MILAGRO EUCARÍSTICO DE SIENA, ITALIA
Desde 1730 y continúa...


Para el año 1730, Siena ya no era la ciudad de gran devoción de los tiempos de Sta. Catalina y San. Bernardino. Mas bien, era un lugar como muchos en Europa, donde los días de fiesta religiosas, eran ocasiones para divertirse. Se fue perdiendo el significado y valor religioso de las fiestas. Todos se reunían en la Plaza del Campo, a celebrar un día libre de trabajo.

Para mediados del Siglo XVII, Europa estaba muy envuelta en el Renacimiento. El interés de la gente estaba en el arte y la cultura. Aunque muchos iban a la Iglesia, no eran necesariamente movidos por un profundo amor a la Eucaristía, ni a la Virgen. Por esto es que en 1730, Siena necesitaba un milagro, una gracia de Dios para la renovación espiritual. En realidad no solo Italia, sino que también Europa, necesitaba un cambio que le hiciera arrodillarse y concentrar su atención en el poder de Dios. En estas situaciones, nuestro Señor no abandona a su pueblo.

Historia del Milagro

Siena tiene en realidad dos milagros Eucarísticos aquí relatamos el más famoso. El segundo se encuentra en la basílica de Casia.

El día antes de la fiesta de la Asunción por la mañana, los sacerdotes de todas las iglesias de Siena consagraron Hostias adicionales previendo la gran muchedumbre que recibiría la Comunión al día siguiente. Todos ellos fueron al espléndido Duomo, la Catedral, para planear las festividades del día siguiente, y tomar parte en la Ceremonia de la Vigilia de esa noche. Como todos los sacerdotes estaban en la Catedral, las Iglesias estaban vacías.

El 14 de agosto, por la noche, ladrones entraron a la Basílica de San Francisco, que está en el extremo norte de la ciudad. Abrieron el Tabernáculo
para robar el copón de oro que contenía las hostias consagradas. Se llevaron
todo, las hostias y el copón.

Nadie se dio cuenta del crimen hasta la mañana siguiente, cuando los sacerdotes de la Iglesia fueron a celebrar la Misa de la Asunción. Surgió el pánico. La prueba del crimen fue confirmada cuando alguien trajo la parte de arriba del copón, que había encontrado en la calle frente a la Iglesia. Todo el pueblo comenzó a buscar las Hostias perdidas. Todas las celebraciones fueron suspendidas.

El Arzobispo pidió oraciones públicas para que aparecieran las Hostias Consagradas en buen estado. Hasta ese momento no se sabía la razón del porqué las hostias habían sido robadas. ¿Sería por el oro del copón, o por un propósito más diabólico, para profanar y cometer sacrilegios en contra de Nuestro Salvador? De nuevo, el Señor se permite ser vulnerable ante la maldad del hombre. Nuevamente, El se pone completamente en nuestras manos.

Tres días más tarde, el 17 de agosto, mientras un hombre estaba orando en la Iglesia de Santa María en Provenzano, muy cerca de la Basílica de San Francisco, notó que había algo de color blanco dentro de la caja de los pobres. Esto que era blanco tenía forma redonda y parecía brillar. Inmediatamente, se lo fue a decir al sacerdote de esa Iglesia, y éste fue a informarle al arzobispo, quien mandó a uno de sus asistentes a la Iglesia de Santa María.

Cuando el representante del Arzobispo y un sacerdote de la Basílica de San Francisco llegaron a la Iglesia de Sta. María, abrieron la caja de los pobres y encontraron una gran cantidad de Hostias. Algunas se habían enredado con las telarañas dentro de la caja y otras cayeron al fondo. Ellos las contaron para ver si se había perdido alguna. El sacerdote de la Iglesia de San Francisco dijo que la cantidad era correcta, 348 Hostias enteras y 6 mitades. El sacerdote había consagrado 351 Hostias el día 14 de agosto.

¡Qué largos se hicieron esos tres días en que las hostias estuvieron perdidas! Esos tres días parecieron, los días entre la Crucifixión y la Resurrección.

