Fuentes para el estudio de la vida de san Pablo


Claudio Basevi
 



 

 

 Sumario

1. Los datos externos y la tradición cristiana.- 2. Los datos de los Hechos de los Apóstoles.- 3. Los datos autobiográficos del epistolario paulino.- 4. El problema de la historicidad de Act y su relación con Gal.- 5. La cronología de la vida de San Pablo.

1. Datos externos y de tradición cristiana relativos a San Pablo

La figura de San Pablo es ciertamente histórica. Acerca de él poseemos dos tipos de testimonios externos: bíblicos y extrabíblicos. Sin embargo, el testimonio más importante es su epistolario, que refleja una personalidad bien definida.

Entre los testimonios bíblicos, a parte del libro de los Hechos de los Apóstoles, que consideraremos más adelante, destaca una breve frase de la segunda epístola de San Pedro:

«14Por lo tanto, queridísimos, en espera de estos acontecimientos, esmeraos para que él os encuentre en paz, inmaculados e intachables, 15y considerad que la longanimidad de nuestro Señor es nuestra salvación. Así os lo escribió también nuestro querido hermano Pablo según la sabiduría que se le otorgó, 16y así lo enseña en todas las epístolas en las que se trata de estos temas. En ellas hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes y los inestables interpretan torcidamente -lo mismo que las demás Escrituras- para su propia perdición» (2 Pet 3,15-16).

De este texto, escrito probablemente algunos años después de la muerte del príncipe de los Apóstoles, se desprende que, a finales del siglo I ya existía un «corpus» de cartas atribuidas a San Pablo.

Entre los testimonios extrabíblicos se pueden citar algunos datos de la patrística. Destacan entre ellos los de los Padres Apostólicos:

1) San Clemente Romano (1 Clem 5,7) habla de un viaje de San Pablo hasta los confines extremos de Occidente. También comenta que el Apóstol estuvo siete veces cargado de cadenas (1 Clem 5,6) y recuerda que tanto él como San Pedro dieron el supremo testimonio por Cristo.

2) El Fragmento Muratori (finales del siglo II) dice textualemnte: «sed et profectione Pauli ab Urbe ad Spaniam proficiscentis» (lín. 38ss.);

3) San Policarpo de Esmirna (Phil 3,2) recuerda a los fieles de Filipos que el Apóstol les había escrito «cartas» (en plural).

4) Muchos datos vienen de una floreciente literatura apócrifa acerca de Pablo. Estas obras merecen poca credibilidad, sin embargo pueden tener algún núcleo de verdad histórica. A ella de todos modos debemos las noticias tradicionales acerca del martirio del Apóstol. Para dar una idea del interés que despertó la figura de Pablo es suficiente enumerar algunos títulos: la obra más interesante es la conocida por Hechos de San Pablo que especialmente en la sección «Hechos de Pablo y Tecla» pueden tener algún interés histórico. También se pueden citar Pasión de Pablo del pseudo-Lino, Pasión de Pablo del pseudo-Abdías. Hay una numerosa correspondencia apócrifa: Epístolas de San Pablo a los Corintios, Carta de San Pablo a los de Laodicea, Carta de San Pablo a los Alejandrinos y la Correspondencia entre Pablo y Séneca.

5) Por lo que se refiere al viaje de Pablo a España, tenemos, además de las noticias, algo imprecisas, de San Clemente Romano y del Fragmento Muratori, una tradición local de Tarragona que afirma la presencia en esta tierra del Apóstol.

En conjunto, todos estos datos sirven para completar el armazón biográfico que ofrecen las dos fuentes principales: la narración de los Hechos de los Apóstoles y los datos del epistolario paulino.

2. Los datos de los «Hechos de los Apóstoles»

Sin ninguna duda, la fuente más importante para reconstruir la vida de San Pablo es el libro de los Hechos de los Apóstoles, escritos por San Lucas, autor también del tercer Evangelio (Cfr Act 1,1; Lc 1,3). San Pablo aparece como el protagonista de toda la segunda parte del libro, a partir del capítulo doce hasta el final. Esta parte corresponde al ministerio de Pablo en Antioquía, en compañía de Bernabé, y a la misión de Pablo entre los gentiles hasta su primera cautividad en Roma. Anteriormente (Act 9) Lucas había narrado la conversión de Saulo y su primera actividad apostólica en Damasco y en Jerusalén. De este modo, el autor del tercer Evangelio cubre «grosso modo» un período de tiempo que va desde el año 34 d.C. hasta el 60 d.C.; es decir, desde la juventud de Pablo hasta casi su sesenta aniversario.

a) Historicidad de Act.- Sin embargo, a la historicidad del libro de los Hechos de los Apóstoles se han ido poniendo muchos reparos, sobre todo en el área protestante. Hay quien llega a afirmar que ningún dato de Act es fidedigno, a menos que esté respaldado por el epistolario. La acusación principal viene de la «teoría de Conzelmann», discípulo de Bultmann, acerca de la llamada «teología de Lucas». Según este autor, Lucas presenta una finalidad teológica peculiar y distinta de las de Mateo y Marcos. Concretamente, Lucas quiere demostrar dos cosas:

1) que la escatología predicada por Jesús no va a tener un cumplimiento inmediato, sino que hay un tiempo intermedio, que es el «tiempo de la Iglesia»;

2) que, según la voluntad del mismo Jesús, el mensaje cristiano va dirigido principalmente a los gentiles y se extiende en círculos concéntricos a partir de Jerusalén hasta llegar a Roma. Ambas ideas, añade Conzelmann, eran extrañas a la comunidad primitiva judeocristiana, convencida de que el fin de los tiempos era inminente y que el Evangelio estaba reservado, sobre todo, a los judíos.

