Guillermo Rovirosa

Artículos

 

 

http://www.solidaridad.net/secciones.php?seccion=GUILLERMO+ROVIROSA

 

 

ROVIROSA, PROFETA del MUNDO OBRERO

Reproducimos un artículo sobre Guillermo Rovirosa, promotor de la militancia obrera cristiana y maestro de espiritualidad desde los pobres, hoy en proceso de beatificación, escrito por el entonces Obispo de Madrid, Alberto Iniesta, y publicado en el diario EL PAIS el 4 marzo de 1989.

EL PAÍS | Opinión - 04-03-1989

Por Aberto Iniesta

 

Para una mirada superficial, podría parecer que no se den entre los intelectuales de nuestra época aquellas resonantes conversiones al cristianismo que se dieron en tiempos pasados, como las de san Pablo, san Justino, san Agustín, etcétera.Por el contrario, también en época reciente ha habido conversos, como León Bloy, Edith Stein, García Morente, Alexis Carrel, Paul Claudel, Giovanni Papini, Thomas Merton o François Mauriac, todos ellos fallecidos en este siglo, por citar solamente algunos de los más famosos y sin tener en cuenta los muchos que todavía viven, como el cardenal Lustiger, arzobispo de París, de origen judío; el famoso escritor británico Graham Greene, o la rusa Tatiana Goricheva, entre otros.

El 27 de febrero se cumplieron 25 años de la muerte de uno de estos hombres, buscadores insaciables de la verdad, de una verdad tan grande que pudiera llenarles completamente el corazón. Me refiero a Guillermo Rovirosa, al que bien podríamos comparar con san Agustín en su peregrinar por los diversos sistemas de religión y pensamíento que pudieran convencerle plenamente.

Durante dos años se dedicó al espiritismo. Luego estuvo investigando y practicando en la teosofia. "Aquí", dice, "el deslumbramiento fue mayor y duró más tiempo. Empezó ganándome la voluntad el lema de la Sociedad Teosófica que dice así: ´No hay ninguna religión que esté por encima de la verdad´. Profesan", sigue él, "una especie de sincretismo, afirmando que todas las religiones que existen o han existido contienen una parte de la verdad, pero que no hay ninguna que la tenga toda. El progreso religioso, por tanto, consiste en ir separando el grano de la paja en todas las religiones para ir construyendo la gran religión sintética en la que todo sea verdad. Esto me entusiasmó, y me puse a estudiar tanto como pude todas las religiones, menos la de Cristo. De ésta", pensaba yo, "ya estoy de vuelta... Cada descubrimiento era un nuevo placer".

Y así va explicando cómo pasó sucesivarnente por el parsismo,, el budismo, el hinduismo, el confucianismo... A la muerte de su suegro, en 1930, marcha con su esposa a París, buscando mejores horizontes para su trabajo en la industria del juguete mecánico, inventando también un nuevo modelo de proyector cinematográfico que perfeccionaba en varios aspectos los ya existentes por entonces. A finales de 1932, caminando distraídamente por la Rue de Vaugirard, cerca del Louxembourg, se encontró con una gran muchedumbre a la puerta de la iglesia de San José. Por pura curiosidad preguntó qué ocurría, y le informaron que estaba allí en visita pastoral el arzobispo de París, cardenal Verdier, muy conocido y hasta discutido en la opinión pública francesa por su decidida promoción del arte sagrado moderno, habiendo pedido en varias ocasiones a Le Corbusier, entre otros artistas de vanguardia, su colaboración para las iglesias de la periferia de París.

"Empujado por la curiosidad, entré como pude para ver -todos los subrayados son de Rovirosa- al hombre de moda. Yo iba solamente para verle, y ya me habría dado por satisfecho. Pero resulta que, además, le oí. El. oírle fue cosa de dos o tres minutos, y lo que capté fue este concepto: ´El cristiano es un especialista en Cristo, y de la misma manera que el mejor oculista es el que más sabe de teoría y práctica de ojos, así el mejor cristiano es el que mejor sabe de teoría y práctica de Jesús´. Entonces me di cuenta de que de Jesús nada sabía, ni de teoría ni de práctica. Y me entraron ganas de saber algo. Lecturas y más lecturas. Me impresionó tina Vida de Jesús de François Mauriac, escrita poco tiempo después de su conversión. Fue san Agustín el que abrió mis ojos a la luz de la verdad".

En efecto, vuelto a España y a Madrid, por razones profesionales, a finales del año siguiente practica un mes de oración y de meditación en El Escorial, orientado por un padre agustino del que guardó siempre un entrañable recuerdo, el padre Fariña, luego asesinado en Patacuellos, sobre el libro de las Confesiones, de san Agustín. El día de Navidad de aquel año 1933 hizo lo que él llamaba su "segunda primera comunión".

´ Al llegar la guerra civil y comenzar el asedio de Madrid tuvieron que abandonar su domicilio en la zona de la Universitaria, convertida en frente de guerra, y decidieron instalarse muy espartanamente en los sótanos de la empresa de electricidad de la cual era director, situados en la zona de Gran Vía. Allí habilitó una capilla, donde se las arregló para que diariamente se celebrase al menos una misa, a la que acudían numerosos amigos y feligreses de aquella parroquia. "Nos la jugábamos cada día", dice, "pero salíamos confortados, llenos de Jesucristo, que era lo más importante". En aquel templo clandestino se distribuyeron más de 6.000 comuniones y se celebraron dos navidades y tres semanas santas, como anota el mismo Rovirosa meticulosamente.

El matrimonio trasladó más adelante su vivienda a otros sótanos de la calle de Bárbara de Braganza, donde se habían recogido los restos de la biblioteca saqueada de Fomento Social, de los jesuitas. Allí aprovechó los largos tiempos de forzoso encierro para estudiar a fondo las cuestiones sociales y económicas, y más concretamente la doctrina social de la Iglesia. Él dirá después que allí ocurrió su "segunda conversión".

Pero en lugar de entusiasmarse con aquella doctrina, la encontró más bien como una concepción burguesa de la vida cristiana y de la sociedad, impresentable al mundo obrero. Así los pobres no podrían ser evangelizados, que era su obsesión, adelantándose a uno de los grandes principios del Concilio Vaticano II.

Por denuncias de un alto cargo de su empresa, al que Rovirosa perdonó cordialmente, en septiembre de 1939 es encarcelado en la cárcel de Porlier. Porque era tan aceptado entre los traba adores, pese a su cargo directivo, que durante la guerra había sido elegido por ellos mismos como presidente del comité obrero de la empresa. Fue condenado a 12 años y un día, pero, por una serie de coincidencias, indultado un año después, y desde entonces se dedicará durante toda su vida a la lucha obrera y al apostolado entre los obreros. Su bautismo de fuego fue en una de las parroquias de Vallecas, precisamente en la del Dulce Nombre, en la que yo viví durante 12 años, en el barrio de Doña Carlota.

Sería interminable relatar, ni siquiera en resumen, el resto de aquella vida, entregada totalmente a su fe y a su ideal hasta la muerte, ocurrida en el hospital Clínico de Madrid, el 27 de febrero de 1964, a causa de una embolia cerebral. Baste decir que él fue, juntamente con Tomás Malagón, uno de los que más y mejor han orientado e impulsado la pastoral obrera en España. Promotor del apostolado especializado dentro de la Acción Católica y fundador de la HOAC; fundador del semanario Tú, que llegó a tirar 50.000 ejemplares y fue la bestia negra de los ministros de Franco; iniciador de los grupos obreros de estudios sociales, los famosos goes, que protagonizaron tantos conflictos con la policía de la dictadura; el que elaboró el Plan Cíclico de Formación de militantes, un verdadero monumento pedagógico y doctrinal que ha fraguado muchas generaciones de militantes; el que inició en Montserrat, donde vivió largas temporadas, el Boletín de la HOAC, luego transformado en el actual Noticias Obreras, etcétera.

Además esbozó un ensayo de solución a los problemas sociales y económicos, desde la inspiración cristiana, al que llamó Manifiesto comunitarista. El mismo Rovirosa recalcaba al final de su trabajo que solamente pretendía "ofrecer un punto de partida a sus hermanos los obreros de la HOAC para que entre todos se pueda elaborar un plan concreto de realización práctica, encaminado a que las normas sociales de la Iglesia dejen de una vez de ser exclusivamente palabras, palabras, palabras".

No se puede ignorar que desde entonces el cuerpo de doctrina de la Iglesia católica sobre los problemas económico-sociales se ha reformulado ampliamente en sus principios y ha avanzado proféticamente en sus contenidos, desde Juan XXIII hasta Juan Pablo II, pasando por el concilio y Pablo VI, gracias en buena parte a hombres como Guillermo Rovirosa.

De él dijo en 1977 monseñor Pont i Gol, entonces arzobispo de Tarragona: "He aquí un profeta; es decir, un hombre traspasado por la palabra devoradora de Dios, como Jeremías, como Isaías, como Amós, como el Bautista. ¿Vale la comparación? Yo asumo el riesgo de hacerla". Y añadía, al final del prólogo a la biografía de García Soler, de la cual he tomado las citas de este artículo: "Los pobres no son evangelizados. Es el grito y el reto y la urgencia de nuestro momento. Un profeta nos lo ha dicho a la cara".

Hace pocos días, con ocasión de un viaje pastoral por Tarragona y Mallorca, fui a visitar a José Pont i Gol, ahora emérito de aquella diócesis. Al preguntarle si volvería a decir lo mismo, me respondió con energía, adaptando la famosa frase de Rovirosa cuando aún entre algunos cristianos era puesto en entredicho, como reafirmando su fe cristiana y su pertenencia eclesial: "Ara més que mai...!"

("Ahora más que nunca...").

Monseñor Alberto Iniesta Jiménez, obispo emérito de Madrid

 

ROVIROSA, EN SU PALABRA VIVA

Reproducimos algunos escritos de Rovirosa, que nos servirán de pórtico para aproximarnos a su personalidad y a su ideario. Esta mini-autobiografía fue publicada por Rovirosa en Temoignage Chretien (1956) y en la revista ´Imágenes de la fe´ Nº242 en 1990.

RASGOS AUTOBIOGRÁFICOS

TIEMPOS DE NIÑO

Prefiero que el uso de mí nombre sea Guillem, en catalán, a Guillermo que es la versión española. Guillem Rovirosa, nacido en 1897 en Vilanova i Geltrú, en Cataluña. Fui el último de los tres hijos de un hogar de campesinos. Cuando yo vine al mundo nadie me esperaba (mi hermano anterior era siete años más viejo que yo), y mi madre y todas las mujeres que la rodeaban, se habían puesto de acuerdo en que lo que debía nacer era una niña, que era la gran ilusión de mi madre, tener una hija. Hasta el punto de que en el momento de mi nacimiento, y al darse cuenta de que yo era un niño, resultó que nadie había previsto nombre para mí, y los nombres tradicionales en la familia, los llevaban ya mis dos hermanos, Santiago y José. Entonces alguien se acordó que mi bisabuelo había querido que alguno de sus hijos se llamase Guillermo, pero no lo había conseguido, pues los dos niños que se habían bautizado con ese nombre habían muerto en temprana edad. Y ésa es la razón de que yo lleve un nombre que no tiene semejante en toda mi familia.

En un mundo agrícola, con todas sus rutinas y su estrechez de vida, mi padre era una excepción; era abierto y muy deseoso de poner en obra toda la técnica agrícola moderna (de su tiempo), lo que le valió casi su ruina, pues sus colaboradores no podían seguirle. Era en mi opinión, el prototipo de lo que los ingleses llaman un «gentleman farmer». Perdí a mi padre a la edad de nueve años, pero guardando de él un recuerdo muy vivo y preciso, y una gratitud inmensa, pues él ha marcado toda mi vida en lo que voy a decir: De pequeño yo no era como los otros niños, sino diez veces peor que todos juntos; no había maldad de la que yo no fuera el organizador y el principal o único autor. Pues bien; mi padre jamás me pegó; si lo hubiera hecho, estoy cierto hoy, jamás hubiera tenido interés en llegar a ser un hombre honrado. Pero nunca me pegó; él me tomaba sobre sus rodillas y de su boca (rodeada de una barba de patriarca) no salían más que reflexiones, como se le harían a un hombre de treinta años. Comenzaba siempre por una apología de la verdad, que, en su opinión, era la única cosa que hacía verdaderamente HOMBRE al hombre. Y entonces con toda paciencia, me «tiraba de la lengua» a base de besos y caricias, hasta confesar todas mis maldades, no solamente las hechas, sino también lo más íntimo de mi conciencia. Yo jamás fui capaz de mentir a mi padre; absolutamente imposible. Después me conducía a hacer por mi mismo el juicio, a hacerme decir lo que yo debía pensar, de todo ello... La cosa se terminaba siempre en sollozos; yo me cogía a su cuello y le pedía solamente que se callara, que yo ya no lo haría otra vez. Me acuerdo muy claramente que, numerosas veces, en el momento de preparar o de comenzar cualquier maldad, recuerdo de lo que me esperaba sobre las rodillas de mi padre era suficiente (ampliamente suficiente) para detenerme y hacerme cambiar. Si me hubiera pegado... no puedo ni pensarlo y ¡hubiera sido la catástrofe!. Ese culto de la verdad y ese pánico a mi propio juicio es la maravillosa herencia que yo he recibido de mi padre y 1o que me hace bendecir por siempre su memoria. En mi país existía la costumbre de mejorar al hermano mayor en la herencia, y yo no recibí más que una parte mínima de los bienes materiales de mi padre; hoy comprendo lúcidamente que quien ha sacado el gran lote de mi padre he sido yo.

Mi madre era una mujer de una religiosidad y una piedad extremas. Cuando yo tenía solamente unos meses de existencia, fue afectada de una parálisis, reducida a no poder en absoluto moverse. Conservaba en plena lucidez solamente su cabeza, el resto como si estuviera muerta. No me acuerdo de haberle oído nunca ni una queja, ni la más pequeña. Daba gracias al buen Dios de tenerla cerca de sí en la cruz. No podía yo entonces comprender todo esto; en realidad lo he comprendido después, y absolutamente en el sentido opuesto, y el espectáculo de mi madre cuando yo la perdí (a mis 18 años) ha sido uno de los principales motivos de mi apostasía. Mi madre, ni se quejaba, ni pedía nunca nada, había que adivinar sus necesidades y deseos. Pero, en su inmovilidad se preocupaba de todo y todos los detalles, incluso los más ínfimos. En mi espíritu, estúpidamente lógico, aparecía con una nitidez excesiva el contraste entre lo que mi madre merecía y lo que la vida le había concedido. Esta Providencia, de que se me hablaba, era un sinsentido. Mi exigencia de verdad me llevaba a no concebir como verdadera una tal Providencia.

INTERNO EN LOS ESCOLAPIOS

Mi salud precaria durante mi infancia obligó a mi padre a retenerme en el campo, sin poder frecuentar la escuela; así llegué a los 8 años completamente sin saber una letra. A esta edad se me mandó a la ciudad (Vilanova i Geltrú) y me acuerdo muy bien del tormento que era para mi amor propio mi presencia entre niños de más temprana edad. A la muerte de mi padre (cuando yo tenía 9 años), y visto el estado de mi madre, se me internó en una escuela de religiosos escolapios. Comencé mi bachillerato, siendo el menos preparado del grupo; era la risa de los demás, y eso hería mucho mi orgullo. Estudié con rabia y al tercer año era el primero de la clase; los tres cursos finales los hice en dos años, y acabé un año antes que los demás que habían comenzado conmigo. Esa fue la venganza de mi amor propio herido. En ese centro de «formación» tenido por religioso aprendí, entre otras cosas, muchas materias propias del bachillerato, las perversidades sexuales de un lado y los alrededores de la religión del otro. Digo los alrededores para expresar que se me enseño la moral, la liturgia, la Historia Sagrada, etc... Pero que yo salí de allí sin conocer la persona ni el mensaje de Nuestro Señor Jesucristo.

Finalizado el Bachillerato, muerta mi madre, y un poco en desavenencia con mi hermano el mayor, me encontré a los 18 años sin sujeción alguna. Estudié la Técnica Eléctrica (trabajando para pagar mis estudios), y cuando estaba ya muy próximo a su término, cogí una tuberculosis y quedé sin mi certificado de estudios. Pude curar y a los 25 años me casé.

CRISIS RELIGIOSA

A la muerte de mi madre, en contacto brutal con el «mundo», muy rápidamente llegué a la conclusión, muy clara, de que la religión era una engañifa, organizada por astutos, para vivir de las donaciones de la gente que no tenían gran cosa en su cabeza. Yo no sabía entonces nada del slogan «opio del pueblo»; si lo hubiera sabido, ésa era exactamente mi opinión.

Dejé de frecuentar las iglesias y me puse decididamente enfrente. Me burlaba desaforadamente de mis compañeros que practicaban, los ponía siempre en ridículo. Ahora comprendo que ellos eran pobres rutinarios, incapaces de defenderse; habían «aceptado» todo simplemente sin plantearse ninguna cuestión, ni a sí mismos ni a los demás. Esa especie es excesivamente abundante en lo que se llama el catolicismo español. Gregarismo en estado puro. Además de ese estado de espíritu, que se manifestaba cuando las ocasiones se presentaban, en esta etapa que precedió mi tisis, me había entregado completamente a mis estudios técnicos y me desinteresé de todo lo demás. La enfermedad me hizo pensar un poco (muy poco); el giro favorable que tomó rápidamente me lanzó a vivir, más bien que a pensar en la muerte.

Un año después de mi matrimonio sufrí una sacudida muy fuerte; mi cuñado, que tenía exactamente la edad mía, al que yo quería mucho, y con el que había hecho grandes proyectos, murió de una enfermedad muy rápida, y eso me dejó en un total desamparo ante la vida. Encontré que me faltaba alguna cosa esencial (que no podía ser la religión católica, de la cual yo estaba de vuelta) y entonces caí en el espiritismo. La esperanza de poder «comunicar» con mi cuñado y la creencia de haberlo hecho en algunas circunstancias me hicieron apasionarme por esta ideología y viajar en busca de «mediums» extraordinarios. En esta línea yo pude comprobar que el número de adeptos al espiritismo es mucho más amplio en España de lo que se cree. Una de las razones es quizás que los adheridos practican totalmente la regla del sigilo, no hablan de estas cosas nada más que con los iniciados. Vi que cada grupo era una unidad que se bastaba a si misma, casi sin relaciones con los otros grupos; cada «medium» que tenía comunicación directa con el absoluto no tenía interés ninguno en ponerse en relación con los otros y limitar así el círculo que tenía cerrado sobre sus «fieles». Entonces quise conocer una teoría del espiritismo, pues las contradicciones que yo observaba en un grupo frente a otro me hacían dudar hoy de lo que tenía ayer por cierto. Entonces me apliqué a leer, más bien que a asistir a las reuniones. Casi toda la literatura espiritista se basa sobre lo maravilloso y sobre afirmaciones incontrolables. Mi exigencia de verdad (herencia de mi padre) me hacía desconfiar.

Los libros de Richet, que pretendían dar una base científica al espiritismo, me hicieron una gran impresión al principio; cuando yo quise experimentar fue la gran desilusión, pues había puesto una meticulosidad muy severa. Cuando manifesté mis inquietudes a un compañero, él me orientó hacia la teosofía, me dijo que la precisión y la rigurosidad que yo buscaba estaban precisamente en ella. Me puse en contacto con los grupos teosóficos de Barcelona y me devoré los escritos de Madame Blavatsky y Annie Besan; me quedé deslumbrado ante la síntesis religiosa que pretendía hacer y me apasioné sobre todo por el hinduismo. Fueron unos tres años de intensa actividad en las filas de la Sociedad Teosófica Española. Incluso llegué a formar una pequeña comunidad teosófica agrícola en la provincia de Alicante, que acabó mal. Pero voy a explicar lo que me hizo dudar de la Teosofía y al fin dejarla: fue la creación del Cosmos por emanación. Con un átomo de mi ser yo construyo el Universo y continúo existiendo. Este versículo de los Vedas, del cual se desprende toda la idea del Universo, no podía admitirlo. Ese átomo de Brahma me fastidiaba continuamente. Y finalmente, en 1928, caí en un escepticismo total. Si hubiera conocido entonces el existencialismo, seguro que hubiera entrado en él. Llegué a la conclusión de que no había nada que hacer con todo lo que trascendiera la materia y me apasioné más que nunca por mi técnica, por aquellas cosas que son verdaderamente verdaderas.

En mi matrimonio yo no tuve hijos, y en 1929, tras la muerte de mi suegra, mi mujer y yo, después de haber quemado las naves, dejamos España para correr nuestra aventura en París, a donde llegamos en el mes de mayo. Yo no tuve éxito en mis proyectos, y finalmente entré a trabajar en una fábrica en Compiégne (Oise). Pero fue en París en 1932 cuando se inició mi conversión.

CONVERSIÓN

Un día pasaba por delante de la parroquia de S. José y vi mucha gente agrupada delante de la iglesia, pregunté qué ocurría y me dijeron que el cardenal Verdier hacía su visita pastoral y predicaba en el interior. Entonces se hablaba mucho del cardenal en los papeles, a causa de las nuevas parroquias que hacía edificar por Le Corbusier en las afueras de París. Tuve la curiosidad pueril de conocer a un hombre tan renombrado y pasé al interior. No le oí gran cosa, pero fue suficiente. Retuve estas palabras: De la misma forma que el mejor oculista es aquel que conoce mejor los ojos, así el mejor cristiano es aquel que conoce mejor a Cristo. Entonces me pregunté si yo conocía a Cristo, e incluso si le conocían aquellos que habían querido enseñarme la religión en mi juventud. Mi respuesta fue un no categórico. Y en principio por curiosidad, y sin querer dar una gran importancia al asunto, tomé la decisión de documentarme sobre el caso. Unos días después yo compraba la Vida de Jesús, de Mauriac, que me gustó mucho, pero que no cambió mi escepticismo.

Hay que decir que mi mujer había seguido mis avatares en el espiritismo y la teosofía, pero que tras la muerte de su madre había vuelto a las prácticas religiosas, que yo respetaba, pero que en ninguna manera compartía. Su sencillez me conmovía, pero no podía convencerme. Ella se alegró mucho que yo me interesara por conocer a Cristo, y rogaba, pedía incansablemente. Entonces fuimos a Compiégne. Mi trabajo me dejaba mucho tiempo para leer, y yo leía todo lo de una manera seria se refería este asunto. Cobré una gran simpatía por Jesucristo y ciertos santos, pero había una cosa que de ninguna manera podía admitir: Un hombre es Dios, Dios es un hombre.

Después de varios meses no se veía el sol en Compiégne; se hacían incluso rogativas por la detención de la lluvia. Para un español eso tiene una cierta importancia. Entonces yo escupía un poco de sangre a consecuencia de una irritación en los bronquios y, como tenía algunas economías, pedí unas vacaciones de dos o tres meses, para ir a España. Todo esto ocurría a principio de noviembre de 1933. Fuimos a El Escorial, cerca de Madrid, donde se hallaba el célebre monasterio. Allí mi mujer conoció a un agustino del monasterio, el padre Agustín Fariña (0.S.A.), que quiso concederme algunas entrevistas.

