1984; pp. 55-68)


 

Una evidencia, aun más profunda, de que el hebreo era una lengua viva durante el siglo primero puede hallarse en antiguos documentos que datan de ese tiempo, que se han descubierto en Israel. Esto incluye los Rollos del Mar Muerto, y las cartas de Bar Kokhba.


 

Los Rollos del Mar Muerto consisten de sobre 40,000 fragmentos de más de 500 rollos que datan del 250 A.E.C. al 70 E.C. Estos rollos están primariamente en hebreo y arameo. Un gran número de los «rollos seculares» (los que nos son manuscritos bíblicos) están en hebreo.


 

Las cartas de Bar Kokhba son correspondencia entre Simón Bar Kokhba y su ejército, fueron escritas durante la revuelta judía del año 132 E.C. Estas cartas fueron descubiertas por Yigdal Yadín en el año 1961 y están casi todas escritas en hebreo y arameo. Dos de las cartas están escritas en griego por hombres con nombres griegos dirigidas a Bar Kokhba. Una de las dos cartas griegas en realidad se disculpan por escribirle a Bar Kokhba en griego, diciendo, «la carta está escrita en griego porque no tenemos aquí a nadie que sepa hebreo».


 

Los rollos del Mar Muerto y las cartas de Bar Kokhba no sólo incluyen documentos hebreos de los siglos primero y segundo, sino que ofrecen una evidencia aun más significativa del dialecto de ese hebreo. El dialecto de esos documentos no es el hebreo bíblico del Tanákh (A.T.), ni es el hebreo mishnaico de la Mishná (c.220 E.C.). El hebreo de esos documentos es coloquial [común, pueblerino], es un idioma vivo y fluido en un estado de fluidez en algún punto del proceso evolutivo del hebreo bíblico al hebreo mishnaico.


 

Además, el hebreo de las cartas de Bar Kokhba representa un hebreo galileo (Bar Kokhba era galileo), mientras que los Rollos del Mar Muerto nos dan un ejemplo del hebreo judeano. La comparación de los documentos muestra una viva distinción de dialecto geográfico también, una señal segura de que el hebreo no era una lengua muerta.


 

Una evidencia adicional de que los judíos del primer siglo conversaban en hebreo y arameo se puede encontrar en otros documentos del periodo, y aun más tardios. Estas evidencias incluyen: el Rollo concerniente a Ayunos (una lista de días en los que se prohíbe el ayuno) en arameo (66-70 E.C.), la Carta de Gamaliel —esta carta, según el Talmud (j.San. 18) fue escrita por Gamliel I, quien fue el maestro de Pablo (Hch. 22:3) y quien apeló en favor de Pedro (Hch. 5:34)— en arameo (c.30-110 E.C.), las Guerras de los Judíos (fue primero escrito en hebreo y luego traducido al griego (Guerras prefacio:1) por Josefo en hebreo (c.75), la Mishna en hebreo (c.220 E.C.), y la Guemará (comentario sobre la Mishná, la cual junto con la Guemará conforman el Talmud) en arameo (c.500 E.C.).

 

Los eruditos opinan sobre el Idioma de los Ketuvím Netsarím (N.T.)

Habiéndose demostrado que el hebreo y el arameo eran los idiomas utilizados por los judíos que vivían en Israel en el primer siglo, procederemos ahora a demostrar que los Ketuvím Netsarím fueron escrito originalmente en esos idiomas.

Un número de notables eruditos ha argumentado que por lo menos porciones del llamado Nuevo testamento fueron escritas originalmente en una lengua semítica. Este argumento se ha presentado acerca de los cuatro Evangelios (1), Hechos (2) y Revelación (3).

Lo siguiente es sólo una parte de lo que estos eruditos han escrito sobre el tema:

La cuestión de la tradición Lucas/Hechos tiene un interés particular para nosotros. Esto es porque la sabiduría común ha sido pintar a Lucas como un gentil que hablaba y escribía en griego y que escribió este relato para los gentiles. La realidad del asunto es (sea que Lucas supiera griego o no) que Lucas fue más ciertamente escrito en un idioma semítico. Como dice Charles Cutler Torrey:


 

Notas:

(1) véase «Our Translated Gospels» por Charles Cutler Torrey; Harper and Brothers, New York; 1936; p. ix; «An Aramaic Approach to the Gospels and Acts» por Matthew Black; «The Aramaic Origin of the Four Gospels» por Frank Zimmerman; New York; 1979.

(2) véase «The Composition and Date of Acts» por Charles Cutler Torrey; Cambridge Mass.; 1916; p. 7; «An Aramaic Approach to the Gospels and Acts» por Matthew Black; «Understanding the Difficult Words of Jesus» por David Bivin y Roy Blizzard Jr. 1984; p. 23; Véase también «The Semitisms of Acts» por Max Wilcox; 1965.

(3) véase «The Original Language of the Apocalypse» por R. B. Y. Scott; Imprenta Universidad de Toronto; 1928; «Documents of the Primitive Church» por Charles Cutler Torrey; 1941.


 


 

Las fuentes semíticas antiguas

Fuentes Hebreas

 

Fuentes Arameas


 

Notas:

(1) Inicialmente Howard concluyó que el texto de DuTillet es una traducción del griego (JBL 105/1 (1986) p. 53, 62). Más tarde Howard concluiría que DuTillet es una «revisión de un Mateo hebreo más antiguo» relacionado con la versión Shem Tob (JBL 105/1 (1986) p. 63 n. 34). Howard afirma en otro lugar su creencia de que el texto Shem Tob es descendiente de un texto hebreo, que sirvió de modelo para nuestro presente Texto Griego, como se muestra más tarde en este Libro.


