“Revestíos del amor, que es el broche de la perfección a la que estáis llamados”

 

Homilía sobre el texto bíblico de Col 3,12-17 para un enlace matrimonial, realizada por Antonio Ruiz García,

sacerdote en Albaladejo y Santa Cruz de los Cáñamos.

 

Felicitaros en primer lugar por vuestra elección de casaros por la Iglesia, y de acoger el proyecto de vida juntos que Dios os ofrece, sellándolo hoy por este sacramento precioso del Matrimonio.

 

La lectura que acabamos de proclamar de San Pablo nos invita a la perfección cristiana. Los cristianos no debemos quedarnos atrapados por las seducciones que nos ofrece este mundo secular y materializado sino que debemos aspirar a las cosas de arriba, a las del cielo. Esto no significa un desprecio del mundo sino un servirnos de lo creado para llegar a Dios nuestro verdadero y definitivo fin.

 

Aunque no pensamos demasiado en los planes de Dios sobre el mundo y sobre nosotros, nos dice San Pablo que hemos sido elegidos por Dios. La elección va más allá de la casualidad o del azar. Dios es el que os ha conducido a estar hoy aquí junto a su altar para contraer santo matrimonio, después de un proceso largo de discernimiento, de pruebas, de alegrías y gozos. Él debe ser protagonista en vuestras vidas, porque lejos de quitaros libertad, y de impedir vuestra felicidad será el garante que hará posible que crezcáis en recia y profunda libertad y felicidad.

 

Para conseguir esto tan precioso que Dios os oferta debéis poner de vuestra parte, trabajar para que el bien que Dios quiere para vosotros se haga realidad. Nada se sostiene y crece si no es con esfuerzo y trabajo. Por ello hay unas notas que hacen posible que lleguemos al verdadero amor, no el amor como nosotros lo podemos construir o imaginar sino según la densidad que Dios le da.

 

Estas son las notas que hacen posible que vuestra vida matrimonial os construya en el camino de la perfección tanto personalmente como comunitariamente.

 

Revestíos de entrañas de misericordia; Las entrañas, las vísceras, lo profundo de vuestro ser debe estar lleno de misericordia. Fijaos en el amor misericordioso que Dios tiene con cada uno nosotros, y esta contemplación aplicarla en vuestro matrimonio. Dios no lleva cuenta del mal, perdona sin límites, ama sin límites. La misericordia va mucho más allá de la justicia, y del “derecho a”, no somos perfectos y en vuestra vida matrimonial deberéis ejercitaros en una sana y profunda misericordia el uno para con el otro, ofreciéndoos y dándoos el perdón fruto del amor.

 

Revestíos de entrañas de bondad; Nuestra sociedad dice mucho, yo soy bueno pero no tonto, pues la bondad a la que estáis llamados es a la de daros de tal manera que no esperáis nada a cambio. Podéis hacer las cosas desde la bondad o desde la maldad. Elegir siempre el camino del bien, de lo bueno, por amor al otro. La persona bondadosa no lo es en la teoría está llamado a ejercitarlo en la práctica. La bondad no se debe presuponer sino que está llamada a ejercitarse.

 

Revestíos de la humildad; Frente a la soberbia y el dominio de uno con el otro, el servicio desde la humildad. Humilde es aquel que está dispuesto a lavar los pies a los demás, tomando el ejemplo de Jesús en la última cena,  el que se abaja para ayudar al otro, el que se hace pequeño para engrandecer al otro. Estamos en una sociedad donde prima el dominio, el ser importante con vanagloria, eso no vale para sostener el matrimonio, y esa situación de dominio y de soberbia también se introduce en la sociedad matrimonial esclavizándola y rompiéndola.

 

Revestíos de entrañas de mansedumbre; Los mansos son las personas apacibles, que no se alteran por las dificultades, que no hacen pagar a los otros los platos rotos que la vida nos ocasiona. Esta cualidad está unida a la bondad y a la servicialidad. Lejos de la agresividad y de la voracidad, que ejercitan algunos animales. Cuanta violencia hay en tantos matrimonios, cuanta agresividad verbal y física, eso no es el proyecto de Dios sobre el verdadero matrimonio.

 

Revestíos de entrañas de paciencia; Las personas nos hacemos gracias al esfuerzo, a la educación, y al tiempo. En una sociedad de prisas nos falta, muchas veces, la paciencia. Los cambios en las personas son procesos lentos, trabajosos. No cambiaréis de la noche a la mañana, todos vuestros proyectos tendréis que tener paciencia para acometerlos. Los cambios que esperáis en la otra persona deben ser conquistas del amor y la bondad, de la apuesta que hacéis por el otro. “Llevo cinco años con esta persona y no he conseguido que mejore en los modales”, pues debes tener mucha paciencia y ayudarle para que pueda cambiar los años que hagan falta.

 

Todas estas indicaciones serán posibles si en vosotros se respira el amor. A muchas cosas le llamamos amor, pero el verdadero se conoce por los frutos buenos que da.

 

La nueva vida que ahora comenzáis está llamada a dar fruto, los hijos serán vuestra gloria y vuestra corona como comunidad de amor, ellos os ayudarán a que vuestro amor no se cierre en vosotros sino que se abra con la llegada de los hijos.

 

Para conseguir todo esto será muy necesario que aprendáis a soportaros  y a perdonaros. Y sobre todo sabed que en este camino no estáis solos, estamos todos los que hoy os acompañamos, familia y amigos y sobre todo está Dios, siempre presente y con quien debéis contar para todo.

 

Que viváis vuestro matrimonio dando gracias siempre a Dios, en lo bueno y en lo malo. Muchas veces nos olvidamos de El y sólo lo reclamamos en un momento de dificultad, pues que todo lo que hagáis sea en nombre del Señor y dándole gracias. Amén.                                        Por Antonio Ruiz García