La Religiosidad Popular

 

            Todas las religiones del mundo han experimentado y conocen expresiones populares de la búsqueda de Dios y es más gracias a estas manifestaciones han logrado supervivir y salvarse de las destrucciones.

La religiosidad popular es un fenómeno y es vivido por el pueblo como su identidad cultural más honda.

La religiosidad popular brota del pueblo, de sus vivencias y expectativas, comunica una sabiduría que entremezcla lo humano y divino, lo sagrado y lo profano, lo mágico y lo religioso.

En sus manifestaciones encontramos elementos valiosos; como la solidaridad, el respeto por la trascendencia. La unión de fuerzas y voluntades para realizar sus trabajos comunales.

Obviamente, también se encuentra elementos ajenos a la religión que finalmente forman un sincretismo religioso.

Lo mágico está presente en el deseo de conseguir algo con la voluntad humana, mientras que lo religioso brota de un corazón sumiso y de gratitud a Dios.

El mago conjura y el hombre religioso suplica a Dios. Pero, a veces se mezclan conjuros y oraciones, se envuelven las emociones y sentimientos que hacen difícil distinguir lo mágico de lo religioso.

La religiosidad popular se ve infiltrada de magia, supersticiones, fanatismo, expresiones folklóricas o en no pocos casos sienten el peligro de ser invadidos por estos fenómenos.

Los obispos reunidos en Puebla (Consejo Episcopal Latinoamericano, Méjico 1979) refiriendo a la religiosidad popular habla de "un brotar de las raíces ancestrales del pueblo latinoamericano".

Recordemos que hace quinientos años se dio el fenómeno de la Aculturación que consistió en el encuentro de dos culturas imponiéndose finalmente la de mayor poder, dominando todos los residuos de expresiones nativas. De esta situación irrespetuosa brota un mestizaje que intenta salvar sus raíces, de vivir aquello que le dice algo y que colma sus ilusiones.

Podemos decir que la religiosidad popular se fortalece resistiéndose de todo aquello que destruye su identidad.

Un estudio del P. Rodrigo Sánchez Arjona  define a la religiosidad popular católica como "una expresión cultural determinada y perfectamente válida de la fe cristiana profesada por la Iglesia, ella es practicada por la mayoría de los católicos, posee una fuerza evangelizadora perenne, comunica a sus seguidores una sabiduría cristiana en torno al Ministerio de Cristo crucificado y resucitado y necesita continuamente de la guía vigilante de los pastores del Pueblo de Dios".

La religiosidad popular expresa la singular identidad de los pueblos de América Latina "no se trata sólo de expresiones religiosas sino también de valores, criterios, conductas y actitudes que nacen del dogma católico y constituyen la sabiduría de nuestro pueblo, formando su matriz cultural". (Santo Domingo 36). 

Finalmente, el Papa Juan Pablo II en el discurso inaugural en Santo Domingo (12 de octubre de 1992) nos hace recordar que la historia nos muestra "que se llevó a cabo una válida, fecunda y admirable obra evangelizadora y que, mediante ella, se abrió camino de tal modo en América la verdad sobre Dios y sobre el hombre que, de hecho, la Evangelización misma constituye un tribunal de acusación para los responsables de aquellos abusos de colonizadores a veces sin escrúpulos". 

Ciertamente, la religiosidad popular esconde u expresa valores actitudes que han hecho que los pueblos fortalezcan su identidad. De toda esta multiplicidad de piedad y folklore debemos orientar nuestros esfuerzos a fin de que la fe sea más vivida y comprendida. Que hay un sentido de pertenencia a Iglesia, Pueblo de dios, y un deseo de participar en los Sacramentos reconociendo a Jesucristo como el Señor de la Vida.