 


 

Revisando los Testimonios y la Historia

Todos los «Padres de la Iglesia», tanto del Oriente como del Occidente, dieron testimonio del origen semítico de, al menos, el Libro de Mateo, como demuestran las siguientes citas:

 

Testimonios de los «Padres de la Iglesia»

Otros «padres de la iglesia» han dado testimonio del origen semítico de por lo menos una de las epístolas Paulinas. Estos «padres de la iglesia» reclamaron que la Epístola de Pablo a los Hebreos fue traducida al griego de un original hebreo, como lo demuestran las siguientes citas:

Debe notarse que estos padres de la iglesia no siempre estuvieron de acuerdo en que los demás libros del Nuevo Testamento hayan sido escritos en hebreo. Epifanio, por ejemplo, creía que «solamente Mateo estableció la predicación del Evangelio en el Nuevo Testamento en la lengua y letras hebreas». (Epifanio; Pan. 30:3)


 

Epifanio, sin embargo, nos dice que los creyentes judíos no estaban de acuerdo con él, y señalaban la existencia de copias hebreas de Juan y de Hechos en una «gaza» o «tesorería» (¿guenizá?) en Tiberia, Israel. (Epifanio; Pan. 30:3, 6). Epifanio creía que estas versiones eran meramente «traducciones» (Epifanio; Pan. 30:3, 6, 12) pero admitía que los creyentes no estaban de acuerdo con él (Epifanio; Pan. 30:3).


 

La verdad en este asunto es clara, si el griego hubiera reemplazado al hebreo como el idioma de los judíos tan temprano como el siglo primero, entonces ¿por qué los judíos del siglo cuarto necesitaban traducciones hebreas? La misma existencia de manuscritos hebreos de esos libros en el Israel del siglo cuarto testifica de su originalidad, sin mencionar el hecho de que los creyentes judíos los consideraban auténticos.

 

Testimonio de los Rabinos Talmúdicos

En adición a los testimonios expresados por los padres de la iglesia cristiana, los antiguos rabinos judíos también dieron señales de conocer un original hebreo de los Evangelios. Tanto el Talmud de babilonia como la Toseftá relatan un debate entre judíos rabínicos sobre el método de destrucción de los manuscritos del Nuevo Testamento (t.Shab. 13:5; b.Shab. 116a; j.Shab. 15c).


 

Específicamente se menciona un libro llamado Nwylgnw) (b.Shab. 116a). La palabra Nwylgnw) (euangélion) es parte del título de los antiguos manuscritos sirios, y también se usa en algunos pasajes de la Peshita (como Mc. 1:1) y puede ser un préstamo del término griego para «Evamgelio» y en hebreo y en arameo puede significar «un rollo poderoso». Exactamente el mismo deletreo se usa tanto en el Talmud como en la Antigua Siríaca, y la Peshita) (o «Evangelios»). La pregunta que surgió fue cómo tratar la destrucción de esos manuscritos siendo que contenían el verdadero nombre de Elohim.


 

Es por supuesto, bien conocido que los manuscritos del Nuevo Testamento griego no contienen el Nombre sino que usan los títulos griegos «Dios» y «Señor» como sustitutos. Por eso es que el Nombre tradicionalmente no se transcribe en otros idiomas sino que, (desafortunadamente) se substituye por el título «Señor», como lo tenemos en algunas Biblias españolas hoy día, y como lo hallamos en manuscritos tardíos de la Septuaginta (Traducción griega del «Antiguo Testamento»).


 

Esos manuscritos de los que aquellos rabinos estaban discutiendo tienen que haber representado el texto hebreo original del cual fueron traducidos los griegos.

 

Historia del Movimiento

Que el Nuevo Testamento, al igual que el Antiguo Testamento, fue originalmente escrito en hebreo y arameo queda verificado además por la historia de los creyentes primitivos en Yahoshúa como el Mesías. Los primeros creyentes en Yahoshúa fueron una secta judía conocida como los «Nazarenos» (Hechos 11:19; 24:5). Algún tiempo después aparecieron los primeros creyentes gentiles en Yahoshúa llamados «cristianos» (Hechos 11:26). Aquella primera congregación de cristianos gentiles se formó en Antioquia, la capital de Siria, donde algunas personas hablaban griego y casi todos hablaban arameo, también llamado «siríaco.»

Luego en el año 70 E.C., hubo un éxodo en masa de los Nazarenos de su centro en Jerusalem hacia Pela. (Eusebio; Hist. Eccl. 3:5) con el tiempo establecieron comunidades en Berea, Decápolis, Bashanitis y Petra (Epifanio; Panarion 29:7:7-8). Estos Nazarenos usaban Escrituras hebreas (Jerónimo; De Hombres Ilustres 3) y en el siglo cuarto Jerónimo viajó a Berea para copiar su Mateo Hebreo (Jerónimo; De Hombres Ilustres 3). Como resultado, mientras que al menos el libro de Mateo fue primeramente escrito en hebreo, muy temprano se hicieron necesarios libros arameos y griegos.

 

La Difusión Hacia el Oriente

En adición a estos factores debemos también considerar la difusión del cristianismo hacia el oriente. Hemos oído mucho acerca de la así llamada «difusión hacia el occidente del cristianismo» pero poco se ha escrito sobre el igualmente profundo movimiento hacia el oriente.