El padre Fariña fue asesinado al principio de la guerra española (agosto 1936) con la casi totalidad de los monjes del Escorial, y he guardado de él un recuerdo muy tierno y agradecido, porque en el orden sobrenatural, el siguió un método muy parecido a aquel que siguió mi padre en el orden moral. Evitó desde un principio en nuestras conversaciones el tema religioso, y nuestras entrevistas trataban de asuntos que nos interesaban a los dos. Me regaló «Las Confesiones», de San Agustín, y me propuso no hablar de religión hasta después que las hubiera leído metódicamente.

Aquí debo hacer una disgresión para decir que, desde mi juventud, cuando tomo un libro, lo hago, no con un prejuicio favorable hacia él, sino como un enemigo con el que voy a batirme lealmente, si él lo consiente. Muchas veces, para mí en cada libro cerrado, hay una carga de ideas que se oponen a las que yo he aceptado y que forman parte ya de mí mismo. El autor intentará hacerlas valer ante mí, y yo voy a defenderme valientemente hasta la última trinchera. Si soy vencido, siempre he considerado un honor el declararlo noblemente. Soy, creo yo, un lector muy exigente, tanto para mí, por lealtad, como para el autor por honestidad.

Con esta disposición, tomé «Las Confesiones» de San Agustín y luché encarnizadamente con él. Entonces toda la dificultad, para mí, estaba en aceptar a Jesús como verdadero hombre. La lucha duró hasta el capítulo VII, al fin del cual tuve la dicha de rendirme con armas y bagajes. Fue el descubrimiento de la humildad, la pobreza y el sacrificio encarnados en la vida de Jesucristo y fundamento de su mensaje de Amor, lo que me hizo ver la originalidad del cristianismo con relación a las otras religiones. Comprendí entonces que ese mensaje no podía ser «pensado» ni dado por un hombre, ni siquiera por un hombre (ni un ángel) enviado por Dios, pues hubiera adolecido de falta de fuerza moral, y con toda razón yo hubiera podido burlarme de él. Ese mensaje no podía partir más que de Dios. Y no hubiera tenido valor para los hombres, si no lo hubiera puesto en un Dios Encarnado. Verdaderamente los profetas hablan de estas cosas, pero nadie les hizo caso; incluso después de Jesucristo casi nadie hace caso, solamente los santos han sido «sensibles». Todas estas cosas sobrepasan la naturaleza humana. La mayor parte de los llamados cristianos dejan estas cosas de lado, y engrandecen los alrededores. Entonces comprendí mi apostasía a los 18 años: Yo había dejado no a Cristo ni al cristianismo, sino un erzatz, que se me había querido hacer aceptar como mercancía «de marca». Pero «la marca» yo no la conocí a los 18 años, la conocí a los 36.

No tuve ninguna necesidad de discutir con el padre Fariña; aquella tarde, cuando yo llegué a su celda, no le dije más que esto: Le pido que me confiese. ¿Cuánto tiempo duró la confesión? No lo sé. Lo que si sé es que en mi corazón no había gran espacio para la atrición y el dolor; tanta era la alegría que lo invadía. Lloré largamente; fui dichoso, plenamente dichoso, y aquellas lágrimas las considero como mi bautismo de fuego.

El día de Navidad de 1933, a las 6 de la mañana, yo hice mi verdadera Primera Comunión, y cada día desde entonces miro mi comunión diaria como la continuación de aquella que fue mis primicias de Comunión Eterna.

Permanecí aún dos meses en El Escorial. Fue un invierno muy nevado. Cada mañana, antes de las 6, en plena noche, yo encontraba ante mi puerta un mantel blanco que limpiaba juntamente con mi mujer para ir a la misa del padre Fariña a las 6 en el altar del sacramento. Casi siempre estábamos solos en esa misa; tras ella se extinguían los pocos cirios de la inmensa Basílica (réplica de la de San Pedro de Roma) y entraba en un silencio total hasta las 7, y en la oscuridad, atravesada solamente por la pequeña llama del sagrario, permanecíamos muy cerca de El. Aquellas mañanas, antes de apuntar el día, yo las miro hoy como los mejores recuerdos de mi vida.

Fue un deslumbramiento. Había encontrado la clave. Con las ideas de pobreza, humildad y sacrificio, yo me embriagaba del Nuevo Testamento. Todo era maravilloso, radiante, inmenso, era una verdadera apoteosis.

Después fui a Madrid para volver a Francia. Pero cuando iba a tomar mi billete, encontré a un amigo de la infancia, que me propuso que me quedara unos meses para ayudarle en sus trabajos. Acepté; y aquellos pocos meses se prolongaron hasta el presente.

OPCIÓN FUNDAMENTAL

Quiero destacar mi deslumbramiento ante la maravillosa síntesis cristiana: la Encarnación, la Vida y la Doctrina de Jesús, resumida en una palabra: Comunión. Todo montado (para el fiel) sobre la triple sólida base de Comunión de Vida (Humildad), Comunión de toda clase de bienes (Pobreza) y Comunión de Acción (Sacrificio). Sobre esta base colosal, la Caridad. En España se confunde siempre Caridad con limosna, y esta confusión me molestaba un poco, pero rápidamente comprendí que en la limosna, tal como se practica, no hay casi nunca nada de Comunión, por lo tanto nada de Caridad. La Caridad es la cuarta dimensión de las tres coordenadas de Comunión (Humildad, Pobreza y Sacrificio). Y esta cuarta dimensión hace posible la hipóstasis del cielo y la tierra. Ante este bello panorama, todo lo que me había encantado en otras religiones se encontraba comprendido y magnificado hasta el infinito.

Entonces comprendí que, para el cristiano, la base no es la Ley de Moisés (ésa era la base para los judíos, y se puede decir que no han sacado de ello gran provecho), sino la Ley del Amor expresada en el Mandamiento de Jesús, que permanece aún absolutamente nuevo (e inédito). A la luz del Mandamiento Nuevo de Jesús yo me he posternado ante la grandiosidad de San Pablo y San Agustín, que han sido mis dos grandes maestros, y lo son todavía; cada día se hacen nuevos descubrimientos, más grandiosos que los anteriores, en la inmensidad de nuestra fe. Cuando otros cristianos se limitan a poner en el lugar de honor la Ley de Moisés, su división en sectas es inevitable, y es que no son aún cristianos, sino pre-cristianos. Cuando el Mandamiento Nuevo se coloque en el lugar de honor que merece, la unidad de la Túnica Sagrada se hará automáticamente. Los cristianos estamos divididos porque no somos aún cristianos. Si lo fuéramos no podríamos estar divididos. Cristianos divididos es un sinsentido; más aún, un imposible metafísico. Comprendo muy bien la oración de nuestro capellán general: Por la conversión de los cristianos.

MILITANCIA

Después de mi apostasía y mi conversión religiosa vino mi apostasía y mi conversión a la sociología católica. Quiero confesar, en primer lugar las cuestiones sociales ni habían interesado nunca más; ni por mi inclinación ni por los acontecimientos de mi vida habían atraído nunca mi atención. Pero la necesidad de rescatar mis años malditos me impulsó a buscar dónde y cómo podría aprovechar yo mejor los años que me quedaban de vida.

No tuve que dudarlo mucho tiempo; vistas mis circunstancias personales, y oída la voz apremiante del Papa (entonces Pío XI), comprendí inmediatamente que mi lugar estaba en las filas del Apostolado Obrero. Pero yo no entendía nada del asunto, y era preciso prepararse.

Tuve entonces noticias de que se iba a inaugurar un «Instituto Social Obrero» (era entonces el otoño de 1934) e hice en él mi inscripción. Lo frecuentaba todas las tardes (de 7 a 9) a la salida de mi trabajo. Y así permanecí durante tres meses, pero salí disgustado; mis exigencias de Verdad, no se satisfacían, y el panorama sociológico que se me había mostrado me turbaba profundamente. No, no me comprometería yo en eso. Se me había presentado una sociología católica en la que no se trataba de comunión, ni de Humildad, ni de Pobreza, ni de Sacrificio, ni de Mandamiento Nuevo. Yo ahí no me reconocía. Entonces tomé la decisión de olvidar la sociología católica, de desinteresarme totalmente de ella. Buscaría otro espacio para laborar en la viña del Señor.

En este estado de espíritu vino la guerra española, que me cogió de sorpresa. Yo entonces me interesaba muy poco (o nada) por cuestiones políticas, y sobre todo me ocupaba por profundizar en el pensamiento cristiano. Habitaba en un suburbio de Madrid en un lugar que llegó a ser frente de combate. Tuve que evacuar mi residencia hacia el interior de la ciudad, y la Providencia hizo que cayese en un sótano, en el cual se habían amontonado (en espera de quemarlos) los libros de los padres jesuitas de «Fomento Social» (era algo muy semejante a la «Acción Social», de París). Era toda una biblioteca de sociología muy al día, y principalmente de libros franceses. En aquel momento hubiera preferido otra cosa; pero me creí en el deber de ponerlos en orden y comencé a interesarme. Mi interés aumentaba a medida que podía profundizar en el pensamiento de Pío XI y de ciertos sociólogos. Finalmente, me apasioné, y durante dos años, casi todas las tardes y numerosas noches, yo las consagraba a la profundización de la sociología cristianas, considerada como una exigencia de

Comunión y no como un derivado de la Ley de Moisés en el Pentateuco.

Lo repito: fue mi segunda conversión, y representa con la primera un conjunto armonioso. La primera, me hizo encontrarme a mí mismo en Cristo; la segunda, me hizo sumergirme en el Cuerpo Místico. Los aspectos personal y social se complementaban el uno al otro. La creación (sobre todo el hombre) eran, entonces los veía así, como una gran maravilla. Incluso el Pardito Socialista Belga y Mao-Tse-Tung, podría decir hoy, y Nasser, si queréis. Terminada nuestra guerra yo ofrecí mi vida al Señor para quemarla en el fuego de su servicio; me puse en las manos de su Providencia para no rehusarle nada, pidiéndole cada mañana que me dijera lo que quería hacer de mí. Comprendí claramente el gran daño que me había hecho en mi juventud una versión burguesa, farisaica y judaizante del catolicismo, y el gran mal que me hizo en la edad adulta una versión, con las mismas taras, de la sociología católica. Pero había podido salir del abismo y llegar a la plena luz, mientras que, a un número incalculable, los veía (y los veo todavía) engullidos por ese abismo en el que yo había permanecido durante 18 años. Y me entregué a la tarea ¡nada fácil , sin duda!

Es un combate agotador, pues, con aquellos que se designa frecuentemente como los enemigos de la religión, el convencerles del cristianismo de Cristo es extremadamente fácil (lo que cuesta es contactar con la profundidad de su ser), pero los que son duros, son los que se llaman los fieles, aquellos mismos que me perturbaron a mí en mi juventud. Estos últimos son en general de una gran buena fe, pero su buena fe, no es de la buena, pues se apoya sobre todo en la rutina, y la razón no tiene ahí nada que hacer. Pero lo que es imposible a los hombres es fácil a Dios, y de una parte y de otra, yo vi surgir por todas partes cristianos de Comunión. Algo formidable. Al fin de la guerra, el Señor aceptó mi oblación, y pasé por la prueba de que poco después Franco me pusiera en prisión durante 11 meses. La prisión fue para mí la escuela que me faltaba, y doy de ello siempre gracias a Dios.

A la salida, volví al trabajo; durante tres años seguí los cursos del Instituto Central de Cultura Religiosa Superior para Laicos, de Madrid, donde pude sistematizar el bagaje disperso que yo portaba. Los libros y las conferencias me enseñaron mucho, ciertamente; pero la gran enseñanza yo la saqué de la vida y del gran libro por antonomasia: el Nuevo Testamento.

Después he entrado en la Acción Católica dispuesto a no rehusarle nada. Así me encuentro totalmente comprometido en la Acción Católica Obrera de España. Las circunstancias de mi vida han evolucionado de tal manera, que hoy mi única razón de vivir es la ACO. Finalizadas las vinculaciones familiares, finalizados los trabajos profesionales (aunque haga algo como «aficionado» para no entorpecer completamente), finalizadas las preocupaciones de todo género, mi vida se gasta en desenmascarar el catolicismo burgués capitalista-farisaico en uso.

Yo no me he hecho jamás tarjetas de visita, pues no sabía que poner debajo de mi nombre. Hoy no me haría tampoco tarjetas de visita, pero sí que sé el título que pondría debajo de mi nombre: sería éste:

ROVIROSA

Entusiasta

 

NAVIDAD

Es patente el peligro de las interpretaciones burguesas de la Navidad… parece que la fiesta glorificadora de la pobreza y de la humildad se haya de conmemorar exclusivamente por orgías de culto bestial a la gula… Ni reducirse tampoco a lo típico, a lo folklórico, es el espíritu de la liturgia.

Es patente el peligro de las interpretaciones burguesas de la Navidad… parece que la fiesta glorificadora de la pobreza y de la humildad se haya de conmemorar exclusivamente por orgías de culto bestial a la gula… Ni reducirse tampoco a lo típico, a lo folklórico, es el espíritu de la liturgia. …¡ El niño de Belén es Dios! Y llenos de amor, los Magos de oriente vienen a postrarse ante El y a proclamar su Realeza. Todos los hombres están llamados a la santidad. ¡Para todos se enciende una estrella! La eterna Epifanía- Cristo, la Iglesia, la Eucaristía- se quiere manifestar a millares, a millones de personas que viven desconociendo la Navidad, que debe tener lugar en cada alma… ¡Hemos visto la estrella! Con los pies ligeros, con el corazón en vigilia, con los ojos relucientes, con el alma extasiada, ¡hemos captado toda la belleza de la vocación!. Hemos abandonado con gusto la comodidad, la pereza, el "no hay nada que hacer" las manías tradicionales, el pesimismo, el embobamiento ante cualquier hombre, el fiarnos del dinero, el comulgar con ruedas de molino,.. y llenos de alegría, amando con todo el alma a Cristo .. ¡ no nos deslumbran apariencias!¡ Hemos visto la estrella! Y para nosotros… es estrella no se ocultará.(Guillermo Rovirosa)

 

 

 

 

MEDIOCRES

Tanto tienes, tanto vales. Este es nuestro lema de mediocres. Para "tener", estorban todas las virtudes humanas de honradez, amistad, fidelidad a la palabra dada, culto a la verdad, sentido de justicia, probidad...

 

"Un hombre mediocre es un hombre frustrado".

Lo que da algún sentido a la lucha humana es precisamente la lucha permanente, y el hombre mediocre es el que no quiere líos. ¿Qué sentido puede tener la vida de un hombre cuya aspiración máxima consiste en no dar sentido a su vida?

Se objetará quizá que la vida del hombre mediocre tiene un sentido de tranquilidad, orden, paz, bienestar,... La respuesta es fácil, ya que el hombre mediocre aspira a todo esto no con criterio humano (fundamentado en la verdad y en la justicia), sino con un criterio vegetal. Y nada más. Ya que los árboles y plantas gozan de una tranquilidad, un orden, una paz y un bienestar que nadie puede poner en duda. Y que es precisamente imitar a ese vegetal a lo que se dirigen los anhelos de un hombre mediocre. Todo ello (como los vegetales) bajo el signo de la nutrición y la reproducción...

En una humanidad de mediocres el dinero ha de ser necesariamente, el signo de valor. Cuando no hay valores humanos de los que echar mano la cosa se degrada, y no se para en lo animal y vegetal, sino se cae en lo más bajo: en lo mineral, para centrar el concepto de valor.

Tanto tienes, tanto vales. Este es nuestro lema de mediocres. Para "tener", estorban todas las virtudes humanas de honradez, amistad, fidelidad a la palabra dada, culto a la verdad, sentido de justicia, probidad... (y con mayor motivo las virtudes cristianas, centradas en el amor del Mandamiento Nuevo). Y los mediocres lo echamos todo por la borda, aunque algunos conservemos una fachada de apariencias...¡por si acaso!

El hombre de presa (que es la versión más animal del hombre) domina, lógicamente a los hombres mediocres (que somos la versión vegetal de la humanidad).

¿Dónde está el hombre? La linterna de Diógenes sigue tan actual hoy como entonces.

Pero ya hace tiempo que un mediocre gobernador de provincia, sin sospechar el alcance de lo que decía, exclamó en una ocasión:

¡Aquí está el hombre!

 

 

 

FENERISMO: Negación y corrupción del derecho de propiedad

Lo único que pretendo es que aparezca patente, por razones de hecho y derecho, que el fenerismo es la negación y la corrupción del derecho de propiedad

 

"Se me dirá, quizá, que si una persona que tiene dos casas se pone de acuerdo con otra persona que carece de techo y ambos suscriben un contrato de arrendamiento, nadie puede afirmar que aquí pueda haber materia delictiva. Ni yo tampoco puedo afirmarlo, actualmente. Me parece que es algo análogo a lo que ocurre cuando un hombre y una mujer adultos se ponen de acuerdo para fornicar.

Lo único que yo aquí quiero dejar claro es la solemne mentira que existe al pretender para el contrato de arrendamiento la misma dignidad y el mismo respeto que merece el derecho de propiedad, del que se presenta como un corolario evidente y como una de sus formas.

Lo único que pretendo es que aparezca patente, por razones de hecho y derecho, que el fenerismo es la negación y la corrupción del derecho de propiedad. Y que sus partidarios busquen, si pueden, otra base en que fundamentarlo y otros argumentos para justificarlo, pues ya ha durado bastante el trágico confusionismo.

Los trucos que se inventaron a lo largo de la historia para que los de "abajo" entregaran dinero (o su equivalencia) a los de "arriba" a cambio de nada tangible fueron en extremo variados: impuestos, tributos, diezmos, peajes, permisos, alcabalas...; pero tarde o temprano su misma injusticia los ponía en evidencia y caían en desuso, inventándose otros que seguían la misma suerte, y así sucesivamente.

Pero el contrato de arrendamiento de bienes se ha beneficiado de una serie de apariencias que han disfrazado su injusticia congénita:

Primero, parece que se trata de un contrato entre hombres libres.

Pero la libertad no existe cuando entran en juego necesidades vitales no satisfechas.

Segundo, parece que los arrendadores son unos hombres generosos y altruistas, que en vez de vivir muy tranquilos conservando sus bienes para ellos solos, se avienen a cederlos en arriendo para socorrer a unos infelices que así pueden beneficiarse de ellos, aceptando magnánimamente las molestias, disgustos, quebraderos de cabeza... que esto lleva consigo. Esto me recuerda la famosa cuarteta:

El Señor Don Juan de Robres

Con caridad sin igual

Mandó hacer este hospital...

Pero antes hizo a los pobres.

Tercero, parece que la concentración de bienes que el fenerismo provoca como exigencia inevitable de su propia naturaleza, es útil a la sociedad, ya que así se pueden emprender grandes obras que de otra manera serían imposibles. Serían imposibles - evidentemente - en una sociedad como la actual integrada en su casi totalidad por los "económicamente débiles" (Occidente y Oriente, es igual), pero serían facilísimas si la gran mayoría de los hombres fuesen "económicamente libres".

¿Para que seguir...?

 

 

HISTORIA LA DE HOAC. (HISTORIA EXTERNA). Conferencia de Guillermo Rovirosa (1950).

 

Desde los primeros instantes, y siguiendo las «Normas» de la Jerarquía, se pensó en dar a la HOAC un contenido espiritual máximo y un sentido social que se fundara solamente en la Verdad y en la Justicia. En lo espiritual se enfrentó la HOAC con los que dicen que a los obreros hay que darles la religión «arregladita» a su mentalidad, como si la santidad no fuera esencialmente UNA, y como si los que acaparan de los bienes de este mundo no pudieran ver con buenos ojos que los obreros «disfrutáramos» de la religión en toda su plenitud; ¡Como si en esto tampoco pudiéramos salir de proletarios! en cuanto a lo social, bien claras y terminante son las palabras de los Papas, particularmente del actual. Ellas han sido constantemente la fuerza firmísima de la HOAC ante los que en todo momento han hecho lo posible para que se plegara y adaptada a los «usos y costumbres»... que nos han conducido a dónde estamos.

La HOAC nació hace 1920 años, en las orillas de la lago de Genesareth, cuando el divino obrero incorporó once obreros, (junto con otro de profesión indefinida) a sus tareas apostólicas.

A través de los siglos a ido adoptando en cada época las «formas» que las necesidades de los tiempos han exigido. Esta «forma» actual data del mes de mayo de 1946, que es la fecha en que los Arzobispos españoles, precedidos por el de Toledo, promulgaron las NORMAS GENERALES PARA LA ESPECIALIZACIÓN DEL APOSTOLADO OBRERO DE ACCIÓN CATÓLICA.

Desde aquel momento, todos los que en las filas de la acción católica sentían ansias por acudir a esta parcela de la viña del Señor, tan descuidada, comprendieron que la HOAC era exactamente la herramienta, o instrumento, que necesitaban, y cuya carencia hacía infructuosos los mejores esfuerzos... como ocurría al labrador que únicamente contara con sus manos para trabajar la tierra.

Al frente de todos ellos hay que destacar un nombre: el de Santiago Corral, presidente del consejo superior de los hombres de acción católica, que con su prestigio defendió desde el primer momento una HOAC obrerista, frente a los que quisieron una HOAC «que no se metida en nada», y cuya misión sería mantener el «Status quo» actual frente a posibles avances del comunismo.

Desde los primeros instantes, y siguiendo las «Normas» de la Jerarquía, se pensó en dar a la HOAC un contenido espiritual máximo y un sentido social que se fundara solamente en la Verdad y en la Justicia. En lo espiritual se enfrentó la HOAC con los que dicen que a los obreros hay que darles la religión «arregladita» a su mentalidad, como si la santidad no fuera esencialmente UNA, y como si los que acaparan de los bienes de este mundo no pudieran ver con buenos ojos que los obreros «disfrutáramos» de la religión en toda su plenitud; ¡Como si en esto tampoco pudiéramos salir de proletarios! en cuanto a lo social, bien claras y terminante son las palabras de los Papas, particularmente del actual. Ellas han sido constantemente la fuerza firmísima de la HOAC ante los que en todo momento han hecho lo posible para que se plegara y adaptada a los «usos y costumbres»... que nos han conducido a dónde estamos.

Desde sus primeros instantes la HOAC comprendió que una condición básica para su éxito era su INDEPENDENCIA TOTAL frente a todo lo que no fuera la jerarquía de la Iglesia. Apoyados en Cristo, nadie dudó del éxito, frente a los que hubieran preferido apoyos de las potestades, o la ayuda de los adinerados.

Con estas directrices bien claras y definidas, se iniciaron inmediatamente en las tareas que culminaron en la «Primera semana Nacional de la HOAC» celebrada en Madrid a últimos de octubre de aquel año memorable de 1946.

