Exégesis
Bíblica y vida eclesial, por el Prof.
Jacinto Núñez Regodón
Escrito por Ecclesia Digital
martes, 08 de febrero de 2011
SALUDO
Quiero, antes de nada,
agradecer la invitación para participar
en este Congreso sobre “
INTRODUCCIÓN
Bajo el título de
“Exégesis bíblica y vida eclesial”, el
cometido de mi intervención es situar a
la exégesis en el lugar que le toca en
En buena ley, entre la
exégesis y la vida eclesial se abre un
camino de ida y vuelta. Es decir, un
camino que va de la exégesis a distintas
realidades de la vida de
He divido mi intervención
en cuatro partes. En primer lugar haré
una presentación del panorama actual.
Para no quedarme en un puro sondeo de
impresiones y opiniones con frecuencia
difusas he preferido recuperar lo que
autores como R. Guardini, F. Dreyfus y
J. Ratzinger han dicho sobre algunos
problemas actuales de la exégesis. En
segundo lugar, presentaré los principios
básicos de la exégesis como actividad
eclesial, articulados en torno a un
esquema ternario y concretamente
trinitario, es decir, un principio
teológico, un principio cristológico y
un principio pneumatológico. En la
tercera parte pretendo señalar algunas
exigencias de la exégesis con distintos
aspectos de la vida de
Me he servido
fundamentalmente de tres documentos
eclesiales. El primero es
En segundo lugar, he
recurrido frecuentemente al documento de
En tercer lugar, me ha
servido mucho
I.- PANORAMA ACTUAL
En los últimos años se
habla frecuentemente de la crisis de la
exégesis. Esta crisis afectaría al
núcleo mismo de su naturaleza. La gran
cuestión en debate es cuál es
su estatuto epistemológico. Sobre la
exégesis actual se han vertido muchas
sospechas, algunas de las cuales señalo
de forma un tanto precipitada. Se acusa
que muchas publicaciones de alto nivel
científico resultan poco prácticas para
la comprensión personal de los textos en
clave espiritual y pastoral. Cuántos
sacerdotes han comprado comentarios del
Evangelio del ciclo litúrgico
correspondiente y han dejado de
consultarlos porque las consideraciones
filológicas e históricas del libro eran
de poca utilidad para preparar las
homilías.
Por otra parte, cada vez
es más frecuente -sobre todo en el
ámbito norteamericano- una investigación
bíblica que no se desarrolla en
facultades o institutos superiores de
teología sino en otras instancias y
foros que no tienen intereses teológicos
ni siquiera religiosos. Por cierto,
cuando los exegetas católicos son
invitados a esos foros, a veces desde
las filas eclesiásticas no se les
reconoce ni siquiera el mérito de esta
labor de frontera.
Para mayor abundamiento,
en algunos ambientes del mundo de la
investigación parece existir la idea de
que una interpretación de los textos
bíblicos hecha desde una postura no
confesante tiene la vitola de mayor
objetividad y asepsia científica que la
que puede hacerse desde una
precomprensión creyente.
Así las cosas, en algunos
existe una gran desconfianza en la
exégesis científica, que es poco eficaz
desde el punto de vista de la fe. El
documento de
“La exégesis científica
se caracteriza, según ellos, por su
esterilidad en lo que concierne al
progreso de la vida cristiana. En lugar
de permitir un acceso más fácil y más
seguro a las fuentes vivas de
Los propios exegetas son
conscientes de la insatisfacción de una
práctica exegética considerada como un
fin en sí misma. He aquí lo que escribía
H. Gunkel en 1904. Después de haber
afirmado la necesidad absoluta de la
crítica literaria, continuaba diciendo:
“Otra cosa es saber si
el desarrollo de esta crítica literaria,
como es llevada actualmente a la
práctica, corresponde con la finalidad
de una recta exégesis. Me parece que se
debe responder con un “no” resuelto […]
Solo se han adquirido resultados ciertos
en las grandes cuestiones, y no hay que
hacerse demasiadas ilusiones: cuanto más
desciende la investigación en el
detalle, en las pequeñas unidades, tanto
más inciertos se vuelven sus resultados.