Con arreglo a esta perspectiva teológica, Lucas elaboraría sus fuentes de información. La primera parte de Act (1-12) se centra en la comunidad de Jerusalén y tiene como figura principal a San Pedro. Es probable que el evangelista utilizara la catequesis apostólica en Jerusalén y las tradiciones orales de aquella iglesia local, reelaborándolas, sin embargo, para poner de relieve que el Evangelio se fue difundiendo progresivamente desde la Ciudad Santa a Samaría, y luego al resto de Palestina; finalmente a Antioquía.

Una fuente particular sería la relativa a la pasión de San Esteban, que Lucas usaría para fijar el punto de partida tanto de la difusión del cristianismo fuera de Jerusalén como de la conversión de Saulo. En conjunto, Lucas iría entretejiendo por lo menos tres fuentes distintas: los Hechos de San Pedro, la historia de la comunidad de Jerusalén y los Hechos de San Esteban.

La segunda parte (Act 13-28), que es la descripción de la difusión de la Iglesia fuera del ámbito judío, tiene como protagonista a Saulo-Pablo. La figura de San Pedro desaparece prácticamente de la escena del relato, si se exceptúa una breve intervención en el llamado Concilio de Jerusalén (Act 15). San Pablo es el héroe de la evangelización de Asia Menor y del continente europeo. Su labor, movida por el Espíritu Santo, es decisiva. Sin embargo, Lucas se preocupa varias veces de señalar que Pablo se mantuvo siempre en estrecha unión con la Iglesia-madre de Jerusalén y con los demás Apóstoles. Esta segunda parte de Act aparece mucho más homogénea en cuanto a las fuentes: además de alguna fuente secundaria, como por ejemplo, la relativa al Concilio de Jerusalén, Lucas utiliza material de primera mano: recuerdos personales de San Pablo o de alguno de sus colaboradores y sus propias notas de viaje.

b) ¿Anacronismos de Act?.- Así las cosas, se han querido descubrir en Act varios anacronismos, que Lucas no supo o no quiso eliminar para conservar a toda costa su esquema teológico. Entre ellos se pueden citar los siguientes:

1) El martirio de San Esteban se describe dos veces: una como causa de una sublevación popular (Act 6,9-11; 7,54-60); otra como ocasión para pronunciar un largo discurso frente al Sanedrín (Act 6,12-7,53);

2) La fundación de la primera comunidad cristiana en Cesarea se atribuye a Felipe en Act 8,40 y a Pedro en Act 10,48;

3) Una doble liberación milagrosa de Pedro: una primera vez en Act 5,18-20; una segunda, más detallada, en Act 12,6-17;

4) En Act 9,2 se habla por primera vez de una notable comunidad cristiana en Damasco, cuando todavía, según Act, el Evangelio no había sido predicado fuera de Palestina (Act 8,1.25 y 40);

5) En el controvertido texto de Act 12,27-30 se habla de una misión confiada a Bernabé y Pablo para llevar ayuda a la iglesia de Jerusalén de parte de los antioquenos. Este viaje tuvo lugar, según Act 12,28, con ocasión de un hambre que se declaró en tiempos de Caludio (41-54 d.C.). Según los datos más probables esta hambre tuvo lugar en el período 46-48, o hasta el 49-50. Según la secuencia de los acontecimientos descritos por San Lucas, Pablo y Bernabé estarían en Jerusalén cuando se desencadenó la persecución de Herodes Agripa I, reconocido como «rey» de Judea por Calígula en el año 37, pero que reinó sobre Judea y Samaría sólo entre el 41 y el 44, año de su muerte (Act 12,23).

6) En Act 18,2 Pablo encuentra en Corinto a un judío cristiano: Aquila, acompañado de su mujer, Prisca o Priscila. El matrimonio venía de Roma, de donde había sido expulsado por un decreto de Caludio contra los judíos del año 49 ó 50. Esto supone que ya en el 49 ó 50 existiera en Roma una comunidad cristiana numerosa, que incluía necesariamente también a paganos. Lucas nada dice de ella, mientras que en el episodio de la visión del varón macedonio (Act 16,9-10) parece afirmar que Pablo fue el primer evangelizador de Europa. Además en Rom 16,3-5 (escrita en los años 57-58), Aquila y Priscila aparecen de nuevo en Roma, mientras que según Act 18,26 se habían quedado en Efeso (probablemente en el año 54).

7) Si, como se dice en Act 18,12, Pablo coincidió en Corinto con el procónsul Galión en el año 52, entonces su tercer viaje, que tuvo que durar a lo menos tres años (Cfr Act 18,23; 19,8.10; 20,2-3) y probablemente cuatro o más, terminó en Jerusalén en el verano del año 58. Con lo cual, Pablo fue preso de Félix en Cesarea desde el mismo año 58 (Cfr Act 23,24; 24,27) hasta el año 59 ó 60. Esto crea alguna dificultad con los datos que tenemos acerca de Félix que, según la opinión de muchos historiadores, terminó su mandato antes del año 55 d.C.

