Acompañar al moribundo

Hace pocos días, asistí a un entierro. Los familiares me dieron un recordatorio donde ponía «habiendo recibido los Santos Sacramentos y la Bendición Apostólica». Pregunté a un familiar qué significaba aquella bendición. Me dijo que en la imprenta les habían propuesto aquel modelo de recordatorio, pero que no sabía qué quería decir. Pienso que sería bueno que nos lo explicara. También que nos refresque la doctrina sobre las indulgencias de las que hoy día nadie oye hablar.

 

—Los sacerdotes, cuando asistimos a un moribundo le impartimos la bendición apostólica que comporta la indulgencia plenaria a las puertas de la muerte. El Manual de las Indulgencias dice que el sacerdote que administra los sacramentos a los fieles en peligro de muerte no se olvide de impartir la bendición apostólica con la indulgencia plenaria que comporta.

 

Esta indulgencia es el supremo acto de la misericordia divina que nos llega por el ministerio de la Iglesia. Como indulgencia plenaria comporta la remisión de toda la pena temporal consecuencia de los pecados. Es una ayuda que nos hace madurar plenamente en la caridad por los méritos de Cristo y de los santos. Hay que saber que, si no puede asistir un sacerdote, la Santa Madre Iglesia concede igualmente esta indulgencia plenaria, con la condición de que el fiel esté debidamente dispuesto (quiera aceptarla) y haya rezado habitualmente durante su vida alguna oración.

 

Se recomienda que algún familiar u otra persona, con una cruz, ayude al moribundo y lo disponga para el don de la indulgencia. conviene que quien ha de morir se sienta acompañado y que otros recen con él o por él, si no puede hacerlo. Se puede rezar el “Padrenuestro” y recitar palabras que infundan confianza en la Divina Misericordia.

 

Frecuentemente, la persona moribunda se da cuenta de las cosas más de lo que pensamos. El momento de la muerte es importante. Yo creo que la mejor preparación de la muerte es una buena vida, pero no hemos de desatender los últimos momentos que, para muchos, pueden ser las últimas oportunidades de convertirse a Dios. Estoy convencido de que Dios nos da luces especiales y grandes ayudas en los últimos momentos. Creo que es una gran obra de misericordia ayudar a morir cristianamente. También recomiendo que no esperen hasta el último momento para recibir los sacramentos.

 

Por lo que se refiere a los recordatorios, conviene que nos esmeremos para que expresen siempre las convicciones de la fe y de la esperanza cristianas, y que lo que allí se dice corresponda a la realidad. A veces, ahí figuran textos literales muy bonitos, pero muy distantes de la fe cristiana.