Pero habrá que decir algunas cosas de como se preparó: se pensó en la preparación, para ser completa, había de cuidar tanto lo natural como lo sobrenatural. En el aspecto natural, se empezó por publicar desde junio una hoja quincenal que se repartía a todos los centros de hombres de A. C. de España a través de sus respectivos consejos diocesanos. En dicha hoja se les iban poniendo al corriente de los planes y proyectos de la comisión nacional provisional con vistas a la asamblea de octubre, con su programa, conferencias, sus ponencias, reuniones, etc. En el aspecto sobrenatural, además de todo aquello que con carácter particular ofreció cada uno de los que intervenía (y que no puede referirse aquí, aunque lo supiéramos), hay un aspecto que conviene señalar, y fue el padrinazgo de los obreros tuberculosos enfermos en el sanatorio «Victoria Eugenia», de las afueras de Madrid. Tan pronto como aparecieron las «Normas» creando la HOAC, un grupo de enfermos que se preparaban para constituir un centro de acción católica se entusiasmaron con la obra y se prestaron a ofrecer todos los días su sufrimiento y sus dolores por la HOAC, merece ser destacada la figura de Fermín, su presidente, por su gran entusiasmo. Cuando parecía que su salud iba mejorando, tuvo una recaída en septiembre, que en pocas semanas le llevo a mejor vida. Murió dos días antes de iniciarse la «Primera Semana Nacional», no teniendo en su boca más que palabras por nuestra Obra, siendo las últimas que pronunció: «mi vida por la HOAC, mi vida por la HOAC».

Gracias a Dios, son hoy varios los Centros integrados por tuberculosos, cuya colaboración apreciadísima en nuestra Obra consiste en ofrecer diariamente su dolor por la H.O.A.C.

La intervención sobrenatural se hizo patente, ya que dos días antes de iniciarse la Semana Nacional no se tenía en Madrid noticia de cuántos asistirían a ella, pensándose en que su número no pasaría de sesenta. En aquella fecha de últimos de octubre y en aquel año plagado de extranjeros, todo eran dificultades para encontrar alojamientos en Madrid.

Y empiezan a llegar Semanistas, y más Semanistas, hasta el número de doscientos diez; nadie se explica cómo pudo ser, pero con más o menos comodidades, todos se alojaron, y aquella «Semana» transcurrió en medio de un entusiasmo indescriptible, aprobándose una serie de Ponencias que daban la pauta en fórmulas concretas para empezar en seguida a realizar prácticamente las «Normas» de la Jerarquía.

Como figura destacada de aquella reunión hemos de referirnos al Rvdo. D. Atanasio Goicoechea, joven sacerdote que fue designado Consiliario Nacional de la J.O.A.C. pocos días antes y que, gravemente enfermo, fue a Madrid y dio cada mañana las meditaciones durante la Semana Nacional, dejando impresionadísimos a los a los asistentes. A todos los que al verle tan agotado le instaban para que se cuidara, con su sonrisa ancha e inolvidable les contestaba invariablemente: «¿Qué más quiero que morir por «esto»? No tardó muchas semanas en entregar su alma a Dios este fundador de la H.O.A.C., y su entierro fue un acto memorable en Vizcaya por el número inmenso de obreros de todas las tendencias que asistieron al mismo.

El fruto palpable de aquella excepcional reunión (además de los entusiasmos que los asistentes se llevaron a sus respectivas Diócesis) fue nuestro periódico «¡TU!», cuyo primer número apareció el día 15 de noviembre de 1946, como boletín quincenal destinado a que no se apagara el fuego de la Semana Nacional, mientras se preparaba la publicación del gran semanario obrero de A.C., que proyectaba la Junta Técnica Nacional.

Al año siguiente se fueron creando Comisiones Diocesanas y bastantes Centros en diversas Diócesis, celebrándose la Segunda Semana Nacional en el Seminario de Toledo, en septiembre de 1947, asistieron a ella cerca de cuatrocientos semanistas.

Una nota destacada de esta reunión fue la presencia de numerosos sacerdotes, religiosos y seminaristas, y de unos 65 jóvenes obreros. Desde entonces han sido rarísimas las reuniones de la H.O.A.C. a las que no han coincidido estos tres elementos; eclesiásticos y obreros jóvenes y adultos; a lo cual se debe este tono especial que ha ido tomando la Obra, de elevación espiritual, por la presencia de sacerdotes y seminaristas, carencia de sosería, por la presencia de los jóvenes, y sentido constructivo y de responsabilidad, por la presencia de los hombres. Otra nota memorable fue la intervención invisible y visible del Cardenal de la H.O.A.C., el Dr. Plá y Deniel. Aquel trayecto entre el teatro y Palacio no lo olvidarán nunca los que tomaron parte en la manifestación.

Aquella Segunda Semana Nacional dio también su fruto; que fue, el «Boletín de Militantes» (que diversas causas retrasaron) apareciendo el primer número en diciembre de 1947. Mensualmente da los guiones de los «Círculos de Estudios para Militantes», así como consignas y temas formativos y organizativos de la Obra.

Las dificultades de alojamiento que hubo que vencer en Toledo hicieron temer lo que pasaría el año próximo si no se adoptaba alguna providencia especial. La solución fue desglosar la Semana Nacional en dos partes (que antes se tenían simultáneamente): «Cursillos de Formación» destinados a promover vocaciones del militante O.A.C., y «Semana» propiamente dicha, casi exclusivamente para Consiliarios y dirigentes diocesanos, con misión fundamentalmente organizativa y normativa.

Así se hizo, y en primavera de 1948 se dieron tres Cursillos interdiocesanos; el primero, en Córdoba, para la mitad meridional de España; el segundo en Zaragoza, para la parte noreste, y el último en León, para la Diócesis del noroeste, asistieron en conjunto unos quinientos cursillistas. Estos Cursillos se realizan en régimen de internado durante cinco días y medio. En ellos se estudian principalmente cuatro materias: Vida sobrenatural; Técnica del Apostolado; Programa Social y «La H.O.A.C.». Un detalle interesante de estos Cursillos es la parte preponderante que en ellos tienen los cantos de la H.O.A.C., que resuenan en todos los momentos, pues los hay adecuados a todas las situaciones, y dan a tales reuniones una vibración inconfundible.

En el Cursillo de León estuvo presente el joven sacerdote belga R. P. Marcelo Vilenbroeck (antiguo obrero) asistente general del famoso Canónigo Cardijn fundador y alma de la J. O. C., y verdadero patriarca de todo el movimiento obrero católico internacional.

La Tercera Semana Nacional tuvo su sede en Madrid, en el Colegio Mayor Ximénez de Cisneros, en la Ciudad Universitaria, en el verano de 1948. La asistencia de semanistas no llegó a los doscientos. Fue nota destacada del mismo el vibrante discurso del Cardenal Primado en la sesión de apertura, en el que dijo severas palabras a los que llamándose católicos, ponen trabas a la Iglesia para que ésta pueda estructurar sus propias Organizaciones Obreras de Acción Católica.

En dicha Semana Nacional se estrenó el hermoso himno «¡ADELANTE!», que es hoy la más popular de nuestras canciones.

Nota destacada, fue la presencia de varios Prelados (españoles y extranjeros), que realzaron en gran manera el tono de las deliberaciones. Las ponencias que más trascendencia tuvieron fueron las que se referían a «Equipos de Conquista» y la de los GOES (Grupos Obreros de Estudios Sociales) sobre las cuales es menester decir algunas palabras.

Los Equipos de Conquista son la piedra angular de la Obra; son la negación del individualismo egoísta, maldecido tantas veces en la Sagrada Escritura: ¡Ay del solo!, y la afirmación del Espíritu de Hermandad. El «Equipo», en general, se organiza con vistas a un objetivo determinado, y cuando se ha conseguido, se disuelve. Así un militante O.A.C. puede formar parte de varios equipos, en el taller, en el barrio, en el fútbol, etc. Un ejemplo nos ilustrará esto de la manera más clara.

En un taller hay un encargado de sección, casado, con hijos, que está intentando seducir a una joven obrera. Otra obrera O.A.C. se da cuenta del peligro, y habla de ello a su Vocal de Conquista. En este caso las Obreras O.A.C. solas pueden muy poca cosa, y es menester formar un Equipo con los Hombres y los Jóvenes O.A.C. del taller. Entre todos serán cinco, o seis los que formarán el «Equipo», los cuales elaborarán el plan de ataque, encaminado principalmente a «estorbar», no dejando nunca solos al encargado y a la muchacha. Los hombres de la H.O.A.C. y los jóvenes, llevándole con ellos a la taberna a la salida del trabajo, discutiendo con él de fútbol, que es lo que más le apasiona..., y ellas no dejando con ningún pretexto a la chica, ni dentro ni fuera del trabajo. Si los componentes de este Equipo comulgan juntos, o separados, cada mañana ofreciendo su Comunión por este apostolado, cambiando impresiones antes de entrar al trabajo, acabarán llevándole a él a una tanda de Ejercicios Espirituales, y entrando ella en la A.C.O., y así se comprende los frutos copiosos que se obtienen y las gracias abundantes que descienden sobre la H.O.A.C. En otros casos se tratará de intervenir en una elección sindical; en otros de colocar un O.A.C. en un taller para iniciar fútbol, que es lo que más le apasiona..., y ellas no dejando con ningún pretexto a la chica, ni dentro ni fuera del trabajo. Si los componentes de este Equipo comulgan juntos, o separados, cada mañana ofreciendo su Comunión por este apostolado, cambiando impresiones antes de entrar al trabajo, acabarán llevándole a él a una tanda de Ejercicios Espirituales, y entrando ella en la A.C.O., y así se comprende los frutos copiosos que se obtienen y las gracias abundantes que descienden sobre la H.O.A.C. En otros casos se tratará de intervenir en una elección sindical; en otros de colocar un O.A.C. en un taller para iniciar el apostolado; en otros, de conseguir para un O.A.C. el cargo de secretario del Club de Fútbol por la gran labor que desde allí puede hacerse, etc., etc. Siempre que aparece un objetivo a conseguir se forma el Equipo apropiado, con conocimiento de los Vocales de Conquista respectivos, a los que se da cuenta de la marcha y desarrollo de los planes de conquista.

Los G.O.E.S. han definido «EL CEREBRO DE LA H.O.A.C.», y su misión es la de elaborar planes y estudiar y resolver problemas sociales. La palabra «Obreros» no significa imperativamente que deban ser exclusivamente obreros los que integran tales grupos, pues los hay de Estudiantes, de Seminaristas (en la mayoría de los Seminarios) y en numerosos noviciados de Ordenes Religiosas. Cada grupo consta de tres personas, cada una de las cuales estudia por su cuenta el tema que se propone desde el «Boletín de Militantes» para aquel mes, reuniéndose una tarde, o una noche, para comunicarse sus respectivos puntos de vista y redactar el estudio del Grupo, que es la fusión de los tres estudios individuales. En el tiempo que llevan actuando se han conseguido ya resultados muy notables, y ello hace que la Obra tenga grandes esperanzas en su futura actuación.

Y al llegar a este punto hemos de referirnos otra vez al periódico, que por aquellas fechas de la Tercera Semana Nacional seguía apareciendo quincenalmente.

El tiraje en aquella época (14.000 números) representaba todavía pérdidas en cada número, aún suponiendo que todos se cobraran, lo cual distaba mucho de ser cierto.

Los auxilios económicos con que se contaba por parte de entidades de Acción Católica, se vió que no llegarían nunca por falta de fondos. Por otra parte la Junta Técnica Nacional ya había renunciado a lanzar por su cuenta el Semanario Nacional Obrero de Acción Católica, alegando que el «¡TÚ!» ya cumplía este cometido.

El déficit que el «¡TU!» arrastraba en el verano de 1948 llegaba a las noventa mil pesetas, y ya la imprenta amenazaba con no tirar más números si al mismo tiempo que se pagaban al contado los números corrientes no se iba enjugando algo del déficit de los números anteriores.

En una reunión celebrada durante la III Semana Nacional se planteó la posibilidad de enjugar el déficit haciendo un empréstito a los obreros que entonces ya estaban encuadrados en la H.O.A.C. Hubo disparidad de criterios, no llegándose a ningún acuerdo; pero meses más tarde se estructuró el Empréstito, y la H.O.A.C. se lanzó decididamente a él. Se trata de un préstamo sin interés que se hace a la Sección de Publicaciones O.A.C. encaminado a que ésta disponga de los fondos necesarios para su cometido. Los «Bonos» son de diez, quince, veinticinco, cincuenta y cien pesetas; y se amortizarán por sorteo tan pronto como las circunstancias económicas lo permitan. El «Empréstito de Liberación», llamado así porque su finalidad era liberar nuestras publicaciones de toda tutela financiera o de otra clase, fue recibido con enorme entusiasmo, y como no se trataba de fantasías, sino de consolidar algo que ya existía (el «¡TU!») y de convertirlo en semanario, de los bolsillos exhaustos de los obreros católicos españoles han salido CIENTO NOVENTA MIL PESETAS, con lo que el «¡TU!» pagó las deudas y se hizo semanario en marzo de 1949, salvando el bache económico que esto representaba, pudiendo montar su Redacción y Administración con cierta decencia, y permitiendo iniciar la publicación de libros, opúsculos y folletos.

Para los obreros de la H.O.A.C. es una inversión de dinero, aunque sea solamente de diez pesetas, que no solamente es un título de honor, sino una ACCIÓN que le hace «accionista», y, por tanto, propietario del «¡TU!». Este puede reivindicar con pleno derecho sus títulos de ser periódico de los obreros (ya que son todos obreros los que lo escriben), y para los obreros (pues son obreros los cuarenta mil suscriptores que hay en estos momentos en toda España, colocando el «¡TU!» en segundo lugar en cuanto a tiraje de los semanarios españoles de toda clase, y en el primer lugar, y muy destacado, entre todas las publicaciones de Acción Católica).

Una de las realización de la H.O.A.C. ha sido la creación de una «Escuela Elemental de Periodismo por Correspondencia», dirigida por personal técnico del «¡TU!». Cada año se celebra un curso, al final del cual los que lo han conseguido satisfactoriamente reciben un carnet que los acredita como corresponsales informativos del «¡TU!» Actualmente existen diseminados por toda España más de cien de tales corresponsales entre los afiliados a la H.O.A.C., lo cual representa que hoy «¡TU!» tenga un servicio de información excepcional, como no puede sostenerlo ningún otro semanario de signo exclusivamente utilitarista.

En vista del éxito de los tres Cursillos Interdiocesanos celebrados en 1948, se planearon ocho más para la primavera y parte del verano de 1949, en las localidades de Manresa, Badajoz , Palencia, Orense, Murcia, Madrid, Begoña y Barcelona, asistiendo en total cerca de novecientos cursillistas.

La IV Semana Nacional se celebró en el Seminario de Avila, durante el mes de julio, bajo la dirección espiritual y la presidencia en todas las sesiones del Prelado de aquella Diócesis.

En aquella reunión se elaboraron dos piezas fundamentales para nuestra Obra: el PROGRAMA SOCIAL DE LA H.O.A.C., en el que se centraron todos los estudios y enseñanzas recibidos y elaborados hasta la fecha en materias sociales y aplicados concretamente a nuestra Patria en los momentos presentes, y el IDEAL HUMANO DEL O.A.C. que constituye la síntesis de cualidades y de realizaciones a que debe aspirar el militante O.A.C., para no desentonar con la maravillosa y excelsa misión que la Iglesia os ha encomendado; ser apóstoles de Cristo en nuestro propio ambiente.

Poco después de la Semana Nacional de Avila, la Jerarquía designó para Presidente Nacional de la Obra a Manuel Castañón, ferroviario, que hasta aquel momento había presidido la Comisión Diocesana de la H.O.A.C. de Palencia. Desde su iniciación hasta aquel momento, Santiago Corral presidió provisionalmente la H.O.A.C., en espera de que entre sus militantes destacara aquel cuyas dotes y circunstancias personales le hicieran acreedor de encargarle esta alta misión. Ello no ha representado que Corral se haya apartado de la H.O.A.C., ya que, como Corral se haya apartado de la H.O.A.C., ya que, como Presidente Nacional de los Hombres de Acción Católica, podríamos decir que es nuestro súper-presidente, y tendrá siempre la gratitud de todos cuantos amamos esta H.O.A.C. tan limpia, que tanto debe a Santiago Corral como a fundador y ordenador.

Siguiendo (con más o menos variantes) el modelo de los Cursillos Interdiocesanos, fueron bastantes las Diócesis que en 1949 organizaron por su cuenta y con sus medios Cursillos Interdiocesanos, lo cual representa un paso muy firme en la marcha de la Obra.

Y así se llegó al mes de noviembre, a finales del cual fue suspendida gubernativamente la publicación de nuestro semanario «¡TU!», cuando su tirada había llegado a los 34.500 ejemplares.

Ante un requerimiento oficial de que el «¡TU!» debería pasar por la censura gubernativa, o en caso contrario se suspendería su publicación, los Arzobispos españoles, en su Conferencia anual celebrada en noviembre, acordaron que nuestro semanario, como órgano de la Iglesia en la A.C.O., no pasaría en ningún caso por la censura gubernativa, puesto que ya pasaba por la censura eclesiástica; consecuencia de esta actitud del episcopado español fue suspendido fulminantemente el periódico.

Esta medida produjo un gran desconcierto en nuestras filas, y fue entonces cuando se comprendió el valor del «¡TU!» al ver que llegaba un sábado, y otro sábado, y otro... Pero hemos de reconocer que la suspensión hizo un gran bien a la Obra, desmintiendo «con hechos» la propaganda que incesantemente venían radiando las radios comunistas de que la H.O.A.C. era un instrumento gubernamental, que nos ayudaban con todos los medios para sembrar la confusión entre los trabajadores españoles. La suspensión duró los meses de diciembre, enero y febrero, y durante ellos se realizaron gestiones en diversos sentidos, sin el menor éxito. Hasta que en marzo las autoridades civiles cambiaron completamente de actitud, autorizando que el «¡TU!» renovara su publicación en las mismas condiciones que antes; es decir; sin otra censura que la eclesiástica. Después de su aparición, el «¡TU!» ha visto aumentar constantemente su tirada, habiendo llegado ya a sobrepasar los 40.000 ejemplares.

Durante el tiempo de la suspensión del «¡TU!», la Jerarquía designó para el cargo de Consiliario Nacional de la H.O.A.C. a Monseñor Eugenio Merino, que había sido el traductor de los libros de la J.O.C. al castellano y uno de los sacerdotes que de más lejos se venía interesando por el apostolado obrero. Lo mismo que mientras la H.O.A.C. no tuvo su propio Presidente fue presidida por el del Consejo Superior, así mismo ocurrió con el Consiliario, que antes del nombramiento de Monseñor Merino estábamos con los buenos oficios de los que ocuparon de Consiliario Nacional de la Rama de Hombres.

Nombrados ya los cargos fundamentales, como son el Consiliario y el Presidente, se ha celebrado a últimos de junio la V Semana Nacional de la H.O.A.C. en Madrid. Es prematuro todavía para hablar de sus frutos, puesto que sus conclusiones no son válidas hasta que las aprueba la Dirección Central de la Acción Católica de España; pero se ha prestado gran interés a la coordinación de actividades en toda la A.C.O. y a la formación de militantes y propagandistas. También se propuso que se declarara tema permanente para el año próximo el de LA REFORMA DE LA EMPRESA.

 

 

 

VISIÓN de la HOAC.

Visión de la HOAC ( Hermandad Obrera de Acción Católica). Publicado en ´Somos´, Compendio de artículos de Guillermo Rovirosa realizado por Don Tomás Malagón. Reeditado por Voz de los Sin Voz. Gullermo Rovirosa (1897 -1964) hoy en proceso de beatificación, fue el promotor de la militancia obrera cristiana en España desde mediados de los 40, maestro de espiritualidad desde los pobres

 

 

En mayo de 1946 la Jerarquía española promulgó unas Normas Generales (ad experimentum) para la especialización obrera dentro de las cuatro ramas de la A. C. Dos años más tarde dichas Normas fueron confirmadas y aprobadas por la Santa Sede.

Antes de mayo del 46 ya se habían hecho algunas tentativas de Apostolado Obrero por parte del Presidente del Consejo Superior de los HH. de A. C. y algunos miembros del Consejo Diocesano de Madrid - Alcalá. Aquellos afanes encontraron en las Normas generales un cauce abierto, y los hombres que los encarnaban pudieron decidirse inmediatamente a la acción, a pesar de no ser el mes de mayo, en Madrid, una época apropiada para lanzarse a nada que requiera inmediata continuidad.

Se organizó un entusiasta Equipo de Trabajo que a primeros de junio ya había acordado la celebración de la I Semana Nacional para noviembre.

Se trabajó intensamente durante el verano, principalmente a base del correo, que, de momento, no encontraba eco alguno. En junio empezó a publicarse una hoja titulada H. O. A. C. impresa a dos tintas, de la que se mandaban bastantes ejemplares a todos los Consejos Diocesanos.

Con grandes dificultades, que siempre se resolvían en el último minuto, se llegó a la I Semana Nacional, celebrada en Madrid en la fecha fijada.

Fue milagroso poder alojar a los 213 semanistas que se presentaron «por las buenas», cuando no se contaba con que vinieran más de medio centenar, en unos momentos en que Madrid estaba invadido por extranjeros de todas las procedencias.

Como notas destacadas hay que señalar el gran entusiasmo de los asistentes, que salieron decididos a empezar «como fuera» en sus diócesis, y la acción invisible de los grupos de dolor entre los tuberculosos del Hospital del Rey. Estos grupos o Equipos de Dolor han sido desde entonces uno de los puntos clave en las actuaciones posteriores de la HOAC.

Había «buena voluntad» a raudales, pero se carecía de un mínimo de experiencia en el Apostolado Obrero entre adultos. Esto puede explicar que los primeros cuatro o cinco años se pasara entre tanteos y experiencias para encontrar un camino viable.

En la I Semana Nacional se reconoció la necesidad de disponer de un órgano periódico, y poco después apareció el ¡Tú! quincenalmente durante medio año. Después se hizo semanal y su difusión iba constantemente en aumento.

En 1947 se celebró la II Semana Nacional en Toledo, fruto de la cual fue el Boletín, que empezó a publicarse mensualmente en diciembre de aquel año.

Desde entonces las Semanas Nacionales de la HOAC han venido celebrándose sin interrupción todos los años en diferentes localidades, siendo una de las piezas fundamentales de la Organización.

El éxito del semanario ¡Tú! hizo que este absorbiera casi por completo las actividades de la Comisión Nacional y de los militantes en las diócesis, y todos estimaban que era el mejor elemento para la difusión y desarrollo de la Obra.

En los primeros tiempos actuaban en funciones de consiliario y presidente de la HOAC los respectivos consiliario y presidente del consejo Superior de los HH. de A. C.

En 1949 se nombró presidente a Manuel Castañón, de Palencia, y después consiliario nacional a Monseñor Eugenio Merino, de León.

