Autor: Lucrecia Rego de Planas
Fuente: Catholic.net
¿Quién secuestró a los maestros?
De cuando los niños
aprendían en la escuela
El nivel académico está bajando año con año… los niños aprenden cada vez menos cosas en la escuela y las pocas cosas que aprenden, las aprenden mucho peor.
I. LA ALARMA DE COCINA YA NO
FUNCIONA
– ¡Tienen veinte minutos para hacer la tarea! – solía decir yo a mis hijos, cada
tarde al terminar de comer, mientras daba
cuerda al reloj de cocina y lo ponía sobre la mesa, haciendo sonar su familiar
“TIC-TAC, TIC-TAC, TIC-TAC”, que terminaba con una sonora alarma a los veinte
minutos exactos.
El “RIIIIIIIIING” de la alarma señalaba el momento para cerrar los libros
obligatoriamente y guardarlos en las mochilas, teniendo toda la tarde libre para
convivir, jugar, entretenernos y divertirnos en familia.
La táctica de la alarma de cocina me funcionó perfectamente durante toda la
educación preescolar, primaria y secundaria de mis tres hijos mayores (ahora de
25, 23 y 21 años). De hecho, en ese entonces, mis hijos terminaban la tarea
mucho antes de que la alarma sonara. También me funcionó durante la educación
preescolar y gran parte de la primaria de mis tres hijos intermedios (ahora de
18, 15 y 13 ). Pero dejó de funcionar (no la alarma, sino la táctica) de manera
misteriosa, inmediata, inesperada y sorprendente, cuando mis tres hijos pequeños
(de 10, 9 y 6) llegaron a la edad de hacer tareas.
Desde entonces… el tiempo para hacer las tareas cada tarde se vuelve
interminable, tedioso y agotador para ellos y para mí . Los niños completan los
deberes ya muy entrado el anochecer, quedándoles únicamente el tiempo suficiente
para ducharse, cenar, rezar e irse a dormir. Ya no existe en nuestras tardes
tiempo para los juegos, la convivencia, ni el entretenimiento en familia.
¿Qué sucedió?
¿Los cambié de colegio? No, el colegio ha sido el mismo para el primero y para
el último de mis hijos.
¿Son más, las tareas que ahora les dejan? No, todo lo contrario, ahora les dejan
mucho menos tareas que las que les dejaban antes.
¿Son más difíciles las tareas que ahora les dejan? ¡Para nada! El nivel de
enseñanza ha decrecido de manera visible. Las tareas que ahora le dejan al de
cuarto de primaria (que es el séptimo de mis hijos) son equivalentes (en
contenido y grado de dificultad) a las que les dejaban a los niños en
Preprimaria hace unos cuantos años.
¿Será, entonces, que mis hijos pequeños son menos listos que sus hermanos
mayores? ¡Tampoco! Gracias a Dios todos mis hijos gozan de una muy buena
inteligencia que los hace capaces de entender y aplicar los conceptos
fácilmente.
Entonces… ??? ¿Qué sucedió? ¿Por qué antes me funcionaba la alarma de cocina y
ahora ya no me funciona?
La respuesta es bien sencilla: Hasta hace unos cuantos años los niños aprendían
en la escuela y los deberes para la tarde eran sólo practicar y repasar lo que
ya habían aprendido en clase.
Ahora… los niños no aprenden en la escuela y por lo tanto no saben cómo resolver
sus tareas. Las mamás nos vemos obligadas a explicar y enseñar, por las tardes,
todo aquello que debieron explicarles y enseñarles las maestras por la mañana.
A mí me gusta enseñar. Gozo verdaderamente enseñando e ideando nuevas
modalidades y técnicas para que los niños comprendan los conceptos y los
apliquen. No se me dificulta enseñar y es para mí hermoso (verdaderamente
hermoso y gratificante) contemplar la transformación de un cerebro infantil y la
alegría profunda que produce en el niño aprender algo nuevo.
Pero no puedo negar, para satisfacción de todos los que se escandalizan de
nosotros por haber optado por una familia numerosa, que para mí ha resultado
extraordinariamente complicado estar enseñando (al mismo tiempo) al pequeño, a
leer y sumar; al otro, a restar y escribir; al siguiente, las tablas de
multiplicar y los estados de la república; al más grandecito, la suma de
fracciones y las partes del aparato digestivo y a la otra, los principios de
álgebra. Todo a la vez, sobre la misma mesa y durante el horario reducido de las
tardes.
Si yo hubiera escogido ser homeschooler… mis hijos y yo estaríamos todas
las mañanas en casa, con el tiempo, los ánimos, los espacios y los materiales
necesarios y suficientes para tener una escuela en casa.
Pero no opté por eso. Mi esposo y yo seleccionamos el tipo de educación que
queríamos para nuestros hijos y decidimos inscribirlos en uno de los mejores
colegios católicos del país, para que ahí, además de la formación religiosa que
consideramos lo más importante, tuvieran maestros competentes y cualificados,
que les transmitieran los conocimientos adecuados a cada edad, dentro de un
programa escolarizado y exigente.
El hecho es que ahora mis hijos van al colegio por las mañanas y, como no
aprenden lo que deben aprender (porque nadie se los enseña), en las tardes nos
hemos visto obligados a ser homeschoolers. Es agotador… de verdad… para
los niños y para mí. Y los resultados son muy pobres, pues no se puede enseñar
en dos horas lo que se debió enseñar en seis.
Lo más triste del asunto es que… después de mucho buscar e investigar por una
posible mejor opción para mis hijos, he podido comprobar, con una profunda
sensación de impotencia, que el deterioro sostenido, progresivo e imparable en
los resultados de la enseñanza dentro de las escuelas, se está dando no sólo en
la escuela de mis hijos, sino en todas las escuelas… católicas, laicas, privadas
y gubernamentales, y no sólo en México, sino a nivel internacional. El nivel
académico está bajando año con año… los niños aprenden cada vez menos cosas en
la escuela y las pocas cosas que aprenden, las aprenden mucho peor.
II. TRES INFLUENCIAS MORTÍFERAS PARA LA EDUCACIÓN: LOS CONTADORES, LOS PSICÓLOGOS Y LOS PEDAGOGOS
Hace
veinte años estos personajes no existían en las escuelas (al menos en mi
escuela) y las cosas iban bastante mejor que ahora. Por lo menos, los niños
aprendían lo que debían aprender y terminaban la tarea en menos de veinte
minutos.
Coincidiendo con la llegada de estas personas (contadores, psicólogos y
pedagogos), el aprendizaje empezó a declinar, así que… supongo que algo tendrán
que ver en el asunto.
LOS CONTADORES
Analicemos primero a los CONTADORES… ¿cómo ha sido su colaboración para destruir
la excelencia educativa que antaño buscaban muchas instituciones, entre las que
estaba el colegio de mis niños y muchos otros colegios católicos?
Con el término “contadores” no me refiero a los profesionistas que estudiaron
Contaduría en la Universidad y que llevan los estados financieros en las
empresas. No, no me refiero a ellos. Me refiero a otro tipo de “contadores”,
esos siniestros personajes que se dedican a contar las cosas, cualquier cosa:
dinero, alumnos, escuelas, canchas de fútbol, computadoras… lo que sea… y
concluyen invariablemente, con sus cuentas, que siempre es mejor el que tiene
más (de lo que sea).
La influencia de los contadores fue terrible, pues… haciendo sus números…
convencieron a los grandes educadores de que, para demostrarle al mundo que
ellos eran “los mejores educadores” tenían que tener más escuelas, con más
alumnos, más canchas de fútbol, más computadoras y, por supuesto, más utilidades
financieras (números grandes en todo).
Nuestros queridos y sabios educadores católicos, sacerdotes y religiosas
pertenecientes a afamadas congregaciones con una tradición educativa de siglos,
se dejaron persuadir… ilusionados en un principio con llevar a más y más almas
al contacto con la fe católica a través de sus muchos colegios. Después la
persuasión creció más… al ver también los grandes números financieros que les
acarrearía la multiplicación de sus locales educativos por todo lo largo y ancho
del mundo.
¿Qué sucedió? Lo que tenía que suceder: empezaron a abrir colegios como si de
franquicias de McDonald’s se tratara. El problema, claro, fue que no es lo mismo
aprender a hacer hamburguesas que aprender a educar a un niño.
Es humanamente imposible que 200 sacerdotes (por más sabios y santos que sean)
puedan supervisar y controlar lo que sucede en 8000 colegios y 50 universidades.
Pero… orgullosos y embelesados con los grandes números (que podemos ver
publicados en todos sus folletos) muy pronto dejaron que prevaleciera la
cantidad sobre la calidad. Olvidaron su carisma educativo que decía que sus
escuelas fueron fundadas para formar niños sabios y santos, verdaderos hombres
cristianos, amantes del saber, buscadores de la verdad, capaces de transformar
la cultura, pues… al tener que contratar maestros de todo tipo, sin mayor
selección, para poder “medio-atender” a los cientos de miles de alumnos, muy
pronto limitaron su acción educadora a cumplir con el mínimo requerido por las
leyes educativas de cada país y en “sacar horneadas de alumnos” cada año, que
supieran más o menos lo indispensable para sobrevivir en la Universidad.
Y digo “más o menos”, porque ni siquiera eso se está consiguiendo. Las
Universidades, al estar recibiendo alumnos pésimamente preparados, han tenido
que inventarse una materia “cero”, en la que les intentan enseñar a los alumnos
las bases matemáticas indispensables que debieron aprender en primero de
secundaria.
