Por William Peters
Varios observadores, entre ellos el presidente Bill Clinton, han calificado a Norteamérica de una de las sociedades más religiosas del mundo. Este artículo ofrece un breve panorama general de las religiones contemporáneas en Norteamérica y su notable variedad y vitalidad. Tiene el propósito de ayudar a los lectores a comprender cómo muchas religiones pueden florecer una junto a otra, cómo dan forma a las vidas individuales y al carácter nacional.
La América precolombina, como la mayoría de las sociedades indígenas, contaba con culturas religiosas ricas y variadas; todavía perduran algunos elementos de ellas. Pero los europeos que llegaron al Nuevo Mundo trajeron con ellos sus propias religiones. De hecho, mucha gente vino al Nuevo Mundo para estar en libertad de practicar esas creencias. Estas comunidades prosperaron, y la diversidad religiosa resultante ayudó al surgimiento de una contribución sumamente exclusiva e importante a las religiones del mundo -- la consagración más fundamental al pluralismo religioso y a la libertad que haya en el mundo.
Los efectos de la reforma protestante (1517) se hicieron sentir rápidamente en toda Europa y, a medida que el movimiento cobraba impulso, cantidades cada vez mayores de no conformistas religiosos se convertían frecuentemente en refugiados religiosos. Estos grupos podían a menudo encontrar asilo temporal pasando a otro país europeo. Pero, finalmente, muchos disidentes llegaron a la conclusión de que el Nuevo Mundo ofrecía las mejores esperanzas de supervivencia y libertad a largo plazo para materializar sus objetivos religiosos.
Norteamérica se convirtió en un refugio para muchas comunidades religiosas fuertemente motivadas. Para algunas, la fuerza misma de sus convicciones religiosas restringía su tolerancia para con aquellos que no compartían sus opiniones teológicas. A estas gentes se las apartaba de esos grupos o se las dejaba en libertad para que se entregaran a su expresión religiosa personal. De ese modo, el continuo deseo de definir las prácticas religiosas personales produjo nuevos grupos locales aun mientras los refugiados por motivos religiosos seguían llegando desde Europa a las playas norteamericanas.
Pero a los líderes religiosos originales los sucedían a menudo otros de mentalidad menos simple. Las comunidades se desarrollaban, con sus múltiples estructuras de interacción, y las sectas religiosas comenzaron a aprender a convivir. Gradualmente, comenzó a surgir en las colonias un patrón de tolerancia religiosa básica.
Sin embargo, las diferencias religiosas existían aún, y a menudo se correspondían con las regiones. La Virginia primitiva se identificó en su mayoría con la nueva Iglesia de Inglaterra, y más tarde con los bautistas y los metodistas. Maryland se fundó como un refugio católico. Pensilvania y Nueva York contaban con cantidades substanciales de luteranos, otros grupos protestantes alemanes menos numerosos y los miembros de la Sociedad de los Amigos, o cuáqueros. Nueva Inglaterra era el hogar de varios grupos puritanos. En el norte, en lo que serían luego los estados de Maine y Vermont y la provincia canadiense de Quebec, los franceses católicos ejercían una influencia substancial. Con todo lo diferentes que eran estos grupos, todos ellos, sin embargo, tenían antecedentes culturales e históricos judeocristianos.
Las conquistas territoriales norteamericanas durante el siglo XIX incorporaron al país tierras y gentes de origen hispánico y francés. Entre las guerras napoleónicas y la Primera Guerra Mundial, la ola inmigratoria trajo consigo a ingleses, escoceses e irlandeses, italianos y griegos, alemanes y polacos y suecos y rusos. La inmigración cambió en Estados Unidos la composición relativa de los grupos religiosos, pero en general el patrimonio norteamericano siguió siendo primordialmente europeo y primordialmente judeocristiano. El periodo de 125 años que siguió al nacimiento de la nueva nación norteamericana fue una época de muchas luchas individuales y nacionales, a medida que la nación y sus ciudadanos encaraban una miríada de cuestiones sociales. Durante este periodo surgió la función esencial del Tribunal Supremo al interpretar y definir la aplicación de la Constitución de Estados Unidos. Las cuestiones de las que se ocupaba el tribunal no eran primordialmente religiosas. Se referían al equilibrio entre las tres ramas del gobierno nacional y los gobiernos estatales. Las garantías religiosas incorporadas en la Constitución y la Declaración de Derechos dependían para su aplicación del gobierno y la sociedad. Hubo casos evidentemente malogrados. La incapacidad de los norteamericanos de origen europeo de comprender la función e importancia, únicas en su género, de las prácticas religiosas de los indígenas norteamericanos, que son parte tan grande de su cultura y están tan estrechamente ligadas a la naturaleza, es un ejemplo notable. Otra situación, más comúnmente reconocida, se refiere a los mormones. La intolerancia religiosa se expresó en forma de ataques físicos y políticos que los expulsaron de los estados del nordeste y el medio oeste antes de que encontraran refugio en el estado de Utah, que por aquel entonces estaba en la frontera que separaba la cultura europea de la indígena.
