Los diez mandamientos

Autor: P. Antonio Rivero LC

Capítulo 14: Conclusión




Ahora sí debo poner punto final.

Te diría lo mismo que dijo Jesús en el Evangelio: “Haz esto y vivirás”, es decir, cumple estos mandamientos y vivirás, serás feliz, te realizarás como persona y como cristiano…y construirás un mundo mejor, donde reinará el amor, la paz, la honestidad y todos los valores humanos y morales.

¿Cuestan? Es cierto. Pero, lo que cuesta es porque vale.

¿Se pueden practicar y vivir o son una utopía? Por supuesto, con tu esfuerzo y con la ayuda de Dios.

Los que han vivido o tratan de vivir los Mandamientos de la Ley de Dios son personas libres, radiantes de alegría. Van por el mundo con la frente bien alta, con la conciencia tranquila y son ejemplo que arrastra y estimula a imitarlos.

¿Por qué no tratas de meditarlos diariamente para que puedas comprender la motivación profunda de cada mandamiento? Y al final del día, antes de acostarte, repásalos para ver cuál de todos has cumplido y cuál has dejado de cumplir, y así superarte el día siguiente.

Vívelos siempre y en todas partes. Al estudiar, al trabajar, al relacionarte con las personas, al ir de vacaciones…recuerda siempre los Mandamientos de la Ley de Dios y llévalos en tu mente y en tu corazón. Vívelos siempre. Cuando estás de novio o cuando te cases, informa tu vida con los preceptos del Decálogo. Si estás sano o enfermo, repasa sereno estos diez secretos para tu felicidad. Si estás casado y tienes hijos, enséñales el sentido y el porqué de la Ley de Dios.

Los Mandamientos, te repito, son camino de felicidad, de realización, de paz y serenidad del alma. Son brújula en el camino de tu vida que siempre marca el norte.

Y sobre todo, quien cumple los Mandamientos va camino del cielo que Dios nos ha prometido a todos. Es más, el Decálogo es camino para llegar al cielo, y poder disfrutar de la compañía de Dios y de los santos, que lo vivieron en su paso por la tierra. Si ellos pudieron llegar, ¿por qué tú no?

Vívelos con amor, con conciencia. Y ayuda a vivirlos a tus seres queridos.

Y no te desanimes si ves que a tu alrededor avanza más el bien que el mal. “Nosotros, los cristianos, sabemos que el mundo está siempre en manos de Dios. Aun cuando el hombre se alejara de Dios hasta el punto de abocarse a la destrucción al final de los tiempos, Dios volverá a establecer un nuevo comienzo. Nosotros hacemos las cosas con la fe puesta en Dios, para que el hombre no se aleje de Él y el mundo sea, en la medida en que nosotros podamos, una nueva creación suya, que el hombre pueda vivir una nueva vida como criatura suya” .

Tú, siembra el bien, y cosecharás el bien.