8) La dificultad más seria, sin embargo, se debe a los tres relatos de la conversión de San Pablo que difieren entre sí.

En el primero de ellos (Act 9,1-9), San Pablo es descrito como un hombre violento, enemigo acérrimo de los cristianos e íntimo del Sumo Sacerdote. En el camino de Damasco se vió envuelto por una gran luz y oyó la voz del Señor: «Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues? El respondió: ¿Quién eres, Señor? Y él: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer. Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto, oían la voz, pero no veían a nadie». A pesar de esta narración, más adelante (Act 23,1-5) Pablo se declara no conocer al Sumo Sacerdote.

En el segundo relato de la conversión (Act 22,4-11), el Apóstol afirma que el Sumo Sacerdote le puede ser testigo; describe una conversación con Jesús ligeramente distinta y sobre todo señala que los que le acompañaban vieron la luz, pero no oyeron la voz de quien hablaba.

En el tercer relato (Act 26,9-18), Pablo da muchos más detalles de su actividad como perseguidor; y luego al narrar el episodio del camino de Damasco, afirma que tanto él como sus compañeros cayeron al suelo, envueltos por una luz celestial. También en este caso el diálogo es distinto, con una ampliación notable de las palabras de Jesús, mientras que se omite la mención de Ananías.

Es evidente que el autor de Act ha ensamblado distintas fuentes sin preocuparse de ponerlas de acuerdo y quiere presentar el episodio de la conversión con los términos habituales de las teofanías del AT.

c) La finalidad «teológica» de Lucas.- A pesar de estas dificultades, no creemos que sea lícito dudar de la historicidad sustancial de Act. Es posible que las fuentes utilizadas por Lucas tengan algún desfase, pero el esquema general se mantiene sólido. La dificultad principal, la finalidad «teológica» de Lucas, no parece que sea motivo suficiente para negar su veracidad. Late en esta oposición un prejuicio de tipo filosófico y teológico muy propio del pensamiento luterano. En realidad, un propósito catequístico, ciertamente presente en Lucas, no tiene por qué alterar el orden de los hechos: más bien llevará a seleccionar algunos y a describirlos con más o menos acentuación, pero no a inventarlos o a alterarlos. En cuanto a las otras dificultades cronológicas, las examinaremos más adelante. Quede claro, de todos modos, que la historicidad sustancial de Act está demostrada por muchos factores. Entre ellos están:

1) Toda la primera parte del libro (Act 1-12) resulta ser un calco griego de uno o varios originales arameos: esto se nota especialmente en el discurso de San Esteban, en que los textos de la Sagrada Escritura se citan además de una manera que no corresponde ni al texto masorético de la sinagoga ni a la versión Septuaginta. Para tener una idea de la genuidad del discurso de Esteban, téngase en cuenta que está salpicado de tradiciones rabínicas extrabíblicas. Por ejemplo, la aparición a Abraham en Mesopotamia de Act 7,2; el monte Sión en lugar del Horeb en Act 7,7; Jammor, padre de Siquem en Act 7,16; la educación de Moisés en Act 7,23; la edad de Moisés en Act 7,23; etc.

2) En algunos detalles, poco significativos desde el punto de vista teológico, se nota una gran precisión en la terminología. Así, por ejemplo, se citan los «pretores» y «lictores» de Filipos, que era efectivamente una colonia romana (Act 16,20.22.35.38), mientras que ordinariamente los magistrados griegos eran llamados «arcontes». Lo mismo dígase de la provincia romana de Chipre, que había pasado a depender de un «procónsul» sólo en tiempos de Tiberio (Cfr Act 13,7).

3) Por lo que se refiere a los distintos relatos de la conversión de San Pablo, no se puede olvidar que cada uno de ellos está colocado en un contexto histórico distinto. Es probable no sólo que San Lucas haya reproducido fielmente sus fuentes, sino también que haya querido sistematizar algo y resumir las palabras paulinas. El primer relato, en concreto, puede remontarse a una fuente jerosolimitana, que pretende dar una visión «objetiva» de los hechos. El segundo relato debe ser leído sobre el transfondo de la predicación de San Pablo a los judíos. El tercero, por fin, no es tanto el relato de la conversión sino una explicación de todo el proceso interior de San Pablo, con un fuerte contenido apologético para mover a la conversión. De aquí las diferencias en el diálogo entre el Apóstol y Jesús, la distinta presentación del papel de Ananías y los detalles narrativos.

4) Los elementos más decisivos en favor de la autenticidad histórica del libro de los Hechos son las llamadas secciones «nosotros», escritas en primera persona del plural. En ellas es evidente que el autor fue testigo presencial de los hechos: son exactamente

* Act 16,10-17: los episodios de Tróade y Filipos;

* Act 20,5-16: el detallado viaje de vuelta de Pablo al final de su tercer viaje desde Macedonia hasta Mileto;

* Act 21,1-18: viaje desde Mileto a Jerusalén;

* Act 27-28: Viaje de Cesarea a Roma, con la narración del naufragio en Malta.

En todas ellas la riqueza de detalles, la viveza de la narración, la precisión de los términos y la exactitud de las referencias son impresionantes.

