Diccionario de Patrística

(s. I-VI)

Por César Vidal Manzanares

 

D

Dámaso I

9; Papa (366-384). Vida: Nacido en Roma (posiblemente de origen español) en torno al 305, fue hijo del sacerdote que se ocupaba de la iglesia conocida posteriormente como de san Lorenzo. Fue diácono bajo el papa hereje Liberio y sirvió al antipapa Félix II. A la muerte de Liberio se produjeron desórdenes provocados por la rivalidad entre un grupo de partidarios de aquél, que eligieron a un tal Ursino, y otro de seguidores de Félix que prefirieron a Dámaso. Este no dudó en valerse de una turba de malhechores para provocar una matanza de sus rivales. El 1 de octubre del 366, un grupo de sus secuaces se apoderó de la basílica laterana y fue consagrado en la misma. Valiéndose entonces del apoyo del prefecto (en opinión de J. N. D. Kelly, "la primera ocasión en que el papa utilizó al poder civil contra sus adversarios"), expulsó de Roma a Ursino y a sus partidarios. Los obispos de Italia, aunque aceptaron la elección de Dámaso, no pudieron evitar sentirse repelidos por sus métodos, y aquello contribuyó a debilitar su autoridad moral durante años. En el 371 un judío converso llamado Isaac lo acusó de adulterio y sólo lo salvó de la "desgraciada acusación" la intervención personal del emperador. Con todo, Dámaso supo atraerse el favor de la corte imperial y quebrantar los prejuicios de la clase alta contra el cristianismo. Reprimió con dureza las herejías — incluido el arrianismo — valiéndose ampliamente del apoyo secular. Aunque sus medidas contra Lucifer de Cagliari fueron brutales y en diversos sínodos condenó el apolinarismo y el macedonianismo, optó por la moderación en el caso de Prisciliano. Sus relaciones, con las iglesias orientales fueron asimismo poco afortunadas al negarse a apoyar a Melecio (lo que le valió que Basilio el Grande lo describiera como "imposiblemente arrogante"). No intervino en el concilio ecuménico de Constantinopla (381) ni tampoco contribuyó a la mejora de relaciones entre las Iglesias occidentales y orientales. Su aportación, por tanto, resulta discutible, pues si bien es cierto que reestructuró la Iglesia romana y le dio un papel social — fundamentalmente entre las clases altas — del que había carecido hasta entonces, su conducta agrió de manera irreparable las relaciones con Oriente. Asimismo, aunque combatió tenazmente la herejía, los métodos a los que recurrió resultan discutibles y también contribuyeron a abrir un abismo que nunca sería cubierto del todo.

9; Obras: Su mayor aporte lo constituyen los epigramas compuestos en honor de los mártires o de obras realizadas por el papa. Se conservan asimismo cartas, aunque la autenticidad de algunas es discutible.

Teología: Incansable defensor de la primacía romana insistió en que la prueba de la ortodoxia provenía del papa. Tal primacía provenía del hecho de ser el papa sucesor de Pedro (Mateo 16:18), lo que le proporcionaba el poder de atar y desatar. Precisamente en armonía con este punto de vista en el 378 llegó incluso a lograr del gobierno que la santa sede fuera reconocida como tribunal de primera instancia y también de apelación para los obispos occidentales. Ver Apolinarismo; Liberto; Macedonianismo; Prisciliano.

Decreto Gelasiano

9; Ver Gelasio 1.

Diádoco de Fótice

9; Vida: Pese a tratarse de uno de los mayores ascetas del s. V, apenas tenemos datos de su vida. Fue adversario de los monofísitas en la época de Calcedonia (451). Firmó, junto con otros, una carta dirigida al emperador León por los obispos del Epiro tras el asesinato del obispo Proterio de Alejandría causado por los monofísitas en el 457. Murió hacia el 468.

9; Obras: Su obra más importante es Cien capítulos acerca de la perfección espiritual. También fue autor de una Homilía sobre la Ascensión, de un diálogo conocido como La visión y una catequesis.

Teología: Defendió la doble naturaleza de Cristo frente a los monofísitas.

Diatessaron

9; Ver Taciano.

Didajé

9; "El documento más importante de la era postapostólica y la más antigua fuente de legislación eclesiástica que poseemos" (Quasten). Fue publicada en 1883 por el metropolitano griego de Nicomedia, Filoteo Bryennios, de un códice de 1057 perteneciente al patriarcado de Jerusalén.