A mediados del siglo XX, sin embargo, Estados Unidos, en su mayor parte, era un ejemplo exitoso de una sociedad que actuaba con una tolerancia general en relación con una amplia gama de sectas primordialmente cristianas. (El presidente Clinton ofrece un cuadro de esta sensación de homogeneidad religiosa cuando describe sus propias experiencias juveniles en el discurso que abre este periódico).
Pero mientras la mayor parte de los norteamericanos se consideraban a sí mismo tolerantes en materia religiosa, había reminiscencias perturbadoras de prejuicio religioso. El holocausto judío obligó a muchos norteamericanos a pensar en el trato que recibían los judíos, inclusive en Estados Unidos. La candidatura presidencial del católico John F. Kennedy en 1960 planteó otras preguntas acerca de la extensión de la tolerancia religiosa en el país. Al mismo tiempo, ciertos casos llevados ante el Tribunal Supremo obligaron a renovar el reconocimiento de que la libertad de conciencia religiosa implicaba también la libertad de no tener ninguna religión. La aplicación de esta garantía tenía implicaciones no sólo para los individuos sino también para la sociedad estadounidense en conjunto.
Las guerras imperialistas en Europa hicieron mucho por dar forma al panorama religioso de la Norteamérica del siglo XIX y principios del siglo XX. La inmigración subsiguiente no tuvo un efecto similar sino hasta mediados de la década de 1960, cuando la reforma inmigratoria eliminó las restricciones que durante mucho tiempo le habían dado preferencia a los europeos. Nuevos grupos de inmigrantes trajeron consigo a Estados Unidos desde Asia y América Latina sus valores culturales y religiosos, alimentando de manera significativa el crecimiento del Islam y ejerciendo un efecto importante en el catolicismo norteamericano.
Afiliación religiosa actual en Estados Unidos
Luego de más de doscientos años de existencia como nación, Norteamérica ofrece un cuadro religioso complejo. En otra parte de este periódico George Gallup, Jr., examina los valores y prácticas religiosas norteamericanas y sus implicaciones. La bibliografía de este periódico menciona un estudio, actualmente en realización, llamado el Proyecto Harvard sobre Pluralismo, que dirige Diana L. Eck, y en el cual se ofrece una perspectiva similarmente amplia de un periodo extenso. Para beneficio del lector que no está familiarizado con la Norteamérica religiosa, he aquí algunos hechos y estadísticas básicos:
163 millones de norteamericanos (63%) se identifican a sí mismos como afiliados a una denominación religiosa específica.
Los católicos romanos son la denominación individual más numerosa, con unos 63 millones de miembros.
Los miembros de las iglesias protestantes norteamericanas totalizan unos 94 millones, distribuidos entre unas 220 denominaciones particulares. El Almanaque Universal para 1997 agrupa las denominaciones en 26 familias principales, que cuentan cada una con 100.000 miembros o más, pero hace notar también que hay miles de grupos de creyentes independientes.
Hay en Estados Unidos más de 300.000 congregaciones locales.
Hay más de 530.000 clérigos.
Viven en Estados Unidos unos 3,8 millones de judíos identificados o afiliados como tales en el sentido religioso (otros 2 millones se definen a sí mismos como primordialmente judíos culturales o étnicos).
Se estima que hay entre 3,5 y 3,8 millones de musulmanes; el Islam es la religión de más rápido crecimiento en Estados Unidos.
En una semana cualquiera, hay más norteamericanos que asisten a eventos religiosos que a los eventos deportivos profesionales.
En términos de identificación religiosa personal, el grupo que crece con más rapidez en Estados Unidos es el de los ateos y agnósticos (actualmente suman alrededor de 8 millones).