3. Los datos autobiográficos del epistolario paulino

El epistolario paulino proporciona bastantes datos sobre su vida que, sin embargo, deben ser interpretados en el marco que ofrece el libro de los Hechos para poder lograr una reconstrucción completa.

a) Gal 1,11-2,16.- El texto sin duda más importante es el de la carta a los Gálatas, que es también el más controversias ha suscitado por su aparente discrepancia con el libro de los Hechos. He aquí el texto:

La vocación de San Pablo (Gal 1,11-24)

11Porque os hago saber, hermanos, que el Evangelio por mi anunciado no es algo humano; 12pues yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo. 13Porque habéis oído mi conducta anterior en el judaísmo: que perseguía con saña a la Iglesia de Dios y la desolaba, 14y aventajaba en el judaísmo a muchos contemporáneos de mi raza, siendo extremadamente celoso de las tradiciones de mis padres. 15Pero cuando Dios, que me eligió (kalesas) desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien (eudokesen) 16revelar en mí a su Hijo para que le anunciara entre los gentiles, enseguida, sin pedir consejo a la carne ni a la sangre, 17y sin subir a Jerusalén a ver a los apóstoles, mis predecesores, me retiré a Arabia, y de nuevo volví a Damasco.

18Luego, tres años después, subí a Jerusalén para ver a Cefas, y permanecí a su lado quince días; 19pero no vi a ningún otro de los apóstoles, excepto a Santiago, el hermano del Señor. 20En lo que os escribo, Dios es testigo de que no miento. 21Después me fui a las regiones de Siria y Cilicia. 22Por eso no me conocían personalmente las iglesias de Cristo que había en Judea. 23Solamente habían oído decir: El que antes nos perseguía ahora predica la fe que en otro tiempo combatía, 24y glorificaban a Dios por mi causa.

Viaje a Jerusalén (Gal 2,1-10)

1Luego, catorce años después, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando conmigo también a Tito. 2Subí movido por una revelación y les expuse, especialmente a los que gozaban de autoridad, el Evangelio que predico entre los gentiles, no fuera que corriese o hubiese corrido en vano. 3Pues bien, ni siquiera Tito, que me acompañaba, aunque era griego, fue obligado a circuncidarse. 4Y eso, a pesar de los falsos hermanos intrusos que se entrometieron furtivamente a espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a servidumbre. 5Pero no cedimos ni un momento sometiéndonos a ellos, a fin de que la verdad del Evangelio permanezca en vosotros.

6En cuanto a los que parecían ser algo -nada me importa lo que hayan sido en otro tiempo: Dios no hace acepción de personas-, pues bien, los que gozaban de autoridad, ninguna corrección me hicieron, 7sino que, por el contrario, al ver que se me había confiado la predicación del Evangelio a los incircuncisos, de la misma manera que a Pedro a los circuncisos -8pues quien dio fuerzas a Pedro para el apostolado entre los circuncisos me las dio también a mi para el de los gentiles-, 9y habiendo conocido la gracia que se me había concedido, Santiago, Cefas y Juan que eran considerados como columnas, nos dieron la mano a mi y a Bernabé, en señal de comunión, para que nosotros predicásemos a los gentiles, y ellos a los circuncisos. 10Solamente nos recomendaron que nos acordásemos de los pobres, lo que he procurado hacer con mucha solicitud.

El incidente de Antioquía (Gal 2,11-21)

11Pero cuando vino Cefas a Antioquía, cara a cara le hice resistencia, porque era digno de reprensión. 12Pues antes de que llegasen algunos de los que estaban con Santiago, comía con los gentiles; pero una vez que llegaron, empezó a retraerse y apartarse por miedo a los circuncisos. 13También los demás judíos le siguieron en su simulación, de manera que incluso Bernabé se dejó llevar por la simulación de ellos. 14Pero, en cuento vi que no andaban rectamente según la verdad del Evangelio, dije a Cefas en presencia de todos: Si tú, que eres judío, vives como gentil y no como judío, ¿cómo obligas a los gentiles a judaizar? 15Nosotros somos judíos por nacimiento, y no pecadores procedentes de los gentiles; 16y sin embargo, como sabemos que el hombre nos es justificado por las obras de la Ley, sino por medio de la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en Cristo y no por las obras de la ley, ya que por las obras de la Ley ningún hombre será justificado.

17Ahora bien, si al buscar ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿será que Cristo es ministro del pecado? ¡De ninguna manera! 18Pues si lo que he destruido lo vuelvo a edificar, me manifiesto como transgresor. 19Porque yo por la Ley he muerto a la Ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo estoy crucificado: 20vivo, pero ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y la vida que vivo ahora en la carne la vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a si mismo por mí. 21No anulo la gracia de Dios; pues si la justicia viene por medio de la Ley, entonces Cristo murió en vano».

Podemos distinguir varios apartados:

1) Narración de la vocación del Apóstol y de su primera actividad apostólica.- San Pablo describe, en primer lugar, su situación anterior de celoso judío que persiguió «con saña» a la Iglesia de Dios; alude luego a la vocación (vv. 15-17).

2) Tres años después, Pablo subió a Jerusalén por vez primera. Allí conoció a Pedro y a Santiago, el hermano del Señor, y permaneció dos semanas en la Ciudad Santa (vv. 18-20).