Un suspiro de alivio y de alabanza al Señor resonó por dos razones. Una razón fue que las Hostias Consagradas se habían encontrado y la otra, que no se habían tomado ninguna. Eso era el temor que todos tenían, que si les interesaba el Copón, desecharan las hostias consagradas en cualquier lugar, o en un basurero.

Recogieron todas las hostias y las limpiaron con sumo cuidado. Se llevaron a la Iglesia de San Francisco en una procesión acompañada por una gran multitud. Una vez que llegaron a la Iglesia, las expusieron para adoración y reparación. La historia del robo se esparció a través de todo el país y muchos empezaron a hacer peregrinaciones a la Iglesia de San Francisco para orar ante las Hostias Consagradas. Esto fue antes de que supieran que en ellas se iba a dar un milagro. Las hostias no fueron distribuidas.

No hay ninguna explicación cierta de porque las hostias no fueron distribuidas. Una de las razones puede ser que gran multitud de personas de Siena y otros pueblos vecinos llegaban para adorar las hostias y así los sacerdotes se vieron forzados a no consumirlas. Otra razón posible es que, aunque las hostias fueron cuidadosamente limpiadas, todavía quedaron algo sucias. En casos como este, en que las Hostias Consagradas han sido de alguna forma contaminadas, no se requiere que sean consumidas. Generalmente, se mantienen reservadas hasta que se deterioren. Cuando esto ocurre la Presencia Real desaparece de ellas. Posiblemente, los Franciscanos querían dejar que las Hostias fueran adoradas por los peregrinos hasta el momento en que se deterioraran, y eso hubiera sido el final de todo. Pero esto nunca sucedió.

Ante el asombro de los sacerdotes, las Hostias no se deterioraban, mas bien se mantenían frescas y con olor muy agradable. Al pasar el tiempo, los franciscanos se convencieron de que estaban presenciando un milagro continuo de preservación.

Algunos personajes importantes de la Iglesia, obispos o cardenales, fueron permitidos recibir una de las hostias. Ellos reportaron que su gusto era fresco y agradable.

Investigaciones

Cincuenta años después de que las hostias fueron recuperadas, se condujo una investigación oficial para comprobar la autenticidad del milagro. El General de la Orden Franciscana, P. Carlo Vipera, examinó las Hostias el 14 de abril, de 1780, consumiendo una y comprobando que estaba fresca e incorrupta. Ya que se habían distribuido unas hostias durante los años anteriores, el General ordenó que las 230 hostias que quedaban fueran colocadas en un nuevo ciborium y prohibió que continuaran distribuyéndolas.

Nueve años después, en 1789, una mas detallada investigación fue hecha por el Arzobispo de Siena. Esta investigación incluyó teólogos prominentes y otros dignatarios. Después de examinar las hostias con microscopio, la comisión declaró que estaban perfectamente intactas y que no mostraban ningún signo de descomposición, ni cambio de color. Tres franciscanos que habían estado presentes en las investigaciones anteriores, fueron cuestionados, por el Arzobispo, bajo juramento. En esta investigación también se reafirmó que las hostias examinadas eran las mismas que habían sido robadas en 1730 y tres días mas tardes descubiertas..

Fue en esta investigación, que el Arzobispo ordenó que una cantidad de hostias sin consagrar se colocaran en un envase herméticamente sellado e iba ha ser guardado bajo llave, por diez años, en la oficina de la Cancillería. Las Hostias Milagrosas se guardaron en un Copón, no sellado herméticamente, sino que en la forma en que habían estado reservadas por los últimos 59 años.

Al final del período de 10 años, el envase de las hostias no consagradas fue abierto en presencia del Arzobispo y varios oficiales. Ellos encontraron que estaban descoloridas, desfiguradas y deterioradas. Entonces, revisaron las Hostias Milagrosas y encontraron que estaban en perfectas condiciones. En 1850, 61 años mas tarde, si hizo una prueba similar, teniendo los mismos resultados. Las hostias sin consagrar reducidas a polvo y las hostias milagrosas mantenían su frescor.