Se continuó poniendo la principal atención en el semanario hasta 1951, en que fue suspendido cuando su tirada había llegado a los 43.000 ejemplares y empezaba a tener equilibrados los gastos y los ingresos.

El golpe fue muy serio. En lo económico una deuda de cerca de 200.000 pesetas, y ( lo que es más grave ) una desorientación y un aplanamiento general al desaparecer «aquello» que absorbía más del 90 por 100 de la actividad de los militantes de la Obra.

Hubo muchísimas bajas y un «desinflamiento» general. Ello puso de manifiesto que lo hecho hasta entonces había tenido una utilidad muy grande en el sentido de prestigiar a los obreros católicos en los ambientes de trabajo, pero que faltaban auténticos militantes en el sentido de entrega y donación total en el servicio de Cristo entre los trabajadores, capaces de aguantar firmes pasara lo que pasara.

Esta tarea de la formación de los militantes de la HOAC fue la que reclamó la atención principal de la obra a partir de 1951, en que el boletín se hizo quincenal.

Después de diversos tanteos y ensayos, en la semana nacional de 1953 se aprobó el llamado plan cíclico, del que luego se hablará.

Después de las dificultades de toda clase, cuyo final fue la aprobación del plan cíclico, falleció monseñor Merino, siendo indispensable destacar aquí la marca que dejó en la HOAC la santidad de aquel anciano casi ciego, que enseñó constantemente con su ejemplo y con su palabra a dar en la HOAC la primacía absoluta a los valores sobrenaturales, y que inculcó en todos la convicción de que el valor supremo sobre el que debía construirse la HOAC era la fidelidad de sus militantes a Cristo y a su Iglesia.

Después de unos meses de «orfandad», en enero de 1954 fue designado Consiliario nacional de la HOAC el M.I.Sr. D. Tomás Malagón, canónigo de Ciudad Real. Tras una dilatada, difícil y dinámica actuación, a finales de 1959 cesó en su cargo el primer presidente siendo nombrado para sustituirle Teófilo Pérez Rey, de Burgos.

En el ámbito nacional esta última etapa de la HOAC, que empezó en 1954 y que se podría designar como etapa del plan cíclico, se ha caracterizado por trabajo en profundidad que, sin dejar de lado el exponer los ideales social - católicos en la mayor extensión posible, ha intentado principalmente suscitar jefes y propagandistas. Los llamados «Cursillos Apostólicos» han sido el instrumento más utilizado, habiéndose dado unos 500 en todo el país con resultados muy satisfactorios, tanto para despertar nuevos entusiasmos en los que no se habían apartado de la Iglesia como para suscitar conversiones en gran número de hombres que se habían alejado de ella. Este último aspecto ha suscitado la sorpresa y la admiración de algunos representantes de la Acción Católica Obrera (A.C.O.) francesa, que han declarado que para ellos esto es lo más difícil, ya que sus filas se nutren casi exclusivamente de obreros que perseveran en su fe, pero no de «convertidos».

La HOAC figura como miembro destacado de la federación internacional de movimientos obreros cristianos (F.I.M.O.C.) desde 1954, asistiendo a todas sus reuniones, habiéndose celebrado éstas tres veces en nuestra Patria. También tiene a su cargo la redacción en lengua española del Boletín de la F. I. M. O. C. para los países americanos, con los que se halla en las mejores relaciones.

Conviene destacar, finalmente, la estrecha colaboración que existe, en todos los planos, con

la HOAC Femenina, lo que ha motivado un incremento grandísimo de las actividades apostólicas de nuestros militantes al poder compartir con sus esposas este apostolado sin preferir lo específico de cada sexo, antes todo lo contrario. Desde hace algunos años se vienen celebrando conjuntamente las Semanas Nacionales de ambas Ramas adultas de la Acción Católica Obrera, reservando las mañanas a las tareas propias de cada Rama y las tardes a la acción común. Esta unión efusiva y cordial ha dado ya frutos abundantes y los promete copiosísimos.

 

La HOAC en cifras.- Cuando escribimos esto, en abril de 1960, la HOAC está establecida en unas cuarenta y cinco diócesis españolas.

Cuenta con un número de unos 9.000 militantes verdaderamente entregados a la Obra. A ellos hay que añadir unos 25.000 ex cursillistas que participan en más o menos grado de nuestra «mística» y actividades. Y un número difícil de precisar que quizá podría calcularse en medio millón de trabajadores simpatizantes activos, que tienen confianza en los hombres de la HOAC y que aportan cierta colaboración.

La HOAC realiza cada año más de un centenar de Cursillos Apostólicos y dos Semanas Nacionales: una de estudio de los principales problemas planteados a la Obra y otra para la determinación de las actividades que en cada año han de encomendarse al conjunto de la Organización.

Los Boletines de la HOAC salen en los días 1, 11 y 21 de cada mes. Cada uno tiene su propio carácter: doctrinal, el del día 1; social y de cara a la masa y militantes de base, el del día 11; dedicado al aspecto organizativo, el del día 21. El del día 11 tira unos 9.000 ejemplares, y 4.5000 cada uno de los otros dos.

No es necesario que expongamos como funciona internamente y cómo se halla organizada la HOAC, pues en esto coincide con las demás organizaciones de la Acción Católica Española.

Mística de la HOAC.

Se dice con frecuencia que los de la HOAC tienen una Mística, y esto, como es natural, no puede referirse a que haya aparecido dentro de la Iglesia de Cristo una Mística nueva y diferente de la tradiional y consolidada, sino que quiere expresarse con ello cierto estilo característico que da a los socios de la HOAC un sello especial que los destaca y los distingue de los de otras agrupaciones católicas.

Es en este sentido, en efecto, como se habla de la mística de los diferentes movimientos de masas.

Así, pues, una mística no se identifica con una ideología. (Se puede conocer plenamente la ideología de un movimiento y no poseer, sin embargo, su mística.)

Ni es un fanatismo para con la Obra de que se trate.

Ni es un narcisismo, en virtud del cual a uno le parece bueno todo lo que hace su Organización, o por el que uno se encuentra a gusto o complementado por la Obra de que se trata.

Ni es el mero hecho de que uno se mueva a actuar por las motivaciones propias de aquella Obra.

Una mística es, más bien, una convicción fundada en la práctica de que la Obra posee la verdadera visión y solución de los problemas planteados.

Es un impulso, nacido de aquella convicción, por el que uno no puede menos de sentirse obligado para con la Obra.

Es una fuerza que le hace a uno sentirse fuerte contra todos.

Una mística tiene, ciertamente, su fundamento en unas ideas. Estas ideas han de ser pocas, claras y de proyección sobre los problemas planteados.

Vemos ahora rápidamente en qué consiste la llamada «Mística de la HOAC».

A) Incluye, en primer lugar, una visión de la vida social, que puede sintetizarse en las tres afirmaciones siguientes:

1. Todo materialismo implica necesariamente tiranía y egoísmo, explotación e inmoralidad.

2. La humanización de la vida exige ineludiblemente la afirmación práctica de Dios (contra todo egoísmo), la afirmación práctica del carácter sagrado (con sentido religioso) de la persona humana (contra toda explotación) y la afirmación del carácter trascendente de la moral (frente a toda moral inmanente o subjetiva).

3. Sólo Cristo tiene poder suficiente para asegurar esta triple afirmación. Y así, Cristo es una exigencia de la vida social.

 

B) Incluye, consecuentemente con lo anterior, una dinámica, que es una Esperanza, una finalidad a que se orientan las aspiraciones y un impulso. Estos valores se sitúan en estas tres realidades que el hoacista ha de construir en sí mismo y en los demás: Reino de Dios, Cuerpo Místico y Mandamiento Nuevo.

1. . La Esperanza del Reino de Dios y su Justicia constituye el punto de arranque de la actividad social de la HOAC, que no se determina tanto por exigencias de las realidades externas cuanto por exigencias internas derivadas del propio Mensaje Evangélico. Se trata de ajustar lo más posible las realidades de este mundo al plan de Dios, que no es otro sino que todo lo humano (lo individual y lo colectivo e institucional) se cristifique real e históricamente en esta vida y, consecuentemente, se haga más fácil la salvación de las personas en la otra. Este deseo de fidelidad evangélica ha valido numerosas incomprensiones a la HOAC.

2. La aspiración al Cuerpo Místico es una aspiración ferviente a la comunión con Cristo y con los otros. La realización progresiva de esta comunión en todos sus grados y formas equivale a la realización del Reino de Dios, que en este mundo implicará siempre necesariamente imperfección.

3.

4. Este mismo espíritu de comunión impone en la actuación de los militantes de la HOAC determinadas posturas que no pueden menos de llamar la atención en ciertos casos y suscitar recelos en otros. Por ejemplo, la gran importancia que se da a la encarnación del militante en la vida obrera, el aprecio en que siempre se han tenido a los Equipos de Dolor, la comprensión con que se trata a «los de la acera de enfrente», la resistencia a ligarse a situaciones determinadas para estar más abiertos a los que sinceramente buscan la Verdad: a Cristo, por consiguiente.

5. . El Mandamiento Nuevo constituye un impulso para darse y dar a los demás nuestras cosas y nuestro trabajo en un deseo de imitar a Cristo y de pagarle nuestra deuda en los otros. Esto es lo que justifica nuestro deseo de comunión, nuestro odio al mal y nuestro combate por la Justicia.

C) La «Mística de la HOAC» incluye finalmente una técnica para el militante. Esta técnica es la actuación de la Pobreza, de la Humildad y del Sacrificio.

Ordinariamente, al hablar de Pobreza, Humildad y Sacrificio no se tiene de estas virtudes el concepto de que se trata de tres aspectos esenciales al modo de ser cristiano. En efecto:

1. La Pobreza, como virtud evangélica, no es la mera situación de menesterosidad en que muchos nacen o a la que por culpa de las circunstancias que sean vienen a parar. Ni es la virtud humana de la austeridad o sobriedad, que tanto cultivaron los viejos estoicos y los cínicos buscando con ella la libertad del espíritu. Es la imitación de Cristo en cuanto al uso de los bienes materiales, uno de cuyos aspectos esenciales es la fácil comunión o comunicación de ellos viendo a Cristo en todo necesitado. Es un desprendimiento, viendo a Cristo, lo que necesariamente implica comunión y no un mero uso.

2. La Humildad cristiana (ya que puede hablarse de otra humildad humana) tiene también como motivo la imitación de Jesucristo. E implica una dimensión vertical, o sea, en orden a Dios, y así es el reconocimiento de su verdad en uno mismo y en todo lo demás. Y otra dimensión horizontal, o sea, en orden a los hombres, y en este sentido es un afán de comprensión, de aceptación y de servicio por Cristo. Es la alteridad, otra forma muy delicada de comunión.

3. El Sacrificio, la renuncia al propio gusto, a la comodidad, sin el cual es imposible esa otra forma de comunión que es la colaboración, la comunicación de esfuerzos y de voluntades, es otra virtud especialmente cristiana.

La revalorización de estos conceptos y de las realidades que expresan, como modos de ser y de obrar de los militantes cristianos, ha sido uno de los esfuerzos permanentes de la HOAC.

Después de esto, y referido a todo esto, la Gracia y los Sacramentos, la piedad y la Liturgia, cobran su real valor de «medios» y adquieren una importancia excepcional en la vida del militante.

En el cristianismo, que se presenta corrientemente, se pretende que la religión ocupe algún lugar en la vida del creyente, considerándose esto como algo muy meritorio que Dios lo tiene que premiar con la vida eterna. Para el militante de la HOAC la religión no es algo, sino que lo invade todo, y ningún aspecto de la vida puede sustraerse a su influencia; y la atención ya no se complace en los aspectos que conducen a la oración del Fariseo, sino que entra de lleno en la del Publicano.

Para el militante de la HOAC la formación religiosa no es solamente una función del entendimiento (saber), sino que se está seguro de que esto sólo conduce necesariamente al fariseísmo si no va acompañado de una voluntad decidida que se manifiesta (ha de manifestarse) en todos los actos de la vida, aun en los más banales, y poniendo una atención especial en los más banales.

Los que abandonaron la Iglesia porque creyeron (por lo que veían en ciertos católicos) que ésta se desentendía de los problemas que afectan a la dignidad, la libertad y la responsabilidad de la persona humana y se fueron a ciertas ideologías que les ofrecían estas cosas, pero que no se las podían dar, encuentran su plenitud cuando se dan cuenta de que la esencia del cristianismo radica en revalorizar hasta lo inconcebible precisamente la dignidad, la libertad y la responsabilidad del ser humano, de cualquier ser humano, pero de manera especial los más aplastados por «el mundo». Y aparecen las «conversiones» de los que estaban contra la Iglesia y se deciden con ardor (a veces excesivo, ¡gracias a Dios!) a luchar por Cristo pobre, humilde y sacrificado. No hay duda de que esto está en la base de las burlas y sarcasmos con que se trata a los militantes de la HOAC por los de fuera de la Iglesia, y de las incomprensiones (y a veces de las iras) de los que están «bien situados». Esto, sin embargo, no es motivo de desaliento, ya que hace unos dos mil años fue predicho por el Fundador.

El sentido jerárquico es otro de los puntos clave de esta mística, y se le considera como la prueba de la fe del militante. Muchas veces el militante no encuentra la comprensión que esperaba encontrar, viendo en cambio que todo son recelos, suspicacias y temores de intenciones torcidas. La reacción natural sería evidentemente la de mandarlo todo a rodar; pero es aquí donde sabe que ha de poner el Acto de Fe Sobrenatural y de confianza en Jesús, que prueba precisamente así al militante, siguiéndole a El en el camino del calvario. Tanto la comprensión como la incomprensión se toman siempre como un don de Dios para purificar la fe, sabiendo que no es nunca tolerable la insubordinación. La sumisión a la voluntad superior podrá ser muy dolorosa en ciertos casos (como lo es cualquier Calvario), pero lleva consigo siempre, más tarde o más temprano, la gloria de una resurrección.

Las circunstancias externas determinarán que se actúe más o menos, pero no podrán determinar que se deje de actuar en cristiano para actuar en pagano, por muchas y grandes que sean las razones de oportunismo, de conveniencia, de éxito, de eficacia, etc. Cualesquiera que sean las apariencias a plazo corto, el verdadero éxito y la verdadera eficacia de la acción del militante no pueden tener otra base que su fidelidad a la Iglesia Jerárquica y la Cruz de Cristo.

Estos son, a grandes rasgos, los puntos fundamentales de lo que se llama mística de la HOAC, que si bien se observa se ve en seguida que no tienen otra novedad que la de hacer actual lo que es de siempre en la Iglesia Santa, que es la Iglesia de los Santos.

Métodos de la HOAC

En lo que se ha llamado Mística de la HOAC sería peligrosísimo el introducir cualquiera novedad, ya que sería un camino seguro para la herejía. Pero ocurre todo lo contrario en lo tocante a los métodos, ya que éstos han de estar proporcionados a los tiempos, los lugares y las personas, que son mudables por esencia. Aquí entra en juego el Hacerse todo a todos de San Pablo.

Los métodos actuales de la HOAC (que no podrán ser nunca definitivos) son la consecuencia y el fruto de las enseñanzas captadas en sus dos primeras etapas: la la consecuencia y el fruto de las enseñanzas captadas en sus dos primeras etapas: la del ¡Tú! y la preparatoria del Plan Cíclico.

Los métodos para la formación de los militantes que se siguen en la HOAC se proponen:

1. Desarrollar hasta el máximo el sentido de dignidad, de libertad y de responsabilidad de cada militante.

2. Adquirir aquella «Mística» antes descrita, partiendo del descubrimiento personal y de la tarea que éste nos pide realizar y del modo como el militante debe ser, todo ello a la luz de la Revelación y de la realidad.

3. Continuar la formación empezada y ejercitar la propia iniciativa, coordinándola con la de los otros en Equipo.

Para conseguir lo indicado en primer lugar, el Método de Encuesta (Ver, Juzgar, Actuar) da resultados espléndidos, haciendo que la rutina vaya cediendo el paso a la reflexión, y así el militante va haciéndose consciente de su propia realidad como persona humana y como redimido por Cristo. Se empieza por ser el jefe de su propia vida; de éstos (y no de otros) van saliendo los jefes que la Obra necesita.

Lo segundo se logra con el conjunto de los tres años del Plan Cíclico (cuyo primer paso debe ser un Cursillo Apostólico). En el primer año se trata de dar sentido a la realidad en que vive el militante a la luz del Mensaje Evangélico; en el segundo año se trata de conjugar esta realidad con la doctrina de la Iglesia Militante, y en el tercer año se abre cauce a la propia vocación apostólica en Equipo.

Para lo tercero se cuenta con el Método de Revisión de Vida, por el que se descubre el sentido de los acontecimientos concretos de la vida, tratando de referirlos al plan de Dios sobre el hombre y la humanidad, y tomando partido a favor o en contra, según sea su signo.

Estos tres aspectos no van separados cada uno por su cuenta, sino que son simultáneos y cada uno de ellos sirve de sostén y ayuda a los otros.

Se huye siempre del memorismo y de la pura especulación teórica, buscando que en cada acción aparezca la teoría y refiriendo siempre la teoría a los hechos.

Hubo un tiempo en que podía opinarse sobre si estos métodos darían o no resultado, alegándose la incultura y la poca preparación de los obreros, etc. Actualmente los hechos están ahí, y el que se interese por estas cosas ya no es menester que haga funcionar su potencia deductiva para llegar a una convicción; le será mucho más fácil y decisivo el asomarse a la HOAC y ver no lo que puede haber, sino lo que hay. Teniendo en cuenta que estamos todavía en los primeros años y experiencias.

 

 

 

ELOGIO DE LA LOCURA

Guillermo Rovirosa militante obrero cristiano, maestro de espiritualidad desde los pobres, hoy en proceso de beatificación, era un enamorado del IDEAL. Valoraba, en su medida, todo Ideal, que en el fondo, es una semilla del auténtico. Así se expresaba en los años 50:

 

"Hay que distinguir entre locura y locura; la locura de los alienados, la locura de los desequilibrios parciales, las locuras de los imbéciles, y la locura del que se entrega a una causa. Hoy padecemos un exceso de gente prudente. (…) Quisiera entregarse "algo" pero viven sumergidos en la mediocridad anónima de los horizontes que pudiéramos llamar aburguesados, y la misericordia no pasa por ellos de ser un sentimiento superficial. La miseria obrera, la inmensa miseria humana no ha penetrado por sus entrañas, hasta el corazón.

Se dicen que son buenos cristianos (…) su papel consiste en frenar los movimientos a que pertenecen y que a veces dirigen. Sin embargo, el Apóstol Pablo habló algunas veces de la locura, que una locura que el llamaba la locura de la cruz, que tiene la facultad de desconcertar a los sabios. Pero estos de que hablamos se han calificado a si mismos como sabios y prudentes. Y veréis que la Cruz adorna más las paredes de su casa que de su corazón. ¡Señor, mándanos Pablos en plena locura, de los que se lanzan a fondo, de los que se olvidan de si mismos, de los que aman al hermano más que con palabras, de los que se entregan de verdad y hasta el fin! (…)

En estos tiempos hacen falta locos, enamorados de la vida sencilla, libertadores eficaces del proletariado, amantes verdaderos de la paz, limpios de compromisos, decididos firmemente a no ser traidores jamás, despreciadores de la propia vida, decididos plenamente a la abnegación, capaces de aceptar cualquier tarea, dispuestos a salir para cualquier parte, al mismo tiempo libres y obedientes, espontáneos y tenaces, fuertes y suaves.

 

 

 

ALGO GRANDE

Hemos desechado la humildad, confundiéndola con la humillación. Todos, todos sin excepción nos hemos puesto de acuerdo en llamar gente humilde a la gente humillada; clases humildes a las clases humilladas. Siendo ello así, ¿quién apreciará la humildad? ...

 

El pecado original nos ha metido a todos los hombres, desde Adán para acá, el afán de ser como dioses. A la vista del Universo infinito que nos rodea, también queremos hacer cosas grandes, enormes, ser como dioses.

Una oportuna Encuesta, sin embargo, nos hará ver fácilmente que Dios no ha hecho nada grande en la Creación, sino que se ha limitado a juntar entre sí elementos tan pequeños que se pierden de vista. Antes se consideraba que lo más pequeño era el átomo; ahora ya no nos atrevemos ni a vaticinar cuál pueda ser la forma más elemental de la Creación.

Así Dios construye el Universo Mundo: así surge la materia como una suma de elementos minúsculos. Lo mismo ocurre con los seres vivos, cuya vida empieza siempre en gérmenes tan minúsculos... que no se ven.

Nosotros, en cambio, quisiéramos construir algo tan grande empezando por lo grande; quisiéramos construir movimientos vitales que empezaran la vida descomunalmente. Y todo lo que podemos conseguir es pura escenografía.

—————————

Hemos desechado la humildad, confundiéndola con la humillación. Todos, todos sin excepción nos hemos puesto de acuerdo en llamar gente humilde a la gente humillada; clases humildes a las clases humilladas.

Siendo ello así, ¿quién apreciará la humildad? ¿quién elevará la humillación al plano sobrenatural si la humillación es la manifestación más patente del anti-Mandamiento Nuevo de Cristo?

¿Quién admira hoy lo pequeño, como explicación de lo grande, ni quien valoriza la reunión de los pequeños como composición de lo grande?

Unicamente Cristo, que siendo Dios se hizo el más pequeño de los hijos de los hombres, nos enseña permanentemente la lección de valorizar lo pequeño. Los pequeños amándose entre sí (y nosotros) formularán lo más grande de la Obra Creadora de Dios: el Cuerpo Místico de Cristo.

——————————

Aspiramos muchos a fórmulas sociales maravillosas (más o menos mágicas) para transformar el mundo de la economía y de la política. Y, sobre todo, rápidas; porque tenemos mucha prisa.

Si la recta razón no nos dijera que esto es absurdo, y la fe no nos señalara con precisión que no se manifiesta así el plan de Dios, debería bastar la experiencia de los dos últimos siglos de la historia de la humanidad para que nos percatáramos de que se ha errado el camino. Y de que no se trata simplemente de desviarlo más o menos, sino de hacer marcha atrás.

A base de "los grandes" de este mundo, ni la naturaleza ni la sobrenaturaleza pueden construir nada. El príncipe de este mundo sí: construye toda clase de injusticias, dolores, guerras, lágrimas, luchas fratricidas, canibalismo...

A base de los pequeños la naturaleza construye el universo, y la sobrenaturaleza el Cuerpo Místico de Cristo.

El presente escrito se publicó en el Boletín de la HOAC de 11 de Julio de 1953 .

 

PATERNALISMO

Esta palabra se lleva y se trae con mucha frecuencia, ya veces en sentido totalmente desviado. Incluso parece que algunos llegan a creer que toda acción de los que tienen autoridad ya se puede motejar de paternalismo. Ya se trate de padres, de gobernantes o de simples patronos.

 

«El paternalismo» aparece cuando el que tiene autoridad no tiene en cuenta las circunstancias actuales del sujeto, tratándolo como menor de lo que es, o como retrasado mental, o como incapacitado y eternamente insolvente.