Datación: Audet la ha datado entre el 50 y el 70, mientras que Adam la sitúa entre el 70 y el 90. Quasten, pese a situar su compilación entre el 100 y el 150, no niega la posibilidad de que se escribiera en el s. I. Nuestra opinión, al igual que la expresada por J. A. T. Robinson, es que la Didajé es un escrito muy antiguo que pudo incluso ser redactado antes de la destrucción del Templo de Jerusalén, en el año 70 d. C. Esta antigüedad explicaría, al menos en parte, el que fuera considerada por algunos un escrito canónico. En cuanto al lugar de redacción, los más posibles son Siria y Palestina.

9; Estructura: Dividida en 16 capítulos, hasta el diez la obra tiene un contenido litúrgico, y desde ese capítulo al quince va referida a la disciplina eclesial. El último capítulo está dedicado a la Segunda Venida de Cristo.

Teología: El bautismo es descrito en la Didajé en su forma de inmersión en agua corriente. Con todo, en esta obra se contiene la primera referencia al bautismo de infusión que, no obstante, sólo se practicaba en caso de necesidad. El bautismo también parece estar limitado sólo a los adultos a los que se administraba el sacramento durante la vigilia pascual. Sólo los bautizados podían participar de la Eucaristía, que se celebraba los domingos, tras la confesión de los pecados que, seguramente, era litúrgica y colectiva. La Eucaristía es considerada el sacrificio del que habla Malaquías 1,10, si bien tal afirmación — como ha señalado la teóloga católica Sharon Burns — no implica un contenido sacrificial de la celebración sino la creencia de que la alabanza y la oración están sustituyendo a todo tipo de sacrificios. No existe ninguna indicación de un episcopado monárquico ni tampoco se menciona a los presbíteros. Los dirigentes de las comunidades son denominados obispos (en su sentido etimológico de supervisor) y diáconos. Asimismo los profetas siguen disfrutando de relevancia en medio de la comunidad cristiana. La escatología tiene una enorme importancia para la Didajé, que señala la aparición de falsos profetas y del anticristo como situaciones anteriores a la Parusía.

Diálogo sobre la fe ortodoxa

9; Diálogo conservado en un original griego y en una traducción latina de Rufino, cuyo autor desconocemos. No parece anterior al 300, y aunque se atribuyó a Orígenes, lo cierto es que los puntos de vista expuestos en el mismo son muy antiorigenistas.

Didascalia de los Apóstoles

9; Constitución eclesiástica redactada en la primera mitad del s. III. Destinada a un conjunto de creyentes de Siria septentrional, sigue muy de cerca el esquema de la Didajé y es tributaria asimismo de las Constituciones Apostólicas. Parece establecido que su autor era un judeo-cristiano que utiliza con cierta profusión algunos de los apócrifos del Nuevo Testamento. Ver Apócrifos; Didajé.

Dídimo el Ciego

9; Uno de los jefes durante el s. IV de la escuela catequética de Alejandría que cerraría poco después de su muerte.

9; Vida: Nacido en torno al 313, se quedó ciego a los cuatro años de edad. Aunque carente de originalidad, tuvo como discípulos a Jerónimo y a Rufino, lo que unido a su ascetismo — mantuvo una vida de eremita — le llevó a disfrutar de un cierto relieve en su época. Falleció hacia el 398.

9; Obras: Fue autor de tres libros Acerca de la Trinidad, un tratado Acerca del Espíritu Santo y otro Contra los maniqueos. Redactó asimismo diversos comentarios a los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento de los que sólo nos han llegado escasos fragmentos. Se han perdido sus doce libros Acerca de los dogmas y Contra los arríanos, su Volumen de sectas y su Defensa de Orígenes.

