Carlos Palacio, SJ

Fundamento Cristológico del seguimiento de Jesús en la Vida Religiosa

 

3 Mayo 2003

No quisiera que esto fuera un curso teórico y conviene que desde el principio nos situemos ante el seguimiento de Jesús en nuestra vida. Muchas veces nuestra vida está fundada en otras cosas, posiblemente en mente tenemos claro a quién seguimos pero en la vida no es tan coherente. Por eso hay que caer en la cuenta de ello. Muchas veces vivimos de evidencias que dejaron de ser evidentes y por lo tanto vanalizadas. El seguimiento en la vida religiosa es una de esas evidencias vanales. Para hacerlo propongo que antes de empezar a desarrollar el tema, nos detengamos un poco en unas preguntas fundamentales, que serían:

¿Qué significaba el seguimiento a Jesús antes de entrar a la vida religiosa?

¿Qué significó cuando entré en la vida religiosa?

¿Qué significa hoy para mí, en mi momento actual de vida religiosa?

La intención es la de situarnos existencialmente antes de entrar a una iluminación teórica.

Trabajo personal

Trabajo en grupos

Plenario – Síntesis de lo compartido en los grupos

Nuestra experiencia de Jesús ha sido un proceso; la relación nos ha ido integrando como personas; vemos que es un Jesús con más rostro que se traduce en vida y nos sentimos y queremos ser cada vez más discípulas, se ha dado un paso de ser protagónicas a dejarle a Él el protagonismo, relación de mayor sencillez.

La resonancia que sacamos con una sola palabra: compartir, descubrir a Jesús en una realidad más encarnada, compromiso con un Jesús histórico, que nos apasiona y encuentro. Ha sido un proceso que nos lleva a una entrega, que va haciendo mudanzas en nuestra persona.

Hemos caído en la cuenta que nuestro seguimiento ha ido cambiando, caminamos hacia una identificación personal ha su proyecto, seguimos con otras personas, pasamos de protagonistas a caminar con Él, ha pasado del hacer al ser confrontadas con su palabra.

Antes de entrar a la vida religiosa fue una experiencia de Jesús amigo, mezclada con un Dios legalista y moralista, entrega y servicio. Al entrar creció el encuentro personal con Jesús, una entrega a los más pobres y mucho idealismo. Ahora ese proceso siguió pero pasando por su misterio pascual, siguiéndolo en lo de cada día, no en lo que deslumbra sino en lo sencillo.

 

Voy a empezar la reflexión hablando un poco de lo que voy a llamar el horizonte mayor del seguimiento.

 

EL HORIZONTE MAYOR

Horizonte, se trata de situar no sólo la temática del seguimiento sino también su relación con la vida religiosa y consecuentemente de cómo repercute en la formación, situarlo en nuestra realidad actual. Lo creo necesario para que no se reduzca a una información teórica, sino que toque la vida. La reflexión es válida mientras ilumina lo que estamos viviendo. Por eso, quiero situarla en ese horizonte de realidad actual, no voy ha hacer un estudio de la realidad, porque no importa saber muchas cosas, lo que si parece importante es tomar conciencia de cómo eso repercute en nosotros. De tomar conciencia de cómo eso está presente en nosotros, ya que ciertas características de la sociedad actual las hemos introyectado y eso condiciona nuestro seguimiento a Jesús o nuestra manera de vivir la VR o nuestra consagración.

Las generaciones nuevas vienen con ello, es natural a ellas; no se lo atribuyamos sólo a ellas, sino que nosotros lo respiramos. Nos condiciona y lo vivimos como normal, pero normal de qué. No se trata de especular sino de mirar cómo nos afecta y condiciona, ya que muchos problemas en la VR vienen en parte de esos condicionamientos.

Caracterización

Existe un lenguaje delirante de la VR, cuando uno ve las teologías de la VR que se hacen y el modo en cómo hablamos, decimos eso es fantástico, pero es nivel de lenguaje ya que no tenemos la mínima conciencia de la distancia en lo que se dice y la realidad que se vive. Hay una distancia... y el lenguaje que usamos muchas veces encubre la realidad y nos impide transformarla, como el lenguaje es tan bonito y las constituciones tan claras y las teologías tan consoladoras... como si el lenguaje sustituyese a la realidad. Inmediatamente nos damos cuenta de que hay necesidad de descodificar el lenguaje que utilizamos.

El lenguaje tradicional de la teología de la VR, que hemos aprendido a hablar, lo hemos codificiado por ejemplo, alrededor de los votos o del seguimiento del Jesús, o de la pobreza. Alrededor de la comunidad, otro mito, porque decimos sin comunidad no hay vida religiosa, pero cómo son nuestras comunidades. La experiencia vivida se ha ido separando de ese lenguaje y ahora nos encontramos que el problema de la situación de la vida religiosa es esa especie de esquizofrenia entre la VR y la realidad.

¿Qué ha pasado en la VR?

Hemos utilizado lenguajes prestados, lenguajes recogidos de otras experiencias y que las hemos atraído a la VR. En la medida en que este lenguaje tradicional ha sido capturado por una expresión cada vez más institucionalizada de la VR, y ese lenguaje no corresponde a la situación que vivimos, echamos mano a esos lenguajes prestados, pero que no nacen de la vida religiosa sino de otras experiencias; no tiene connotación peyorativa, pero son otras experiencias, que pueden ser sociales, políticas, religiosas, etc, pero no son de una experiencia de seguimiento. Nosotras entramos a modas religiosas que vienen de ámbitos diferentes a nuestra experiencia. Pero en el fondo, el drama que vivimos en la VR actual es que vivimos experiencias, con toda buena voluntad, que queremos sean evangélicas pero no tenemos un lenguaje que pueda transmitirlo. El descodificar el lenguaje tiene que llegar a una nueva re-codificación, que recoja la experiencia.

No me refiero únicamente a las palabras sino a todo tipo de expresión en la que se trasmitió la VR, ejemplo: la comunidad es expresión de VR, la liturgia, las constituciones, todo es lenguaje. El drama es que intentamos vivir un seguimiento que no encuentra cauces que lo expresen. Hay que tenerlo presente como referencia de lo que voy a decir ahora sobre ese horizonte mayor de nuestra reflexión sobre el seguimiento y la VR en general.

Muchas cosas de las que voy a decir estarán cansadas de oírlo, pero hay que tomar conciencia de en qué medida está presente en nosotros y nos condiciona.

En realidad este horizonte mayor lo podríamos traducir en una palabra: lo que estamos viviendo es un cambio de civilización, no son cambios periféricos, sino que es una concepción global que afecta a la humanidad en todas sus dimensiones. Es un cambio de la concepción humana, del destino de la historia, de su relación con la trascendencia, es algo serio que está en juego y tenemos que darnos cuenta de ello. Es la primera vez en la historia de la humanidad en la que una civilización pretende orientarse sin ninguna presencia hacia la trascendencia. ¿cómo vivir el seguimiento de Jesús en un mundo que cambia tan radicalmente y rápidamente? Hemos pasado de situaciones de hábitos, valores, costumbres y concepciones pero que han cambiado tan rápidamente en 50 años que nos sentimos más distantes de los 50 años que durante siglos. Pero ahora ha ido cambiando todo muy rápido. Se ha precipitado todo lo que se venía gestando en años pasados. Ver por ejemplo el domino de la razón tecnológica y que se traduce en hábitos concretos: internet, telemark. Los dejamos entrar sin procesarlos evangélicamente, no digo que no se usen sino preguntarnos para qué lo queremos. Y esto aplicarlo a todo.

La revolución agrícola cambio el ritmo de la naturaleza, hizo a la humanidad sedentaria. La revolución industrial, supuso otro cambio radical, del trabajo de la tierra al trabajo de la fábrica. Desapropiación de lo humano porque su hacer lo vende. La revolución de la informática vino a cambiar todo. El trabajo humano no importa y por ello hay cada vez más desempleo. No importa la persona. Todo eso está en nosotros. El ser sensible a eso depende de cómo lo procesamos. Nos hemos acostumbrado a ver las cosas normales sin que nos haga reflexionar, como seguir a Jesús en un contexto que está dificultando los valores del ser humano. Nos va afectando insensiblemente y nos va condicionando.

Otro aspecto es lo que podemos llamar el triunfo del capitalismo salvaje. Lo que domina es la visión económica que afecta a la VR porque estamos insertos en ello, no se puede vivir fuera pero podríamos vivir de otra forma. El desequilibrio nos viene de que hemos entrado de lleno en esa visión: la vida vale en la medida en que se produce y se produce para consumir y consumiendo se gana más y ese es el círculo vicioso. Lo tenemos en nuestra concepción de VR, lo que cuenta tiene que ser cuantificado y eso nos consuela y a lo mejor el criterio evangélico no es ese. Esa mentalidad nos va invadiendo. Todo lo transforma en mercancía, no hay que tomarla como metáfora. La vida humana es sometida a la técnica, todo el problema de la clonación, el genoma humano, en el fondo es decir todo lo que la técnica puede es éticamente posible.

La inmanencia de la historia, el sentido a que se refiere y vive dentro de la historia, no tiene referencia a la trascendencia. El cristianismo desde el principio, vivió dentro de una civilización en la que a pesar de toda la referencia filosófica la referencia a la trascendencia dirigía todo. La civilización actual nos dice que no hace falta ninguna referencia a la trascendencia, el hombre se convierte en el centro del sentido de la historia. En gran parte eso significa una civilización puramente inmanente, habrá que preguntarse si la crisis de sentido no está vinculada íntimamente a eso. Cuando se estrecha el horizonte humano se va dando un vacío de valores, una pérdida de sentido. Esto tiene consecuencias muy serias y hay que ver cómo esa mentalidad influye en nosotros. Mucho de los problemas de la VR actual y de la formación se tienen que enfrentar constantemente con eso. La afirmación de la persona como criterio de todo: lo que yo deseo, necesito, mi placer, mi realización, mi felicidad. Esos van siendo los criterios; lo demás se tiene que someter a mi criterio. Las vocaciones, si hay, vienen de ese contexto. Lo que nos preguntamos es ¿Cómo procesar eso que traen o lo vamos a alimentar cada vez más? El problema es saber cómo procesarlo evangélicamente. Nos sometemos a esos criterios o al Evangelio.

Esa mentalidad que pone en el centro a la persona, su realización personal es una mentalidad desintegradora de la dimensión social y comunitaria. Esto es un fenómeno cultural y social, una afirmación de lo particular; tiene sus valores, no se puede negar, pero tenemos que saber a qué punto lleva eso, que no es sino a un aspecto caótico que no nos lleva a vivir en sociedad. En la medida en que eso entra a la VR, vean lo que da.

Otro aspecto es que la alteridad desaparece. No es figura filosófica, desaparece Dios como Dios y como referencia, y como totalmente otro, desaparece la alteridad también del otro. Vivimos ante situaciones humanas inaceptables, que el otro haya desaparecido, que sea un número. Todo eso repercute en nuestra vida religiosa. Hay que formularnos estas preguntas, tomar conciencia de cómo ellas nos afectas y condicionan nuestra vida. Porque si no todo lo que digamos sobre el seguimiento puede ser una teoría bonita, pero no operante.

 

Dimensión eclesial

El verdadero desafío que se presenta a la iglesia no es hacer reformas sino encarar esa situación y de dar respuesta evangélica. Han pasado 40 años del Concilio pero no hemos salido de él, más bien no hemos entrado a él. Después de un entusiasmo fantástico que llevó a muchas transformaciones, en seguida vino un tiempo de crisis y tensiones que siguen hasta hoy y que ha impedido que el Concilio fuera lo que quiso ser. Quiso habilitar a la iglesia para entrar en diálogo con el mundo moderno, ofrecerle medios en su manera de entenderse a si misma para enfrentar esa situación. Se ha visto un retraimiento progresivo y nos ha llevado a reforzar estructuras del pasado. Muchas de las intuiciones del Concilio se vaciaron y en ese sentido nos encontramos más desarmados para responder a esos problemas. Tenemos que volver a tratarlos. Tendríamos que aprender como iglesia a distinguir algo que me parece fundamental. Solemos hablar de desafíos que el mundo nos presenta a la iglesia, a la fe, a la VR, no se si sería esa la manera de hablar, ya que el lenguaje no es inocente, no se si cuando hablamos de tantos desafíos, nos sugiere lucha, conflicto, tensiones y nos sugiere también, que estamos desorientados o superados por los acontecimientos, son tantos que no sabemos cómo reaccionar.

Como iglesia nos podría hacer bien, volver a lo que el Vaticano II introdujo como lenguaje: los signos de los tiempos, hablar de ellos significa que en nuestra experiencia cristiana de fe en lo que está pasando no sólo hay desafíos que nos desesperen sino que hay apelos de Dios y del espíritu, hay preguntarnos qué nos quiere decir Dios ahí, hay Dios o no hay Dios ahí , en la medida en que cambiemos la lectura de los desafíos, de ser lectura analítica a una lectura del Espíritu de Dios nos estará diciendo. A lo mejor nos podría provocar a algo, nos llama a adelante, más allá, porque si no nos quedamos incómodos y estamos cada vez mas perdidos.

Para pasar de una lectura a la lectura de los signos de los tiempos hay que tener ojos para leerlos y me parece que estamos dominados por lo que en la sociedad contemporánea suele llamarse mirada analítica. Sabemos analizar la realidad, tenemos instrumentos sociales, políticos, etc. y sin duda eso es importante pues nos da lucidez en lo que pasa, pero la lucidez muchas veces cuando es pura lucidez sólo puede llevar a la desesperación. Nos hace decir no hay salida. Ahí es necesaria la mirada contemplativa. Si Dios no me ayuda a vivir eso, ¿dónde está Dios? Hay que entrar en esa realidad y bucear en ella para buscar qué hay de Dios en ello o si no Dios nos ha abandonado totalmente. Dios le dio su Hijo a este mundo, es a este mundo y no hay otro, y si nuestra experiencia no nos hace ver a Dios en la vida ¿entonces?

Tenemos efluvios de consolaciones que nada tienen que ver con la vida. Si somos incapaces de pasar de una visión analítica a una visión contemplativa donde esa misma realidad diga algo de Dios, seremos incapaces de descubrir lo que Dios quiere de nosotros en esa realidad. La condición esencial para que la espiritualidad deje de ser alienada y alienante y en ese sentido compensatoria es necesario que lo que vivimos espiritualmente, lo que nuestra experiencia de fe nos dice, baje a la concretización histórica.

Dimensión de la Vida Religiosa

Hay en nuestra experiencia actual de VR como dos vertientes o dimensiones que confluyen para hacer difícil el momento actual y hacernos difícil encontrar respuestas satisfactorias para los problemas que nos encontramos.

Por un lado está una dimensión intrínseca a la VR. Lo que estamos experimentando hoy en la VR, es un modelo que se ha acabado y no hay como resucitarlo. Un modelo tradicional que se ha terminado. Eso no quiere decir que se acabó la VR, mientras haya gente loca apasionada por el Evangelio seguirá la VR. Las expresiones que en un determinado momento fueron valiosas ahora no son cauces de Evangelio.

Otro desafío es que hemos asimilado la mentalidad del mundo. Por supuesto que para el bien de la misión, ¿verdad? Pero muchas veces los valores con lo que juzgamos lo que hacemos son criterios meramente mundanos. Rom. 12,2 (no os dejéis configurar por el mundo) Miremos ejemplos: ¿cómo se ejerce la autoridad en la iglesia? No es Evangélica. Las estructuras pecan de concupiscencia porque no quieren morir. Pablo nos pide discernir, y para ello se necesita mucha libertad pero muchas veces vamos a discernir para que se haga lo que yo pienso.

No nos damos cuenta de cómo esa mentalidad ha entrado en nosotros y que nos traba y nos impide avanzar. Hay que tomar conciencia y no desanimarnos.

 

Respondiendo a preguntas de la Asamblea

Cuando yo hablo de descodificar el lenguaje tradicional es entenderlo en sentido más amplio.

La comunidad es un lenguaje que puede significar varias cosas. La comunidad es la reunión para la comunión de una experiencia, pero para nosotros puede ser un hotel que ha ido cambiado conforme avanzan los años.

Los votos son un lenguaje, una expresión pero la VR, no se expresó así desde el principio, los benedictinos hacen por ejemplo un solo voto: estabilidad. Y no por eso dejan de ser VR. Además de los tres votos se podrían hacer otros votos: de fidelidad, de disponibilidad, de dar la vida, por qué esos tres votos serían la única posibilidad? El lenguaje de los votos es más jurídico que existencial. Yo hago votos pero otros la viven. Ese lenguaje fue codificado dentro de una concepción de vida, mundo, iglesia, que al cambiar, el lenguaje se siente cada vez más extraño en lo que acontece, necesitamos un lenguaje que hable, de ahí que pedimos prestado el lenguaje. La iglesia ha pedido prestado lenguajes, por ejemplo de las ciencias sociales, que tal vez es más comprensible pero no ha nacido de una experiencia religiosa, de fe. Eso es estar desamparados. Tenemos una experiencia por un lado y por otro un lenguaje que no expresa nuestra experiencia. Cuando yo digo: Hay que luchar por los pobres, puede venir de un lenguaje sociológico o de una experiencia del Evangelio. La manera de estar presente entre lo pobres puede ser por humanismo o por una compasión evangélica. Son formas diferentes de estar presentes.

Entre la experiencia vivida y su expresión hay como un descompás. ¿Cuál es el paso o el futuro que nos está llamando? Encontrar un lenguaje que recoja la experiencia y que la traduzca de una manera nueva. Cuando hablamos de hacer comunidades de otro estilo, es eso, que broten de una experiencia y el mismo modo de vivir comunique a los otros, por qué se puede vivir así. Comunidad no es reducirla sólo a actos comunitarios y que muchas veces no son precisamente expresión de una vida. El gran desafío de la VR hacia el futuro es volver a la experiencia fundante. No es volver a un pasado, sino descubrir en las fuentes de la experiencia lo que era esencial y poder traducirlo de otra forma que sea para nosotros convincentes y que sea una expresión capaz de ser comprendida por otros. No se tiene que explicar, porque cuando se comienza a explicar un lenguaje va mal el asunto.

