Agencia FIDES – 31 de mayo de 2008

DOSSIER FIDES

 

 

 

El Pontificio Consejo
para la Cultura

 

 

Introducción

La historia del Pontificio Consejo para la Cultura

Objetivos y tareas

Estructura

Actividades

ENTREVISTA a Su Excelencia Mons. Gianfranco Ravasi,

Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura

 

Este Dossier está disponible en la Página Web de la Agencia Fides: www.fides.org

Introducción

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – La relación entre ciencia y fe "es uno de los capítulos fundamentales" de la misión de este dicasterio, explica a la Agencia Fides S. E. Monseñor Gianfranco Ravasi, Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura. En efecto, resulta verdaderamente importante para el anuncio del Evangelio hoy, no solamente en Occidente sino en todo el mundo, mostrar el vínculo indisoluble que existe entre la ciencia y la fe.

Sobre este argumento, la Carta Encíclica "Fides et Ratio", de Su Santidad Juan Pablo II, promulgada el 14 de septiembre de 1998, constituye un verdadero hito. Precisamente, en sus primeras líneas, Juan Pablo II afirma que "La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo". Fe y razón juntas, por lo tanto, conducen al hombre a Dios. Y si la fe y la razón pueden conducir al hombre a Dios, resulta evidente cómo en la misión de la Iglesia la comprensión y la transmisión al mundo acerca del vínculo que une estos dos conceptos es urgente.

También el Santo Padre Benedicto XVI ha hablado más de una vez de este tema. Lo hizo en la "Lectio Magistralis" de Ratisbona (12 de septiembre de 2006), así como en las palabras pronunciadas el 28 de enero del 2007 antes de la oración del Ángelus con los fieles reunidos en Plaza San pedro. En esa ocasión, Benedicto XVI explicó cómo uno de los retos culturales más importantes en este momento es la relación armoniosa entre la fe y la razón. Al destacar que ese día se celebraba la memoria de Santo Tomás de Aquino (1225-1274), "gran doctor de la Iglesia", el Papa consideró que "con su carisma de filósofo y de teólogo, él ofrece un válido modelo de armonía entre razón y fe, dimensiones del espíritu humano que se realizan plenamente en el encuentro y en el diálogo entre ellas"

Citando a quien es considerado por muchos el más importante filósofo y teólogo del catolicismo, explicó que "la razón humana, por decirlo así, "respira", o sea, se mueve en un horizonte amplio, abierto, donde puede expresar lo mejor de sí". "En cambio, cuando el hombre se reduce a pensar solamente en objetos materiales y experimentables y se cierra a los grandes interrogantes sobre la vida, sobre sí mismo y sobre Dios, se empobrece", prosiguió, añadiendo luego que "la relación entre fe y razón constituye un serio desafío para la cultura actualmente dominante en el mundo occidental". Asimismo, el Santo Padre señaló: "Cuando es auténtica, la fe cristiana no mortifica la libertad y la razón humana; y entonces, ¿por qué la fe y la razón deben tener miedo una de la otra, si encontrándose y dialogando pueden expresarse perfectamente? La fe supone la razón y la perfecciona, y la razón, iluminada por la fe, encuentra la fuerza para elevarse al conocimiento de Dios y de las realidades espirituales. La razón humana no pierde nada abriéndose a los contenidos de la fe; más aún, esos contenidos requieren su adhesión libre y consciente".

Se comprende bien por ello la importancia que tiene para la Iglesia la comunicación a todos de esta relación indisoluble existente entre fe y razón, una relación necesaria para la comunicación de la fe en el mundo. La relación fe-razón es tan sólo uno de los muchos aspectos que forman parte de lo que se llama "cultura"; un aspecto fundamental, sobre todo hoy, pero sin lugar a dudas no el único. Cultura es también conocimiento del lenguaje de los pueblos y de su historia. Cultura es la expresión artística de los diversos espíritus geniales que han atravesado la historia. Cultura es también "cultura genuinamente cristiana", es decir dos mil años de historia gloriosa que es necesario no desechar si no se quiere que la fe en la sociedad hodierna se pierda totalmente. He ahí, por toda esta serie de motivos, la importancia de un Dicasterio Vaticano enteramente dedicado a la cultura.

