Formación para el Consumo crítico de radio y televisión

José G. Vera Beorlegui

Un punto de partida nada ingenuo

Conviene en primer lugar remarcar la idea de cuál es la misión de un medio de comunicación. Dicho de otro modo, entre qué extremos es medio, un medio de comunicación. El medio de comunicación es el nexo entre la verdad y la persona que desea conocerla. Para eso sirven los medios de comunicación: para poner en relación la realidad y las personas que tienen derecho a conocerla. Entre estos tres elementos, los que de verdad son importantes son las personas y la verdad. El medio sólo sirve si cumple su misión, si no cumple su misión, se desecha y se busca otro distinto que me ponga en relación con la verdad (científica, informativa, filosófica, teológica…) que deseo conocer (¿qué hace ustedes con un celular que no funciona?).

Es importante que no perdamos de vista esta idea, tan sencilla y tan nuclear, en nuestra relación con los medios de comunicación y en nuestro trabajo en los medios de comunicación. Nos va a facilitar muchas respuestas.

Una sociedad mediática

Vivimos en una sociedad mediática. Los medios de comunicación de masas (que son cuatro fundamentalmente: prensa, radio, televisión e internet) tienen cada vez más peso en la organización de la sociedad, en su desarrollo económico, en los valores que se transmiten y en nuestra propia vida. Es verdad que lo que sabemos de la vida (las cosas profundas: el amor, el servicio, las ideas del mundo, la muerte, etc.), lo sabemos gracias a nuestra familia, a la Universidad, a la Iglesia. Pero también es verdad que casi todo lo que sabemos del día a día de nuestra ciudad, de nuestro departamento, de nuestro país, de todo el mundo, lo sabemos a través de los medios de comunicación.

Son grandísimas empresas económicas, con miles de trabajadores y con intereses muy importantes en todos los sectores de un país. Las cifras que manejan en números de usuarios, en cantidades de inversiones en publicidad, en presupuestos empresariales, tienen que ponernos en posición de alerta. Ni un céntimo de lo que invierten lo invierten para que no les sea rentable.

Cuando se crea un medio de comunicación se espera recibir una rentabilidad, que puede ser de dos tipos: rentabilidad económica y rentabilidad de influencia en la sociedad, en la opinión pública. Es importante saber que el deseo de obtener rentabilidad no es mala, al revés: es una necesidad obligatoria. Los medios de comunicación tienen que ser rentables (por responsabilidad social, de contribuir al desarrollo del país y por responsabilidad con los trabajadores que los realizan). Es decir, la rentabilidad económica y social de una empresa informativa no es un mal, es un bien necesario… pero peligroso.

Ya tenemos descrita la realidad, los medios de comunicación tienen que ser el nexo de unión entre la persona y la verdad. Por eso los medios tienen una responsabilidad social, ante la sociedad, para cumplir esa misión. Además los medios de comunicación tienen la obligación de ser rentables económicamente y de cumplir la misión que su identidad les ha dado.

Aquí comienza la tensión, cuando para conseguir una rentabilidad económica o una rentabilidad de influencia el medio de comunicación tiene que faltar a la verdad, o faltar a la persona. Esto es muy frecuente, pasa todos los días, por eso, los usuarios inteligentes de los medios de comunicación no sólo analizan con mirada crítica lo que los medios de comunicación nos dicen, no sólo analizan la verdad, sino también deben analizar con mirada crítica a los mismos medios de comunicación.

Esto ya lo hacemos siempre con las personas: Cuando yo confío en una persona, lo que me dice lo acepto siempre. No me fijo en quién me lo dice sino en qué me dice (mi madre, mi profesor, mi sacerdote,…). Son personas que están ahí para mi bien, son personas que no quieren obtener nada de mí, sino que simplemente me quieren a mí. Cuando conozco a una persona de nuevas, y me empieza a decir cosas y a contar temas, normalmente suelo comprobar con personas de confianza lo que me está diciendo, para saber si esa persona merece mi confianza. Tengo que saber qué objetivos le mueven, qué quiere de mí, qué tiene en la cabeza.

