LITURGIA, FUENTE Y CUMBRE
El Misterio Pascual
Pbro. Lic. Hugo Pérez Castro
Hay quienes afirman que en la actualidad para la liturgia y los liturgistas
todo es Misterio Pascual, y esto es cierto. El Misterio Pascual es el centro
celebrativo de los sacramentos, de los sacramentales, del año litúrgico, de la
oración litúrgica, de la Pascua semanal, de la Pascua anual, es el centro de
toda la liturgia. ¿Pero, cómo se llega a esta aclaración tan lógica y profunda
de la liturgia centrada en el Misterio Pascual?.
Gracias a las investigaciones del abad benedicto alemán Odo; nacido en 1886 en
Koblenz Lützel, Alemania, monje benedictino del monasterio de María Laach,
especialista en lenguas antiguas. Después de su Tesis de Fhilosophorum
graecorum Silentio mystico, 1919; se formó en la escuela de profunda
espiritualidad patrística y litúrgica, a los pies de Ildefonso Herwegen, abad
del monasterio de María Laach. Su aportación más importante fue sobre el
Misterio Pascual y tan místicamente vivió esta realidad que realizó el paso a
la pleditud del misterio pascual el sábado Santo del 1948, mientras cantaba el
exultet.
En el presente artículo queremos, desde la fuente, comprender el significado
del misterio, para comprender el Misterio Pascual en su celebración anual.
Centrándonos en la vigilia Pascual y en el Triduo Pascual, dos reformas
elocuentes fruto de la profundización del misterio.
Muchas veces leer una fuente es recoger piedras de un arroyo, y nos parece
monótono y aburrido; sin embargo, esto nos ayuda a comprender con mayor
profundidad la riqueza que hombres como Odo Casel han puesto en nuestras manos
grandes, para ayudarnos a celebrar nuestra fe; en este caso concreto, Casel
nos ayuda a entrar con convicción en el misterio que es obra del Espíritu
Santo:
Al ser especialista de lenguas antiguas, Odo Casel encuentra frecuentemente en
la liturgia la palabra misterio, que en el tiempo era entendida como algo que
la mente no puede llegar a comprender plenamente. El significado que se aplica
al misterio de la Santísima Trinidad. Sin embargo, Odo Casel se da cuenta de
que cuando se habla de misterio o misterios litúrgicos el significado es
diferente. Y afirma:
Misterio, o a menudo el plural, misterios es expresión griega para designar
los cultos secretos de la antigua Grecia, más tarde también aquellos
helenísticos. Estos cultos diversos del culto oficial del estado, dan a los
iniciados que se asocian en su particular comunidad para honrar una divinidad,
una unión más estrecha y más personal, con esta unión que dura hasta la muerte
y promete una existencia feliz en el más allá. Esta divinidad está
regularmente en una relación muy estrecha con la tierra y su vida misteriosa.
El camino, el medio, para a través del rito de iniciación y los misterios
verdaderos y propios en los cuales se representan ritualmente las acciones
divinas y las acciones dadas por los dioses, contadas en los mitos; éstas son
traídas al presente en un modo tal que el iniciado, uniéndose al culto
celebrado por los sacerdotes, participa en la misma acción del dios y arriba
así a la vida de la divinidad, y en esto consiste la salvación.
Con esto, Odo Casel encuentra dónde se inspiró el rito cristiano; desde luego
que en el tiempo era muy difícil aceptar que los ritos paganos fueran la
fuente de los ritos cristianos. Era impensable aceptar ideas tan faltas de
sentido. El mismo Casel comenta esta dificultad
La Iglesia Cristiana siempre ha rechazado los misterios paganos, sea por
motivo de que los ritos sexuales a menudo estaban conectados con los ritos a
los dioses, pero sobre todo porque la revelación de Dios en Cristo se oponía
diametralmente a estos ritos. Sin embargo, ha utilizado el lenguaje, para
explicar a los creyentes el significado de una religión del más allá, de una
religión revelación, pero sobre todo para explicar el sentido interior de sus
ritos cultuales, como renovación de presencia y participación activa de la
obra salvífica de Dios en Cristo, de aquí se explica el uso frecuente, en el
misal romano de la palabra griega misterion o de la equivalente latina
sacramentum y de toda la terminología relaciondada con estos términos.