Las investigaciones de este tipo lo
invaden todo. Pero no hay que
consentirlo de ninguna manera. ¿Acaso
habría que considerar normal que ciertos
comentarios, incluso destinados al gran
público, no se ocupen, aparte de la
crítica textual, más que de crítica de
las fuentes y de cuestiones históricas y
arqueológicas, dejando de lado el
aspecto religioso? […] He aquí por qué
no dejo de ponerme en guardia ante una
sobreestimación de los problemas de
crítica literaria. Y esta
sobreestimación, temo, es la principal
responsable del carácter mortecino de
nuestra exégesis y de su fecundidad a
los ojos de los agentes de pastoral”.
Lo que está en cuestión
no es sólo el uso más o menos adecuado
de la ciencia exegética sino la
determinación de su propia naturaleza y
su estatuto epistemológico.
En un artículo de 1928,
titulado “
Según Guardini no es
imposible hacer una exégesis
verdaderamente científica dentro de la
fe, es decir, respetando al mismo tiempo
las leyes de una investigación
científica y la búsqueda del sentido de
fe propio de los textos bíblicos.
Como era de esperar, una
aportación que ponía de forma tan
directa el dedo en la llaga del problema
no se vería libre de contestación. Así,
por ejemplo, en un artículo escrito en
1987 y titulado “La autonomía de la
crítica histórica, ¿expresión de
incredulidad o necesidad teológica?”, M.
Theobald contradecía no sólo las tesis
sostenidas por Guardini sino su modo de
interpretar
Aunque no es una
respuesta definitiva al problema, el
artículo de Guardini supone -en palabras
de Ratzinger- una de las reflexiones
“más valiosas que hasta el momento se
han hecho sobre el problema metodológico
de la interpretación de
Cuando se aborda el
estatuto epistemológico de la ciencia
exegética, es también clásico un
artículo de F. Dreyfus, publicado en
Aunque suele reconocerse
que el texto de Dreyfus brotó más de la
urgencia y la necesidad en una situación
de desahogo, que del tranquilo despacho
universitario de un profesor, se trataba
de ofrecer una respuesta que, evitando
los peligros de una exégesis puramente
autónoma, una ciencia separada de la
vida eclesial, redefina a la exégesis
como una disciplina teológica que
contribuya a la profundización de la fe
y a su fecundidad en el mundo actual.
Vengamos ahora a J.
Ratzinger. Nos interesa una conferencia
pronunciada en Nueva York en 1989 y
aparecida con el título “La
interpretación bíblica en conflicto.
Sobre los fundamentos y la orientación
de la exégesis hoy”. El entonces
cardenal arrancaba su intervención
recordando cómo en “La historia del
Anticristo” de Vladimir Soloviev, el
enemigo escatológico del Redentor se
presenta a los creyentes distinguiéndose
por haber obtenido precisamente su
doctorado en Teología en Tubinga, y
haber escrito una obra exegética que le
vale el reconocimiento de los más
destacados exegetas. ¡El Anticristo un
célebre exegeta! Seguía diciendo
Ratzinger: con esta paradoja Soloviev
-hace unos cien años- ha puesto de
relieve la ambivalencia que caracteriza
la exégesis bíblica moderna. Y aún más:
actualmente es ya casi evidente la
crisis del método histórico-crítico, que
había nacido, sin embargo, en un clima
de inmenso optimismo.
En su parte más crítica,
la conferencia del cardenal Ratzinger
advierte de los peligros de historicismo
positivista y de materialismo que
acechan al método histórico-crítico,
como si se pudieran aplicar a la
historia los principios de la ciencia de
la naturaleza. Y abogaba positivamente
por lograr una síntesis entre el
análisis histórico y la hermenéutica
teológica, convencido de que una lectura
atenta de
Voy a indicar algunas de
las nuevas perspectivas de la exégesis
que señalaba J. Ratzinger, según las
asume -“de buen grado” dice- Simian-Yofre
en
Como contrapunto a los
problemas que plantea la exégesis
científica, se encuentran dos formas de
acercamiento a los textos que, con
generosidad, podríamos calificar de
simples. Una primera es la que suele
llamarse fundamentalista, de la que ha
hecho un juicio tan severo el documento
de
II.- LOS FUNDAMETOS DE
Para desarrollar esta
parte, la más larga de mi exposición. He
optado por un esquema ternario y
específicamente trinitario. El
fundamento teológico es de carácter más
metafísico pues trata de determinar la
naturaleza de
Este esquema es más que
una ocurrencia puramente ocasional.