Ahora bien, con los medios de comunicación, ¿qué relación tengo que establecer yo, como usuario y como profesional de los medios de comunicación? (Actitud de doble mirada: al contenido del mensaje y a quién lo está transmitiendo)

Y ¿qué relación cree que usualmente establece la gente? (Lo ha dicho la tele).

Por esto, ustedes como usuarios de los medios de comunicación y ustedes como futuros comunicadores, empleados de medios de comunicación, tienen que formar un sentido crítico ante los medios de comunicación.

 

De verdad esa es la primera idea y si es caso la última. A partir de aquí podemos profundizar sobre el papel de los medios de comunicación, para después describir en qué consiste el espíritu crítico con el que nos tenemos que enfrentar a los medios de comunicación.

Dos preocupaciones a la hora de tratar de los medios de comunicación:

1.- Una verdad de perogrullo pero inquietante: Los medios configuran los valores sociales. Lo venimos diciendo en estos días. Habrá más cosas: el nivel económico, las relaciones familiares, pero los medios de comunicación, y ésta es una verdad de perogrullo crean un sistema de valores y configuran los valores fundamentales.

Pero esto es inquietante por dos motivos, en primer lugar porque nos tenemos que sacar de la cabeza que los medios recogen, reflejan y expresan los valores que tiene la sociedad. No es así, directamente los crea, y luego los manifiesta como valores actuales.

Pero no es menos preocupante que lo mismo que ocurre con los valores (sociales o morales, da igual) ocurre con la verdad: Hay que preguntarse ¿los medios de comunicación cuentan la verdad o la crean al contarla? ¿dicen lo que pensamos o dicen lo que tenemos que pensar?

La respuesta a esta cuestión es siempre las dos cosas: crean valores y expresan valores, manifiestan la verdad pero también la crean, dicen lo que pensamos y dicen también lo que tenemos que pensar.

Hagamos una prueba en nuestro interior:

¿Quién de los que estamos aquí escuchamos habitualmente o tenemos sintonizada como primera opción, la radio que dicen lo que nosotros no pensamos?;

¿Quién de los que estamos aquí compran como primera opción el periódico que dice lo que uno mismo no piensa?

Siempre leemos, escuchamos y vemos los medios que dicen lo que nosotros ya pensamos,… pero no siempre nos damos cuenta de que también nos dicen lo que tenemos que pensar: como ya hemos señalado no sólo reflejan la realidad, sino que la crean, no sólo dicen lo que pienso, dicen lo que tengo que pensar (p.ej.: las intervenciones de los oyentes en las tertulias radiofónicas son una copia de la tesis editorial del presentador.)

2.- Segunda preocupación, no sé quiénes están detrás de los medios de comunicación y qué quieren conseguir.

La segunda preocupación es consecuencia de la primera: si los medios configuran mi forma de pensar, quién está detrás de los medios de comunicación que crean los valores y cuáles son sus criterios.

Sería muy largo (quizá muy interesante, pero se escapa de lo que podemos hacer aquí y ahora) ir describiendo quién manda en los medios de comunicación, en las productoras de series de televisión, en las editoras de los periódicos. Es evidente, no es lo mismo que el director de un medio de comunicación sea católico que que no lo sea, que sea homosexual que que no lo sea. (Una maldad: la productora de Aquí no hay quien viva José Luis Moreno y el personaje más apetecible de la serie –guapo, educado, trabajador, simpático).

Pero no es justo que yo no sepa quién manda en un medio de comunicación y sobre todo las normas según las cuáles manda: Cuando yo compro un producto que afecta a mi vida, me viene por ley la composición, por supuesto en los alimentos o de cualquier medicamento: su consumo afecta a mi vida y es legítimo que yo sepa cómo va a afectar a mi vida. Con los medios de comunicación tendría que pasar lo mismo: van a afectar a mi vida, me van a configurar los valores, van a intervenir en mis creencias y opiniones: ¿por qué no puedo saber cuál es su composición? ¿Por qué no puedo saber cuál es su ideario? (hagan una prueba en internet o pídanlos por teléfono)

Así pues nos encontramos con dos datos interesantes y preocupantes: los medios de configuración organizan mi sistema de valores y en segundo lugar, no sé con qué criterios los configuran.