 

 

La historia del Pontificio Consejo para la Cultura

El origen del "Pontificium Consilium de Cultura", Pontificio Consejo para la Cultura, se remonta al Concilio Vaticano II. El Concilio, efectivamente, destacaba –dedicando a ello una sección entera de la Constitución Pastoral "Gaudium et Spes"–, la importancia fundamental de la cultura para el pleno desarrollo del hombre, los múltiples vínculos entre el mensaje de la salvación y la cultura, el recíproco enriquecimiento de la Iglesia y de las diversas culturas en la comunión histórica con las diversas civilizaciones (Gaudium et Spes, 53-62).

El Papa Pablo VI, recogiendo el fruto de los trabajos de la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre la Evangelización, celebrada en el otoño de 1974, en la Exhortación Apostólica "Evangelii nuntiandi" escribió: "l Evangelio y, por consiguiente, la evangelización no se identifican ciertamente con la cultura y son independientes con respecto a todas las culturas. Sin embargo, el reino que anuncia el Evangelio es vivido por hombres profundamente vinculados a una cultura, y la construcción del reino no puede por menos de tomar los elementos de la cultura y de las culturas humanas. Independientes con respecto a las culturas, Evangelio y evangelización no son necesariamente incompatibles con ellas, sino capaces de impregnarlas a todas sin someterse a ninguna" (EN n.20).

Recogiendo la rica herencia del Papa Pablo VI, del Concilio Ecuménico Vaticano II y del Sínodo de los Obispos, Juan Pablo II creó en 1982 el Pontificio Consejo para la Cultura (Carta autógrafa al Cardenal Secretario de Estado, 20 de mayo de 1982). Con la Carta Apostólica en forma de Motu proprio "Inde a Pontificatus", del 25 de marzo de 1993, Juan Pablo II unión el Pontificio Consejo para el Diálogo con los no creyentes (fundado en 1965 por Pablo VI) con el Pontificio Consejo para la Cultura, para formar un único organismo que lleva el nombre de Pontificio Consejo para la Cultura.

Objetivos y tareas

El Consejo Pontificio de la Cultura es el Dicasterio de la Curia Romana que auxilia al Sumo Pontífice en el ejercicio de su supremo oficio pastoral, para bien y servicio de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares, en lo que respecta al encuentro entre el mensaje salvador del Evangelio y las culturas; el estudio de los graves fenómenos de la ruptura entre el Evangelio y las culturas; de la indiferencia religiosa e increencia; las relaciones de la Iglesia y de la Santa Sede con el mundo de la cultura. Para ello, promueve en particular el diálogo con las diversas culturas de nuestro tiempo, a fin de que la civilización del hombre se abra cada vez más al Evangelio, y cuantos cultivan las ciencias, las letras y las artes se sientan reconocidos por la Iglesia como servidores de lo verdadero, lo bueno y lo bello.

El Consejo Pontificio de la Cultura, además, sigue y coordina la actividad de las Pontificias Academias y mantiene contactos periódicos con la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia, buscando una recíproca colaboración.

El Consejo tiene encomendadas las siguientes tareas:

- Promover el encuentro entre el mensaje salvífico del Evangelio y las culturas de nuestro tiempo, a menudo caracterizadas por la increencia o la indiferencia religiosa, para que éstas se abran cada vez más a la fe cristiana, creadora de cultura y fuente inspiradora de las artes, las ciencias y las letras. (Cf. Motu Proprio Inde a Pontificatus, art. 1).

- Manifestar la solicitud pastoral de la Iglesia frente a los graves fenómenos de ruptura entre el Evangelio y las culturas. Promover, por tanto, el estudio del problema de la increencia y de la indiferencia religiosa presente de formas diversas en los distintos ambientes culturales, indagando sus causas y consecuencias, en lo respecta a la fe cristiana, con el intento de proporcionar una ayuda adecuada a la acción pastoral de la Iglesia en la evangelización de las culturas y la inculturación del Evangelio. (Cf. Ibid., Art. 2).