Teología: Aunque no fue pensador original, contribuyó notablemente a la comprensión de la Trinidad siendo suya la fórmula "una sustancia y tres hipóstasis." Defendió asimismo la existencia de un alma humana en la persona de Cristo, no dándose una fusión de la naturaleza humana y la divina sino la existencia de dos naturalezas y dos voluntades. Partiendo de la cristología, Dídimo se ocupa de la doctrina del Espíritu Santo, al que considera increado como el Hijo. Es Dios e igual al Padre. Este Espíritu Santo es el que distribuye en la Iglesia las gracias divinas. Gracias a él, la Iglesia se convierte en madre de los cristianos a los que da a luz a través del bautismo. Con todo, prefiere denominar a la Iglesia Cuerpo de Cristo en lugar de madre. Para Dídimo el pecado original fue la caída de Adán y Eva y se transmite mediante el acto sexual de los padres, lo que explica que Jesús tuviera que nacer de una virgen. El bautismo destruye el pecado original y tiene como consecuencia el que seamos adoptados, como hijos de Dios. Por ello, es indispensable para la salvación si bien puede ser sustituido por el martirio. Niega asimismo validez al bautismo de los herejes. La mariología de Dídimo insiste en el hecho de que María fue siempre virgen y en denominarla madre de Dios (Zeotokos). Antropológicamente compartía el error origenista de sostener que el alma había sido encerrada en el cuerpo como castigo de pecados anteriores, apoyando así la idea platónico-origenista de la preexistencia. Escatológicamente, aunque Jerónimo (Adv. Ruf I, 6) sostiene que Dídimo también era origenista en la creencia de una salvación universal al fin de los tiempos, lo cierto es que a partir de sus escritos resulta difícil aceptar esta impresión. Desde luego es innegable que en los mismos habla repetidamente del infierno y del castigo eterno (De Trin II, 12; II, 26). Quasten ha señalado que el testimonio de Jerónimo es correcto puesto que Dídimo pretendía que en el mundo futuro no habría pecado y que los ángeles deseaban ser redimidos, pero ambas afirmaciones no necesariamente tienen que verse contrapuestas a la tesis de un castigo eterno para los condenados. De Orígenes sí que parece haber heredado Dídimo la idea del purgatorio.

Diodoro de Tarso

9; Vida: Nacido en Antioquía, se educó en esta ciudad como alumno de Silvano y de Eusebio de Emesa. Estuvo al frente de una comunidad monástica cerca de Antioquía. Como maestro de la escuela de esta ciudad defendió el símbolo niceno y tuvo como alumnos a Juan Crisóstomo y a Teodoro de Mopsuestia. Se enfrentó valientemente al intento de restauración pagana de Juliano, que lo denigró con dureza. Valente, el sucesor de Juliano, lo desterró en el 372 a Armenia. A la muerte del emperador volvió a Antioquía, siendo nombrado obispo de Tarso y Cilicia en el 378. Participó en el concilio de Constantinopla, en el 381. Muerto hacia el 394, en el 438 Cirilo de Alejandría le acusó de ser responsable de la herejía de Nestorio, lo que llevó a que se produjera su condena como hereje, un siglo después de su muerte, en el sínodo de Constantinopla del 499.

9; Obras: Al parecer Diodoro redactó una sesentena de tratados pero sólo han llegado hasta nosotros escasos fragmentos muy posiblemente porque sus enemigos teológicos procedieron a la destrucción de sus obras. La pérdida resulta especialmente lamentable en el terreno de los comentarios bíblicos ya que Diodoro seguía un método exegético de tipo histórico y gramatical.

Diogneto

9; Ver Epístola a Diogneto.

Dionisio el Areopagita

9; Nombre atribuido al autor de los tratados conocidos como Nombres divinos, las Dos jerarquías y la Teología mística. Aunque intentaba hacerse pasar por el discípulo de Pablo del mismo nombre, lo cierto es que su época oscila entre los s. V y VI, y su lugar de origen posiblemente fue Siria. Sus obras, imbuidas de una mezcla de neo-platonismo y espíritu místico, disfrutarían de enorme predicamento durante el Medievo gracias al apoyo que le proporcionaron teólogos como Máximo el confesor (s. VII) y a la traducción al latín que de ellas hizo Juan Escoto (s. IX).

Dionisio de Corinto

9; Obispo en la segunda mitad del s. II cuya correspondencia, a juzgar por los datos proporcionados por Eusebio (HE IV, 23), debió de gozar de gran predicamento en su época, hasta el punto de que diversos herejes intentaron falsificarla. Desgraciadamente su correspondencia no ha llegado hasta nosotros. Ver Dionisio.

Dionisio

9; Papa (259-268). Vida: Se hizo cargo de la sede romana en una época en que se vio obligado a reorganizar la Iglesia tras los estragos de la persecución de Valeriano y a solucionar los problemas ocasionados por la política eclesial de Galieno.

9; Obras: Tenemos noticia de que escribió dos cartas a Dionisio de Alejandría acerca del sabelianismo y el subordinacionismo, pero sólo nos han llegado fragmentos de las mismas. Ver Dionisio de Alejandría; Sabelio.

Dionisio de Alejandría

9; También conocido como Dionisio el grande. Vida: Posiblemente se trate del discípulo más importante de Orígenes. De familia pagana, parece haberse convertido gracias a su deseo de hallar la verdad y a su pasión por la lectura (HE VII, 7, 1-3). Fue director de la escuela de catequesis de Alejandría así como obispo de esta ciudad, que se vio obligado a abandonar en virtud de la persecución de Decio. A la — muerte de éste, regresó a Alejandría pero padeció destierro en Libia y en Mareotis (Egipto) durante el gobierno de Valeriano. Murió en el 264 de una enfermedad que le impidió asistir al sínodo de Antioquía.