3) Se retiró de nuevo a las regiones de Siria y Cilicia, sin que las demás iglesias de Judea le pudieran conocer (vv. 21-24).

4) Catorce años después subió de nuevo («palin») a Jerusalén, acompañado por Bernabé y Tito. El viaje se debió a una revelación (apokalypsin) para averiguar si San Pablo «corría o había corrido» en vano. San Pablo hace notar también, en aquella circunstancia, la oposición de los «falsos hermanos». El fruto del viaje fue el reconocimiento de la legitimidad de su predicación; Santiago, Cefas y Juan dieron a Pablo y a Bernabé la derecha en signo de koinonía. Pablo predicaría a los incircuncisos, como Pedro a los circuncisos, con la única advertencia de proveer a las necesidades de los pobres (de Jerusalén) (Cfr Gal 2,1-10).

5) Por último, se relata el llamado incidente de Antioquía, en el que Pablo corrigió públicamente la conducta de Pedro, ya que éste, que antes vivía con toda paz con los gentiles, cuando llegaron algunos «de la facción de Santiago», se retiró del trato con ellos y volvió a «judaizar», arrastrando en su simulación a Bernabé y otros judeocristianos (Cfr Gal 2,11-14).

De este importantísimo relato cabe destacar, sobre todo, dos cosas:

a) que Pablo quiere poner de relieve que su vocación y misión apostólica vienen directamente de Dios y que, por tanto, su evangelio no es una invención humana;

b) que hay un perfecto acuerdo entre Pablo y los demás Apóstoles (las «columnas» de la Iglesia) acerca de la libertad que gozan los gentiles en Cristo.

b) 2 Cor 11,22-12,6.- Otro importante texto autobiográfico es:

Padecimientos por Cristo (2 Cor 11,22-31)

En cualquier cosa que alguien presuma -lo digo como un insensato- también presumo yo. 22 ¿Son hebreos? También yo. ¿Son israelitas? También yo. ¿Son descendencia de Abrahán? También yo. 23 ¿Son ministros de Cristo? -delirando hablo- ¡Yo más!: en fatigas, más; en cárceles, más; en azotes, muchísimo más; en peligros de muerte, muchas veces. 24 Cinco veces recibí de los judíos cuarenta azotes menos uno; 25 tres veces fui azotado con varas; una vez fui lapidado; tres veces naufragué; una día y una noche pasé naufrago en alta mar; 26 en mis frecuentes viajes sufrí peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi raza, peligros de los gentiles, peligros en ciudad, peligros en despoblado, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; 27 trabajos y fatigas, frecuentes vigilias, con hambre y sed, en frecuentes ayunos, con frío y desnudez; 28 y además de otras cosas, mi responsabilidad diaria: la solicitud por todas las iglesias. 29 ¿Quién desfallece sin que yo desfallezca? ¿Quién tiene un tropiezo sin que yo me abrase de dolor?

30 Si es preciso gloriarse, me gloriaré en mis flaquezas. 31 El Dios y Padre del Señor Jesús -que es bendito por siempre- sabe que no miento. 32 En Damasco, el etnarca del rey Aretas custodiaba la ciudad de los damascenos para prenderme, 33 y, por una ventana, fui descolgado en una espuerta muralla abajo y escapé de sus manos.

Visiones y revelaciones (2Cor 12,1-7)

1¿Hay que gloriarse? Aunque no conviene, hablaré de las visiones y revelaciones del Señor. 2Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años -si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, tampoco lo sé- fue arrebatado hasta el tercer cielo. 3Y sé que este hombre -si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe- 4fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inefables que al hombre no es lícito pronunciar. 5De ese tal me gloriaré, pero de mí mismo no me gloriaré, si no es de mis flaquezas. 6Pero aunque quisiera gloriarme, no sería un necio, pues diría la verdad; sin embargo me abstengo, para que nadie me atribuya algo por encima de lo que ve en mí o de mí oye, 7o a causa de la grandeza de las revelaciones».

Aquí el Apóstol siempre en polémica con los judaizantes, se describe como hebreo, israelita, descendiente de Abraham; y narra sus padecimientos y dificultades (anteriores al año 57 ó 58), recuerda su fuga de Damasco a pesar de las insidias del etnarca del Rey Aretas y conmemora una visión sobrenatural recibida catorce años antes, es decir en los años 43ó 44. Esta visión correspondería, según los datos más corrientes, al período transcurrido en Tarso antes de la evangelización de Antioquía o en Antioquía misma.

c) Phil 3,4-7.- En este texto subraya el Apóstol, una vez más, su origen judío, sus costumbres fariseas y su actitud anterior de perseguidor de la Iglesia:

Cuidado con los judaizantes (Phil 3,1-7)

1Por lo demás, hermanos míos, alegraos en el Señor. Escribiros lo que os he dicho en otras ocasiones no me molesta y para vosotros es motivo de seguridad. 2¡Cuidado con los perros! ¡Cuidado con los malos obreros! ¡Cuidado con los de la mutilación! 3Pues nosotros somos la circuncisión, los que servimos en el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús y no confiamos en la carne, 4aunque yo, por mi parte, podría confiar en la carne. Si algún otro estima que puede confiar en la carne, yo aún más: 5fui circuncidado al octavo día, soy del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo, hijo de hebreos, y, ante la Ley, fariseo; 6a causa del celo por ella, perseguidor de la Iglesia; conforme a la justicia de la Ley, llegué a ser irreprochable. 7Sin embargo, cuanto era para mí ganancia, por Cristo lo estimo como pérdida».

