La pastoral social
y la nueva evangelización

Eduardo A. González
http://www.san-pablo.com.ar/

 

¿Qué es la "pastoral social"? Un breve recorrido por nuestra historia y por las referencias del magisterio de la Iglesia trata de responder a esta pregunta.

"El hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos concretos" (Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, 31). Por eso, así como se dice que a la vivencia de la religiosidad popular se la atiende con la pastoral popular, también puede proponerse que a la realidad social, económica y política del pueblo se la sirve y se la evangeliza con la pastoral social.

En un sentido amplio, es todo el pueblo creyente el que vive, con más o menos coherencia, los ecos del Evangelio en lo cotidiano de la vida y transmite sus implicancias en el contexto histórico concreto incluso a través de las experiencias religiosas.

El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia es muy claro: "la doctrina social... no es prerrogativa de un componente del cuerpo eclesial, sino de la comunidad entera: es expresión del modo en que la Iglesia comprende la sociedad y se confronta con sus estructuras y variaciones. Toda la comunidad eclesial –sacerdotes, religiosos y laicos– participa en la elaboración de la doctrina social, según la diversidad de tareas, carismas y ministerios" (79).

Carlos Galli, señala que en San Cayetano se encuentra una muestra de la vocación social del catolicismo argentino, mientras recuerda la tesis del sociólogo argentino Floreal Forni: "existe una afinidad electiva de este tipo (estilo Weber) entre la Doctrina Social Católica que enfatiza la justicia social y la devoción popular del pueblo argentino de un santo que simboliza el pan y el trabajo" (Seguimos caminando, Buenos Aires, 2004, p. 333). Así lo confirma el hecho de que en la década de 1980, la Confederación General del Trabajo, bajo la conducción de Saúl Ubaldini, haya organizado una peregrinación de trabajadores al Santuario de Liniers con la consigna Paz, pan y trabajo.

Con todo, no sólo en nuestro país, sino en toda América latina, esta religiosidad popular no se expresa suficientemente en la organización de la sociedad ni de los Estados.

"Por ello deja una espacio para lo que Juan Pablo II ha vuelto a denominar estructuras de pecado. Así la brecha entre ricos y pobres, la situación de amenaza que viven los más débiles, las injusticias, las postergaciones y sometimientos indignos que sufren, contradicen radicalmente los valores de dignidad personal y de hermandad solidaria. Valores éstos que el pueblo latinoamericano lleva en su corazón como imperativos recibidos del Evangelio. De ahí que la religiosidad del pueblo latinoamericano se convierta muchas veces en un clamor de verdadera liberación" (Documento de Puebla, 452).

Precursores de la pastoral social

A lo largo de la historia de la Iglesia Católica pueden encontrarse grupos de varones y mujeres consagradas que buscaron responder orgánicamente, a situaciones de clamor social y que dieron origen a Congregaciones religiosas con diferentes presencias y carismas.

En nuestro país, todavía se recuerda y se aprecia –allí dónde mantienen su presencia– la delicada atención y capacidad de gestión de las diferentes Congregaciones femeninas en los hospitales del Estado que, como en el caso del más importante de la ciudad de La Plata, lleva el nombre de la beata Sor María Faustina.

El corazón de Don Orione, en su santuario de Claypole no es tanto una reliquia del pasado, sino un anuncio profético para que no se pierda la maravillosa atención de los cottolengos dedicados a quienes sólo tienen como única riqueza ¡la existencia! Él mismo escribió el 18 de mayo de 1919: "Proletarios de los arrozales: ¡de pie!... Nosotros, como católicos y como ciudadanos emprendemos este año la batalla por las ocho horas en los arrozales. No se dejen explotar por los capataces, no se dejen intimidar por las amenazas de los patrones, no se presten a ciertas maniobras que siempre terminan perjudicando al trabajador".

Con su composición mayoritariamente laical, la evolución de Caritas también permite por lo menos señalar diferentes etapas y lugares dónde aparecen más fuertemente desarrollados los aspectos de asistencia, luego la promoción y finalmente la evangelización.

El Documento de San Miguel la propone como "el organismo de la Iglesia integrado dentro de la pastoral de conjunto, para que se preocupe de una manera particular de la promoción popular" (Pastoral Popular, Directivas, 9).