La escuela católica, gracias a los “contadores”, ya no se preocupa de cumplir
con su misión de formar hombres con sed por conocer la Verdad y alcanzar la
Sabiduría. Se ha convertido en una fábrica de niños “capacitados” y
“competentes” para insertarse en una sociedad pragmática en la cual se busca el
éxito fácil y sobre todo el utilitarismo económico.
El ideal de la escuela católica para sus egresados, ya no es el caballero
cristiano, honrado, trabajador, estudioso, sabio y santo, sino simplemente un
homo faber, industrioso, productivo, eficiente y consumidor.
Pero la labor de los contadores no sólo quedó en contar el número de escuelas y
canchas de futbol, sino que también decidieron contar, en cada escuela, el
número de “placas de bronce” que tenían colgadas en el muro de entrada al
plantel. Me refiero a las múltiples certificaciones nacionales e internacionales
que están de moda y que debe tener (según el criterio de los contadores)
cualquier escuela de prestigio. Con la inclusión de las escuelas en las
certificaciones, se les obligó a asumir un modelo educativo “moderno” que tiene
un bajísimo nivel académico. Más adelante hablaré de él.
Señores contadores: con sus conteos y sus folletos publicitarios llenos de
grandes números y elegantes certificaciones, han deformado los verdaderos
objetivos de la educación. Si mis hijos no saben ahora cómo resolver sus tareas,
en muy buena parte se los debo a ustedes.
LOS PSICÓLOGOS
Pasemos a los segundos implicados, terribles y dañinos implicados en el
deterioro escolar: LOS PSICÓLOGOS
¿Qué tienen que ver los psicólogos con el deterioro de la enseñanza? Mucho.
En primer lugar, no sé bien porqué los metieron en las escuelas. Hacían mucho
menos daño antes, cuando estaban fuera, en sus consultorios, encargados
solamente de los exámenes de admisión (que me parecen muy bien) en la época de
inscripciones. Y sólo les llegaban, en medio del año, los casos de alumnos
problema. Cuando así era, le hacían daño sólo a los alumnos problema, que ya
eran de por sí un problema, así que su labor no hacía mayor mella en la
institución educativa.
Pero ahora… la moda dicta que hay que tener un psicólogo de planta en la
escuela. Y los pobres psicólogos, para justificar su puesto y su sueldo, se
sienten comprometidos a encontrar un niño problema en cada uno de los alumnos.
Si ven a un niño tímido… seguramente fue un niño no deseado por su madre en el
embarazo.
Si ven a un niño violento… seguramente es porque su padre es alcohólico y abusa
de él.
Si ven a un niño flojo… con toda seguridad es que su madre no le presta
atención.
Si ven a un niño soñador y pensativo… seguro tiene ADHD… hay que medicarlo.
Si ven a un niño inquieto y activo… quiere llamar la atención de sus compañeros
Si ven a un niño solitario… es porque se siente rechazado.
Si ven a un niño que obtiene puro sobresaliente… seguro es porque lo presionan
demasiado en su casa.
Si el niño reprueba varias asignaturas, es porque está pasando por un momento de
tensión familiar.
Si no sabe escribir, tiene dislexia. Si hace los números al revés, tiene
dislalia; si no saber sumar, discalculia. Si no quiere correr, seguro tiene
distrofia.
Si come rápido su almuerzo a la hora del recreo, es porque sufre de ansiedad. Si
no se lo come… seguro tiene anorexia.
De esa manera, todos los alumnos (absolutamente todos) necesitan tratamientos y
terapias, que le aseguran al psicólogo su puesto, su sueldo y además un futuro
lleno de bonanza por las terapias extra escolares que imparte… por periodos
interminables… a los niños y, por supuesto, a los familiares de los niños.
Ahí está el problema con los psicólogos: ven como enfermedades los defectos,
errores y pecados y con eso quitan toda la responsabilidad al alumno. Los
maestros ya no pueden regañarlos, llamarles la atención o castigarlos, pues eso
sería tan ridículo como castigar a alguien porque le dio varicela.
El resultado de la invasión de psicólogos en las escuelas… niños ingobernables,
violencia en las aulas, faltas de respeto a la autoridad… pues está prohibido
prohibir, está prohibido regañar… está prohibido castigar… ya que todos los
niños están psicológicamente enfermos.
Pero no son culpables los psicólogos, como individuos, sino la Psicología en sí
misma. La única culpa de los psicólogos es haber estudiado una carrera dedicada
a una pseudociencia que está mal fundamentada desde sus mismos orígenes.
Escojan la teoría psicológica que más les guste: Freud, Jung, Adler, Fromm o el
mismo Frankl… el que quieran. No hay una sola corriente psicológica que
contemple al hombre como lo que es: un ser creado por Dios, dotado de cuerpo y
alma, con una naturaleza herida por el pecado, que habiendo sido redimido por
Cristo, está llamado a alcanzar la vida eterna con la ayuda de la gracia.
Todas las corrientes psicológicas contemplan sólo al hombre terrestre (en
sentido horizontal) y pretenden sólo guiarlo a una felicidad terrena, olvidando
la eternidad. Con eso yerran absolutamente el camino, pues eliminan de sus
terapias el valor del sufrimiento, del esfuerzo, de la entrega, del olvido de sí
mismo y encaminan a sus pacientes por un camino de egoísmo… en el cual los
obligan a mirarse sólo a sí mismos y a su bienestar personal . Un camino que va
exactamente en sentido contrario al que nos ha enseñado Jesucristo para alcanzar
la felicidad eterna: “El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí
mismo, tome su cruz y me siga”
El psicólogo trata de quitarle todas las cruces al niño y lo hace pensar primero
en sí mismo y sólo en sí mismo. Olvidándose de Dios, pretenden tomar su lugar.
Es imposible que puedan orientar al alma humana yendo en contra de las
recomendaciones de su Creador.
Pero bueno… el asunto es que los psicólogos llegaron a las escuelas y parece ser
que llegaron para quedarse, así que no nos queda otro remedio a las mamás, más
que enseñar a nuestros hijos la responsabilidad de sus actos, de sus logros y
yerros, y conseguir que nos crean, aunque en la escuela les digan constantemente
que no son ellos los responsables, sino “el ambiente tan difícil que les ha
tocado vivir”.
LOS PEDAGOGOS
Pasemos al tercer grupo enemigo de la educación católica, el más nocivo de
todos: Los PEDAGOGOS.
¿Por qué son tan malos?
En primer lugar, porque para que tenga razón de existir un pedagogo,
forzosamente debe existir un mal maestro. Para justificar su existencia, no les
ha quedado otro remedio más que pregonar a los cuatro vientos que todos los
maestros son malos, que ningún maestro sabe enseñar, que los maestros son seres
obtusos, impositivos y pasados de moda.
Su extensa labor de desacreditación del magisterio y de todas las técnicas
tradicionales de enseñanza ha surtido efecto (un efecto abrumador) y han
terminado desterrando de las aulas a los mejores maestros, ésos que sí enseñaban
a los alumnos y han ocupado sus puestos, conociendo mucho del “desarrollo
evolutivo del niño” y sin saber nada, absolutamente nada, de las materias que
deben enseñar.
Con los maestros “obtusos, tradicionales, impositivos y pasados de moda”, mis
hijos (los seis mayores) aprendieron a contar a los tres años; a leer y escribir
a los cuatro; a sumar y restar a los cinco; y a deletrear palabras complejas en
inglés, a los seis. Además, claro, de saber, desde los tres años, los días de la
semana, los meses del año, las estaciones, las partes del cuerpo, la lectura de
las manecillas del reloj y las principales figuras geométricas.
El paso a la Primaria era sencillísimo, pues los niños llevaban ya tres largos
años de haber dominado la lectura y estaban plenamente capacitados para poder
leer, comprender y asimilar pequeñas historias que narraban la forma de vida del
hombre prehistórico, la vida de los animales y las plantas, las divisiones del
reino animal y vegetal, las partes del cuerpo humano, las señales de tránsito,
las reglas de urbanidad y… muchas cosas más, que aparecían en esos “arcaicos”
planes de estudio.
Llevando ya dos años de haber aprendido a sumar y restar, los niños en primero
de primaria, antes de cumplir los siete años, eran capaces de hacer largos y
rápidos cálculos mentales, de diez o quince operaciones en serie y se
encontraban capacitados para aprender los fundamentos de la multiplicación.
Con la llegada de los pedagogos y sus “modernas” técnicas de enseñanza, basadas
en el “desarrollo evolutivo del niño”… mi hijo de diez años (cuarto de primaria)
apenas está empezando a dominar las tablas de multiplicar, lee trastabillando,
sin puntuación ni entonación alguna; escribe con una letra terrible, sin
respetar márgenes ni renglones y sin poner mayúsculas, acentos ni puntos. Por
supuesto, tiene una noción bastante borrosa de cómo vivía el hombre primitivo y
no tiene ni la mas remota idea de las divisiones del reino animal y vegetal (al
parecer, los pedagogos eliminaron esos temas “difíciles” en los nuevos programas
educativos). Lo más triste del asunto es que mi niño tiene muy buenas
calificaciones… ¿cómo es esto posible? ¿en qué piensa la maestra cuando imprime
en el cuaderno de mi hijo un sello de tinta que dice “¡ERES UN CAMPEÓN!” sobre
una plana plagada de tachones y faltas de ortografía?
Es totalmente frustrante esa falta de exigencia en la forma de calificar, pues
nos quitan todas las armas a los padres que queremos que nuestro hijo haga las
cosas bien hechas.
Me ha sucedido cientos de veces que les he dicho:
– Vuelve a hacerlo. Si entregas eso tan mal hecho te van a poner un Cero grande
y redondo!
– No… ma’ … ¿cómo crees? ¡La maestra no se fija en eso!
