Semblanza y personalidad del papa Benedicto XVI

Escrito por José Barros Guede   

jueves, 04 de noviembre de 2010

Con motivo de la venida del papa Benedicto XVI como peregrino de la Fe y Testigo de Cristo Resucitado a la tumba del apóstol Santiago en este Año Santo Jacobeo en Compostela y como consagrante del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia en Barcelona, en los días 6 y 7 de este mes noviembre, quiero saludarlo cordialmente como el faro luminoso de la fe y moral cristianas en estos tiempos tan conflictivos en el orden político, moral y religioso, y hacer una pequeña semblanza suya estudiando su tierra, familia, niñez, educación, milicia, estudios, profesores, compañeros, cargos, destinos, pontificado papal y pensamiento, cuyos elementos conforman y manifiestan su brillante personalidad religiosa, intelectual y eclesiástica.

Su tierra-patria es Baviera, una de las zonas más pintorescas y más prósperas de Europa. Es la quinta esencia del ser alemán según algunos. Actualmente, es un Estado Federado de la República Alemana, que mantiene una política, cultura y religión propias con respeto al resto de Alemania. Sus habitantes sienten un amor especial a su tierra, a la religión católica y sus tradiciones.

En el siglo VII, los misioneros irlandeses, anglosajones y francos comienzan la evangelización de Baviera. En el año 739, fundan las diócesis de Ratisbona, Freising Nassau y Salzburgo bajo el control directo del obispo anglosajón, San Bonifacio. A finales de dicho siglo, ya había obispos, tales como, Everardo en Ratisbona, Corbiano en Freising y Ruperto en Salzburgo. El Cristianismo fue lentamente penetrando entre los bávaros, dado que su mayoría conservaba las creencias paganas. Los monasterios benedictinos, especialmente, Weltenburg y Benedikbeurn, tienen un papel muy importante en su establecimiento y en el desarrollo cultural de estas tierras, desde finales del siglo VII hasta todo el siglo VIII.

 Una de las características de Baviera es la cantidad de monasterios, abadías e iglesias que existen en esta tierra. Los primeros monasterios benedictinos datan de los principios de la Alta Edad Media. Posteriormente, durante los siglos XI y XII se surgen numerosas fundaciones monásticas a los pies de los Alpes. En el siglo XVI, la católica Baviera apoya al emperador Carlos V en la guerra contra los príncipes alemanes que defendían la reforma protestante de Lutero.

A finales de dicho siglo, los primeros jesuitas bávaros luchan fuertemente contra la reforma protestante, y construyen la iglesia de San Miguel, símbolo del catolicismo bávaro. En el siglo XVII, se reforman y edifican nuevas abadías, tales, como las de Ottobeuren y Ettal, de estilo barroco. En el siglo XVIII, se crean numerosas bibliotecas que albergaban numerosas colecciones de libros, bajo el espíritu de la Ilustración. Pero, el 1803, la secularización destruye más de 160 monasterios, perdiéndose gran parte de la cultura bávara.

 Baviera profesa un catolicismo ritual que consiguió frenar el protestantismo en Alemania. En esta tierra bávara el saludo es “gruss gott” (que Dios le bendiga), en lugar del usual alemán, “guten tag”, (buenos días). Su himno comienza con la frase: “que Dios esté contigo, tierra de Baviera”. El rito católico está presente en todas las celebraciones dominicales de innumerables iglesias y monasterios, en sus procesiones y peregrinaciones. La identidad de bávaro es ser católico y su patrona es Santa María.

 Los bávaros son personas obstinadas y desconfiadas y, a la vez, hospitalarias, amables, tolerantes y conservadores. Cuidan y respectan mucho sus tradiciones locales y su folclore. Por todas partes se ven sus trajes típicos masculinos que incluyen una chaqueta corta con botones de marfil, y trajes femeninos con sus amplios y escotados vestidos y estrechos chalecos. Beber cerveza es otra de las costumbres bávaras. Según un decreto de 1516, la cerveza debe contener solamente millo, lúpulo y agua.

En el arte bávaro están presentes todos los estilos, románico, gótico, renacentista, manierista y barroco sobresaliendo este último. Sus grandes centros artísticos son Munich, Ausburgo, Landshut y Nassau. Sus promotores fueron los duques, la Iglesia y los ciudadanos bávaros. Casi todas las localidades celebran sus propias festividades con actuaciones de bandas folclóricas, cerveza, bailes típicos y fuegos artificiales. La tradición católica está muy arraigada, sus fiestas religiosas y procesiones suelen coincidir con sus ferias.

Baviera se compone de las siguientes regiones: Alta Baviera Norte, Baja Baviera, Alta Baviera Este, Alta Baviera Sur, El Allgau y Norte de Suabia. Su clima y su paisaje es diverso combinándose idílicamente. Las frondosas llanuras verdes y pasto de ganaderías alpinas de colores grises y pardos alternan con bosques espesos, arroyos incontables, formaciones rocosas, lagos y colinas, frente a los cuales se alzan las abruptas alturas de los Alpes. Sus pintorescas ciudades y pueblos, sus grandes monasterios, castillos, palacios y pequeñas iglesias rurales se mezclan en perfecta armonía.

El papa Benedicto XVI nace el 16 de abril de 1927, sábado santo, en Markal junto al río Inn, de la Baja Baviera y diócesis de Passeau. Es bautizado al día siguiente, domingo de Pascua, imponiéndole el nombre de Joseph. En 1929, su familia deja el pueblo de Markal, y se vienen a vivir a Tittmoning, pequeña ciudad sobre el río Salzach de la Alta Baviera Este. Tittmoning poseía un gran plaza con nobles fuentes y soberbias casas, la iglesia parroquial, un castillo en la colina, una hermosa iglesia monacal barroca, el puente que hace frontera con Austria y la barroca capilla Ponlach, a la que con frecuencia su madre y sus tres hijos iban de peregrinación a ella disfrutando todos mucho.

La familia de Joseph estaba constituida por sus padres, Joseph Ratzinger y María Reiger, y por sus hermanos Georg y María. Sus padres se habían conocido mediante un anuncio de contactos, que él puso en el diario católico de Altötting), en junio de 1920, que decía: “funcionario medio de estado soltero, católico, de 43 años, con derecho a pensión, quiere contraer matrimonio con una muchacha católica, que sepa cocinar y a ser posible con patrimonio”. Era su padre, un hombre recto, severo, de convicciones religiosas inquebrantables y de profesión comisario de la gendarmería, y su madre era una mujer cordial, bondadosa, fuerte y cocinera de profesión. Se unen en matrimonio en dicho año de 1920, contando él 43 años y ella 36 años

 Su hermano Jorge, cuenta, que Joseph, de cinco años, al ver cardenal Michael Faulhaber, arzobispo de Munich y Freising, de visita pastoral a la parroquia de Tittmoning, saludando a los niños en la plaza del pueblo: “quedó deslumbrado, esa noche llega casa y dice a nuestro padre, quiero ser cardenal. Lo que le impresionó tanto no fue su coche, porque no nos interesaban las cosas técnicas, sino el aspecto y el porte de las vestiduras del cardenal”. Tittmoning quedará vivamente impresa en la retina de Joseph.

En de diciembre de 1932, su familia se traslada a Aschau, junto al río Inn, próspero pueblo campesino con grandes y vistosas granjas. El 30 de enero de 1933, el presidente Hindenburg nombra canciller del Reich a Hitler, quien implanta las Juventudes Hitlerianas y la Liga de las Muchachas Alemanas. Su padre, que le consideraba un criminal, sufría mucho, pues como gendarme estaba a su servicio, cuyo régimen expiaba y controlaba a los sacerdotes y a los laicos hostiles a su política, a los cuales él protegía y ayudaba.