Navega mar adentro la incluye en la acción destacada bajo el título "Hacer de la Iglesia casa y escuela de comunión. A partir de la comunión dentro de la Iglesia, la caridad se abre por su naturaleza al servicio universal, proyectándonos hacia la práctica de un amor activo que incluya a todos los excluidos. La caridad de las obras corrobora la caridad de las palabras. Un lugar privilegiado donde la Iglesia se hace casa y escuela de comunión es Caritas. Al unir en su acción, de un modo indisoluble y estable las exigencias de la asistencia, la promoción y la evangelización, es la organización de la caridad eclesial que expresa de modo concreto el amor preferencial a los pobres y es agente de transformación en la sociedad. En la medida que canalizamos nuestra solidaridad efectiva de modo orgánico e institucional, hacemos más cierta la expresión: ‘Caritas somos todos’" (88).

La pastoral social después del Concilio Vaticano II

La pastoral social u otros términos equivalentes no sólo se refiere a la organización de los servicios, sino que intenta profundizar en las causas que impiden la construcción de una sociedad fraterna y los pasos necesarios para lograrlo.

"La referencia esencial a la doctrina social determina la naturaleza, el planteamiento, la estructura y el desarrollo de la pastoral social. Ésta es expresión del ministerio de evangelización social, dirigido a iluminar, estimular y asistir la promoción integral del hombre mediante la praxis de la liberación cristiana, en su perspectiva terrena y trascendente... La pastoral social es la expresión viva y concreta de una Iglesia plenamente consciente de su misión de evangelizar las realidades sociales, económicas, culturales y políticas del mundo" (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 524).

Hace cuarenta años, el 7 de diciembre de 1965, el Concilio Vaticano II trazó el amplio marco de lo que puede considerarse el lugar de acción de la pastoral social y la opción de la Iglesia por los pobres y desde los pobres. Las introducción de la Constitución sobre la Iglesia y el mundo actual, es una presentación programática: "Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón" (Gaudium et spes, 1).

En la segunda parte se mencionan los temas más importantes, que a pesar de encontrarse distantes cuatro décadas, son los que aún hoy conservan su vigencia, siempre que se los analice desde una perspectiva que incluya la globalización y el debate sobre la posmodernidad: el matrimonio y la familia, la cultura humana, la vida económico-social y política, la solidaridad de la familia de los pueblos y la paz.

A partir de entonces se producen diferentes respuestas a los desafíos que responden a la evolución de las cuestiones sociales y su conflictos, que en la Argentina del posconcilio se reflejaban en la proscripción del peronismo, la representación de los trabajadores dividida en dos centrales de la CGT, además de otras organizaciones, y la inestabilidad de los gobiernos constitucionales.

El empuje que a nivel de documentos eclesiásticos proviene del de San Miguel de 1969 y su aporte ("trabajar por la liberación total del hombre e iluminar el proceso de cambio de las estructuras injustas y opresoras generadas por el pecado" [Justicia, 2]), y de la satisfacción del Episcopado Argentino por el mensaje del General Perón (sic) cuando manifestó "debemos hacer un país libre de cualquier clase de imperialismos" (27 de junio de 1973), se interrumpe en medio de las violentas acciones de la guerrilla de Montoneros y Erp desde una punta del arco ideológico y el grupo de las Triple A desde la otra, con la implementación de la doctrina de seguridad nacional por parte de las Fuerzas Armadas.

La situación de miles de desaparecidos hace que lo social se centre con bastante insistencia en torno a la defensa de los derechos humanos, tarea en la que Emilio Mignone, con una hija desaparecida, puede ser mencionado como uno de sus principales referentes. En cambio fue negativo el rechazo a toda propuesta de crear, a nivel de la jerarquía eclesiástica, una "vicaría de la solidaridad", similar a la que impulsó en Chile el Cardenal Silva Henríquez.

En ese ambiente, el 3 de agosto de 1979 aparece el Comunicado del Equipo Episcopal de Pastoral Social, crítico al nuevo proyecto de legislación sobre las organizaciones sindicales y retomando los principios que la pastoral colectiva del Episcopado Argentino suscribió y dio a conocer el 28 de abril de 1956. En dicho documento se destacó justamente la importancia de un sindicalismo auténtico, para lograr la promoción y encauzar la responsabilidad participativa de los trabajadores.

