TEMA 9

LA IDENTIDAD SOCIAL

DE LOS JOVENES

GIANCARLO MILANESI   
 

1. ALGUNAS PREMISAS METODOLOGICAS

Vamos a precisar, ante todo, algunos términos que usaremos en esta segunda parte y a fijar los matices con los que el tema va a ser tratado.

El primer problema se refiere a la definición de lo que llamamos juventud y jóvenes.

El concepto de "joven" es relativo a algunas condiciones y situaciones típicas de la sociedad en la que es llamada a vivir una persona de edad evolutiva. Podemos considerar como periodo de la juventud el que se sitúa entre la consecución de la madurez biológica y la madurez social (es decir, la capacidad de incorporarse en la sociedad de una manera autónoma y con las responsabilidades de adulto).

Además de la definición de "Juventud", es importante en este análisis establecer la relación entre una lectura estructural de la condición juvenil y una lectura metaestructural o "cultural"

Por lectura estructural entendemos el análisis de las condiciones objetivas en las que se desarrolla la experiencia humana de los jóvenes de una generación. En otras palabras, se trata de las coordenadas históricas, sociales, politicas, económicas, culturales que caracterizan un sistema social. Y se trata, sobre todo, de los procesos que caracterizan tales coordenadas y que construyen la experiencia humana de los jóvenes.

De acuerdo con esta perspectiva, tales situaciones objetivas definen lo que nosotros llamamos la condición juvenil Y al mismo tiempo, el conjunto de dichas situaciones caracteriza la demanda fundamental de significado de los jóvenes.

Por lectura cultural entendemos, en cambio, el conjunto de las respuestas (de adaptación o rebelión, de resignación o crítica) que los jóvenes elaboran en relación a los procesos de los que son objeto. Es, con otras palabras, lo que llamamos subjetividad o cultura juvenil, y que, en cierto sentido, constituye el terreno del posible protagonismo de los jóvenes en una determinada sociedad.

La subjetividad se articula alrededor de unos contenidos específicos, como por ejemplo, las necesidades, los valores, los proyectos, los ideales, las actitudes, etc.

Este tipo de aproximación no privilegia unilateralmente ninguna de las dos lecturas, pero intenta llegar a los influjos recíprocos.

2. LECTURA ESTRUCTURAL/OBJETIVA DE LA CONDICION JUVENIL

Asumimos el término "condición juvenil" con algunas reservas porque supone (lo que en realidad habría que demostrar) una situación unitaria de todos los jóvenes dentro de la sociedad de la que forman parte.

En realidad, existen motivos para pensar que no se puede hablar de "condición juvenil" más que en ciertas condiciones y con ciertos límites, porque los jóvenes se presentan más bien como una realidad fragmentaria que como una realidad unitaria. Se trata de profundizar esta doble hipótesis con argumentos capaces de tener en cuenta la compleja realidad objetiva de la juventud en este periodo histórico.

Partiendo del presupuesto que la condición juvenil es una realidad hipotéticamente fragmentada, no podemos sin embargo excluir algunos elementos comunes que permitan delinear una plataforma interpretativa unitaria. A partir de esta base podemos hablar de marginación, potencial innovativo y fragmentación de los jóvenes.

2.1. La marginación juvenil

La marginación (o mejor, la marginalidad) es la categoria principal que podemos usar en la lectura estructural de la condición juvenil. Veamos lo que significa.

Existen procesos sociales que tienden a hacer de los jóvenes un estrato marginal, es decir, excluido de las oportunidades de ejercer los derechos deberes proporcionados a sus capacidades humanas efectivas.

La condición de marginación representa una amenaza para todos los jóvenes, pero de hecho afecta sólo a algunas clases menos dotadas objetiva y subjetivamente de las posibilidades de oponerse, reaccionar o neutralizar los procesos de marginación. Los signos de marginación son numerosos; de un modo genérico podemos citar los siguientes:

-- un prolongado aparcamiento de las estructuras formativas con una duración excesiva;

-- exclusión del trabajo legal;

-- explotación en el trabajo "negro" o ilegal;

-- manipulación a través de los medios de comunicación;

-- limitación a la función del consumo y de no producción;

-- limitación y exclusión de las distintas formas de participación.