 Joseph acude los domingos a la misa parroquial. Escucha al párroco de Aschau leer las cartas pastorales de los obispos, en las cuales manifestaban que el Führer Hitler intentaba liquidar la escuela confesional cristiana y sustituirla por la ideología nacionalsocialista, a lo que los obispos se oponían tenazmente pidiendo la observancia del Concordato entre la Santa Sede y Alemania. Todo esto queda muy gravado en su mente. Su hermano Georg era, además, monaguillo de dicha parroquia.

 El movimiento litúrgico de la parroquia de Aschau era excelente. El párroco organizaba misas comunitarias para los escolares a las que asistía Joseph, en las que se leían los textos del libro Schott y se daban respuestas en común. Sus padres participaban en la liturgia parroquial siguiendo el libro Schott, que un párroco les había regalado con motivo de su matrimonio, y que enseñan a sus hijos como libro familiar de oraciones. Le relegan a Joseph el Schott para niños, después, el Schott dominical y finalmente, el misal completo de Schott que le enseña la inagotable realidad de la liturgia católica. Le acompañará a lo largo de todas las etapas de su vida. De ahí, su gran interés por la liturgia. 

En 1935, su hermano Georg estudia en el Instituto y en el seminario del Colegio Arzobispal de Traunstein. Joseph sigue sus pasos iniciando sus primeros estudios. Su hermana María acude a la Escuela Femenina de Au sobre río Inn dirigida por religiosas franciscanas, y sita en un antiguo convento de los Canónigos Regulares de san Agustín. El 6 de marzo de 1937, su padre se jubila de gendarme a la edad de 60 años. Su padre previendo su jubilación, había adquirido una vieja casa de campo en propiedad, a bajo precio, en las afueras de Traunstein. La restauran convirtiéndola en un espléndido hogar. Esta mudanza de domicilio constituye para Joseph un nuevo período importante y difícil de su vida.

 En este año de 1937, Joseph comienza el primer curso de bachillerato humanístico. El latín era la asignatura base de toda la enseñanza escolar que se estudiaba con severidad y rigor, cosa que, luego, agradecerá toda su vida. Un año más tarde, el régimen del nacionalsocialismo de Hitler establece la Escuela Superior que sustituye al Instituto y a la Escuela Real. Suprime la enseñanza del griego, restringe el latín, ordena la enseñanza de las lenguas modernas, sobre todo, el inglés y de las ciencias naturales, y tres años más tarde, destierra la asignatura de la religión. A Joseph no le afecta este cambio escolar porque había iniciado dichos estudios con el modelo antiguo escolar.

En la Pascua de 1939, Joseph ingresa feliz y lleno de expectativas en el seminario de Traunstein ante la insistencia del párroco para que entre él y siga la carrera eclesiástica, aunque, como dice: “no estaba hecho para vivir en un internado y para practicar dos horas deporte”. La pensión del seminario era un gran sacrificio para su padre, puesto que cobraba una paga exigua, pero su familia le hace frente con el salario que su hermana María, que trabajaba como empleada en un gran comercio de Traunstein.

A comienzos de 1939, Hitler había ocupado Checoslovaquia. El 1 de septiembre de este año, previa una orquestada campaña contra Polonia, estalla la segunda guerra mundial. Su inmediata consecuencia fue que el seminario de Traunstein es incautado para hospital militar, teniendo los seminaristas que alojarse primero en una casa termal y después en el colegio femenino de Damas Inglesas en lo alto de la esta ciudad. 

En 1940, Hitler ocupa Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Francia y los Balcanes. En 1941, ataca a la Unión Soviética en un frente que iba desde el Cabo Norte al Mar Negro. En el verano de 1942, obligan a su hermano Georg a entrar en el Servicio Laboral del Reich, y en otoño de este mismo año, en el Servicio de las Fuerzas Armadas siendo destinado como radiotelegrafista a Comunicaciones Militares en Francia, Holanda y Checoslovaquia y, en 1946, a frente italiano donde fue herido y enviado al hospital militar de Traunstein. Restablecido vuelve otra vez al frente.

Durante este tiempo, el joven Joseph estudia con avidez la historia de la literatura alemana, lee con entusiasmo a Geethe y a los escritores del siglo XIX, compone poesías y se sumerge en los textos litúrgicos. Todos los días se publicaba en el periódico la lista de los fallecidos en la guerra mundial y había misas por jóvenes muertos que habían sido estudiantes y compañeros suyos, llenos de alegría y de vida.

Su quinta de 1926-1927 es llamada al servicio militar. El joven Joseph presta sus servicios militares en las fuerzas antiaéreas de Munich habitando los barracones con los soldados regulares. Viste los mismos uniformes y hace los mismos menesteres. Su primer destino fue Ludwingsfeld para proteger la BMW que fabricaba motores de aviones. Posteriormente, pasa a otros destinos de protección aérea teniendo que soportar los ataques aéreos de los aliados sobre Munich de manera sistemática.

El 10 de septiembre de 1944, su quinta del servicio militar es licenciada. Joseph regresa a casa paterna de las afueras de Traunstein, donde encuentra una orden de llamada al Servicio Laboral del Reich. El 20 de dicho mes y año, se incorpora al mismo asignándole un campamento que limitaba con Austria, Hungría y Checoslovaquia. Aquí, es tratado con insultos y con escarnios por sus superiores, fanáticos nazis de los primeros tiempos, al confesarles que tenía intención de ser sacerdote católico.

El 20 de noviembre de 1944, regresa a su casa paterna de Traunstein, donde descansa durante tres semanas, a término de los cuales, le destinan al cuartel de infantería de esta ciudad. La muerte de Hitler le hizo pensar que el fin de la segunda guerra mundial estaba próximo. Entonces, decide regresar a su casa llevando un brazo vendado y escayolado al cuello. Por el camino dos soldados le detienen, pero al ver que iba herido, le dicen: “camarada estás herido, ¡pasa, pasa!”.

En estas circunstancias las tropas americanas entran en Traunstein y eligen su casa paterna como cuartel general. El joven Joseph viste el uniforme militar alemán y se identifica como soldado, alza las manos y se considera prisionero de guerra entre los muchos que se hallaban acuartelados en el prado de su casa paterna. Su madre sufre mucho al ver a los soldados americanos armados hasta los dientes vigilando a sus prisioneros y llevándolos a un campo de concentración militar cerca de aeropuerto de Bad Aibling, donde había 50.000 prisioneros de guerra viviendo al aire libre y comiendo un cucharón de sopa y un trozo de pan al día. Joseph, que había llevado un cuaderno y lápiz en un bolsillo, irá anotando en él todo lo que iba sucediendo.

El 19 de junio de 1945, después de pasar mil controles y reconocimientos, le dan la hoja de libertad. Con ella en las manos, lleno de alegría, la guerra había terminado para Joseph. Le trasladan a él y a los demás prisioneros en camiones militares a las afueras de Munich. Desde allí, Joseph camina andando con otro compañero con dirección a su casa paterna de Traunstein, pero un camionero que trasportaba leche les recoge y les lleva a dicha ciudad, llegando a su casa en la noche del viernes de Corazón de Jesús.

 Su padre al verle se llena de alegría. Su madre y su hermana se hallaban en la iglesia celebrando la fiesta del Corazón de Jesús. Las vecinas le dan la noticia de la llegada de Joseph que reciben con gran alegría. Su madre, para celebrar su regreso de prisionero de guerra, prepara un almuerzo familiar con los productos de su huerto que, como escribe Joseph en su libro Mi vida: “nunca en vida he comido una comida con tanto gusto como dicho almuerzo”.