- Favorecer las relaciones entre la Iglesia y la Santa Sede con el mundo de la cultura, promoviendo oportunas iniciativas en el ámbito del diálogo entre la fe y la cultura, y el diálogo intercultural. Seguir las iniciativas emprendidas por otras instituciones de la Iglesia y ofrecer la propia colaboración a los organismos correspondientes de las conferencias episcopales (Cf. Ibid., Art. 3).

- Entablar diálogo con los que no creen en Dios o no profesan religión alguna, siempre que estén abiertos a una sincera colaboración. Organizar y participar en encuentros de estudio en este campo por medio de expertos (Cf. Ibid., Art. 4).

- Seguir y coordinar la actividad de las Academias Pontificias (Cf. Ibid., II, y Carta autógrafa de fundación), salva siempre la autonomía de los respectivos programas de investigación, a fin de promover una investigación interdisciplinaria y dar mayor resonancia a la obra de éstas (Normas para la renovación de las Academias Pontificias, n° 7).

- Compartir las preocupaciones culturales de los dicasterios de la Santa Sede; realizar proyectos comunes con otros organismos de la Santa Sede, a fin de facilitar la coordinación de sus tareas en la evangelización de las culturas, y asegurar la cooperación de las instituciones culturales de la Santa Sede (Cf. Carta autógrafa de fundación).

- Dialogar con las conferencias episcopales, las conferencias de superiores y superiores mayores, con el fin de hacer que toda la Iglesia pueda beneficiarse de las iniciativas, investigaciones, realizaciones y creaciones que permitan a ésta una presencia activa en el propio ambiente cultural (Cf. Ibid.).

- Colaborar con las organizaciones internacionales católicas, universitarias, históricas, filosóficas, teológicas, científicas, artísticas, intelectuales, y promover la recíproca cooperación (Cf. Ibid.).

- Seguir la acción de los organismos internacionales que actúan en el campo de la cultura, la filosofía, las ciencias de la naturaleza y del hombre, y asegurar una eficaz participación de la Santa Sede en los foros internacionales que se ocupan de estos asuntos, principalmente la UNESCO y el Consejo de Europa (Cf. Ibid.).

- Seguir la política y la acción cultural de los diversos gobiernos del mundo (Cf. Ibid.).

- Facilitar el diálogo entre la Iglesia y la cultura en la universidad y centros de investigación, especialmente a través de centros culturales católicos, organizaciones de artistas, de especialistas, investigadores y estudiosos, y promover encuentros significativos mediante estos espacios culturales (Cf. Ibid.).

- Acoger en Roma a los representantes de la cultura interesados en conocer mejor la acción de la Iglesia en este campo y en hacer a la Iglesia beneficiaria de su experiencia, ofreciéndoles en Roma un lugar de encuentro y diálogo (Cf. Ibid.).

 

Estructura

El Consejo Pontificio de la Cultura tiene dos secciones:

1. Fe y Cultura, 2. Diálogo con las culturas.

La actividad ordinaria está encomendada al personal permanente residente en Roma, es decir: el Presidente, Arzobispo Gianfranco Ravasi (Italia),

el Secretario, P. Bernard Ardura, O.Praem. (Francia),

el Sub Secretario, Mons. Melchor Sánchez de Toca y Alameda (España),

el Jefe de Sección, Mons. Gergely Kovács (Rumania),

los Oficiales, 6 sacerdotes y un laico, encargados de los principales espacios culturales y geográficos, así como de las diversas áreas que forman parte de la actividad del Dicasterio (ciencias, centros culturales católicos, arte y artistas, medios de comunicación social, academias pontificias, sectas, etc.),

7 asistentes administrativos y técnicos.

La Asamblea plenaria del Dicasterio tiene lugar al menos una vez cada tres años, con la misión de estudiar y definir los programas de acción del Dicasterio, intercambiar experiencias y reflexiones sobre las diversas situaciones culturales de las sociedades contemporáneas, en una perspectiva de evangelización y de diálogo de la Iglesia con las culturas. Están invitados los miembros del Dicasterio, cardenales y obispos nombrados ad quinquennium, procedentes de diversas partes del mundo.

En el intervalo de tiempo entre dos asambleas plenarias existe un fluido intercambio de información y consulta con los miembros del Consejo acerca del desarrollo de los programas del Dicasterio.