Así entendemos el gran aporte de Casel; de no haber sido por él, jamás
hubiéramos encontrado una explicación convincente de lo que es el misterio,
pues hubiéramos buscado una explicación en los ritos judíos, que no expresan
en sus términos esta realidad. A partir de sus investigaciones entendemos que
cuando usamos la palabra misterio indica el rito, la celebración, el
sacramentum, mediante el cual Dios se hace presente para ofrecer la salvación
al pueblo por medio del Espíritu Santo, desde luego que él no confunde ritos
paganos con ritos cristianos, pero remarca que aunque éstos hombres nunca
pudieron encontrarse con sus dioses, porque estos no existían; sin embargo,
nos ofrecen sus términos para explicar el convivio de lo divino y lo humano en
la persona de Jesucristo en el momento celebrativo, y que teniendo como centro
la muerte y resurrección de Cristo, en ese momento con la obra santificadora.
Con estas nuevas luces se profundizó el misterio-sacramento o rito cristiano.
Según Casel, el misterio de Cristo se vive en la Iglesia en el
misterio-misterios de culto. Luego entonces los misterios son una consecuencia
y una aplicación del misterio de Cristo.
Casel da la siguiente definición de misterio de culto: "El misterio es una
acción sagrada de carácter cultual en la cual un hecho salvífico realizado por
Dios, bajo la forma de rito se actualiza", por el hecho de que la comunidad
cultual realiza este rito, ésta toma parte en el hecho salvífico y conquista
la salvación.
En 1980, Neunheuser opinaba que a la luz de la teología de los misterios de
Casel, la manera de una presencia del misterio en la obra redentora de Cristo,
en la liturgia de la Iglesia, se puede considerar definitivamente establecida
como doctrina de la tradición; el cómo en cambio no viene adecuadamente
explicado con la sola tradición.
Para entender el verdadero sentido de la presencia de Cristo y de sus
misterios (sobre,todo la pasión, muerte y resurrección de Cristo) es necesario
partir del Kirios, o sea del Señor muerto y resucitado, que se encuentra
sentado a la derecha del Padre, sacerdote eterno que ejercita en el cielo el
oficio de mediador y de intercesor (Heb 7, 25: Rm 8, 34; I Jn 2, 1). La
liturgia de hecho es el ejercicio del sacerdocio de Cristo (SC 7).
Desde luego que los descubrimientos de Odo Casel unidos al estudio de los
libros antiguos dieron como fruto una nueva reestructuración de la Pascua
anual. Centrada en la muerte y resurrección de Cristo. En todos estos cambios
se encuentra presente el misterio como lo concibe Odo Casel. Merece especial
atención la vigilia pascual por esto hablamos de ella.
Vigilia Pascual
Es considerada como cumbre del año litúrgico. En 1951, el Papa Pío XII
autorizó la celebración nocturna de la vigilia pascual, esperando hacerla
obligatoria cuatro años después.
Se coloca nuevamente la vigilia en el corazón de la noche, ofreciendo la
facultad de anticiparla en las primeras horas de la noche. Los ritos se
simplificaron para facilitar la participación del pueblo.
Apertura de la vigilia: Fuego nuevo y cirio Pascual
La bendición del fuego, normalmente debe hacerse en el exterior de la Iglesia
con la participación de los fieles. El sacerdote después de haber saludado a
la asamblea explica el sentido de la vigilia y bendice el fuego, luego
continúa con la preparación del cirio pascual, grabándole una cruz y las
cifras del año en curso por medio de un punzón. Inmediatamente enciende el
cirio con el fuego nuevo, evocando la luz de Cristo que resucita glorioso, los
fieles entran después en procesión al templo con el cirio pascual, encienden
algunos sus velas del cirio y se comunican la luz, entran llevando cada uno en
su mano su vela encendida.
Después de haber sido colocado el cirio pascual en un candelabro junto al
ambón, donde permanecerá durante todo el tiempo Pascual, el diácono canta el
Exultet, que es a la vez plegaria de ofenda del cirio a Dios y anuncio de la
Pascua en gozosa acción de gracias.
Liturgia de la Palabra
Es un momento muy especial en el cual el pueblo vela y ora en común en la
espera de su Señor.