La lógica que lleva a la marginación de los jóvenes es la típica de la sociedad neocapitalista; sociedad del "círculo máximo de producción para un máximo de consumo privado", que privilegia necesariamente el "status quo" conseguido a todos los niveles Esto significa concretamente:

-- incapacidad para crear nuevos puestos de trabajo;

-- necesidad de un aprendizaje social más largo;

-- contención del trabajo de acuerdo con las exigencias de la máxima producción y de la mínima mano de obra;

-- concentración del poder directivo en pocas manos.

Es obvio que este mecanismo es mucho más exigente en momentos de crisis, precisamente porque la crisis es un multiplicador de marginación. En los momentos difíciles son expulsados, neutralizados o marginados los anillos más débiles del sistema, es decir, los que gozan de menores garantías, como los ancianos, los jóvenes, las mujeres, los minusválidos, etc.

2.2. Potencial innovativo de los jóvenes

Si la hipótesis de la marginación debiera probarse, se trata de ver si ello excluye completamente el uso de otra categoría interpretativa más positiva como es la categoría del potencial innovativo.

Esta y otras expresiones semejantes (los jóvenes como "conciencia crítica de la sociedad", "esperanza del mañana", "catalizadores del cambio", etc.) hay que verificarlas seriamente.

Parten del presupuesto que la juventud en cuanto tal, es decir, como potencial biológico-psicológico intacto, puede jugar dentro de la sociedad (cualquier sociedad) un papel y una función creativa, innovativa, alternativa.

Pero esto es sólo una hipótesis. En otras palabras, prescindiendo de la amenaza de la marginación, la juventud puede ser un potencial de innovación sólo con unas condiciones precisas. Sobre esto se ha discutido mucho durante y después de los años de la contestación del sesenta y ocho. El papel de los jóvenes dentro del complejo dinamismo de la sociedad resulta modificado y limitado en los efectos.

Quedan necesariamente excluidos del juego de las grandes confrontaciones y conflictos históricos entre las clases, o bien pueden participar en dichos procesos solamente de un modo marginal y subordinado, aunque muchos piensen que tienen un papel importante.

Esto significaría en concreto que estructuralmente el estrato de la población situado entre la madurez biológica y la madurez social puede jugar los papeles de: anticipación de modelos innovativos y de conciencia crítica de la sociedad.

Ante todo, el papel de anticipación de modelos innovativos, que serán asumidos después por la sociedad adulta. Es lógico que sea así porque la juventud es por definición un periodo de transición en el que se consiente la experimentación de lo nuevo por una permisividad y tolerancia paternalista y por un clima de ambivalencia que los adultos adoptan hacia los jóvenes.

Y también el papel de conciencia crítica de la sociedad, es decir, reserva de energías mentales que hay que utilizar cuando es necesario devolver la vitalidad perdida o la conciencia de los propios recursos. En este contexto, el papel de conciencia crítica de la sociedad deberia desarrollarse prescindiendo de la hipótesis revolucionaria, porque todo parece indicar que el estimulo ofrecido a las nuevas generaciones se tiene que utilizar sólo en función de una evolución controlable por el sistema.   
 
 

2.3. La hipótesis de la fragmentación

A parte de estas dos categorias (marginación y potencial innovativo) muy pocas más parecen plausibles en la fase actual de transformación de condición juvenil. El hecho es que, como hemos indicado anteriormente, los jóvenes no se presentan ya como "condición" unitaria, sino como un estrato variado y diversificado al que es difícil encontrar una categoría interpretativa unitaria.

Pero ¿cuáles son los motivos y las caracteristicas de la hipotética fragmentación?

Un dato indiscutible nos viene del procreso de desorganización progresiva de las estructuras y de la herencia cultural considerada en su conjunto. El venir a menos los factores capaces de producir un consenso y de reconstruir plataformas unitarias de cultura y de acción, transforma el pluralismo de hecho en un pluralismo de derecho y modifica las relaciones de confrontación en relaciones de conflicto. De hecho, los jóvenes se resienten de la cristalización de las divisiones del cuerpo social. Ser jóvenes no es ya un motivo de superación de las diferencias sociales, culturales, religiosas, etc.