A principios de 1946, Joseph, de 19 años, ingresa en el seminario de Freising para seguir el camino del sacerdocio junto con otros 119 alumnos. Piensa que la Iglesia es el lugar de sus esperazas contra la destructiva ideología de la dictadura nazi. Dicho seminario tenía una buena biblioteca para saciar el hambre de estudios y conocimientos que Joseph y compañeros sentían. Devoran las novelas de Gertrud von Le Font, Elisabeht Langgäss, Ernest Wietchet, Dostoisevsky, Claudet, Bernanos y Muariat. Siguen con interés los nuevos adelantos de las Ciencias Naturales creyendo que la ciencia estaba de nuevo en el camino de Dios. Sienten admiración en el campo teológico y filosófico por Romano Guardini, Joseph Pieper, Teodoro Häcker y Peter Wust.

El prefecto de estudios del seminario de Freising era el teólogo Alfred Läpple, quien junto con Theodor Steinbüsschel habían hecho una tesis sobre la idea de la conciencia en el cardenal Newman. El seminarista Joseph lee los dos tomos de teología moral de Theodor Steinbüsschel encontrando en ellos una excelente introducción al pensamiento de Heidegger y Jaspers y a la filosofía de Nietzsche, Klages y Bergson. Asimismo, lee la obra de dicho autor, El cambio radical del pensamiento, donde encuentra la teoría del personalismo que marcará profundamente su camino espiritual, junto con las Confesiones de san Agustín.

Reinaba en el seminario de Freising un clima familiar que su rector Michael Höck había contribuido a crear con su bondad y amabilidad, y al que los seminaristas le llamaban, “padre”. Antes, habia estado cinco años en el campo de concentración de Dachau. Los seminaristas tocaban varios instrumentos musicales, interpretaban piezas teatrales en las fiestas, celebran celebraciones litúrgicas en las solemnidades y hacían oración silenciosa en la capilla del seminario. Joseph conserva todo esto como preciosos recuerdos de su estancia en dicho seminario. La gran figura del anciano venerable cardenal y arzobispo Michael Faulhaber de Munich y Freising conmovía profundamente a Joseph al percibir sensiblemente el peso del sufrimiento humano que había soportado del nazismo, cosa que le confería un halo de dignidad y de grandeza, cosa con la que Joseph se identificaba.

Con el permiso de sus superiores, Joseph el uno de septiembre inicia el curso académico de teología de 1947-1948 en la universidad de Munich con la finalidad de poder penetrar profundamente en el debate cultural de su tiempo, y para poder dedicarse por completo, algún día, al estudio de la teología científica. La facultad de teología había se hallaba en la antigua residencia real de caza de Fürstenried, al sur de Munich. Los alumnos internos dormían en literas y el clima entre ellos era más seco que en el seminario de Freising, pues eran de diversas partes de Alemania. Dominaba en ellos un interés intelectual que generaba cierto individualismo.

El cuadro de profesores estaba formado por Stummer que enseñaba el Antiguo Testamento; Maier, el Nuevo Testamento; Seppel, la Historia de la Iglesia; Egenter, la Teología Moral; Söhengen, la Teología Fundamental; Schmaus, la Teología Dogmática; Pascher, la Teología Pastoral; y Mürsdorf, el Derecho Canónico. De todos ellos, según Joseph, la estrella era Maier, brillante profesor de exégesis del Nuevo Testamento, que tenía tras de sí un currículum personal admirable.

 Maier, siendo joven profesor de Estrasburgo, sostuvo la tesis de las dos fuentes de los tres evangelios sinópticos: una es Marcos y la otra es una colección perdida de los dichos de Jesús, siendo los evangelios de Mateo y Lucas de fechas posteriores. Su tesis fue considerada como capitulación frente al liberalismo, por lo que fue apartado de la enseñanza académica por orden de Roma. Se hizo capellán militar tomando parte en la primera guerra mundial. Más tarde, fue capellán de la cárcel, y posteriormente regresa a la actividad académica en el año 1924 a la universidad de Breslau como profesor del Nuevo Testamento.

No obstante, Joseph confiesa en su libro Mi Vida, que a pesar de su amargura por el trato recibido, el profesor Maier: “era un hombre profundamente creyente y un sacerdote realmente preocupado por la correcta formación sacerdotal de los jóvenes que se le encomendaban, y sus clases eran las únicas para las cuales las aulas quedaban demasiado pequeñas”. La exégesis del profesor Maier sobre el Nuevo Testamento será para Joseph el centro y el alma de su trabajo intelectual y marcará sus estudios bíblicos, junto con la enseñanza histórica y filológica de Stummer, profesor del Antiguo Testamento. Juntos a ellos, los profesores Söhengen y Passer conformarán su formación teológica.

 Söhengen, profesor de Filosofía, era un filósofo tomista, apasionado por la verdad y por dar solución a las preguntas sobre el fundamento y fin de lo real dentro del debate filosófico contemporáneo. Era un teólogo preocupado por la cuestión ecuménica y por la teología del misterio. Su método teológico y filosófico era partir siempre de las fuentes desde Platón y Aristóteles a Clemente de Alejandría, San Agustín, San Buenaventura, Santo Tomás, Pascal y el Beato Newman. Pascher, profesor de Teología y director Georgianum, era responsable de la formación espiritual y sacerdotal de los estudiantes de teología. Sabía llegar a sus corazones por medio de conferencias y charlas espirituales, fundadas en la celebración litúrgica de la Eucaristía.

 Joseph escribe en su libro Mi Vida: “el misal Schott me era muy querido, más aún, insustituible, y gracias a las lecciones de Pascher y a la solemnidad con cual nos enseñaba celebrar la liturgia según su espíritu más profundo, también yo me convertí un partidario del movimiento litúrgico. Así como he aprendido a comprender el Nuevo Testamento como alma de la teología, del miso modo entendía la liturgia como fundamento de la vida, sin la cual ésta acabaría por secarse”. Sus años en la facultad de teología de la universidad de Munich quedan en la memoria de Joseph como un tiempo de gran novedad, lleno de esperanza y confianza, pero también de grandes y sufridas decisiones.

En el verano de 1950, terminados los estudios teológicos, Joseph inicia el trabajo teológico sobre el Pueblo y casa de Dios en las enseñanzas sobre la Iglesia de san Agustín, tema propuesto por el profesor Söhngen. Para su estudio, se vale de los libros, Catolicismo y Corpus Christi de Henri de Lubac, sirviéndole de gran utilidad. En el primero, percibe una dramática lucha en el catolicismo francés para abrir una brecha a la fe en la vida cultural de aquel tiempo, y en el segundo, ve un nuevo modo de entender la unidad de la Iglesia y de la Eucaristía. Desde esta perspectiva, estudia dicho tema.

A finales de octubre, el seminarista Joseph recibe las órdenes de subdiácono y diácono en el seminario de Freising. Su hermana, que por entonces estaba de secretaria en un despacho de abogados, en su tiempo libre se encarga de redactar la copia del manuscrito del citado tema, que Joseph lo entrega al profesor Söhngen en el plazo establecido de nueve meses.

El 29 de julio de 1951, en la festividad de los apóstoles Pedro y Pablo, Joseph, su hermano Georg y cuarenta seminaristas más son ordenados de presbítero en la catedral de Freising por el cardenal Michael Faulhaber. Joseph escribe en su libro Mi Vida: “era un espléndido día de verano que permanece inolvidable como el momento más importante de mi vida”. Celebra su primera misa en la iglesia parroquial de San Oswaldo de Traunstein que se hallaba adornada en todo su esplendor.

El uno de agosto de este año, inicia su ministerio sacerdotal como coadjutor de la parroquia de la Preciosa Sangre en Munich. Su párroco Blumschsein era un hombre bueno, ardiente e incansable trabajador. Muere llevando el viático a un enfermo grave. La casa parroquial, aunque pequeña, era acogedora, a pesar de las muchas personas que en diversas funciones trabajaban en ella.

