El Kerygma según el Nuevo
Testamento
Proclamación de un mensaje por quien el Padre Dios por
su Mesías ofrece y hace realidad el Reino en el mundo.
Autor:
Conferencia Episcopal Chile
Fuente: Conferencia Episcopal Chile
I- Significado de los términos
1- Significado
Kérygma, sustantivo abstracto: a)- lo que se anuncia por medio del
heraldo, de aquí “mensaje” como resultado del acto de proclamar, y
b)- el mismo acto de vocear, proclamar, al igual que el verbo.
Kérýssein, verbo: “proclamar, pregonar, anunciar, dar a conocer, predicar”.
Kéryx, sustantivo concreto: “heraldo,
pregonero, predicador”.
Por tanto, kéryx es “quien proclama”, kérýssein es “la
acción de proclamar”, y kérygma es principalmente el contenido de la
proclamación, es decir, el “mensaje”.
2- En el Nuevo Testamento
2.1- Frecuencias
Kéryx o “heraldo” sólo 3 veces, kérygma o “mensaje” 8 veces, y k?rýssein o
“proclamar” 61 veces, distribuido así: 32 veces en los Sinópticos, 8 en los
Hechos de los Apóstoles, 19 en las cartas paulinas, 1 vez en 1 Pedro, y 1 vez
en Apocalipsis. El verbo k?rýssein no aparece en la literatura joanea ni en la
carta a los Hebreos ni en Santiago.
2.2- Kéryx o “heraldo”
“Heraldo” (kéryx) aparece en 1 Tim 2,7; 2 Tim 1,11 y 2 Pe 2,5, todos escritos
tardíos. Porque Cristo es el verdadero heraldo de Dios, tiende a desaparecer
la función del heraldo humano referido a los misterios de Dios. Cristo no sólo
es el heraldo o mensajero, sino también el mensaje y su principal proclamador.
San Juan presenta a Jesús como el exegeta del Padre (Jn 1,18) y Lucas como el
hermeneuta de su voluntad contenida en la Sagrada Escritura (Lc 24,27).
La función de “heraldo” en el NT la cubren otras funciones: el apóstol, el
profeta, el maestro, el evangelizador…
Una gran diferencia: mientras el mundo griego concede un estatus de intocable
a sus heraldos, en el NT los que cumplen esta función son perseguidos por “los
lobos” (Mt 10,16), apedreados y mandados matar (21,33-45). Con todo, éstos
pueden desaparecer, pero el mensaje cristiano no está encadenado y es eficaz
(2 Tim 2,9); por tanto, aunque desaparezcan los predicadores, la Buena Nueva
se conserva y se propaga por todo el mundo (2 Tes 3,1).
2.3- Kérygma o “mensaje”
“Mensaje” (kérygma) se emplea 8 veces en el NT: Mt 12,41; Lc 11,32; Rm 16,25;
1 Cor 1,21; 2,4; 15,14; 2 Tim 4,17; Tit 1,3. Rm 16,25: el kérygma es Cristo
Jesús en cuanto Mesías muerto y resucitado para salvación de todos y en cuanto
promesa cumplida por el Padre y anunciada por los profetas del AT (ver Mt
12,41 y Lc 11,32).
1 Cor 1,21: el mensaje exige la adhesión de fe, instaura la salvación e
inaugura procesos de conversión, aunque el mensaje le parezca a muchos (sobre
todo a los judíos) una locura, pues no es un discurso por sobre todo sabio y
persuasivo, que funde su efectividad en la retórica del heraldo, sino en el
poder del Espíritu (2,4); la fe cristiana no estriba «en sabiduría de hombres,
sino en la fuerza de Dios» (2,5).
1 Cor 15,14-15: el contenido distintivo del kérygma es la resurrección de
Cristo Jesús, pues si Cristo no ha resucitado ningún mensaje cristiano ni
ninguna adhesión de fe tienen sentido y el heraldo no sería más que un falso
testigo.
Tit 1,3: El heraldo recibe la autoridad de parte de Dios para manifestar
su palabra mediante el mensaje que debe predicar y así llevar a los elegidos
de Dios a la fe y al conocimiento de la verdad (1,1).
2 Tim 4,17: porque ha sido enviado por el Señor, el heraldo cuenta -en
medio de la soledad y las persecuciones- con la permanente asistencia de quien
lo envío, por lo que no tiene razones para parcializar el mensaje o decaer en
la tarea de anunciarlo a todo quien quiera oírlo.