 

Mientras Pablo hizo viajes misioneros desde su sede en Antioquia de Siria, hacia el mundo occidental; la mayoría de los emisarios (apóstoles) viajaron hacia el oriente. Bartolomé viajó hacia el oriente a través de Siria hasta Armenia, luego bajó a través de Asiria, Babilonia, Partia (Persia) y hasta la India donde fue descuartizado vivo con cuchillos. Tadeo enseñó en Edesa (una ciudad al norte de Siria), Asiria y Persia, muriendo como mártir ya en Persia o en Ararat. Tomás enseñó en Partia, Persia, e India. Fue martirizado con una lanza en el Monte Santo Tomás cerca de Medras en la India. Hasta el día de hoy hay un grupo de cristianos en la India que se llaman «Cristianos de Santo Tomás.» Finalmente, Kefá (Pedro) viajó a babilonia y hasta escribió una de sus cartas desde allá. (1Ped. 5:13).


 

Que los emisarios llevaron consigo escrituras del Nuevo Testamento semítico al oriente nos lo confirman los padres de la iglesia.

Eusebio escribe: «Pantenus … penetró hasta la India, donde se informa que encontró el Evangelio según Mateo, que había sido entregado antes de que él llegara a algunos que tenían el conocimiento del Mesías, a quienes Bartolomé, uno de los emisarios, como se dice, había predicado, y les había dejado el escrito de Mateo en letras hebreas.» (Eusebio; Hist Ecl. 5:10)

 

Y como escribe Jerónimo: «Pantenus encontró que Bartolomé, uno de los doce emisarios, había predicado allí [en la India] el advenimiento de nuestro Maestro Yahoshúa el Mesías según el evangelio de Mateo, que estaba escrito en letras hebreas...» (Jerónimo; De Vir. 3:36)


 

Esta entera región del Medio Oriente que se extiende desde Israel hasta Siria, Asiria, Babilonia, Persia (Partia) hasta la India, vino a conocerse como la «Iglesia del Oriente». En su punto cúspide la Iglesia del Oriente ¡se extendía hasta la china! Por los siglos quinto y sexto los debates cristológicos habían dividido la Iglesia del Oriente en dos facciones principales: los Nestorianos y los Jacobitas.


 

Hoy día, la Iglesia del Oriente se ha dividido aun en más grupos.


 

Los Nestorianos, prefieren el nombre «la Santa Iglesia Apostólica Católica Asiria del Oriente». Nestorio el sirio fue Patriarca de Constantinopla del 428 al 431 E.C. Su nombre en arameo significa «bandera en una montaña» (vea Is. 13:2). Una tradición rabínica reclama que este Nestorio estuvo estrechamente asociado con los Nazarenos (Toledot Yeshú 7). Nestorio rehusaba llamar a Miriam (María) «Madre de Dios» porque él reclamaba que en el Mesías una persona divina y una humana actuaban como una, pero no se fusionan inseparablemente, como resultado Nestorio enseñaba que Miriam era solamente la madre de Yahoshúa el hombre, pero que Dios existía antes de que Yahoshúa naciera. En el 431 el Concilio de Éfeso excomulgó a Nestorio y a sus seguidores quienes llegaron a llamarse los «Nestorianos»


 

Los Jacobitas son Monofisitas. Prefieren el nombre de Iglesia Orodoxa Siria. Se fundaron en el 570 E.C. cuando Jacob Baradái, Obispo de Edesa unió a los Monofisitas. Estos Jacobitas son dirigidos por el Patriarca de Antioquía y reclaman ser la iglesia cristiana original de Antioquía), los Católicos romanos Caldeos, y los Maronitas (los Maronitas son los cristianos del Líbano. Eran originalmente Monofisitas en el siglo séptimo, pero se unieron a la iglesia católica romana en el siglo doce). Todos los cuales continúan usando el texto del Nuevo Testamento Arameo.


 

Cuando los portugueses católicos romanos invadieron la India en el 1498 encontraron sobre cien iglesias que pertenecían a los Cristianos de Santo Tomás a lo largo de la costa de Malabar. Estos Cristianos de santo Tomás, según la tradición, habían estado allí desde el siglo primero. Tenían clérigos casados, no adoraban imágenes ni oraban a/o por medio de santos, ni creían en un purgatorio. Y lo más importante, mantenían el uso del Nuevo Testamento Arameo que ellos reclamaban haber estado en uso en Antioquia (El NuevoTestamento Siríaco Sexta ed. ; James Murdock; Scripture Tract Repository; 1883; pp. xvi-xvii).

 

La Expansión hacia el Occidente

Mientras muchos de los emisarios estaban esparciendo el movimiento mesiánico hacia el oriente, Pablo estaba llevando el movimiento nazareno al mundo occidental. Desde su sede en Antioquia, la capital de Siria, Pablo condujo varios viajes misioneros hacia Europa. En ese tiempo surgió la necesidad de versiones griegas de los libros del Nuevo Testamento. A medida que progresaba el tiempo ocurrieron varios eventos que resultaron en un gran surgimiento del antisemitismo en el occidente. Esto comenzó cuando los judíos se rebelaron contra el imperio romano en el 70 E.C. Una segunda revuelta de los judíos en Egipto ocurrió en el 116 E.C. Las cosas se complicaron aún más por la revuelta de Bar Kokhbá en el 132 E.C.


 

En el imperio romano el antisemitismo se hizo muy popular y hasta patriótico. En el occidente, el cristianismo gentil buscó distanciarse del judaísmo y de las costumbres judías. El texto griego comenzó a ser favorecido sobre el texto semítico y muchos escritos semíticos fueron subsiguientemente destruidos. Por el 325 E.C. se había solidificado el antisemitismo y la preferencia dada en el occidente a las Escrituras Griegas. Constantino invadió a Roma, haciéndose Emperador.