Y… tristemente siempre han tenido razón. Al día siguiente llegan con su sello de
“¡MUY BIEN HECHO!” sobre la tarea a la que yo le hubiera puesto cero y hubiera
obligado a repetir.
Más adelante hablaré de los nefastos “sistemas modernos de evaluación”. Ahora no
me detendré en ellos.
LA PEDAGOGÍA NO
TIENE LA CULPA
Aquí, la culpable del deterioro en la enseñanza no es la Pedagogía en sí (por lo
que realmente es), sino los que se han autonombrado “pedagogos” por haber
estudiado, durante cuatro años, las teorías de algunos que se adueñaron de la
palabra “pedagogía”.
La Pedagogía, como tal, no es nada moderno.
Existe… exactamente desde que el mundo es mundo. Dios mismo, el Creador de todo
el Universo, es un magnífico pedagogo y lo podemos ver en las etapas que fue
siguiendo en la Revelación. Jesucristo fue un magnífico pedagogo, por eso nos
enseñaba en parábolas. San Pablo, otro pedagogo extraordinario… sabía que
existen almas que pueden asimilar filetes y otras a las que hay que darles
papillas. San Benito y su Regla, absolutamente pedagógica; San Juan Ma. Vianney…
todas sus homilías son 100% pedagógicas; San Juan Bosco, San Alberto Hurtado,
San Marcelino Champagnat, San Juan Bautista de La Salle… todos ellos sabían de
Pedagogía, aplicaban la Pedagogía, sin haber leído jamás (gracias a Dios) ni a
Piaget, ni a Dewey, ni a Sneill, ni a Marcuse, ni a ningún otro de la misma
tribu.
En 1997 tuve que estudiar, siendo actuario matemático de profesión, un curso de
posgrado en Pedagogía. Recuerdo que en cada clase me asombraba de la cantidad de
terminajos extraños que usaban los pedagogos para nombrar las cosas más
sencillas: “constructo”, “taxonomía”, “proceso metacognitivo” y otras cosas por
el estilo… un lenguaje claramente complicado y antipedagógico.
Mientras tomaba mis clases, tratando de asimilar y recordar esos terminajos tan
extraños, llegué a la conclusión de que ese lenguaje tan rebuscado lo utilizaban
los pedagogos sólo para justificar un poco la existencia de su carrera, pues…
después de largas explicaciones de los constructos, taxonomías, contenidos
actitudinales y currículums estandarizados… llegaban a conclusiones demasiado
obvias, a las que puede llegar cualquiera que no haya estudiado absolutamente
nada: tales como que hay que planear, poner un objetivo concreto a la clase, dar
el contenido, hacer ejercicios y luego evaluar.
Vamos… ¡que eso se ha hecho siempre en las escuelas! Y no necesitaba ningún
maestro haber leído a Bloom ni a Gagné.
En aquél entonces (hace 13 años), yo tenía hijos de 6 meses, de 2 años, de
cuatro, de siete, de once… y varios más.
Aún recuerdo el asombro que sentí al leer “el desarrollo evolutivo del niño”
según Piaget.
Enterándome que el Sr. Piaget sacó sus conclusiones habiendo observado a sus
propios hijos, no me quedó la menor duda de que los hijos de Piaget tenían un
serio retraso mental. Los niños normales son capaces de hacer las cosas y
entender los conceptos muchísimo antes (3 o 4 años antes) de lo que dicen las
teorías de Piaget.
Lo comenté con mis maestros… explicándoles que yo veía diariamente con mis niños
una evolución de la inteligencia y de las capacidades cognitivas mucho más
avanzada en cada edad de lo que afirmaba Piaget. Como estábamos en el curso
muchos Directores de escuela, les supliqué que no basaran los programas de
estudio de los colegios en las conclusiones piagetianas pues iban a desperdiciar
las capacidades del niño, pero… no conseguí convencerlos.
Una compañera del curso comentó en voz alta:
– Tus hijos, Lucrecia, tampoco pueden servir como parámetro, pues son demasiado
listos.
Mmmmhh… eso es falso. Mis hijos son listos, muy listos, pero no “demasiado”
listos. ¿existe, acaso, algún niño que sea “demasiado” listo? Sin embargo, ese
comentario bastó para que cualquier aportación posterior de mi parte en el
curso, perdiera toda autoridad y credibilidad.
En fin… las conclusiones pedagógicas de Piaget (que no era pedagogo, sino
psicólogo) se aplicaron en los “modernos programas educativos” y claro… ahora
tenemos niños que salen de la Primaria mal sabiendo leer y apenas sabiendo
escribir y contar…
Se les trata como idiotas desde pequeños (gracias a Piaget y a otros que están
detrás de él), no se les enseña nada que signifique un reto para ellos, se
aburren y… como consecuencia directa, pierden el interés por aprender. Una
hermosa obra la de los pedagogos… para destruir la educación en las escuelas.
DE PEDAGOGOS,
PEDAGOGOS Y PEDAGOGOS
El problema no se queda en las teorías mal llamadas “pedagógicas” que se han
aplicado a los programas escolares. El problema de fondo también está en quiénes
son los cerebros que están aplicando estas teorías en las escuelas.
Para visualizar la magnitud del problema, debemos distinguir tres clases de
pedagogos:
La primera son los pedagogos de verdad, los maestros ejemplares que ya hemos
nombrado antes: San Juan Bosco, San Alberto Hurtado, San Marcelino Champagnat,
San Juan B. de La Salle y muchos más, expertos en pedagogía desde hace varios
siglos.
La segunda clase la componen los “pedagogos” que son los creadores intelectuales
de todo este mamotreto con fondo marxista de lenguaje rebuscado y que pretenden
adueñarse de las mentes de los niños para sus fines políticos y económicos.
El tercer grupo son los jóvenes que, inocentemente, han estudiado pedagogía en
la Universidad, sin tener idea de qué es lo que realmente están estudiando.
Ellos también significan un severísimo problema.
¿Quién es el que entra a la Universidad a estudiar la carrera de Pedagogía?
¿El alumno más brillante de la clase? ¿El alumno que ama las Matemáticas, la
Física, la Química y todo el conocimiento científico? ¿El alumno que ama la
lectura, el estudio, la cultura, el lenguaje, la música, las artes y la
historia?
No, tristemente no. Los alumnos más destacados intelectualmente, los amantes del
estudio y del esfuerzo, eligen por lo general otras carreras: Matemáticas,
Ingeniería, Química, Biología, Economía, Filosofía o Medicina (y algunas más, de
corte científico o humanista que hoy se llaman con nombres diversos)
Tampoco son los más creativos los que estudian Pedagogía, pues ésos optan por
Comunicación, Diseño o Arquitectura.
El alumno “tipo” que opta por la carrera de Pedagogía (no niego que pueden
existir honrosas excepciones) es el alumno “buena gente” que desde pequeño
decidió que no le gustaban las matemáticas, que nunca las entendió ni les
encontró aplicación alguna; es el alumno que jamás le halló mucho sentido a la
gramática ni a la ortografía, para quien el estudio de la Historia le parecía
algo aburrido; es el alumno que nunca adquirió gran gusto por la lectura, al que
no le gustaba demasiado estudiar y mucho menos memorizar. Es el alumno que
siempre justificó sus malas notas diciendo “Es que el maestro no sabe enseñar”.
En los años de 1984-1985 me pidieron que impartiera la cátedra de Estadística a
los alumnos de 5º semestre de Pedagogía en una Universidad, carrera que en ese
entonces, se llamaba “Ciencias de la Educación”. Mis alumnos eran tres chicos
religiosos consagrados (no sacerdotes) y 19 chicas. Los chicos eran bastante
dóciles, no es que mostraran demasiado interés por la materia, pero al menos
tomaban apuntes y cumplían con sus deberes. Estaban ahí por obediencia a sus
superiores, que los querían preparar para dirigir alguna escuela en el futuro.
Las chicas… no dejaban de quejarse continuamente, haciendo imposible la
enseñanza:
– ¿Para que nos va a servir esto?
– ¡No entiendo la fórmula! ¡Está muy difícil!
– ¿Por qué nos exiges tanto si no nos gustan las matemáticas?
– ¡No nos dejes tarea, tenemos una fiesta!
– ¿Me lo explicas otra vez… con manzanitas?
– ¿Podemos sacar el formulario?
Los contenidos “tan difíciles” que yo intentaba enseñarles, eran solamente el
cálculo de la media, la moda y la varianza, pero… como estaban profundamente
convencidas de que “odiaban las matemáticas” y “odiaban el estudio y la
memorización”, al igual que “odiaban las tareas” fue un curso poco fructífero.
Tres de ellas reprobaron el examen final y luego convencieron a la directora de
la carrera que las aprobara (sin mi consentimiento) “porque no era una materia
tan importante para sus intereses pedagógicos”.
Salí despavorida de esa escuela
Ahora… estos alumnos mediocres que seleccionaron la carrera de Pedagogía
justamente porque odiaban las matemáticas, la lectura, el estudio y la
memorización, tienen en sus manos el mundo de la educación. Un panorama que da
terror, por supuesto.
¿EN QUÉ
CONSISTE EL NUEVO SISTEMA EDUCATIVO?
El “nuevo” sistema educativo (que no es tan nuevo… pues fue ideado a finales del
siglo XIX y principios del XX) ha tomado ideas de varias corrientes,
principalmente del Constructivismo, que enseña que el niño debe conocer la
verdad por sí mismo y que el maestro no debe imponer sus ideas sino que sólo
debe ser un mediador entre el saber y el niño.