Tiene un cierto carácter totalizante.
Pues el fundamento teológico habla del
origen de
2.1. Fundamento
teológico:
Bajo el epígrafe de
“naturaleza y objeto de
“Dispuso Dios en su
bondad y sabiduría revelarse a sí mismo
y dar a conocer el misterio de su
voluntad, mediante el cual los hombres,
por medio de Cristo, Verbo encarnado,
tienen acceso al Padre en el Espíritu
Santo y se hacen partícipes de la
naturaleza divina. En consecuencia, por
esta revelación, Dios invisible, movido
por su gran amor, habla a los hombres
como amigos y mora con ellos para
invitarlos a la comunión consigo y
recibirlos en su compañía”.
No se trata tanto de una
definición cuanto de una descripción de
A nuestros alumnos de
Introducción a
Sobre este fondo apenas
sugerido la primera consideración es que
los textos de
Por otra parte, la
interpretación queda radicalmente
afectada por esta órbita de relaciones
en torno a
Finalmente, el exegeta
sólo puede llevar adelante su tarea
interpretativa en interdisciplinariedad
con los que se ocupan del estudio de
2.2 Fundamento
cristológico: “La armonía entre la
exégesis católica y el misterio de
Estas palabras de Juan
Pablo en el discurso con motivo del
documento de
“En consecuencia, no hay
posibilidad ordinaria de acceso a
Según Juan Pablo II en el
mencionado discurso, “
“Habiendo, pues, hablado
Dios en
Con esa última expresión
el texto conciliar está remitiendo a lo
que llamamos el sentido literal.
Encontrar ese sentido literal ejerce una
verdadera fascinación en el lector y en
el intérprete. De su importancia es una
buena prueba la contundente frase de
Santo Tomás de Aquino: “Todos los
sentidos de
Saber lo que quiso decir
el autor es exigencia ineludible y, a la
vez, una tarea que tiene poco de simple.
En
Como principio general
puede decirse que el sentido literal
afecta tanto al elemento histórico como
al literario, por una parte; y al autor
y a la obra, por otra. Pero ¿hay una
correspondencia exacta entre un elemento
y otro? ¿Puede decirse que es la
historia el principio unificador? ¿O el
principio unificador es la “letra”? En
el primer caso, ¿el sentido literal se
identifica con el sentido histórico
original? En el segundo, dado que los
textos adquieren alguna forma de
independencia de sus autoras, ¿el
sentido literal está también en esa
consistencia que tienen los textos por
sí mismos?
Para
Para la determinación del
sentido del texto, desde el siglo XIX la
exégesis se ha servido fundamentalmente
de lo que ha dado en llamarse el método
histórico-crítico, que tiene la
pretensión de comprender correctamente
un texto establecido, confrontándolo con
todo lo que le permite aclararlo en su
contexto histórico, lingüístico y
cultural. Desde la crítica histórica y
la crítica literaria a la historia de la
redacción, pasando por la crítica de las
tradiciones y por la historia de las
formas, el método histórico-crítico
trata de explicar los textos en su
contexto original, de identificar los
materiales que los componen y de dar
razón de la forma final que presentan.
Es difícil negar que el
acercamiento diacrónico ha ofrecido
resultados excelentes para el
conocimiento de
¿Cuáles son esos límites?
Me voy a ceñir fundamentalmente a lo que
ha señalado a este respecto el Papa
Benedicto XVI. Ya en su conferencia de
Nueva York habló abiertamente de ellos.