Esta deformación conduce a los padres a tratar a los hijos de dieciocho, años como si tuvieran diez, y no hay duda que abre un foso de incomprensión entre ambos, que raramente se podrá salvar. El «paternalismo» patronal suele anidar en el corazón de buenas personas, que están convencidas de que solamente son «mayores de edad» los que poseen determinada cuenta corriente en el Banco; mientras que los pobrecitos que no alcanzan a ello son unos desgraciados a los que hay que socorrer y asistir con limosnas, pues están incapacitados para codearse y poder opinar con «los mayores».

Algo por el estilo es el «paternalismo» de los gobernantes que lo practican. Están seguros de que ellos son los únicos «mayores de edad», y los demás (como niños) solamente tienen derecho a azotes ya caramelos, según el humor del «mayor».

Nosotros recusamos todas estas deformaciones paternales, y estamos seguros de que el buen padre es aquel que trata al hijo de dieciocho años como a un hombre de dieciocho años, y al de diez años como a un hombre de diez años.

El buen patrón será aquel que esté segurísimo de que las cuentas en el Banco no añaden ni quitan un ápice a la dignidad humana; en todo caso, «obligan» en muchos aspectos a los que las poseen. Y tratan a cada hombre mayor como a hombre que posee la plenitud humana al menos tanto como él. Que si los obreros necesitan al patrono, éste carecería de sentido sin los obreros.

El buen gobernante no puede ser el que se esfuerza en mantener en estado de incapacidad permanente a los súbditos, sino el que emplea todos los métodos y artificios posibles, para que cada uno de éstos pueda, de hecho ser hombre libre, con la santa libertad de los hijos de Dios (que está tan lejos del libertinaje como de la esclavitud).

El sentido «paternal « de los que tienen autoridad los hace imágenes de Dios. En cambio, el «paternalismo» es la deformación v la perversión de la función paternal. Y como imagen del «paternalismo» cada uno busque la que le parezca más adecuada.

Una verdadera función paternal es excelsa. El paternalismo es todo lo contrario

 

EL FENERISMO

El fenerismo ha instituido el dinero como valor supremo, dejando siempre al hombre como valor accesorio, y nos ha conducido al caos en que nos debatimos...No es exagerado afirmar que para muchísimos (creo que para casi todos) el dinero es el dios en que se cree, en quien se espera y quien se ama sobre todas las cosas. El FENERISMO es la "revelación" de esta religión basada en la mentira, y las LEYES ECONÓMICAS que degradan al hombre con su ley divina....

Como recuerdo de unos estudios que algunos amigos hicimos años atrás, voy a sacar a colación lo que nosotros llamábamos: LA PESETA DE NERÓN.

Se suponía que Nerón había depositado en un banco de Roma una peseta, dejándola en herencia de un servidor suyo con la condición de que sus herederos no tocaran este capital con sus intereses durante mil novecientos años. Se contaba con que el interés efectivo sería de un (3%), ya que lo demás se gastaría en gastos succesorios, impuestos, seguro, quebrantos, etc. Y se trataba de averiguar a cuanto ascendería actualmente el capital acumulado por la peseta de Nerón, sin más que meterla en la cajita mágica del fenerismoy sin desplegar otra actividad que la de no tocarla.

Como se ve, se trataba de un problema elemental de interés compuesto.

Los principios fueron mezquinos, por no decir despreciables. En el primer siglo de "trabajar" la peseta no llegó ni a veinte duros. ¡Vaya herencia para la primera generación de herederos!".

Pero en la actualidad, o sea: mil novecientos años después en virtud de la "divina" potencia creadora del fenerismo, y sin que sus poseedores sucesivos hubieranhecho optra cosa que no hacer nada con ella (lo cual no es difícil ni complicado, que digamos) se habría covertido en:

2.574.754.000.000.000.000.000.000 pesetas

Esta cifra significa que todos los valores rentables de este planeta ya estarían acaparados por dicha peseta, y como no eran ya suficientes para su "servicio", ello habría obligado a los economistas a promover un avance considerable de la técnica astronaútica, y aquella peseta ya habría acaparado todos los bienes rentables de los planetas de nuestro sistema solar tratándose de llegar a otros mundos de nuestra Via Lactea.

Toda humanidad terrestre y extraterrestre estaría dividida en dos sectores: los administradores de la peseta y los "servidores" de la peseta.

Ya se comprende que los administradores de la peseta de Nerón serían precisamente a los que llamamos economistas y financieros, cuya misión consistiría fundamentalmente en encontrar en encontrar nuevas inversiones

rentables para el ahorro, que en este caso estaría acaparado por los réditos de la peseta, ya que en el 1901 de su puesta en marcha importarían la cifra de :

77.242.620.000.000.000.000.000 pesetas que habría de invertir para que rentaran para el año siguiente junto com la parte principal, etc.

Es de suponer que tales financieros y economistas no lo pasarían excesivamente mal, ya que entre comisiones, corretajes, dietas, aranceles... se repartirían la diferencia entre el tres por ciento del servicio de la peseta y el seis por ciento (como mínimo) que producirían las inversiones.

Lo que me imagino que lo pasarían mal del todo serían " los del servicio".

¿Para que seguir?.

Supongo que me arguirán que esto es pura fantasía, y no tengo ningun inconveniente en reconocerlo. Pero si esto no se ha dado exactamente así no es por culpa del sisrtema fenerista, y espero que esto me lo admitan mis contraopinantes. Si esto no se ha dado exactamente así no es por culpa del sistema, repito, sino porque el hombre es algo más que un servidor de las pesetas.

No ha ocurrido así en apariencia, aunque en realidad está ocurriendo así. Nos impresiona el fenómeno fenerista al percatarnos de las cifras monstruosa que representa la acumulación de las rentas después de 1900 años de invertida la peseta de Nerón, y nos deja indiferentes que en el año uno de su inversión aquella peseta de Nerón produjera 3 céntimos. Cuando en realidad es exactamente lo mismo, ya que en la fase final cada peseta sigue porduciendo tres céntimos, y no más.

También impresiona el pensar que esta cifra fabulosa perteneciera a una sola mano, mientras causaría menos impresión si estruviera repartida entre algunos millones de personas. Pero el hecho es el mismo.

Ahora bien , si nos fijamos un poco nos daríamos cuenta de que en los países "libres" la casi totalidad de los bienes están invertidos en el sistema fenerista, en pleno mecanismo de la peseta de Nerón, mientras que los paíse colectivistas lo estan todos.

Ante este panorama actual yo pregunto: ¿Es que esta situación actual es diferente de la que yo imaginaba para la peseta de Nerón?.

No puedo resistirme a dedicar unas líneas a una palabra técnica (cuyo origen desconozco), en el terreno de la economía, pero que siempre me ha parecido cargada de sentido.

Me refiero a la palabra INVERTIR. En términos generales y en lenguaje corriente, invertir significa dar a las cosas un sentido, una posición, o un uso que les corresponde con su propia naturaleza; poner lo de abajo arriba, etc. En términos financieros, invertir significa introducir dinero en los mecanismos fenerista. Y estoy seguro que toda inversión fenerista es una auténtica inversión. Por una vez, y sin proponérselo ( seguramente) con una palabra equivocada han expresado la gran verdad de su gran mentira: EL FENERISMO DEL DERECHO DE PROPIEDAD.

En la sociedad imaginaria sometida a la tiranía de la peseta de Nerón que he descrito, aparecía con toda evidencia y con toda crudeza que los economistas y financieros eran los que hacían posible que los hombres (excepto ellos y los herederos de la peseta) quedaran reducidos al papel de instrumentos al servicio voraz del dinero.

En la sociedad real de este mundo, durante los dos últimos siglos puede afirmarse lo mismo en términos generales, con todas las excepciones y los paliativos que se quiera...

 

Guillermo Rovirosa. El fenerismo, pag. 33

Ediciones Voz de los Sin Voz

 

EL ORDEN QUE ES DESORDEN

La injusticia, ocupando el puesto de la justicia. El favoritismo político, económico, social y personal, usurpando el lugar de lo que exige la ordenación cristiana de las cosas. La brutalidad, el abuso y el odio organizado, campando con fines políticos. El orgullo y la soberbia, elevados a la dignidad de dioses. Todo este desorden, y mucho más, se considera por los benefactores de tal desorden como el ´summum desideratum´ de la buena ordenación en los hombres y en las instituciones (…) ¿Puede llamarse incitación al desorden (orden) la formación de una mentalidad para sustituir esta tranquilidad (orden) por un régimen más justo, conforme a los deseos de Dios para los hombres?...

La tranquilidad (!) a punta de bayoneta que se observa en varios países quiere hacerse pasar como el orden querido y deseado por Dios para la implantación de su reino en el mundo.

La injusticia, ocupando el puesto de la justicia. El favoritismo político, económico, social y personal, usurpando el lugar de lo que exige la ordenación cristiana de las cosas. La brutalidad, el abuso y el odio organizado, campando con fines políticos. El orgullo y la soberbia, elevados a la dignidad de dioses. Todo este desorden, y mucho más, se considera por los benefactores de tal desorden como el "summum desideratum" de la buena ordenación en los hombres y en las instituciones (…)

Orden quiere decir que cada cosa, cada persona, cada institución, ocupe el lugar que le corresponde y no el otro (…)

No importa que millares de personas carezcan de lo más necesario para llevarse a la boca. No importa que la falta de vivienda sea un problema angustioso y palpitante. No importa que millones de seres hayan de emigrar, en un peregrinar sin descanso, a causa del orden que se sostiene por la fuerza. No importa que el pueblo esté sojuzgado. No importa la mordaza que pesa sobre las fuentes honradas y justas de información. No importa el desorden de unos pocos nadando en la mayor opulencia y de otros innumerables padeciendo hambre crónica. No importa todo este desorden, con tal que la tranquilidad, confundida con el orden, siga reinando.

¿Puede llamarse incitación al desorden (orden) la formación de una mentalidad para sustituir esta tranquilidad (orden) por un régimen más justo, conforme a los deseos de Dios para los hombres?

¿No es acaso una violencia desordenada la defensa de todo ese desorden? ¿No pugna con la libertad que, como supremo valor, Dios deposita en todo hombre?

Los privilegiados de este desorden tranquilo (!) califican de abuso las medidas equitativas, Justas, tomadas por la sociedad en defensa del derecho de los no privilegiados.

La esclavitud (desorden) fue considerada en su tiempo como la suma ordenación de la justicia. Su supresión costó ríos de sangre y vencer multitud de dificultades, aun dentro mismo de los esclavos.

La deformación mental en unos y otros, en los que dirigen y en los que obedecen, en los hambrientos y en los saciados, en los libres y en los "esclavos", exige en los hombres honrados, que han despertado a la llamada del Señor, un esfuerzo continuado para que su llama se siga propagando, aumentándose, al mismo tiempo, su intensidad y calidad (…)

El Cristo sangrante, que es para el cristiano el prójimo, nos urge angustiosamente a la lucha por el reino del amor (…)

 

RUTINA

Presentamos un artículo escrito por Guilermo Rovirosa en el año 1953. Este militante obrero cristiano, maestro en espiritualidad desde los pobres, está hoy en proceso de beatificación. Nos alegra que este gran promotor de los empobrecidos sea conocido cada día más en Iberoamérica.

Si nos pidieran una definición de "rutina" diríamos que es el arte de resolver problemas sin plantearlos.

La rutina de los hombres es una degradación del instinto de los animales. Estos no dudan nunca ni se plantean problemas, pues el Creador se los dejó todos resueltos de una vez para siempre.

La grandeza del hombre estriba precisamente en la facultad (y en la necesidad) de plantear y resolver sus propios problemas.

Claro está que el problema fundamental de "conocer a Dios" el hombre está incapacitado para resolverlo con sus propios medios, y por eso todas las tentativas han terminado en idolatrías, paganismos y falsas religiones. Unicamente Dios podía informarnos de "cómo es Dios"; y esto no por medio de profetas ni de mensajeros, sino que quiso ser Dios quien de manera indudable diera testimonio de Sí Mismo.

----

Se habla muy a menudo de resolver problemas de todo orden: económico, social, político, filosófico y religioso, pero antes de intentar resolver ningún problema interesa plantearlo bien. Los matemáticos repiten un aforismo que dice que: "problema bien planteado ya está medio resuelto".

Tanto los problemas matemáticos como los técnicos y todos los que se refieren a la vida, nunca se presentan aislados, sino que son como el eslabón de una cadena continua, que se apoya en numerosos problemas anteriormente resueltos.

Y aquí está el peligro. Ordinariamente la rutina interviene como elemento componente e integrante de las premisas que manejamos en el planteamiento de los problemas que intentamos resolver.

Repetidamente el Papa nos exhorta (con la palabra y el ejemplo) a replantear problemas que la rutina daba como resueltos, por ejemplo: los que se refieren al "régimen de propiedad" (no al "derecho" de propiedad). Y también las mentiras organizadas en en relación con los Reyes Magos y los juguetes.

----

Este será seguramente uno de los excelentes resultados del "Método de Encuesta".

El "hombre de Encuesta" no acepta nunca como válida una solución de rutina, y no tiene más remedio que replantear el problema para estar seguro de una solución racional.

La verdadera personalidad del hombre se forja a medida que se va resolviendo (bien resueltos) sus propios problemas y los problemas de la sociedad de que forma parte. El "Método de Encuesta" arma al hombre para incrementar su personalidad humana.

La rutina es el gran enemigo, que si el hombre se abandona a ella, se envilece a un nivel inferior al de las bestias.

 

(Boletín de la HOAC, 21 Febrero de 1953)Guillermo Rovirosa

 

REFLEXIONES SOBRE LA REFLEXIÓN

Existe un conocimiento, que es al mismo tiempo el más útil, el más bello, el más interesante; el que nos proporciona mayor dicha y el que más nos acerca a Dios: Es el CONOCIMIENTO DE LA VIDA QUE NOS RODEA. Es un verdadero arte, y nadie puede pretender poseerlo enteramente a través de los balbuceos imperfectos de algunos libros.

 

Ser culto no es saber mucho. Es indispensable oponer el saber acumulado al saber asimilado. Hay conocimientos que se incrustan en nosotros. Otros forman un cuerpo con nuestros recuerdos, con nuestras ideas, con nuestras pasiones y nuestros deseos, llegando a ser una parte de nuestro yo psicológico; son en nosotros carne y sangre, espíritu y vida. Entre estos conocimientos y nosotros existe acción y reacción, de tal manera que se modifican en ellos modificándonos a nosotros; hay, pues, ASIMILACIÓN. Esta manera de conocer las cosas por asimilación cuando se practica con frecuencia se convierte en hábito. LA CULTURA ES HÁBITO CONTRAÍDO POR EL ESPÍRITU DE CONOCER POR ASIMILACIÓN. La inteligencia del hombre culto tiene estómago. Reflexionar es quedar perplejo. Concebir una solución para esa perplejidad. A nadie había dejado perplejo la caída de una manzana. La observación fecunda es la que reflexiona. Someterse a los hechos no consiste en quedar pasivo ante ellos con pretensión de que "ellos" lo podrán todo, sino que es someter a la verificación de los hechos la idea que uno se había formado de los hechos por experiencia y reflexiones anteriores. CUANDO NO SE SABE LO QUE SE BUSCA TAMPOCO PUEDE SABERSE LO QUE SE ENCUENTRA. Los grandes observadores siempre tienen una idea "detrás" de la cabeza. La verdadera actitud del investigador no está en renunciar a los prejuicios, sino en saber la respuesta a la cuestión propuesta, y estar en todo momento dispuesto a modificar la cuestión y la hipótesis que se había propuesto." […]

"Para el obrero, más o menos técnico, la realidad es quien manda imperativamente. Trabajar el plomo "exige" una técnica diferente da la que "exige" el acero. Esto va creando en nuestro vivir una "exigencia de adecuación" entre pensamientos y actos. Al pan no hay más remedio que llamarle pan. En cambio, la cultura de las personas llamadas "cultivadas" generalmente se mueve más en el plano de las ideas y de los conceptos, dejando la realidad, pudiéramos decir, como una cosa secundaria.

 

 

JESÚS DORMÍA y

GUILLERMO EL CAMPANERO

 

El ´hombre de Encuesta´ no acepta nunca como válida una solución de rutina, y no tiene más remedio que replantear el problema para estar seguro de una solución racional. La verdadera personalidad del hombre se forja a medida que se va resolviendo (bien resueltos) sus propios problemas y los problemas de la sociedad de que forma parte. El ´Método de Encuesta´ arma al hombre para incrementar su personalidad humana.La rutina es el gran enemigo, que si el hombre se abandona a ella, se envilece a un nivel inferior al de las bestias

 

JESÚS DORMÍA

(Boletín HOAC, hacia 1950)

Jesús como verdadero hombre, se hallaba sujeto a las necesidades propias de la naturaleza humana: comer, beber, dormir; sentía la fatiga y le era necesario el descanso. Las narracciones evangélicas se refieren a estos aspectos de una manera naturalísima, particularmente en el comer, que quedaba sublimado con la maravilla de las maravillas: la última Cena. En cuanto al dormir, se nos dice que en diversas ocasiones durante la noche se retiraab solo a orar.

Pero hay un momento en el cual los tres sinópticos coinciden con la máxima precisión deseable, para afirmarnos que Jesús dormía. Y no durante la noche, como habría sido lo normal, sino en pleno día. El hecho es que Jesús dormía mientras todos los que estaban con Él permanecían despiertos. Por ser sobradamente conocida, no es necesario reproducir la relación evangélica de la tempestad apaciguada en el lago de Genesareth.

En contraste con este hecho conocemos otro en el que ocurre al revés: la noche de la angustia en el huerto de Gethsemaní, cuando Jesús permanecía despierto, mientras "los suyos" dormían, a pesar de su ruego de que velaran con Él.

La comparación de estos dos pasajes antagónicos de la vida histórica de Jesús quizá puedan servirme para comprender un poco mejor algunos hechos análogos, que se repiten constantemente en la vida de su Cuerpo místico a lo largo de los siglos.

- - - - - - - - - - -

El caso es que aquellas barquitas de pescadores lacustres no tenían ningún parecido con los barcos modernos, en los que uno puede retirarse a su litera y aislarse de los demás. Nada de esto. Allí no había ni literas ni "espacio vital" para dormir. Además, sabemos por el contexto que la barquita estaba atestada de gente. Pero Jesús encontró un lugar en la popa y un almohadón, como precisa San Marcos. Y sobrevino una tempestad tan fuerte, que la barca se llenaba de agua. Y Jesús seguía durmiendo... Se necesita un sueño muy recio para permanecer dormido en momentos así. Se comprende que el respeto que le profesaban haría que tuvieran con Él ciertos miramientos; así y todo, las sacudidas y las mojaduras no debieron de poder evitarlas. El hecho es que Jesús dormía profundamente en las circunstancias menos propicias para ello.

Y los que estaban con Él, ¿con qué ojos debían mirar esto? Su ánimo debía estar conturbado por un mar de confusiones, más tempestuosas todavía que el lago que atravesaban. Días antes había obrado numerosos prodigios, que rubricaban su poder extraordinario, y antes de embarcarse les había contado las más bellas parábolas del Reino de Dios. Sin duda alguna, por aquellos contornos había una expectación trepidante.

Este y no otro, debía ser el libertador de Israel, esperado con ansia por el pueblo escogido. Cuando, de repente, aparece la tempestad. A lo que parece, las tempestades en aquel lugar se producen casi de súbito, bastando un ligero cambio en la dirección del viento para que el agua se alborote. Hay que suponer, sin embargo, que nada de esto era nuevo para ellos, y como hombres conocedores de su oficio, debieron de empezar haciendo todo lo que les habían enseñado para esquivar la tempestad, que les embestía furiosamente.

Pero en vez de dominar ellos a la tempestad, veían, consternados, que la tempestad les iba dominando a ellos. Por cada litro de agua que achicaban las olas metína cinco. ¡Adios sueños de grandeza! Todo aquel imperio de Israel, que ellos identificaban con el Reino de Dios de que les hablaba Jesús, se hundía por momentos. Pero lo más grave era que se veían al borde de perder la realidad máxima con que contaban, que era su propia existencia. Y Jesús dormía...

Como por otra parte son testigos de que Jesús es dueño de un poder únicamente comparable al de los antiguos profetas, cuando ya no ven salida humana a su terrible situación, acuden a Él y le despiertan. Cuando se duerme tan a gusto como debía de dormir Jesús, el despertar no suele ser instantáneo. Aquellos breves momentos que precedieron a la toma de conciencia todavía debieron de excitarles más en sus prisas.

-¿No ves que nos hundimos? ¡Sálvanos que perecemos! Y no se necesita mucha imaginación para "contemplar" esta escena y darse cuenta de que cada uno de los presentes debía de dirigirle palabras que, aunque todas diferentes, todas querían expresar lo mismo: ¡Sálvanos la vida!

El desenlace es conocido. Pero no dejan de llamarme la atención las palabras que les dirigió el Señor después que el lago hubo recobrado la serenidad:

-¿Por qué habéis temido, hombres de poca fe?

Que uno siente miedo cuando se ve en peligro inminente de ahogarse, no parece que sea cosa de avergonzarse. Pero es que además de llamarles "timoratos" les dice que tienen poca fe. Esto es sorprendente, después de que le han pedido que los salve, cuando humanamente todo se veía perdido. Aquí debe haber algo más profundo, que ellos no pudieron captar por la excitación en que se encontraban, pero que, a veinte siglos de distancia, ya es más fácil entrever. Porque podemos suponerlo todo, menos que las palabras de Jesús eran incorrectas, o que carecían de sentido.

---------------------

Voy a fijarme ahora en la otra escena, en el huerto de los Olivos, la noche de la Pasión.

Por momentos, durante aquella semana, y después de la resurrección de Lázaro y de la entrada triunfal en Jerusalén, los Apóstoles iban arraigándose en la convicción de que "ahora iba de veras". Machaconamente les había repetido Jesús que iba a Jerusalén a padecer y a morir, pero ellos ni le entendían ni podían entenderlo. Ellos sabían que la tarea principal del Mesías era la de liberar a Israel de sus enemigos, la cual constituiría el pedestal de su gloria, y sabían también que Jesús disponía de poder suficiente para dejar muy atrás las hazañas de Josué en los tiempos antiguos. La misma solemnidad en los gestos y palabras de Jesús durante la Santa Cena les daba la seguridad de que las horas del triunfo de Jesús eran inminentes. Y así era. Pero se equivocaban de medio a medio en su estimación de cómo se realizaría el triunfo de Jesús.

Ellos únicamente podían imaginarlo como un dominio sobre sus enemigos; todavía no podían creer que las victorias cristianas consisten en entregarse, sin intentar defenderse, a los que nos persiguen y maltratan.

Pedro y todos los demás estaban eufóricos, y la promesa de no abandonar a Jesús, aunque fuera para ir a la muerte, seguramente que la hubieran cumplido si la cosa hubiera ido por la tremenda. ¿No es impresionante ver a Pedro, el inofensivo pescador, manejando la espada y enfrentándose con una muchedumbre de soldados y gente armada?

