El laicismo francés, contra un sij, sigue sin aprender de sus errores

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Contrasta las trabas francesas al turbante sij con la normalidad con que se vive la pluralidad religiosa en Reino Unido.

El malestar de la sociedad francesa, el fracaso de la integración de los musulmanes y otras minorías a pesar de que en muchos casos se trata de ciudadanos franceses de segunda y tercera generación, constata el fracaso del laicismo de la exclusión religiosa en su intento de integrar a los ciudadanos a unos presupuestos teóricamente cívicos, que en realidad significa su despersonalización.

Ahora mismo, el Consejo de Estado francés ha rechazado la demanda de una persona de religión Sij, presentada porque le impedían hacerse la foto del carné de conducir con la cabeza cubierta con su preceptivo turbante.

Como es sabido, los Sijs tienen prohibido, en razón de su creencia religiosa, cortarse el cabello y, a tal fin, los hombres lo llevan protegido por un turbante. El Consejo de Estado ha rechazado que pueda figurar una fotografía de estas características en un documento oficial, alegando que las libertades, incluidas las religiosas, “pueden ser objeto de restricciones en interés de la seguridad pública y la protección del orden. O sea que desde el punto de vista de la justicia francesa llevar turbante es una amenaza.

Esta situación contrasta con el régimen que existe, por ejemplo, en el Reino Unido donde los miembros de la policía que son Sij, substituyen el preceptivo cubrecabezas por un turbante, o la sentencia dictada por el Tribunal Supremo de Canadá que autoriza a que un muchacho pueda llevar un kirpan que es una daga ceremonial Sij, para asistir a clase, también en razón de su creencia religiosa.

El Tribunal entendió que la limitación de la libertad estaba injustificada. Posiblemente podamos discutir el que un muchacho de doce años lleve una daga, por ceremonial que sea, pero parece absurdo que el turbante, como el velo, como la kippa o la cruz sobre la vestimenta, esté prohibido en la escuela pública francesa y ahora, por lo que se refiere al primer caso, también en las fotografías para la documentación oficial.

Si el argumento de la seguridad y la protección del orden fuera cierto, la India, que cuenta con millones de Sij, viviría en una situación de desorden permanente. Obviamente no es el caso.

El laicismo convertido en religión monopolista, en religión de estado, lo único que consigue es romper la cohesión social y enfrentar a los ciudadanos entre ellos y contra sus gobiernos.