LA LECTIO DIVINA

La  Palabra de Dios es alimento para nuestra vida cristiana en la medida que aprendemos a escucharla. Uno se alimenta de la Palabra cuando la escucha y cuando la práctica. El pan de la Palabra y el pan de la Eucaristía son alimentos indispensables en nuestro seguimiento del Señor como discípulos, alimentos para el hoy de nuestras vidas que nos conducen hasta la vida eterna.  Para que sea así debemos "comer la Palabra" y el ejercicio de lectura orante llamada Lectio divina nos ayudará a ello.

La Lectio divina es un método de lectura orante de la Palabra de Dios. Porque es "lectura" buscamos comprender el texto para descubrir el mensaje de Jesús, y porque es "orante" entramos en diálogo con Jesús dejando que su mensaje nos anime y guíe. Un "método" es simplemente un camino gracias al cual llegamos a nuestra meta o destino.

Si la meta es el encuentro personal y comunitario con Jesucristo vivo, Palabra plena y definitiva del Padre, entonces un buen método o camino nos debe ayudar a conseguir esa meta. A esto nos ayuda la Lectio divina con sus cuatro pasos de lectura, meditación, oración y contemplación.

Se trata de cuatro actitudes básicas del discípulo que, porque anhela seguir al Señor, se sienta a los pies de su Maestro para escuchar su Palabra (Lc 10,39). Esta disposición de escucha lo lleva a comprender la Palabra (Lectura), a hacerla realidad en su vida (Meditación), a suplicar fuerza y luz para seguir el camino de Jesús y a dar gracias por su obra en la Iglesia (Oración), y a impregnarse del Reino de Dios y a trabajar por su venida (Contemplación).

Recordemos que la Lectio divina es una lectura atenta de la Sagrada Escritura como la de un discípulo pendiente a no perder ninguna palabra de su maestro. Esta lectura prepara la conversión, pues la Biblia es "como un espejo" que pone al descubierto nuestras incoherencias y disfraces, porque es camino de revelación de Jesucristo y, por lo mismo, manifestación de la propia y más íntima verdad, pues "penetra hasta la división del alma y del espíritu, hasta lo más profundo del ser y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Heb 4,12).

CUADRO RESUMEN DE LOS PASOS DE LA LECTIO DIVINA:

Sagrada Escritura es…

 

Palabra de Dios escrita

por inspiración del Espíritu Santo

confiada a la Iglesia para la salvación

 

1

Leer

2

Meditar

3

Orar

4

Contemplar/practicar

 

¿Qué dice el texto bíblico?

¿Qué nos dice el Señor por su Palabra?

¿Qué le decimos al Señor motivados por su Palabra?

¿A qué conversión y acciones nos invita el Señor?

 

Comprender

la Palabra… 

para descubrir lo que Dios nos enseña mediante el autor inspirado.


Actualizar

la Palabra… 

para interpelar la vida, conocer su sentido, me-jorar nuestra misión y fortalecer la esperanza.


Orar

la Palabra… 

para dialogar con Dios y celebrar nuestra fe en familia o comunidad.


Practicar

la Palabra…

para conducir la vida (practicar) según los criterios de Dios (conversión).

 

El «Lectio divina» se remonta a los primeros cristianos. El primero en utilizar la expresión fue Orígenes (aprox. 185-254), teólogo, quien afirmaba que para leer la Biblia con provecho es necesario hacerlo con atención, constancia y oración.

Más adelante, la «Lectio divina» se convirtió en la columna vertebral de la vida religiosa. Las reglas monásticas de Pacomio, Agustín, Basilio y Benito harían de esa práctica, junto al trabajo manual y la liturgia, la triple base de la vida monástica.

La sistematización de la «Lectio divina» en cuatro peldaños proviene del siglo XII. Alrededor del año 1150, Guido, un monje cartujo, escribió un librito titulado «La escalera de los monjes», en donde exponía la teoría de los cuatro peldaños: la lectura, la meditación, la oración y la contemplación». Con esta escalera los monjes suben al cielo.

Tras el Concilio Vaticano II «se ha reevaluado más profundamente la importancia fundamental de la Palabra de Dios». «De esto se ha derivado una renovación en la vida de la Iglesia, sobre todo en la predicación, en la catequesis, en la teología, en la espiritualidad y en el mismo camino ecuménico» «La Iglesia debe renovarse siempre y rejuvenecer y la Palabra de Dios, que no envejece nunca ni se agota, es el medio privilegiado para este objetivo»

Citando a san Jerónimo, «la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo».

El Lectio divina ha recibido en los últimos cuarenta años un nuevo impulso en toda la Iglesia tras la publicación de la constitución dogmática «Dei Verbum» del Concilio Vaticano II (18 de noviembre de 1965).

Benedicto XVI dijo, 16 septiembre 2005: «Si se promueve esta práctica (Lectio divina) con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia»

«La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón»

«No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

A modo de síntesis, también vemos la gran importancia de las Sagradas Escrituras y la invitación a toda la Iglesia a practicar y vivir la Lectio Divina en el documento de Aparecida N° 246 – 249. 

"La Sagrada Escritura, "Palabra de Dios escrita por inspiración del Espíritu Santo", es, con la Tradición, fuente de vida para la Iglesia y alma de su acción evangelizadora. Desconocer la Escritura es desconocer a Jesucristo y renunciar a anunciarlo. De aquí la invitación de Benedicto XVI:

Al iniciar la nueva etapa que la Iglesia misionera de América Latina y El Caribe se dispone a emprender, a partir de esta V Conferencia General en Aparecida, es condición indispensable el conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios. Por esto, hay que educar al pueblo en la lectura y la meditación de la Palabra: que ella se convierta en su alimento para que, por propia experiencia, vea que las palabras de Jesús son espíritu y vida (cf. Jn 6,63). De lo contrario, ¿cómo van a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen a fondo? Hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios.

Se hace, pues, necesario proponer a los fieles la Palabra de Dios como don del Padre para el encuentro con Jesucristo vivo, camino de "auténtica conversión y de renovada comunión y solidaridad" Entre las muchas formas de acercarse a la Sagrada Escritura, hay una privilegiada a la que todos estamos invitados: la Lectio divina o ejercicio de lectura orante de la Sagrada Escritura. Esta lectura orante, bien practicada, conduce al encuentro con Jesús-Maestro, al conocimiento del misterio de Jesús-Mesías, a la comunión con Jesús-Hijo de Dios, y al testimonio de Jesús-Señor del universo. Con sus cuatro momentos (lectura, meditación, oración, contemplación), la lectura orante favorece el encuentro personal con Jesucristo."