25. ¿Qué aportan los manuscritos de Qumrán?
Santiago Ausín
El año 1947 en el Wadi Qumrán, junto al Mar Muerto, aparecieron
en diversas cuevas, once en total, unas jarras de barro que
contenían un buen número de documentos escritos en hebreo,
arameo y griego. Se sabe que fueron escritos entre el s. II a.C.
y el año 70 d.C., en que tuvo lugar la destrucción de Jerusalén.
Se han recompuesto unos 800 escritos de entre varios miles de
fragmentos, puesto que son muy pocos los documentos que han
llegado completos. Hay fragmentos de todos los libros del
Antiguo Testamento, excepto de Ester, de muchos libros judíos no
canónicos ya conocidos e incluso de otros hasta entonces
desconocidos, y han aparecido un buen número de escritos propios
del grupo sectario de esenios que se habían retirado al
desierto.
Los documentosmás importantes sin duda son los textos de la
Biblia. Hasta el descubrimiento de los textos de Qumrán, los
manuscritos en hebreo más antiguos que poseíamos eran de los
siglos IX-X d.C. por lo que cabía sospechar que en ellos se
habrían mutilado, añadido o modificado palabras o frases
incómodas de los originales. Con los nuevos descubrimientos se
ha comprobado que los textos encontrados coinciden con los
medievales, aunque son casi mil años anteriores, y que las pocas
variantes que presentan coinciden en gran parte con algunas ya
atestiguadas por la versión griega llamada de los Setenta o por
el Pentateuco samaritano. Otros muchos documentos han
contribuido a demostrar que había un modo de interpretar la
Escritura (y las normas legales) diferente al habitual entre
saduceos o fariseos.
Entre los textos de Qumrán no hay ningún texto del Nuevo
Testamento ni ningún escrito cristiano. En algún momento se ha
discutido si algunas palabras escritas en griego sobre dos
pequeños fragmentos de papiro encontrados allí pertenecían al
Nuevo Testamento, pero no lo parece. Fuera de eso, no había en
esas cuevas ningún otro posible documento cristiano.
Tampoco parece que hubiera influencias de los textos judíos que
han aparecido allí en el Nuevo Testamento. Hoy los especialistas
están de acuerdo en que en el ámbito doctrinal Qumrán no influyó
nada en los orígenes del cristianismo, pues el grupo del Mar
Muerto era sectario, minoritario y apartado de la sociedad,
mientras que Jesús y los primeros cristianos vivieron inmersos
en la sociedad judía de su tiempo y dialogaron con ellos.
Únicamente los documentos han servido para aclarar algunos
términos o expresiones habituales en aquella época y que hoy
resultaban difíciles de entender y comprender mejor el ambiente
judío tan plural en que nació el cristianismo.
En la primera mitad de los noventa se propalaron dos formidables
mitos que hoy están plenamente diluidos. Uno, que los
manuscritos contenían doctrinas que contradecían o al judaísmo o
al cristianismo y que, en consecuencia, el Gran Rabinato y el
Vaticano se habían puesto de acuerdo para impedir su
publicación. Ahora están publicados todos los documentos y es
evidente que las dificultades de publicación no eran de orden
religioso, sino de orden científico. El segundo es de mayor
calado, porque se presentó con visos científicos: Una profesora
de Sydney, Barbara Thiering y otro de la State University de
California, Robert Eisenman, publicaron varios libros en los que
comparando los documentos qumránicos con el Nuevo Testamento
llegaron a la conclusión de que ambos están escritos en clave,
que no dicen lo que dicen, sino que hay que descubrir su
significado secreto. Sugieren que el Maestro de Justicia,
fundador del grupo de Qumrán, habría sido Juan el Bautista y su
oponente Jesús (según B. Thiering), o que el Maestro de Justicia
habría sido Santiago y su oponente Pablo. Se basaban en que hay
personajes mencionados con términos cuyo significado se nos
escapa, tales como Maestro de Justicia, Sacerdote impío, el
Mentiroso, el León furioso, los buscadores de interpretaciones
fáciles, los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas, la
casa de la abominación, etc. Actualmente ningún especialista
admite tales afirmaciones. Si no conocemos el alcance de esta
terminología no es porque contenga doctrinas esotéricas. Es
evidente que los contemporáneos de los qumranitas estaban
familiarizados con estas expresiones y que los documentos del
Mar Muerto, si bien contienen doctrinas y normas diferentes de
las mantenidas por el judaísmo oficial, no tienen ninguna clave
secreta ni esconden teorías inconfesables.
Bibliografía: Jean Poully, Los manuscritos del mar muerto y
la comunidad de Qumrán, Verbo divino, Estella, 1980;
Florentino García Martínez – Julio Trebolle, Los hombres de
Qumrán: literatura, estructura social y concepciones religiosas,
Trotta, Madrid, 1993; R. Riesner – H. D. Betz, Jesús, Qumrán
y el Vaticano (Herder, Barcelona, 1992)