El hermano es mi paraíso y mi prueba.

 

De modo muy simplificado recordamos que la Iglesia en los primeros siglos tuvo que hacer frente a las diversas herejías y controversias doctrinales. En la Edad Media fue tomando cuerpo la teología de Dios uno y trino, la cristología....; después se fue fraguando la Eclesiologia que culmina en el Concilio Vaticano II donde el hombre adquiere una extraordinaria importancia: “El camino de la Iglesia es el hombre”, “el hombre es el camino más corto para ir a Dios”, “¿Qué vas a buscar más allá del hombre....si Dios se ha hecho Hombre?”.

Podríamos decir que estamos ante una antropología de nuevo cuño donde se pasa de la huida del mundo, de los hombres para conseguir la perfección, a descubrir en el hermano el camino obligado y más eficaz para la santificación. Este nuevo punto de mira de la Iglesia coincide con la humanidad de hoy que camina hacia “la aldea global, a hacer del mundo “Una Casa”, y los flujos migratorios propician este camino que nos ha tocado en suerte recorrer.

Los hermanos son el instrumento del que Dios se sirve para moldearnos. Esto supone acogerles con sus penas, sus asperezas, “¿mala sombra?”, sus pruebas, sus manías...., sus aciertos y virtudes, y hacer lo posible por darle paz, confianza, ganas de vivir, ilusión. Por nuestra parte supone “prescindir” de mi cruz para cargar con la suya...., es el centro de ascesis moderna.

Para amar al hermano debo “salir de mí” para “entrar en él”, hacerme uno con él. Como dice la psicología moderna: “Vivir el otro”, “transferirse en el otro”.

Quizá, acostumbrados a mortificaciones de otro cuño, es fácil pasar junto al hermano sin darnos cuenta que nos ofrece todo tipo de renuncias y desapegos.

El hermano, con sus miserias y defectos, me recuerda los míos, parecidos o mayores. Sus virtudes recuerdan las nuestras.

Cada persona viene a ser como una palabra de Dios” revelada a mí para ese momento único e irrepetible. Sírvanos de ejemplo la guitarra: Sabemos que no se puede tocar si la caja de resonancia está llena de enredos...., igualmente la “palabra de Dios” que me llega a través del hermano no suena dentro de mí si estoy ocupado de mí y mis cosas

Ante el hermano – que es Jesús – bombardeemos las ideas que nos vienen mientras él habla; eso es un acto de inmolación, de renuncia. Callemos las prisas, las respuestas, los consejos...., todo lo que se nos ocurre en el decurso de la conversación. ¡No nos preocupemos de lo que vamos a responder!

El Espíritu Santo nos sugerirá – por el amor que hemos puesto al escuchar – lo que debemos hablar.

Es más: Dado que todos tenemos las respuestas dentro de nosotros, por ser morada de la Trinidad, después de una escucha atenta y afectuosa preguntemos a nuestro interlocutor: ¡Piensa lo que tu conciencia te sugiere hacer!  . Luego vemos juntos si coincidimos en el diagnóstico y en la solución.

Acostumbrados como estamos a “saberlo todo”, ¿acaso tenemos miedo a quedar sin respuesta?  . Dejemos que el otro “arriesgue” su conciencia ante Dios y veamos si su “guitarra” y la nuestra – el alma – están afinadas al diapasón del Evangelio.

Cuantas veces nos ha ocurrido que a través del penitente que se ha confesado o nos ha consultado en el despacho, el Espíritu Santo nos lo presenta como modelo de “santidad en zapatillas”, de andar por la vida. Son personas sencillas que viven sin saberlo situaciones de virtudes heroicas. Seguramente la luz y las respuestas que buscamos en la meditación, en el director espiritual o en los libros Dios nos las a través de meditaciones tan sencillas como la persona que abre su alma y busca perdón y consuelo.

Dice Chiara: “Es indefectible, es casi matemático: cuando te has esforzado por darte todo a los hermanos durante el día, si no es a la tarde es a la noche, Él te llama, te quiere para Sí.

Y en tu corazón te consume el deseo de amarlo, de repetirle tus intenciones más hermosas, de (....) decirle que para ti no existe otro más que Él”.

Más que preocuparnos por no pecar debemos esforzarnos por amar porque el que ama no peca o peca menos. Al final del día no estemos contentos por no haber pecado, sino de haber amado. Sólo el amor redime el tiempo, el momento presente.

Ama y haz lo que quieras”, San Agustín.              

 

NOTAS:

PARA PEDIR A DIOS.

(Ponerme en el lugar del otro, salir de mí. Apertura, contra Egoísmo, y contra ORGULLO).

(Pensar siempre que yo no soy mejor que nadie).

(¿Cuánto de egoísmo y orgullo hay en mi relación con el prójimo?)

(Mi experiencia: He recibido lo mejor y lo peor del ser humano).

(No prejuzgar, conocer antes el sufrimiento, 8º sacramento –como bien dice Jesús Martín Ballester-)

(Pero sin duda, lo peor me ha colocado siempre en mi sitio, la humillación, la cruz y amar la cruz, cuando llega es reencuentro con mi cruz y la suya, me ha ayudado a vivir la vida en Cristo crucificado).

(Un hombre con malas maneras, una mujer mal educada, me ponen en mi sitio, me ayudan a amar “especialmente”).

(No puedo, es dificilísimo, pero coloca en la dimensión de un amor crucificado, el de los enemigos).

 

(La valoración es muy sencilla: ¿ME ALEGRO DE LAS ALEGRÍAS DE MIS HERMANOS, O ME SIENTO INDIFERENTE, FRIO, INCLUSO ENVIDIOSO O DESPRECIATIVO?  . ¿SOY AGRADECIDO CON DIOS POR MI HUMANIDAD?)  .

(“Un corazón agradecido eternamente, ama eternamente”).

(Doy gracias hasta por mi debilidad, y la del prójimo, no podría saberme amado y perdonado por Dios sino me sé pecador, (enlazando con el tema anterior).

Muy bueno: Auténtico Sentido del Amor).

 

Francisco Sánchez Abellán