Luego el tema de la guerra y la paz se volvieron acuciantes. La invasión a Chile, impedida en el momento límite a fines de 1978 por la intervención de Juan Pablo II y los posteriores combates en torno a las Islas Malvinas en 1982 ocuparon una parte importante de la preocupación de los argentinos.

Simultáneamente, la exigencia de la vuelta a la Constitución y a la democracia crecía constantemente. Alguna historia de la pastoral política en nuestro país tendrá que rastrear los numerosos grupos de jóvenes que integraban los grupos parroquiales y que se fueron volcando a la actividad política a partir del impulso brindado por el documento Iglesia y Comunidad Nacional, de 1981, que señalaba: "No puede haber democracia política verdadera sin justicia social" (126).

Este reclamo por la restauración democrática tuvo un antecedente importante en la Multipartidaria, organización que integraban la mayoría de los partidos políticos. Se reúnen con los tres obispos designados por la Comisión Permanente del Episcopado, quienes después de recibir la adhesión de los dirigentes políticos al ya citado documento Iglesia y Comunidad Nacional, "sugieren como canal para ulteriores contactos el Equipo Episcopal de Pastoral Social" (comunicado conjunto del 7 de agosto de 1981). En este caso, el Equipo cumplirá las funciones de diálogo con los políticos.

¿Con la democracia se come...?

Con la vuelta de la democracia aparecieron nuevos temas que en los medios de comunicación resultaron más relevantes.

La deuda externa, desorbitada durante la dictadura militar, parece convertirse en deuda "eterna". Ante los representantes del Fondo Monetario Internacional se afirma: "No se puede hacer frente al servicio de la deuda externa a costa de asfixiar la economía de un país y ningún gobierno puede pedir moralmente a su pueblo privaciones incompatibles con la dignidad humana" (obispo Jorge Casaretto, 24.06.03).

La corrupción muestra que hay corruptos y corruptores, coimeados y coimeantes, empobrecidos y empobrecedores.

A su vez, las Marchas del Silencio promovidas por la religiosa Marta Pelloni con motivo del crimen de María Soledad Morales en Catamarca y las recientes movilizaciones populares en Santiago del Estero son respuestas que incluyen motivaciones provenientes de los valores cristianos presentes en el pueblo.

En 1987 la Conferencia Episcopal Argentina crea la Comisión Episcopal de Pastoral Social y a comienzos de la década del 90 se incluye entre los "desafíos a los que ha de responder la nueva evangelización, la urgente necesidad de una justicia demasiado largamente esperada" (Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización, 13).

Diez años más tarde, una autocrítica de las instituciones también tendrá en cuenta a la organización eclesiástica: "La labor educativa de la Iglesia no pudo hacer surgir una patria más justa, porque no ha logrado que los valores evangélicos se traduzcan en compromisos cotidianos" (Navega mar adentro, 38)

El desconcierto de contar con cinco presidentes en pocos días, la convertibilidad convertida en pesificación, el default, la pobreza adueñándose de la mitad de la población, la desocupación apenas contenida con planes de ayuda, las oscilaciones del Diálogo Argentino, los establecimientos educativos convertidos en únicos comedores dónde se alimentan muchos alumnos y las alternativas de valoración que diferentes encuestas y análisis de resultados electorales atribuyen al presidente Néstor Kirchner después de dos años de asumir el gobierno son apenas una somera descripción.

Es posible resumir esta última década a través de algunos de los lemas de la Peregrinación Juvenil a Luján. "La esperanza del Reino de Dios consumado es contemplativa y activa, eleva los ojos para mirar el cielo y lleva poner las manos en la masa para cambiar la tierra. Muchos lemas-oraciones brindan un mensaje evangelizador que sostiene en la esperanza e invitan a un compromiso esperanzado para transformar nuestra historia... Como la esperanza es la virtud típica del peregrino, necesaria no ´sólo para llegar a Luján sino también, y sobre todo, para seguir caminando por la vida y la historia, se le pide a la Virgen, sobre todo cuando se toma más conciencia de que los tiempos se están volviendo más difíciles: Madre, danos fuerza para seguir (1995); cuando se intensifican las señalas de la crisis inédita y la dolorosa caída del país: Madre, acaricia nuestra heridas, queremos seguir caminando (2001); y cuando después del desastre, cuesta ponerse de pie y volver a caminar, también se suplica: Madre, abrázanos fuerte, queremos un pueblo de pie. (2002)" (Galli, Seguimos caminando, p. 358).