Un segundo motivo de fragmentación se encuentra en la misma lógica de la crisis que necesariamente favorece movimientos corporativistas e individualistas. La fragmentación se configura como un ir en todas las direcciones (y no necesariamente hacia adelante) y de un modo disperso.

De aquí se puede concluir que la misma aspiración a la agregación, que ciertamente existe, tiene una connotación bastante ambigua. Para muchos jóvenes significa, ante todo, un antídoto a la fragmentación. Pero, al mismo tiempo, es un fenómeno que, de algún modo, reproduce y consolida ese estado de fragmentación.

En realidad, las pequeñas asociaciones tienden a privilegiar la lógica de la secta que consiste en: exaltación de los elementos "diferentes"; tendencia a la exclusión o a la selectividad; estimulos de fuertes dinámicas internas de grupo; elaboración de sistemas de significado cada vez menos universales y menos comunicables; inclinación a lecturas negativas de la realidad externa.

La fragmentación como efecto de la crisis que produce particularismo, se añade a la fragmentación anterior que tenia su origen en las diferencias de sexo, edad, extracción social, escolaridad, profesión, etc. Estos motivos de diferenciación de la condición juvenil se añaden a los anteriores y multiplican el efecto disgregador.

Es obvio que este estado de fragmentación repercuta necesariamente en el nivel cultural, es decir, en los "sistemas de significado" que los jóvenes hacen propios. A este propósito basta indicar el hecho de que si la socialización primaria supone ya un proceso competitivo conflictivo, no sucede de modo distinto en los procesos de socialización secundaria en los que adolescentes y jóvenes son en parte protagonistas. La fragmentación se refuerza e incrementa por ciertas prácticas de autosocialización en las que los jóvenes se encierran en experiencias parciales e incomunicables. Bastaria citar como ejemplo el caso de algunos grupos religiosos, de algunas asociaciones políticas de base, o de algunos grupos (bandas) de delincuentes.

2.4. Vivir como jóvenes es difícil

Sin caer en un injustificado pesimismo es posible afirmar que la situación objetiva de los jóvenes en nuestra sociedad es efectivamente difícil. Ser jóvenes hoy representa para muchos, vivir en la precariedad, aceptar duros condicionamientos económicos, culturales, familiares, sociales y politicos. Significa, sobre todo, saber convivir con una perspectiva de vlda limltada que corta las alas a la utopia y cercena los sueños esperando tiempos mejores que no llegan nunca. Los 'privilegiados" para quienes el futuro es menos problemático pertenecen a los estratos que pueden explotar la coyuntura y la crisis sin recibir daño; en otras palabras, los más dotados en todos los sentidos.

Es natural, pues, que la esperanza de una nueva calidad de vida no puede venir para los jóvenes más que de su distinta "subjetividad", de un modo más consciente de asumir los propios problemas y de solucionarlos. Las soluciones radicales que provienen de una intervención política dirigida por la sociedad de los adultos resultan lejanas y poco probables. Es necesario, por tanto conocer la calidad de la subjetividad de los jóvenes de esta generación.  
 

3. LECTURA CULTURAL/SUBJETIVA: LA CULTURA JUVENIL

La subjetividad juvenil se nutre de la marginación, del limitado espacio de potencial innovativo, de la fragmentación. Pero, al mismo tiempo, es una respuesta a estas realidades problemáticas e inquietantes.

Conocer la subjetividad de los jóvenes significa verificar silos jóvenes están en grado de producir cultura (es decir, valores, proyectos, ideales, etc.) y no sólo de consumirla; si pueden elaborar sistemas de significado alternativos incorporarlos eficazmente en la sociedad; si son capaces de transformar la conciencia de los problemas en un proyecto dirigido a resolverlos.

3.1. La hipótesis de la "cultura" juvenil

En repetidas ocasiones, pero sobre todo durante los años de la contestación del '68, se ha propuesto la hipótesis de la existencia de una cultura juvenil específica. es decir, de un conjunto orgánico de modelos ideales de comportamiento (valores, actitudes, opiniones, juicios) y de modelos reales de comportamiento (modos de ser y de obrar), original respecto a la cultura adulta y en cierta manera, capaz de imponerse a ella.