La VR fue creando una figura, se configuró y se expresó, pero en el momento en que ya no dice nada, o no dice lo que tenía que decir, mala figura. Tomó otros lenguajes que muchas veces no coincidió con la experiencia, por eso se oye tanto de re-fundar la VR y buscar medios que puedan expresarla. Esto se hace cada vez más difícil porque la VR fue obligada a entrar a un molde único, el monástico. El gran desafío es volver a la experiencia evangélica que está en el origen de las congregaciones y como traducirla para hacerla atrayente, hablando por sí misma.

Hoy día se habla de voluntariado, aún en la VR, pero no traduce una experiencia de fe. No nace de una experiencia evangélica, tiene su propio dinamismo pero la hemos tomado. No vamos procesando evangélicamente lo que vivimos. Hay que defender a los pobres, sí, pero cómo se integra a nuestra experiencia. Que el lenguaje diga lo que queremos decir, no que otros digan lo que quieren decir y vale para todos los lenguajes. El evangelio es humano, profundamente humano por la encarnación, pero la encarnación nos dice más del hombre, no solo lo que las ciencias nos dicen, sino que se sitúa desde el anuncio. Francisco de Asís relee la situación económica de su tiempo, pero es un acto radical de descontentamiento de la sociedad en lo que vive, nos dice eso es contrario al evangelio. Es mucho más que pobreza, bondad, etc. Ese hombre ha recogido la situación en la que vivía y lo ha traducido, la gente dijo, aquí hay algo nuevo. Por ahí va lo de descodificar.

El gran desafío de la VR actual es volver a dar la primacía a la experiencia sobre cualquier otra cosa, a la vida sobre cualquier otra cosa. El gran reto de la VR es volver a ser evangélica.

En nombre de lo jurídico yo puedo estar viviendo los votos y negándolos con mi vida, uno con permiso del superior puede estar viviendo las cosas más absurdas. Y está bien, pues toca lo jurídico. Hay que rescatar lo que tiene de auténtico y verdadero, supongamos que no se hablara más de votos, pero si mi vida expresa lo que quiero vivir poco importa que se hable de ellos. Lo importante es que iniciemos en una experiencia a la persona. Entender la formación como una verdadera experiencia de encuentro con Jesucristo donde uno puede romperse la vida. Tomo la palabra experiencia en un sentido preciso y exacto.

Nuestra mentalidad moderna nos ha ido convenciendo de que la única manera de conocer es la razón. Y todo lo que sale de ahí no tienen consistencia, esto nos lo impone la ciencia. Hay un conocimiento de la vida por la experiencia y no sólo se le aprende por los cursos. La experiencia humana es una forma de conocimiento. Yo no conozco la VR sólo por la doctrina que me dan sino por la forma en que la vivo. En la formación hay que introducir a las personas en una experiencia de fe. Ignacio dice que una persona que discierne tiene una lucidez que le estremece pero que lo lanza para luchar y es muy consciente de los condicionamientos que le pueden aparecer en el camino, pero avanza.

No hay que descartar la tecnología, ni lo moderno, no podemos dejarlo de lado, sería tonto, pero la manera de responder puede ser más evangélicamente. Tenemos dos ejemplos de hombres modernos: Lutero e Ignacio. En parte Lutero está tan impactado por el descubrimiento de la modernidad que lo aplica literalmente a la experiencia cristiana y eclesial y hace desde esa antropología un juicio a la iglesia. Lo que hace Ignacio es decirle al ejercitante: haz tu proyecto pero déjate configurar primeramente por Jesús y después, tú eres libre para elegir.

Echar mano de la tecnología, sí, es válido, pero hay que hacerlo evangélicamente. No se trata de una actitud de rechazo o negativa, pero hay que abrir los ojos ya que hay caminos que tecnológicamente llevan a la muerte. A nosotros nos toca ser testigos de vida. ¿Ustedes conocen a las hermanitas de Jesús? Desde el punto de vista político y económico la vida de esas hermanas es inútil. Ellas no hacen nada, trabajan para sustentarse pero la fuerza que tienen esas mujeres, es que están al lado de los que están más oprimidos y les devuelven la confianza, la dignidad, el sentido y la esperanza. Eso evangélicamente es fundamental. Lo digo como un caso en este mundo tecnologizado, no es que tengamos que ser hermanitas de Jesús.

Vamos a dar un paso más. Con esto cierro lo que he llamado el Horizonte mayor.

 

 

EL SEGUIMIENTO DE JESÚS EN LA CRISTOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

Recogiendo lo que escribieron en los grupos, hay claramente un desplazamiento del lenguaje. Antes de entrar a la VR no se hablaba del seguimiento, pero sí hay una experiencia de encuentro, de relación personal con Jesús, de intimidad que no excluye la experiencia de un Dios distante, que da miedo, que nos da temor porque es un Dios severo. Después hay un desplazamiento que retrata una generación, habla de un Dios liberador y con él se recupera la dimensión social, una fe más encarnada. La figura de Jesús aparece no sólo en su dimensión personal sino encarnado en la historia. En el tercer momento, hoy, aparece más explícitamente en el lenguaje del seguimiento, la relación de Jesús que vuelve a aparecer con fuerza como un proceso inacabado, relación itinerante. Abre la dimensión de una relación en proceso y que tiene que incorporar una serie de elementos, cuestionamientos, certezas, pero que son vistas como parte de un misterio pascual. Lo que significa entender la conversión, como proceso de identificación personal e histórica de Jesucristo. Esto nos da la posibilidad de entender el desplazamiento del lenguaje que va asumiendo contenidos e identificaciones diferentes.

Creo que esto nos introduce y nos puede ayudar a profundizar en el sentido teológico del seguimiento. La pregunta es la siguiente: ¿por qué razón en la teología actual ha habido una recuperación del tema del seguimiento? Hoy se vuelve a hablar del seguimiento de Jesús más que de imitación. El lenguaje a cambiado, imitación y seguimiento no son sinónimos. Nos ofrecen perspectivas diferentes de Jesús. Este tema nos abre a una puerta de acceso. Este tema está relacionado con dos temas:

Investigación del Jesús histórico o la vida de Jesús. Jesús llamó personas y es un hecho teológico. Los Evangelios lo presentan unido al hecho del seguimiento. Se rescata una manera de presentar la figura de Jesús. A Jesús sólo lo entiende quien entra por el mismo camino. Por ahí se entra y por ahí se puede comprender quién es Jesús.

Integrado en la cristología.

Otra cosa que hay que preguntarse es si hemos sacado todas las consecuencias que eso tiene. Vuelvo al Jesús histórico... es un residuo de lo que se puede afirmar con certeza de lo que los investigadores pueden decir de Jesús. Y es muy poco. Es una expresión que nos tiende siempre una trampa, hablamos del Jesús histórico pero cada uno habla lo que quiere. La investigación moderna trabaja con un presupuesto que habría que discutir. ¿cuál es ese presupuesto? Hay una ruptura entre el Jesús terrestre y el Señor exaltado. Toda la investigación moderna parte del dogma oficial que oculta quién fue Jesús. Lo que vale es el Jesús histórico, pero es mucho más de lo que la ciencia histórica nos puede decir. Al verdadero Jesús sólo lo conocieron quienes vivieron con él y esto ningún archivo lo tiene. Aquí viene la ruptura, después de Pascua lo que la comunidad de fe dice, es que ese hombre que conocieron, vive. La fe eclesial es la unidad de eso. Es importante percibir esta relación porque aquí está en germen el seguimiento de Jesús. El Jesús histórico es un hecho del pasado pero la comunidad sigue al que vive hoy. En esto está en juego toda la manera de relacionarse con Jesús.

La cristología se ha dado cuenta que es importante volver al tema del seguimiento. La cristología tradicional era una manera de hablar de Jesús y de vincular una experiencia, qué imagen traducía... reduciéndolo a lo más sencillo: encaraba la fe en Jesús a partir de lo doctrinal, de lo dogmático, aprendíamos contenidos de Jesús. Trata de explicar las formulaciones dogmáticas de la fe. Esa cristología no está lejos de nosotros, está en nuestro corazón, llegó por el catecismo, por las homilías de los sacerdotes, etc. que dejaron sus marcas y efectos en nuestra experiencia de Jesucristo. Esto dio lugar a una manera de relacionarse con Jesús que es problemática, ya que suprime la historia de Jesús y se identifica Jesús y Dios.

El primer movimiento de la fe en Jesucristo fue de la vida humana de Jesús, atravesando esa vida humana hasta la muerte, los discípulos se encontraron con alguien que vive. Esa vida que tocaron hasta la muerte y sale al encuentro como alguien vivo de manera plena es Jesús. El contenido de las afirmaciones de la fe lo da la vida, muerte y resurrección de Jesús y fuera de ese proceso no se entienden esas afirmaciones. La fe de ellos tiene un contenido concreto. Cuando ellos dicen: Jesús resucitó, ¿qué contenido le ponemos a ello? Dios toma posición de una vida que humanamente era un fracaso. A la luz de la resurrección releen toda la vida de Jesús. El contenido de la cristología es esa vida, no los dogmas. Comenzar por los dogmas es no entender nada.

El segundo movimiento no es otra cosa sino traducir lo primero en otro lenguaje, pero no pretende sustituir el Evangelio. Hay que volver al Evangelio. Eso hizo la cristología tradicional y creó un corto circuito. El corto circuito es que Jesús deja de tener su dimensión humana y se identifica sin más con Dios. Jesús es Dios, y eso es una herejía que nosotros hemos tenido dentro en mucho tiempo. Jesús que por su vida humana estaba próximo a nosotros se le convierte en Dios y por lo tanto se aleja de nosotros. Dios se hace presente a través de la vida humana de Jesús. Aquí hay una tipología de relación con Dios. La mayoría de los cristianos vivimos de ese tipo de relación y eso es problemático, porque cómo voy a saber que Dios es paciencia, ternura, etc. si me lo han quitado. Jesús le daba vuelta a la religión, ¿dónde puedo encontrar la experiencia de Dios? en el Dios que Jesús vive. Esto es un primer itinerario de seguir a Jesús.

Si nos quitan la dimensión humana de Jesús, a quién seguimos? Se llegó a la cristología tradicional en un proceso lento que se remonta a la patrística, que fue muy rico pero que se hacen mutaciones a la fe cristiana. Una de ellas fue que la teología abandona la perspectiva histórico salvífica (la fe reflexionaba cómo Dios se manifestaba en la historia de Jesús). Poco a poco lo fue abandonando ya que entró el pensamiento griego que buscaba quién es Dios. Lo hizo a través de categorías filosóficas y lo aplicó al Dios cristiano. Por ejemplo: lo todopoderoso de Dios, cómo se aplicaba a la debilidad de Jesús. Si vemos toda la historia de Israel, Dios lo que hace, es equivocarse. Pero esa categoría está tan enraizada en nosotros.

Sto. Tomás de Aguino, tiene una teología especulativa y por otro lado, la teología práctica pero ésta no influye en la especulativa. La humanidad de Jesús no entran en la reflexión teológica de la teología tradicional. Y la parte de la humanidad de Jesús se entregó a la devoción popular y eso ha alimentado por siglos a nuestra humanidad. Este es otro itinerario de seguimiento a Jesús.

¿Cuáles son las contradicciones de esa teología tradicional?

La pérdida de la humanidad de Jesús. (Hebreos 10,19ss) Si se pierde esta dimensión humana, no sabemos nada de la fe cristiana. De ahí se siguen todas las consecuencias. Lo equiparemos con Dios con todo lo que tenemos en la cabeza de Dios y Jesús deja de hacerse próximo. Su camino no ilumina nuestro camino. La experiencia de Dios que se sigue de esa pérdida ya no es cristiana.

Para concluir, el proceso de la teología tradicional, partía de Dios y de Dios se pasaba a la creación, de ella a la antropología. Y después, al final venía Jesucristo. Se dejaba al final cuando ya todo estaba dicho. Hay que invertirlo y recuperar la humanidad de Jesús que no se contrapone a su divinidad, sino que se sigue el camino en el que la fe cristiana llegó a una experiencia nueva de Dios

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4 Mayo 2003

Con lo que vimos ayer, se pierde el camino de acceso a la experiencia cristiana de fe. Se desequilibra por no mirar la humanidad de Jesús.

Ese primer movimiento o tipología de que Jesús es Dios, sin pasar por lo que nos revela su vida humana de Dios, la figura de Jesús se aleja de nosotros, la misma vida de Jesús deja de inspirar nuestra vida. No sabemos qué experiencia de Dios vivió en esa vida, ni cómo puede iluminar nuestra vida. Esa experiencia se vuelve una práctica espiritual, en observación en reglas y preceptos, pero no como un seguimiento de su experiencias.

El otro segundo movimiento o tipología, es que por haber perdido la humanidad de Jesús insiste en el polo del espíritu, en el aspecto de Resurrección solamente, que se encuentra cada vez más en los movimientos carismáticos, como los pentecostales, un acceso a Jesús puramente emocional, en la que la dimensión de sentimientos y exultación lleva a privilegiar la relación con Jesús, la dimensión del entusiasmo muchas veces descontrolado. Eso pasó al pentecostalismo cristiano. Esa manera de relación está muy generalizada en el tejido eclesial.

El problema de ese acceso a Jesús, además de explorar excesivamente esa dimensión de entusiasmo se apoyan en una experiencia del espíritu, que se reduce a un espíritu concentrado en dones extraordinarios: lenguas, curaciones, etc. Se ve el espíritu de Jesús como algo que nos sitúa siempre en fronteras que va más allá de las experiencias cotidianas, de lo que es el día a día. Desde el punto de vista cristológico es problemático, por que se olvida que el Espíritu del que nos habla el NT es Espíritu de Jesús.

San Juan 14 o 16, nos dice que la función del Espíritu es interpretar a Jesús, ser memoria de Jesús, hacernos recordar todo lo que Jesús hizo o dijo. El criterio verdaderamente cristiano para juzgar el Espíritu no son los dones extraordinarios, sino en qué medida nos lleva a descubrir a Jesús o nos lleva a vivir como Jesús. Nos lleva a lo que fue su vida, su entrega, su muerte, todo espíritu que niega a Jesús no es de Dios.

Ese movimiento carismático no niega la historia de Jesús pero acentúan el aspecto de la exaltación de Jesús por el Espíritu y se concentran en una experiencia carismática que acaban desequilibrando la experiencia. Tantas revelaciones que a veces son tan personales, y no caemos en la cuenta de que la revelación nos vino de Jesús. Esas revelaciones tan personales son tan subjetivas que hacen a un lado la revelación dada por Jesús. Este desequilibrio privilegia el aspecto resucitado de Jesús, olvidándose de que el resucitado es el que murió para siempre.

Un tercer movimiento o tipología es el que podíamos llamar, vía al Jesús histórico. Ese camino es algo que ha ido entrando poco a poco en el lenguaje de la teología y en el espiritual cristiano común. La expresión viene del siglo XIX precisamente cuando el movimiento de la teología protestante enfrentó el desequilibrio de la teología tradicional. El dogma eclesial acaba siendo una especie de pantalla que oculta Jesús. De ahí fue necesario dejar a un lado el dogma y buscar al Jesús histórico. Se realizó la investigación de la vida de Jesús. No había los métodos de la análisis crítico literario que ahora poseemos. Los investigadores en ese momento leen los Evangelio con los presupuestos que ellos tienen en la cabeza y proyectan diciendo este es el Jesús histórico. Hay tantas vidas de Jesús como historiadores. A medida que fueron apareciendo los métodos críticos se fue viendo que los Evangelio no son crónicas, sino relecturas a partir de la fe de la vida e historia de Jesús. Toda la investigación duró en el siglo XX y continúa el estudio.

Este tipo de acceso enfrenta por los estudios realizados los siguientes aspectos:

La vida de Jesús acaba con la muerte. Este presupuesto no es inocente. La vida de Jesús no acaba con la muerte sino que resucitó aunque no es una historia que se puede medir existencialmente. No puedo comprobarlo. Pero lo afirma la fe. Si se presenta así, nos relacionamos con un pasado muerto. Se pueden leer cosas lindas pero referidas a un pasado e inconscientemente se moraliza. Es un modelo de bondad, pedagogía, etc. pero se queda en eso. Eso es problemático si vivimos nuestra relación con Jesús de esa manera.

Eso hace imposible una relación viva y actual. Si no vive, ¿con quién me relaciono? Con una causa, una ideología, proyecto histórico, social, pero no me relaciono con alguien. Y por supuesto si está en el pasado no me relaciono con alguien hoy. No quiere decir que la vida de Jesús no lleve a compromisos históricos, pero en la medida en que yo entro en confrontación con la vida de Jesús y no sólo imite su camino, hay que preguntarnos: ¿cómo actuaría Jesús hoy? Lo cristiano es crear actitudes y acciones de acuerdo a ese Camino. Querer encontrar respuestas literales en lo que vivimos hoy en Jesús, es absurdo. La fe cristiana nos dice que ese que murió, resucitó, y ese que resucitó, murió. Este es un acceso al Jesús total.

En esto pueden caer dos canales de vida si nos limitamos al Jesús histórico: el de la investigación. Aquellos que estudian a Jesús y llegan a conclusiones por votación. Esto es histórico o no, votan y eso queda. Otro es el de militancia cristiana, que no se puede confundir con aquella que defiende la vida desde el Evangelio. Y el otro canal es el de nuevas generaciones, que utilizan el nombre de Jesús histórico sin conocerlo, y lo hablan con naturalidad pero no saben de qué va la cosa.