En medio de esas vicisitudes, la Pastoral Social se va proyectando como una respuesta orgánica de toda la Iglesia, en sus distintos estamentos y desde las competencias que se diferencian por niveles, funciones y carismas. Sus contenidos conceptuales se encontrarán en la doctrina social de la Iglesia y en el Compendio de reciente publicación.

"No cabe duda de que la doctrina social de la Iglesia es capaz de suscitar esperanza incluso en las situaciones más difíciles, porque, si no hay esperanza para los pobres, no la habrá para nadie, ni siquiera para los llamados ricos" (Juan Pablo II, Pastores gregis, 67).

Su práctica, desde el pueblo mismo, ha de llevar una contribución "cada vez más puntual y orgánica a la solución de la cuestión social, que ha llegado a ser ya una cuestión planetaria" (Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte, 51), pero que al mismo tiempo pasa por cada uno de los integrantes de esa enorme cadena que efectiviza la búsqueda de la justicia social y la solidaridad globalizada o, si se prefiere, mundializada.

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En medio de las vicisitudes de la historia y de los problemas más acuciantes en torno a la familia, la política, la economía, lo social, las relaciones entre los pueblos y las multiplicidades culturales, la pastoral social se va proyectando como una respuesta orgánica de toda la Iglesia, en sus distintos estamentos y desde las competencias que se diferencian por niveles, funciones y carismas.

En el contexto de la nueva evangelización, "la predicación de la fe
y la tarea de promoción de la dignidad humana (justicia, derechos, etc.) nunca ha de ser presentada de forma disociada, como si configurasen dos líneas paralelas en la misión de la Iglesia. Han de ser testimoniadas y proclamadas como pertenecientes ambas a la misma y única misión evangelizadora" (Conferencia episcopal argentina, Líneas pastorales para la nueva evangelización 22).

Esta afirmación de los obispos argentinos coincide con lo que casi contemporáneamente, y en la misma línea del anuncio evangelizador, formulan los obispos italianos: "La pastoral social se vuelve hacia lo interno de la comunidad eclesial, pero sobre todo hace presente al exterior de la misma. Toda la comunidad recibe el mandato: ‘Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a todos los hombres.’" (Conferencia episcopal italiana, Evangelizar lo social 68).

La situación del país después de la brutal crisis provocada, entre otros motivos por la aplicación del neoliberalismo, requiere una reconstrucción casi desde los cimientos en todos los ambientes y en todas las instituciones.

La tercera de las "Acciones destacadas" en Navega mar adentro propone la tarea de ser "Iglesia servidora para una sociedad responsable y justa... Además destacamos la doctrina social de la Iglesia como el mejor medio para encarnar los principios evangélicos en la compleja realidad cultural, política, social ecológica y económica... Participar activamente en la construcción del bien común en nuestra patria es hoy una necesidad impostergable." (Conferencia episcopal argentina, Navega mar adentro 97).

Pero en la medida que la pastoral social es acción de todo el Pueblo de Dios, corresponderán a todos sus miembros –laicos y laicas, consagrados y consagradas, diáconos, presbíteros y obispos– aportar desde cada vocación específica a la evangelización de toda la existencia humana, incluida la dimensión política que es, en su sentido más amplio, la construcción del bien común.

Organización de la pastoral social

El desafío de la evangelización del mundo del trabajo, de la economía y de la política intenta ser asumido por distintos organismos eclesiásticos y varía según las regiones y los antecedentes históricos.

En el ámbito de la Iglesia entera los temas son tratados en las encíclicas y otros mensajes papales y en los documentos que en su mayoría emanan del Pontificio Consejo de Justicia y Paz. El reciente aporte de éste último es el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, que "pretende presentar, de manera completa y sistemática, aunque sintética, la enseñanza social que es fruto de la sabia reflexión magisterial y expresión del constante compromiso de la Iglesia, fiel a la Gracia de la salvación de Cristo y a la amorosa solicitud por la suerte de la humanidad" (Compendio de Doctrina Social de la Iglesia 8).

Como ejemplos en Europa, la Conferencia episcopal española cuenta con un Departamento de pastoral obrera, que depende de la Comisión episcopal de apostolado seglar y desde 1994 se inspira en un texto que denominó sugestivamente: "La Pastoral obrera de toda la Iglesia".