2.4- Kérýsse o “proclamar”
“Proclamar” (kérýsse) aparece 61 veces en el NT. El acento, por tanto, se pone
en el acto de anunciar, en el kérygma como acontecimiento de comunicación. El
“heraldo” propiamente no existe en el NT, y respecto al “mensaje”, cuando se
trata de fijar su contenido, siempre hay un margen de posibilidades en cuanto
a incluirlos o excluirlos.
Con el mismo acto de anunciar se pone en juego el dinamismo transformante de
la Buena Nueva (propuesta) y se invita a la conciencia y libertad humanas a la
adhesión vital (respuesta). Basta anunciar el kérygma para que adquiera
carácter de diálogo: el anuncio del kérygma espera una respuesta porque es
propuesta divina que interpela al hombre como tal.
La proclamación del kérygma, aceptado por la fe y la conversión, pone en acto
el Reino de Dios, sus valores y su cosmovisión. Aceptar el kérygma es derrotar
toda otra soberanía que no sea la trinitaria: la de Satanás, la de los
espíritus impuros, la de los ídolos, la del pecado y la maldad, la de las
potencias del cielo y de la tierra (Flp 2,9-11)... Por esto, la adhesión al
kérygma introduce al discípulo en el Reino de Dios.
Los tres elementos constitutivos del kérygma según el NT son:
a- El acto de anunciar, de comunicar por parte de un heraldo (apóstol,
profeta, maestro, evangelizador)…
b- Un mensaje o contenido…
c- Que se transforma acontecimiento de salvación en todo aquel que lo acoge
por la fe y la conversión.
El kérygma es la proclamación (acto de anunciar)
de un mensaje (contenido) por quien el Padre Dios por su Mesías ofrece y hace
realidad el Reino en el mundo (acontecimiento salvífico; cfr. Rm 10,14-17).
II- El kérygma como acto de comunicación
El kérygma es una proclamación, y proclamando alcanza realidad lo divulgado: 1
Cor 1,21. La salvación, según Pablo, viene por la proclamación apostólica (k?rýss?
como comunicación)
Que el acto de comunicación es importante lo revela la frecuencia del verbo
“proclamar”: 61 veces en el NT, en cambio “heraldo” 3 veces y “mensaje” 8
veces. Como acto de comunicación, “proclamar” es sinónimo de otros verbos en
el NT: “hablar” (légein) “confesar” (homologe?n)
Algunos de estos actos de comunicación buscan suscitar la fe inicial (el
kérygma), otros profundizar o formar esa fe inicial, acompañando el
conocimiento creciente y la adhesión fiel a Jesús (didajé o enseñanza), y
otros exhortar a los discípulos del Señor para que, por las dificultades y las
percusiones, no abandonen ni se debilite su seguimiento (homilé? o
predicación). Kérygma, enseñanza y homilía son los principales ministerios de
la palabra con los que la Iglesia de los primeros siglos servía la
evangelizació
Los Hechos de los Apóstoles nos ayudan a responder una pregunta importante:
¿cómo deben ser estos actos de comunicación en vista a la evangelizació
a- Modo: “charlando”, “enseñando” (4,18), “dialogando”, “conversando con
familiaridad” (20,11).
b- Argumentación: “discutiendo” (17,2.17), “persuadiendo” (18,4; 19,18).
c- Tiempo: una “larga conversación” (15,32).
d- Compromiso del heraldo: “declarando enfáticamente” (28,23).
e- Lugar: en el desierto (Mt 3,1), ciudades (11,1) y sinagogas (Hch 9,20);
entre nosotros (1 Tes 2,9), en la Decápolis (Mc 5,20) y
entre los gentiles (Gál
2,2); en todo el orbe (Mt 24,14), en todo el mundo (26,13), en toda la
creación (Col 1,23).
f- Contenido: la “Palabra del Señor” (8,25; 15,35) o “de Dios” (18,11), todo
“el plan de Dios” (20,27), el “reino de Dios” (19,8), la
buena nueva “de Jesús” en
cuanto “Mesías y Señor” con el sentido de su vida, según las Escrituras (5,42;
11,20).