Volvió sobre el tema en
Por tratarse de un método
diacrónico, que tata de recuperar el
contexto histórico original de los
textos, corre el peligro de que
Como reacción a esta
situación, en los últimos decenios se
han propuesto nuevos métodos sincrónicos
o de análisis literario, entre los que
sobresalen el análisis narrativo, el
análisis retórico y el análisis
semiótico. Estos métodos se concentran
sobre el estudio del texto bíblico en su
estadio final, es decir, prestando la
atención al texto en su conjunto, como
hecho literario resultante, viendo
sincrónicamente todos sus elementos
constitutivos. No puede negarse que con
este procedimiento se recupera mejor la
unidad de sentido de los textos y su
coherencia interna. Pero la experiencia
dice que el uso de estos métodos no
supone necesariamente el paso a una
comprensión de los textos como Palabra
de Dios actual. De igual forma que al
método histórico le costaba sacudirse
las posibles adherencias de positivismo
histórico, algunos de estos métodos
están tocados de raíz por algunos
presupuestos hermenéuticos de la
filosofía estructuralista, que llevan a
la negación del sujeto humano y de las
referencias extratextuales. Y de igual
forma que el método diacrónico podía
atrapar al exegeta en un círculo
historicista, los métodos de análisis
estructural pueden embaucarlo en una
especie de remolino o de noria en la que
los textos dan vueltas incapaces de
salir de sí mismos.
Hay que realizar ese
éxodo. Hay que traer los textos del
pasado al presente y sacarlos de su
propio remolino estructural. De lo
contrario, podremos recuperar su cuerpo
pero habremos dejado escapar su alma.
2.3. Fundamento
pneumatológico: “
¿Cómo es posible liberar
a los textos del cautiverio de sus
propias condiciones históricas y de sus
estructuras textuales? Benedicto XVI
dirá que es necesario comprender “el
paso de la letra al espíritu” (Verbum
Domini 38 passim). Eso sólo es
posible si se logra “trascender la
letra”. Es importante comprender el
valor y sentido de la letra. El Papa se
ha ocupado de ello con alguna extensión
en el discurso que tuvo en el Colegio de
los Bernardos de París en septiembre de
2008, en el que reconocía que la sana
tradición eclesial ha tenido siempre
amor por el estudio de la “letra”:
“Porque, en
Si esto así, cuando habla
de trascender no puede entenderse en el
sentido de abandonar la letra o de
negarla. Tiene que ser otra cosa.
“De hecho
Este proceso, del que
Benedicto XVI dice que tiene “un aspecto
íntimamente dramático, acontece por la
fuerza del Espíritu. En esta lógica se
entiende que el Papa remita al texto de
San Pablo que dice: “la pura letra mata,
el Espíritu da vida” (2Cor 3,6).
Como era de esperar, en
su argumentación el Papa ha remitido de
nuevo a Dei Verbum 12. En el
tercer párrafo de ese número se lee: “
La frase, tomada en parte
de San Jerónimo, había sido utilizada ya
por Benedicto XV en su encíclica
Spiritus Paraclitus. Pero más allá
de su literalidad esta referencia nos
lleva a recordar el impacto que había
tenido en el aula conciliar, tratando el
aspecto pneumatológico, la intervención
de Mons. Neophitos Edelby el día 5 de
octubre de 1964. Este monje de rito
melquita había sido ordenado un año
antes arzobispo titular de Edesa; cuatro
años más tarde tomó posesión de la sede
metropolitana de Alepo, donde murió en
1995. Fue miembro de
El reconocía en Dei
Verbum 12 “excelentes elementos
sobre la aportación de las ciencias
auxiliares a la exégesis, en particular
de la crítica literaria”, pero tenía la
impresión de que el párrafo sobre “la
interpretación de
Primer principio:
Escritura y Tradición no son realidades
separables. “El gran remedio está en
volver al centro del Misterio de
El texto conciliar ha
sido más escueto en el desarrollo del
principio pneumatológico. El principio
general “en el Espíritu” se concreta en
otros tres principios que son como
exigidos por él. El primero es el de la
unidad de toda
El segundo principio que
desarrolla la norma de la interpretación
“en el Espíritu” es el de “tener en
cuenta la tradición viva de toda
El tercer principio es el
de “la analogía de la fe”. La expresión,
inspirada en el texto de Rom 12, 6,
habla de una coherencia de la fe
objetiva de
El principio
pneumatológico no introduce un elemento
etéreo o atemporal. El Espíritu no está
desencarnado sino que es el Espíritu del
Cuerpo de Cristo. Por tanto, decir “en
el Espíritu” equivale a decir “en el
seno de la comunidad creyente”. El Papa
Pablo VI, en un discurso dirigido a los
miembros de
El documento de la propia
Comisión del año 1993 ha llevado esta
relación al campo concreto de la
interpretación con una afirmación
provocadora: “todos los miembros de
Esta interpretación de
La hermenéutica
filosófica contemporánea ha puesto de
relieve la implicación de la
subjetividad en el conocimiento, y
particularmente en el conocimiento
histórico. El documento de
Según estas perspectivas
hermenéuticas, no iría en contra de una
correcta interpretación ni el acercarse
a los textos con espíritu de fe, ni
leerlos en el seno de la comunidad
creyente, ni preguntarse por su
significatividad para el momento
presente.