Esta comunidad religiosa puede examinarse en una diversidad de otras formas válidas. Las iglesias protestantes se dividen a menudo en denominaciones "de la línea principal" y "evangélicas". Las iglesias evangélicas son aquellas cuyas prácticas actuales incluyen un impulso activo y conciente para atraer nuevos miembros, tanto en Estados Unidos como fuera del país. Estas iglesias son a menudo menos jerarquizadas, más "fundamentalistas" en términos de interpretación literal de las Escrituras, y se sienten más inclinadas a establecer una relación "personal" con Dios. Las iglesias de la línea principal se concentran menos en reclutar nuevos miembros, pueden contar con un cuerpo más "definido" de dirigentes religiosos y, en general, comprenden un porcentaje en disminución de los adherentes a las iglesias protestantes. Inclusive en la Iglesia Católica ha comenzado a aparecer algo similar a la división entre las iglesias de la línea principal y las evangélicas.
Hay diferencias raciales importantes. Por ejemplo, el mundo de los metodistas negros lo representan en gran parte las Iglesias Episcopales Metodistas Africanas, en tanto que los metodistas blancos pertenecen en su mayoría a la Iglesia Metodista Unida. Hay una diferencia similar e importante entre los afronorteamericanos (Convención Nacional Bautista, USA); las Iglesias Bautistas Norteamericanas en Estados Unidos; la Convención Nacional Bautista Progresista) y la mayormente blanca Convención Bautista del Sur. Aun cuando no se derivan de la misma experiencia histórica, hay comunidades cristianas separadas e importantes compuestas por inmigrantes (la cantidad de iglesias evangélicas independientes coreanas y centroamericanas establecidas en la región que rodea a la ciudad de Washington la nota hasta el observador menos avisado).
El judaísmo sigue siendo una religión de importancia substancial en Estados Unidos, y las personas de fe y cultura judías hacen grandes y amplias contribuciones en todos los aspectos de la vida norteamericana. En Estados Unidos viven más judíos que en cualquier otro país, Israel incluido. En Norteamérica hay tres ramas principales del judaísmo: ortodoxos, reformistas y conservadores.
En Estados Unidos, el Islam procede de dos tradiciones diferentes. Los afronorteamericanos, en busca de una alternativa a sus identidades "esclavas", se basaron en el hecho de que muchos de los esclavos probablemente eran musulmanes. A fines del siglo XIX ya existía una comunidad "musulmana negra" en evolución, pero sólo llegó a concretarse por sí misma a mediados del siglo XX. Los musulmanes llegados de Siria y el Líbano estuvieron presentes en Norteamérica desde comienzos del siglo, pero fue la revisión de las leyes de inmigración, a mediados de la década de 1960, lo que permitió la entrada de cantidades substanciales de musulmanes educados procedentes de Pakistán, Bangladesh, la India y el Mediano Oriente. Es este grupo de inmigrantes el que ha definido en gran medida la segunda tradición islámica norteamericana. (Para mayor información, favor de consultar la entrevista sobre el Islam en Norteamérica).
En el discurso con que comienza este periódico, el presidente Clinton habla de un sentir, de parte de algunos norteamericanos, de que las expresiones religiosas públicas de las décadas de 1970 y 1980 fueron vistas desfavorablemente. Más recientemente, muchos norteamericanos de sentimientos religiosos se han vuelto más abiertamente expresivos en cuanto a su fe. Hay actualmente un mundo floreciente de música religiosa rock, las librerías religiosas son un fenómeno en aumento y los programas radiales de índole religiosa llegan hasta cada segmento poblacional norteamericano, cualquiera que sea su importancia.
De hecho, los programas de radio y televisión se han convertido en un elemento importante de la religión norteamericana contemporánea. Es cada vez más probable que las principales redes de radio y televisión ofrezcan programas de contenido religioso apreciable. La explosión de la televisión por cable y en forma directa (muchos norteamericanos pueden elegir entre más de 100 canales de televisión) significa que hasta las denominaciones o confesiones "menores" o no tradicionales pueden establecer su presencia electrónica.
Hace algunos años, una importante revista noticiosa estadounidense dedicó uno de sus números a la pregunta "¿Ha muerto Dios?". La mayoría de los observadores norteamericanos podrían contestar con confianza que, en la Norteamérica de hoy, la respuesta es un no rotundo.