Utilizan en su mercadotecnia algunos slogans, sobre los que luego volveré y que
ahora enlisto someramente:
- Un sistema basado en el desarrollo de competencias
- El maestro es sólo un guía y no un dictador
- No hay exámenes ni calificaciones
- Las evaluaciones son colegiadas
- El niño descubre el saber por sí mismo
- Aprende a aprender en ambientes acogedores y estimulantes
- Un currículum estandarizado y certificado a nivel internacional
- El aprendizaje no se confunde con la memorización
No me entretendré demasiado en esto, pues cualquiera puede conocer en qué
consiste el nuevo sistema dando un click en las páginas publicitarias de los
colegios (de casi cualquier colegio en el mundo), en donde diga “Sistema basado
en el desarrollo de competencias”
Por ahora, sólo haré hincapié en los principales slogans que han usado los
modernos pedagogos para infiltrar su ideología (que, como veremos más adelante,
procede del marxismo y la masonería) en las escuelas católicas y en el mundo de
la educación en general.
III. LOS FALACES SLOGANS DEL
NUEVO SISTEMA EDUCATIVO
Frases
que suenan interesantes para quien las oye sin analizarlas y que tienen como
único objetivo desacreditar a los buenos maestros y a la educación formal y
tradicional, de acuerdo con la estrategia sugerida por Gramsci, que más adelante
veremos con detalle, para adueñarse del mundo de las ideas
Les presento algunos de ellos:
“Nuestro modelo educativo elimina el aprendizaje mecánico y repetitivo que
identifica el saber con la memorización”
No entiendo qué tienen los pedagogos en contra de la memoria. La memoria es una
facultad de la inteligencia, junto con la razón y la imaginación. Y la
inteligencia, junto con la voluntad y la libertad, son las facultades que nos
hacen diferentes a los animales.
Creo que es muy bueno desarrollar la memoria. No encuentro cuál es el error que
ellos ven en hacer memorizar al niño las tablas de multiplicar, las capitales de
los estados, la localización de los países, un poema, un cuento, una canción,
una partitura de piano… los hechos históricos más relevantes para que entiendan
la cultura en la que vivimos y mil cosas más. No encuentro nada de malo en
desarrollar la memoria del niño. Al revés, lo encuentro extraordinariamente
bueno e indispensable. Los grandes sabios de la historia poseían una
extraordinaria memoria. Cualquier persona que se precie de ser culta, no lo es
por lo mucho que ha leído, sino por lo mucho que ha podido retener en su memoria
de aquello que ha leído. ¿Por qué los pedagogos insisten en anunciar que ya no
harán memorizar al niño? ¿Es que quieren suprimir en ellos esa facultad de la
inteligencia y hacerlos más semejantes a los animales?
Supongo que ellos quieren que mi hijo cuente bolitas y palitos cada vez que
necesite multiplicar 3 X 4 (para que él mismo descubra el resultado). Yo creo
que eso le dificultaría mucho la vida. Lo más eficaz es que mi hijo sepa de
memoria (sí, de memoria) que 3 X 4 es 12 y que 7 X 8 es 56. De esta manera podrá
emplear su tiempo en cosas mucho más productivas e interesantes.
“Nuestro modelo educativo elimina la transmisión directa de contenidos
inconexos”
¿Perdón? ¿Me podrían decir cuándo la educación tradicional transmitió
“contenidos inconexos”? Todo lo contrario. La educación tradicional siempre ha
montado los nuevos conocimientos sobre conocimientos anteriores. Por eso se
enseña primero a contar, luego a sumar, luego a restar y así sucesivamente…
hasta llegar al cálculo diferencial e integral en el último año de bachillerato,
habiendo ya pasado por el Álgebra y la Trigonometría. Jamás, en ninguna escuela
(hasta antes de la invasión laicista y pedagógica) se habían transmitido
contenidos inconexos. Ahora sí que se hace, con los nuevos sistemas educativos,
pues el niño aprueba sin aprender y al no haber aprendido las bases anteriores,
lo nuevo se le presenta como “contenido inconexo”.
Por otra parte… ¿qué tiene de malo lo transmisivo?. Las escuelas, institutos y
universidades son precisamente eso: centros de transmisión del saber. Con la
enseñanza transmisiva, las nuevas generaciones pueden aprovechar el saber
acumulado de las anteriores.
Si se abandona el método transmisivo en las escuelas y mis hijos se ven
obligados a descubrir todo por ellos mismos… ¡estamos perdidos!
Mi hija jamás descubrirá por sí misma cómo se hace el exquisito flan de la
abuela, por más ingredientes (huevos, leche y azúcar) y refractarios hermosos
que le ponga enfrente. O… tal vez sí lo descubrirá… algún día… después de varios
experimentos y fracasos con flanes crudos, insípidos, aguados, duros, quemados o
batidos. ¿No es mucho más sencillo (y práctico) que la abuela venga y le enseñe
ella misma cómo hacerlo? Lo aprenderá en un dos por tres, sin fracasos, sin
pérdida de tiempo y sin ingredientes desperdiciados.
Puse el ejemplo de un flan. No quiero pensar cuánto se va a tardar mi hija en
descubrir por ella misma el Teorema de Pitágoras o las leyes de Euclides.
Claro que… pensándolo bien, los constructivistas (ahora llamados pedagogos) no
buscan que el niño aprenda tan rápido, de hecho no quieren que el niño aprenda
ni se esfuerce en aprender, sino que juegue, que esté contento, que trabaje en
equipo durante muchas horas y diga su parecer… Pensándolo así… entiendo que no
quieran invitar a la abuela, pues frustraría sus planes de entretenimiento y
pérdida de tiempo.
No estoy exagerando. La semana pasada recibí una circular muy linda y colorida
en la que se me avisaba que mis tres hijos de primaria tendrían en su escuela
"La Semana del Sol naciente” en la cual, en lugar de tener clases, jugarían y
harían experimentos divertidos para conocer los grupos alimenticios y las
condiciones de una buena alimentación.
Bueno… quince minutos en mi cocina y despensa, bastarían y sobrarían para
enseñarles a mis hijos, de manera muy amena, muy divertida y muy experimental ,
que los alimentos se dividen en frutas, verduras, cereales, lácteos y carnes:
que unos tienen vitaminas, otros proteínas, otros grasas y azúcares y otros
fibra… y que hay que consumirlos de manera balanceada para tener una buena
nutrición. ¿Una semana completa? ¿Toda la Primaria sin clases? ¡Viva el
constructivismo y la idiotización de la niñez!
Pronto regresaremos a la edad de Piedra, pues… aunque mi hija no logre descifrar
los ingredientes exactos para el flan de la abuela, estoy segura de que mi hijo
de seis años muy pronto descubrirá, con su observación y experimentación
constructivista, que el Sol gira alrededor de la Tierra. Y como él lo descubrió
solito y sin ayuda de nadie… los pedagogos le dirán que es verdad, que es su
verdad, una verdad tan válida como todas las demás verdades que otros hayan
descubierto.
“Un modelo basado en el desarrollo de competencias, que ayuda al niño a
Aprender a aprender”
Esto sí es verdaderamente ridículo. “Aprender a aprender”…
Aprender a aprender ¿qué?
Se aprende aprendiendo algo, no aprendiendo a aprender algo.
Es como si llevara a mi hijo a una escuela de natación para que aprenda a nadar
y después de un año el profesor me lo entregara diciendo “Señora… su hijo está
listo ya para aprender a nadar. Todo este año le estuve dando clases de cómo
aprender a aprender a nadar. Ya aprendió cómo aprender a nadar así que ya puede,
ahora sí, aprender a nadar”
O… que la maestra de cocina me dijera: “Yo no doy clases de cocina, no enseño a
cocinar, doy clases para que las niñas aprendan a aprender a cocinar” ¿De qué
sirve eso, si no para perder el tiempo?
El cerebro no necesita aprender a aprender, pues siempre está listo para
aprender. De hecho, el cerebro continuamente está aprendiendo algo. El proceso
de aprendizaje en el cerebro es continuo desde que el bebé está en el seno
materno. Todo lo que vemos, todo lo que tocamos, todo lo que oímos… todo es
aprender en cada segundo de nuestra vida. El cerebro no necesita de ninguna
preparación previa para empezar a aprender.
Señores pedagogos, se aprende a contar, contando; se aprende a leer, leyendo; se
aprende a escribir, escribiendo. No necesitan enseñarles a mis hijos cómo
aprender a aprender a leer… háganlos leer, por favor.
De hecho, los niños aprenderán aunque no les enseñen, pues su cerebro está hecho
para aprender siempre. Si no le enseñan a un niño las fórmulas elementales de la
física en la escuela, las aprenderá él solo, pero las aprenderá como no las debe
aprender. Aprenderá, por ejemplo, que fuerza es igual a masa por aceleración (F=ma)
cuando un amigo borracho le dé un mazazo en la cabeza. Si no le enseñan que la
velocidad es igual a la distancia sobre el tiempo (v=d/t), lo aprenderá cuando
no pueda frenar en el coche y se estrelle contra un poste. Si no le enseñan las
Leyes en la escuela, aprenderá en la calle cómo esquivarlas y violarlas
impunemente. Si no le enseñan Historia, la aprenderá (muy mal) leyendo las
noticias de la prensa.
Los niños no necesitan “aprender a aprender”, porque siempre están aprendiendo.
Por eso resulta indispensable que en la escuela aprendan todo lo que es
verdadero y bueno, para que no aprendan lo incierto y nocivo en otros lugares.
“Sustituye al modelo tradicional que transmite contenidos anclados en el
pasado”
Queda comprobado que estos pedagogos están peleados con lo tradicional.