Un cuarto movimiento y último es mucho más difícil de ser descrito pues no corresponde a investigaciones, sino que se respira en el ambiente. El problema que levanta el diálogo interreligioso. Cualquier camino lleva a Dios, todo es válido. En la cultura actual hay una relativización de los hechos. Todas la religiones tienen el mismo derecho. Antiguamente la religión católica era la religión, pero ahora hay una búsqueda plural. El cristianismo necesariamente se sitúa en ese contexto. Para muchos hay una relativización del mismo Jesús. Para unos es Cristo, para otros Mahoma, etc. con esto la experiencia cristiana de Jesús acaba siendo diluida en otra experiencia religiosa. Los jóvenes vienen con esa mentalidad. Hay una actitud muy generosa de respetar a otras religiones por el diálogo. Pero el verdadero diálogo supone diferencias, no las oculta, si no, no hay diálogo. Esa actitud hace que uno calle lo que es, su propia identidad.

Profundizar en grupos

Si esto que vamos viendo va siendo realidad en nuestras experiencia de acompañamiento, de comunidad, etc.

Se realiza una pregunta, duda, etc. en torno a lo que discutimos o de lo que hemos leído para plantearlo a la asamblea.

Asamblea

¿Qué consideramos esencial y qué relativo, de manera especial en la formación?

¿Hay que presentar un modelo de VR?

¿Sobre el diálogo interreligioso, cómo poder habilitarnos para ese diálogo?

¿Desde esa identidad básica que se diluye, cómo reafirmarla?

¿Cómo iniciar a la persona en su experiencia de Jesús? ¿Qué pasos podemos tener para apoyar el camino de la gente joven y que tenga una experiencia liberadora de Jesús?

¿Con qué Jesús nos estamos relacionando si la vida no se ve afectada por El?

Aquí hay como dos niveles:

Como cristianos cómo situarnos a una realidad plural

Cómo iniciar a una experiencia de Jesús

Si existen todas estas tipologías en nuestras comunidades es que tenemos diferentes accesos para ir a Jesús. Tenemos que buscar criterios ya que cualquier acceso tiene que estar confrontándose con el Evangelio de Jesús. Hay que ayudarnos, entrando en diálogo para que crezcamos y nos corrijamos mutuamente desde la interpelación de Jesús. Nadie vive una experiencia plena y total. Hay criterios objetivos para eso. Es la vida de Jesús. En nombre del Evangelio no se puede hacer cualquier cosa. Tenemos que aprender a distinguir lo que viene de nosotros y lo que viene de Jesús. Eso es discernir y tenemos que hacerlo cada día, aprendiéndolo constantemente.

Jesús tuvo que discernir la realidad que le tocó vivir, pero la libertad que se necesita hay que irla adquiriendo en el día a día. Sabemos que somos limitados por muchos aspectos, porque no vemos todo pero si podemos ayudarnos como hermanos para avanzaren el discernimiento. Esto significa someterse o hacerse dócil a lo que Dios va manifestando y no algo que nosotros estamos proponiendo.

Estamos marcados de un modo de entender la identidad cristiana de una manera aprendida a priori. Ser cristiano es ir a misa, confesarse, etc. pero la identidad cristiana no se puede definir a priori. Por hipótesis se trata de entrar en un camino que se va haciendo claro en el mismo camino. La identidad es un proceso. ¿eso significa que el camino se hace a ciegas? No, ahí está la diferencia en lo que era una manera tradicional y lo que estamos descubriendo como necesidad actual. Proceso significa que hay que irlo descubriendo en la vida.

La imagen que nos ayuda es el proceso humano, una persona se va haciendo, se va construyendo. Un niño nace con una identidad pero va creciendo para llegar a ser lo que es. La identidad cristiana es procesual. Lo que nos dificulta es entender la identidad como algo que nos da garantías, seguridad, respuestas hechas. Y hoy día eso es extremamente ambiguo. La identidad no puede ser dada por una adhesión ciega a lo que diga el Papa. No puede ser dada por lo que usas (hábito), por las costumbres (rezos), etc. La identidad va buscando siempre. El camino es Jesús. Me da referencias claras, no me da respuestas hechas. De ahí que la búsqueda no es ciega. Esta es una identidad más comprometida, más arriesgada. Hemos hecho identidades a priori, decimos: así tiene que ser la vida religiosa, lo hemos hecho un modelo. El Espíritu nos va a introducir cada vez más en la verdad.

Las preguntas se irán aclarando conforme vayamos avanzando.

Me gustaría que diéramos un paso adelante sobre el seguimiento. La cristología contemporánea da una vuelta a la tradicional. Vamos a analizar ese cambio de perspectiva de la cristología moderna. Las causas o razones que fueron llevando a un cambio fue un proceso que vino desde la perspectiva tradicional al perder el enfoque histórico salvífico de Jesús, este enfoque se había hecho abstracto. Ese lenguaje de naturaleza, hipóstasis, nadie lo entiende. Por ejemplo: la palabra persona, en filosofía griega era el acto de subsistencia. El concepto de persona en la filosofía modera es otro, habla de la conciencia, libertad y no se pregunta por la dimensión ontológica del ser. El lenguaje mismo se hace problemático. Durante mucho tiempo para los cristianos el hecho de que Jesús tenía que crecer, aprender, era un escándalo. Porque se pensaba en términos abstractos de su naturaleza. Y para los Evangelios era lo contrario, porque era plenamente hombre, era más que hombre.

Otra causa fue la importancia que tuvo la investigación sobre la vida de Jesús. La fe cristiana fue obligada a tomar conciencia de que toda la experiencia cristiana está arraigada en un acontecimiento histórico. Con ello se quiso recuperar el proceso histórico de la vida de Jesús. Lo que distingue al cristianismo es la experiencia de Jesús. En Lc. 24,19 vemos como los discípulos han descubierto todo lo que se ha suscitado alrededor de la persona de Jesús. La experiencia cristiana no empieza con una doctrina sino con un ser concreto: Jesús de Nazareth. El Dios cristiano es un Dios de hombres y mujeres, comprometido con el hombre y su historia. Y esto distingue al cristianismo de cualquier religión. La vida de Jesús es una "vida como toda vida". El cristianismo no separa la experiencia de Dios de la experiencia humana. Se da en lo profano de una vida. Lo que va a escandalizar a los judíos es que Jesús les muestra una experiencia de volver la esperanza a la gente, no de pisarles y quitarles su dignidad.

El cristianismo le dio valor a la persona humana, porque se hace en Jesús por causa de Dios. No nos entendemos como seres humano sino en relación con Dios. Somos más de lo que somos.

En la época moderna, a partir del Vaticano II, hemos descubierto la centralidad de la Palabra de Dios en la teología. Nos hace volver a las fuentes. Estudiar sin una óptica de dogmas. Toda la teología tiene que fundarse en la Escritura. En el NT se nos devuelve el Evangelio que es la vida, muerte y resurrección de Jesús. Esto hizo un cambio de perspectiva en la cristología moderna. Tomó en cuenta todo el proceso de vida, muerte y resurrección de Jesús. Por ese camino entra en la teología, la temática del seguimiento, como categoría cristológica, que es darse cuenta que para conocer a Jesús es necesario entrar en su camino, y que sólo conoce a Jesús de verdad quien recorre y pasa las mismas etapas que Él pasó.

Seguir es la condición para conocer a Jesús y sólo quien le sigue, le conoce. Se llama en lenguaje moderno, teoría y praxis. Para introducir a alguien en la experiencia de Jesús es necesario que la persona entre en ese camino. No se da iniciación por concepto y doctrinas sino por practicar, no normas o leyes o ritos, sino practicar el camino. Ese el sentido más profundo de Mc., que desde el principio vincula a Jesús con la persona. Vincula desde el principio el seguimiento. No se puede conocer a Jesús de otra forma. Nos invita a seguir su camino, no a imitarle. Él abre el camino y nos pide que continuemos el camino. El sentido de la vida de Jesús tiene que ver con la totalidad de su camino. Los evangelios no son crónicas, ni biografías sino relecturas de su vida porque interesa el sentido de su vida. Por eso es necesario entender cómo funcionan los Evangelios. A partir de la experiencia de la resurrección se relee la vida de Jesús. Los discípulos siguieron dos movimientos: el primero fue el itinerario al lado de Jesús y el segundo fue que a partir de la resurrección entendieron la vida de Jesús.

Cuando hablamos de encarnación, esa palabra está ya tan desgastada que se nos va el escándalo fundamental. Juan dice que quien no reconoce a Jesús encarnado no es de Dios.

Las cuatro tipologías o movimientos que vimos y que por las cuales se tiene acceso a Jesús, sufre de desequilibrios.

1) En la primera se pierde toda la parte histórica del Jesús en la historia.

2) En la segunda la devoción se queda sólo en ritos y normas por cumplir.

3) La tercera va solamente al Señor exaltado, a la dimensión gloriosa. Teóricamente es correcta pero el modo de vincularla a la vida no es la más adecuada.

4) La cuarta, la sociedad moderna en la que todo es intercambiable. La referencia a Jesús se vacía.

 

 

5 Mayo 2003

La idea que tenemos de recuperar la idea de Jesús, muchas veces, queda como apéndice, pero esa integración entre la vida humana de Jesús y lo que la fe alcanza a descubrir en esa vida humana está la razón de ser de volverse a la humanidad de Jesús. La fe en esa vida de Jesús es donde ha descubierto la hondura para los cristianos.

Hay un primer movimiento que es el itinerario recorrido por Jesús: los discípulos convivieron con un hombre, que el primer acceso era verlo como un hombre cualquiera, no llevaba en la frente que era el Hijo de Dios. Era un acceso humano y a través de eso han ido penetrando en esa realidad más profunda. Con eso la fe nos devuelve a un camino perdido en la espiritualidad, nos devuelve a darnos cuenta con todo realismo que la experiencia de encuentro con Jesús nos supone aceptar plenamente su humanidad.

Ese itinerario se compone de la vida llevada a la muerte y después de una experiencia nueva en la resurrección. A partir de esa experiencia de resurrección se da ese segundo movimiento de relectura de ese mismo itinerario. Los discípulos vuelven a la memoria acumulada de la experiencia que tuvieron de Jesús y eso es lo que van a trasmitir en el relato evangélico. No podemos separa los hechos de la interpretación dada por la fe. Eso es importante para darnos cuenta de que esa historia está presente pero que no interesa por la crónica sino por su sentido. El relato de los Evangelios es un relato pasado por esa luz. Tenerlo presente nos ayuda a contemplar pues no hay que preguntarse si pasó o no, lo que importa es la síntesis viva. Por ejemplo: san Juan dice en el capítulo 10 "nadie me quita la vida, yo la doy" la pregunta histórica es Jesús dijo eso o no.... Juan no se preocupa si lo dijo o no. Lo que le interesa es que Jesús vivió dando su vida. Por lo tanto tiene razón en ponerlo en la boca de Jesús. Los evangelios no están ahí para informar sino para ir más a fondo. Otro ejemplo: supongamos que en la Pasión de Jesús estuviese alguien filmando. ¿qué tenemos? Los datos precisos de la historia, pero ¿qué significa eso? Lo histórico solo, no significa nada. El sentido es lo que importa.

El Evangelio supone esos dos movimientos: el itinerario y la relectura desde la fe. Tenemos como resultado lo siguiente:

La resurrección es una nueva etapa en donde la historia de Jesús entra en un momento nuevo, pero que hace parte de su historia.

El Evangelio nos trasmite por lo tanto la posibilidad de una relación personal con Jesús. El Jesús actual resucitado lleva los mismos rasgos de toda su vida. Todos cargamos nuestra propia historia. Mi pasado está en mi presente. Cuando contemplamos a Jesús, contemplamos las características de un Jesús vivo en el hoy. Sus marcas están vivas... toda su vida con todo lo que vivió de contradicciones, etc., ha sido resucitado. De ahí que la contemplación no es imaginar. Contemplar no es recrear imaginariamente cómo podría ser la vida de Jesús, sino dejarse conducir por el Evangelio y a la luz de la fe ir desentrañando su significación actual. Es por eso que los relatos de Jesús después de la resurrección rompe nuestros esquemas. No se puede encajar en el espacio que define la nuestra. El lenguaje de los discípulos nos acerca a la realidad para poderlo entender, pero no es que haya comido, si no sería tan limitado como nosotros, pero lo expresan así para que podamos entender.

¿Quién hace la unidad entre la vida de Jesús y su resurrección? La comunidad de los discípulos. Hay una continuidad entre los discípulos que convivieron con Jesús y los que experimentaron que Él vive después de Pascua. Y por ello, son ellos lo que pueden dar testimonio de que el crucificado es el resucitado. Sin el testimonio de la comunidad no podríamos ir a Jesús. La comunidad puede ocultar a Jesús, sí, porque no vive lo que tiene que vivir, pero eso exige que la comunidad se esté confrontando constantemente con Jesús. Sin esta mediación de la comunidad nosotros no sabríamos nada de Jesús y es ahí donde aparece la grandeza de la comunidad y el riesgo de que lo oculte con su vida. Su misión es trasmitirlo por un lado, pero por otro el riesgo es ocultarlo con su vida. La experiencia cristiana surge de estar alrededor de Jesús como comunidad. La experiencia es comunitaria pero la respuesta es personal a la fe, pues ahí está la responsabilidad personal.

Todo se podría resumir en esta manera: la comunidad cristiana es Jesús más "los con Jesús". No habría Jesús sin lo suscitado por Jesús en la comunidad. En cierto sentido Jesús depende de la comunidad. El acceso que nosotros tenemos a Él, sería imposible sin la comunidad. Toda la información sobre Jesús está sintetizada en esa experiencia del Evangelio. A partir de aquí, creo que se puede entender el seguimiento. El seguimiento no es un sentimiento sino el modo de comprender y de entrar en ese camino. La cristología contemporánea recupera esa característica del seguimiento como enfoque y perspectiva. El seguimiento es la condición para conocer a Jesús. Y el que entra, sabe qué significa eso. Con eso se entiende lo que es ser cristiano. Ahí está nuestra identidad, se trata de entrar por el camino de Jesús, de dejar de vivir mundanamente para vivir al estilo de Jesús.

Uno de los desafíos de la VR es volver al Evangelio, tocar lo esencial. Por ese camino pasa actualmente lo que Dios quiere hacernos dar a entender. Pero como es poderosamente débil, nos cuesta mucho escucharle y entenderle. Cuando hablamos de votos, ser fieles, todo puede ser unido en seguir a Jesús con todas sus consecuencias. Seguir es un proceso de vida, adherirse a Alguien que da razón a lo que yo estoy viviendo o queriendo vivir. De aquí se responde lo que decían ustedes ayer, ¿qué es lo esencial? La referencia es Jesús.

El problema del seguimiento es que son palabras de moda y como toda moda se pueden vaciar perdiendo significado. Otro peligro que nos amenaza y que no es tan raro es contentarnos con una visión puramente idealista, como algo que tranquiliza la conciencia de una manera que acaba encubriendo la realidad, en nombre del seguimiento, no seguimos.

Vamos a ver desde el Evangelio esa realidad del seguimiento:

SEGUIR no es un concepto, esa palabra evoca una imagen. Imagen de un camino, de alguien que precede, que va delante y de alguien que va detrás. Nos da la dimensión realista del Evangelio. Pero qué pasa con Jesús resucitado ¿se puede seguir con esa imagen? Viene una transformación del mismo seguimiento. La palabra es recreada, no se puede materializar. La primera transformación es que Jesús resucitado vive, se le puede preceder, va delante. Ahora el camino no es material, físico sino que el camino tiene que ser construido en la historia de los cristianos por esa referencia a la vida de Jesús. Pablo en vez de usar esa palabra, utiliza la expresión de "vivir en Cristo". Deja de lado la expresión del seguimiento pero el realismo de vivirlo no desaparece. Todas las realidades humanas tienen que ser trasformadas y configuradas por Cristo.

CONDICIONES para seguir a Jesucristo, no se trata de cómo hacerlo, no son reglas o como algo que nos da respuestas hechas y por supuesto no es método de perfección. Si nos fijamos en Pedro, toda la vida desde que comienza a seguir a Jesús, va dando cabezada tras cabezada hasta el final y así Jesús confía en él. Para seguir es necesario ser llamado, adhesión personal a Jesús. No es adhesión a una causa, sino a una persona. Mc. 1,16-20. Muchas veces seguimos reglas, preceptos pero no a Jesús y eso no puede satisfacer a nadie. Esto puede llevar al divorcio entre fe y vida. La experiencia se hace formal, de obligación. Eso no es adhesión personal, ya que la relación personal es un riesgo y mucho más la relación con Jesús. Si desde el principio de la VR no encaminamos a una experiencia con Jesús, a apasionarse por su persona, eso se vaciará inmediatamente. Si no tenemos esa experiencia podemos tener la seguridad de que esa vocación no durará mucho.

El entrar con seriedad al seguimiento implica asumir la vida como proceso, en el doble sentido de la palabra: entrar en un camino que no termina y que nunca hemos llegado y por otro lado, someternos a la crítica y confrontación del Evangelio. Cuando ponemos toda nuestra VR en voluntarismos o sobresaltos ascéticos, nos damos cuenta que nos paralizamos o repetimos el pasado. Tenemos que acostumbrarnos a no considerar nuestra vida cristiana o religiosa como un estado. Pensamos que la VR es un medio que nos ofrece instrumentos y prácticas para alcanzar la perfección = a conquistar méritos. La perfección en el Evangelio es ir hasta el fin, que no es otra cosa sino tener entrañas de misericordia como Jesús. Es un peso suponer la fidelidad como algo material, la fidelidad no es ser perfectísimos sino que es algo que se construye y que se puede construir incluso equivocándose o dando cabezadas. Nos paraliza el miedo a equivocarnos entonces, ¿qué fidelidad es esa? Entrar en la vida religiosa es iniciar un proceso de transformación e identificación que no se acaba. El contenido del seguimiento es la vida. La vida comunitaria, social, política, etc. y vivirlo como Jesús.