Otras investigaciones se hicieron en diferentes ocasiones. La mas importante fue en el año 1914 y se llevó acabo por la petición del Papa Pío X. Para esto se seleccionaron un panel de distinguidos investigadores que incluía científicos y profesores de Siena y Pisa, como también, teólogos y oficiales eclesiásticos.

Exámenes de ácido y almidón fueron hechos en uno de los fragmentos e indicaron un nivel normal de ambos.

De un examen microscópico, se concluyó que las hostias habían sido hechas de harina de trigo cernido, el cual estaba perfectamente preservado.

La comisión explicó que si el pan sin levadura era preparado en condiciones de limpieza y era guardado en un envase donde no entrara el aire, que estuviera esterilizado, podrían mantenerse por mucho tiempo. El pan sin levadura preparado en una forma normal, expuesto al aire y a la actividad de los microorganismos podría mantenerse intacto por algunos pocos años.

Se concluyó que las hostias robadas fueron preparadas sin precauciones científicas y guardadas bajo condiciones ordinarias que debieron haber causado que se deterioraran rápidamente. Las hostias estaban tan perfectamente preservadas que después de 184 años podían ser consumidas.

El profesor Siro Grimaldi, profesor de química en la Universidad de Siena y director de el Laboratorio municipal, y reconocido por sus muchas distinguidas posiciones en el área de la química, fue el cabeza de la comisión de investigación del año 1914. Dio muchas conferencias sobre la naturaleza milagrosa de las hostias e incluso escribió un libro.

En el año1922, se llevó a cabo otra investigación en presencia de los Obispos de Siena, Montepulciano, Folignno y Grosseto. Los resultados fueron igual a los anteriores. No había explicación natural por la que las hostias hubieran permanecido sin corromperse por un período de tiempo tan largo (192 años). Lo proclamaron ser un milagro.

En 1950, las Hostias Milagrosas fueron removidas de su antiguo ciborio y puestas en uno mas elaborado y costoso que llamó la atención de otro ladrón. Este en la noche del 5 de agosto, de 1951 cometió otro sacrilegio en contra de las hostias, pero esta vez solo se llevó el ciborio dejando las hostias en una esquina del tabernáculo. Después de contar 133 hostias, el Arzobispo las guardó selladas en un ciborio de plata. Fueron fotografiadas y colocadas en un relicario elaborado en el cual se encuentran hoy.

Los Obispos y oficiales de la Iglesia fueron, solemnemente, en procesión con las Hostias a través de la ciudad, y las tuvieron expuestas por un tiempo.

Las hostias milagrosas son expuestas públicamente en varias ocasiones, pero especialmente el 17 de cada mes, que conmemora el día que fueron encontradas en el año 1730. En la fiesta de Corpus Christi, las hostias sagradas son llevadas en una triunfante procesión a través de las calles de Siena.

Visitantes

Entre los muchos que han visitado las hostias milagrosas para adorar al Señor, tenemos a San. Juan Bosco y el Papa Juan XXIII quién en Mayo 29, 1954, firmó los libros de visitantes. Aunque no pudieron físicamente visitar el milagro eucarístico, los Papas Pío X, Benedicto XV, Pío XI y Pío XII hicieron declaraciones oficiales de gran interés y admiración.

El 14 de septiembre, de 1980, el Papa Juan Pablo II fue a Siena para adorar a Jesucristo en las Sagradas Hostias del Milagro Eucarístico, siendo el 250 Aniversario del Milagro de las Hostias.

Con voz unánime, los fieles, sacerdotes, obispos, cardenales y papas se han maravillado y adorado las sagradas hostias, reconociendo que en ellas se da un milagro permanente, completo y perfecto, que ha durado por 250 años. A través de este milagro las hostias han permanecido completas y con brillo natural, y con el olor característico del pan sin levadura. Como están en perfecto estado de conservación, la Iglesia Católica nos asegura, que aunque fueron consagradas en 1730, siguen siendo verdaderamente el Cuerpo y la Sangre de Cristo.