Demos un paso más. Cuando se trata de ministerios de la palabra se pone el
énfasis en el lenguaje humano con su capacidad de ser mediación de relaciones
interpersonales; es decir, se pone en ejercicio la principal finalidad del
lenguaje, la de comunicarnos. El kérygma, la enseñanza y la homilía, por
tanto, al ser actos de comunicación, emplean preferentemente determinadas
funciones de la palabra o del lenguaje humano que ahora pasamos a considerar.
Las funciones del lenguaje -según BÜHLER- son tres: informar, expresar e
interpelar.
a- Función de informar (“dar forma”, enseñar).
El “signo lingüístico” se transforma en símbolo al ponerse en relación con
objetos y situaciones: decir o escribir “silla” es el símbolo por el que me
refiero a tal objeto y no a tal otro (una “mesa”, por ejemplo). De este modo,
el lenguaje se concentra en el objeto (tema o cosa) haciéndose informativo.
“Informa” quien describe o relata lo más exactamente posible la cosa o la
acción que presenció. Mientras mejor el signo (palabra) se adecué con la cosa
(objeto designado) más fiel se es. Se trata de la función más objetiva de las
tres. Generalmente se usa la tercera persona para esta función (“él”).
La enseñanza en cuanto lenguaje entendido como acto de comunicación (teología,
catequesis…) se ejerce empleando sobre todo la función de informar, esto es,
busca dar forma al conocimiento inicial del creyente mediante la
argumentación, la instrucción, la especulación…, acciones que requieren tiempo
y pedagogía.
b- Función de expresar (“sacar fuera”, revelar).
El “signo lingüístico” se vuelve síntoma o indicio cuando se emplea para
manifestar la interioridad de quien habla. Entonces, el lenguaje se concentra
en el locutor, volviéndose expresivo, pues manifiesta el mundo interior del
hablante.
“Expresar” es vital para la comunicación y la comunión de las personas. Se
trata de una función de carácter subjetiva, pues por la palabra se sale de sí
y se ofrece al otro el mundo interior. Se emplea generalmente la primera
persona (“yo”).
El kérygma en cuanto lenguaje entendido como acto de comunicación emplea sobre
todo la función de expresar, de aquí la importancia del carácter testimonial
del kérygma como acontecimiento salvífico en uno, en la Iglesia y en el mundo.
Adquiere, pues, forma de declaración enfática, al modo de confesión
entusiasta, convencida y convincente…, acto que requiere valentía y audacia.
c- Función de convocar o interpelar (“llamar a”, exhortar).
El “signo lingüístico” se hace señal cuando ofrece pistas para transformar
sentimientos, pensamientos y conductas.
El lenguaje tiene la capacidad de “im-presionar” y “con-vocar”. Lo hace cuando
se concentra en el destinatario, e interpela e invita, es decir, “convoca a”.
El mismo diálogo sincero que expresa la propia interioridad es ya invitación a
que el otro haga lo mismo y res-ponda ofreciendo a su vez su interioridad.
Quien “se des-vela” por sus palabras (“corre el velo que lo cubre”) invita a
su interlocutor a hacer lo mismo. Se trata de la función social del lenguaje
que tiene por principal finalidad generar comportamientos y actitudes nuevas.
De modo preferente se emplea la segunda persona (“tú”).
La homilía en cuanto lenguaje entendido como acto de comunicación emplea sobre
todo la función de interpelar y convocar, por ello exhorta, interpela,
amonesta, persuade… para que se fortalezca en el discípulo la fe, se suscite
la conversión, la práctica de los sacramentos y los mandamientos, la vida en
la Iglesia.
Por tanto, mientras el kérygma como acto de comunicación pone en juego sobre
todo la función de expresar (el lenguaje se hace “síntoma”), la enseñanza la
función de informar (el lenguaje se hace “símbolo”), y la homilía la función
de convocar (el lenguaje se hace “señal”).
Volvamos al kérygma. Porque es expresión, su lenguaje debe revelar la
convicción profunda del heraldo de que lo que proclama es viva realidad en él,
y de aquí su valentía, su entusiasmo y gozo, transparentado en su anuncio. Se
trata de que el kérygma sea mediación de comunicación entre un “yo-con-fe” y
un “tú-sin-fe” al que se invita a adquirir la vida que el heraldo vive. Para
suscitar la fe, el heraldo no sólo anuncia fielmente el contenido, sino
también empeña su ardor misionero que traspasa a su mismo acto de
comunicación. Es decir, en el kérygma no sólo importa lo qué se dice, sino
también cómo se dice (en Pentecostés los creen borrachos: Hch 2,13.15).
