La horrible palabra dogma
Fuente: conoze.com
Autor: Louis de Wohl
Es bastante típico de nuestra época confusa, llena de fuegos fatuos
irreflexivos, el hecho de que la palabra dogma se haya convertido para muchos
casi casi en un improperio. Se habla de postura dogmática y con ello se quiere
decir postura ergotista. Se califica a una persona de dogmática y con ello se
pretende expresar que es un testarudo obstinado. Se proclama con indignación que
en la época actual no queda ya lugar para dogmas. Pero el mayor reproche va
dirigido a las iglesias, acusándolas de dogmatismo extremado en sus doctrinas.
El maestro que nos enseña que dos por dos son cuatro nos está enseñando un
dogma, un dogma aritmético. Naturalmente soy muy libre de desconfiar de él
considerándole un testarudo obstinado y ergotista. Pero si quiero llegar a algún
resultado en aritmética, no tendré más remedio que aceptar su dogma globalmente.
Claro que en este caso resulta fácil de comprobar. En otros terrenos es a veces
más difícil.
Pero el concepto de dogma no queda agotado con la traducción de la palabra
griega. Un dogma es un artículo de fe o de doctrina, que es obligatorio aceptar
si se desea pertenecer al credo o doctrina correspondiente, y la aceptación del
dogma o de los dogmas es lo que constituye la calidad de socio. Y no existe
ninguna doctrina -tanto si es religiosa como política o científica- que no tenga
dogmas: No existe, ni puede tampoco existir, pues la falta de dogmas sería la
libertad sin límites, y la libertad sin límites es la anarquía, es decir, lo
contrario de una doctrina. Toda doctrina establece límites. El liberal tiene que
creer en los principos del liberalismo, pues de lo contrario no será liberal. El
cristiano, cualquiera que sea su confesión, deberá creer en Cristo, pues de lo
contrario no será cristiano.
Los cristianos, los judíos y los mahometanos creen en el dogma: «NO hay más que
un solo Dios». Quien cree en quince dioses o en dos o en setecientos, no podrá
ser ni cristiano, ni judío, ni mahometano. En todas las doctrinas existen
cuestiones facultativas, que pueden aceptarse, pero que no es obligatorio
aceptar. Los dogmas son simplemente aquellas cosas que estamos obligados a
aceptar si queremos «pertenecer a ello», son el hueso duro del fruto y sin él no
puede haber fruto.
La sangre es líquida, los tendones y músculos son elásticos, los tejidos son
blandos, pero los huesos tiene que ser duros, si queremos caminar derechos.