Del conjunto de los tres textos, no parece que se pueda dudar de que hubo un cambio de actitud radical por parte de Pablo en relación con la Iglesia (Cfr 1 Cor 15,9).

Independientemente de la cuestión de su conversión, el epistolario paulino arroja otros muchos datos sobre la actividad del Apóstol de las gentes. De ellas deducimos que Pablo hizo un viaje por Filipos y Macedonia (Cfr 1 Thes 2,2), sembrando allí las primeras semillas del Evangelio en Macedonia y Acaya y recibiendo de los fieles una ayuda generosa (Cfr Phil 4,15-16). En el mismo viaje, Pablo estuvo también en Atenas (1 Thes 3,1). Por otro lado, cuando escribe la primera carta a los Corintios, el Apóstol menciona una permanencia suya en la ciudad del istmo (1 Cor 1,14-17) y escribe desde Efeso, donde se le ha abierto «una gran puerta» (1 Cor 16,8-9) para difundir el Evangelio en Asia.

Quedan así perfilados dos viajes: uno que incluye Filipos, Tesalónica, Atenas y Corinto; y, otro, que parte de Efeso, pasa por Macedonia (Cfr 2 Cor 1,16), Corinto (Cfr Rom 16,1) y vuelta a Jerusalén. En este último viaje, además, Pablo promovió muy activamente una colecta en favor de los pobres de Jerusalén (Cfr Gal 6,6-10; 1 Cor 16,1-4; 2 Cor 8,1-6; 9,1-5; Rom 15,25-27).

En la carta a los Gálatas, con toda probabilidad, San Pablo alude a dos permanencias suyas en Galacia: una, la primera, cuando tuvo que detenerse por una enfermedad (Gal 4,13-14); y una segunda poco antes de escribir (Cfr Gal 1,6). Así que los dos viajes incluyeron también el paso por el centro de Asia menor.

En cuanto al grupo de Phil, Eph y Col, la única cosa cierta que se puede averiguar es que el Apóstol las escribió estando en la cárcel. Las cartas pastorales (1 Tim, Tit, 2 Tim), por su parte, nos dan noticias de varios viajes del Apóstol después de su cautividad romana. En particular, un breve texto de 1 Tim (1,12-14) confirma el hecho de la conversión de San Pablo. Por último y por lo que se refiere a sus planes futuros, en 1 Cor 16,5-9, San Pablo expresa su deseo de realizar un viaje a Macedonia y a Grecia, con la intención de pasar en Corinto una temporada larga y tal vez todo el invierno, cosa que precisa y matiza en 2 Cor 1,15-16.23. En Rom 15,22-29 señala también el Apóstol de la gentes que tiene previsto ir a Roma y luego, desde allí, ir hasta España; y en Phil 2,24 manifiesta el deseo de Pablo de volver a Filipos.

4. El problema de la historicidad de Act y su relación con Gal

Como se ha visto por los datos anteriores, el epistolario paulino confirma sustancialmente la narración de Act, a parte de algunos detalles. En concreto, el epistolario no nos habla del primer viaje de San Pablo por Chipre, Pamfilia y Licaonia. Pero, sin este viaje, no se entendería el planteamiento de Gálatas, que supone ya que se han tenido la asamblea en Jerusalén para decidir si los gentiles están o no obligados a seguir la Ley de Moisés. No sólo esto, sino que lo más evidente es que la asamblea de Jerusalén se celebró antes del «primer viaje» a Galacia; es decir, antes del segundo viaje de misión de Act.

Otra pequeña dificultad viene de que ni en 1 Thes, ni en 2 Thes se menciona la colecta en favor de los pobres de Jerusalén, que fue uno de los preceptos del Concilio (Cfr Gal 2,10). Pero las repetidas alusiones a la generosidad de los Macedonios (Cfr 2 Cor 8,2; Phil 4,15 y tal vez 1 Thes 4,10), permiten pensar que ya en su primera visita a Macedonia y a Acaya, el Apóstol de las gentes había empezado a recoger dinero.

La dificultad mayor, como se ha dicho, viene de la discrepancia de la narración de Act, que habla de tres viajes a Jerusalén de San Pablo antes del Concilio, y Gal que, en cambio, sólo cita dos. Además el contexto de Gal parece suponer que la del Apóstol no fue tanto una conversión repentina, sino una llamada. Pero, por lo que se refiere al primer aserto, la expresión de Gálatas no niega que haya habido otros viajes de Pablo a Jerusalén en el período que media entre su primera visita, a los tres años de la conversión, y catorce años después: el texto se limita a afirmar que Pablo fue «de nuevo» a Jerusalén catorce años después. El «de nuevo» griego (palin) no quiere decir "por segunda vez", sino simplemente "otra vez".