Para el estudio de cuestiones de particular importancia, el Dicasterio cuenta con la ayuda de Consultores, nombrados asimismo por el Santo Padre ad quinquennium: varios especialistas del campo de la cultura o en la práctica del diálogo con los no creyentes, residentes en todos los continentes. Estos auxilian al Dicasterio mediante sus orientaciones e investigaciones.

 

Actividades

La variada actividad del Consejo se puede sintetizar en torno a los siguientes aspectos:

Acogida a los visitantes: Tienen lugar encuentros con los obispos que llegan a Roma con ocasión de sus visitas ad Limina, y con otros grupos de visitantes (sacerdotes, religiosos y religiosas, directores de centros culturales, etc.) Además, el Consejo recibe numerosas visitas de parte de exponentes y representantes del mundo de la cultura.

Congresos: El Consejo organiza coloquios, jornadas de estudio, reuniones, y encuentros, y además participa frecuentemente en los encuentros promovidos por otros organismos, de nivel regional, nacional o internacional.

Contactos: El Consejo mantiene contactos con los demás dicasterios de la Curia Romana, con las conferencias episcopales, con las iglesias locales, con las legaciones pontificias ante los estados, con la UNESCO y otros organismos internacionales no gubernamentales.

Publicaciones: El Consejo publica la revista trimestral Culture e Fede - Cultures et Foi - Cultures and Faith - Culturas y Fe, con artículos y noticias en español, francés, inglés e italiano. Además se publican diversos libros y opúsculos a propósito de los diversos aspectos del encuentro del Evangelio con las culturas y del diálogo intercultural. El Consejo publica igualmente las actas de los congresos que organiza.

La actividad ordinaria comprende el cotidiano desempeño de las tareas de los oficiales: correspondencia con la Iglesia universal y con el mundo de la cultura, preparar instrucciones para los nuncios apostólicos, informes sobre publicaciones, corrientes y tendencias culturales, sobre todo a partir de las relaciones quinquenales preparadas por las diócesis

 

ENTREVISTA a Su Excelencia Mons. Gianfranco Ravasi,

Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Excelencia, la relación entre ciencia y fe es un leitmotiv presente en el Magisterio de Benedicto XVI. Más de una vez usted ha declarado que éste es uno de los temas del Pontificio Consejo para la Cultura. ¿Cómo es que trabajan en ese campo? ¿Cuáles son los principales campos de acción?

La relación entre ciencia y fe es uno de los capítulos fundamentales del trabajo de este Dicasterio. Es un capítulo que será desarrollado mediante una red que se está organizando y que comprende a las siete Universidades Pontificias Romanas, algunas universidades estadounidenses –la principal es Notre Dame en Indiana-, algunas universidades europeas y, a modo de supervisor, el proyecto STOQ que estudia la ciencia, la teología y la investigación ontológica. No es un trabajo en soledad, con el solo aporte de nuestras fuerzas internas. Es una operación coral que tiene presente que en este ámbito se presentan cuestiones vivaces e intensas. Como elemento fundamental hay que tener presente al menos dos ámbitos en los cuales el proyecto se desarrollará. El primero es el de la evolución biológica a partir del centenario de Darwin. Queremos iniciar un verdadero y propio recorrido que tendrá su conclusión en un importante Congreso internacional dedicado a la ciencia, a la teología y a la filosofía, así como también a una serie de otros workshops que serán realizados en Italia, en el Vaticano y en USA, mostrando así que este ámbito no se afronta solamente de un modo episódico.

En cambio el segundo ámbito es el de la ciencia y fe. Inspirándonos en el año de la astronomía que se celebra con ocasión del cuarto centenario de los descubrimientos con el telescopio de Galileo, se realizará un Congreso de alta divulgación (no altamente científico como el otro). En esto es que tenemos viva nuestra atención –como ha pedido Benedicto XVI-, es decir, en el confrontarse de esta duplicidad que quisiéramos no sea dialéctica sino teniendo por un lado la fe y por el otro a la razón. Todo esto exige una internacionalización de los proyectos en el espíritu de lo que es un Dicasterio vaticano. Un deseo es el poder lograr que los resultados sean comunicados no solamente en modo científico sino también a nivel didáctico y por lo tanto catequético.