En la liturgia de la Palabra se presenta una continuidad que ayuda a meditar
la historia de la salvación, teniendo siete lecturas del A.T. seguidas de un
salmo o un cántico y después de cada lectura viene la oración sacerdotal
conclusiva. El paso del A.T. al N.T. se realiza mediante el gloria solemne,
(canto pascual por excelencia de los cristianos) mientras se tocan las
campanas, se continúa después con la epístola, después se canta el aleluya,
entonado por el celebrante (Canto del cielo según el Apocalípsis (Ap 19, 1-6;
y canto de peregrinación de los cristianos), se proclama el evangelio y
después se hace la homilía, esto nos hace entrar en relación con el misterio
de la muerte y resurrección de Cristo.
Liturgia bautismal
La liturgia bautismal comporta en primer lugar, la bendición del agua que será
utilizada para los bautismos durante todo el tiempo pascual. Empieza con el
canto de las letanías, que puede omitirse si no hay bautismos. Luego viene la
oración de bendición del agua que señala las figuras bautismales del AT y NT:
Aguas primordiales, diluvio, Mar Rojo, bautismo de Jesús por medio de Juan,
agua que brota del costado herido de Jesús y misión dada a los apóstoles por
el Señor resucitado. Al invocar la venida del poder del Espíritu Santo sobre
el agua, el celebrante puede sumergir simbólicamente en el agua el cirio
pascual.
Terminada la bendición del agua, cada uno de los catecúmenos, primero los
adultos y después los niños, es bautizado según el rito habitual: renuncia al
demonio y profesión de fe (por los padres y padrinos, si se trata de niños
pequeños), luego la inmersión total o parcial en el agua, triple efusión de
agua en la cabeza del bautizado, luego los niños que no serán confirmados, la
unción con el Santo Crisma. Para los adultos bautizados se omite esta unción,
pues recibirán, inmediatamente la unción de la confirmación. Finalmente se
entrega el vestido blanco y el cirio encendido en la llama pascual.
La confirmación es conferida por el Obispo, si está presente, o por el
sacerdote que acaba de administrar el bautismo; se sigue el rito habitual.
Después de los bautismos se hace la renovación de la profesión de fe por toda
la asamblea. Pero, si no ha habido bautismos, o no hay pila bautismal, el
sacerdote bendice el agua para la aspersión. Para esta se utiliza una oración
nueva: después de recordar el simbolismo natural y bíblico del agua, recuerda
el bautismo recibido por cada uno de los miembros de la asamblea y los asocia
a la alegría de cuantos, reciben en ese momento el bautismo en todo el mundo.
El sacerdote recorre la Iglesia rociando la asamblea con el agua bautismal.
Liturgia eucarística
La liturgia Eucarística se desarrolla como de costumbre. El prefacio evoca la
irradiación cósmica del misterio pascual. Es en verdad una fiesta para el
mundo, inaugura los cielos nuevos y la tierra nueva. Al comulgar por primera
vez junto con sus hermanos, los recién bautizados adultos culminan su
iniciación cristiana, realizando en la noche santa el gran signo de
participación en la Eucaristía en la mesa del Señor. Conviene que ellos
comulguen del cáliz después de haber recibido el pan eucarístico.
Con el canto repetido del aleluya el celebrante despide al pueblo en paz y
éste proclama también su gozosa acción de gracias.
Triduo Pascual
La expresión no es anterior a 1930, fue adoptado oficialmente en 1969 con la
renovación de las normas del año litúrgico. Sin embargo a finales del siglo IV
San Ambrosio hablaba de Triduum Sacrum en que Cristo padeció, descansó y
resucitó. Posteriormente San Agustín evocaba el Sacratissimum Triduum en el
que Cristo murió, fue sepultado y resucitó. Para San Ambrosio hay paralelismo
en los días de la Pasión y el de la resurrección, el primero es el día de la
amargura, el segundo es día de la alegría. Aquí vemos la celebración de la
Pascua como un todo, tres días en unidad, en una única celebración. Cuando San
León Magno hable de la paschalis festivitas, del Sacramentum paschale,
tendremos la fragmentación de la Pascua.
Jueves Santo
La misa en memoria de la Cena volvió a encontrar su lugar inicial en la tarde
de Jueves Santo. Fuera de las catedrales el jueves santo no tenía ya ningún
rito especial, a no ser el canto de lectura de las lamentaciones. En su
catedral el Obispo, rodeado de los sacerdotes, celebrada por la mañana la misa
crismal.
Para destacar el vínculo establecido por el mismo Señor entre la Eucaristía y
el mandamiento del amor fraterno, el nuevo ordo propuso celebrar el lavatorio
de los pies después de la liturgia de la palabra de la misa vespertina. En
cuanto a la reserva eucarística, en adelante se tenía que decorar sólo de un
modo discreto. Los fieles pueden prolongar su adoración hasta la medianoche.