 La tarea pastoral del coadjutor Joseph consistía en impartir 16 horas de religión en cinco clases distintas. Los domingos celebraba dos Eucaristías con predicaciones diversas. Todos los días, a las 7 de la mañana, estaba en el confesionario y los sábados por la tarde estaba cuatro horas. Cada semana celebraba múltiples entierros en los diversos cementerios de la ciudad y atendía los bautismos, matrimonios y el trabajo con jóvenes.

El uno de octubre de 1952, sus superiores destinan al presbítero Joseph a seminario de Freising para dar un curso de pastoral de los sacramentos a los estudiantes del último curso de teología, destino que suscita en él sentimientos contradictorios. Por un lado, era lo que buscaba y quería, pero por otro, perdía las relaciones y experiencias humanas y personales que había conocido y tenido como coadjutor parroquial. En el seminario de Freising aprovecha el tiempo para preparar el examen oral y escrito de doctorado de teología que versaba sobre ocho asignaturas y un debate público. En el julio de 1953, Joseph obtiene el título de doctor con gran alegría de sus padres.

 El doctor Joseph Ratzinger desea dedicarse a la enseñanza libre de la teología en los centros universitarios. Para ello, necesita la correspondiente habilitación académica, que se otorga superando una prueba temática sobre teología ante un tribunal compuesto por catedráticos universitarios de esta disciplina. Por indicación del profesor Söhngen, escoge el tema, La Revelación en San Buenaventura.

En este tiempo, queda libre un apartamento destinado a los profesores del seminario, cerca de la catedral de Freising, por fallecimiento del profesor de filosofía que lo había ocupado. Sus superiores le invitan a establecerse en él y encargarse de la cátedra de teología dogmática. Acepta la oferta e imparte dicha disciplina en el semestre invernal del 1954-1955. Por acuerdo familiar, el 17 de noviembre del 1955, su padre que contaba 78 años y su madre 71 vienen a vivir a Freising estableciéndose en el apartamento que su hijo Joseph ocupaba al lado de la catedral.

 En el verano de 1954, el doctor Joseph Ratzinger había recogido todo el material sobre La Revelación en San Buenaventura y había elaborado sus ideas. Encomienda su redacción a una mecanógrafa que comete muchos errores. A finales de otoño de 1955, presenta dos ejemplares sobre dicho tema teológico en la facultad de teología de la universidad de Munich.

Por Pascua de Resurrección de 1956, el profesor Michael Schmaus, director de dicho estudio, le indica que: “debía rechazar su trabajo porque no respondía a los criterios de rigor científico, palabras que cayeron como un rayo del cielo sobre Joseph”, comenta en su libro Mi Vida. Entonces, el doctor Joseph, triste y contrariado, piensa, ¿qué dirán sus padres que habían venido a vivir con él a Freising?. Como solución se le ocurre quedarse a vivir en esta ciudad de Freising como coadjutor de la parroquia de san Jorge, a cuyo cargo correspondía una habitación.

 Pero pasado un tiempo, el profesor Michael Schmaus le remite el manuscrito de su estudio de habilitación para la enseñanza de teología en la universidad, lleno de notas y observaciones, para que lo corrija. En el mes de octubre de este año lo presenta de nuevo, aunque más reducido, al consejo de dicha facultad universitaria de Munich. El 1 de febrero de 1957, le comunican que su estudio teológico había sido aceptado y que su lectura pública sería el 21 de este mes y año en curso.

 Celebrado dicho acto, el decano anuncia de una manera informal al doctor Joseph Ratzinger, que se hallaba acompañado de su hermano Georg y de unos amigos, que había superado dicho examen y que era apto para la enseñanza universitaria de teología. Poco tiempo después, la universidad de Munich le participa por escrito el nombramiento oficial de libre docente de teología. Las relaciones del doctor Joseph Ratzinger con el profesor Michael Schmaus fueron tensas en los primeros años y le propiciaron su acercamiento al Kart Rahner, pero más tarde en los años 1960 fueron mejorando hasta llegar a ser amistosas entre ambos.

 El uno de enero de 1958, el doctor Joseph Ratzinger es designado, no sin disensión por las partes interesadas, para profesor de teología fundamental y dogmática de seminario de Freising. En el verano de este año, le llega una invitación de la universidad de Bonn para enseñar teología fundamental. Antes de aceptar dicha invitación, habla con su hermano Georg, que había sido nombrado director del coro de la parroquia de san Oswaldo de Traustein, y encargado de la educación musical del seminario menor de esta ciudad, entre otras tareas pastorales. En virtud de tales menesteres había obtenido el beneficio de una hermosa casa parroquial para uso y disfrute, que se hallaba en el centro de dicha ciudad.

El doctor Joseph comunica a su hermano Georg dicha oferta, quien le manifiesta estar plenamente de acuerdo con su marcha como profesor a la universidad de Bonn, y se alegra de acoger a sus padres en su casa parroquial de Traustein, donde a las fueras de dicha ciudad tenían, además, su casa paterna, y de la cual habían salido con melancolía para vivir en Freising en compañía de su hijo Joseph, donde ahora se hallaban contentos. A sus padres les cuesta aceptar la marcha de su hijo a Bonn, pero la aceptan por su bien.

El 15 de abril de 1959, el doctor Joseph Ratzinger comienza las clases como profesor ordinario de teología fundamental en la universidad de Bonn ante un auditorio que le acoge con entusiasmo. Se aloja en el internado teológico Albertinum compartiendo el tiempo con los estudiantes de teología. La vida académica y el encuentro con estudiantes y profesores de todas las facultades le entusiasman y le inspiran.

 La ciudad de Bonn era un lugar de culturas y su paisaje era un muy distinto a su tierra de Baviera. Colonia estaba cerca y Aquisgrán no estaba lejos. Dusseldorf y el territorio de Ruhr formaban parte de la influencia de la región de Bonn, donde se hallaban una serie de seminarios teológicos, tales como, el colegio de dominicos en Walbergerg, el de los redentoristas en Hennef Geistingen, el del Verbo Divino en San Agustín y el de los franciscanos en Mönchengladbach.

Las diversas cátedras de la facultad de teología de la universidad de Bonn estaban ocupadas por grandes personalidades, tales como, Theodor Klauser, fundador y editor de una importante obra y personalidad descollante, Huben Jedin era célebre historiador del concilio de Trento, Schöllgen, teólogo moralista con una gran cultura universal; Johann Auser, profesor de dogmática, y Ludwing Hödl, gran conocedor de las fuentes de teología medieval.

 El profesor Joseph Ratzinger hace varias amistades importantes fuera del recinto universitario. Merece destacar su amistad con el sabio indólogo Paul Hacker, con el que, aunque tuvo diversas tensiones, se siente deudor en muchos sentidos. Paul Hacker era un maestro de lenguas indias, que del hinduismo habia pasado al cristianismo luterano. El profesor Joseph Ratzinger cuenta en su citado libro Mi Vida: “pasaba las noches enteras dialogando con los Padres de la Iglesia y con Lutero ante una o dos botellas. Su camino personal de fe le condujo a la Iglesia católica, con la que fue crítica, como lo fue también con el concilio Vaticano II y con la teología de Rahner”.

En agosto de 1959, a la edad de 82 años, fallece el padre de Joseph Ratzinger a consecuencias de un grave ataque apopléjico. Providencialmente, su madre y sus tres hijos se hallaban en casa. Joseph cuenta en su mencionado libro que le asisten en su lecho de muerte, cuya agonía dura dos días, mostrándole su amor que él recibe con gratitud, aunque no podía hablar.