 

Constantino proclamó que el cristianismo era la religión católica (universal), haciendo así al cristianismo la religión obligada del imperio romano. Antes de que ocurriera esto a uno lo podían matar por ser cristiano, después lo podían matar por no ser cristiano. Constantino, que fue un antisemita, convocó el Concilio de Nicea en el 325 E.C. para estandarizar el cristianismo. Los judíos fueron excluidos de la reunión. Las prácticas judías fueron oficialmente prohibidas y las traducciones griegas oficialmente reemplazaron a las Escrituras Semíticas originales.


 

Habiendo excluido a los Judíos Nazarenos en el año 324 del Concilio de Nicea, los concilios subsiguientes excluyeron a los asirios y a los sirios a causa de los debates cristológicos. Los asirios nestorianos fueron excluidos en el 431 E.C. en el Concilio de Éfeso, mientras los jacobitas fueron excluidos en el 451 E.C en el Concilio de Calcedonia. La división entre los pueblos semitas del Cercano Oriente, y la Iglesia Católica Romana se hizo aún más profunda. Con el surgimiento del islam en el Cercano Oriente, los cristianos del Cercano Oriente se separaron aún más de sus contrapartes europeos en el Occidente. Las relaciones entre el Occidente cristiano y el Cercano Oriente islámico no existían.


 

A medida que progresaba el tiempo, en Occidente la iglesia católica romana comenzó a suprimir las Escrituras en Europa. Los que se atrevían a hacer accesibles las Escrituras al pueblo común eran quemados vivos. Semejante supresión era imposible en el Cercano Oriente, donde las Escrituras ya estaban en arameo, la lengua común del pueblo. Cuando emergió la Reforma Protestante, reclamando el Nuevo Testamento griego como el original, fue en un tiempo en que la mayoría de los europeos ni siquiera estaban enterados de que existía una versión aramea.


 

Fue en esta atmósfera, en el 1516, cuando se publicó en Europa la primera edición del Nuevo Testamento Griego. Esta edición, publicada por Erasmo, llegaría a conocerse como el Textus Receptus [Texto Recibido], y sirvió como el texto griego estándar hasta el siglo 19. La primera edición de esta obra se basó solamente en seis manuscritos, mientras que ediciones posteriores usaron solamente diez.


 

Ninguno de estos manuscritos estaba completo, y solamente uno era particularmente antiguo, datado en el siglo diez. Siendo que ninguno de estos manuscritos estaba completo, Erasmo fue forzado a inventar muchas de las porciones griegas de su Apocalipsis por medio de traducirlas de la Vulgata latina al griego. Fue esta pobre edición la que sirvió de evidencia por la que el mundo occidental abrazó el griego como el original. Esta edición serviría más tarde de base para la versión King James en inglés y la versión de Casiodoro de Reina en español.


 


 

Revisando los aspectos gramaticales

Hace tiempo que se ha reconocido que los Escritos Nazarenos reflejan una gramática griega muy pobre, pero una gramática semítica muy buena. Muchas oraciones están invertidas con una característica verbo>sustantivo de las lenguas semíticas. Además, hay varias ocurrencias del redundante «y». Un significativo número de eruditos han mostrado en detalle que la gramática semítica está integrada en los libros del "Nuevo testamento Griego" (Por ejemplo: Nuestros Evangelios Traducidos, por Charles Cutler Torrey; Documentos de la Iglesia Primitiva, por Charles Cutler Torrey; Un Enfoque arameo a los Evangelios y Hechos, por Matthew Black; El Origen arameo de los Cuatro Evangelios, por Charles Fox Burney; El Origen arameo de los Cuatro Evangelios, por Frank Zimmerman, y Semitismos del Libro de Los Hechos, por Max Wilcox). En adición a la evidencia de la gramática semítica integrada en el "Nuevo Testamento Griego", puede añadirse el hecho de que se encuentran serios errores gramaticales en los libros del "Nuevo Testamento Griego". Hablando del griego de Apocalipsis, Charles Cutler Torrey afirma que «abunda en ofensas mayores contra la gramática griega» (Documentos de la Iglesia Primitiva; Charles Cutler Torrey; Harper and Bothers, New York; 1941; p. 156). Él lo llama «anarquía lingüística», y dice: «Las monstruosidades gramaticales del libro, en su número y variedad y especialmente en su carácter sorprendente, son únicas en la historia de la literatura» (idem p. 158). Torrey da diez ejemplos (idem) listados a continuación:

  1. Ap. 1:4 «Gracia a vosotros, y paz, del que es y que era y que ha de venir» (todo en caso nominativo).

  2. Ap. 1:15 «Sus piernas eran como bronce (género neutro, caso dativo) bruñido como en un horno purificado» (género femenino, singular, caso genitivo).

  3. Ap. 11:3 «Mi testigo (nominativo) profetizará por muchos días vestido (acusativo) de silicio»

  4. Ap. 14:14 «Vi sobre las nubes a uno semejante a un Hijo de Hombre (acusativo) teniendo (nominativo) sobre su cabeza una corona de oro»

  5. Ap. 14:19 «cosechó la viña de la tierra, y la arrojó al lagar (femenino), el grande (masculino) de la ira de Elohim»

  6. Ap. 17:4 «Una copa de oro llena de las abominaciones (genitivo) y de inmundicias» (acusativo).

  7. Ap. 19:20 «el lago de fuego (neutro) ardiente» (femenino).

  8. Ap. 20:2 «Y prendió al dragón (acusativo), la serpiente (nominativo) antigua que es el Diablo y Satanás, y lo ató»

  9. Ap. 21:9 «siete ángeles portando siete copas (acusativo) llenas (genitivo) de las siete últimas plagas»

  10. Ap. 22:5 «No tienen necesidad de luz de lámpara (acusativo) ni de luz de sol» (acusativo).

 