Es cierto que el razonamiento de San Pablo tiende a demostrar que su Evangelio no depende de la aprobación de los Apóstoles porque lo recibió de Dios directamente, pero esto no obsta a que San Pablo haya podido ir a Jerusalén para cumplir la obra de caridad que se señala en Act 11,29-30. Este último viaje, en efecto, no tenía nada que ver con las cuestiones doctrinales, ni Pablo buscaba la aprobación de nadie. Más aún, al tener lugar cuando se declaró un hambre en tiempos de Claudio, ya Pedro se había marchado de Jerusalén, como se había dicho.

La única dificultad consistente, de tipo textual, es la que viene en Act 12,25 donde el texto dice al pie de la letra: «Bernabé y Saulo volvieron a Jerusalén para llevar a cabo el servicio, tomando consigo a Juan llamado Marcos». Las variantes, bastante numerosas y de peso, leen «desde» en lugar de «a»; pero parece preferible la lección «a». Tal vez se trate de una frase redaccional de una fuente distinta que Lucas no quiso cambiar, a pesar de la contradicción con Act 11,30; o bien haya que entender el eis griego como un apo, cosa ciertamente poco probable, pero no imposible, considerando la fluctuación del valor de las preposiciones en el griego de la koiné.

En cuanto a la dificultad psicológica de las distintas perspectivas de Act y Gal, nos parece que los textos no son contradictorios, sino complementarios. Nada impide que una conversión radical se vea también como la realización de un plan previsto por Dios desde siempre.

5. Cronología de la vida de San Pablo

Estamos ahora en condición de esbozar una cronología de la vida de San Pablo, que se apoyará en los datos del epistolario, completados con los que proporciona el libro de Act. Es evidente que habrá que tener en cuenta la finalidad «teológica» de Act, pero esto no parece motivo suficiente para desestimar su aportación. El criterio será, por tanto, el de buscar en primer lugar el apoyo de la epístolas paulinas; en segundo lugar se considerarán los datos de Act, valorándolos críticamente, pero con confianza, aunque no estén apoyados por otros datos; sólo habrá que dudar o rechazar alguna afirmación de Act cuando así lo impongan los datos externos de la historia o de la arqueología.

Los pilares fundamentales sobre los que se apoya la cronología de la vida de San Pablo son tres, a saber: el episodio de la huída de Damasco, a pesar de la vigilancia del etnarca del Rey Aretas (2 Cor 11,32-33); la acusación de Pablo delante del tribunal del procónsul Galión en Corinto (Act 18,12); el relevo entre el procurador de Judea, Antonio Félix y Porcio Festo (Act 24,27).

a) La fuga de Damasco.- En 2 Cor 11,32-33 Pablo narra cómo tuvo que huir de Damasco, escapando a las insidias del etnarca del rey Aretas, bajando las murallas de la ciudad en una cesta. El episodio es paralelo a Act 9,23-25, donde sin embargo no se cita a Aretas.

Sabemos, por varios datos, que Aretas IV, rey de los Nabateos, es decir, una población seminómada que vivía en los alrededores de Damasco, murió entre el 38 y el 40 d.C., siendo más probable el año 38. Por otra parte, es imposible que Aretas controlara la ciudad de Damasco durante el imperio de Tiberio, que le considera como un enemigo, tanto que entre finales del 36 y comienzo del 37 emprendió contra él una campaña militar por medio del Procurador de Siria, Vitelio, con dos legiones. Tiberio murió el 16 de marzo del 37 y la campaña se interrumpió bruscamente. La política de Calígula fue totalmente contraria a la de su predecesor y favoreció mucho los reinos locales. Es perfectamente verosímil, pues, que Aretas consiguiera cierto control sobre Damasco entre el 37 y el 38 ó 40.

San Pablo en Gal 1,18 afirma que transcurrieron tres años entre su conversión y el primer viaje a Jerusalén, que tuvo lugar, según Act 9,26, inmediatamente después de la fuga de Damasco. Luego, la fecha de la conversión debe ser situada entre los años 34 y 37, teniendo en cuenta que los antiguos contaban como un año entero también una parte de ello. Asimismo, puesto que entre el primer viaje a Jerusalén (o la conversión) y el segundo viaje de Gálatas (Gal 2,1) pasaron catorce años, el año del llamado Concilio de Jerusalén se sitúa entre el 48 y el 54, al menos en una primera aproximación.

b) La acusación ante el procónsul Galión.- En Act 18,12-17 se narra que los judíos de Corinto acusaron a Pablo de ser un sedicioso ante el tribunal del procónsul Galión y que éste último se desentendió del asunto.

Galión era el hermano de Séneca y sabemos, por el epistolario del filósofo, que mantuvo el cargo un solo año debido a sus precarias condiciones de salud. Un afortunado descubrimiento arqueológico nos da pistas para poner fecha al proconsulado. En Delfos se descubrió una inscripción en una estela levantada en honor del Emperador Claudio por haber resuelto una cuestión de fronteras en sentido favorable a la ciudad. La inscripción menciona a Galión como procónsul en el cargo y está fechada después de la vigésimo sexta aclamación imperial de Claudio. Sabemos, por otras fuentes, que tal aclamación tuvo que tener lugar entre el 25 de enero y el 1 de agosto del año 52. Puesto que la toma de posesión por parte de los procónsules tenía lugar en abril de cada año, el proconsulado de Galión pudo empezar el año 51 ó el 52. San Pablo, por lo tanto, estaba en Corinto entre el 51 y el 53; lo más probable es que la acusación ante Galión tuviera lugar al comienzo del cargo y sabemos que el Apóstol se quedó en Corinto todavía bastantes días. Esto nos lleva a pensar en la primavera del 51 o del 52. Pablo llevaba ya un año y medio en la ciudad del istmo (Act 18,11).