El anuncio del concilio ecuménico de Vaticano II por el papa Juan XXIII había despertado sentimientos de renovación, esperanza y de euforia en la Iglesia católica. El cardenal arzobispo Alfred Fring de Colonia y miembro de la Comisión Central para su preparación, envía regularmente al profesor Joseph Ratzinger los esquemas y textos que habían de ser discutidos y aprobados por los padres conciliares. Eran esquemas y textos escolásticos y eruditos, pero poco bíblicos, patrísticos y pastorales, que él estudia profundamente.

 El cardenal arzobispo Alfred Fring le lleva a él y a su secretario, que más tarde será obispo, como consejeros teológicos suyos al concilio Vaticano II. El profesor Joseph Ratzinger se encuentra allí con los grandes y famosos teólogos, tales como, Henri de Lubac, Jean Danielou, Ives Congat, Gerard Fhilips. La primera cuestión conciliar que los padres conciliares platean, es ¿cuál era la misión de este Concilio?. Había un tácito consenso entre ellos que dicha cuestión era la misión de la Iglesia.

Los cardenales Suenes y Montini manifiestan que la misión de la Iglesia debe ser tratada hacia dentro y hacia fuera. En la cuestión de la misión de la Iglesia hacia fuera o hacia al mundo, el movimiento litúrgico no era un tema prioritario para el cardenal Montini, futuro papa Pablo VI. Sin embargo, los padres conciliares alemanes y franceses consiguen elaborar un esquema sobre la liturgia como temática general de la Iglesia y que sea estudiado en el primer lugar.

El debate sobre liturgia, según profesor Joseph Ratzinger, fue tranquilo y transcurrió sin excesivas tensiones, sin embargo cuando se tocó el tema sobre las fuentes de la Revelación, la discusión fue dramática. El documento presentado por la ponencia, entendía que las fuentes de Revelación eran las Escrituras y la Tradición, relacionadas ambas con el magisterio eclesiástico y con las formas escolásticas. Entonces, los influyentes padres conciliares cardenales deciden que se presente otro documento y lo elaboren el jesuita Karl Rahner y el profesor Joseph Ratzinger.

 Este nuevo documento lo confecciona Karl Rahner. Presentado a los padres conciliares, suscita ásperas reacciones, pues era una teología especulativa y filosófica inspirada en la escolástica de Suárez. El profesor Joseph Ratzinger era partidario de un documento esencialmente de teología histórica. Sucede que el documento de Karl Rahner no es aceptado, pero tampoco el documento oficial fue rechazado, y se procede a rehacer el documento oficial, que después de complejas discusiones, es aprobado como la Constitución sobre la Palabra de Dios, siendo uno de los textos más relevantes del concilio Vaticano II.

En 1963, el profesor Joseph Ratzinger recibe una invitación de la universidad de Münster para que enseñe teología dogmática. Se hallaba contento en Bonn y, además, tenía una vinculación estrecha con el cardenal arzobispo Alfred Fring de Colonia que le obligaba a seguir en Bonn, pero, ante la insistencia del obispo Hermann Volk de Münster, que era amigo suyo, acepta dicha oferta al considerar que la teología dogmática era más principal que la teología fundamental. Comienza a enseñar dicha disciplina en el verano de este citado año ante un vasto auditorio con una dotación material y personal superior a la de Bonn.

El 16 de diciembre de I963, su madre María fallece a consecuencia de un cáncer de estómago contando 79 años en su casa de Traustein. El recuerdo de su madre permanece en Joseph Ratzinger, como luz y demostración concreta de fe, por la cual queda moldeado. En febrero de 1964, su hermano Georg es nombrado maestro de Capilla y de los Pequeños Cantores de la catedral de Ratisbona, antigua capital imperial sobre el río Danubio. En adelante, Ratisbona se convertirá para el profesor Joseph Ratzinger como lugar de punto de encuentro familiar, sustituyendo a Traustein.

En este espacio de tiempo, el doctor Joseph Ratzinger vive entre Münster por ser profesor de teología universitaria en esta ciudad y entre Roma por ser perito teólogo del concilio Vaticano II. Siempre que regresa de Roma encuentra un estado de ánimo agitado en la Iglesia alemana y en los teólogos. En estas circunstancias, la universidad de Tubinga, por medio del profesor Hans Küng, le ofrece la cátedra de teología dogmática, instituida hacía poco. Acepta dicha oferta por estar cerca de su tierra natal de Baviera y por su amistad con el profesor Hans Küng, al que le había conocido en un congreso de teólogos en Innsbruck, aunque había entre ambos posiciones teológicas diferentes. Posteriormente, ambos seguirán caminos y direcciones cada vez más separados.

En el semestre estival de 1966, el profesor Joseph Ratzinger comienza la enseñanza de las clases de teología dogmática en Tubinga con estado de salud precario, debido a su estancia y trabajo en concilio Vaticano II en Roma y a su enseñanza de teología en la universidad de Münster. Encuentra en la universidad de Tubinga un cuerpo docente de profesores de alto nivel, pero muy polemistas y un espacio estrecho y sacrificado comparado con el de la universidad de Münster. En el curso académico de 1966-1967, el clima de la facultad de teología estaba dominado por la teología existencialista de Rudolf Bultman y por la filosofía de Heidegger, que Ernst Bloch le denigraba en sus lecciones, llamándole el “pequeño burgués”.

 Jürgen Molman, profesor de teología de la facultad evangélica de la universidad de Tubinga, presenta una teología marxista en su fascinante libro Teología de la esperanza partiendo del pensamiento de Ernst Bloch, con la cual desintegra la teología existencialista de Bultman y la filosofía de Heidegger, e impone la revolución marxista radical en dicha universidad, basando la esperanza bíblica en la sustitución de la acción de Dios por la política del hombre. Dicho libro revoluciona a los alumnos y a parte de los profesores. Los sacude hasta los cimientos y llega a ridiculizar la cruz cristiana como sadomasoquismo.

El profesor Joseph Ratzinger vive y padece todo esto en su propia carne. Era decano de la facultad de teología, miembro del Senado Académico y de la Comisión encargada de elaborar un nuevo Estatuto para la universidad. En 1967, dado que el curso principal de teología dogmática lo llevaba el profesor Hans Küng, aprovecha el tiempo para dar unas lecciones sobre el cristianismo a sus alumnos de teología, de la cuales saldrá, más tarde, su libro El Cristianismo, que será traducido a 17 lenguas.

En 1969, el doctor Joseph Ratzinger recibe la propuesta de la universidad de Ratisbona para ser profesor de la segunda cátedra de teología dogmática. La acepta encantado, dado que en esta ciudad se halla su hermano Georg destinado como organista de la catedral y director de los Pequeños Cantores, y su hermana María vivía en su compañía, y además se libraba del ambiente agitado y polemista de la universidad de Tubinga.

 Anteriormente, en 1967, había recibido otra propuesta para enseñar esta disciplina en la universidad de Ratisbona, que él rechaza siendo adjudicada al profesor Auer, natural de Ratisbona, ocupando la primera cátedra de teología dogmática. Cuando el profesor Joseph Ratzinger llega a Ratisbona, los estudiantes de esta universidad sentían el marxismo, pero pronto la dirección de la universidad consigue tener su propia fisonomía, y nombrar profesores abiertos a nuevos horizontes intelectuales.

En sus primeros años de su estancia en Ratisbona, suceden nuevos y determinantes acontecimientos al profesor Joseph Ratzinger. Primero, el papa Pablo VI le nombra miembro de la Pontificia Comisión Teológica Internacional, que tenía la finalidad de seguir asesorando a los obispos y a la Santa Sede en la línea teológica del Vaticano II y de hacer de contrapeso a la Congregación para la Doctrina de la Fe. Formaban parte de la citada Comisión, por cinco años, Henri de Lubac, Philippe Delhaye, Jorge Medina, M. J. Guilleu, Louis Bouyer, Urs von Balthasar, Congar y Karl Rahner.