Jesús ya les había dicho y predicho todo repetidamente, con palabras claras, sencillas y precisas. Pero ellos empezaron con una exégesis de las palabras de Jesús, que ya dejaría de tener continuadores hasta el fin de los siglos, y que consiste en dejar de lado lo que dice Jesús para fijarse en lo que quiere decir, según la propia interpretación. Esto fue causa de la deserción de los Apóstoles en los momentos supremos, y esto continúa y continuará siendo la causa de las pequeñas y las grandes deserciones de los cristianos, tanto en el orden individual como en el orden colectivo.

Por una parte, pues, veo a Jesús despierto, preso de una angustia suprema, y por otra parte, "los suyos", pensando muy contentos que al día siguiente empezaría la gran apoteosis por la que venían suspirando. Y se quedaron dormidos, echados en el suelo. Jesús les había dicho: Velad y orad, para no caer en la tentación.

Y se retiró de ellos unos treinta o cuarenta pasos. Pasada una hora, se acerca a ellos y los encuentra dormidos. Los despierta y les dice: ¿No habéis podido velar una hora conmigo, que tengo el alma triste hasta la muerte? El espíritu es fuerte, pero la carne es débil, y lo débil es lo más fuerte.

Supongo que quedarían avergonzados. Pero el caso es que después de otra hora la escena se repitió exactamente. Y una hora más tarde se repitió de nuevo, sin ninguna variante. Mejor dicho, con una variante. La diferencia fue que así como antes Jesús les había pedido que velasen, ahora les dice: Dormid y descansad, que ya está cerca la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en las manos de los pecadores.

Antes, cuando les pedía que velasen, ellos se dormían; ahora que les dice que duerman, estoy seguro de que desapareció el sueño como por encanto. Y su estupefacción debió llegar al colmo cuando oyeron: Lavantaos, que ya se acercan los que vienen a prenderme.

Sabemos con toda precisión que Jesús ya no cerró los ojos hasta el momento de su muerte en la cruz. De Pedro también sabemos que ya no durmió más aquella noche, ni de madrugada. Ni tampoco Juan. De Santiago y de los demás nada sabemos. Pero hubo otro Apóstol que hasta el momento de ahorcarse tampoco debió de dormir más. Pero esto no me interesa en esta meditación, y lo dejo de lado.

--------------------

Me encuentro, por tanto, ante dos situaciones graves, en las que intervienen los mismos personajes, y en las cuales el comportamiento de Jesús y de los Apóstoles difieren como la noche al día. Esto significa (estoy segurísimo) que ambos acontecimientos eran completamente distintos, por no decir opuestos, en su raíz más profunda. Voy a intentar aclarar esta diversificación:

1º.- En el lago, la tragedia inmediata se veía, se palpaba; en el Huerto, no.

2º.- En el lago, cada Apóstol veía en peligro su vida; en el Huerto, no.

3º.- En el lago, no había escapatoria posible; en el Huerto, no.

4º.- En el lago no era lugar ni hora de dormir; en el Huerto, sí (en aquel tiempo y en aquel país).

Quizá en esto haya bastante para explicar la distinta actuación de los Apóstoles, y hasta casi para justificarla, si me atengo a criterios sobrenaturales, que siempre nos sorprenden. Por eso le pido como el ciego: ¡Jesús, que te vea!

En primer lugar, no puedo creer que Jesús, como señor del Universo, dispuso toda la mise en scène y fingió dormir para darnos una lección. Y no lo creo porque esto no me parece propio de Dios en su papel de Maestro, cuya lección permanente durante toda su existencia fue la de sujetarse a la naturaleza como medio de dominarla. Toda su enseñanza la dió aprovechando los hechos que la marcha normal de los acontecimientos le ponía delante. Con un respeto inconcebible a la libertad humana y a las leyes que Él mismo había impuesto a la Naturaleza.

Jesús dormía. Toda ficción la rechazo como inaceptable en quien es la Verdad personificada. Después vino el prodigio: una orden al viento y al agua desatados, que se serenan en el acto. Jesús iba haciendo, uno tras otro, pequeños prodigios para que llegasen a descubrir el gran prodigio que no podían ver: Aquel Hombre, Jesús, era Dios. Pero esto, ni tan siquiera habían empezado a sospecharlo. ¡Claro está que alguna fe tenían en Él!, pero era una fe de vía estrecha.

Hay que tener en cuenta que en aquella barca, que seguramente era la de Pedro, estaba toda la Iglesia... menos María. ¡Qué diferencia entre la fe de María y la de los Apóstoles! Ahí están los hechos. Cuando María se encontró en una situación extrema, en la que peligraba no su vida, sino lo que vale más todavía, que el honor, unos meses después de la Encarnación; cuando José sufría inmensamente y ella corría el riesgo de verse infamada y deshonrada, María puso toda su confianza en Dios, que la había conducido a aquella situación. Se sentía instrumento dócil y libre en las manos de Dios para que hiciera con ella su voluntad.

Los Apóstoles estaban todavía muy lejos de una fe así. Se creían en peligro en la barca de Pedro, y si no hubiera sido más que la barca de Pedro hubieran tenido mucha razón de espantarse. Pero... era la barca de Cristo, aunque durmiera. Esto los Apóstoles no lo sabían antes de Pentecostés, pero ahora ya podemos saberlo. Y veo que mis reacciones se parecen mucho a las de los Apóstoles cuando tenían poca fe en Jesús, y se parecen poco a las de los Apóstoles cuando creyeron en Jesús del todo.

-----------------------

La vela de Jesús y el sueño de los Apóstoles en el huerto de los Olivos. Empezaba la máxima injusticia que se haya cometido en la historia del mundo. Y digo empezaba, porque desde aquellos momentos ya no terminará hasta el fin de los siglos.

Antes de Jesucristo, cada injusticia que los hombres se hacían los unos a los otros no tenía demasiada trascendencia, porque todo empezaba y terminaba en los hombres. Después de la Redención, para los cristianos, toda injusticia que padece un hombre (sea grande o pequeña) empieza en el hombre, pero acaba en Cristo.

Los Apóstoles no sabían nada de lo que pasaría aquella noche y al día siguiente. Esta ignorancia, y la pesadez del sueño, pueden explicar, si no justificar, el poco caso que hicieron de las palabras de Jesús cuando les pidió que velasen con Él. Por una parte, no veían nada de la maquinación que se estaba tramando contra Jesús, ni podían preveerla. Por otra parte, tampoco creían en el sentido literal de las palabras de Jesús porque hacía demasiado choque con todos los prejuicios que una tradición milenaria había acumulado referente al Mesías. Ya estaban acostumbrados a no entender las palabras de Jesús y a no preocuparse por ello, por estar convencidos de que eran palabras de vida eterna. Ellos iban al grano; y de todo lo que oían, únicamente retenían la idea de que de un momento a otro se implantaría el reino. Y ya tenían bastante. Los prodigios de que eran testigos les garantizaban que el gran prodigio no se haría esperar demasiado.

Lo único que les habría podido hacer compartir la vela con Jesús hubiera sido el compartir su angustia. Pero ¿qué angustia podían sentir, si no veían nada especial, ni creían en las palabras de Jesús? No es que no creyesen en el sentido de negarlo, no. ¡Dios me libre de semejante pensamiento! Es que lo interpretaban al revés, lo que en fin de cuentas equivale a no creer. Dicho de otra manera: creían más en ellos mismos que en Jesús, ya que en lugar de adaptar sus creencias a las palabras de Jesús, lo que hacían era tratar de adaptar las palabras de Jesús a sus creencias. Este fenómeno, que podríamos llamar desplazamiento del centro de atención me parece que fue permanente en los Apóstoles durante la vida mortal de Jesús, y creo que desde entonces nunca ha dejado de existir.

No me parece temerario afirmar que durante la vida pública de Jesús, la atracción que los Apóstoles sentían hacia Él se polarizaba mucho más en su persona que en sus palabras. Por esto tenían poca fe.

 

Veían un hombre extraordinario que los atraía irresistiblemente; y cómo no puede pasar por la cabeza de nadie que un hombre se haga Dios... Las palabras de Jesús, en cambio, presentaban la cuestión en términos precisos: no era un hombre que quería hacerse Dios, sino Dios que había querido hacerse hombre. Pero para calar ésto era menester fijarse mucho más en las palabras que en el hombre; y los Apóstoles (por lo que cuentan los Evangelios) lo hacían al revés.

En cierta ocasión el Señor les dió -y nos da a todos- la fórmula eterna de la libertad: Si permanecéis en mi palabra, conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Su existencia mortal duraría poco, pero su palabra permanece eternamente. Y esto puede explicar la cobardía de los Apóstoles cuando no disponían de otra fuerza que la atracción que sentían por la humanidad de Jesús; y explica su fortaleza después de Pentecostés, hasta el martirio, cuando ya no contaban con la humanidad de Jesús, pero permanecían en su palabra.

Dos etapas, pues, bien destacadas y definidas en la vida de los Apóstoles:

1ª.- La etapa mesiánica "humana", que se hundió en el Calvario y estuvo encerrada hasta el tercer día.

2ª.- La etapa mesiánica "divina", que empezó con la Resurrección y culminó en Pentescostés, y duró hasta que murieron.

En la primera etapa, que fue la de la convivencia de los Apóstoles con Jesús, el Mesías no pasaba de ser un descendiente de David que libertaría a Israel de sus enemigos y los haría dueños del mundo. Materialismo puro, ya que la trascendencia la referían casi exclusivamente a Yahvé. Los valores trascendentes del hombre no entraban practicamente en cuenta en el "pueblo escogido". El triunfo del Mesías se esperaba antropomórfico y nada más. Cuando Moisés vió la gloría de Yahvé -de espaldas- en una especie de cataclismo de fuego y humo, de rayos y truenos,quedó tan sobrecogido que dejó un testimonio tan grandioso y terrible, que cuando sus sucesores se encontraron -cara a cara- con el mismo Dios que se presentó con los atributos del amor infinito, centrados en la humildad y mansedumbre, no lo pudieron reconocer. No podían ver en Jesús el resplandor de Yahvé, ni tampoco el Mesías esperado, descendiente de David y libertador de Israel. La humanidad de Jesús los desconcertaba totalmente.

Ahora sabemos que la misión principal de Jesús era precisamente la de morir de mala muerte, para que "los suyos" pudieran recibir el Espíritu y vivir vida abundante. Pero los Apóstoles no sabían nada de esto; y no porque el Señor no se lo hubiera dicho, sino porque no podían comprenderlo, sencillamente.

Por eso dormían cuando hubieran debido velar, y por esto estaban tan desazonados cuando Jesús dormía.

-----------------------

Sabemos que mientras Jesús vivió con los Apóstoles, estos tenían poca fe.

De lo que no sabemos nada es de lo que fue de esta fe raquítica durante las horas que mediaron entre el Calvario y la mañana de la Resurrección. Yo creo que debió morir del todo. Todo lo que pensaban y todo lo que esperaban -que era lo que no les dejaba penetrar el sentido de las palabras de Jesús- debió quedar aniquilado. Con la "carne" de Jesús murió también la carnalidad de los Apóstoles.

El hecho de la Resurrección los cogió totalmente de sorpresa, a pesar de la insistencia de Jesús en predecirla. Entonces, y únicamente entonces pudieron empezar a creer en el mesianismo "divino" de Jesús, cuando ya no quedaba nada del mesianismo "humano" en el corazón de los Apóstoles. Y recibieron el Espíritu en Pentecostés, y recordaron la palabra, y comprendieron que no habían comprendido nada. Y pudieron recibir el Espíritu porque su carnalidad ya había fracasado del todo y no encontraba ni el más leve asidero donde agarrarse.

El misterio de Jesús es que es verdadero Hombre y verdadero Dios. Afirmar esto y convertirlo en el centro vital de la propia existencia constituye la plenitud de la Fe. Que no es natural ni puede serlo; sino sobrenatural, y puro don de Dios.

La trayectoria de la Fe, sin embargo, es la de los Apóstoles:

Primer paso. Conocer y amar la maravillosa humanidad de Jesús, conversando familiarizarse con Él y convirtiéndole en el compañero de las propias idas y venidas. Esta es la etapa de la "poca fe".

Segundo paso. Jesús muerto y enterrado. Todas las ilusiones y carnalidades, todos los sueños de grandezas, de éxitos, de triunfos, de dominios, de satisfacciones... murieron con Él. Etapa del Bautismo.

Tercer paso. La maravilla de la Fe. La palabra de Cristo que permanece en el "fiel" y le hace conocer la verdad y entrar en la etapa de la libertad de los hijos de Dios.

-----------------------

Terminada la meditación en voz alta, ahora puedo empezar a meditar en silencio.

 

 

GUILLERMO. EL CAMPANERO

En todos los cursillos de la HOAC se destaca la figura del que -desde los primeros momentos- queda encargado de sonar la campana para que los cursillistas se levanten, si es el primer toque matutino, o se reúnan para los diferentes actos del cursillo, si se trata de los toques posteriores.

Siempre se destaca, porque nos despierta cuando mejor dormíamos, o porque nos interrumpe la conversación más interesante del cursillo...

A esta manera de destacarse la podemos llamar «normal», y considerarla como consecuencia natural de un «oficio» que, ¡evidentemente!, no puede pasar desapercibido.

Pero este verano hemos conocido al campanero perfecto. Al intentar describirlo ya nos damos cuenta de que vamos a fracasar, porque fue algo tan insólito, que solamente los que fueron testigos pudieron percibir la diferencia que va de campanero a campanero.

Realmente, es muy difícil explicar en qué se diferenciaba Guillermo de los otros campaneros de los otros cursillos. Puntual, cierto; pero los otros, en general, también son puntuales. ¿Manera -más o menos «flamenca»- de tocar la campana? No; de ninguna manera. Tocaba de una manera tan primitiva como cualquiera..

¿Entonces...?

Entonces... ¡había que verlo! Era el hombre transfigurado. Nunca hemos visto una cantidad tan enorme de «conciencia profesional» depositada en un menester tan humilde y accidental.

La cosa no podía proceder de concomitancias con su profesión, ya que el ser mecánico de una draga no tiene relación alguna directa con el ser el campanero perfecto en un cursillo de la HOAC.

¡Cuanto nos ha hecho meditar! Fué seguramente la impresión máxima de todo un verano lleno -bien lo sabe Dios- de impresiones nada ordinarias...

Guillermo era responsable de la campana, y vivió pendiente de esta responsabilidad metiendo la campana «por las narices» a los sordos, y no descansando hasta que todos estaban recogidos en la capilla o en la clase.

Los dos primeros días, los «listos» querían tomarle el pelo, y hasta le arrancaron el badajo a la campana; pero Guillermo, sin inmutarse, siguió su menester, y en los últimos días, no solamente era el cursillista popular, sino también el más considerado.

Ciertamente, Guillermo hizo lo más dificil de este mundo, que es entregarse TODO, del TODO, a un menester pequeñísimo y humildísimo... por el Amor de Dios. ¡Cuantas veces lo habremos repetido, que no hay ocupación pequeña, si se pone al servicio de Dios! Pero nunca lo habíamos visto con nuestros ojos hasta este verano. Guillermo nos dió una lección de cristianismo de las más intensas que hemos recibido en nuestra vida. Después de lo cual uno no tiene más remedio que exclamar:

¡Qué equivocados estamos!

Ahora creemos estar seguros de comprender de alguna manera -sin haberle conocido- la santidad del Hermano Gárate. Pero ¡qué duro nos es, Señor, aceptar estas cosas tan sencillas!

 

 

 

La LEY de la SELVA

Guillermo Rovirosa fue un converso, militante cristiano pobre y maestro de espiritualidad encarcelado por el franquismo. Científico investigador que llamó la atención de Albert Einstein. Hombre clave en la promoción de militantes obreros y será el alma que lance la H.O.A.C. (Hermandad Obrera de Acción Católica), que según reconoció Antonio Gutiérrez, ex secretario de CC.OO., (ahora se cumple su 25 aniversario) no habría sido posible la existencia de esta central sindical sin la acción de los militantes de la H.O.A.C. Fue también primer presidente de la editorial ZYX. Podemos considerarle como el militante obrero español más importante de los últimos cincuenta años. En pleno franquismo escribió estos textos que parecen escritos hoy:

« Ahora estamos tomando conciencia de que la tierra es una inmensa selva, en la que rige ( con diferentes nombres y disfraces) la « Ley de la Selva» como es natural: el más fuerte oprimiendo y esclavizando al más débil. Tanto da que se trate de personas individuales como de colectividades humanas.

Ley de la Selva que nos ha impregnado a todos, ya que todos somos débiles respecto a algunos (y por tanto: oprimidos) y somos fuertes en relación con otros a los que explotamos cuanto podemos»

« El valor fundamental de la humanidad es la persona humana y es positivo cuanto tiende a desarrollar su personalidad, basada en su dignidad y su libertad, en la justicia y en la verdad.

Es negativo todo mito (Estado, raza, prestigio nacional, partido, clan, riqueza, casta, imperio) que para sostenerse necesita víctimas humanas, sacrificándoles a veces la vida física, o su dignidad, o su libertad, o sus posibilidades de perfeccionarse».

« Todos sabemos que en los últimos cuarenta años los países llamados civilizados se han esforzado por establecer leyes («letra») que moderen aspectos de injusticia, y hay que reconocer que se ha logrado bastante. Pero el sistema sigue siendo el mismo... No se trata por consiguiente de corregir lo existente, dejando intacta su raíz, sino de cambiar el sistema»....

«La revolución que el mundo necesita no es posible sin una renovación completa en el orden espiritual.»

 

"´DAR´, TRABAJO", "EL DEBER", "EL LASTRE", "EL EQUIPO FAMILIAR"...

Y así hemos construido un fantasma de cristianismo, a base de unos llamados cristianos que ¡oh escándalo!, tienen horror a la virtud de la pobreza. Y algunos, ¿cuántos? han podido llegar a creer de buena fe que la RELIGIÓN DE LOS POBRES era la religión de los ricos. Así, la gente sencilla, que no entiende de distingos y sutilezas, pero cuyo sentido común -que es sentido de la proporción- es enorme, no podía compaginar una doctrina de desprendimiento hasta dar la vida por los hermanos, con las prácticas de los cristianos más aparentes que… todos conocemos. La conclusión era inevitable, y la palabra "¡farsantes!" subía necesariamente a la boca. ¿Quién ha oído a cristianos alabar la pobreza? ¿Quién admira y desea la pobreza? ¿Quién vive "de verdad", sin "mandanga" la pobreza? Realmente, ¿quién sabrá nunca el estrago que ha hecho en las almas el confundir dos palabras que, si una significa el lugar más profundo del descenso, la otra es la vestidura sublime de los que han llegado a todo lo alto: al Reino de los Cielos?

*****************************

Revista ID Y EVANGELIZAD DE MAYO 2001

"DAR" TRABAJO

En el lenguaje convencional se suele decir que DA TRABAJO la persona que COMPRA TRABAJO. Lo cual es muy diferente.

Dió trabajo aquel buen samaritano que se compadeció del hombre que yacía al borde del camino. Da trabajo el Hermano Hospitalario de San Juan de Dios, cuando asiste a sus enfermitos. Da trabajo el cristiano que en cualquier circunstancia ayuda al hermano a llevar la cruz.

¿Que tiene que ver esto tan elevado y sublime con el comprar trabajo a los necesitados, pagándolo, no en lo que vale, sino al estricto mínimo para que se pueda seguir trabajando sin desfallecer, de acuerdo con la venerada LEY DE BRONCE que debió promulgarse por el diablo en la falda del Sinaí, mientras en la cumbre se promulgaba el decálogo?

¡Dar trabajo que es flor delicada del espíritu cristiano, sinónimo de traficar con trabajo!

Así, no nos extrañan otros sinónimos que juntan en un mismo significado palabras que, en realidad, significan conceptos antagónicos.

La que nos duele más de las palabras que el lenguaje corriente ha desnaturalizado y envilecido es la palabra POBREZA. Esta margarita preciosa del cristianismo, sin la cual no hay santos y sin la cual es necesario el milagro de Dios, más portentoso que el hacer pasar un camello por el ojo de la aguja, para salvarse, se toma por sinónimo de MISERIA Y siendo ello así, ¿quién amará la pobreza? ¿Quién deseará la divina pobreza si cree y estima que es lo mismo pobreza que miseria?

Y así hemos construido un fantasma de cristianismo, a base de unos llamados cristianos que ¡oh escándalo!, tienen horror a la virtud de la pobreza. Y algunos, ¿cuántos? han podido llegar a creer de buena fe que la RELIGIÓN DE LOS POBRES era la religión de los ricos. Así, la gente sencilla, que no entiende de distingos y sutilezas, pero cuyo sentido común -que es sentido de la proporción- es enorme, no podía compaginar una doctrina de desprendimiento hasta dar la vida por los hermanos, con las prácticas de los cristianos más aparentes que… todos conocemos. La conclusión era inevitable, y la palabra "¡farsantes!" subía necesariamente a la boca. ¿Quién ha oído a cristianos alabar la pobreza? ¿Quién admira y desea la pobreza? ¿Quién vive "de verdad", sin "mandanga" la pobreza? Realmente, ¿quién sabrá nunca el estrago que ha hecho en las almas el confundir dos palabras que, si una significa el lugar más profundo del descenso, la otra es la vestidura sublime de los que han llegado a todo lo alto: al Reino de los Cielos?

Por el estilo ocurre con la expresión HUMILDE. Se han confundido en esta palabra al cristiano que está en el término de su perfección y santificación, siendo imagen viviente del Cristo "humilde de corazón", con el vencido, con el humillado. Mucha gente cristiana, todavía nos llama humildes a los obreros, entendiendo por humildes a los que no han podido llegar a la burguesía. De esta manera, TODOS HUYEN DE LA HUMILDAD: los burgueses, como de cosa detestable, y los obreros, como sinónimo de paria y de vencido.

Y este es el cristianismo que florece después de doscientos años de estar tiñéndose en el tinte capitalista: UN CRISTIANISMO FORMADO POR CRISTIANOS QUE SE HORRORIZAN DE LA POBREZA Y DE LA HUMILDAD y que alaban, con la boca muy abierta, porque DAN trabajo, a los que realmente trafican con trabajo.

Verdaderamente los que aspiramos a la pobreza y la humildad tendremos que dar mucho trabajo para poner las cosas en su punto. Empezando por rescatar estas perlas inestimables que las pezuñas de los cerdos han mezclado y confundido con sus propios excrementos.

 

 

*****************************

ID Y EVANGELIZAR DE NOVIEMBRE DEL 2000

EL LASTRE

La lucha gloriosa -que dura tanto como la vida- entre las dos tendencias que están en el interior del hombre, no llega a su desenlace hastra su último suspiro.

Los dos enemigos, la GLORIA DE DIOS por un lado y la gloria del hombre por otro, se mantienen firmes hasta el último suspiro. Ningún viviente presuma de que venció al mal sin recordar a Judas el íntimo, el amigo que besaba a Jesús.