Con todo, el kérygma no se agota en el acto de comunicación, pues es expresión
de la Verdad de salvación (contenido) que se hace propia por la obediencia de
fe (acontecimiento)
III- El kérygma como contenido
Los Hechos de los Apóstoles y la literatura paulina nos ayudan a descubrir el
contenido básico del kérygma que, con el tiempo, se fue enriqueciéndose por la
reflexión teológica y por las necesidades de catequesis y de celebración de
fe. Aunque se hable de un kérygma apostólico y de uno paulino, nuestro interés
es fijar lo que constituye el núcleo básico del kérygma según el NT sin entrar
en matizaciones.
Tomamos dos homilías de Pedro que tienen destinatarios diversos: una a los
judíos (Hch 2,14-41) y la otra a los gentiles (10,34-43).
El siguiente cuadro presenta temas y desarrollo teológico de la predicación de
Pedro:
- INTRODUCCIÓN:
Hch 2,14-36, HOMILÍA A LOS JUDIOS:
• 14: Pedro, «poniéndose de pie… alzó la voz y les habló en estos términos…».
• 14-21: Recurre a la Sagrada Escritura.
Hch 10,34-43, HOMILÍA A LOS NO JUDIOS:
• 34: Pedro «tomó entonces la palabra y dijo…».
• 34-35: Proclama la universalidad de la salvación ante gentiles.
- ANUNCIO DE LA BUENA NUEVA:
Hch 2,14-36, HOMILÍA A LOS JUDIOS:
• 22: la Buena Noticia es Jesús de Nazaret, acreditado con obras y palabras,
constituido Señor y Mesías.
• 23.32a: lo matan en cruz según el designio de Dios, quién lo resucita
librándolo del dominio de la muerte.
• 36: el Crucificado es constituido por Dios “Señor” y “Mesías”.
• 23.25-32: fundamentos bíblicos (AT) de la resurrección. El perdón se alcanza
en el “nombre de Jesucristo” (v 38).
• 32b: los discípulos de Jesús son los testigos de la resurrección del Señor.
Hch 10,34-43, HOMILÍA A LOS NO JUDIOS:
• 36: la Buena Noticia es Jesucristo, Señor que otorga la paz.
• 37: todo comienza en Galilea, después que Juan predica el bautismo.
• 38: Jesús es “ungido” por el Espíritu; pasa por el mundo haciendo el bien y
liberando del dominio del Diablo.
• 39-41: en Judea, lo matan en cruz, resucita y se aparece a algunos.
• 36.42: el Crucificado es constituido “Señor” y “Juez de vivos y muertos”.
• 43: fundamentos bíblicos (Profetas) del perdón que se alcanza en el “nombre
de Jesucristo”.
• 39.42: los discípulos son los testigos enviados a predicar y dar testimonio.
- CONSECUENCIAS:
Hch 2,14-36, HOMILÍA A LOS JUDIOS:
• 37-41: muchos israelitas se convierten, reciben el don del Espíritu y se
bautizan.
Hch 10,34-43, HOMILÍA A LOS NO JUDIOS:
• 44-48: Cornelio y los suyos se convier-ten, reciben el Espíritu y se
bautizan.
El desarrollo de estas homilías se puede sintetizar en:
1- Una Introducción:
a- Acto de proclamar dirigiéndose a sus destinatarios, llamando su atención
(“alzar la voz”, captatio benevolentia; Hch 10,34).
b- Recurso al AT (la Sagrada Escritura por entonces) interpretado desde el
misterio del Mesías; en el AT se escudriña el querer de
Dios respecto al Jesucristo.
c- Proclamación de la buena nueva de la salvación universal que interesa que
escuchen tanto judíos como gentiles.