En el mismo continente, la Conferencia episcopal italiana designa una Comisión episcopal para los problemas sociales y del trabajo, con competencia para "discernir y afrontar los signos de los tiempos que emergen del trabajo y de la economía, manteniéndose en contacto con la realidad del país".

El Consejo episcopal latinoamericano tiene un Departamento de pastoral social, y el del Episcopado brasileño incluye una Comisión de pastoral de la tierra en la que actuaba la hermana Dorothy Stang, estadounidense de 73 años, naturalizada brasileña, de la Congregación de las Religiosas de Notre Dame y asesinada en febrero del 2004.

La Conferencia episcopal argentina posee su Comisión episcopal de pastoral social a la que se encuentran actualmente incorporados el obispo Presidente de Caritas y el Encargado del Diálogo argentino.

La Exhortación de Juan Pablo II con motivo del Sínodo sobre el ministerio de los obispos, dedica un capítulo sobre "El Obispo ante los retos actuales". Después de denominar al obispo "profeta de justicia" le encomienda la tarea de predicar la doctrina social de la Iglesia y asumir "la defensa de los débiles," y –según la misión que se atribuía el obispo brasileño Helder Cámara– haciéndose "la voz de quien no tiene voz para hacer valer sus derechos".

Esta pastoral social que Juan Pablo II ha propuesto a los obispos incluye "el diálogo interreligioso, sobre todo en favor de la paz del mundo" y "una atención especial a las exigencias de amor y justicia que se derivan de las condiciones sociales y económicas de las personas más pobres, abandonadas, maltratadas...". Tendrá que atender "los aspectos éticos de la cuestión ecológica", "la humanización de la medicina y una pastoral para los agentes sanitarios" y también para el servicio de los inmigrantes (ver Juan Pablo II, Pastores Gregis, capítulo VII).

La pastoral social en la diócesis

En la Argentina, en el ámbito diocesano, existen diferentes experiencias de organización, según la historia de cada región, sus necesidades y prácticas concretas.

Los nombres varían, ya sea como vicarías de la solidaridad, de pastoral social, delegaciones episcopales o departamentos. En muchos lugares trabajan en coordinación con Caritas y otros servicios asistenciales, en otros Caritas integra la vicaría de pastoral social y en algún caso esta última depende de Caritas.

También los campos de acción van mostrando un mosaico pluralista. Algunas vicarías actúan como mediadoras en casos de conflictos, como el asentamiento de un grupo humano y la municipalidad del lugar; otras tienen fuerte presencia en las modificaciones de estructuras de gobierno anquilosados en el feudalismo, y finalmente algunas insisten más en el protagonismo de los laicos y laicas en todas las instituciones del ámbito civil.

A modo de ejemplo, cito tres modelos de presentación de competencias en dos diócesis del conurbano bonaerense y una con característica preponderantemente rural.

La Vicaría de la solidaridad de la diócesis de Quilmes se compone de los Departamentos de pastoral social, Fundaciones para los hogares de niños, Justicia y Paz –en relación con el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos–, Pastoral penitenciaria, de la salud y Caritas. A través del Centro de formación social "Don Jaime de Nevares" brinda un curso sistemático de dos años de duración.

La Comisión diocesana de pastoral social de Santiago del Estero, presidida por el Obispo, se estructura en varias "pastorales sociales específicas" con sus respectivos responsables. Abarca la pastoral de la salud, tierra, trabajo, medio ambiente, derechos humanos, seguridad y soberanía alimentaria, y comunicación.

El Plan diocesano de pastoral orgánica de la Diócesis de San Martín señala como competencias de la Delegación episcopal de la pastoral social la enseñanza y difusión de la doctrina social de la Iglesia, el acceso a la educación, el derecho al trabajo y la cultura de la laboriosidad, la educación para la paz, la prevención y atención de la salud, los derechos y deberes humanos, la seguridad y la justicia, la vivienda y el urbanismo, el medio ambiente y la ecología y la atención a los "constructores de la sociedad".

Esta última categoría abarca, según el Documento de Puebla (1206-1253), a los dirigentes de todos los niveles, ya sean políticos, varones y mujeres de gobierno, los intelectuales y universitarios, los científicos, los técnicos, los artistas y los responsables de los medios de comunicación, los juristas, los economistas, los empresarios, los líderes sindicales y campesinos, y a todos los que asumen responsabilidades en una sociedad con característica pluralista.