Posteriormente se modificaron los textos de las lecturas. Las dos lecturas de
San Pablo y del evangelio según San Juan van precedidas por el relato de la
comida del cordero en la tarde de la pascua judía (Ex 12,1-4). Esta página fue
muy importante en las catequesis de los Padres y ahora ha sido retomada siendo
como el prólogo de las lecturas bíblicas de todo el triduo. En cuanto a las
oraciones la colecta es nueva, las demás provienen de fuentes antiguas. Hay
dos ritos que han modificado profundamente la celebración: El primero es el de
la concelebración de todos los sacerdotes en la parroquia y la posibilidad
ofrecida a los fieles de comulgar en el cáliz del Señor como lo hicieron los
apóstoles.
La Liturgia de las Horas es, hasta las Vísperas, la propia de un jueves de
Cuaresma, sin otra característica especial.
Viernes Santo
Antes de 1955 el oficio del Viernes Santo se celebraba por la mañana, mientras
que la tarde se dedicaba al vía crucis y al Sermón de la Pasión. El ordo de
1955 fijó el oficio de la Pasión y muerte del Señor para la tarde y permitió
que la asamblea participara en la comunión, simplificando este rito.
Posteriormente se hacen cambios en cuanto a los textos: En las lecturas se
leen el Canto del Siervo Sufriente (Is 52, 13-53, 12) y una página de la
epístola a los hebreos sobre el carácter salvador de la muerte de Jesús (Heb
4,14-16; 5,7-9). En la antigua oración de los fieles, se han distribuido las
diversas intenciones según el orden propuesto para la plegaria universal y se
han modificado ciertas fórmulas con el Espíritu de Vaticano II (oraciones por
la unidad de los cristianos, los judíos, los infieles). Se ha añadido una
intención por los musulmanes, expresando la petición por los que creen en
Dios, teniendo en cuenta que no creen en Cristo.
Sábado Santo
No comporta alguna celebración fuera de La Liturgia de las Horas. De ésta, los
salmos y las antífonas proceden del Oficio antiguo.
La significación espiritual del Sábado Santo, es el reposo de Cristo en la
muerte y el anuncio de la gloria cercana al linaje de Adán, que se pone de
manifiesto en la lectura patrística. Se presenta en la homilía, atribuida a
San Epifanio de Salamina, la teología de la bajada de Cristo a los infiernos
presentada en forma dramatizada en la liturgia de Oriente. Este tema aparece
con mayor sobriedad en la liturgia del día.
Domingo de Pascua
En cuanto a La Liturgia de las horas se restaura las Láudes pascuales como
alabanza matutina después del descanso posterior a la vigilia santa. Al
construir éstas el único Oficio de la noche pascual, el Domingo de Pascua
tiene la característica de ser el único día del año que no posee lectura
patrística.
En la misa de la mañana se lee el relato del descubrimiento del sepulcro vacío
por parte de Pedro y Juan (Jn 20, 1-9). Esta lectura se inserta armoniosamente
entre el anuncio de la resurrección, hecho a las mujeres por el ángel en el
evangelio de la vigilia, y la manifestación de Jesús a los discípulos de Emaús
propuesto para la eventual misa vespertina. La liturgia de la Palabra se abre
con el mensaje pascual de Pedro (He 10, 34-43). Con este texto empieza la
lectura de los Hechos de los Apóstoles, que proseguirá hasta Pentecostés.
Luego se puede escoger entre la página que vincula la Pascua de Cristo a la
Pascua Judía (1 Cor 5, 6-8) la que recuerda a los cristianos que deben vivir
como resucitados (Col 3, 1-4).
Todas las oraciones de la misa han sufrido modificaciones: la Colecta y el
Prefacio vuelven a encontrar (con un retoque en la primera) su redacción
primitiva.
En esta forma de la celebración presentada como un todo, estructurada
equilibrando perfectamente la muerte y la resurrección de Cristo, yace
presente la concepción de misterio de Odo Casel, sabiendo que al reunirnos
para celebrar la Pascua anual, Cristo se hace presente por medio del Espíritu,
para concedernos su salvación, uniéndonos al misterio, concediéndonos morir y
resucitar con él. Que el entender el Misterio Pascual nos ayude a celebrarlo
mejor para llevarlo a nuestra vida.