Esta discusión se ha concluido prácticamente con un juicio prevalentementc negativo. Los jóvenes no están en grado de elaborar una cultura original completa si no existen las condiciones objetivas estructurales que permiten considerarlos como un "polo" autónomo de la compleja realidad social.

En la fase histórica que estamos analizando parece más fundada la hipótesis según la cual, la cultura juvenil está constituida sustancialmente por una propuesta dis orgánica, en el sentido que es poco original (en gran parte deriva los propios contenidos de la cultura de los adultos) y es heterogénea (es un conjunto de culturas particulares o subculturas elaboradas e interiorizadas de modo diverso por los distintos grupos, organizaciones y movimientos juveniles).

Nuestra hipótesis de lectura de la cultura juvenil presupone que los jóvenes interiorizan un coktail de aspectos cultwales, tomados de diversas subculturas presentes en el mercado de los sistemas de significado.

Caracterizamos el concepto de subcultura como elaboración cultural dirigida por grupos particulares de jóvenes (por ej. rebeldes, tóxicodependientes, contestatarios, automarginados, comprometidos políticamente, creyentes) o referida a un aspecto particular de la experiencia individual o electiva (por ej. tiempo libre). Se pueden quizá distinguir dos criterios para clasificar las distintas "subculturas juveniles":

-- Las subculturas por segmentos de experiencia, como la subcultura del vestido, del comportamiento sexual, religioso, politico, de la música, etc.;

-- las subculturas de los sistemas de significado, es decir, los intentos de dar un sentido complexivo a la vida; como por ejemplo, la subcultura de lo privado, del consumo, de la irracionalidad, etc.

En esta lectura subjetiva de la condición juvenil adoptaremos el análisis por subculturas de los sistemas de significado, porque nos parece más idónea para comprender la situación actual que es ciertamente de fragmentación, pero también de búsqueda de algún criterio unificante más universal.

3.2. La cultura de lo "privado"

Es conocida la temática del "reflujo" propuesta como categoría interpretativa del post-sesenta y ocho. Pero el término es ambiguo y necesita esclarecimiento.

Se prefiere hablar de cultura de lo privado porque dentro de este ámbito es posible recoger problemáticas muy matizadas que explican la complejidad de los procesos que están detrás del "reflujo".

Por cultura de lo privado entendemos la atención principal reservada a los temas que se refieren a la persona singular (al menos a nivel de interés inmediato y primario). Esto implica una atención menor a los temas de la esfera de lo público en todas sus componentes socio-políticas.

La oscilación entre individualismo y personalismo. La cultura de lo privado no parece unitaria. Existen dentro de ella acentuaciones que especifcan de distinto modo los contenidos ambivalentes. Existe un privado interpretado de un modo individualista y un privado interpretado de modo personalista. En esta doble percepción del problema entran dos momentos de búsqueda tipicos de la experiencia juvenil (aunque no sólo de ella): el análisis de las necesidades y la acción dirigida a satisfacerlas.

En el caso de individualismo, la necesidad está individuada en el "deseo" (que tiene raices no colectivas y componentes incluso irracionales) y precisa una satisfacción que sigue la ley del "todo y pronto rápidamente" en beneficio del individuo. En el caso del personalismo, la necesidad está individuada en exigencias de la "naturaleza" humana y no de las exigencias artificiales del ciclo producción-consumo. En esta perspectiva, las necesidades se configuran jerarquizadas en una pirámide que tiene su vértice en las necesidades de tipo existencial (necesidad de significado, de autorrealización, de participación, etcétera).

Antes de analizar los contenidos específicos de las dos áreas en las que se articula la cultura de lo privado, es importante subrayar que en gran medida representa una reacción a la crisis de las experiencias de la esfera de lo público, y en primera instancia a la crisis de lo político. Lo privado se caracteriza casi como un fenómeno "post-político", que en gran parte se interpreta como un fenómeno "contra" y "sin" lo político, y sólo parcialmente como un "lugar de rcdefinición" de lo político.

Hacia nuevas formas de agregación. A esto habría que añadir que la cultura de lo privado no significa necesariamcnte el hn de las asociaciones y de las formas de participación. Al contrario, favorece un cierto tipo de asociación que reviste caracteres nuevos y problemáticos.

