Selección de
«50 PREGUNTAS ACERCA DE LA VIDA Y DEL AMOR»
Comunidad del L'Emmanuel. http://WWW.emmanuel-info.com/es/dossiers/50q.

 

IV. DAR LA VIDA

 

16.
¿Es una locura tener hijos sin tener el futuro asegurado?
17.
¿Por qué la familia?
18.
“Me caso”, pero ¡tengo miedo de tener un hijo en seguida! ¿qué debo hacer?
19.
¿Dar la vida es sólo tener muchos hijos?
 

 

16. ¿Es una locura tener hijos sin tener el futuro asegurado?

Mucha gente se hace esta pregunta. Es fácil comprenderlo cuando pensamos en los graves problemas de nuestro mundo: la crisis económica, la degradación del medio ambiente, el subdesarrollo, etc.

Pero abordemos la cuestión de otra forma. Lo cierto es que tener hijos es siempre una locura, un salto al vacío. Nos preguntamos si seremos capaces de educarles, de proporcionales los medios materiales y espirituales necesarios para la vida, si les daremos lo que necesitan para ser felices, etc. En realidad, éstas preguntas son sobre nosotros mismos ¿somos nosotros felices? ¿tiene sentido nuestra vida? o ¿cómo podemos dar a alguien una vida que no nos gusta?

Si dar la vida es siempre una locura, seguramente es también y ante todo un acto de confianza, de confianza en un hombre capaz de lo mejor. Para los cristianos, la confianza en la vida es la confianza en un Dios fuente de toda vida ya que engendrar una nueva vida no sólo concierne al hombre y a la mujer sino que también a Dios. A partir de ese instante, el nuevo ser es objeto de su atención, de su Amor.

La existencia que acaba de comenzar no se limitará a algunas decenas de años de sufrimiento y/o alegrías. Está llamada a no tener fin. Está llamada a ser eternamente feliz. ¡El hombre y la mujer dan la vida para la eternidad!

Si esto es realmente así, dar la vida no es una locura si no el más hermoso regalo que podamos imaginar.

 

17. ¿Por qué la familia?

Nos quejamos de la familia pero la amamos, sufrimos con ella ¿no será porque está vinculada a las misteriosas raíces de la vida y de la felicidad?. La psicología moderna ha demostrado que es necesario un entorno familiar con amor para el niño se desarrolle adecuadamente

Es obvio que a es normal que una cierta edad se adquiera autonomía respecto a la familia: “Dejará el hombre, a su padre y a su madre ...” (Gen 2, 24). Independizarse es un signo de madurez. Criticar sistemáticamente a la familia, en cambio, sería más bien un signo de adolescencia prolongada, una transición hasta la verdadera autonomía.

No siempre estamos de acuerdo con la educación que hemos recibido o descontentos con las limitaciones de nuestra familia, tal vez caricaturicemos a veces sus defectos. Sin embargo es posible que tengamos también miedo, de que nuestros compañeros se burlen de nosotros, de que nuestros padres no correspondan a la imagen que nos gustaría dar de ellos ( y de nosotros)

Sin embargo ¿acaso será necesario evocar al drama de los hijos de divorciados para descubrir que, a pesar de limitaciones y defectos, quien tiene una familia tiene un tesoro?

Si guardamos algún reproche, dejemos que el tiempo y la madurez hagan su trabajo. Si perdonamos, conseguiremos la verdadera libertad respecto a la familia: ni reacciones agresivas, ni una dependencia extrema que nos inhibiría. Así podremos mejorar nuestra existencia personal. Y quizás también proponer una “alianza” a un marido o una mujer.

La familia es una realidad que el cristiano descubre más allá de las diferentes culturas y que va más allá de las debilidades y de las limitaciones del individuo. La capacidad que tienen el hombre y la mujer adultos de dar la vida no se limita a la concepción, a traer un hijo al mundo. El “si” del matrimonio es la base de una comunidad de vida y de amor en que el niño podrá desarrollarse y descubrir su propia personalidad, en que se construirá una libertad, un rostro y una historia.

Allí, un “hombrecito” emprenderá su camino hacia la vida y el amor hasta la eternidad.

La familia no es, por tanto, un círculo cerrado, es la piedra angular de toda sociedad, de toda fraternidad. 

 

18. “Me caso”, pero ¡tengo miedo de tener un hijo en seguida! ¿qué debo hacer?

Os casáis y deseáis un amor verdadero. Queréis entregaros totalmente el uno al otro, en todas las dimensiones de vuestro ser. Queréis compartir dar y compartir alegrías, con esta magnífica capacidad de dar la vida que tenéis.

La naturaleza y la libertad os han otorgado el extraordinario don de la fecundidad y tenéis que administrarlo como padres responsables. Aprenderéis a conocer los periodos del ciclo de la mujer, aquellos en que se puede dar la vida y aquellos en que no se puede.

Si no estáis preparados para acoger un hijo en seguida o si decidís, con sentido común, esperar un tiempo, elegiréis uniros en los periodos no fértiles. Durante los periodos de fertilidad, podréis manifestaros vuestro amor de otras formas que no pasen por la unión sexual. Podréis hablar más entre vosotros, descubrir otras formas de cariño, etc. Veréis cómo vuestro amor crece y hace más profundo.

No obstante, debéis evitar que el matrimonio se restrinja a contabilizar días y, retrocedáis demasiado, impidiendo que el otro, y vosotros mismos, os realicéis plenamente dando la vida.

Sólo si atendéis a vuestros deseos y al amor que Dios ofrece a vuestra pareja, podréis decidir dar la vida de forma libre y desinteresada. En un periodo fértil y en el centro de vuestro amor, Dios podrá crear una nueva vida, vuestro hijo, con vuestra colaboración.

 

19. ¿Dar la vida es sólo tener muchos hijos?

Tener hijos es, sin duda, la primera forma de dar la vida. Se trata de una aventura hermosa y extraordinaria pero no es la única. Está también la adopción, el compromiso de pareja en pro de la sociedad o de los pobres, como hicieron por ejemplo Raoul y Madeleine Folleran con los leprosos.

Tener hijos, no es sólo darles la vida biológica. Tampoco es una cuestión de cantidad, de tener muchos hijos. Tener hijos es asumir la responsabilidad de hacerles crecer. Los seres humanos, a diferencia de los animales, “dan a luz“ cuando educan a los hijos y deben aprender a dirigir su existencia, en la medida de lo posible.

Educar es ayudar a otro a salir de la ingenuidad y a “tomar las riendas“ de su vida de manera consciente libre y responsable. Es dar al niño que será hombre la posibilidad de construir su vida como individuo, de desarrollar sus propias capacidades, integrando la cultura que le rodea, los valores morales y los espirituales de la humanidad.

A este respecto subrayemos la importancia de enseñar a amar, a entregarse a los otros. “El amor de los padres, que es el origen, se convierte en alma [...]inspiradora y guía de la educación, enriqueciéndola con valores como la dulzura, la constancia, la bondad, la entrega, el desinterés, el espíritu de sacrificio, que son los frutos más preciosos del amor. (Familiaris Consortio 36). Los padres cristianos deben proporcionar a sus hijos todo lo necesario para formen su personalidad progresivamente desde el punto de vista cristiano y eclesiástico.