2- Un contenido presentado como Buena Nueva:
a- La Buena Nueva es Jesús de Nazaret en cuanto Mesías y Señor, en
cuanto Juez y Señor de vivos y muertos.
b- Ministerio de Juan Bautista, quien bautiza a Jesús y a quien el Padre
celestial lo “unge” (= “mesías - cristo”) con el Espíritu
Santo.
c- Primera etapa del ministerio de Jesús en Galilea: predica que el Reino de
Dios ya está presente, revela la misericordia de Dios y
su dominio sobre el mal
(milagros de curación de enfermedades) y los demonios (milagros de
exorcismos)1 .
d- Segunda etapa del ministerio de Jesús en Judea: lo matan en una cruz,
pero Dios lo resucita al tercer día; luego, se aparece a los
suyos.
e- Todo lo sucedido corresponde al designio de Dios presente en las
Escrituras que afirman que en el “nombre de Jesucristo” se
alcanzaría el perdón de los
pecados.
f- Jesús envía a los discípulos escogidos como testigos de todos estos
acontecimientos, y les encarga predicar la salvación a judíos
y gentiles.
3- Una consecuencia:
a- Los que escuchan el mensaje se convierten y se hacen bautizar y se
les otorga el don del Espíritu, formando parte de la Iglesia,
el nuevo pueblo de Dios.
De esta predicación primera nacerán los evangelios tal como los conocemos.
Marcos, el primer evangelista, no fue apóstol y tomó la organización literaria
de su evangelio (la que siguió luego Mateo y Lucas) del contenido básico del
kérygma.
Ahora bien, ¿todo lo que se ha dicho pertenece al contenido del kérygma? No,
puesto que si el kérygma tiene por objeto suscitar la adhesión a Jesús en
cuanto Mesías y Salvador entre los no creyentes, su contenido debe ser aquel
núcleo básico de la fe cristiana sin la cual es imposible dicha adhesión. Este
núcleo tendrá énfasis diversos según se anuncie a judíos o a gentiles2 .
El núcleo del kérygma según el NT lo constituye:
a- El recurso al AT (Lc 22,44: “Ley, Profetas, Salmos”) para mostrar que lo
que ocurrió con Jesús de Nazaret es voluntad explícita de Dios.
b- La confesión de que Jesús de Nazaret como “Mesías” murió, fue sepultado y
resucitó al tercer día, y fue constituido “Señor” de todo y de todos, y
c- El sentido de la obra de Jesús: en “su nombre” se ofrece la conversión y el
perdón de los pecados para salvación de todo el que crea. El dinamismo de la
salvación se sella por la unción del Espíritu como don de Dios.
El kérygma, pues, es esencialmente la narración a los que no creen de lo que
Jesús -en cuanto Mesías de Dios- hizo por mí. No es una teoría o una
filosofía, es decir, persuasión por argumentos de razón. El contenido del
kérygma es un hombre «nacido de mujer» (Gál 4,4), Jesús de Nazaret, que se
acerca a todos como el Mesías de Dios, y que muere y resucita para nuestra
salvación, según lo tenía predestinado Dios a Israel, su pueblo, en las Santas
Escrituras.
Ahora bien, como la actualidad salvífica del kérygma forma parte de su
contenido éste es el tercer aspecto que pasamos a ver: el kérygma como
acontecimiento salvífico.
IV- El kérygma como acontecimiento de salvación
El kérygma proclama un acontecimiento de salvación que transforma la persona
y, por ella, su entorno. Es la predicación de un acontecimiento que se ofrece
ahora y aquí, y que se hace actual por la fe y la conversión (Rm 6,4). Por lo
mismo, heraldo es quien proclama lo que él primero está viviendo: que en «el
nombre de Jesucristo» (Mt 12,21) se perdonaron sus pecados y es ya criatura
nueva (Rm 8,15-17).
Jesús “proclama” el Reino (k?rýssein) en nombre de su Padre (Lc 4,43-44), y su
misma proclamación hace que el mensaje sea realidad: “hoy” se hace realidad el
«año de gracia del Señor» por lo que los cautivos hoy son liberados, los
ciegos comienzan a ver y los cojos a andar (4,17-21). Al ascender a los
cielos, envía a los suyos a proclamar la salvación “en su nombre” y los suyos
tienen clara conciencia que lo que hacen es “en nombre del Señor Jesucristo”,
puesto que “su nombre” es la única garantía de actualidad del acontecimiento
salvífico.
Por tanto, los discípulos, al proclamar el kérygma, actualizan la salvación
“en el nombre de Jesús, el Señor” (Jn 2,23 y 3,18). En “su nombre” se habla” (lale?n)
y “se enseña” (didáskein) lo que se ha visto y oído (Hch 4,17), se curan las
enfermedades, se expulsan los espíritus impuros y se purifican los pecados
(3,6.16). No hay, por tanto, otro nombre bajo los cielos mediante el cual Dios
conceda «a los hombres la salvación sobre la tierra» (4,12).