Cada Dicasterio de la Santa Sede tiene una apertura al mundo. ¿Cómo puede el Pontificio Consejo para la Cultura contribuir en la difícil tarea misionera de la Iglesia en el mundo?

Además de la relación ciencia y fe, uno de los ámbitos más relevantes es el de las nuevas culturas. Por nuevas culturas me refiero a una apertura en al menos tres horizontes: Entre estos el primero es el más importante y es el asiático. Es un horizonte nuevo para nuestro Pontificio Consejo, incluso dándome cuenta que para la Iglesia es antiguo. Es un ámbito que influye en la escena internacional en modo cada vez más incisivo y decisivo. Pensemos por ejemplo en lo que representa India, China, Japón. Recientemente hemos organizado un encuentro en Katmandú.

El segundo horizonte es el africano. Es objeto de interés con dos elementos distintos que hemos organizado para este año: el primero es la involucración de todas las conferencias episcopales de lengua francesa e inglesa en un encuentro en Tanzania a fines de julio: involucración en temas culturales leídos desde los Pastores que pertenecen a este mundo, orientados en un cierto sentido por ellos. El segundo es un encuentro organizado en Burkina Faso. No participarán los vértices sino la base, es decir los Centros culturales, organizaciones de tipo cultural para ver que existe en estos lugares y que es lo que se viene realizando. El conjunto se realizará teniendo presente la complejidad de la cultura y tratando de entender cómo podemos estimular e incrementar esta cultura.

El tercer horizonte es el de América Latina, un ambiente que se sabe bien cuan vivaz es. Queremos trabajar mirando a las grandes universidades católicas y participando en la construcción de la escuela de cinematografía mexicana: "Filmar lo inefable". Una escuela patrocinada por nosotros y que ha solicitado el interés de la New York Film Accademy. Además, hemos abierto una escuela paralela en los Universal Studios de Los Angeles. Se trata de cursos técnicos, preparación para directores y operadores bajo una finalidad bien precisa: preparar una filmografía de alta calidad y temática relacionada a las grandes cuestiones antropológicas. Vendrán también algunos docentes desde el exterior, y actualmente estamos haciendo una selección. Nuestros docentes presentan lecciones de tipo teórico y simbólico. Hoy dominan los géneros mientras nosotros queremos tratar de tener algo similar a lo que proponían Bergman, Dreyer, y que actualmente lo hacen Olmi, Tarkovskij (viene el hijo, viene la esposa)… En USA están muy interesados pues el público tiene cierto interés por estos temas. Los cursos se tendrán tanto en Los Angeles como en New York.

Adorno decía que cada vez que iba al cine regresaba un poco más estúpido. Pero en realidad basta citar los nombres que he nombrado hace poco para entender que las cosas no están así. Bergman, por ejemplo, permite ir en profundidad como muchas otras novelas.

Hablemos del lenguaje de la Iglesia. Hacer cultura significa también aprender un lenguaje apto para poder comunicar aquello que se considera importante. ¿Piensa que hoy, para la Iglesia, sea importante una reflexión sobre su lenguaje? ¿Si cultura y comunicación no pueden sino estar unidos, qué lenguaje es el más oportuno?

Hemos decidido que la próxima plenaria del Dicasterio tendrá por tema el lenguaje. Quisiéramos dedicarnos en modo sistemático a este tema haciendo participar a los miembros del Dicasterio (Cardenales y Obispos). Quisiera abarcar el tema del lenguaje siguiendo dos aspectos: el de la comunicación religiosa, considerado su especificidad pero evitando su autoreferencialidad; y el del hecho que es necesario considerar que en un mundo globalizado existe un estándar lingüístico y que al mismo tiempo emerge la necesidad de la especificidad. Hay que acuñar el término "glocalización": todos somos iguales, pero esta igualdad no puede ser impuesta por Babilonia: un solo lenguaje. La belleza existe en la multiplicidad que se comprende. Por esto es interesante reflexionar sobre las modalidades expresivas propias, por ejemplo del mundo africano. Hay que tutelar las diversidades.

Dossier a cargo de P.R. - Agencia Fides 31/5/2008; Director Luca de Mata