FE PRUEBAS

La idea de que Dios prueba la fidelidad de una persona puede encontrarse con bastante frecuencia en el Antiguo Testamento: Acuérdense de todo el camino que el Señor su Dios les hizo recorrer en el desierto durante cuarenta años, para humillarlos y ponerlos a prueba, a fin de conocer sus pensamientos y saber si iban a cumplir o no sus mandamientos (Deuteronomio 8,2). Esta humillación no se toma como un castigo sino que tiene valor educativo (Hebreos 12,5 - 11). La imposibilidad de saciar el hambre por sus propios medios debía enseñarle a Israel que su existencia dependía totalmente del Señor: Me hizo bien haber sido humillado, pues así aprendí tus leyes (Salmo 119,71). Porque el Señor su Dios quiere ponerlos a prueba para saber si ustedes lo aman con todo su corazón y con toda su alma (Deuteronomio 13,3). Examíname, ¡ponme a prueba! Pon a prueba mis pensamientos y mis sentimientos más profundos (Salmo 26,2).

Al principio, la sabiduría nos llevará por caminos ásperos y hará caer sobre nosotros temores y sustos, y nos atormentará con su disciplina. Nos probará con sus exigencias. Pero luego su camino se hará llano y nos revelará sus secretos. Por lo general, queremos recibir más sabiduría en forma gratuita y sin esfuerzo, sin tener que sacrificar mucho ni pagar nada para recibirla.

Lleguen mis gritos, Señor, a tu presencia; dame entendimiento conforme a tu palabra. Llegue mi oración a tu presencia; ¡líbrame, conforme a tu promesa! (Salmo 119,169 - 170).

Cuando el Señor nos prueba, generalmente reaccionamos en forma bastante similar a la señalada en las Escrituras; primero la sabiduría nos conduce por sendas difíciles, donde se someten a prueba nuestras acciones y pensamientos; luego, tenemos que cumplir la difícil y dolorosa tarea de modificar nuestra forma de pensar. Por último, si somos fieles y disciplinados en la oración y el estudio de la palabra de Dios, recibiremos la recompensa de la sabiduría.

Señor, ¡deseo que me salves! ¡Yo me siento feliz con tu enseñanza! Quiero vivir para alabarte; que tu justicia me ayude (Salmo 119,174 - 175).

Pocos continuaríamos siendo fieles si no fuera por la recompensa de la sabiduría. Pero cuando la recibimos, empezamos a experimentar un nuevo amor por la vida; adquirimos mayor conciencia del favor de Dios que hemos recibido; nuestra esperanza de compartir su gloria crece y se hace más firme; presenciamos sus bendiciones todos los días; sabemos que servimos al Dios verdadero y santísimo; ¡lo amamos y Él nos ama a nosotros! Es, pues, bueno buscar la sabiduría de Dios hoy y todos los días. Tomemos nuestras decisiones a la luz de la revelación de su palabra y no de lo que nos aconseja la sabiduría del mundo.

¡¡¡Padre eterno, ayúdanos a perseverar especialmente en las pruebas, para que así recibamos tu sabiduría divina. Confiamos en que Tú quieres comunicar tu sabiduría a tus hijos, para no caer en errores ni tentación. Reconocemos tu voluntad en las leyes de la naturaleza, en los accidentes de la vida, en los sucesos que llenan el día. Tu voluntad es todo lo que sucede, porque tú estás en todas las cosas y tu dominio es supremo. Verte en todas las cosas y reconocer tu voluntad en todos los acontecimientos es el camino a la sabiduría, la felicidad y la paz!!!