El nombre del hijo de María es “Jesús”, salvador de su pueblo (Mt 1,21). Como
en el mundo bíblico el nombre es la función, Jesús lleva ese nombre porque fue
puesto por Dios para salvar a Israel. Ya en razón de su nombre propio, Jesús
goza de un rol y un honor significativo en la historia de Israel: es su
salvador. Esta función y el honor que conlleva alcanzan su plenitud cuando se
consideran los nombres patrifiliales de Jesús: es “hijo” de Dios (2,15; 3,17),
de Abrahán (1,1), de David (1,1; 9,27) y de José (13,55). Su enraizamiento en
la historia israelita no sólo tiene los ancestros de más honor que cualquier
judío puede anhelar, como Abrahán y David, sino al mismo creador y soberano de
Israel: Yahveh.
Proclamar el kérygma en el “nombre de Jesucristo” es, por lo mismo:
a- Extender con autoridad sobre el pueblo de Dios la enseñanza del hijo de
Abrahán y del hijo de David a quien hay que escuchar y obedecer, y
b- Extender con autoridad sobre los adversarios de Jesús (enfermedades,
espíritus impuros…) su poder de hijo de Yahveh, ungido con el don del
Espíritu, en quien hay que creer.
Pero no sólo se actualiza el kérygma “en nombre de Jesús”, sino también quién
lo proclama debe ser enviado “por Jesús” y presentarse “en su nombre”.
Al subir al cielo, Jesús confío su misión y les dio autoridad a sus
“apóstoles”, esto es, a los “enviados” (Mc 3,14) como heraldos o «embajadores
en nombre de Cristo» (2 Cor 5,18-20) . Ellos son oficialmente los enviados “en
nombre del Señor” (1 Tim 2,7) a comunicar el mensaje de la reconciliació
Cuando el kérygma se anuncia “en nombre de Jesús”, por la fe y la conversión,
se hace acontecimiento salvífico en el hoy del discípulo (Lc 2,11). Seguirá
luego la celebración del sacramento (24,30; Hch 2,42). La actualidad del
acontecimiento salvífico se reconoce por la transformació
Quien abre “su nombre” (su ser y quehacer) al “nombre de Jesucristo” o
proclamación del kérygma se hace portador de su nombre (Hch 9,15), es decir,
se convierte en cristiano (11,26), «carta de Cristo redactada por ministerio
nuestro -dice Pablo-, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo,
y no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, es decir, en el corazón» (2
Cor 3,3).
El kérygma, por lo mismo, luego cristalizó en la tradición apostólica en
fórmulas de fe nominales o nombres cristológicos 4 en relación íntima con la
transformació
La respuesta al kérygma-acontecimien
V- Conclusión
¿Qué desafíos presenta la proclamación del kérygma en nuestro tiempo?
1- La estructura fundamental del kérygma según el NT contempla varios aspectos
que se reclaman y complementan subsidiaria y dinámicamente. Los diversos
aspectos son:
a- El kérygma escudriña la voluntad o plan salvífico del Padre consignado
sobre todo en las profecías mesiánicas del AT.
b- El kérygma confiesa la identidad de Jesús de Nazaret con el Cristo o Ungido
de Dios, y se centra en la proclamación de la fe apostólica en su misterio
pascual (muerte - resurrección - exaltación o señorío universal), según las
Escrituras; en el Ungido y por él se inaugura el Reino de Dios que se proclama
a toda criatura.
c- El kérygma acontece realmente por la fe y la conversión, pues lo que se
proclama “en nombre de Jesús” y enviado por Jesús se hace acontecimiento
salvífico en virtud del Señor Jesús, de su palabra, su obra y su Espíritu. El
kérygma, aceptado con gozo, hace del chrónos (tiempo como extensión) un kairós
(tiempo como oportunidad) es decir, tiempo propicio para la intervención
salvífica de Dios.
El kérygma es la proclamación del misterio pascual de Jesucristo (contenido),
fundado en el referente divino de la Sagrada Escritura (fuente), para
salvación de todo el que crea (finalidad) y hecho con conciencia ministerial y
entusiasmo testimonial (modo).