Los cursos de formación se organizan sobre la base de los pedidos de los respectivos decanatos, y se intenta promover "agentes de pastoral social" que puedan ser animadores en las parroquias y en los ambientes del propio trabajo.

En el ámbito de esa formación la Arquidiócesis de Buenos Aires desarrolla un ambicioso programa a través del Centro de estudios, formación y acción social y el novedoso Seminario catequístico "Iglesia y comunidad nacional" con el objetivo de procurar catequistas aptos para promover una catequesis que fomente la presencia en los ambientes políticos y sociales.

Las diócesis con presencia de grupos indígenas suelen incluir en una "pastoral aborigen" la defensa de las culturas originarias, la propiedad comunitaria de la tierra y la educación bilingüe.

Las actividades de estas vicarías, comisiones o delegaciones diocesanas son conocidas por algunas de sus actividades más llamativas o por las declaraciones a la que los medios de comunicación social quieren dar relevancia.

Sin embargo, la práctica de la mayoría de las pastorales sociales permiten concluir que la tarea de las pastorales específicas se realiza a través de la participación de mucha gente de base junto con profesionales y educadores, aunque el trabajo cotidiano y silencioso no trasciende más allá de los límites regionales.

La pastoral social en las instituciones, parroquias y comunidades

La evangelización del ámbito de lo social fue una preocupación que a partir de fines del siglo XIX dio origen a la creación de instituciones que tuvieron diferentes grados de influencia: los Círculos católicos de obreros, la Federación de asociaciones católica de empleadas, la Juventud obrera católica, las Delegaciones económico-sociales de la Acción católica y el apostolado en el lugar de trabajo, del que se sienten herederos, a partir de la reforma de sus estatutos, los incipientes equipos del Sector de trabajadores (Setrac).

La pastoral social ha encontrado su lugar en el nivel diocesano, pero es necesario proponerse también un servicio brindado desde la parroquia, de tal manera que no sólo toque a las personas individuales, sino que haga posible "pasar de la presencia en la Iglesia, a la presencia de la Iglesia" (Cei, Evangelizar lo social 70) que se realiza en las estructurales temporales principalmente a través de los laicos y de las laicas.

Algunas propuestas del Directorio de pastoral social de Italia pueden ser sugerentes para iniciativas propias, que, en el contexto histórico-geográfico-cultural permitan un aporte en el diseño de la pastoral orgánica de nuestra diócesis.

"La parroquia debe progresivamente abrirse a la problemática social y ser cada vez más un instrumento que realiza la evangelización de lo social y de la promoción humana. Una comunidad parroquial que evangeliza lo social forma cristianos adultos y responsables, comprometidos con las instituciones sociales y políticas existentes en su territorio. Para realizar una renovación pastoral parroquial: – es particularmente útil promover grupos de pastoral social a fin de que crezca la solicitud de la comunidad parroquial hacia toda la realidad social; – presentar particular atención a las varias asociaciones laicales presentes en la parroquia convergiendo en la elaboración y la puesta en práctica del programa pastoral; – es auspiciable que el Consejo de Pastoral parroquial se haga cargo, con fraterna y evangélica solidaridad, de todos los problemas sociales que afectan a las personas y a las familias, con una atención particular a las familias que están más angustiadas y asegurando el sostenimiento formativo y espiritual de los militantes cristianos que actúan en el campo social y político, de modo que su acción se encuentre en sintonía con el proyecto salvífico de Dios y guiado por el espíritu de servicio a los hombres" (Cei, Evangelizar lo social 85).

En principio, la pastoral social tiene que valerse de los instrumentos cotidianos que brinda la pastoral ordinaria, siempre que ella se realice de modo planificado, sistemático y actualizado. Al "interior" de la comunidad, los círculos de oración y lectura de la Biblia pueden proponer una relectura en clave superadora del individualismo o limitada a los intelectuales.

"Hay que alegrarse de ver que la gente humilde y pobre, toma la Biblia en sus manos y puede aportar a su interpretación y actualización una luz más penetrante, desde el punto de vista espiritual y existencial, que la que viene de una ciencia segura de sí misma... Aquellos que, en su desamparo y privación de recursos humanos, son llevados a poner su única esperanza en Dios y su justicia, tiene una capacidad de escuchar y de interpretar la palabra de Dios, que debe ser tomada en cuenta por el conjunto de la Iglesia y exige también una respuesta en el ámbito social" (Pontifica Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia).