III.- ALGUNOS RETOS DE
Vista la naturaleza de la
exégesis católica y sus principios
hermenéuticos fundamentales, nos
preguntamos ahora por las tareas de la
exégesis. ¿Con qué aspectos de la vida
de
3.1. Una exégesis
teológica
Según la fórmula bien
conocida de
A. Vanhoye ha hecho notar
que la formulación conciliar, que retoma
una afirmación de la encíclica
Provindetissimus Deus de León XIII,
al introducir ciertos cambios, ha hecho
más explícita la relación entre la
teología y la exégesis. La encíclica
papal, repetida luego sin modificación
alguna en
Pudiera parecer que esta
petición o exigencia del Concilio afecta
de manera unilateral a la teología, pero
en realidad supone también un compromiso
para los exegetas católicos que han de
orientar sus trabajos y, en
consecuencia, perfilar sus métodos para
esta alta misión de la exégesis.
Para que su trabajo pueda
ser a la vez riguroso y eficaz el
exegeta ha de recorrer todo el camino
hermenéutico propuesto por Dei Verbum
12. “Su tarea no termina –dice el
documento de
Distinta es la posición
de J.M. Sevrin, quien en un artículo
publicado en 1990, quería explicar a los
teólogos la forma como actualmente,
según él, se entiende y practica la
exégesis. El autor hace una distinción
radical entre la exégesis crítica, “que
contempla el texto en sí mismo”, en el
momento de su producción, separándolo de
la tradición -bíblica o eclesial- que lo
recibirá” y, por otro lado, “la
hermenéutica creyente”, que recibe el
texto en la totalidad de la tradición
bíblica y eclesial, y a la luz de la
fe”. Al exegeta compete buscar sólo el
sentido humano del texto. Añade: “Cuando
ha obtenido una representación del
sentido humano y contingente del texto,
el exegeta pasa el relieve al teólogo,
hermeneuta integral, al que atañe
mostrar cómo este sentido humano es
efectivamente palabra de Dios”.
Tiene toda la razón
Sevrin cuando ha comprendido que la
interpretación de los textos ha de
buscar su sitio en la totalidad de la
tradición bíblica y eclesial. Se
confunde cuando aparta al exegeta de esa
tarea. Son los propios textos los que
reclaman que junto a los aspectos
históricos y literarios se busque, al
mismo tiempo, su sentido religioso y
teológico, y se sitúe ese sentido en la
órbita de la tradición bíblica y
eclesial.
En esa dinámica se
extiende un puente en el que el exegeta
y el teólogo se dan la mano. Puede
tratarse, en ocasiones, de una misma
persona, que atiende a los dos extremos.
Con frecuencia, por el principio de la
eficacia que supone la diferenciación de
tareas, se trata de personas distintas.
Esto último se visibiliza especialmente
en la relación entre la exégesis y la
teología dogmática.
Pero antes de llegar a
esa relación con la dogmática, la
exégesis tiene obligaciones más
cercanas, más exactamente en su propia
casa. Me refiero a la teología bíblica,
que puede hacer el oficio de “mediadora”
entre la exégesis y la dogmática, pues
está a caballo entre una y otra, pero
compete de forma directa a los exegetas.
Es verdad que éstos, que tienen más
vocación por los análisis parciales,
suelen ser reacios e incluso sienten
cierto pudor de elaborar la síntesis.