Puesto que la permanencia en Corinto cierra el segundo viaje de Pablo, y puesto que este viaje incluye unos desplazamientos muy notables (Siria, Cilicia, Licaonia, Frigia, Galacia, Misia, Macedonia, Tesalia y Acaya), con permanencia necesariamente prolongada en algunos sitios (una enfermedad en Galacia, la fundación de sendas iglesias locales en Filipos, Tesalónica, Atenas, Corinto), es probable que el viaje se iniciara no después de la primavera del año 51, para acabar, como mucho, en la primavera del año 53. Aún así los márgenes de tiempo son muy justos y suponen una capacidad de trabajo extraordinaria por parte de San Pablo.

Tampoco es posible, por otra parte, adelantar la fecha del comienzo de este viaje, ya que tuvo lugar después de la reunión de Jerusalén, que se celebró después del año 48. Lo más probable, pues, es que ésta última tuviera lugar en una fecha próxima al año 50.

Entre la fuga de Damasco y la presencia en Corinto los únicos elementos que nos permiten fijar algunas fechas son la declaración de un hambre en Palestina, bajo el imperio de Claudio (por eso a partir del año 41: cfr Act 11,28), y el edicto de expulsión de los judíos de Roma, que hizo que San Pablo se encontrara en Corinto con Aquila y Priscila (Act 18,2).

Como se ha dicho, hay muchos años que pueden corresponder al hambre a que se refiere Act; Flavio Josefo menciona dos: una entre los años 44 y 46 (siendo Cuspio Fado Procurador en Judea); otra entre el 46 y el 48, bajo Tiberio Alejandro. Esta segunda parece más probable. Y no faltan historiadores que la colocan en el año 50. De ser así, este dato no nos sirve, porque habría muy poco tiempo para situar el primer viaje de San Pablo entre el hambre y la reunión de Jerusalén. Si aceptamos en cambio una fecha como el 44-46, este podría ser «el terminus post quem» para el comienzo de los viajes del Apóstol.

En cuanto al edicto de Claudio, mencionado por Suetonio, una larga tradición histórica que se remonta a Orosio lo fecha en el año noveno del Imperio de Claudio, es decir, en el 49-50.

Una posible secuencia sería entonces:

- año 46: comienzo de los viajes de Pablo

- año 49: conferencia en Jerusalén

- año 50: comienzo del segundo viaje de San Pablo

c) Relevo entre Antonio Félix y Porcio Festo.- Por varios datos que nos proporcionan Tácito y Flavio Josefo, podemos fijar la feha de la toma de posesión de Antonio Félix como procurador de Judea entre los años 52 y 53. El relevo de un procurador se daba, normalmente, cada dos años: esto supone que Porcio Festo tomó posesión entre el 54 y el 55. Pero entonces, si el segundo viaje de San Pablo terminó en el 53, no tendríamos tiempo suficiente para el tercer viaje, que duró al menos dos años y medio (Cfr Act 19,8.10; 20,3).

Por otra parte, la lista de los procuradores romanos anteriores al levantamiento judío, que comenzó en mayo del 66, es la siguiente: Félix, Festo, Albino, Floro. Puesto que Albino empezó a ejercer su cargo en el 62, quedan diez años de cargo a repartir entre Félix y Festo. Aun sabiendo que entre Festo y Albino hubo un intervalo de varios meses, es evidente que la toma de posesión de Festo, que duró sólo dos años, no pudo ser muy anterior al año 58.

La principal dificultad contra un largo período de Félix como procurador viene de una noticia de Flavio Josefo. Félix, nada más acabar su mandato, fue acusado ante Nerón y fue absuelto gracias a los buenos oficios de su hermano Palante. Ahora bien, sabemos por la obra de Tácito, que Palante cayó en desgracia antes de la muerte de Británico, es decir, antes de la primavera del 55. Tenemos, pues, que decidir entre dar crédito a Flavio Josefo y fijar entonces como fecha para el relevo, el año 54, o bien retrasarlo hasta el 57-58, fiándonos de la cronología de los procuradores romanos. El conjunto de datos parece, sin embargo, más favorable a la segunda hipótesis.

De ser así, el tercer viaje de San Pablo hubiera tenido comienzo en octubre del 53, como fecha más temprana, ó en el 54; y el Apóstol hubiera permanecido en Efeso entre el invierno del 54 y la Pentecostés del 56 ó 57. El viaje de vuelta desde Corinto a Jerusalén habría que fecharlo en la primavera del 57 ó 58, poco después de la redacción de la Carta a los Romanos. La captura de San Pablo tuvo lugar, pues, en las fiestas de Pentecostés 57/58 y su detención se prolongó en Cesarea hasta el 59/60. El viaje a Roma tendría lugar en el otoño del 59/60 y el Apóstol llegaría a Roma en la primavera del 60/61. De otra forma, habría que acortar el tercer viaje entre el 53 y el 55, fecha de salida de Corinto. El resto variaría en correspondencia.

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