La catequesis de iniciación es el comienzo de un proceso educativo formal. "El itinerario catequístico ha de impulsar la presencia de los laicos en la acción política y en las diversas estructuras de la vida social" (ver Navega mar adentro 97). Así se afirma al itinerario catequístico permanente en uno de los pilares de la pastoral social con la finalidad de lograr el compromiso de laicos y laicas en los ámbitos de la política partidaria, de los sindicatos, de las organizaciones barriales y de todos los lugares donde se entreteje y construye la cultura de un pueblo y la sociedad pluralista.

Las Bases para la catequesis de iniciación de niños publicada en el 2004 por la Conferencia episcopal argentina recuerda la afirmación de Pablo VI: "El hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos concretos" (Evangelii Nuntiandi 31). De inmediato elenca una seria de temas que los catequistas han de tener en cuenta por la importancia que adquieren en la Argentina del nuevo siglo: la persona, la cultura, la urbanización creciente, el trabajo, el orden democrático, el pluralismo religioso, la ecología, la distribución de la riqueza, la marginación social, la familia, la promoción de la mujer y los derechos humanos.

La educación en los colegios parroquiales, de congregaciones o de instituciones civiles que incluyen la catequesis, cuentan con un valioso instrumento en los "Lineamientos curriculares para la catequesis en la escuela" que propone para el Tercer año del polimodal (o Quinto del secundario) el objetivo "Llamados a construir el Reino en la historia". Uno de los contenidos conceptuales básicos es la doctrina social de la Iglesia frente a los problemas sociales, analizados en los contenidos procedimentales con la aplicación del método ver-juzgar-actuar, difundido en sus inicios por la Juventud obrera católica.

Un curso de Doctrina Social de la Iglesia en el ámbito decanal puede estimular a los "agentes de pastoral social parroquial" que han de llevar la inquietud y las propuestas para lanzar el equipo parroquial.

El Compendio y los instrumentos prácticos, como los cursos de doctrina social de la Iglesia en sus diferentes niveles, han de permitir que los participantes puedan finalmente colaborar en las respectivas comunidades, pero sobre todo influir en los ambientes de la vida cotidiana y de sus estructuras y organizaciones.

Según Gerardo Ramos, la "clave está en la capacidad que tenga un equipo de animación destinado a este fin de ayudar a detectar dificultades y articular iniciativas, descubrir líderes y trabajar en redes para promover el bien común". Para ello propone que inspirándose en la parábola del samaritano solidario se incentive la cultura del trabajo, el compromiso con la construcción de una nueva ciudadanía, se estimule el diálogo social y en el conjunto nos elevemos a partir de potenciar los talentos de nuestra propia cultura integrándonos regionalmente a partir de los países limítrofes y del Mercosur.

Mirando al futuro

El biblista Rafael Aguirre muestra que mientras Jesús de Nazaret anunciaba el Reino de Dios a todo el pueblo de Israel, Pablo de Tarso anuncia al Jesús Resucitado en un ambiente greco-romano y por tanto más atento a las nuevas comunidades cristianas, de dimensiones más familiares.

"En el Nuevo Testamento aprendemos que la incidencia histórica de la fe cristiana tiene unos puntos de referencia permanentes: deberá ser siempre universalizadora, creadora de fraternidad, promotora del cambio social y estar al servicio de los más débiles. Pero la forma de plantear la incidencia histórica depende de muchos factores y puede variar enormemente. Pensemos en lo que cambió de Jesús a Pablo. Pues bien, me pregunto si no estaremos excesivamente preocupados en la Iglesia católica de nuestros días por la interlocución con el poder político y por la influencia directa en las estructuras del Estado... Es posible que, en futuro, la incidencia histórica de la fe cristiana, al menos en la Europa secularizada, tenga que manifestarse no tanto en la preocupación por la capacidad de influir directamente en las relaciones de poder, sino en la de tejer redes sociales alternativas donde las personas se ayuden, se reconozcan, se encuentren y se transformen".

Sea cual fuere el modelo que se vaya adoptando en América Latina a partir de la posmodernidad y de la globalización, lo cierto es que la pastoral social tendrá que mirar hacia la totalidad de la dimensión del pueblo creyente, de las comunidades de dimensiones humanas y finalmente, de la propia respuesta de cada vocación personal.