Olvidan que los grandes genios y sabios de la humanidad aprendieron con el
método tradicional, pues sus novedosos métodos no existían en tiempos de Platón,
Sócrates, Newton, Einstein y un larguísimo etcétera… hasta llegar a los grandes
pensadores, intelectuales y científicos (de más de 40 años) de nuestros días. Si
tan malo es el método tradicional, ¿de dónde salieron todos esos genios?
Todos ellos aprendieron con el método tradicional en el cual el discípulo
aprende de la sabiduría y conocimientos que le transmite su maestro y luego, de
manera natural y lógica, llega a superarlo, tanto en conocimientos como en
sabiduría.
No veo qué tenga de malo un modelo en el cual el alumno debe prestar atención a
las explicaciones del maestro, pedir la palabra cuando tenga alguna duda y
después hacer los ejercicios para afianzar en la práctica, los conceptos
teóricos.
Si el modelo tradicional fuera tan malo como dicen los pedagogos, no hubiera
habido ningún avance en la ciencia, la tecnología y el saber desde el medioevo
hasta nuestros días.
Sin ir más lejos… Jesucristo, siendo Dios, escogió el modelo transmisivo y
tradicional para enseñar a sus discípulos. Nadie en el Universo conoce mejor la
psicología humana que Él, pues Él mismo fue el creador del hombre. Supongo que
los pedagogos creen saber más que Dios.
Creo que nuestros pedagogos están confundiendo lo novedoso con lo bueno y creen
que es malo todo lo que no es novedoso. Eso es entendible en el pensamiento de
un adolescente inmaduro que cree que todo lo nuevo es bueno, pero… no en un
educador.
Por otra parte… me gustaría mucho que me aclararan cuáles son los “contenidos
anclados en el pasado” de los que hablan. ¿Será que ya no quieren que los niños
estudien a Sócrates y a Platón? ¿Qué ya no lean a Miguel de Cervantes ni a
Shakespeare? ¿Qué ya no estudien Historia Universal? ¿Considerarán que las leyes
de Newton están pasadas de moda? ¿Se referirán a las enseñanzas de Jesucristo,
por tener 2000 años de antigüedad? ¿Cuáles son, señores pedagogos, los
contenidos “anclados en el pasado”?
“Modelo centrado en el estudiante y no en el maestro como protagonista”
“Centrado en el estudiante” ¿Qué tiene esto de novedoso?
Vayamos al maestro más tradicional de la historia. Cuando recita las tablas de
multiplicar, lo hace para que el alumno las memorice. No lo hace para repasarlas
él. Cuando hace un dictado y corrige las faltas de ortografía, lo hace para que
el alumno (y no él) aprenda a escribir correctamente. La educación tradicional
SIEMPRE ha tenido como centro al estudiante, no al maestro. Todas las
explicaciones, ejercicios y tareas de la educación tradicional están dirigidas a
la superación y al aprendizaje del alumno. El alumno es, y siempre ha sido, el
sujeto y el objeto de la educación tradicional.
Y ahora, además, existen herramientas interactivas maravillosas que ayudan a que
el maestro ya no tenga que emplear el tiempo en escribir las tablas sobre el
pizarrón. Pero el método es el mismo (el maestro enseñará y el alumno repetirá y
practicará las tablas hasta dominarlas por completo). Lo único que cambia son
las herramientas, que ahora son más variadas, interactivas y poderosas y ayudan
a que el alumno aprenda más cosas en menos tiempo.
Hay niños con ganas de aprender, que podrían aprender mucho más en un sistema
más exigente, más ordenado, que no lo obligara a convivir con quienes no tienen
el menor interés por enseñar.
“Modelo que integrará todas las materias”
Eso también es muy tradicional, queridos pedagogos. Basta con mirar a los sabios
del Renacimiento. Curiosamente los mejores artistas, pintores, arquitectos,
compositores, también eran los mejores matemáticos, teólogos e historiadores.
Las materias no deben integrarse de manera ficticia desde la administración del
colegio, obligando al profesor de Biología a poner a hacer operaciones
matemáticas a los alumnos para calcular el volumen del hígado; ni obligando al
profesor de Natación para que los alumnos calculen el volumen de agua que sacan
de la alberca en un clavado.
Las materias estarán integradas en la medida que tenga la cultura general de
cada uno de los maestros. Si el maestro de Matemáticas sabe también mucho de
Historia, de Geografía, de Filosofía y de Arte, se los transmitirá a los alumnos
de manera natural. Pero eso… no se logra enviando a los maestros a jornadas
pedagógicas… se logra poniéndolos en contacto con unas cosas muy tradicionales y
antiguas que se llaman libros. Que lean mucho… de su materia y de las otras
materias.
“El nuevo sistema acaba con las evaluaciones sancionadoras”
¿Me podrían decir, estimados pedagogos, cuándo ha sido “sancionadora” una
evaluación? Los exámenes son sólo eso: evaluaciones. Y lo que hacen es solamente
evaluar el conocimiento adquirido. Una calificación en un examen no es un premio
para el que sabe ni es un castigo para el que no sabe. Es sólo una señal
cuantificable, una medida objetiva, de que el niño ha aprendido suficientemente
bien o de que necesita estudiar de nuevo.
Que los papás impongan luego un castigo por las malas notas en el examen… eso no
quiere decir que el examen en sí mismo sea un castigo. Por el contrario, los
exámenes son la oportunidad para ver si el alumno ha tenido un aprendizaje
efectivo y, si no lo ha tenido, poner a tiempo las medidas correctivas
necesarias, ya sea en la manera de explicárselo o en la manera de estudiar. Los
exámenes son una herramienta eficaz para asegurar que el alumno terminará el
curso sabiendo todo lo que debió haber aprendido.
Con el deseo de los pedagogos de eliminar las evaluaciones y las calificaciones…
sustituyéndolas por hermosos sellos que dicen “ERES UN CAMPEÓN” (sin revisar
siquiera las respuestas ni la calidad del trabajo entregado)… ahora nadie se
entera de si el niño está aprendiendo o no (ni los maestros, ni los padres, ni
el mismo niño) y… pasa al siguiente curso en blanco, convencido de que da igual
saber o no saber; hacer las cosas bien o hacerlas al aventón. El resultado es el
mismo: “ERES UN CAMPEÓN”
He escuchado a muchos amigos, profesores de universidad, seriamente alarmados
por los escasísimos conocimientos con que están llegando los alumnos a las
facultades, sobre todo en las áreas matemáticas y en el lenguaje. Es una pena,
porque, si los jóvenes no dominan el lenguaje, muy difícilmente serán capaces de
dominar el pensamiento y si no dominan las matemáticas, muy difícilmente
llegarán a dominar la ciencia.
Lo más penoso es que los jóvenes no se avergüenzan de ello. Llegan a la
Universidad sin saber qué es el Teorema de Pitágoras, no tienen idea de quién
fue Miguel de Cervantes, no pueden decir completos los Diez Mandamientos, no
saben si Colombia está en América Central o en América del Sur… no saben ni
siquiera expresarse correctamente y son incapaces de redactar un párrafo
coherente con la puntuación correcta y sin faltas de ortografía… Y ¡no les
importa! Se ríen, les parece gracioso ser ignorantes.
Claro… a fuerza de haber sido evaluados sin impunidad, han llegado a creer que
no tienen importancia el conocimiento, el saber y la cultura. Están convencidos
de que les irá igual de bien que a los que sí saben, pues siempre sucedió eso en
su escuela: los que estudiaban y los que no estudiaban; los que sabían y los que
no sabían… al final, todos pasaban el curso.
“Nuestras evaluaciones son participativas, involucrando a todos los
implicados: al alumno, al maestro, al resto del personal docente y
administrativo, al grupo de psicólogos y a las familias, para asegurar el
desarrollo integral de todas las facetas de la personalidad del alumno”
Esto es terrible y creo que va en contra de la relación de confianza que debe
existir entre un maestro (de los de verdad) y un alumno. ¿Qué tienen que hacer
los demás, opinando acerca de las calificaciones que mi hijo merece?
Imagino la escena: Un alumno obtuvo un seis en el examen de matemáticas. Un seis
objetivo: seis aciertos en diez preguntas.
El psicólogo opina: “No, es un niño muy débil psicológicamente, si le ponemos
seis, su autoestima se dañará, propongo que le pongamos ocho”
El profesor de natación opina: “Si le ponemos seis u ocho, bajará su rendimiento
deportivo, mejor nueve”
El administrativo dice: “Tiene todas las cuotas al corriente, se merece mejor
calificación”
Y la mamá termina: “Estudió tanto mi niño… yo lo vi estudiar… se merece una
buena calificación”
Entre todos deciden ponerle un “SOBRESALIENTE!”
¿Qué clase de evaluación es esa? ¿Para qué sirve?
Basar las evaluaciones en aspectos subjetivos sólo distorsiona la realidad y
genera una gran inseguridad en el niño, pues nunca sabrá qué es lo que realmente
debe hacer para ser mejor evaluado.
“No nos enfocamos en transmitir contenidos que el alumno puede ya
encontrar en la Internet”
Justamente porque el niño puede encontrar millones de contenidos en la Internet,
es por lo que se hace más urgente que nunca proveerlo de contenidos ciertos y
confiables y de una estructura mental lógica y ordenada que le ayude a
discernir.
Nuestros niños están sumamente despistados por la cantidad de información que
reciben continuamente de todos los medios (no sólo la Internet). Oyen miles de
opiniones diversas acerca de todas las cuestiones. Están bombardeados de
información incierta y falsa.
Debemos brindarles la seguridad de que sus preguntas tienen una respuesta
verdadera. Debemos mostrarles la verdad, para que entonces ellos puedan desechar
el resto de las respuestas erróneas que encontrarán en la red, que escucharán en
la radio, que verán en el cine y en la televisión.