Errores en el "Nuevo Testamento Griego"

En adición a los errores gramaticales en el "Nuevo Testamento Griego", hay también un número de «anormalidades» en el texto que prueban que el texto griego presente no carece de errores. Uno de los errores del "Nuevo Testamento Griego" puede hallarse en Mateo 23:35, donde Zacarías el hijo de Yehoyada (2 Cr. 24:20-21; b.Sanh 96; j.Taanit 69) erróneamente aparece como Zacarías el hijo de Berekías (Zac. 1:1) (Se ha reclamado que un error, encontrado en el Korán, que confunde a Miriam (María) la madre de Yahoshúa con Miriam la hermana de Aarón y Moisés (Korán; Surah 19:16-28) prueba que el Korán no es inspirado). Este error no se encontraba en la antigua copia hebrea que tenía Jerónimo. Jerónimo escribe acerca del Mateo Hebreo: «en el Evangelio que usan los nazarenos, en lugar de «Hijo de Barakías» yo encuentro escrito «de Yoiada».» (Jerónimo; Com. sobre Mt. 23:35)


 

Otro error en el "Nuevo Testamento Griego" se encuentra en Mateo 27:9 que cita a Zacarías 11:12-13 pero falsamente acredita la cita a Jeremías. (Tal vez a causa de una profecía similar en Jer. 18:2; 19:2, 11; 32:6-9) El Hebreo de Shem Tov correctamente atribuye la cita a Zacarías, mientras el arameo (de la Antigua Siríaca y la Pesita) simplemente lo atribuye a «el profeta».


 

Otro error patente en el "Nuevo Testamento Griego" es el nombre «Cainán» en Lucas 3:36. En este pasaje aparece el nombre pero no en el orden correspondiente a las genealogías masoréticas en Gn. 10:24; 11:12 y 1 Cr. 1:18,24 (El nombre aparece en la Septuaginta en Gn. 11:12 pero no en los otros pasajes donde aparecería si fuera una lectura verdadera). La Antigua Siríaca no contiene esta lectura, sino que dice «Elam», nombre que aparece en la genealogía masorética de Gn. 10:22 y 1Cr. 1:17 como un hermano, que aparentemente se inserta en esta línea familiar basado en Dt. 25:5-6.


 

El Mateo griego 1:1-17 elimina un nombre en la genealogía del Mesías. La genealogía en Mateo se supone que contenga tres conjuntos de catorce nombres cada uno (Mt. 1:17) sin embargo el último conjunto contiene solamente 13 nombres en el griego. El nombre que falta, Abner, aparece en el texto del Mateo Hebreo de DuTillet 1:13

 

Expresiones idiomáticas Semíticas

Otra evidencia de un trasfondo semítico de los Escritos Nazarenos es la abundancia de expresiones idiomáticas en los textos de los Escritos Nazarenos. Expresiones idiomáticas son frases cuyo significado literal no tiene sentido, pero que tienen un significado en un idioma en particular. Por ejemplo, la frase española «estar en un lío» no tiene nada que ver con líos, sino que significa estar en un problema. Cuando se traduce al arameo no tiene ningún sentido.


 

Varias expresiones idiomáticas aparecen en los Escritos Nazarenos, las siguientes son sólo unas pocas:

 

Las Epístolas Paulinas

El conocimiento común de los orígenes textuales siempre ha sido que las epístolas Paulinas fueron escritas originalmente en griego. Esta posición la sostienen muchos, a pesar del hecho de que dos «padres de la iglesia» admitieron el origen semítico de por lo menos una de las epístolas de Pablo, y uno (Jerónimo) admite el origen semítico de la mayoría, si no de todas, las epístolas de Pablo (como se anotó en el capítulo previo). Generalmente se ve a Pablo como un judío helenista de tarso que helenizó el evangelio. Tan fuertemente se ha infiltrado esta imagen de Pablo en la erudición occidental que aun aquellos que han argumentado a favor del origen semítico de porciones significativas del Nuevo Testamento raramente se han aventurado a desafiar el origen griego de las epístolas Paulinas.

 

Pablo y Tarso

Al tratar el asunto de las epístolas Paulinas, debemos examinar primero el trasfondo de Tarso. ¿Era Tarso una ciudad de habla griega? ¿Habría Pablo aprendido griego allí? Tarso probablemente comenzó como una ciudad-estado hitita. Alrededor del año 850 A.E.C. Tarso vino a ser parte del gran imperio asirio. Cuando el imperio asirio fue conquistado por el imperio babilonio alrededor del año 505 A.E.C., Tarso vino a ser parte de ese imperio también. Luego, en el 540 A.E.C. el imperio babilonio, incluida Tarso, fue incorporado al imperio persa. El arameo era la lengua principal de todos estos tres grandes imperios. Para el siglo primero el arameo permanecía como la primera lengua de Tarso. Monedas acuñadas en tarso y recobradas por los arqueólogos tienen en ellas inscripciones arameas (Monedas griegas; Charles Feltman; p. 185).


 

Independientemente del idioma de Tarso, hay también un gran cuestionamiento en cuanto a si Pablo fue en verdad criado en Tarso o simplemente nació incidentalmente allí. El texto clave en cuestión es Hechos 22:3 «Y soy yahudita, nacido en Tarso de Cilicia pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamliel en la estricta observancia de la Torah de nuestros padres, siendo celoso de Elohim como lo son todos ustedes hoy».