Otro aspecto es el realismo del seguimiento. Tenemos la tentación de espiritualizarlo. ¿qué significó para los discípulos estar con Jesús? Significó convivir, dejar cosas, dejar la familia, dejar las riquezas, dejar las redes, la mesa de impuestos... se pasaban lo mismo que Jesús. ¿Por qué no conseguimos lo mismo para nuestras vidas? No nos dejamos tocar por los textos, los espiritualizamos y no los vivimos en nuestra realidad. Nos agarramos a tantos ídolos y el resultado es que el seguimiento se hace engaño.

Otro rasgo del seguimiento es la lucidez o discernimiento sobre sí mismo y la realidad. No se puede seguir si uno no tiene un mínimo de lucidez sobre sí mismo, sobre lo que nos pasa, lo que nos amarra. Si no existe un poco de lucidez no puede haber obediencia a Dios y por lo tanto no puede haber seguimiento. Para obedecer a Dios es necesario caer en la cuenta de lo que pasa, saber interpretarlo, caer en la cuenta de nuestros condicionamientos. Sólo cuando se hace realista podemos discernir, ya que tiene que ser un estilo de vida.

La última consideración es que hay una dimensión pascual, seguir es pasar continuamente de muerte a vida. Teóricamente lo aceptamos, pero cuando vivimos las muertes concretas de la historia no las sabemos aceptar. No interpretamos pascualmente, lo interpretamos sociológicamente, espiritualmente, pero no nos pasa por la cabeza qué nos está diciendo Dios con esas muertes.

 

La primera parte de la mañana vimos un poco unas condiciones de parte de la persona para comprender lo que es el seguimiento de Jesús, intentando sacar los elementos del mismo evangelio.

Quisiera insistir en otro aspecto, mirar el seguimiento del lado de Jesús. Significa que nuestro seguimiento ha de tener ciertas características que son esenciales en el modo de Jesús.

CARACTERÍSTICAS

Jesús en su vida aparece como un hombre des-centrado de sí. Significa que vive su vida completa en función de lo que el Padre quiere de él. Lo que llamamos obediencia de Jesús es el lado abierto y en búsqueda siempre de lo que el Padre le dice a través de la vida y los acontecimientos. De ahí que el seguimiento cristiano ha de incorporar esa actitud de búsqueda, escucha y obediencia, sin dejarle de dar el matiz realista. A Dios no se le escucha sólo en la capilla, sino en lo que está pasando. Si no vivimos como si no viviese en el presente, en la realidad que nos circunda. Eso significa que el centro, no es lo que yo capto, yo veo, yo necesito sino ver lo que Dios me está diciendo a través de lo que vivo. Jesús vive de Dios y para Dios. Por eso en su vida, vivía una actitud filial.

Esa experiencia de filiación es la que llevó a los discípulos a decir: vivió eso porque era Hijo. Esto tenemos que rescatarlo en nuestra experiencia cristiana. Muchos de los despistes de nuestra vida es porque estamos centrados en nosotros mismos. Cuando nos olvidamos de esa relación vivimos como si todo empezara en nosotros y terminara en nosotros, perdemos el horizonte y cada vez se nos va haciendo más estrecho.

Jesús vive para los otros es lo que podríamos llamar, la misión de Jesús. Misión que no es hacer cosas, sino estar abierto a los otros. Sentirse enviado a otros. Su vida no termina en sí, sino que está para los otros. Eso ilumina de una manera nueva lo que Jesús vive. Se deja conmover por la realidad de los otros. Jesús es un excéntrico, en el buen sentido de la palabra, porque nos muestra cómo una vida humana se puede realizar plenamente viviendo no sólo para los otros, sino de los otros y de Dios. Realizarse es salir de sí mismo.

La coherencia entre lo que dice y lo que hace. La utilizo en este sentido, una especie de armonía entre lo que dice y lo que hace, lo que dice se hace, porque lo que Él vive es en sí mismo una palabra. Es más que una coherencia moralista. Es necesario bajar a esa hondura para darse cuenta que es fundamental en la VR. Su misión es vivir y su vida es misión.

La misión de Jesús no se puede medir por lo que hizo (milagros, curaciones, etc.) sino por lo que vivió. La persona de Jesús y su mensaje son inseparables. Esa es la coherencia profunda de su vida. No viene a iluminarnos con una nueva teología, moral, etc. sino que la persona de Jesús encarna algo que se hace palabra y obra. Las personas ven que su palabra nace de una vivencia. Los Evangelios lo dicen de una manera concreta: Lc 24,19ss. La vida de Jesús es misión. En la VR la primera misión es vivir, porque si no, hagamos lo que hagamos se va a caer. La autoridad le viene de su coherencia, de su vivir en el cada día. Por eso, Jesús es libre de todo y delante de todos. Su libertad es responsable pues con ella construye algo nuevo. Por ejemplo: su libertad ante la ley es para radicalizarla, hasta erradicarla de la misma ley. Pues va a lo que la ley quiso ser.

Alguien abierto al futuro. Aquí se juega la fidelidad de Jesús. La verdadera adhesión a lo que Dios quiere, significa que no tiene respuestas hechas al futuro. En la VR creemos que sólo se puede dar un paso cuando todo lo tenemos arreglado. No podemos disponer del futuro, esto es una experiencia radicalmente humana. Por eso no nos dejamos sorprender por la vida, ni aprendemos, ni buscamos, ni estamos abiertos.... en qué consiste la fidelidad? Se nos va en repetir lo pasado.

Tenemos que aprender a estar en búsqueda constante, asumir las dudas, tentaciones e incluso los errores. La fidelidad se construye así, a través de cambios. Esto se traduce espiritualmente en "recibirse de Dios". En lo que Dios me va dando, entregándose en la vida, no sabiendo. ¿cuál es nuestro problema? Que pensamos el futuro en términos modernos: proyección de los cálculos que hacemos ahora. El futuro se nos escapa. Si creemos que venimos de Dios y vamos a Dios, el futuro nos lo da Dios. Esto es experimentar que Dios es Mayor. Dejar que Dios sea Dios y no querer encajarlo en lo que nosotros queremos o desearíamos que fuese. Fidelidad es estar descubriendo la vida constantemente.

La preferencia innegable de Jesús por los pobres y pequeños. Dato que no se puede cuestionar en los Evangelios. Jesús se preocupó por ellos de manera preferencial. Es importante en el seguimiento ya que Él vivía situado en un contexto. Sus respuestas llevan en cuenta eso. Su toma de posición delante del mundo es consecuencia de ese situarse de un lado. No es cuestión del tercer mundo, sino que es un desafío de toda la Iglesia y es necesario recuperarlo. El problema de la pobreza, la secularización, etc. son problemas reales y urgentes. Un problema de un lugar del mundo, es problema de todos los lugares. Hay diferencias que tienen que ser procesadas por cada iglesia, pero el problema es de todos. Es real que la opción por los pobres surgió en América Latina pero participó en toda la iglesia. ¿cómo integrarlo en el seguimiento? Esto significó para Jesús la introyección del conflicto. Se situó de un lado para que se viera el problema. Mientras se excluya a alguien no es evangélico.

La Kénosis. No es un momento puntual en la vida Jesús sino una manera de vivir. Jesús vive la experiencia humana de una manera en el que la realidad vela y oscurece lo que Él es en realidad. La forma, el estilo y los medios que utiliza son todos pobres, no en el sentido material, sino impotentes. La marca de la encarnación de Jesús es la impotencia, no tiene fuerza, no tiene ejércitos, no tiene nada. No utilizó el poder, medios grandiosos. No porque no haya tenido tentaciones. Si medimos la vida de Jesús por sus resultados, es un fracaso. La kénosis marca todo el seguimiento. Nosotros nos hemos acostumbrados a medir los resultados por la eficacia. La vida de Jesús es coherente con este despojo que Él vivió.

En término de eficacia, no tiene sentido que por varios años se haya pasado escondido de la gente. Ahí aparece el despojo. Ahí podemos descubrir porque el Evangelio habla de la luz que ilumina, el fermento, etc. Jesús transforma por dentro. Hace unos años vivíamos de grandes utopías, hoy se fueron las utopías. Eso nos hace descubrir que el Evangelio tiene otras utopías, lo germinal, poner aliento, dar sentido, dar sabor, y eso está perdido en la masa. Esa utopía de lo germinal es mucho más importante que transformar la sociedad. Porque lo que le falta a la vida es sabor y sentido. La dinámica evangélica de la misión de Jesús no se puede realizar de cualquier manera. Tiene su coherencia y sus exigencias, a veces los medios pueden destruirlas. Me explico, los medios no son indiferentes. Muchas veces el mundo modernos nos ha mundanizado. Los medios pueden ser muy modernos pero poco evangélicos. ¿cómo tendría que ser la condición cristiana que pudiera inspirar en la búsqueda de lo humano?

Jesús es alguien que fue hasta el fin. Eso no es evidente. La impresión que tengo de los que vamos avanzando en la VR es que nos hemos aparcado. Cuando uno entra está dispuesto a mucho, el desgaste de la vida explica muchas cosas, pero llegar a decir, vamos a aparcar el carisma y déjenme descansar. Decir que Jesús llegó hasta el fin. ¿qué habrá supuesto para Jesús sentir que estaba perdiendo inútilmente la vida? Más de una vez se habrá preguntado ¿vale la pena? Se abandona al Padre con la seguridad de que el Padre no le abandona. No podemos imaginar que todo lo que vivió Jesús no le afectase, no sería humano. Contemplar a Jesús en esas situaciones, es lo que nos permite mirar la esperanza que introdujo en la historia. Ir hasta el fin, es abandonarse ciegamente en manos del Padre, sabiendo que el Padre no puede fallar. Eso es la Resurrección, la toma de posición del Padre de esa vida. Dejó en sus manos el resultado.

Podemos darnos cuenta del camino que ha hecho la VR en su esfuerzo de renovarse, de volver a sus fuentes más originales. El cambio desde el Concilio al hoy se nota, sólo quien vivió el pasado se dio cuenta de la transformación, pero seguimos insatisfechos. Nos damos cuenta que lo esencial no fue tocado todavía. El estancamiento en el que se encuentra la VR nos hace sospechar que lo esencial para por una recuperación valiente de lo que podría ser evangélica del todo. Por ahí va el desafío. ¿por qué nos queda la sensación de que no hemos tocado lo esencial? Estamos convencidos de que no hemos llegado. En esa insatisfacción se insinúa que nos sentimos empujados, sin querer muchas veces, a una autenticidad evangélica. Y es ahí donde encontramos muchas resistencias, y muchas veces son de mentalidades. Y esto es mucho más complicado que tirar los edificios de las instituciones. Aquí es donde hay que aplicar las características del seguimiento. Es aquí donde nos damos cuenta de que seguir, es sinónimo de ser desinstalados, por lo menos es entrar en un proceso y que eso es imprevisible, ¿por dónde nos va a llevar? No sabemos el resultado. Tenemos coordenadas, pero el resultado no lo sabemos. Pero si no entramos por ahí, nos quedamos con un curso más. Es necesario dar pasos concretos. A lo mejor hoy no se puede hacer todo, pero se puede dar un paso y eso es importante.

En ese sentido quiero retomar algo y concretizarlo. Hemos hablado del des-centramiento de Jesús. Hay muchos modos de hacerlo. Veamos a Lucas 24 (Los discípulos de Emaús), ellos saben salir, pero lo hacen como fuga, llevan los problemas consigo a otro lado. Es una manera de salir, pero... Cuando uno llega a ese extremo, la única salida es huir. Jesús cuando se encuentra con ellos realiza una verdadera terapia. Saquen todo lo que llevan, el peso de lo que llevan les impide ver la realidad. ¿cuál sería la otra manera de salir de sí? nos lo da la secuencia del relato, cuando se dejan cuestionar por la palabra del desconocido, cuando esa palabra rompe lo que para ellos eran evidencias: ha sido un fracaso, era un sueño, pero a Él mismo no lo hemos visto. Evidencias que reforzaban el peso de la situación. Salen de ellos cuando se dejan interpelar por la palabra del que les viene de fuera. Esto es una verdadera parábola de lo que es la VR. Les salen resquicios de lo que fue algo que les cautivo en su momento. Hay signos en lo que vivimos pero son insuficientes, porque a Él no lo vemos. Jesús alteró su situación y les invita a hacer otra relectura. Son capaces de acoger lo nuevo.

Ellos salen de sí cuando aceptan que entre en ellos lo diferente. Dejemos que entre Jesús y sea el Señor. Este relato es un verdadero proceso, es un camino que tiene un inicio, un medio y un fin. Este es un proceso de fe pascual. Nos hace ver como el Señor puede estar presente en lo que muestra marcas de muerte. Qué quiero decir, que seguir dentro de la VR es necesario dejar de mirar para nosotros mismos y que fijemos los ojos en Jesús. Y que al fijar los ojos en Jesús podamos interpretar la realidad de una forma nueva y diferente. Cuando nos obsesionamos con una situación, reforzamos que somos el centro de todo y no hay espacio para nada. Y eso, a pesar de estar oscuro, no es todo. Si queremos que nazca algo nuevo y diferente es necesario perderse, como lo hicieron los discípulos de Emaús.

Otro aspecto que quiero recoger y que ha salido, que es la lucidez, el discernimiento.... nos invita a incoporar en nuestras vidas lo que en el Evangelio está presente, las parábolas de la vigilancia escatológica.

Cuando uno interpreta esas parábolas, es necesario mirar lo que dio partida a ese tipo de escritos. Fue una situación de crisis parecida a la nuestra. Las primeras comunidades cristianas habían vivido bajo la expectativa de que con Jesús se había llegado al fin y que ya no había mucho que esperar. Que el fin era cuestión de días. A medida que el tiempo se prolongaba y que la expectativa se dilataba, uno no sabía qué hacer. En esas situaciones tuvieron que aprender a convivir con un tiempo que se prolongaba, y se cansaron. Aprender de ese tiempo, lo que nos puede iluminar.

Esas parábolas nos enseñan que estamos en una dilación de la Parusía. Una VR con otra cara. Nos encontramos con esas dos caras: lo que ya conseguimos y lo que no ha llegado todavía. Y eso nos produce cansancio. Vamos estirando la VR y puede romperse. Trabajamos mucho, pero nos consumimos haciendo lo que ya sabemos, la inseguridad nos asusta. Puede que eso conduzca a algún lugar pero en el fondo, mucha de nuestra agitación es una manera de ocultarnos a nosotros mismos, de decirnos: nada va a cambiar. Mejor nos agitamos en algo. Agitarnos es incapacitarnos para tomar decisiones. De ahí que las parábolas nos dicen: no durmáis, estar alertas. Hay que estar presentes en otra forma. Llamados a encargarnos de este momento. Cargarlo y tratar de resolverlo. La dimensión de la vigilancia es aprender a escrutar los signos de lo que está pasando. Como el vigilante que espera la aurora, pero lo hace en medio de la oscuridad. Lo que pasa es que a veces no hay un rayito de luz en lo que vivimos y eso va minando nuestra esperanza.

Hay que captar en lo que estamos viviendo, signos de lo que puede ser diferente, pero es ahí donde se debe captar. Hace falta una mirada contemplativa, si lo hacemos desde una mirada analítica esto no tiene arreglo y más vale salir de la vida religiosa. Si lo hacemos desde ahí, podemos tener mucha lucidez que nos puede dejar totalmente desamparados. La mirada contemplativa nos hace decir: "eso es real pero no es todo, es real pero hay más". Aquí los desafíos se convierten en llamadas de Dios. Lugar de experiencia en la que Dios nos está invitando a caminar hacia delante. Es lo que nos da esperanza, y se alimenta de una palabra de Dios que da vida a lo que aparentemente no lo tiene. La única que nos puede abrir a un futuro capaz y nuevo. Si no se pasa por la muerte no habrá vida nueva.

 

 

6 Mayo 2003

 

Lo que vimos ayer constituye lo que sería la mística del seguimiento, la experiencia que en nosotros es alimentada por el estilo de Jesús. Espero que haya quedado claro también que esas referencias tanto del lado de quien sigue, como del lado de Jesús a quien se sigue, son coordenadas objetivas del seguimiento. Es importante ver la diferencia entre una concepción de vida cristiana de vida religiosa que se apoya en algo que hay que hacer y una concepción de vida religiosa que sin tener predeterminado el camino tiene coordenadas suficientemente objetivas, para no tener sensación de que el seguimiento nos deja desarmados. Hay una diferencia clara y grande. Una cosa es seguir modelos, formas, esquemas y otra es ir construyendo el camino desde la referencia de Jesús. El seguimiento nos da referenciales claros y objetivos para caminar. El lugar del seguimiento es la vida. La realidad tiene que ser configurada según el estilo de Cristo. Aquí despunta algo que a mi juicio no siempre lo tenemos claro cuando encaramos la realidad como si fuese algo que tenemos que transformar, un material que tenemos que trabajar. Nuestra manera de estar presente en la realidad, en el mundo, en la iglesia, todo es materia que hay que ir configurando, la diferencia de estar presente y la manera evangélica no se distinguen por la materia sino por el modo de irlo configurando. Muchas veces encaramos la realidad haciendo cosas, y no buscando formas nuevas de cómo hacernos presentes. Con eso estamos tocando la misión, que muchas veces reducimos o empobrecemos cuando la limitamos a proyectos que hay que hacer. Recordemos que la primera misión es vivir, estar presentes y configurar la vida y la realidad de otra forma y ésta es la primera misión y fundamental y si no , todo lo que hagamos acaba siendo fuga, agitación, activismo. El seguimiento nos tiene que llevar a descubrir el hecho de que Jesús nos envía a esa realidad para que ella se pueda configurar de otra forma.