Si no les damos contenidos confiables en la escuela, crecerán convencidos de que
la verdad no existe o de que existen muchas verdades y que él puede adoptar la
que mejor le convenga en cada circunstancia.
Para aprender algo nuevo, uno siempre se apoya en lo que ya sabe. El niño que
más cosas sepa al salir de la escuela, más puntos de apoyo tendrá para aprender
cosas nuevas. El aprendizaje tiene la particularidad de que cuanto más aprendes,
más sed tienes de aprender más; cuanto más sabes, más ganas tienes de saber más.
Si nuestros hijos salen de la escuela sabiendo poco, por muchas destrezas que le
hayan inculcado, es muy difícil que les broten de repente las ganas de aprender.
Y… aunque les brotaran… su cerebro no estará suficientemente desarrollado para
entender conceptos más elaborados.
“Libros de texto modernos, atractivos y adecuados a la idiosincrasia del
alumno”
Da pena hojear los libros de texto que ahora llevan nuestros hijos,
especialmente en Bachillerato: Grandes ilustraciones a cuatro tintas, papel
couché de muchos gramos, pasta dura, hermosas fotografías dignas del National
Geographic, bonitas historias ilustradas y… nada de contenido sustancial de la
materia y ni un solo ejercicio de práctica o evaluación.
Cada vez que los veo, añoro a nuestro arcaico Baldor y los Cuadernos Alfa… de
papel revolución, en blanco y negro y con cientos de ejercicios para volverte
experto. ¡Qué buenos libros eran ésos!
Los libros de Primaria también dan pena… son menos elegantes que los de
bachillerato, pero también están llenos de colores e ilustraciones y de muy poco
contenido sustancial. Por poner un ejemplo, en el libro de Matemáticas de mi
hija de 3º de primaria, aparece un problema que dice: “Juan tenía una pera y dos
manzanas en una canasta. ¿Cuántas frutas tenía en total?”, los pedagogos
(autores del libro) han dibujado a Juan con su canasta en media página, a dos
manzanas rojas y brillantes en la otra mitad de la misma página y a la pera en
la mitad de la página siguiente. Luego en la última mitad, aparece la
ilustración de las dos manzanas, un gran signo de más y luego la pera. Al final…
el espacio para responder a tan difícil pregunta.
Dos páginas completas de dibujos, para un problema sencillísimo. ¿Será que los
pedagogos creen que una niña de 9 años es incapaz de imaginarse dos manzanas y
una pera? ¿O será que quieren hacer libros sin contenido alguno?
En mi búsqueda de materiales que me ayudaran a enseñar a mis hijos lo que no les
están enseñando en la escuela, he descubierto con tristeza que los pedagogos,
además de haberse adueñado de las escuelas, también se han adueñado de las
editoriales educativas y las mismas han dejado de editar los libros viejos y
buenos, aquellos que fueron escritos por buenos maestros. Todo lo que hay ahora
es igual…. mucho dibujo (muy pedagógico) y nada más.
“Utilizamos las herramientas didácticas más modernas y empleamos de manera
inteligente y crítica las nuevas tecnologías para lograr una enseñanza adecuada
a la época actual”
De nuevo los pedagogos confunden lo moderno con lo bueno. Es irrelevante que las
herramientas didácticas sean modernas o antiguas, cuando logran un aprendizaje
eficaz. Los libros, el lápiz y el cuaderno son muy antiguos y no por eso dejan
de ser buenos en la educación. Hay herramientas modernas muy buenas y otras no
tan buenas. Y no necesariamente “las más modernas” son las más buenas.
En cuanto a lo del “uso inteligente de las nuevas tecnologías”, me alegro que lo
hagan de esa manera, pues usarlas sin inteligencia sería muy malo. Por cierto….
los maestros tradicionales (yo soy uno de ellos) también sabemos usar (y usamos)
las nuevas tecnologías en la enseñanza. No necesitamos que los pedagogos nos
enseñen a utilizarlas.
“Una educación con contenidos ‘objetivos y neutros’, que no arrastren al
niño hacia ninguna ideología particular”
La mentalidad igualitarista de la pedagogía moderna forzosamente desea aplastar
u opacar a cualquiera que se distinga entre la muchedumbre. Quieren formar
chicos “grises”, maleables, que se integren fácilmente a la sociedad, con la
escala de valores que esté de moda y que cambie con los vaivenes de la opinión
pública, para llevarlos a donde ellos quieran.
Por eso el nuevo sistema educativo ya no presenta ideales modélicos a los
alumnos (los grandes genios, héroes, sabios y santos de la humanidad) pues no
quiere que el alumno se destaque o se distinga, imitándolos, sino que se inserte
de manera anónima en la sociedad consumista.
Para erradicar los modelos del sistema educativo, se pide a los maestros que
impartan sus materias (especialmente la Historia) desde un punto de vista
“neutro y objetivo”, presentando simplemente los hechos y sin dar ninguna
opinión personal ni ningún juicio de valor.
De esta manera, los profesores de Historia ya no pueden narrar con emoción las
grandes hazañas de los grandes héroes, ni juzgar a los grandes traidores de los
pueblos. El niño actualmente aprende la Historia, no como algo apasionante que
involucra grandes cerebros, grandes corazones, grandes estrategias y grandes
intereses culturales, económicos y políticos, sino sólo como una serie
descriptiva y amorfa de nombres, lugares y fechas sin sentido, pues nunca se le
dice (con el pretexto de no ideologizarlo) quién es el héroe y quién es el
villano del cuento, ni se le habla de las grandes pasiones que movieron a los
hombres de cada época a actuar de tal o cual manera para cambiar el rumbo de la
historia.
Nuestros niños, a falta de modelos históricos que, por su inteligencia, valentía
y virtudes, lo pudieran atraer y lo impulsaran a imitarlos, están llegando a
creer que los modelos a imitar son los “súper héroes” o las estrellas de rock,
pues son a los únicos que ven brillar en una sociedad relativista.
Cito al P. Luis Garza, L.C. en su libro “La batalla por el alma del mundo”:
“La educación es lo que forma la mente y el cuerpo de las nuevas
generaciones. En la educación están implicados los valores, los códigos de
conducta que se transmiten de generación en generación. Por eso también es un
campo de batalla para controlar el alma del mundo. Pero la educación tiene un
agente primordial, que son los ejemplos de vida, los testimonios, es decir,
padres, educadores, etc. Hoy en día es fácil percibir el ataque que se hace a
los ejemplos que los niños encuentran en su desarrollo, de forma que éstos
quedan desorientados y sin puntos de referencia. Cuando se devalúa la imagen de
los agentes de la formación de los niños, quedan como modelos los “héroes” de
las películas, los cantantes de moda, los deportistas, etc”.
LAS JORNADAS PEDAGÓGICAS OBLIGATORIAS PARA LOS MAESTROS
Desde hace dos o tres años, los padres de familia nos hemos visto sorprendidos
por la suspensión de clases en las escuelas (un viernes cada mes) debido a las
“Jornadas pedagógicas” que deben tomar los maestros de manera obligatoria.
Muchos nos hemos visto en la necesidad de buscar a alguien que pueda cuidar a
nuestros hijos esos días, con un costo económico no previsto en el gasto
familiar, y muchos otros, nos hemos visto obligados a llevarlos con nosotros al
trabajo para no dejarlos solos en casa, lo cual no es muy bien visto en la
mayoría de las empresas y resulta peligroso en el caso de las madres que
trabajan en fábricas industriales, donde no existe un espacio seguro para los
niños.
Pero independientemente de esa molestia, no sé si alguno de nuestros pedagogos
se puso a pensar, al programarlas, que quitar un viernes al mes de clases a
nuestros niños, significa nada menos que disminuirles el 5% del tiempo que
dedican a la escuela. No es poco… Si iban a aprender 100 a lo largo del año,
ahora sólo aprenderán 95.
Ahora que, con lo poco que aprenden hoy en día, 100% de casi nada es
prácticamente lo mismo que 95% de casi nada.
¿Qué les enseñan a nuestros maestros en esas jornadas pedagógicas? ¿Aprenderán a
ser mejores maestros o es una especia de adoctrinamiento por parte del estado?
La verdad es que… ni lo uno, ni lo otro. Abajo les pongo el temario de los
contenidos de estas jornadas, pero no es importante. Como veremos más adelante,
el único objetivo de estos cursillos es dejar claro, en la mente de los
maestros, que los pedagogos tienen un ascendiente intelectual sobre ellos.
Entonces, no importa lo que les den (que es pura paja pedagógica)
Contenidos de los cursillos pedagógicos:
- La psicología de los niños
- Dimensión afectiva y social en el aprendizaje y en la autoestima
- Diferentes modelos pedagógicos y didácticos
- Cómo seleccionar y formular los contenidos
- Diseño de actividades para el aprendizaje de materias concretas
- Uso didáctico de diferentes recursos
- Tendencias innovadoras en la educación
- Dinámica de grupos y trabajo cooperativo
- Funcionamiento de los centros y el trabajo con las familias
- Las normas legales existentes sobre el sistema educativo
Ni los buenos profesores lo son gracias a los cursillos pedagógicos, ni los
malos van a mejorar gracias a ellos. Hay cientos de magníficos profesores que no
han estudiado pedagogía y no les hace ninguna falta.
Jesucristo no envió a sus apóstoles a jornadas pedagógicas, no les hablo de
“teorías cognitivas” ni de “los contenidos actitudinales” y, sin esa
preparación, que nuestros pedagogos dicen es indispensable, les envió a la
misión educativa más ambiciosa que puede existir: “Vayan por todo el mundo y
prediquen el Evangelio a toda creatura, enseñándoles a cumplir todo lo que yo
les he dicho.”
