Autor: P. Jesús Martí
Ballester
El justo vive de acuerdo con la fe
La fuerza de la fe.
1. "¡Auméntanos la fe!"
Lucas 17,5. Mateo ofrece un contexto diferente del de Lucas. Es éste: "Mi hijo
es lunático y está muy mal. Muchas veces cae en el fuego, o en el agua. Lo
presenté a tus discípulos y no han podido curarlo". - Los discípulos
preguntaron a Jesús aparte: -"¿Por qué nosotros no hemos podido curarlo?" -
"Por vuestra poca fe, porque si tuvierais fe como un grano de mostaza, le
diríais a este monte: Vete de aquí allá, y se trasladaría; nada os sería
imposible. Mas esta clase de demonios no puede ser lanzada sino por la oración
y el ayuno" (Mt 17,15). La clave es la calidad más que la cantidad. Jesús,
según Lucas, dice que no se necesita demasiada fe para conseguir maravillas.
Podemos preguntarnos qué pasa en nuestro ambiente con tantos cristianos,
tantos católicos, tantos colegios religiosos, tantas catequesis, tantas
parroquias.... Y... ¿cuántos creyentes? ¿Tenemos fe? ¿O tenemos un conjunto de
afirmaciones doctrinales, un complicado credo que no transforma nuestra vida?
Jesús sigue diciéndonos hoy: si me siguierais de verdad, si vivierais según el
Evangelio, tendríais la Fuerza necesaria para cambiar el mundo.
Según las leyes de la física es imposible que la
montaña se mueva de su sitio y se presente a nuestro lado, como cita Mateo y
que la morera se lance al mar, como dice Lucas, pero esto prueba que, aunque
Jesús habla hiperbólicamente, está aludiendo al surrealismo del Reino de Dios,
que nos regala la visión de otras posibilidades reales, superiores a las
apariencias del orden natural, que dejan vislumbrar una eficacia de una vida
enteramente nueva, ajena al resultado de causas naturales.
2. Si conjugamos el relato de Mateo con el de Lucas,
comprenderemos mejor la petición de los Apóstoles: "¡Auméntanos la fe!". En el
mismo episodio contado por Marcos, también le preguntan los discípulos por qué
ellos no han podido lanzar al demonio. Jesús contesta: "Esta clase sólo se
lanza con oración y el ayuno" (Mc 9,29).
3. Cuando dice Jesús, fe como un grano de mostaza,
quiere decir que si tienen fe, aunque sea pequeña como el grano de mostaza, la
más pequeña de las semillas, pero viva, confiada y humilde, pueden conseguir
maravillas. Podemos tener una gran fachada o apariencia de fe, vacía, muerta,
incapaz de germinar. O podemos tener la fe de la higuera estéril, con mucho
follaje, pero sin fruto.
4. El llorado Don Marcelo González, Cardenal Primado
de Toledo, dijo que Europa era un árbol semiseco. Para hacer retoñar a este
árbol, como brotó el tronco de Jesé (Is 11,1), es necesario e imprescindible
que comencemos cultivando con intensidad nuestra débil y pobre fe, que es
donde los discípulos de Jesús fracasaron. No hay otra solución y ésta además,
infalible, prometida y garantizada por el Señor. Entonces, cuando tuvierais
esa fe y confianza vivas, nos dice Mateo: "como un grano de mostaza, diríais a
este monte, vete de aquí allá, y se tras ladaría" (Mt 17,20).
5. ¿Y los que no tienen fe? Unos no creen en Dios.
Para ellos Dios no existe. Es una situación lamentabilísima. Se anuncia ya la
clonación humana y la ciencia pretende con ello suplantar a Dios Creador. Para
ellos, el cuento: Un grupo de científicos desafía a Dios: Ya no te
necesitamos. Vamos a hacer un hombre nosotros solos. Dios acepta el reto,
según el relato del Génesis: cogen un puñado de barro y… Interviene Dios: -
“Ese es mi barro… tenéis que hacerlo con vuestro barro…”
6. La fe tiene distintos matices, el más común y
elemental es creer o no en Dios. No con la fe según la cual se decide si uno
es católico o protestante, cristiano o musulmán, sino la fe según la cual se
decide si se es creyente o no creyente, creyente o ateo. En la carta a los Heb
11,6 leemos: «El que se acerca a Dios ha de creer que existe y que recompensa
a los que le buscan». Éste es el primer escalón de la fe, sin el cual no hay
otros. En un nivel universal no po demos basarnos sólo en la Biblia, porque
ésta tiene valor sólo para los cristianos, y, en parte, para los judíos. Pero
Dios ha escrito dos libros: la Biblia, y la creación. Uno está formado por
letras y palabras, el otro por criaturas. No todos saben o pueden leer el
libro de la Escritura, pero todos, desde cualquier latitud y cultura, pueden
leer el libro de la creación. De noche tal vez mejor, incluso, que de día.