Y eso ¿para qué? Pero aún hay más, para qué configuran mis valores: muy sencillo para obtener dos tipos de beneficios (los beneficios que mueven el mundo), un beneficio de orden político o un beneficio de orden económico: yo configuro los valores para que la gente me vote o para obtener beneficios económicos.

Una campaña muy divertida jugada durante décadas tiene detrás (cuando rascas un poco en los valores que se ofrecen como motivadores de ambos criterios) incuestionables beneficios políticos y económicos. Es la campaña a favor y en contra de la energía nuclear: miles de millones de dólares llegados de los lugares más extraños han financiado durante décadas campañas de opinión, grupos de ecologistas, configuración de valores en contra de la energía nuclear. Y también miles de millones de dólares han fabricado informes y comprado voluntades políticas en todos los parlamentos posibles a favor de la energía nuclear.

 

 

3.- Dos excusa útiles

Esa manipulación de la realidad, o mejor diríamos esa intervención de la realidad tiene una justificación objetiva que puede servir de excusa útil. Estamos limitados por el espacio y por el tiempo. La excusa para todo lo que ocurre en televisión o en cualquier otro medio de comunicación es siempre la misma: por cuestiones de espacio…, por cuestiones de tiempo… Cuando pregunto porque invitaron a unos y no a otros, la respuesta siempre será de espacio o de tiempo, cuando me cortan una carta al director, las razones siempre serán de espacio o de tiempo, cuando cortan una intervención en un debate, las razones serán de espacio o de tiempo: lo hemos oídos todos: nos vamos a publicidad, justo en el mejor momento del debate. El motivo es real: la verdad es inabarcable, no se puede contar todo en 20" de televisión o en 20 líneas de un periódico. Tengo que recortar es una necesidad, pero les puedo garantizar una cosa la mano que recorta las informaciones importantes o sensibles para una cadena, no es una mano inocente, raramente recorta ingenuamente: sabe lo que quiere decir, cómo lo quiere decir y sabe también lo que debe decir. Y también les advierto una cosa, no me parece del todo mal (si sus criterios son públicos y conocidos).

Ejemplo: Cuando hablamos del sacerdocio en Estados Unidos todo el mundo pensará en la pederastia y esa no es la verdad de la Iglesia americana, se está manipulando. Hay tantos sacerdotes pederastas, como supongo yo pastores protestantes, rabinos judíos, y seguramente en menor proporción que digamos por caso abogados, periodistas o jugadores de beisbol. Al hablar de la Iglesia, no han contado la verdad de la Iglesia. Si yo, informador católico tengo que hablar de este tema, seguramente no hablaré del caso del sacerdote pederasta, yo también lo recortaré, yo siempre pongo el caso de que antes de hablar de un sacerdote pederasta, en mi medio de comunicación hablaré de los 500.000 que no lo son, porque eso refleja mejor la verdad del sacerdocio en la Iglesia.

Sacrificar la precisión en favor de la difusión. Este principio de la construcción periodística es una necesidad pero también es un problema. Si ustedes oyen hablar a los sacerdotes, los médicos, los abogados, los científicos de las noticias que dan referidas a sus áreas siempre les dirán que son un desastre, que no dicen la verdad. Pero es que no se puede actuar de otro modo, primero por lo que he dicho de las prisas, luego por la preparación de los periodistas, por la claridad y difusión del mensaje, y también, en ocasiones, por manipulación.