9; Obras: Nos han llegado dos de sus cartas completas y algunos fragmentos de otras. Dionisio escribió además una obra Acerca de la naturaleza, dos libros Acerca de las promesas y cuatro libros de Refutación y apología.

Doctrina de Addeo

9; Versión siriaca de los Hechos de Tadeo, en la que se incluye el episodio de la pintura de un retrato de Jesús para el rey Abgar o Abgaro. Ver Abgar; Hechos apócrifos.

Donatismo

9; A la muerte de Mensurio, en el 311, tres obispos africanos eligieron como sucesor suyo al diácono Ceciliano, lo que provocó una reacción contraria de los cristianos extremistas, que alegaron en contra de Ceciliano su condición de traditor. Reunidos en Cartago 70 obispos de Numidia, anularon la elección de Ceciliano y en el 312 eligieron a Mayorino, presuntamente convencidos por los sobornos de Lucila, una acaudalada matrona enemistada con Ceciliano. Al fallecer en breve Mayorino, la sucesión recayó sobre Donato. En el 313, los donatistas recurrieron a Constantino para que los obispos galos mediaran en una solución al problema. En octubre de aquel mismo año, se reunieron en Roma varios obispos galos e italianos, bajo la presidencia del obispo de la ciudad, Milcíades, decidiendo en favor de Ceciliano. Los donatistas apelaron a la autoridad de un concilio que se celebró en Arles en el 314 y que, también, les deparó un adverso resultado. En el 316 Constantino optó por emplear contra ellos la fuerza, exilando a sus dirigentes. Con todo, el cisma no concluyó. De hecho, en el 321 Constantino proclamó un edicto de tolerancia permitiendo regresar a los desterrados. En el cuarto de siglo posterior, Donato, que comparte la opinión de muchos cristianos africanos contrarios a las intervenciones imperiales en la vida de la Iglesia y que sigue viendo al poder político como algo anticristiano y ahora incrustado en el seno de la comunidad cristiana, creó toda una estructura eclesial paralela, convencida de ser la iglesia pura frente a la relajada y semi-apóstata. En el 347, Constante envió a dos funcionarios, Macario y Paulo, para que acabaran con el cisma. Donato se opuso a aquella intervención imperial en un asunto religioso, y la respuesta de Macario fue la persecución del donatismo, persiguiendo a los miembros de las comunidades y desterrando a los dirigentes como Donato. Al autorizar en el 362 Juliano la vuelta de los desterrados, Parmeniano (m. 391) reorganiza el movimiento donatista y coloca al sector católico en una postura minoritaria y débil de la que sólo saldrá a finales del s. IV con Aurelio de Cartago y Agustín de Hipona que, no obstante, muy posiblemente no se hubieran alzado con el triunfo de no contar con el apoyo militar del emperador. Tras el concilio de Cartago del 404, Honorio promulgó en el 405 un edicto contra los cismáticos. En el 411, una conferencia conjunta de católicos y donatistas celebrada en Cartago concluyó con la victoria de los primeros, ya que el nuevo dirigente donatista, Petiliano de Constantina, no sólo no estaba a la altura de sus antecesores Donato y Parmeniano, sino que además el bando católico contaba con toda la panoplia teológica desarrollada por Agustín de Hipona. Aquel revés de los cismáticos animó a Honorio a promulgar al año siguiente otro edicto represivo contra los mismos. En relativamente poco tiempo, el movimiento donatista se vio aplastado por las fuerzas imperiales degenerando en los últimos años en grupos armados dedicados al bandidaje — como los circumcelliones — cuyo interés parece haber sido ya más nacionalista y social que religioso. Ver: Agustín de Hipona.

Doroteo de Antioquía

9; Presbítero de Antioquía que, según Eusebio (HE VII, 32, 2-4), fue conocido por éste durante el episcopado de Cirilo. Tenía conocimientos sobresalientes de hebreo y de literatura, pero no nos ha llegado ningún escrito de él y desconocemos si enseñó en la escuela de Antioquía. Aunque algunos autores lo asocian con Luciano, la base de esta opinión dista de ser sólida. Ver Cirilo de Alejandría; Luciano.

Dositeanos

9; Secta gnóstica de seguidores de Dositeo. Ver Dositeo; Gnosticismo.

Dositeo

9; Gnóstico samaritano que fue maestro de Simón el Mago. Al parecer, mantuvo pretensiones mesiánicas. Ver Gnosticismo; Simón el Mago.