 

Pablo ve su nacimiento en Tarso como irrelevante y señala que «se crió» en Jerusalem. Muchos argumentos han presentado los eruditos en cuanto al término «criado» como aparece aquí. Algunos argumentan que se refiere sólo a los años adolescentes de Pablo. Una clave, sin embargo, para el uso del término puede hallarse en un pasaje paralelo en Hechos 7:20-22 «En ese tiempo nació Mosheh, y era sumamente hermoso. Lo criaron durante tres meses en la casa de su padre, pero cuando lo abandonaron, la hija del Paroh lo recogió y lo crió como hijo suyo. De esa manera Mosheh se instruyó en toda la sabiduría de los mitsritas, y llegó a ser poderoso en palabra y en acción».


 

Note la secuencia: «nacido» (griego: guennao; arameo: ityled); «criado» (griego: anatrefo; arameo: itrabi); «educado/enseñado» (griego: paideúo; arameo: itredi).


 

A través de esta secuencia paralela que presumiblemente era idiomática en el lenguaje, podemos ver que Pablo nació en Tarso, se crió en Jerusalem, y allí se educó. Todo el contexto de Pablo es que haberse criado en Jerusalem es su principal crianza, y que meramente nació en Tarso.

 

¿Era Pablo un helenista?

El reclamo de que Pablo era un helenista es también un mal entendido con el que debemos tratar. Como hemos visto ya, Pablo nació en Tarso, una ciudad donde se hablaba arameo. No importan las influencias helenistas que pudiera haber en Tarso, Pablo parece haber salido de allí a una edad muy temprana y haberse criado en Jerusalem. Pablo se describe a sí mismo como un «hebreo de hebreos» (Flp. 3:5), y «de la tribu de Benjamín» (Ro. 11:1). Es importante darse cuenta de cómo se usaba el término «hebreo» en el siglo primero. El término hebreo no se usaba como un término genealógico, sino como un término lingüista/cultural. Un ejemplo de esto lo encontramos en Hechos 6:1 donde surge una disputa entre los «hebreos» y los «griegos». La mayoría de los eruditos están de acuerdo en que los «griegos» aquí eran judíos helenistas [de habla griega]. Ningún esfuerzo evangelístico se había hecho todavía hacia los no-judíos (Hch. 11:19), mucho menos hacia los griegos (vea Hch. 16:6-10). En Hechos 6:1 se hace un claro contraste entre griegos y hebreos que claramente no son helenistas. A los helenistas no se les llamaba hebreos, término reservado para judíos no-helenistas. Cuando Pablo se llama a sí mismo «hebreo» está reclamando ser un no-helenista, y cuando se llama «hebreo de hebreos» está reclamando fuertemente ser un no-helenista. Esto explicaría por qué Pablo disputaba contra los helenistas y por qué ellos trataban de matarlo (Hch. 9:29) y por qué se escapó a Tarso (Hch. 9:30).


 

El trasfondo fariseo de Pablo nos da mayor razón para dudar que él fuera de algún modo helenista. Pablo reclamó ser un «fariseo de fariseos» (Hch. 23:6), lo que significa que era a lo menos un fariseo de segunda generación. El texto arameo, y algunos manuscritos griegos, tienen «fariseo hijo de fariseos», una expresión idiomática semita que significa fariseo de tercera generación. Si Pablo era un fariseo de segunda o tercera generación sería difícil aceptar que haya sido criado como un helenista. Los fariseos estaban empecinadamente opuestos al helenismo. El reclamo de Pablo de ser un fariseo de segunda o tercera generación se amplifica más por su reclamo de haber sido discípulo de Gamaliel (Hch. 22:3). Gamaliel era el nieto de Hilél y el cabeza de la escuela de Hilél. Era tan respetado que la Mishná afirma que a su muerte «cesó la gloria de la Toráh, y murieron la pureza y la modestia» (m.Sotah 9:15). La verdad del reclamo de Pablo de haber estudiado bajo Gamaliel se testimonia por el constante uso que hace Pablo de la hermenéutica Hileliana. Pablo hace un uso extenso, por ejemplo, de la primera regla de Hilél (kal v'khomer (liviano y pesado)). Es una proposición muy improbable que un helenista haya estudiado bajo Gamaliel en la escuela de Hilél, para entonces el centro del judaísmo farisaico.

 

La Audiencia y el Propósito de las Epístolas Paulinas

La audiencia de Pablo es otro elemento que debe considerarse cuando se trazan los orígenes de sus epístolas. Las epístolas de Pablo fueron dirigidas a varias Congregaciones en la diáspora. Estas congregaciones eran grupos mixtos compuestos de un grupo base de judíos y un grupo complementario de gentiles. La congregación tesalonicense era una de tales Asambleas (Hch. 17:1-4), como lo eran los corintios (ciertos pasajes en las Epístolas Coríntias están clara y exclusivamente dirigidas a los judíos, por ejemplo: 1 Co. 10:1-2). Se sabe que el arameo continuó siendo el idioma vivo de los judíos que vivían en la diáspora, y de hecho se han encontrado inscripciones judías en arameo en Roma, Pompeya y hasta en Inglaterra (Proceedings of the Society of Biblical Archaeology "Note on a Bilingual Inscription in Latin and Aramaic Recently Found at South Shields"; A. Lowy' Dec. 3, 1878; pp. 11-12; "Five Transliterated Aramaic Inscriptions" The American Journal of Archaeology; W.R. Newbold; 1926; Vol. 30; pp. 288ff). Si Pablo escribió sus epístolas en hebreo o arameo a un grupo base judío en cada congregación quienes a su vez pasaban el mensaje a sus contrapartes griegos entonces esto daría una dimensión más extensa a la frase de Pablo «al judío primeramente y después al griego» (Ro. 1:16; 2:9-10). Arrojaría también más luz sobre el pasaje en el que Pablo escribe: «¿qué ventaja entonces tiene el judío, o de qué aprovecha la circuncisión? ¡Mucho de todas maneras! A ellos primeramente se les confiaron las palabras de Elohim.» – Ro. 3:1-2)


 

Está claro que Pablo no escribió sus cartas en la lengua nativa de las ciudades a las que escribió. Ciertamente nadie argumentaría a favor de un origen latino de la epístola a los Romanos.