Lo entendemos muy bien con un ejemplo:

Se puede decir: "La permanente del Consejo General del Poder Judicial emite un dictamen para favorecer la aceptación a trámite del recurso contra la reforma del estatuto fiscal" o se puede decir: "Los jueces contra el Gobierno a costa de los fiscales". Se ha sacrificado la precisión y se ha ganado en difusión. Esto que es legítimo y necesario, muchas veces ocasiona desinformación y malos entendidos, y a veces está orientado a la manipulación.

Otro ejemplo: Tema de las células madre, que ha suscitado un debate. Células madres, células del organismo indefinidas en su función y que pueden ser orientadas a trabajar en cualquier lugar del organismo. Esas células se pueden extraer del embrión o se pueden extraer de un individuo ya desarrollado (p.ej.: del cordón umbilical). La postura moral es que del embrión no se pueden sacar porque matamos a un ser humano. Ahora esto que acabo de decir lo va a contar un medio de comunicación: periodista becario de segundo año que va a una rueda de prensa: células madre embrionarias, células madre adultas, qué más da: células madre, y sí importa importa mucho. Si ustedes preguntan en su ámbito si la Iglesia se opone a la utilización de células madre ¿qué les van a decir? (seguro que sí), y es falso, la Iglesia se opone a la utilización de células madre embrionarias, porque acaban con un embrión, pero seguro que nadie sabrá decir que existen esas células y en que se diferencian de las adultas. En este caso, el principio de sacrificar la precisión para conseguir una mayor difusión de la noticia ha propiciado una deformación grave de la realidad.

A estas dos dificultades objetivas que impiden a los medios una transmisión eficaz de la Verdad, hay que añadir otras dos que simplemente cito, aunque se podrían desarrollar: en primer lugar, la urgencia de la información, es decir la importancia de servir la información antes que los demás y mejor que ellos; y por otro lado la deficiente formación de los periodistas que cubren información especializada de cualquier ámbito (jurídico, religioso, científico, médico, etc.)

Una conclusión evidente: la objetividad es imposible porque la verdad es inabarcable… y yo (y mi medio) somos limitados. Siempre selecciono, corto y pego; siempre tengo un espacio limitado y un editor encima de mi monitor. Tampoco la objetividad es del todo deseable: pongamos una información en que simplemente se dan los datos, es la pura objetividad, pero yo con los datos puedo manipular. Titular: 13.000 senegaleses han sido ya repatriados a su país. Dato puro y duro, objetividad segura. Transmito una imagen de eficacia del Gobierno y de lucha contra la inmigración ilegal. Ahora bien, ese titular verdadero del todo e inapelable se olvida de decir que quedan en la isla 200.000 senegaleses más.

La objetividad ha muerto, viva la información en contexto. Esta es la información más útil hoy en día: la que me dice los qués y los porqués. La que me sitúa la noticia en su contexto, con las claves de lectura necesarias e imprescindibles para conocer la verdad.

 

 

4.- Cómo se crea opinión pública en los medios de comunicación (y por tanto cómo se configuran los valores)

En concreto, hablando de programas informativos y de entretenimiento:

La selección de los temas que se van a dar (y por tanto los que no se dan).

El enfoque que se da al tema: punto de partida y objetivo del periodista: a veces lo explicitan.

La selección de los invitados (en programas y tertulias) y de los expertos que dan su parecer.

Los vídeos que se incluyen.

Las intervenciones telefónicas "espontáneas".

Incluso se puede (no digo que se haga) los sms.

En los medios escritos, fácil de darse cuenta, los adjetivos (un ejercicio interesante, hagan una lista de adjetivos que se dedican a unas ideas o a otras), muy ilustrativo

 

5.- Diez consejos para ver cada medio de comunicación

"Diez consejos para usuarios de los medios de comunicación", en particular de la prensa, la radio y la televisión, fueron publicados por el secretariado de la Comisión de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Española, útiles para usuarios de cualquier nación.

Para ver la televisión

1. Conozca usted la televisión.

2. Ámela en lo que vale. No crea usted que la mejor solución a los problemas que puede plantear la televisión en casa es la de dejarla afuera. La de no tener televisión. La televisión se sabe en manos del destinatario y respeta las decisiones del mismo. Usted tiene en la mano el mando a distancia y puede hacer con él lo que le parezca más oportuno.