El profesor Joseph Ratzinger escribe en su citado libro Mi Vida: “no he vuelto a conocer hombres con una formación teológica y cultural tan amplia como Urs von Balthasar y Henri de Lubac, y no me siento capaz de expresar con palabras todo lo que debo el haberles conocido. Congar, conforme a su espíritu conciliador, intentó siempre mediar entre posiciones contrarias y con su paciente apertura desarrolló seguramente una importante misión. Era un hombre extraordinariamente diligente y dotado de una disciplina de trabajo que no frenó ni siquiera en su enfermedad. Karl Rahner, por lo contrario, se había dejado envolver en eslóganes de progresismo y se dejó arrastrar a tomas de posición políticas aventureras que difícilmente se pueden conciliar con su filosofía trascendental, terminando por abandonar la Comisión junto con Feiner”.

Estos sabios profesores buscando formas de expresión de teología y de cultura fundan la revista Communio, de debate teológico, cultural y con fisonomías distintas en Alemania y en Italia. En Alemania, se unen a este proyecto el teólogo, Karl Lehmann, profesor de teología dogmática en Friburgo, más tarde, obispo y cardenal, Hans Meier, ministro de Cultura e Instrucción Publica de Baviera y el editor Franz Greiner. En Italia, se unen al proyecto Luigi Giussani, fundador de Movimiento Comunión y Liberación y sus jóvenes seguidores. Posteriormente, sería editada en 17 idiomas.

El segundo evento que le sucedió al profesor Joseph Ratzinger en sus primeros años de Ratisbona fue la publicación del Misal de Pablo VI con la prohibición casi completa del Misal precedente, tras una transición de seis meses. Dicha prohibición le causa una gran perplejidad, porque, dice en su citado libro: “algo semejante no había ocurrido jamás en la historia de la liturgia. La prohibición del Misal antiguo, llamado del papa Pio V, comporta una rotura en la historia de la liturgia, cuyas consecuencias fueron dolorosas en muchos casos”.

 Destruir un viejo edificio y sustituirlo por un nuevo siempre comporta problemas y diferencias entre los usuarios. Esto es lo que pasó entre el uso del Misal nuevo de Pablo VI y el antiguo de Pio V. Según el profesor Joseph Ratzinger, el papa Pablo VI no prohibió la liturgia de misales anteriores legítimamente válidos, sino que lo que establece es que: “dicho Missale Romanum fuese introducido allí donde hubiese liturgias que tuviesen menos de doscientos años de antigüedad ante la falta de una normativa unitaria y ante el pluralismo heredado de la Edad Media

El tercer acontecimiento de su estancia en Ratisbona fue que el editor Wewel, tras el éxito de la publicación de la Teología moral de religioso pasionista Häring, por indicación de Karl Rahner le propone componer una Teología dogmática, que él acepta y trabaja en dicho proyecto con ahínco, pero que le fue imposible cumplir, por sus tareas relacionadas con el concilio Vaticano II. Lo único que consigue fue acabar la escatología para la teología dogmática del profesor Auer.

 En Ratisbona, el profesor Joseph Ratzinger construye una casa con jardín a las afueras de esta ciudad, donde su hermana María y él viven sintiéndose verdaderamente felices, y adonde su hermano Georg venía con frecuencia a visitarles. Este tiempo fue de bendición para los tres hermanos años. Ruper Hofgauer, vecino y cuidador del jardín de su casa durante muchos años dirá: “Joseph Ratzinger era hombre tranquilo y reservado, un día viendo revoletear las abejas en torno a la reina de la colmena, dijo fascinante, observad el poder de las hembras en la sociedad”.

 El 24 de julio de 1976, fallece el cardenal Döpfner, arzobispo de Munich. Llegan rumores a Joseph Ratzinger, que era entonces decano de la facultad de teología y vicerrector de la universidad de Ratisbona, que estaba entre los candidatos para sucederle. No los toma en serio por su estado de salud, por su desconocimiento de gobierno y de administración diocesana y porque nunca había pensado ser obispo, pues su meta y sus fines eran la enseñanza universitaria.

El nuncio Del Mestri le visita en Ratisbona. Le habla de lo divino y de lo humano y le entrega una carta que debe leer en su casa y pensar en su contenido. Contenía su nombramiento de arzobispo de Munich y de Freising. No sabiendo que hacer, consulta el caso con el profesor y compañero suyo Auer, que conocía muy bien sus límites, esperando le disuadiese. Pero, con sorpresa suya y sin pensarlo, le dijo: “debes aceptar”. Visita al nuncio en el hotel donde se alojaba, y después de exponerle sus dudas sobre la aceptación de dicho nombramiento, ante su atenta mirada firma su aceptación en el papel de la carta de su nombramiento.

El 27 de junio de 1977, en la vigilia de Pentecostés el presbítero doctor y profesor Joseph Ratzinger es consagrado obispo en la reconstruida catedral de Munich tras la Segunda Guerra Mundial que se hallaba magníficamente adornada. Era un día radiante de luz y calor de verano. Escoge como lema episcopal: “colaborador de la verdad”, y como signos distintivos suyos: “la concha y el oso de la leyenda del obispo Corbiano”.

 Con las palabras “colaborador de la verdad”, tomadas de la tercera epístola de san Juan, quiere expresar su voluntad de ponerse a servicio de la verdad y unir su tarea intelectual pasada y a su nuevo cargo episcopal Con la “concha” quiere manifestar nuestra condición humana de peregrinos y con “el oso del obispo Corbiano” quiere expresar que está dispuesto a llevar el peso de la carga de su ministerio episcopal para encontrar la libertad y la esperanza.

El arzobispo Joseph Ratzinger comienza una nueva vida de carácter pastoral en sus diócesis de Munich y Freising. Un mes después de su consagración episcopal, el papa Pablo VI le cardenal de la Iglesia católica con el título de Santa María Consoladora en Tibertino, barrio obrero de Roma. Engelber Sieble, posterior arzobispo de Munich, recuerda que: “el arzobispo Joseph Ratzinger dictaba mientras paseaba por la habitación, y se podían imprimir veinte páginas sin encontrar un solo error, le encantaba debatir, le interesaba mucho la ciencia y le encanta la música, por la noche tocaba a Mozart al piano antes de acostarse”.

Fallecido el papa Pablo VI y convocado nuevo cónclave para elegir Papa, el cardenal arzobispo Joseph Ratzinger participa en él durante los días 25 y 26 de agosto de 1977, en el que sale elegido el cardenal arzobispo de Venecia, imponiéndose el nombre de Juan Pablo II. En Roma, tiene la ocasión de conocer personalmente al cardenal arzobispo Karol Wojtyla y entenderse muy bien con él desde el primer momento. El 16 de octubre de este mismo año, por fallecimiento inesperado del papa Juan Pablo I, Karol Wojtyla es nombrado Papa con el nombre de Juan Pablo II en un nuevo cónclave de cardenales.

En 1980, el papa Juan Pablo II nombra al cardenal Joseph Ratzinger, relator de Sínodo de los obispos, que trata sobre la “La misión de la familia cristiana en el mundo actual”, del cual saldrá la exhortación apostólica Familiares consortio. En este mismo año, el Papa visita Alemania. Con esta ocasión, el cardenal Joseph Ratzinger escribirá: “el acontecimiento más emocionante para nosotros fue la visita del Papa a Alemania. Su estancia en nuestro país se convirtió una gran fiesta de la fe, de la esperanza y del amor que acalló tonos críticos y hostiles… El viaje del Papa fue para nosotros una poderosa defensa del hombre, del mundo y de Dios”.

El 25 de noviembre de 1981, el papa Juan Pablo II nombra al cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y Presidente de la Comisión Bíblica y de la Comisión Teológica Internacional, confiando plenamente en él. De tal manera, que será el intrépido defensor de la fe tradicional cristiana en la Iglesia católica durante 23 años, inspirador de las decisiones del papa Karol Wojtyla y redactor de una gran parte de sus encíclicas.