El seguimiento, en términos de VR, tiene algo que debe aclararse: el seguimiento es algo absoluto, no necesita justificaciones, no se justifica por lo que haga o deje de hacer, hace falta vivir. Ahora el seguimiento no es para mí, es para los otros, eso es lo que nos hace salir hacia los demás, pero que nos quede claro que lo que justifica el seguimiento no es lo que haga. Nos jugamos siempre el término misión, le damos tantas acepciones. En Jesús tenemos que buscar la luz y la inspiración.

¿Cómo entiende Jesús su misión? Jesús no vive para sí mismo, ni se anuncia a sí mismo, no hace de Él objeto de lo que va anunciar. Anuncia algo que no le pertenece: el Reino de Dios. Palabras que expresamos mucho pero que nos resultan difíciles de comprender, tenemos que traducirla, saber en qué consiste para Jesús. Es una expresión que se puede entender en el horizonte y contexto de la sociedad y experiencia de Dios del pueblo judío. Lo que Dios quiere, el pacto hecho con Dios en la Alianza, es necesariamente lo que tiene que hacerse visible en el modo de configurar la sociedad. Cuando Jesús anuncia la proximidad del Reino de Dios, trae una Buena Noticia y anuncia lo que en la realidad hay de desquilibrado. Los criterios para organizar la vida humana no son criterios religiosos en nuestra sociedad moderna. A medida que nuestra experiencia de Dios y la de nuestros contemporáneos está cada vez más vacía, decirles que el Reino de Dios está cerca, suena hueco. Cuando Jesús lo decía tenía incidencia en su historia.

Ya Pablo hizo una trasposición del lenguaje. En Grecia no tenía sentido esa expresión. En sus cartas vuelve a esta expresión: "si estamos en Cristo, la realidad ha sido recreada" quiere decir que todas las dimensiones humanas tienen que ser configuradas de otra forma. A través de sus cartas va anunciando una manera diferente de recrear la realidad en función de Cristo. Algo así tenemos que aprender de lo que quería decir Jesús como Reino de Dios. Esto nos puede ayudar a entender el sentido profundo de la Misión. El Reino de Dios es lo que podía pasar en la sociedad humana si todos configuráramos la vida como lo hace Jesús, lo que Dios soñó del ser humano. En el fondo es el núcleo del mensaje de Jesús, lo dice Juan 10,10: "He venido para que tengan vida y la tengan plenamente". Eso significa la fraternidad anunciada por Jesús, en la medida en que nos recibimos de Dios y nos vemos como hijos, es necesario que vivamos como hermanos. Esa es una configuración que sale de los parámetros de nuestra cultura actual.

Jesús empieza a decir que el Reino ya hizo irrupción ante una vida que continúa desfigurada como antes. Esto nos tiene que hacer pensar, el Reino de Dios empieza en la medida en que ponemos gérmenes de vida diferente en este mundo desfigurado, tal y como está. Esto modifica mucho nuestros sueños utópicos. Si uno va a ver lo que Jesús hizo, es como una gota de agua en un océano, todo lo que hizo, tocó a poca gente. En término de eficacia eso es frágil y pobre. Pero esto va configurando la idea que tenemos de misión. Lo que Jesús hizo al anunciar el Reino de Dios fue aproximar la experiencia de Dios que alimenta su vida a todo lo humano, lo toca de una manera que lo abre a una plenitud que no lo podemos imaginar. Lo humano es lugar de Dios. El modo de vivir de Jesús hace comprender el Anuncio, por eso podemos decir que la vida de Jesús es expresión de Dios, hecho gesto humano, comportamiento humano, actitudes humanas. Esos gestos pequeños de Jesús son lo que le devolvía el sentido a la vida de la persona. Esto es la utopía de lo germinal, la realidad se transforma en la medida en que en las mismas situaciones de violencia, metemos una cimiente de que eso puede ser diferente, que puede vivirse de otra manera. Introduce una diferencia por dentro. No es transformación de estructuras, es ir a fondo en lo poco. Jesús no se dedica a cambiar estructuras sino a plantar algo nuevo, a introducir en esas estructuras deformadas otra manera de vivir. Dios lo envió a ese mundo tan contradictorio como el nuestro. Este mundo es el que Dios ama y nos envía a él. Pero que nos produce este mundo? Desesperación, odio, rabia y si no trasmitimos más que eso, estamos trasmitiendo lo mismo que el mundo trasmite.

Darse cuenta de eso es esencial para poder vivir nuestra vida y dejarnos enviar por Jesús a su modo y su estilo. Pero la medida de los resultados y de la eficacia, no tiene los mismos parámetros que el mundo pone. No se trata de estar cruzados de brazos, sino de crear formas de hacerlo diferente. Soñemos desde la realidad que se nos presenta, la que tenemos en nuestras manos. Dios se ha sometido a la historia en Jesús y la transforma.

Primero hay que vivir, pero vivimos tan artificialmente nuestra vida religiosa que vamos a hacer cosas, eso nos viene del siglo XIX, que empezó a vivir la VR de modo cuantitativo. Éramos geniales, se medía la vida religiosa por sus obras, vocaciones y tomó tal proporción que ya poco importaba el cómo vivía.

Resumiendo: a partir del seguimiento tenemos que aprender que nuestra misión principal es ser servidores de la misión de Jesús. Estar al servicio de la misión de Jesús, eso es lo que nos da la mística de nuestra misión, la raíz de nuestra experiencia de ser enviados por Él y de ahí tiene que derivar nuestra misión. En el fondo es sentirse que Él nos envía para ser lo que Él es. La misión se mide por el estilo de estar al servicio, no de cuánto hacemos.

Mística en qué sentido?

La experiencia de sentirse llamado por Jesús es la fuente de la misión. Es lo que nos lleva a preguntarnos si nuestra manera de seguir a Jesucristo deja transparentarse de verdad, quién es Jesús. Ahí nos paramos con una pregunta que nos la tenemos que hacer constantemente: ¿qué es lo que hoy en nuestra manera de vivir dejaría de transparentar a Jesús y cómo vivir de tal forma que mi vida sea expresión de Jesús? Jesús es la referencia constante y no el hacer cosas. Si nuestra vida transparenta a Jesús estamos siendo sus servidores. Ese volverse a Jesús toda la vida es la mística de nuestra misión. Y en ese sentido, esa mística es inseparable de las expresiones, no puede desgajarse de la experiencia. Por ejemplo: las instituciones que fueron creadas para expresar la imagen de Cristo acaban por desvirtuar su imagen. Nadie puede negar que la educación es importante en el mundo, otra cosa es preguntarnos si la dinámica de nuestros colegios presentan criterios evangélicos. Si nuestros colegios no responden a la lógica de los demás, se va a pique. ¿Cómo darle la vuelta para que se traduzca en vida? El problema no es la concretización sino que le falta mística, no vivimos.

Nos encontramos en una situación histórica de la VR en la que, o le devolvemos la mística o nos convertiremos en ONG’s, que hacen mucho bien pero que no tiene que ver con la expresión del Evangelio. Las estructuras siempre serán necesarias porque de alguna manera tiene que concretizarse, pero preguntarnos al servicio de qué estamos?

Tenemos una gran responsabilidad de pensar para qué formamos y qué es formar? ¿Estamos preparando técnicos, gente que pueda seguir llevando nuestras instituciones o estamos iniciando personas capaces de dejarse seducir por Jesús y su estilo de vida? Claro, que después lo concretice en sus propios lugares. Preguntarnos, ¿A qué queremos iniciar a esas nuevas generaciones? Por supuesto que hay que hacerlo dentro de la realidad que nos toca vivir. El horizonte es ser devueltos a la realidad concreta que hay que vivir, donde todo aspecto está entrelazado. Es evidente que no podemos resolver todo, pero se vuelve claro que en un mundo moderno como el nuestro, lo religioso, lo económico nos rebasa. Nuestra sociedad se comprende sin Dios y con ello camina hacia una sin base moral, necesariamente injusta. Donde no hay justicia. En ese entrelazamiento es donde nos tenemos que situar como testigos del Señor. Servir a la fe y al Evangelio no es hacer cosas espirituales, es estar en esa contradicción y mostrar que se puede cambiar, que hay alternativas para ello. Ese es el mejor servicio a la fe. El estilo de la misión y de la vida no es indiferente al seguimiento, porque lo condicionan. La manera de vivir, de trabajar son inseparables. Lo humano y lo divino son inseparables, no se puede reconocer a Dios fuera de lo humano.

El reto es poder llegar a una experiencia de Jesús que unifique nuestra vida en todas sus dimensiones, porque ahí se juega nuestra identidad. La mística es lo que me lleva a ser profundamente cristiano y que me lleva a integrar la vida. Es lo que afecta a la totalidad de mi experiencia, de mi vida y por eso me unifica. La vida se hace profecía, signo y expresión de algo, por eso tenemos que estar poseídos por Alguien.

El seguimiento es lo único que puede justificar que me juegue la vida por algo. Me tiene que llevar a los otros, y esto presupone esa mística, si no es totalmente vacía mi entrega. La matriz del seguimiento es el Evangelio. Volver a esa matriz es lo que nos puede devolver el verdadero dinamismo vital de la vida. Porque esa mística es la que lo va envolviendo todo y nos hace entrar en un camino que no tiene fin. El seguimiento no es cuestión de dar un paso. Pensemos si en el fondo lo que nosotros deseamos no es esa conciencia de que la calidad evangélica de la vida es lo que da sentido a la nuestra. Pero también, no se puede entrar en ese camino sin una pasión grande por Jesucristo. Los grandes místicos fueron testigos de esto.

 

 

7 Mayo 2003

Hoy comenzaremos haciendo la transición de todo lo que hemos visto a la Vida Religiosa. Veremos como ese enfoque del seguimiento estuvo en el origen de la VR y a los largo de la historia se fue desplazando hacia otros modelos de vida.

Lo que vivimos hoy es una mezcla de la teología tradicional y de la moderna o contemporánea. Es importante darse cuenta de eso para poder recuperar o comprender los cambios que se han ido dando para abordar la persona de Jesucristo y su relación con Él.

 

SEGUIMIENTO Y VIDA RELIGIOSA

El seguimiento es la forma de toda vida cristiana. A lo largo de la historia pareciera como si la VR se apropiara de él. En el Vaticano II, a partir de la Lumen Gentium, se piensa la vocación cristiana desde la persona en general, estuvo siempre en principio en el Evangelio. Esto trajo un desconcierto para los religiosos. No hace falta algo diferente para definir nuestra vocación, el modo de concretizarlo es lo que puede variar, pero el camino es el mismo. Por eso el Vaticano II puede hablar de vocación universal a la santidad, a la plenitud de la vocación. ¿Qué es lo que está por detrás de todo esto? Antiguamente se pensaba que los cristianos eran una vocación de segundo grado. Que se contenten con los mandamientos, los que quieran ser perfectos, viene la VR.

En los primeros siglos cristianos ¿cuál es el modelo de vida cristiana por excelencia? El martirio, dar la vida por la fe, por Jesucristo. El mártir era el cristiano perfecto. No hacían grandes declaraciones de fe, lo que hablaba de ellos era el arriesgar su vida. A partir del siglo IV, el estatuto de la Iglesia cambia, de ser perseguida pasa a instalarse, aparecen los anacoretas y lo que será después el monacato. Formas germinales de lo que será la VR. La pasión de estos hombres y mujeres fue decir que el cristianismo se estaba acomodando. Por eso salen y se van a vivir la radicalidad. Lo cristiano no se puede acomodar al mundo. En el fondo son una especie del substitución del martirio, se inmolaban de otra forma. Llevaban una vida tan rara que así se afirmaba lo martirial de la vida cristiana. No pensaban fundar nada de VR. Pero aquí ya vamos notando los desplazamientos históricos. Esa afirmación de radicalismo o martirial se va desplazando de una manera sutil que llevaba a la ruptura con el mundo. Eso ya es una lectura ascética, el mundo es lo malo del cual tenemos que huir. Es la fuga mundi que poco a poco se va pautando. La concepción del cristianismo de destruir lo humano es anticristiano. De ahí que ¿qué testimonio puede dar una persona que niega todo? De nada. Aquí hay un estrechamiento que acaba llevando a una vida cristiana dual: una la de los que se tienen que contentar con poco y la otra la de los preceptos evangélicos.

A partir del siglo IV con San Agustín, las marcas del dualismo vividas por él se le quedaron pegadas hasta el fin. Él acuñó una expresión: "en qué consiste el seguimiento sino en imitar". De ahí nace una trayectoria en el que seguimiento e imitación de Jesús son sinónimos. Este rápido recorrido nos sitúa en el inicio de lo que fue la VR.

¿Cuál es nuestra situación actual de VR?

Es una situación que tenemos que ver a la luz de la historia. Los que han vivido la transformación que se hizo desde el Vaticano II, es una cosa fantástica, porque en menos de 40 años la VR ha cambiado mucho. El cambio más profundo es la transformación por la cual la VR ha querido ir a sus fuentes. Ser lúcidos en esos cambios que ha habido, para poder abrir brechas del futuro interpretado desde el presente.

¿Qué cambios hubo en la VR?

La raíz más profunda fue el giro teológico que dio. Antes era una teología jurídica, reducida a dimensión de derecho. Creo hábitos tan encarnados en nosotros pues todo se dirigía a esa dimensión sin preguntarle al Espíritu. Pasó con ello a una comprensión carismática de la VR. Ese cambio de perspectiva teológica es la clave para comprender el giro que se dio en la VR. El Concilio Vaticano II invitó a todos a volver a las fuentes y desencadenó toda la VR postconciliar. Me pregunto: si después de esos 40 años ese volver a las fuentes no se volvió contra nosotros. En qué sentido... en que nos llevó a idealizar e idolatrar el carisma y entonces produjo tantos papeles... Hubo ese peligro porque el carisma acababa ocultando nuestra misma realidad, no llevaba a transformarla. El carisma es carisma cuando hace vivir si no es letra muerta. Viendo la situación actual de la VR, uno tiene que preguntarse por qué esa refundamentación no nos hizo ir más lejos. Hubo muchas causas internas y externas que repercutieron e hicieron difícil el cambio.

Muchos cambios no se tocaron por miedo o porque ya empezábamos a cansarnos. Lo que nos tenemos que plantear es si esos cambios estructurales condujeron al Espíritu del carisma o no. Uno de los indicios de esa sospecha es que hoy nos deparamos con mentalidades que no cambiaron, aunque hayan cambiado las formas externas, eso muestra que los cambios quedaron a mitad de camino o en lo de fuera. La dificultad que encontramos hoy en ciertas decisiones o en dar pasos más arriesgados me parece que tiene su explicación en que las mentalidades no fueron evangelizadas, no hubo proceso interior. Hubo cambios que fueron asimilados y otros que no queremos asimilar. Una cosa son los cambios que vienen de fuera y otra es que el cambio surja de dentro. Hemos llegado a los límites de los cambios y la falta de Espíritu. Esto nos lleva a una especie de desconcierto, perplejidad. Porque los resultados no han sido los que esperábamos.

 

Trabajo personal – reflexión personal en clima de oración

¿Cómo ha repercutido el trabajo y la reflexión hecha hasta ahora?

 

 

 

Resonancias de Asamblea

Como formadoras, creo que se tiene que dar una libertad muy grande frente a lo Institucional, porque sin querer nuestra función nos institucionaliza, damos lo que conocemos, muchas veces repetimos el pasado porque nos da seguridad y es lo que sabemos. ¿de qué manera nos plantearías aspectos formativos para que no fuera institución sino formación?

¿cómo no dejar a nadie fuera, en cuestión de mentalidades, cómo integrar para romper?

En nombre de una renovación de VR, decimos: ésta se engancha en esto nuevo o no se engancha y estamos atropellando a personas. La generación que viene no es crítica, sino que se engancha a lo superficial. Falta una práctica evangélica.

Pensando en esquemas de pastoral vocacional, yo lo trabajo para nuestra congregación y la llamada es para el seguimiento para todos. Para mí el carisma es algo nuevo y vamos dando pasos pequeños.

Nos estás dando criterios fundamentales para cuestionar mi propio seguimiento, pero también pienso, cómo es posible ese equilibrio entre libertad personal y corresponsabilidad. Va por la línea de que nadie se quede fuera.

Es verdad que se han hecho cambios estructurales de barniz que no han tocado el Espíritu y en este momento de perplejidad se está dando el volver hacia atrás, no podemos volver al monacato, necesitamos lucidez, cómo hacer ahora para que ya en los mismos cambios se introduzca al Espíritu.

Perfectae caritatis primero nos manda a la fuente principal, que es el Evangelio. Creo que quedó oscurecida. En eso de recuperar el carisma nos hemos centrado en nosotras mismas.

Alguna de estas inquietudes irán apareciendo por la línea de formación. No hay formación posible si no nos formamos todas desde la nueva perspectiva presentada. No se puede quedar nadie atrás.