Así entendido y cronológicamente hablando, no se toma de los evangelios, sino
que el kérygma es la fuente de los evangelios y del anuncio de la Iglesia. Lo
que ocurre es que, para describir el kérygma, debemos acudir a los escritos
del NT, pero esto no significa que fueron dichos escritos lo que lo
originaron.
2- No es lícito decir -con algunas tendencias del mundo protestante y
evangélico- que el kérygma es la predicación en cuanto tal con su llamada a la
conversión que, independiente de su contenido, se actualiza en el hoy del
destinatario por la fuerza, obra del Espíritu, que reside en el acto de
predicar la palabra. Tampoco es lícito decir -con algunas tendencias del mundo
católico- que es sólo su contenido, algo así como la esencia misma del
evangelio, restando efectividad a la palabra de Dios en cuanto proclamación.
La aceptación de la Palabra no sólo se juega en el acto de proclamar ni sólo
en la integridad del contenido, sino también en el empuje apostólico del que
exhorta y de su testimonio transformado en signo de la llamada de Dios que
abre a la salvación (1 Tes 2,12).
3- La palabra “predicación” no es la mejor para hablar del kérygma, pues el
término se asocia a “cosas de curas”, a un discurso acerca de Dios y de la
religión por parte de un sacerdote con la finalidad de exhortar a la gente a
que se comporte bien. Incluso, al hablar de “predicación” se prejuzga el tono
o el estilo de la voz del predicador que evoca algo cansino, con tonos altos y
bajos, casi inaudible al final de las frases. Además, la “predicación” se
realiza dentro de las iglesias, por tanto, es un acto eclesial interno
dirigido a los que ya son cristianos. En cambio, el kérygma según el NT es
principalmente un anuncio a los no cristianos para que comiencen a serlo y en
los espacios donde la gente se encuentra, sean templos o no.
Hay, pues, que revisar el vocabulario y preferir el término kérygma -aunque
haya que explicarlo- al de “predicación”. Quizás aún estamos a tiempo de
rescatar el verbo “anunciar” para referirnos a la “predicación del kérygma”.
4- Si el kérygma es un acto de comunicación, ¿cómo se abre espacio entre
tantas y diversas voces provenientes de los medios de comunicación social cada
vez más efectivos y técnicos? Al respecto, varias son las preguntas:
a- ¿Podemos seguir anunciando el kérygma sólo a “los nuestros” que se reúnen
para celebrar su fe?, ¿acaso Jesús no predicó en las plazas, en las calles en
los mercados (los actuales malls) y pocas veces en el ámbito cultual y
privado?, ¿acaso no anunció el Reino donde los hombres y mujeres estaban cada
día?
b- ¿Podemos seguir empleando sólo los medios orales para anunciar el kérygma
en una cultura que es sobre todo de la imagen?, ¿se nos escuchará? No se trata
de cambiar los contenidos básicos del kérygma, sino de hacer que su anuncio
sea significativo para los hombres y mujeres del siglo XXI y que no pase
desapercibido como acto de comunicación.
c- ¿Podemos seguir anunciando el kérygma como monólogo, como invitación sin
posibilidad de respuesta dialogada en una cultura que valora la democracia y
la libertad?, ¿no habrá que anunciarlo buscando el diálogo sincero con la
variadas cosmovisiones que se buscan evangelizar?
d- ¿Podemos seguir anunciando la “buena nueva” entre tantas buenas nuevas
científicas y tecnológicas que aún logran sorprendernos?
Estas y otras muchas preguntas las podemos expresar en cuatro cuestiones
abiertas:
a- En cuanto acto de comunicación, ¿cómo proclamar el kérygma de modo que la
propuesta de la Iglesia sea escuchada en el siglo XXI?
b- En cuanto mensaje, ¿cuáles son los matices o énfasis de su contenido
significativos para el hombre de hoy? Es decir, ¿qué anhelos satisface la
Iglesia al anunciar esto o aquello?
c- En cuanto acontecimiento salvífico, ¿qué implica su actualización hoy y
aquí a nivel de coherencia y testimonio por parte del heraldo y de la
Iglesia?, ¿qué transformaciones son hoy testimoniales a nivel de personas y de
instituciones eclesiales?, ¿qué modos de vivir el discipulado y la Iglesia son
signos evidentes de la actualidad de la salvación?
d- En cuanto a los ministros y a los destinatarios del kérygma, ¿no habrá que
llenarse de valentía misionera y anunciar la Buena Nueva allí donde los
hombres se encuentren?; ¿no habrá que dialogar con las culturas buscando
permeabilizar y evangelizar cosmovisiones con el Evangelio para generar una
“cultura cristiana”?