Cada vez se ha tomado
mayor conciencia de la diversidad de
teologías en el interior de
Esta tensión
diversidad-unidad se encuentra tanto en
bloques mayores como
Este esquema
interpretativo tiene, entre otros, el
mérito de que proporciona una vía
intermedia entre los extremos de un
análisis puramente socio-histórico y de
la imposición de un centro teológico
atemporal. En la relación dialéctica
entre los elementos contingentes y el
conjunto coherente parece
metodológicamente más apropiado empezar
por el estudio de los aspectos parciales
y ocasionales y situarlo, después, en
aquel conjunto coherente.
Por ejemplo, J.D.G. Dunn,
autor de una monumental obra sobre la
teología de Pablo, ha reconocido la
importancia de la teología particular de
cada carta como punto de partida, aunque
ha urgido, al mismo tiempo, a superarlo.
La formulación que usa Dunn es más que
un juego de palabras: “La teología de
Pablo no puede ser más que la suma de la
teología de cada una de las cartas
particulares pero ha de ser más que la
simple suma de la teología de las
cartas”.
Una síntesis final y
coherente de la teología de Pablo no
puede hacerse si no es a partir del
análisis de las partes, es decir, en
este caso especialmente las cartas. Pero
de igual modo que solo las partes hacen
posible el todo, éste da a aquéllas una
nueva luz y las libera del posible
“cautiverio” de su situación particular.
La relación entre las partes y el todo
sólo puede tener garantía si se realiza
un doble movimiento: no sólo el que va
de las partes al todo sino también el
que va del todo a las partes.
Con carácter general,
este equilibrio entre
contingencia-coherencia, partes-todo,
análisis-síntesis se muestra eficaz para
poder elaborar con garantía de éxito una
teología bíblica, que pueda dar razón
tanto de la diversidad como de la
unidad.
Un último apunte. En la
elaboración de esa síntesis el exegeta
debe saber distinguir la precomprensión
de la fe, que es una herramienta básica
de su trabajo, y el desarrollo histórico
de la doctrina de la fe. Para
interpretar los textos bíblicos no tiene
sentido prescindir de la fe, como
propugna Sevrin, pues ésta da la
precomprensión más adecuada de los
textos. Sin embargo, es necesario
prescindir de la conceptualización
sucesiva de la fe, para no atribuirla de
modo anacrónico a los textos bíblicos.
En este sentido no se trata de adoptar
como criterio unificador la estructura
de un manual de dogmática, por decirlo
de forma clara, sino reconstruir el
universo teológico a base de la idea o
las ideas-eje de los propios textos
bíblicos.
3.2. Una exégesis
espiritual
Verbum Domini
32 reconoce que una
exégesis meramente historicista o
positivista resulta negativa sobre todo
para la vida espiritual y para la
actividad pastoral: “La consecuencia de
la ausencia del segundo nivel
metodológico –decía ya el Papa en su
Intervención en el Sínodo- es la
creación de una profunda brecha entre
exégesis científica y lectio divina.
Precisamente de aquí surge a veces
cierta perplejidad también en la
preparación de las homilías”.
Hay que asegurar una
estrecha relación entre exégesis y
lectio divina. La exégesis tiene un
papel fundamental en ese primer momento
del encuentro con
Hay que considerar,
además, la interrelación que existe
entre la propia experiencia de la fe y
la lectura espiritual de los textos
bíblicos. Así como los textos de
3.3. Una exégesis
pastoral
Verbum Domini
45 recuerda que los Padres sinodales han
recomendado un contacto más asiduo entre
pastores, teólogos y exegetas. Puede
hablarse, efectivamente, de un “círculo
de intérpretes”, cuyos sujetos se
distribuyen la tarea de interpretación e
la manera siguiente: a) en el nivel
histórico-crítico, que es el momento de
la investigación científica, la
competencia es fundamentalmente de los
exegetas; b) en el nivel doctrinal, que
es el momento de la revelación y de la
fe, la competencia es fundamentalmente
de los pastores; c) en el nivel
existencial, que es el momento de la
vida espiritual y apostólica, la
competencia afecta especialmente a los
fieles.