 

Una cuestión final que debe discutirse concerniente al origen de las epístolas de Pablo es su propósito intencional. Parece que Pablo tenía la intención de que sus epístolas fueran:

  1. Leídas en las Congregaciones (Col. 4:16; 1Ts. 5:27)

  2. Recibidas como autoridad doctrinal (1 Co. 14:37)

Toda liturgia sinagogal durante la era del Segundo Templo era en hebreo y arameo (ver "The Words of Jesus By Gustaf Dalman"; Edinburg, England; 1909). Pablo no habría escrito un material que debía ser leído en las Congregaciones en ningún otro idioma. Además, todos los escritos religiosos de los judíos que reclamaban autoridad halájica (doctrinal), eran escritos en hebreo o arameo. Pablo no hubiera podido esperar que sus epístolas hubieran sido aceptadas como teniendo la autoridad que él reclama para ellas sin haberlas escrito en hebreo o arameo.

 

El Estilo Semítico de las Epístolas de Pablo

Otro factor que debe considerarse al determinar el origen de las epístolas Paulinas es el estilo semítico del texto. Este estilo semítico puede verse a través del uso que hace Pablo de la poesía hebrea, expresiones idiomáticas semíticas, hermenéutica hileliana y términos semíticos. Estos factores neutralizan el reclamo de que Pablo era un helenista que escribía en griego con ideas y estilo helenistas.


 

El uso que hace Pablo de la poesía hebrea también señala hacia un trasfondo semita para sus epístolas. Los siguientes son sólo unos pocos ejemplos del uso que hace Pablo de un recurso poético semita conocido como paralelismo:

 

Otros pasajes poéticos son:

Pablo escribe usando claramente expresiones idiomáticas semíticas. Usa el término «palabra» para referirse a un asunto o cosa (1Co. 12:8). Usa la forma semítica de magnificación por medio de seguir un sustantivo con una forma plural. Esto se usa en el Tanakh (Antiguo Testamento) en términos como «Santo de los santos», «Rey de reyes», y «Señor de señores» (1Ti. 6;15).

Pablo nació en Tarso, una ciudad de habla aramea, y se crió en Jerusalem como un no-helenista empedernido. Escribió sus epístolas a un grupo base de judíos en varias congregaciones en la diáspora para mantener autoridad doctrinal y para ser usadas como liturgia. Puede haber poca duda de que escribió estas epístolas en hebreo o arameo y que fueron traducidas más tarde al griego.

 

Citas del Tanakh

A menudo se ha reclamado por parte de la multitud que defiende un "Nuevo Testamento Griego", que las diversas citas en el "Nuevo Testamento Griego" que concuerdan con la Septuaginta prueban el origen griego de los Escritos Nazarenos. Este argumento es defectuoso sin embargo por dos importantes razones:

  1. Primero que nada, la premisa de este argumento presupone que la conclusión es correcta. Pero es solamente en el "Nuevo Testamento Griego" donde ocurren tales concordancias con la Septuaginta. El mateo Hebreo (Shem Tov y DuTillet) tienden a concordar con el Texto Masorético. Mientras que las versiones arameas de los libros de los Escritos Nazarenos (los Evangelios de la Antigua Siríaca, los Escritos Nazarenos de la Pesita, y el Apocalipsis de Crawford) tienden a concordar en muchos lugares con el "Antiguo Testamento" de la Peshita.

  2. La segunda falla de ese argumento es que descubrimientos recientes en los rollos del Mar Muerto han producido manuscritos hebreos del siglo uno de libros del Antiguo Testamento que en algunos lugares concuerdan con la Septuaginta contra el actual Texto Hebreo (el texto Masorético) y a veces concuerdan con el Antiguo Testamento de la Peshita contra el Texto Masorético o la Septuaginta. Así muchas, pero no todas, de las concordancias de los Escritos Nazarenos con la Septuaginta pueden deberse a que estos textos del "Antiguo Testamento" del siglo primero contenían tales concordancias.

Un examen de cuatro ejemplos de citas del "Antiguo Testamento" como aparecen en el "Nuevo Testamento Arameo" demostrará dos factores importantes. Primero, que los textos arameos de la Antigua Siríaca y del "Nuevo Testamento" de la Peshita no pudieron haber sido traducidos del "Nuevo Testamento Griego". Segundo, que el "Nuevo Testamento Arameo", como lo tenemos hoy día ha sido alterado en algunos lugares para que concuerde con el Griego. En todos estos ejemplos El "Nuevo Testamento Griego" concuerda con la Septuaginta perfectamente.

Aquí la frase «pero me has vestido de un cuerpo» concuerda mejor con la Septuaginta que dice: «Has preparado un cuerpo para mí», un apartamiento radical del texto masorético que tiene: «Oídos has labrado/cortado para mí»; pero concuerda con el Zohar que alude al pasaje diciendo: «Tus ojos me contemplan, fui vestido con un cuerpo y todo está escrito en tu libro». Sin embargo, la frase «En el comienzo del libro...», es una lectura única del Antiguo Testamento de la Peshita. El hebreo tiene: «En el rollo del libro...», mientras la Septuaginta tiene: «En el volumen del libro...» concordando con el griego de Hebreos.


