El Camino de los Expertos o el Camino de Iluminación.

Escrito por Padre Pío


Al final del camino purgativo la persona ha hecho todo lo posible, humanamente hablando, asistido por la gracia de Dios, para amar a Dios venciendo al pecado y para conocer a Dios entendiendo Su Verdad revelada.

Lo que se requiere para la continuación del crecimiento espiritual es la intervención de Dios en el alma para sacar de raíz los rastros del pecado y para iluminar el alma sobre la verdad, mas allá de lo que puede lograr la meditación. En el momento en el que Dios escoge, El comienza a infundir la gracia sobrenatural de la contemplación en el alma de la persona mientras esta ora. De acuerdo a las experiencias de San Juan de la Cruz esta nueva luz no es comprendida al principio. Aquel que antes podía meditar, para obtener grandes frutos del tiempo asignado a la oración, ahora se encuentra con la oscuridad, con la sequedad, con la confusión, sin poder recibir ninguna consolación por medio de la oración. San Juan de la Cruz nos dice que esto sucede porque la mente no está equipada para recibir esta luz. Como el ojo humano mirando al sol, al cual no esta normalmente adaptado a verlo, en vez de ver mejor, esa persona no puede ver nada. A esto Dios le añade dificultades e xternas y sufrimientos, que lo fuerzan a confiar más en el El. Entonces, sin luz, esta persona debe tener fe, sin apoyo, debe tener esperanza y sin consuelo, debe amar. Esta Noche Oscura de los sentidos, como la llama San Juan de la Cruz, purifica el alma y la lleva por el camino de la santidad y oración mística.

Una vez que la Noche Oscura de los sentidos cesa, la persona comienza a apreciar y a entender las gracias de la contemplación que esta recibiendo, ya que la Noche Oscura de los sentidos lo ha purificado y preparado para esta forma de oración sobrenatural. Es durante esta iluminación que Dios le permite a la persona profundizar en la Verdad que ha recibido como un regalo y no como fruto de los estudios teológicos o de la meditación. Revelaciones privadas, locuciones, entre otras comienzan a ocurrir. Sin embargo estas no son necesarias para el camino de la iluminación, que consiste esencialmente en el entendimiento mas profundo de los misterios de la fe, dados como gracia de luz intelectual de Dios. El alma es también impregnada de un gran celo de Dios, deseosa de propagar el amor de Dios por medio del apostolado u otros medios.

A pesar de este gran avance espiritual, San Juan de la Cruz advierte sobre el peligro de la complacencia o especialmente la soberbia. La Noche Oscura de los sentidos ha sacado de raíz los rastros del pecado, pero el pecado puede seguirse manifestando en forma espiritual, ya que por cada pecado capital hay una forma espiritual. Por ejemplo, aquel que a lo mejor no vuelve a caer en la avaricia material puede caer en la codicia espiritual. Este pecado capital puede tomar la forma de curiosidad excesiva por el conocimiento, por nuevas iluminaciones, no poniendo en práctica lo que han aprendido, pero convirtiéndose en una especie de orgullo espiritual. Como el diablo se puede aparecer en forma de ángel de luz, San Juan de la Cruz previene fuertemente a las almas de buscar gracias extraordinarias de ningún tipo. Del mismo modo, dado a los peligros de orgullo y autoengaño, la necesidad de dirección espiritual para alguien que ha comenzado a recibir gracias místicas es ese ncial.