 La Congregación para la Doctrina de la Fe tenía cuatro secciones y cuarenta colaboradores. Sus medios de información eran las conferencias episcopales, las reuniones con los obispos, las revistas y los libros de teología que se editaban. Cada uno de sus colaboradores tenía adjudicada una sección que recibía también su propia información de los teólogos y de otras personas.

La labor del cardenal Joseph Ratzinger como prefecto era coordinar todo este trabajo y ser moderador de su equipo y trabajar en grandes círculos tratando de encontrar la unanimidad en los temas de fe y moral. Mantiene correspondencia con todos los teólogos de Roma y del mundo que le asesoran. Contacta con los obispos, con la Comisión Teológica Internacional, con la Comisión Bíblica y con el Colegio Cardenalicio.

 En esta labor de coordinación, el cardenal Joseph sigue la exhortación del apóstol san Pablo: “Anuncia la Palabra, insiste con ocasión y sin ella, reprende, reprocha y exhorta con toda paciencia y doctrina; pues vendrán tiempos en los que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a medida de sus pasiones para halagarse el oído. Cerrarán sus oídos a la verdad y se volverán a los mitos. Pero tú se sobrio en todo, se recio en el sufrimiento, esfuérzate en la propagación del Evangelio, cumple fielmente tu misterio” (2 Timto. 4,2)

Como prefecto de la Congregación para la Doctrina se enfrenta, por lado, a la teología progresista marxista de la liberación, fundada por Gustavo Gutiérrez y defendida por el teólogo franciscano Leonardo Boff, que reducía la fe cristiana a una política irresponsable, y por otro, se enfrenta a la teología ultra conservadora patrocinada a ultranza por Marcel Lefebvre, arzobispo de Lille, que amenazaba con un cisma en la Iglesia católica. Advierte a Gustavo Gutiérrez y a Leonardo Boff no hablen de la teología marxista de la liberación durante un año, se dediquen a reflexionar, no viajen por el mundo dando conferencias y haciendo publicidad de ella, pero Leonardo Boff no aceptan esta medida. La fe del cardenal Joseph Ratzinger es creer en Dios, en Cristo, en su Iglesia y vivir conforme a estas creencias.

En 1984 Vittorio Messori escribía en su libro Informes sobre la fe: “el cardenal José Ratzinguer es el típico bávaro, de aspecto cordial, que vive modestamente en un pisito cercano al Vaticano, va solo con chaqueta y corbata, frecuentemente al volante de un pequeño utilitario por las calles de Roma, y nadie pensaría que se trata de uno de los hombres más importantes del Vaticano. No me pareció descubrir esa imagen de dogmático, ni de férreo inquisidor, con que algunos quieren etiquetarlo. Le he visto algún día amargado, pero también le he oído reír contando alguna anécdota o comentando alguna ocurrencia. A su sentido del humor, añade su capacidad de escuchar, su disponibilidad de dejarse interrumpir por el interlocutor y su rapidez de respuesta con franqueza total a cualquier pregunta; es un hombre, pues, muy alejado del cardenal de curia evasivo y socarronamente diplomático y esteriotipado”

El cardenal Joseph Ratzinger manifiesta en dicho Informe sobre la fe: “sentirnos amados por Dios es un gozo inmenso, que genera una esperanza absoluta frente a los continuos riesgos de la vida y peligros de la historia. La vida eterna es nuestro futuro y es la fuerza que va marcando la historia, y tener trato con Dios es una necesidad, como respirar, como ver la luz o como comer todos los días, es parte esencial de nuestra vida”

 Sigue: “la exigencia más difícil de Jesucristo es, para todos, amar a Dios y a nuestros hermanos, los hombres, y estar al servicio de la verdad es algo realmente grandioso y es el deseo más relevante. Reconoce: “ que se ha sentido débil ante alguna situación concreta, pero el Señor ha puesto tantas personas buenas en su camino, que nunca se sintió solo, y que la teología es solo una ocupación intelectual, que puede influir mucho en la conducta de la persona, si la vives, pero por sí misma no hace mejor al hombre”.

El cardenal Joseph Ratzinger viaja a España en seis ocasiones. En 1989, viene a Madrid en un fin de semana para intervenir en un seminario de teología sobre la persona de Jesucristo y celebra misa en la iglesia de Nuestra Señora del Buen Suceso. En 1993, vuelve invitado por Olegario González de Cardenal, condiscípulo suyo de teología en la universidad de Munich, para hablar en los cursos de teología de la universidad Complutense de Madrid. En julio de este mismo año, visita privadamente Toledo.

 En el 1998, viene a Pamplona para ser investido doctor “honoris causa” por la universidad de Navarra y presenta su interesante libro Mi vida. En el 2000 vuelve por segunda vez a los cursos de verano de la universidad Complutense de Madrid, invitado por Olegario González de Cardenal. En el 2002 viene para oficiar una Eucaristía en Caravaca de la Cruz, Murcia. En el 2004, vuelve para clausurar el congreso de Cristología de la universidad católica de San Antonio en Murcia. 

A. Tornelli escribe en su libro Ratzinger, custodio de la fe: “en Roma no hace demasiado vida social, también, porque su trabajo es pesado y absorbente. Habla varias lenguas, y cuando tiene que examinar un tema acude a su lengua original. Quiera encontrarlo, basta con que se sitúe en torno a las 9 de la mañana en la plaza de san Pedro. De casa a la Iglesia y a la congregación y vuelta. Es uno de los purpurados que más tiempo pasa en Roma, tambien en los días de las fiestas. Gran aficionado a la montaña, disfruta caminando durante las vacaciones, que habitualmente pasa con su hermano Georg en las montañas salzburguesas o en Bressasone en el Tirol italiano”.

En septiembre de 1991, el cardenal Joseph Ratzinger sufre una hemorragia cerebral de la cual se recupera. En noviembre de dicho año, fallece su querida hermana María, que había sido para él una fiel asistenta, laboriosa ama de llaves y una competente secretaria. El 14 de febrero de 1992, una Comisión Pontificia de doce cardenales aprueba el Catecismo de la Iglesia Católica, de la que el cardenal Joseph Ratzinger era promotor y director. En agosto de 1993, sufre un accidente que le deja inconsciente durante un tiempo, recuperándose plenamente.

 Ingrid Stampa, secretaria particular del cardenal Joseph Ratzinger en Roma, manifiesta: “sus pasiones eran la música, el piano y los largos paseos en bicicleta, pero ahora prefiere pasear a pié con su boina vasca a la que tiene un gran cariño”. Enrique Pinci, su confesor durante seis años, cuando era párroco en Santa María Transpontina, confiesa; “era una persona humilde y amable, con ideas claras sobre la fe católica, vive como un asceta”.

Fallecido el papa Juan Pablo II, el 18 de abril del 2005, ciento catorce cardenales se reúnen en Roma para elegir nuevo Papa. El “currículum vitae” del cardenal Joseph Ratzinger a los electores cardenales es extraordinario. Había sido diligente y activo coadjutor parroquial, competente doctor, preclaro profesor universitario de teología, arzobispo de Munich y Freising, excelente prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, director del Catecismo de la Iglesia Católica y autor de más de 40 libros y 700 artículos de revistas de divulgación científica sobre la fe cristiana en confrontación con el mundo actual

 Por ser el cardenal el más antiguo, Joseph Ratzinger celebra la Eucaristía Pro Sumo Pontífice Eligendo, y pronuncia la homilía en la que manifiesta: “tener una fe clara, según el credo de la Iglesia, es etiquetado con frecuencia como fundamentalismo, mientras que el relativismo parece ser la única actitud que está de moda. Se va construyendo una dictadura del relativismo que reconoce nada de definitivo y deja sólo como última medida el propio yo y sus ganas. Nosotros tenemos otra medida, el Hijo de Dios, el verdadero hombre, la medida del verdadero humanismo. Adulta no es una fe que sigue las olas de la moda y de la última novedad. Adulta y madura es una fe profundamente arraigada en la amistad con Dios”.