 

Así, esta cita de la versión Peshita de Hebreos es un texto híbrido que a veces concuerda con la Septuaginta contra el Texto Masorético y el Antiguo Testamento de la Peshita, a veces concuerda con el Antiguo Testamento de la Peshita contra la Septuaginta y el Texto Masorético. De hecho, esta naturaleza híbrida luce exactamente como se esperaría que luciera semejante cita, a la luz de los textos híbridos de los Rollos del Mar Muerto. Esta cita no podría contener concordancias con la Septuaginta y el Antiguo Testamento Peshita si fuera traducida del Nuevo Testamento Griego. Si este pasaje fuera traducido del griego, o concordaría con la Septuaginta solamente, como hace el griego, o insertaría la lectura estándar de la Peshita como substituto. Esta cita, por lo tanto, no es una traducción del griego ni es una substitución insertada del Antiguo Testamento Peshita sino que es una lectura que se originó aparte del texto griego.

Aquí la línea «Y toda su belleza como la flor del campo» concuerda con el Antiguo Testamento Peshita y con el Texto Masorético contra la Septuaginta y el Nuevo Testamento Griego, que tiene: «y toda la gloria del hombre como la flor de hierba». De hecho, esta cita concuerda con el Antiguo Testamento Peshita exactamente, excepto por la omisión de Isaiah 40:7, que concuerda con la Septuaginta. Como los ejemplos previos, no pudo haber sido traducida del texto griego.

En las dos primera líneas las palabras «cordero» y «oveja» están invertidas en la Septuaginta y en el Hechos griego pero no aquí, donde concuerdan con el Texto Masorético y el Antiguo Testamento Peshita. «De prisión» concuerda con el Texto Masorético y el Antiguo Testamento Peshita contra la Septuaginta, pero «en su humillación» concuerda con la Septuaginta contra ambos. La línea final contiene un problema especial. En esta línea el Hechos de la Peshita concuerda con la Septuaginta y con el Hechos griego, pero este pasaje no pudo haber venido simplemente de un texto hebreo variante. En este pasaje el Texto Masorético y el Antiguo Testamento Peshita concuerdan contra la Septuaginta con su «fue cortado de la tierra de los vivientes». Un examen de las dos versiones deja claro que el traductor de la Septuaginta entendió mal la gramática hebrea aquí y tomó la palabra «vida/vivientes» como un objeto directo en vez de cómo un modificador. Así que esta frase sólo pudo haber venido de la Septuaginta. Es obvio sin embargo, a causa de la concordancia del Texto Masorético y el Antiguo Testamento Peshita contra la Septuaginta en las líneas precedentes, que esta cita no pudo haber sido traducida del griego. Así, podemos concluir que el Nuevo Testamento Peshita ha sido revisado en algunos lugares para concordar con el texto griego, como lo demostrará aún más nuestro último ejemplo.

La palabra «Elohim» aquí concuerda con la Septuaginta contra el Texto Masorético y el Antiguo Testamento Septuaginta. A primera vista parecería que este pasaje fue simplemente traducido del griego de Mateo. Sin embargo, un vistazo a la versión Siríaca Antigua, la cual reconoce la mayoría de los eruditos como la antecesora de la Pesita (vea por ejemplo Studies in the History of the Gospel Text in Syriac; Arthur Voobus; 1951; p. 46; 54-55; The Text of the New Testament; Bruce Metzger; 1968; pp. 69-70 nota; Handbook to the Textual Criticism of the New Testament; Sir Fredric G. Kenyon; 1951; p. 164) tiene «Señor» en mayor concordancia con el Texto Masorético y el Antiguo Testamento Peshita contra la Septuaginta. Así, es claro que la Peshita fue revisada aquí para concordar con la Septuaginta. El más cercano texto primitivo de la Siríaca Antigua retiene la lectura original sin revisar.

Note que la traducción aramea añade la frase «a él» (Nmb) al pasaje. Esto es porque el traductor arameo estaba tratando de traducir el hebreo palabra por palabra al arameo. En su búsqueda de semejante traducción palabra por palabra, trató de traducir la intraducible palabra hebrea t) como «a él» (Nmb) para transmititr la idea de un señalado «a quien traspasaron» como el objeto directo. La palabra hebrea t) es una preposición que es única en hebreo y que señala a la próxima frase o palabra como el objeto directo que recibe la acción del verbo. En este caso la palabra indica que el wrqd r#) «a quien traspasaron» está recibiendo la acción de yl) w+ybhw «y mirarán a mí». El traductor arameo ha añadido Nmb «a aquel» para conectar wrqdd «a quien traspasaron» con ytwl Nwrwxnd «mirarán a mí».


 

Note que el texto como se cita en Yojanán tiene: wrqdd Nmb Nwrwxnd «mirarán a aquel a quien traspasaron». Note que el arameo como aparece en Jn. 19:37 difiere de la Peshita Aramea de Zac. 12:10 sólo por una palabra. Esta lectura aramea omite la frase ytwl «a mí» y retiene solamente Nmb «a él». O Yojanán o el escriba del texto arameo de Zac 12:10 que sirvió como su texto fuente, parece haber hallado la frase Nmb ytwl «a mí» como redundante y así omitió la frase ytwl «a mí». Este cambio de «a mí» a «a aquel» solo pudo haber ocurrido en el texto arameo de Jn. 19:37 y haber sido traducido al texto griego de Jn. 19:37. Lo cual señala hacia el origen arameo del libro y explica el cambio en la lectura de este verso. Partiendo de los ejemplos anteriores resulta claro que las citas del Antiguo Testamento como aparecen en el Nuevo Testamento Arameo demuestran que el Nuevo Testamento Peshita no pudo haber sido simplemente traducido del griego.