Me he puesto a pensar que tan no es necesaria la pedagogía moderna, que
cualquier papá que llegase a necesitar contratar a alguien que le dé un curso de
regularización a su hijo porque ha flojeado en matemáticas, no se le ocurriría
buscar un pedagogo, sino un simple joven universitario que domine la materia.
Creo que todos estamos conscientes de que cuando se trata de enseñar y aprender,
poco importa la psicología del niño, el modelo de Gagné o la taxonomía de Bloom.
Basta con alguien que conozca la materia, la entienda y pueda explicarla.
Les copio un texto del ideario del colegio Franco Inglés, de la Sociedad de
María fundada por Jean Claude Colín, hablando de la pedagogía que aplican los
sacerdotes maristas en sus colegios:
Al iniciar el siglo XXI y, a pesar de los cambios, los Maristas siguen fieles
al proyecto educativo de su fundador. Conocen sus límites. No se trata de una
pedagogía original e innovadora. Son, más bien, actitudes educativas de las que
no se sienten propietarios exclusivos. Pero son testigos de que han dado su
fruto y creen que todavía continúan dándolo. Sencillamente porque se inspiran en
las fuentes del Evangelio.
“Si, colaboramos con Dios para formar un hombre. Eso es. Cuando un niño sale de
manos de su nodriza, apenas si es un esbozo de hombre. Luego llega el momento de
hacerlo hombre, de formar su voluntad, su carácter, su virtud, etc. Pues todo
eso lo hace la educación. No hay cosa más grande. El niño recibe como su segunda
creación”. (HF 13,33).
Colín tiene una idea grande del educador y del educando. El educador colabora
con el Creador y está encargado de llevar a término el trabajo de Dios: revelar
al alumno quién es y quién es para Dios. El educador coopera con el alumno en
esta tarea, ya que, de hecho, nada se puede hacer sin su consentimiento y sin
que él participe en su formación.
Si esta clase de ideas (muy antiguas y muy tradicionales) fueran las que
transmitieran a nuestros maestros en las jornadas pedagógicas, la educación
sería muy distinta y mucho mejor.
IV. LAS IDEOLOGÍAS QUE ESTÁN
DETRÁS DEL NUEVO SISTEMA EDUCATIVO
Las
ideas prácticas del constructivismo fueron desarrolladas por Jean Piaget
(1896-1980) y John Dewey (1859-1952) quienes son la cara amable y aparentemente
inofensiva de las ideologías que hay detrás de él.
Las ideas teóricas en las que se fundamenta el constructivismo y las estrategias
para su implementación en el sistema escolar no son de Dewey ni de Piaget. Los
verdaderos creadores ideológicos del nuevo sistema educativo son Jean-Jacques
Rousseau (1712-1778) (Ilustración francesa), Francisco Ferrer (masonería
española), Herbert Marcuse (1898-1979) y Antonio Gramsci (1891-1937) (revolución
cultural marxista).
Haré sólo un resumen de sus ideas y su incidencia en el sistema educativo
actual, pues el análisis profundo requeriría de un estudio largo, que no entra
dentro de los objetivos de este escrito.
Jean-Jacques
Rousseau (1712-1778) “EL NIÑO ES BUENO POR NATURALEZA”
Filósofo y escritor francés, enemigo de la Iglesia y vinculado fuertemente a la
masonería de su tiempo. En su obra “Emilio, el hombre nuevo” que fue ampliamente
difundida durante los años previos a la Revolución francesa, presenta a Emilio,
un personaje que, logrando liberarse de todos sus valores y principios, hace
suya la voluntad del pueblo. En su obra, Rousseau repite una y otra vez la idea
de que el hombre es bueno por naturaleza, que todos los impulsos naturales son
buenos, que no hay que tener prejuicios, ya que el mal proviene del orden social
y no de los actos del hombre.
A todas luces podemos ver que las ideas de Rousseau son erróneas (ya lo he
explicado en otro documento [1]) pues al afirmar que el hombre es bueno por
naturaleza se niega la naturaleza misma del hombre, herida por el pecado
original, que tiende al pecado y a la concupiscencia, pero… nuestros pedagogos
no se han fijado en ello y, creyéndole a Rousseau en lugar de a Dios, han
decretado que nuestros niños aprenderán espontáneamente si se les deja libres en
un ambiente adecuado.
Ya vemos los resultados de haberlos dejado sueltos (totalmente sueltos) en
ambientes hermosos: niños flojos, insolentes, irrespetuosos, violentos, sin
deseos de aprender, sin capacidad de comprometerse… Nunca como ahora se dan las
faltas de respeto a los docentes, el acoso entre iguales, la violencia escolar y
la indiferencia ante el saber.
Pero… nuestro nuevo sistema educativo dice que “proveerá a los alumnos del
ambiente adecuado para que aprendan a aprender de manera espontánea”
Francisco
Ferrer (1859-1909) LA ESCUELA MODERNA. “AMBIENTES Y COMPETENCIAS”
Español, perteneciente a los más altos grados de la masonería en Barcelona.
Fundador de la Escuela Moderna, en donde por primera vez se habla de “ambientes
y competencias”; de “dejar que el niño descubra el saber por sí mismo”; de “no
calificaciones”; de “el maestro como compañero de camino”. Es muy interesante
leer su vida, conocer su experiencia y las motivaciones que lo impulsaron a
fundar la Escuela Moderna, pues explica mucho de lo que se quiere implementar (o
ya se ha implementado) en las nuestras.
http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/pedagogia/escuelamoderna/indice.html
Herbert Marcuse
(1898 -1979) PRAXIS REVOLUCIONARIA DESDE LAS ESCUELAS... A TRAVÉS DE LA
PSICOLOGÍA
Psicólogo marxista, alemán, miembro de la escuela de Frankfurt. Su tesis
marxista dice que el cambio revolucionario puede venir solamente si proviene de
una elite alienada como los estudiantes. Promueve la transformación del concepto
tradicional de las instituciones (familia, escuela, matrimonio, empresa, etc.),
una critica radical a la cultura basada en el progreso y una liberación de toda
atadura moral. De la aplicación de sus ideas se derivó en gran parte el
movimiento estudiantil del 68. Ahora sus ideas han influido en nuestras escuelas
a través de las corrientes psicológicas y la “liberación de ataduras morales”,
obteniendo una generación de estudiantes rebeldes e irrespetuosos contra las
autoridades. Una permanente generación del ’68. Eso es lo que busca Marcuse: la
lucha de clases dentro de las escuelas, la rebelión del grupo alienado.
Antonio Gramsci
(1891-1937) LA HEGEMONÍA MARXISTA DESDE LA ESCUELA
Pensador marxista, nacido en Cerdeña, Italia. Ya también he hablado extensamente
de él en otros documentos [1]. Desde sus Cartas y Cuadernos desde la Cárcel
marca las pautas que deberán seguir los marxistas para instaurar el socialismo
en los países latinos. Él dijo que se tardarían 80 años en conseguirlo. Hace 80
años que murió Gramsci y… ya lo están logrando.
Su lema es: “Adueñarnos del mundo de las ideas, para que las nuestras,
lleguen a ser las ideas del mundo”
La metodología que marca Gramsci para la revolución cultural marxista (en
general), se puede resumir en los siguientes pasos:
· 1) Desacreditar todo lo tradicional (por todos los medios posibles)
· 2) Inventar una doctrina nueva para suplantar a la anterior
· 3) Infiltrarse en la superestructura (Iglesia, Educación, Medios, Economía, etc.) para seguir desacreditando lo antiguo y fortalecer el nuevo pensamiento desde dentro
· 4) Legalizar todo lo anterior (convertirlo en Ley)
· 5) Tomar el gobierno
En el plano de la educación, Gramsci veía con desagrado que en Italia existían
dos clases de escuelas: una, humanista, para la clase “pudiente” y otra,
técnica, para la clase obrera. Los estudiantes de las escuelas humanistas, con
acceso al estudio de la Filosofía, se convertían en la clase intelectual que era
la que tenía el poder y ocupaba los altos puestos en la super-estructura . Los
intelectuales eran los que fungían como maestros de los obreros en las escuelas
técnicas.
A Gramsci esto le parecía totalmente injusto, por dos cosas principalmente:
– Le parecía mal que los intelectuales tuvieran el poder y no la clase obrera
que era la que, según él, debía tenerlo, por ser la más numerosa.
– Le parecía injusto que los hijos de los obreros se vieran obligados a estudiar
en las escuelas técnicas para obreros, pues los predestinaba a ser siempre
obreros, como sus padres. Un hijo de obrero jamás tendría la oportunidad de
ascender a la clase intelectual.
La única manera de que la clase obrera, el proletariado, tome el gobierno, es
acabar con la clase intelectual
Para lograrlo, Gramsci propone, resumidamente, dar los siguientes pasos en el
campo educativo:
· 1. Desacreditar por todos los medios el sistema educativo vigente
· 2. Inventar una nueva teoría educativa y enseñársela a algunos de los suyos para que ellos se conviertan en educadores de los educadores actuales.
· 3. Instaurar la Escuela Única, la misma para todos, ricos y pobres, con los mismos planes de estudio, de modo que no existan niños que tengan oportunidad de aprender más que otros. Para esto habrá que igualar el plan de estudios en todas las escuelas e igualar las edades en cada grado.
· 4. Hacerlo deseable en todos los países, mediante certificaciones nacionales e internacionales, de maestros y de programas.
· 5. Legislarlo. Hacerlo
obligatorio desde el gobierno.
Se puede ver claramente como nuestros modernos pedagogos han ido dando todos los
pasos propuestos por Gramsci:
· 1. Desacreditando a los maestros y sistemas tradicionales.