Voy a continuar un poco... decía que nos encontramos en un momento de perplejidad, ese momento envuelve diversos aspectos:

1. Cambio de VR en su totalidad

A pesar de todos los cambios hechos, la VR en su totalidad se siente impotente para cambiar. Nos damos cuenta que hay que cambiar una totalidad, no aspectos sino un modelo. Esto nos pone a buscar un nudo que nos ayude a cambiar la totalidad de la VR. En el fondo, el reto es recrear la VR desde las raíces, todo tiene que ser tocado. Dos ejemplos reveladores:

En América Latina, porque creo que allá empezó esto sin pretensión alguna, se pensó que si la VR se dejaba conducir a los pobres, la totalidad de la vida cambiaría, y esto llevó a un verdadero desplazamiento social y geográfico en América. Hubo un éxodo en masa. Y una presencia cada vez más fuerte en medios populares. Todo eso mezclado. Unos grupos tenían una verdadera pasión evangélica, se gastaron vidas realmente. Pero en medio de todo hubo mucha fuga, huía de los problemas, de las instituciones. Después de 10, 20, 30 años hemos llegado al agotamiento. Gente que dio la vida y después de eso se sienten tan vacíos, porque no vino de la totalidad de lo que ellos soñaban. ¿qué pasó? Se han vuelto a ser de New Age, etc. hubo algo raro, que muestra cómo no todo era tan claro como búsqueda evangélica. Pero no le quita el significado que tuvo. El sueño era que toda la VR cambiase, pero no paso eso.

El otro es lo que suelo llamar VR modernizada, sobre todo en Europa, hacer moderna la VR, el modo de vivir era arcaico, fuimos a pisos, vivir como los otros, cambiamos las formas de gobierno. Esto era necesario pero nos fuimos tragando el espíritu del mundo moderno. Cada vez somos más modernos, toda la mentalidad nos entró y acabó siendo la mundanización de la VR. Esta situación nos deja perplejos.

2. Crisis de identidad

Nos afecta toda la realidad. Pero vamos a detenernos en la crisis de identidad eclesial. Esta crisis que vivimos tiene dos vertientes. Una más eclesial y otra más sociocultural. La crisis de identidad eclesial viene desde que el Vaticano II, nos hizo pensar que en la vocación cristiana no hay grados. La iglesia acabó con los privilegios. Esto hizo entrar en crisis a todas las vocaciones en la iglesia porque nos obligó a repensar en la vocación a partir de la vocación común. Para que la iglesia se enriquezca no hay que bajar a unos y subir a otros. La VR es carisma, es gracia y surge del Espíritu. No es porque sea más. Se necesita una vocación especial, pero para ejercer un ministerio basta hacerlo. Nos cuesta situarnos dentro de una comunidad eclesial diversificada.

La vertiente sociocultural. Al volvernos a encontrar en una realidad, tenemos que preguntarnos ¿cómo nos debemos situar en esta realidad? De aquí surge otra crisis. Ya que todos habíamos sido reducidos por nuestros servicios. Esas actividades hoy, las asume el estado y eso expresa una manera cada vez menos de servir al mundo. Y por eso viene el problema de la misión que nos mete en crisis. Creo que el mayor servicio es decirle al mundo que se puede vivir de otra forma, que se puede ser diferente. Nos hace falta hoy, una segunda relectura actual del carisma, porque varios se quedaron en el pasado. Tiene que hacerse, para releer al fundador a partir de las preguntas que tengo hoy. El carisma es una percepción del Evangelio. Era necesario recuperar la riqueza del carisma en la primera lectura pero hay que ver que la primera riqueza es el Evangelio y que el carisma nos tiene que decir algo a los desafíos del hoy. Plantearle preguntas que en otros momentos no podíamos formular. Las respuestas serán diferentes porque las preguntas serán diferentes.

Refundar la VR es más que una moda, se trata de recrear la totalidad a la luz del Evangelio y a la luz del carisma. La fidelidad tiene que ser creativa porque si no nos quedamos con tradiciones repetitivas. Apropiarnos de manera creativa del don, carisma que nos fue dado y recrearlo. Viviendo lo mismo pero diferente. Esos procesos no se hacen de la noche a la mañana.

Grupos pequeños

¿Qué modelo(s) de VR vivimos?

Recoger rasgos concretos de este modelo o modelos.

Compartiendo en Asamblea

Conviven modelos en nuestra VR. Pero pudimos compartir que vivimos un modelo de VR en búsqueda pero que pasa por momentos pendulares. Ejemplo: vida comunitaria, hay quienes seguimos pensando que la comunidad es estar en los actos comunitarios, en el otro, los que creen que sin encuentros se puede vivir vida comunitaria. En la misión, seguimos identificando el sentido de la misma en el hacer y la eficacia. La hermana que hace es la que vale, fruto de toda una cultura pero también hay generaciones que no quieren asumir responsabilidades porque no les llama la atención esa forma de vida. Hay quienes viven en desprendimiento de las obras y otras aferradas a ellas por la seguridad que produce. Énfasis en lo jurídico. Creciente conciencia de estar en las diferentes dimensiones humanas. Hay cuestionamiento sobre la VR. Esto convive con una tendencia de ser superiores al resto de los cristianos. Constatábamos la distancia entre el lenguaje, los documentos y lo que vivimos.

Hay coincidencias, no hay modelos pero por otra parte conviven. No hay algo definido en nuestras realidades. Dicotomía entre el lenguaje y la vida. Hablamos de reestructuración pero el lenguaje nos delata, queremos volver a algo que nos de seguridad, pues el futuro es hipotecable. Algunas hablan de propuestas más que de modelos. El mejor modelo es el dar testimonio comunitario más que de persona. Algunas comentábamos que seguimos agarradas al muerto.

Coincidimos. Además decimos que hay modos distintos de entender la VR. Pero coincidimos en querer caminar hacia algo diferente que nos de más vida.

Coincidimos. Intentamos de generar nuevos estilos de comunidad, de relación. Constatábamos los diferentes estilos de iglesia que vivimos.

 

Podríamos agrupar todo dentro de la situación actual de la VR. Todo esto son inquietudes que van más allá de los cambios, de la perplejidad y de la crisis de identidad. Nos vamos a concretar en dos pues ellas darán margen de tocar otras muchas cosas:

¿Se trata de convivencia de modelos o de qué se trata? Es choque, formas de entender la VR, o de qué se trata...

Hay que afirmar nuestra identidad. Querer mantener una superioridad como VR.

 

Convivencia de modelos o no... como abordarlo desde la realidad, porque todo está presente en lo que vivimos. Hay que plantear primero qué entendemos por modelo, pues podríamos discutir desde puntos de vista diferentes. Lo más fácil para ponernos de acuerdo podría ser: reportarnos a lo que era un modelo tradicional de VR.

RASGOS

Se impuso el estilo monástico. Una forma de vida como única para todas las formas de VR. La vida monástica es un estilo de vida muy peculiar, surgió cuando los anacoretas empezaron a sentir miedo de vivir solos. Por las realidades que estaban a su alrededor: fieras, ladrones.... comenzaron a juntarse. Todo gira alrededor del abad o abadesa y en común. Toda la experiencia gira alrededor de eso. Hoy día ese modelo está modificado. Hay monjes que hoy viven más fuera que dentro del monasterio.

A partir del siglo XVI aparece otra figura de VR, cuyo eje no es la comunidad sino la misión. A partir de entonces cada vez más las formas de VR, fueron obligadas a entrar en un esquema de vida monástica.

Reducción de la VR al canon jurídico. La profesión pública de votos. La vida se va plasmando cada vez más alrededor de ellos, reconocida por la Iglesia. Y la vida común. Eso daba una dimensión jurídica. Eso era vivir lo esencial de la VR. Se fue reduciendo a lo jurídico, si obedezco a lo que está mandado, yo ya soy fiel al Evangelio. Esto configura otro modelo de VR.

Se añadió una dimensión apostólica. Hubo una dicotomía entre un estilo de vida jurídico y una dimensión apostólica. Quiso juntar elementos tan heterogeneos en una figura que acabó siendo modelo explosivo, que tarde o temprano tenía que saltar. Ese modelo se reforzó codificando la tradición, fue seleccionando algunos elementos y presentándolos como esencia de la VR. Creó estructuras que formaba a la persona. Lo que formaba era que el novicio entraba en una estructura de monasterio y le daba hábitos de ser religioso. Ese conjunto se presentaba como algo intocable, era la forma de VR. Vamos a hacer un análisis un poco duro: la máxima contradicción es que es una síntesis de elementos heterogeneos sin alma. ¿Qué quiero decir con esto? Que toda VR nace de una experiencia fundante de la persona en su relación profunda con Jesús. Cuando lo comparte con otras personas da lugar a un estilo de vida de acuerdo con una misión. Aquí hay tres elementos que están presente en cualquier experiencia religiosa. Un estilo que brota de la experiencia, y al mismo tiempo en función de una misión y se reúnen para ello. Esto daba alma.

Estos elementos estaban presentes en el modelo tradicional, había una vida con prácticas espirituales, una vida comunitaria que no necesariamente brotaba de una experiencia. Vivían en función de la vida común. Eso quiero decir cuando digo que no tenía alma. También tenían una misión, pero muchas veces no era animada por una experiencia fundante. Se llevaba una vida espiritual por un lado y la misión por otro. El dinamismo de la misión tenía su lógica.

Veamos nuestras comunidades... una que trabaja en una obra apostólica, lleva un ritmo diferente de sus vivencias espirituales. Dicotomía entre espiritualidad y vida. Continuamos teniendo una vida espiritual que se traduce en ciertas formas y muchas veces no tiene influjo en la vida comunitaria, ni en la misión. Por eso nos cuesta ver que nuestra experiencia no confluye en la misión. Otra dicotomía es que el individuo puede ser muy fiel, pero al margen del cuerpo. Hay suma de individuos en donde cada uno hace lo que piensa o puede. Mirar cómo todo esto nos puede estar condicionando. Y repercute en todo. Este modelo tradicional llegó a su auge en el siglo XIX tocando lo más en todo, aún en sus contradicciones. Hubo crecimiento numérico en obras, en número de vocaciones, en difusión por todo el mundo. Poco a poco esto fue dando una mentalidad: que el tener muchas vocaciones, grandes instituciones y poder aparecer como una fuerza impresionante en la iglesia era la VR. Esa apoteosis se prolongó en la primera mitad del siglo XX y lo que hasta hoy es el ideal de VR para mucha gente. El modelo soñado de VR.

Es importante tener presente esto. En el Vaticano II la raíz del modelo no fue tocada. El problema que estamos tocando, es que el modelo fundamentalmente es el mismo, aunque varias congregaciones han cambiado en muchas cosas, otras continúan agarradas al modelo tradicional y para complicar la situación entran personas que no tienen ningún modelo, sino mentalidades diferentes. Tienen valores y desvalores que quieren introducir en la VR que complican.

Esa complejidad hay que someterla a un discernimiento lúcido, para ver hasta qué punto hay choque de modelos, de generaciones, de mentalidades, para no meter todo en la misma palabra. Hay pluralidad de interpretaciones del modelo tradicional, se lee desde perspectivas diferentes para introducir en él algo que se nos aparece como respuesta en fidelidad al Espíritu del Evangelio. Tal vez el choque en el que nos encontramos es eso.

¿Cómo salir de ese modelo e inventar otro? Claro que no partimos de cero, sino de recoger la experiencia fundante, de modo que dé lugar a estilos de vida y a una misión en donde estén articulados. No lo hemos conseguido y eso nos da una sensación de fracaso. Si el modelo no se deja transformar en su totalidad, la relectura del carisma queda condicionada.

No hay choque de modelos pues no hemos salido del modelo antiguo. No se ha recreado y en el fondo es todavía lo que nos sirve de referencia. Por ejemplo la lectura de lo que significa la comunidad... algunos la leen como prácticas comunes: recreos, horarios, etc. pero otras buscan si hay comunión o no, y a partir de ahí se darán las expresiones. Más bien hay mentalidades diferentes. Convivencia de generaciones. ¿es posible integrar las diversas mentalidades? Habría que distinguir entre mentalidades y actitudes. Las mentalidades no se pueden cambiar tan fácilmente, ni porque lo diga la General. Además nos pide el respetar a las personas en la situación en la que están, eso es evangélico. O nos pide que tenemos que esperar el proceso. La insistencia no tiene que ser unificar mentalidades. Pero si ofrecer lo que Dios nos pueda decir a través de la vivencia. Poder ofrecer un camino de escucha, de abrirse a lo diferente, empezar a caer en la cuenta de que la búsqueda es de todos, no sólo es mía. Y con el derecho de que me respeten, yo respetar. Así iremos integrando las diferencias que el otro me representan y me incomodan, y esto es un proceso humano y espiritual. Someternos a la escucha de Dios. Lo que yo traigo no quiere decir que automáticamente sea evangélico.

En teoría tenemos claras las cosas, pero en la práctica... en la iglesia también hay un pluralismo de mentalidades y tradiciones. Cada uno tira para un lado. Pero no llegó a una creación de algo nuevo.

 

 

8 Mayo 2003

 

Identidad de la vida religiosa... después del Concilio, el problema reside en lo que llama vocación cristiana común. En la constitución sobre la Iglesia, el Concilio comienza reflexionando en lo que llama base común cristiana. La iglesia se comprende como comunión fundamental, todos comulgamos en la misma experiencia y vocación. Desarrolla el tema y después habla de las diferentes vocaciones, de diversos grupos dentro de la iglesia. Esa concepción que presenta nos obligó a todas las vocaciones a volver a definirnos desde esa vocación común. Esa es la vocación primera y fundamental. Afectó a todos, los presbíteros y obispos, ya que no quedan fuera de todos los criterios de la vida cristiana. Nos habíamos hecho la idea de que la VR era un estado especial de perfección. Esto nos hizo parecer que éramos superiores, mucho más que la vocación cristiana y nos ha costado asimilarla. Ejemplo: la VR nunca pensó que podía estar en pecado pues estaba en estado de perfección. Después se dio cuenta que la concupiscencia de la VR era un gran pecado. Una estructura difícil de tumbar.

¿Dónde está nuestro pecado hoy, dónde nos está llamando Dios a un seguimiento más profundo en esta realidad? ¿cómo avanzar hacia una distinción de las vocaciones? ¿por qué hablar de vocaciones diversas? Tener cuidado de no confundir de diferencia de vocaciones con la superioridad de vocaciones. La diferencia significa que la misma vocación común se encarna en formas diferentes según estados de vida. El que exista una VR diferente no quiere decir que sea superior y que entra en ella, los que se sienten llamados por Dios. Muchas veces hemos interpretado los consejos evangélicos: pobreza, castidad y obediencia como un camino superior y eso es falso. ¿quién puede decir que sólo los religiosos están llamados a ser pobres, castos y obedientes? Eso es cristiano. Se dejó que lo cristiano fuera sólo vivir los mandamientos, se moralizó y se le quitó la mística del seguimiento. Las formas de vivir es diferente en cada estado. El modo de configurar la vida es lo que difiere. Es necesaria la diferencia porque hay que comprender las vocaciones de manera dialéctica. Cada una está en relación y en función de la otra, se iluminan y enriquecen mutuamente.

La VR se aparta del camino en función de la vida cristiana, tomar distancia pero para decir que esto es para todos y el cristianismo no se puede olvidar de ello. Ese estilo se vuelve signo para todos. La vida cristiana le da a la VR el que no se espiritualice indebidamente. Esa vida hay que vivirla en el día día, en esta realidad, encarnarlo en realidades donde ser pobre no es fácil. ¿cuántas vocaciones hay? La fundamental y la VR, las otras vocaciones hay que pensarlas, eso se los digo aquí. El sacerdocio se ha considerado vocación, pero en las primeras comunidades eso era un servicio, hoy como se ha perdido la Koinonía y a partir del segundo milenio se ha acentuado la jerarquía, se ha divinizado de tal forma... cuando antes la vocación podía venir del pueblo para servicio del pueblo.

Situada así la diferencia sin que se convierta en superioridad, la diferencia es señal de unos para otros. Lo que hoy se empieza a sentir es la siguiente interpretación: la crisis de la VR es que le hemos quitado su áurea de estado de perfección que ya no atrae a nadie, interpretación sutil pero peligrosa pues se vuelve a introducir en la vida religiosa en término de superioridad, no puedo creer que la crisis por la que pasa sea un déficit teológico sino que es crisis existencial y de estructuras, de modelos. Y como eso no traduce lo que quisiéramos que tradujera no atrae. Otra fuente de la crisis de vocaciones es el mundo en el que los valores están totalmente trastocados y donde la VR no es valor. La crisis de vocaciones no es algo negativo, aunque duela. Pero hay que interpretar lo que Dios está queriendo decir con ello. Cuando decimos que se le devuelva a la VR su prerrogativa especial, estamos diciendo que la vocación primera es inferior, pero la vida cristiana es para todos.

Esto es una discusión que nos afecta en la vida cotidiana. Hay que estar atentos para no confundir la relación con las vocaciones con vocaciones superiores o inferiores. Cuando el Vaticano II quiso valorizar la vocación fundamental no estaba pensando en el protagonismo laical. No estamos en oposición a la vida de los laicos, hay que redefinirse a partir de la vida cristiana. "Vamos a compartirles nuestra espiritualidad", nos estamos colocando en superioridad, nosotros somos quienes les damos. Estamos en pie de igualdad, después ver qué sentido tiene nuestro estilo de vida y cómo se puede articular. Muchas veces se interpretó la VR como un grupito privilegiado que Dios llama. La elección no es privilegio, es en función para los otros. Es camino para que todos puedan llegar. La función de la iglesia es signo para los otros. Aunque sea pequeña, poco importa, no es cuestión de cantidades, es expresar para todos que Dios se está derramando para todos y todos estamos llamados a eso. Tengo una sospecha, que lo de la superioridad de la VR viene de la Reforma, hay que investigarlo. Lutero empezó a decir: "el matrimonio es superior a la VR" y el Concilio le contestó: "La vida religiosa es superior al matrimonio". Y eso entró a la VR y hemos continuado en eso. La especificidad de la VR no se consigue por comparaciones con los otros. La identidad se encuentra primero en la referencia al Evangelio y a la persona de Jesús. Y en segundo lugar se entiende, en la medida en que se comprende en la atención dialéctica de las otras vocaciones, como signo para los otros. Entenderse en esa relación mutua y como signo de algo que es para todos, es abrirse a la riqueza de los demás. Ahora estamos despertando a ello.