«Los cielos proclaman la gloria de Dios, el firmamento la obra de sus manos...
Por toda la tierra alcanza su pregón, y hasta el confín del mundo su mensaje»
(Salmo 19). Pablo ha escrito «Lo invisible de Dios, se deja ver a la
inteligencia desde la creación del mundo, a través de sus obras» (Rom 1, 20).
Cicerón, el gran orador romano, antes de Cristo, se preguntaba: ¿Quién es tan
necio que mirando al cielo no sienta que Dios existe? “¿Quién se atreverá a
afirmar, ante la contemplación de tantas galaxias y miríadas de soles y
estrellas recorriendo con vértigo sus rutas, no hay una inteligencia suprema y
sapientísima que ha trazado sus órbitas y sus rutas? Por eso los verdaderos
sabios, dirán, como Pasteur: “Porque he estudiado mucho, tengo la fe de un
bretón; si hubiera estudiado más tendría la fe de una bretona”. Newton dijo:
El maravilloso sistema solar no es obra de una necesidad, sino de un Ser
poderoso y sapientísimo. De una manera semejante se manifiesta Einstein. Que
caigan de rodillas, pues, y pidan el don gratuito y magnífico de la fe. «Lo
que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe» (1 Juan 5,4).
7. Dicen: la ciencia ya ha explicado el mundo, sin
necesidad de recurrir a Dios. Todo lo contrario, la ciencia nos acerca más a
la fe en un creador que en el pasado. El Big Bang, o la gran explosión inicial
da pìe a afirmar que en una millonésima de segundo, se pasa de una situación
en la que no existe aún nada, ni espacio ni tiempo, al comienzo del tiempo, el
espacio y en potencia, todo el universo de miles de millones de galaxias, que
conocemos hoy. ¿Qué había antes de aquel instante, porque no existe un "antes"
cuando aún no existe el tiempo.¡Cómo no remontarse a la historia del cosmos
como si hojeáramos las páginas de un inmenso libro, partiendo del final. Como
si faltara la primera página. Justo sobre esta primera página que falta, la
revelación bíblica tiene algo que decir. No se puede pedir a la ciencia que se
pronuncie sobre este antes que está fuera del tiempo. No se pretende demostrar
la existencia de Dios, Aquí vemos como en un espejo y en un enigma, dice san
Pablo. Cuando un rayo de sol entra en una habitación, lo que se ve no es la
luz misma, sino el polvo que recibe y revela la luz. Así es Dios: no le vemos
directamente, sino como en un reflejo, en el portento de la creación: “Cuando
contemplo el cielo obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre por que te acuerdes de él, el hijo de hombre para que cuides
de él? (Sol 8,4-5)
8. Galileo. Darwin. T heilard de Chardin. Newton.
Einstein. Stephe W. Hawking. Monismo - Poligenismo. Big-Bang. Agujeros negros.
"La energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma", Relatividad.
Gravedad. "En el principio..." ¿Que había, que era, cómo fue el principio, el
origen de la vida? ¿Se oponen los descubrimientos de la cosmología moderna a
la fe en un creador? Para la fe: Dios es el Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible. El resto, el cómo, son "detalles". Si
salimos al campo, o la montaña, o la playa o el parque o... al metro, la
estación de autobuses, un hospital, un silo, el circo... La naturaleza, la
vida misma, nos habla de Dios. Eso si, solo se ve bien "con el corazón". "En
el principio creó Dios el ciclo y la tierra" (Gén 1,1). "Creó Dios al hombre o
su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó" (Gén 1,27) "Que
te sirvan todos las criaturas, pues tú hablaste y fueron hechos, enviaste tu
espíritu y los hizo; nadie puede resistir tu voz" (Jd t 6,1 4). "Dios creó al
hombre para que no pereciera y lo hizo inmortal como él es" (Sab 2,23).
9. "Levantad vuestros ojos y contemplad: ¿quién ha
creado todos esos astros? El, el mismo que hace salir en orden su ejército y
que llama o cada estrella por su nombre. Su Fuerza es tan grande y su poder
tan inmenso que ninguno escapa a su control... ¿No lo sabes? “¿No te has
enterado de que Yahvé es un Dios eterno que ha formado los contornos del
mundo, que no desfallece ni se cansa y que su inteligencia no tiene límites?"
(1s 40, 26.28). "En el principio era el Verbo y el Verbo era Dios; al
principio El estaba junto a Dios. Por El se hizo todo y nada llegó a ser sin
El. Lo que llegó a ser, tiene vida en el, y para los hombres esta vida es luz.