· 2. Inventando la “pedagogía“ y convirtiéndose en educadores del educador a través de las “jornadas pedagógicas”
· 3. Imponiendo el “Currículum Estandarizado” para todas las escuelas
· 4. Inventando certificaciones como el Certificado de Actualización Pedagógica, el College Board, la Prueba Enlace, etc.
· 5. Subiéndolo al aparato
legislativo, para hacerlo obligatorio.
Gramsci escribió muchas cosas más acerca de la educación que terminan de
redondear su plan, sin dejar grieta alguna, para adueñarse del sistema educativo
con el fin de instaurar el socialismo.
Pongo solamente algunas de ellas, pero invito al lector a conocerlas con detalle
en los Cuadernos y Cartas desde la Cárcel, para tomar plena conciencia del
problema:
Así es, textualmente, como expresa Gramsci sus objetivos (los textos en itálica
son citas textuales de sus cuadernos desde la cárcel):
“Las clases
dirigentes y sus intelectuales son el enemigo a identificar. Contra ellos deben
ser creados una nueva cultura y un nuevo proceso educativo”
“Para que esto
se concretice, hay que disolver las diferencias entre intelectuales y masa,
entre teoría y práctica. De esta manera se generará una cohesión sociocultural,
que imperiosamente promoverá una nueva filosofía de vida, de esa manera,
cualquier ciudadano tendrá las mismas posibilidades de acceder a los cargos
gubernamentales.”
Acerca de esta “nueva filosofía” (una forma homogénea de pensar para todo
el mundo) estrictamente necesaria para los planes de Gramsci, él propone
difundir la idea de que “todo hombre es un filósofo” y promover en las
escuelas la participación activa de todos los alumnos con sus pensamientos, que
deberán ser tomados con la misma importancia que los pensamientos del maestro,
quedando reducida la filosofía antigua a la nada.
"Es preciso
destruir el prejuicio muy extendido de que la filosofía es algo sumamente
difícil por tratarse de una actividad propia de determinada categoría
especialista de letrados o caracterizados filósofos profesionales... es
necesario demostrar que todos los hombres son filósofos... de la filosofía
espontánea característica de todo el Mundo."
“Para eliminar
la diferencia de clases, la cultura no deberá ser ya entendida como un
conocimiento enciclopédico. Los hombres no deben verse como "receptáculos de
datos", pensando que los que poseen más información son superiores a los más
desprovistos de ella. La Nueva Educación para las Masas deberá ser una educación
simple, humana, adecuada a las clases populares; sin muchos contenidos, es
decir, un tipo de conocimiento que se desprenda de las necesidades, de los
deseos, de los derechos y los deberes de la gente a la cual va dirigida.”
"El que una
masa de hombres sea inducida a pensar sobre el presente real con cohesión dentro
de una cierta unidad, es un hecho `filosófico´ más importante y `original´ que
la revelación de una nueva verdad por el `genio´ filosófico, revelación que
quede como patrimonio de pequeños grupos de intelectuales."
Gramsci sugiere que, para nivelar los conocimientos de las clases, la escuela
Primaria sea activa (que el niño descubra los conocimientos por sí mismo) y la
Secundaria creativa y que el maestro sólo sea un guía que no imponga sus ideas a
los alumnos:
“El proceso
educativo para alcanzar la igualdad social, debe ser gradual, destacándose en
los primeros años de estudio un carácter activo y estimulante de la disciplina
para el aprendizaje y la libertad.
Se está persuadido de que una verdad es fecunda sólo cuando se ha hecho un
esfuerzo por conquistarla, que ella no existe en sí y por sí, sino que ha sido
una conquista del espíritu, que en cada individuo es preciso que se reproduzca
aquel estado de ansiedad que ha atravesado el estudioso antes de alcanzarla.
En una segunda etapa, la escuela activa debe dejar paso a la escuela creativa.
La primera tiene por principal fin nivelar los conocimientos, la segunda, debe
promover la asunción de una personalidad autónoma y creativa.”
Gramsci promueve repetidamente la idea del “maestro-compañero”, pues es
algo indispensable para acabar con las diferencias de clase. El que sabe y el
que no sabe, deben ser iguales y tomados en cuenta de igual manera:
“Para ello el
maestro debe erigirse en un guía que oriente los aprendizajes ya que el niño no
es un recipiente mecánico y pasivo, sino por el contrario se lo debe tratar como
un ser activo. En la escuela única se dará una verdadera relación horizontal
entre los educadores-educandos. Nadie aprende lo que no le interesa. El educador
tiene que averiguar con el alumno cuáles son sus problemas y sobre éstos
discutir; el maestro no es otra cosa que un compañero de viaje que posee mayor
experiencia, pero tendrá que reflexionar sobre la problemática del alumno.
El problema de la educación constituye el máximo problema de clase, por lo que
en la nueva cultura se deben visualizar las relaciones educativas, no como
relaciones de dominio, como hasta ahora ha sido, sino como verdaderas relaciones
educativas, donde "nadie educa (para dominar) a nadie".
Gramsci prevé también que pueden existir mentes más brillantes que se le pueden
salir de control y recomienda tenerlos observados:
“¡Los
intelectuales que la clase forma pueden en cualquier momento volverse contra
ella misma! Por esto, resultará indispensable detectarlos y ganarlos para el
sistema, antes de que se conviertan ellos mismos en líderes intelectuales que
vuelvan a caer bajo la influencia de viejas ideologías y acaben con la igualdad”
A nuestros niños nos los tienen bien observados y clasificados a través de las
pruebas Enlace, College Board y otras similares o equivalentes en los diferentes
países. Con esos exámenes, tienen el nombre, el apellido y la escuela de
cualquiera que, por su inteligencia o capacidad matemática y lingüística, pueda
convertirse en un líder que se oponga a sus fines.
Gramsci prevé también, que habrá personas que no aceptarán fácilmente el
desprenderse de una alta cultura para adecuar a toda la población a una cultura
igualitaria y dice lo siguiente:
“Debemos
despistar a los imbéciles. Ellos no aceptarán el concepto de “conformismo
cultural” que es necesario para lograr la igualdad de clases. A ellos les
hablaremos de “especialización”. Así estarán conformes con recibir una enseñanza
única y general, con la promesa de especializarse después en algo concreto”
Mantenerlos maleables, manipulables, con la mínima formación para que sean
incapaces de analizar un todo completo. El hombre “especializado” en algo, se
convierte en un ciego para el resto de las realidades ajenas a su
especialización y podrá llevársele hacia donde uno quiera.
Alguno me dirá que esto parece un cuento de terror. ¡Ojalá que así fuera! Pero
no es un cuento. Es la realidad que estamos viviendo en nuestras escuelas.
Nosotros, padres y madres de familia católicos, que tanto esmero pusimos por que
no triunfara el gobierno socialista en nuestro país… hemos dejado que la
ideología marxista se haya adueñado de la educación de nuestros hijos.
¡Qué Dios nos ayude!
CONCLUSIÓN Y
PAUTAS DE ACCIÓN
¿Qué podemos hacer ante esta situación?
Pues… antes que nada, concientizar a los padres de familia y a los mismos
directores de escuela de la manipulación marxista de la cual hemos sido objeto a
través de los slogans de las “nuevas técnicas de enseñanza”.
Concientizar a nuestros hijos de que ellos pueden y deben aprender muchas más
cosas interesantes de las que ahora les enseñan en la escuela. Suplir en casa,
dentro de nuestro alcance, los conocimientos que no les están dando en la
escuela. Hacerlos concientes de que en la escuela están pretendiendo
idiotizarlos para mantenerlos incultos y manipulables. Fomentar en ellos el
deseo de aprender y los hábitos de lectura y estudio sistemático. Hacerlos
concientes de que ellos son responsables de sus actos, que no es el ambiente, la
escuela, sus papás o sus hermanos los culpables de lo que a ellos les sucede.
Que sepan afrontar con responsabilidad sus deberes y obligaciones.
También para los hijos… una receta muy antigua: Ayudarlos a que adquieran las
virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza. La Prudencia
les ayudará a hablar cuando deben hablar y podrán así defenderse de la
manipulación. La Justicia les ayudará a exigir de sus maestros una buena
enseñanza, pues es lo que les corresponde recibir. La Fortaleza les ayudará a
superar los obstáculos que se les presenten, cuando el logro de sus metas e
ideales les represente un gran esfuerzo. La Templanza les ayudará a ser firmes
en sus propósitos, siempre, cuando las circunstancias les sean favorables y
cuando no lo sean.
En segundo lugar, debemos rescatar a todos los buenos maestros que han quedado
enterrados debajo de las cenizas y escombros de la pedagogía moderna. Existen
muchas personas buenas que saben enseñar y quieren enseñar. Personas que conocen
y aman el arte de educar a un niño. Hay que regresarlas a las escuelas.
Y… a los maestros actuales (ya ideologizados con la pedagogía moderna),
ayudarles a salir de ahí, ayudarles a quitarse de encima el polvo, dándoles a
conocer los métodos educativos de los grandes pedagogos (San Juan Bosco, Jean
Claude Colín, Champagnat, etc.). Que los conozcan, los estudien y los asimilen,
para que sean concientes de la trascendencia de su misión como educadores.
Por último… orar, orar mucho, para que Dios nos conceda las gracias que
necesitamos en estos momentos. Sin Él, nada podemos hacer.
Es lo que a mí se me ocurre. Supongo que a otros se les ocurrirán cien mil
acciones más… en los medios, en los gobiernos, en las instituciones. Creo que
cualquier cosa que hagamos será mucho mejor que no hacer nada.
Que Dios les llene de bendiciones
Lucrecia Rego de Planas