Pero se puede caer en el error de entablar la batalla entre el cuerpo y el alma, como si todo lo del cuerpo fuese por naturaleza malo y todo lo del alma fuese por naturaleza bueno. El caso es que el cuerpo fue condenado a muerte por un pecado de desobediencia de Adán.

No. La lucha está entre lo que "estimo" mi gloria y la GLORIA DE DIOS. Planteado así el problema, todo se simplifica. Mi alma ha de encarnar profundamente en mi cuerpo, y entonces el Amor Fraterno -marca del cristianismo- florecerá como una necesidad. Y al mismo tiempo he de espiritualizar mi cuerpo, con lo que aparecerá imperiosa el ansia apostólica. Y realizaré "plenamente" esa unión CUERPO-ALMA que es la obra maestra de Dios.

Veo clarísimos estos conceptos que parecen nuevos. Y veo también de dónde viene su perversión: del desdoblamiento burgués del hombre en alma y cuerpo, afirmando que la Religión era algo que se podía llevar con plena independencia de las finanzas. Y este desdoblamiento, pervirtió la Religión, como otro desdoblamiento -Posesión y Uso- pervirtió la Propiedad.

 

*****************************

EL DEBER

Boletín de Militantes 1 de Diciembre de 1952

Todas aquellas personas que no tuvieron oportunidad de conocer la doctrina revelada por Cristo y propagada por la Iglesia, pero cuya vida se desarrolló conforme a los dictados de la Ley Natural impresa por Dios en el corazón de todo ser humano, forman parte de la Iglesia por el "Bautismo de Deseo".

Ajustaron los actos de su vida a la recta razón –hicieron Encuestas sin saberlo- y esta fidelidad al "deber" les hace acreedores a la vida eterna, como si hubieran muerto en gracia, habiendo recibido el Bautismo Sacramental.

Pensando unos instantes sobre estas verdades no puede dejar de verse el asombroso valor que alcanza el ser "hombre de Encuesta", no solo en el tiempo sino en la también en la eternidad.

Ahora cabe preguntar: ¿Qué maravillas no se ejecutarán en el "hombre de Encuesta" que es fiel a la Gracia, si en los que desconocen al verdadero Dios y a su Iglesia produce tales prodigios?

Para el cristiano la Encuesta toma su máximo valor cuando se llega a ACTUAR con la determinación de que "no se haga mi voluntad sino la del Padre".

El hombre llega a la degradación máxima en sus posibilidades humanas cada vez que lanza el grito satánico de: ¡Hago lo que quiero! Por el contrario, alcanza la perfección más alta en su vivir cada vez que afirma: ¡Hago mi deber!

¿Y cómo podré nunca tener la seguridad (siquiera relativa) de que lo que estoy haciendo en cualquier momento es verdaderamente mi deber, si no he hecho una buena Encuesta?

En las normas de la vida social que regulan la relación de un hombre con los demás hombres, a cada "deber" corresponde siempre un "derecho". Así, al deber de trabajar corresponde el derecho a vivir decentemente con el producto del trabajo, y podemos observar que, en el fondo, todo este maremagnum que solemos designar con la frase: "injusticia social" no es otra cosa que una falta de proporción entre los derechos y los deberes de cada ciudadano, desde el primero al último.

Uno de los primeros deberes que impone la virtud de la Justicia es el de defender los propios derechos, cuando se han cumplido las obligaciones propias en relación con la sociedad. Quien "se resigna" ante la injusticia social (tanto si ésta le afecta directamente como si no) no solamente no practica ninguna virtud cristiana, sino que peca contra alguna de las virtudes cardinales, y en muchos casos contra las cuatro a la vez.

En las relaciones del hombre con Dios, el contrapeso de los deberes no son unos derechos, sino unas "gracias".

Esta es la maravilla de las maravillas.

Si hago lo que "debo" hacer delante de Dios (si hago buenas Encuestas), Dios considera esto como algo tan grande que no encuentra nada que sea apropiado para dármelo en recompensa, y se da a sí mismo.

 

*****************************

EL EQUIPO FAMILIAR

La mayor parte de los hombres deben, en primer lugar, solidarizarse con el equipo familiar que por su libre voluntad constituyeron, ya que entra dentro del orden general de la naturaleza que el hombre funde un hogar.

Una vez establecido el hogar, los padres se hallan en la obligación de asegurar a todos los miembros el alimento, el cobijo, la instrucción y la educación; aunque existe la regla generalísima de que en la familia cada miembro debe darse a los demás, ayudar a los demás. Y nadie que quiera fundar una familia tiene derecho a rehusar las obligaciones que ello lleva consigo; ni nadie que forma parte de una familia tiene derecho a desolarizarse de ella.

Se comprende que la fundación de una familia es una de las tareas humanas más nobles. Hay que empezar por reunirse dos para constituir una célula total de vida. Todo en el matrimonio se realiza bajo el signo de la vida: se recibe y se da la vida; se dirige, se expansiona, se mejora y se desarrolla la vida; y todo ello tiene lugar en un ambiente de afecto, de confianza, de esfuerzos. El amor mutuo se continúa en la realidad viva de los hijos, que son la prolongación de uno y de otro cónyuge. La gran tarea de los padres consiste en conducir a sus hijos a la plenitud de constituirse asimismo en padres de otros hijos.

La familia es fundamental en la sociedad, y es la base del éxito –o del fracaso- de casi todas las vidas humanas. Por eso, el militante de la HOAC siente como primera responsabilidad la de hacer de su hogar hogar hoacista.

El hacerse responsable de su propia familia ata rigurosamente al militante hoacista a su hogar, y con frecuencia los deberes familiares representarán para él un motivo de grandes sufrimientos, ya que la vida del militante tiene exigencias imperiosas. El verdadero militante hoacista debe estar constantemente en la brecha, pronto a lanzarse a los puntos donde el combate es más duro. La movilidad ha de ser su característica; llamado de unas partes y de otras sin previo aviso, es muy importante que nunca haga oídos sordos a tales llamadas. En el lugar de su residencia debe "dejarse comer" por unos y otros, por gestiones urgentes y actuaciones rápidas. Su vida carece de regularidad horaria, llegando a cenar cuando menos se piensa, a horas imposibles, estimándose feliz los ratos en que su alojamiento no está invadido, o cuando puede acostarse antes de medianoche, o no tiene que levantarse mucho antes que amanezca.

La esposa, por comprensiva y generosa que sea, a la larga se fatiga de esta vida atropellada. El marido rehusa trabajos mejor pagados, para poder seguir el combate hoacista, muchas veces invita a los amigos a casa, agravándose la cuestión económica, de manera intolerable; la educación de los hijos sufre las consecuencias de la ausencia o las prisas del padre. La esposa no cesa de repetir: Mis hijos se han quedado sin padre desde que es militante de la HOAC. Es preciso un temple muy excepcional para aceptar este trastorno permanente de la vida de familiar. El militante ardoroso se adapta, llegando hasta el agotamiento al no querer abandonar ninguna de sus tareas. El militante flojo capitula pronto y se apaga rápidamente.

Por esto, para que un militante de la HOAC no quede esterilizado por los lazos familiares necesita que su esposa tenga un espíritu semejante al suyo, entregada como él a la causa; que sea excelente mujer de su casa, capaz de llevar casi sola la buena marcha del hogar y la educación de sus hijos pequeños. En realidad, debe tener espíritu de esposa de marino.

Cuando el marido y la esposa vibran al unísono en las peripecias del combate hoacista, entonces sus dos almas se aproximan y compenetran cada vez más, y los hijos que crecen en tal ambiente quedan "marcados" para toda la vida.

Librar en común el mismo combate (para lo cual no es indispensable que la esposa tome parte directa en él) depura y ensancha las almas de los esposos. El hogar que se cierra egoístamente sobre sí mismo, cae sosamente en la tibieza y en la mediocridad. Pero aquel hogar del militante de la HOAC, que permanece abierto a todo y a todos, interesándose tanto en la felicidad ajena como por la propia, no solamente no disminuye de valor, sino que cada día gana una nueva batalla en los combates del Señor.

 

 

 

LA PATA DE ROVIROSA

(Escrita desde Montserrat, el 14 de marzo de 1958)

Guillermo Rovirosa, el gran apóstol de los obreros, tuvo un accidente de circulación, en Madrid, y tuvieron que cortarle el pie. He aquí lo que dice a una cieguita y paralítica, de Reus, Dora de nombre, en una carta confidencial:

«...Estos ocho meses largos de inmovilidad, atado por la pata como los pollos, despuésde una vida tan atareada como la que yo llevaba, me han servido mucho y me han aclarado la vista en muchas cosas. Por ejemplo: he descubierto que ser cristiano no consiste principalmente en HACER o NO HACER tales cosas o tales obras, sino en SER CRISTO, amando como Cristo nos ama. El HACER y el NO HACER viene determinado, no principalmente por lo que está mandado por preceptos y reglamentos, sino por imperativos

de este Amor de Cristo en nosotros. Yo tuve la suerte de estar veinticuatro horas clavado en la cruz de Cristo a consecuencia del accidente, siendo la sed abrasadora (mientras al exterior llovía a cántaros) la que presidía los demás sufrimientos de todo el cuerpo y fue el descubrimiento de un mundo maravilloso y desconocido. Eso no lo cambiaría por nada del mundo. Quisieron ponerme un calmante y yo les dije que no era menester, y tuve la suerte de que no me lo pusieran...

...Ahora comprendo el gran beneficio que es el disfrutar de la cruz. De cualquier clase de cruz: la que crucifica al cuerpo y la que crucifica al alma. Pero es necesario estar crucificado en Cristo, puesto que entonces EL ES ya presente y esta presencia vale todas las "pesetas" habidas y por haber.

La tragedia es la de los pobres crucificados que desconocen a Cristo, como el mal ladrón... ¡Pobrecitos! Debemos rogar por ellos...»

(Escrita desde Montserrat, el 14 de marzo de 1958)

 

 

ORACIÓN pronunciada por Don TOMAS MALAGÓN, el día 28 de febrero de 1964, en la capilla del Hospital Clínico de Madrid.

´¿Quién no ha sido testigo de su amor a Cristo, que se manifestaba en su amor a los demás, dándose, y dándoles todo cuánto tenía: su vida, su profesión, su casa, su pan, su tiempo, hasta su cuerpo, en aquel pie que le fue amputado, en realidad, por el comportamiento lleno de caridad, que en momentos difíciles para él quiso observar?´

Rvdos. Sacerdotes.

Queridos militantes obreros y de toda la Acción Católica, Familiares y hermanos todos en Cristo.

Cuando todos esperábamos poder gozar todavía durante bastante tiempo de los ejemplos, de la compañía y del talento de este hermano mayor nuestro que era Guillermo Rovirosa, he aquí que hemos tenido que reunirnos por última vez con él, y por cierto no para sentirnos, como tantas veces, confortados con su palabra y con el espectáculo de su heroica virtud, sino para orar junto a los despojos que la muerte casi repentina nos ha dejado de él.

Quizás, por el hecho de ser yo uno de los pocos que de cerca han podido ver la grandeza de su alma, por haber convivido y trabajado en el apostolado en unión suya por espacio de muchos años (cosa que ha constituido para mí una gracia colosal del Señor), se me ha encargado dirigir unas palabras, como piadoso recuerdo del gran hombre que acaba de morir.

Vamos a fijar nuestra atención en tres aspectos de su vida:

1. PERDIDA Y REENCUENTRO DE ROVIROSA CON CRISTO.

De Rovirosa ha existido una leyenda, en nada acorde con la realidad, y de ella se sirvieron más de una vez ciertos críticos para desprestigiar su figura. Nos le presentaban como un obrero luchador en las filas de las organizaciones políticas de la extrema izquierda, misteriosamente llegado después, sin saber cómo, a la Comisión Nacional de la H.O.A.C.

Nada de eso, Rovirosa fue hijo de una bien acomodada familia catalana, que estudió el Bachillerato en un Colegio dirigido por Religiosos, que pasó después a cursar los estudios de ingeniero en la Escuela Industrial de Barcelona, de la que por entonces salieron unas cuantas promociones de hombres, cuyos servicios (aunque la Escuela Industrial no podía expedir el título oficial e ingeniero) fueron extraordinariamente codiciados por la industria española y por la de otros países. Por eso Rovirosa en plena juventud se situó envidiablemente, desde el punto de vista material, en París, en donde por espacio de varios años actuó como ingeniero en una poderosa empresa industrial.

Cuando después, en sus años de dirigente de la H.O.A.C., oía yo a ciertas personas hablar despreciativamente de Rovirosa, diciendo que era un obrero autodidacta y sin seria formación, yo, que le conocía, no podía menos de comparar su formación con la de sus despectivos desconocidos, y, testigo como yo era de los profundos conocimientos técnicos y científicos de Rovirosa, investigador y realizador de notables hallazgos en el campo de la electricidad, estudioso de cuanto se publicaba de valor en materia religiosa y filosófico-social, que hablaba correctísimamente el francés y era capaz de entenderse perfectamente en italiano e inglés, que seguía con toda facilidad la Suma Teológica de Santo Tomás, y las oraciones de la Liturgia en latín, conocedor como pocos de las actuales tendencias del pensamiento católico, amigo personal a quien visitaban en su casa Guitton Congar, von Balthasar, Michoneau y Voillaume, traductor al español de las obras de algunos de éstos, colaborador de las más importantes revistas técnicas y religiosas de varios países, yo no podía menos de sentir lástima al recibir la, en comparación con la suya, menguada talla cultural de sus engreídos detractores.

Pero dejemos este asunto y fijemos nuestra atención en el hecho del apartamiento de la Fe de Rovirosa. Ocurrió esto al terminar él su Bachillerato. Muchas veces tuve oportunidad de escuchar esta confidencia: "Me enseñaron todo, menos a Cristo". "Yo creía saber cuanto se puede saber acerca de la Religión; pero no había tenido oportunidad de penetrar en lo esencial de la figura y del mensaje de Cristo." "Por añadidura, a mí, en aquella religiosidad para párvulos que me habían hecho aprender, se me había repetido que los malos siempre pierden y que los buenos siempre ganan. Yo veía, en cambio, a mi madre, que era una verdadera santa, paralítica toda su vida, hasta que murió, y creí sinceramente que todo en la Religión era falso, absurdo y contrario a los hechos. En consecuencia, no quise ver nada con cuanto significaba cristianismo".

Con este espíritu, Rovirosa estudió en la Escuela Industrial y pasó los años de su estancia en París, inquieto, esto sí, por los problemas religiosos, pero buscando saciar su curiosidad e interés fuera del cristianismo, en las religiones de la India y en los desvaríos de Allan Kardec, hasta que por efecto de un sermón del Cardenal Verdier, oído por pura casualidad, en 1933 se inició el proceso que había de terminar con su reencuentro con Cristo, en 1934, después de un largo período de discusión, estudio y reflexión, retirado en El Escorial durante largos meses, en donde uno de aquellos Padres Agustinos fue el medio de que Dios se valió para su conversión. Es falso que Rovirosa durante ese tiempo, ni nunca, militase en organizaciones obreras de extrema izquierda. Conocía el marxismo por pura inquietud intelectual, pero no

 

se interesaba entonces por estos problemas. Su dedicación a los problemas obreros fue posteriormente y constituyó uno de los frutos de su conversión.

2. LA LABOR APOSTÓLICA DE ROVIROSA.

Rovirosa, después de su conversión, quiso pagar de algún modo el mal que, quizás, había hecho y el desprecio a Cristo que, sin duda, su vida había significado anteriormente. Fue entonces cuando realizó lo que él llamaba su contrato con Dios, en virtud del cual Rovirosa se comprometió a dedicar al apostolado todas sus actividades, si Dios le ayudaba a cubrir sus necesidades materiales viviendo él pobremente.

Aquí debemos referirnos a otro punto que ha servido a algunas personas de elemento de ataque contra él: su matrimonio.

Rovirosa estaba casado y su esposa fue siempre fervorosamente devota. El no quiso jamás, ni aún en sus tiempos de alejamiento de la Iglesia, entrometerse en su vida de piedad. Las oraciones de la esposa influyeron, quizás, en la conversión de Rovirosa.

Cuando se produjo el definitivo acercamiento de éste a Jesucristo, su esposa (ellos no habían tenido hijos) insistió mucho más en su vida de oración e, incluso, de ayunos y penitencias corporales. Repetía también frecuentemente que ella era un obstáculo para el apostolado de su esposo y buscaba siempre vivir apartada. Poco a poco aquella piadosísima mujer, fue ofreciendo ciertos síntomas de perturbación mental, hasta que poco después de volver Rovirosa de la Segunda Semana Nacional en 1947, se encontró un día con que su esposa, retirada en un convento de Religiosas, desapareció de allí, sin volver a la casa. Fueron inútiles cuantos esfuerzos se hicieron por hallarla. Era ésta, con seguridad, la más honda herida que llevaba dentro. Y creía que su dedicación al apostolado era un modo de fidelidad matrimonial a su amadísima esposa, que quizás viviera en algún lugar ignorado.

Así, pues, después de su conversión, de acuerdo con su esposa, realizó aquel contrato suyo con Dios de que hemos hablado antes, y creyeron los dos que el mejor modo de servir a la Iglesia era marcharse a la Misiones. Fue después cuando Rovirosa pensó, inducido por la lectura de la Encíclicas Sociales, que el mejor servicio que podía prestar a la Iglesia era dedicarse al apostolado en el mundo obrero, y fue alumno del Instituto Social Obrero.

Pero, mientras tanto que Dios le ofreciese para todo esto alguna oportunidad, se hizo socio de la Acción Católica en la Parroquia de San Marcos, y determinó seguir trabajando en su especialidad profesional, y, en efecto, pasó a ejercer un destacado cargo técnico en los Laboratorios Llorente. Allí le sorprendió la guerra civil en el año 1936, siendo elegido por el personal, él, sin antecedentes en España de ninguna clase y con gran prestigio profesional, para un cargo de responsabilidad técnica en una entidad que entonces se creó. Su gestión fue considerada y apreciada como magnífica en lo técnico y ejemplar en lo apostólico por cuantos la conocieron. Pero, al terminar la guerra, a Rovirosa se le siguió un expediente, durante cuya tramitación hubo de pasar varios meses en prisión, continuando después trabajando, primero en el mismo Laboratorio Llorente, rodeado del afecto y del respeto de todos, y después en el Monasterio de Montserrat, del que hasta su muerte se consideró un obrero, en el que siempre fue tan cariñosamente recibido, y al que profesaba un amor entrañable.

Durante la guerra leyó cuanto pudo, y fue muchísimo, y meditó asiduamente, acerca de la Doctrina Social de la Iglesia. De entonces proviene su entusiasmo, su conocimiento y su personalísima encarnación en el mundo obrero.

Fue llamado para desempeñar el cargo de Vocal Social en el Consejo Diocesano de los Hombres de la Diócesis de Madrid, y dirigió un curso de Acción Católica por correspondencia, y en estas actividades se encontraba cuando en 1946 fue buscado por el entonces Presidente del Consejo Nacional de los Hombres de A.C. para que le ayudase a poner en marcha la especialización adulta obrera en nuestro país. Así fue como Dios aceptó el ofrecimiento que Rovirosa había hecho de su persona para el Apostolado Obrero, y así fue como, porque Dios quiso, vino a ser el iniciador de la H.O.A.C.

Desde entonces, vestido ya y viviendo como un obrero pobre, ha realizado la labor incomparable que todos sabemos, y que abarca:

1) Su trabajo como propagandista. El dirigió muchos cientos de cursillos y pronunció miles de conferencias. ¡Ese maravilloso propagandista que era Rovirosa! Recorrió muchas veces toda España, viajando siempre en tercera, alojándose y viviendo como pobre entre los pobres, viviendo lo que decía, encendiendo entusiasmo inextinguible en muchos, mientras que en algunas personas, que no le conocían, se iba amontonando el recelo contra aquel que creían un autodidacta demagógico y hasta quizás oculto servidor del comunismo.

¡Cómo se han engañado estos desgraciados, que estaban lejos de poder medir la grandeza del alma de Rovirosa!

2) Su labor periodística. En el ¡TU! y en el BOLETÍN de la H.O.A.C. fue él su más constante y entusiasta colaborador. Añádase a esto sus folletos y otros escritos. En los viajes, por la noche, en todas

partes, Rovirosa leía y escribía sin cesar. ¡Aquella prosa popular, enérgica, sugestiva, de Rovirosa, que fluía sencillamente de su pluma sin hacer apenas tachaduras! Un buen número de volúmenes ocuparía la colección de escritos de Rovirosa.

3) Su labor organizadora. A la H.O.A.C consagró Rovirosa desde el primer momento todo su tiempo y su talento. El modo de ser de la H.O.A.C. y su vida a lo largo de sus primeros doce años dependía casi enteramente de Rovirosa.

Hemos de lamentar que ahora nos es imposible abarcar en esta semblanza la riqueza de matices de la labor desarrollada por este nuestro hermano mayor, y la influencia que ha ejercido en el Apostolado en nuestra patria. Esperamos, sin embargo, que llegará un día en que esto se podrá hacer y la Iglesia española habrá de reconocer la extraordinaria y meritísima labor de este hombre singular que hemos perdido para la tierra.

En 1957 Rovirosa tuvo que dejar la Comisión Nacional de la H.O.A.C. Pero siguió siempre muy cerca de nosotros con su ejemplo maravilloso, con su sacrificio y su oración.

 

3. LA ESPIRITUALIDAD DE ROVIROSA.

Nunca olvidaremos los que le hemos conocido las grandes virtudes de que estaba adornado nuestro querido Rovirosa.

Aquella espiritualidad centrada en el misterio de la Trinidad, del que en sus últimos años no cesaba de hablar de modo tan impresionante.

Su entusiasmo por el Bautismo, que era uno de los temas principales de su meditación diaria.

Su providencialismo tan desconcertante para los demás, pero que a él le llenaba de aquella paz y alegría que todos sabemos que expandía en torno suyo. Era Rovirosa un hombre de fe. Yo recordaba muchas veces a su lado a aquel coloso de la fe que fue Abrahám... Rovirosa ha ofrecido a Dios sacrificios dolorosísimos, como el que Dios pidió al Patriarca de Ur.

La caridad de Rovirosa. ¿Quién no ha sido testigo de su amor a Cristo, que se manifestaba en su amor a los demás, dándose, y dándoles todo cuánto tenía: su vida, su profesión, su casa, su pan, su tiempo, hasta su cuerpo, en aquel pie que le fue amputado, en realidad, por el comportamiento lleno de caridad, que en momentos difíciles para él quiso observar. Su caridad fue tal, que, de un misántropo que era por carácter, resultaba un hombre lleno de afabilidad.

Ni podremos olvidar el ejemplo sublime de su pobreza a que antes hemos aludido.

En cuanto a su oración y vida interior, ¿quién no recuerda su cara transfigurada cuando ayudaba a la Santa Misa, cuando comulgaba, o cuando rezaba el Santo Rosario?