3. No hay que verla solos. La televisión no tiene que ser la sacudida del aburrimiento en esas largas horas en que no hacemos nada porque nada se nos ocurre. El destinatario verdadero de la televisión no es el individuo, sino el grupo familiar.

4. No exija a la tele lo que la tele no puede dar. Se le pide cultura. Se le pide que edifique virtudes. Se le pide que no nos aburra. Hay que convencerse: La televisión no está para suplir las carencias de algo o de alguien. La televisión, sencillamente, señala caminos.

5. Seleccione los programas. No se lo trague todo. A diario hay en la televisión bastantes programas apetecibles. Hay que buscarlos, claro está.

6. Busque usted la almendra de cada programa. Retire la paja que pueda encontrar. Quédese con el grano, con la almendra. Es decir: Conviértase de espectador pasivo en espectador inteligente.

7. Cambiar de canal es cosa sabia. Le pedirán a usted que no cambie. Le pedirán que aguarde un poquito mientras le tiran encima la red de la publicidad. No haga caso a esas instancias.

8. Rechace la violencia. La juventud que puede haber en la casa acabará por no distinguir la violencia de verdad –documental- de la violencia construida: Las imágenes son las mismas.

9. Hay que hablar de lo que se ha visto. Los programas no deben morir una vez que han pasado por la televisión. Los programas buenos tienen derecho a que se los discuta y a que se llegue con ellos a conclusiones estéticas o morales. O a las dos a la vez.

10. No todos los programas son iguales. Los "en directo" son la televisión más verdadera y habrá que tenerlos en cuenta. Los montados en estudio o los que van en diferido con posibilidad de manipulación de sus imágenes, siempre ofrecen sospechas. El espectador inteligente deberá tener en cuenta esas condiciones inevitables.

Para leer un periódico

1. Lo ideal es leer dos o más periódicos de tendencias contrarias, para poder discernir con más elementos de juicio. Pero si usted sólo es lector de un periódico, elija aquél cuyo ideario le sea más afín.

2. Tenga presente que la objetividad pura no existe. Idénticos hechos son publicados por cada periódico en función del ideario.

3. Aceptando esa objetividad tendenciosa (dicho sea sin ánimo peyorativo) hay que distinguir qué es información y qué es opinión.

4. Un periódico bien hecho es aquel cuyo contenido puede captarse durante los diez minutos del desayuno. Haga esa primera observación mientras va seleccionando aquellos temas que leerá después con más detenimiento.

5. No se deje deslumbrar por los titulares de una noticia, porque no siempre reflejan su contenido. Hay que leerla íntegramente antes de emitir un juicio. Así podrá darse idea de la desinformación que puede padecer aquel que sólo es lector de titulares.

6. No olvide nunca que la letra impresa no es dogma de fe, ni siquiera signo de veracidad. Cuídese de toda información que no vea debidamente contrastada o no recoja la versión de todas las partes.

7. Los columnistas no son infalibles en sus observaciones. Léalos con espíritu crítico.

8. No desdeñe la lectura de los editoriales. Si se identifica de alguna manera con el ideario de su periódico, los editoriales lo ayudarán en la formación de un criterio serio y fundamentado.

9. En los contenidos relativos a la vida de la Iglesia, conviene acudir a las publicaciones o revistas especializadas, ya que, por lo general, estas informaciones suelen ser en los periódicos comunes menos objetivas, bien sea por ignorancia o prejuicios.

10. Si en lo esencial está de acuerdo con su periódico, escríbale al director cuando encuentre algo que razonablemente él debería evitar.

Para escuchar la radio

1. Encontrar la hora adecuada. Cada oyente debe saber cuándo puede estar mejor o peor informado. No todas las horas son las mismas para todos.