Permanecer con sentido en la VR a pesar de todas las dificultades, es porque se está buscando. O se vive con sentido o mejor es irse para no amargarse ni amargar a los otros.

No hay que confundir lo que se llama carisma de VR como VR. La vida religiosa es un carisma, un don. Hemos llamado carisma a la espiritualidad, a no sé cuántas cosas y eso complica todo. Hace ambiguo el discernimiento. El carisma de la VR brota del Evangelio y tiene que ser Evangelio y eso lo tenemos que compartir con los laicos y eso es más que espiritualidad. Ejemplo: los ejercicios espirituales de San Ignacio es experiencia de Evangelio. Lo comparte con todos. Cuando Ignacio piensa en fundar un grupo de compañeros aplica esa experiencia a un estilo de vida, pero eso es un estilo de vida que no se comparte con laicos. Sino a aquel que se sienta llamado.

Van a recibir una hoja con cuatro textos sobre la Lumen Gentium, 39,42 y 44... qué van a hacer? Leerlo tres veces.

Primera lectura, danos cuenta de lo que dice.

Segunda lectura, fijarse más en cómo se tratan ahí las vocaciones, qué vocaciones aparecen.

Tercera lectura, fijarse en los comparativos que utiliza el texto y qué quiere decir.

 

 

Propuse estos textos para concretizar lo que he venido diciendo. Estos textos dieron lugar a todo un proceso de renovación y que ahora después de 40 años se quedan cortos y nos decimos, cuánto hemos andado. Por otro lado, esto que pasa con la VR pasa con toda la teología del Concilio. El Concilio fue encuentro de tendencias muy fuertes, y que haya dominado la minoría conciliar con un espíritu no conservador, fue experiencia de Espíritu. El tiempo postconciliar fue un momento de intensas tensiones, pues cada grupo quería agarrar lo suyo. Hoy en día se está intentando volver analizar los textos.

Vamos a retomar los textos. El número 39, se habla de la Iglesia como que todos están llamados a la santidad, se continua haciendo la división entre jerarquía y pueblo de Dios apacentados. Lo importante es TODOS ESTÁN LLAMADOS A LA SANTIDAD...SE EXPRESA MULTIFORMEMENTE... CON EDIFICACIÓN DE LOS DEMÁS...etc. Aunque nos extrañen ciertas afirmaciones, hace definiciones contundentes. No se entiende la diferencia como superioridad. Cuando se dice que aparece como SINGULAR no dice que para la VR sino para todos los cristianos.

Aparece varias veces, manifestar, debe manifestarse, se expresa y aparece... todos esos verbos apuntan a una manifestación de signo, no de grados superiores o peores. Sino de ser significativa para los demás.

El número 42, se concentra más en los consejos evangélicos, pero no como algo exclusivo de los religiosos. Pablo habla en Corintios de un camino insuperablemente superior: el del Amor. El martirio que menciona, es una forma rara de vida cristiana. Apareció como una forma eximia de vida cristiana que no se encontraba todos los días, de ahí se pasó a una apropiación particular a la VR y que tenemos que pasarla hoy a su lugar. En América Latina mucho de los mártires no eran religiosos sino cristianos. ¿Qué pasa en otros países donde sigue habiendo muchas muertes? Hay que rescatar ese sentido que se da en la vida, pues los mártires modernos no son siempre religiosos. Es un testimonio que se asocia al modo en que Jesús dio su vida. Cuando habla del MAYOR TESTIMONIO, habla de la fuerza que tiene el martirio al expresar el amor. Por eso el martirio es una gracia. Muchos huimos de él. Por eso sólo se les da a algunos, a los que Dios quiere.

La VR es una forma de vida que toma todas sus dimensiones para ponerlas al servicio de los otros. Leer las afirmaciones desde la perspectiva del ser presencia en la realidad.

 

 

Hay como dos dimensiones en eso que ustedes ya subrayaron en los comentarios (papelitos pegados en el pizarrón), como expresión de la búsqueda del grupo o de la experiencia subjetiva de las personas, me parece interesante pero tenemos que caer en la cuenta de que esa diversidad que aparece y que es difícil de reducir a una unidad, es central en la formación hoy. En el fondo lo que manifiesta en esa diversidad es que o aprendemos a integrar en lo que somos y pensamos la diferencia, o si no será imposible entendernos. Porque la idea con la cual estamos acostumbrados a pensar la identidad es que lo que yo veo es la verdad, entonces lo que no encaja en eso no encuentra lugar. Y nadie posee la verdad, ni tiene la verdad, esa se hace en la interacción con el otro, por o tanto tiene que hacerse parte de la identidad el aspecto del otro que yo no descubro. Aprender a crecer y vivir dejando espacio a lo diferente del otro.

Es impresionante lo mucho que se habla hoy de la alteridad, pero parece que nunca se ha escondido tanto el otro real y concreto que me incomoda. Porque vivimos a partir del individualismo ya que al entrar en contacto con el otro, me altera e incomoda. El otro merece el mismo respeto que yo, a partir de ahí acepto su diferencia. De ahí nace la comunión. La verdadera comunión significa el abrir espacio para lo diferente pero como algo que me constituye. Si empezamos a pensar así, el mundo comenzaría a cambiar un poco. Esto es muy importante para la formación, ¿cómo hacerlo? Aprendiendo. A ver, a escuchar. Se oye pero no se escucha. Aprendiendo a dialogar. Sólo en la medida que aprendemos a mirar y escuchar al otro avanzamos en un acoger la diferencia, integrarla. Es un reto aprender la identidad como acoger la riqueza del otro, su diferencia en mí. La identidad humana no puede ser A = A. Poder valorar así la identidad es positivo.

Otro aspecto importante es que de formas diferentes de expresión, ven la necesidad de encarar la formación como iniciación, mistagogía, que introduce en una experiencia de vida, estructurada alrededor del seguimiento de Jesús. Eso le da un giro total a la formación. ¿en qué sentido? El verdadero contenido de la formación no es lo que aprendemos en sentido de conceptos sino la vida alrededor de una experiencia que la unifica y la articula. Claro que son importantes los contenidos pero es importante apuntalar la experiencia.

Otro aspecto que salió es que todo nos exige entender la formación como proceso pero de otra manera, no como etapas.

 

La formación

Ha sido un tema muy tratado pero no estamos satisfechos, no quiere decir que no estamos perdidos, sino más bien la complejidad del problema. Una complejidad que no depende de la formación sino de la VR. La formación pasó por transformaciones, reformuló muchas cosas pero no se reduce todo a eso. Lo más difícil es encontrar personas aptas para ello. Eso no se improvisa. Antes no era tan difícil pues la estructura formaba. El apoyo de la estructura corría por sí solo. Ahora el maestro(a) de novicios(as) todo el día está formando y deformando. Hoy es necesario estar muy atento a la formación personal en todos sus aspectos: psicológica, humana, etc. y el integrar todo en la experiencia del seguimiento. La problemática de la formación está fuera de la formación en parte, ¿por qué? Porque querer entenderla a partir de sí misma, se olvida que tiene que contar con el material humano que recibimos y que cada vez está más deteriorado, y además depende del contexto para el que formamos. Es importante tener conciencia de que las opciones de la formación no puede ser separadas de la realidad a la que se forma. La formación no se puede entregar sólo a los formadores, no quiere decir que todos se tengan que meter en la formación, pero sí es necesario que todo el cuerpo esté en el mismo proceso de la formación. Así todos están formando.

Cuando uno entiende la formación a una introducción progresiva a una experiencia de vida, se hecho por tierra el esquema de etapas de formación. Tenemos que formar para una experiencia que no acaba, para un proceso que estaremos hasta morir. Pensar la formación como un periodo lo permitía el esquema tradicional, pero eso lo percibía una iglesia que no cambiaba. Pero hoy vivimos en un mundo que está cambiando constantemente. La formación no puede dar contenidos que sean eternos, pues todo va cambiando. Es preciso que estemos constantemente creciendo en la vida.

El papel del formador es de acompañar, que ya pasó por experiencias, que ya pasó por la vida, pero él también se está formando. El lenguaje tiene que expresar otro tipo de experiencias. cuando se empezó a hablar de formación inicial y permanente, corresponde a un pensamiento que hoy se nos queda corto.

La formación permanente es un concepto profano, nació en Dinamarca con una preocupación: significaba una instrucción correctiva de adultos. Después o alrededor de la 2ª. Guerra mundial, adquirió un significado nuevo, una corrección no de instrucción sino profesional. Por la tecnología que comienza a desarrollarse de una manera rápida. Reconversión de técnicas que hay que aprender. De ahí la problemática fue incorporada a la VR y a la iglesia. A partir de ese concepto entra en crisis la formación inicial. Ya que no puede ser que al salir la persona de la formación inicial ya estaba lista. Más bien hay que aprender a formarse continuamente. Hay que formar en el inicio en esa perspectiva de formación.

¿Qué significó el Concilio? Una revolución teológica, que para asimilarlo había que estudiarlo. Se llevó un buen tiempo de estudio en todas las congregaciones. A partir de ahí comenzó un nuevo estilo de formación, pero después ¿cómo rescatar a los rezagados? Y entonces comienza un proceso de cursos de renovación por edades: 40 – 50. Esos aspectos de formación tenían el objetivo de dar una nueva visión. Ahora hay que formar a las nuevas generaciones y formarnos en una realidad de constante mutación. A todos nos tiene que afectar. Reintroducir a la gente en una experiencia fundante, en una iniciación al seguimiento, en igualdad de condiciones. No por tener cuarenta años somos mejores. No se trata de formar sino de transformar la vida. La formación es cuestión de sentido, no de aprender conceptos sino de aprender a tener una calidad de vida que me ayude a discernir el sentido de lo que vivimos. El contenido de la iniciación es la vida y hay que configurarla desde la dimensión de Jesucristo.

Esta es una fórmula y que se puede arriesgar en esta expresión: "formarse y dejarse formar es una decisión". Decisión libre para entrar en un proceso, cualquiera que sea la etapa de vida. No entra en ese proceso quien no acepta libremente que necesita convertirse, que no ha llegado y que el seguimiento se ha parado. Es entrar para recrear en común la experiencia original y fundante de nuestro carisma y por eso es proceso de vida en común. Y de ahí se recrea el carisma.

La formación no es algo que se recibe sino que es algo que se aplica a la persona, entrar es decidirse a asumir algo que a lo mejor se había dejado. Y eso muchas veces cuesta en personas de edad. Pero si no se acepta libremente nos encontramos con personas que se jubilan en la VR. Decidir cambiar esa actitud es doloroso porque significa romper estructuras. Pero eso implica decidirse. El lado opuesto, o sea, si eso sólo se hace con las personas que van entrando, se encontrarán con gente que se ha parado y verán testigos nefastos. Porque lo peor que podemos encontrarnos es personas que han perdido el sentido de la vida. Y para eso, a los jóvenes no es estímulo para entrar. Hay que volver a someter la vida al criterio de Jesús de Nazareth.

La búsqueda en común es importante porque nos permite ir definiendo un estilo de vida que exprese aquello que nos alimenta, el carisma. Tiene que ser una búsqueda común porque en ese esfuerzo común se irán encontrando o creando expresiones que ayuden a mediatizar la experiencia del carisma. No hay modelos hechos, en la búsqueda es donde se irán plasmando. Es aquí donde se da la transformación de la persona, del cuerpo. La vida en todas sus dimensiones va asumiendo otra forma, cuya norma es dejarse configurar por Jesús. Entonces es cuando podrá haber testigos, la vida hablará. Podremos ser signos para las otras vocaciones. Es aquí donde podemos decir que la vida es misión, su gran misión. Se encarna la vida, no una tarea. Tenemos que ser realistas, pues hay resistencias de todo tipo, pero ahí está la diferencia entre mentalidad y actitud. Aquí está el papel importante de la animación del gobierno, su sentido es animar esos procesos, interpelarlos, cuestionarlos. Pero muchas veces el gobierno se ejerce de una manera puramente jurídica. Eso no es animar, hay que animar los procesos. Esos procesos sabemos que nos son fáciles, pero no imposibles, muchas veces las personas están paradas porque nadie les ha exigido o cuestionado, tanto en la formación cuando entran como después. El miedo de confrontar es reflejo de que no creemos que las personas pueden dar más de sí, sobre todo a partir de Dios. No creemos en las personas. Y el proceder evangélicamente es lo que consigue derribar barreras. Pero tampoco creemos en ello. Y de esto tenemos que aprender, sin embargo, muchas veces, creemos en otras técnicas o eficacias.

 

9 Mayo 2003

La formación como mistagogía

Un primer aspecto es que el seguimiento ha de ser el centro que unifica y lo esencial de la experiencia, la razón de ser, lo que da sentido. Entender así, el seguimiento es encontrar la matriz de la formación, todo su cauce primero y fundamental. Es recuperar todo el dinamismo del crecimiento de la experiencia. Si ella gira alrededor del seguimiento es entrar en un dinamismo que no tienen fin, es de toda la vida.

Un segundo aspecto que está implícito en eso, es la experiencia como encuentro y relación personal. Entendido de manera muy realista; cuando hablamos de encuentro podemos transportarnos a las nubes del sentimentalismo. Encuentro significa descubrir que el seguimiento a Jesús tiene una figura, no es idealizado, tiene un rostro y nombre concreto. Y por eso, hacer ese descubrimiento es encontrarse con Alguien. No se entró a la VR para hacer una cosa, para trabajar en algo. Hay que presentar una experiencia que nos abra al encuentro con Alguien, con una persona y con alguien que nos puede apasionar, no tenemos que tener miedo a la pasión. En las horas difíciles de la vida lo que nos sostiene es eso. Todo por Él. Y no tengan miedo de poner en ello una dimensión afectiva. Una cosa es el sentimentalismo barato y otra es, que el descubrimiento de Jesús polarice mi afectividad. Sólo así se puede amar a Jesús y a los otros, como Jesús. Esto traspasa la emoción pasajera.

Introducir en esta experiencia es enseñar a conocer a Jesús, y esto se hace básicamente en la oración. El modo de iniciar la oración es muy importante, sólo ahí se va aprendiendo a conocer, a amar y servir. Hay que enseñar a la gente a concentrarse en ella, el núcleo de la oración es la contemplación de los misterios de Cristo, viendo cómo es, cómo se comporta, qué hace.... y dejarle que me interpele, me configure. Hay que entrar en contacto con el Evangelio, cuidado con decir que la contemplación es darle hilo a la imaginación, eso puede ayudar, pero contemplar es ver la realidad de Jesús y de la vida con ojos que me permiten ir más allá de las experiencias y captar la profundidad de la misma.

Otro aspecto de la iniciación es que hay que ayudar a las jóvenes a descubrir que mirando a Jesús es donde nos vamos abriendo a la experiencia cristiana de Dios. Puede haber muchas experiencias de Dios, cada vez las jóvenes vienen con muchas experiencias y eso que traen ha de ser evangelizado. La experiencia cristiana de Dios sólo se puede descubrir en Jesús. La experiencia de Dios en Jesús es fontal, porque todo lo que descubrimos de Él en su relación con el Padre nos enseña a mirar dónde reposa toda su vida, está anclado en algo, como humano. La experiencia que cada vez tiene hoy la humanidad es que está anclado en el sin sentido, en el absurdo, en el vacío. Él tiene suelo, está sostenido, consuelo, eso es cuando tenemos consolación, con suelo. Dios puede corregir nuestras experiencias, nuestras heridas. Hay que ver a Dios en lo humano, entenderse así es experimentarlo como origen y fin de lo que soy. Dios no se aparece como algo que viene de fuera, sino que brota de dentro. Ir hasta el fin de lo humano es hacer la mayor experiencia de Dios. No podemos experimentar a Dios fuera de lo humano. No se puede ver a Dios sin el mundo y viceversa. Esa es la experiencia de Jesús. Y así el Dios de la capilla, de la vida y del sufrimiento, etc. es el mismo.

¿Alrededor de qué se va estructurando el yo de la persona? En los éxitos y fracasos o en Dios. Si se va estructurando en Dios se estructura la persona como hermano y servidor y como hijo. Presentando la iniciación de esta forma nos va apareciendo lo que podríamos llamar una experiencia totalizante de la vida en todas sus etapas, de la persona en todas sus dimensiones. Hay que quitarles a los jóvenes de la cabeza la idea de Dios que traen y enseñarles la experiencia de Jesús. Cuando hablo de las características de la juventud moderna, no son juicios de valor, pero son constataciones, por ejemplo: el mundo moderno lleva mucho al individualismo, que es una característica muy acentuada y hay un peligro de confundir eso con la experiencia de Dios. Hoy hay una apatía cultural de Dios. Y eso puede llevar a la gente a búsquedas de trascendencia que no son de Dios.

Otra característica es el ir conduciendo a las personas a darse cuenta que la experiencia cristiana de Dios es mucho más una experiencia padecida que sentida. Padecida significa que la experiencia cristiana de Dios, la sufro antes de gozarla, no tiene nada de negativismo. Me doy cuenta que es de Dios cuando veo que no nace de mí, que no coincide con mis sentimientos, afectos, etc. Lo descubrimos por los efectos que la experiencia va produciendo, no dejarnos caer en engaños personales. ¿Cómo lo descubrimos en Jesús? Jesús padece a Dios, abriéndose a lo que el Padre quiere, discernir por qué caminos tiene que ir, eso es padecer a Dios. Es el someterse a escuchar lo que Dios me dice, significa aprender a discernir en sí mismo cómo Dios me va tocando. Lo que Ignacio llama mociones, Dios habla de esa forma. Va tocando suavemente, otras no. Hacernos sensibles a esos movimientos. Y a esa experiencia se responde obedeciendo.