La luz brilló en los tinieblas y los tinieblas no pudieron vencer lo luz" (Jn.
1, 1). Y les dijo: id por todo el mundo y predicad el evangelio o toda
criatura" (Mc 1 6, 25).
10. "Pues, aunque a él no le podemos ver, lo contem
plamos a través de sus obras, puesto que él hizo el mundo y por su creación
entendemos que él es eterno y poderoso, y que es Dios" (Rom 1,20). "Y toda la
creación espera ansiosa que los hijos de Dios salgan a la luz. Porque si la
creación se ve obligada a trabajar para nada, no es porque ella quiere esta
suerte, sino que le viene de quien la sometió, aunque con la esperanza de ser
también liberada de la servidumbre de la corrupción y entrar en la libertad
gloriosa de los hijos de Dios. Sabemos, en efecto, que toda la creación, hasta
el momento actual, gime con dolores de parto. Y no sólo la creación, sino
también nosotros, a los que se nos han dado como un anticipo las primicias del
Espíritu, gemimos interiormente, anhelando el dio en que Dios libere nuestro
cuerpo”. (Rom 8,1 9). "Quien está en Cristo es una nueva creación. Para él lo
antiguo ha pasado y un nuevo mundo ha llegado" (2Cor 5, 1 7).
11. "Porque nosotros somos obra de Dios. El nos ha
creado en Cristo Jesús con miras a las buenas obras que Dios había ordenado de
antemano para que anduviéramos en ellos" (Ef 2, 10). "Cristo es imagen del
Dios invisible, el primogénito de la creación, ya que en él fueron creados
todas las cosas, en el cielo y en lo tierra, las visibles y los invisibles,
gobiernos y autoridades, poderes y fuerzas sobrenaturales. Todo está hecho por
medio de él y poro él" (Col 1,1 5). "Digno eres, Señor; de recibir la gloria,
el honor y el poder, porque tú creaste todos las cosas y por tu voluntad
fueron creados y existen" (Ap. 4,11).
12. En el evangelio de Lucas, la súplica de fe de los
Apóstoles tiene este contexto: "Si tu hermano peca, repréndele; y si se
arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces
viene a ti diciendo: Me arrepiento, le perdonarás". Es tan difícil este perdón
que los apóstoles suplican: "Auméntanos la fe". Es decir: danos capacidad de
aceptar en nuestra vida las debilidades de nuestros hermanos, como ellos
tienen que aceptar las nuestras.
13. La fe es la capacidad de aceptar en nuestra vida
el misterio de Dios que se revela en Cristo y de vivir con coherencia. La fe
renovada en cada Eucaristía, que acepta que unas palabras misteriosas traigan
sobre el altar el Cuerpo roto de Cristo muerto y resucitado y su Sangre
derramada, que gotea sobre toda la tierra para salvarla. La fe renovada y
actuada en el sacramento de la reconciliación que, otras palabras pronunciadas
por un hombre consagrado por la Iglesia perdone los pecados y cambie al hombre
que venía vestido de harapos, con vestidos más blancos que la nieve. La fe
viva, como un grano de mostaza, criatura viva, es más poderosa que todas las
realidades físicas: el árbol, la montaña. La fe llega hasta el fondo de Dios y
de los hombres. Es una obra de Dios en nosotros, que va creciendo y
desarrollándose según el ritmo de las pruebas que Dios envía o permite para
depurar la misma fe y en la medida que avanzamos en el conocimiento de la s
cosas de Dios o en su contemplación por medio de la oración. Creer es apoyarse
en solo Dios Viviente y Verdadero, Roca inquebrantable, sin murmurar cuando
tarda en cumplirse la promesa, como en el caso de Habacuc, que ve injusto que
el pueblo infiel triunfe sobre Israel, que aunque ha pecado, es mejor que
aquél, aceptando con paciencia las dificultades y las pruebas, sin buscar el
consuelo en los ídolos como apoyo en la soledad de la prueba, siendo fuertes
con la fortaleza de Dios. La fe es apoyarse en Jesús, aceptar la cruz como
camino de resurrección. Y cumplir los mandamientos.