PREGONES DEL ANUNCIO KERIGMÁTICO:
1er encuentro: Dios es un padre que me ama como soy
2nd encuentro: He rechazado el amor de Dios
3er encuentro: La Solución de Dios: La Muerte y Resurreción de Jesús
4to encuentro: Acepto a Jesucristo como mi Salvador
5o Encuentro: El Padre de Dios me da su Espíritu
6to Encuentro: Celebración: Nos ponemos en camino de conversión
7o Encuentro: Dios Padre, por su Hijo, en el Espíritu Santo nos une en
comunidad
8o Encuentro: Todos somos invitados a colaborar en la contracción del reino
9o Encuentro: Con la fuerza del amor que Jesús nos ha manifestado, caminamos
hacia el Padre
10o Encuentro: Descubrimos la presencia de Dios en nuestra ciudad
11o Encuentro: Un nuevo y vigoroso proyecto misionero
12o Encuentro: Santa María de Guadalupe, Estrella de la Civilización, nos
acompaña por la ciudad
Citas:
1 Los milagros son signos o pruebas del Reino de Dios, acontecimiento
salvífico hecho realidad y al que se invita a recibir por la proclamación del
kérygma. Como el Reino instaura en la realidad humana los bienes divinos, todo
es limpio y sano, por lo que no hay lugar para enfermedades y espíritus
impuros (Mc 16,20; Hch 4,29-30; 14,3; Heb 2,3-4, y sobre todo Lc 11,20). Desde
esta perspectiva, el milagro importa es signo de que el contenido del kérygma
se hace realidad en el mundo de los hombres. Dicho de otro modo: sin la
predicación del y en el nombre de Jesucristo y su misterio pascual no hay
milagros. Por lo mismo, el milagro no es lo importante, sino la predicación y
la aceptación de la acción salvadora de Dios; por eso se les niega los
milagros a quienes lo exigen para creer (1 Cor 1,22-25).
2 El kérygma que se proclama en ambientes judíos y se remonta a la Iglesia de
Palestina insistirá en la realización del plan de Yahveh según estaba
anunciado por Moisés y los Profetas (cfr. 1 Cor 15,3-5); el que se proclama en
ambientes gentiles insistirá en la confesión en un único Dios, en su acto
creador, su providencia y su juicio universal mediante su Mesías (Hch
14,15-17; 1 Cor 8,5-6; 1 Tes 1,9-10).
3 Apóstolos en griego significa “mensajero”. No todos los cristianos reciben
el encargo de predicar la palabra (sí de testimoniar la fe). En tiempos de
Jesús son enviados a predicar grupos determinados de discípulos (los “doce”,
los “setenta y dos”; Mt 10,5-7; Mc 3,14-15; Lc 9,2). Después de la
resurrección de Jesús se renueva el encargo misionero a los discípulos que han
visto y oído (Hch 10,42).
4 Existen las fórmulas de fe verbales que confiesan los acontecimientos
salvíficos de la vida del Señor; una combinación de fórmulas de fe nominales y
verbales en Hch 17,3 y 1 Tim 2,5-6.
5 El arrepentimiento de los pecados y la conversión radical era la respuesta
que se pedía a la proclamación del kérygma (Hch 5,31; 11,18). La conversión
exigía un comportamiento que se convirtió en “tradición” y se concretizó en
listas de virtudes y vicios, y en comportamientos domésticos acerca de los
deberes de los miembros de la familia que señalaban la conducta honrosa del
que se ha hecho cristiano. Algunas listas de vicios o pecados: Rm 1,26-31;
13,13-14; 1 Cor 5,10-11; 6,9-10, etc. Estas listas revelan la estrecha
relación entre la aceptación de Cristo y la necesidad de su imitación, de aquí
“lo que se debería hacer” (virtudes) y “lo que se debería evitar” (vicios).
Autor: Conferencia Episcopal Chile | Fuente:
Conferencia Episcopal Chile