El grupo, en esta nueva forma es generalmente una experiencia colectiva con un bajo nivel de contenido. La agregación tiene como fin fundamental el "estar bien juntos", antes incluso que el "hacer algo".

Esta preferencia se explica por la escasa eficiencia de las instituciones, que viniendo a menos destruyen el mecanismo de regulación de las ansias y tensiones individuales y sociales. El grupo devuelve las seguridades que lo público no puede dar. Además, cl grupo con un escaso contenido idcal representa una reacción a las formas de agregación del sesenta y ocho, en las que prevalecia la ideologia del compromiso (el primado de lo político, la utopia de la revolución estructural, etc.) que se ha manifestado como impracticable, al menos en los términos propuestos; y en las que prevalecia el carácter funcional del grupo hacia fines externos (acción) y la subjetividad rcsultaba escasa o no era reconocida.

La búsqueda de identidad personal Se podría decir entonces que existe una cultura de lo privado que subraya la exigencia entre los jóvenes de asegurarse una identidad individual más sólida, a través de las dos hipótesis del individualismo y del personalismo. En el primer caso, la metodologia consiste en la satisfacción anárquica de los deseos según la lógica asocial e irresponsable del "todo pronto". En el segundo, la metodología es la de la autorrealización en una perspectiva de apertura al reconocimiento de las necesidades del otro y de satisfacción contemporánea y equilibrada de las necesidades de todos.

3.3. La cultura del consumo

Esta construcción cultural está íntimamente unida a la lectura individualista de lo privado. Hemos dicho que el consumo privado representa en la ideologia burguesa el instrumento principal para la satisfacción de las necesidades (de todos los tipos) y constituye, por tanto, una llave fácil de felicidad. Además se puede añadir que en los momentos de dificultad y de crisis del sistema social, el consumo se convierte también en instrumento de otros procesos sociales que buscan descargar tensiones o prevenir conflictos.

Sentido del consumo. De manera particular, el consumo:

-- sirve para tapar o hacer olvidar los graves problemas del momento;

-- sirve para compensar muchas de las írustraciones acumuladas en una sociedad alienada;

-- sirve para distraer de la participación responsable;

-- sirve para crear sensaciones ficticias de satisfacción profunda y de seguridad.

Precisamente la posibilidad de un mayor consumo chantajea la posibilidad de responder a las necesidades de significado y de identidad que la crisis agudiza. Los jóvenes se están adhiriendo largamente al modelo de la cultura del consumo.

Pasividad y manipulación. Decir que los jóvenes se adhieren ampliamente a una cultura de consumo significa afirmar que están dispuestos a aceptar pasivamente los modelos de comportamiento elaborados para ellos por los adultos y que sólo ocasional o parcialmente advierten los riesgos de manipulación y explotación de este mecanismo de "socialización". En realidad, la cultura del consumo asi entendida, parece que ha sido interiorizada incluso por los jóvenes más comprometidos, aunque no siempre sea considerada una cultura totalizante, sino sólo un modelo que se usa parcialmente y subordinándolo a otros modelos más relevantes para el sentido de la vida.

Modelo de agregación. La ambiguedad de la cultura del consumo está presente, sobre todo, en los fenómenos de agregación juvenil producidos por una actividad consumista (como el deporte o la música). Se trata, en general, de formas de socialización extremadamente lábiles y superficiales, en las que la identidad colectiva se coagula alrededor de temáticas efimeras y no logra transformarse en proyecto ni para la persona ni para la colectividad.

Cada dia más la cultura del consumo representa un ámbito privilegiado de la subjetividad juvenil, incluso en relación con la importancia creciente que adquiere el tiempo libre en la vida de los jóvenes. Es significativo que las posibilidades ofrecidas por un tiempo libre más abundante y más rico en experiencias se vean amenazadas o disminuidas por el modelo consumista.