14. Los Apóstoles piden aumento de fe, es decir, piden
la adhesión, aceptación, compromiso y entrega a la Persona y al mensaje de
Jesús, relación personal con Él, vivir lo que Él vivió, como Él lo vivió. Se
les concederá en Pentecostés. Abraham fue el hombre prototipo de fe, pero no
siempre fue perfecto en la fe; la fe, como el grano de mostaza, se desarrolla
y crece. La fe de Abraham culmina e n la obediencia a Yahvé, que le manda
sacrificar a su hijo, como si viera la Patria y al hijo resucitado. Hoy
Habacuc, ante las desgracias, violencias y catástrofes, guerras y rivalidades
en su pueblo, cuando Dios parece que está ausente, recibe la respuesta. Dice
el profeta: "¿Hasta cuando, Señor, clamaré sin que me escuches? ¿Te gritaré
por todas partes violencia contra tu pueblo, sin que me salves?. -Mi palabra
no fallará, a su tiempo verás la salvación. Si tarda, espera, ten paciencia,
mi salvación llegará sin retrasarse" Habacuc 1, 2.
15. Y con la fe, la humildad: "siervos inútiles
somos". Habacuc dice, "el injusto tiene el alma hinchada". Es la
autosuficiencia. El orgullo, la soberbia, en sus múltiples manifestaciones. La
del que cree estar en posesión de la verdad. La del fariseo, no soy como los
demás... (Lc 18,11) La del que cree que no necesita a Dios, que se basta él
solo. Y ante los hombres, sobrepasarlos a todos. A veces observo en la cola
del autobús, la maña , destreza, agilidad y reflejos que demuestran algunos
para subir primero que todos. Es un ejemplo de lo que ocurre en la vida
social. Quienes tienen esos reflejos pasan delante, y no suelen ser los más
capacitados. Son los más listos, no los más inteligentes y, sobre todo, los
más ambiciosos y soberbios, y no los más humildes. "El justo vive de la fe",
es decir, de acuerdo con la fe, consecuente en sus actos y en su obrar con lo
que cree. El Profeta contrapone la soberbia a la fe.
16. "Escucharemos tu voz, Señor. "No endurezcáis
vuestro corazón" Salmo 94. El trabajo no termina en el campo de la
evangelización, sino en la casa, en la vida personal y comunitaria. Lo nuestro
es estar alegres y agradecidos por poder ser útiles y responder a lo que Él
nos regala, sin creernos con derecho a felicitaciones, alabanzas, recompensas
ni privilegios. Lo que tenemos que hacer: ser anuncio y presencia anticipadora
del Reino que libera y cura, que nos hace más buenos y más felices. Hac er a
Dios presente en nuestro mundo, anunciar que el Evangelio es una Buena Noticia
y que todos estamos convocados a hacer un mundo de hermanos.
17. "Vive con fe y amor cristiano, toma parte en los
duros trabajos del evangelio, ten ante ti el ejemplo que yo te he dado y mis
palabras sensatas" dice hoy Pablo a Timoteo 1,6. Creemos en Dios, que se nos
ha presentado en Jesucristo. Él es el Padre que ha creado al ser humano libre.
Creemos en Jesús, el Hijo de Dios, nacido en esta tierra para que los seres
humanos llegáramos a conocer quién es Dios y quiénes somos nosotros mismos. Él
es el Cristo, el enviado por Dios: Luz para todos los pueblos, Verdad para
todo el mundo. Por Jesús, Dios nos ha manifestado personalmente quién es y
cómo nos ama. Por Jesús, Dios ha proclamado el derecho de toda persona a la
libertad, a la justicia y al amor. Por nosotros se ha hecho hombre en el seno
de María, la primera mujer que creyó verdaderamente más allá de las palabras y
contra los hechos mismos. Creemos que Jesús murió en la agonía y en el dolor,
para que nosotros aprendiéramos el camino de la esperanza. Creemos que se
repite la realidad del crucificado en nuestro mundo cada vez que un ser
humano, es juzgado, abandonado, explotado o menospreciado. Creemos que Jesús
vivió y en Él se cumplió la promesa de Dios, la única capaz de decir al ser
humano: “Tú no morirás para siempre”.
18. Creemos que vive hoy entre nosotros y que continúa
la verdadera obra de liberación cuando ofrecemos nuestras manos, nuestros
cuerpos y todo lo que somos al servicio del ser humano. Creemos en el Espíritu
de Cristo, que enciende en nuestros corazones la genuina esperanza de los
profetas. Creemos en la Iglesia, como pueblo que camina proclamando en el
interior del mundo la obra de Jesús, y que vive en la carne real el encuentro
con Dios. Creemos que la salvación que Jesús ha entregado a los seres humanos
es la única: al denunciar el pecado, manifestar el poder de Dios y llamar al
ser humano a convertirse por amor. Esperamos, por la fuerza y la luz de la fe,
la venida ininterrumpida de Jesús y la victoria de la vida sobre la muerte. A
Dios no se le alcanza más que dando el salto de la fe. Por eso hemos de pedir
como los apóstoles: ¡Señor, auméntanos la fe! Prosigamos en la fe la
celebración del Sacramento de la fe, acompañados por María, nuestra Madre, la
peregrina en la fe.