 Termina: “en este momento, pidamos, sobre todo, con insistencia al Señor, que después del gran papa Juan Pablo II, nos dé nuevo un pastor según su corazón, un pastor que nos guíe al conocimiento de Cristo, a su amor, a la verdadera alegría. Amen”. Extraordinaria y adecuada homilía que daría sus frutos moviendo las voluntades de los cardenales electores para elegirle Papa.

A las 16, 30 horas de la tarde de dicho día 18 de abril del 2005, los citados cardenales entran en cónclave en la Capilla Sixtina. Entonan el Veni Creator Spiritus, y proceden a la elección del nuevo Papa. Al día siguiente, martes, 19 de abril de 2005, por la tarde, el cardenal Joseph Ratzinger es elegido Papa. A las 17 horas, 50 minutos había fumata blanca. Una hora más tarde, el cardenal Jorge Arturo Medina Estévez proclamaba en la plaza de la Iglesia Basílica de San Pedro: “gaudium magnun do vobis, habemus Papam”.

 Cinco minutos después, el cardenal Joseph Ratzinger se presenta como Papa bajo el nombre de Benedicto XVI, manifestando ser “un sencillo y humilde trabajador de la viña del Señor”. Se impone el nombre de Benedicto XVI, en recuerdo del papa Benedicto XV, gran promotor de la paz mundial, y en memoria de San Benito, patrón de Europa, cuya regla y obra monacal es la base fundamental de la historia, cultura y civilización europea.

El día de su entronización como Papa, Benedicto XVI pronuncia el siguiente discurso en la celebración eucarística ante una representación mundial de jefes de Estado, de Gobierno y de miles de personas presentes en la plaza de San Pedro, diciendo: “mi programa de gobierno no es hacer mi voluntad, no seguir mis ideas propia, sino ponerme, junto a toda la Iglesia, a la escucha de la palabra de Señor y dejarme conducir por Él, de tal modo, que sea Él quien conduzca a la Iglesia en la hora de nuestra historia”.

 A continuación, pasa a explicar los signos litúrgicos del obispo de Roma, como sucesor de San Pedro que son el palio de lana y el añillo. Sobre el palio de lana que los Papas ponen sobre sus hombres desde el siglo I, dice: “puede ser considerado como una imagen del yugo de Cristo”, y sobre el anillo expresa: “representa el comienzo del ministerio petrino de pescador”.

La gran preocupación del papa Benedicto XVI es presentar el Evangelio de Jesucristo como el gran mensaje de salvación para el mundo actual y defender la moral cristiana de la vida humana, el matrimonio bíblico entre un hombre y una mujer y la familia como base y fundamento de la felicidad social y de la política humana. En sus cinco años y medio como pastor y jefe de la Iglesia católica escribe numeros escritos, pronuncia muchos discursos y alocuciones, publica diversas exhortaciones apostólicas, motus propios, encíclicas, libros y toma medidas disciplinares especiales contra la pederastia en el clero. Canoniza a muchos santos y beatifica a numeros venerables. Realiza numerosos viajes a fuera y dentro de Italia y convoca y preside varios sínodos… 


 

 Entre sus escritos, sobresalen sus tres importantes encíclicas: Deus Charitas Est, del 25 de diciembre del 2005, que versa sobre el amor cristiano, Spe Salvi, del 30 de noviembre del 2007, que habla del la esperanza como la tabla de la salvación humana, y Charitas In Veritate, del 29 de junio del 2009, que presenta al humanismo cristiano como la solución al desarrollo integral de la sociedad. Esta última encíclica toca todos los problemas que afectan a la persona y al mundo de hoy. Es, sin duda, la mejor de las tres encíclicas. Está valorada por los intelectuales y políticos como excelente e incluso superior a la Rerun Novarun del papa León XIII.

 Su libro sobre Jesús de Nazaret es un estudio exegético sobre los dichos y hechos del Señor que ha despertado gran interés y curiosidad. Sus interesantes sínodos celebrados son: sobre los obispos, la eucaristía, familia e Iglesia en Oriente Medio, y ha convocado otro sobre la Nueva Evangelización para el año 2012. Como Año Santo Jubilar merece citarse el Año Paulino, de gran éxito. Entre sus diversas exhortaciones apostólicas, debemos mencionar Sacramentum Charitatis que versa sobre la importancia cristiana de la eucaristía, y entre sus motus propios, el Summorum Pontificum sobre la liturgia romana antes de la reforma de 1970. 

 Viaja pastoralmente fuera de Italia, a Alemania, Polonia, Francia, Austria, Chequia, Turquía, Estados Unidos y la ONU, Camerún, Angola, Israel, Jordania, Brasil, Australia, Portugal, Malta, Chipre, Reino Unido. Dentro de Italia, a 22 ciudades italianas. Canoniza a más de treinta santos y beatifica a más de setecientas y cincuenta beatos, entre los que destacan los 495 mártires españoles de la guerra civil española. Adopta tolerancia cero y ordena fuertes medidas jurídicas y penales contra los clérigos seculares y regulares pederastas y pedófilos en la Iglesia católica y contra su ocultamiento por parte de los obispos y superiores mayores

Antes de terminar este trabajo sobre semblanza y personalidad del papa Benedicto XVI, quiero recordar la visita del papa Juan Pablo II a Santiago de Compostela, realizada el 19 de noviembre de 1982. Manifestaba en la catedral de Santiago de Compostela: “la identidad europea es incompatible sin el cristianismo, porque en él se hallan aquellas raíces comunes de las que ha madurado la civilización del continente, su cultura, su dinamismo, su actividad, su capacidad de expansión constructiva, y en una palabra, todo lo que constituye su gloria”.

 Ciertamente, Europa está construida sobre la sabiduría griega, el imperio romano y el cristianismo. De Atenas le vino la organización política y democrática, de Roma el derecho civil y penal, y de Jerusalén la fe y la cultura cristianas que trazan, entre otras cosas, el Camino Francés. A finales del siglo XI y principios del siglo XII, los monjes franceses cluniacenses, con la colaboración de los reyes de León y Castilla y de Navarra y Aragón, lo abren y señalan como la gran vía de religiosidad y espiritualidad de peregrinos y romeros a la tumba del apóstol Santiago, y como un lazo de unión e intercambio de culturas y actividad económica entre los reinos hispanos y las naciones europeas de entonces.

Hoy día, resulta fascinante y misterioso ver caminar todos los días del año por el Camino Francés a la tumba del apóstol Santiago a cientos de miles de peregrinos y romeros de todas las nacionalidades europeas y mundiales, unos para cumplir sus promesas, otros para implorar perdón por sus pecados y los más para buscar una nueva vida y un mundo espiritual más espiritual y gratificante.

 Como síntesis de mi sincero estudio y humilde trabajo sobre el papa Benedicto XVI, quiero terminar resaltando su personalidad. Como persona, es un bávaro alemán de trato afable y amable que ama a su tierra patria, Baviera, a su familia y a sus amigos, y le entusiasma el latín, la liturgia y la música gregoriana y clásica. Como teólogo, es uno de los grandes intelectuales cristianos del momento cultural actual en todo el mundo, es un buscador incansable de la verdad y un sensible defensor de la fe tradicional cristiana, pero abierto a las culturas actuales tratando de armonizar la fe y la razón. Como Papa, es un nato pastor religioso preocupado por la unidad de la Iglesia, la familia, el matrimonio y la nueva evangelización del mundo actual.