3.4. La cultura de la irracionalidad

Esta "lectura de la realidad" nace de muchas condiciones objetivas que hemos analizado anteriormente y que podríamos resumir en el sentimiento de impotencia y desencanto, que nacen de la percepción de marginación y desprivatización, percibidas como insuperables e ineludibles. En esta situación, objetiva y subjetivamente difícil, es obvio que los sujetos más débiles, incapaces de considerarse protagonistas de una reacción alternativa, se orienten hacia soluciones de adaptación de signo negativo. A ello inclinan además algunos "refuerzos culturales" que asumen y difunden ideologías de la crisis, filosofías irracionales y una sensibilidad nihilista.

Las formas. Las formas más difundidas de esta cultura irracionalista son:

- la fuga que adquiere connotaciones de apatía y automarginación;

- la agresividad, tanto la dirigida hacia si mismos (y es el mecanismo que explica, al menos en parte, el suicidio y la tóxicodependencia) como la dirigida a los demás (y es la violencia en todas sus formas, desde la sexual a la politica);

- el vitalismo y la espontaneidad anárquica que rehuye cualquier límite racional impuesto por la institución o por las reglas de la convivencia social.

Mecanismos perversos de una sociedad en crisis, La cultura de la irracionalidad constituye hoy un serio problema para los jóvenes de esta generación; ante todo, porque es un fenómeno que a la larga resulta destructor de la persona misma, incluso antes que de la sociedad; y además, porque manifiesta en su lógica profunda la existencia de posibles "mecanismos perversos" que una sociedad en crisis pone en acto casi automáticamente paradefenderse de la destrucción En realidad, la cultura de la irracionalidad facilita la creación de "fosas subculturales y desviantes", de "ghettos", de "áreas de marginación" que fácilmente se convierten en el chivo expiatorio, en el objeto privilegiado de culpa de la sociedad. De esta manera, los jóvenes pueden pagar muchas de las contradicciones que la sociedad produce pero que no resuelve.

3.5. La cultura de la nueva nacionalidad

Si existen mecanismos de adaptación a la realidad que resultan subtancialmente evasivos e inapropiados, existen también en los jóvenes reacciones constructivas que podríamos llamar complexivamente "cultura de la nueva racionalidad".

Esta actitud puede caracterizarse como un intento de proyectar la calidad de vida en una sociedad atravesada por tantas contradicciones. Las raíces ideológicas de esta cultura son múltiples y las elaboraciones que de ella se derivan, miran a las distintas sensibilidades y tradiciones que convergen en esta voluntad común de restituir el sentido a una experiencia humana difícil. Más allá de las diferencias, la cultura de la nueva racionalidad privilegia algunos temas comunes.

La "publicación de lo privado'' Emerge, ante todo, la superación de una concepción totalizante de lo político y el intento de repensarlo en términos nuevos, es decir, como instrumento y no como fin, como expresión de una ética y de una cultura y no como praxis absoluta y autojustificadora, como prosecución de metas concretas y no como realización de grandes proyectos sociales que lindan con la utopia. En otras palabras, significa no tanto la privatización de lo político, cuanto la "publicación de lo privado"; es decir, el intento de llevar a la esfera de lo politico los problemas de la cotidianidad y de la persona en su inmediatez y particularidad.

Lo 'comunitario': Parece consolidarse además el descubrimiento de lo privado en términos de "personal", como lugar privilegiado no único de la propia realización total y como fundamento de la propia identidad individual.

En esta perspectiva, la cultura de lo privado se interpreta como premisa para el descubrimiento de nuevas relaciones interpersonales; lo comunitario vuelve a convertirse en el ámbito en el que es posible expresar la necesidad de socialidad. En esta óptica se subraya la importancia de los temas de la pareja, la amistad, el pequeño grupo, la familia.

Concretez en la acción. Se impone también la relativización de las ideologias y el replanteamiento del problema del sentido de la vida sobre unas bases más realistas, con un sentido mayor del límite, con una proyección más limitada y con unos contenidos más conscientes de las dificultades de la vida.

En esta línea se encuentra la sensibilidad de algunos grupos juveniles por los problemas ecológicos, por el tema de la paz, por los derechos humanos, por el problema de la marginación. En esta línea se descubre también el valor de la participación y del testimonio al servicio de objetivos sociales concretos y urgentes, como lo demuestra el fenómeno del voluntariado.