Esto es lo que tiene que desembocar en la experiencia de una persona. Esta experiencia fundante va a configurar un estilo de vida, una misión, etc. y será una experiencia integradora. En la experiencia de Dios hay una función terapéutica. Si los traumas nos pueden marcar por qué Dios no. Una auténtica experiencia de Dios nos hace conscientes de nuestro ser. Nos lleva a un conocimiento propio, a auto-conocernos. La fragilidad del hoy es cada vez más evidente. Las ayudas son necesarias pero no hay que exagerar. Podemos caer en la tentación de que eso sea la panacea de la vida, que sea lo que dé integración a la persona. Lo terapéutico no es lo espiritual. Lo importante del noviciado es que se realice la experiencia espiritual, la terapéutica puede ser antes o después, pero dedicarle el tiempo al noviciado para lo que es. No confundir las experiencias. Son dimensiones autónomas que aunque influyen no se pueden confundir. Por eso es necesario acompañar.

Esa experiencia fundante sería el eje integrador de esa dimensión terapéutica y de la dimensión profética, ya que nos tiene que prepara y abrir hacia los otros. La experiencia no es perderse en la trascendencia, en el absoluto, no... es ser devuelto a los hermanos. La otra dimensión de la experiencia es ser convocados en misión. Lo comunitario es descubrir en la experiencia que ella misma convoca, reúne, crea comunión. No es lo afectivo y emocional, sino que se forma comunidad alrededor de Jesús. De ahí que el proceso de la formación sea unificador de todas las dimensiones, pues esa experiencia fundante está en la raíz de todo.

El material de esa iniciación al seguimiento de Jesús es la vida y el contenido es la vida. Todo lo demás son subsidios para que el seguimiento sea encaminado a la vida. Para ser auténticamente cristianos, la experiencia tiene que ser encarnada. No hago la experiencia de Dios en sí, sino en mí y para los otros. De esa forma Dios va alterando lo que somos y lo que hacemos. La experiencia cotidiana es lo que da realismo a la iniciación, pues ahí se pone a prueba todo. Ya que ahí nos encontramos con las tentaciones, los errores, etc. lo que pone a prueba la experiencia de Dios no son las ideas sino la vida. En ella hay que probarlo. La vida cotidiana es el lugar de la experiencia, la prueba y la verificación de la misma. Para saber si la gente crece o no crece hay que ver la vida.

 

Grupos pequeños

1. Desde nuestra experiencia, dificultades, bloqueos, compartir qué recursos han ayudado a que estos aspectos se dinamicen.

Compartiendo en Asamblea

 

Dificultades que vimos son: la integración de lo terapéutico con la experiencia de Dios; las jóvenes al llegar al juniorado han tenido una experiencia superficial de Dios, sin suelo; falta de verdad, confianza y fragilidad en los jóvenes; desmontar la imagen de un Dios tradicional; asimetría vivida con distancia, nos ubicamos como quien tiene que enseñar, vivimos procesos individuales y no a nivel comunitario; lo que traen los jóvenes lo vivimos como obstáculo, vivimos a lo defensivo; menos acompañamiento como maestra y más como hermana; no se implican a las comunidades en la formación; hay necesidad de dialogar como hermanas el cómo estamos viviendo la relación afectivo-sexualidad; necesidad de formación desde la perspectiva de género femenino.

Choque entre las etapas que va presentando el proceso de formación con las etapas que nosotras ponemos; falta de un mínimo de conocimiento personal; falsas imágenes de Dios; motivaciones no claras para ingresar a una congregación; quedarse en el sentimiento. Ayudas que dinamizaron el proceso, búsqueda conjunta entre formador y formando, se es testigo de la experiencia de Dios en su vida. Poder descubrir a Dios en la realidad que van viviendo, su proceso. Compartir la vida de fe. Integración humana y espiritual. Ayuda la experiencia intercongregacional que les confronta la vida. ¿cómo dinamizar a las comunidades que se han estancado o han renunciado a esa confrontación con la persona de Jesús?

Se trasmitió más una religión que una experiencia de Dios, eso bloquea el proceso de formación; hay una división entre fe y vida en todas, jóvenes y mayores. Entre jóvenes se prefiere el hacer, que el interiorizar. Se valora más la expresión popular que una experiencia cristiana. Mucho reduccionismo en jóvenes, enfatizan más la experiencia en el sentir que en el creer. Varias imágenes de Jesús. No hay, muchas veces, espacios comunitarios que den proceso al seguimiento. Bloqueos de experiencias traumáticas que no se sabe bien cómo tratar. Ayudas: experiencia personal vivida y acompañada, ser testigos de la experiencia de la joven que te hacen crecer. La pedagogía de Sta. Teresa. Compartir la vida. Todos vamos en el proceso. Ayuda la receptividad de la joven ante su experiencia. La gente sencilla. Testimonio. Lectura orante de la Biblia.

Falta de acompañamiento entre hermanas, que quizá viene de un proceso de conversión. Con las jóvenes a veces facilitamos una experiencia de Dios fácil y después esta experiencia se pierde porque el seguimiento a veces no es fácil. El elemento positivo de la comunidad que dinamiza, la dificultad viene cuando la gente va sola. Hacer de los medios, fines y no centrarse en lo esencial que viene impulsado por la Palabra. Confundir la misión con el hacer. La comunidad no es signo sino un hotel, las relaciones son superficiales, sin tocarnos ni querernos. Una ayuda puede ser la comunidad pequeña. Hay bloqueos humanos. Nos ayudan las reuniones comunitarios de reflexión, pero ¿cómo acompañar los procesos sin interferir, respetando lo sagrado de la persona? Dificultad de manejo de sentimientos y algunas perdieron el sentido de la vida. Las diversas imágenes de Dios. Inconstancia de los jóvenes. Hay grupos que se sienten bien en el grupo pequeño y no van a más.

 

Creo que hay un problema de fondo en cómo se ha estructurada la formación, por un lado está el peso que tiene la estructura anterior y que tiene algo de artificial para el hoy, no puede negar que recoge algo que es el proceso vital. Me refiero: la división de las etapas de formación que hoy conocemos, viene de un esquema que sobrevive de un modelo pasado, sin embargo hay que preguntarse si no recoge algo que es humano. Pasamos por etapas: niñez, adolescencia... etc. La experiencia del seguimiento no puede ignorar eso. Nos resulta difícil crear algo nuevo. Es evidente que la vida humana pasa por etapas, pero sólo que esas etapas se viven en la vida y las nuestras parece que son artificiales. Protegemos de alguna manera a los jóvenes de una realidad con la que se van a encontrar. ¿cómo hacer que esas etapas sean integradas en la vida real? A lo mejor se podría pensar que después de haber hecho una iniciación profunda en el noviciado, entre en la vida. Y respetar que el proceso sigue en la vida. Nadie se hace maduro de una vez. Claro, que toca un problema, ¿en qué comunidad colocamos a las que van saliendo del noviciado? Lo ideal es que sean asumidas en una comunidad y que entre en el proceso. Eso es muy difícil.

¿Cómo confrontar las diferentes mentalidades hoy? La perplejidad lo viven también las familias, sin embargo, tienen que hacer un proceso con sus hijos. Nosotros no asumimos así a los jóvenes. Hay que tener valentía para ofrecer procesos nuevos.

 

Tiempo personal para reflexionar lo visto durante el día

 

BASE HUMANA

Lo que pensaba presentar está relacionado con la base humana. Pensé en el proceso de crecimiento de integración alrededor del eje del seguimiento. Todos los aspectos se relacionan unos con otros.

La base humana está relacionada con varios aspectos que han salido durante las reflexiones. Tocar esto es muy complejo sobre todo con el tipo de personas que nos van llegando a la VR. ¿Qué selección hacer en los candidatos antes de embarcarse en una aventura de noviciado? Como algo previo para poder entrar, no quiero que se entienda como elitismo. El criterio para ver si hay base humana, no es el origen social. Es verdad que en ambientes de extremada pobreza lo humano se deteriora, y tampoco se puede medir solamente como la capacidad intelectual. La base humana se refiere a lo que Ignacio llama el subjecto, sujeto capaz de soportar la experiencia, conjunto de valores que presenta la persona humana.

Cada vez más la desintegración familiar no depende de la clase social. Hay que cuidar mucho la formación religiosa previa que presenta. En mi experiencia con los jóvenes cada vez se nota menos la experiencia cristiana. La catequesis que han recibido es algo pobre y desarticulado. No tienen una verdadera iniciación, lo que pone en problema iniciar un noviciado. No podemos suponer cosas que antes eran básicas.

¿Cómo procesar todo esto? ¿Qué experiencia religiosa previa se ha de presuponer para poder entrar en una experiencia fundante? Creo que la experiencia lo tiene que ir enseñando. En medio de todo esto, hay también como base humana ciertos rasgos que caracterizan a la época y a las generaciones postmodernas. Esos rasgos hay que tenerlos presentes y claros. Me voy a referir a algunos rasgos, no son negativos pero sí problemáticos. Por ejemplo: hablamos de la tendencia al individualismo, como algo característico de la cultura, tiene aspectos positivos, pero sin duda es problemático. La afirmación de uno mismo es positivo, lo que pasa es que cuando en la modernidad se vuelve como absoluto, se vuelve problemático. El individualismo moderno se opone radicalmente al descentramiento evangélico. Si no trabajo esto, no podrá haber Evangelio. Lo problemático es cuando se absolutizan los valores.

ALGUNOS RASGOS

INDIVIDUALISMO. Poner como absoluto mi interés. El criterio soy yo. Ese individualismo lleva a las persona a buscar realizaciones inmediatas y pequeñas, ahora me satisface eso, allá voy. Mañana otra cosa, allá voy. Eso es un síntoma de la falta de trascendencia. El individuo no ve más allá de su nariz. Eso está unido a la realización psico-afectiva. Concentrado en una realización exacerbada. Un valor es la exigencia de interiorización de la fe. Ahora ¿cómo navegar en medio de eso? La experiencia de Dios no se reduce al sentimiento, emoción, al gusto. La experiencia de Dios cristiana es más que eso. La oración es necesariamente vida de fe. Muchas veces buscamos oraciones que nos hacen huir de la realidad. Por ejemplo la tendencia de psicologizar la experiencia por el intimismo. ¿Cómo hacer que estas experiencias me abran al otro? Somos seguidores de Jesús para los otros. Cuando uno entra en contacto con el Evangelio nos saca de nosotros mismos. Uno entiende el realizarse como lo que me promueve en mis deseos. Descentralizarse crea una violencia humana que no se entiende si no es desde el Evangelio. Yo conmigo y los otros en la medida en que me ayudan a ser yo. Hay un poeta brasileño que dice: "El amor es eterno mientras dura". Cuando se acaba ya no me interesa. Las relaciones no son permanentes, no hay compromiso. La VR para muchos jóvenes no hay atractivo, esta es una de las razones porque va en contra de lo que vive.

HEDONISMO. El buscar el placer está relacionando consigo mismo. Es para mí, buscar lo que me gusta, lo que me es gratificante. El máximo de placer en el mínimo de tiempo y de esfuerzo. Y en este horizonte la cruz no cabe. Y la cruz es constitutiva del Evangelio.

La comunidad tiene una función terapéutica. Un grupo pequeño en función mía. Sin exigencias mayores. Cómo puede entrar en esa visión el horizonte de Dios. La comunidad nace en el ser enviados hacia los otros, no tiene función utilitarista o terapéutica. Hoy día se busca lo curativo. Ese tipo de comunidad es también problemático y vemos que todo tiene repercusiones en el vivir.

EROTISMO. Todo está impregnado de ello. Un filósofo francés dice que todo está seducido por el sexo. Relacionado también con el individualismo.

Otro aspecto es la necesidad que existe en la relación del yo psicológico y el yo espiritual, la unidad del corazón, es la unidad del yo. Que tiene su dimensión psicológica, humana, espiritual. No confundir las dos dimensiones, saber tratarlas con los medios y su debido nivel. No queriendo que una resuelva la otra. Por ejemplo: muchas veces podemos confundir el esfuerzo de auto-conocerse, trabajo necesario en el tratamiento del crecimiento de la persona, con la búsqueda de un yo ideal. Muchas veces nos pasa eso. La persona no se acepta en lo que es y se proyecta en un yo ideal que nunca va a existir y que no va a ser alcanzado y con ello el proceso espiritual se paraliza.

Una manera fácil de desmontar eso es: la cuestión que el Evangelio nos plantea, no es cómo mejorar mi yo, cómo alcanzar el yo ideal, sino cómo puedo responder evangélicamente con lo que yo soy. Jesús no espera a que seas perfecto, te asume como eres. A mi modo de ver, puede que sea un poco simplista, pero hay un criterio básico fundamental para juzgar la base humana y si en ella se está haciendo un proceso, y es: "quien tiene capacidad humana para salir de sí, tiene capacidad humana para entrar en el Evangelio y en la VR". Criterio plenamente evangélico. Aquí hay subjecto, hay base humana que se puede trabajar. El Evangelio es salir de sí.

Cuando hablo de la mentalidad postmoderna, hablo de características que aparecen nítidamente, no quiero decir que sean sólo de ella. No es la sombra de las generaciones jóvenes, es de todas. Personas mayores que viven así. La VR ha fomentado mucho el individualismo. Personas que se encuentran viviendo un proceso de estancamiento en el seguimiento.

Pasando a otro aspecto: un planteamiento de los votos.

¿Cómo se podrían pensar los votos en esta perspectiva? La forma más sencilla es darnos cuenta como en la teología tradicional, los votos definían a la VR desde una perspectiva jurídica. Con eso toda la riqueza antropológica se diluye. Al entender la iniciación como algo que se apodera de mi vida, se pueden leer desde otra dimensión. No se trata de renuncia sino de integrarlo en un crecimiento personal. En el fondo, todos somos hombres y mujeres, y los votos tocan dimensiones que nos afectan a todos. Tocan el amor, el poder, el disponer de uno mismo o no disponer, son aspectos humanos, antropológicos, el status de vida, y por lo tanto tocan estructuras que nos afectan profundamente y que afectan mi manera de vivir yo y en relación con los otros, con el mundo. Esta perspectiva del seguimiento representan en el fondo una totalidad, tres maneras de ver la totalidad humana. Muchas veces tocamos: la castidad, no tener relaciones sexuales, falso. Es vivir el amor en todas sus dimensiones, ¿cómo va a configurar mi vida cuando yo opto por el celibato? ¿cómo me relaciono con el afecto, el poder, la libertad, etc.? cuando uno lo ve con esa plenitud, como algo que se difunde en la experiencia humana, los votos suponen una renuncia, no sólo ascética, sino en el sentido de que me llevan a configurar mi relación con esa realidad de otra forma.

La tendencia natural es apoderarme, tener, la tendencia del Evangelio es otra. Es antinatural, no antihumano. No amar a una mujer concreta y a una familia concreta es una renuncia, pero hay una renuncia con sentido, si la vivo así. Amar de una manera no posesiva, ni exclusiva. El Evangelio lleva a desprenderse, porque la configuración de este mundo pasa (Pablo en I Cor. 7,29ss). El configurarlo de otra manera, nos parece una violencia, pues es anormal, el camino que siguen todos no es ese. Pero no es antihumano. Es posible realizarse plenamente en la castidad, pobreza y obediencia. Pero no se puede negar e ignorar que ahí queda una herida y a veces duele. Duele porque nos recuerda que ese camino no es el natural, que ese camino sólo se puede emprender evangélicamente. Duele también, porque lo humano hay que configurarlo para que sea humano. Ya que el desenfreno deshumaniza. Hay que ayudar a las personas para que cuando entran en un camino no se renuncia, sino que configuran su vida de otra forma, y eso es posible como gracia, como don, si el Señor nos llama. Cuando alguien siente esa llamada, descubre el sentido antropológico que eso tiene. Se trata de vivir heridos de esa forma para curar a los otros, para curar a los que muchas veces son esclavos del sexo, del poder, del desenfreno.

La pobreza tendría que ser solidaridad con el hermano, la castidad es la expresión de la ternura, la obediencia es la manifestación del descentramiento de sí. A partir de esas dimensiones se podría hacer una lectura antropológica para dar una respuesta desde el Evangelio. Hay que vivir estas dimensiones en una sociedad que tiene una imagen de la VR negativa, ¿Quién cree en el celibato? La sociedad dice que el celibato es signo de ocultar otras cosas, ¿Quién cree en nuestra pobreza?. Antes la VR tenía áurea de santidad, antes las familias soñaban con que uno de sus hijos entrara a la VR, hoy, nadie quiere.

La crisis de valores y la transformación de las mentalidades que eso lleva consigo, nos afecta en esas dimensiones. Cuando los valores están desintegrados, ¿cómo ser signos en ese contexto cultural? ¿cómo encontrar expresiones que hagan creíbles lo que intentamos vivir? Vivimos un ciclo económico en donde todo se vuelve mercancía. Y como resultado viene la injusticia, pobreza, exclusión. En la pobreza, ¿cómo ser signo, de otra manera de relacionarse con los bienes? Ahí están los retos. La obediencia apunta a la autonomía del individuo. Entonces, en un mundo en que las estructuras tienden cada vez más a dominar, ¿cómo ser signo de libertad? ¿como ser yo mismo sin ser para mí mismo? ¿cómo expresarlo?

La ternura, la libertad de Jesús con las personas es la expresión de su experiencia con el Padre.

 

 

10 Mayo 2003

En este tiempo vamos a reflexionar cómo ha sido este proceso en cada una, qué ha pasado, qué luces podemos recoger... darnos cuenta que es un proceso que nos envuelve a todos.

Trabajo personal

Asamblea, exposición de síntesis personales