2. Buscar la sintonía amiga. Cada uno debe intentar "sintonizar" con la emisora que responda a sus inquietudes o preferencias políticas, económicas, religiosas, etc.

3. Diversificar la audiencia. A pesar de lo dicho en el anterior apartado, es conveniente que se oigan varias emisoras para poder encontrar el punto medio de influencia y de credibilidad.

4. Discrepar a menudo. Conviene no asentir a todo lo que se dice por el medio radio.

5. Huir de los santones. Los tertulianos son los nuevos santones de las emisoras de radio, son los que hablan y saben de "todo" sin conocer "todo". Pueden ayudar a completar la información, pero nunca a dirigir nuestra opinión personal.

6. Huir del sensacionalismo. Aquellas emisoras que hacen del sensacionalismo su primera premisa informativa, no son aconsejables para el oyente. Hay que buscar la información sin alharacas.

7. Huir del personalismo. Aquellos que hacen información muy personalizada transmiten sus propias sensaciones a los oyentes. Sensaciones que en la mayoría de los casos no responden a la realidad ni a las señas de identidad de la emisora escuchada.

8. Ser muy crítico. Tenemos que escuchar la radio con criterios propios y, por tanto, no tener miedo a criticar a aquello o aquellos que nos parece que no están acertados en sus apreciaciones sobre informaciones y comentarios. Es conveniente hacérselo saber a la emisora a través de cartas o de llamadas telefónicas.

9. La información es lo primero. La noticia debe ser el catecismo de la emisora. Tenemos que aprender a distinguir noticias de opinión. Tenemos que saber seleccionar lo que es noticia. La noticia más relevante no puede ser el hecho de que sea un acontecimiento interesante o espectacular, sino su importancia o significado.

10. Tenemos que aprender a escuchar la radio y no solamente a oír. Escuchar una transmisión de noticias y valorar que tengan siempre en cuenta las peculiaridades, posibilidades y limitaciones del medio radiofónico.

 

6.- Formación de un espíritu crítico ante los medios

- Un ejercicio saludable e higiénico para acercarse a un medio de comunicación (o incluso a una conversación): ¿Esto es verdad?, ¿es bueno?, ¿es necesario?

- Ni objetividad ni manipulación (ambas pueden ser igualmente mentirosas): contexto.

- Comunicar la verdad más verdadera (más auténtica)

- Los medios son sólo medios, no fines: están al servicio de la Verdad y de la sociedad (los dos extremos que reúne, si no los reúne los engaña).

- El protagonismo en los medios es de la sociedad, principal

Recuperar el protagonismo de la sociedad y de las personas

Si los medios de comunicación, como hemos señalado no transmiten la verdad (por dificultades extrínsecas e intrínsecas), y si el derecho a la verdad nos corresponde a nosotros, entonces la sociedad y cada uno de las personas que la componemos somos quienes tenemos que recuperar ese protagonismo en la transmisión de la verdad.

Los caminos que se nos ofrecen son dos:

Resituar a los medios:

- Recurriendo a la aplicación de la legislación vigente

- figura del defensor del lector, o del defensor del oyente

- apagar la tele, no comprar el periódico (audiencia)

- presión por la vía de empresas patrocinadoras

- cartas al director

Tomar la iniciativa

- Utilización de internet y de una comunicación masiva e instantánea, por encima de fronteras económicas, políticas o sociales. La experiencia de páginas de opinión en internet, páginas personales, blogs o incluso de transmisión de noticias, supone el comienzo de una transmisión de información sin intermediarios, sin medios mediatizados. Aquí hay un futuro impresionante, eficaz, barato, rápido e influyente.

- Creación de grupos de influencia efectivos, que vertebren la opinión pública, con independencia de los medios de comunicación (en este sentido, la Iglesia en España tiene mucho que aprender).

- Y por supuesto, en el campo de la comunicación eclesial, creación de oficinas de prensa que transmitan la verdad de las cosas a los medios y a las personas directamente, utilizando los cauces propios y los cauces masivos que brindan las nuevas tecnologías.