Agregación y "propuestas de identidad': Una palabra aparte merece el tema de la agregación y del asociacionismo. En estc periodo no todas las tormas de agregación juvenil tienen el mismo éxito. La cultura de la nueva racionalidad privilegia las propuestas de agregación portadoras de propuestas especificas que responden, por tanto, de una manera más inmediata a la necesidad de identidad.

No se puede ocultar que a veces esta preferencia manifiesta la exigencia de respuestas seguras y definitivas que libren del esfuerzo y de la búsqueda personal (y por tanto, en cierta medida son propensas a la dependencia y desembocan en el integrismo). Pero por encima de estos riesgos, es evidente que la necesidad de agregación está canalizada en esta cultura por los temas del ser más que por los del obrar. No se agrupan principalmente para cambiar el mundo, sino para cambiarse a si mismos. No se mira principalmente a la liberación del mundo, sino a la liberación de sí mismos (condición previa para la liberación colectiva). Los elementos que hemos individuado sugieren que la cultura de la nueva racionalidad está destinada a ser patrimonio de pocos jóvenes sensibles y preparados.

3.6. La cultura de lo sagrado

Esta última componente de la cultura juvenil merecería un desarrollo más amplio, aunque no fuera más que por lo mucho que se ha hablado últimamente de la "recuperación de lo sagrado" entre los jóvenes, es decir, del interés renovado de los jóvenes por los problemas religiosos.

Sin embargo, investigaciones que tenemos a disposición desmienten que exista una difusión más amplia de la demanda de religión entre los jóvenes de esta generación. La dimensión religiosa como experiencia de vida que da un significado profundo a la existencia (como experiencia de fe, y no como adhesión genérica o comportamiento religioso) era y sigue siendo una opción de pocos.

No obstante, esta cultura revela algunos puntos de vista que son dignos de atención. Indicamos algunos.

Consumismo religioso. No se puede negar que algunas experiencias religiosas juveniles se agotan en formas de puro consumismo religioso, en misticismo sentimental, en folklore emotivo. Son aspectos de una religiosidad que en sustancia sirve como mecanismo de evasión y que, por tanto, multiplica el nivel de alienación juvenil.

Actitudes integristas. No son extrañas a ciertas experiencias religiosas las inclinaciones integristas que ya hemos indicado en la necesidad de agrupación y en la búsqueda de sentido.

Protagonismo religioso. El núcleo más interesante es el de aquellos que viven la propia opción religiosa en término de protagonismo. Esto significa que estos jóvenes piden ser constructores de un significado religioso para la vida, elaborándolo a partir de las propuestas emanadas de las iglesias y grupos religiosos. Esto implica una relación distinta con las instituciones religiosas, que no son ya objeto de una crítica indiscriminada sino más bien de una atención selectiva. Esto exige un contexto experiencial intenso, que sólo lo puede dar una asociación, un grupo, una comunidad.

Esta inclinación al protagonismo no integrista puede asegurar una relación correcta entre fe y cultura, fe y ética, fe y política; es decir, entre todo lo que es historia y su significado trascendente.

4. CONCLUSIONES SOBRE LA IDENTIDAD SOCIAL DE LOS JOVENES

La tarea de definir la identidad específica de los jóvenes en una sociedad en transformación es hoy extremadamente dificil. No se trata sólo de constatar la fragmentación del universo juvenil, sino también del dinamismo típico de una sociedad compleja, en la cual muchas veces es necesario asumir más de una identidad y desempeñar al mismo tiempo distintos papeles.

Reducir la realidad juvenil a una sola categoría interpretativa significa mortificar la diversidad efectiva de posturas o colaboraciones objetivas de los jóvenes y su subjetividad.

El potencial innovativo de los jóvenes en la sociedad constituye más que ninguna otra cosa, una esperanza que hay que verificar. Si dentro de la problemática fragmentación del mundo juvenil prevalece una cultura racional, capaz de dialogar con la fe y se crean espacios de crecimiento y de participación para los jóvenes, podrá expresarse dicho potencial. De lo contrario, en un tiempo muy breve, la fragmentación será un espejo de la disgregación presente en la sociedad.

El giro que puede provocar el "cambio" tendrá como protagonistas a los jóvenes sólo en el caso de una mejoria real del marco estructural de la sociedad y de la concienciación de los mismos jóvenes.