Muchos ejemplos nos ha dado Rovirosa.

Reciba ahora el premio que el Señor concede a sus elegidos.

¡Mira, Señor, nuestras lágrimas y escucha nuestras plegarias. Otórgale la eterna paz!

Descansa en paz, noble luchador de Cristo.

Tu ejemplo admirable es para nosotros un sendero de luz. Nada podrá arrancarnos de tu camino, que es el de la Iglesia, en el que Juan XXIII y Pablo VI y el Concilio actual nos están, cada día más, asegurando.

Nuestro llanto y nuestra pena, al perderte para nosotros en esta vida, es muy grande. Pero creemos que, por la misericordia de Dios, nuestro gran hermano Rovirosa goza del Reino de los que sirvieron limpiamente al Reino de Dios y a la Justicia, y que siempre ya rogará en el cielo por la H.O.A.C., por toda la Acción Católica y por todos sus militantes.

Publicado por el Boletín de la H.O.A.C, monográfico especial tras su muerte.

Publicado posteriormente en la Revista "Id y Evangelizad" Septiembre de 1997

 

 

 

GUILLERMO ROVIROSA, militante cristiano.

Por Julián Gómez del Castillo

"Cristo, la Iglesia y los Pobres, sin considerarse nunca con derechos adquiridos, fueron el trípode en que se manifestó su vida de fe. Ello quiere decir, con una entrega creciente y a fondo perdido."

Hombre de fe.

A Guillermo Rovirosa le defino como un hombre de fe en Jesucristo y en nada más, aunque este nada más, le condujera, primero, a ser incomprendido y maltratado por los propios cristianos y, posteriormente a ser perseguido, calumniado y expulsado por los que amaba y de lo que amaba.

Son palabras éstas fáciles y breves de escribir, difíciles y largas de vivir en el día a día; ahí está su ejemplaridad. La permanencia en la fidelidad al Ideal es la gran piedra de toque del militante. Y lo seguirá siendo.

Las características o acento vivencial de su vida de fe las puso Rovirosa, según mi observación, en:

1.- Haciendo de su vida un proceso de conversión a Jesucristo y a nada ni nadie más. Y en este nada ni nadie más entraban las personas, pero también figuraban partidos, sindicatos, patria, familia, etc., todas las realidades en las que los medianos sabemos poner nuestro corazón y hasta el sentido de nuestra vida.

2.- En plena lógica con lo anterior, su excepcional amor a la Iglesia, hasta entregarle su vida sin remuneración económica ninguna. Fue ésta la segunda característica de su vida de creyente. Era consciente de que en la Iglesia siempre la santidad la pone Dios, y por eso nunca le falta, mientras los hombres aportamos la mediocridad y el pecado. Los "buenos" no se lo creen, y por eso no necesitan ni a Cristo ni a su Iglesia. El, cuando fue perseguido por los cristianos y fray Albino González Menéndez-Reigada, obispo de Córdoba, quiso ir a ver al Papa Pío XII, de quien Rovirosa era amigo personal, diría: "Un hijo no se defiende de su madre, es la madre la que tiene que defender al hijo", y le prohibió que lo hiciera.

3.- Coherente con los dos puntos anteriores, su amor a los últimos, a los pobres. Este punto se sirvió para dar estilo a su vida personal y de familia, de manera creciente, pero también lo puso de manifiesto en su vida política y social, negándose a servir a ninguna tendencia política que no protagonizaran los pobres, como se negó a que los excelentes frutos de su investigación sirvieran para generar obreros en paro, lo que le llevó a prohibir que fueran explotados los frutos de su capacidad científica.

Cristo, la Iglesia y los Pobres, sin considerarse nunca con derechos adquiridos, fueron el trípode en que se manifestó su vida de fe. Pero su vida de laico creyente. Ello quiere decir, con una entrega creciente y a fondo perdido. Esto lo pone de manifiesto que viviendo una época en que era normal que tanto en las organizaciones políticas, como en las sindicales y apostólicas, los liberados o burocracia a sueldo fuera el estrato social de los dirigentes, él siempre lo rechazó viviendo de su trabajo sin resta ninguna para la entrega gratuita a su quehacer apostólico. Nunca la acción apostólica que los demás le pedíamos se vio mermada por su independencia económica. La misma actitud de su esposa fue uno de los hechos que probaron su entrega heroica.

"...sólo lo evangélico debe ser lo globalizador de toda la vida del cristiano, sin que ello suponga ninguna pérdida de la autonomía de lo temporal, pero sin que suponga, tampoco, ninguna instrumentalización de lo religioso".

Por último su ser de hombre de fe se puso de manifiesto ante la persecución. Primero, ante la persecución del régimen del general Franco que lo encerró en la cárcel por el delito de ser testigo de Cristo y a quien amaban los trabajadores de la empresa en que desarrollaba su actividad profesional antes y durante la Guerra Civil; después, ante la persecución de los democristianos y la policía franquista, que le llevaría a la expulsión de la Comisión Nacional de la HOAC. El amor a los que le persiguieron se puso de manifiesto en todo momento.

 

La HOAC

Cuando nace la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), 1946, por decisión de Su Santidad Pío XII y la colaboración filial del Cardenal Enrique Pla y Deniel, arzobispo de Toledo, Rovirosa vio en ella, desde el primer momento, lo que llevaba propugnando y soñando desde hacía más de 12 años. Su conversión a Cristo exigía la entrega a los pobres; los pobres, en la España de los años treinta y cuarenta, eran los trabajadores; por ello hizo un curso en el Instituto Social Obrero, jurándose, al final, no volver a tener que ver con la Democracia Cristiana. Posteriormente aceptaría ser vocal-obrero de los Hombres de Acción Católica, en Madrid y cuando esta organización ejecutó la puesta en marcha de la HOAC, él se aunó con todo entusiasmo, hasta el punto de que, sin proponérselo, sin que nunca nadie le eligiera ni le diera nombramiento ninguno, fue y ha sido el inspirador de la HOAC hasta que la politiquería profranquista y promarxista de los años sesenta decidieron que había que hacer apostolado obrero haciendo juego con el poder político presente o futuro, aunque este se quedara en socialdemocracia liberal y liberaloide.

En los primeros años de la HOAC, los 40, más de una vez conversamos sobre que la HOAC moriría para resucitar en los que quisiéramos la evangelización desde los pobres. Es evidente que esto lo vio Rovirosa en "Editorial ZYX" y así lo manifestó, y es evidente que también ZYX, como movimiento evangelizador, moriría en 1973, para continuar su camino evangelizador en el Movimiento Cultural Cristiano. Podrá creerse que esto es subjetivismo del que escribe; no niego la carga de subjetividad que tiene este escrito, como todos los que hagan los protagonistas que narran lo que han vivido, pero hay dos hechos que objetivan el tema y que son decisorios en el planteamiento de Rovirosa:

1.- Su concepción de militancia cristiana. Quedó claramente reflejada en sus escritos sobre los VINCULADOS. ¿Tiene eso algo que ver con las burocracias actuales de cualquier tipo de organización? ¿Que no son posibles?. Pero, entonces, ¿por qué los hay en 1997?

2.- Los SECTORES. Frente al cáncer constante que en las organizaciones apostólicas ha supuesto la politiquería, que siempre ha llevado a la instrumentalización de parte de la Iglesia por corrientes políticas, él pensó, desde la primera mitad de los 50, que la dimensión evangelizadora de la acción política, económica, social y cultural que hicieron los militantes, debería ser revisada en la Iglesia y, por tanto, en las organizaciones de Iglesia a las que pertenecieron sus militantes. Pero esto nunca se ha hecho ni se hace hoy. Los SECTORES tenían esa función, pero nunca se permitió ponerlos en marcha. ¿Pudieron evitar la crisis profranquista del apostolado

 

laico de los sesenta en los cincuenta? Creo que sí, y entonces, es cuando era evitable. ¿Pudieron evitar la crisis promarxista del apostolado laico en los setenta? Tampoco nos cabe duda. De forma que éstas no sólo atentaron contra los SECTORES, sino contra el principio de que sólo lo evangélico debe ser lo globalizador de toda la vida del cristiano, sin que ello suponga ninguna pérdida de la autonomía de lo temporal, pero sin que suponga, tampoco, ninguna instrumentalización de lo religioso.

Concepción de la militancia y de la evangelización fueron dos innovaciones sustantivas de Rovirosa que concluyeron en la HOAC de principios de los sesenta; curiosamente Santiago Carrillo escribirá que pocos años después los obreros cristianos se unieron a la lucha y, algunas tesinas y tesis doctorales clericales de hoy, le darán la razón afirmando que el compromiso temporal de los militantes de la HOAC es de final de los sesenta.

El compromiso bautismal en Rovirosa. Los intereses de las manipulaciones politiqueras de antes y de ahora son los que han lanzado y sostenido esa no verdad de que el compromiso temporal se comenzó a realizar en la HOAC de los sesenta. Sí queremos subrayar que la fecha que dicen los politiqueros coincide con la salida de Rovirosa de la HOAC. La mentira se lanza en servicio de la descalificación militante de la HOAC de primeros de los sesenta, de los cincuenta y de los cuarenta. Los marxistas pretenden descalificar a los obreros cristianos como militantes frente a Franco en los sesenta, cincuenta y cuarenta; y los promarxistas cristianos de la crisis de los setenta, hacerse pasar por los que dieron realidad militante a la HOAC, aunque alguno se encuentre hoy al frente de "Comunión y Liberación" y diga TVE que fue anarcosindicalista.

Rovirosa, desde los años cuarenta, hablaba del compromiso bautismal como único compromiso del laico cristiano. Cuando se importa a España la teología del compromiso temporal, él se preocupó por lo que encerraba detrás y, años más tarde, publicaría el librito "Compromiso temporal", que es una verdadera tomadura de pelo a ese tipo de teología, lógica en quien vivía una espiritualidad de encarnación y que 20 años antes del Vaticano II ya veía en el bautismo la razón de la acción transformadora del mundo por parte del laicado cristiano, sin necesidades de integrismos ni de confesionalismos políticos ni sindicales. De ahí que cuando monseñor Alberto Bonet intenta convertirle en instrumento de la Democracia Cristiana dentro de la HOAC le respondiera: "Yo aquí hago tarea evangelizadora, eso otro, lo hace Ud. si quiere". Los que intentaron lanzar el sindicato cristiano a final de los 50 y aún viven, son otros testigos de la posición contraria de Rovirosa. Pero desde Santiago Carrillo a los más altos dirigentes del PSOE en el exilio, todos creyeron que el apostolado obrero español iba por ahí; pero todos se equivocaron en su análisis "científico" y cuando se encontraron con los promarxistas no dudaron en hacer lo que ellos querían echar en cara a los democristianos. Es el mundo de los politiqueros.

Que la acción transformadora del mundo estaba en la entraña de la HOAC en 1946 y antes en algunos de los muchos que la dieron origen, lo demuestran los hechos. Como telón histórico de fondo, en los años cuarenta, teníamos el configurado por las siguientes coordenadas:

1.- Guerrillas comunistas invadiendo el valle de Arán (fracasando) y en algunos otros puntos de España.

2.- Pequeñas guerrillas urbanas anarcosindicalistas.

3.- Guerrillas del PSOE en Asturias, principalmente, y en otros puntos de España. Este fenómeno guerrillero de la izquierda ideologizada fue el que llevó al historiador Tuñón de Lara a escribir que los militantes de la HOAC extremeña colaboraban con la guerrilla en 1944 cuando la HOAC no existía en ningún lugar de España. Cosas de historiadores "científicos". Toda la izquierda política con estrategia guerrillera, mientras el sector socialdemócrata, con Indalecio Prieto a la cabeza, intentaban el acuerdo con don Juan de Borbón.

4.- Por otra parte, la democracia cristiana de José María Gil Robles, parlamentaba con Indalecio Prieto. Pero al mismo tiempo, el sector encabezado por Alberto Martín Artajo y Joaquín Ruiz Jiménez, llegaban a un acuerdo para colaborar con el general Franco. Cuajaba la tesis de que muertos Hitler y Mussolini, el general Franco dimitiría. Tesis de la izquierda y la derecha políticas.

5.- Socialmente la clase obrera y campesina en España era un cuerpo social:

- Económicamente en la miseria.

- Políticamente, derrotada hasta el agotamiento.

- Cultural y socialmente, desengañada de todo y vacía de perspectiva de futuro.

" La Iglesia, desde 1910, en un proceso creciente tanto ideológico como de hechos, identificada con la derecha. Pío XI hablaría de "la apostasía de la clase obrera". ¿Hubo en España apostasía o exclusión?"

6.- La Iglesia, desde 1910, en un proceso creciente tanto ideológico como de hechos, identificada con la derecha. Pío XI hablaría de "la apostasía de la clase obrera". ¿Hubo en España apostasía o exclusión?

 

Es sobre estas coordenadas de fondo, y lo que ellas suponen, donde nace la HOAC. Y es en esa sociedad y en esa Iglesia, donde Rovirosa planteó el compromiso bautismal que llevó a los militantes de la HOAC de los años primeros a hechos como los siguientes:

1.- Estrategia general de promoción integral y colectiva de militantes, tanto por razón evangelizadora como por razón de servicio a una clase obrera pobre y vacía de perspectiva de futuro. Nada de estrategias guerrilleras. La Historia dio la razón a quien la tenía.

2.- Continuidad en la línea de cultura obrera histórica. Esto se demuestra con los siguientes hechos:

a) Las "Reuniones generales" de la HOAC.

b) El protagonismo autogestionario de sus militantes desde el primer día, puesto de manifiesto en la I Semana Nacional de la HOAC, en medio de dura tensión (1946).

c) Centros de cultura obrera, algunos de ellos, con centenares de participantes (1947).

d) El grupo de militantes obreros que dieron estilo a la organización.

e) La dura tensión y rechazo de la HOAC por parte del cristianismo desencarnado de las organizaciones socio-políticas de la izquierda.

3.- Continuidad en la línea de acción sindical del movimiento obrero, y por tanto, sin influencias ideológicas marxistas o anarquistas, como escribía el diario "YA" de la época posterior. Ello se demuestra con la instrumentalización de las Secciones Sociales del sindicato franquista y de los enlaces sindicales así como con la apertura del primer bufete laboralista en España en 1947. Quince años más tarde sería esto copiado por el P.C.E. y CC.OO., mientras el P.S.O.E. y U.G.T. preparaban sus largas vacaciones.

4.- Presencia en el movimiento cooperativo, mediante la constitución de empresas cooperativas, por una parte, y por otra, la construcción de una teoría

cooperadora que superará la tradicional evasión de cooperativistas a una conciencia conservadora y que cristalizó en la ley de Sociedades Anónimas Laborales en las que hoy trabajan 70.000 españoles.

5.- Presencia en la acción política no partidaria y bocado político apetecido por todas las corrientes políticas, como lo demuestran los elegidos en los tercios familiares de municipios y cortes, y la fundación del Frente de Liberación Popular ("Felipe") en los años cincuenta, o el cortejo incansable de comunistas y socialistas a los militantes de la HOAC, en los años cincuenta. Entre los cortejadores figuraban hombres tan significativos como Nicolás Redondo y Sartorius, por no citar más que algún botón de muestra. El entierro de Ramón Quintanilla en Vizcaya fue un hecho demostrable de todo esto.

Estas y otras muchas cosas se dieron cuando sus militantes no practicaban el compromiso temporal, sino el compromiso bautismal, hijo de la profundidad cristiana de Guillermo Rovirosa, verdadera gracia de Dios para centenares de viejos luchadores conversos a Cristo en aquellos años de la HOAC.

El promarxismo traería después la beatería, en palabras de don Tomás Malagón a Carlos Marx. Y es que cuando se es beato cristiano y no converso, la distancia que separa a la persona de los autoritarismos de la izquierda o la derecha, no llega a medio metro.

¿Pudieron evitarse la crisis profranquista del apostolado laico y la promarxista? Pudieron. Si en los años 50 se hubiera puesto atención a los signos de los tiempos, no nos cabe duda. Pero no lamentemos; intentaremos no tropezar en la misma piedra hoy.

No se puede tratar este punto sin plantear a nuestros hermanos y amigos de Cataluña una pregunta importante: ¿Por qué siendo el inspirador de la HOAC un catalán de solera, no nació la Acción Católica Obrera en Cataluña, dividiendo así el apostolado obrero, y como consecuencia, a la clase obrera? Nun-ca nos lo han explicado satisfactoriamente desde el punto de vista evangelizador, sí desde el político.

Su exclusión de la HOAC. Todavía vive uno de los tres eclesiásticos que decidieron y el sacerdote catalán con quien le identificó la policía franquista. Nos falta la versión de ellos. Se la suplicamos, esperando que no se la lleven a la tumba. Rovirosa es una joya de la Iglesia y por eso su memoria nos pertenece a todos los hijos de la Iglesia. No es propiedad privada de nadie.

 

Editorial ZYX

Rovirosa fue el primer presidente de la "Editorial ZYX", movimiento de apostolado privado, organizado como sociedad anónima editorial para, según Rovirosa, "ser la HOAC real" ante los derroteros que tomó el apostolado laico en España en la primera mitad de los 60.

Siempre recordaré nuestra visita a Montserrat para proponerle la idea. Me acompañaba don Luis Capilla, que abandonaría ZYX por no concordar ni con el tipo de militante que se pretendía, y que anteriormente queda reflejado, ni con innovaciones que se pretendían en la dimensión evangelizadora de la acción transformadora del mundo.

 

Rovirosa se había resistido durante todo un día a salir de Montserrat; había sido excluido de la HOAC y encontraba en la abadía benedictina el calor y ambiente adecuados para la contemplación, el trabajo y el estudio. Creo que había pensado concluir allí su tránsito por la Tierra. Aquella mañana, tras oír misa y desayunar, nos despedíamos en su habitación. Le dimos la última razón para que se uniera nosotros en el lanzamiento de la "Editorial ZYX". "Los pobres aún te necesitan". Respuesta: "¿Cuándo salimos para Madrid?". Una hora más tarde se encaminaba con nosotros a la capital de España. Su libro "¿De quién es la empresa?", fracasado el socialismo estatista, hoy con plena vigencia, sería el primer título de esta editorial. Al día siguiente de llegar a Madrid, me diría en su casa: "Haremos la HOAC real, y bajo nuestra responsabilidad, realizaremos el compromiso bautismal del que vivimos enamorados tú y yo. Si estás dispuesto a empeñar tu vida en ello, y lo estás, saldremos adelante".

El morirá a los cuatro o cinco días de presentar el primer libro de ZYX en el "Colegio Mayor Antonio Rivera". Recuerdo que al concluir la presentación, en una sala del Colegio, un catalán y una vasca discutían de nacionalismo con un castellano. Rovirosa se puso a tararear la vieja canción: "Siempre me dices lo mismo..." Los discutidores se unieron frente a él "porque no entendía". Hoy creo que haría algo similar. El encuentro con Cristo en los pobres era primero que las patrias para él.

" Los que protagonizamos el trabajo en ZYX - no me refiero a los arribistas, que también los hubo - fuimos marcados por esa triple aportación de Rovirosa para siempre: espiritualidad, autogestión y pobreza-solidaridad".

Como segundo presidente que fui de ZYX, creo que Rovirosa aportó a este movimiento apostólico privado:

1.- La dirección de su espiritualidad de encarnación fundamentada en su valoración de conversión a Cristo y a nada más, su amor a la Iglesia sin condiciones y su entrega a los pobres.

2.- Su profundo respeto por el protagonismo autogestionario de los pobres y, desde ellos, de toda la sociedad, puesto clamorosamente de manifiesto cuando le visitaron en Montserrat los iniciadores de Bandera Roja, para proponerle su incorporación. Durante un día le expusieron sus planes. Al final, él preguntó: "¿Todo para los pobres pero sin los pobres?". Ellos le contestaron: "Los pobres ni saben ni entienden estas cosas". El contestó con rapidez: "Cuando intenten algo en donde los que no saben sean los protagonistas, cuenten conmigo, mientras, no me apuntaré a nada". La misma actitud que me planteó para la "Editorial ZYX" sabiendo que uno de los fundadores intentaba constituir un grupo de presión de cinco personas.

3.- Su pobreza evangélica.

Profesionalmente llamó la atención de numerosos investigadores, entre otros, de Albert Einstein. Los frutos de sus investigaciones fueron pretendidos por grandes multinacionales. Nunca les dio ninguno. El dejó escrito: "Un minuto de sufrimiento de una persona en paro, vale más que toda la técnica del mundo". Era una radical antítesis del imperialismo actual.

Pobreza - solidaridad con los trabajadores pobres, pero también vivió la pobreza - austeridad en su matrimonio y en la soledad posterior. La refleja bien su proceso en este punto. Comenzar viviendo con un salario obrero y, a partir de ahí, un duro menos cada mes.

Los que protagonizamos el trabajo en ZYX - no me refiero a los arribistas, que también los hubo - fuimos marcados por esa triple aportación de Rovirosa para siempre: espiritualidad, autogestión y pobreza-solidaridad. Y cuando ZYX, como organización apostólica privada muere en 1973, volverían a ser esos tres capítulos, columna vertebral del Movimiento Cultural Cristiano a finales de la década.

 

Militante Cristiano.

Cuando a Rovirosa se le preguntaba qué era, siempre respondía lo mismo: converso. Es decir, militante cristiano. Sostenía que el documento más importante de la vida era la partida de bautismo, y que si fuéramos conscientes, puesta en un cuadro ocuparía el mejor lugar de la casa.

Como militante, siempre valoró esa postura viviendo asociadamente. Su postura cuando le excluyeron de la HOAC, figurando en el grupo iniciador y aceptando la presidencia de la "Editorial ZYX", no deja lugar a dudas en este aspecto. Serían los vientos del progresismo clerical de los años 70 y 80 los que defenderían la postura de la disociación laical de la Iglesia. La hacían y lo hacen sin razones serias para sostenerlo, pero con la eficacia, de hecho, de formar "su" grupo o capilla. Entre los militantes pobres vivir asociadamente en solidaridad autogestionaria es la prueba de la madurez militante. Embarcar en ello toda la vida fue la característica de Rovirosa, prueba que sólo sobrepasan los mejores.

Hoy, Guillermo Rovirosa vive en centenares de corazones. Muchos niños y jóvenes, hijos de militantes cristianos, llevan ese nombre en recuerdo suyo. Organizativamente, el Movimiento Cultural Cristiano, vive de su espíritu y de sus grandes coordenadas militantes y apostólicas. VINCULADOS, SECTORES, COMPROMISO BAUTISMAL y ESPIRITUALIDAD DE ENCARNACION son puntos que intentamos vivir para la transformación de la sociedad y como manifestación eclesial en la vida.

Rovirosa, que goza en la presencia de Dios, sigue entre nosotros colaborando a la promoción de militantes cristianos en servicio de toda la sociedad y desde los pobres. Hijo ejemplar de la Iglesia, esperamos su intercesión para que nosotros lo lleguemos a ser.

 

Publicado en la revista Id y Evangelizad en Septiembre de 1997.