Jesucristo

Vivió entre nosotros

 

Podríamos condensar su mensaje, su enseñanza y sus palabras de la siguiente forma:

Su mensaje es mensaje de salvación y de esperanza: que Dios es su Padre y también es nuestro Padre; que Dios nos quiere y cuida de nosotros.

«... ¿Hay alguno entre vosotros que si su hijo le pide pan, le dé una piedra, o si le pide un pez le dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuanto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que se lo pidan»

Mt 7, 10-11

Que todos los hombres somos hermanos y que tenernos que amarnos los unos a los otros como él nos amó.

«Os doy un mandamiento nuevo: Que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros»

Jn 13, 34-35

Que tenemos que perdonar a todo el que nos haga daño y a nuestros enemigos.

«Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir el sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos»

Mt 5, 43-46

Que la salvación y el Reino de Dios han llegado.

«Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: “Convertíos, porque el Reino de Dios ha llegado”»

Mt 4, 17

Es, pues, un mensaje de bienaventuranza.

«... Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: Bienaventurados los pobres,... los mansos,... los que lloran,... los que tienen hambre y sed de la justicia,... los misericordiosos,... los limpios de corazón,... los pacíficos,... los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de la Cielos ... »

Mt 5, 1-12

Y es también, por lo tanto, un mensaje de justicia y solidaridad entre los hombres, hermanos entre nosotros e hijos de un mismo Padre.

Un mensaje que a los que hemos recibido el Evangelio nos hace ponernos en acción, ponemos manos a la obra.

Él pide a sus seguidores una entrega absoluta a su persona y pide que se deje todo para seguirle.

«El que ama a su padre o a su madre más que a mi no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, pero el que pierda su vida por mí, la encontrará»

Mt 10, 37-39