Si este círculo rueda de
forma fluida se consigue una exégesis a)
científicamente rigurosa, b)
eclesialmente correcta, en armonía con
la fe auténtica de
En la relación entre
exégesis y pastoral, se trata tanto de
subrayar la dimensión bíblica de toda
pastoral como de una pastoral bíblica
específica. En el primer sentido hay que
reconocer que en los últimos decenios
han sido innumerables los cursos que los
biblistas, en distintos niveles, han
dirigido para hombres y mujeres, laicos
y sacerdotes, religiosos y religiosas,
que se han procurado una formación
bíblica, en la que han podido conocer
los resultados más importantes de la
exégesis actual, con miras al apostolado
en los distintos ámbitos. En el sentido
de una pastoral bíblica específica, en
1969 fue creada
3.4. Una exégesis
ecuménica
Verbum Domini
46, dedicado a “Biblia y ecumenismo”
anima a “incrementar el estudio, la
confrontación y las celebraciones
ecuménicas de
En este campo del
estudio, además de las traducciones, ha
ido en aumento la colaboración, sobre
todo con los protestantes. Aunque no sea
ecumenismo en sentido propio, habría que
mencionar también la colaboración con
los judíos, cada día más estrecha. A
muchos resultó sorprendente que, en su
obra “Jesús de Nazaret”, Benedicto XVI
reconociera de forma tan explícita lo
que le había ayudado el libro del rabino
Jacob Neusner, A Rabbi talks with
Jesus, sobre el sentido de
En general los biblistas
católicos de las últimas décadas somos
deudores de grandes autores protestantes
como Von Rad, Bultmann o Borkamm, por
citar sólo tres. Pero a día de hoy el
intercambio es mutuo en el campo de
cursos, congresos y publicaciones.
Parece que el único criterio es el de la
objetividad científica. En razón de esa
misma objetividad en algunas ocasiones
no estaría de más explicitar las pre-comprensiones
de unos y de otros.
IV.- EXÉGESIS Y
ACTUALIZACIÓN
Hasta hora me he referido
con frecuencia a uno de los factores
integrantes de la verdadera
interpretación: la dimensión de
actualidad que los textos bíblicos
adquieren al ser interpretados en el
presente. Es lo que llamamos
actualización. No es, en realidad, un
problema nuevo, pero sí ha adquirido, en
los últimos años, un estatuto propio en
la reflexión hermenéutica hasta el punto
de que ha quedado consagrado este
término de actualización como una
categoría propia y específica del
proceso interpretativo. Un dato
revelador de esto es que Dei Verbum
no utiliza como tal este término,
mientras que el Documento de
En el interior de la
misma Biblia podemos encontrar
interpretaciones no sólo de tradiciones
antiguas, sino incluso de textos. Pueden
distinguirse, al menos, cuatro casos: el
AT reinterpretado en su interior, la
exégesis rabínica primera del AT, la
interpretación que del AT hace el NT y
la reinterpretación del NT en su
interior. El caso más conocido y quizás
claro es el de la interpretación que el
NT hace del AT. Y la escena
probablemente más significativa es
aquella en la que Jesús, al terminar de
leer en la sinagoga de su pueblo el
texto de Isaías (61,1:“el Espíritu del
Señor está sobre mi porque me ha ungido,
me ha enviado a anunciar la buena
noticia a los pobres” etc.) declara:
“hoy se cumple esta Escritura que
acabáis de oír” (Lc 4,21). En ese “hoy”
está concentrado el dinamismo de la
actualización.
Por actualización
entendemos todas las modalidades a
través de las cuales la palabra de Dios
escrita se hace significativa e incisiva
en el presente. Un colega, con el que
comentaba recientemente sobre esta idea,
me decía que, tal como se suele
entender, puede ser un planteamiento
artificial. Añadía: “La actualización es
la expresión de la relevancia de
El P. Alonso Schöckel
distinguía entre actualidad y
actualización. Lo que Dios dijo a
Jeremías es importante para mí, me
responde o me pregunta: esto es
actualidad. Dios, que se reveló a su
pueblo en las palabras del profeta, se
vuele a revelar a mí en dichas palabras:
esto es actualización. Solemos reconocer
con facilidad que el misterio de la
última cena vuelve a suceder en el
sacramento de la eucaristía. Nos cuesta
más trabajo entenderlo en la palabra:
Cristo Señor está hablando en esta
lectura del Evangelio. La homilía, por
su parte, constituye una actualización
de esa Palabra que suena como actual (cf.
Verbum Domini 59)
La constitución Dei
Verbum ha ofrecido una serie de
elementos que apuntan a la realidad de
la actualización. El punto de partida es
la concepción más amplia de Revelación
que Dei Verbum presenta. Es
significativo el juego de tiempos
verbales que se encuentra en el
siguiente texto de Dei Verbum 8c:
“Dios, que habló en otro tiempos, sigue
conversando siempre con
Hemos de preguntarnos por
la responsabilidad que la exégesis y, en
consecuencia, los exegetas tienen en
este estadio último del proceso
hermenéutico, que es la actualización.
F. Dreyfus, al que ya cité al principio,
y F. Refoulé, aunque tienen presupuestos
y planteamientos distintos, coinciden en
subrayar una gran desproporción -hablan
incluso de “foso abismal”- entre la
exégesis y la actualización. La exégesis
científica- “exégèse en Sorbonne”, en
expresión de Dreyfus- es inadecuada,
incluso insignificante y desviada
respecto a la vida eclesial actual.
Justamente la poca incidencia de la
exégesis en la vida ha hecho hablar de
anti-exégesis. La expresión es de A.
Paul, para quien la necesidad de una
exégesis alternativa y contraria deriva
del hecho de que mientras la exégesis
usual se dirige al pasado, la exégesis
de la vida se refiere al presente.
Vengamos a la
responsabilidad de la exégesis en este
punto de la actualización.
Es en el capítulo VI
donde se vuelven a encontrar algunas
indicaciones para la tarea exegética en
orden a la actualización. Una primera
tiene que ver con la traducción, de la
que se habla en el núm 21:
“Como
El número siguiente de
Dei Verbum afecta también de lleno a
los exegetas: “Los exegetas católicos y
los demás teólogos deben trabajar,
aunando diligentemente sus fuerzas, para
investigar y proponer las Letras
divinas, bajo la vigilancia del Sagrado
Magisterio, con los instrumentos
oportunos, de forma que el mayor número
posible de ministros de la palabra
divina puedan repartir fructuosamente al
pueblo de Dios el alimento de las
Escrituras etc.”. Dos comentarios: el
primero es notar que vuelve a repetirse
la bina investigar-proponer, con una
clara indicación de que la finalidad es
el alimento del pueblo de Dios. Dicho de
otra forma, la exégesis está en función
de la actualización.
El otro aspecto digno de
comentario es que el texto establece la
secuencia exegetas-teólogos-ministros de
Una situación particular,
y potencialmente muy enriquecedora, es
cuando el propio exegeta es ministro de
El documento de
Por otra parte, la
actualización ha de remitir
necesariamente al misterio de Cristo y
de su Iglesia.
Sobre estas premisas, las
tres etapas básicas de la actualización
son: a) escuchar
CONCLUSIÓN
Después de haber sido
crítico con algunos aspectos de la
exégesis actual y de haber sido muy
exigente con la función de los exegetas,
quisiera concluir con dos textos
prestados. El primero, de
Escribía el Papa Pacelli
el siguiente texto, famoso por la
defensa de los exegetas:
“los esfuerzos de estos
diligentes trabajadores en la viña del
Señor han de ser juzgados no sólo con
justicia y equidad, sino también con
suma caridad, por todos los demás hijos
de
Por su parte, Vanhoye, a
propósito de las relaciones entre fe y
exégesis, escribe lo siguiente:
“Las relaciones entre la
exégesis y la fe son de fuerte tensión,
es más de contraposición, si la exégesis
parte de presupuestos contrarios a la fe
o si la fe, que se mantiene infantil no
está en grado de integrar las
conclusiones de una sana exégesis. Pero
en línea de principio, las relaciones
deberían ser armónicas, uniendo tanto el
aspecto de la ayuda recíproca como de la
exigencia recíproca. La fe ayuda a la
exégesis a interpretar correctamente
Muchas gracias.